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Trabajo realizado por alumnos de segundo de Fisioterapia de la Universidad de Valencia
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Trabajo P.A.L. Dedos en garra y en martillo, Hallux valgus,
Síndrome de predislocación de la segunda
articulación metatarsofalángica.
Mª Elena Fernández Canet, Paloma Reolid López, Raquel
Casañ Rodríguez, Adrián Álvarez Castaño
ÍNDICE
1. Dedos en garra 3
1.1. Etiología 3
1.2. Clínica 3
1.3. Tratamiento 4
1.4. Complicaciones 5
2. Dedos en martillo 5
2.1. Etiología 5
2.2. Clínica 6
2.3. Tratamiento 7
2.4. Complicaciones 8
3. Hallux Valgus 9
3.1. Etiología 9
3.2. Anatomía del Hallux Valgus 9
3.3. Clínica 10
3.4. Tratamiento 10
3.5. Complicaciones 12
4. Síndrome predislocación 2ª art. Metatarsofalángica 13
4.1. Etiología 13
4.2. Clínica 14
4.3. Diagnóstico 14
4.4. Tratamiento 15
5. Bibliografía 18
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1.DEDOS EN GARRA
El dedo en garra se asocia al concepto de contractura (o flexión) de una o dos
articulaciones del segundo, tercer, cuarto o quinto (este último el menos frecuente)
dedo del pie. Es decir, consiste en una deformidad de los dedos menores del pie por
una flexión excesiva de las articulaciones proximales y distales de los dedos. Estas
deformidades son generalmente ligeras, pero se van agravando progresivamente con
el paso del tiempo.
1.1 Etiología
Como en muchas de las enfermedades existentes, la herencia es una de las principales
causas del desarrollo de los dedos en garra por lo que es frecuente que sea común
entre distintos miembros familiares. Pero a pesar de ello, la causa más frecuente es el
desequilibrio en la musculatura digital y/o tendinosa causada por una alteración
biomecánica del pie (ya sea cavo o plano), así como por las enfermedades
autoinmunes como la artritis reumatoide que pueden producir deformidades en los
dedos menores o el juanete (hallux valgus). Además, el uso de zapatos apretados que
no se adaptan a la forma del pie y tacones también pueden incentivar su aparición,
como por ejemplo si el dedo del pie es demasiado largo y queda flexionado en un
zapato demasiado estrecho de uso habitual.
1.2. Clínica
El principal síntoma que aparece es el dolor y/o irritación, producido por el roce del
dorso del dedo con el calzado (provocando una hiperqueratosis o callo) o al tocar la
punta del dedo con la suela del zapato debido a que la articulación está afectada.
También conlleva la aparición de callos (duros o blandos) en la parte superior, en el
lateral, entre los dedos o en el extremo del dedo como consecuencia del frotamiento
continuo del pie contra el zapato; al igual que las durezas (otro tipo de acumulación de
piel) bajo el dedo o bajo el pie. Estos dos últimos casos favorecen el incremento de
dolor, pudiendo llegar a producirse heridas abiertas a nivel de los callos
desencadenando una infección.
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1.3. Tratamiento
El primer factor que se debe tener en cuenta es que, debido a la naturaleza evolutiva
de los dedos en garra, es conveniente acudir rápidamente a consulta para obtener
mejores resultados, ya que, sin intervención (del tipo que sea) los dedos en garra no se
pueden reducir por sí mismos.
En los primeros estadios, los dedos en garra son flexibles, las deformidades son leves,
no evolutivas y no dolorosas por lo que generalmente no es necesario intervenir de
manera quirúrgica ya que se reducir empleando plantilla o haciendo procedimientos
que solo involucren tendones y cápsula articular. Por lo contrario, si las deformidades
son evolutivas y dolorosas, pueden hacerse más rígidas y es necesario realizar cortes a
nivel del hueso (osteotomía), es decir, se aconseja recurrir a las soluciones quirúrgicas.
