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    EL L EGADO QUECHUA :

    INDAGACIONES PERUANAS

    Porras Barrenechea, Ral

    Obra suministrada por Universidad Nacional Mayor de San Marcos del Per

    http://www.unmsm.edu.pe/http://www.unmsm.edu.pe/
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    Indice

    Contenido

    Presentacin por Jorge Puccinelli Prlogo por Flix lvarez Brun

    La cada del imperio incaico

    La leyenda de los pururaucas

    Atahualpa no muri el 29 de agosto de 1533 Notas para una biografa del yarav La crnica india

    Juan Santa Cruz Pachacutic

    Titu Cusi Yupanqui

    Los cantares picos incaicos

    El cronista indio Felipe Huamn Poma de Ayala Quipu y Quilca Los quechuistas coloniales

    Fray Domingo de Santo Toms

    Fray Diego Gonzlez Holgun Mito y pica incaicos La raz india de Lima Coli y Chepi Riva Agero y la Historia incaica Oro y leyenda del Per El Cuzco de los Incas

    Apndices

    Poesa e Historia entre los Incas

    El Padre Valdez autor del Ollantay

    La paternidad definitiva de Ollantay

    El Ollantay y Antonio Valdez

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    Testimonios

    Carta de Jos Mara Arguedas

    Carta de Luis Angel Aragn

    Ral Porras Barrenechea por Angel Avendao

    La "Antologa del Cuzco" por Jorge Puccinelli

    Porras y la Literatura Quechua por Jorge Prado

    Chirinos

    Bibliografa

    Breve Biobibliografa de Ral Porras Barrenechea

    por Jorge Puccinelli

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    Presentacin por Jorge Puccinelli

    Con la presente edicin de "El Legado Quechua" el Instituto Ral Porras Barrenechea,Centro de Altos Estudios y de Investigaciones Peruanas de la Universidad NacionalMayor de San Marcos, inicia la publicacin de las "Obras Completas" del maestro, cuyosprimeros tomos estarn consagrados al vasto conjunto de ensayos, monografas yartculos dispersos en revistas y diarios del Per y del extranjero que el propio RalPorras proyectaba reunir bajo el ttulo de "Indagaciones Peruanas".

    En cumplimiento de uno de sus fines primordiales, el Instituto ha reeditado, con susescasos recursos o con el apoyo de alguna institucin amiga, libros fundamentales delautor como "Fuentes Histricas Peruanas", "Cronistas del Per", "Historia de los lmitesdel Per", "El sentido tradicional en la literatura peruana", "Mito, tradicin e historia del

    Per", "Las relaciones primitivas de la conquista del Per", "Andrs Avelino Arambur, elperiodista de la defensa nacional", "Un viajero y precursor romntico cuzqueo, donJos Manuel Valdez y Palacios", "Una relacin indita de la conquista, la crnica deDiego de Trujillo", "Pizarro", "Pequea Antologa de Lima. El ro, el puente y la alameda","El paisaje peruano de Garcilaso a Riva Agero", "Antologa del Cuzco", "Relacionesitalianas de la conquista del Per", "Perspectiva y panorama de Lima". Igualmente sehan publicado algunos estudios, trabajos monogrficos y antologas acerca del maestro:"Porras Barrenechea y la historia" por Jorge Basadre, "Ral Porras" por Ren Hooper,"El maestro Ral Porras Barrenechea" por Emilio Vsquez, "Ral Porras Barrenechea,parlamentario" por Carlota Casalino, "Ral Porras, diplomtico e internacionalista" porFlix Alvarez Brun, "La marca del escritor" por Luis Loayza, "Antologa de Ral Porras"por Jorge Puccinelli.

    Paralelamente con el trabajo que han representado las publicaciones mencionadas, elInstituto ha venido recopilando los disjecta membra de la cuantiosa produccin de RalPorras, diseminada en los medios impresos, con los que damos inicio a esta coleccinde sus "Obras Completas". El ttulo de serie elegido por el autor para estos primerostomos es el de "Indagaciones Peruanas"; ttulo sencillo, acaso modesto, como el de los"Comentarios" del Inca, que encierra, sin embargo, la idea esencial de la historia:"inquirir o averiguar una cosa discurriendo acerca de ella". Agrupados por pocas sus

    ensayos, artculos y monografas como l lo hiciera en un tomo selectivo de las

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    "Tradiciones" de Palma y lo propusiera respecto de la produccin de Riva Agero- sepueden reconstruir todas las etapas de nuestra historia y de nuestras letras y descubrirel sentido profundo de su obra ntegra como una prolongada meditacin acerca del Per.

    Recordando la riqueza y fecundidad de la obra total de Porras, ha dicho Jorge Basadre

    que "a diferencia de los eruditos que se instalan en un perodo o en un rea de unperodo, la vocacin peruanista de Porras irradi sobre todas las pocas de la historianacional. Ella no fue fruto de vacilaciones frvolas ni de versatilidad de dilettante sinoexpresin de fecundidad, de vigor y de constancia para trabajar, de aptitud para produciry de indeclinable y predestinado ligamen a la difcil y lenta tarea que le atrajo y lesubyug... A diferencia de los que publicaron, siendo jvenes, libros muy aplaudidos yluego no los superaron, la obra de Porras se consolida, se expande y crece enreciedumbre a lo largo de los aos..."

    Los volmenes de "Indagaciones Peruanas" que darn inicio a las "Opera Omnia"

    comprendern los ttulos "El legado Quechua", "La huella hispnica", "Patriotismo,liberalismo y civilidad", "Pginas de crtica y de historia literarias", "Pginasinternacionales y diplomticas", "La ciudad, el paisaje, los viajeros", "Crnicas,conferencias, discursos e intervenciones parlamentarias". A continuacin seguirn loslibros orgnicos de Ral Porras para integrar la totalidad del proyecto de las "ObrasCompletas" que ha asumido como un compromiso de honor su alma mater, laUniversidad Nacional Mayor de San Marcos.

    Jorge Puccinelli

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    Prlogo

    Ral Porras Barrenechea en sus investigaciones, estudios y meditaciones sobre lacultura peruana tuvo clarsima predileccin por conocer a fondo al pueblo quechua

    desde el punto de vista de sus valores espirituales. Lo que no quiere decir que dejara dereconocer sus realizaciones materiales y admirar las obras concretas representadas enmonumentos y otras expresiones de carcter colectivo como fueron los caminos y loscanales y andeneras dedicadas al desarrollo de la agricultura, base de su economa.

    As lo demuestran numerosos estudios que muchos historiadores desconocen por nohaber tenido amplia difusin o por cierta predisposicin o prejuicio respecto del autor, aquien se ha querido encasillar bajo determinadas etiquetas mal interpretadas, siendo, enrealidad, defensor de un Per integral del cual el pueblo indgena forma partefundamental y marca su presencia a travs de toda nuestra historia.

    Artculos, ensayos y libros constituyen la vasta produccin del insigne historiador ymaestro. En el amplio panorama de la historia peruana que Porras considerabaindispensable estudiar para obtener una visin integral de nuestra realidad, en ningnmomento dej de pensar en la raz india como componente de nuestra personalidadnacional. Y no porque tratara de mostrar su adhesin a una insoslayable realidad, comoocurre en quienes se dejan llevar por emociones o por inocultable inters de figurar en lalista de defensores del mundo indgena, sino por conviccin nacida en el conocimientoprofundo de aquella realidad que es parte integrante e inequvoca de nuestra identidad.En el discurso que pronunci al ser declarado Hijo Predilecto de Pisco, en setiembre de

    1958, expres que "en la trayectoria de todo el pueblo peruano debe contar como el msfuerte lazo telrico su vieja raz indgena. En ella est la ms honda simiente del espritulocal", vale decir de la patria toda.

    En oportunidad anterior, al precisar sucintamente los estudios de Porras sobre lasdiversas etapas de nuestra historia desde las ms remotas culturas indgenas hasta laRepblica, dije que Porras no hizo otra cosa que cumplir con un compromiso que lmismo se haba trazado: tener una visin integral del Per y recoger el mensaje deautntica peruanidad. El conocimiento global de la historia y la cultura peruanas le eraindispensable, porque su inters y sentimiento ntimo, como lo dio a conocer alguna vez,fue "recoger de la historia nuestra, todava insegura y borrosa, las esencias morales quedefinen nuestra patria y que sustenten en el alma de todos nosotros la conciencia y el

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    orgullo inexplicado de ser peruanos". Si Porras se hubiera dedicado a una sola poca denuestra historia tal vez no habra alcanzado aquel propsito o, al menos, su visin delPer y la peruanidad habra sido parcial. De ah tambin que consider necesario pensaren un Per que "recoja todos los latidos de nuestra historia, sin exclusivismos nicaciquismos histricos, atento a los mensajes que nos vienen del pasado, el occidentalirrenunciable para nuestra cultura como lo proclam Maritegui y el indgena que es razy decoro de nuestra nacionalidad". El pensamiento de Porras es, por consiguiente, muyclaro. No puede dudarse de l porque as lo confirman los enjundiosos trabajoshistricos que ahora se renen en el volumen El Legado Quechua, que es el primero desus Obras Completas. En los siguientes volmenes se reunirn los correspondientes alas dems etapas de nuestra historia, de acuerdo al Proyecto que se tiene preparado yque mencionar al trmino de esta introduccin.

    orras siempre pens que era indispensable que el Per contara con una historia integralque abarcara todo el panorama del pasado peruano en el que se diese cabida a una

    interpretacin nuestra respecto de ese pasado y de nuestra posicin en Amrica y en elmundo, como lo seal en 1951, con ocasin del IV Centenario de la Fundacin de SanMarcos y despus en 1954 a propsito de un editorial de El Comercio, en el cual esteimportante cotidiano se refiri a aquella necesidad. "Riva Agero, Vargas Ugarte,Lohmann y Tauro, analizadores de nuestra produccin historiogrfica, reconocen laescasez de ella en comparacin con la de otros pases americanos de menos historiaque el Per", dijo en 1951. An ms, declar en aquellas dos oportunidades,"conocemos las interpretaciones de nuestra historia y sicologa hechas por extranjeros yviajeros eminentes, pero nos falta la interpretacin propia de un Per visto desdeadentro y no desde fuera". Lamentaba, a la vez, que la nica historia integral del Per

    que se posea, aparte de los textos escolares, fuese la del ingls Markham, "meritsimoperuanista quien, no obstante su devocin por los Incas [...] no pudo, como extranjero,libertarse de cierto pintoresquismo y se le escapa esencias de nuestras costumbres y denuestro espritu". Autores extranjeros ilustres como Baudin y Prescott se han ocupado delos Incas y de la Conquista, y otros, como Medina, Levillier, Torres de Mendoza yAltamira, han publicado documentos para escribir captulos fundamentales de la historiadel Descubrimiento y Conquista. La Colonia, en cambio, no ha tenido, deca, una historiaque "abarque los tres siglos de transculturacin espaola y de surgimiento de laconciencia peruana de la nacionalidad". La nica con la que se ha contado es "lasumaria y envejecida de Lorente". Sobre la historia de la lucha por la Independencia,anotaba Porras, escribi Mariano Felipe Paz Soldn, "dentro del criterio de la historiapoltica y militar del siglo XIX, etapa en la que han incursionado, con sus prejuiciosnacionales, historiadores argentinos, chilenos y colombianos, con las magnficas obrasde Mitre, de Vicua Mackenna o de Bulnes, pero sin que se haya escrito hasta ahorauna historia que recoja el hlito social y espiritual de la poca y funda en un crisolperuano los aportes del norte y del sur, con un criterio equilibrado en el que cuenten elinflujo del medio y de la historia peruanos". En lo que se refiere a la Repblica, afirmabaque "la historia poltica y social de esta poca, as como la econmica, la cultural, lainternacional ha sido escrita desde ngulos diversos por notables especialistas, perofalta an la obra integral e interpretativa".

