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PARTICIPACIÓN EN LA CULTURA, CIUDADANÍA Y GÉNERO Marcela Jiménez de la Jara

ParticiPación en la cultura, ciudadanía y género...2 Tras una reflexión introductoria que rela- ciona globalización, exclusión, género y acceso a la cultura, la ponencia alude

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ParticiPación en la cultura, ciudadanía y género

Marcela Jiménez de la Jara

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Tras una reflexión introductoria que rela-ciona globalización, exclusión, género y acceso a la cultura, la ponencia alude

al rol del Tercer Sector en Chile, en el desa-rrollo cultural. (Meller, 2000; Gacitúa, 2000 y Duhart 2006), y al papel activo asumido por el Estado en la materia, solo en los últimos años. La ponencia aventura hipótesis expli-cativas de algunas regularidades empíricas, y en especial, con una perspectiva de género, (CEPAL-UNIFEM, 2006 y CEPAL, 2001), sobre la inclusión de hombres y mujeres en el fe-nómeno cultural en Chile. Una de las hipóte-sis, es que al interior de las bajas tasas de tiempo libre de las mujeres en nuestro país, lo que es una realidad mundial, estas acusarían porcentajes menores de asistencia a museos, a conciertos, al teatro y al cine y que más aun, serían menos asiduas a la lectura que los hombres, lo que paradojalmente, no resultó significativo (MIDEPLAN, CASEN 2006).

Conceptos clave: Participación-cultura- géne-ro-ciudadanía

Marco de referencia.Inclusión-exclu-sión, globalizacióni e inequidad. Su ma-nifestación en el acceso a la cultura. la abstracción dicotómica “inclusión-exclusión”, encontró su origen en el entorno educativo, aplicándose posteriormente a otros ambien-tes y contextos, trascendiendo hacia lo comu-nitario y lo social.ii En cuanto al concepto específico de exclusión, popularizado en Francia y posteriormente en toda Europa para masificarse a nivel mundial y ampliarse a lo largo del tiempo, es consi-derado hoy en día, un término casi universal, dinámico y multifacético.iii

Mucho se ha escrito sobre los inevitables costos sociales de la globalización en la re-gión latinoamericana, aceptándose que uno de los supuestos básicos de este proceso, es que cada vez más naciones pasan a depen-der de condiciones integradas de comunica-ción y del sistema financiero internacional y

de comercio. iv Sin embargo, a pesar de lo auspicioso que podría significar el hecho que la globalización económica, tecnológica y del saber estén llegando hasta los rincones más alejados de nuestro planeta, las cifras nos in-dican que este panorama no beneficia a to-dos los países del mundo. Por el contrario, se están fortaleciendo cada vez más las grandes potencias. Así, por ejemplo, en 1997, Hong Kong exportaba más que toda América Lati-na (excluyendo a México). Por otra parte, el 20% de los países más ricos, se llevaban un 74% de las líneas telefónicas y el 93,3% de las conexiones Internet; esto, en desmedro del 20% de los países más pobres, los cuales aprovechaban solo el 0,2% de las líneas tele-fónicas y de la comunicación virtual.v En este panorama de inequidad y exclusión, nuestro país no ha estado ausente, correspondiéndo-nos recordar que de acuerdo al Coeficiente de Gini, Chile figura entre las naciones más inequitativas. (CEPAL 2004 y 2005).

El investigador Patricio Meller (2000), ya cita-do, menciona una serie de factores asociados a la consolidación y difusión del proceso glo-balizador, aludiendo entre otros, la reducción de los costos de transporte y de la comuni-cación, la revolución tecnológica, la incorpo-ración de los países a la economía mundial, el gran aumento del comercio internacional, la caída del “muro de Berlín” y el fin del bloque socialista. Agrega el autor, que es indudable que se vive mejor en un mundo moderno que en un mundo atrasado. Así, a su juicio, la globalización ha permitido la adquisición de tecnología, el acceso e incorporación de nue-vas ideas, una mayor competencia y eficien-cia y nuevas fuentes de financiamiento. Sin embargo, como ya se ha expresado, estos beneficios no son aprovechados por toda la población. Así, como nos recuerda Meller, “no hay nada gratis”, toda vez que un mundo glo-balizado genera diversos costos a nivel de un país específico. Estos van, desde la existencia de shocks internos por la inserción violenta de elementos ajenos a la propia idiosincrasia,

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con lo que los capitales escapan hacia otras latitudes pagando los trabajadores el costo de estas fugas. Hay también una serie de efec-tos sobre el mercado laboral, radicalizándose la desocupación y el subempleo. Sin embar-go, lo más relevante en materia de conse-cuencias, es el aumento de la tensión social, existiendo una constante dicotomía entre ga-nadores y perdedores, incluidos y excluido, lo que se manifiesta sin duda en nuestro país, en el acceso a la cultura.

