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Perspectivas sobre el número y competitividad del sistema de partidos dominicano
Santo Domingo, 25 de noviembre de 2013
Omar Alejandro Pérez
Coordinador Unidad de Partidos Políticos
“Partido único significa exactamente lo que dice: solo existe, y solo se permite que exista, un
partido. Eso se debe a que ese partido veta, tanto de jure como de facto, todo tipo de pluralismo de partidos”. Sartori
1 Introducción
El reciente informe del Center for Strategic and International Studies (CSIS), en
Washington, que se preguntó si República Dominicana se está convirtiendo en un Estado de
partido único, ha generado distintas reacciones en círculos políticos, comunicacionales y
académicos.1
La temática se enmarca en las múltiples disquisiciones sobre el sistema de partidos políticos
que han prestado especial atención al número de partidos en República Dominicana y sus
tendencias. En 2011, por ejemplo, en el marco de los análisis del Proyecto de Ley de
Partidos y Agrupaciones Políticas sometido por la Junta Central Electoral al Congreso
Nacional, algunos dirigentes partidarios sostuvieron que los requisitos previstos para que los
partidos obtengan y mantengan el reconocimiento legal tendían a establecer en el país un
sistema bipartidista.2
De cara a las elecciones presidenciales de 2012, sectores políticos y ‒sorprendentemente‒
renombrados académicos fueron más lejos y dieron la “voz de alarma”: si el PLD triunfaba
en esas elecciones, el país se encaminaría a una dictadura de partido.
Este análisis se concentra en describir las principales tendencias recientes constatables en el
sistema de partidos, enfocándose particularmente en el aspecto numérico. Como guía
teórica se utilizan los postulados de Giovanni Sartori y se analizan indicadores cuantitativos.
Las preguntas que guían el análisis son: ¿cuáles tendencias muestra el sistema de partidos
dominicanos en los ámbitos numérico y de competitividad? ¿Marcha República Dominicana
hacia un Estado de partido único?
3
2 La reciente discusión
The Dominican Republic, becoming one-party State? es el título del reporte escrito por Carl
Meacham para el CSIS. Debe destacarse que el autor no comete el error de plantear si el
país evoluciona hacia un sistema de partidos "de partido único", sino que se refiere al
Estado (one party-State). Esto es así porque la noción de sistemas de Estados de partido
único alude a la existencia de un único partido, y por definición, un sistema está compuesto
por más de un elemento.3
Sistemas “Estados-partidos” es la denominación que algunos autores dieron, explica Sartori
(1999, p. 68), a los regímenes de la órbita socialista encabezados por la Unión Soviética,
[más odiosamente] al régimen fascista de Mussolini y al Nacional Socialismo de la Alemania
nazi. Siguiendo los mismos criterios, la denominación sería aplicable a Cuba, China, Vietnam
y Corea del Norte. No obstante, en su constante preocupación por hallar los mejores
términos, Sartori prefiere utilizar en su tipología la denominación partido único (one party),
lo que denota que aun en los regímenes más totalitarios, el partido único es un subsistema
del sistema político.
El artículo de Carl Meacham no solo no da respuesta alguna a la pregunta que se plantea en
su título. Tampoco, en ninguna parte, define lo que asume como un one-party State. No
incluir una definición en un discurso político o en un diálogo, además de las razones
prácticas, es apostar al peso semántico que pueda tener un término en una cultura dada.
No hacerlo en el marco de una investigación que se pretende académica parece únicamente,
y si acaso, admisible en conceptos cuya comprensión puede intuirse por la mención de las
principales características y ejemplos de los elementos a que dicho concepto aplican.4
En idioma inglés, los términos one-party State, one party system, single party system y
one-party rule pueden tener usos en ocasiones muy ambiguos y ser utilizados de manera
poco diferenciada.5
La ausencia de una definición en el artículo de Meacham, la falta de referencia a casos que
se ajusten al término empleado (one-party State) y por ende, a las características que
darían forma al concepto, hacen que una réplica directa al artículo implique sumergirse en
la misma ambigüedad semántica. Es por eso que el presente análisis se orienta a aportar
herramientas conceptuales y metodológicas, no para la interpretación del artículo
presentado por el CSIS, sino para una mejor comprensión ‒desde las concepciones e
instrumentos de la ciencia política‒ de las tendencias del sistema de partidos dominicano en
los ámbitos numérico y competitividad.
3 Sistemas de partidos y partido único
Hablar de partidismos (unipartidismo, bipartidismo o multipartidismo) es ubicar el
argumento en la teoría de sistemas de partidos. Tradicionalmente, y con un enfoque
reduccionista, se entiende que un sistema unipartidista es aquel en que existen menos de
dos partidos; uno bipartidista, donde existen dos, y uno multipartidista, donde existen más
de dos.
El criterio numérico (la fragmentación) ‒la cantidad de partidos a considerar‒ no es el único
utilizado para distinguir o diferenciar los diferentes sistemas de partidos. Es a todas luces
4
insuficiente. No obstante, continúa siendo el más utilizado, entre otras cosas, porque se
considera relacionado con otras variables importantes como la intensidad o distancia entre
las posiciones ideológicas y, con ello, el tipo de competencia política (centrípeta o
centrífuga). Por citar algunos ejemplos, Sartori (1999) consideró que estos elementos
podían influir incluso en la responsabilidad con que algunos partidos hacen oposición. Por su
parte, Mainwaring (1995) presentó lo que consideró evidencias de que el multipartidismo
representa una difícil combinación con el presidencialismo.6
Conviene precisar que en ciencia política, el formato numérico no es determinado por el
simple conteo de los partidos que tercian en las elecciones o que tienen reconocimiento
legal, sino que depende de un conjunto de variables relacionadas con su poder de
fragmentación del electorado, con sus probabilidades de alcanzar mayoría legislativas o el
gobierno, con su disponibilidad o capacidad para conformar alianzas y con su capacidad de
intimidación7. En el caso de países de poca polarización ideológica, parece suficiente con las
dos primeras características. A partir de estas variables, con una aproximación cualitativa,
Sartori (1999) definió lo que llamó "partidos relevantes", los cuales son determinados a
partir de sus “normas para contar”8.