En cuanto a las soluciones no quirúrgicas, existen varios tratamientos posibles que
dependerán, principalmente, de la gravedad del dedo en garra que padezca el paciente
al igual que de otros factores. Entre ellos podemos destacar la protección de callos y
durezas, así como la ablación de los mismos; también es productivo el cambio de
calzado o las plantillas ortopédicas. Aun así, a pesar de que estos tratamientos
proporcionen un alivio temporal, no logran tratar las modificaciones mecánicas del pie
que son la causa de los dedos en garra.
Por ello, cuando las deformaciones son demasiado importantes y el dedo en garra se
vuelve rígido, es necesario recurrir al tratamiento quirúrgico para aliviar
definitivamente el dolor y la incomodidad causada por la deformación. Ésta práctica
se adapta siempre a las necesidades del paciente y tiene en cuenta aspectos como el
tipo de calzado utilizado, el número de dedos deformados, el estado de desgaste, la
edad, el nivel de actividad y la gravedad de las deformaciones. La técnica empleada es
la artrodesis, reservada generalmente para los dedos con excesiva rigidez o en casos
complejos como la afectación de varias articulaciones o dedos. Implica la fusión de una
pequeña articulación del dedo del pie con el objetivo de enderezarla. Para ello se
requiere la estabilización de la articulación mediante una varilla, un tornillo o mediante
un pequeño implante interno. Esta técnica es especialmente fiable y reproducible pues
permite reducir considerablemente el dolor y el edema que a menudo se relacionan
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con otras intervenciones. Además, presenta excelentes resultados funcionales, puesto
que permite proteger la deformación de otras articulaciones del pie.
Este tipo de tratamiento, y sobre todo cuando la deformidad es grave, suele requerir
acciones suplementarias como puede ser la supresión de un trozo de piel, pequeñas
transferencias tendinosas, la elongación del tendón o músculo o el reequilibrado de las
articulaciones colindantes. Además, los pacientes que presentan dedos en garra, a
menudo suelen presentar un juanete en el dedo pulgar del pie (hallux valgus) u otras
deformidades que son corregidas todas ellas al mismo tiempo en la intervención.
El periodo de recuperación varía según el número de dedos en garra afectados y las
otras deformidades adjuntas.
1.4. Complicaciones
Los dedos en garra conllevan una flexión anormal que pueden crear una presión sobre
el pie al usar zapatos, causando problemas de calzado y dolor. Además, tras la
operación, se pueden producir infecciones y un aumento del proceso inflamatorio
afectando así a la recuperación y provocando una posible desviación de la corrección
obtenida previamente.
2. Dedos en martillo
El dedo martillo es una contractura o flexión de una o ambas articulaciones del
segundo, tercero, cuarto o quinto dedo del pie, aunque por lo general afecta más al
segundo dedo. Esta flexión anormal puede producir presión sobre el dedo durante el
uso de calzado, causando el desarrollo de algunos problemas.
2.1. Etiología
El dedo en martillo se produce cuando los tendones del músculo extensor de los
dedos se estiran o desgarran a la altura de la articulación distal de los dedos.
La causa más frecuente es cuando la punta del dedo se somete a una fuerza de
flexión o se golpea con un objeto sólido. Esta lesión provoca que el tendón que se
encuentra detrás de los dedos se desgarre parcial o totalmente y en consecuencia no
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pueda extender completamente la articulación distal. A veces ésta lesión incluye una
pequeña fractura.
Otra causa común del dedo martillo es debida a un desequilibrio entre el músculo y
el tendón. Este desequilibrio, que lleva a la flexión del dedo, es el resultado de cambios
mecánicos (estructurales) en el pie que aparecen en algunas personas a través del
tiempo. Muchas veces empeora por el uso de calzado que no se ajusta
adecuadamente. Un dedo martillo se puede desarrollar cuando un dedo demasiado
largo es forzado a adoptar una posición constreñida debido al uso de un calzado
apretado.
También pueden ser debidos a un factor hereditario.
Se inician como deformidades leves y empeoran progresivamente con el tiempo.
