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ORACION ¿COMO LOGRA QUE SUS ORACIONE RECIBAN REPUESTA? Dios está atento a nuestras oraciones “¿Qué es perseverancia?”. La pregunta se la hizo una y otra vez el hombre que estableció un negocio, semanas después de ser despedido de su trabajo, para encontrarse con la realidad de unas ventas muy bajas y una competencia despiadada en el mundo comercial. Por acá todo parece detenido—me explicó el día que hablamos del asunto–. Tengo la mejor mercadería, la ofrezco a buen precio, y sin embargo nadie compra nada. Generalmente después de preguntar por el valor, me dicen “Voy a dar una vuelta y regreso”; pero no regresan–. Estaba junto a una enorme barra que separaba el espacio del público de la estancia donde se movía acuciosamente con sus ayudantes. Un afiche de vivos colores, al lado de la máquina registradora, invitaba a poner la mirada en Jesucristo. Se percató de que estaba leyendo el texto. Lo fijé allí porque es un instrumento eficaz para que los visitantes conozcan a Cristo—dijo a manera de explicación. Sonrió. Retomó el tema–: Verá, yo pienso cerrar el establecimiento. Quizá abra un expendio de licores–. Pero eres cristiano…—le recordé para llevarle a comprender que era incoherente profesar fe en el Señor Jesús y vender bebidas y cigarrillos–. Lo comprendo, Fernando, pero es lo único que tiene asegurada su comercialización—objetó.

Oración que derriba fortalezas de maldad

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ORACION¿COMO LOGRA QUE SUS ORACIONE RECIBAN REPUESTA?

Dios está atento a nuestras oraciones“¿Qué es perseverancia?”. La pregunta se la hizo una y otra vez el hombre que estableció un negocio, semanas después de ser despedido de su trabajo, para encontrarse con la realidad de unas ventas muy bajas y una competencia despiadada en el mundo comercial.–Por acá todo parece detenido—me explicó el día que hablamos del asunto–. Tengo la mejor mercadería, la ofrezco a buen precio, y sin embargo nadie compra nada. Generalmente después de preguntar por el valor, me dicen “Voy a dar una vuelta y regreso”; pero no regresan–.Estaba junto a una enorme barra que separaba el espacio del público de la estancia donde se movía  acuciosamente  con sus  ayudantes.  Un afiche de vivos  colores,  al   lado de  la máquina registradora, invitaba a poner la mirada en Jesucristo. Se percató de que estaba leyendo el texto.–Lo fijé allí porque es un instrumento eficaz para que los visitantes conozcan a Cristo—dijo a   manera   de   explicación.   Sonrió.   Retomó   el   tema–: Verá, yo pienso cerrar el establecimiento. Quizá abra un expendio de licores–.–Pero eres cristiano…—le   recordé   para   llevarle   a   comprender   que   era   incoherente profesar fe en el Señor Jesús y vender bebidas y cigarrillos–.–Lo comprendo, Fernando, pero es lo único que tiene asegurada su comercialización—objetó.Estuvimos hablando por espacio de media hora. Gracias a Dios entró en razón. Decidió proseguir unas semanas más. –Tal como me aconseja, voy a perseverar–, anotó.El comienzo no fue fácil. Hoy tiene un negocio próspero. Hace dos días cuando hablamos nuevamente,  después  de   sobreponerse  a   cualquier   cantidad   de  problemas,  ofreció   la ayuda   que   necesitara   en   la   misión   evangélica   que   estamos   plantando   al   oriente   de Santiago de Cali. —No puedo olvidar que usted fue quien me hizo reflexionar sobre el valor de la perseverancia—dijo.

Intentarlo una y otra vez

“¿Qué es perseverancia?”. Ahora   quizá   tiene   una   visión   más   aproximada   de   lo   que significa. En síntesis es intentarlo una y otra y otra vez hasta lograr las metas propuestas.Los hombres de Dios se caracterizaron por perseverar. La Biblia abunda en ejemplos. Noé, Abraham, José, Moisés, Josué, David y Jeremías son algunos testimonios reales de que alcanzar las promesas del Señor y ver realizadas las metas no es el fruto de abrir y cerrar los ojos, sino que en muchas ocasiones obedece a un proceso en el que avanzar, así sea paso a paso, reviste particular importancia.

También en la oración

La oración amerita que haya en nosotros perseverancia. En cierta ocasión “Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse” (Lucas 18:1. Nueva Versión Internacional). Y relata la  insistencia de una mujer  viuda en procura de que un  juez   injusto fallara  a  su favor. “Continuó el Señor: “Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Les digo que sí les hará justicia y sin demora” (versículos del 6 al 8).Hay otro texto que vale la pena considerar. Se encuentra en el Evangelio de Mateo. Fue una enseñanza que compartió el Señor Jesús en el llamado “Sermón del Monte”. Él les dijo: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre”(Mateo 7:7, 8. Nueva Versión Internacional).

Dios responde con poder a nuestras oracionesDe acuerdo con el principio que reveló a sus seguidores el Hijo de Dios, hay tres elementos que   son   claves   cuando   oramos: a.- Pedir b.- Buscar c.- Llamar.   Está   implícita   la perseverancia.  El  asunto  no  es  orar  un día  y  dejar  el  asunto  para  después.  Eso  sería desistir. Lo fundamental es persistir. Si lo hacemos, tenemos asegurada la respuesta.

¿Qué debemos hacer para que se produzca una respuesta?

Toda persona anhela que Dios responda a sus oraciones; de lo contrario, no se tomarían el trabajo   de   elevar   sus   peticiones   delante   del   Padre.   La   respuesta   se   produce   como consecuencia de cuatro aspectos de suma importancia:El primero, que exista una motivación específica que puede partir de una necesidad tal como lo hallamos en Mateo 7:9 y 10. El segundo, si clamamos Dios responde porque es un Padre amoroso para con sus hijos. “Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!”(Versículo 11).

El   tercer   elemento   estriba   en   la   importancia   de   que   orar   vaya   acompañado   de   dos actitudes: Creer y Perseverar.

¿Por qué demora Dios la respuesta a nuestras oraciones?Usted y yo tenemos libertad de clamar porque tenemos acceso al trono celestial. En las Escrituras leemos una premisa del autor de la carta a los Hebreos: “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitamos” (Hebreos 4:16. Nueva Versión Internacional).Sobre   esta   premisa,   tenemos   la   certeza   de   que   Él   nos   atenderá   y   podemos   ir   a   su presencia cuantas veces sea necesario.Ahora,   una   pregunta   apenas   natural:   ¿Por   qué   demora   Dios   la   respuesta   a   nuestras oraciones? Hay por lo menos cuatro razones que comparto con ustedes. La primera, para probar nuestra sinceridad; la segunda, para probar nuestra fe (fortalecernos); la tercera, porque albergamos pecado: rebelión, amargura, falta de perdón, desobediencia etc., y la cuarta,  para  enseñarnos  a  perseverar  hasta  el  tiempo perfecto  de  Dios  en  el   cual   se produce la respuesta.Es probable que dejemos de orar porque, de un lado no hemos aprendido el valor de la perseverancia; nos encontramos tan “ocupados” en las cosas del reino de Dios que pocas veces entramos en contacto con el “Jefe Supremo”, y además, no estamos dispuestos a dejar que el Señor trate con nosotros. ¿Cuál de esas circunstancias ha tocado a su puerta? Es hora de hacer una revisión juiciosa y proceder a aplicar los cambios pertinentes.No permita jamás que el enemigo de los cristianos, Satanás, le haga sentir indigno de ir a la presencia de Dios en oración; tampoco deje que siembre dudas en su mente y rechace todo pensamiento de distracción que traiga su corazón cuando está orando.

Si oramos, el poder de Dios se libera y ocurren milagros

Si desea que algo especial ocurre, ore para que se libere el poder del Señor…Por más de tres semanas estuvo buscando empleo. Una verdadera maratón que comenzó veinticuatro   horas   después   de   que   lo   desvincularan   laboralmente.   Estaba   literalmente destrozado   y   sin   esperanzas.   Todos   los   lugares   a   los   que   iba   parecían   reunir   un   común denominador: le cerraban las puertas. En toda parte le decían que no había vacantes.Y él estaba allí, desesperado, con varias cuotas del apartamento por cancelar, la colegiatura de sus dos hijos sin cancelar, y ni siquiera un poco de arroz para poner a cocer en la olla.Fue el desasosiego y no otra cosa lo que le llevó a orar a Dios. Le pidió su ayuda. Volcó todo lo que tenía en el corazón. En un momento del clamor hasta las lágrimas saltaron a sus ojos. Pero al día siguiente, todo era diferente. Entregó más copias de su hoja de vida con confianza. Y la respuesta llegó. ¡Dios hizo el milagro en respuesta a su oración!

El poder divino que libera la oración

La oración tiene poder, desata el poder, nos lleva a movernos en la dimensión del poder. Cuando vamos al Señor en oración, Él responde. Es algo que está intrínsecamente ligado a nuestra disposición de corazón.

El Señor Jesús enseñó que aquello que pidiéramos y ordenáramos desde el plano físico, se daría en el plano espiritual y viceversa, cuando dijo: “Les digo la verdad, todo lo que prohíban en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitan en la tierra será permitido en el cielo.”(Mateo 18:18. Nueva Traducción Viviente)

No   hay   límites.   Los   límites   los   ponemos   nosotros.   ¿De   qué   manera?   A   través   de   la incredulidad.   La   duda   levanta   a   nuestro   alrededor   una   enorme   barrera   que   es   difícil   de derribar, a menos que con corazón sincero volvamos la mirada al Señor. Él hará posible lo imposible.

El principio esencial de la unidad

Hay dos maneras de orar: una de manera individual, que es cuando vamos a la Presencia del Señor   pidiendo   algo,   y   la   otra,   cuando   nos   unimos   varios   creyentes   para   solicitar   la intervención de Dios en un asunto específico.

Es un principio del Reino de Dios que reviste mucha importancia, como enseñó Jesús, nuestro amado Salvador: “También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará.”(Mateo 18:19. Nueva Traducción Viviente)

Cuando hay unidad, el poder de Dios se mueve y más cuando hay una característica especial: cuando oramos por  la  liberación del poder divino para que lo humanamente  imposible  se haga posible. Si comprendemos este fundamento, nuestra vida de oración experimentará un vuelco dramático pero transformador. 

Dios acompaña nuestro clamor

Al principio de la unidad hay que sumar otro más: la permanencia en Dios. Sabemos que el Poderoso Señor en el que hemos creído está con nosotros, y cuando esa conciencia gobierna todo nuestro ser, las barreras caen al suelo.

El amado Salvador lo dejó claro cuando instruyó:  “Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos.”(Mateo 18:20. Nueva Traducción Viviente)

Estar reunidos en el nombre de Dios. He ahí el secreto. No congregarnos para mostrar las enormes capacidades y talentos de uno u otro líder, sino para que el Señor sea exaltado. Y cuando eso ocurre, se desencadena una atmósfera de milagros y poder que sin duda hemos experimentado muchas veces cuando estamos moviéndonos en la dimensión sobrenatural de Dios.

El autor cristiano, Myles Munroe, lo describe de la siguiente manera:  “Cuando se trata de cosas en la dimensión terrenal, el cielo actúa conforme a lo que hacemos. El cielo ata lo que nosotros atamos y desata lo que nosotros desatamos… Si queremos que Dios continúe interfiriendo, debemos seguir orando. La oración es un asunto serio. Cuando oramos nos comunicamos con un gobierno divino del cual somos embajadores.”(Myles Munroe, “Redescubra el Reino”. Editorial Peniel. Buenos Aires, Argentina. Pg. 58)

Tres elementos que hemos visto hoy y que revisten singular importancia para que nuestras oraciones toquen el corazón de Dios y desde Su presencia, se liberen milagros, los mismos que hemos venido necesitando.

¿Enfrenta problemas? Trátelos con oraciónmay   14      de Fernando Alexis Jiménez 

En   medio   de   los   problemas   no   estamos   solos…   Dios   nos   acompaña   para   traernos   la victoriaFernando Alexis Jiménez¿Le ha ocurrido que justo cuando todo iba bien surgieron los problemas? Comenzaron las dificultades en el hogar, la esposa empezó a reñir por cualquier cosa, los hijos se tornaron rebelde, surgieron problemas en el trabajo… Cuantos más tropiezos pueden surgir y quizá los   ha  enfrentado.  ¿Qué  hacer?   Le  voy  a  dar   la   respuesta,   pero   permítame darle   un consejo: lo que jamás debe hacer es darse por vencido y dejar que el diablo le robe la bendición.Cuando iban atravesando el desierto, Moisés y el pueblo de Israel enfrentaron los ataques de los amalecitas.  Eran un pueblo numeroso de Canaán aunque muchos de ellos eran nómadas, diestros para la batalla. Deambulaban por el desierto del Sinaí arrasando con quien tenía algo material de lo que pudieran beneficiarse.Las Escrituras señalan que “Mientras el pueblo de Israel aún se encontraba en Refidim, los guerreros de Amalec lo atacaron. Así que Moisés le ordenó a Josué: «Escoge a algunos hombres para salir a pelear contra el ejército de Amalec. Mañana yo estaré en la cima de la colina sosteniendo la vara de Dios en mi mano».”(Éxodo 17:8, 9. Nueva Traducción Viviente)La guerra era inevitable y es evidente que los israelitas estaban en desventaja numérica y militar frente a sus enemigos. ¿Dejarse derrotar antes de librar la batalla? Por nada del mundo. Ellos entendieron que era necesario confrontar al oponente. En la vida práctica quien debe salir huyendo es Satanás, no nosotros (cf. Santiago 4:7).Oración, fundamento para batallarNuestro  principal   fundamento  para   librar  batallas   contra   los  problemas   que   surgen  a diario, contra los ataques, contra las burlas o los asuntos inesperados que amenazan con robarnos la paz, es la oración.

Cuando los amalecitas salieron a hacerles la guerra, Moisés y los Israelitas se dispusieron para orar y batallar.Las Escrituras enseñan que: “Josué hizo lo que Moisés le ordenó y peleó contra el ejército de Amalec. Entre tanto Moisés, Aarón y Hur subieron a la cima de una colina cercana. Mientras Moisés sostenía en alto la vara en su mano, los israelitas vencían; pero, cuando él bajaba la mano, dominaban los amalecitas. ” (Éxodo 17:10, 11. Nueva Traducción Viviente)Probablemente  está  atravesando por  una  situación  difícil.   Si  es  así,  no pierda  tiempo lamentándose.   Es  hora   de  meterse  con   Dios  en  oración.   Recuerde   que  los   cristianos somos victoriosos cuando oramos.Cuando Moisés clamaba “… los israelitas vencían”. Igual con nosotros hoy. No hay nadie ni nadie que nos pueda derrotar si  estamos prendidos de  la mano del Padre celestial. Si oramos, lo imposible se hace posible.   Lo   que   humanamente   no   podría   realizarse,   se materializa.

Enfrente los problemas, pero no en sus fuerzas sino en las de Dios, las que le permiten vencerCabe aquí recordar lo que enseña el autor y conferencista internacional, Bill J. Willhite, escribe:   “La oración de fe hace posible que Dios haga Su voluntad. La oración generalmente no cambia la mente de Dios, aunque hubo ocasiones en que sí ocurrió. En la mayoría de los casos la oración permite que Él haga Su voluntad… Usted puede preguntarse: ¿Mi oración puede cambiar el clima? Probablemente no. Pero, sí es algo que va a dar la gloria a Dios y es parte de Su plan, su oración será contestada.”(Bill J. Willhite. “¿Por qué orar?”. Centros de Literatura Cristiana. Colombia. 2008. Pg. 84, 85)La importancia de orar en unidadHay dos dimensiones de la oración: la individual y la colectiva. Generalmente practicamos la primera. Clamamos y sin duda vemos victorias; no obstante cuando el asunto es grande, es esencial que nos rodeemos de hombres y mujeres que estén dados a la oración.Como Moisés se cansaba, otras personas del pueblo le apoyaban. Igual, si usted y yo en algún momento sentimos que las fuerzas nos abandonan, resulta edificante contar con intercesores que nos rodeen en la batalla.

Las  Escrituras   relatan que  “Pronto se le cansaron tanto los brazos que ya no podía sostenerlos en alto. Así que Aarón y Hur le pusieron una piedra a Moisés para que se sentara. Luego se pararon a cada lado de Moisés y le sostuvieron las manos en alto. Así sus manos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol. Como resultado, Josué aplastó al ejército de Amalec en la batalla.”(Éxodo 17:12, 13. Nueva Traducción Viviente)Desconozco qué grado de acercamiento tiene a Dios y a la oración, pero lo que sí puedo asegurarle es que las batallas cuando las libramos en oración, las tenemos ganadas de antemano. Quien pelea por nosotros es Dios mismo y, pobre del que se mete con nuestro Capitán… Estará derrotado.Cualquiera que sea la situación que esté enfrentando, le aseguro que podrá cambiar si tan solo permite que Dios tome el control. Entregue en manos del Padre celestial aquello que le roba la paz o quizá el milagro que tanto necesita. No solo hallará descanso sino que, además, verá cómo las circunstancias cambian a su favor. ¡Hoy es el día para que ocurra ese milagro!Satanás  y  sus  huestes,  que ya fueron vencidos  por  el  Señor   Jesús,  no podrán hacerle frente.A propósito, ¿mora Cristo en su corazón? Hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón.  Prendidos de Su mano emprendemos ese maravilloso camino de crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado. ¡Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo!Añadir a marcadores el enlace permanente. 

Abre tu Boca, e insiste hasta obtener el milagro

Las Escrituras nos instan a seguir orandohasta que el milagro ocurra

Omayra Font

En Mateo 15:21-28 vemos la historia de la mujer cananea que clama al Señor por la liberación de  su  hija.  Vemos  una  mujer  de   la  que  siempre   resaltamos  su   fe,   su  manera  de  hablar, resaltamos lo que dijo y resaltamos que clamaba; pero si  miramos con detenimiento,  casi vemos una mujer que está fuera de control en su hablar.

             Jesús la manda a callar, y ella vuelve y abre la boca y vuelve a hablar. Jesús dice otra cosa como para que se calle de una vez y ella vuelve a hablar.

            Hay momentos en nuestra vida que provocan que nuestro hablar y nuestro clamar no se detengan.

Quizás   hay   situaciones   que   han   callado   tu   boca,   pero   ha   llegado   el   momento   en   que comiences a hablar, y que abras tu boca y comiences a declarar, porque algo va a suceder.

            

La hija de la mujer cananea estaba siendo atormentada por un espíritu inmundo. Las circunstancias de la vida hicieron hablar a aquella mujer. Si ella no hubiese dicho nada, nada hubiese sucedido.

            Hay momentos y circunstancias que si no hay alguien que se pare y diga algo, alguien que diga lo que tiene que decir en el momento que tiene que decirlo, con la insistencia con la que tiene que decirlo, absolutamente nada va a suceder.

             También,  hay momentos  en que todo parece salir  mal.  Y  muchas veces,  ante esas situaciones, tenemos la necesidad de hablar con alguien.

            Tenemos que entender que no podemos contarle todo a todo el mundo. El hecho de que tengamos la necesidad de hablar con alguien no justifica que hablemos con las personas incorrectas. Hay que aprender a quién le vamos a hablar, y qué vamos a decir.

             La mujer cananea tenía claramente establecido con quién tenía que hablar.  Vemos claramente que ella en ningún momento se dirige a los discípulos, sino que va directamente donde Jesús.

Tenemos que aprender a no desgastar nuestras palabras en el lugar incorrecto. Muchas veces desgastamos   nuestro   ánimo   y   nuestras   energías   porque   no   hablamos   con   las   personas correctas.

            La mujer cananea fue directamente donde el Señor. Todas sus palabras fueron dirigidas al lugar correcto, a la persona correcta, y utilizó las palabras correctas: Hijo de David, Ten misericordia de mí. Y estuvo dispuesta a insistir.

            En ocasiones, incluso en las iglesias, escasean las bocas que estén dispuestas a insistir. Especialmente en iglesias en las que hay comodidades. De la misma manera, hay naciones en las que la norma es que se vive bien, no hay gran necesidad, por lo que no insistimos en clamar.

            Nuestra boca tiene que estar dispuesta a insistir. Se acabó el tiempo de callar, porque hay situaciones en nuestra vida que no van a cambiar hasta que hablemos ante la audiencia correcta, y la audiencia correcta para nosotros los creyentes es Jesucristo, quien está presto a escuchar y a atender cada palabra que sale de nuestra boca.

Perseverar en oración para que los milagros ocurran

Perseverar en oración para que los milagros ocurran

Dios espera que en nuestra búsqueda de Él

en oración, perseveremos siempre...

Fernando Alexis Jiménez

on frecuencia me escriben con un interrogante: ¿Hasta cuándo debo orar por un milagro? Y la respuesta invariable, como se lo escribí a Nancy Antoy, de ciudad de México, es “Hasta que el milagro ocurra”.

Ella tiene una hija de veintidós años, con cáncer. Pasa días y noches enteras en el hospital donde la chica recibe tratamiento. En alguna oportunidad los especialistas le dijeron que no siguiera anidando esperanzas, que la enfermedad había causado daños irreversibles. Ella seguía clamando…

C

La joven experimentó mejoría y no murió el día que dijeron los médicos. Por el contrario, inexplicablemente para la ciencia, recobró fuerzas. Todos sabemos que no es otra cosa que la respuesta de Dios al clamor de una mujer que confía que algo ilógico—proveniente de Dios—romperá la lógica que manejan los facultativos. 

Nancy encarna a infinidad de hombres y mujeres en todo el mundo que están clamando por un milagro y, por momentos, se sienten desanimados. ¿Deberían renunciar? Por supuesto que no. Orar con insistencia toca las fibras más sensibles de nuestro amado Dios. Claro, Él desea lo mejor para nosotros, pero es cuando perseveramos que probamos la clase de fe que nos asiste, si es real o sólo motivada por una necesidad.

Comparto con usted tres ejemplos específicos de personas reales que perseveraron hasta el final, hasta que el milagro se produjo:

Hacer un esfuerzo por el milagro

La mujer estaba desesperada. La ciencia no había podido resolver su problema. La hemorragia aumentaba a pesar de los pronósticos de que disminuiría. Se miraba al espejo y su rostro se veía cada vez más demacrado. En muchas ocasiones sentía que, como consecuencia de la dolencia, las fuerzas la abandonaban. Es más, quiso morir muchas veces, para no seguir sufriendo.