Participación en la vida cultural, in-clusión e identidad: A juicio de Meller, el planeta Tierra se está transformando en una aldea global. Así, los países están perdiendo paulatinamente su identidad, encontrándose solos frente al mundo. Señala el autor citado, que en la mayoría de las ciudades del orbe, hay Mac Donalds, Coca-Cola y Whisky, los jóvenes usan blue jeans y los cines exhiben las mismas películas; así, citando a Sorman,vi señala que en el s. XXI estaremos viviendo en un Mac Mundo en el cual predominará la homogeneidad. El proceso de globalización implica entonces, beneficios y costos. En cuanto a los primeros, y como consecuencia de la apertura global a los mercados, se logra la modernización, la que va acompañada de tecnología avanzada, consiguiéndose tam-bién, el acceso a las nuevas ideas que hay el mundo. A juicio de Meller, la mayor compe-tencia conlleva también eficiencia, lográndose para los países en vías de desarrollo, nuevas fuentes de financiamiento. Refiriéndose a Chile en particular, señala que nuestro país ha alcanzado en los últimos años, niveles de inversión sin precedentes. Sin embargo, los costos de este proceso, según la mayoría irre-versible, son también significativos, siendo lo más preocupante la progresiva pérdida de la identidad a nivel mundial. Sobre este tema, se ha relacionado la exclusión con la pérdi-da de identidad cultural, lo que afecta a im-portantes estratos de nuestra sociedad, ma-nifestándose principalmente en la población joven. Al respecto señala Sojo con optimismo

(Gacitúa y otros,2000), que al igual que con el territorio, la globalización crea condiciones para el desarrollo de una cultura universal, pero que al mismo tiempo, genera condicio-nes para el fortalecimiento de las identidades básicas a nivel local.

Al respecto, las mismas fuentes aludidas han teorizado sobre la relación virtuosa entre in-clusión, ciudadanía, participación en la cultura local y recuperación de la identidad. En esta línea, puntualiza un documento del Banco Mundial que si bien es cierto “participación” puede tener significados distintos para dife-rentes personas en instituciones y contextos disímiles, “es un proceso a través del cual los ciudadanos influencian y comparten el control en las iniciativas de desarrollo, en las decisio-nes y recursos que les afectan.”vii. Esto es sin duda aplicable, a lo que a participación en manifestaciones culturales se refiere.

- Hacia una política cultural en Chile. En este contexto general y concientes con lo que hace algunos años se llamara “el apagón cultural”, las entidades gubernamentales en nuestro país han diseñado políticas de estímu-lo, asegurando incluso que con los gobiernos democráticos, se vive hoy en día “una prima-vera de la cultura”.viii Para tales efectos, re-conocieron la necesidad de una institucionali-dad ad hoc, toda vez que hasta la fecha, el rol del Estado en estas materias había sido poco significativo, pudiendo atribuirse los avances, a iniciativas privadas no gubernamentales o a entidades del Tercer Sector. ix

Sobre el particular y en el plano estatal, des-tacan los siguientes hitos:

Aprobación por parte del Congreso Nacional de la Ley de Donaciones Culturales, conocida como “Ley Valdés”: Esta iniciativa fue un im-portante salto cualitativo, toda vez que permi-tió canalizar aportes de los privados con fines de lucro, hacia la cultura y las artes.x

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Constitución de una Comisión Técnica en Asuntos Culturales, cuyo objetivo fue “ela-borar una propuesta para la institucionalidad cultural chilena”xi, labor que concluyó el año 1991.

Creación del Fondo de Desarrollo de las Ar-tes y la Cultura, conocido como FONDART: en 1992 y al interior del Ministerio de Educación con Ricardo Lagos Escobar como ministro, surge esta iniciativa destinada a incentivar la creatividad y estimular el acceso a fondos concursables, tras licitaciones competitivas para el diseño de proyectos.

Encuentro de Políticas Públicas, Legislación y Propuestas Culturales; realizado en Valparaí-so en 1996 y convocado por parlamentarios y gestores culturales de todas las tendencias, este encuentro produjo un documento con 120 propuestas, reiterándose la necesidad de una institucionalidad en la materia.

Creación de una Comisión Asesora Presi-dencial en Asuntos Culturales: El presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, convocó también en 1996, a una nueva comisión de diez y siete expertos a fin de reformular los acuerdos del comité anterior y relevar esta problemática a nivel nacional. El resultado fue la reiteración de la necesidad de crear una institucionalidad en la materia, contribuyendo además con el diseño de una estrategia económica, a fin de asegurar un presupuesto especial para la cul-tura.

