Paradojas Del Imaginario Hondureno

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  • 7/26/2019 Paradojas Del Imaginario Hondureno

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    85LAS PARADOJAS DEL IMAGINARIO HONDUREO

    CAPTULO4

    La internalizacin de un imaginario no es arbi-traria, sino que se construye sobre las materias pri-mas de la historia, la geografa, la lengua y las im-genes comunales; elementos necesarios para res-taurar la comunicacin espacial y temporal que per-mite la construccion de la memoria colectiva (Pala-cios 2003). En ese sentido es importante conocer

    la manera en que los hondureos y hondureas ac-tualmente imaginan y representan su sociedad,especialmente cuando el pas, durante las ltimasdcadas, ha experimentado una serie de cambiossocioculturales.

    Al comprender la cultura como un modo de viday un modo de vivir en comunidad (UNESCO 1998),se incluyen los valores y las prcticas de los gruposhumanos, sus saberes, sus tradiciones, tanto comosus respuestas a situaciones nuevas, y las formascomo enriquecen y reinventan su vida en comn.Ms que un conjunto dado de costumbres o de rea-lizaciones intelectuales o artsticas, entonces, la cul-

    tura es ese proceso activo en el que a cada momen-to se recrea la vida social.

    Si bien en la actualidad se acepta la existencia deprcticas y valores que distinguen las relacionessociales en determinados contextos (y que han per-mitido el auge de estudios sobre la cultura de losciudadanos), lo que se encuentra en discusin essu valor explicativo. No hay acuerdo con respecto ala direccin causal que puedan tener los distintoselementos culturales sobre el desarrollo. Al respec-to slo es posible hacer conjeturas fundadas en ra-zones, a sabiendas que las consecuencias con res-pecto al desarrollo pueden ser tan variadas como

    las sociedades y las culturas mismas (Przeworski1998).

    Desde esta perspectiva, el presente captulo abor-da, mediante un estudio de percepcin1, la dimen-sin subjetiva de la cultura a partir de los siguientesaspectos: a) la dinmica del cambio, entendidacomo los procesos de apego a la tradicin y de dis-posicin a la innovacin y la reinvencin; b) la iden-tificacin de los hondureos entre s y con su cul-tura: y, c) las relaciones de convivencia.

    La consideracin en conjunto de las opinionesde los hondureos y hondureas permite visualizarrasgos de un imaginario cultural que se muestra ricotanto en diversidad como en contradicciones, enelementos tanto potencialmente favorables comodesfavorables para el desarrollo humano. El hechoes que los resultados muestran factores para iden-

    tificar la existencia de un sujeto colectivo que sereconoce a s mismo y que potencialmente deberaser capaz de movilizarse por fines compartidos yde beneficio general.

    A pesar de los cambios hacia una sociedadindustrializada y modernizada, los hondureos y lashondureas no han internalizado estos cambiostotalmente, pues las percepciones muestran acti-tudes y valores ms conservadores y tradicionalis-tas que innovadores o de transformacin. Las ten-dencias a la apata, a la pasividad y al conformismopodran obstaculizar los esfuerzos a favor del desa-rrollo humano, pero al mismo tiempo es persuasi-

    va la denuncia de estas actitudes, en cuanto quehace pensar en un llamado enrgico y en un movi-miento en curso al interior de la cultura por supe-rarlas.

    El apego al pasado y a la tradicin pone de ma-nifiesto cierta resistencia a perder lo que se tiene yque se considera valioso, y tiene como corolarioun cierto temor por el futuro que puede desin-centivar los cambios para el desarrollo en la medi-da en que todo cambio encierra un riesgo. El res-peto, la cortesa, la amabilidad, la amistad, la vidafamiliar, son elementos que la poblacin consideraque no deben perderse en la cultura hondurea. Y

    esto lleva a poner un acento en el cuidado de lacohesin social que se traduce en una alta preocu-pacin por los problemas de seguridad del pas,preocupacin que se sobrepone incluso a la mera-mente econmica o de ingreso.

    No obstante los altos niveles de pobreza, existeuna percepcin no tan desfavorable sobre la satis-faccin de las condiciones de vida. Para superar lascondiciones concretas de la pobreza del pas qui-zs se requiera de actitudes ms decididas de re-

    Las paradojas del imaginario

    hondureo

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    chazo de lo negativo (malestar), pero de igual ma-nera esta percepcin implica reflexionar sobre la

    idea de que el bienestar depende no slo de ele-mentos concretos sino de una complacencia conlas condiciones de vida.

    Existe una presencia activa o emergente de nue-vas formas de identidad sociocultural que, sin riva-lizar necesariamente con la de la nacionalidad, po-dran tener un potencial favorable para la amplia-cin de la participacin, para la extensin de losderechos humanos y la democratizacin. Son lasidentidades de los pueblos indgenas y negros de

    Honduras, las identidades de las mujeres y de lospobres, las identidades que revitalizan lo local y lasdiversas identidades religiosas. Estas son identida-des que contradicen para bien la creencia en unasociedad armnica y homognea, en la medida enque ponen de manifiesto diferencias, relacionesdesiguales o confrontaciones, pero que al hacerloindican rumbos de conciliacin y superacin.

    Las relaciones de convivencia entre la poblacinhondurea estan mediadas por una serie de facto-res tales como la desconfianza y las discriminacio-nes. Como se ha mostrado en varios estudios,2laspersonas en su mayora manifiestan bajos nivelesde confianza y de solidaridad para solucionar losproblemas de la comunidad. En cuanto a la discri-minacin, la ms percibida es la que se da por lacondicin de pobreza u origen social.

    En este captulo se estudia las percepciones so-bre el cambio cultural, la identidad y la convivenciade los hondureos; lo que lleva implcito la consi-deracin de una serie de contradicciones, como la

    alta estima que se le tiene a las relacionesinterpersonales contrastada con los bajos nivelesde confianza interpersonal. A la vez que existe unaenorme desigualdad social y econmica, se apre-cia una gran complacencia y conformismo de loshondureos con los logros hasta ahora alcanzadosen el desarrollo del pas.

    Entre el apego a la tradicin y la

    disposicin al cambio

    Los vnculos entre la cultura y el desarrollopresentan un punto crtico cuando se considera eltradicionalismo de las sociedades. Si bien todas lasculturas cambian y lo hacen permanentemente, losgrados de mayor o menor apego a la tradicin o deresistencia al cambio son variables, y la mayor omenor fortuna con que se conducen esos cambiosincide directamente en la promocin del desarro-llo humano. Por ello resulta importante adentrarseen la subjetividad que deriva de la transformacinde un ethostradicional a un nuevo ethosimpregna-do de los elementos distintivos de la sociedad mo-derna.

    En lo que se refiere a la dinmica cultural, en elpas se muestran percepciones conservadoras almenos en tres mbitos relevantes de las conductassociales: a) en la alta valoracin del pasado y de lastradiciones culturales hacia los que los hondure-os muestran un singular apego; b) en la confor-midad con elstatus quo, que se expresa en nivelessignificativos de satisfaccin con las condicionessociales, an tratndose de un pas calificado entrelos ltimos en desarrollo en el continente; y, c) enla preeminencia de comportamientos pasivos quepueden estar erosionando o disolviendo iniciativasa favor del desarrollo.

    0

    10

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    30

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    50

    ...conservar la mayorade las tradiciones."

    ...cambiar algunastradiciones, manteniendo

    otras."

    ...cambiar casi todas lastradiciones."

    GRFICO 4.1

    Para alcanzar el desarrollo se tiene que....(respuestas en porcentaje)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

    Completamente

    Poco

    Muy

    Nada

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    50

    60

    "Completamente" o "muy"apegados

    "Poco" o "nada" apegados

    GRFICO 4.2

    Para Usted, qu tan apegados son los hondureos a sustradiciones culturales? (respuestas en porcentaje)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

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    Dicotoma en la valoracin de lo

    tradicional

    Para uno de los principales polgrafos de Hon-duras, como lo fuera Rafael Heliodoro Valle, en estepas se ha originado una fuerte tradicin debido asu posicin geogrfica y por las diversas corrienteshumanas (indios, blancos y negros) que han con-fluido en su territorio (Valle 1981:224-228). Actual-

    mente, parece expresarse una cierta actitud crticahacia el pasado y las tradiciones culturales, aunqueestos aspectos tambin son considerados importan-tes para tomar en cuenta en los procesos de desa-rrollo. Como se puede apreciar en el grfico 4.1,para alcanzar el desarrollo, una mayora de los hon-dureos (53.8%) creen que es necesario cambiarparcial o totalmente las tradiciones, aunque unporcentaje significativo (43.3%) expresa que debenconservarse la mayora de stas. Esto puede supo-ner una cierta tensin y un desafo cultural entreuna parte de la poblacin propensa al cambio, yotra ms apegada a las costumbres heredadas.

