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CELIA VIÑAS OLIVELLA

PALABRAS SIN VOZ

Colección I F A C H

1953

Diputación de Almería — Biblioteca. Palabras sin Voz., p. 1

C o l e c c i ó n I F A C H

(N.° 14)

LA dirigen: ? N I O S A N C H I S V J U A N JOSÉ E S T E V E

I

P O E S Í A

Frecio it este volumen: 20 P E S E T A S

Méndez Núñez, 4 - 6.° Izquierda.

ALICANTE

V I Ñ E T A D É L A P O R T A D A : Х А М

ijos INTERIORES: JESÚS D E P E R C E V A L


A,

PALABRAS SIN VOZ


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P A L A B R A S S I N V O Z

A L I C A N T E

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ES PROPIEDAD: Queda hedió el depósito que marca la ley.

Impreso en Sucr. de Such Serra v R " a ir T T T -ucn , berra y C. - A l f o n s o el Sabio, 2 9 . - A L I C A N T E


Selección de diez años de poesía femenina.

1940 - 1950


I

« El corazón en el mapa

ALMERIA


A L M E R Í A

T O D A tu dulce serranía, madre, sobre mis labios quietos, silenciosos, no puedo no cantarte, tierra mía... resbala tu hermosura perseguida sobre mi lengua y no puedo cantarte... Mi sangre sabe a tí, a la verdura que te falta, te llora en la celeste armonía. En mis manos tus llanuras , y en mi pecho tu cíelo estremecido. Ni puedo respirarte en mí silencio, ni respirarte puedo en mi emoción... Inexorable tierra mía, siempre... Me amenazas belleza y perfecciones. Basta ya, basta amor. El alma llora soledades, desvíos, ansiedades, recién nacida mano hacía un celeste canto que finge primavera quieta, silenciosa cosecha del futuro. Besa el mar cada aurora y cada cíelo en mi gemir de animalejo absurdo que arranca el corazón de las montañas


y lo ajusta al silencio de mi pecho en mi llanto, ay! antiguo como el astro

que solloza la ausencia del Señor en esta tierra muerta, hueso y cielo donde el hombre se tiende sobre el polvo

y ciega su mirada en las raíces

del árbol del mañana, ay! agonía

del corazón de barro sobre el barro. Todo el cielo es un pájaro de luz en rapiña ardorosa de montañas y tul, tierra carroña, podredumbre

de una tierra frutal que el hombre ignora

en el camino del ayer remoto. N o puedo no cantarte, tierra mía, que en mi canto me sobra esta tragedia y me falta pulmón para tu grito,

dolorosa Almería abandonada.


L A A L C A Z A B A

C O R O N A de los siglos, piedra dura, en los vientos, dorada crestería, ¡ay desolada flor de la hermosura, ruina sin trampa, fortaleza mía!

¿Dónde, dónde? Silencio, que en la altura son las torres lección de gallardía, la belleza venció a tu arquitectura y al tiempo, tu firmísima osadía.

Me estorba la leyenda y la memoria,

así me gustas más, abandonada

en un rincón oscuro de la historia.

Así me gustas más, desencantada,

sin capitanes, sin pendón ni gloria

con la muerte a tus muros asomada.


A U N A BARCA LLENA DE SAL

EN EL PUERTO DE ALMERÍA

Y si fuera una mano de hermosura...

Y si fuera una rosa y un jilguero... La sandalia del ángel sobre el agua

o la danza sin patria de los vientos... Y si fuera y no fuera, nunca fuera esta albura de sueño.

Harina en flor del cielo deshojada,

polvo de estrella y trigo de luceros,

luna en molino, pan de la pureza

amasado por manos del silencio...

Si fuera, no sería, nunca fuera

esta albura de sueño.

Sólo los cielos ven esta blancura, y las estatuas, mármol y lamento, y los muertos, sin trampa ni mortaja, y los niños, sin luz ni nacimiento. Si así no fuera, no sería nunca esta albura de sueño.


Esta albura de sal, gracia del mundo, esta albura de sal, gracia del cíelo, semilla de las sanas alegrías y espiga de los límpidos contentos... Sí así fuera y no fuera, nunca fuera esta sal en el puerto.


A U N B L O Q U E D E M A R M O L

E N E L P U E R T O D E A L M E R Í A

N1 ruiseñor de sangre, mármol puro,

ni curva, tan perfecta geometría,

ni temblor de la carne en alegría,

mármol tan sólo, mármol, mármol duro.

Tan en tu peso, tu sentir seguro tan en su masa, firme anatomía, tan acabada en piedra, poesía, futura torre, altar, camino y muro.


En esta playa del silencio auguras la exactitud serena de la estrella la verdad del compás y la medida.

Sólo pueden cantarte en las alturas los sonetos que el viento Sur estrella sobre los montes blancos de tu herida.


MAR - NOVIEMBRE 1947

Nace Venus en el Mediterráneo.

Al doctor Arigo por su grito helénico.

¡ESTAMPA ayer, recuerdo, poesía, hoy escupes belleza decidida, duro y potente mar, fiera alegría!

¡Cómo reclamas esta carne herida que amasaron tus vientos y tus sales en la aurora sin trampas ni medida!

¡Cómo gritas, señor, en tus cristales

por arrancarme el corazón clavado

sobre la firme cruz de tus corales!

Grita más, grita más... Enamorado

mi barro buscará nuevas aletas

para el salto difícil y aplomado.

Todo un fondo invisible de goletas

para el abrazo seco, pecho y pecho.


y un rubor de arrecifes y de isletas.

Mar, mar, potente mar, acecho de esas garras azules de tus olas, mar cazador triunfante y satisfecho.

Mar, mar y mar, azules banderolas, mordisco y beso, sangre y escultura. Con la diana de tus caracolas despiertas en las aguas la hermosura.


T R E N D E O T O Ñ O

LENTÍSIMOS bueyes beben el agua, el agua delgada de una rambla. El tren—voy en un tren... En lá distancia, menudos bueyes de lengua mimosa. Yo pienso en tu cariño y en mi soledad sin trampas —silencio! — : sin trampas, hecha a dulzura y furia, así, —silencio! — . Lentísima soledad sin freno, sin marco, sin medida ni teorema,

¡ay, pajarito lindo del alma!

Antes, lluvia y rosa y moneda de oro. Antes —silencio! — , mordisco en la raíz de un árbol sagrado —diez céntimos en la tiendecita


de la aldea, niña despeinada—. Antes—más silencio—desgana y una sombra húmeda —brazos—y una música. Lentísimos bueyes que besan el agua.

Yo en un tren,

tú allá, en tu pueblo

sin tu nombre. Yo muda

desangrada, tan sin mí que me he quedado en la estación bordando el pañuelo del adiós con tus iniciales.

Dos noches sin dormir, con los pájaros.

Amor, amor mío, vida del vivir que mata...

Lentísimos bueyes y parrales verdes

y casitas azules

y sierras de color de carne vieja, arrugada.

Cuando el sol se vaya...

Tendré que dormirme.

Me dormiré abrazada a mis treinta años

sola en un vagón mixto.

Cuando descarrilemos


tú no lo sabrás, ni sabes que hay dos monjitas de misión china de naranjas y dulces ojos oblicuos, peces azules, y bambúes con pespuntes de oro y yo voy y vuelvo como un viajante de comercio y te quiero de rodillas como las niñas

que mecen a los árboles o al mar. El mar! ¿Dónde?