Creación del Consejo Nacional de la Cultu-ra. En julio del año 2003 y bajo el mandato del presidente Ricardo Lagos, la Ley 19.891, crea oficialmente esta nueva institucionalidad. Tras la promulgación de este cuerpo legal, se constituyó el Directorio Nacional del Consejo de la Cultura, con su correspondiente Comi-té Consultivo Nacional y Consejos y Comités Consultivos Regionales.

- Principios de la política cultural

-Afirmación de la identidad y la diversi-dad cultural en Chile.

Coincidiendo con lo estipulado en el marco de referencia general en cuanto a la pérdida de identidad como uno de los costos de la glo-balización, señala la fuente citada:

“La identidad cultural del país en un mundo globalizado, supone la afirmación de nues-tros sueños y de nuestra memoria. De allí, entonces, la necesidad de alcanzar como na-ción un cada vez mayor espesor cultural, de modo que en el proceso de globalización, ac-tualmente en marcha, ocupemos la posición de interlocutores culturales y no la de meros receptores de productos venidos de otras la-titudes”.xii

-Libertad de creación y expresión.

Enfatizando los logros del proceso de recom-posición democrática, reitera la declaración aludida:

“La libertad de creación, producción y difu-sión artística y cultural, constituye un derecho fundamental que el Estado reconoce, asegura y promueve tanto en su Constitución Políti-caxiii como en pactos y tratados internaciona-les suscritos por Chile”.xiv

-Participación democrática y autónoma de la ciudadanía, en el desarrollo cultu-ral.

Coherente con el estímulo de los gobiernos democráticos a la asociatividad y la partici-pación ciudadana en todas las dimensiones del acontecer nacional, señala el manifiesto aludido:

“El Estado –garantizando las libertades y el derecho de asociación- estimula y apoya a la sociedad y a las personas, en su manifesta-ción y apreciación artística y cultural”.xv

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-Rol insustituible y deber del Estado.

Si bien es cierto se adhiere a la política de alianzas público-privadas como una expresión del cambio en el paradigma de las políticas sociales, se reconoce sin embargo, que el Es-tado tiene un rol protagónico.

“El papel insustituible del Estado se refiere a la conservación, preservación y difusión del patrimonio cultural, así como a la creación y promoción de las mejores condiciones posi-bles para que las expresiones artísticas y las manifestaciones culturales puedan surgir, di-fundirse y ser apreciadas por el público libre y espontáneamente”.xvi

-Educar para la apreciación de la cultu-ra y la formación del espíritu reflexivo y crítico.

No es casual que la institucionalidad cultural se halla asentado en sus inicios en el sector educación; por el contrario y como bien lo se-ñala la siguiente cita textual del documento en cuestión, educación y cultura, son caras de una misma moneda que se retroalimentan y potencian.

“La finalidad última de la educación es la cultura; de lo contrario, ésta se convierte en un mero adiestramiento. Nuestras carencias educativas constituyen nuestro principal pro-blema cultural. La cultura no es viable sin la educación y ésta no tiene sustancia sin la cultura”.xvii

-Preservación, conservación, difusión del patrimonio cultural y rescate de la memoria.

Nuevamente hay un resguardo a los costos de la globalización en relación a los peligros de esta “aldea global”, que tiende a homoge-neizar y a uniformar las más puras y diversas expresiones de las naciones del mundo.

“El Estado asume la responsabilidad de res-guardar y proteger el patrimonio vivo del país y rescatar la memoria, como un componente esencial de la identidad”.xviii -Igualdad de acceso al arte, los bienes culturales y las tecnologías.

Reconociendo que la exclusión se manifies-ta también en el acceso a la cultura, estos “principios de política” enfatizan la necesaria búsqueda de la equidad, en este ámbito:

“La mayor igualdad de oportunidades a que aspiramos como sociedad es también un prin-cipio orientador en el campo del arte y la cul-tura. Por otra parte, la mayor equidad que anhelamos en la distribución de los bienes disponibles, debe conseguirse no sólo en el reparto de los bienes materiales más básicos, sino también en la de los bienes artísticos y culturales”.xix

-Descentralización de la política cultural y desarrollo cultural equilibrado.

Somos un país disperso en lo geográfico y heterogéneo en lo que se refiere a identida-des locales; el norte, el sur y el centro, así como las minorías étnicas insertas en diver-sas regiones de nuestro territorio, reclaman tratamientos y atenciones especiales, ven-ciendo el tradicional centralismo existente en nuestro país en materia de políticas sociales. Es en este contexto, que la referencia citada señala:

“La descentralización que queremos para el país, debe alcanzar al diseño de políticas culturales, a la ejecución de las mismas, a la evaluación de sus resultados y a los recur-sos de gestión financieros y de infraestructura que el Estado pone al servicio de la cultura, con el propósito de conseguir un desarrollo equitativo y armónico, de todas las regiones del país”.xx

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-Profundización de la inserción en el mundo.

