Pasquino sobre los politologos

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Politlogospor Gianfranco PasquinoSi existe alguien que debera tener el mximo cuidado al usar las palabras de la poltica es sin duda el politlogo. La claridad y la limpieza conceptual constituyen el primer y ms importante principio de su deontologa profesional. La manipulacin de las palabras debe dejarse a los polticos, la desmitificacin a los politlogos. Entre unos y otros, empero, se contraponen los ambiciosos comentaristas de la poltica, periodistas de los ms disparatados gneros, e inclusive agudos estudiosos de otras disciplinas que poco o nada tienen que ver con la ciencia poltica y que cotidianamente reciben la distincin de politlogos y no se preocupan de desmentirlo. De hecho, debe decirse que se complacen con arrojo de ello. Si con sta distribucin del apelativo politlogo el anlisis de la poltica en Italia o en el mundo hiciese apreciables avances, no existira ninguna objecin.Por el contrario, los politlogos de los diarios y la radio, de fcil y pronta opinin, regularmente provienen del trash y terminan en el chisme, despreciando o decretando el fin de la privacidad e imaginando escenarios que con la poltica, con su estudio y su comprensin, poco a nada tienen que ver. En sntesis, usurpan el ttulo de politlogo, pero nada tratan de aprender y nada tienen que ensear.Aqu no se trata ni de defender la materia, la ciencia poltica, ni de preservar la pureza de una profesin que debera saber hacerlo por s sola gracias a la capacidad y prestigio de sus cultores. Es necesario por lo tanto afianzar algunos puntos en relacin al anlisis de la poltica con el objetivo de hacer un servicio til a aquellos que tienen un genuino inters en comprender un poco ms. Es probable que un buen anlisis de la poltica sirva tambin a un noble objetivo: difundir, acrecentar y fortificar el raro y escaso sentido cvico de los italianos [u otros]. Con ste objetivo parece oportuno empezar desde las ideas de dos de los ms importantes politlogos italianos de la posguerra: Norberto Bobbio y Giovanni Sartori.No propiamente politlogo, e incluso para nada deseoso de ser definido como tal, empero Bobbio decidi, y no por casualidad, escribir las voces Poltica y Ciencia Poltica en el famoso Diccionario de Poltica. Su acercamiento hacia la ciencia poltica fue ambivalente. Reconoci la importancia y la relevancia as como la decrepituddel pensamiento poltico italiano, pero senta que haba algo, en particular en la ciencia poltica de los Estados Unidos, hoy cuantitativamente dominante, que no lo convenca. De manera precisa, Bobbio considera que la ciencia poltica, que nace y prospera en los regmenes democrticos, no era la adecuada para indicar las vas de la transformacin y las soluciones a conseguir. Quiz, en extrema sntesis, la ciencia poltica existente permanecera confinada en un contexto social e ideolgico en el cual prosperara solo una poltica no ideologizada. Dicho por un filsofo de la poltica, igualmente crtico de su disciplina, cuando los filsofos se aventuraban a delinear el mejor de los mundos posibles, y de las ideologas, especialmente del marxismo, su crtica parece un cumplido a la ciencia poltica. En los hechos, Bobbio pone como tarea de la ciencia poltica el de poner bajo anlisis, y eventualmente poner en cuestin, la misma ideologa de la poltica cientfica [] poniendo en relieve sus lmites y las condiciones de su actuar e indicando las eventuales lneas de su desarrollo. Como sea, an cuando la ciencia poltica fuera interpretada de manera un tanto reductiva como la ciencia de y en (incluso tambin de las) democracias (y no necesariamente solo de stas) pacficas, se abra la cuestin del porqu los regmenes totalitarios y autoritarios y, hoy, naturalmente, tambin los regmenes y movimientos fundamentalistas, no se limitan solo a obstaculizarla, sino tambin que traten de derrotarla.El fascismo tuvo una vida relativamente fcil al impedir el desarrollo de la investigacin politolgica italiana, que de su