Inicialmente los dedos martillo son flexibles y los síntomas pueden ser tratados con
medidas no invasivas. Pero si no se tratan los dedos martillo se pueden poner más
rígidos y responderán solamente a tratamientos quirúrgicos.
2.2. Clínica
Los síntomas comunes de los dedos martillo incluyen:
Dolor o irritación del dedo afectado con el uso del calzado.
Callos y callosidades (acumulación de piel) en el dedo, entre los dedos o en la
parte lateral del pie. Los callos se crean por la constante fricción contra el
zapato. Pueden ser duros o blandos según su ubicación.
Verrugas plantares (otro tipo de acumulación de piel) debajo de los dedos o en
la base de los mismos.
Inflamación, enrojecimiento o sensación de ardor.
Incapacidad para extender el dedo totalmente.
En los casos más severos de dedos martillo se pueden producir ulceras abiertas.
Aunque los dedos martillo son fácilmente visibles, para llegar a un diagnostico el
medico especialista en pie y tobillo obtendrá un historial completo de sus síntomas y
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examinará su pie. El medico puede intentar reproducir sus síntomas manipulando su
pie y estudiará las contracturas de los dedos, además de solicitar un rayos X para
determinas el grado de las deformidades y evaluar los cambio ocurridos.
El dedo en martillo no sanará solo y generalmente empeorará, ya que es una
deformidad progresiva, por lo que es necesario recibir una atención temprana. Sin
embargo, no todos los casos son iguales, algunos casos empeoran con mayor rapidez
que otros.
2.3. Tratamiento
El tratamiento del dedo en martillo dependerá de la gravedad y la evolución de la
enfermedad. Si los dedos aun no se han vuelto inflexibles, es posible tomar medidas
no quirúrgicas:
Proteger los callos y callosidades con almohadillas, se prefiere comprar las
almohadillas comunes que venden en cualquier farmacia, evite las que vienen
medicadas. Las almohadillas medicadas generalmente no se recomiendan
porque pueden llevar pequeñas cantidades de acido, el cual puede ser dañino.
Cambio de calzado. Evite el calzado con puntera estrecha o de tacones altos.
Este tipo de calzado puede forzar sus dedos contra el frente del zapato.
Dispositivos ortopédicos. La colocación de un dispositivo adaptado en su
zapato, puede ayudar a controlar el desequilibrio músculo/tendón.
Terapia de inyección. A veces se recomiendan inyecciones de corticosteroides
para aliviar el dolor y la inflamación causada por el dedo martillo.
Medicación. Los antiinflamatorios no esteroides como el ibuprofeno, pueden
ayuda a reducir el dolor y la inflamación.
Entablillado/Vendajes. Se pueden entablillar o usar vendajes para alinear los
dedos flexionados.
En algunos casos, cuando el dedo martillo se ha vuelto más rígido y doloroso, o cuando
se ha formado una ulceración abierta, es necesaria la cirugía.
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Al seleccionar el procedimiento o la combinación de procedimientos para su caso
particular, el médico de pie y tobillo tomará en consideración el alcance de su
deformidad, el número de los dedos involucrados, su edad, su nivel de actividad y
otros factores.
El procedimiento quirúrgico utilizado más comúnmente para el dedo en martillo es
la ARTROPLASTIA . Durante este procedimiento el cirujano remueve una pequeña
sección del hueso de la articulación afectada.
Otra opción quirúrgica es la ARTRODESIS, la cual generalmente se reserva para los
casos más graves o los dedos más rígidos, como por ejemplo cuando hay varias
articulaciones o dedos involucrados.
La artrodesis es un procedimiento que involucra la fusión de una pequeña
articulación en el dedo para enderezarlo. Generalmente se usa una aguja o un
pequeño dispositivo de fijación para mantener el dedo en la posición correcta mientras
se curan los huesos.
También es posible que el paciente necesite otros procedimientos, especialmente si
el trastorno del dedo en martillo es severo. Algunos de estos procedimientos son: la
remoción de piel, el alargamiento o balanceo del tendón/músculo, pequeñas
transferencias de tendón o la reubicación de las articulaciones que lo rodean.