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    al ha sido el panorama de la historia peruana visto por Porras. Desde luego explica losmotivos debido a los cuales no se ha tenido una historia integral, entre ellos la falta deuna disciplina cientfica y el poco favor que se presta a la investigacin; la "falta deapoyo del Estado, la negligencia en la custodia de los Archivos, los robos y saqueos destos y una especialidad nuestra, que es la de los siniestros, desde el incendio delArchivo Virreinal en 1620, el de 1822, el de 1885 y el gran auto de fe de 1943". Serefera en este ltimo caso al incendio de la Biblioteca Nacional sobre el cual escribi unartculo inmediatamente despus de la catstrofe, que no fue nicamente la expresinde una justa indignacin por lo sucedido, sino adems una franca protesta por la falta deproteccin y prevencin del Estado y sus organismos correspondientes en lo que ataea nuestros fondos documentales y bibliogrficos y a todo lo que constituye el patrimonioartstico y cultural de la Nacin, cuyo desvalijo y prdida, por lo general, es irreparable.

    sa es la razn por la que Porras hablaba de la necesidad de exhumar y publicar losdocumentos de nuestros Archivos, como lo han hecho otros pases, documentos que les

    han servido para escribir sus respectivas sntesis histricas. Sin documentos no hayhistoria se ha dicho hasta la saciedad, desde Fustel de Coulanges y Ranke, en elpasado siglo. Recordaba Porras al mismo tiempo que, despus del acopio dedocumentos y de la labor heurstica, y antes que una historia general y panormica,deba procederse a escribir monografas, estudios intensivos de pocas, historia deciudades y regiones y biografas a fin de que el historiador pueda deducir ms tarde lagran sntesis peruana. Estos y muchos conceptos ms, como la necesidad de trabajaren equipo las diversas etapas claramente establecidas de nuestra historia, definan,pues, el pensamiento y la preocupacin de Porras respecto de nuestra historia nacional.Estimaba como muy importante la historia escrita por un solo autor, pero, al mismo

    tiempo, sostena que "la diversidad de opiniones en una historia mancomunada, noperjudica sino que enriquece la verdad histrica con la exhibicin de los puntos de vistaantagnicos y la confrontacin de stos por los lectores de las ms diversas ideologas,a los que se les escamotea su propia verdad o conviccin. Lo importante de la historiaplural es la riqueza de la informacin aportada por los mejores especialistas, entre losque cabe, por lo dems, una concertacin previa, sobre mtodos de investigacin y decrtica, de planteamiento de los temas y exposicin de stos, que evite la invertebracinde la historia que es el pecado natural de las historias en equipo". Por otro lado, Porrassostena que el hombre, considerado individual y colectivamente, debe ser el centro dela atencin de la historia, porque sus actos son tema "autntico y cardinal" de la misma,debiendo ocupar puesto importante los que se refieren a las formas sociales,econmicas y culturales. No descarta, desde luego, la actividad poltica del Estado, cuyaevolucin debe estudiarse a la par que las anteriores, "para establecer las causas quehan impulsado o retardado el progreso econmico, social y espiritual del pas."

    or ltimo, recojo una advertencia fundamental de Porras en relacin a los historiadoresque se ocupan de nuestro pasado. "El historiador peruano, dice, debe tender a noencasillarse dentro de una poca o compartimento-estanco, concibiendo siempre lahistoria del Per como un todo, en el que la continuidad no se interrumpe ni se corta,sino que es siempre transicin y fusin constantes. Ninguna poca del Per le debe ser

    extraa ni debe tratar de separar mentalmente lo que es naturalmente solidario. Junto

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    con este respeto por todos los legados tnicos y culturales que han enriquecido nuestroespritu, debe ser norma indeclinable del historiador peruano, ese fondo de cortesa y derespeto que el Inca Garcilaso exiga para escribir la historia, que no puede tener porobjeto ni la propaganda, ni la lisonja, ni la difamacin, sino el culto insobornable de laverdad y un afn incesante de comprensin". Porras, en consecuencia, seala que elestudio de nuestro pasado debe ser integral y exige ser cauteloso en la crtica, en lainterpretacin y en las afirmaciones a las que se pueda arribar. El historiador debedespojarse de toda idea preconcebida al tratar el tema histrico, y ajustarse a losdocumentos e informaciones, si es que desea llegar a conclusiones vlidas. Su mira, porlo mismo, debe ser encontrar la verdad, sin falsificarla por pasiones personales,compromisos ideolgicos o de otra ndole. Paul Valery deca que "la historia es elproducto ms peligroso que la qumica intelectual haya elaborado", con lo que quisoindicar que haba que tratarla con suma cautela y sin introducir elementos que puedenderivar en perjuicio de la humanidad.

    l respecto debe tenerse presente que la historia es materia indesligable de la enseanzaescolar y universitaria, es decir de la niez y juventud, en las que se recoge y valora todolo que contribuye a forjar la conciencia de la nacionalidad. Por esta razn, Porras, ennota de puo y letra dej sintetizado su pensamiento de historiador en los siguientestrminos: "La historia factor de enseanza cvica, de espritu humanitario, de dignidadnacional y de desarrollo del amor a la verdad no puede ser usada para fines extraos asu propia misin, ni utilizarse como un instrumento de propaganda. Todo sectarismodebe ser ajeno por completo a la funcin de ensear. El alumno debe ser puesto por elprofesor en condicin de pesar el pro y el contra de los hechos, de discernir por smismo lo verdadero y lo falso y de formar libremente sus convicciones".

    Me he detenido en fijar algunos de los criterios y normas que han guiado la obrahistrica del maestro Porras porque pienso que muchos lectores no los conocen yporque los considero indispensables al presentar este volumen sobre el LegadoQuechua.

    El inters que tena por poseer una visin integral de la historia del Per, a la que me hereferido anteriormente, le llev a estudiar y escribir artculos y ensayos sobre losmomentos histricos, circunstancias y personajes representativos vinculados a distintasetapas de nuestra historia, como se ver cuando finalmente se cumpla con el deseo de

    publicar la vasta creacin intelectual que se tiene de l. Entre los trabajos con pticapanormica y general, se cuenta con algunas sntesis valiosas tocantes a diversosaspectos de nuestra cultura a travs de nuestra historia. Bsteme citar El sentidotradicional en la literatura peruana (1945) que Porras inicia con la frase de Franciscode Xerez, por la que este conquistador y cronista del primer momento, califica al puebloindgena peruano de "gente de ms calidad y manera que indios, porque ellos son demejor gesto y color [...] de ms razn que toda la que antes haban visto de indios", yque culmina nombrando a las personalidades intelectuales ms destacadas del Percontemporneo. Est tambin El periodismo en el Per (1921), que abarca desde ElDiario de Lima y el Mercurio Peruano de fines del siglo XVIII hasta las dos primeras

    dcadas del presente siglo, al que aade artculos posteriores sobre el mismo tema; ElPaisaje Peruano-De Garcilaso a Riva Agero (1955), bello ensayo que sirvi de

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    estudio preliminar a los Paisajes Peruanos del insigne historiador Riva Agero; yfinalmente, Mito, tradicin e historia del Per (1951), que es una brillante suma ycompendio histrico-cultural del Per a partir de los mitos y leyendas del mundoindgena hasta las figuras representativas de los siglos XIX y XX de la pocarepublicana.

    El conjunto de los estudios histricos de Porras es, por consiguiente, amplsimo sintomar en cuenta sus obras vertebrales como Fuentes Histricas Peruanas, LosCronistas del Per, Pizarro, el fundador, Las Relaciones Primitivas de la conquistadel Per, Los Viajeros italianos en el Per, El Congreso de Panam, Historia de loslmites del Per o el Elogio de Miguel Grau. Ahora bien. Se ha dicho que Porras seinteres particularmente por la Conquista y la Colonia, es decir porque lo vinculaban a lohispnico. Es verdad, porque no poda ser de otra manera. Se olvida que Porras fueprofesor de esa parte de nuestra historia y que como catedrtico consciente de laresponsabilidad que ello implicaba, tena que ahondar sus conocimientos respecto de

    dichas etapas. He tenido la suerte de ser alumno de un brillante grupo de profesores enla Universidad de San Marcos que creo difcil que se haya dado en otro momento. LaFacultad de Letras contaba en las dcadas cuarenta y cincuenta con destacadosmaestros a los que los estudiantes admirbamos por su vocacin docente, por el slidodominio de la especialidad que era materia del curso que corra a su cargo, por su hondaformacin humanstica que los caracterizaba y por su permanente inquietud intelectualpara dejar obra escrita que est a la altura del renombre que ya tenan en los mediosacadmicos. No eran profesores repetidores de otros autores ni de cultura general,como ocurre con frecuencia en ciertas universidades. Recuerdo con imborrable afecto aJulio C. Tello, Luis E. Valcrcel, Ral Porras y Jorge Basadre, para referirme solamente

    a los profesores de historia peruana. Pues bien, Tello, catedrtico de Arqueologa,ahond sus investigaciones sobre esta especialidad; Valcrcel, catedrtico del curso deIncas, hizo lo mismo con el suyo; Basadre, catedrtico de Historia de la Repblica,tambin sigui el mismo camino. Porras, catedrtico de Conquista y Colonia y deFuentes Histricas Peruanas, trabaj en idntica forma. Por lo indicado, todos losmaestros mencionados han dejado obra imperecedera en su especialidad y nadiediscute ni puede negar que en gran medida se debi a su compromiso con el claustrosanmarquino y sus alumnos, as como con la cultura peruana. Porras, es cierto, sededic a investigar y profundizar sus conocimientos sobre la Conquista y la Colonia,curso que desarroll poniendo de lado las tradicionales lecciones narrativas, paraocuparse de preferencia del rgimen colonial, las instituciones y las fuentes histricaspertinentes, sobre todo los cronistas y los quechuistas que no slo le sirvieron paraconocer mejor las etapas mencionadas sino adems para descubrir las esencias delpueblo indgena y la cultura quechua. Su magnfica obra Los Cronistas del Per, es unejemplo, como lo es tambin Fuentes Histricas Peruanas para el curso que tuvo a sucargo con dicho ttulo.