parte, una vez completada la teora de la clase poltica, haba dado ya seales de desaparicin. Por el contrario, el nazismo tuvo que eliminar u obligar al exilio a todos los politlogos existentes en la Repblica de Weimar que, evidentemente y a su modo consideraba un peligro consistente. Obviamente, el marxismo-leninismo, que no es una ciencia de la poltica, ni mucho menos su versin momificada y oficializada que se practicaba en los regmenes comunistas de Europa centro-oriental y en la Unin Sovitica (y ms all como en China y Cuba) no es compatible con la ciencia poltica. Todos stos elementos son hostiles a la ciencia poltica. En un afortunado y breve ensayo, Bobbio se pregunta porqu el marxismo no desarroll una teora del Estado. Escapando de las vagas elaboraciones de los intelectuales comunistas en ese entonces orgnicos a su partido, la respuesta es simple: porque ni siquiera la ms elaborada de las versiones del marxismo logra observar la ciencia de un fenmeno, en ste caso la poltica, porque la trata de destruir.Cuando a mitad de los aos 50s con la publicacin de un libro fundamental, Democracia y definiciones, Giovanni Sartori inicia su actividad como cientfico de la poltica, su respuesta fue al corazn de la manipulacin del lenguaje y de su uso poltico-ideolgico.Responsable de la introduccin del trmino politlogo con el objetivo de contraponerlo verticalmente al trmino de socilogo, Sartori trat de conseguir dos objetivos. El primero, diferenciar clara y convincentemente la ciencia poltica de todas las otras disciplinas que legtimamente se dedican con diversas maneras y mtodos a analizar la poltica: la historia poltica, la filosofa poltica, la sociologa poltica y el derecho, en manera particular, el derecho constitucional. El segundo objetivo fue el de fundar y utilizar la ciencia poltica como un saber aplicable, un conjunto de conocimientos y de cuasi-teoras que no permanecen estancadas y ajenas de la realidad, si no que tratan de explicarla y, en la medida de lo posible y del deseo, cambiarla.Naturalmente cualquier opinin o comentario poltico puede ser plausible, empero, su validez se mide en su capacidad, primero, de explicar los hechos, despus, de prevenirlos, y finalmente, sobre la posibilidad de sugerir posibles lneas de intervencin operativa. Para tener xito, Sartori sostiene que es indispensable recurrir al mtodo comparado. Solo quien conoce las reglas, los procedimientos, las instituciones de una pluralidad de pases, tiene la capacidad de entender las diferencias y similitudes, de valorar las incidencias, de prever las consecuencias y eventualmente proponer la imitacin. Bajo determinadas condiciones, la ingeniera constitucional comparada ofrece significativas oportunidades de conocimientos polticos aplicados. Sartori mismo lo ha convincentemente practicado en su versin crtica de las propuestas y las reformas, en particular, las electorales, que los aventurados hombres de la poltica italiana han desconsideradamente efectuado a partir de 1994.La ciencia poltica aplicada funciona en base a una simple proposicin que delinea la formulacin de teoras probabilsticas. Disponemos de una teora probabilstica cuando tenemos la posibilidad de sostener que cada vez que existen o aparecen las condiciones a, b, y c, es probable que se presenten los fenmenos x, y o z. Las teoras probabilsticas, que son estructuradas como previsiones, pueden ser fcilmente sometidas a verificacin y eventualmente reformuladas.Aqu es necesario subrayar que los comentaristas y los periodistas llamados politlogos no recurren nunca, ni siquiera implcitamente, a explicaciones/previsiones formuladas como relaciones entre condiciones y efectos. Adems, regularmente definen su objeto de manera imprecisa y desarrollan sus consideraciones teniendo como nico referente el caso italiano (o en otras latitudes, slo la realidad de su propio pas) por ejemplo, descubriendo en un modo extrao e inexistente -para el caso italiano- un premier que se basa en la eleccin directa del primer