Sin embargo oyó que por el lugar pasaba Jesús de Nazaret. Había oído que obraba milagros. Los enfermos eran sanados y los cautivos recibían libertad. “¿Qué puedo perder si tan solo me acerco para pedirle mi sanidad?”, razonó ella. Y se dio a la tarea de acercarse lo más posible cuando pasaba la multitud.

El problema era cómo acercarse. Decenas de personas estaban alrededor del Maestro. No iba a ser fácil ganar su atención y decirle sáname. Por eso se fijó una meta, y con esfuerzo y sobreponiéndose a los obstáculos, se acercó para tocar su manto porque, sabía, algo iba a ocurrir.

La escena fue dramática y conmovedora porque ella recibió la sanidad que anhelaba: “Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua  y no encontraba ninguna cura. Acercándose a Jesús por detrás, le tocó el fleco de la túnica. Al instante, la hemorragia se detuvo. «¿Quién me tocó?», preguntó Jesús. Todos negaron, y Pedro dijo: —Maestro, la multitud entera se apretuja contra ti. Pero Jesús dijo: —Alguien me tocó a propósito, porque yo sentí que salió poder sanador de mí. Cuando la mujer se dio cuenta de que no podía permanecer oculta, comenzó a temblar y cayó de rodillas frente a Jesús. A oídos de toda la multitud, ella le explicó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante. «Hija —le dijo Jesús—, tu fe te ha sanado. Ve en paz».”(Lucas 8: 43-48. Nueva Traducción Viviente)

Pregúntese por un minuto, ¿cuántas veces renunció usted a un milagro? Se dio por vencido fácilmente. Y si algo quiere Dios de cada uno de nosotros es que perseveremos hasta el fin (Cf. Lucas 18:1)

Perseverar aunque los demás se opongan

Cuando usted está clamando por un milagro, invariablemente siempre encontrará personas alrededor que desean desanimarlo o los que se especializan en apagar el mover divino en nuestra existencia. Son los hombres y mujeres que le dirán: “Ese milagro es imposible”. Y cabe preguntarse: ¿Está bien dejarse arrastrar por ese escepticismo?

Al respecto el autor y conferencista, Wesley L. Duewel escribió: “La oración que prevalece es aquella que obtiene la respuesta que buscaba. Se sobrepone a la demora, a la oposición y a las circunstancias desfavorables. Con frecuencia incluye la dirección del Espíritu en la forma en que se debe orar y la profundización que Él obra en el deseo que usted tiene de recibir respuesta a la oración. Incluye la acción del Espíritu de otorgarle poder a su oración y de fortalecer su fe hasta que usted reciba la respuesta de Dios”( Weslet L. Duewel. “La oración poderosa que prevalece”. Editorial Unilit. EE.UU. 1995. Pg. 9)

Es esencial que perseveremos en la oración

hasta que los milagros ocurran...

Perseverar fue lo que identificó al ciego Bartimeo, el hombre que menospreciaban por que estaba siempre junto al camino, viviendo de la caridad de los demás. Lo único que poseía era una capa para cobijarse. Era su bien más preciado. Y anhelaba un milagro. Por ese motivo cuando se enteró que Jesús el Señor pasaba por el lugar, pidió que le sanara.

Las personas cercanas le instaban para que callara “…pero él gritó aún más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Cuando Jesús lo oyó, se detuvo y dijo: «Díganle que se acerque». Así que llamaron al ciego. «Anímate —le dijeron—. ¡Vamos, él te llama!». Bartimeo echó a un lado su abrigo, se levantó de un salto y se acercó a Jesús. —¿Qué quieres que haga por ti? —preguntó Jesús. —Mi Rabí  —dijo el hombre ciego—, ¡quiero ver! Y Jesús le dijo: —Puedes irte, pues tu fe te ha sanado. Al instante el hombre pudo ver y siguió a Jesús por el camino. “(Marcos 10:48-52. Nueva Traducción Viviente)

¿Imagina usted qué había ocurrido si él desiste?¿ Si tan solo se deja arrastrar por los que pretendían callarle o minar su fe? Sin duda, nada habría ocurrido. El milagro no se hubiese producido. Pero Él fue persistente, como debemos serlo usted y yo. No dejar de perseverar ante Dios hasta que el milagro se produzca.

Dios honra nuestra fe y hace milagros de manera sorprendente. Ése es el Dios en el que hemos creído: un Dios de milagros y de poder sin límites, que valora la perseverancia en la oración.

No renuncie hasta que no alcance su objetivo

Nadie podía imaginar la terrible situación de aquella mujer con su hijita. La joven llevaba varios años poseída por un demonio. No permitía siquiera que conciliaran el sueño porque sus gritos, que podían escucharse a varias casas de distancia y que provocaban angustia por lo desgarradores. ¡Deseaba tanto ser libre!

Jesús iba de camino, por la región de Tiro. Y como es natural, cuando la madre oyó que pasaba por el lugar, hizo lo que cualquier madre por un hijo: se esforzó hasta el final, sin importarle las consecuencias. Incluso, se arrojó a los pies del Maestro.

Las Escrituras relatan que “… ella le suplicó que expulsara al demonio de su hija. Como la mujer era una gentil,  nacida en la región de Fenicia que está en Siria, Jesús le dijo: —Primero debo alimentar a los hijos, a mi propia familia, los judíos.  No está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros. —Es verdad, Señor —respondió ella—, pero hasta a los perros que están debajo de la mesa se les permite comer las sobras del plato de los hijos. —¡Buena respuesta! —le dijo Jesús. Ahora vete a tu casa, porque el demonio ha salido de tu hija. Cuando ella llegó a su casa, encontró a su hijita tranquila recostada en la cama, y el demonio se había ido”(Marcos 7:26-30. Nueva Traducción Viviente)

Permítame aquí hacer un énfasis: No importan  las circunstancias y que todo parezca estar en contra. Es necesario perseverar hasta que el milagro ocurra. Dios no se molesta porque usted y yo somos perseverantes en lo mismo. Tenga claro que, si es la voluntad del Señor, ese milagro ocurrirá. Nada impedirá que vea la respuesta poderosa del amado Señor.

El autor y conferencista, Wesley L. Duewel enseñó: “La oración que prevaece es tan sencilla, que hasta un niño puede obtener poderosas respuestas –con frecuencia en un sorprendente corto tiempo--. Aún los nuevos cvreyentes oran a veces con tanta fe y con tal ayuda del Espíritu, que los maduros santos de Dios se maravillan y no pueden menos que alabar a Dios por las respuestas obtenidas”( Weslet L. Duewel. “La oración poderosa que prevalece”. Editorial Unilit. EE.UU. 1995. Pg. 10)

No podemos dejar de orar. Perseverar, esa es la clave. Si estamos firmes, siempre en clamor por el milagro, sin duda se producirá. Dios responde con poder a nuestras oraciones, pero en ese proceso, Él valora que no nos demos por vencidos sino que perseveremos. Ese tipo de oraciones tienen eco en el corazón de Dios.

Sin duda usted está necesitando un milagro y hoy es el día para que comience a pedirlo delante de Dios.

Y a propósito de Dios, ¿Ya le abrió las puertas de su corazón al Señor Jesús? Hoy es el día para que lo haga. Él desea entrar en su vida y obrar de manera especial. Basta que usted se rinda en Su Presencia y le permita que haga de usted una persona nueva. Decídase hoy por Cristo. Ábrale las puertas de su corazón.

Líderes victoriosos a través de la oración

Líderes victoriosos a través de la oración

Cuando oramos, estamos procurando

el poder sobrenatural y Dios responde

con poder...

Fernando Alexis Jiménez

e dio por vencido fácilmente. Estaba haciendo bien su trabajo, pero encontraba oposición en la fábrica; era un buen esposo pero su cónyuge lo menospreciaba por su condición de cristiano, y en la Iglesia, se sentía indigno de servir al Señor Jesús. Una y otra vez su

mente era asaltada por pensamientos de derrota. “No podrás; no naciste para ser bueno ni influir en otros”, era el pensamiento recurrente que, finalmente, le llevó al fracaso.

Tiempo después, cuando incluso había regresado a la bebida los fines de semana, comprendió que su mayor error fue desprenderse de la mano del Señor. “Admito que no oraba. Creía que con cinco minutos era suficiente”, me dijo.

Afortunadamente remprendió el camino. Hoy está creciendo nuevamente. A veces duda, como quien camino en la cuerda floja o conduce su auto junto a un peligroso abismo. Sin embargo ha comenzado a confiar en Dios y a buscarle más en oración.

Hace pocos días que hablamos para bebernos una taza con café, le compartí los principios de victoria que se encuentran en el libro de Nehemías y que encajan en su vida y en la de quienes desean salir victoriosos, a pesar de las dificultades.

Oración, principio de victoria

S

El primer y más grande paso que debemos dar cuando emprendemos un proyecto y anhelamos que tenga éxito, es someterlo en manos del Señor. Nehemías y quienes le acompañaban en el ambicioso propósito de restaurar las murallas de Jerusalén, lo tenía muy claro.

¿Busca usted el rostro del Señor siempre, como lo recomienda el salmista al referirse a la necesidad de someter a Dios nuestros sueños y metas (Cf. Salmo 37:5)? Si no es así, hoy es el día para revisar el asunto. Puede que la raíz del fracaso sea su renuncia de incluir a Dios en todo lo que hace.

Las Escrituras relatan que al emprender los trabajos “…Eliasib, el sumo sacerdote, y los demás sacerdotes comenzaron a reconstruir la puerta de las Ovejas. La dedicaron y colocaron las puertas, levantaron la muralla hasta llegar a la torre de los Cien, la cual también dedicaron, y hasta la torre de Hananeel.”(Nehemías 3:1. Nueva Traducción Viviente)

Si el Señor es también Señor de nuestro hogar, de nuestro trabajo y del liderazgo que ejercemos, tenga la certeza que siempre seremos vencedores.

Prepárese para la oposición

Si está ejerciendo el liderazgo, en donde quiera que se desenvuelva, le tengo noticias: No siempre encontrará apoyo. Es más, lo probable es que enfrentará oposición, burlas y críticas. Por doquiera hay personas que se resignan a su situación y no conciben que personas como usted o yo, rompamos los esquemas. Y si a esto sumamos el hecho de que la obra en la que está empeñado, contribuye a la extensión del Reino de Dios, con mayor razón es probable que halle obstáculos a cada paso.

La oración nos permite movernos

en la dimensión sobrenatural del Señor...

Cuando emprendieron los trabajos de reconstrucción de las murallas, a la par que había entusiasmo y compromiso, surgieron las dificultades: “Cuando Sanbalat se enteró de que estábamos reconstruyendo la muralla, se enojó muchísimo. Se puso furioso y se burló de los judíos, diciendo ante sus amigos y los oficiales del ejército de Samaria: «¿Qué cree que está haciendo este pobre y debilucho grupo de judíos? ¿Acaso creen que pueden construir la muralla en un día por tan solo ofrecer unos cuantos sacrificios?  ¿Realmente creen que pueden hacer algo con piedras rescatadas de un montón de escombros, y para colmo piedras calcinadas?». Tobías, el amonita, que estaba a su lado, comentó: «¡Esa muralla se vendría abajo si tan siquiera un zorro caminara sobre ella!».”(Nehemías 4:1-4. Nueva Traducción Viviente)

No se extrañe si encuentra problemas. “Es irónico—me relató un joven profesionista--: Cuando no era cristiano, bebía, agredía a mi esposa y era por naturaleza irresponsable. Ahora que soy cristiano, ella se burla y cuestiona mi comportamiento”. Le dije que era apenas previsible. Que no se sorprendiera. “Lo que jamás debe hacer—le expliqué—es desprenderse de la mano del Señor Jesús que nos fortalece y lleva a la victoria”.

Una sociedad dominada por la incredulidad y la falta de valores, cultiva Sanbalats en todos lados. Prepárese para los ataques, pero en medio de la batalla tenga presente que usted fue llamado a vencer en el poder de Dios.

¿Ataques? Entonces ore

Quizá se pregunte por qué hago tanto énfasis en la oración. La respuesta es sencilla: porque la oración cambia las circunstancias, libera el poder divino y nos asegura la victoria. Tres fundamentos para hombres y mujeres que avanzan hacia la meta.

A través de la oración hay solidez en el matrimonio, entendimiento en la relación padres-hijos, prosperidad en el trabajo… La lista sería muy extensa. La oración es la que marca la diferencia.

Nehemías no se dispuso a batallar en sus fuerzas. Simplemente entregó el problema en manos del Señor: “Entonces oré: «Escúchanos, Dios nuestro, porque se burlan de nosotros. ¡Que sus burlas recaigan sobre sus propias cabezas, y que ellos mismos sean llevados cautivos a una tierra extraña! No pases por alto su culpa. No borres sus pecados, porque han provocado tu enojo delante de  los que construyen la muralla».”(Nehemías 4: 4, 5. Nueva Traducción Viviente)

Respetuosamente le digo: No se desgaste peleando en sus propias fuerzas. Es innecesario porque usted y yo tenemos a favor el poder sobrenatural del Señor y sabemos que Él responde a nuestro clamor.

El autor y conferencista internacional, Bill J. Willhite, escribe: “Parece que es natural que la carne es débil donde debe ser fuerte, y es fuerte donde debe ser débil. La vieja y no renovada naturaleza no quiere orar por asuntos que no ofrecen una “solución rápida”. Jesús sabe y conoce esta verdad sobre nosotros; así que ha prometido que toda necesidad—física, financiera, espiritual emocional—será provista si nosotros buscamos

primeramente el reino de Dios y su justicia”(Bill J. Willhite. “¿Por qué orar?”. Centros de Literatura Cristiana. Colombia. 2008. Pg. 28)

La clave en todo momento es perseverar en oración y creer que Dios tiene todo bajo control. No vale la pena pelear en nuestras fuerzas cuando sabemos que hay un Dios de poder que pelea nuestras batallas.

Ore y espere en Dios

Hay momentos es que es necesario orar y confiar en Dios. Pero, por favor, no tan rápido: confiar es el mayor problema. ¿La razón? Siempre queremos tener el control. No obstante confiar es una disposición de corazón. Cuando debo viajar en avió no pregunto cuántos años lleva el piloto en esa aerolínea, si fue buen estudiante o se graduó por correspondencia, si durmió apropiadamente la noche anterior o si está pasando todo viso de agotamiento bebiendo café amargo. Nada de eso. ¡Simplemente confío que me llevará a la ciudad a la que me dirijo! Confiar en Dios—guardando las proporciones—es abandonarnos en Sus manos y saber que nos llevará a puerto seguro.

Nehemías entregó toda carga de temor ante el Señor: “Por fin se completó la muralla alrededor de toda la ciudad hasta la mitad de su altura, porque el pueblo había trabajado con entusiasmo. Sin embargo, cuando Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los asdodeos se enteraron de que la obra progresaba y que se estaban reparando las brechas en la muralla de Jerusalén, se enfurecieron. Todos hicieron planes para venir y luchar contra Jerusalén y causar confusión entre nosotros.  Así que oramos a nuestro Dios y pusimos guardias en la ciudad día y noche para protegernos.”(Nehemías 4:6-9. Nueva Traducción Viviente)

No hay otra salida que entregar nuestras batallas en manos del Señor y confiar que Él nos dará la victoria en la batalla. Avanzar dejando de lado todo temor. Dios es el piloto de nuestra existencia y nos llevará al lugar

que tiene preparado de antemano para nosotros, desde antes de la fundación del mundo.

Alerta en medio de la batalla

Como líderes estamos llamados a obtener la victoria. No obstante, es esencial que no nos descuidemos. Recuerde que la caída moral y espiritual de grandes hombres y mujeres de Dios se ha producido por la auto suficiencia y el descuido.

Nehemías y el pueblo de Israel oraban y actuaban. Ligaban estos dos elementos. Sabían que no podían bajar la guardia ante el enemigo.

En las Escrituras leemos que: “Entonces el pueblo de Judá comenzó a quejarse: «Los trabajadores se están cansando, y los escombros que quedan por sacar son demasiados. Jamás podremos construir la muralla por nuestra cuenta». Mientras tanto, nuestros enemigos decían: «Antes de que se den cuenta de lo que está pasando, caeremos encima de ellos, los mataremos y detendremos el trabajo». Los judíos que vivían cerca de los enemigos venían y nos decían una y otra vez: «¡Llegarán de todos lados y nos atacarán!». De manera que coloqué guardias armados detrás de las partes más bajas de la muralla, en los lugares más descubiertos. Puse a la gente por familias para que hiciera guardia con espadas, lanzas y arcos.”(Nehemías 4:10-13. Nueva Traducción Viviente)

Maravilloso que el Señor nos tenga ejerciendo el liderazgo, pero es entonces cuando más debemos orar. Es esencial que mantengamos una íntima comunión con el Padre celestial. Orar y actuar, dos fundamentos que van de la mano. Es un cimiento para la victoria. Le animo para que esté siempre listo.

Nehemías y sus colaboradores probaron la importancia de mantenerse alerta: “Luego, mientras revisaba la situación, reuní a los nobles y a

los demás del pueblo y les dije: « ¡No le tengan miedo al enemigo! ¡Recuerden al Señor, quien es grande y glorioso, y luchen por sus hermanos, sus hijos, sus hijas, sus esposas y sus casas!». …Durante ese tiempo, ninguno de nosotros —ni yo, ni mis parientes, ni mis sirvientes, ni los guardias que estaban conmigo— nos quitamos la ropa. En todo momento portábamos nuestras armas, incluso cuando íbamos por agua.”(Nehemías 4:14, 23. Nueva Traducción Viviente)

No podemos bajar la guarda. Es esencial hacer acopio de valentía, orar y confiar en Dios. Tenemos asegurada la victoria, ahora y siempre.

Desconozco si ora o cuánto tiempo pasa en oración delante del Señor. Lo que sí puedo asegurarle es que la oración es el principal fundamento de los triunfadores en Cristo. Desarrollar intimidad con Dios. Si estamos en contacto con Él, nuestro enemigo espiritual no nos podrá vencer.

A propósito, ¿mora Cristo en su corazón? Hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón. Prendidos de Su mano emprendemos ese maravilloso camino de crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado. ¡Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo!

Las batallas en oración tienen asegurada la victoria

Las batallas en oración tienen asegurada la victoria

Cuando tenemos problemas, es necesario

que los llevemos delante del Señor en oración

Fernando Alexis Jiménez

i tuviera la oportunidad de ver imágenes de la desolación que asaltaba a Martha el día que hablamos, después del servicio dominical, comprendería el profundo dolor que embargaba su corazón.

Llevaba dos años separada de su esposo. El hombre había sido infiel dos veces, y ahora, para rebosar su copa, le había revelado que tenía un hijo pequeño. “Nunca quise engañarte; simplemente no resistí las tentaciones”, le dijo.

No obstante su error, persistía en su vida disoluta. Ella quería volver a su lado pero no sabía cómo lograr que se rompieran las ataduras.

--El camino es la oración. Las batallas se libran de rodillas ante la Presencia del Señor—, le expliqué.

Ella me miraba no muy convencida de la fórmula que le estaba extendiendo. “No creo que orando él vaya a dejar de ser un hombre infiel”, me dijo con marcado escepticismo.

Como no tenía otra salida, siguió el consejo. Simplemente oro. Confiaba que Dios haría algo. Al comienzo dudaba. Esos atisbos de incredulidad se soportaban en años de dolor. Luego comenzó a desarrollar su fe. ¿Qué ocurrió? Su esposo dejó la amante y decidió regresar a casa.

S

--A veces me sorprende. Llega muy temprano, está atento conmigo y aprovecha cada  instante a mi lado. ¡Tengo un nuevo esposo! Dios lo transformó e hizo el milagro--, me dijo.

Las batallas en nuestras fuerzas no generan más que desgaste. Si las entregamos en manos del Señor, Él nos asegura la victoria.

¿Qué hacer con los problemas?

¿Le ha ocurrido que justo cuando todo iba bien surgieron los problemas? Comenzaron las dificultades en el hogar, la esposa empezó a reñir por cualquier cosa, los hijos se tornaron rebelde, surgieron problemas en el trabajo… Cuantos más tropiezos pueden surgir y quizá los ha enfrentado. ¿Qué hacer? Le voy a dar la respuesta, pero permítame darle un consejo: lo que jamás debe hacer es darse por vencido y dejar que el diablo le robe la bendición.

Cuando iban atravesando el desierto, Moisés y el pueblo de Israel enfrentaron los ataques de los amalecitas. Eran un pueblo numeroso de Canaán aunque muchos de ellos eran nómadas, diestros para la batalla. Deambulaban por el desierto del Sinaí arrasando con quien tenía algo material de lo que pudieran beneficiarse.

Las Escrituras señalan que “Mientras el pueblo de Israel aún se encontraba en Refidim, los guerreros de Amalec lo atacaron.  Así que Moisés le ordenó a Josué: «Escoge a algunos hombres para salir a pelear contra el ejército de Amalec. Mañana yo estaré en la cima de la colina sosteniendo la vara de Dios en mi mano».”(Éxodo 17:8, 9. Nueva Traducción Viviente)

Tenga presente siempre que la

oración es la herramienta para obtener

la victoria siempre...

La guerra era inevitable y es evidente que los israelitas estaban en desventaja numérica y militar frente a sus enemigos. ¿Dejarse derrotar antes de librar la batalla? Por nada del mundo. Ellos entendieron que era necesario confrontar al oponente. En la vida práctica quien debe salir huyendo es Satanás, no nosotros (cf. Santiago 4:7).

Oración, fundamento para batallar

Nuestro principal fundamento para librar batallas contra los problemas que surgen a diario, contra los ataques, contra las burlas o los asuntos inesperados que amenazan con robarnos la paz, es la oración.

Cuando los amalecitas salieron a hacerles la guerra, Moisés y los Israelitas se dispusieron para orar y batallar.

Las Escrituras enseñan que: “Josué hizo lo que Moisés le ordenó y peleó contra el ejército de Amalec. Entre tanto Moisés, Aarón y Hur subieron a la cima de una colina cercana.  Mientras Moisés sostenía en alto la vara en su mano, los israelitas vencían; pero, cuando él bajaba la mano, dominaban los amalecitas. ” (Éxodo 17:10, 11. Nueva Traducción Viviente)

Probablemente está atravesando por una situación difícil. Si es así, no pierda tiempo lamentándose. Es hora de meterse con Dios en oración.  Recuerde que los cristianos somos victoriosos cuando oramos.

Cuando Moisés clamaba “… los israelitas vencían”. Igual con nosotros hoy. No hay nadie ni nadie que nos pueda derrotar si estamos prendidos de la mano del Padre celestial. Si oramos, lo imposible se hace posible. Lo que humanamente no podría realizarse, se materializa.