    Ahora bien, sin disminuir o negar los altos mritos de mis maestros Tello, Valcrcel,Basadre y otros, a quienes recordar siempre con el mayor afecto, admiracin yreconocimiento por sus sabias enseanzas, puedo decir que Porras tena adems la

    virtud de contar con el maravilloso don de la exposicin, clara y firme, seguridad en los

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    conceptos y opiniones vertidos por l y el galano lenguaje con el cual deslumbraba a sunumeroso auditorio de alumnos, muchos de ellos provenientes de otros cursos. Al hacerel relato histrico de los acontecimientos y personajes del pasado, Porras concentrabasu atencin en el marco o escenario en que aquellos se producan o movan con plenodominio del tema y con lenguaje ameno, fcil y deslumbrante en el cual floreca elespritu agudo, penetrante y a veces irnico que lo caracterizaba. Esto permita la mayoratencin de los concurrentes a la clase o conferencia que desde entonces quedabagrabada en la memoria como la imagen de un mural vital y polcromo. "Expona con unaelegancia consumada, en un espaol sabroso y muy castizo", ha escrito Vargas Llosa,agregando "que no era l, ni remotamente, el profesor lenguaraz, de palabrera sinconsistencia, que se escuchaba hablar. Porras tena el fanatismo de la exactitud y eraincapaz de afirmar algo que no hubiera verificado". En este sentido era un maestro comoFustel de Coulanges o como Marcel Bataillon, dos figuras relevantes del magisteriouniversitario y de la historia.

    El Legado Quechua, ya lo he dicho, rene los estudios de Porras sobre el mundoindgena, particularmente sobre el Imperio de los Incas, considerado desde el ngulo delos valores espirituales. Por este motivo he credo necesario tratarlosindependientemente en esta Introduccin, con citas breves del autor y cortasacotaciones mas. Sin embargo he dejado de comentar el valioso ensayo Quipu yQuilca, que es una contribucin histrica al estudio de la escritura en el antiguo Per,por su extensin y porque es tema para un especialista como bien pudiera haberlohecho Carlos Radicati di Primeglio, autor de importantes estudios sobre el particular. Elestudio Riva Agero y la Historia incaica, he preferido tambin no tocarlo por suextensin y por tratarse del notable historiador que Porras elogia por su "sentido de

    peruanismo integral ajeno a todo caciquismo histrico", y por ser uno de los que hainterpretado con hondura el mundo incaico, sus gobernantes e instituciones que, desdeluego, requiere atencin particular y amplia. Por ltimo otros trabajos no necesitancomentario aparte por ser cortos, como Coli y Chepi y los Cantares picos incaicosas como los que se publican en los Apndices, entre los que destacan los textosperiodsticos que se refieren al Ollantay y al padre Antonio Valdez como su autor, porcarecer del texto original de la conferencia que dictara el Dr. Porras en la Facultad deLetras como parte del programa del I Congreso Internacional de Peruanistas que lmismo organizara y presidiera y del que desafortunadamente no se conserva una copia,verdadera y lamentable laguna en la historia literaria peruana.

    El lector podr sacar sus propias conclusiones sobre cada uno de los trabajosincorporados as como de toda la obra en conjunto.

    La Cada del Imperio Incaico

    El presente volumen se inicia con un trabajo compendioso en el cual Porras ofrece unainterpretacin nueva, muy distinta de la tradicionalmente aceptada, respecto de la cadadel imperio de los Incas. Este estudio es el resultado de un profundo anlisis realizadopor el autor a travs de documentos e informaciones que le han permitido presentar y

    aclarar, dentro del ms amplio contexto histrico, aspectos fundamentales sobre aquelacontecimiento. Por esta razn el estudio de Porras fue acogido con especial inters y

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    sin reparo alguno desde 1935 en que fue publicado, y ha dado motivo a que los nuevoshistoriadores ofrezcan parecidas conclusiones en trabajos recientes, aunque en algunosde ellos se ha eludido citar la fuente inspiradora.

    La cada del Imperio Incaico sali en la Revista de la Universidad Catlica del Per el

    citado ao; fue reeditado por la misma Universidad en 1993 y en la Revista Sollertia delos estudiantes de diversas Facultades de la Universidad de San Marcos en 1990, conuna corta nota introductoria del profesor Miguel Maticorena. Trabajos importantes comolos de Fernando Bobbio Rosas, Liliana Regalado de Hurtado y del citado doctorMaticorena, fijan claramente el inters que tiene el estudio de Porras al poner ste delado el motivo psicolgico; el de los elementos materiales, entre los que involucra loscaballos y las armas usadas en aquella poca, y el de los factores sobrenaturales, comodeterminantes de la derrota sufrida por Atahualpa en Cajamarca. Porras efectivamentese aparta de esos conceptos y ofrece una opinin ms acorde con la realidad vivida enaquel momento, conceptualmente estimada dentro de una visin de conjunto en la que,

    como seala Maticorena, juega la erudicin, el dato, el documento y la "plena concienciade la correlacin anlisis-sntesis, erudicin-interpretacin". En esa forma, afirma LilianaRegalado, "Porras con el estudio breve pero justo dio un paso adelante hartosignificativo en lo que se refiere al atisbo o planteamiento de una serie de cuestionesque las siguientes generaciones se encargaran de desarrollar".

    Al iniciar su trabajo expresa Porras que "la derrota de Cajamarca no se explicasimplemente por el arrojo de los espaoles ni por el miedo de los indios. Tampoco seexplica por los factores sobrehumanos alegados por ambas partes; ni el milagro delapstol Santiago ayudando con su espada formidable a los espaoles, ni la profeca de

    Huayna Cpac de que habla Garcilaso sobre la prxima terminacin del imperio y venidade unos hombres blancos y barbudos, a los que deban obedecer". Para Porras si bienes cierto aquellos factores tuvieron alguna influencia en el nimo de ambos pueblos, nofueron determinantes en el mencionado suceso, como tampoco los elementosmateriales. Ms bien encuentra explicacin en otros hechos que no fueron coyunturalessino provenientes del proceso mismo en el desarrollo y fuerza del imperio incaico.Estimo innecesario detenerme en cada uno de los factores considerados por Porras porser claros y precisos. En consecuencia me limito nicamente a mencionar a continuacinlos ms importantes.

    Segn Porras el imperio incaico empez a derrumbarse solo y encuentra como motivo laenorme extensin territorial que pudo desarrollarse y mantenerse mientras tuvo "grandesespritus guerreros y conquistadores" como Pachactec y Tpac Yupanqui y, sobre todo,a la conservacin de una milicia cohesionada y firme, "sobria y virtuosa", como lo era lade los orejones. Huayna Cpac tena esas mismas virtudes guerreras, pero en l sepresentan y se afirman ya sntomas de corrupcin y relajamiento de las costumbresmilitares tradicionales, lo que determina que las victorias incaicas sean ms lentas ydifciles. Ya no se siente "el mpetu irresistible de las legiones quechuas"; es decir, lacasta militar de los orejones pierde la fuerza y vigor de otros momentos. La conquista deQuito que, entre otras cosas, rompe la unidad del imperio al crearse un nuevo foco de

    poder, significa para Porras la prdida del Tahuantinsuyo porque crea el germen fatal dela disolucin y surge la rivalidad irreconciliable de cuzqueos y quiteos. Este hecho

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    allana el camino a los conquistadores espaoles que al decir de uno de ellos "si la tierrano hubiera estado dividida y Huayna Cpac no hubiera muerto no la pudiramos entrarni ganar". Pero adems de estas razones fundamentales, Porras precisa otras quepodran ser consideradas de importancia circunstancial al momento de la presencia delos espaoles en la costa peruana, como las siguientes: la amplitud del territorio quedificulta un mejor control de los pueblos sometidos al poder del Cuzco; las etnias serebelan apenas son conquistadas y tambin se pierde la cohesin con los vencidos porel rigor con que se les trata, rompindose as "la proverbial humanidad" de la razaquechua y "las tradiciones pacificadoras del Imperio". A esto se agregan los cambios otraslados de las poblaciones que constituan "verdaderos destierros", ordenados porHuayna Cpac y el "estigma de la indisciplina y desobediencia que se apoderan de losvasallos", al mismo tiempo que la formacin guerrera de las fuerzas imperiales es menosrgida y se vuelve placentera. En este ltimo caso el propio Huayna Cpac que reunalas condiciones viriles de sus antepasados se deja arrastrar por " la tendencia invencibleal placer, al fausto y a la bebida". El hecho mismo de construir en Tomebamba palaciosque superasen a los del Cuzco, dice Porras, aparte de revelar su frivolidad suntuaria es,por haber provocado el resentimiento cusqueo, una de las causas de la disolucin delImperio. Fernando Bobbio Rosas, en reciente trabajo publicado en Alma Mater de laUniversidad de San Marcos, coincide con los conceptos expresados por Porras, alreferirse a las dificultades que surgen en el control y la administracin econmica delTahuantinsuyo. "Es claro, dice, que lo que hay aqu es debilitamiento de las lneas decomunicacin y de abastecimiento, el control se hace difcil y la frrea unidad corre elpeligro de romperse; las rebeliones se multiplican y las represiones se hacen msbrutales; esto crea o aumenta el descontento...".

    Junto a esas razones se encuentran las que se vinculan al desarrollo econmico,agrcola fundamentalmente, y al abandono de los principios de cohesin social. A esterespecto Porras menciona que "la fuerza y la estabilidad del Imperio provenan de lassanas normas agrcolas de los ayllus, trabajo obligatorio y colectivo, comunidad de latierra, igualdad y proporcin en el reparto de los frutos, tutela paternal de los jefes". Yaade, de manera tajante, "todo esto que haba creado la alegra incaica, en el buengobierno de Tpac Yupanqui, era abandonado con imprevisora insensatez". Mientras laparentela real y la nobleza privilegiada con el pretexto de las guerras configuran unacasta aparte, "excluida del trabajo, parsita y holgazana", el pueblo, el hatun runa,trabajaba desde ese momento duramente no slo las tierras del Inca y del Sol, y las dela comunidad, sino tambin la de los nuevos seores. Porras dice "El Inca, rompiendo launidad econmica del Imperio, obsequiaba tierras a los nobles y curacas, quienes lasdaban a los indios para que las cultivasen, con obligacin de entregar cierta parte de losfrutos". Y esas eran las tierras mejores que se convertan en propiedades individuales,"dentro de un pueblo acostumbrado al colectivismo".

    Porras sintetiza aquellas causas que rompen la unidad del Imperio incaico y facilitan lainvasin europea, en los siguientes trminos: "En el momento de la llegada de losespaoles la antigua unidad incaica estaba corroda por tales grmenes de divisin: unoeconmico, el descontento de clase del pueblo contra la aristocracia militar dominante;

    otro poltico, el odio entre cuzqueos y quiteos". Y sobre el particular para el primer

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    caso, cita al cronista Oviedo, el que despus de interrogar a los conquistadores queregresaban a Espaa tras la derrota de Atahualpa, "consigna esta impresin inmediata ysagaz: La gente de guerra tiene muy sojuzgada a los que son labradores o gente delcampo que entienden la agricultura". Respecto del segundo dice Porras: "La lucha entrelos dos hermanos Huscar y Atahualpa pone en evidencia todos los males ntimos delImperio". En consecuencia "el final del Imperio de los Incas estaba decretado, no por elmandato vaco de los orculos, sino por el abandono de las normas esenciales dehumanidad y severidad moral, y de las fuerzas tradicionales que haban hecho lagrandeza de la cultura incaica".