A pesar de nuestra lejanía en términos geo-gráficos, y como ya se ha estipulado, no es-tamos solos en el planeta tierra. Más aún, es-tamos insertos en la región latinoamericana, correspondiéndonos responsabilidades inme-diatas con los países vecinos. Así también, recientes tratados internacionales incentivan a un permanente intercambio no solo de bie-nes materiales susceptibles de negociaciones económicas, sino también de aquellas expre-siones tangibles e intangibles, pertenecientes al mundo de la cultura.

“Chile está en un camino de creciente pro-fundización de su inserción en el mundo. La identidad cultural del país, es un proceso en permanente formación, que se realiza a tra-vés de la afirmación de los valores propios y el diálogo con otras culturas. Los valores uni-versales de la cultura humana, que se expre-san en el arte y la ciencia, deben ser transmi-tidos sin trabas en todos los países del orbe, pues son estas obras los factores educativos fundamentales del progreso y el desarrollo del espíritu del hombre”.xxi

En síntesis, todos estos postulados han sido enfatizados por el actual gobierno, dando luz incluso, a la iniciativa de un Ministerio de la Cultura, la que ha ido aparejada de otras me-didas específicas, como es el incremento de recursos para fondos concursables. Nos refe-rimos al ya mencionado, Fondo de Desarrollo de la Cultura y de las Artes, FONDART, con sus correspondientes categorías, atinentes al libro y la lectura y a las artes escénicas, entre otras. Finalmente y como lo establecía el pro-grama de gobierno de la Presidenta electa, Michelle Bachellet,

“la cultura es un derecho de todos los chile-nos, por lo que se debería garantizar su ejer-cicio en todos los rincones del país”xxii.

En este contexto, propugnaba la necesidad de avanzar hacia una política de Estado, que trascendiera el gobierno de turno y que le die-ra continuidad a las iniciativas de fomento, de las diversas manifestaciones culturalesxxiii. Se trataba de poner este bien inmaterial, al alcance de todos los chilenos.

Tras esta recapitulación, podría asegurarse entonces para cerrar esta sección, que efec-tivamente en la década de los noventa y en los inicios de este nuevo siglo, se ha vivido lo que los estudiosos han denominado, una “primavera cultural”, aceptando sin embargo, que existen aun, muchas “asignaturas pen-dientes”.

-¿Crisis de la lectura? Codificando una política nacional del libro.

De especial interés fue el diagnóstico que elaborara la Fundación Chile XXI, sobre esta delicada temática; así, lamentándose por el retroceso vivido al interior de la industria del libro a partir de 1997 y por la fuerte caía vi-vida el 2003 y el 2004, un grupo de expertos atribuía este síndrome, a los siguientes facto-res estructurales:

“Niveles pobrísimos de comprensión de lectu-ra en la población.

Debilidad financiera en casi todas las etapas de la cadena de valor de la industria del li-bro.Insuficiencias en las instituciones públicas y privadas ligadas al libro.Ausencia de una política de compras signifi-cativa de libros chilenos por parte de biblio-tecas.Invisibilidad del libro en los medios de comu-nicación.Hábito masivo e inveterado de reprografía (fotocopia), en universidades, colegios, e ins-tituciones privadas y públicas y piratería.Alto impuesto al valor agregado al libro.

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Fuerte concentración de la industria del libro de lengua castellana en España.”xxiv

Sin embargo, esta cruda situación era atri-buida por los expertos, a “la ausencia de una política nacional del libro y la lectura”,xxv lo que se debía a la falta de comprensión de los principales actores sociales, sobre el rol estratégico del libro, principal “soporte del co-nocimiento”.xxvi Sindicado como uno de los “agentes transmisores de lengua materna”, abogan por la necesidad de metodologías pe-dagógicas que mejoren los niveles de com-prensión de lectura, así como, por el diseño de estrategias para fortalecer los hábitos que pongan el libro y el conocimiento, al alcance de todos.

La necesidad de contar con una sólida indus-tria del libro, es también “denunciada” por la comisión de estudiosos, ya que a su juicio, generaría más riqueza y empleo, culminando su diagnóstico con la “queja” de no contar con una autoridad política “pro libro”. Innovan los expertos en esta materia, sugiriendo una “discriminación positiva” hacia la industria editorial, acuñando propuestas en el ámbito institucional para lo cual sugieren potenciar el Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Así también, piden estimular la creación a través de premios, concursos, perfeccionamiento internacional y subsidios especiales para los autores, sin dejar de lado, el ámbito de la producción y la comercialización. Finalmen-te, propugnan el necesario acceso al libro y la lectura, elevando el valor simbólico que le asignan los ciudadanos, a esta dimensión de la cultura en nuestro país.