Cabe aquí recordar lo que enseña el autor y conferencista internacional, Bill J. Willhite, escribe: “La oración de fe hace posible que Dios haga Su voluntad. La oración generalmente no cambia la mente de Dios, aunque hubo ocasiones en que sí ocurrió. En la mayoría de los casos la oración permite que Él haga Su voluntad… Usted puede preguntarse: ¿Mi oración puede cambiar el clima? Probablemente no. Pero, sí es algo que va a dar la gloria a Dios y es parte de Su plan, su oración será contestada.”(Bill J. Willhite. “¿Por qué orar?”. Centros de Literatura Cristiana. Colombia. 2008. Pg. 84, 85)

La importancia de orar en unidad

Hay dos dimensiones de la oración: la individual y la colectiva. Generalmente practicamos la primera. Clamamos y sin duda vemos victorias; no obstante cuando el asunto es grande, es esencial que nos rodeemos de hombres y mujeres que estén dados a la oración.

Como Moisés se cansaba, otras personas del pueblo le apoyaban. Igual, si usted y yo en algún momento sentimos que las fuerzas nos abandonan, resulta edificante contar con intercesores que nos rodeen en la batalla.

Las Escrituras relatan que “Pronto se le cansaron tanto los brazos que ya no podía  sostenerlos en alto. Así que Aarón y Hur le pusieron una piedra a Moisés para que se sentara. Luego se pararon a cada lado de Moisés y le sostuvieron las manos en alto. Así sus manos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol.  Como resultado, Josué aplastó al ejército de Amalec en la batalla.”(Éxodo 17:12, 13. Nueva Traducción Viviente)

Desconozco qué grado de acercamiento tiene a Dios y a la oración, pero lo que sí puedo asegurarle es que las batallas cuando las libramos en oración, las tenemos ganadas de antemano. Quien pelea por nosotros es Dios mismo y, pobre del que se mete con nuestro Capitán… Estará derrotado.

Cualquiera que sea la situación que esté enfrentando, le aseguro que podrá cambiar si tan solo permite que Dios tome el control. Entregue en manos del Padre celestial aquello que le roba la paz o quizá el milagro que tanto necesita. No solo hallará descanso sino que, además, verá cómo las circunstancias cambian a su favor. ¡Hoy es el día para que ocurra ese milagro!

Satanás y sus huestes, que ya fueron vencidos por el Señor Jesús, no podrán hacerle frente.

A propósito, ¿mora Cristo en su corazón? Hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón. Prendidos de Su mano emprendemos ese maravilloso camino de crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado. ¡Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo!

La verdadera oración comienza con un corazón dispuesto

Una vida de oraciónexitosa comienza cuando nos rendimosdelante del Señor...

Fernando Alexis Jiménezs cierto que pasaba tiempo en oración. Lucía se esforzaba. Doblaba rodillas ante la presencia del Señor, hablaba y hablaba pero al paso de pocos minutos, parecía que no sabía qué más

decir. Y cuando su clamor sobrepasaba los diez minutos, invariablemente concluía con la palabra “Amén” y se levantaba con una extraña sensación de vacío.

En la iglesia se sentía muy orgullosa de su espiritual. Había leído todos los libros que llegaban sobre oración e intercesión, y creía saber mucho del asunto. Y sin embargo, le molestaba aquella mujer que se hacía tres sillas detrás, que no hablaba muy bien el español, tenía una Biblia muy vieja y parecía tener algo especial. Algo inexplicable.

Ese hecho le llevó a un profundo auto-análisis y a preguntarle a Dios qué estaba pasando porque deseaba orar como Él quería que se hiciera…

Ayuno y oración conforme a la voluntad de Dios

Con frecuencia quienes desean alcanzar un alto grado de espiritualidad al margen de Dios, pretenden llevar una vida llena de ejercicios como oraciones específicas y ayunos de determinada manera y pretenden que las personas alrededor hagan lo mismo. ¿Es eso lo que Dios quiere, meramente señales externas? Sin duda que no. Nuestro amoroso Padre

E

celestial espera que haya disposición de corazón pero también fidelidad a Él y sujeción para ser transformados.

El profeta Isaías escribió: “¡Háblale a mi pueblo Israel de sus pecados! Sin embargo, ¡se hacen los piadosos! Vienen al templo todos los días y parecen estar encantados de aprender todo sobre mí. Actúan como una nación justa que nunca abandonaría las leyes de su Dios. Me piden que actúe a su favor, fingiendo que quieren estar cerca de mí. “¡Hemos ayunado delante de ti! —dicen ellos—. ¿Por qué no te impresionamos? Hemos sido muy severos con nosotros mismos, y ni siquiera te das cuenta”. »¡Les diré por qué! —les contesto—. Es porque ayunan para complacerse a sí mismos. Aun mientras ayunan, oprimen a sus trabajadores. ¿De qué les sirve ayunar, si siguen con sus peleas y riñas? Con esta clase de ayuno, nunca lograrán nada conmigo. Ustedes se humillan al hacer penitencia por pura fórmula: inclinan la cabeza como cañas en el viento, se visten de tela áspera y se cubren de cenizas. ¿A eso le llaman ayunar? ¿Realmente creen que eso agrada al Señor? »¡No! Esta es la clase de ayuno que quiero: pongan en libertad a los que están encarcelados injustamente; alivien la carga de los que trabajan para ustedes. Dejen en libertad a los oprimidos y suelten las cadenas que atan a la gente. Compartan su comida con los hambrientos y den refugio a los que no tienen hogar; denles ropa a quienes la necesiten y no se escondan de parientes que precisen su ayuda.”(Isaías 58:1-7. Nueva Traducción Viviente)

Dios no necesita de hombres y mujeres que posan de espirituales sino de personas sinceras, que se humillan en Su Presencia, que se acercan a Él en procura de ser movidos a nuevos niveles de crecimiento. Sometimiento a la transformación, he ahí el centro del asunto.

Uno puede lucir muy consagrado exteriormente, pero si no hay transformación interna, no estaremos más que viviendo bajo auto-engaño.

Es tiempo de reavivar nuestravida de oración delante

del Señor...Ahora piense en quienes ayudan como si fuera un martirio. Tremendo error. Debe ser un gozo, de lo contrario, usted no lo hará por convicción sino por obligación. ¡Eso no es lo que Dios quiere!

Consagración o religiosidad

¿Es usted un verdadero hombre o mujer de oración? Eso lo determina cómo está su corazón. Recuerde que hay quienes creen estar orando, pero lo que quizá hacen es repetir palabras sin fundamento alguno.

El autor cristiano, Edward McKendree Bounds escribió: “El hombre tiene el deber de orar, y se necesita un verdadero hombre para hacerlo. Se necesita un hombre piadoso para que se entregue enteramente a la oración. La oración llega muy lejos en su influencia y en los efectos de la gracia. Es un asunto intenso y profundo que se refiere a Dios y a sus planes y propósitos, y requiere una persona íntegra y sincera para hacerlo. No basta aquí con esfuerzos mediocres, ni en el corazón, el intelecto o el espíritu, pues éste es un asunto serio, importante, celestial. Hay que poner en él todo el ser, corazón, mente y espíritu, pues afecta poderosamente el carácter y el destino de los hombres”( Edward McKendree Bounds. “Los fundamentos de la oración. Editorial CLIE. España. 2008. Pg. 13)

Ser un hombre o mujer de oración demanda convicción que es el primer paso a la consagración. No basta mostrarnos súper espirituales, es necesario ser espirituales, que es bien distinto.

Un ejemplo claro lo ofreció el Señor Jesús en la parábola del fariseo y el publicano, que encontramos en Lucas 18:9-14. Relata el texto que: “Luego Jesús contó la siguiente historia a algunos que tenían mucha confianza en su propia rectitud y despreciaban a los demás: «Dos hombres fueron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro era un despreciado cobrador de impuestos. El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la siguiente oración: “Te agradezco, Dios, que no soy un pecador como todos los demás. Pues no engaño, no peco y no cometo adulterio. ¡Para nada soy como ese cobrador de impuestos! Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”.”(Lucas 18:9-12. Nueva Traducción Viviente)

El religioso, por sus disciplinas espirituales y el conocimiento que tenía de las Escrituras, creía que era muy espiritual e incluso, se atrevía a mirar por encima del hombro a otras personas. ¡Cuidado con esa actitud! Usted se puede estar encaminando al fracaso espiritual.

¿Se agrada Dios de tal espiritualidad? Es evidente que no. Dios reclama humildad, sujeción, disposición de corazón.

Duele profundamente que haya quienes creen que sólo en su congregación hay salvación. Desestiman a otros siervos o siervas del Señor que le buscan con sinceridad. ¡Dios no viene por una denominación sino por una iglesia viva, entregada a Él, consagrada en Su Presencia!

El publicano, en cambio, más que espiritual, se sentía alguien necesitado de Dios y estaba dispuesto al mover del Señor, tal como continuó relatando el Señor Jesús: “En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh, Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”.  Les digo que fue este pecador —y no el fariseo— quien regresó a su casa justificado delante de Dios. Pues los que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan serán exaltados».”(Lucas 18:13, 14. Nueva Traducción Viviente)

Observe por favor al cobrador de impuestos o publicano. Ni siquiera levantaba la mirada. No se auto-justificaba. Simplemente estaba rendido a Dios. Esa es la disposición que debemos tener cuando oramos. Rendirnos a Él, en Su Presencia.

No todos reciben la plena aceptación

Es muy probable que a gran cantidad de los religiosos que ve a su lado—sí, los mismos que se congregan en las iglesias—no los veamos en la eternidad. ¿La razón? Su espiritualidad es externa, no interna; es lo que ven los demás, no lo que hay en el corazón. No basta con decir: “Paso

mucho tiempo en oración”. Es necesario vivir esa oración. Entrega, disposición, consagración a Dios.

Escuchemos al Señor Jesús: “No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Solo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El día del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, expulsamos demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombre”. Pero yo les responderé: “Nunca los conocí. Aléjense de mí, ustedes, que violan las leyes de Dios”.”(Mateo 7:21-23. Nueva Traducción Viviente)

¿Se da cuenta? Es necesario que un distintivo identifique nuestra vida espiritual: hacer la voluntad de Dios. Es cierto, orar, pero en la voluntad del Señor. Es lo que marca la diferencia.

Haciendo una breve síntesis: No todos los que dicen estar en la Presencia de Dios, verdaderamente lo están. Puede que estén mostrando una espiritualidad superficial. Cuando estamos ante Él, debemos asumir una disposición plena, de hablarme pero también, de permitir que trate con nuestro ser. Y por último, hacer Su voluntad. Es entonces cuando nuestras oraciones tienen verdadero poder.

Le animo a orar. Considero que es uno de los ministerios más importantes de la Iglesia. Pero unido a esto, que viva a Cristo. Que su espiritualidad no se circunscriba a meras palabras, sino a una vivencia constante.

A propósito: ¿Ya recibió a Jesucristo como Señor y Salvador? Hoy es el día para que lo haga. Recuerde que tomados de Su mano poderosa emprendemos el maravilloso camino hacia el crecimiento personal y espiritual. Ábrale las puertas de su corazón.

La oración libera poder divino

La oración libera poder divino

Dios nos anunció que si oramos, y descansamos

en Él, nos concederá lo que le pidamos...

Fernando Alexis Jiménez

or   más   de   tres   semanas   estuvo   buscando   empleo.   Una   verdadera   maratón   que comenzó   veinticuatro   horas   después   de   que   lo   desvincularan   laboralmente.   Estaba literalmente destrozado y sin esperanzas. Todos los lugares a los que iba parecían reunir un común denominador: le cerraban las puertas. En toda parte le decían que no había 

vacantes.

Y él estaba allí, desesperado, con varias cuotas del apartamento por cancelar, la colegiatura de sus dos hijos sin cancelar, y ni siquiera un poco de arroz para poner a cocer en la olla.

Fue el desasosiego y no otra cosa lo que le llevó a orar a Dios. Le pidió su ayuda. Volcó todo lo que tenía en el corazón. En un momento del clamor hasta las lágrimas saltaron a sus ojos. Pero al día siguiente, todo era diferente. Entregó más copias de su hoja de vida con confianza. Y la respuesta llegó. ¡Dios hizo el milagro en respuesta a su oración!

El poder divino que libera la oración

P

La oración tiene poder, desata el poder, nos lleva a movernos en la dimensión del poder. Cuando vamos al Señor en oración, Él responde. Es algo que está intrínsecamente ligado a nuestra disposición de corazón.

El Señor Jesús enseñó que aquello que pidiéramos y ordenáramos desde el plano físico, se daría en el plano espiritual y viceversa, cuando dijo: “Les digo la verdad, todo lo que prohíban en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitan en la tierra será permitido en el cielo.”(Mateo 18:18. Nueva Traducción Viviente)

No   hay   límites.   Los   límites   los   ponemos   nosotros.   ¿De   qué   manera?   A   través   de   la incredulidad.   La   duda   levanta   a   nuestro   alrededor   una   enorme   barrera   que   es   difícil   de derribar, a menos que con corazón sincero volvamos la mirada al Señor. Él hará posible lo imposible.

El principio esencial de la unidad

Hay dos maneras de orar: una de manera individual, que es cuando vamos a la Presencia del Señor   pidiendo   algo,   y   la   otra,   cuando   nos   unimos   varios   creyentes   para   solicitar   la intervención de Dios en un asunto específico.

Es un principio del Reino de Dios que reviste mucha importancia, como enseñó Jesús, nuestro amado Salvador: “También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará.”(Mateo 18:19. Nueva Traducción Viviente)

Las Escrituras son claras cuando

nos hablan de la importancia de orar

como vía para que ocurran milagros...

Cuando hay unidad, el poder de Dios se mueve y más cuando hay una característica especial: cuando oramos por  la  liberación del poder divino para que lo humanamente  imposible  se haga posible. Si comprendemos este fundamento, nuestra vida de oración experimentará un vuelco dramático pero transformador. 

Dios acompaña nuestro clamor

Al principio de la unidad hay que sumar otro más: la permanencia en Dios. Sabemos que el Poderoso Señor en el que hemos creído está con nosotros, y cuando esa conciencia gobierna todo nuestro ser, las barreras caen al suelo.

El amado Salvador lo dejó claro cuando instruyó:  “Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos.”(Mateo 18:20. Nueva Traducción Viviente)

Estar reunidos en el nombre de Dios. He ahí el secreto. No congregarnos para mostrar las enormes capacidades y talentos de uno u otro líder, sino para que el Señor sea exaltado. Y cuando eso ocurre, se desencadena una atmósfera de milagros y poder que sin duda hemos experimentado muchas veces cuando estamos moviéndonos en la dimensión sobrenatural de Dios.

El autor cristiano, Myles Munroe, lo describe de la siguiente manera:  “Cuando se trata de cosas en la dimensión terrenal, el cielo actúa conforme a lo que hacemos. El cielo ata lo que nosotros atamos y desata lo que nosotros desatamos… Si queremos que Dios continúe interfiriendo, debemos seguir orando. La oración es un asunto serio. Cuando oramos nos comunicamos con un gobierno divino del cual somos embajadores.”(Myles Munroe, “Redescubra el Reino”. Editorial Peniel. Buenos Aires, Argentina. Pg. 58)

Tres elementos que hemos visto hoy y que revisten singular importancia para que nuestras oraciones toquen el corazón de Dios y desde Su presencia, se liberen milagros, los mismos que hemos venido necesitando.

A   propósito,   ¿ya   recibió   al   Señor   Jesús?   Hoy   es   el   día   para   que   tome   esa   decisión trascendental.  Recuerde que tomados de Su mano poderosa, emprendemos el maravilloso camino hacia el  crecimiento personal  y espiritual.  Ábrale hoy  las puertas de su corazón a Jesucristo y permítale que Él haga de usted, la persona que Él desea que usted sea

Buscar a Dios, el secreto del éxito

Si algo nos asegura la victoria, es buscara Dios en oración y entregarle nuestrosplanes y proyectos...

Fernando Alexis Jiménezólo hasta que Verónica comprendió que la bruja del pueblo la estaba dejando sin un peso, tomó la determinación de no seguir consultándola cada semana ni seguir endeudándose con la promesa

de que pronto “ganaría el sorteo de la Lotería”. Le refirió a la pitonisa la S

decisión de no regresar y ella la amenazó. Comprenderá ahora por qué razón Verónica llevaba varios noches sin dormir.

En el supermercado, mientras escogía unas verduras, una vecina se le acercó. Pronto entablaron una conversación en la que ella le habló de Jesucristo. “Soy de una sola religión y no voy a cambiar de allí donde me encuentro”, le argumentó.

--Discúlpeme si la incomodé; no era mi intención. Lo que quería decirle es que, si tiene problemas, vaya al Señor Jesús. Él le ayudará--, dijo la vecina y se alejó con algo de reticencia, porque no había pretendido molestarla.

Verónica llegó a casa con el asunto dándole vueltas en la cabeza. Y al mediodía, tras terminar sus quehaceres, se fue a la habitación y le pidió ayuda. Recuerda que lloró. Luego, una paz enorme invadió su corazón.

Y siguió orando. Ese fue el comienzo de los cambios en cada. No solamente su esposo consiguió un buen empleo sino que ella dejó sus temores inexplicables. Había paz en su vida. Y sin que nadie la presionara, le pidió a su vecina información sobre la iglesia:

--Creo que algo especial ha ocurrido con mi vida y deseo ir--, le dijo.

El hogar de Verónica hoy es diferente. El comienzo de la transformación fue entregarle a Dios absolutamente su vida, sus planes y sus sueños…

Las batallas para alcanzar grandes victorias

y caminar en el sendero del éxito, se libran en oraciónEs un principio de victoria

Si deseamos salir del pozo en el que nos encontramos inmersos, es necesario volver nuestra mirada al Señor. Dejar de confiar en nuestras fuerzas, capacidad, posición social o conocimientos. Simplemente

rendirnos a Señor y permitirle que ocupe el primer lugar. Él sabe cómo hacerlo.

Un rey que llegó a altos niveles de éxito, lo comprobó. Me refiero al rey Ezequías, que marcó toda una generación y hoy es uno de los monarcas más recordados por los israelitas. Su secreto fue confiar en Dios. Simplemente eso: confiar.

Las Escrituras dicen que: “…Ezequías manejó la distribución en todo Judá, haciendo lo agradable y bueno a los ojos del Señor su Dios.”(2 Crónicas 31:20. Nueva Traducción Viviente)

Hacer lo bueno demanda compromiso nuestro. Revisar cómo anda nuestra vida, identificar errores y modificar esos parámetros de pensamiento y de conducta, con fundamento en lo que enseña el Señor en el libro de los triunfadores que es la Biblia.

Disposición de corazón

Si nos disponemos para el Señor, Él transforma todo lo que somos y nos lleva a la victoria. No importa cuántos errores hayamos cometido; Dios es quien opera los cambios en nuestro ser.

El rey Ezequías dispuso su corazón para el Señor, buscó Su Rostro y el Dios de poder le aseguró la victoria en todo cuanto emprendió: “En todo lo que hizo para el servicio del templo de Dios y en sus esfuerzos por seguir las leyes y los mandatos de Dios, Ezequías buscó a su Dios de todo corazón; y como resultado, tuvo mucho éxito.”(2 Crónicas 31:21. Nueva Traducción Viviente)

Todo le salía bien. Es cierto, surgieron al paso dificultades, pero en todo momento el Señor le concedió vencer.

Igual puede ocurrir con su vida. Basta que le conceda a Dios el primer lugar. Le puedo asegurar que Él tomará el control y le llevará al éxito. Él es la verdadera fuente de éxito, el que nos hace triunfadores: en la familia, en el trabajo, en nuestro desenvolvimiento social y en la iglesia.

Ríndase hoy al Señor. Él desea hacer algo especial con su vida. Si entrega todo su ser, planes y proyectos en Sus manos, Él le mostrará el camino para salir airoso y en victoria en todo cuanto emprenda.

Si todavía no lo ha hecho, hoy es el día para que entregue su corazón en manos del Señor Jesús. Permítale que resida en su vida. De su mano emprenderá el maravilloso camino al crecimiento personal y espiritual que tanto ha anhelado.

Orar es para valientes, no es asunto de cobardes

Orar es para valientes, no es asunto de cobardes

Quien dispone su corazón para orar, ve

materializarse aquello

que humanamente se considera

imposible...

Fernando Alexis Jiménez

erdió la capacidad de ver y una pierna cuando prestaba servicio militar. En un abrir y cerrar de ojos, las hermosas imágenes que le encantaban se convirtieron en una cortina oscura que jamás le ha robado el entusiasmo y los deseos de seguir adelante, en victoria,

aunque los demás digan que es imposible. Reinaldo Torres se convirtió en un ejemplo de supervivencia en Colombia.

Esa disposición de avanzar hasta la meta fue la que le llevó a abrirse paso entre las más de 50.000 personas que participaron en la maratón de Nueva York y a ser uno de los primeros en enlistarse en el primer equipo de alpinistas con discapacidad en el mundo.

P

Perseverancia, la palabra que se constituyo en su distintivo. Después de varios meses de entrenamiento en el gimnasio y simulacros cerca de Bogotá, Reinaldo llegó a la cima del Ritacuba blanco, el pico más alto de la Sierra Nevada del Cocuy, con 5.330 metros sobre el nivel del mar.

Aunque no pudo disfrutar del paisaje como el resto de sus compañeros, sintió la inmensidad de la montaña y se dio cuenta de que ese era apenas el comienzo de muchas aventuras.

NatGeo  lo llevó al volcán Cotopaxi, en Ecuador, pero las malas condiciones meteorológicas les impidieron “hacer cumbre” a 5.897 metros.

El joven de 30 años ya tiene claro que su próxima parada es el monte Kilimanjaro, en África, pues el objetivo de Huella es conquistar las siete cumbres más altas de cada continente…

Dios nos concede todo

aquello que pidamos, porque

la oración abre las puertas

a los milagros...

La perseverancia, el distintivo de los triunfadores

La perseverancia es una característica en la vida de este joven invidente que ha subido hasta las cumbres, pero también, es la impronta de quienes logran metas… ¿Y en el ámbito espiritual? La perseverancia es la marca indeleble de los hombres y mujeres que persisten hasta que lo imposible se hace posible. Por eso insisto: la oración no es asunto de cobardes sino de valientes, los que siguen adelante hasta que el entorno a su alrededor se transforma y los milagros ocurren…

Ante varios de sus discípulos y sin duda decenas de personas que no perdían detalle a sus palabras, el Señor Jesús resaltó la especial significación que tiene la perseverancia si deseamos movernos en la dimensión sobrenatural de Dios: “Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. ”(Lucas 11:9. Nueva Traducción Viviente)

Seguir pidiendo es eso: no dar vuelta atrás, avanzar, persistir, llegar al final. Como el competidor que, a pesar de sus limitaciones físicas y lo adverso de las circunstancias, se decidió llegar a la cima. Disposición, fe, perseverancia. No hay otra opción.