Muchas veces los pacientes con dedo en martillo tienen buniones (juanetes) u otras
deformidades que se corrigen al mismo tiempo
La longitud del periodo de recuperación podrá variar, dependiendo del procedimiento
o procedimientos realizados
2.4. Complicaciones
Después de la operación pueden producirse algunos efectos secundarios, como por
ejemplo el dolor y la inflamación del sitio operado.
Si el dolor vuelve rápidamente al pie o se nota en otras zonas, podría ser posible que
la cirugía haya causado algún daño a los nervios en el pie.
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Otras complicaciones de la cirugía del dedo en martillo pueden ser el
entumecimiento, disminución de movimientos, la infección y un dolor de larga
duración.
3. Hallux Valgus
El Hallux valgus es una desviación en valgo del primer dedo en mas de15º de
angulación intermetatarsiano.
3.1.Etiología
La gran mayoría de veces el Hallux valgus es una patología de tipo congénito
relacionada con un primer metatarsiano más corto que el resto de metatarsianos
(index minus) y un primer dedo largo (dedo egipcio). No obstante el uso inadecuado de
calzado, principalmente tacones de tacón alto y puntera estrecha favorece también la
aparición de esta patología.
3.2. Anatomía del Hallux Valgus
Respecto al primer metatarsiano observamos la prominencia ósea (cabeza
metatarsiana) que sobresale en la parte medial del pie junto a su acortamiento
respecto al resto de huesos metatarsianos (index minus) junto a un primer dedo largo
(pie egipcio). Los sesamoideos no presentan luxación alguna ya que es el metatarsiano
el que se luxa.
En lo que concierne a la articulación cuneometatarsiana observamos que en las
proyecciones radiológicas hay dos tipos de carillas articulares: una curvada y otra
recta. En la curvada se ha observado que es más fácil corregir el ángulo entre el primer
y segundo metatarsiano. No obstante la forma que observaremos de la carilla articular
dependerá en gran medida de como se realice la proyección radiológica.
En lo referente a los ángulos diremos que si el ángulo intermetatarsiano es superior a
9º se considerará patológico. Al igual que si el ángulo metatarsofalángico es superior a
15º. Además nos fijaremos también en los ángulos PASA y DASA. El ángulo PASA nos
relaciona la carilla articular de la cabeza del primer metatarsiano con la diáfisis del
mismo y se considerará patológica si es superior a 9º mientras que el ángulo DASA nos
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relaciona la carilla articular de la base de la falange proximal del primer dedo con su
eje diafisario y la valoraremos como patológica si es superior a 10º
De igual modo, el músculo abductor favorecerá la posición en valgo del primer dedo y
el extensor y flexor largo participarán en mantener la deformidad ya que su posición se
ha visto alterada al igual que su función. Lo mismo pasará pues con el aductor que se
convertirá en flexor plantar.
Para finalizar diremos que la deformidad del hallux valgus propicia la aparición de
dedos en garra o en martillo por la compresión que padecen, subluxaciones y
luxaciones metatarsofalángicas y juanete de sastre en el quinto dedo (quintus varus)
3.3. Clínica
La principal causa de consulta al profesional de la salud es el dolor. Por ello se han de
realizar una correcta exploración y las pruebas diagnósticas pertinentes con tal de
elaborar un adecuado diagnóstico debido a que el hallux valgus suele ir acompañado
de otras deformaciones en el antepié, como los dedos en martillo o quintus varus.
La deformación que provoca el hallux valgus aumentando la superficie del antepié
provoca en nuestros pacientes dificultad a la hora de calzarse y encontrar calzado
adecuado.
Finalmente nos encontraremos con pacientes que quieran tratarse el hallux valgus por
motivos estéticos a pesar de que pueden no presentar dolor ni limitación funcional.
3.4. Tratamiento
El tratamiento conservador para este tipo de dolencia es poco efectivo. Existen
plantillas para prevenir la evolución del juanete u órtesis nocturnas junto a ejercicios
pero su eficacia es reducida en comparación al tratamiento quirúrgico.