Silencio. Lentísimos bueyes lamen el agua bajo el puente.


R I O A L M A N Z O R A

A Tadea riicntes Vázquez.

SE me muere esta tierra entre las manos con vocación de luna deshojada, cementerio de cumbres, tierra dura donde sólo las rocas sueñan sangre y los barrancos humedad de axila, adelfares sobre esta inmensa tumba de la tierra maldita que agoniza, piedra que masca piedra y bebe piedra, polvo que cubre polvo y polvo muerde...

Y hay en mi corazón tanta ternura, que este doble latido de mis pulsos sí encontrara el camino de las fuentes para esta sed de siglos fuera vaso, fuera cascada sobre el polvo muerto.


CORRE CABALLO BLANCO

Romance a la ciudad de A D R A .

A su Tuller-Escuela y a sus maestros todos.

CORRE, caballito blanco, por la mar sin barandillas y siembra la blanca espuma con estrellas y alegrías. Corre, caballito blanco, te paras, te asombras, miras dos diminutas ciudades de azúcar en tus pupilas...

Por el blanco del azúcar cambias sales y salinas, cada casita, un terrón, los cerros, confitería. Ay, ciudad dulce y pequeña con dos torres de rodillas y una albufera con juncos y unas monedas fenicias! Por tu cielo, miel y arrope.


van con sus alas heridas las aves del mar. Su sangre limita tus dos orillas, la del cielo, la del mar, la de la muerte y la vida. Y entre la sal y el azúcar las cañas gimen rendidas —perdigón de cazadores y niñas con navajillas— flautas que chupan los labios y que arañan las encías. Sal de la sangre y azúcar sal de la sangre dulcísima. Por el blanco del azúcar cambias nieves, serranías, jazmines, plumas y lunas... y unos niños de puntillas desde tu escuela se asoman hacia un mañana sin bridas modelando tu futuro con barro de alfarería.

Caballo quieto en el agua bebe lento el mediodía. El sol gotea su miel sobre el puerto y en la brisa el barco se marcha blanco cargado de golosinas.


R O M A N C E C O N SUSPIROS FRONTERIZOS

A ALHAMA LA SECA

A Manolo Rodríguez y José ¡unido Castillo.

ALHAMA donde las rosas se secan con esta nostalgia de agua. ¡Ay de mi Alhama, la seca! ¡Ay de mi Alhama! Allá bajo brilla el río como si fuera una espada... Los ángeles aguadores suben y bajan con alpargatas de esparto y cantarillos de plata, en la villa hay un mocico con un amigo en Alhabia,

en la mitad de la cuesta los dos amigos se abrazan: —Voy hacia Alhama, la seca. —Voy hacia Alhabia, la blanca. —Si tienes sed, compañero.


ven a mi casa. —La sed que tengo, ay amigo! no es la sed de mí garganta, que es la sed del ay más triste del monte y de sus entrañas.

Es de noche, y en el cíelo las estrellas sus biznagas tejen y sólo se escucha una voz triste y lejana en la piedra del Conjuro: — ¡Ay de mi Alhama!


TRES S O N E T O S A LA U V A DE ALMERÍA

I

QUE beben tus raíces las pupilas , de una lluvia sin tiempo ni ventura... * Que beben tus raíces y destilas con los ojos de arena tu ternura. \

1 Entre abejas y pájaros vacilas \ y en verde llanto afirmas tu hermosura jay, lluvias de la miel, mansas, tranquilas, donde derriba el cerro su estatura!

En la boca tan dulce, dulcemente, tan pico de oro de confitería, tan fresca voluntad de chorro y fuente,

tanta alegría y salto y alegría, que coronas de pámpanos la frente, y de luz las gargantas de Almería.


l i

Porque hay luz en tu cápsula y dulzura, porque hay miel y cristal y azúcar fino, porque ensayas anillos y cintura, hermana de la gota en remolino.

Yo cantaré tu límpida clausura, tu piel soltera, tu aire peregrino, el chasquido que asombra de frescura en la amorosa entrega de tu sino.

/Ay, delicias a oscuras y en secreto, que lengua y paladar gozan sin prisa, cantar de los cantares recoleto!

jAy, uva y beso, amor, amor de risa! ¡Ay, golosa ventura!, el grano prieto se deshace detrás de la sonrisa.

I I I

Tan apretada abeja y jugo y piel, prima hermana de sedas y ciruelas, tan en los dientes desatada miel, tan en los labios besos y cautelas.

|Ay, uva de Almería, cascabel


de las risas del labio centinelas!

¡Ay, uva de Almería, redondel ^ que las moscas convences y amartelas!

Sobre la lengua tacto fervoroso, piel contra piel, tan delicada y fina caricia del pellejo tembloroso

y, grano a grano, afirma y adivina el cielo de la boca el silencioso camino de la pulpa cristalina.


DEZYR DE C A N C I O N E R O A LA U V A DE ALMERIA

A la uva de Almería cantemos con alegría.

Polvillo de oro y abeja, amigo, la uva festeja que las tristezas aleja noche y día.


Botón de azúcar y beso, sol en gotas, peso a peso, /ay, qué divino embeleso nos envía.'



Lágrimas de vino y mar ¡qué dulzura en el mirar! ¡qué verdor al respirar tu ambrosía!

A la uva de Almería

cantemos con alegría.

Pulpa y pellejo y dulzura, y la divina frescura del agua que nos procura su osadía.


Chascan las gotas de miel y se nos abre la piel con gustoso desnivel de sangría.

A la uva de Almería

cantemos con alegría.

¡Ay, danza de verde y oro de las abejas el coro y la siili ta del moro, vida mía!



Quien quiera saber del cielo véngase acá sin recelo y trague bien el anzuelo de Almería.




GRANADA-BAZA



C I E L O D E G R A N A D A

A Emilio Orozco, ton granadino.

CIELO anclado en mis altas soledades, torso desnudo, místicos arqueros, surtidores de plata, claridades, saetazos de perlas y luceros.

Esquinas de tu cielo, ¡qué ansiedades en las torres doradas!, colmeneros arcángeles amasan humildades con miel de los celestes jardineros.

Estanque musical, rubios navios

juguetes de la brisa azucarada

encallan en tus verdes playeríos.

¡Ay dolor de tu almena abandonada! Llorad ausencias, mansos ojos míos, orfandades del cielo de Granada.


TERCETILLOS E N C A D E N A D O S A LA CIUDAD DE BAZA

T E contaré el accidente de la rosa y el molino en Baza junto a una fuente.

Te contaré del camino, la Virgen de la Piedad nadie sabe cómo vino.

Con estrellas de verdad tiene Baza una corona como ninguna ciudad.

Santa Bárbara, patrona. Por las torres del escudo una brisa juguetona.

Te contaré el labio mudo que así te miran los mozos con sosiego linajudo.


Te contaré sin rebozos del pan que es flor de blancura y el agua, cumbre de gozos,

del olivo y su hermosura, de la calle y su salero, del aire siempre de altura.

Y cómo dice «Te quiero» el azul de este dintel al recuerdo romancero.

Que su cátedra de miel repiten los pergaminos en el cerco de Isabel.