Dios responde con poder a nuestras oraciones pero, sin duda, espera que seamos perseverantes.

Quien persevera, alcanza

Nuestro amado Salvador Jesucristo enseñó que aquél que persevera, alcanza. Una oración persistente derriba los obstáculos: “Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.”(Lucas 11:10. Nueva Traducción Viviente)

¿Desea que ocurran los milagros? Persevere. ¿Anhela que cambien las circunstancias que enfrenta hoy? Persevere. ¿Desea que Dios imprima cambios en la vida de alguien? Persevera. ¿Desea crecimiento personal y espiritual? Persevere. Si todo lo regamos con oración y, perseveramos, tenemos asegurada la victoria.

Llegan a la meta quienes perseveran y más cuando nos movemos en la dimensión espiritual, como enseñó el Señor Jesús: “Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.”(Lucas 18:1. Nueva Traducción Viviente)

Puedo asegurarle que, si dispone su corazón para persistir sobre aquello que ha pedido a Dios en oración, verá los resultados. ¡Hoy es el día para remprender el clamor hasta que el milagro ocurra!

Y si todavía no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día oportuno para que le abra las puertas de su corazón. Le aseguro que no se arrepentirá.

El Devocional: alimento para una vida de oración eficaz

Nuestra vida experimenta crecimientocuando hay oración y búsqueda del

Señor en todo cuanto hacemos...Fernando Alexis Jiménez

i usted me pregunta qué se avecinaba para el Señor Jesús, le responderé sin lugar a dudas que una jornada intensa: enseñar a las multitudes, sanar a los enfermos y liberar a los cautivos espirituales.

Es quizá lo mismo que había hecho el día anterior, y como todo su equipo de colaboradores, habría conciliado el sueño en medio de un tremendo cansancio.

Sin embargo, antes de remprender sus tareas diarias, fue en busca del Señor. Relata el evangelista que: “A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar. Más tarde, Simón y los otros salieron a buscarlo. Cuando lo encontraron, le dijeron:—Todos te están buscando. Jesús les respondió: —Debemos seguir adelante e ir a otras ciudades, y en ellas también predicaré porque para eso he venido. Así que recorrió toda la región de Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.”(Marcos 1:35-39. Nueva Traducción Viviente)

Una disciplina de vida. Iniciar cada jornada buscando a Dios. Un principio de victoria. Una enseñanza para aplicar nosotros hoy.

Desconozco sus ocupaciones pero sí puedo asegurarle que la única forma de dinamizar su vida espiritual, es a través de la oración, y que en esa dirección, lo aconsejable es que asuma la disciplina del Devocional.

La Palabra además de alimentar nuestra fe en el Dios de poder en el que creemos, nos ayuda en el proceso de conocer más de Quién es y la forma como se manifiesta en nuestras vidas.

Comenzar el día orando. Parte de un Devocional que será enriquecedor en su existencia.  Tenga presente que en la medida en que haya oración y meditación en la Palabra, nuestra vida crecerá, como anota el autor cristiano, George Muller:  “Y debemos considerar esto: si Dios se nos da a conocer por medio de la oración y la meditación de la Palabra, esto nos guiará a mayor confianza en Él. Por eso la lectura y meditación de la Palabra de Duos serán medios especiales para fortalecer nuestra fe”(George Muller. “Liberando el poder de la oración”. Whitaker House. EE.UU. 1999. Pg. 46)

Conozco infinidad de personas que se lamentan por su estancamiento espiritual. Mi primera pregunta es: ¿Cómo anda su vida de oración? Y el silencio que acompaña este interrogante que les formulo, me da la respuesta. No necesito ahondar más en el asunto…

Permita que la Palabra se haga vida en usted

S

Cuando oramos y esa disposición de búsqueda del Señor va de la mano con la meditación en las Escrituras, se produce una transformación en nuestro ser. Aprendemos a conocer a Dios como el Él y, de paso se va acrecentando nuestra fe.

Al respecto el autor y conferencista, Dutch Sheets:  “Comenzamos con una promesa de la Palabra de Dios. Al meditar sus promesas, el Espíritu Santo nos infunde con su vida y hace que crezaca y se multiplique en nosotros. Nuestra tarea consiste en alimentarnos de la Palabra de Dios y meditar en ella. La tarea del Espíritu Santo es la de hacer que nuestra fe crezca”(Dutch Sheets. “Cómo orar por tus seres amados perdidos”. Editorial Peniel. Buenos Aires, Argentina. 2004. Pg. 22)

La oración es el caminopara desarrollar intimidad con Dios...

Hoy es el día de emprender ese camino maravilloso de intimidad con Dios, y una de las disciplinas más sencillas pero eficaces, es comenzando con un devocional.

Es un camino de acercamiento a Dios, a ese Dios de milagros que responde a nuestro clamor, como escribió el rey David: “Respóndeme cuando clamo a ti, oh Dios, tú que me declaras inocente. Libérame de mis problemas; ten misericordia de mí y escucha mi oración. De algo pueden estar seguros: el Señor ha separado para sí a los justos; el Señor me responderá cuando lo llame.”(Salmo 4:1-3. Nueva Traducción Viviente)

Tenga siempre presente que Dios se revela a nuestra vida, pero cuando hay una búsqueda sincera, comprometida y permanente, como asegura el mismo Sheets: “La meditación bíblica significa evaluar, reiteradamente, pensar y aún susurrarnos a nosotros mismos aquello que estamos leyendo.

En otras palabras, es pensar repetidamente, y hablar repetidamente, sobre la Palabra de Dios. Esto le permite al Espíritu Santo formar en la mente la Palabra de Dios y pasar de mera información a revelación”(Dutch Sheets. “Cómo orar por tus seres amados perdidos”. Editorial Peniel. Buenos Aires, Argentina. 2004. Pg. 22)

Hoy es el día para comenzar

¿Desea emprender ese camino de crecimiento personal y espiritual que tanto ha anhelado? Hoy es el día. Realizar el Devocional es un principio que le ayudará muchísimo. Le permitirá ir conociendo más de ese Dios que escucha nuestras oraciones y se manifiesta en nuestras vidas con poder, como enseñó el profeta: “¡Escuchen! El brazo del Señor no es demasiado débil para no salvarlos, ni su oído demasiado sordo para no oír su clamor.”(Isaías 59:1. Nueva Traducción Viviente)

No pretenda orar inicialmente por varias horas. El Devocional acompañado de unos breves minutos de oración, es un buen comienzo. Puedo asegurarle que, como el niño que recién comienza a caminar, pronto estará dando pasos más largos y en el momento que menos lo piense, estará pasando un buen tiempo deleitándose en la Presencia del Señor.

Él desea hombres y mujeres que le ayuden en la extensión del Reino. Y usted es esa persona. ¡Comience hoy! Le aseguro que es un viaje apasionante y maravilloso, porque pronto no querrá soltarse de la mano de Aquél que hace posible lo imposible.

Un secreto para recibir abundantes bendiciones al orar

Un secreto para recibir abundantes bendiciones al orar

Dios nos asegura la victoria cuando

oramos delante de Su Presencia, y nos bendice

rica y abundantemente

Fernando Alexis Jiménez

olamente tenía un dólar en su cuenta de ahorros. Para ser sinceros, Julie Cervera, no lo recordaba. Le tenía tan inquieta el hecho de que su chequera estuviera sobregirada y que fuera inminente el corte del servicio de televisión por cabe debido a la falta de pago, que no se

inquietaba por centavos.

Sin embargo, su historia cambió en un abrir de ojos; de la noche a la mañana, como solemos repetir en Latinoamérica.

Esta viuda fue la ganadora de 23 millones de dólares de la Lotería de California que se jugó el 30 de mayo del 2012.

--Normalmente no me preocupo por los billetes de la lotería; es cierto, compré una fracción en el supermercado, pero jamás imaginé que lo ganaría…—dijo la mujer, quien ahora pagará sus deudas, comprará un buen par de zapatos y llevará sus hijos a Disneylandia.

Tardó más de cuatro meses darse en cuenta que había ganado y tal vez se hubiera quedado sin cobrar su premio si la administración de la lotería no hubiera revelado datos de la persona que compró el boleto.

Julie tiene 69 años de edad que ha adoptado a dos niños con requerimientos especiales de 5 y 9 años.

En mayo, Julie y su hija Charlina, de 29 años de edad, fueron de Victorville a Palmdale a visitar a un familiar. Al regreso Charlina se sentía mal y le pidió a su madre que parara en una tienda para comprar agua. Julie se

S

quedó en el carro y le encargó a su hija que comprara un boleto de la lotería. Charlina dijo que no quería hacer el mandado, pero le obedeció a su madre. Charlina le dio el boleto en el vehículo y Julie lo puso en la consola, en donde permaneció el momento en que lo buscó afanosamente para comprobar el número.

Aún quedan alrededor de 20 millones de dólares en premios que no han sido reclamados.

¿Le sorprendió esta historia? A mí también y sin duda, a infinidad de personas que la leyeron en los diarios, aun cuando son muy contadas—yo diría poquísimas—las veces en que alguien se gana de esta manera una lotería. Recuerde que no son los juegos de azar los que nos proveen riquezas, sino Dios que nos ama y quiere lo mejor para nosotros (Cf. Proverbios 10:22)

Rico, famoso y próspero…

¿Leyó alguna vez la historia de la lámpara mágica de Aladino? Esta historia se atribuye a un autor árabe aun cuando el escenario donde se desarrolla es una ciudad de China.

Dios desea bendecirlo ricamente,

¿Está usted en sintonía con Él

mediante la oración permanente...

Recuerde que el joven, en uno de los momentos más críticos de su vida, halló una lámpara maravillosa en la que un genio concedía todo con sólo pedírselo. Y es con la ayuda de este genio que termina casándose con la princesa Badrulbudur. ¡Un cuento con un final feliz, pero cuento al fin!

Sin embargo, en la historia de la humanidad sí hubo un hombre al que le dijeron: “Pide lo que quieras y te lo daré”. Guardando las proporciones podríamos decir que se ganó la lotería sin comprarla.

Se trata del rey Salomón. Su secreto para ser abundantemente bendecido y prosperado por Dios, fue su fidelidad al Señor. Dice el libro de los triunfadores, la Biblia, que “Salomón, hijo de David, tomó firme control de su reino porque el SEÑOR su Dios estaba con él y lo hizo muy poderoso.”(2 Crónicas 1: 1. Nueva Traducción Viviente)

El hecho de caminar de la mano del Padre celestial, conforme a Su voluntad y siguiendo Sus preceptos, le aseguró al rey israelita la victoria donde quiera que iba. Todo cuanto hacía era prosperado.

Una maravillosa oportunidad

El rey Salomón era un hombre muy ocupado. Un ejecutivo de nuestra época. Un gobernante con la agenda apretada. Alrededor tenía multitud de consejeros. Personas que le mantenían informado de cómo iba el reino, las relaciones exteriores con otros países, de la economía de la nación… Y, tantas y tantas cosas. Difíciles de procesar para un solo hombre. Pese a ello, con todo y el cúmulo de ocupaciones que arrastraba diariamente, el rey Salomón sacaba tiempo para orar y encomendar sus planes y proyectos en manos de Dios.

Cuando asume la tarea de ejercer gobierno pleno sobre Israel, se vio confrontado con un enorme reto. Por eso, apenas tuvo oportunidad, revisó qué hacer y comprobó que la tarea era enorme.

Dios conocía su corazón. La preocupación de Salomón por hacerlo todo bien, con excelencia, para honrarlo a Él. Por ese motivo, en un encuentro que tuvo el monarca con el Señor: “Allí, frente al tabernáculo, Salomón subió hasta el altar de bronce en la presencia del SEÑOR y sacrificó sobre el altar mil ofrendas quemadas. Esa noche Dios se le apareció a Salomón y dijo: —¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré!”(2 Crónicas 1:6, 7. Nueva Traducción Viviente)

Pregúntese: ¿Qué haría usted si Dios le diera esa oportunidad?¿Acaso mayor crecimiento personal y espiritual?¿Experimentar cambios en el trato con su esposa e hijos?¿Un mejor empleo?¿Un auto nuevo, tal vez? Piénselo detenidamente.

¿Ya lo hizo? Entonces enumere las respuestas en orden de importancia. ¿Ya lo hizo? Ahora, detenidamente, evaluando cada línea, compruebe qué es lo que hay en su corazón.

Es probable que el asunto esencial esté allí: ¿Revisar qué le pedimos a Dios?¿Cuál es nuestra motivación?¿Deseamos honrarle o simplemente satisfacer nuestras necesidades?

Un corazón dispuesto para Dios

Cuando nuestro corazón está dispuesto para Dios, procuramos hacer la voluntad del Señor. No hay ambición, no hay afán de figuración, no deseamos la gloria; anhelamos que toda la gloria sea para Él.

Continúa relatando el libro que: “Salomón le contestó a Dios: —Tú mostraste fiel amor a David, mi padre, y ahora me has hecho rey en su lugar. Oh SEÑOR Dios, ¡te ruego que sigas manteniendo la promesa que le hiciste a David mi padre, pues me has hecho rey sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra! Dame la sabiduría y el conocimiento para guiarlo correctamente, porque, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo? Dios le dijo a Salomón: —Por cuanto tu mayor deseo es ayudar a tu pueblo, y no pediste abundancia ni riquezas ni fama ni siquiera la muerte de tus enemigos o una larga vida, sino que has pedido sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo como es debido,  ciertamente te daré la sabiduría y el conocimiento que pediste.  ¡Pero también te daré abundancia, riquezas y fama como nunca las tuvo ningún otro rey antes que tú y como ninguno las tendrá en el futuro!”(2 Crónicas 1: 8-12. Nueva Traducción Viviente)

Si usted ama a Dios y es fiel a Él, sin duda le concederá todas las peticiones de su corazón (Cf. Salmo 37:4)

Es cierto necesitamos provisión, dones y talentos para desarrollar la obra del Reino; pero todo cuanto recibamos, es para ¡honrarle a Él! Dios debe ser exaltado.

Puedo asegurarle que si estamos en el centro mismo de la voluntad del Señor, Él nos dará lo que pidamos. Él conoce nuestro corazón y sabe qué propósito oculto nos asiste.

¡Hoy es el día para entregar en manos de Dios todas sus peticiones! Él sabrá responder oportunamente porque sabe y puede hacerlo. Basta que su corazón esté dispuesto para Él. ¡No habrá límites!

A propósito: ¿Ya recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador? Es el mejor paso que podemos dar y del que jamás nos arrepentiremos, porque tomados de Su mano poderosa, emprendemos el maravilloso proceso de crecimiento espiritual y personal que tanto hemos anhelado. ¡No se arrepentirá!

La oración cambia la historiaFernando Alexis Jiménez

Qué haría usted si de pronto le informan que en las próximas horas morirá? Si tan solo se formula este interrogante y medita en el, sin duda procurará muchas alternativas, entre otras, aprovechar al

máximo cada instante. Arreglar todo en casa y en el trabajo, quizá tomar un seguro de vida y hasta habrá quien diga que tomará un crédito para financiar un viaje a través del mundo entero.

¿

Podemos movernos en la dimensión sobrenatural de losmilagros de Dios, si tan solo oramos... y creemos...

Sin embargo, alguien que vivió esa situación, optó por el mejor camino: ir a Dios en oración. Jamás olvide, la oración cambia la historia. Cuando volvemos nuestra mirada al Señor, Él obra poderosamente. Los milagros ocurren. Lo que marca la diferencia, sin duda, es la oración.

Comparto con usted cinco principios, sencillos y prácticos, que le permitirán moverse en la dimensión sobrenatural de los milagros de Dios:

1. Estar siempre preparados para partir

Los seres humanos creemos, y sin duda equivocada, que la vida presente es para siempre. Dilatamos decisiones. Recuerdo, por ejemplo, a un trabajador de la construcción al que siempre invitaba a la reunión cristiana. “Será el próximo fin de semana”, me decía. Y un período festivo le reanudé la invitación. “Otro día será”, me respondió. El sábado en la noche murió, en un accidente. Partió a la eternidad sin Cristo en su corazón.

No tenemos asegurado el mañana, ni siquiera el presente. Esa es la razón por la que debemos estar preparados para partir a la eternidad en cualquier momento. Tener las maletas siempre listas.

El rey Ezequías, uno de los más consagrados en la historia de Israel y Judá, estaba atravesando por su mejor momento, no solo como persona sino como gobernante. Camino al éxito, diría yo.

Las Escrituras señalan que, justo cuando estaba avanzando en todas las áreas de su existencia, llegó un mensaje muy particular: “Por ese tiempo, Ezequías se enfermó gravemente, y el profeta Isaías, hijo de Amoz, fue a visitarlo. Le dio al rey el siguiente mensaje: «Esto dice el Señor: “Pon tus asuntos en orden porque vas a morir. No te recuperarás de esta enfermedad”».”(2 Reyes 20:1. Nueva Traducción Viviente)

Permítame formularle una pregunta: ¿Está preparado para partir a la eternidad?¿Hay algo que deba arroglar?¿Su relación de pareja o con los hijos, tal vez? Hoy es el día para que, si identifica errores, aplique correctivos. Es tiempo de cambiar.

2. En medio de la crisis el camino es la oración

¿Qué hacemos cuando hay crisis en nuestra vida?¿A quién acudimos? Son dos sencillas preguntas que deben llevarlo a reflexionar. Ahora, ligado a esto, un tercer interrogante: ¿Busca a Dios en medio de la crisis o es el último recurso al que acude?

Piense por un instante en un hombre al que le acaban de decir que arregle todo por que va a morir. ¿Se dejó arrastrar por la desilusión? Por cierto

que no. El rey Ezequías buscó el rostro de Dios en oración, como dicen las Escrituras: “Cuando Ezequías oyó el mensaje, volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor: «Acuérdate, oh Señor, que siempre te he sido fiel y te he servido con singular determinación, haciendo siempre lo que te agrada»; y el rey se echó a llorar amargamente.·” (2 Reyes 20:2, 3. Nueva Traducción Viviente)

Orar. Esa es la clave. En los innumerables correos que me llegan diariamente, la respuesta invariablemente, cuando la persona atraviesa un período de crisis profundo, es que busque al Señor en oración. Tengo la firme convicción y espero que el Señor la deje sembrada en usted hoy que la oración cambia la historia.

Dios quiere obrar milagros en nuestra vida...Si oramos, sin duda los milagros ocurrirán...

3. Dios escucha nuestras oraciones

Alguien me dijo en cierta ocasión, bastante apesadumbrado: “Dios pareciera que no me escucha. Las oraciones se quedan en mi cuarto. No llegan a Su presencia”. Debí aclararle que no es así. Él, nuestro amoroso Padre no solamente nos oye sino que desea responder a nuestro clamor.

Ese mismo Dios que nos ama, que cuida de nosotros y que desea responder a nuestras necesidades, fue el que oyó el clamor de Ezequías: “Sin embargo, antes de que Isaías saliera del patio central,   recibió este mensaje de parte del Señor: «Regresa y dile a Ezequías, el líder de mi pueblo: “Esto dice el Señor, Dios de tu antepasado David: ‘He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte y en tres días te levantarás de la cama e irás al templo del Señor. Te añadiré quince años más de vida y te rescataré del rey de Asiria junto con esta ciudad. Defenderé esta ciudad por mi propia honra y por amor a mi siervo David’” (2 Reyes 20:4-6, Nueva Traducción Viviente)

El corazón de Dios fue conmovido por la oración de Ezequías. Aun cuando ya había tomado una decisión, cambio el curso de la historia. Escuchó la petición del monarca judío. Eso es lo mismo que ocurre hoy. ¡Él nos oye!

No deje de clamar; no se desanime… Persevere en oración hasta la victoria.

4. Dios obra de maneras extrañas

La forma como opera Dios es extraña. Él como habilidoso ajedrecista, sabe mover las fichas. Lo hace de una manera que rompe toda nuestra lógica. Muchas veces he quedado sorprendido al verlo obrar. Estoy seguro que usted también.

¿Cómo obró Dios la sanidad en el rey Ezequías? A través de un preparado de higos, algo que rompía todo esquema para la época: “Entonces Isaías dijo: «Preparen un ungüento de higos». Así que los sirvientes de Ezequías untaron el ungüento sobre la llaga, ¡y Ezequías se recuperó!”(2 Reyes 20:7. Nueva Traducción Viviente)

Cuando comenzamos a movernos en la dimensión sobrenatural de Dios, los milagros ocurren y de manera inverosímil, porque Él se especializa en hacer posible lo imposible.

5. Dios cumple sus promesas

La Biblia contiene infinidad de promesas de milagros y de bendiciones. Y, como hombres y mujeres de fe, debemos aferrarnos a esas promesas. Los milagros sencillamente ocurren. Basta creen y movernos en esa dimensión, la de la fe, para que lo imposible se haga posible.

Dice el texto Bíblico que: “Mientras tanto, Ezequías le había preguntado a Isaías: —¿Qué señal dará el Señor como prueba de que me sanará y en tres días iré al templo del Señor? Isaías contestó: —Esta es la señal del Señor para demostrar que cumplirá lo que ha prometido: ¿te gustaría que la sombra del reloj solar se adelantara diez gradas o que se atrasara diez gradas?  —La sombra siempre se mueve hacia adelante —respondió Ezequías—, así que eso sería fácil. Mejor haz que retroceda diez gradas. Entonces el profeta Isaías le pidió al Señor que lo hiciera, ¡y el Señor hizo retroceder diez gradas la sombra del reloj solar de Acaz!”(2 Reyes 20:8-11. Nueva Traducción Viviente)

Creer y movernos en la dimensión de milagros. ¿Cómo comienza el proceso? Con la oración. Jamás olvide: La oración cambia la historia.

Desconozco cuál sea su situación; lo que sí puedo asegurarle es que el poder de Dios no tiene límites y él obrará un milagro si se lo pide en oración. ¡Su historia puede cambiar si hay oración de por medio!

A propósito de acercarnos a Dios, ¿ya recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador? No deje para mañana la decisión que puede marcar un cambio

definitivo en su existencia. Recuerde que tomado de la mano del Señor Jesús emprendemos el maravilloso y apasionante camino hacia el crecimiento personal y espiritual. ¡Hoy es el día para decidirse! Ábrale las puertas de su corazón a Jesús.

