3
DESCUBRE TU ENTORNO U N P ASEO B AJO L AS B ANDERILLAS Jos´ e Antonio Pastor Gonz´ alez Departamento de Matem ´ aticas, Facultad de Matem´ aticas; E-mail: [email protected] Uno de los veranos m ´ as c´ alidos que recuerdan los ancianos de estas tierras es el ambiente que nos envuelve cuando comenzamos nuestro periplo, cami- no de la Fresnedilla. Entre los pinos de Alepo, las encinas y los madro ˜ nos apenas se vislumbra horizon- te alguno y s´ olo la perspectiva del carril por el que avanzamos da profundidad a nuestras miradas. Las fuentes se suceden una tras otra vertiendo ladera abajo los ´ ultimos recuerdos de las nevadas de in- vierno y las copiosas lluvias de primavera. El fragor del Aguasmulas se escucha amortiguado por la exu- berancia del sotobosque y, a ratos, cuando podemos contemplarlo desde alguna curva, parece encantar- nos con sus piruetas y el verdor de sus vaeras. Muy pronto llegamos a la altura de las juntas que hacen el arroyo de la Campana y el Aguasmulas. Cuando las maderas se conduc´ ıan por el agua, esta encrucijada ven´ ıa a ser algo as´ ı como un dep ´ osito y en el lugar llegaron a vivir familias enteras de ajorrao- res y gancheros. Todav´ ıa pueden encontrarse restos de las casas que levantaron y las terrazas en las que sembraban. La pista de macad ´ an comienza a ascender suave- mente para ganarle altura al Castell´ on de los Toros, lugar enriscado, complejo, donde la necesidad llev´ oa algunos a sembrar en sus cimas. Pronto la pista ha- ce una curva cerrada y contemplamos el Rec´ o del Aguasmulas – quiz ´ as signifique rinc´ on por lo encajo- nado de su situaci´ on. Buscamos con la vista el cortijo de la Fresnedilla pero s´ olo se nos muestra imponente la naturaleza vertical del flanco Norte de las Bande- rillas. En los paredones calizos trepan algunos pinos blancos cuyo tama ˜ no nos sirve para estimar la escala del conjunto y cifrar la altura de la muralla en m ´ as de 700 metros. Cuando la pista termina, una senda nos lleva ha- cia el cortijo de la Fresnedilla. Como tenemos idea de dormir por aqu´ ı vamos ya buscando un lugar omodo donde vivaquear; unas nogueras nos aco- gen bajo sus ramas y nos dedicamos a sestear y a charlar. Vemos varios fresnos de gran porte y curio- seamos por el cortijo, que est ´ a muy abandonado. Es terrible comprobar c´ omo en muy pocos a ˜ nos el tiem- po lo engulle todo y se lleva por delante el trabajo EUBACTERIA 21

P AJO LAS BANDERILLAS - um.es · Los espinos blancos (Crataegus monogyna) forman la orla de los bosques que pueblan estas umbr· as. paciente y sufrido de varias generaciones

  • Upload
    hahuong

  • View
    214

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

DESCUBRE TU ENTORNO

UN PASEO BAJO LAS BANDERILLASJose Antonio Pastor GonzalezDepartamento de Matematicas, Facultad de Matematicas; E-mail: [email protected]

Uno de los veranos mas calidos que recuerdanlos ancianos de estas tierras es el ambiente que nosenvuelve cuando comenzamos nuestro periplo, cami-no de la Fresnedilla. Entre los pinos de Alepo, lasencinas y los madronos apenas se vislumbra horizon-te alguno y solo la perspectiva del carril por el queavanzamos da profundidad a nuestras miradas. Lasfuentes se suceden una tras otra vertiendo laderaabajo los ultimos recuerdos de las nevadas de in-vierno y las copiosas lluvias de primavera. El fragordel Aguasmulas se escucha amortiguado por la exu-berancia del sotobosque y, a ratos, cuando podemoscontemplarlo desde alguna curva, parece encantar-nos con sus piruetas y el verdor de sus vaeras.

Muy pronto llegamos a la altura de las juntasque hacen el arroyo de la Campana y el Aguasmulas.Cuando las maderas se conducıan por el agua, estaencrucijada venıa a ser algo ası como un deposito y enel lugar llegaron a vivir familias enteras de ajorrao-res y gancheros. Todavıa pueden encontrarse restosde las casas que levantaron y las terrazas en las quesembraban.