    La Leyenda de los Pururaucas

    En la exaltacin que hace Porras de los valores que caracterizaron a los Incas mencionacomo uno de los ms importantes la formacin del espritu guerrero de los orejones, valedecir de la clase dirigente constituida esencialmente por la nobleza incaica. Esa

    condicin de fortaleza y capacidad militar de resistencia y valor, es la que impuls elensanchamiento del imperio en la poca de Pachactec y Tpac Yupanqui hasta elgobierno de Huayna Cpac y la que le permiti, al mismo tiempo, mantener su unidad ydefenderla de la amenaza de algunas invasiones sobre el Cuzco como fue la de losChancas. Esto es lo que Porras se propone demostrar mediante la leyenda de losPururaucas que le sirve de tema para escribir el artculo que fuera publicado en la revistaExcelsior en 1945 y reproducido en la Revista de Infantera de Chorrillos en 1950.

    Lo primero que hace Porras es rechazar la imagen dis-torsionada que se ha tenido enrelacin con el pueblo incaico y a su capacidad militar y guerrera. "El pueblo incaico,

    dice, al que algunos cronistas e historiadores se empean en pintar como un puebloapacible, tmido y fatalista, tuvo en sus das de auge el culto del valor y la vocacin porla milicia". La educacin de la juventud, en general, tenda a exaltar entre los Incas, "lossentimientos de virilidad y de podero, la conciencia del triunfo contra las fuerzas hostilesde la tierra y contra las tribus dscolas desconocedoras del sino del Imperio". Y en ellaocupaba lugar preferente la que se imparta a la juventud que deba marchar a la guerray las conquistas.

    "Se inspiraba, escribe Porras, en principios de disciplina, de abstencin rigurosa, deestoica resistencia y en ejercicios de agilidad, fuerza y destreza". Las prcticas y

    pruebas a las que era sometida se describen en el artculo; entre ellas destaca Porras,como la de mayor quilate, la que determina "la impasibilidad ante el peligro", que tantoimpresion a los conquistadores recin llegados a Cajamarca. "Profunda y bienaprendida leccin de estoicismo que admir el conquistador espaol, cuando el caballode Soto, lleg hasta el solio de Atahualpa, en desbocada carrera, salpicando con suespuma las insignias imperiales, sin que un solo msculo del rostro del Inca secontrajera ante la inslita y desconocida amenaza", escribe Porras.

    La leyenda de los Pururaucassurge cuando la ciudad imperial del Cuzco sufre la mayoramenaza de su historia, como fue la agresin de los Chancas. Es entonces que elprncipe Inca Yupanqui, aun desoyendo las rdenes de su padre, se presenta paradetener al invasor y alejar el peligro. Los habitantes de la ciudad, consternados y llenos

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    de temor, haban visto partir al joven y arrogante guerrero, resuelto a enfrentarse albelicoso ejrcito de los Chancas. El triunfo coron su decisin y valenta regresando alCuzco con "las cabezas de sus enemigos para ofrecerlas, como una leccin viril, a supadre anciano y a su hermano trnsfuga".

    El relato de este suceso se encuentra en las crnicas de Juan de Betanzos y Garcilaso,los que recogen la leyenda contada por el prncipe Inca Yupanqui despus de su victoriacontra los Chancas. Betanzos refiere que el prncipe, antes de enfrentarse al invasor,adopt muchas precauciones y se prepar con la debida anticipacin para la batalla. Supadre, que prefera al hijo mayor, el pusilnime y cobarde Inca Urco, se haba negado asocorrerlo, por lo que aqul implor ayuda a Viracocha, dios de los Incas, separndosepor varias noches de sus compaeros. Se aleja "a cierta parte do ninguno de los suyosle viesen, espacio de dos tiros de onda de la ciudad e que all se puso en oracin alhacedor de todas las cosas que ellos llaman Viracocha Pacha Yachachic...", escribeBetanzos en su crnica Suma y narracin de los Incas. Una noche, "estando el

    prncipe en su sueo vino a l el Viracocha en figura de hombre" y le dijo: "hijo no tengaspena que yo te enviar el da que a batalla estuvieses con tus enemigos gente con quelos desvarates e quedes victorioso e Ynga Yupanqui entonces despert deste sueoalegre tom nimo y que se fue a los suyos y que les dijo estuviesen alegres porque l loestaba e que no tuviesen temor que no seran vencidos de sus enemigos que l teniagente cuando menester lo hubiese e que no les quiso decir otra cosa de qu ni de cmoni de dnde aunque ellos le interrogaron...". Viracocha le anuncia tambin el da en quelos enemigos atacaran y se dara la batalla e insiste "yo te socorrer con gente para quelo desbarates y quedes victorioso". As ocurri, en los momentos decisivos del violento ymortal encuentro, porque, cuando el ejrcito de Inca Yupanqui pareca que iba a ser

    arrollado y vencido, comenzaron a llegar refuerzos inesperados por todos los lados y eltriunfo fue del valeroso prncipe. Garcilaso, por su parte, se refiere tambin a esaimportantsima ayuda y habla que "las piedras y las matas de aquellos campos seconvirtieron en hombres y venan a pelear en servicio del prncipe, porque el Sol y elDios Viracocha lo mandaban as". Este es el motivo por el que los Chancas, "comocreadores de fbulas, desmayaron mucho con esta novela". Pero agrega algo ms. Diceque "todas las piedras que haba en aquel campo se tornaron hombres, para pelear conellos", por los hijos del Sol, por los defensores de la ciudad del Cuzco y, lgicamente, porel imperio de los Incas.

    El prncipe triunfante, transcurrido un tiempo durante el cual se producen una serie deacciones que confirman la victoria y de varios desencuentros con su padre el IncaViracocha, recibe de ste, finalmente, por sus merecimientos que todos exaltan, la borlaimperial que le impone, dicindole: "Yo te nombro para que de hoy y ms te nombren lostuyos en las dems naciones que fuesen sujetas, Pachacuti Inga Yupangue Cpac eIndichuri que dice vuelta de tiempo..." escribe Betanzos. Se trataba nada menos dequien pronto se convertira en el ms grande gobernante del Imperio, Pachactec IncaYupanqui, que reedifica, organiza y embellece la ciudad del Cuzco y el que transforma yengrandece el Imperio de los Incas.

    La leyenda de los Pururaucas, como dice Porras, es una de las ms bellas y sugestivaslecciones del espritu heroico de los Incas. En realidad fueron los guerreros de los

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    pueblos vecinos y de la propia ciudad del Cuzco, los que se unieron al ejrcito delprncipe Inca Yupanqui al comprobar el valor y coraje de ste frente a los Chancas,sealndosele como el salvador de la ciudad imperial que su padre y hermano, el unodebido a su ancianidad y el otro por no poseer los arrestos viriles de su hermano menor,haban rehuido defender. Esos mismos hombres fueron leales con l hasta que lograronque asumiera la gloriosa borla de sus antepasados los Incas. "El mito de los Pururaucas,expresa Porras en el ltimo acpite de su hermoso artculo en elogio del pueblo incaico,es tan slo una bella alegora incaica para honrar el valor de las propias fuerzas yenaltecer la grandeza del espritu. Cuando los hombres sienten el acicate de la dignidady del patriotismo, cuando son capaces del sacrificio y del riesgo, cuando se han educadoen el roce del sufrimiento y del esfuerzo, cuando se han sobrepuesto al temor, entoncessus fuerzas se duplican y surgen junto a ellos los invisibles compaeros de granito, quedesconocen el miedo y slo saben el camino de la victoria. Los Pururaucas son loshroes silenciosos y leales que acompaan slo a los que se atreven...".

    Lo lamentable es que esta leyenda del milagro blico y las excelsas virtudes de los hijosdel Sol, simbolizadas en el prncipe Inca Yupanqui, no figura, por desgracia, en lostextos de historia nacional, como dice Porras.

    El 29 de Agosto de 1533

    Recuerda Guillermo Lohmann Villena en un artculo titulado "Porras historiador yromntico", publicado en 1963, la forma como Porras incitaba a los profesores jvenesde historia y a sus alumnos para que ahondaran sus conocimientos en dicha materia.Dice Lohmann Villena que Porras "con absoluta naturalidad espoleaba la inquietud

    cognoscitiva mediante la frase "Eso es de cultura general". Es verdad. Porras quera quequienes se dedicaban a la historia o pretendan ingresar en esa especialidad lo hicieranseriamente investigando a fondo nuestro pasado, sometiendo a cuidadosa compulsa losdatos obtenidos en los documentos y realizando una rigurosa y desapasionadainterpretacin de los mismos. Le molestaba la improvisacin y las generalizaciones dealgunos profesores o alumnos que se calificaban de historiadores. Por lo tanto, para quemerecieran el calificativo de tales les exiga prepararse y perseverar en los estudioshistricos para ofrecer la verdadera imagen de los hechos. Cuando alguno de ellospublicaba algn artculo o trabajo sin el rigor y el pleno conocimiento histrico o sea, sinposeer la firmeza y seguridad que ofrecen los documentos y las obras de historiadores

    consagrados, Porras no poda ocultar su desagrado. Inmediatamente llamaba laatencin del historiador improvisado o lo rectificaba a travs de una publicacinprecisando los errores cometidos, lo que muchas veces despertaba enojo y hastainquina en contra del maestro

    En realidad no exista en Porras ningn deseo de mortificar o hacer dao a nadie, sinoque buscaba que los historiadores no ofrecieran una imagen distorsionada o equivocadade la historia, ya se trate de personajes, instituciones o hechos colectivos del pasado.Sin embargo no ocurra lo mismo cuando se trataba de quienes escriban sin tener comooficio la historia o slo se referan a ella en forma circunstancial. Para stos le bastaba a

    Porras con que tuvieran un conocimiento general del asunto histrico, pero, eso s, sindejarse llevar por una mala o equivocada informacin como resultado de no haber

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    tomado la debida precaucin de verificar los datos obtenidos para tal efecto o tambinpor no haber consultado a un autor cuya autoridad en la materia fuese reconocida portodos. El caso era, por consiguiente, distinto al de los especialistas en historia, demanera que respecto de aquellos prefera callar, salvo que el asunto tuviera inters yconnotacin nacional.