    Es interesante observar que son ms las perso-nas de tercera edad (63.1%) que opinan que esnecesario cambiar parcial o totalmente las tradicio-nes para alcanzar el desarrollo, mientras que losjvenes son las que menos expresan esta opininde necesidad de cambio (52.0%).

    En lo que se refiere a la percepcin sobre lastradiciones culturales, se encuentra una tensin si-milar a la de la pregunta anterior. Como puede des-tacarse del grfico 4.2, los que consideran que loshondureos son completamente o muy apegadosa sus tradiciones suman un 45.3%, los que conside-ran que son poco apegados totalizan 48.4%, mien-

    tras que los que consideran que son nada apega-dos representan un 5%.

    Sera un desacierto considerar las tensiones ob-servadas en los grficos 4.1 y 4.2 solamente comouna amenaza, ya que mantener una lnea de conti-nuidad con el pasado es tambin una condicinimportante para la construccin y consolidacin deun ethoscultural en funcin del desarrollo.

    A pesar de lo dicotmico de las percepcionesanteriormente presentadas, en algunas conductasse manifiesta una clara predisposicin en los hon-dureos y las hondureas hacia lo tradicional. Cuan-do se les pregunta a los encuestados sobre sus pre-

    ferencias de consumo respeto a comidas, bebidasy entretenimiento, la mayora se inclina por los pro-ductos de tipo tradicional o nacional (vase grfico4.3). Al desagregar los resultados por dominio ur-bano y rural, se observa que es levemente mayor laproporcin de hondureos que prefiere produc-tos nacionales o tradicionales en el rea rural(79.0%), que en la zona urbana (74.7%).

    Las preferencias de consumo se pueden tomarcomo una seal del tradicionalismo, aunque podra

    ser que en la prctica los hondureos y las hondu-reas se inclinaran por los productos extranjeros a

    pesar de que idealmente se censure su consumode acuerdo con la importancia que, al menos en elplano normativo, se otorga al respeto de la tradi-cin.

    Este respeto a la tradicin se puede vincular, dealguna manera, con las valoraciones de la vida en eltranscurso del tiempo, las cuales apuntan hacia unaactitud nostlgica a tono con la frase todo tiempopasado fue mejor, combinada con cierta incerti-dumbre hacia el futuro, propio de una sociedad en

    0 20 40 60 80 100

    Plato tpico

    Pizza, hamburguesa

    Refresco natural

    Gaseosa

    Programa nacional

    Programa extranjero

    Msica en espaol

    Msica en ingls

    Escuchar

    Ver

    Beber

    Comer

    GRFICO 4.3

    La preferencia de productos de tipo tradicional o nacional:De las siguientes opciones, cules prefiere Usted (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

    0

    20

    40

    60

    80

    "La vida era mejor enel pasado para los

    hondureos"

    "La vida es mejor enel presente"

    "La vida ser mejoren el futuro"

    GRFICO 4.4

    Con cul de las siguientes afirmaciones Usted estms de acuerdo? (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

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    transicin. Una mayora de los encuestados (72.4%)considera que la vida era mejor en el pasado paralos hondureos, mientras los dems se dividiencasi equivalentemente entre los que opinan que esmejor el presente y los que opinan que ser me-jor el futuro (vase grfico 4.4).

    En algunas sociedades africanas se encuentranvaloraciones similares del pasado, relacionadas con

    la exaltacin de los ancestros, lo cual ha llevado ahablar de una tirana del tiempo que interponeobstculos a la tarea de prever el futuro (Etounga-Manguelle 2000). En Latinoamrica, observacionesdel mismo tipo sobre la cultura de los pobres en-contraron que prevaleca un escaso sentido de lahistoria y de lo que est ms all de su comunidadinmediata (Lewis 1966).

    Conformismo y status quo

    En el imaginario colectivo hondureo, pareceexistir una cierta complacencia con las condicionesactuales de vida, pese a los marcados rezagos queexisten en el pas en torno al desarrollo. Resultallamativo el fenmeno de un pas en el que, a pesarde presentar un alto nivel de pobreza, sus ciudada-nos no se expresan tan desfavorablemente con res-pecto a su bienestar. En promedio, un 60% de losencuestados se reconocen satisfechos o muy satis-fechos con sus condiciones de vida (vase grfico4.5). La mayor satisfaccin se observa en el aspectode salud (74.5%), seguido por las condiciones de

    vivienda (69.8%) y educacin (61.8%). Los resulta-dos de este estudio, coincidentes con otras investi-gaciones, indican que siguen siendo las condicio-nes relacionadas con seguridad e ingreso que mues-tran menores niveles de satisfaccin (42.3% y 50.7%,respectivamente).

    Esto lleva a hacer al menos las siguientes consi-deraciones: la posibilidad de que la conformidad

    con las condiciones de vida haga que las personasno asuman una responsabilidad proactiva en losprocesos de desarrollo; y, la medicin cuantitativadel desarrollo no se corresponde necesariamentecon las apreciaciones del bienestar que tienen laspersonas.

    En cuanto a la idea de que la complacencia conlas condiciones de vida no es lo ms favorable parael desarrollo, es posible observar que la misma sedesprende de una racionalidad econmica del tipocoste-beneficio. Se asume que cunto ms desfa-

    vorables sean las condiciones de vida, mayor debe-ra ser la inconformidad y consecuentemente ma-

    yor la motivacin para emprender el desarrollo. Alparecer, por los motivos que sean y de acuerdo conla valoracin general de las personas, esta raciona-lidad no es la predominante, lo que podra en efec-to tratarse de un elemento retardatario o desa-celerador del desarrollo. Pero al mismo tiempo, estolleva a considerar la racionalidad implcita en las

    valoraciones hechas por las personas y que pue-den servir para una adecuada gestin de desarro-llo desde, con y para la gente.

    Sin embargo, en cuanto a la incompatibilidadentre los indicadores de pobreza y las percepcio-nes del bienestar de las personas, es oportuno re-

    cordar que se trata de mediciones de asuntos rela-cionados pero distintos. Como seala Amartya Sen,hay que distinguir entre las condiciones de priva-cin, que pueden medirse con referencia aparmetros concretos, y los sentimientos de pri-

    vacin, que dependen de la valoracin que laspersonas tienen de las privaciones (Sen 1992). Eneste caso, el que las personas manifiesten sentirsesatisfechas o muy satisfechas con sus condicionesde vida en un 60% de los casos, contrasta con, porejemplo, las medidas de pobreza basadas en elmtodo deNecesidades Bsicas Insatisfechas, queestablecen que un 64.4% de los hogares hondure-

    os presenta carencias en el acceso adecuado a re-cursos esenciales en cuanto a vivienda, agua pota-ble, saneamiento, educacin o ingreso (INE 2001a).

    Al analizar los resultados del estudio, las asocia-ciones muestran que los hombres se encuentranmenos satisfechos con sus condiciones de educa-cin y de salud que las mujeres, y conforme au-menta la edad menor es el grado de satisfaccincon las condiciones de salud, de educacin, de in-greso y de vivienda. Muy significativo es que las

    20 30 40 50 60 70 80

    Promedio

    Seguridad

    Ingreso

    Educacin

    Vivienda

    Salud

    Satisfecho o muy satisfechoPoco o nada satisfecho

    GRFICO 4.5

    La satisfaccin con las condiciones de vida

    (Proporcin que se siente muy satisfecha o satisfecha,y poco o nada satisfecha con las siguientescondiciones de vida)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

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    correlaciones tambin reflejan que a mayor niveleducativo y de ingreso, mayor la satisfaccin conlas condiciones de educacin, de salud, de ingreso

    y menor su satisfaccin con la seguridad. En cuan-to al lugar de residencia, se observa que las perso-nas que viven en zonas rurales estn ms satisfe-chas con las condiciones de seguridad y de vivien-da que las que viven en las ciudades.

    Desde cierto punto de vista, podra pensarse queel conformismo con sus condiciones de vida resul-ta favorable o funcional en una sociedad con esca-sa capacidad para satisfacer las necesidades de susciudadanos, ya sea por las limitaciones del aparatoproductivo o por las amplias brechas de inequidad

    y desigualdad. Mayores niveles de inconformidadsupondran mayores demandas ciudadanas y, porlo tanto, la exigencia de cambios y transformacinsocial. Este conformismo y complacencia puedenpercibirse como una manera de ser engaosa ocomo una estrategia de sobrevivencia (vase recua-dro 4.1).

    Por otra parte, esta complacencia con la vida quemuestran los hondureos, puede considerarsecomo un fin en si mismo que los esfuerzos por eldesarrollo podran rescatar, incrementar y en todocaso resguardar. Existe, adems, una racionalidadque puede considerarse caracterstica de las socie-dades tradicionales que privilegia los vnculos fa-miliares y las relaciones interpersonales por enci-ma de los intereses econmicos, y que puede re-sultar imprescindible en la tarea de orientar el de-sarrollo en el pas.