Los suspiros adivinos reparten la primavera por muchísimos caminos, y yo te prefiero entera.


T R E S D E C I M A S A B A Z A

BAZA - DIA

T A N T A torre sin cintura y tanta fuente de plata, Baza que se nos desata en caminos de hermosura. La Iglesia Mayor procura defender su señorío y en el aire el vocerío

de campanario y harina, una música divina

de pan, de oración, de río.

BAZA - N O C H E

T A N fino el.aire se entrega que es placer el respirar, sin el mar respiro mar en la noche hermosa y ciega. El agua que canta y juega es ruiseñor sin sonrisa.


si el alba tuviera prisa mostraría sus verdades en las limpias claridades de los chorros de la brisa.

B A Z A - L L U V I A

LLUEVE con canción de esquila

y es hermosa el agua fina,

en la sierra se adivina una desnudez tranquila y hay un azul de pupila

en la Hoya sin color

y grita el viento —Ay, amor! ¡que se moja el amor mío! ¡que se me muere de frío

el olívarito en flor!


TRÍPTICO DE LA A N T I G U A BASTI

A d o n A n t o n i o , don A n g e l , d o n Amador y Santiago, que m e acompanaron al C e r r o C e p e r o .

A UNA CUENTA DE COLLAR ENCONTRADA EN BASTÍ

ENEMIGO del peso de la tierra y casi tierra en tierra convertida, ceniza de cristal, cristal de vida, aquí en mi mano que el latido cierra.

Sombra ya aquel latido de la guerra que la guerra de amor abrió en herida, sombra ya, sombra ya desvanecida, todo el amor ya sombra que se entierra.

Todo el amor. Te levanté en el aire y fué en el tiempo hermoso este renuevo de tu antigua desgana y tu donaire.


Te levanté en el aire. Y fué el relevo de mí sangre a este polvo hecho desaire. Y la muerta ciudad surgió de nuevo.

I I

ARQUEOLOGÍA - Cerro Cepero

«A cantar dulce y a morirme luego» quisiera tu recuerdo y mí alegría, en las cenizas muertas salta el fuego, en los huesos de ayer, la sangre mía.

A cantar dulce tu íntimo sosiego

que levanté la torre que quería

y la calle y la casa, y en el juego

hasta la muerta es ya cortesanía,

A cantar dulce en dulce dulcedumbre

tus niños, tus estrellas, tus caminos,

tu antigua silueta de costumbre.

Tus horizontes largos, campesinos, este cerro desnudo, certidumbre

de una elegancia amarga de destinos.



I I I

ANTIGUA BASTÍ

H A vuelto la hermosura a paso lento, la hermosura que el tiempo te arrebata, bajo la lluvia son muros de plata esas cenizas de color de viento.

Ha vuelto la hermosura. El sentimiento levanta torres que el amor recata; la vida corre, limpia catarata, y mi sangre es tu voz de nacimiento.

Ha vuelto tu hermosura. Eres doncella, ciudad de ayer, cuajada de impaciencia, que mi paso te desentierra y sella.

Ha vuelto tu hermosura en competencia

con la flor, con la fuente y con la estrella

al mudo sollozar de mi conciencia.


CASTILLA



E N M A D R I D

T E N G O hambre de Toledo de ciudad chica y largo cíelo.

/•Qué antiguo y qué viejo mí corazón en Toledo.'

Mí corazón en Toledo.

Ahora, unos tranvías

frente a un Apolo con velos.

Mañana,

desnudo el cíelo.

Toledo.


T R E N E N C A S T I L L A

ERA en esta misma noche en un tren así, de cuento, pero era ayer, ayer —¿sabes?—, un ayer de cíelo muerto y enterrado en un libro de oraciones o de versos... Aquellas torres, las mismas, la ciudad quieta a lo lejos, los pájaros en la sombra velando torres y ensueños. Tras el cristal de la tarde amarillo de recuerdos, una luna descansaba en el árbol del silencio. Cascabeles de mi sangre, campana alegre, mi pecho, todo un sur de panderetas en las manosMe los vientos, estos mismos que hoy desatan la timidez de un lucero sobre la sierpe de sombra


PALABRAS SIN 70Z

de un tren castellano y viejo que no encuentra sobre el mapa los ladrillos de Toledo. Cuando mañana despiertes tendrás la mano en el pecho buscando que te desate estas nostalgias de cielo y que te preste unas alas el Greco.


E S C O R I A L

N O existe el corazón frente a e-ste muro. Toma metros, compases y balanzas, apetecida densidad que alcanzas la sedosa unidad del cielo puro.

La cigüeña en el vuelo. Tú , maduro esqueleto de ensueños y esperanzas, monumental tesoro de ordenanzas, tumba de tumbas y gemir oscuro.

N o puedo despertarte. Rebeldías

del ángel de la noche en tus sillares

apagan madrugadas y agonías.

Rasgando velas de mentidos mares sólo vuela tu piedra cuando envías al cielo tus veletas militares.


C A L L E D E A V I L A

ESTA húmeda caricia de viento dormido en la calle larga me despierta a un sueño antiguo que tenía seis alas. Me lo enterraron cuatro sombras en esta tierra de ceniza amarga y sólo quedó el perfume

de su nostalgia. Después, me empujaron hacia un mundo de telares y de fábricas,

y, a cambio, me dieron tres monedas rotas y un mar de mapa.


CELIA VIUS OLIVELLA

S E G O V I A

BAJO el salto del ciervo de piedra la ciudad es un nido de abejas, cada torre, un florón de consejas, de sangre y de yedra.

Los sillares, doradas saetas, capitel, arquería y portada, contra el cíelo de nube cansada giran las veletas.

Sosegada verdura que sabe con las bridas de seda dormida detener esta proa de nave en torre ceñida.

Y la sierra lejana desata en las ropas que enlazan su mano frescos ríos de espuma y de nata para el segoviano.

ÓÜ


S A L A M A N C A

SALAMANCA.

Cantar de siega en el viento,

torres altas de Castilla; la rosa, piedra, y la piedra

maravilla.

¿Qué semilla

bajo las palmas de roca

asegura las cosechas

de esta portada barroca?

La canción de las campanas

claros prodigios evoca

de cúpulas y manzanas.

Y la torre del Clavero,

piedra preciosa que brilla

con castidad de lucero

en el dedo de Castilla.


Castilla, novia del cielo,

más alto el sueño que el vuelo, sencilla y casta Castilla.


T O R R E L A V E G A

Al Alcalde de la ciudad en nuestro viaje escolar.

N I torre ni castillo, chimenea...,

¡ay, menuda ciudad seria y sencilla!,

ayer, tan sólo prado verde, aldea,

hoy, fábrica, taller, coro y capilla.

Hoy, fábrica, taller, revolotea un ángel que las nubes acaudilla, un ángel con compás capitanea toda tu dulce y honda maravilla.

El árbol se hace puente y se limita,

el hierro se hace niño y se doblega,

el agua en el trabajo canta y grita.

El carbón en la llama se despliega

y en la gloria del humo eres bendita,

seria y honda ciudad, Torrelavega.



MALLORCA



M A L L O R C A

ISLA dormida, anclada en esta esquina del azul petulante y decidido,

un esqueleto de navio herido en tu entraña callada y submarina.