    As ocurri con el debate producido en la Cmara de Diputados para aprobar la Ley quedeba fijar el Da del Tahuantinsuyo o Da del Indio, como se haba planteado en elrespectivo proyecto. Porras consideraba que no era posible que en un organismo tanimportante del Estado como era la Cmara de Diputados se pudieran cometer erroresmaysculos en cuanto a la historia peruana se refiere, porque lo integraban honorablesrepresentantes cuya cultura y preparacin dbase por descontada y no deba ponerseen duda. Empero no fue as y, desde luego, Porras reaccion y tom la decisin deaclarar los desaguisados histricos cometidos sobre el tema en discusin. No debemosolvidar que Porras era catedrtico titular de Historia en la Facultad de Letras de la

    Universidad Mayor de San Marcos y de la Universidad Catlica del Per, y eraconsiderado el especialista ms destacado en la etapa de la Conquista y en elconocimiento de los cronistas. En consecuencia no pudo eludir el compromiso dereferirse a lo acontecido en la sesin de dicha Cmara al tocarse la fecha relacionadacon la muerte de Atahualpa. Era fundamental fijar el da del ao que deba figurar en laLey, porque pasaba al calendario cvico nacional con el objeto de que fueraconmemorado todos los aos en todos los centros educativos del pas, con un programaespecial destinado a resaltar los valores del indgena peruano. El propsito eramagnfico, quin poda dudarlo, pero era necesario hacer las cosas bien, vale decirmostrar conocimiento de los hechos histricos de nuestra patria y tener sumo cuidado en

    la escogencia de la fecha ms significativa para el pueblo peruano, no cayendo enerrores flagrantes como los que Porras se encarga de rectificar en el artculo que seincorpora en este volumen bajo el ttulo de "Atahualpa no muri el 29 de Agosto de1533", el que fue publicado en La Prensa, el viernes 31 de agosto de 1945.

    Comienza Porras refirindose a la muerte de Atahualpa como un "suceso que hirivivamente la imaginacin popular", respecto del cual "todos los sucesos que la rodearonse hallan comprobados por crnicas y documentos oficiales de la poca, por testimoniosy cartas particulares de los conquistadores y por otros documentos, pblicos y privados,que coadyuvan a restablecer la cronologa y la secuela de hechos que antecedieron o

    siguieron a la ejecucin del Inca". Sin embargo, a pesar de ser verdad lo consignado porPorras y conocido por la mayora de historiadores, algunos no haban advertido que,junto a hechos concretos, documentalmente comprobados, haba una corriente nacidaen la imaginacin popular destinada a paliar lo sucedido y levantar el espritu del pueblovencido. "Desde el da siguiente de la muerte de Atahualpa, dice Porras, el puebloindgena comienza a trabajar poticamente sobre el final del Inca y la tragedia deCajamarca". De esta manera surge "una profusa leyenda, principalmente de origenquiteo, que inventa episodios que no constan en ningn documento o crnica". Porrasse detiene en cada caso, amparado en su honda versacin histrica y reconocidaerudicin, lo que, por supuesto, dejo de comentar a fin de que los interesados en los

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    hechos histricos de la conquista se informen directamente en lo escrito por el granmaestro.

    Ms bien me referir a la controvertida fecha de la muerte de Atahualpa, motivo principaldel debate parlamentario que determina que Porras escriba el citado artculo de La

    Prensa. Ningn cronista de la conquista ni posterior a ella ofrece el dato exacto yverdadero de la fecha en que se llev a cabo la ejecucin del Inca en la ciudad deCajamarca. Solamente se ha contado con fechas aproximativas y referencialesdeducidas de algunos documentos como el relativo al reparto del rescate ofrecido por elInca, segn consta en el libro de tesorera que tena a su cargo el tesorero Riquelme, enel cual ste apuntaba las regalas para ser entregadas al Rey.

    Despus de dos siglos, concretamente en la segunda mitad del XVIII, aparece, porprimera vez como fecha de la muerte, el 29 de agosto de 1533, en la Historia del Reinode Quito del padre Juan de Velasco. De ella la toman algunos historiadores

    ecuatorianos dndola como cierta sin la debida comprobacin documental ni elrespectivo anlisis crtico de la obra. Entre ellos est Neptal Zuiga que la adopta sindiscusin y ms bien se empea en demostrar su validez en su libro Atahualpa o latragedia Amerindia que mereci el premio Nacional de Biografas de Ecuador en 1941y que fue publicado en Buenos Aires cuatro aos despus. En honor a la verdad, ilustreshistoriadores y escritores ecuatorianos como Jijn y Caamao, Homero Viteri Lafronte,Gonzalo Zaldumbide, entre otros, y los historiadores peruanos, restaron valor a la obra ya las informaciones referidas en ella por el padre Velasco. La consideraron enteramenteimaginativa, anovelada o fabulada, sin sustento documental que respaldara lasafirmaciones del autor.

    No poda ser de otra manera, por cuanto el padre Velasco escribi en Italia, de memoria,sin papeles ni otras fuentes, indispensables. Como otros jesuitas que lo acompaaron enel destierro se sinti impulsado a exaltar a su pas, a la nacin quitea en este caso, dela que haba sido alejado injustamente, al igual que sus hermanos de la Compaa deJess, por orden de Carlos III, rey de Espaa. "El buen jesuita, escribe Porras, no dicede dnde tom sus datos ni poda decirlo, porque eran de su invencin, como otrasmuchas cosas de su crnica", tarda, alejada en el tiempo de las cosas y hechos por lnarrados.

    A pesar de todo, el da 29 de agosto del ao 1533, que sin fundamento alguno se leocurri al padre Velasco consignar como fecha de la muerte de Atahualpa, es recogidaen los textos escolares, ms por inercia o indolencia que por otra razn, y, finalmente,Oh sorpresa!, por los honorables parlamentarios peruanos para celebrar justamente elDa del Indio o Da del Tahuantinsuyo. Porras no poda quedarse callado, porque en susclases universitarias y en diversas publicaciones haba expresado que el 29 de agostono poda ser la fecha de la ejecucin del Inca, y ms bien fijaba algunas fechasaproximadas de acuerdo a documentos contemporneos del suceso. Para abreviar, creonecesario citar al propio doctor Porras. Dice lo siguiente: "En diversos libros publicadosdesde 1936 y en mis lecciones en la Universidad de San Marcos he demostrado, hastael cansancio, que Atahualpa no muri el 29 de agosto de 1533, sino acaso un mes yalgunos das antes, pero no he tenido la suerte de ser ledo por ninguno de los diputados

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    que intervinieron en el debate de ayer, algunos de ellos apreciadsimos amigos ycompaeros de estudios. Voy a exponer por esto, rpidamente, las pruebas de que el 29de agosto de 1533 no ocurri nada que pueda merecer que se le seale como un daexcepcional y menos como el Da del Tahuantinsuyo, que en ningn caso podra ser unda de derrota y de duelo". Y sigue, "La primera deduccin que brota de los cronistascontemporneos es la que refiere que la ejecucin de Atahualpa se realizinmediatamente despus del rescate y que fue en da sbado. El reparto dur, segnJerez, desde el 17 de junio hasta el 25 de julio, Da del Seor Santiago. Jerez y Estete,los dos cronistas ms prximos a los hechos, declaran que la ejecucin del Inca severific una vez terminado el reparto. Ejecutado el Inca los espaoles emprendieron elcamino de Jauja. El suplicio de Atahualpa tuvo que realizarse, pues, entre el 25 de julio yel 21 de agosto en que los espaoles salieron de Cajamarca. El 29 se hallaban en plenoCallejn de Huaylas y no en Cajamarca". Porras cita otros documentos que corroboranlo expresado anteriormente, pero creo que con lo dicho queda todo claro y no es precisoagregar nada ms.

    El doctor Rafael Loredo, en su obra Los Repartos, publicada en 1958, es quien deducela fecha del ajusticiamiento de Atahualpa. En efecto, Loredo dice que en el reparto nofueron incluidos "dos vasos grandes de oro y la fuente de oro esmaltada que obsequiAtahualpa a Pizarro en la maana del sbado 26 de julio de 1533, horas antes de serajusticiado". Jos Antonio del Busto confirma el dato y seala que la ejecucin se llevo acabo al anochecer, despus de cumplirse diversos actos previos. Hoy todos loshistoriadores la dan como vlida, pero sin citar la fuente. Loredo, de acuerdo adocumentos de la poca que encontr en Sevilla y otros archivos, y del Busto,especialista en la conquista, estn en lo cierto.

    Porras concluye el artculo manifestando que su aclaracin histrica no tiene el nimo derectificar a nadie porque sus datos se encuentran en publicaciones suyas anteriores yque, ms bien, su deseo es colaborar y difundir "nuestras fuentes histricasdesdeadas". Respecto de las ltimas palabras citadas, pienso que Porras repetira hoylo mismo, sobre todo porque la cultura, en general, y nuestra historia nacional, enparticular, han perdido inters para nuestros gobernantes y dirigentes polticos; han sidoprcticamente puestos de lado. Tal vez estamos perdiendo la brjula ante la presin delos nuevos tiempos que nos arrastran fuera de conceptos y normas tradicionalmenteaceptados. Es sabido que cada poca de la historia tiene sus preocupaciones ineludibles

    y sus exigencias vitales, pero no por ello debe soslayarse ni dejar que perezca o pase asegundo lugar un elemento fundamental de la vida que constituye la esencia misma delser humano. Me estoy refiriendo a la educacin, a la cultura, que es el alimento delespritu, del alma, que nos distingue de los dems seres vivientes. El alma y el cuerpoforman un todo integral, armonioso e inseparable, por lo que olvidarse de uno u otro esdesconocer una realidad consubstancial a la vida del hombre. Negarlo sera como decirque no existe armona en el universo. Ojal que el desaguisado cometido hace cincodcadas no vuelva a repetirse en las esferas polticas ni en otros crculos importantesdel pas.

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    El Yarav

    Tema que le atrajo mucho a Porras ha sido desentraar el origen y desarrollo del yaravcomo expresin del pueblo indgena peruano, desde remotos tiempos, as comodescubrir los cambios sufridos en l durante el curso de los siglos hasta convertirse

    acaso en algo distinto a lo que fue en su comienzo. Lo primero que observa Porras esque "No se halla definida hasta ahora claramente cul es la esencia lrica y humana delyarav. Se habla de esta cancin potica popular dicecomo de la forma ms expresivadel alma indgena y se supone que tuvo siempre la misma inspiracin melanclica yelegaca que en nuestros das". Con el deseo de esclarecer estos conceptos oapreciaciones se plantea algunas interrogaciones sobre todo porque le parece que elespritu del pueblo incaico "expansivo, dinmico y vital", expresado a travs de la"alegra colectiva, desbordante y dionisiaca de los taquis incaicos y sus ritos agrcolas ydomsticos", y pleno "de salud espiritual y de juvenil optimismo", no concuerda o noarmoniza con el sentido plaidero y quejumbroso que se le atribuye ahora. "Algo hay

    efectivamente apunta que se ha sobrepuesto y fundido con el alma primitiva de lacancin incaica, trasmutando su sentido y prestndole nueva entonacin sentimental enla que se sienten ecos de lricas lejanas de Occidente, de canciones provenzales,glogas petrarquistas y coplas y seguidillas castellanas". Pues bien, Porras considerapor estos motivos que se deben aclarar "los orgenes del yarav y separar lo autctono yoriginal de lo aprendido o importado para determinar los componentes de la aleacinactual". Esta es la tarea que efecta en el trabajo que se incorpora en el presentevolumen.