No obstante, muchos trabajos comparativos, que toman el sistema de partidos como una
variable dependiente y otras veces como independiente, suelen sintetizar o sustituir la
noción de partidos relevantes utilizando el indicador cuantitativo denominado “número
efectivo de partidos” (NEP), que permite establecer relaciones más objetivas entre el
número de partidos y otras variables del entorno. Este análisis se vale de esa herramienta.9
3.1 La clasificación de los sistemas de partidos y el unipartidismo
Sartori puntualizó que la trilogía unipartidismo, bipartidismo y multipartidismo no era una
clasificación satisfactoria. De hecho, indicó que debía utilizarse más una tipología que una
clasificación, precisando que mientras una clasificación es una ordenación basada en un
criterio, una tipología combina más de uno.
Antes de presentar los elementos de la tipología de Sartori, conviene revisar algunos de los
conceptos necesarios para su comprensión. Específicamente se abordan la dimensión
ideológica y las características influidas por ella. En cada tipo de sistema, el grado de
polarización ideológica10 y el de fragmentación se hace acompañar de distinciones sobre el
carácter de la competencia (si es centrípeta o centrífuga), sobre la polaridad del
alineamiento electoral y sobre la lateralidad de la oposición.
En la dimensión ideológica, y es así para Sartori, la herramienta más importante es la escala
izquierda-derecha. Siguiendo a Bobbio (1998), citado en Anduiza y Bosch (2004), la
izquierda y la derecha pueden distinguirse de acuerdo con los resultados que persiguen y en
función de los medios que utilizan. De acuerdo con los resultados, mientras la izquierda
prioriza la búsqueda de la igualdad, la derecha importantiza la libertad económica. De
acuerdo con los medios que utiliza, mientras la izquierda pretende una mayor implicación
del Estado en la economía, la derecha da prioridad (casi siempre) al libre mercado.
Dicho esto, la competencia centrífuga se caracteriza porque los partidos electorales (que
buscan votos) se alejan del centro y se dirigen a posiciones ideológicas marcadas, ya sea de
izquierda o de derecha. Esto sucede, explica la teoría racional, porque en el centro hay
5
pocos votantes. Por el contrario, la competencia centrípeta hace que los partidos de mayor
fuerza electoral busquen el centro, ya que en el centro está la mayoría de los votantes.
La polaridad del alineamiento electoral refiere a la ubicación de los electores. En ese sentido
puede ser unipolar ‒cuando la mayoría de los electores se concentra en torno a un solo
partido o coalición‒, bipolar ‒cuando la mayoría se concentra en torno a dos partidos o
coaliciones‒ o multipolar ‒cuando lo hacen en torno a tres partidos o más.
La lateralidad de la oposición se refiere a las diferencias ideológicas que existen entre los
principales partidos de oposición. Será unilateral si, por ejemplo, existen dos partidos de
oposición relevantes y ambos se ubican a la izquierda o a la derecha en la escala ideológica;
será bilateral si uno de los partidos se ubica a la izquierda y otro a la derecha; por ende, los
partidos de centro se enfrentan tanto a la derecha como a la izquierda.
Tabla 1.
Tipos de sistemas de partidos en el esquema de Sartori y sus principales características
Tipo de sistema Principales características
De partido único
No se permite la existencia legal de más de un partido y de hecho, no existe más que uno. Por ende, no se trata de un sistema de partidos en sentido propio, sino de un régimen político donde el partido en sí es subsistema.
De partido hegemónico
Presente en comunidades políticas donde no se permite el enfrentamiento abierto ni el disenso efectivo. La oposición es la oposición tolerada. El umbral de la mayoría absoluta se sobrepasa con claridad o el margen de victoria es amplio; pero si se espera que las elecciones no arrojen esto, el partido hegemónico está dispuesto a amañarlas. Pueden existir numerosos partidos pequeños o secundarios.
De partido predominante
En cuanto a la cantidad de partidos importantes y la alineación del sistema, es una variante del pluralismo competitivo, ya sea una variante del formato bipartidista o de cualquier multipartidismo. La oposición puede ser unilateral o bilateral. Existe un partido principal que se ve constantemente apoyado por una mayoría ganadora (la mayoría absoluta de los escaños) o de los votantes: tres mayorías absolutas pueden constituir un indicador suficiente, siempre que el electorado parezca estar estabilizado. El umbral de la mayoría absoluta se sobrepasa con claridad o el margen de victoria es amplio.
Bipartidista
Dos partidos se hallan en condiciones de competir por la mayoría absoluta de escaños. Uno de los dos partidos logra conseguir una mayoría parlamentaria suficiente. Este partido está dispuesto a gobernar solo. La alternancia o la rotación en el poder sigue siendo una expectativa creíble. Dado que no existe más que un partido de oposición importante, la oposición es unilateral.
De pluralismo moderado
Existen de tres a cinco partidos importantes (relevantes). Ausencia de partidos antisistema importantes o grandes. Los gobiernos son de coalición, dado que por lo general ningún partido alcanza la mayoría absoluta por sí solo y dado que resulta “irracional” permitir que el partido mayor gobierne solo, cuando se le puede obligar a compartir el poder. La alineación del sistema es bipolar, aunque no se trata de dos partidos, sino de alineaciones bipolares de coaliciones alternativas. La oposición es unilateral: los partidos de oposición importantes están disponibles para aliarse en procura de alcanzar el poder. La competencia es centrípeta: tiende al centro ideológico.
De pluralismo polarizado
Existen cinco o más partidos importantes, también se verifican partidos antisistema importantes. Oposiciones bilaterales importantes, esto es, los partidos de oposición se dividen en renglones ideológicos mutuamente excluyentes, por lo tanto, la posibilidad de alianza es baja. Hay un partido o partidos de centro importantes, que por ende se enfrentan tanto a la derecha como a la izquierda. Los impulsos de competencia centrífuga se imponen a los de competencia centrípeta. Se verifican oposiciones irresponsables (dado que varios partidos de ideología extrema no tienen posibilidad de gobernar y demostrar con políticas el contenido de su discurso), por ende, se tiene una política de súper oferta o promesa excesiva.
De atomización Existen diez o más partidos relevantes.