U n latido de espumas te limita, randa cernida de un azul sereno, respira el mar, y surges de su seno, isla desnuda, mármol. Afrodita.

Isla desnuda, submarinos celos,

labios mojados besan tus caletas

y unas caricias mansas y secretas

ruborizan tus costas y tus cielos.

Raíz oscura firmemente anclada a una rota y lejana serranía que bajo el mar esconde su agonía y su estirpe de cima desgarrada.


Buzos de angustia, tus cansadas venas rescatan tu follaje y tu verdura, la estremecida flor de la hermosura, las cosechas más finas y serenas.

Cuando mueras, irán sobre las olas flotando por los siglos tus sonrisas y en tu vacío buscarán las brisas el muerto canto de tus caracolas.


MAR « P O R T A I S N O U S .

QUE importa ya que el corazón navegue sobre horizontes de algas desprendidas, cada golpe de mar, mordisco y beso, sangre en las olas, sangre azul de siglos. Mi corazón antiguo como el mundo busca este beso inmenso, boca amarga, y es su postura horizontal desgana que se arrastra en la muerte de la tarde. Se apaga este sollozo de arrecife y esta nostalgia de ala desprendida y este pañuelo blanco que se agita con temblores de rutas deshojadas. Tan inocente el mar bajo mi pulso busca mi carne como un perro amigo y su lengua gigante lame humilde mi postura de sueño, sueño y muerte.

Pero es mí corazón, mi sangre y vena,

sobre mi frente la segura escala


y el alma del azul en playeríos, dorada espuma de las islas nuevas.

¿Qué importa ya si grita en esta angustia

sabrosa certidumbre de sentirnos

verticales y anclados en \o eterno?


PINAR « P O R T Á I S NOUS»

E N silencio agonizan los caminos y es la tarde un islote, desprendido del azul archipiélago del tiempo, del mar del tiempo donde está mi ruta. N o sé qué maravilla estremecida me ha detenido en esta orilla humilde del pinar, verde antorcha del ocaso.^ Y es una mano fina la que, inquieta, me muestra soledades y desiertos en el mapa desnudo de la tierra.

Sólo este islote delicado y firme, sólo esta voz en azucena abierta, sólo este pino amigo, aquí, a mi espalda, deteniendo el camino de mis alas. Y es esta mano, flor o vidrio, espuma, que me acerca el temblor de la hermosura la cintura caliente de la estrella y el labio absorto de la rosa nueva.


Y la tarde se va tan lentamente que cada nuevo abrazo de la noche nos ciñe más sin que nuestro latido anuncie la llegada de la muerte, generosa presencia detenida cuando quiere mi sangre derramarse.

Sangre negra mi sangre, muere el día blanca mi sangre blanca, nace el alba.


I I

"Hombies, Nombres"



AL ESCULTOR DE LA D A M A DE ELCHE.

A don Juan Cuadrado, amigo y caballero.

E N voz baja. Es el tacto, la hermosura, es el perfil del tiempo que trabaja con la mano de ayer la piedra dura y desnuda el silencio así, en voz baja.

Voz baja. No despierte la escultura como una fruta que se nos desgaja, y, en espiral, por esta luz más pura busque en la flor del aire su mortaja.

En voz baja. Silencio, así, caflados,

pájaros, niños, flores y riberas en la piedra sin luz van dibujados.

En voz baja. Que viven prisioneras las ternuras de ayer y amortajados los vientos de tus muertas primaveras.


GREGORIO H E R N A N D E Z

M A N O S DEL « E C C E - H O M O .

HUESOS y venas, naanos del Señor en el dolor de la Columna abiertas, puede contar heridas el amor y la ternura venas descubiertas.

Conyunturas, tendones, ¡ay dolor! de carne y uña, doloridas, ciertas, tus manos sin poder, en el rubor, bendecir las afrentas siempre abiertas.

Tus manos, manos, manos solamente

con heridas, saliva, sangre y pena,

¡ay, qué gesto. Señor, tan elocuente!

¡Y qué actitud la tuya tan serena! Cada dedo dibuja en el poniente la redención en flor de una condena.


PALABRAS SIN VOZ

I I

S A N D I M A S , EL B U E N L A D R Ó N

LA carne viva, humana, humanidad,

sin gravedad de gesto ni desgana;

pero ¡qué hermoso esfuerzo en ia verdad!

Ia carne viva humanidad, humana.

Hombre en la cruz, con clavos, claridad del torso que en la fe la voz desgrana. La cabeza, ya fruto de humildad y el corazón gozoso de campana.

—No te olvides de mí, que voy desnudo

Señor, a tu jardín verde y hermoso,

con sólo tu promesa por escudo.

N o te olvides de mí que, prodigioso,

me talló el escultor ya muerto y mudo

viviendo la verdad de tu reposo.



I I I

LA MUERTE DEL SEÑOR

MUERTE y muerte en el Hombre. Hay maneras

de morir sin porqué ni arquitectura,

o de morir con ganas y de veras,

con suavidad de piel en la hermosura.

Muerte, emoción de muertas primaveras, superficie sentida en la figura; y van las manos limpias y agoreras a la tersa verdad de la escultura.

Tacto y llanto y los dedos y mejillas

—elocuencia del quieto cuerpo terso—

y la armonía de esas dos rodillas.

Y trabajo y amor, y el universo

despliega sus sencillas maravillas

en la carne tan bella como el verso.


SALVADOR DALI DESDE ALMERÍA

« Y los sabios cristales cantan su geometría.> ODA A SALVADOR DALÍ. DE FEDERICO GARCÍA LORCA

SI la luz es cristal y el pecho mármol, si el cuerpo pesa más y el alma es peso, si el tiempo es un diamante o una perla y ésta es un cráneo que Dios ha tocado..., si el agua se hace alumna del mercurio y el arroyo es de plata sin metáforas y por la mar caminan los milagros con la Física sobre los hombros ágiles... Si el espacio es espacio y más espacio y falta un no sé qué en el horizonte, que solloze la tarde sosegada y olvide la pureza de la arista, ay!—Salvador Dalí, pinta la rama de tu voz que cantara Federico, una rama de olivo y Atenea con compases y reglas y relojes... Tu quejido es un árbol, una escuadra, un pez, un hueso solo, una columna.


clavos y espigas, velas y murciélagos, y una rosa de carne sin perfume. Si cantan geometrías los cristales y con ellas las hojas y las manos, dame un gris de cuchillo y la pureza de este esqueleto serio de caballo. Tan serio, serio, serio, seriamente, como pintas el pan o la ventana, como pintas el pan en una cesta, y la ventana en su aire de miradas. Venus moja sus pies de azul antiguo y el mar en un temblor se cuaja y mide, ¡ay, qué dulce la sangre, qué dulcísima hecha garra de miel sobre los labios! Sustituye el amor por el azúcar y el abrazo por risas sin motivo... El amor, el amor... Sólo una estrella oculta en una playa catalana con Una arena comestible y tierna donde los niños juegan su costumbre tan sencillos, tan rubios y tan castos.


D A L Í 1 9 2 5

«VENUS Y CUPIDILLO.

VED el mar, ved el mar... Sus esmeraldas, cuajadas geometrías y cristales. Ved el mar, ved el mar... Venus de espaldas, ¿dónde la sangre cuaja?, ¿en qué corales?

