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    RECUPERACIÓN ECONÓMICA Y REFORMA DEL ESTADO OLIGÁRQUICOLIBERAL

    Tomado de Leslie Bethell, ed. Historia de América Latina. Tomo 10. América del Sur, c.1870-1930 - Capítulo 9 - los Orígenes del Perú Moderno, 1880-1930. Barcelona. Editorial

    Crítica

    El primer paso tangible hacia la recuperación, y que en la praxis reflejaba claramente laideología positivista, fue el llamado contrato Grace. Los consejeros de Cáceres sabíandemasiado bien que para la reconstrucción posbélica de Perú, que había dejado de pagar sudeuda externa en 1876 y que ahora había perdido sus dos bienes de financiación másimportantes, el guano y los nitratos, había que recuperar el acceso a los mercados de capitaloccidentales. La oportunidad de alcanzar esta meta se presentó en 1886, en forma de unapropuesta de Michael Grace —inmigrante, fundador de la Grace and Company, casa comercialque desarrolló el comercio de la costa occidental — para cancelar la deuda nacional de Perú, acambio de la concesión de la explotación de los ferrocarriles peruanos, con el compromiso desu expansión y modernización, a los accionistas extranjeros por un periodo de 75 años. Talpropuesta de largo alcance, que no sólo suscitaba la delicada cuestión de la soberanía nacional

    sino también la del modelo de desarrollo económico de Perú, estaba destinada a provocaramplios debates y controversias. Por lo tanto, Cáceres formó una comisión a alto nivel formadapor destacados civilistas (que se habían aliado con el Partido Constitucionalista de Cáceres enel poder) para estudiar la propuesta y hacer recomendaciones al gobierno. La comisión aprobócon entusiasmo el plan, considerándolo como una base para las relaciones económicas futurasdel país con las naciones metropolitanas occidentales. Según la comisión, el contrato Gracesanearía las finanzas del país, a la vez que serviría para reavivar el comercio internacionalperuano y para atraer las inversiones de capital necesarias, tecnología y mano de obra delextranjero, para estimular la recuperación económica, el progreso y la prosperidad. Conocedorde que esta estrategia de desarrollo era la que ya estaba alimentando un profundo avanceeconómico en los países del sur, Argentina y Chile, el gobierno de Cáceres apoyó el contrato,

    tras algunas modificaciones, a través de un recalcitrante Congreso, en 1889. El contratodefinitivo cedió la explotación de los ferrocarriles peruanos durante un periodo de 66 años, asícomo la libre navegación por el lago Titicaca, y hasta tres millones de toneladas de guano, auna sociedad de accionistas (la Peruvian Corporation of London), a cambio de la cancelaciónde toda la deuda externa y de un pago anual de 80.000 libras durante 33 años. 1 Mientras queel contrato Grace, reforzado por una vigorosa recuperación en la producción de plata (33millones de dólares en 1895), ponía los cimientos para la reconstrucción capitalista, la contiendapolítica, precipitada por la sucesión presidencial de 1890, amenazaba una vez más laestabilidad interna. Cáceres, contra los deseos de sus aliados civilistas que reclamaban elretorno a un gobierno civil presidido por su propio candidato, impuso como sucesor a unsubordinado leal, el coronel Remigio Morales Bermúdez. Sin la presencia de los civilistas, y con

    un Cáceres como foco real del poder en la sombra, el nuevo régimen asumió un carácterdecididamente militar.

    Esto preparó la escena para el resurgimiento de Piérola, que volvió del exilio para organizar loque llegó a denominarse la «revolución de 1895». Piérola pertenecía a una aristocrática,aunque empobrecida, familia ultra católica sureña de Arequipa que albergaba ambicionespresidenciales desde antiguo. Como joven ministro de Hacienda en 1869, Piérola había ideadoel histórico traspaso de la comercialización del guano de los consignatarios nacionales alextranjero Auguste Dreyfus. Esta audaz intervención le granjeó el odio eterno de la ricaoligarquía civilista del guano, que logró apartarle del poder hasta la guerra con Chile.Posteriormente, su impulsiva, atrevida y carismática personalidad le lanzaron por breve tiempo

    1 Sobre el contrato Grace, véase Rory Miller, «The making of the Grace Contract: British bondholders and the Peruvian government, 1885-1890», en Journal of Latín American Studies (JLAS), 8/1 (1976), pp. 73-100.

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    a la presidencia durante la guerra, y jugó un papel predominante en las luchas políticas durantelas siguientes guerras civiles.