    Comportamientos pasivos que

    obstaculizan el desarrollo

    Uno de los elementos que ms destaca en laspercepciones sobre la conducta social de los hon-dureos tiene que ver con la autodefinicin en tor-no a la pasividad en los comportamientos respectoa diversas situaciones de la vida, que a la larga pue-de estar erosionando o disolviendo iniciativas a fa-

    vor del desarrollo.A favor de una consideracin ms ecunime de

    este tipo de valoraciones, generalmente asociadascon la cultura de la pobreza, se ha sealado desdela antropologa que los pobres tienden a responsa-bilizarse de sus penurias y a considerar como con-

    secuencia de faltas individuales (de falta de virtu-des personales) lo que son fenmenos sistmicoscomplejos, como la misma marginacin, que seencuentran relacionados con el conjunto de la di-nmica social. Lo cual supone no perder de vista laresponsabilidad compartida por el gobierno y elresto de la sociedad en lo que se refiere a los es-fuerzos que demanda la superacin de la pobreza(Harris 1990).

    As, llama la atencin el hecho de que existe una

    percepcin generalizada de que los hondureosson conformistas y apticos (73.2%), en contrapo-sicin a ser emprendedores y comprometidos(26.4%). Entre todos, los que ms presentan la opi-nin del conformismo y la apata son las personasde la tercera edad y los de mayores niveles educati-

    vos y de ingreso, mientras que no se refleja ningu-na diferencia significativa por sexo o dominio urba-no-rural. No obstante, tales apreciaciones, aunque

    llaman la atencin acerca de la conciencia que tie-nen los hondureos de que hace falta una mayor yms enrgica disposicin al cambio y la innovacin,no pueden juzgarse sin tomar en consideracin elcontexto de privacin y pobreza en que se produ-cen, que puede llevar a una autoculpabilizacindesmedida.

    Al respecto, los resultados del estudio de per-cepcin sealan que para la mayora de la pobla-cin hondurea la responsabilidad principal por suscondiciones de vida recae en ellos mismos, aun-que al mismo tiempo una proporcin significativade los hondureos estima que la trayectoria de las

    personas en la sociedad est influida por factoresexternos a la accin del sujeto. Como se puede apre-ciar en el grfico 4.6, el 51.8% de los encuestadosopina que los resultados que se obtienen en la vidadependen ms de los esfuerzos propios, respuestaque contrasta con las opiniones referidas a la vo-luntad divina, a la suerte o al destino, que sumanen conjunto un 46.7%.

    La idea de que los hondureos son apticos yconformistas no obsta para que en el imaginario se

    En la Honduras colonial, determinadapor su propia realidad, cuando por casua-lidad se encontraban con cualquier auto-ridad, real o aparente, las mayoras na-cionales se haban inventado y construi-do (como suele suceder con todos los hu-manos pero aqu hacemos uso de nuestropropio modito), maneras de ser enga-osas, lenguajes de doble cara, en dondelo expresado, lo dicho y lo asegurado, co-rresponde poco y muchas veces a nada alo que de verdad se es, se piensa o se quie-re.

    Es el arte de la simulacin o lo que aquse conoce con el nombre del taimadomuy propio de nuestra cultura urbana,lo cual, por lo dems, continua campeandoen numerosos sectores hasta el da de hoy,principalmente en los crculos polticos yburocrticos. En este sentido recuerdo anuestra poeta Clementina Surez, quienpor su manera tan directa y franca de ser(maneras socialmente inaceptadas todava

    El arte de saber hacerse el...

    RECUADRO 4.1

    Fuente: Colaboracin especial de Rafael Murillo Selva 2003.

    y remarco el todava) fue vctima del escar-nio en ciertos sectores de la sociedad. Ella,con el fin de darnos un protector consejo,hace apenas 20 aos nos deca: cudate yaprndete bien esto: aqu [se refera a Te-gucigalpa], para triunfar hay que cono-cer el arte de saber hacerse el pendejo.

    Quizs eso, lo de saber hacerse, fue loque don Juan de Tornos, gobernador in-tendente en 1816, no supo comprender alno captar sino lo aparente, ya que en loreal se encontraba tambin el otro, esdecir aquel que con una energa que ennada se pareca al ocio, ni a la docili-dad, ni a la desidia, pocos aos despusal de su diagnstico estara guerreando,con pocas pausas, por ms de cien san-grientos aos. Aos cruentos que, comoel de ciertos pasajes del lenguaje, para lamayora de la poblacin desembocaron enla nada. Ese momento fue, por as decir-lo, el cimarronaje desatado en una de susformas civilizadas.

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    crea que la responsabilidad principal para salir ade-

    lante en la vida corresponde al propio sujeto, loque presenta una potencialidad para el desarrolloen la medida en que se concibe que ste dependede las capacidades de las personas: De acuerdocon la nocin de desarrollo de la libertad real, po-demos caracterizar la expansin de la capacidadhumana como la caracterstica central del desarro-llo. La capacidad de una persona es un conceptocon races decididamente Aristotlicas. La capaci-dad se refiere a las combinaciones de distintos fun-

    cionamientos entre los que una persona puede ele-gir. De esta manera, la nocin de capacidad es bsi-camente un concepto de libertad, o sea, la gamade opciones que una persona tiene para decidir laclase de vida que quiere llevar (Sen S. A.).

    La percepcin de que los resultados en la vidadependen de los esfuerzos propios, se vincula demanera directa con la opinin mayoritaria de un

    66.2% de los encuestados que expresa que los hon-dureos son personas trabajadoras. No obstante,de esta opinin favorable, el 79% afirma que lostrabajadores hondureos rinden ms cuando la vi-gilancia y los controles son mayores. En este sen-tido, es preciso contextualizar las consideracionesdel imaginario en cuanto a la apata y a la poca dis-posicin emprendedora de los hondureos, en elmarco de una sociedad que requiere garantizar ydesarrollar los estmulos para el trabajo y para lasiniciativas tanto individuales como colectivas. Estoen lugar de atribuir dichos problemas simplemen-te a las personas, bajo el supuesto de que los po-

    bres son en todo responsables de su pobreza.A pesar de las actitudes sealadas, los hondure-

    os prefieren el trabajo por cuenta propia (79.6%),antes que el trabajo asalariado (11.8%) o coopera-tivo (7.8%). Esto presenta un desafo en cuanto alsentido del trabajo, siendo que aunque la preferen-cia es de trabajar por cuenta propia, las personastienden a considerar que los hondureos rindenms bajo control y que no manifiestan un esprituemprendedor.

    Uno de los temas relevantes del trabajo es elsentido que las personas dan al mismo. As, en lassociedades tradicionales el trabajo se legitimiza por

    un carcter de ofrenda ritual, mientras que en lasociedad moderna el trabajo adquiere su sentidocon relacin al ahorro, y en las sociedadesposmodernas se vincula principalmente con el con-sumo (Cousio y Valenzuela 1994:102-113). En elcaso de Honduras, al menos de lo que se deriva delas percepciones, el uso del ingreso y del dineroque en caso hipottico les sobrara a las personas,estara ms orientado al ahorro que al consumo. El51.8% de los encuestados considera que optara porahorrar o guardar el dinero, un 22.9% preferira in-

    vertirlo, el 15.9% se comprara algo que le gustasey un 8.7% lo donara a alguien que lo necesitase

    (vase grfico 4.7).La economa hondurea se ha distinguido en los

    ltimos aos por sus altos niveles de ahorro encomparacin con varios pases de Amrica Latina,pero esto ha sido a nivel del pas. A nivel individualel ahorro sigue siendo muy bajo, lo cual significaque aunque se valore positivamente el ahorro estono corresponde con las prcticas efectivas de loshondureos. No obstante, los datos de la encuestaigualmente ponen de manifiesto el valor normati-

    GRFICO 4.6

    De qu cree que dependen ms los resultados que unoobtiene en la vida? (Respuesta en porcentajes)

    Fuente: Elaboracin propia con base en l a Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

    0 10 20 30 40 50

    Tenerlo guardado (en

    su casa, oficina, cajafuerte)

    Donarlo o ayudar a

    alguien que lo necesita

    Comprar algo que le

    gusta

    Invertirlo en algnnegocio

    Ahorrarlo en un Banco,

    Cooperativa, etc.

    GRFICO 4.7

    Preferencias de uso de dinero en el caso de que sobrara dinerodespus de cubrir sus necesidades bsicas (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    60

    70

    Los esfuerzospropios

    La voluntaddivina

    La suerte El destino

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    vo que tiene en la cultura la previsin del futuro.En este sentido, las respuestas apuntan a que secensura idealmente el consumismo y la gratifica-cin inmediata, lo cual puede ser coherente conlas tendencias conservadoras de la cultura, en lamedida en que encierra un cierto temor al futuroque se considera riesgoso, y con una cautela frentea la incertidumbre que plantean los cambios.