ministro. Estos politlogos permanecen siempre en el recinto domstico de los casos y fenmenos aparentemente excepcionales, sin embargo son provincianos; en ste ejemplo, es cuanto ha sucedido en la mayor parte del anlisis de la transicin de la primera fase de la Repblica italiana a la fase actual iniciada en 1994, obviamente sin ninguna construccin terica.Responsables del deprimente resultado, no fueron los modelos y tecnicismos de los politlogos profesionistas, comenzando por Giovanni Sartori, regularmente acusados de haber excedido las crticas pero nunca haber puesto a prueba las propuestas. Fue memorable la primavera de 1998 cuando DAlema, presidente de las Cmaras, invit a politlogos con el objetivo que hicieran sus enmiendas al texto de reforma electoral aprobado por la comisin. Los politlogos escribieron y sometieron. Pero DAlema no los tom despus en cuenta, y los trabajos de la comisin fracasaron miserablemente. Son los polticos, por el contrario, los responsables, de la mixtura de particularidades e ignorancia politolgica, de las dos leyes electorales, mattarellum (v.) y porcellum (v.) que han signado la hasta ahora incompleta transicin institucional. Cuando la mayora de los politlogos italianos que se dedican al estudio de los sistemas electorales sugeran fuertemente la adopcin de la segunda vuelta electoral tipo francs, los polticos eligieron, primero, un sistema mixto en el que prevalece el sistema de mayora, con una bizarra clusula para la obtencin (ricupero) de escaos proporcionales, adems de una indita representacin proporcional por listas regionales cerradas con un premio de mayora y clusula de acceso al parlamento. La consecuencia ha sido hasta ahora una tremenda desilusin y negatividad prevista por los politlogos profesionales.Casi por todas partes los cientficos de la poltica, europeos y occidentales, no solo politlogos, analizan y critican el funcionamiento de sus instituciones y de sus partidos. Desde hace tiempo -y no debiera sorprender- analizan y critican la Unin Europea, sugiriendo nuevas formas de operacin. Sin embargo, desde hace poco por todas partes se manifiesta una lnea divisoria dentro de la ciencia poltica.De un lado estn aquellos que consideran no solo muy difcil, sino incluso peligroso para la ciencia poltica, tratar de buscar que sus conocimientos sean aplicables. Hay que controlar muchas variables y, en definitiva, se considera que la intervencin operativa corresponda slo a los polticos que manipulan y se equivocan, o que simplemente deben oponerse. En una forma ms precisa, si los cientficos polticos tienen el saber, es decir, el conocimiento abundante, confiable y verificable, los hombres de la poltica tienen el poder. Son ellos quienes deciden que cosas, cmo y cuando aplicar el saber politolgico.Por otro lado se ubican los cientficos polticos que consideran que su trabajo sera trunco si no logra inmiscuirse en al menos sugerir formas de operacin poltica, presentndolas y ofrecindolas en forma transparente no slo a los hombres de la poltica, sino tambin a la opinin pblica y a todos aquellos, dirigentes de partido y a los lderes de las asociaciones y movimientos que quieran aprovecharlas. Si no funcionara la ciencia poltica de sta forma sera una disciplina que vendra a menos en su objetivo, que desde Aristteles a Maquiavelo, y de Tocqueville a nuestros das, de mejorar la poltica y la calidad de los sistemas polticos en la medida de la credibilidad de sus anlisis comparados y sobre la aplicabilidad de sus propuestas.Gianfranco Pasquino. 2010. voz Politologi, en Le parole della politica, Bologna, Il Mulino. pp. 132-137. Trad. Fernando Barrientos en[https://criticacida.wordpress.com/]About these ads

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German Jimenez | octubre 7, 2012 en 2:13 am | Responder Buen artculo.Un enlace interesante para definirlo al menos en el contexto de Espaa es: http://antoniopastorbobadilla.blogspot.com.es/2010/12/politologos.html

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