¿En qué corales? Di, sangre del mar, herida de la mar, nube en claveles. Rosa del susto, rojo paladar, amor, beso y mordisco, sal y mieles...

Serenamente el mar, serenamente,

limpio y puro defiende su hermosura

y las nubes, su gracia de poniente.

Serenamente el mar, y nos procura el juego de un Cupido diligente hecho un diminutivo de ternura.


D A L Í 1 9 2 7

«LA SANGRE ES MAS DULCE QUE LA MIEL.

MAS dulce que la miel la sangre canta, también canta la muerte en confitura, la carroña es azúcar que trasplanta el dolor al pastel de la hermosura.

Una hilera de hormigas, mi garganta se deshace en cien pastos de dulzura... Me he muerto ayer, me he muerto, no me espanta

ser miel para la hormiga en miniatura.

Hechas confite, anís, membrillo fino,

danzan las moscas hechas caramelo

y equivoca la abeja su camino.

Ya no busca la flor en tanto cielo, en tanta luz y tarde en remolino, sino el cabello de ángel de mi pelo.


E N LA EXPOSICIÓN DE LUIS C A Ñ A D A S

Piropos de .MADRE Y NIÑO.

P E N S A N D O E N l l l A N C A V S U N I Ñ O

¿ C U A N T A S son las arrobas

que yo te quiero?

¡Ay, níñito de cuento,

de candelero.'

De candelero, niño

de seda y risa

te ha cosido tu madre

una camisa.

Una camisa, niño, color de cíelo con las puntillas de oro de caramelo.

De caramelo, niiio


¡vengan antojos! Los ojillos de estrella ¡ay, lindos ojos!

¡Ay, lindos ojos, niño!, tu madre canta con cinco ruiseñores en su garganta.

En su garganta, niño, arrorró, ea, el ángel del Señor

tartamudea.

—Que no quiero zapatos ni zapatero,

descalzo y tan contento al niño quiero.

Al niño quiero niño de perla fina, al niño quiero niño de golosina.

¿Cuántas son las arrobas di, vida mía, cuántos son los quintales de mi alegría?


Alegría, mi niño, angelería cincuenta chorros de agua de mi Almería.


A Z O T E A S

Décimas a Luis Cañadas

I

SI va la luz por la arista y es la masa luz y aire, el blanco tiene el donaire de ser tacto y de ser vista, y Luis Cañadas conquista problemas y geometría con tan fiel Ingeniería, con pincel tan delicado, que nos pinta de costado el corazón de Almería.

I I

EL corazón de Almería contra el viento, sobre el viento

—¡ay Levante y barlovento!—


panderetas y alegría, sólo porque el día es día, porque la luz es hermosa, porque se levanta airosa, en los jardines del cielo, Almería en un revuelo que es azotea y que es rosa.

I I I

Q U E es azotea y es rosa y es el pan de la hermosura, bien cortada compostura de cal, paredes y prosa... Perpendicular se posa un ángel en la ventana... En la más limpia fontana el pintor lava sus manos, entre inocencias y arcanos la luz grita su diana.

IV

L A luz grita su diana,

casas, muros, masas, casas,

y otras casas y otras masas...

¡Qué dulcísima galvana,

cañamiel de la mañana,


finísimo paladar para beber y soñar toda la ciudad entera desde invierno a primavera y desde el cerro a la mar.


PALABRAS SIN VOZ

M U J E R Y N I Ñ O

La nana del nifw despierto. F.N H O M K N A J E A L U 1 5 C A Ñ A D A S

¡QUE no se quiere dormir, que yo no quiero que duerma...!

Peloncillo de naranja, corazón de yerbabuena, niño, niño, niño chico con los ojillos de almendra. jAy, manos de fruta limpia para robar las estrellas, y pies de sal y vinagre, y sangre de roja adelfa!

¿Que no te quieres dormir?

N o duermas.

N o duermas, tú, clavellina,

ea, ea...

Sin sueño, niño de miel,

no duermas.


Que se duerma el viento tonto,

novio de las azoteas,

que si no quiere dormir,

tíi, no duermas.

¿Y quién te chilla el cariño

y te da besos de menta?

¿Y quién te estruja y te amasa

la carnecita morena? ¿Y quién, milagro sin prisa, te vela y te duermevela?

¡Si no queremos, mi niño, si no queremos que duermas!

Pan del beso, cañadú

con pelusilla de seda y este olor de nido en pluma

de jabón, leche y violeta,

de paño blanco, mojado y caracola secreta,

este olor de barca y nardo, este perfume de siesta, de capillita de monjas

y campo de primavera.

Ea, ea...

despierta!


Si nadie quiere que duermas!

Almería, allá en sus cerros, se disfraza de ama seca.


STRADIVARIUS EN EL CIELO

Sonetazú coìi hiatos.

VIOLA, violón, violoncelo... viola, violino, violín... Los ángeles cantores, ¡qué revuelo!, buscando consonantes al jazmín.

Jazmín y violeta, todo el cielo,

maceta y ramo, huertas y jardín,

jardinerillos rubio caramelo,

ángel, querube, arcángel, querubín.

—¡Que vayan a la tierra!—¡Maravilla! Patinador de nubes, pinturero, el ángel del mensaje se arrodilla.

Enredada en la flor del clavijero

ha encontrado la rima más sencilla

Antonio Stradivarius, violero.


A H O R A LLEGA AL CIELO SARASATE C O N SU STRADIVARIUS BAJO EL BRAZO

P A T E A N los angelíllos una chacona pulida, clave de sol bien cumplida de letrillas y estribillos, de míeles y azucarillos... —¡Ay víolín, violero!, jay, ruiseñor y jilguero que afinas y desafinas, violetas y sordinas, azúcar, sal y salero!


VIOLIN, FLAUTA, P I A N O , GUITARRA.. ,

C U A N D O mueren las lilas y las rosas —que mueren risas, rosas y susp i ro s -Ios violines se saben ataúdes, las llevan a enterrar en sus sollozos y se mueren también tan delicados... tan delgados, tan finos de cintura, tan príncipes de Oriente sin turbante, tan señoritos del Romanticismo... Cuatro cuerdas, un puente y este mástil que arranca tanto grito sin garganta, tanto gemido sin dolor de huesos, tanto dolor sin carne ni ceniza, tanto y tanto, sin causa ni motivo, sólo el morir del árbol en el bosque y el corazón sin paz del violero. El mástil, el cordal, el «alma», el puente, ¡ay féretro pulido de bemoles con dos eses, heridas de costado para sangrar la luz hecha sonido cuando el perro del arco lame y lame dulcemente las lilas y las rosas!

Cuando mueren los ríos en las flautas.


los ríos sollozantes, temblorosos, con riberas de juncos y remansos camino de la mar—del mar—sin prisas, con un profundo son de romancero —tan serio como el pan o la bandera—, y unas piedras menudas y tan tiernas que hacen llorar al niño y a la nube porque están silenciosas bajo el agua... Cuando el hombre te besa, río y flauta —beber del manantial y la hermosura!— y se muere contigo en el suspiro, derrama ya los ríos de la sangre en la música nueva de la herida.