    Una cultura comn, una identidad

    formal

    La identidad, como fuente de sentido y expe-riencia para la gente, es un proceso de construc-cin con respecto a uno o ms atributos culturalesque son interiorizados por los individuos (vaserecuadro 4.2). Las personas nacen en el seno deuna cultura que determina la manera en como se

    ven y se organizan entre si, en relacin con otros yla naturaleza (Palacios 2003).

    La existencia de una cultura comn favorece los

    lazos de solidaridad entre los miembros de unacomunidad y les permite asumirse como parte deun grupo; en ese sentido, la vivencia de una cultu-ra entraa emocionalmente ciertos smbolos, valo-res, creencias y costumbres que interiorizan y con-ciben como parte de si mismos, en el contexto deuna experiencia socialmente compartida (Palacios2003): La carga emocional que los individuos de-positan en su territorio, lengua, smbolos y creen-cias a travs del proceso de su identidad, facilita ladifusin del nacionalismo. El nacionalismo emanade esta adhesin emocional bsica a la tierra y a lacultura propia (Guibernau citado por Palacios

    2003:17).

    Una representacion formal de la cultura

    La representacin de una cultura comn en laspercepciones de los hondureos y las hondureasse puede identificar en algunos elementos tangi-bles: un 26.9% de los encuestados liga su idea delpas a los smbolos patrios como son por ejemplola bandera, el himno y el escudo: el 24.5% hace re-ferencia a las ruinas de Copn; y, un 12.7% a la se-leccin de ftbol. Seguidamente, se relaciona tam-bin a Honduras con la comida y bebida tpica, la

    virgen de Suyapa, y los hroes nacionales (vase el

    grfico 4.8). Es interesante subrayar que los aspec-tos culturales con los cuales se relaciona ms la ideadel pas responden al imaginario moderno que seha tratado de construir desde el Estado a partir definales del siglo XIX hasta el presente, y no tantocon los elementos que surgen de las propias for-mas de vida o de las prcticas cotidianas.

    La existencia de estos aspectos de una culturacomn se ve reforzada por una percepcin de cier-ta uniformidad entre la poblacin hondurea. La

    gran mayora de los encuestados, un 85%, se sientenada o poco diferente de los dems hondure-os y hondureas, lo que a priorihace suponerque existen condiciones favorables para facilitar lacohesin social. Sin embargo, el que prevalezca la

    Las investigaciones sobre patrones cul-turales en sociedades estatales se remitena las ideas de un ethossocietal o de uncarcter nacional planteadas porantroplogos como Bateson (1972) yBenedict (1974, 1987) respectivamente so-bre la base de la observacin de que exis-ten actitudes y emociones configuradasdistintivamente por los grupos humanosque influyen en las formas de pensar y deconducirse de una sociedad. Wallace(1961), en la dcada de 1960, desarrollmodelos estadsticos para plantear rasgosdel carcter social con base en distribucio-nes de frecuencia. La evidencia de que lasculturas de las sociedades no pueden en-tenderse como conjuntos coherentes y or-gnicos, semejantes en su unidad a la per-sonalidad humana individual, y la consta-tacin prctica del carcter problemticoy contradictorio de las culturas que coexis-ten bajo los lmites polticos y las ideolo-gas de nacin de los estados modernos,

    llev a replantear este tipo de investiga-ciones dentro de alcances ms limitados.

    En esa misma dcada, Geertz demos-tr la existencia de tensiones entre los ele-

    RECUADRO 4.2

    Estudios sobre cultura y desarrollo

    Fuente: Elaboracin propia con base en Almond y Verba 1964, Barfield 2000, Bateson 1972, Benedict1974, 1987, Geertz 2000, Przeworski 1998, UNESCO 1998, Wallace 1961.

    0 10 20 30

    Otros

    El hroe Lempira ogeneral Morazn

    La Vrgen de Suyapa

    La tortilla con frijoles

    La seleccin de futbol

    Las ruinas de Copn

    Los smbolos patrios

    GRFICO 4.8

    Identificacin del pas: Cuando Usted piensa en Honduras,qu es lo primero que se le viene a la mente? (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003. NOTA: La categora smbolos patrios incluyen smbolos tales como la bandera, el escudoy el himno. En otros han mencionado, entre otros, el aguardiente, la pobreza, la violencia y las playas.

    mentos tradicionales y los elementos ci-viles (o de soporte de los estados) en lasculturas de los habitantes de una socie-dad, y en lugar de la idea de que los es-tados eran la realizacin de aspiracionesnacionales arraigadas, destac el papelde los programas nacionalistas dirigidosa forjar en los ciudadanos una imagende comunidad nacional necesaria para suestabilidad y legitimacin (Barfield 2000,Geertz 2000).

    En las dcadas siguientes estos estu-dios abandonaron el propsito de carac-terizar una cultura nacional como unidadintegrada y en su lugar se concentraronen la identificacin y estimacin del pa-pel que podan jugar determinadas orien-taciones psicolgicas o de conducta enel desenvolvimiento de una sociedad. Par-ticularmente desarrollados han sido losestudios sobre cultura poltica que arran-caron con los planteamientos de Almondy Verba (1964) que estudiaron los patro-

    nes de orientacin con respecto a temaspolticos que podan influir en el xito oen el fracaso de la democracia en distin-tos pases.

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    8/16

    92 INFORME SOBRE DESARROLLO HUMANO | HONDURAS

    idea de una sociedad en apariencia uniforme nopuede considerarse del todo favorable para el pas.Primero, porque inclina a ignorar la heterogenei-dad de intereses y grupos sociales que en l con-

    vergen; segundo, porque lleva a desconocer la di-versidad de pueblos, lenguas y culturas que convi-ven en el pas; y, tercero, porque la articulacin dediscursos y prcticas identitarias diferenciadas alinterior de una sociedad puede favorecer su dina-mismo.

    La percepcin de una sociedad culturalmente

    homognea se encuentra asociada al hecho de quela mayora de la poblacin (92.8%) se identificacomo mestiza (INE 2001a). Cabe mencionar que enel Censo Nacional de 1988 la pregunta relacionadacon etnicidad tena que ver con el hablar un idio-ma indgena, y solamente 1.2% de la poblacin to-tal del pas respondi afirmativamente, mientrasque en el Censo de 2001 ms del 7% manifest per-tenencia a algn pueblo indgena o negro.3

    En el estudio de percepcin realizado para esteInforme, al consultarse a los distintos pueblos ind-genas y negros se refleja que son los pech los queen mayor medida manifiestan sentirse plenamen-

    te o muy diferentes de los dems hondureos(33.3%), seguidos por los chorts (32.4%), losgarfunas (26.%), los miskitos (21.3%), los negrosingleses (19.6%), los lencas (16.8%), los tawahkas(12.5%) y los tolupanes (10.%). Es muy significati-

    vo observar, sin em barg o, qu e en tre es to sencuestados que se identificaron con un puebloindgena o negro del pas, en promedio el 60%manifest sentirse nada diferente de los dems

    hondureos, lo que quizs podra suponer que lasformas de identidad tnica no estn en contradic-cin o no rivalizan necesariamente con las formasgenerales de identificacin nacional.

    Junto a las formas de identidad tnica existenotros elementos de identificacin social e indivi-dual que llevan a las personas a sentirse diferentesde los dems ciudadanos y que ameritan estudios

    especficos. Los datos muestran que a mayor niveleducativo, mayor la tendencia a diferenciarse delos dems; y que a mayor edad es menor la tenden-cia a sentirse diferente. Quienes ms manifiestansentirse plenamente diferentes son las personascon educacin superior (9.8%), cifra que duplica lade las personas con solamente educacin primaria(4.7%). En el mbito departamental son los resi-dentes de Gracias a Dios los que ms manifiestansentirse plenamente diferentes (17.1%). Por ni-

    vel etario, son las personas de la tercera edad lasque mayoritariamente se perciben como nadadiferentes (79.2%).

    Una de las formas de identidad activa que so-bresale de los resultados del estudio es la que tie-ne que ver con el mbito territorial, la cual superala identificacin con el mbito tnico, religioso,organizacional y de clase social. Un 62.9% conside-ra que la poblacin hondurea se identifica mscon el lugar donde vive (la aldea, el municipio, eldepartamento o la regin) (vese grfico 4.9). Ellugar de nacimiento o procedencia crea vnculosemotivos y ciertas formas de lealtad o apego en laspersonas en la medida en que se considera que atravs de la localidad se establece un lazo con elorigen, los antepasados, la familia o los vecinos y

    paisanos, y que el ambiente y las particulares con-diciones de vida han impreso un sello en la forma-cin del carcter y la personalidad. Particulares es-tilos culturales se asocian, por ejemplo, a los olan-chanos, a los santabarbarenses, a los olanchitenses,a los sampedranos y a los tegucigalpenses, a loscosteos y a los del interior, aunque se requiere demayores investigaciones que arrojen luz sobre elasunto.