La pista de macadan comienza a ascender suave-mente para ganarle altura al Castellon de los Toros,lugar enriscado, complejo, donde la necesidad llevo aalgunos a sembrar en sus cimas. Pronto la pista ha-ce una curva cerrada y contemplamos el Reco delAguasmulas – quizas signifique rincon por lo encajo-nado de su situacion. Buscamos con la vista el cortijode la Fresnedilla pero solo se nos muestra imponentela naturaleza vertical del flanco Norte de las Bande-rillas. En los paredones calizos trepan algunos pinosblancos cuyo tamano nos sirve para estimar la escaladel conjunto y cifrar la altura de la muralla en masde 700 metros.

Cuando la pista termina, una senda nos lleva ha-cia el cortijo de la Fresnedilla. Como tenemos ideade dormir por aquı vamos ya buscando un lugarcomodo donde vivaquear; unas nogueras nos aco-gen bajo sus ramas y nos dedicamos a sestear y acharlar. Vemos varios fresnos de gran porte y curio-seamos por el cortijo, que esta muy abandonado. Esterrible comprobar como en muy pocos anos el tiem-po lo engulle todo y se lleva por delante el trabajo

EUBACTERIA 21

DESCUBRE TU ENTORNO

Los espinos blancos (Crataegus monogyna) forman la orla delos bosques que pueblan estas umbrıas.

paciente y sufrido de varias generaciones. Hace pocomas de diez anos en estos campos se sembraba cerealy en las cercanıas del arroyo prosperaban en veranolas huertas.

La Fresnedilla es un sımbolo de la resistencia se-rrana a las inercias del tiempo y a los caprichos delos senores de la Administracion. Uno de sus ultimosduenos, Maximo Fernandez Cruz, relata con orgullo

La Peonıa (Paeonia officinalis) aparece como un tesoro tımida-mente escondido en el interior de los bosques mas humedos dela sierra.

que el cortijo del Reco y la Fresnedilla la merco mibisabuelo en 1780 con sus mas de 250.000 pinos y 80nogueras. Anade indignado tambien que, a mediadosde los anos 70, un ingeniero me ofrecio en la Torredel Vinagre 210.000 pesetas por todo, pero yo digoque no vendo y que me tendran que sacar de aquı conlos pies para adelante. Maximo es uno de los pocosserranos que soporto la presion administrativa queobligo a muchos de sus conocidos a malvender sustierras para ser realojados en Coto Rıos. Otra anecdo-ta que refleja el infame cerco de los gestores hacia loshabitantes autoctonos de la Sierra es que, negandoleel derecho a sus propiedades, le encerraron en una delas casas de la propia finca a mas de 250 ovejas conorden expresa de que no salieran a pastar. Unos dıasdespues, su misma hermana dio careo a las bestiaspero ya habıan muerto mas de cuarenta.

La tarde se va cerrando y las luces se reflejan enla caliza blanca de las Banderillas. Cenamos antesde que la luz se nos escape del todo y buscamos laproteccion de los sacos para evitar los mosquitos. Unrato despues solo se escucha el rumor del arroyue-lo tributario del Aguasmulas que tenemos a escasosmetros. Pasan las horas y la luna menguante aparecede madrugada tras los paredones que contienen a losCampos para que no se desparramen. Manana esta-remos por allı arriba, en los Campos.

El arce (Acer granatense) salpica las umbrıas de la sierra.

Con las primeras luces recogemos y tiramos pa-ra arriba, por una traza bastante vieja que comuni-ca con la Hoya de la Albardıa. Vemos senales muynuevas de un GR que une Pontones con Coto Rıos yalcanzamos –no sin sudores– un paraje conocido co-mo las Horcajillas. A partir de ahora, abandonamosla tranquilidad de la senda para encaramarnos sobreel ultimo escalon que nos separa de los Campos deHernan Perea. Sorteamos varios poyos que se preci-pitan sobre la cuenca del Aguasmulas y le aranamoscada vez mas metros a esta enorme montana.

Tras un angosto portillo de roca asoman ya los per-files caoticos y sobrecogedores de los Campos banadospor un sol de justicia. Y solo son las diez de la manana

22 EUBACTERIA

DESCUBRE TU ENTORNO

pienso para mis adentros mientras sorteamos un la-piaz complejo y traidor.