El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes,a través de su entidad correspondiente, no se ha hecho esperar, diseñando una política es-pecífica que responda a los requerimientos y demandas de estos y de otros expertos.

Sobre el particular, expresa la ministra del ramo:

“Esta política busca una solución sistémica para elevar los hábitos lectores, aumentar la comprensión y mejorar el desarrollo de nuestra industria editorial, buscando poten-ciar todos los esfuerzos, con el fin de facilitar el acceso a las lecturas; de fomentar la edi-ción, producción y comercialización del libro; de estimular la creación literaria; preservar el patrimonio bibliográfico; proteger el derecho de autor y perfeccionar la legislación cultural”.xxvii

En síntesis, este fue el marco de referencia general que iluminó la investigación que nu-trió esta ponencia, cuyos objetivos fueron los siguientes:

- Objetivos del estudio que alimentó esta ponencia

“Aportar a la elaboración de diagnósticos con una perspectiva de género, sobre el acceso de la población a la cultura en Chile, a fin de clarificar hábitos de consumo cultural de los hogares”.

“Contribuir con el diseño de políticas para la inclusión de la población de Chile a “lo cul-tural”, en un contexto de participación y de derechos ciudadanos”.

- Metodología

Estudio de corte descriptivo. Para elaborar el “marco de referencia” se recurrió al “análi-sis documental”. En el “análisis secundario de información”, tuvieron especial relevancia, las encuestas elaboradas por el Instituto Nacio-nal de Estadística, INE y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Sobre el particular, a juicio de quienes las ejecutaron, “permitieron construir un panorama acabado de la realidad del acceso a los bienes y servicios culturales y de las actividades desarrolladas en el tiempo libre por los chilenos”.xxviii

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Elaborada por el Departamento de Estudios y Documentación del Consejo Nacional de la Cul-tura y las Artes (CNCA) e implementada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), esta medición se llevó a cabo entre los meses de mayo y junio, del año 2005. Formaron parte de la muestra, individuos de 15 años y más de las principales ciudades de doce regiones de nuestro país, excluyéndose en los inicios, la Región Metropolitana, toda vez que esta ya había sido ex-plorada durante el año 2004. Fue entonces a partir de estas dos mediciones, que fue posible elaborar un diagnóstico preliminar sobre esta compleja y relevante dimensión de la vida social del chileno. Junto con entregar un panorama descriptivo general sobre la participación de la población en las distintas manifestaciones del arte y la cultura, este esfuerzo investigativo, in-dagó sobre las variables que se asocian a la inequidad y a la exclusión de importantes estratos de la población nacional, en esta dimensión clave. Otra fuente de información para este análisis secundario, fue la Encuesta de Caracterización Socioeconómica, CASEN; representativa de la población que habita en hogares particulares del país, cuenta con un diseño muestral estratifi-cado por conglomerados y probabilístico. La muestra consideró el año 2006, 74.300 viviendas, distribuidas en 335 comunas, se encuestaron 73.720 hogares, 44.854 en la zona urbana y 28.866 en la zona rural, equivalentes a 268.873 personas. Ver www.mideplan.cl

- Referentes empíricos. Acceso a los bienes culturales; la perspectiva de género

Recurriendo a una de las mediciones aludidas, llevada a cabo por el Instituto Nacional de Es-tadísticas, INE y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, constatamos que solo un 34,8%, dice haber asistido al cine.xxix

Cuadro N° 1

Consumo de bienes y servicios culturales

El cine

Asistencia al cine

Fuente: Encuesta Consejo Nacional de la Cultura e INE, 2005.

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Figura N° 1

Consumo de bienes y servicios culturales.

La música

El 94% acostumbra escuchar música

Fuente: Encuesta Consejo Nacional de la Cultura e INE, 2005.

No ocurría lo mismo, con la audición de música, ya que el 94%, expresó que si lo hacía; de ese total, la gran mayoría, se inclinaba por “música popular” (melódica, suave, romántica, rock, corridos mexicanos y rancheras) y solo un 12%, expresó preferencia hacia la docta o clásica. (Ver figura 1).

El tema de la lectura, fue desagregado por género, constatándose que eran las mujeres quienes lo hacían en mayor proporción que los hombres; de ese total, había marcada preferencia hacia las novelas, lo que también era de mayor interés femenino (54,5%), que masculino (37,4%); (ver cuadro 2).

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Cuadro N° 2

Consumo de bienes y servicios culturales

Lectura de libros

Fuente: Encuesta Consejo Nacional de la Cultura e INE, 2005.