El tratamiento quirúrgico es muy variado y existen diferentes tipos de técnicas
efectivas para cada tipo de situación. El estado del pie del paciente está determinado
por la angulación más o menos exagerada de los ángulos comentados anteriormente.
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El enfoque quirúrgico puede ser a nivel falángico o a nivel metatarsiano.
A nivel falángico se pueden realizar diversos tipos de osteotomías (cortes en el hueso)
,que se estabilizarán con tornillos metálicos o grapas de compresión principalmente,
de los cuales hablaremos de tres:
Por una parte tenemos la osteotomía de acortamiento, indicada para pacientes
sin articulaciones metatarsofalángicas artrósicas y un marcado pie egipcio.
La osteotomía desrotatoria de la falange vendrá indicada en paciente con un
primer dedo en posición de pronación
La osteotomía de Akin que consiste en una osteotomía en forma de cuña en la
base de la falange proximal del primer dedo junto a un agente estabilizador,
principalmente grapas de compresión. Este tipo de osteotomía estará indicado
en casos donde el pie egipcio también sea muy marcado.
A nivel metatarsiano, de nuevo nos encontramos con osteotomías indicadas en casos
donde no haya artrosis de la articulación, el ángulo intermetatarsiano sea moderado
(no más de 16º) y el PASA esté aumentado.
En las osteotomías distales del primer metatarsiano destacamos la técnica de
Austin-Chevron que consiste en realizar una osteotomía en forma de V,
simétrica o asimétrica (principalmente se usa más la segunda). Está indicada
principalmente en casos donde el ángulo intermetatarsianas no es mayor a 16º.
La ventaja de esta técnica es que la gran mayoría de veces no precisa de
elementos fijadores.
Por otra parte, nos encontramos con las osteotomías proximales del primer
metatarsiano, en este caso estará indicadas para pacientes con un ángulo
intermetatarsiano mayor a 16º y un ángulo PASA correcto. La osteotomía en
estos casos se realiza en una zona de hueso esponjoso para evitar problemas
de consolidación por lo que precisará de elementos estabilizadores como
placas o agujas de Kirschner para evitarlo. Cabe añadir que este caso está
contraindicado en pacientes con osteoporosis ya que pueden presentarse
fracturas secundarias debido a la presión que ejercerá el peso de nuestro
cuerpo sobre el pie.
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El abordaje a nivel falángico no excluye el abordaje a nivel metatarsálgico, es decir, se
pueden realizar distintos tipos de técnicas quirúrgicas complementariamente. Además
también se puede realizar cirugía de partes blandas como puede ser la sección del
tendón del abductor o actuar a nivel de la capsula metatarsofalángica para favorecer la
recuperación y evitar la reaparición del hallux valgus en el paciente.
3.5. Complicaciones
Las principales complicaciones surgen a raíz del tratamiento quirúrgico.
En primer lugar nos encontramos con las más comunes: limitación funcional, sección
de nervios periféricos, infecciones ya que el pie es una zona en la que se encuentran
un elevado número de microorganismos y artrosis secundaria.
En las osteotomías a nivel de la cabeza del primer metatarsiano se puede producir una
necrosis de la misma si no se controla y vigila el estado de vascularización del mismo.
Asimismo, en las osteotomías proximales se corre el riesgo de que el callo de
regeneración óseo no llegue a consolidar, dando lugar a una pseudoartrosis o bien
consolide viciosamente desplazándose hacia la parte del dorsal del pie generando
metatarsalgias
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4. Síndrome predislocación de la segunda articulación
metatarsofalángica
El síndrome de predislocación de la segunda articulación metatarsofalángica
constituye uno de los tipos más frecuentes de metatarsalgias mecánicas de los radios
centrales. Se trata de un proceso inflamatorio que afecta a las articulaciones
metatarsofalángicas menores, y puede ser agudo, subagudo o crónico. Esta patología
también recibe el nombre de síndrome del dedo flotante, síndrome de inestabilidad de
la articulación metatarsofalángica menor, dislocación de la articulación
metatarsofalángica del segundo dedo, entre otros.