Fuente: Elaboración propia, a partir de Sartori (1999).
La Tabla No. 1 muestra los tipos de sistema de partidos de Sartori. La nomenclatura es casi
idéntica a la utilizada para su clasificación, es decir la ordenación que toma en cuenta solo
el criterio numérico. No es coincidencia, ya que para Sartori, los principales elementos de su
6
tipología están frecuentemente relacionados: fragmentación (cantidad de partidos
relevantes) y polarización (distancia ideológica entre los partidos).
Otro criterio de la tipología es lo aventajado que se presenta un partido respecto de los
otros. Así, el sistema de partidos predominante puede verificarse, con alta fragmentación en
los alineamientos electorales o con una muy baja. Esto es, el sistema de partidos
predominante en algunos casos puede verse como una variante del bipartidismo o de
cualquier multipartidismo.
En ese mismo orden, un gran avance de la tipología de Sartori respecto al enfoque de sus
predecesores, como Duverger (2004), es que permite ubicar a los sistemas considerados
como de menos de dos partidos relevantes (o competidores con buenas probabilidades de
triunfo) que no corresponden a la categoría de partido único. Para ello introduce los tipos de
sistema de partido hegemónico y de sistema de partido predominante, ya mencionados. El
primero corresponde a un sistema no pluralista y por tanto, no competitivo; el
predominante, por el contrario, se ubica dentro de los sistemas competitivos.
Tabla 2.
Sistemas de partido según nivel de competencia
Sistemas competitivos Sistemas no competitivos
De partido predominante
Bipartidista
De pluralismo moderado
De pluralismo polarizado
De atomización
De partido único
De partido hegemónico
Fuente: Elaboración propia, a partir de Sartori (1999).
Dos de los tipos suelen ser omitidos normalmente al utilizar la tipología de Sartori en
democracias liberales. Se trata del sistema de partido único y del sistema de atomización.
Se omite el primero porque no se verifica en democracias; el segundo, porque corresponde
a un estado muy embrionario de los sistemas políticos, cuya poca continuidad en sus
elementos contraviene la noción misma de sistema.
Así se presenta una dificultad operativa de la tipología. Como señala Kalyvas (1999), la
tipología de Sartori mezcla la categoría de regímenes políticos (sistemas políticos) con la de
sistemas de partidos (uno de sus subsistemas). Así, al exponer la caída de los sistemas de
partido único comunistas, Kalyvas se enfrenta al problema de no encontrar un marco
referencial satisfactorio. No obstante, como señala Kalyvas, la categoría Sartori de sistema
de partido único continúa en uso.11
Puede considerarse que la utilidad de la noción sobre el partido único de Sartori descansa,
para quien mira la realidad desde una democracia liberal, en que sirve como referente de la
escasa pluralidad de un sistema político que, a pesar de la existencia de algo que se
denomina partido, en realidad no se verifica la existencia de un sistema de partidos. Más
bien, el partido es un sistema en sí.
Sartori identifica los partidos únicos en un continuo de tres tipos basado en un criterio mixto
de ideología-coacción que, en orden decreciente, son: totalitario, autoritario y pragmático.
No obstante, a los fines de este análisis no merece el esfuerzo profundizar cada uno de
ellos. Baste delimitar la categoría que las incluye a las tres: “Partido único significa
exactamente lo que dice: solo existe, y solo se permite que exista, un partido. Eso se debe
7
a que ese partido veta, tanto de jure como de facto todo tipo de pluralismo de partidos”
(Satori, 1999, p. 263).
Esta no solo no es la realidad en República Dominicana, sino que argumentar la posibilidad
de que el sistema político dominicano retroceda a ese estado no encuentra fundamento ni
en las tendencias que reflejan los indicadores que utiliza la ciencia política ni en la historia
sociopolítica de los últimos treinta y cinco años. ¿Cuáles son las tendencias constatables? En
el apartado siguiente se presentan algunas.
3.2 Transición reciente en el sistema de partidos dominicano
La transición hacia la democracia, que inicia con la caída del régimen de Trujillo, puede
verse como una transición del sistema político y de sus subsistemas. J. Jiménez (1999)
aporta una aproximación a los cambios que se verificaron en el sistema de partidos a partir
de la distribución del voto y valiéndose del esquema de Sartori. Verifica que el sistema fue
bipartidista (1962-1966), hegemónico “casi competitivo” (1966-1978), bipartidista (1978-
1986), pluralista moderado “disfrazado” (1986-1996), pluralista moderado “real” (1996-
2000).
La tipificación de Jiménez merece una exposición más detallada. No obstante, aquí interesan
precisamente los cambios más recientes, por lo que es válido conformarse con el
antecedente de que a finales de la década de los 90, en República Dominicana se verificaba
un multipartidismo del tipo pluralista moderado.
3.2.1 El contexto
En 1996, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), apoyado por el Partido Reformista
Social Cristiano (PRSC), derrotó en segunda vuelta electoral al Partido Revolucionario
Dominicano (PRD). Leonel Fernández (PLD) sucedió a Joaquín Balaguer (PRSC) en la
presidencia, después de diez años de gobierno del último. El PRD ganó las elecciones del
año 2000, e Hipólito Mejía sucedió entonces a Leonel Fernández. De cara a las elecciones de
2004, Mejía logró una reforma constitucional que restableció la reelección presidencial; sin
embargo, el PRD perdió esas elecciones y dio paso a un nuevo gobierno de Leonel
Fernández, que logró reelegirse en 2008. En 2012, el PLD ganó nuevamente las elecciones y
Danilo Medina pasó a ocupar la presidencia.
Además de los cambios de mando en el gobierno, ocurrieron otros hechos relevantes para
las organizaciones políticas y la competencia política. El 10 de mayo de 1998 murió José
Francisco Peña Gómez, máximo líder del PRD, como se le solía identificar desde los años de
1970, independientemente del cargo que ocupara. El 1 de noviembre de 2001 murió el
expresidente de la República Juan Bosch, fundador y presidente ad vitam del PLD. El 14 de
julio de 2002 falleció el expresidente Joaquín Balaguer, fundador y presidente del PRSC. La
desaparición de los tres grandes líderes de la segunda mitad del siglo XX supuso cambios en
los partidos políticos, y en el caso del PRSC, un progresivo debilitamiento electoral.