    Bajo la ascensión al poder de Piérola en la década de 1890 subyace una verdadera, aunquedispar, base de apoyo y programa político. El Partido Democrático que fundó en 1889 eraesencialmente antimilitarista, favorable a la Iglesia, antiliberal (aunque no necesariamenteanticapitalista) y ostensiblemente nacionalista. Estaba apoyado, por arriba, en un poderosogrupo de ricos terratenientes sureños, por la jerarquía eclesiástica y por elementos de lasantiguas clases medias muy orgullosos y protectores de sus tradiciones hispánicas y católicas.Sin embargo, lo que dio al partido y a su líder su creciente seguimiento popular fue la crisismonetaria de los primeros años de la década de 1890 que llevó el sello de convulsioneseconómicas generalizadas. La recuperación económica de Perú, uno de los mayoresproductores mundiales de plata, se vio interrumpida por el abandono general de la plata y laadopción del patrón oro en todo el mundo. La constante depreciación de la moneda de plataperuana provocó dificultades y penalidades considerables entre los artesanos y trabajadoresurbanos a los que Piérola logró movilizar en su búsqueda del poder.

    En una típica mañana brumosa de marzo de 1895, Piérola entró en Lima al mando de varios

    miles de jinetes de tropas irregulares. Tras dos sangrientas jornadas de lucha callejera conmiles de heridos por ambos bandos, Piérola logró la rendición de Cáceres y ocupó el palaciopresidencial. Unos meses más tarde, en vísperas de las elecciones nacionales, Piérola accedióa la formación de una alianza histórica con sus antiguos enemigos, los civilistas. Al contrarioque Cáceres, Piérola comprendió que sin el apoyo de la oligarquía civilista era imposiblegobernar. Por su parte, los civilistas dejaron a un lado sus eternas antipatías personales haciaPiérola. En cierto modo, ambos partidos no estaban tan alejados en sus ideas sobre larecuperación económica. Al fin y al cabo, Piérola venía a representar la imagen clásica del«hombre a caballo», del caudillo carismático capaz de mantener la pax Andina, la paz y el ordentan caros al positivismo civilista. De esta forma, el camino quedó despejado para la elección dePiérola en 1895, que iba a marcar el inicio de una nueva era en la política peruana. En efecto,una vez en el poder, Piérola pudo gobernar con un amplio consenso, caso muy raro en lahistoria del país. Esto le permitió abordar numerosas reformas importantes, muchas de lascuales contribuyeron a reforzar el crecimiento de la recuperación económica basada en laexportación.

    Como primer civil en la presidencia en una generación, Piérola aspiraba a restaurar lalegitimidad y el prestigio de un gobierno civil y a reducir la importancia militar en los asuntospolíticos nacionales. Dada la significación histórica del ejército durante el último siglo, esa tareano iba a ser fácil. Desde la independencia, el ejército peruano había sido la única instituciónrelativamente unida y coherente en un Estado extremadamente fragmentado y desarticulado.Se ha llegado a decir que el ejército fue en realidad el Estado durante el siglo XIX. 2 La guerra

    con Chile contribuyó aún más a fortalecer las posiciones de las fuerzas armadas, reforzandosu peso político en los asuntos nacionales.

    Piérola era profundamente consciente del problema. Desde su punto de vista, el caudillismomilitar agresivo y el golpismo habían desbaratado los normales procesos constitucionales degobierno durante demasiado tiempo. Lo que se precisaba era una profunda reforma de lasfuerzas armadas, no sólo para darles una base técnicamente más eficaz y moderna, sino paradespolitizarlas y subordinarlas al control del Estado civil.

    Para cumplir este objetivo, lo primero que hizo Piérola fue reducir drásticamente las fuerzasarmadas regulares y su cuota del presupuesto nacional, obligando a jubilarse o licenciando a

    2 Sinesio López, J., «El estado oligárquico en el Perú: un ensayo de interpretación», en Revista Mexicana deSociología, 40/3 (1978), p. 1.000