    Porras dilucida el origen y significado del yarav y puntualiza los cambios producidos con

    el correr del tiempo en el que el concepto amplio y mltiple que tena en el siglo XVI,evoluciona y pasa a ser "restringido y monocorde, teido de melancola en el siglo XVIII".Quien lea el trabajo de Porras, escrito con el estilo gil, ameno, y limpio que lo distinguay con la versacin histrica que le era inherente, encontrar cmo el maestro logradistinguir las variaciones ms saltantes realizadas en el fondo y forma del yarav.Cronistas de primera lnea como Cristbal de Molina, Mura, Cobo, Poma de Ayala,Garcilaso, traen para l testimonios que le son indiscutibles. En esta forma demuestraque la voz "yarav" procede del castellano y es mestiza. El nombre primitivo incaico, dicePorras, fue aravi o haravi, y a los poetas, de acuerdo con Garcilaso, los Incas losllamaban haravec o tambin haravicus. Acuden, asimismo, en amparo de sus

    afirmaciones los frailes quechuistas y catequizadores autores de gramticas yvocabularios en lengua quechua, como fray Domingo de Santo Toms, GonzlezHolgun, Torres Rubio y Jos de Rodrguez que escriben indistintamente en los siglosXVI al XVIII.

    No puedo o no debo detenerme comentando las apreciaciones histricas y hastaliterarias, verdaderamente interesantes, de Porras, que se encuentran firmementeavaladas e incrementadas con citas de cronistas y quechuistas que dan vida y sustentoa lo sostenido por l. Creo que sera quitar al lector el regusto de apreciar personalmentelos alcances que da Porras no slo a las expresiones sentimentales del mundo quechua

    incaico sino adems a las palabras como cuando afirma, basado en las crnicas yvocabularios, que el arav era sinnimo de cancin y el haylli el "canto pico que loaba el

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    triunfo del hombre sobre la tierra o sobre el enemigo. El aravi era una cancin lrica en laque se modulaban el amor, la tristeza o la alegra, las emociones dulces del hogar o dela vida. El haylli era acompaado con el rudo sonido del huancar y de cajas temerariasy el agudo zumbar de los pututos. El aravi se taa al son tierno del pincullo, de la antaray de la quena-quena". Y cada una de estas aseveraciones trae una cita de Garcilaso, deMolina, de Mura, de Poma de Ayala o de Gutirrez de Santa Clara. De tal maneraPorras nos encamina por los vericuetos de la historia y las tradiciones y tanto que lalectura de lo escrito por l resulta fluida e incansable y al mismo tiempo ilustrativa yfecunda, lo que no es frecuente en muchos historiadores que adormecen los sentidos yse termina por no cosechar casi nada de lo que han querido decir o transmitir. Enconclusin, en cuanto al trmino aravi, Porras sostiene que ste "era inseparable de lamsica; no poda cantarse sin la flauta", o que el indio enamorado "hablaba por laflauta", segn Garcilaso. Otra anotacin es la de que"el aravi no era una cancin triste omelanclica. No todo en el amor es triste, como dijo el poeta. El aravi incaico fue triste oalegre, segn los momentos anmicos que expresaba. La tristeza del yarav es un tpicoposterior a la conquista y especialmente grato al siglo XVIII".

    De manera pues que elaravi de la alegra, del amor, de fiestas, de sembros y cosechascambia con el tiempo y se torna triste, quejumbroso, trasformndose en el yarav, comoen el caso del drama Ollanta que "est ungido de melancola indgena". El yarav deMelgar, surgir en pleno proceso de mestizacin espiritual, en el que la quena esreemplazada por la guitarra o vihuela. "El aravi incaico, insiste Porras, es de fiesta deexpansin vital y apenas alguna vez en el deliquio de la fiesta sensual se oye la cancinlastimosa de las ustas de que habla Huamn Poma".

    Saltando pginas del brillante artculo de Porras se llega al momento en el que la revistaMercurio Peruano de 1791, se ocupa del Yarav, lo que me parece imprescindible ponerde relieve. Porras sostiene, en primer lugar, que Mariano Melgar no fue el creador delyarav, segn la opinin de muchos autores, no obstante haber sido l quien diera a esaforma potica"su plena forma romntica". "En 1791dice el Mercurio Peruanohablabadel yarav como de una corriente potica copiosa, de la que haba abundantes muestras,pues dice que se componan en diversos metros o endechas de cinco, seis y sieteslabas y tambin en redondillas, quintillas, cuartetas, dcimas y glosas, es decir, enmetros tpicamente espaoles". Y sigue Porras: "Un colaborador annimo del Mercuriodeclara que tiene reunidos doce yaraves diversos. En El Hijo prdigo, pieza dramtica

    atribuida a Espinosa Medrano, considerada como la produccin ms antigua del teatroquechua, hay una endecha amorosa, que se canta detrs de la escena, a la que algunoshan llamado yarav, pero no recibe tal nombre en la misma pieza". Porras mencionatambin otras canciones con acento y composicin que denuncian el carcter mestizodel yarav, como la que figura en la escena 9a. del drama Ollanta, cuyos versos son"fruto del estro potico de Antonio Valdez, gran poeta desdeado", autor de yaraves queson los que "deciden la suerte del gnero". Valdez, de conformidad con documentosencontrados por Porras, fue el autor del drama Ollanta. Escribi yaraves en quechua y"aunque contengan reminiscencias poticas castellanas, su espritu es ya peruano, esdecir que est ungido de melancola indgena. Los yaraves de Valdez fueron escritos en

    la lengua ancestral y aun para ser acompaados por la quena; los de Melgar, en pleno

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    proceso de mestizacin espiritual, no contendrn una sola palabra indgena yreclamarn las cuerdas de la guitarra".

    Para Porras, el "Mercurio Peruano" de 1791, "con su revalorizacin de todo lo peruano ysu inquieta bsqueda de las esencias patrias, marca un momento interesante en la

    historia del yarav". Los contertulios de la Sociedad de Amantes del Pas, ocultos bajolos seudnimos de Sicramio, Leucipo y Eurifilo, abordan el tema de los yaraves en unareunin tenida en el campo, y luego en un Rasgo remitido por la Sociedad Poticaque se publica en el Mercurio el 22 de diciembre de 1791. Este Rasgo revela lapolmica, en la que se aclaran conceptos e interpretaciones del yarav. Se trata, enefecto, de tres miembros de la Sociedad Amantes del Pas aficionados a las bellas artes,los que tratan el tema del yarav y explican el sentido de la msica y de la poesa quecontiene, los cuales conducen al llanto o la melancola. El propsito del yarav para elmercurial escondido en el seudnimo de Sicramio es, escribe Porras, "reflejar lagravedad y seriedad del alma india [...] y recoger en buena cuenta la tristeza telrica del

    paisaje y asociarla a una pena de amor". A Sicramio le contradice otro mercurial y as latertulia amical campestre, entre rboles y plantas, trasladada a la revista, cobra uninters singular para los lectores de aquella importantsima publicacin de fines de sigloXVIII, como para todos los que hasta ahora todava pensamos en la cultura, en lamsica y la poesa, como componente espiritual indesligable del ser humano, a pesar delos cambios realizados en los ltimos tiempos. La exposicin de los amigos que publicael Mercurio corre a cargo de Sicramio, considerado como el ms instruido en nocionesde msica , "contrayndose especialmente a la de los yaraves". Por la expresada razndejo que el lector sea quien acuda al Mercurio Peruano de 1791 y se solace leyendo alos mercuriales que discuten sobre un tema que acaso hoy muchos podran considerar

    balad.

    Por ltimo, Porras considera un tercer momento en la evolucin del yarav. Es elrepresentado por Mariano Melgar, quien es el que, conforme a la cita hechaanteriormente, le infunde un aliento revolucionario y patritico. Es el ideal que imprimeen su obra potica. Muerto despus de la batalla de Humachiri "sus yaraves se quedanpara siempre en la imaginacin popular, oreados de plvora revolucionaria y de sangreinsurgente", sin perder su "languidez romntica". Concluye Porras con referencias alyarav visto por los romnticos peruanos y sintetiza su trabajo diciendo que son "notasdeshilvanadas" que no bastan para caracterizar toda la trayectoria vital del yarav. Deja

    constancia, sin embargo, de que "el yarav nace alegre en la fiesta jubilar de la cosechaincaica, silencia su voz en los primeros siglos de la conquista y renace preado depesadumbre en el siglo XVIII en las representaciones escnicas en las que sorprende,como una expresin nueva de la raza, su infinita melancola. Es la poca adica o deflorecimiento, en el idioma nativo y genuino, cuyos ecos recogera el Mercurio Peruanoyms tarde Markham al copiar el cancionero del cura Justiniani. Melgar le prest el fuegode la pasin criolla y el ardor por la libertad y lo encaden a las cuerdas de la guitarra".

    La Crnica India

    Entre los cronistas estudiados por Porras no podan faltar los que se refirieron a la cadadel Imperio de los Incas, visto desde el ngulo indgena. Era indispensable recoger la

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    versin de los cados y no conocer nicamente la de los vencedores que fueron los querelataron los sucesos en los momentos de la Conquista y primeras dcadas de lacolonizacin. La opinin del gran historiador despierta el inters de otros especialistasque deciden seguir su ejemplo. Miguel Len-Portilla publica en Mxico, en 1959, el libroVisin de los vencidos, con los testimonios aztecas de la conquista, y, en 1964, ElReverso de la Conquista en el que ofrece una brevsima relacin de los principalestestigos aztecas, mayas y quechuas. Entre estos ltimos figuran Titu Cusi Yupanqui,Huamn Poma de Ayala, Juan Santa Cruz Pachacutic y tres documentos que se refierena la muerte de Atahualpa y a Manco II. En el Per, Edmundo Guilln publica, en 1979,La Visin peruana de la conquista. Estas publicaciones, por consiguiente, demuestranla importancia de contar con la versin india para confrontarla con la de los cronistasespaoles, a fin de obtener una justa apreciacin de aquel suceso histrico.

    El tema es tratado por Porras en el estudio que se incorpora al presente volumen bajo elttulo La Crnica India, as como los concernientes a los cronistas Titu Cusi Yupanqui,

    Juan Santa Cruz Pachacuti y Felipe Huamn Poma de Ayala. Lo primero que dilucidaPorras en relacin a la versin del acontecimiento es el hecho de haber sido narrado enlas primeras dcadas por cronistas castellanos nicamente. La versin india quetrasmitiese la impresin y sentimientos del pueblo vencido, apenas pudo deslizarse enlas informaciones de los quipucamayocs y en algunos cronistas como Cieza de Len,gran amigo de Fray Domingo de Santo Toms y ste de los naturales que lecomunicaron su afliccin y repulsa por los dolorosos sucesos que los hirieronprofundamente. "Es slo en los primeros cronistas indios y mestizos de las postrimerasdel siglo XVI en que empieza a escucharse la voz de la raza vencida", escribe Porras, yseala a los tres cronistas indios antes mencionados junto al mestizo Inca Garcilaso de

    la Vega. Existi sin duda cierto mestizaje espiritual en los tres primeros de losnombrados por su frecuente contacto con la cultura espaola, no obstante lo cual sumanera de pensar y sentir es diferente a la del mestizo propiamente dicho porquedisciernen de diversas maneras y porque "hablan quizs en espaol, pero piensan enquechua". Esto es lo que los diferencia de Garcilaso que es el mestizo conforme lmismo lo declara con altivo orgullo y porque as se le descubre a travs de toda su vida.Afirma Porras que el insigne cuzqueo es "indio por el querer y por su atvica simpata atodas las manifestaciones del espritu Inca, pero su mentalidad es inequvocamente lade un hombre del Renacimiento europeo, hasta por el gusto de la filosofa platnica ypor su conciencia, que es la de un caballero cristiano y espaol".