Paralelamente, los requisitos contenidos en la Ley Electoral para que los partidos obtengan
y mantengan el reconocimiento (y los criterios con los que se han aplicado) han permitido la
existencia de numerosos partidos minoritarios. Las alianzas entre partidos grandes y
pequeños han proliferado debido ‒en parte‒ a que desde la reforma constitucional de 1994
8
se estableció la segunda vuelta en elecciones presidenciales para los casos en que ningún
candidato obtenga la mayoría absoluta de votos en la primera ronda electoral. Por tanto, los
partidos grandes se han preocupado por obtener todo el apoyo posible. En esa línea, el PLD
ha sido el partido que más ha concitado el apoyo de partidos menores, figurando entre sus
aliados aquellos que se etiquetan de izquierda, como también partidos tradicionalmente
conservadores. En 2012, 14 partidos apoyaron la candidatura de Danilo Medina.
En República Dominicana, los partidos aliados pueden contar con un recuadro individual en
la boleta electoral (de papeleta única); por ende, es posible cuantificarle los votos aportados
a la alianza.
3.2.2 Tendencias de la competencia político-electoral y el sistema de
partidos
En 2000, la candidatura de Hipólito Mejía alcanzó el 49.9 % de los votos. Pese a que no
alcanzó la cantidad requerida para triunfar en primera vuelta (50+1), su nivel de votación
resultó muy prometedor. Entonces, ante intentos del PLD por conseguir el apoyo de los
reformistas para una segunda vuelta, Balaguer expresó que “era una mezquindad concurrir
a una segunda vuelta porque Mejía tenía un porcentaje demasiado alto y el país no
soportaba otro torneo electoral” (Grullón, 2006, p. 460). En 2004, el intento reeleccionista
de Mejía, en el contexto de crisis financiera, terminó en un retroceso de su fuerza electoral
y la derrota del PRD. Del otro lado, el PLD consiguió tres triunfos consecutivos en elecciones
presidenciales de 2004, 2008 y 2012.
Figura No. 1.
Porcentaje de votación obtenido por los dos principales partidos en las elecciones presidenciales (2000-2012)
Fuente: elaboración propia a partir de Pérez Rubiera (2012).
La Figura No. 1 resulta más que ilustradora. La evolución de variables a través del tiempo
permite observar diversas tendencias. Tómese primero la votación con aliados de ambos
partidos. En 2000 y 2004, años electorales en que se produjo cambio de mando, el partido
ganador obtuvo una enorme ventaja. En las elecciones de 2008 y 2012 el partido oficial
(PLD) obtuvo mayorías absolutas con el apoyo de partidos aliados.
9
Pese a ello, desde 2004, considerando las alianzas, se ve como el PLD disminuyó sus niveles
de votación en casi seis puntos porcentuales, mientras el PRD incrementó su votación en 23
%. De esa forma, en 2012 el PRD llegó a niveles de votación bastante cercanos a los que
había obtenido en 2000.
La Figura No. 1 revela además una ruptura. En las elecciones presidenciales de 2000, 2004
y 2008, el partido del candidato ganador superó en votos al partido del candidato en
segundo lugar (tanto con aliados como sin aliados). Sin embargo, en las elecciones de
2012, el PLD, aunque resultó ganador por el voto de los aliados, no superó de partido a
partido la votación del PRD, cuyo candidato quedó en segundo lugar. El partido del
candidato ganador, sin considerar los votos aliados, no solo no hubiera triunfado en primera
vuelta, sino que hubiera sido aventajado por el candidato de la oposición (Pérez Rubiera,
2012).12
Figura No. 2.
Nivel de votación a los tres principales partidos sin aliados, elecciones presidenciales (1996-2012)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos suministrados por la JCE.
La Figura No. 2 expresa de manera más clara, esta vez incluyendo al PRSC, cómo ha
cambiado la orientación del voto considerando los partidos individualmente. No obstante,
debe tenerse en cuenta también el nivel legislativo.
10
Figura No. 3.
Porcentaje de escaños en la Cámara de Diputados obtenidos por cada partido y sus aliados
55.70%48.00%
33.71%41.6%
11.41%24.00% 12.36%
1.6%
32.89%28.00%
53.93%56.8%
1998 2002 2006 2010
PRD y Al. PRSC y Al. PLD y AL.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos obtenidos de la JCE y la Cámara de Diputados.
Como muestra la Figura No. 3, el PRD y sus aliados obtuvieron una amplia mayoría en las
elecciones legislativas de 1998 y 2002 en la Cámara de Diputados.13 En 2006 perdieron esa
mayoría y dieron paso a que el PLD obtuviera el control de la Cámara. Las razones de este
abrupto cambio podrían encontrarse en los mismos factores que determinaron la derrota de
ese partido en las elecciones presidenciales celebradas dos años antes. En 2010, el PLD
confirmó la mayoría, no obstante el incremento de los diputados del PRD.
Figura No. 4.
Porcentaje de escaños en el Senado obtenido por cada partido y sus aliados (1998-2010)
Fuente: elaboración propia a partir de datos obtenidos de la JCE.
La Figura No. 4 permite ver que el Senado siempre mostró mayor disparidad en la
distribución de los escaños. Esto puede deberse a que los senadores son elegidos en
11
circunscripciones uninominales de gran tamaño (las provincias) y los sistemas electorales
mayoritarios tienden, salvo algunas excepciones, a generar mayor desproporción que los de
representación proporcional, como es el aplicado a los diputados.
Figura No. 5.
Porcentajes de escaños en la Asamblea Nacional
Fuente: elaboración propia a partir de datos obtenidos de la JCE.
La Asamblea Nacional es el órgano que integra tanto a diputados como senadores para
conocer los asuntos que la Constitución establezca, en particular, la reforma de la Carta
Magna (Asamblea Nacional Revisora). La Figura No. 5 muestra que el PLD y aliados
incrementaron la mayoría en ése órgano. Acorde con los resultados electorales, la alianza
PLD tiene 139 de 222 miembros de la Asamblea Nacional, equivalente a 62.6 %. No
obstante, 14 de esos legisladores son en realidad miembros de partidos aliados, lo que
reduciría el porcentaje a 56.31.