Y cuando muere el sol en el piano y la noche de Dios gime amansada en el teclado, risa de la muerte, sin labios ya, sin labios y sin besos, sin más que el amarillo de los huesos y las lágrimas tiesas de los cirios, sin más que aquel dorado simulacro del amor de la mano sobre el muerto.

La manzana se entierra en la guitarra con un ramo de adelfas y de olivas,

y el mar, en el lejano violoncelo

que encierra el corazón de Stradivarius.


NIJINSKI EN DOS S O N E T O S

I

VIDA, MUERTE, LOCURA

HERIDO de ala y de costado heridq, el «pájaro de fuego» ya es ceniza, ya estos dos pies en ángulo partido ya son peso de tierra que agoniza.

Ya pesas tú, ya, pájaro en quejido, ¡ay, vuelo que en la sangre cicatriza!, ¡ay, costurón de gloria en el zutnbido del salto en espiral que cristaliza!

Arriba y más arriba en rosa y llama, vencedor del pulmón de peso y tierra y los huesos temblando en la alta rama.

Hoy, en el polvo, seriamente encierra la muerte mariposas de programa y el espectro la rosa desentierra.


PALABRAS SIN VOZ

I I

L O C U R A , M U E R T E , V I D A

YA salta ya, ya salta ya, ya llega,

ya llega inverosímil al lucero

y al escoridite con la luna juega,

mitad pulmón y arcángel verdadero.

Mitad, mitad, las piernas no sosiega,

huesos, flautas, subir, fay, que me muero.',

l'ay plumas que me faltan! Y la brega

en los labios en pico pinturero.

(Que me nacen las alas, voy, que salto!

. (Qué prodigiosa anunciación sin peso!

(Qué victoria de nubes en asalto!

¡Qué picotazo en la caricia y beso!

Y arriba, en lo más alto y lo más alto,

preso, poseso, obseso en contrapeso...


NIJINSKI EN TRES DÉCIMAS

EL B A I L A R Í N L O C O

SE me marchitaba un ala y el corazón lo sabía, quise morir de alegría: — ¡Ay, que el salto se resbala y el cerebro lo apuntala! —

¿Dónde mis pies, mi cabeza? La solitaria certeza de ser peso, tierra y peso, yo que fundía en un beso hermosura y ligereza.

E N T R E C R U Z A D O

DIEZ trenzados en el salto, diez suspiros de bajada, danza la flor desatada del celeste sobresalto, ¡ay, saetas en asalto y llamas en espiral!


Décimo salto mortal que danzo porque yo quiero morirme así, en el sincero entrecruzado final.

L O S PIES E N EL BALLET

EN el pie derecho, llaga, y en el otro va un clavel; no pises ya ese nivel del fuego que no se apaga y la piel que no empalaga... Danza y gira, libre, alzado, de perfil y de costado, hecho saeta del viento, tan certero y tan contento como un pájaro plumado.


EN LA MUERTE DE C E R V A N T E S

I

E M P U Ñ A N D O una cruz como una espada el claro caballero busca el cielo... ¡Ay, qué prodigio de ala sosegada! N o le tapéis la cara con pañuelo.

N o le tapéis la cara afortunada, que saberla sin alma es un consuelo. Dejadla por la brisa amortajada que busque en las estrellas paralelo.

¿Quién es, eternidad de eternidades?

Y es el silencio presurosa hiedra

que los labios te asombra de verdades

y las manos te esculpe en limpia piedra. Es tu muerte maestra de humildades, Don Miguel de Cervantes Saavedra.

I I

—¡SEÑOR Don Juan, señor Don Juan, espera.


Mármol, piedra, silencio, polvo, nada... Hacia el reposo de la primavera el alma libre vuela enamorada.

Oro dichoso de la edad primera, ángel pastor de celestial jornada, caballería estrecha y justiciera, Garcilaso, un soneto y una espada.

—Mi señor Don Quijote, espera, h e r m a n o -Mármol, piedra, silencio, polvo, sueño, y el alma, alondra alegre de verano.

—Dulcinea, señora, dulce empeño.,.— —Señor mío y Dios mío...—En castellano una voz le i-esponde:—Soy tu dueño.

I I I

D O N Miguel se nos muere tan sin prisas, con esta muerte seria de hombre bueno, que inaugura esperanzas y sonrisas y hace el aire más dulce y más sereno.

Todas las horas mansas y sumisas al batallar del tiempo ponen freno, rodean delicadas y precisas su rostro exacto, su perfil moreno.


—¿Quién es ésta que el panderete toca

y gira y gira y danza presurosa

derramando mil perlas de sus manos,

mil gracias derramando de su boca?

—La muerte en atavío de Preciosa,

que acude a tu elegante besamanos.

I V

«AQUI ya de laurel ya de jazmines», ya ríos y fontanas y sosiegos, mares y montes, ríos y jardines y horizontes desnudos y manchegos...

Aquí ya de laurel, ya de clarines,

de mosquetes y espadas, botafuegos,

de lanzas, de pendones, de rocines,

como el amor los capitanes ciegos.

—Señora de mis dulces pensamientos...

Aquí ya de jazmines, Dulcinea.

Callan los labios finos sentimientos.

Aquí ya—la cabeza se ladea y en la hermosura sin encantamientos el corazón se para y se recrea.


E L P O E T A C H I N O

SOBRE la hoja, el peso de una gota,

nada más que el peso de una gota.

Por el camino del Sur

viene cantando el amor.

Las I-osas pálidas y la sabiduría de un hombre.

Y la tristeza intraducibie,

la mía, la tuya, la de él, de ella.

También palidecen las estrellas.

Es el viento

y es la ternura de la noche negra

y la paz solemne

de primavera y delicada flor cortada,

húmeda siempre de besos grandes.

La luna en las olas va y viene,

y los compañeros en silencio

buscan sus manos en las mangas

y quieren abandonar su cuerpo

al rezar «Las Perlas Floridas».

Sólo se inclina la rama

bajo el peso de un pájaro.

Sobre la hoja, una gota de rocío.


OSCAR WILDE - C A N T A EL PAJARO

SI el pájaro en la rosa se desata corazón, manso y triste, mide el vuelo, en la luz, una música escarlata, y una orfandad de plumas en el cielo.

Paso a paso, la rosa, catarata de párpados de sangre sobre el suelo, y en el viento, campanitas de plata y un crujido de garra y terciopelo.

¡Ay corazón!, tu soledad de isleño abjura de la ruta y el camino anclado en la agonía de tu empeño.

¡Ay, corazón!, en el atril divino canta a la rosa un pájaro de sueño, una perla de miel en cada trino.


A N T O N I O M A C H A D O

En su homenaje.

I

A N T O N I O , ya los campos son violeta siempre en la tarde y el Moncayo es blanco,

perfectamente serio tu recuerdo nos llena el corazón de alegres pájaros.

Contigo caminar, sencillamente, cuando sin sombra ya, Antonio Machado,

tus pasos miden cielos y romances

como antaño callejas del pasado.

Contigo caminar sencillamente,

sin palabras ni gestos, paso a paso,

contigo caminar en el silencio,

sin miedo ya del ce razón parado

con horizontes de melancolía, largo camino y temblorosos álamos...

—Limonares y encinas siembran ángeles

en los mapas celestes del espac io- .