Perseverar en oración hasta que el milagro ocurra

Perseverar en oración hasta que el milagro ocurra

Fernando Alexis Jiménez

os médicos le diagnosticaron “focolemia”, una extraña enfermedad que terminó por afectar el desarrollo normal de su brazo derecho. En apariencia, esa deformidad echaba por la borda el anhelo de

David Villareal Garza, de representar a México en juegos de fútbol americano.

L

Dios desea prosperarnos, pero es

necesario perseverar en oración...

A pesar de tener todo en contra, este profesional de Ciencias Políticas entrenó con los Auténticos Tigres, destacado equipo de fútbol mexicano y tiene sus miras en cosas aún más grandes. El mal congénito que enfrenta, no lo detuvo.

El entrenador del cuadro deportivo, Pedro Morales, señaló que los casi 115 jugadores con los que compitió Villareal, tenían igualdad de oportunidades. Él no era menos, a pesar de su relativo impedimento.

“Obviamente tiene una limitación, todo mundo la conoce; no es lo mismo tener las dos extremidades superiores a tener sólo una. Sin embargo, él da lo mejor de sí en el juego”, señaló Morales.

David es hijo de Rubén Villarreal Dey, integrante de los Auténticos Tigres campeones de 1977 y hermano menor de Rubén Villarreal, quien fue penta campeón con los Borregos del Tecnológico.

La perseverancia, como en el caso de este joven deportistas, se constituye en el común denominador de los ganadores. Si bien es cierto fuimos concebidos por Dios para el triunfo, para ser vencedores, sólo llegan a la meta quienes perseveran.

Ahora traslademos ese concepto de suma importancia a otro escenario: la oración. ¿Cuándo alcanzamos milagros y cambiamos las circunstancias que nos rodean? Cuando al orar, aplicamos el principio de la perseverancia.

Perseverar y no desmayar

Los milagros fueron concebidos por Dios para nuestra vida. ¿Por qué no alcanzamos hechos prodigiosos que rompen toda lógica? Porque no perseveramos.

El autor y conferencista internacional sobre temas de oración, Dutch Sheets, asegura que: “Una falta de perseverancia es una de las mayores causas de la derrota, especialmente en la oración… No sabemos esperar correctamente”( Dutch Sheets “La oración intercesora”. Editorial Unilit. EE.UU. 1997. Pg. 18)

Nuestro amado Señor Jesús enfatizó en la importancia de perseverar en la oración. El Evangelista Lucas señala que “Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos”(Lucas 18:1. Nueva Traducción Viviente)

¿Darnos por vencidos? Nunca, enseñó el Jesús. Eso nos lleva a concluir, en primera instancia, que un distintivo del cristiano auténtico en la perseverancia en la oración.

Hay un milagro para su vida

Jamás olvide que Dios desea

responder a nuestro clamor con

milagros de poder...

Si creemos en un Dios sobrenatural, lo que proviene de Él debe ser sobrenatural. No se requiere un post grado en divinidades para entender ese principio elemental. Entonces, en materia de milagros, es evidente que hay un milagro para nuestras vidas, aquél que requerimos. ¡Dios quiere manifestarse con poder en nuestra existencia! Si perseveramos, ese milagro se producirá.

El Señor Jesús a ilustrar el principio de la perseverancia en la oración, enseñó que “«Había un juez en cierta ciudad —dijo—, que no tenía

temor de Dios ni se preocupaba por la gente.  Una viuda de esa ciudad acudía a él repetidas veces para decirle: “Hágame justicia en este conflicto con mi enemigo”.  Durante un tiempo, el juez no le hizo caso, hasta que finalmente se dijo a sí mismo: “No temo a Dios ni me importa la gente,  pero esta mujer me está volviendo loco. Me ocuparé de que reciba justicia, ¡porque me está agotando con sus constantes peticiones!”».”(Lucas 18:2-5. Nueva Traducción Viviente)

El Juez tenía el poder. Sencillamente, podía obrar justicia. Y la perseverancia de la mujer hizo que se inclinara para atender su requerimiento. Perseverar, no desmayar. Solo así ese milagro que el Señor tiene para nosotros, se producirá. Otro aspecto ligado a esta enseñanza, es que hay hechos portentosos que se producen inmediatamente, mientras que otros demandan una alta dosis de perseverancia de nosotros.

¿Es usted de aquellos que perseveran o se dan por vencidos fácilmente? Es importante hacer un alto en el camino, formularnos este interrogante y dar una respuesta sincera que podría marcar la diferencia en nuestra vida espiritual.

Clamar día y noche

Si la oración es parte esencial de nuestra existencia, tan primordial como respirar o alimentarnos, es evidente que perseverar no será difícil para nosotros. Lo haremos siempre. Basta que dispongamos el corazón. Perseverar hasta alcanzar el milagro.

El Señor Jesús continuó diciendo: “Entonces el Señor dijo: «Aprendan una lección de este juez injusto.  Si hasta él dio un veredicto justo al final, ¿acaso no creen que Dios hará justicia a su pueblo escogido que clama a él día y noche? ¿Seguirá aplazando su respuesta?  Les digo, ¡que pronto les hará justicia! Pero cuando el Hijo del Hombre regrese, ¿a cuántas personas con fe encontrará en la tierra?».”(Lucas 18:6-8. Nueva Traducción Viviente)

Dios ama a los hombres y mujeres de fe. Reconoce su perseverancia. Responde a su clamor.

Pablo reafirmó el principio de la perseverancia cuando dijo: “Así que no nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos.”(Gálatas 6:9. Nueva Traducción Viviente)

¿Por qué perseveramos? La respuesta es sencilla, pero a la vez profunda: “Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos.”(2 Corintios 5:7. Nueva Traducción Viviente)

Los milagros están ahí, para su vida y la de aquellas personas por las que usted intercede; sin embargo, ocurrirán si no deja de clamar, si persevera. La clave, no lo olvide jamás, es la perseverancia.

No podría despedirme sin antes invitarle para que tome la mejor decisión de su vida. ¿Cuál es esa decisión?, se preguntará usted. La respuesta es sencilla: recibir a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Es la mejor decisión que jamás podamos tomar porque prendidos de la mano de nuestro Redentor, avanzamos exitosamente en el proceso de crecimiento personal y espiritual. ¡Decídase hoy por Cristo Jesús! No se arrepentirá.

La ilógica de Dios reta nuestra fe

La ilógica de Dios reta nuestra fe

Cinco pasos infalibles para moverse en una dimensión de milagros…

Fernando Alexis Jiménez

ecién me encontraba cursando el segundo semestre en el Seminario Teológico. Me enviaron a cumplir el período obligatorio de misiones en San José de Calabazal, un lugar perdido en la Costa del Pacífico

colombiano, de mucha pobreza. ¡No había predicado mi primer mensaje ni cantaba los coros del servicio y ya debía estar al frente de un grupo de fervorosos cristianos!

R

Si tan solo nos atrevemos a creernos moveremos en la dimensión

de los milagros de Dios...

--¿Qué hacen cuando alguien enferma si están tan lejos del hospital más cercano?—le pregunté al líder del grupo.

--Oramos. Simplemente eso: oramos. Si es necesario, toda la noche. Y el enfermo sana—respondió con toda naturalidad.

Estaba realmente admirado. Para él, en cambio, era algo normal. Oraban y los milagros ocurrían.

Esa noche, mientras nos preparábamos para el servicio, una mujer muy enferma se acercó. “¿Podría orar por mi?”, preguntó, con la debilidad reflejada en su cuerpo y en sus palabras.

 Dudé. Lo confieso, por algunos segundos, dudé. ¿Qué dirían si ella no sanaba?¿Qué ocurría si empeoraba su salud?¿Qué dirían de un líder cristiano que no ministraba sanidad como ellos leían en sus desgastadas Biblias?

El incidente retó mi fe. “Señor, yo simplemente voy a orar. Tú eres el Dios de los milagros. Yo oro y tu verás cómo haces el resto”, razoné mentalmente.

Oré por la mujer y creí que el Señor se encargaría del asunto. Y continuamos con el culto normalmente.

Al día siguiente, un sábado, una mujer rozagante me saludó al entrar en la humilde capilla. A sus sesenta y algo de años se veía vital, con fuerzas.

--¿Se acuerda de mí, hermano Fernando?—me preguntó con una amplia sonrisa.

--Realmente mi hermana, no la recuerdo. Perdone, pero como son tantos los que nos visitan--, respondí con sinceridad.

--Soy la persona por la que usted oró anoche. Dios me sanó, porque estaba muy enferma…--dijo sonriendo.

No puedo negar que no salía de mi asombro. Ese fue mi primer gran acercamiento a la dimensión de los milagros de Dios. La ilógica del Señor, que obra sanidades y prodigios cuando todo apunta a que sea imposible,

no sólo retó mi fe, sino que me hizo reflexionar en la necesidad de cruzar la frontera hacia un nuevo nivel, en el que todo es posible por el poder divino.

Dios no tiene una lógica igual que la nuestra

Dios se especializa en meternos en problemas. Sí, y por favor no me malinterprete. ¿Por qué lo digo? Porque Él promete respaldar nuestras oraciones (Cf. Jeremías 33:3). Y cuando clamamos, muchos alrededor están dudando. Es probable incluso, que nosotros dudemos. Y cuando simplemente nos atrevemos a dar un paso adelante, el Señor responde con poder… E imagino so rostro sonriente porque si bien es cierto sudamos un poco cuando alguien pide que ministremos sanidad, É que sabe el final de la historia, responde y esos segundos de incertidumbre dan lugar a prodigios que nos llenan de asombro.

¿Cómo movernos en esa dimensión de poder milagroso? Lo invito para que consideremos cinco principios sencillos pero transformadores que encontramos en un momento crítico de la vida de Moisés, cuando guiaba al pueblo de Israel a través del desierto.

1. Reconocer que Dios no se equivoca

Movernos en la dimensión sobrenatural de Dios implica abandonarnos a Su plan. Con Él no sabemos cuál es el itinerario día a día, momento a momento, como sí ocurre con nuestra agenda o cuando tomamos un avión. Dios obra diferente.

Simplemente atrévase a creer yDios hará el resto: milagros...

¿Cómo vivenció Moisés este principio? Le invito para que consideremos una escena dramática de su ministerio en el desierto: “Por orden del Señor, toda la comunidad de Israel partió del desierto de Sin y anduvo de un lugar a otro. Finalmente acamparon en Refidim, pero allí no había agua para que el pueblo bebiera.”(Éxodo 17: 1. Nueva Traducción Viviente)

El Señor sabía por qué los llevaba a través de esa ruta, como también, el hecho de que no hallarían fuentes de agua; sin embargo, nuestro amoroso Padre celestial encuentra en lo que para nosotros son dificultades, una oportunidad para hacer milagros.

En adelante, cambie su perspectiva. En cada problema que salga al paso encuentre la manifestación poderosa del Señor. Basta que confiemos que Él sabe cómo hace las cosas.

2. Buscar a Dios en todo momento

Lo más frecuente es que las personas busquen a Dios cuando se encuentran en medio de un laberinto. Un náufrago en el Pacífico colombiano, reconocía—tres días después de estar en medio del mar—que

sólo reconoció la existencia de un Ser superior, nuestro Padre celestial, cuando estuvo a las puertas de ahogarse. “Clamé al Señor con angustia, y Él respondió”, relató.

Moisés reconoció en su vida la necesidad de volver su mirada a Dios en oración, tal como lo enseña el registro bíblico: “Así que el pueblo volvió a quejarse contra Moisés:—¡Danos agua para beber! —reclamaron. —¡Cállense! —respondió Moisés—. ¿Por qué se quejan contra mí? ¿Por qué ponen a prueba al Señor? Pero ellos, atormentados por la sed, siguieron discutiendo con Moisés: —¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Quieres matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros animales? Entonces Moisés clamó al Señor: —¿Qué hago con este pueblo? ¡Están a punto de apedrearme!”(Éxodo 17:2-4. Nueva Traducción Viviente)

El mayor problema que tenemos, es que enfrentamos los problemas en nuestras fuerzas y no en las fuerzas del Señor. Confiamos en nuestras habilidades, talentos y capacidad, y desconocemos que hay un poder ilimitado—que proviene de nuestro Hacedor—a través del cual podemos ver que lo imposible se hace posible.

3. Déjese guiar por Dios

¿Qué nos lleva a experimentar temor? El hecho de no tener control de todas las cosas. Siempre queremos saber el cómo y el por qué, y cuando algo se sale de ese esquema, sentimos que perdimos el dominio de la situación y obramos movidos por la intuición o la desesperación.

Cuando vamos al Señor en procura de guia, Él sabe qué hacer y cómo hacer las cosas. “El Señor le dijo a Moisés:—Pasa por delante del pueblo; toma tu vara, la que usaste para golpear las aguas del Nilo, y llama a algunos ancianos de Israel para que te acompañen. Yo me pararé frente a ti sobre la roca, en el monte Sinaí. Golpea la roca, y saldrá agua a chorros. Entonces el pueblo podrá beber.”(Éxodo 17:5, 6 a. Nueva Traducción Viviente)

Luchar en nuestras fuerzas, motivados por la intuición, nos lleva a la frustración el fracaso. Sólo alcanzamos la victoria cuando permitimos que el Señor tome el control y nos oriente. Confiar, dejar que Dios sea Dios.

4. De pasos de fe

Creer en Dios y a Dios, que son dos elementos totalmente distintos pero que van ligados, nos lleva a desarrollar confianza en Él y a dar pasos de fe. Creer por encima de lo que dice nuestra lógica y someternos a la ilógica de Dios. Él sabe cómo hace las cosas.

Moisés puso en práctica este principio y aun cuando no se explicaba cómo agua podía surgir de la roca, obró: “Así que Moisés golpeó la roca como se le indicó, y el agua brotó a chorros a la vista de los ancianos.”(Éxodo 17:6 b. Nueva Traducción Viviente)

Si tanto sólo creyéramos y diéramos pasos de fe, muchos más milagros ocurrirían en nuestra vida y en la de quienes nos rodean, a quienes diariamente ministramos: los enfermos sanarían, los cautivos de las tinieblas serían libres y hechos prodigiosos tendrían ocurrencia.

5. No dude jamás que Dios está a su lado

El Señor está siempre con nosotros. Es cierto, lo olvidamos cuando los problemas salen al paso. Es entonces cuando nos asaltan la duda y el temor. Y quien gana ventajas es Satanás. En adelante, siempre y en toda circunstancia, tenga conciencia que Dios está allí, junto a usted.

Relata la Escritura que: “…Moisés llamó a aquel lugar Masá (que significa «prueba») y Meriba (que significa «discusión»), porque el pueblo de Israel discutió con Moisés y puso a prueba al Señor

diciendo: «¿Está o no el Señor aquí con nosotros?».”(Éxodo 17:7. Nueva Traducción Viviente)

Recuerde que quienes ponen tropiezo al mover poderoso son aquellos que dudan. Quienes dan lugar al temor de que todo seguirá igual. Dios está con nosotros y siempre, en todo lugar y circunstancia, debemos tenerlo claro. Es el elemento fundamental para movernos en la dimensión sobrenatural del Señor.

Antes de concluir, permítame hacerle una preguna: ¿Ya recibió a Jesucristo como Señor de su vida? No deje pasar esta oportunidad. Hoy es el día. Puedo asegurarle que no se arrepentirá de la decisión…

Viva la experiencia de Estar en la Presencia de Dios

Viva la experiencia de Estar en la Presencia de Dios

Fernando Alexis Jiménez

l día que Rodolfo decidió rendirse a Dios, cansado de una vida cristiana sin mayores incentivos, comenzó a vivir una experiencia de intimidad con el Señor que transformó su forma de pensar y de

actuar. “Es algo que jamás imaginé posible”, me contó el día que nos reunimos al término de una conferencia para líderes cristianos que dicté en la ciudad de Palmira.

E

Si buscamos a Dios, Él traerá cambios en nuestras vidas y en

las de nuestra familia...

Distinto del creyente que meses antes confesaba su deseo de salir corriendo de la iglesia, porque no le encontraba sentido a nada. En su criterio, todo era igual. “No hay diferencia entre mi vida pasada y la de ahora”, me dijo en aquella oportunidad mientras las personas alrededor se acercaban a despedirse, con una amplia sonrisa en sus rostros.Ahora su mirada era apacible, sin desesperanza, alegre y reflejaba en sus palabras, la alegría de haber tenido un encuentro personal con el Padre celestial.

--Reconozco que hablar de Dios puede ser letra muerta; que lo realmente importante, es tener un encuentro con Él--, dijo sonriendo mientras me extendía la mano, gozoso del momento que estaba viviendo como creyente.

Quizá en algún momento usted enfrentó el desaliento y la desazón, consciente que su vida espiritual no avanzaba. ¿Cuál es el camino? Volver la mirada a Dios y permanecer en Su presencia, en intimidad, en oración.

Cuando ese encuentro con el Señor ocurre, se producen al menos tres aspectos fundamentales que comparto con usted:

1. Estar en la Presencia de Dios es evidente

Es tiempo de buscar a Dios en oración y

mantenernos en Su Presencia en todo

momento...

Cuando una persona pasa tiempo en la Presencia de Dios, no necesita decirlo a nadie más. Esa condición de intimidad con el Señor salta a la vista. Es una impronta. Algo que nos identifica.

Moisés tuvo un encuentro íntimo y personal con el Señor. Una experiencia que rompió los esquemas. El Padre celestial se le reveló en Su plenitud. Una experiencia que él jamás podría olvidar.

Las Escrituras relatan ese momento único e inigualable en la vida del profeta: “Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que, por haberle hablado el SEÑOR, de su rostro salía un haz de luz. Al ver Aarón y todos los israelitas el rostro resplandeciente de Moisés, tuvieron miedo de acercársele…”(Éxodo 34:29, 30. Nueva Versión Internacional)

Un encuentro con el Señor transforma, y esa transformación salta a la vista. Si a pesar de los años que lleva en su vida cristiana, aún no ha sentido ese cambio que se evidencia, ¡Es hora de vivir esa experiencia personal con Dios! ¿De qué manera? En una búsqueda sincera que implica dos elementos: el primero, disposición de corazón, y el segundo, rendirnos a Él.

2. Estar en la Presencia de Dios transforma

¿Desea que su vida sea más plena, y que todo cuanto haga en el ministerio sea eficaz en el propósito de extender el Reino de Dios? Si es así, hoy es el momento de imprimirle un cambio a su vida espiritual. Buscar a Dios en oración, encontrarle y dejar que guíe sus pasos, es la ruta que debe seguir.

Una vez regresó del Monte Sinaí, la presencia del Señor moraba en Moisés y no necesita el mismo esfuerzo de antes para ejercer influencia en el pueblo de Israel. ¡Dios estaba con Él!

El autor sagrado relata: “… pero Moisés llamó a Aarón y a todos los jefes, y ellos regresaron para hablar con él. Luego se le acercaron todos los israelitas, y Moisés les ordenó acatar todo lo que el SEÑOR le había dicho en el monte Sinaí. En cuanto Moisés terminó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. Siempre que entraba a la presencia del SEÑOR para hablar con él, se quitaba el velo mientras no salía. Al salir, les comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado decir.”(Éxodo 34:31-34. Nueva Versión Internacional)

Por favor, observe algo más: Moisés “siempre estaba en la Presencia del Señor”. ¿Lo notó? No era cuestión de un solo día, sino siempre, de forma permanente, perseverante.

No comprendo por qué infinidad de personas viven de viejas glorias. Del ayer. De las fotos desteñidas de sus álbumes, cuando eran tremendos instrumentos en manos del Creador. Es necesario que diariamente vivan esa Presencia. Siempre. Y eso es posible cuando desarrollamos intimidad con Dios en oración.

3. Estar en la Presencia de Dios impacta

Cuando Moisés llegó a ese nuevo nivel de relación con Dios, no quería salir de Su presencia. Su vida y ministerio impactaba a los israelitas. Era el mover del Señor a través de su existencia. Lo mismo con nuestra existencia. Puede ser un instrumento valioso en Su manos divinas, si nos disponemos para Él.

El autor sagrado relata “Y como los israelitas veían que su rostro resplandecía, Moisés se cubría de nuevo el rostro, hasta que

entraba a hablar otra vez con el SEÑOR.”(Éxodo 34:35. Nueva Versión Internacional)

El profeta no estaba interesado en mostrar a todos su súper-espiritualidad, sino en vivir ese momento de gloria, único e irrepetible. Es lo mismo que debe motivarnos. Estar en Su presencia. No es para unos cuantos sino para todos, para quienes le buscan…

Una experiencia que debe vivir

Dios desea llevarle siempre a nuevos niveles de crecimiento personal y espiritual. Sin embargo, es necesario que le conozca. Ábrale las puertas de su corazón. Puedo asegurarle que es una decisión de la que no se arrepentirá jamás. Hoy es el día para hacerlo.

¿Conoce realmente usted a Dios?

¿Conoce realmente usted a Dios?

Fernando Alexis Jiménez

or muchos años Lucía se quejaba de su vida espiritual, hasta tal punto, que asistir a la Iglesia se le convirtió en una verdadera carga. “No pasa nada con mi vida; voy al servicio dominical, me

entusiasman los coros y el mensaje de la Palabra, pero luego salgo y la vida retoma su curso, sin sentido”, se lamentaba.

P

Quien busca de corazón a Dios, le encuentra...

Y su vida experimenta una transformación

total...

No fue asunto de un día, sino de varios meses que se convirtieron en años. Hasta el día que, en oración, se lo dijo al Señor. Sin rodeos, como le salió del corazón. Fue el comienzo de un despertar espiritual en su vida. Momentos indescriptibles. Dejó de lado tanto formalismo y a la vez, tanto formulismo que no es otra cosa que repetir palabras muchas veces sin sentido, creyendo que es la forma apropiada de orar.