En la interpretación de las figuras anteriores debe tenerse en cuenta lo referente a las
mayorías calificadas necesarias para legislar respecto a ciertos aspectos. En ese orden, se
necesita el voto a favor de las dos terceras partes (66.67 %) de los presentes, primero, en
la Asamblea Nacional Revisora para la reforma constitucional y segundo ‒a partir de la
Constitución de 2010‒ en cada una de las dos cámaras legislativas para la aprobación de
leyes orgánicas.
Así, en la actualidad el partido de gobierno cuenta con mayoría suficiente para evitar el
bloqueo gubernamental en asuntos ordinarios. Sin embargo, necesita conciliar con otros
partidos para modificar asuntos especialmente relevantes que la ley ha dejado en manos del
legislador orgánico, como los concernientes a “los derechos fundamentales, la estructura y
organización de los poderes públicos, la función pública, el régimen electoral, el régimen
económico financiero, el [el régimen de] presupuesto, planificación e inversión pública, la
organización territorial, los procedimientos constitucionales, la seguridad y defensa” (Art.
112, Constitución dominicana).
12
Ahora procede analizar esta realidad utilizando indicadores más sofisticados, a medida que
se profundiza en las características del sistema de partidos dominicano. Para ello se utilizará
el número efectivo de partidos14 (Laakso & Taagepera, 1979), la volatilidad electoral15
(Pedersen, 1983) y el margen de victoria o acometividad electoral16 (Anduiza & Bosch,
2004), que se ajusta a las nociones de Sartori (1999) sobre competencia y competitividad.
Como se ha dicho, la tipología de Sartori, pese a algunas dificultades operacionales, es la
más empleada para abordar el formato numérico de los sistemas de partidos. Para su uso
en el contexto de los presidencialismos latinoamericanos, los autores hacen modificaciones;
ejemplo de ello son los trabajos de Chasquetti (2001) y Mainwaring y Scully (1997). En
ambos, la adaptación radica principalmente en utilizar el número efectivo de partidos, en
lugar de las reglas para contar. En Chasquetti se toman las cuatro categorías que
corresponden a sistemas competitivos. La Tabla No. 3 ilustra al respecto.
Tabla No. 3.
Clasificación de sistema de partidos, según NEP
Tipo de sistema de partidos Valor del NEP correspondiente
De Partido predominante NEP < =1.7
Bipartidista 1.8 - 2.5
De pluralismo moderado 2.6 -3.9
De pluralismo polarizado NEP > = 4.0
Fuente: Elaboración propia a partir de Chasquetti (2001).
Tras haber definido un esquema que permite aproximarse a la realidad dominicana, en la
Figura No. 6 se presenta la evolución del indicador número efectivo de partidos. Los valores
han sido calculados tanto considerando a los partidos individualmente, como las alianzas.
Figura No. 6.
Evolución del número efectivo de partidos, elecciones presidenciales (1996-2012)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la JCE sistematizados por el
Observatorio Político Dominicano (OPD).
Si se consideran los valores del NEP contabilizando los partidos individualmente, se asume
que el multipartidismo moderado (aunque disfrazado de bipartidismo, en términos de
13
Jacqueline Jiménez) se mantuvo casi invariante en los últimos 15 años. No obstante, el
indicador esconde realidades como el debilitamiento del tercer partido.17
No importa de qué forma se calcule el indicador, se tiene que el sistema de partidos
dominicano no ha experimentado un descenso en la fragmentación que advierta alguna
tendencia a un sistema no plural.
Asumiendo en términos estrictos la tipología de Sartori, ¿podría este sistema pluralista
corresponder a la categoría de partido predominante?, pues se dijo que el predominio puede
presentarse como el formato numérico del bipartidismo y el multipartidismo. Se recuerda
también que tres mayorías absolutas consecutivas en las cámaras legislativas “pueden”
representar un indicio. El PLD lleva dos mayorías que, en términos de utilidad, es la misma
cantidad que exhibió el PRD anteriormente (1998-2002); por tanto, y viendo los
indicadores, pese a la fortaleza de ese partido, resulta difícil concluir que el sistema de
partidos en República Dominicana se aboca a un sistema de “partido predominante”.
Considérese ahora el NEP calculado a partir de los escaños obtenidos en la Cámara de
Diputados (número efectivo de partidos parlamentarios [NEPp]). Se recuerda que en 2006
se dio la primera alianza entre el PRD y el PRSC (Alianza Rosada). Posteriormente, en 2010,
el PRSC se alió al PLD. El cálculo del NEPp obedece a los valores presentados en la Figura
No. 3, donde en 2006 se distingue entre los cargos del PRD y el PRSC, dado que ambos
partidos encabezaron las alianzas en diferentes demarcaciones. A la vez, en 2010 el PLD
encabezó la alianza con el PRSC en todas las demarcaciones en que fueron aliados.18
Figura No. 7.
Evolución del NEPp, Cámara de Diputados (1998-2010)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la JCE sistematizados por el
Observatorio Político Dominicano (OPD).
El indicador NEPp_Al muestra que la fragmentación del sistema de partidos se redujo en el
período 2010-2016. No obstante, mantiene el formato bipolar. La excepción la constituye el
año 2002, donde la cercanía entre el porcentaje de escaños entre el PLD y el PRSC produjo
valores cercanos a los tres partidos efectivos.
Junto a la evolución del NEP conviene preguntarse ¿cómo ha evolucionado la competitividad
electoral y cuán estable se muestra el sistema de partidos? La primera pregunta resulta
14
sumamente importante, pues el grado en que las elecciones son reñidas depende en cierta
medida de lo que lo permitan las reglas de juego formales y reales. Aquí se responde
utilizando el margen de victoria.
Figura No. 8.
Evolución del margen de victoria, elecciones presidenciales (1996 -2012)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la JCE sistematizados por el
Observatorio Político Dominicano (OPD).
Considérese el margen de victoria entre las alianzas de partidos, esto es, la diferencia entre
los dos candidatos más votados. Desde 2000, las elecciones se hicieron cada vez más
reñidas. Con apenas 4.26 puntos porcentuales de diferencia entre el primero y segundo
lugar, las elecciones de 2012 fueron las de mayor competitividad electoral de los últimos 15
años, que comprenden cinco elecciones presidenciales.