Las claras tardes con cancela y fuente,

el sueño de oro de los frutos altos,

los olívíllos con su paz de olivas

tan serenos, tan finos y tan clásicos,


y la tierra desnuda, triste de alma, oscuros encinares, piedra y llanto,

desnudos peñascales, calvas sierras, alcores y mesones castellanos,

tierra de Soria, militar y escueta,

con pardos ruiseñores sosegados, hormigas en hileras, viejos olmos,

verde tierno en sus troncos centenarios,

las dos tierras de cielo y cielo y tierra

contigo van en un solo milagro. ¡Ay, Antonio! tan serio y tan alegre,

tan seriamente alegre, puro y claro,

tan sereno y señor de tu sonrisa

soñando los caminos de tu campo, el silencio responde a tus canciones

y te abraza y te llama dulce hermano...

¡Ay, Antonio! de corazón despierto

como un panal dulcísimo clavado •

en el tronco de Dios que vela y mira

melificar tristezas y desmayos, hacer luz de la angustia y la desgana y oración del más grande desamparo.

—Yo iré contigo, siempre, a ver el alma

Leonor, en sueños, siempre, de tu mano.—

Las hojas amarillas y la luna y todo dulcemente recordado, sencillo y triste, natural y alegre, porque Dios quiso así a Antonio Machado.


PALABRAS sm VOZ

II

D E A L M E R Í A LA SECA A C A S T I L L A

«CAMINOS blancos y álamos del río»

en la tristeza de la tarde muerta

la hermosura es un largo escalofrío

y el corazón un centinela alerta,

N o hay dolor como el tuyo y como el mío ni soledad más clara y descubierta, no hay amor, no hay amor, no hay albedrío ni hay voluntad de rendición más cierta.

«Tristeza que es amor.» Así decía la voz aquella en trino de ternura, y traspasaba el corazón del día.

Donde sueñan las rocas sin ventura,

sembraría gozosa el alma mía

para un brotar gozoso de verdura.

I I I

A L P O E T A N U E V O D E « M A N A N T I A L .

Y ya no sé con quién váís, campos de Soria, montes de violeta.


¿con quién, melancolía, triste hermosura de la triste tierra?

Los álamos dorados,

los álamos de amor en las riberas,

no sé yo qué ruiseñores cantan sus soledades y promesas.

No sé yo que ruiseñores

trinan tristezas, trinan tristezas y gorgean llantos de pena y pena. Que yo no sé de nadie ni de nada que en el fondo del alma afirme tierra, tierra de Dios, Castilla y más Castilla, santa pobreza, tierra de Dios,

colinas plateadas, calvas sierras. Yo grito por un joven de ternura

que con las hojas secas encienda en el amor de la palabra

la nueva primavera

y que el campo de Antonio no se sienta

tan sin tierra.


TRÍPTICO DE SONETOS EN EVOCACIÓN DE FEDERICO Y CON LEMA DE RAFAEL

A los estudiantes del .Aula Poética' de Granada

I

«EN largo ciervo de agua convertida» corre, y que corra el corazón al viento, adelfas y jazmines, un quejido bajo el galope de tu sentimiento.

Tu sentimiento en agua, repartido, dulcísima granada a chorro lento, entre los dientes chascan en gemido tus huesos de palomo somnolíento.

Huesos y estrellas entre sangre y diente; ípara ya, para....' Come de la luna caída de costado en tu corriente.

A la nanita nana, es una cuna tu corazón oscuro de poniente de adelfa quieta y paz de la aceituna.


I I

«HECHO junco a las altas soledades»

y en bajas soledades yerba oscura,

yerba niña, raíces y ansiedades,

hoy, musgo de tu tierra sin ventura.

Hecho verde quejido de humildades junto al agua y al cielo, ¡qué hermosura el verde de tus limpias claridades y la sangre hecha paz de esa verdura!

¡Ay verde, que te quiero verde, amor!,

sencillo amor de cantos y de arena

con partos delicados de verdor

y dulcísima leche de tu pena.

U n niño de la mano, el Buen Pastor

busca los verdes prados de tu escena.

I I I

«HERIDO por el aire y requerido» por las torres más altas y más finas, clavado en la veleta, bien cernido corazón de nostalgias submarinas.

—Por el aire y los aires mal herido.


jay, compadre! sangrando clavelinas,

subo torres y torres de quejido

apuñalado en todas las esquinas.

¡Que me paro, no puedo, que no llego,

esquínítas de muerte, muerte mía!

—En la veleta, el corazón de fuego—.

Alta la torre, dura la alegría, hecho mármol de oliva y de sosiego, ¿quién me da el corazón de mí agonía?

ioi Diputación de Almería — Biblioteca. Palabras sin Voz., p. 101

G R A N A D A SE LLAMA FEDERICO

Y miro las hormigas cuidadosas

cómo pisan sin peso las arenas

y pienso en la flor rota de tus labios en los besos callados de la tierra, la tierra entre los dientes, en la boca,

sobre la dulce lengua sin espinas, rosa de carne que mejora el pan con sólo el modo dulce de llamarlo, la tierra ya hecha pan de tu comida,

la tierra ya hecha beso de ternura,

la tierra en tu garganta dulcemente,

fresquísimo bocado y buche de agua, la tierra, sal en el vientre blanquísimo,

azúcar de la tierra, el corazón, tierra en la tierra, grano a grano, tierra.

Las hormigas pequeñas y seguras en los pulidos dientes de tu risa, de esa risa que fué chorro de luces, milagro de los trigos bien granados, agridulce besar del mar caliente, oliva sosegada de las tardes,


palma del buen amigo y sus dulzuras con dátiles, mariscos y naranjas... de esa risa de risa tan certera... Federico García, niño y agua, Federico García, fuente y sangre, Federico García, sangre y risas, y risas altas y altas, vertebradas, Federico García, muerte y vida. Que me rías deseo esta ternura que no sirve de sal ni de sosiego, que no sirve de nada y que de nada quiere hacer barcas, lunas y alegrías, caballos, romancillos y veletas... Que me rías con sacudida gana como un árbol furioso con sus frutos, con bramido de arcángel mejorado en los cielos gitanos del desvelo, con parto de mendiga bajo un puente, chorros de leche y tanta Vía Láctea, con este grito que desvela el mundo cuando el beso es mordisco y sacramento y el hombre es hombre y la mujer, mujer... Que me rías tú, vivo entre los muertos; también se muere el mar, ¿verdad, amigo?, también se muere el mar y el sol se muere y hay unos perros largos contra el viento que anuncian cosas negras en las noches, cosas negras y blancas sin colores,


cosas de miedo y miedo de cuchillo, cosas y cosas que yo sé y me callo porque el silencio mata el miedo triste y yo quiero el cristal de tu alegría, muerto de risa con nuestras cósicas, barquitos de papel, confiterías, y jardines, postales y visillos, y anillos de oro y plata y calcetines, y entradas para el cine y chocolate. Que te rías de tantos vivos muertos, de tantas profecías sin poeta, de tanto corazón sin equilibrio, de tanta ciudad triste sin tu nombre... En el mapa de todas mis escuelas Granada ya se llama Federico.


U N M Á R T I R

Y San Sebastián que mece su sangre de ruiseñores en las arpas sin colores de su carne que enmudece, y la saeta que escuece, y el alma que se asegura trinando escalas de altura a golpes de sangre y vida, azucena convertida en un clavel de hermosura.