Su vida espiritual fue transformada. Fue entonces, muchos años después de haber recibido a Cristo en su corazón, que realmente pudo conocerle… Descubrirle tal como era: el Dios de poder. Y ya no quiso más que vivirlo en todo cuanto pensaba y hacía. Estar en Su Presencia…

La transformación comienza con la Presencia

Todas las personas que han experimentado un encuentro personal con el Señor Jesucristo anhelan llegar a nuevos niveles. La mayoría desea algo más. Es la consecuencia apenas natural de descubrir que podemos volar siempre más alto. No conformarnos, buscar algo más. ¿Es usted este tipo de personas? Felicitaciones, sin duda logrará más de lo que hasta ahora (Cf. Mateo 7:8)

Si marcha en esa dirección, si es su más caro deseo, permítame compartir siete principios que le resultarán útiles:

1. Tiempo de búsqueda y preparación

Uno de los hombres que marcó la historia de la humanidad, Moisés, comprendió este sencillo pero impactante principio. Lo encontramos ilustrado en el libro del Éxodo capítulo 34, cuando Dios lo llamó de nuevo al Monte Sinaí, el lugar de encuentro con Su presencia:

“El SEÑOR le dijo a Moisés: «Labra dos tablas de piedra semejantes a las primeras que rompiste. Voy a escribir en ellas lo mismo que estaba escrito en las primeras. 2 Prepárate para subir mañana a la cumbre del monte Sinaí, y presentarte allí ante mí.”(Éxodo 34:1, 2. Nueva Versión Internacional)

¿Recuerda? Cuando Moisés descendía—en aquella primera ocasión de estar junto a Dios--, quebró las tablas de la Ley al comprobar que el pueblo israelita había dejado al Señor y caído en el desenfreno (Cf. Éxodo 32). Ahora de nuevo debía cumplir esa misión.

Búsqueda y preparación, dos términos que deben acompañar nuestra vida si anhelamos ascender en el conocimiento y vivencia del Señor. Búsqueda porque es el deseo de algo más, y preparación que está ligada a la disposición de nuestro corazón para llegar a esos nuevos peldaños camino a la cumbre, al encuentro con nuestro Supremo Hacedor.

2. Intimidad con Dios

Los mejores tiempos en la presencia de Dios se producen cuando estamos a solas con Él. Intimidad. Relación personal, sin nadie más, esperando que el tiempo se detenga para gozarnos ante Su trono.

“Nadie debe acompañarte, ni debe verse a nadie en ninguna parte del monte. Ni siquiera las ovejas y las vacas deben pastar frente al monte.»(Éxodo 34:3. Nueva Traducción Viviente)

Las personas hoy día andan buscando algo más, encontrarle sentido a su existencia. Esa afanosa carrera sólo encuentra su meta final cuando descubrimos que sólo en el Señor hallamos paz y armonía en nuestro mundo interior, que a su vez se refleja en una buena relación con quienes nos rodean.

El teólogo alemán, Alsem Grün, asegura que “El mundo empresarial se está dando cuenta que no basta con ganar dinero sino que los valores también son importantes. La otra razón es que los gerentes y los ejecutivos en general encuentran en la espiritualidad un modo de no agotarse ni de “quemarse” en el desempeño de sus funciones. Muchos han descubierto que la meditación es un medio para llegar a la fuente fundamental de la que emana toda inspiración”(Entrevista: “Espiritualidad y sabiduría cristiana en tiempos de búsqueda de sentido”. Revista Vida Nueva. Colombia. Edición 52. Junio 2012. Pg. 41)

Hoy cuando infinidad de personas no encuentran sentido a su existencia, el único camino es Dios. Y las respuestas a los interrogantes vienen cuando pasamos tiempo en intimidad con Él, en ese punto de encuentro que es la soledad de nuestro cuarto o el lugar donde nos encontremos. Intimidad.

3. Obediencia a Dios

¿A quién le gusta sujetarse a un nivel jerárquico superior? Permítame decirle que quizá a pocas personas. La naturaleza humana nos inclina a hacer las cosas como creemos que deben hacerse.

Nuestro amado y poderoso Dios se

deja encontrar por aquellos que anhelan

pasar tiempo en Su Presencia....

Recuerdo el caso de un joven emprendedor que no duraba más de tres meses en ninguna empresa. Argumentaba que pocos comprendían sus ideas innovadoras. Analizando su caso con detenimiento, concluimos con él que su problema era la falta de sujeción a sus jefes. Quizá no sea nuestro caso, pero con frecuencia rechazamos la idea de tener una autoridad sobre nosotros.

Para Moisés sujetarse no fue fácil al comienzo, sin duda, pero cuando fue tratado por Dios, aprendió el valor de la obediencia:

“Moisés labró dos tablas de piedra semejantes a las primeras, y muy de mañana subió con ellas al monte Sinaí, como se lo había ordenado el SEÑOR.”(Éxodo 34:4. Nueva Traducción Viviente)

Moisés pudo razonar con Dios sobre otro método para proclamar la Ley al pueblo de Israel o quizá, argumentar que eran un pueblo rebelde. Sin embargo perseveró, lo volvió a intentar, obedeció al Señor.

Es maravilloso que subraye las promesas en la Biblia, pero más importante aún que aprenda y asimile en su cotidianidad, los principios de vida que Él nos traza. No deben ser Palabra muerta, sino realidad en todo lo que pensamos y hacemos.

4. Encuentro con Dios

Hace pocos días en un ayuno para pastores, obreros y líderes de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera en la que ministro como pastor oficial, el Señor me permitió llevar la reflexión. Y referí algo que comparto con usted: Por muchos años prediqué sobre un Dios al que no conocía.

Es cierto, había tenido vislumbres de su Presencia, pero no lo conocía. Y les expliqué de qué manera el ministerio y los mensajes son más impactantes desde que dispuse mi corazón para conocer a ese Dios de poder del que predico y escribo.

Fue algo glorioso. Dios quebrantó muchos corazones, y en llanto, muchos reconocieron la necesidad de descubrir, de conocer, de encontrarnos con el Dios del que predicamos… Sin duda, ellos también deseaban conocer ese Dios de poder del que predicamos en los púlpitos.

Cuando Moisés buscó a Dios en el Monte Sinaí, Dios se reveló a él, vino a su encuentro: “El SEÑOR descendió en la nube y se puso junto a Moisés.”(Éxodo 34:5. Nueva Traducción Viviente)

Si se decide a buscar de todo corazón al Señor, sin duda tendrá un encuentro con Su Presencia. Es cierto –como decía Andrés, un venerable y

consagrado anciano de la iglesia—que no podemos tocarlo pero sí podemos sentirlo… Allí, muy cerca nuestro…

5. Tiempo de adoración

Cuando volvemos nuestra mirada al Señor y nos disponemos a encontrarlo, somos transformados y ahí sí, en ese momento, podemos ser más eficaces en el proceso de influir positivamente en la vida de otros mediante el Evangelio. Somos transformados para transformar.

Tiempo de búsqueda, tiempo de intimidad, tiempo de adoración. Una secuencia. Una ruta. Una meta. Y en esa dirección avanzó Moisés:

“…Luego le dio a conocer su nombre: pasando delante de él, proclamó: —El SEÑOR, el SEÑOR, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación.”(Éxodo 34: 5b-7. Nueva Traducción Viviente)

Dios se reveló plenamente a la vida de este humilde hombre del desierto. Le mostró quién era en realidad: un Dios clemente, compasivo, misericordioso, justo y poderoso.

Si no ha tenido la oportunidad de relacionarse con el Señor, en intimidad, y no le conoce a plenitud, hoy es el día para que dé el primer paso…

6. Comisionados para nuevas tareas

Conocer a Dios, estar en Su presencia, es el paso fundamental para que Dios nos utilice poderosamente como instrumentos útiles para la extensión de Su Reino. Dios no utiliza a nadie que no le busca, obedece y desarrolla intimidad con Dios.

Moisés comprendió, en la práctica, la eficacia de este principio porque cuando el Señor se reveló tal como era, el corazón del profeta fue transformado y estaba listo para llegar a un nuevo nivel en su ministerio:

“En seguida Moisés se inclinó hasta el suelo, y oró al Señor de la siguiente manera: —Señor, si realmente cuento con tu favor, ven y quédate entre nosotros. Reconozco que éste es un pueblo terco, pero perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y adóptanos como tu herencia. —Mira el pacto que hago contigo —respondió el SEÑOR—. A la vista de todo tu pueblo haré maravillas que ante ninguna nación del mundo han sido realizadas. El pueblo en medio del cual vives verá las imponentes obras que yo, el SEÑOR, haré por ti. Por lo que a ti toca, cumple con lo que hoy te mando…”(Éxodo 34:8-11. Nueva Traducción Viviente)

Si Dios había utilizado a Moisés de una manera especial, ahora entraba en una nueva dimensión: la dimensión de conoce al Dios de poder, de gloria, Aquél que obra milagros y prodigios. ¿Eso es lo que usted anhela de todo corazón? Hoy es el día para dar un nuevo paso hacia el conocimiento y la revelación plena del Padre celestial en su vida…

7. Mantenernos en Su presencia

No basta con la experiencia de haber estado ayer en la Presencia del Señor. ¡Hoy también la necesitamos…! Y mañana… Siempre. Si queremos eficacia ministerial y una vida plena, es necesario que lo busquemos siempre… Estar en Su Presencia cuanto más podamos, tal como lo apreciamos en ese encuentro maravilloso que tuvo Moisés con el Padre:

“El SEÑOR le dijo a Moisés: —Pon estas palabras por escrito, pues en ellas se basa el pacto que ahora hago contigo y con Israel. Y Moisés se quedó en el monte, con el SEÑOR, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber nada. Allí, en las tablas, escribió los términos del pacto, es decir, los diez mandamientos.”(Éxodo 34:27, 28. Nueva Traducción Viviente)

Cuando avanzamos hacia el nivel de permanencia en la Presencia de Dios, descubrimos que orar no es un castigo ni una disciplina aburridora. Es algo maravilloso. Es hablar con Él, y tener la certeza de que nos oye, nos responde y nos ayuda a seguir avanzando en victoria.

Una decisión importante

¿Ya recibió a Jesucristo como su único y suficiente Salvador en el corazón? Es la mejor y más grande decisión que toda persona debe tomar en su vida. Es el comienzo de una existencia renovada, de crecimiento personal y espiritual. Si no lo ha hecho, le invito para que le abra las puertas de su corazón. Puedo asegurarle que no se arrepentirá.

Cuatro principios para desatar el poder sobrenatural de Dios

Cuatro principios para desatar el poder

sobrenatural de Dios

Fernando Alexis Jiménez

Un pequeño empresario llamó a mi teléfono celular pasada la medianoche. No

podía conciliar el sueño. Estaba a las puertas de un embargo comercial. Todo

había salido mal en los negocios y parecía ir de mal en peor.

Cuando oramos a Dios, confiando y en

obediencia, comenzamos a movernos en

la dimensión de poder sobrenatural

del Señor...

--No siento ganas ni siquiera de orar—confesó, sin ambages. Al otro lado de la línea, revelaba su desesperación.--¿Hay alguna salida a mi laberinto?—preguntó.

La respuesta lógica, aun cuando muchos no la quieren aceptar:

--Cuando todo parece ir mal, cuando las circunstancias son adversas, cuando no hay salida para la encrucijada… Lo más apropiado es orar—le dije.

Colgó minutos después, no muy convencido. Una semana más tarde llamó entusiasmado. ¡Dios había abierto puertas! Estaba sorprendido al ver el poder del Señor en su vida y sus negocios.

Puedo asegurarle que no es el único. Infinidad de personas descubren un maravilloso nivel, cuando comienzan a moverse en la dimensión de los milagros del Señor.

1. Busque a Dios en medio de los problemas

Si no hemos llegado a esa dimensión del poder sobrenatural de Dios, es porque nos resistimos a creer que a través de la oración, el Señor puede cambiar circunstancias.

Hay momentos en que las situaciones parecen imposibles de resolver. ¿Le ha ocurrido alguna vez? Sin duda que sí. Son momentos de angustia, cuando el panorama alrededor luce ensombrecido.

Moisés, el libertador del pueblo de Israel, y uno de los más grandes profetas en toda la historia de la humanidad, se vio confrontado con una situación que le robó la paz. Parecía imposible de resolver en medio del desierto:

“El primer mes del año, toda la comunidad de Israel llegó al desierto de Zin y acampó en Cades. Mientras estaban allí, Miriam murió y la enterraron. Ya que en ese lugar no había agua para que el pueblo bebiera, la gente se rebeló contra Moisés y Aarón. El pueblo culpó a Moisés y dijo: «¡Si tan solo hubiéramos muerto con nuestros hermanos delante del Señor! ¿Por qué trajiste a la congregación del pueblo del Señor a este desierto para morir, junto con todos nuestros animales? ¿Por qué nos obligaste a salir de Egipto y nos trajiste a este terrible lugar? ¡Esta tierra no tiene grano ni higos ni uvas ni granadas ni agua para beber!». Entonces Moisés y Aarón se apartaron del pueblo y fueron a la entrada del tabernáculo, donde cayeron rostro en tierra. Allí la presencia gloriosa del Señor se les apareció… ”(Números 20:1-6. Nueva Traducción Viviente)

No eran uno o dos los opositores, sino una multitud. Millares los que querían darle muerte. Una situación desesperada, sin duda.

2. Sea sensible a la voz de Dios

Quien nos guía apropiadamente, es Dios. Las personas alrededor pueden llevarnos a la confusión si les prestamos atención. Muchos no tienen fe, y esperan que usted entre en esa dinámica: la duda, aquella que levanta una enorme barrera para que ocurran los milagros en nuestra vida.

Es necesario desarrollar sensibilidad a la voz del Señor. Tomar tiempo para escucharle. No dejarnos mover por las circunstancias. ¡Dios quiere manifestarse en nosotros, tal como instruyó a Moisés y Aarón, su hermano:

Es tiempo de cruzar la frontera,

y en oración, entrar en esa

dimensión sobrenatural

del poder de Dios...

“…y el Señor le dijo a Moisés: «Tú y Aarón tomen la vara y reúnan a toda la comunidad. En presencia de todo el pueblo, háblale a la roca

y de ella brotará agua. De la roca proveerás suficiente agua para satisfacer a toda la comunidad y a sus animales».”(Números 20:7, 8. Nueva Traducción Viviente)

Dios no tardó en responder al clamor de Moisés. Es lo mismo que ocurre con nosotros: el Señor escucha y atiende nuestras peticiones. Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros; por ese motivo, cuando le buscamos en medio de las circunstancias difíciles, el Padre amoroso viene en nuestra ayuda.

3. Obre en obediencia al mandato de Dios

Cuando Dios respondió a las oraciones de Mosiés, le instruyó que hablara a la roca. ¿Lo recuerda? Le dijo “…háblale a la roca y de ella brotará agua”. Una palabra que no daba margen a equívocos. ¿Qué hizo Moisés? Todo lo contrario, como lo revela el pasaje:

“Así que Moisés hizo lo que se le dijo. Tomó la vara del lugar donde se guardaba en la presencia del Señor. Luego él y Aarón mandaron a llamar al pueblo a reunirse frente a la roca. « ¡Escuchen, ustedes rebeldes! —gritó—. ¿Acaso debemos sacarles agua de esta roca?». Enseguida Moisés levantó su mano y golpeó la roca dos veces con la vara y el agua brotó a chorros. Así que toda la comunidad y sus animales bebieron hasta saciarse.”(Números 20:9-11. Nueva Traducción Viviente)

No olvide que la lógica de Dios no es nuestra lógica. Él obra conforme quiere. Él es el dueño del poder.

Tal vez Moisés no entendía aquello de hablarle a la roca; pero era la instrucción de Dios, y había que ser obediente. Igual con nuestra vida. Infinidad de personas pretenden que les vaya bien, aun cuando están haciendo contrario a lo que el Señor les manda. Incluso, en respuesta a sus

oraciones, el amado Padre celestial les muestra el camino, pero hay quienes prefieren dejarse llevar por la corazonada.

4. Desarrolle confianza plena en Dios

Reconozco que no soy amigo de viajar en avión. No obstante, por razones de trabajo, lo hago con frecuencia. Y cuando lo hago, no pregunto al piloto cómo va a operar la aeronave, ni cuánta experiencia tiene y menos, si sus horas de vuelo son suficientes para llevarme al destino.

Simplemente me siento, abrocho el cinturón y leo un buen libro. Quizá usted también. ¿Por qué lo hacemos? Porque simplemente confiamos que el piloto está en control de todo. Esa es la esencia: confianza.

Igual con nuestro amado y poderoso Dios. Debemos confiar que Él sabe cuándo y de qué manera hacer las cosas. ¡Él jamás se equivoca! Y cuando está al mando, todo sale bien.

Eso fue lo que dijo el Señor a Moisés y a su hermano Aarón: “Sin embargo, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «¡Puesto que no confiaron lo suficiente en mí para demostrar mi santidad a los israelitas, ustedes no los llevarán a la tierra que les doy!». Por eso este lugar se conoce como las aguas de Meriba (que significa «discusión») porque allí el pueblo de Israel discutió con el Señor y él demostró su santidad entre ellos.”(Números 20:12, 13 . Nueva Traducción Viviente)

El problema es que estos siervos confiaron en hacelo a su manera y no a la manera de Dios, que es perfecta. Les faltó confianza, como lo puso el Señor en evidencia.

Es tiempo de cruzar la frontera

Creer en Dios y creerle a Dios, está íntimamente ligado al hecho de obedecer y confiar. Es desistir de obrar conforme creemos y simplemente, creer que Dios sabe cómo hacer las cosas, y que confiando en Él, todo—absolutamente todo—saldrá bien.

Cruce la frontera. Deposite su confianza plena en el Señor. Es un paso que le permitirá comenzar a caminar en la dimensión sobrenatural del poder de Dios, y no se arrepentirá.

A propósito, ¿Ya recibió a Jesucristo en su corazón como su Señor y Salvador? Es un paso fundamental para que podamos crecer en lo personal y la dimensión espiritual, pero que además, nos asegura la vida eterna. No deje pasar esta oportunidad de abrirle las puertas de su corazón a Cristo. Le aseguro que no se arrepentirá.

Quien está en la presencia de Dios lo revela al mundo

Quien está en la presencia de Dios lo revela al mundo

Fernando Alexis Jiménez

i algo cuestionaron siempre en Rosaura, era que jamás había leído todos los libros que buena parte de los líderes habían devorado, y que no tenía mayores conocimientos teológicos; sin embargo, lo que

nadie podría negarle jamás, aun cuando algunos por envidia se empecinaran en opacar su ministerio en la iglesia, era que tenía mucho de Dios.

S

Dios se manifiesta con poder en

la vida de quienes le buscan

en oración...

Cuando predicaba, así dejara escapar en su vocabulario unos cuantos errores, las personas terminaban aceptando a Cristo como Señor y Salvador, y si oraba por los enfermos, recibían sanidad.

Claro, muchos decían que era una “Bendición para todos”, pero íntimamente no aceptaban que sin tener mayores conocimientos, pudiera erigirse como alguien especial a la que muchos buscaban para que orara por ellos.

--¿Qué puedo hacer? Yo lo único que hago es orar—me dijo cuando hablamos sobre su desenvolvimiento en la iglesia--. Si alguien me pide que le ayude en oración, simplemente lo hago--.

¿Qué podía decirle? Nada, o bueno sí: que aquello que Dios nos da, el hombre no nos lo puede quitar.

El mover de Dios en nuestras vidas

Cuando alguien está caminando en intimidad con Dios, se pone de manifiesto en su vida. Salta a la vista. No podemos ocultarlo. Transpiramos ese “algo especial” que se desprende de estar en la Presencia del Señor. Diferente de quienes hacen alarde de estar “metidos con Dios”. Muchas veces no pasan de meras palabras. Lo que dicen, difiere mucho de cuanto hacen.

Una ilustración de esta manifestación divina en nuestro ser, lo encontramos en Moisés. Tras pasar varias semanas en el monte Sinaí, teniendo un encuentro con el Padre, regresó a su pueblo. Las Escrituras relatan que: “Cuando Moisés descendió del monte Sinaí con las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto, no se daba cuenta de que su rostro resplandecía porque había hablado con el Señor. Así que, cuando Aarón y el pueblo de Israel vieron el resplandor del rostro de Moisés, tuvieron miedo de acercarse a él. ” (Éxodo 34:29, 30. Nueva Traducción Viviente)

Moisés no se percató de ello, pero todos alrededor sentían que “algo muy especial” estaba pasando con él.

Unción y humildad van de la mano

Una característica común en pastores, obreros y líderes que han experimentado un revés o caída espiritual, es un estado de autosuficiencia. Así como una vida en Dios es vidente a todos, también lo es la arrogancia que asiste a muchos líderes.

Es tiempo de buscar el mover sobrenatural

de Dios en nuestras vidas...

La oración es el camino...

El hecho de que Moisés se estuviera moviendo en la atmósfera sobrenatural del Señor, seguía siendo igual de sencillo que siempre: “Sin embargo, Moisés llamó a Aarón y a los jefes de la comunidad, les pidió que se acercaran y habló con ellos.”(Éxodo 34:31. Nueva Traducción Viviente)

¿Está enfrentando esa extraña metamorfosis que sufren muchos, que de siervos de Dios terminan convirtiéndose en súper-ungidos que ni siquiera saludan a la feligresía?¡Cuidado! Puede estar a las puertas de caer moral o espiritualmente por su orgullo.

Permanencia de Dios

No podemos pretender que la unción sea algo permanente; la tiene y por siempre será así. Tremendo error, si quiere ser más y más lleno de Dios, debe permanecer prendido de la mano de Dios, en intimidad con Él.

Permanencia es la característica que rodeó la vida de Moisés como lo relatan las Escrituras: “Cuando Moisés terminó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. Pero cada vez que entraba en la carpa de reunión para hablar con el Señor, se quitaba el velo hasta que salía de ella. Después le transmitía al pueblo las instrucciones que el Señor le daba, y el pueblo de Israel veía el brillante resplandor de su rostro. Así que él volvía a cubrirse el rostro con el velo hasta que entraba nuevamente a hablar con el Señor.”(Éxodo 34:33-35. Nueva Traducción Viviente)

Debemos permanecer en Dios. Siempre. No un día ni dos, sino siempre. Eso nos garantiza una presencia especial en nuestra existencia. No será algo pasajero.

Créalo: es posible moverse en la dimensión sobrenatural de Dios. La clave está en desarrollar intimidad con Él. Nada podrá impedir que Su poder fluya en nuestra existencia.

¿Ya tiene a Cristo en su corazón? No deje pasar esta oportunidad de emprender una nueva relación con Él. Otra pregunta: ¿Mora Jesucristo en su corazón? Si no es así, por favor, acepte mi consejo: recíbalo en su corazón como su único y suficiente Salvador. Es una decisión de la que jamás se arrepentirá.

Pedir, buscar y llamar: tres fundamentos de éxito para nuestras oraciones

Pedir, buscar y llamar: tres fundamentos

de éxito para nuestras oraciones

Fernando Alexis Jiménez

Cuando oramos con fe, Dios responde

con poder a nuestro clamor...