Figura No. 9. Volatilidad electoral total en elecciones presidenciales (1978-2012)
13.9%
18.9%
23.2%
27.7%29.1%
16.6%
34.2%
11.3% 11.4%
Volatilidad total
Fuente: Elaboración propia a partir de resultados electorales JCE.
15
De igual forma, las interacciones competitivas han dado como resultado un electorado
mucho más estabilizado. La volatilidad electoral expresa los realineamientos electorales
ocurridos entre todos los partidos participantes, comparando dos elecciones sucesivas.
La Figura No. 9 muestra la evolución de la volatilidad electoral total. El sistema de partidos
se presenta como mucho más estable que en elecciones anteriores. Para este indicador se
han incluido las elecciones presidenciales desde 1978, considerando su utilidad como
antecedente. Como se puede observar, las elecciones de 2008 y 2012 constituyen records,
una muestra de que el sistema de partidos es fuerte y los partidos que lo componen
cuentan con electores fieles.
La estabilidad del sistema de partidos es un indicador de su institucionalización, pero no
evidencia suficiente. En el siguiente apartado se cambia el nivel de análisis haciendo,
aunque de forma muy sinóptica, algunas puntualizaciones sobre la situación de los partidos
como componentes del sistema.
3.2.3 Partidos-elementos del sistema de partidos
Así como el nivel de análisis del sistema de partidos no debe confundirse con el nivel de
análisis superior (el sistema político), tampoco debe confundirse con el nivel inferior que
corresponde a los partidos, que son su componente.
Por otro lado, como se explica en la nota No. 3, el sistema político depende de los
subsistemas que lo componen, entre ellos ‒y muy especialmente‒ el sistema de partidos.
Obviamente, para este último los partidos son el elemento fundamental. A la vez, en
dirección inversa, el sistema de partidos no puede ser enteramente entendido sin
comprender el sistema político en que se ubica y lo mismo para los partidos respecto al
sistema que componen.
Con esto en cuenta, el Diagnóstico sobre la situación del sistema de partidos en la República
Dominicana (2005-2010) se ha concentrado, con un enfoque cualitativo, en el estudio de la
realidad de los principales partidos y sus estructuras partidarias. El aporte del trabajo es
destacar los retos que deben superar las organizaciones políticas en su camino a la
modernización, partiendo del análisis del "marco normativo y de la visión de los actores". De
esa forma pone en perspectiva que, aunque no hay evidencias de que el pluralismo
partidario esté en juego al punto de llegar a partido único, el sistema político dominicano
tiene muchas tareas pendientes.
Así, Benito y Lozano (2010, p. 60) afirman que
(…) desde 1978, en presencia de los caudillos y tras su desaparición, la fórmula de la
supervivencia del sistema de partidos dominicano ha sido la combinación de:
fragilidad institucional y fuerza electoral. Los partidos dominicanos son hoy más
estables pero no más institucionalizados […] la clave de la estabilidad ha sido el
control político a través del clientelismo y la movilización prebendalista (p. 60).
Ciertamente, la fragilidad institucional de los partidos continúa siendo el problema central.
Pasar a ese nivel sobrepasa el objeto de este análisis. No obstante, la mayor preocupación
en la actualidad es si se puede contar con un partido de oposición suficientemente fuerte
16
como para mantener la alineación bipolar del sistema, donde se destaca la crisis interna del
PRD.
Tabla No. 4.
Principales conflictos internos del PRD 1973-2012
Actores de los conflictos
Fecha o período
Posibles incidencias político electorales
Formato numérico del sistema de partidos NEP y
(NEP_Al.)
Juan Bosch / José Francisco Peña Gómez
1973
Juan Bosch, hasta entonces presidente del partido, abandonó esa organización y fundó el PLD. En las siguientes elecciones en que participó el PRD (1978) obtuvo la mayoría absoluta de votos. El PLD obtuvo apenas 1.18 % de los votos en esas elecciones, perdiendo el reconocimiento legal.
El NEP pasó de 2.2 (2.06) en 1966 (últimas elecciones en que había participado el PRD) a 2.25 en 1978.
Peña Gómez / Salvador Jorge Blanco / Jacobo Majluta
1984-1986 Jacobo Majluta y el PRD perdieron las elecciones de 1986 y el PRSC retornó al poder.
El NEP pasó de 2.76 (2.62) en 1982 a 3.20 (2.76) en 1986.
Peña Gómez /Majluta / José Rafael Abinader
1990
En las elecciones de 1990, el PRD obtuvo el porcentaje de votación más bajo de toda su historia y el PLD alcanzó por primera vez el 30 % de los votos. Fueron reconocidos por la JCE el Partido Revolucionario Independiente (PRI) y el Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS). Majluta fue candidato presidencial del PRI y Abinader fue nominado por el Partido Acción Constitucional (PAC). En las elecciones de 1994 el PRD se mostró totalmente recuperado y en 1996 ganó la primera vuelta.
El NEP pasó de 3.20 (2.76) en 1986 a 3.52 (3.38) en 1990.
Hipólito Mejía / Hatuey Decamps
2004 El PLD derrotó al PRD ampliamente. Decamps fue expulsado y creó el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD).
El NEP se redujo de 3.14 (2.69) en 2000, a 2.92 (2.24) en
2004.
Hipólito Mejía / Miguel Vargas Maldonado
2011-2012
El PRD perdió las elecciones. Hipólito Mejía es expulsado del partido. El conflicto interno se intensificó luego de las elecciones y su judicialización ha generado controversias. Preocupa su reunificación de cara a las elecciones de 2016.
El NEP pasó de 2.82 (2.19) en 2008 a 3.08 (2.07) en 2012.
Fuente: Elaboración propia OPD-FUNGLODE.
La Tabla No. 4 presenta cinco conflictos importantes en la historia del PRD. En diversos
estudios (Grullón, 2006; Jiménez, 1999; Cabrera Febrillet, 1991) se pueden encontrar las
razones y los efectos de esos conflictos en las posibilidades electorales de ese partido. Más
aun, los mismos protagonistas de las controversias aluden a esos aspectos.