    Una forma de identidad relevante en el pas esla que tiene que ver con la Iglesia a la que asistenlas personas. Como se aprecia en el grfico 4.9 staes una de las ms importantes despus de la iden-

    tificacin territorial. Al respecto, el catolicismomuestra predominancia (60.3%), a la vez que seobserva una identificacin significativa con las igle-sias evanglicas (31.1%). Llama la atencin el 7.4%que no se identifica con ninguna institucin eclesial.Con ello se refleja que la sociedad hondurea viveun proceso orientado hacia el pluralismo y la diver-sidad de opciones religiosas y culturales como unanueva tendencia en el siglo XXI.

    Su origen tnico

    Su iglesia

    El lugar dondeviven

    en que participa

    Su estrato socioeconmico

    Las organizaciones

    GRFICO 4.9

    Identificacin personal: proporcin de los encuestados quepiensa que los hondureos y las hondureas se identifican

    ms con las siguientes opciones (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

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    9/16

    93LAS PARADOJAS DEL IMAGINARIO HONDUREO

    Muy significativo es que la mayora de la pobla-cin manifiesta asistir con alta frecuencia a la Igle-sia adems de las celebraciones y ritos religiososextraordinarios. Los que manifestaron asistir casi adiario o semanalmente suman 48.3%, mientras quelos que dijeron asistir mensualmente o algunas ve-ces al ao suman 44.1% (vase grfico 4.10). En estesentido puede decirse que se ha diversificado el

    panorama confesional, y que la poblacin del pasasiste regularmente a los servicios y ceremoniasreligiosas.

    En pases en los que la iglesia ha sido un actorsociopoltico, como es el caso Honduras, su papelen la promocin del desarrollo humano es impor-tante. Como lo muestran los estudios de percep-cin en Honduras, los niveles de confianza en laiglesia superan a los que se depositan en las institu-ciones pblicas y privadas (Corp. Latinobarmetro2002, Seligson 2001, PNUD 2002b). Esta confianzase ratifica con la alta valoracin que la poblacinhondurea otorga a lo que opinan los lderes reli-

    giosos. El 57.5% de los encuestados piensa que laopinin de un lder religioso es ms importante quela de un lder poltico, social o la que se expresa enlos medios de comunicacin (vase grfico 4.11).

    Una manera diversa de ser:

    conformistas, pero trabajadores

    El campo de los valores, igual que el de las creen-cias y de las prcticas, esta intrnsicamente ligado ala cultura. En este estudio se presenta las percep-ciones de los hondureos y las hondureas rela-cionadas con la responsabilidad en la conservacinde los valores, la transformacin de los mismos y la

    caracterizacin del pueblo hondureo conforme asu modo de ser.

    Una pregunta relevante por su conexin con lasvaloraciones y con las formas de representacin delas propias conductas, fue la que se formul a losencuestados sobre las caractersticas que distin-guan el modo de ser de los hondureos y las hon-dureas. Se trat de una pregunta abierta que de-

    volvi una amplia diversidad de respuestas en con-sonancia con las mltiples opiniones y los mlti-ples caracteres individuales que alberga la sociedad.No obstante, se identifican algunas caractersticasculturales distintivas, aunque no con un carcterrealmente predominante.

    Un 45% de las respuestas tiende a calificar elmodo de ser de los hondureos con caractersticasde connotacin positiva, mientras un 35% se incli-na a identificar rasgos negativos, y un 20% utilizaadjetivos que no se refieren a caractersticas quepuedan considerarse positivas o negativas.4 Losencuestados identifican mayormente conductasque se inclinan hacia el trabajo, la amabilidad, elrespeto, la nobleza y la honestidad, pero se sea-lan tambin conductas con inclinaciones hacia el

    conformismo y la pereza (vase grfico 4.12).

    Sobresale el hecho de que la caracterstica msidentificada por los encuestados es la de ser traba-jadores, pero otras de las caractersticas ms opi-nadas expresan que los hondureos son haraga-nes y conformistas. Sera pertinente indagar so-bre la racionalidad del trabajo en la poblacin hon-durea, para identificar elementos que estaranobstaculizando el que esta autoidentificacin posi-tiva de ser trabajadores se plasme en comporta-mientos emprendedores e innovadores (vase re-

    0

    10

    20

    30

    40

    Semanalmente Algunas vecesal ao

    Mensualmente Casi a diario Nunca

    GRFICO 4.10

    Adems de bautizos, bodas y actos fnebres, cuna menudo Usted asiste a la iglesia? (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

    La opinin

    de un lder socialLa opinin deun lder religioso

    La opininde un poltico

    Las opiniones presentadasen los medios de comunicacin

    GRFICO 4.11

    En su opinin, qu es ms importante para loshondureos(as)? (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

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    94 INFORME SOBRE DESARROLLO HUMANO | HONDURAS

    cuadro 4.3).Las respuestas en las que los encuestados califi-

    can a los hondureos y las hondureas de haraga-nes, conformistas, apticos, indiferentes, pe-simistas etc., son significativas porque expresanuna opinin fuertemente crtica contra el propiomodo de ser, que censura la pasividad y la poca dis-posicin al cambio.

    Tambin es interesante resaltar que en lo quese refiere al trato interpersonal la poblacin se in-

    clina a reconocer atributos positivos (amables,simpticos, respetuosos, tolerantes, cario-sos, educados, agradecidos, hogareos,comprensivos, etc.), lo que respalda la importan-cia que los hondureos y las hondureas otorgan alas relaciones humanas. Esto resulta algo paradji-co si se toma en cuenta que en la dinmica socialen el pas prevalecen altos niveles de violencia, co-

    rrupcin y desconfianza.Dentro de la diversidad de caractersticas que

    se identifican como propias de los hondureos ylas hondureas, se mencionan tambin las que serefieren a las relaciones interpersonales: amistosos,pacficos, nobles y de buenos sentimientos, humil-des e independientes; as como rasgos de la perso-nalidad como la introversin y el de ser poco em-prendedores.

    Asimismo, la caracterizacin del modo de ser delos hondureos alude a la existencia de un sustratode valores requerido para la convivencia social. Enuna sociedad que est experimentando mltiples

    cambios, es de suponer que tambin se sucedantransformaciones en el campo de la tica y de lamoral. En ese sentido, se auscult a la poblacinhondurea sobre los valores que consideran se hanperdido en Honduras durante los ltimos diez aos:Un 41.6% piensa que es el respeto el valor quems se ha perdido, luego, un 21.6% responde quees la honestidad, un 10.7% se refiere a la prdidade los valores religiosos, y un 10.3% al civismo(vase grfico 4.13).

    Como se vio en el INDH 2002, al analizar el capi-tal social en el mbito local, en especial en lo querefiere a la interaccin entre las personas, se consi-

    dera que la mayora de los hondureos no son ho-nestos y que pueden aprovecharse de otras perso-nas si no estn alertas (vase tambin el captulo 5de este Informe).

    Se observa que entre los valores que se estimancomo perdidos, la percepcin se decanta hacia losdiferentes campos de la vida moral: tanto el priva-do, como el pblico y el religioso. No obstante,puede apreciarse que la mayora (72.9%) de losencuestados ubica los valores perdidos en el enmbito de lo privado o lo personal. La erosin delos valores que afectan directamente las relacionesentre personas, como son por ejemplo el respeto y

    la honestidad, podra apuntar a elementos gene-ralmente sealados como caractersticos de las so-ciedades tradicionales en las que prevalece la res-ponsabilidad del individuo con su comunidad msque la autonoma del individuo, y en las que se es-tima ms la calidad de las relaciones interpersonalesque las propias normas de conducta (Etounga-Manguelle 2000, Rao 1998).

    Honduras es una sociedad en transicin en laque las personas asumen que algunas instituciones

    0 5 10 15 20

    Honestos(sinceros)

    Nobles orespetuosos

    Conformistas

    Haraganes

    Amables osimpticos

    Trabajadores

    GRFICO 4.12

    Las principales caractersticas en la manera de serde los hondureos (%)

    0

    10

    20

    30

    40

    50

    Respeto Honestidad Valoresreligiosos

    Civismo Unin familiar

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

    GRFICO 4.13

    Los principales valores que se han perdido en Hondurasdurante los ltimos diez aos (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

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    95LAS PARADOJAS DEL IMAGINARIO HONDUREO

    tienen mayor responsabilidad que otras en la con-servacin de los valores ticos y morales. Comopuede verse en el grfico 4.14, es a la familia y alsistema educativo - y no tanto la iglesia- a las que seles asigna esta funcin. Un poco ms de dos terciosde los encuestados atribuyeron a la familia (68.9%)esta tarea, lo que significa que la poblacin privile-gia para estos efectos el espacio de lo privado. So-bre este punto, no deja de ser preocupante que enHonduras tanto la familia como el sistema educati-

    vo presenten serias falencias que las imposibilitanpara cumplir efectivamente esta responsabilidad.