Tras algunas dolinas encontramos un carril queviene de la pista del Pinar Negro. Lo tomamos parasubir al punto mas alto de la sierra y agradecemoslas exiguas sombras de los pocos pinos salgarenosque aquı sobreviven. Ladera abajo, refleja el sol latechumbre metalica de una vieja tina que se apoyasobre la Casa del Pinar Negro. Pese a la luz aplas-tante y dura que se desparrama por las llanuras,podemos apreciar que estamos en un lugar casi magi-co, sobrenatural, solitario, extremo... No hay serranoque mente a los Campos con indiferencia; mas bien,siempre se refieren a ellos con un respeto transmitidode padres a hijos, nacido de las experiencias de va-rias generaciones que han visto morir atrapados enlas nieves a pastores extraviados por la niebla y elviento.

Ensimismados en estos pensamientos llegamos ala cumbre de las Banderillas, pequeno resalte en lacordillera en el que la Administracion ha colocadounas garitas de vigilancia con la misma arquitectu-ra que los refugios de pastores de los Campos. Nosasomamos a Poniente para contemplar el espectaculodramatico y estrepitoso de la muralla de las Bande-rillas desprendiendose desde los casi 2000 metros delos Campos hasta la vega del Guadalquivir, a menosde 700. El reten forestal se nos acerca con deseosde conversar y nos describe la arquitectura de estacatedral que se erige aspera y solitaria, junto a losCampos. A nuestros pies esta el cinto de Vinuela, quees un conjunto de poyos circulares cuya naturalezacalcarea los presenta deslumbrantes e inconfundiblesal sol de la manana. Entre dos de esos poyos, nossenala la Soga, pues era necesario ayudarse de ellapara transitar por tan abrupto desfiladero; tambiennos habla de la pasa el Durillo, ya que era precisoagarrarse a la planta para llegar a buen puerto...

Seguimos avanzando ahora ya sin camino, por loalto de la cuerda y aprovechamos para disfrutar de unpaisaje enorme, solitario y sobrecogedor. Nos llama laatencion una aguja de roca que en la forma me recuer-da al Naranjo y que aquı lo denominan el Fraile. Lacresta es muy comoda, limpia y siempre descendentepor lo que pronto alcanzamos el flanco sur y la veredaque desciende hacia el collado de Roblehondo por elTranco del Perro. En las curvas mas expuestas obser-vamos enormes piedras rectangulares que sostienenel camino, aunque en la zona de mayores pendien-tes este ha sufrido desprendimientos y el acoso delos pinos. Una vez mas abajo, observaremos desdela distancia la dificultad de introducir esta senda por

Primula vulgaris es, como su nombre indica, la primera en flore-cer a principios de primavera en estas sierras.

un lugar tan complejo y la necesidad que tuvieron dedinamitar la roca para hacerla transitable a las bes-tias.

El collado de Roblehondo separa las cuencas delBorosa y del Aguasmulas. Nosotros salimos ayer deesta ultima y hoy la dejamos a la espalda enfilandohacia el Sur por la vereda que traemos desde los Cam-pos. No muy lejos reconozco la inconfundible siluetadel picon del Haza con su espectacular pared Oes-te y donde tambien se ven las tuberıas de la centralelectrica del Borosa. Tras un kilometro de bajada to-mamos la siempre arriesgada decision de abandonarla senda para ir monte a traves hacia un ramilletede cortijos que salpican el royo de la tinaıca. Estospresentan un aspecto habitado aunque solo nos reci-ben algunos animales poco amistosos. Los habitanteshan cercado la zona central del valle –que es dondesiembran– y nos supone un fastidio buscar un pasopor los laterales. Tras un trozo bastante malo en elque nos tenemos que descolgar por un barranco, llega-mos a una senda con marcas recientes de herraduraque es una magnıfica senal para nuestros cansadoscuerpos.

Enseguida escuchamos entre las encinas el rumordel Borosa atrayendonos hacia el fondo del valle. Ace-leramos nuestros pasos y lo cruzamos por Huelga Ni-dillo para entrar en la autopista del Borosa. El dıase ha ido cerrando y nubes medias oscurecen el cie-lo, aunque no parece que vayan a descargar. La genteque esta paseando o que se dirige hacia el Salto de losOrganos mira nuestro aspecto desarrapado y algunosse sorprenden al adivinar colgada de mi mochila lacuerna de ciervo que he encontrado en el Tranco delPerro. Disfrutamos de este ultimo tramo y de la ce-rrada de Elıas y terminamos nuestro recorrido en laTorre del Vinagre, donde el dıa anterior fuimos previ-sores y dejamos un coche para ahorrarnos el alparga-tazo hasta los llanos de Arance.

EUBACTERIA 23