    Son sumamente importantes las notas que caracterizan la crnica india, que Porrasremarca tomando en cuenta la mentalidad del cronista, la influencia ancestral que steposee y las opiniones de cronistas contemporneos. Entre ellas sobresalen su tendenciaa lo maravilloso indio y cristiano, su actitud fatalista o cohibida ante las presionesexternas, su fondo ntimo de protesta no obstante el exterior halageo, la ingenuidadprimitiva de sus impresiones e imgenes, su vaguedad e inexactitud histrica,compensadas por su amor al folklore y a la tradicin popular y, en lo externo, sumezcolanza quechua-espaola y la crudeza brbara del estilo. Esos aspectosfundamentales del cronista indio los explica Porras con referencias concretas que

    definen su personalidad y obra.

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    El cronista Titu Cusi Yupanqui es quien ofrece la primera versin india de la Conquista,trasladada al papel por fray Marcos Garca, que fue el encargado de catequizarlo. TituCusi fue hijo natural de Manco Inca, aunque l, en su crnica, se considera herederolegtimo y mayorazgo. Porras consigna noticias relacionadas con la vida de Titu Cusi,entre ellas sus actividades como rebelde en las montaas de Vilcabamba despus de lamuerte de su padre, y su posterior entendimiento con las autoridades virreinales hastaconvertirse en 1566 en vasallo del monarca espaol. En la capitulacin respectiva seestableci el compromiso de nombrar un corregidor para que hiciera justicia en lasprovincias rebeldes, un clrigo y frailes para el adoctrinamiento de los naturales. Entrelos indios y espaoles habra paz perpetua, segn qued acordado. Dicha capitulacinfue aprobada en octubre del indicado ao. La crnica de Titu Cusi se refiere al sitio delCuzco por Manco Inca y a la etapa de los Incas en Vilcabamba. Relata tambin lacaptura de Atahualpa, aspectos de la insurreccin de su padre y referencias sobre losconquistadores "que eran hombres que hablaban a solas con unos paos blancos paradecir que lean que iban sobre animales que tenan los pies de plata y que eran dueosde algunas illapas o truenos".

    Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, cronista indio por los cuatrocostados como dice el gran historiador Marcos Jimnez de la Espada, y Collagua deCanchis, escribi la Relacin de antigedades deste Reyno del Piru. Porrasconsidera esta crnica como la versin ms pura de la historia incaica y al autor como elms directo y veraz de los cronistas indios o indianizados. Opina, adems, que lacrnica es la simple traduccin de los cantares histricos del pueblo incaico, sobre lashazaas de los monarcas", que escuch de nio, y que "la tcnica del canto pico estpalpable en todo el libro y lo que se censura a Pachacutic de exageracin o puerilidad es

    precisamente quilate de su veracidad, porque es tan slo la fidelidad del autor al textopotico que traslada". Estas afirmaciones de Porras son muy importantes y sirven paraahondar en ellas sobre todo teniendo a la vista las apreciaciones formuladas a propsitode la edicin facsimilar y respectiva transcripcin paleogrfica de la Relacin. Esta hasido hecha por el Instituto Francs de Estudios Andinos y el Centro de EstudiosNacionales Andinos Bartolom de las Casas, Cusco-1993 y trae un valioso estudioetno-histrico y lingstico de Pierre Duviols y Csar Itier. Nota interesante dentro delestudio de Porras es la que dice "Los hechos relatados por Santa Cruz Pachacuticonstan en otros cronistas: Sarmiento de Gamboa y Cabello Balboa bebieronprobablemente los mismos cantares, pero Santa Cruz Pachacuti conserv intacta lafrescura primitiva del poema original [...] Los otros escardaron el texto de elementosmaravillosos, l tuvo el mrito de no haber suprimido la poesa, que es tambin de lams honda historia de un pueblo".

    Huamn Poma de Ayala

    No obstante formar un cuerpo aparte dentro de los cronistas estudiados por Porras, seincorpora en el presente volumen el ensayo sobre Huamn Poma de Ayala que fuerapublicado en 1948, en su versin final, con el ttulo de El Cronista Indio Felipe HuamnPoma de Ayala. Se ha tenido en cuenta para ello el hecho de ser prcticamente el

    primer trabajo en el cual se rastrea la vida del cronista indio no solamente en base a lasbrevsimas y contradictorias referencias personales dejadas por ste en su extenso

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    manuscrito sino tambin por la variada gama de informaciones de la poca empleadaspor Porras, en orgnica utilizacin de datos y relaciones no tenidos en cuenta hastaentonces. Adems se ha considerado la apreciacin crtica rigurosa en la que seala elvalor histrico-documental de la Nueva Coronica y Buen Gobierno, que muchosautores posteriores no han tenido en cuenta por no haber ledo atentamente, o por haberledo a medias, el trabajo de Porras.

    Paul Rivet public en 1936 la obra de Huamn Poma en edicin facsimilar incorporandocomo introduccin el estudio de Richard Pietschmann en el cual ste informa sobre elvalioso descubrimiento del manuscrito en Copenhague, 1908, y adems realiza lasprimeras averiguaciones acerca del autor con datos extrados de la propia crnica, valedecir de las dispersas noticias dejadas por Huamn Poma, entre ellas la carta que supadre Martn de Ayala dirige al rey Felipe III. Arthur Posnansky, por su parte, al editar laNueva Coronica en letras de molde, en La Paz, Bolivia, 1944, se limita a exaltar lapersonalidad y contribucin del cronista indio, pero sin ofrecer nada nuevo en relacin a

    su biografa, pues apenas hace referencias generales y sucintas sin aportar datosconcretos, precisos, que pudieran aclarar la hasta ese momento enigmtica figura delautor. Porras, en cambio, aparte de realizar con detenimiento y severa confrontacin yanlisis el rastreo autobiogrfico busca nuevos derroteros que conduzcan al propsito deencontrar la huella vital del autor en el contexto de otros documentos e informaciones dela misma poca. De esta manera abre una amplia gama de perspectivas destinadas aalcanzar aquel objetivo y, adems, permiten un certero enfoque en relacin a lainterpretacin de la obra y su importancia en el conjunto de las crnicas de los siglos XVIy XVII.

    Porras divide su estudio en dos captulos fundamentales con el objeto de esclarecerhechos, muchos de ellos contradictorios, tanto en lo que respecta a los datos biogrficoscomo a la obra, sealando al mismo tiempo el valor de sta y su contribucin dentro delas crnicas de su poca. Ellos son: I- El rastreo autobiogrfico y II- La obra. Comienzarefirindose al extravo y hallazgo de la Nueva Coronica por Richard Pietschmann en1908 y su publicacin facsimilar por Rivet en 1936, que motiva e incita a loshistorigrafos peruanos a realizar estudios sobre el autor y su obra desde diversosngulos o puntos de vista. Luego, de acuerdo a los datos proporcionados en la NuevaCoronica, se refiere a los Yarovilca Allauca Huanucos, seores del Chinchaysuyo, delos cuales Huamn Poma afirma descender. Sobre el particular, Porras dice que habra

    que creerle, provisionalmente, "bajo su palabra, prescindiendo de sus errores, jactancias, contradicciones y absurdos frecuentes". En tal sentido, busca hilvanar lasreferencias existentes en la crnica hasta encontrar aquella posible vinculacin familiarde los Yarovilcas con la dinasta real de los Incas, a la cual Huamn Poma se ufana depertenecer. Son interesantes los datos que consigna referentes al abuelo y al padre, ascomo a la posibilidad de que Anello Oliva, autor de una historia breve del Per antiguo,descubrimiento y conquista, e interesado por las tradiciones indgenas, hubiese conocidoa Huamn Poma que era gran amigo de los jesuitas. Largo sera seguir el curso de otrasvinculaciones familiares de Huamn Poma a las que Porras se refiere con detenimientocorrigiendo o rectificando hechos, fechas, nombres de personajes, de lugares y otros

    datos consignados errneamente por el cronista segn los documentos oficiales,

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    crnicas e informaciones de la poca que cita Porras. De la misma manera se ocupa delproblema relativo al lugar y fecha de su nacimiento, a su educacin y recorrido vital. Eneste ltimo aspecto, como lo confirmara en un valioso estudio reciente la destacadahistoriadora Rolena Adorno, Porras confrontando datos y referencias del propio autor,precisa que "la nica regin que verdaderamente conoci y recorri Huamn Poma fuela de Huamanga y no toda su extensin sino las partes ms prximas a la provincia deLucanas y a su pueblo de San Cristbal de Suntunto". "El resto de la experienciageogrfica de Huamn Poma agrega Porras lo constituye el itinerario de Huamanga aLima, por Huancayo o por Ica. En su descripcin de las ciudades del Per se demuestraclaramente esta deficiencia viajera del cronista". Culmina Porras el pormenorizadorastreo autobiogrfico de Huamn Poma con la llegada de ste, octogenario y abatidopor pesares diversos, a la Ciudad de los Reyes en donde probablemente muri en 1615bajo el gobierno del Virrey Marqus de Montesclaros.

    El segundo captulo del estudio de Porras que se refiere a la Nueva Coronica y Buen

    Gobierno es, asimismo, minucioso y sujeto a rigurosa confrontacin de informaciones ydocumentos que le permiten evaluar su contenido. Encuentra, en primer trmino, dospartes claramente definidas: la primera que corresponde a la Nueva Coronica que tratade la historia antigua o sea de los "antepasados aguelos y mis padres y seores quefueron antes del Inga", segn Huamn Poma, y la segunda que es, dice Porras, "ladescripcin de la vida provincial bajo el rgimen espaol denunciando sus vicios yabusos, la explotacin del indio por las dems clases sociales y proponiendo lasreformas necesarias a su juicio". De lo dicho puede colegirse la importanciaverdaderamente fundamental que ambas partes poseen para la arqueologa y el folkloreprehispnicos y para la historia social y administrativa de la Colonia. Rolena Adorno, por

    su parte, seala que Huamn Poma "conoce la historia antigua andina y la de laconquista espaola a travs de las tradiciones orales andinas ms las tempranasrelaciones y crnicas espaolas, publicadas stas a mediados del siglo XVI". Diceadems: "Su propia elaboracin de la historia se ubica en el contexto de la perspectivaandina y en el de su conocimiento de la polmica sobre la conquista y la filosofalascasiana al respecto. Los captulos dedicados al pasado revelan que el propsito delautor no es exclusivamente etnogrfico ni histrico, sino que su interpretacin delpasado apoya sus aseveraciones sobre el presente para asegurar la reparacin deagravios en el futuro". Es importante lo anotado por la autora en su valioso libroCronista y Prncipe, porque efectivamente Huamn Poma saba de los escritos deBartolom de las Casas y conoca las obras de fray Domingo de Santo Toms, quien junto con fray Toms de San Martn, fue informante del Apstol de las Indias.Indudablemente estos destacados dominicos contribuyeron mucho en el pensamientodel cronista indio y le facilitaron los argumentos para defender al pueblo indgena de losmaltratos y agravios cometidos no slo por los encomenderos y autoridades virreinalessino tambin por los caciques coludidos con ellos. Pero adems, Huamn Poma conocalas obras de Jos de Acosta, Luis Gernimo de Or, Miguel Cabello de Valboa, Cristbalde Molina, el cuzqueo, "gran lenguaraz muy antiguo de la lengua quichua y aymara", y,desde luego, al mercedario Martn de Mura con quien tuvo algunos encuentrospersonales, del que dice que fue comendador del pueblo de Yanaoca y escribi un libro.