En esta línea y a fin de ampliar estos diagnósticos, es que la Encuesta CASEN versión 2006, introdujo un módulo especial en la materia; el objetivo fue, perfeccionar políticas culturales uni-versales, las que se complementarían con iniciativas focalizadas con criterio de equidad, hacia estratos tradicionalmente excluidos, como son los pobres y extremadamente pobres.xxx Los ámbitos abordados, fueron los siguientes:

Participación de la población en manifestaciones culturales relacionadas con artes plásticas y figurativas (visitas a museos o exposiciones de arte, como son pintura, escultura, fotografía).Participación de la población en la “cultura musical” (conciertos, tocatas y/o recitales de música).Participación de la población en la “cultura escénica” (obras de teatro, danza y circo). Participación de la población en la “cultura cinematográfica” (asistencia al cine). Participación de la población en la “cultura escrita” (lectura de libros que no sean textos o ma-nuales de estudio y lecturas de trabajo).

Foco de análisis

El foco del análisis, fue el “consumo cultural”, a través de los indicadores especificados, lo que se relacionó con las variables, sexo (género), nivel de ingresos (quintiles), condición de po-breza (líneas de pobreza), zona, edad (principales grupos de edad; 10-14;15-18, etc……60 y más), escolaridad promedio y otras variable “emergentes” como son el acceso y disponibilidad en el hogar de computador y de Internet y la “biografía” de los entrevistados.

Sobre el particular, se hipotetizó lo siguiente:

-Relación directa entre nivel de ingresos, escolaridad promedio, nivel educacional y nivel edu-cacional alcanzado por los padres y consumo cultural. Este, medido en forma desagregada a través de los diferentes indicadores explicitados. Sin embargo, lo más relevante para los obje-

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tivos de esta ponencia, fue la hipótesis siguiente:

-Mayor “consumo cultural” en el caso de los hombres (enfoque de género).

En relación a la primera dimensión de esta medición, se constató, que de las personas que asis-ten a museos, un 16,4% son mujeres y un 14,9 son hombres. (Ver cuadro 3 y figura 2).xxxi

Cuadro 3

Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha asistido a museos o exposiciones de arte, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

Figura 2

Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha asistido a museos o exposiciones de arte, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

Tal constatación, podría interpretarse, como un menor consumo cultural entre los hombres que entre las mujeres, toda vez que el porcentaje de mujeres que asiste a museos o exposiciones de arte, es, 1,5 puntos porcentuales, mayor que el de los hombres.

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Cuadro 4

Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha asistido a tocatas y/o recitales de música, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

Figura 3

Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha asistido a tocatas y/o recitales de música, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

Algo semejante ocurrió con la asistencia a tocatas o recitales de música, ya que el porcenta-je de mujeres que asistía a esas manifestaciones culturales, era levemente superior al de los hombres. (Ver figura 3).

Cuadro 5

Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha asistido a obras de teatro y/o danza, circo, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

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Figura 4

Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha asistido a obras de teatro y/o danza, circo, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

En lo que se refiere a obras de teatro o danza circo, la diferencia entre géneros es mayor, toda vez que en el caso de las mujeres, este porcentaje supera al de los hombres, en 2,2 puntos porcentuales. (Ver figura 4).

Cuadro 6Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha asistido al cine, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

Figura 5

Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha asistido al cine, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

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Sin embargo, la diferencia entre hombres y mujeres en lo que se refiere a “asistencia al cine” es menor, aunque siempre las preferencias se inclinan positivamente, en el caso de las mujeres. (Ver figura 5).

Cuadro 7Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha leído libros, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

Figura 6

Población de 10 años o más, que en los últimos 12 meses ha leído libros, por sexo

Fuente: División Social MIDEPLAN en base a Encuesta Casen 2006.

Refiriéndonos ahora a la lectura de libros, el porcentaje de mujeres que ha leído en los últimos 12 meses, es claramente mayor que el porcentaje de hombres. (Ver figura 6), lo que coincide con la información ya aludida, aportada por el Consejo de la Cultura y el INE.

En síntesis, podemos asegurar a manera de conclusión preliminar, que definitivamente, hay mayor “consumo cultural”, entre las mujeres que entre los hombres.

- Conclusiones y proyecciones

Marcos de referencia de los sucesivos gobiernos de la Concertación, han enfatizado y perfeccio-nado orientaciones, que apuntan hacia un enfoque ético político de la acción, con “perspectiva de derechos”, en un contexto de “igualdad de oportunidades”, a fin de “reducir brechas”.xxxii En lo que a cultura se refiere, esto es sin duda relevante, ya que a pesar de la modernización y acceso a beneficios de la globalización de importantes segmentos de la población, se mantie-nen aun sectores excluidos e indudables brechas que requieren de políticas correctivas.