JUDAS EN DÉCIMAS CLASICAS

YA no el árbol de la vida, sólo el árbol de la muerte, lloran los ángeles verte fruto y cosecha perdida, y es el beso ya una herida para vender al Señor, para vender al Amor, para vender al Amigo; ya siempre. Judas, contigo salivazos de traidor.

Árbol vivo y árbol muerto, madera y cruz, más madera, en los brazos de la higuera se balancea el desierto. ¡Ay, extrañísimo injerto de besos y de traiciones! Galopan los corazones hacia el árbol de la cruz, y tú siempre a contraluz, cosecha de maldiciones.


Cuentas y cuentas dineros, treinta son, treinta serán, barato vendiste el pan, joh rey de los despenseros! Tiemblan los altos luceros y mordisco y salivazo en la traición del abrazo, y último horror de la nada. (Ay, fruta desesperada sin más adorno que un lazo!

Dadle ya treinta dineros, una cuerda y una rama, y será autor de este drama, horror de los mil luceros y los ángeles guerreros. Le besarás la mejilla —cuando el Cordero se humilla en el santo prendimiento—, héroe del resentimiento, padre de la pesadilla.

Por sólo un beso, una muerte. ¿Qué hicieras tú en el amor? ¿La tierra, ceniza, horror, y el hombre, esqueleto inerte


sin más suerte que esta suerte de la mano ensangrentada, de la traición desolada, sin lágrimas ni perdón, sin consuelos de oración ni alondras de madrugada?

io§ Diputación de Almería — Biblioteca. Palabras sin Voz., p. 108

T O R E R O - TORERILLO

P A S E

EL toro bien plantado y bien nacido, bien nacido el torero y bien plantado, el uno decidido, y decidido el otro, dos, torero y toreado.

—Toro, torillo, ven—do sostenido—.

—Ya voy, toro, torero, disparado—.

También un do bemol en el mugido

y la marimorena en el tejado.

—Ni en el amor tan cerca, toro mío. ¡Ay, qué cosquillas!-Risas y más risas. —Si respiro más hondo, escalofrío

del hueso en la cintura. /Tantas prisas

para pararte justo en el vacío y enredar en tus cuernos mis sonrisas!


I I

C O G I D A

LA tormenta tranquila y poderosa

embiste y para, frena y arrebata,

en la carrera se levanta airosa

la media luna de la frente en plata.

En plata luna, en oro va gozosa, que arrebató cinturas, y desata adelfas y gargantas, melindrosa caricia larga que se goza y mata.

U n altísimo grito decidido y el toro que se para en escultura

y deshace alegrías de bramido.

—Gorgoritos de altura y más altura-

El toro alegre, valentón, erguido,

soñando praderíos de verdura.

l io


INDICE



I . - .EL CORAZÓN EN EL MAPA-ALMERÍA

Almería 9 La Alcazaba 11 A una barca llena de sal en el puerto de Almería 12 A un bloque de mármol en el puerto de Almería 14 Mar-Noviembre. Nace Venus en el Mediterráneo 16 Tren de otoño 18 Río Almanzora 21 Corre, caballo blanco. Romance a la ciudad de Adra. . . . . . . 22 Romance con suspiros fronterizos a Alhama la seca . . . . . 24 Tres sonetos a la uva de Almería " 2 6 Dezyr de cancionero a la uva de Almería 29

GRANADA-BAZA Cielo de Granada ,. . . 35 Tercetíllos encadenados a la ciudad de Baza 36 Tres décimas a Baza 38 Tríptico de la antigua Basti . . . . 40

A una cuenta de collar encontrada en Bastí. Arqueología Cerro Cepero. Antigua Bastí.

CASTILLA

En Madrid 45 Tren en Castilla 46 Escorial . . 48 Calle de Avila 49 Segovia 50 Salamanca 51 Torrelavega 53


Pialli»

MALLORCA

Mallorca 57 Mar-Portals Nous 59 Pinar-Portals Nous 61

n. - .HOMBRES, NOMBRES.

Al escultor de la Dama de Elche 65 Gregorio Hernández • • "

I Manos del Ecce-Homo. II San Dimas el buen ladrón. III La Muerte del Señor.

Salvador Dalí • 69 Salvador Dalí desde Almería. Dalí 1925 .Venus y Cupidlllo.. Dalí 1927 «La sangre es más dulce que la miel..

Luis Cañadas Piropos a .Madre y Niño>. Azoteas. Mujer y Niño. (La nana del Niño despierto).

Stradivarius Stradivarius en el cielo. Y ahora llega al cielo Sarasate con su Stradivarius bajo el brazo. Violín, flauta, piano, guitarra.

Nijinski 8^ Vida, muerte, locura. Locura, muerte, vida. Nijinski en tres décimas.

Cervantes . . ^ En la muerte de Cervantes.

Li-Tai-Po, el poeta chino .^^ Osear Wilde canta el pájaro Antonio Machado en su homenaje

I Antonio Machado. II De Almería la Seca a Castilla. III Al Poeta nuevo de .Manantial-.

Tríptico evocativo de Federico . . Granada se llama Federico Un mártir, San Sebastián . 1 0 5 Judas en décimas clásicas Torero, toreriUo

I Pase. II Cogida.


Este libro de CELIA VIÑAS OLIVELLA,

titulado «PALABRAS SIN VOZ>, número 14 de la Colección -Ifach-,

se acabó de imprimir el día 14 de marzo de 1953, en los Talleres Tipográficos de

Sucesor de Such, Serra y C o m p a ñ í a , de

Alicante



B. Dip. Almería

AL-821-VIÑ-pal

1016255

La «Colección IFACH» HA PUBLICADO:

I POESIA

de

2.

3.

4.

5.

6.

7.

10.

11.

12.

13

14.

cEl amor en el paisa|e> Santiago Moreno. (Agot.) «Entre la piedra y Dios», de J. Andúgar. (Agot.) «La estrella afirmativa», de Juan Valls. «Deriva», de Gabriel Celaya. (Agot.) «Cántico de la Creación y del Amor», de V. Ramos. (Agot.) «Hombres a la deriva», de Manuel Molina. «La soledad y el recuerdo», de J. López Gorge. «Seis poemas inéditos y nueve más», de M. Hernández. (Volumen extraordinario.) (Agot) «Después de la lluvia», de Joaquín León. «Honda Llamada», de V. Ramos. «Palabras Mayores», de Ramón de Garciasol. (Agot.) «El grito inútil», de Angela Figuera Aymerich. (Premio «Ifach» 1952.) «Palabras sin Voz», de Celia Viñas Olivella.

I 1 PROSA

9. «La Huida y otros relatos», de Sofía Heyman.

DE INMEDIATA APARICIÓN

«Los Signos», de Concha Zar-doya. (Poesía.)

DE PRÓXIMA PUBLICACIÓN «El Tiovivo», de Fernando Ferraz. (Premio «Ifach» de Narración 1952.) «La Sexta Canción» (Novela), de Manuel Girón. «Timoteo, el Incomprendido» (Novela), de Camilo José Cela. • Cuatro Claves» (Teatro), de Sofía Heyman y Juan José Esteve. «En el fin de los tiempos» (Novela), de Jorge Campos. «Poemas», de Joaquín Mar-quina.



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