“¿Qué es perseverancia?”. La pregunta se la hizo una y otra vez el hombre que estableció un negocio, semanas después de ser despedido de su trabajo, para encontrarse con la realidad de unas ventas muy bajas y una competencia despiadada en el mundo comercial.

--Por acá todo parece detenido—me explicó el día que hablamos del asunto--. Tengo la mejor mercadería, la ofrezco a buen precio, y sin embargo nadie compra nada. Generalmente después de preguntar por el valor, me dicen “Voy a dar una vuelta y regreso”; pero no regresan--.

Estaba junto a una enorme barra que separaba el espacio del público de la estancia donde se movía acuciosamente con sus ayudantes. Un afiche de vivos colores, al lado de la máquina registradora, invitaba a poner la mirada en Jesucristo. Se percató de que estaba leyendo el texto.

--Lo fijé allí porque es un instrumento eficaz para que los visitantes conozcan a Cristo—dijo a manera de explicación. Sonrió. Retomó el tema--: Verá, yo pienso cerrar el establecimiento. Quizá abra un expendio de licores--.

--Pero eres cristiano...—le recordé para llevarle a comprender que era incoherente profesar fe en el Señor Jesús y vender bebidas y cigarrillos--.

--Lo comprendo, Fernando, pero es lo único que tiene asegurada su comercialización—objetó.

Estuvimos hablando por espacio de media hora. Gracias a Dios entró en razón. Decidió proseguir unas semanas más. –Tal como me aconseja, voy a perseverar--, anotó.

El comienzo no fue fácil. Hoy tiene un negocio próspero. Hace dos días cuando hablamos nuevamente, después de sobreponerse a cualquier cantidad de problemas, ofreció la ayuda que necesitara en la misión evangélica que estamos plantando al oriente de Santiago de Cali.—No puedo olvidar que usted fue quien me hizo reflexionar sobre el valor de la perseverancia—dijo.

Intentarlo una y otra vez

“¿Qué es perseverancia?”. Ahora quizá tiene una visión más aproximada de lo que significa. En síntesis es intentarlo una y otra y otra vez hasta lograr las metas propuestas.

Es fundamental no solo que

oremos sino que asumamos una

actitud de perseverancia...

Los hombres de Dios se caracterizaron por perseverar. La Biblia abunda en ejemplos. Noé, Abraham, José, Moisés, Josué, David y Jeremías son algunos testimonios reales de que alcanzar las promesas del Señor y ver realizadas las metas no es el fruto de abrir y cerrar los ojos, sino que en muchas ocasiones obedece a un proceso en el que avanzar, así sea paso a paso, reviste particular importancia.

También en la oración

La oración amerita que haya en nosotros perseverancia. En cierta ocasión “Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse” (Lucas 18:1. Nueva Versión Internacional).

Y relata la insistencia de una mujer viuda en procura de que un juez injusto fallara a su favor. “Continuó el Señor:<<="" a="" al="" claman=""

cuenta="" del="" demora”(versículos="" digo="" dijo="" dios="" día="" el="" en="" escogidos,="" hará="" injusto.¿acaso="" juez="" justicia="" les="" lo="" mucho="" no="" noche?¿se="" que="" responderles?.="" sin="" span="" sus="" sí="" tardará="" y="" él="">

Hay otro texto que vale la pena considerar. Se encuentra en el Evangelio de Mateo. Fue una enseñanza que compartió el Señor Jesús en el llamado “Sermón del Monte”. Él les dijo: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre”(Mateo 7:7, 8. Nueva Versión Internacional).

De acuerdo con el principio que reveló a sus seguidores el Hijo de Dios, hay tres elementos que son claves cuando oramos:

a.- Pedir

b.- Buscar

c.- Llamar.

Está implícita la perseverancia. El asunto no es orar un día y dejar el asunto para después. Eso sería desistir. Lo fundamental es persistir. Si lo hacemos, tenemos asegurada la respuesta.

¿Qué debemos hacer para que se produzca una respuesta?

Toda persona anhela que Dios responda a sus oraciones; de lo contrario, no se tomarían el trabajo de elevar sus peticiones delante del Padre. La respuesta se produce como consecuencia de cuatro aspectos de suma importancia:

El primero, que exista una motivación específica que puede partir de una necesidad tal como lo hallamos en Mateo 7:9 y 10. El segundo, si clamamos Dios responde porque es un Padre amoroso para con sus hijos. “Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!”(versículo 11).

El tercer elemento estriba en la importancia de que orar vaya acompañado de dos actitudes: Creer y Perseverar.

¿Por qué demora Dios la respuesta a nuestras oraciones?

Usted y yo tenemos libertad de clamar porque tenemos acceso al trono celestial. En las Escrituras leemos una premisa del autor de la carta a los Hebreos: “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitamos”(Hebreos 4:16. Nueva Versión Internacional).

Sobre esta premisa, tenemos la certeza de que Él nos atenderá y podemos ir a su presencia cuantas veces sea necesario.

Ahora, una pregunta apenas natural: ¿Por qué demora Dios la respuesta a nuestras oraciones? Hay por lo menos cuatro razones que comparto con ustedes. La primera, para probar nuestra sinceridad; la segunda, para probar nuestra fe (fortalecernos); la tercera, porque albergamos pecado: rebelión, amargura, falta de perdón, desobediencia etc., y la cuarta, para enseñarnos a perseverar hasta el tiempo perfecto de Dios en el cual se produce la respuesta.

Es probable que dejemos de orar porque, de un lado no hemos aprendido el valor de la perseverancia; nos encontramos tan “ocupados” en las cosas del reino de Dios que pocas veces entramos en contacto con el “Jefe Supremo”, y además, no estamos dispuestos a dejar que el Señor trate con nosotros. ¿Cuál de esas circunstancias ha tocado a su puerta? Es hora de hacer una revisión juiciosa y proceder a aplicar los cambios pertinentes.

No permita jamás que el enemigo de los cristianos, Satanás, le haga sentir indigno de ir a la presencia de Dios en oración; tampoco deje que siembre dudas en su mente y rechace todo pensamiento de distracción que traiga su corazón cuando está orando.

La oración, puerta a la dimensión de los milagros

La oración, puerta a la dimensión de los milagros

El poder de Dios hace posible lo imposible. Los muros de las tinieblas caen a tierra. Los milagros ocurren. ¡Hoy es el día para una transformación especial en su vida! Recuerde: la oración es la

puerta…

Fernando Alexis Jiménez

Se levantó frustrado. Llevaba varios días clamando a Dios por un milagro y nada ocurría. La suave brisa que se coló por la ventana aquella noche fría, le llevó a enfocarse en la realidad de su drama: a menos que algo inesperado ocurriera, estaba condenado a seguir preso de la desesperación y la soledad por muchos años. Su esposa no quería volver, ¡Y le hacía tanta falta su hijo Ricardo!

--Señor, necesito un milagro—insistió con angustia.

Alguien caminaba afuera,  en el  pasillo  de  los  apartamentos.  Su mayor deseo era escuchar de nuevo los pasos de Milena, que tocara a la puerta, y que al abrirla, pudiera escucharla decir: “He vuelto”. La persona se alejó en el corredor. Expectativas que morían, como las sombras cuando llega la noche y se desvanecen en la distancia.

Muchos días en la misma situación. Orar y experimentar, al término de su clamor, la sensación de que nada pasaría. Su vida proseguía en el mismo cuadro de desesperación. “Dios, pareciera que no me escuchas”, repetía con desánimo.

Sólo a través de su tiempo de reevaluar qué estaba ocurriendo con su existencia, pudo imprimirle un cambio  definitivo  a  su   forma de  orar.   ¡Y  hechos  portentosos  comenzaron  a  ocurrir  en   su desenvolvimiento cristiano!

¿Qué podemos hacer?

Dios se manifiesta con

poder cuando clamamos a Él...

¿Se ha preguntado qué está ocurriendo con sus oraciones?¿Acaso Dios escucha a unas personas y a otras no? 

Probablemente el asunto está en la forma como se ora. Comparto con usted a continuación cinco principios que dinamizarán su vida devocional  y de oración,  de manera que reciba respuestas poderosas:

1. Manténgase fiel y unido a Dios

Fidelidad a Dios, clave para que lo imposible se haga posible

¿Desea que sus oraciones sean realmente eficaces? No necesito estar junto a usted para intuir que su respuesta será un contundente sí. Todos anhelamos que las peticiones que elevamos delante del Padre celestial, tengan un eco favorable. ¿Cómo lograrlo? Un primer elemento se fundamenta en dos principios:  el  primero, ser fieles a Dios,  obedeciendo sus mandamientos,  y el  segundo, mantenernos unidos a Él.

El Señor Jesús instruyó a sus discípulos y a nosotros hoy respecto a estos aspectos, cuando dijo: “Si ustedes se mantienen unidos a mí y obedecen todo lo que les he enseñado, recibirán de mi Padre todo lo que pidan”(Juan 15:7, Traducción en Lenguaje Actual)

Resulta  alentadora   la  promesa  de  que  Dios  atenderá   favorablemente  nuestras  peticiones.  No obstante llegar a ese nivel está ligado al hecho de andar en Su presencia en fidelidad y caminar prendidos de Su mano. Piense por un instante en el hijo desobediente y problemático que aspira recibir  atención  de  su  progenitor  en   todo  cuanto   le  pida.   “¡Lógico!”,  pensarán  muchos;  pero igualmente   con   nuestro   amado   Padre   celestial   cuando   vamos   a   Él   con   un   requerimiento, pretendiendo respuestas cuando nos desenvolvemos sin Dios ni ley.

2. Pida en el nombre del Señor Jesús

¿Cómo ora usted? Un componente importantísimo es dirigirnos al Padre para pedirle algo, pero hacerlo en el nombre del Señor Jesús tal como Él mismo lo enseñó: “Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a ustedes. Les he mandado que vayan y sean como las ramas que siempre dan mucho fruto. Así, mi Padre les dará lo que ustedes le pidan en mi nombre”(Juan 15:16, Traducción en Lenguaje Actual)

El Padre ama al Hijo, y cuando clamamos en Su nombre, la respuesta será eficaz, precisa el amado Salvador.

3. Pida conforme a la voluntad de Dios

“De haber sabido qué ocurriría, no le habría comprado esa motocicleta a mi hijo”,  me dijo el hombre visiblemente consternado, al referirse al accidente de Rolando, a quien había conocido desde que era un adolescente.

Le  insistió a su padre que le comprara  la moto. “Verás que se facilita mi desplazamiento a la universidad”, le insistía. Cuando tuvo el vehículo, iba de farra en farra con sus amigos, y conducía embriagado. Y ocurrió lo que iba a ocurrir en esas condiciones: murió aparatosamente, arrollado por un automóvil.

Generalmente pedimos al margen de la voluntad de Dios para satisfacer nuestras necesidades, y nada más. No obstante,   la Biblia nos enseña que debemos elevar nuestros requerimientos en consonancia con lo que está en los propósitos del Padre.

El Señor Jesús enseñó que “…les aseguro que, por ser mis discípulos, mi Padre les dará todo lo que le pidan. Hasta ahora ustedes no han pedido nada en mi nombre. Háganlo, y Dios les dará lo que pidan; así serán complemente felices.”(Juan 16:23, 24. Traducción en Lenguaje Actual). Pedir y recibir, pero hacerlo en el centro mismo de la voluntad de Dios.

4. Sea concreto en su oración

Nuestras oraciones reciben

contestación cuando

clamamos con fe

No   se   cuántas   veces   le   ha   ocurrido   estar   frente   a   personas   que   hablan   y   hablar   y   no   son específicas. Llegan a impacientar. Igual cuando oramos, debemos alabar, honrar y glorificar a Dios, pero ir al grano. 

El Señor Jesús enseñó: “Cuando ustedes oren, no usen muchas palabras, como hacen los que no conocen verdaderamente a Dios. Ellos creen que por que hablan mucho, Dios les va a hacer más caso. No los imiten, porque Dios, nuestro Padre, sabe lo que ustedes necesitan, aún antes de que se lo pidan”(Juan 6:7, 8. Traducción en Lenguaje Actual)

El amado Salvador nos instruyó sobre la importancia de tener claro qué es lo que queremos y pedir apropiadamente, siendo muy específicos.

5. Ore en el secreto de Dios

Valoro profundamente la oración colectiva, donde compartimos el clamor con otros hermanos en la fe; sin embargo y acogiéndome a lo que dice el Señor Jesús, considero oportuno hacerlo en el secreto de Dios:  “Cuando alguno de ustedes ore, hágalo a solas. Vaya a su cuarto, cierre la puerta y hable allí en secreto con Dios, su Padre, pues él da lo que se le pide en secreto” (Mateo 6:6. Traducción en Lenguaje Actual)

Estar en el secreto de Dios, es ir a Su presencia en intimidad, sabiendo que Él y solamente Él nos escucha; y nos comprende. Está presto a respondernos. Nos ama y quiere lo mejor para nosotros.

Es hora de revisar nuestras oraciones

Cuando consideramos que nuestras oraciones no reciben contestación y que no pasan del techo de la habitación, es hora de revisar la forma como dirigimos las oraciones delante de Dios.

Recuerde   la   necesidad   de   mantenernos   en   fidelidad   e   íntima  comunión   con   el   Padre;   elevar nuestras peticiones en el nombre del Señor Jesús y pedirle conforme a Su voluntad; ser concretos al compartirle nuestros requerimientos y, cuando oremos, que sea en lo secreto, donde sólo Él pude saberlo.

Si examinamos cómo estamos orando y, aplicamos los cambios que se requieren, sin lugar a dudas que nuestra  vida  devocional  cambiará  significativamente  y—tomados de  la  mano del  Señor--, comenzaremos a movernos en la dimensión de los milagros. No hay límites para Dios.

¿Qué está esperando? Hoy es el día para su milagro. Clame al Padre celestial; vaya a su presencia con fe y persevere. ¡¿El milagro que tanto necesita, ocurrirá!

¿Necesita un milagro? “...Al que cree, todo le es posible”

¿Necesita un milagro? “...Al que cree, todo le es posible”

Fernando Alexis Jiménez

El diagnóstico inicial apuntaba a la urgencia de amputar su pie y rodilla izquierdos. La falta de irrigación sanguínea era irreversible por la obstrucción en el sistema arterial.

--En casos así es mejor retirar los miembros afectados—aseguró el médico con la actitud impasible de quien está acostumbrado a manejar situaciones similares.

--Pero, ¿sabe lo que implica una amputación?—preguntó   Rosa   Ubaldina   Valverde,   revelando angustia.

Si usted clama a Dios con fe, comenzará

a moverse en la dimensión de

los milagros...

La   situación   era   grave   y   traumática.   Traería   problemas   a   su   hogar.   Al   fin   y   al   cabo   la responsabilidad de atender a dos nietos adolescentes cuyos padres murieron en un accidente de tránsito, recaía sobre sus hombros.

--Será el fin de todo—prosiguió-. El médico pareció entenderle, pero la situación escapaba a sus manos.

--La ciencia no puede hacer más, señora—concluyó   lacónico   mientras   volvía   la   mirada   a   las radiografías que tenía en el escritorio.

Un encuentro con la fe

Rosa Ubaldina no se resignó. Todo estaba en contra. Era tanto como nadar en el sentido contrario en un río correntoso. 

Rescató una vieja Biblia que amenazaba con ser devorada por los bichos en un baúl en el que compartía espacio con revistas y periódicos de tiempos idos. Comenzó a leerla. No lo hizo con desgano sino con avidez, como alguien que aprecia la única tabla –perdida en el mar infinito—que puede salvarle del naufragio.

En los evangelios encontró un versículo que subrayó: “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible”(Marcos 9:23). Meditó: “¿Podrá Dios sanarme?”. Inmediatamente razonó: El texto decía que no había límites. Volvió a leer: “...al que cree, todo le es posible”.

Comenzó a orar. Al principio sintió desánimo al pensar que nada ocurriría, pero escudriñando las Escrituras encontró nuevas luces sobre la necesidad e importancia de clamar. Las encontró en el evangelio de Lucas al relatar una enseñanza del Señor Jesús:  “...les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar...”(Lucas 18:1).

Al principio no fue fácil. Estaba en medio de la presión de sus familiares que la instaban a aceptar la intervención quirúrgica. Pero la mujer argumentaba que Dios respondería, aunque en apariencia estaba empeorando.

Tres semanas después se advertían pequeños cambios. El dolor no era intenso como antes y el color de la piel comenzó a aclarar.

No hay nada imposible

Rosa   Ubaldina   asiste   hoy   a   una   congregación   cristiana   al   norte   de   Managua.   Nadie   imagina siquiera   que   su   extremidad   izquierda   estuvo   a   las   puertas   de   ser   extirpada.   Ella   atribuye   su experiencia a un milagro de Dios.

El   hecho  evidenciado   en  esta   campesina   nicaragüense   puede   replicarse   en  su   vida   si  padece alguna enfermedad que los médicos han identificado como “incurable”.

La Biblia dice que  “...nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37).  Bajo este convencimiento, le invitamos a clamar a Dios en oración. No olvide que para El no existen los límites. Su poder no lo alcanzamos a dimensionar. ¡Es hora de que pida ese milagro! El Señor responderá...

Tu fe en el poder de Dios, ¿logra milagros?

Tu fe en el poder de Dios, ¿logra milagros?

Fernando Alexis Jiménez

El padre dio vueltas con preocupación en la amplia estancia. Su esposa lo miró con la tranquilidad de quien está acostumbrado a escenas similares. Afuera varios centinelas esperaban la más mínima indicación para cumplir sus órdenes.

--¿Y dices que el médico no da esperanzas?—la interrogó de nuevo. Era la quinta vez que lo hacía. Como si al preguntarlo otra vez esperara una respuesta diferente.

La mujer asintió con la cabeza. Sinceramente no tenía sentido repetir lo mismo.

Siguió yendo y viniendo mientras frotaba sus manos unas contra la otra, como si ese acto de nerviosismo pudiera abrirle un sendero en el tortuoso desierto que estaba caminando. En criterio del especialista de Capernaúm, no había remedio. Así las cosas, su hijo moriría.

Abrió la puerta con decisión. En cama permanecía el muchacho, gravemente enfermo. Fue en ese momento que escuchó hablar de Jesús. Estaba de paso por la ciudad. Las multitudes iban tras él. Preguntó en donde se encontraba. No consultó con nadie lo que iba a hacer. Simplemente buscó la ayuda del Maestro.

Apenas lo vio, hizo una señal de reverencia. En otras ocasiones había escuchado hablar de Jesús pero estar frente a él era otro asunto. Todo su ser se estremecía. Y sin mucha diplomacia le pidió un milagro para su chico, vulnerable, en peligro.

Si tan solo tenemos fe, como un granito

de mostaza, veremos milagros

de Dios...

“Jesús le dijo:--Ustedes no creerán si no ven señales milagrosas y maravillas. El oficial del rey le dijo: --Señor, venga rápido antes de que mi hijo muera. El Señor Jesús le dijo: --Vete a casa, tu hijo vivirá. El hombre creyó lo que Jesús le dijo y se fue a casa. Camino a casa se encontró con sus siervos, quienes le contaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había mejorado, y ellos le dijeron: --La fiebre le bajó ayer a la una de la tarde. El papá se dio cuenta de que fue a la misma hora en la que Jesús le dijo: <>. Él y todos los de su casa creyeron”.(Juan 4: 43-54. Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Usted y yo fuimos concebidos para experimentar una vida de milagros y de crecimiento diario hacia nuevos niveles. Nuestra fe no puede ser estática, sino una fe de milagros que nos permita ver materializado lo imposible.

Un milagro puede ocurrir hoy

Es interesante la actitud del oficial. No tuvo muchos reparos. Simplemente acogió la instrucción del Señor Jesús: “Vete a tu casa”. Y fue camino a casa que comprobó que el Dios de poder en el que había creído, es un Dios de milagros.

Usted también puede recibir una manifestación gloriosa del Señor en su vida o en la de un ser querido. Observe que el oficial romano dio varios pasos.

1. Reconoció que humanamente no podía resolver su problema ni el de su hijo gravemente enfermo.

2. Se despojó de su orgullo y fue a la presencia del Señor Jesús a implorar su ayuda.

3. Creyó a la palabra del Señor Jesús.

Pudo haber dudado, pero no lo hizo. Puso en práctica su fe. Igual con usted. Debe reconocer que la fe no es estática sino dinámica, es decir, se pone en acción.

¿Necesita un milagro?

Quizá usted está necesitando, ahora, un milagro. Llegó a los límites de su capacidad. Nadie ha dado respuesta a sus requerimientos. Incluso, es probable que esté rayando en el desespero. ¿Qué hacer? Confiar en Dios. Él hace posible lo imposible.

Usted puede cruzar esa frontera. Podrá ver materializado aquello que necesita: la sanidad física para su vida o la de un familiar, la sanidad de las heridas emocionales, provisión financiera, la consecución de un empleo o la conversión a Cristo de esa persona que ama. ¿Qué hacer? Creer. Simplemente creer, aun cuando tenga todo en contra. Dios es quien cambia transforma las circunstancias.

¡Hoy es el día para su milagro! Baste que abandone toda sombra de incredulidad y se mueva bajo la convicción de que Jesucristo marcará la diferencia en su existencia, con un hecho inexplicable para la ciencia y el raciocinio humano.

Recuerde los tres pasos que observamos en el centurión romano. En usted ese mover en fe también rendirá los mejores resultados... Creer y esperar en Dios. Y creer, recuérdelo, implica romper todos nuestros paradigmas y, simplemente, confiar que Dios hará algo que sobrepasa toda capacidad y rompe los esquemas…

Siete fundamentos de una oración poderosa

Siete fundamentos de una oración poderosa

Fernando Alexis JiménezLaura se levantó con visibles señales de cansancio en su rostro. Era lunes. Otro día más de clamor. Llevaba casi una semana. Una hija suya estaba gravemente enferma en el hospital y ella compartía el tiempo entre cuidarla, y llegar a casa corriendo para hacer los quehaceres domésticos y doblar rodilla en clamor, pidiendo al Señor la sanidad de la chica.

“Sólo tú puedes ayudarnos en un momento como éste”, solía repetir en medio de la desesperanza.

Muchas veces pensó que Dios no la escuchaba.  A la puerta de su corazón quisieron llamar  la desilusión, la duda y el desánimo. Sin embargo, más por el anhelo que su hija sanara más que por cualquier otra cosa, siguió perseverando.

Cinco días después fue dada de alta. Los médicos no explicaban la razón de su mejoría. “Esto no tiene razón aparente; es ilógico”, le dijo el especialista. Laura reconoció en su corazón que Dios había obrando un milagro.