Lo primero en mencionar es que las crisis del PRD no han generado una disminución en la
fragmentación del sistema de partidos. En 1990, por el contrario, el PLD tuvo un virtual
empate con el PRSC. De hecho, el PLD fue el partido más votado, el PRSC se impuso con el
aporte de los aliados, dando paso a una de las elecciones más reñidas de la historia, con un
margen de victoria de 1.26 %. El NEP alcanzó valores que hoy continúan siendo records
para todas las elecciones presidenciales celebradas a partir de 1962.
Por otro lado, el PRD, más temprano que tarde, se ha recuperado de todas sus crisis, siendo
capaz de retornar al poder. Lo hizo tanto con la salida de expresidentes de partidos como
de expresidentes de la República (Bosch y Majluta). Por eso no llamaría a sorpresa que ese
partido vuelva presentar una recuperación vertiginosa, pues la tendencia que ha mostrado
en los últimos procesos electorales apunta que, con giro al consenso, ese partido tiene
buenas probabilidades.
17
4 Consideraciones finales
El análisis de los principales indicadores del sistema dominicano de partidos políticos
relacionados con su número y competitividad permite identificar tendencias claras:
1. El electorado dominicano se muestra mucho más estable que en años anteriores, lo
que a la vez constituye un reflejo de la estabilidad del sistema de partidos.
2. La evolución del número efectivo de partidos, tanto calculado a partir de las alianzas
como de los partidos individualmente, muestra que los movimientos en el sistema no
se alejan del pluralismo.
3. Las dos mayorías legislativas consecutivas del PLD aun no son señal suficiente para
considerarlo ni siquiera como partido predominante.
4. Desde el punto de vista de los partidos, el alineamiento electoral se muestra menos
concentrado, aventajando el PRD al PLD en este rubro. No obstante, desde el punto
de vista de las alianzas, se verifica un alineamiento bipolar del sistema.
5. Las elecciones presidenciales muestran un aumento progresivo de la competitividad
electoral: son cada vez más reñidas.
Estas cinco observaciones dan una respuesta clara, en términos descriptivos, de las
tendencias constatables en el nivel de análisis correspondiente al sistema de partidos. A la
luz de esas tendencias no cabe hablar de una desaparición del sistema de partidos que
implique un cambio en el sistema político que provoque la desaparición de partidos
relevantes.
Como una reflexión final y a modo de opinión del autor, se concuerda que las causas de la
estabilidad del sistema no son todas idóneas. Aunque los partidos son fuertes ‒y esto es un
indicador de estabilidad democrática‒, se hacen necesarios mecanismos para reducir cada
vez más la incidencia de la denunciada presencia de prácticas clientelares y la corrupción
administrativa en la vida política. A la vez, se necesitan mecanismos que propendan a
garantizar la democracia interna de los partidos. En ese orden, una ley de partidos políticos
con las cláusulas correctas es hoy de suma importancia.
Sin embargo, igual o más preocupación genera que los actores recurran a la hipérbole del
“Estado de partido único”. Esto puede alejar la atención de los verdaderos puntos de acción.
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1 Cada vez más se fortalece en la ciencia política la posición de que los partidos son imprescindibles para la democracia. Mientras, por un lado, una encuesta reciente (Gallup-Hoy, 2013) señala que los dominicanos tienen poquísima confianza en los políticos, por el otro, el informe de Latinobarómetro (2013) revela que el país figura entre aquellos cuyos ciudadanos están más de acuerdo en que la democracia necesita de partidos políticos y de un Congreso Nacional. Una interpretación sería que si bien existe una percepción general desfavorable hacia los políticos de
profesión, los ciudadanos valoran las instituciones de la democrática.
2 Decir que el proyecto de ley tendría ese efecto entraña implícitamente la percepción de que en República Dominicana, contando con 26 partidos nacionales, había efectivamente un sistema multipartidista. Sin embargo, en sentido metafórico, algunos autores consideran el sistema dominicano un “bipartidismo satelital” (cfr. Espinal, 2010).
3 Un sistema es un “conjunto cohesivo e interdependiente de elementos que interactúan entre sí y con el ambiente, pero que no puede ser descrito ni entendido como la mera suma de sus partes.
Estas, en efecto, actúan de modo distinto que si estuvieran aisladas, ya que su comportamiento depende de las demás y de la lógica global del conjunto del sistema” (Bouza-Brey, 1996, p. 44). Así se tiene que un sistema de partidos es el conjunto de partidos que lo componen y las interacciones entre ellos, con el Estado y con la sociedad. A la vez, Mainwaring y Scully (1997) precisan que un sistema implica también continuidad en sus partes componentes. De igual forma como los sistemas de partidos están compuestos por partidos, este es un subsistema del sistema político que está compuesto a su vez por otros subsistemas que interactúan con el de partidos. La
conciencia de las interdependencias podría hacer que su estudio se prolongue ad infinitum. Considerando esto, pueden elegirse tres niveles de análisis: el partido como primer nivel, el sistema de partidos como segundo nivel y el sistema político como tercer nivel. Una investigación explicativa (que busque causas) necesariamente obliga a profundizar en cada uno de los niveles y los elementos correlativos insertos en cada uno. No obstante, una explicación necesita de una descripción previa. Este análisis se concentra precisamente en describir las principales tendencias
constatables recientes del segundo nivel (el sistema de partidos), enfocado particularmente en la
cuestión numérica que ha dado origen a la intentada “controversia”. Para ello, se toca estrictamente lo necesario respecto al nivel del sistema político y al de los partidos políticos.
4 Esto aplica al caso de la clásica obra Los partidos políticos, de Maurice Duverger. El autor no aporta una única definición que corresponda a todo lo que se suele considerar un partido político, es decir, como herramienta de la lógica que permita diferenciar a los partidos de otras organizaciones. No obstante, temprano en su obra revela la extensión del concepto, mencionando a los partidos
Liberal y Conservador norteamericanos, partidos socialistas de Europa continental, partidos comunistas y partidos fascistas, partidos laboristas, partidos agrarios, partidos arcaicos de Asia,
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Medio Oriente, América Latina y África, etc. Al mismo tiempo, describe las principales
características de los partidos que se suelen agrupar en cada una de esas etiquetas.