4.1. Etiología
Etiológicamente, el síndrome se puede desarrollar debido a una causa mecánica o
inflamatoria. O bien también por la propia anatomía y biomecánica del sujeto, pues
aquellas personas que poseen un segundo metatarsiano o falange excesivamente
largos, tendrán una mayor predisposición a desarrollar dicha inestabilidad.
La luxación aparece principalmente a causa de la pérdida progresiva de la competencia
de la placa plantar y de los ligamentos colaterales que estabilizan las articulaciones
durante las fases de propulsión y despegue del talón en la marcha
Estas estructuras se ven afectadas cuando se producen repetidas cargas axiales
compresivas a lo largo del metatarsiano sobre la placa plantar, cuando el pie se
verticaliza con el suelo. Entonces, la luxación aparecerá en cuanto la placa plantar
presente una solución de continuidad, o bien por desinserción de la base, o bien por
una rotura de las partes blandas.
Y esto sucede muy frecuentemente en mujeres, debido al uso de calzado de tacón alto,
que acaba provocando una hiperextensión crónica de las articulaciones
metatarsofalángicas, con la consiguiente elongación y ruptura de las estructuras
plantares.
También se produce una rotura de la placa plantar, por ejemplo, en corredores que
sufren un traumatismo durante la fase de despegue de la marcha, momento en que las
articulaciones metatarsofalángicas se encuentran en hiperextensión.
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Este síndrome también se puede originar por un hallux valgus o incluso las secuelas
que aparecen tras su cirugía, ya que desencadena con frecuencia una inestabilidad
dorsal de la segunda articulación metatarsofalángica.
Finalmente, algunas enfermedades sistémicas inflamatorias, como por ejemplo la
artritis reumatoide, que producen una afectación crónica de la cápsula sinovial,
también pueden dar lugar a la aparición de este síndrome de predislocación de la
segunda articulación metatarsofalángica.
4.2. Clínica
Presenta un cuadro clínico caracterizado por una inflamación inicial aguda (sinovitis) y
un dolor mecánico articular intensificado con la marcha, y localizado a nivel del dorso
del antepie (concretamente sobre la segunda articulación metatarsofalángica).
Además, si el proceso inflamatorio se prolonga en el tiempo, la integridad de la
cápsula, los ligamentos estabilizadores de la articulación y la placa plantar, se verán
comprometidos. Se producirá un aumento de la laxitud de los ligamentos y una
solución de continuidad de la placa plantar, por lo que esa función se perderá. Todo
ello conllevará a una inestabilidad de la segunda articulación metatarsofalángica y a la
deformidad del segundo dedo en sentido medial y que además va acompañada de un
desplazamiento dorsal de la falange proximal (dedo flotante). Es una patología que
suele presentarse en personas de edad media, con mayor incidencia en mujeres.
Durante el desarrollo de la patología, podemos distinguir tres estadios: un estadio
inicial de inestabilidad de la articulación afectada, un segundo estadio en el que
aparece una subluxación o una luxación reductible, y un tercer y último estadio en el
que la lesión ya se ha vuelto irreductible.
4.3. Diagnóstico
Para diagnosticar que efectivamente se trata de un síndrome de predislocación de la
segunda articulación metatarsofalángica realizaremos una radiología dorsoplantar del
antepie en carga, lateral y oblicua. Con ella podremos analizar el espacio articular y la
posición de la base de la falange en sentido dorsal, superpuesto a la cabeza del
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metatarsiano. Será conveniente añadir otros estudios por imágenes como la ecografía,
la resonancia magnética nuclear y la gammagrafía ósea, para valorar el estado del
resto de estructuras de la articulación.
Además, valoraremos el estado de la articulación mediante la realización de una serie
de tests clínicos.
Mediante el test de Thompson y Hamilton (o prueba del cajón anterior), valoraremos
el grado de luxación de la articulación, su estabilidad, y el estado de la placa plantar.