    Por otra parte, es peculiar que en una sociedaden la que los medios de comunicacin han adquiri-do un papel protagnico en la difusin de la opi-nin pblica, las personas les asignen un bajo nivelde responsabilidad en la conservacin de los valo-res.

    Hasta el da de hoy ha venido trasmitin-dose, de poder a poder, que al indio (lase mes-tizo) no le gusta trabajar, y que es vago yperezoso por naturaleza. Esto ltimo es unaafirmacin que podra ser considerada como

    un rasgo de identidad. Tanto es as que escomn escuchar comentarios hechos por per-sonas tanto de adentro como de afuera, en pa-ses vecinos como por inmigrantes, que aqu,en Honduras somos la riata para el trabajo.Es en ese sentido que nos interesa realizar elintento por desentraar o interpretar lo quelos textos y las declaraciones ocultan o aclaran.

    En cuanto a que los trabajadores libreshuan dejando inconclusos los trabajos aun-que se les ofreciera salarios ms altos, en-contramos acertado lo que en relacin a elloadvierte Linda Newson al indicar que: se des-plazaban libremente de un sitio de trabajo aotro segn mejoraban sus ofertas salariales [...]los trabajadores libres se daban cuenta de supoder de negociacin (Newson 1992:262).

    Esta apreciacin parece estar apegada msa la realidad, que aquella otra segn la cualestaban llenos de inconstancia, veleidad ydisbortinaje. Y es que, aunque en la afirma-cin de esto ltimo hubiese algo de cierto, lamisma podra explicarse por el espritu de li-bertad e individualismo gestado durante los casitrescientos aos de cimarronaje.

    Estos hombres y mujeres, esas castas fru-gales, nmadas e independientes y cuyosantepasados recientes haban sido esclavos oencomendados o blancos excluidos, y a quie-nes el rgimen colonial les haba desprovistode estatus, retaban constantemente, an enla cotidianidad, a un orden poltico econmicoy cultural que no slo rechazaban, sino que no

    sentan hacia l ningn vnculo de pertenen-cia. En tal sentido, este comportamiento ve-leidoso podra interpretarse como una formade ver y afirmar un carcter poco amigo de loshorarios disciplinados impuestos por el po-der. En este caso, la libertad de movimiento yaccin adquieren un valor incomparablemen-te ms alto que la escasa retribucin salarial.

    De igual manera habra que considerar otroaspecto que suele no tomarse en cuenta en losestudios cuando se habla de ocio y haraga-

    nera. En cuanto al primero, diremos que enlugar de considerarlo como una degradacines ms bien una conquista. En otros tiempos elocio fue un privilegio o un lujo para aquellosque podan drselo, es decir, para quienes po-

    sean suficientes rentas. Cost mucho trabajoel lograr que el concepto del ocio, aunque seaa medias, se democratizara. En las culturasesclavistas y aun en cierta medida en la de lossiervos, era negado como derecho humano. Detal forma que cuando en las crnicas colonia-les y en muchos de los juicios que actualmentese vierten, se insiste en llamar ociosos a los in-dios, a los negros y a los mestizos, es dable sos-pechar que lo que hay de fondo es un proble-ma de mentalidad que considera como inslitoque los irracionales tengan derecho a esetiempo propio.

    Para los ladinos, aunque quizs se extrali-mitaran en el ejercicio de ese derecho y quisie-ran llevarlo todo muy al suave, no ha hay dudade que signific, en relacin con lo que habasido la vida de sus no muy lejanos antecesores,un espacio conquistado para la libertad. En cier-tas circunstancias, el ocio y la haraganeraconvertidos en pasividad, podran a su vezinterpretarse como una forma de rechazo o re-sistencia a formas culturales impuestas y con-trarias a una manera de apreciar las cosas, for-ma esta que haba venido modelndose en opo-sicin a los principios de una institucionalidadque converta en esclavo, siervo o asalariado malretribuido a quienes no formaban parte del po-der.

    Lo que habra que preguntarse, en todocaso, es que si fuese cierto que los trabajadoresde este pas son como piensan o como se lesha venido sealando por algunos crculos de

    poder por qu entonces, las doscientas o tres-cientas mil personas, hombres y mujeres, quetrabajan en los EE.UU. son inmunes a esos de-fectos? Lo que resulta paradjico en todo caso,es que las remesas que envan, esas hondure-as y hondureos que laboran en el exterior,colaboran de manera sustancial para que a estepas no se lo lleve el diablo del todo.

    Si lo anterior es as, y estimo que lo es, ca-bra en tal caso otra pregunta y es la siguienteporque all s y aqu no? Responder a esa in-

    terrogante no presenta dificultad alguna. Setrata de que all existe la expectativa (al menoseso) de que despus de algunos aos de sa-crificio se obtendr un fruto que lo pueda jus-tificar; en cambio aqu, en trminos generales,

    ese sacrificio terminar en la nada. En esecaso, si de la nada se trata, es mejor quedarseaqu o all en la repeticin y en la inmovili-dad del espacio absoluto.

    Otra reflexin sobre la clase de relacin quese tiene con el trabajo en amplios sectores dela poblacin, se origina en la raz misma delsentido ldico gestado tiempos atrs y el cuales todava palpable en muchos de los actos quehilvanan nuestras vidas.

    Es difcil explicar a travs de una lgicaunvoca, la aparente sin razn de una sociedadcomo la nuestra, la cual a pesar de sus descala-bros y miserias mantiene todava, cada vez quees posible, el sentido del juego, del relajamien-to y del goce. Ya Wells, viajero que anduvo porHonduras en 1856 y a quien el pas le pareciuna celda de ermitaos, azorado por los alt-simos niveles de miseria que haba observadoen su trayecto entre Tegucigalpa y Guaimacaobserva, sin embargo, el carcter afable y cor-dial de sus habitantes y la destreza que mani-fiestan para gozar del baile y de la fiesta.

    Es ese profundo sentido de lo que debe serel trabajo lo que nuestro pueblo, a pesar delcerco que amenaza con ahogarle o asfixiarle,lucha por mantener vivo todava. Esto ltimohabra que asumirlo como un combate, en elcual, por la direccin que se le est imprimien-do al desarrollo, el goce en la existencia co-rre el riesgo de perderse. Perderse, siempre ycuando, pensamos, nos dejemos hacer y quenos valga.

    Lo ldico es el ms profundo signo de nues-tra identidad y cultura, y es lo que ms nosvincula con el resto de las poblaciones de nues-tra Amrica. Si en algo nos diferenciamos losamericanos es justamente en eso: en haber con-servado, hasta ahora, con terquedad de mulael valor de que la vida con todo y todo estambin para gozar y rer y no solamente parasufrir o cumplir. Ese es, quizs y por ahora, elms profundo aporte que podemos brindarlea la cultura universal.

    RECUADRO 4.3

    El trabajo y lo ldico

    Fuente: Colaboracin especial de Rafael Murillo Selva 2003.

  • 7/26/2019 Paradojas Del Imaginario Hondureno

    12/16

    96 INFORME SOBRE DESARROLLO HUMANO | HONDURAS

    La necesidad de asumir las diferencias

    para una mejor convivencia

    El desarrollo humano requiere un entorno enel que las personas puedan hacer plenamente rea-lidad sus posibilidades y vivir en forma productiva

    y creadora de acuerdo con sus necesidades e inte-reses, y ese entorno se encuentra en buena medi-da cimentado en la cultura, en la medida en que

    encierra las formas de vivir en comunidad.En la actualidad, una dimensin de anlisis so-

    bre la cultura es la convivencialidad, que se refiereal conjunto de prcticas y valores, tanto como deorientaciones de la conducta y de las relacionessociales, que definen la capacidad para vivir juntos

    y que puede observarse entre los individuos y losgrupos de una sociedad. El mundo actual se en-frenta a un desafo: crear, y despus consolidar, losespacios, los entornos y las instituciones capacesde suscitar y de favorecer mltiples modos de per-tenencia al medio social, as como tambin lainteraccin entre gentes diferentes, es decir, la

    convivencia y la creatividad culturales bajo diver-sas formas basadas, no en el conflicto, la violenciay el rechazo del otro, sino en la paz, la tolerancia, lacomunicacin y la comprensin (UNESCO 1998).

    Se asume as que en toda sociedad existe unadiversidad y una interaccin de intereses entre gru-pos o individuos, caracteres e incluso culturas dife-rentes, que comparten su entorno con otros, conlos que se establecen patrones de intercambio, deenfrentamiento y negociacin, tanto como de vidaen comn y de enriquecimiento mutuo (Borofsky1998).

    En este estudio se enfoc dos dimensiones pri-mordiales de la convivencia: la percepcin sobre la

    discriminacin sociocultural y las relaciones de con-fianza y solidaridad entre las personas.