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    Porras se refiere ampliamente a la obra de Huamn Poma y no es del caso que medetenga punto por punto en el detalle de lo expresado por l. Sin embargo vale la penaseguir el orden establecido para una mayor y mejor comprensin tanto del contenido dela crnica como del estudio crtico y conceptos emitidos por Porras respecto de la mismay del autor.

    Lo primero que comprueba Porras es la forma como Huamn Poma concibe y desarrollasu trabajo. En este aspecto encuentra que no existe una narracin fluida y coordinada delos hechos sino fragmentos casi siempre independientes, vale decir sin una verdaderatrabazn interna. Esto ocurre, entre otras razones, porque el cronista incorpora dibujosde personajes, sucesos, ciudades, etc. con leyendas o explicaciones atinentes a cadauno de ellos, como si se tratara de un film y su respectiva leyenda escrita. De estamanera, "la historia est subordinada a stos y no los dibujos en funcin o ilustracin dela historia". Es por ello que Porras dice, con toda razn, que "en lugar de una historia delos Incas tenemos una serie de biografas y apuntes sumarios sobre leyes, fiestas,

    oraciones, bailes, oficios o cargos de la administracin incaica, siempre dosificadosdentro del marco constreido de una pgina. Es el mtodo de la albailera incaicatrasladado a la crnica". Lo dicho merece acaso una reflexin. Algunos historiadores hancriticado a Porras tomando en cuenta sus opiniones y discrepancias en relacin a lascontradicciones, yerros, confusin y falta de concatenacin en el desarrollo de la obra yen la exposicin confusa del propio pensamiento del autor, es decir sobre el aspectoformal mas no al contenido mismo. No han advertido, probablemente por falta de unalectura atenta del estudio de Porras, que ste en vez de criticar el fondo de la obra, valedecir, las ideas y pensamiento de Huamn Poma, las acoge y hasta las confirmamediante documentos y declaraciones de otros cronistas y personajes contemporneos

    de aqul.

    Porras, siguiendo el orden establecido por Huamn Poma, se ocupa en primer trminode la poca pre-incaica. Lo ms interesante aqu est en el hecho de considerarHuamn Poma un largusimo periodo de siglos y miles de aos anteriores al surgimientode los Incas. Porras piensa que esto debe provenir "probablemente de remotsimatradicin oral, sobre las primeras edades del Per". Cabe indicar a este respecto queHuamn Poma es posiblemente uno de los cronistas que recoge con ms persistencialas tradiciones e informaciones orales, lo que concede a su obra inters muy especialluego de analizar y verificar los datos aportados. La huella suprstite en labios del

    pueblo, aunque no tenga las caractersticas de seguridad histrica por carecer derespaldo documental y porque puede sufrir alteraciones con el acontecer del tiempo, nodeja de poseer algo mgico y persistente en el alma colectiva sobre todo en lo queconcierne a las tradiciones y costumbres populares. Pero este no es el asunto a tratar apropsito de la tradicin sobre la creacin del mundo y de las etapas en que HuamnPoma divide la poca pre-incaica, podra decirse del milenario mundo andino. Lo ciertoes que Huamn Poma habla de una poca lejana en que los hombres vivan en cuevas ypeascos como los animales, hasta que aparecieron los Huari huiracocha runa queintroducen el uso de la vestimenta y algunos instrumentos para el cultivo de la tierra,poca que dura varios siglos. Vienen enseguida una segunda y tercera generacin, los

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    Huari Runa y los Purun Runa, respectivamente, que permanecen por ms de dos milaos y que mejoran progresivamente el status social y cultural.

    Finalmente surge una cuarta generacin, la de los Auca Runa que se caracterizan porser guerreros y que incorporan a su dominio, por las armas, amplias extensiones de

    territorio, perdurando su dominio 2100 aos. En esta poca, que Huamn Poma secomplace en resaltar, florece la dinasta de los Pomas y los Huamanes, y dentro de ellala dinasta de los Yarovilcas, de la que dice descender el cronista. Lo interesante delcaso, como lo seala Porras, es que Huamn Poma traslada o atribuye a los Yarovilcastodas las virtudes y valores de los Incas. Por este motivo dice que "la exaltacin de labondad incomparable de aquella lejana era, en que no haba tributos ni trabajosforzados, es, en el fondo, una cazurra burla del indio yarovilca contra Incas y espaoles".

    A propsito de las cuatro edades o pocas en que Huamn Poma divide el mundoanterior a la poca de los Incas, habra que mencionar como noticia a resaltar que fray

    Buenaventura Salinas y Crdoba tambin establece esas cuatro edades del Per pre-colombino. Buenaventura Salinas, como lo supone el doctor Luis Valcrcel,probablemente conoci la crnica de Huamn Poma cuando trabajaba en el Palaciovirreinal por los aos 1615 y 1616. No era quechuista pero estuvo interesado en loshechos histricos del Per antiguo y conoca a los cronistas Zrate, Gomara, Cieza,Oviedo, Garcilaso a los que cita en su obra Memorial de las Historias del NuevoMundo Piru, impresa en Lima por Gernimo de Contreras en 1630. Lo cierto es queBuenaventura Salinas en el primer discurso de su obra consigna tambin cuatro edadesregidas por capitanes y caudillos: los Huari Viracocha Runa, los Huari Runa, los PurunRuna y los Auca Runa, todos los cuales abarcaron ms de 3 600 aos en el mundo

    primitivo anterior a los Incas. Existe, pues, una rara coincidencia, salvo brevsimasdiscrepancias, entre Huamn Poma y Buenaventura Salinas sobre aquellas lejanasedades que no figuran en otros cronistas.

    En relacin a la etapa milenaria del mundo primitivo habra que agregar tambin algunosconceptos de Porras en los que se refiere a cmo Huamn Poma, "recogi tradicionesorales muy antiguas conservadas en el fondo inmemorial de los pueblos de la serranaandina" las que son "imposibles de comprobar y en las que predomina la esencia poticade los mitos y de los sueos que es fundamentalmente diversa de la lgica histrica" "Lacontribucin de Huamn Poma, dice Porras, es, por esto mismo, muy apreciable para el

    estudio de las pocas pre-histricas del Per. Huamn Poma, tratando de revivir elespritu y los hechos de la poca pre-incaica, que el Inca Garcilaso y otros cronistasdesdearon, puede reclamar, para esta poca, la primaca que aquellos detentan en lasotras, y ser considerado como el Garcilaso de la poca pre-incaica". Agrega, asimismo,"Sin aceptar ntegramente su versin, hay que reconocer que l ha descorrido, en algo,el velo de la ms antigua historia peruana y hallamos que no todo es invencin, por lascoincidencias que sobre estas antiguas edades se encuentran entre muchasafirmaciones de Huamn Poma y referencias hasta ahora aisladas e incomprendidas enlas crnicas de Cristbal de Molina, Cieza, Sarmiento de Gamboa, Santa CruzPachacutic y el padre Cobo. Comparndolas, se pueden restaurar algunos eslabones de

    la perdida cadena histrica. As, Santa Cruz Pachactec habla de los tiempos dePurunpacha, que recuerdan a Purunruna de Huamn Poma, ambos hablan de Tocay

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    Cpac y Pinau Cpac, refirindose ambos a los mismos fondos insondables de latradicin oral".

    A continuacin el estudio de Porras se refiere a la historia incaica en la obra de HuamnPoma, en la cual, dice, "falta, sobre todo, la evolucin gradual del imperio y la

    asimilacin lenta y tenaz de los pueblos sometidos". Y, agrega, "no se percibe a travsde la biografa sumaria de cada Inca, la creciente grandeza del Tahuantinsuyo, lasluchas y rivalidades con las tribus vecinas y los avances y retrocesos hasta el reinadoexpansionista de los ltimos Incas. En la crnica de Huamn Poma no se siente,siquiera, el formidable peligro de la invasin de los Chancas hasta las puertas mismasdel Cuzco". Porras aclara, en esta forma, hechos histricos en los cuales los Incasfueron protagonistas indiscutibles, los que crearon la grandeza del Imperio, a los cualesHuamn Poma olvida o rehye mencionar por su inters en exaltar a los YarovilcasHuanucos, de los que se considera descendiente. No obstante ello, Porras prefieredisculpar al cronista, expresando que lo ocurrido probablemente "proviene de la

    estrechez de la pgina correspondiente a cada Inca, que constrie al cronista aconceder el mismo espacio al reinado de Incas insignificantes, como al de los grandesconquistadores Pachactec o Tpac Yupanqui". Y no slo esto, sino adems, "para elcriterio de Huamn Poma los Incas, como los espaoles, son unos advenedizos y losverdaderos seores de la tierra son los antiguos pobladores Auquiconas y ustaconas".Para confirmar lo dicho, Porras cita frases del propio Huamn Poma en las que elnombre Inga, segn ste, tiene diversos significados segn la forma como es usado o eladitivo quechua al que va unido, as "Ynga no quiere decir Rey cino que ynga aygente vaja como chilque ynga ollero acos ynga enbustero", etc. Otras frases deHuamn Poma inciden en su inocultable aversin a los Incas, particularmente "en contra

    de la figura ms venerada de los Incas, contra el fundador semi-divino del Imperio o seael Inca Manco Cpac". En este sentido, segn Porras, Huamn Poma"colabora con losms acres cronistas toledanos, no slo en la afirmacin de la tirana de los Incas y de losrudos usos guerreros de stos y en la existencia de los sacrificios humanos, sino queagrega otros hbitos brbaros que parangonan las costumbres de los Incas con las delos antiguos imperios orientales." Las citas de Huamn Poma sobre este particular sonmuchas como la de que el capitn Rumiahui mat al infante Illescas y "del pellexo hizotanbor de la cavesa hizo mate de beber chicha y de los guesos antara y de los dientes ymuelas quiro guallca" o sea gorjal de muelas.

    Aparte de esas y otras informaciones que desfiguran la realidad del pueblo incaico,Huamn Poma consigna las que se refieren a leyes y ordenanzas que inciden sobre laorganizacin administrativa, el trabajo, la familia y algunos aspectos ms en el imperioincaico, que Porras no deja de