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    numerosos oficiales leales al derrotado Cáceres. Posteriormente encargó a una comisiónfrancesa la revisión y reorganización de toda la estructura militar. Se construyó una nuevaacademia militar en Chorrillos, en las afueras de Lima, para crear un cuerpo de oficiales conuna mejor educación y competencia técnica. En Chorrillos, los franceses procedieron a inculcaruna nueva ética profesional a sus graduados, basada en sus propias concepciones elitistas delas fuerzas armadas francesas. La esencial y única misión de los militares sería el sagrado ideal

    de protección de la patria. En el futuro, las nuevas generaciones de oficiales deberíanconsiderar su intromisión en asuntos políticos como inapropiada. Su elevada y patriótica misiónen defensa de la madre patria estaba por encima de las vulgares y sórdidas preocupacionespolíticas. Sin embargo, tales esfuerzos por infundir unas actitudes más profesionales, aunquetuvieran éxito a corto plazo, estaban destinadas al fracaso a largo plazo. La tendencia históricade las fuerzas armadas a intervenir en política como guardianes de los intereses de las élitescontra las amenazas procedentes de abajo, iba a reaparecer nuevamente en 1914, 1919 y1929, para convertirse, una vez más, en «endémica».

    A pesar de ello, Piérola tuvo un mayor éxito en cambiar las fuerzas armadas en otros aspectos.En 1898 se inició el servicio militar obligatorio y, con él, la expansión gradual de las fuerzasarmadas, cuyo tamaño llegó a ser de más del triple en menos de diez años. Además semejoraron los salarios y los méritos sustituyeron al linaje en los ascensos de los oficiales en elescalafón. Esta circunstancia tuvo como resultado la movilidad y apertura a las nuevas clasesmedias, que poco a poco se fueron adueñando del estamento militar y, por consiguiente,contribuyeron a cambiar su carácter. Con el tiempo, hasta algunos elementos excepcionales delas masas podrían aspirar a seguir la carrera de oficial. Conforme avanzaba el siglo XX, losmilitares se fueron convirtiendo en un importante vehículo de movilidad en una sociedadcalcificada desde antiguo en divisiones de clases.

    Paradójicamente, en su política fiscal y económica, Piérola se manifestó tanto como uncapitalista civilista modernizador, como un católico, hispanófilo tradicionalista. Se dedicórápidamente a la reforma de los anticuados mecanismos del Estado para que se adaptara ypudiera promover mejor la recuperación económica. El sistema tributario, por ejemplo, fuereorganizado completamente. Los derechos arancelarios sobre la exportación de productosclave, como el azúcar y el algodón, fueron suprimidos, a la vez que se elevaron gradualmentelas tarifas sobre las importaciones que no fueran de maquinaria, con el fin de estimularindustrias nacientes como la textil. Al mismo tiempo, la contribución personal de los indígenas,el impuesto que causó tantos abusos e injusticias en el pasado, fue por fin suprimido, así comola vieja práctica española del impuesto agrícola. Se creó una nueva corporación privada, queposteriormente se nacionalizó como empresa estatal, para mejorar la eficacia y rendimiento dela recaudación de impuestos. También se revisaron la banca y el sistema monetario. Se adoptóel patrón oro, lo que no sólo favoreció a los exportadores de la costa (aliados civilistas dePiérola), sino que también incrementó los ingresos estatales procedentes de las exportaciones.Piérola, con el fin de promover la recuperación económica, creó el Ministerio de Desarrollo,cuya labor se vio favorecida por la formación de numerosas asociaciones profesionales, lasmás importantes de las cuales fueron la Sociedad Nacional Agraria (1896), la SociedadNacional de Minería (1896) y la Sociedad Nacional de Industrias (1895). Una de las primerasactuaciones que emprendió el nuevo ministerio fue la de revisar las anacrónicas leyes que

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    regían el comercio y la minería, algunas de las cuales databan de las reformas borbónicas delsiglo XVIII.

    Sin embargo, para la gran masa de la población, Piérola hizo aparentemente muy pocas cosas.En este sentido, el destacado historiador peruano Jorge Basadre ha sugerido que Piérola perdió

    una excelente oportunidad, y posiblemente la última, de integrar a las clases populares en la

    estructura del proceso político de la nación. Esto se explica parcialmente por la mentalidadaristocrática y profundamente elitista de Piérola. Al igual que los señores del Perú colonial,asumió la actitud paternalista del padre protector ante sus hijos, el pueblo. «Cuando la genteestá en peligro —gustaba de decir — viene a mí.» 3 Cualquier cambio estructural en la condicióntradicional de las masas o de su relación histórica con las clases dominantes, estabaclaramente más allá de la competencia de Piérola.

    3 Citado en Jesús Chavarría, «La desaparición del Perú colonial: 1870-1919», en Aportes, 23 (enero de 1972), pp.132-133.

    Ilustración 1: FUENTE: Rosemary Thorp y Geoffrey Bertram, Perú 1890-1977: growth and policy in an openeconomy, Londres, 1978, p. 5.