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Reflexión frente a la realidad educativa de un colegio que busca promover una educación integral
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El Instituto O’Higgins y la Educación de Excelencia Reflexión a partir de los “Otros Indicadores de Calidad”
“En nuestra realidad marista, hemos desarrollado ampliamente la comunidad educativa.
Ella nos ha ayudado a organizarnos mejor y a avanzar significativamente en la entrega de
una educación de calidad. [No obstante] necesitamos reforzar, de distintas maneras una
cultura comunitaria que se exprese en florecimiento de distintas comunidades cristianas
donde se comparta y se crezca en la fe, en la misión y en humanidad” (Consejo Provincial
Santa María de los Andes, Sector Chile (2014) Estilo Carismático Marista de Animación y
Gobierno, N°29, pág.10)
A estas alturas del partido, resultaría extraño que alguien pusiera en duda la educación de
excelencia que se entrega en los colegios que forman parte del ranking de los cien mejores
del país, entre los cuales se encuentra nuestro establecimiento, el Instituto O’Higgins de
Rancagua.
No obstante, más extraño aún resulta que con tanto avance en la investigación educativa,
aún se siga asociando calidad o resultados de calidad, únicamente a aquellos resultados
vinculados a procesos académicos que son medidos por evaluaciones altamente
estandarizadas como la PSU o el Simce.
Un gran avance en la reflexión respecto de la calidad lo constituye el documento aportado
por el Ministerio de Educación “Otros Indicadores de la Calidad” (Ministerio de Educación
República de Chile, 2014) que busca poner sobre la mesa la importancia de implementar
acciones sistemáticas para desarrollar aspectos no académicos que son fundamentales para
Saint Joseph’s University
la formación integral de los alumnos. Pero ¿Por qué ,cómo y para qué instalar la reflexión
sobre la calidad en una institución que tiene una mirada autocomplaciente a partir de los
resultados que son aplaudidos por la comunidad en su conjunto?
Comenzaremos respondiendo al porqué , Todo indica que no basta con tener buenos
resultados académicos si se quiere ser fiel a la misión declarada, que busca evangelizar a
través de una educación de excelencia. La formación académica es sólo un aspecto de esa
educación. Podríamos preguntarnos qué ocurre por ejemplo con la participación y
formación ciudadana que arroja cada vez mayor apatía de parte de nuestros jóvenes. De
hecho, un reciente estudio revela que nuestros estudiantes se experimentan vulnerados en
su derecho a la participación en cuestiones fundamentales que tiene que ver con el gobierno
estudiantil y los manuales de convivencia (Estudio aún no publicado, desarrollado por el
Equipo de Solidaridad Marista).
Pero respondiendo al porqué no logramos aún situarnos en la senda de una solución a lo
que percibimos como necesidad. Lograr la Calidad es más que un simple propósito que
busca dar cumplimiento a las expectativas de la Congregación o reflejar coherencia interna
con la Misión declarada; es, en definitiva, una cuestión central de los procesos de
aprendizaje enseñanza; por lo mismo no puede quedar reducida a un solo aspecto; así como
generamos metodologías para evaluar lo académico , también se hace necesaria la tarea de
poner todos los medios que tenemos para diversificar las formas de evaluar la calidad en su
amplio espectro (Javier Lasida, 2008). El siguiente paso será definir ciertas características ,
indicadores, contenidos y valores que hagan comprensible y transmisible aquello que
entendemos por excelencia educativa orientada a la calidad.
Conscientes de que es prácticamente imposible cambiar un paradigma que ha
funcionado y ha sido aceptado por cien años por la comunidad educativa, se hace
necesario instalar un proceso de reflexión que muestre las bondades de lo que se
pretende transformar y un camino cierto que dé garantías de que, efectivamente se
busca un bien para la comunidad.
En dicha línea, nos hace mucho sentido el cómo contenido en la propuesta de generar un
Sistema de Calidad en la Gestión Escolar, que contemple rasgos distintivos tales como “la
concepción integral del aprendizaje, la centralidad de la escuela en la autoevaluación de su
labor y la generación de estrategias de mejora(…)” (Radic, 2012). Especialmente teniendo
en cuenta por una parte a nuestros estudiantes que hoy por hoy vienen cuestionándose el
porqué de tanta exigencia académica y el porqué del olvido de otras dimensiones de la
formación integral; y por otra , a la Congregación de los Hermanos Maristas que en la
revisión continua que hacen de los proyectos educativos , hoy más que antes nos invitan a
una renovación que sintonice con el carisma marista que tiene como sello distintivo la
preocupación por lo humano en su conjunto en una línea valórica que excluye toda forma
de individualismo y búsqueda de exitismo académico; ofreciendo por el contrario la
formación de comunidades de aprendizaje, en donde se destine tiempo de calidad al
encuentro con el otro , de manera especial con aquellos más desatendidos de la sociedad.
Si miramos la particularidad de la propuesta recoge esta idea de trabajo en comunidades
que podría ser perfectamente aplicada en la red de colegios maristas y justamente allí
descansa su racionalidad; en tanto cuanto “asume que la calidad de un centro educativo,
refiere en gran parte a su capacidad de alcanzar la Misión y la Visión institucional que
declara” (Radic, 2012)
El cómo debe contemplar también mecanismos de evaluación y autoevaluación que nos
permitan reconocer avances o retrocesos en la metas propuestas en el PEI. En dicha línea, si
lo que se quiere es mejorar la calidad en su sentido integral no podemos prescindir de la
participación de toda la comunidad educativa en los procesos de evaluación. Cobra aquí
sentido el mecanismo de la evaluación y la autoevaluación institucional que constituye una
“estrategia que promueve que los propios protagonistas se involucren en el mejoramiento
de las prácticas educativas de su institución, a través de la reflexión colectiva sobre
información sistematizada por ellos mismos (…) la autoevaluación se constituye entonces
en un proceso de aprendizaje y construcción de conocimiento” (Sverdlick, 2012);
Autoevaluación que, además, nos permitiría contar con información de primera mano de
parte de todos los integrantes de la comunidad educativa como sujetos activos y proactivos
de sus aprendizajes. Claramente la experiencia indica que tendría que estar muy claro el
sentido de dicha autoevaluación y habría que preparar a la comunidad para que dicho
proceso forme parte de un sistema orientado a la mejora de los resultados.
Hemos llegado así a la tercera parte y final de este escrito, que guarda relación con este
horizonte de sentido. La razón de ser de la educación marista brota de una máxima del
fundador “Para educar a los niños hay que amarlos y amarlos a todos por igual” y quien
ama busca lo mejor para aquellos a quienes va dirigida la acción de amar. Buscar lo mejor
no puede quedar reducido sólo a un aspecto de la formación humana, tiene que
necesariamente orientarse al desarrollo de la plenipotencialidad humana que involucra
aspectos afectivos, cognitivos , espirituales que de una u otra forma están recogidos en los
criterios asociados a la CALIDAD1 y que perfectamente pueden ser dialogados y
construidos por la comunidad
1 Si bien la propuesta ministerial aborda junto al criterio de la calidad académica otros indicadores de calidad: autoestima académica, clima de convivencia escolar, participación y formación ciudadana, hábitos de vida saludable, asistencia escolar, retención escolar, equidad de género, titulación; nada obsta para que cada comunidad educativa dialogue y construya sus propios estándares de calidad sobre esta base universal; en dicho sentido la espiritualidad puede también plantearse como un criterio de calidad