Para ello, mientras que con una mano se inmoviliza la cabeza del metatarso, con la
otra se sujeta la falange proximal y se intenta desplazar sobre la cabeza metatarsal. Si
el desplazamiento supera los 2mm, el resultado será positivo. Esto indica que es
posible que exista una rotura de la placa plantar.
En el test de Kellikian se efectúa un movimiento en flexión dorsal en la zona
retrocapital de los metatarsianos centrales simulando la carga. Si al realizar este
movimiento los dedos se extienden y se corrige la garra digital, el test es positivo. Esta
extensión se debe al mecanismo windlass, que produce la tensión de la fascia plantar
(cuya inserción más distal se localiza en la placa plantar) a nivel de la zona retrocapital
de los metatarsianos.
También es importante realizar la palpación de los puntos dolorosos de la placa plantar
y del dorso de la articulación metatarsofalángica.
4.4. Tratamiento
Una vez se ha diagnosticado la lesión, el tratamiento que aplicaremos dependerá del
estadio en que se encuentre la lesión.
4.4.1. Tratamiento conservador
Inicialmente, en el primer estadio se seguirá un tratamiento conservador, ya que
únicamente existe una inestabilidad de la articulación. Principalmente se hará un
vendaje funcional tipo taping en corbata uniendo el segundo y el tercer dedo, para
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inmovilizar la articulación y disminuir el dolor y la progresión de la deformidad, y evitar
la hiperextensión de la articulación, de manera que la posición quede corregida.
También se tomarán medidas antiinflamatorias como la crioterapia por medio de la
aplicación de hielo sobre la zona. En este caso también es aconsejable modificar el
calzado (teniendo en cuenta la longitud, la anchura y la calidad de la suela), o usar
ortesis plantares cuando el dolor persiste.
En un segundo estadio de evolución de la lesión, cuando aparece una subluxación en la
articulación, además del tratamiento conservador citado anteriormente se le
administrarán antiinflamatorios no esteroideos mediante infiltraciones articulares,
para aliviar el cuadro agudo de dolor. Incluso, si al realizar el test de Kellikian el
resultado es positivo, se coloca una ortesis con una pieza almohadillada metatarsiana
retrocapital para descargar los metatarsianos y corregir la deformidad.
4.4.2. Tratamiento Quirúrgico
Sin embargo, si tras unos tres meses de tratamiento conservador la lesión persiste, o
se encuentra en un estado avanzado, la solución consiste en un tratamiento
quirúrgico. Para ello se tendrá en cuenta la posibilidad o no de reducción de la
luxación, si además se trata de una luxación dorsal o también va acompañada de una
desviación medial o lateral, la presencia de otra patología asociada.
Entre las técnicas utilizadas destacan la técnica de Gilderstone, la osteotomía de Weil
de acortamiento y la osteotomía de Weil medial o lateral con o sin acortamiento.
La primera consiste en la transferencia del tendón del flexor largo de los dedos,
previamente desinsertado y dividido en dos cabos, a ambos lados de la bandeleta
extensora. Ambos cabos se suturan al tendón del extensor largo, manteniendo una
pequeña tensión moderada.
La osteotomía de Weil de acortamiento se practica cuando se ha producido una
luxación dorsal completa, y podrá ser simple o triple, en función de la longitud que se
quiera acortar del metatarsiano.
Finalmente, la osteotomía de Weil medial o lateral con o sin acortamiento se aplicará
en luxaciones que además presenten un desplazamiento en el plano coronal.
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BIBLIOGRAFÍA
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Revista del Pie y Tobillo edición online. Órgano de expresión de la Sociedad
Española de Medicina y Cirugía del Pie y Tobillo. Lizarraga Vielma, R., Rodríguez
Alcalá, K., Moreno Henríquez, J., Viladot Voegeli, A., Viladot Perice, R.
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http://pieytobilloonline.com/december2011/tema-de-actualizacion/126-
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19
Páginas web consultadas:
http://www.dedoengarra.com/queson.php
http://clinicadelpieembajadores.com/garra_martillo.html
http://www.tutraumatologo.com/garra.html
http://www.foothealthfacts.org/ (American Collage of Foot and Aukle Surgeons)