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Aplicando estos puntos de vista al tema de la cultura, correspondería en un “marco estraté-gico de acción”, tener en cuenta entre otras, las siguientes directrices:

Modernización y mejoramiento de la gestión en materia de cultura.Sensibilización, promoción y difusión de una perspectiva en las instituciones públicas y en las entidades privadas, en cuanto a que la cultura es un derecho y no un privilegio de las elites.Revisión y actualización de la oferta pública de programas y servicios sociales, encamina-dos a la diseminación de la cultura.Elaboración de indicadores para la identifi-cación de brechas, en materia de “consumo cultural”.

En relación a esto último, al igual que en sec-tores tradicionales de las políticas sociales, corresponde ahora elaborar estudios origi-nales que identifiquen problemáticas emer-gentes, a fin de proponer nuevas formas de intervención y rediseño de políticas cultura-les más acordes con el nuevo contexto, en un enfoque de derechos. Es lo que debería considerarse para asumir los diagnósticos so-ciales relacionados con el acceso a este bien inmaterial, de hombres, mujeres, niños y ni-ñas, adultos y adultas mayores.

Por otra parte, de acuerdo con los resultados de las investigaciones empíricas analizadas, puede asegurarse que a pesar de las dificul-tades que las mujeres enfrentan a diario y del “peso de la noche”, gozan de mayor “consu-mo cultural” o “participación en la cultura”, ya que en comparación con los hombres, asisten más a museos y exposiciones de arte, van en mayor proporción a tocatas y/o recitales de música y a obras de teatro o danza y leen más libros que los hombres. En relación a esto último y en referencia a lectura de libros “gratuitos”, superan a la población masculina en 3,9 puntos porcentuales y a lectura de li-bros “pagados”, en 2,8 puntos. Esto último,

es de especial interés, si consideramos lo que se ha denominado “el papel puertas adentro” de las mujeres madres de todos los estratos sociales, el que si bien es cierto, tiene una fuerte impronta socializadora, no coincide con los saberes clásicos que son transmitidos por las instituciones de educacional formal, disminuyendo la posibilidad de acceder a un elemento clave en el proceso de aculturación, que son los libros.

Continuando con esta reflexión coincidimos con lo que se ha denominado “el corral aje-no”, al referirse al ejercicio de las letras por parte de las mujeres; así, incluso las más des-atacadas representantes de las letras latinoa-mericanas, como son Juana Inés de la Cruz y Gabriela Mistral, han debido justificarse fren-te a los hombres para invadir espacios que tradicionalmente les fueron vedados. Nuestra poeta, hablaba de “los mozos, siempre mejor dotados que nosotras”, lo que se asemeja a lo que decía desde la Colonia, Juana Inés de la Cruz:

¿Qué sabemos las mujeres sino filosofía de la cocina?xxxiii

Finalmente y en términos generales, los es-pacios culturales son sin duda escenarios en donde pueden llevarse a cabo procesos par-ticipativos de gran relevancia. Así, más allá de la concepción que visualiza el acceso a la cultura como un mero consumo de un bien inmaterial, es posible considerarlo como un acto de ciudadanía. La idea, es insistir en la creación de una “cultura de calle”, que saque a los ciudadanos y ciudadanas del ámbito privado, para que salgan al espacio público, a experiencias enriquecedoras, seguras y diversas.xxxiv Es lo que ocurre en Europa y que nuestra América Latina tiende a instalar, como una práctica no esporádica, sino formal e institucionalizada.