    La pobreza: el principal motivo de

    discriminacin

    La percepcin de la poblacin hondurea seencuentra dividida entre una mayora que consi-dera que los niveles de discriminacin en el passon bajos y distintas minoras que consideran queson altos. Especialmente, destaca la presencia muysignificativa de formas de discriminacin contra lospobres, la persistencia del machismo y la falta deconfianza entre las personas, como algunos de los

    principales problemas de la vida social.Los hondureos y hondureas manifiestan es-

    tar de acuerdo o muy de acuerdo (56.7%) con queen el pas existe discriminacin negativa contra laspersonas por su pobreza u origen social. Aunqueen menor escala, la discriminacin se percibe tam-bin por motivos vinculados con las ideas polticaso religiosas, color de la piel, preferencia sexual,edad, lengua o cultura o por ser mujer (vase grfi-co 4.15). Resulta llamativo que las personas desta-

    El sistemaeducativo

    Otros

    La familiaLa iglesia

    GRFICO 4.14

    Quin tiene ms responsabilidad en la conservacin de losvalores ticos y morales? (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

    20 30 40 50 60 70

    Por ser mujeres

    Por su lengua o sucultura

    Por el color de su piel

    Por su edad (por sermuy jvenes o ancianos)

    Por sus ideas polticas oreligiosas

    Por sus preferencias

    sexuales

    Por su pobreza o suorigen social

    GRFICO 4.15

    La proporcin de los hondureos que est muy de acuerdo ode acuerdo con que en el pas existe discriminacin contra las

    personas por las siguientes razones (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

  • 7/26/2019 Paradojas Del Imaginario Hondureno

    13/16

    97LAS PARADOJAS DEL IMAGINARIO HONDUREO

    can la discriminacin por razones de pobreza, sien-do que es un asunto del que no se habla y no existemayor conciencia entre los no pobres de la socie-dad; asimismo, es relevante el que las respuestaspermitan apreciar una cierta gradacin entre losdems tipos de discriminacin (vese recuadro 4.4).

    Puede decirse que la percepcin sobre la discri-minacin de los pobres encaja con los patrones depersistencia de la pobreza y con las amplias bre-chas de desigualdad que caracterizan a la sociedadhondurea. Como se ha mencionado anteriormen-te, se trata de un pas en el que los pobres siguen

    Desde el punto de vista sociolgico, el con-cepto de segregacin se refiere a la ausenciade interaccin entre grupos sociales. En el sen-tido geogrfico, la segregacin se refiere a ladesigual distribucin de los grupos sociales enel espacio fsico. Una modalidad especfica de

    segregacin geogrfica, es la segregacin re-sidencial. Segregacin residencial es la que semanifiesta en los denominados barrios margi-nales en los cuales una multitud de familiasdebe convivir debido a su condicin econmi-ca y social relativamente precaria. Se trata dela multitud de familias de bajos ingresos quedeben vivir en reas poco urbanizadas de lasgrandes ciudades, padeciendo una situacinde marginacin residencial y cultural.

    Cules son las fuentes primigenias de lascuales se nutren los barrios marginales? No hayque ser muy perspicaz para darse cuenta quela principal fuente de crecimiento de los ba-rrios marginales es la migracin del campo ala ciudad y el crecimiento vegetativo de la po-

    blacin que all reside. Creo que, en el caso deTegucigalpa, donde los barrios marginales hanido surgiendo unos al lado de otros en las fal-das de las colinas de la ciudad, son bsicamenteuna realidad de la dcada del setenta y de lasposteriores. Los que migraron del campo a laciudad durante las dcadas del cincuenta y del60, pudieron ubicarse en los barrios popula-res del casco urbano de la ciudad. Los que hancontinuado migrando despus, tuvieron queocupar tierras de difcil urbanizacin y cons-truir sus casas en las faldas de las colinas. Estarealidad se ha ido haciendo cada vez ms dra-mtica y es impresionante la cantidad de ba-rrios marginales que han surgido en los lti-mos tiempos. No s con exactitud cuntos ba-

    rrios marginales hay en Tegucigalpa, pero mehan dicho que hay ms de dos mil. Tampocodispongo de informacin que me permita es-tablecer qu porcentaje de la poblacin de Te-gucigalpa vive en barrios marginales. Pero creoque sera razonable postular que ms de lamitad de la poblacin de la capital de la Rep-blica vive en barrios marginales.

    Qu significan los barrios marginales ur-banos desde el punto de vista cultural? En esen-cia, la transferencia de patrones de vida pre-dominantemente rurales a la vida urbana. Es-tos patrones culturales se reproducen en la vidaurbana porque una familia que emigra delcampo a la ciudad se encuentra en su nuevarea de residencia, que es segregada por ex-celencia, con otras familias de bajos ingresos

    que han emigrado del campo a la ciudad y, enconsecuencia, reproducen entre s el modo devida a que estaban acostumbrados en la vidarural. Esto ayuda a entender porqu estudiossobre los barrios populares en otras latitudes,han constado la persistencia de patrones de

    relaciones sociales tradicionales entre los habi-tantes de los barrios populares. Uno de los as-pectos que ha llamado la atencin de los in-vestigadores que han conducido estos estudios,es la persistencia en los mismos de los rolestradicionales de gnero, los que, como se sabe,inducen a ceder la autoridad del hogar al hom-bre y a la subordinacin de la mujer, en abiertodesafo a la equidad de gnero, que hoy se pre-dica entre los crculos de mujeres feministasde clase media. Cito dos ejemplos para ilustra-cin.

    En una excelente investigacin sobre la mi-gracin rural-urbana y los barrios populares enMonterrey, Mxico, a inicios de la dcada delsetenta, los investigadores constataron la pre-

    valencia de la estructura familiar tradicional ca-racterizada por la posicin subordinada de lamujer, que debe obediencia al marido, a quiense visualiza como el depositario de la autori-dad en la familia y como el proveedor de lamisma, el hincapi en la obediencia de los hi-

    jos al padre y otros elementos caractersticosdel patrn patriarcal de dominacin familiarque, a su juicio, no han podido ser alteradospor la rpida urbanizacin e industrializacindel pas. En su caracterizacin de la familia ur-bana pobre en Chile, la investigadora DagmarRaczynski, constata lo siguiente:

    La historia de estas familias revela la pre-sencia de normas y pautas culturales fuer-temente interiorizadas y aceptadas por hom-

    bres y mujeres que definen roles muy rgi-dos para uno y otro sexo. Apenas se une enforma estable, la pareja se estructura en tor-no a los roles tradicionales y prescritos parael hombre y la mujer. A la mujer se le asignael rol domstico y al hombre el rol de pro-veedor. El hombre realiza sus actividades enel mbito externo al hogar. La mujer, por elcontrario, es de la casa y debe atender alesposo, a los hijos y a las mltiples tareasdomsticas. Evidencia elocuente de la inten-sidad de estas pautas culturales en los sec-tores urbanos populares son los motivos ycircunstancias que subyacen a la entrada ya la salida de un trabajo remunerado fuerade la casa de la mujer a lo largo de su vida.El factor que domina y define estos movi-mientos es la actitud, opinin y permiso que

    da o no el esposo o conviviente. La mujersuele integrarse a una labor extradomsticaremunerada slo cuando enfrenta una si-tuacin de extrema necesidad econmica.En esas circunstancias, ella rompe con unade las reglas del rol que le ha sido asignado

    y para el cual fue socializada, pero slo parapoder cumplir con otra regla de su condi-cin de madre: asegurar la alimentacin yel sustento material de los hijos. (Raczynski1987:149).Creo que puede postularse como un he-

    cho objetivo, la persistencia de estos patronesculturales patriarcales en las familias de las co-lonias marginales o barrios populares en Hon-duras. Aunque no se han realizado investiga-ciones que por la va de las historias de vidaden cuenta de la existencia de estos patronesculturales entre hombres y mujeres de las co-lonias marginales o barrios populares, no mequeda ninguna duda de su existencia. Soy dela idea de que es seguro que los cambios so-

    ciales y culturales que nos ha trado la apertu-ra econmica han urbanizado a los jvenes delos barrios populares, sobre todo, desde elpunto de vista del vestuario. La democratiza-cin del consumo que ha trado la ropa debulto y/o de las maquilas ha permitido que nosea fcil, salvo casos excepcionales, distinguir,por su apariencia exterior a un joven de losbarrios populares de uno que no lo es. Perocreo que la apertura econmica y la casi vir-tual universalizacin de la televisin no hanpodido cambiar sustancialmente los patronesculturales rurales de los habitantes de los ba-rrios populares. Para ello se requiere, normal-mente, del paso de varias generaciones depersonas que no sean obligadas a vivir en con-

    diciones de segregacin residencial y educati-va, que es otro aspecto que debe ser conside-rado.