5 Tanto la revisión teórica realizada, como las investigaciones consultadas que observan la realidad a la luz de esas teorías, sugieren que al menos la mayoría de las veces los vocablos one party system o one-party State corresponden y son empleados de manera equivalente a la concepción de Sartori, en la que encajarían, como fue señalado, los regímenes políticos actuales de Cuba, China, Vietnam y Corea del Norte. Además, algunos estados africanos llegaron a tener sistemas de partido
único tras sus independencias nacionales.
6 En síntesis, parece que la preocupación de los actores (los políticos y la sociedad civil) radica en el grado en que permite o fomenta el desarrollo de una cultura pluralista el sistema político mismo, del cual el sistema de partidos es un subsistema esencial. Su preocupación parece estar más que justificada en la teoría política. Por ejemplo, en los años 50, en el fragor mismo de los antagonismos, ‒e introduciendo el tema el número de partidos‒ Duverger afirmó: “En grandes líneas […] la coincidencia es exacta entre régimen totalitario y partido único, entre democracia y
pluralismo”.
7 La intimidación o chantaje, que es el término utilizado por Sartori, reside en la capacidad que tiene un partido de cambiar la dirección de la competencia entre partidos: de una centrífuga a una centrípeta o viceversa (ver acápite 3.1).
8 Las normas para contar de Sartori consideran que un partido pequeño debe ser considerado cuando tenga capacidad de alianza o capacidad de chantaje.
9 Nohlen (2004) destaca que la tipología de Sartori continúa siendo la más utilizada. Sin embargo,
siguiendo a Mainwaring y Scully (1997, p. 23) presenta las desventajas de que “conducen a veces a evaluaciones discutibles en cuanto a qué partidos son relevantes. Más aún, estas [sic] reglas fueron concebidas primariamente para sistemas parlamentarios y su aplicabilidad a sistemas multipartidarios presidenciales no es enteramente congruente”. La solución dada por estos autores es utilizar el número efectivo de partidos.
Ciertamente, las clasificaciones y tipologías elaboradas por autores europeos de los sistemas de
partidos parecen encajar mejor en sistemas parlamentaristas que en los presidencialismos latinoamericanos. No obstante, los postulados de Sartori (1999) son el punto de referencia inicial para casi todos los trabajos comparativos que se refieren a los sistemas de partido en Latinoamérica, a partir del cual delimitan su uso de cada categoría. Es por esto que las explicaciones precedentes toman a este autor como referencia, compartiendo que, pese algunas complicaciones operativas, continúa siendo la más útil guía conceptual
10 La polarización es el elemento relevante en dimensión ideológica, esto es cuán distantes
ideológicamente están los partidos entre sí. Esta escala ha sido ampliamente desarrollada por el modelo de competencia espacial y los valores pueden ser asignados acorde al criterio de cada investigador; por ejemplo, 0 puede ser extrema izquierda, 5 el centro y 10 extrema derecha. Una explicación detallada aparece en Anduiza y Bosch (2004), donde se explica, además, la revisión del modelo ideológico del voto hecha por la escuela racional, cuyo mayor propulsor, como teoría económica de la democracia, fue Anthony Downs (1957).
11 Sartori concibió a los partidos como versiones en miniaturas de sistema políticos. Así que otra
aproximación sería que en la tipología de Sartori los dos niveles que se tratan conjuntamente son el sistema de partidos (conformado por partidos y sus interacciones) y el del partido, como sistema en sí mismos, para los regímenes en que se verifica un partido único.
12 Cuantificar la importancia de los partidos pequeños aliados requiere un análisis más detallado, que sobrepasa la observación de su aporte porcentual. Esto será abordado en un próximo análisis. Algunos enfoques sobre el tema pueden encontrarse en la Revista Global No. 47, bajo el título
“Tendencias electorales: confirmaciones y rupturas” (Pérez Rubiera, 2012, pp. 81-87)
13 Para 2006, los valores difieren a los que se obtienen de la Gaceta Oficial cuando se produjo la denominada Alianza Rosada entre el PRD y el PRSC, dado que muchos de los cargos atribuidos al
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PRSC pertenecían en realidad a diputados del PRD. La corrección fue realizada utilizando los
perfiles de los legisladores elaborado por la Cámara de Diputados. Los valores obtenidos coinciden, además, con los contenidos en el Encuesta de Élites Parlamentarias (2006-2010) elaborada por la Universidad de Salamanca.
14 El número efectivo de partidos (NEP) parte de la definición de corriente efectiva en la electromecánica. Fue definido por estos autores como el número hipotético de partidos del mismo tamaño que producirían la misma fragmentación del sistema que producen los partidos reales de
tamaño distinto. La fundamentación teórica-matemática de estos autores ha hecho que el indicador se haya convertido en el elemento casi omnipresente en los estudios comparados que abordan con
un criterio numérico los sistemas de partidos. Su formulación es la siguiente: , donde P
es la proporción de votos obtenida por cada partido o la proporción de escaños que tiene cada partido en el cuerpo legislativo tomado. N es la cantidad de partidos participantes en el o la cantidad de partidos con representación legislativa en la cámara tomada en consideración.
15 La formulación utilizada actualmente es la siguiente: , donde PIT es el porcentaje de
votos obtenido por el PI en la primera elección y Pi (t+1) es el porcentaje obtenido por el mismo partido en la siguiente elección.
16 El margen de victoria representa la porcentaje de votación por el cual el partido ganador aventajó
al segundo partido más votado. Su fórmula es la siguiente: , donde P1 representa el
porcentaje de votos válidos obtenido por el partido más votado y P2 el porcentaje obtenido por el segundo partido más votado.
17 Es a partir de esa consideración que se incluyó también una versión del indicador considerando las
alianzas (NEP-Al.). En las conclusiones se hace referencia a este punto.
18 Hasta las elecciones de 2010, las publicaciones oficiales de la JCE no permitían distinguir entre
cargos obtenidos por cada partido individualmente y los obtenidos por la alianza total. Por esa razón se presenta el NEP considerando conjuntamente los aliados.