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i. De gran utilidad para clarificar estos conceptos, han sido los aportes del economista Patricio Meller. Ver del autor entre otras publicaciones, “Beneficios y costos de la globa-lización: perspectivas de un país pequeño” Santiago, Chile, CIEPLAN, 2000. Versiones previas del artículo utilizado en este ensayo, fueron publicadas en Archivos del Presente, Buenos Aires, Año 5, Nª 19, 2000, 83-100.ii. Ver de David Mank, “Inclusión, cambio organizacional, planificación centrada en la persona y apoyos naturales”. Indiana Institute on Disability and Community, Indiana University, 1997.iii. Ver de Udaya Wagle, “Volver a pensar la pobreza: Defi-nición y Mediciones”, Public Policy Program, Universidad de Massachussets, Boston. 2000. Así también, para ampliar la discusión sobre el concepto de exclusión, ver de Gacitúa, Sojo y Davis, “Exclusión Social y Reducción de la Pobreza en América Latina y el Caribe”. FLACSO, C. Rica y Banco Mundial, marzo 2000. Otro referente ineludible de mucha actualidad y alusivo al contexto chileno, es la compilación de Daniel Duhart, “Nuevas exclusiones en la complejidad social contemporánea”, Revista MAD ISSN 0718-0527. Edi-ciones MAD, Universidad de Chile, Santiago, 2006.iv. Es lo que plantea Giovanni Reyes en su ensayo, “Teo-ría de la Globalización: bases fundamentales” Ver Revista Latinoamericana de Desarrollo Humano, PNUD, Boletín N° 27, noviembre 2006.v. Datos compilados por Iván Silva en “Desarrollo económi-co local: condiciones de éxito”. CEPAL, ILPES, presentados en un seminario taller organizado por municipalidades de la zona sur de Santiago, en San Bernardo, Chile, en agosto del año 2000. Sobre el mismo tema y aludiendo a diferen-cias entre ciudadanos blancos, afro descendientes y latinos, Reyes (2006), op.cit., plantea que aun las naciones desarro-lladas, muestran patrones de concentración de la riqueza dentro de sus condiciones internas.vi. Se refiere a la publicación de Guy Sorman, “El mundo es mi tribu”. Editorial Andrés Bello, Santiago, 1997.vii. Ver World Bank, “Review of World Literature”. Rural Poverty Interventions with Local Participation (draft). Was-hington 2003. pp. 2.viii. Ver Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (2005).ix. Se destaca al respecto como relevante, el rol del Sindica-to de Actores de Chile, SIDARTE, la Plataforma Audiovisual, Sociedad Chilena del Derecho de Autor, SCD, la Coalición Chilena por la Diversidad Cultural, la Cámara Chilena del Libro, Editores de Chile, Sociedad de Escritores de Chile, SECH, el Sindicato de Técnicos Cinematográficos de Chile, Pro Danza, etc. Ibid pp.07, cita 2.x. Artículo 8 de la ley 18.985, año 1990. Ibid. pp 08.xi. Consejo Nacional de la Cultura, op. cit. pp. 07.xii. Consejo Nacional de la Cultura, 2005, p. 12.xiii. Constitución Política de la República de Chile, capítulo III, artículo 19, números 12 y 25.xiv. Ibid, p. 12.xv. Ibid, p. 13.xvi. Ibid, p. 13.xvii. Ibid, p. 13.xviii. Ibid, p. 14.xix. Ibid, pp. 14.xx. Ibid. pp. 15xxi. Ibid, p. 15.

xxii. Ver “Estoy Contigo” Programa de Gobierno, Michelle Bachelet, 2006-2010. Santiago, Chile, octubre de 2005. Capítulo, Chile Somos Todos. Pp.103.xxiii. Ibid, pp 103.xxiv. CHILE XXI, 2005. Pp. 132 y 133.xxv. Ibid. Pp. 133.xxvi. Ibid. Pp. 133.xxvii. Ver la Presentación de la ministra Paulina Urrutia de la “Política Nacional del Libro y la Lectura”. Consejo Nacional de la Cultura…..”2006. Pp. 3.xxviii. Ver, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. “Resultados de Consumo Cultural y uso de tiempo libre, 2005”. Resultados Preliminares. Santiago, Chile, pp.1. Ver además, Gobierno de Chile, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Consejo Nacional del Libro y la Lectura “Política Nacional del Libro y la Lectura”.Santiago, Chile, 2006.xxix. Referencias actualizadas y relativas al país de origen de la película, pueden encontrarse en el informe anual 2007 del INE (2008), pp. 16.xxx. El exitoso proyecto de “Orquestas Juveniles”, difundido a lo largo de todo el país, es una muestra de que estas estrategias de masificación de la cultura son posibles. Otro referente, es la llegada de expresiones teatrales gratuitas a las comunas pobres y a los sectores populares durante el mes de enero en Santiago y en otras regiones, gracias a la iniciativa de “Teatro y/o Santiago a Mil”.Esto coincide con las recomendaciones de Manuel Tironi, Profesor del Insti-tuto de Sociología de la Universidad Católica de Santiago, quien aboga por la creación de una “cultura de calle”; (en LA TERCERA REPORTAJES, Domingo 19 de abril de 2009, pp. 31).xxxi. Esta sección formó parte del documento, “Situación de la mujer en Chile con una perspectiva de género”. (MIDE-PLAN, 2006) y fue elaborado con la importante intervención del jefe del Departamento de Estudios, economista Hernán Acuña López y de la sectorialista en cultura, Paula Sierralta.xxxii. Ver MIDEPLAN, División Social, “Perspectiva de Dere-chos. Estrategia de Fortalecimiento de la Política Social para la Década del 2000”. Santiago, diciembre, 2001, páginas 76 a 88.xxxiii. Todas estas reflexiones corresponden a una com-pilación elaborada por Adriana Valdés, bajo el alero de la Unidad Mujer y Desarrollo de CEPAL.xxxiv. Ver la columna del sociólogo Manuel Tironi, ya aludi-da, en LA TERCERA REPORTAJES del domingo 19 de abril de 2009.