    El crecimiento acelerado de la oferta edu-cativa privada y la degradacin de la educa-cin pblica, hacen hoy que la ltima sea b-sicamente para los pobres y la primera paralos hijos e hijas de clase media y de la clase dealtos ingresos. Este hecho refuerza el carcteraltamente segregacionista y excluyente de lasociedad hondurea y de otras sociedades la-tinoamericanas. En todo caso, como nos harecordado el notable socilogo norteamerica-no William Ogburn en su reconocida teora delrezago o desajuste cultural, los cambios en lacultura inmaterial (las ideas, las actitudes, lascreencias) suelen ser ms lentos que los cam-bios en la cultura material.

    RECUADRO 4.4

    Segregacin residencial y la ruralizacin de la vida urbana

    Fuente: Colaboracin especial de Mario Posas 2004.

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    98 INFORME SOBRE DESARROLLO HUMANO | HONDURAS

    representando la mayora de la poblacin y en elque, como ha sealado antes el PNUD, el indicador

    tpico de desigualdad (el ndice Gini que para 2001era de 0.42) alcanza unos niveles muy elevados paralos estndares de uno de los continentes msinequitativos del planeta (Sistema de las NacionesUnidas 2003).

    Al considerar las correlaciones entre la percep-cin sobre la existencia de discriminacin y las con-diciones socioeconmicas de los encuestados, seencuentra que quienes estn ms de acuerdo conla existencia de los distintos tipos de discrimina-cin son mayormente aquellos que ms las pade-cen, aunque destaca tambin el papel positivo dela educacin en la denuncia de estas formas de tra-

    to social.De acuerdo con los resultados del estudio, quie-

    nes estn muy de acuerdo con la existencia de dis-criminacin por la condicin de pobreza sonmayoritariamente las personas ms pobres, aqu-llas que ganan menos de Lps.500.00 al mes; las quese muestran muy de acuerdo con que existe discri-minacin por ser mujer son, sobre todo, las muje-res; quienes estn ms de acuerdo con que se dis-crimina por el color de la piel, son las personas quese identifican con los pueblos negros (garfunas,miskitos y negro ingleses). Igualmente, quienesestn muy de acuerdo con que en Honduras se da

    una discriminacin por la lengua o la cultura sonen su mayora los que se identifican con los pue-blos indgenas y negros.

    Por otra parte, son los hombres los que estnmenos de acuerdo que las mujeres con que existadiscriminacin por las ideas polticas o religiosas opor las preferencias sexuales. Por razn de edad,son los ms jvenes los que mayormente manifies-tan estar de acuerdo con los distintos tipos de dis-criminacin, mientras que, a mayor edad, menor

    reconocimiento de la discriminacin.En cuanto a la discriminacin por razones de

    gnero, el estudio incluy una pregunta comple-mentaria que permite evidenciar la permanenciadel machismo en la sociedad. Aunque en la pre-gunta anterior la discriminacin por ser mujeresno fue de las ms percibidas (menos personas ma-nifestaron estar de acuerdo o muy de acuerdo

    con su existencia), en las respuestas a la siguientepregunta, que se presentan en el cuadro 4.1, pue-de apreciarse que una mayora de los encuestadosestuvo de acuerdo o muy de acuerdo con que lamujer debe quedarse en casa cuidando los nios yque sea el hombre quien salga a ganarse el susten-to.

    Esto hace presumir que los patrones patriarcalesdel confinamiento de la mujer al mbito domsti-co no han cambiado lo suficiente en el pas comopara conferirle un trato ms igualitario. La situacin,sin embargo, presenta rasgos singulares, pues almismo tiempo los encuestados manifestaron

    mayoritariamente estar de acuerdo o muy deacuerdo con que las mujeres tienen las mismascapacidades que los hombres para ocupar cualquiercargo o profesin, e incluso que tienen las mismasoportunidades que los hombres para desarrollarseprofesionalmente. No obstante, pese a que se con-sidera a las mujeres como iguales y a la sociedad losuficientemente abierta como para que ellas desa-rrollen sus potencialidades, se sigue pensando se-gn los modos tradicionales de la cultura que ellugar de la mujer es la casa y su principal misin lamaternidad y el cuidado de los nios. De acuerdocon los resultados del estudio, son los hombres,las personas de mayor edad, las de menor educa-cin y las que habitan en el rea rural, quienes es-tn ms de acuerdo con esta afirmacin de que lamujer debe quedarse en casa.

    Como era de esperar, quienes estuvieronmayoritariamente muy de acuerdo con que lasmujeres deban sujetarse a su rol tradicional fue-ron los hombres en un 32.4% de los casos, aunqueno deja de ser significativo que un 25.8% de lasmujeres tambin estuviera muy de acuerdo con estaopcin. Los hombres que estn muy de acuerdocon este criterio son mayoritariamente rurales(15.9%) y sin escolaridad (22.8%).

    Un desafo cultural: la desconfianza

    La segunda dimensin que se indaga sobre laconvivencialidad se relaciona con la confianza y lasolidaridad, aspectos cruciales en el anlisis de ladinmica de la cultura y sociedad hondurea. Encuanto a la confianza entre las personas, el estudioconfirma observaciones anteriores con respecto aque sus niveles son bajos en la sociedad hondure-a. El 65.6% de los encuestados estn poco o

    Afirmaciones

    Muy de

    acuerdo o de

    acuerdo

    Poco o nada

    de acuerdo

    54.0 45.4"La mujer debe quedarse en casa cuidando a

    los nios y el hombre debe ser el que salga atrabajar para ganarse el sustento"

    87.8 11.6"Hoy en da las mujeres tienen iguales

    capacidades que los hombres para ocupar

    cualquier cargo o profesin"

    66.2 33.2"En Honduras las mujeres tienen iguales

    oportunidadesque los hombres para

    desarrollarse profesionalmente"

    CUADRO 4.1

    Percepciones sobre el papel y las capacidades de la mujery su acceso a las oportunidades (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

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    99LAS PARADOJAS DEL IMAGINARIO HONDUREO

    nada de acuerdo con que en Honduras las perso-nas tienen confianza entre s; un 58.4% percibe queno hay mucha cooperacin para solucionar proble-mas de la comunidad; y, un poco ms de la mitadde los encuestados (52.1%) considera que por logeneral no se cumple con los compromisos adqui-ridos (vase cuadro 4.2) (Sobre capital social en elmbito local vase por ejemplo PNUD 2002b y el

    siguiente captulo de este Informe).La cultura debe ser considerada en grande, ha

    dicho Amartya Sen, no como un simple medio paraalcanzar ciertos fines, sino como su misma basesocial. Tomando en cuenta que la cultura admite eldinamismo, puede mantenerse al ritmo de la evo-lucin y el progreso.

    Esto es lo que se ha visto hasta ahora a lo largode este informe, que en Honduras existe una cul-tura dinmica y cambiante, lo cual implicaadentrarse cada vez ms profundamente en la rela-cin entre la cultura y el desarrollo. Para lograr unpapel constituyente de la cultura en el desarrollo,

    es necesario contrarrestar las marcadas actitudesde pasividad y conformismo, las distintas formasde discriminacin, y los bajos niveles de confianzaentre las personas, factores que en su conjunto nogeneran un modo de vida y un modo de vivir en

    Afirmaciones

    De acuerdo o

    muy de

    acuerdoPoco o nada

    de acuerdo

    En Honduras las personas se tienenconfianza entre si 33.8 65.6

    Por lo general los hondureos no

    cumplen con los compromisos que

    adquieren

    52.1 47.2

    En Honduras las personas cooperan

    para solucionar los problemas de la

    sociedad

    41.0 58.4

    CUADRO 4.2

    Percepciones sobre la confianza y la solidaridaden el pueblo hondureo (%)

    Fuente: Elaboracin propia con base en la Encuesta de caracterizacin cultural de los hondureos y hondure-as, PNUD 2003.

    comunidad que propicie el desarrollo humano.En la medida en que el pas no logre disminuir

    sus niveles de desconfianza, de corrupcin y de vio-lencia, ser cada vez ms difcil la conformacin deeste ethoscultural requerido para el desarrollo.

    1 El estudio se basa en una encuesta de caracterizacinde los hondureos aplicada a un total de 3,198 perso-nas (mayores de 15 aos) en los 18 departamentos deHonduras durante los meses de septiembre y octubrede 2003. Para conocer la metodologa utilizada, vasela nota tcnica.

    2 Vase por ejemplo PNUD 2002b y el captulo 5 de estemismo Informe.

    3 Aunque las preguntas de los dos censos no son directa-mente comparativas, dan una idea de la percepcin atravs del tiempo relacionada con la etnicidad.

    NOTAS

    4 Caractersticas positivas son las de, por ejemplo, sernoble, humilde, respetuoso, carioso, sincero, toleran-te; las de connotacin negativa estn relacionadas conser haraganes, conformistas, apticas, pesimistas, irres-ponsables, ignorantes, impuntuales etc.; y, las que noencajan fcilmente en una de estas categoras son, porejemplo, la forma de hablar, cultura, personalidad, elcolor de la piel y las diferencias.

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