Surge aquí una pregunta: ¿Escucha Dios nuestras oraciones?¿Por qué algunas personas parecieran recibir respuesta inmediata mientras que otras no?

Comparto con usted siete fundamentos que transformarán sus oraciones, en oraciones poderosas; comenzará a moverse en la dimensión de Dios. ¡Los resultados serán sorprendentes!

1. Estar a cuentas con Dios

Si buscamos a Dios conforme a

Su voluntad, Él responde

con poder

Muchas personas buscan a Dios en procura de respuestas. “Normal, ¿quién no lo haría?”, dirá usted. El asunto es que esa búsqueda se realiza cuando lo necesitan, en los momentos difíciles, porque es su única alternativa. “Igual, es previsible”, me dirá. Pero añado algo más: procuran un hecho milagroso aún cuando caminan en pecado. ¡Esa es la diferencia! Buscar a Dios como aquél que nos resuelve los problemas, pero una vez resolvemos el asunto, distanciarnos de Él. Es una filosofía signada por la ingratitud que prima hoy día.

Cuando vamos a las Escrituras, descubrimos que es esencial que estemos a cuentas con Dios. No puede ser de otra manera. Puede que hayamos pecado, y mucho, pero si pedimos perdón a Dios, Él nos permite estar en el centro mismo de su voluntad. Es algo maravilloso porque recibiremos respuesta a nuestras oraciones, como escribe el salmista: “Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me habría escuchado.”(Salmo 66:18, Nueva Traducción Viviente)

¿Quiere   moverse   en   la   dimensión   de   los   milagros?   Vuélvase   a   Dios.   Es   un   paso   esencial   e ineludible que  le permitirá recibir  atención a su clamor.  Dios nos ama y quiere  lo mejor para nosotros.

2. Deje de lado toda sombra de duda

¿Ha visto barreras que impiden a las personas avanzar en un camino? Es frecuente. ¿Qué impide recibir respuesta a sus oraciones? Uno de los obstáculos más comunes es la incredulidad. Impide las enormes bendiciones que Dios nos tiene.

Explicando a los creyentes del primer siglo acerca de la importancia de la fe, el autor de la carta a los hebreos en el primer siglo, escribió: “De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.”(Hebreos 11:6, Nueva Traducción Viviente)  También   el   apóstol   Santiago   escribió: “Cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro...”(Santiago 1:6, Nueva Traducción Viviente)

Si   aplicamos   la   lógica   al   mover   de   Dios,   no   ocurrirá   nada.   Dios   obra   por   encima   de   la racionalización humana. Tal  vez evalúe que su mayor problema es pensar,  una vez  le pide un milagro al Padre celestial, ¿cómo va a hacer Él para responder? Ese no es problema suyo sino de nuestro Supremo Hacedor. Él es quien responde, a su manera.

3. Unirnos a otras personas en oración

Compartir nuestras peticiones de oración con otros hermanos en la fe, resulta altamente eficaz. Es un principio que nos ayuda, de un lado a crecer en la fe y de otro, a tocar el corazón de Dios. Así lo enseñó el Señor Jesús: “También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo lo hará.”(Mateo 18:19, Nueva Traducción Viviente)

Además de perseverar, unimos fuerzas. Es algo esencial y poderoso. Encontrará que los obstáculos a sus oraciones, se desmoronarán. Las barreras caerán a tierra. ¡Dios responderá con poder!

4. Asumir el principio de la intercesión

Recuerde siempre que la oración se orienta en dos direcciones: la primera, por nosotros. Es aquí donde   concentramos   el   alabar   y   exaltar   a   Dios,   procurar   respuesta   a   nuestras   necesidades, crecimiento espiritual. Otras oraciones, se encaminan a pedir por los demás. Es lo que llamamos intercesión.

Los creyentes del primer siglo tenían claras instrucciones de interceder por los demás, tal como escribe el apóstol: “Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados.”(Santiago 5:16 a. Nueva Traducción Viviente)

La respuesta del Señor producirá hechos que rebasan toda lógica y la sanidad, en el caso que alguien padezca alguna enfermedad, incluso aquellas que la medicina considera incurables.

5. Reconozca el poder ilimitado de Dios

Con frecuencia me escriben diciendo: “Pídale a Dios por tal o cual asunto, ya que Dios a usted sí lo escucha”. ¡Tremendo error! Dios nos oye a todos. Basta que vayamos a Su presencia con la actitud correcta, confiando en Su poder que no tiene límites. 

Quítese de la cabeza la idea de que el Señor oye a unos más que a otros. Eso no es así, como nos enseña la Biblia: “…La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.”(Santiago 5:16 b, Nueva Traducción Viviente)

Si clamamos, confiando plenamente en el poder de Dios, no hay límites. Todo cuando le pidamos, podrá   ocurrir.   Basta   que   confiemos   y   creamos   que   Su   poder   va   mucho   más   allá   de   nuestra comprensión humana. 

6. Pedir en la voluntad de Dios

Recuerdo a un joven que pedía a Dios ser un evangelista famoso. No se preocupaba tanto en extender el mensaje de Salvación, sino en la fama. Esa era su motivación central. Y se quejaba de que Dios no respondía. ¿La razón? No pedía para honrar y glorificar a Dios sino para su propio beneficio.

El apóstol Santiago explicó que esta era la razón fundamental para que nada ocurriera en la vida de muchas personas:  “Aun cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas intenciones: desean solamente lo que les dará placer.”(Santiago 4:3, Nueva Traducción Viviente

El problema radica, entonces, en que nos enfocamos en nosotros mismos y no en que Dios haga su voluntad. Muchos de los tropiezos que enfrentamos en la oración cambiarán sustancialmente si cambia nuestra actitud. De lo contrario, es decir si  seguimos pidiendo para satisfacer nuestros deseos, ocurrirá lo que advirtió el propio apóstol Santiago:  “Esas personas no deberían esperar nada del Señor.”(Santiago 1:7, Nueva Traducción Viviente)

7. Perseverancia en la oración

Quien no persevera, jamás alcanza la cima. Es un principio que aplica también en la oración. No podemos pretender que las respuestas se produzcan ya, como si Dios fuera nuestro mandadero. Él tiene su propio tiempo y su propia manera de obrar.

En alguna oportunidad hizo particular énfasis a este principio.  “Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.”(Lucas 18:1, Nueva Traducción Viviente)

Evalúe hasta qué punto usted es un creyente que sigue insistiendo por ese milagro. O tal  vez descubre que se es de aquellos que renuncian fácilmente. Tal vez ahí estriba el que no reciba milagros. 

Cambie sus oraciones

Si duda reviste importancia que cambiemos nuestra forma de orar. Probablemente ni estemos clamando en la voluntad de Dios, ni con fe o perseverancia, sino en nuestras propias fuerzas. Eso determina que no haya respuesta. En cambio, si asumimos estos y otros principios que nos enseña la Biblia, sin duda podremos entrar en la dimensión de los milagros que tanto hemos anhelado.

A propósito, ¿Ya recibió a Jesucristo en su corazón? Es una decisión que debe tomar hoy. La mejor decisión que toda persona puede tomar, es rendirse a Cristo, Abrirle las puertas de su corazón. Es sencillo, basta que le diga en oración allí donde se encuentra; “Señor Jesucristo, reconozco que he pecado y que hasta hoy, mi vida ha sido un fracaso porque la mente del viejo hombre me dominaba. Gracias por morir por mis pecados en la cruz y abrirme las puertas a una existencia renovada. Te recibo en mi corazón como único y suficiente Salvador. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén”

Puedo asegurarle que su vida jamás será la misma. Aceptar a Cristo es la mejor decisión. Ahora tengo tres recomendaciones para usted: la primera, que ore diariamente. Orar es hablar con Dios. La   segunda,  que   lea   la  Biblia.  Es  un   libro  maravilloso  en  el  que  aprenderá  principios  para  el crecimiento y la transformación personal y espiritual, y por último: comience a congregarse en una Iglesia cristiana. Otras personas que comparten su fe en Jesucristo, le ayudarán en el proceso de cambio. 

Cuatro principios para recibir respuesta a sus oraciones

Cuatro principios para recibir respuesta a sus oraciones

Fernando Alexis Jiménez

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Quedar sin empleo en una época en la que Colombia atravesaba por la más profunda recesión económica de su historia, le pareció algo muy grave, pero más grave aún el que de una paso a dos y luego a tres cuotas atrasadas en el pago de su apartamento.

Al principio se convenció de que podría resolver el problema, y Juan José se ocupó de cubrir las necesidades de alimentación para su esposa y dos hijos.

Los días del calendario fueron creciendo hasta la tarde de miércoles, cuando todavía se encontraba buscando en la sección de clasificados de ofertas de trabajo en un diario local, cuando tocaron a la puerta y el rostro del cartero evidenció lo que deseó nunca llegara: un anuncio de cobro jurídico.

Años atrás había prestado un dinero, inicialmente a interés. Aquél a quien se lo facilitó con la promesa de regresarlo seis meses después, jamás cumplió ni con el pago de los intereses ni con la devolución del dinero. Y se cansó de pelearse con él. No tenía mayores garantías de que recibiría el pago.

Por eso, cuando recibió información sobre el proceso que iniciarían en su contra, le pasó por la mente la idea de renovar el cobro. "No tiene sentido, me llenaré de nuevas preocupaciones que no tienen sentido", razonó y desistió de la idea.

Lo que sí hizo fue volver la mirada al Señor Jesucristo en procura de ayuda. "Nunca antes como en ese momento, había clamado con tanta fe. Dos días antes de que se venciera el plazo de cancelar la totalidad del dinero, sonó el teléfono. La persona que le debía dinero estaba al otro lado de la línea:--Lamento haberme demorado tanto en llamarle—dijo--, pero recién ahora tengo el dinero. Deseo saber en qué momento puedo acercarme a su apartamento para cancelarle hasta el último peso...—

Juan José agradeció a Dios su infinita misericordia. Aquél era el dinero, en la cuantía exacta, para 

hacer un primer pago del pacto de refinanciación de la deuda que le proponían en la carta del abogado.

Usted y yo hemos creído en un Dios de poder y milagros

El mismo Señor Jesús de ayer...

Cuando vamos a las Escrituras leemos que "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 13:8). Por esa razón estamos convencidos de que la época de los milagros no ha terminado; por el contrario, sigue vigente.

Si nos asiste este convencimiento, es apenas natural tener la certeza de que el amado Dios responderá a nuestro clamor en procura de la provisión divina. En particular hay un pasaje que leemos en el evangelio de Mateo, en el capítulo 15 desde el versículo 32 al 39, que nos arroja importantes enseñanzas para ponerlas en práctica en nuestra cotidianidad. A partir del texto aprendemos los siguientes principios:

1.- El Señor Jesús se preocupa por las necesidades de Su pueblo:

Es interesante notar que después de largas jornadas escuchando las enseñanzas del Maestro, Él estaba preocupado por el bienestar de la multitud de seguidores. "Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: --Siento compasión de esta gente porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero despedirlos sin comer, no sea que se desmayen por el camino" (versículo 32. Nueva Versión Internacional).

¿Puede apreciar el profundo contenido de estas palabras? Son las mismas que saldrían de labios de un Padre amoroso preocupado por sus hijos. El cuidad de los más mínimos detalles. Conoce la situación difícil que enfrentamos y desea intervenir. Sin embargo es necesario que clamemos a Él en procura de ayuda.

2.- El problema: la razón humana sólo mira las limitaciones:

Cuando a todo lo que ocurre alrededor, y en particular en cuanto a los problemas, le aplicamos la lógica humana, nos asaltará el desánimo y la palabra "Imposible" es probable que aflore una y otra vez a nuestros labios. Esa circunstancia se produjo entre los discípulos del Señor Jesús cuando oyeron que la misión inmediata era la alimentación de decenas de personas.

"Los discípulos objetaron: ¿Dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado suficiente pan para dar de comer a toda esta multitud?" (versículo 33. NVI).

Dios puede hacer mucho con lo poco. Solo basta que depositemos nuestra confianza en Él y tengamos la certidumbre de que es Aquél que todo lo puede.

Comprendo que puede estar experimentando una situación compleja, pero también me asiste el convencimiento de que no constituye nada imposible para nuestro amado Señor.

3.- Sólo basta confiar, Dios obrará milagros:

Aunque en criterio de cualquier ser humano unos pocos panes y peces no servían en absoluto para satisfacer el hambre de decenas de hombres, mujeres y niños, cuando sometemos al Señor esa situación que nos inquieta, todo cambia.

"¿Cuántos panes tienen? —les preguntó Jesús—. Siete, y unos pocos pescaditos. Luego mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomando los siete panes y los pescados, dio gracias, los partió y se los fue dando a los discípulos. Éstos, a su vez, los distribuyeron a la gente" (versículos 34-36. NVI).

Hoy es el día para que se produzca un milagro en su vida

¿Considera usted que con hechos portentosos como el descrito por el evangelista, hay algo imposible para Dios? En absoluto. Por esa razón aquello que está requiriendo, se cumplirá si va al Señor en oración. No cese de clamar.

4.- Si esperamos en Dios, Él responde:

Todo cuanto necesita nuestro amado Padre es que le permitamos tomar control de los problemas y necesidades que enfrentamos. Cuando lo hacemos, dejando de lado toda sombra de duda o de autosuficiencia, Él responde. Así quedó testimoniando con el mover maravilloso que produjo Jesucristo en aquella multitud.

"Todos comieron hasta quedar satisfechos. Después los discípulos recogieron siete cestas llenas de pedazos que sobraron. Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños" (Versículos 37-39).

¿Usted piensa seguir experimentando la crisis que hasta ahora? ¿Por qué no decide someter esa situación en manos del Señor? Hoy es el día para hacerlo. Ore, confíe y espere en Dios. ¡La respuesta vendrá!

¿Las palabras influyen en nuestras oraciones?mar   19      de Fernando Alexis Jiménez 

Es esencial que aprendamos a desarrollar intimidad con Dios en oración…

Fernando Alexis Jiménez

Roberto argumentó que Dios no escuchaba sus oraciones y, literalmente, no volvió a hacerlo. “Pareciera que Dios se olvidó de mí”, argumentó como sustento para su decisión de no seguir clamando. Algunas de sus peticiones –dijo—jamás habían tenido eco. “Mis oraciones no pasaban del techo de la casa”, se quejó.

Él no es el único. Posiblemente usted se encuentra en una situación similar. Considera que no vale la pena seguir orando. ¿Le ha ocurrido alguna vez? Lo embargó el desánimo y quizá la frustración.

¿Por qué no reciben respuesta nuestras oraciones. Hay varios factores. Uno de ellos radica en la mucha palabrería cuando oramos. Mi pregunta es: ¿Dios necesita que le convenzamos para que obre un milagro? Sin duda que no. La llave para obtener la manifestación milagrosa, parte de nuestras oraciones. ¿Cómo deben ser? Específicas. Al Señor no lo presionamos con palabras bonitas ni tampoco dando muchos rodeos para pedir algo.

Este principio se encuentra ilustrado en la enseñanza que impartió el Señor Jesús y que recoge Mateo 6:5-8. La vana palabrería era propia de los religiosos de la época y también de los gentiles que así lo hacían con sus dioses y al comenzar a reconocer al Dios del cielo, creían que el ritualismo y el hablar y hablar haría que las cosas sucedieran.

Le invito a revisar ese poderoso texto bíblico: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.”(Mateo 6: 8)

Cuando tomamos conciencia de la poderosa enseñanza que encierra este pasaje, sin duda nos vemos avocados a revisar qué tipo oraciones elevamos delante del Señor.

Dios nos ama, atiende nuestro clamor, pero como Padre amoroso espera que seamos directos, puntuales. Hablar y hablar no lleva más que a un desgaste personal. Dios está atento a la disposición del corazón, no a lo mucho que le decimos en procura de algo en particular.

Aprendiendo a descansar en Diosmar   1     de Fernando Alexis Jiménez 

Comenzamos a descansar en Dios cuando le entregamos absolutamente todo lo que nos inquieta…

Fernando Alexis Jiménez

Cuál es el común denominador de pastores, obreros y líderes que llegan al límite de sus fuerzas y dicen “Hasta aquí llegué”? Les asalta la frustración, la desolación y una extraña

sensación de que Dios les dejó solos. “Pareciera que estoy predicando en un desierto”, me escribió alguien desde Guatemala. Es pastor a tiempo completo y predica seis días a la semana, dirige los devocionales, brinda aconsejamiento y, para completar, generalmente es quien ayuda a arreglar la iglesia.

El pobre hombre se había olvidado que era un instrumento en el Reino de Dios y que no era el eje alrededor del cual gravitaba el Reino de Dios. He ahí la gran diferencia.

Pero no se llame a engaño: él no es el único que atraviesa esa situación. Con más frecuencia de la que imagina, usted y yo caemos en la misma escena. Es con mucha regularidad que mi esposa Lucero debe llamarme al orden. “Debes descansar porque luego no querrás hacer nada”. Y tiene razón. Es tiempo de hacer un alto en el camino, dejar de escribir y dedicarme a leer un libro o ver una buena película.

Haga una auto evaluación sincera: ¿Está a punto de fundirse? Tal vez ha dado todo de sí y no hay espacio para más. Siente que no puede dar un paso más.

El ministro cristiano del que le hablé al comienzo, terminó saliendo del ministerio seis meses más tarde. Sencillamente creyó que sin él, nada iba a funcionar, y no quería sacar un día para descansar. Su esposa estaba cansada y no quería saber nada de iglesia y sus dos hijos adolescentes creían que el ministerio cristiano les había robado a su padre.

¿

Dios no espera que muramos de cansancio

Es cierto que las responsabilidades que tenemos sobre los hombros son grandes. Incluso, es probable que sólo usted y yo conozcamos la dinámica del ministerio tal como debería funcionar. Sin embargo no somos indispensables; necesarios sí, pero no indispensables.

La congregación no se va a ir a pique porque sacamos tiempo para Dios, para nosotros y para nuestra familia. En absoluto. No podemos hacer lo que el profeta Moisés, que no tomaba un espacio para descansar.

Las Escrituras nos dicen que era una rutina diaria el esfuerzo de este ministro de Señor: “Al día siguiente, Moisés se sentó para oír los pleitos que los israelitas tenían unos con otros. Y el pueblo esperó a ser atendido delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.”(Éxodo 18:13. Nueva Traducción Viviente)

Seguramente si el día hubiese tenido cuarenta y ocho horas, ese sería el tiempo que habría trabajado Moisés. ¡Tremendo error! Dios no espera que muramos de cansancio. Él nos necesita reposados para que podamos rendir más.

Alguien te llamará la atención

Si no prestas atención a la irritabilidad, el insomnio, el dolor en el cuerpo, las dolencias sin aparente explicación y tantas otras manifestaciones del cansancio, Dios se valdrá de algo o de alguien para llamarle la atención.

Relata la Biblia que: “Cuando el suegro de Moisés vio todo lo que él hacía por el pueblo, le preguntó: —¿Qué logras en realidad sentado aquí? ¿Por qué te esfuerzas en hacer todo el trabajo tú solo, mientras que el pueblo está de pie a tu alrededor desde la mañana hasta la tarde? Moisés contestó: —Porque el pueblo acude a mí en busca de resoluciones de parte de Dios.  Cuando les surge un desacuerdo, ellos acuden a mí, y yo soy quien resuelve los casos entre los que están en conflicto. Mantengo al pueblo informado de los decretos de Dios y les transmito sus instrucciones.—¡No está bien lo que haces! —Exclamó el suegro de Moisés—.  Así acabarás agotado y también se agotará el pueblo. Esta tarea es una carga demasiado pesada para una sola persona. ”(Éxodo 18:14-17. Nueva Traducción Viviente)

Si le preguntáramos a Dios qué quiere Él, sin duda nos dirá que desea equilibrio en todo lo que hagamos. Hay tiempo para trabajar, pero también, tiempo para descansar.

Usted y yo no somos el centro ni los protagonistas del Reino de Dios. Es Dios quien reina, y somos únicamente instrumentos útiles, pero cuidado: Dejaremos de ser útiles si no tomamos tiempo para descansar. Es necesario para usted, para su familia y para la propia congregación.

Es tiempo de aprender a confiar que Dios tomará todas nuestras necesidades…

Quizá usted, por encontrarse tan ocupado, desconoce que hay infinidad de personas en su congregación que se encuentran sentados en la banca pero con un íntimo deseo de servir en la obra. ¿Por qué no los utiliza en la extensión del Reino? Le tengo la respuesta: Usted se cree indispensable, y es necesario que modifique ese patrón mental.

Relata el pasaje que Jetro, el suegro de Moisés, le dio un consejo: “Ahora escúchame y déjame darte un consejo, y que Dios esté contigo. Tú debes seguir siendo el representante del pueblo ante Dios, presentándole los conflictos.  Enséñales los decretos de Dios; transmíteles sus instrucciones; muéstrales cómo comportarse en la vida.  Sin embargo, elige, de entre todo el pueblo, a algunos hombres con capacidad y honestidad, temerosos de Dios y que odien el soborno. Nómbralos jefes de grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. Ellos tendrán que estar siempre disponibles para resolver los conflictos sencillos que surgen entre el pueblo, pero los casos más graves te los traerán a ti. Deja que los jefes juzguen los asuntos de menor importancia. Ellos te ayudarán a llevar la carga, para que la tarea te resulte más fácil.  Si sigues este consejo, y si Dios así te lo ordena, serás capaz de soportar las presiones, y la gente regresará a su casa en paz.”(Éxodo 18:19-23. Nueva Traducción Viviente)

Ahora le invito para que nos pongamos en los zapatos de Moisés. Quizá él pensó que, si no estaba, las cosas no iban a funcionar. Pero cuando simplemente lo intentó, descubrió que estaba equivocado.

Dios es el dueño de la obra y sabe cómo cuidarla. Él es sabio y tiene todo bajo control. Basta que le permitamos ser Dios. ¿Cómo lo manifestamos? Con hechos, tal como el profeta de Dios: “Moisés escuchó el consejo de su suegro y siguió sus recomendaciones.”(Éxodo 18:24. Nueva Traducción Viviente)

Es tiempo de hacer un alto en el camino. Revisar si está demasiado cargado de trabajo en la Iglesia o el ministerio cristiano. Esa no es la voluntad de Dios, sin duda. Él espera que tomemos un descanso. ¿Qué hacer si nos resistimos al cambio? Lo que hace todo líder ante los grandes retos: doblar la rodilla ante Dios en oración. Él sabe cómo orientarnos sobre los pasos que debemos dar. ¡Adelante!

Hoy es el tiempo para experimentar cambios y transformación. ¡Deje que Dios tome el control del barco y usted, hágase a un lado para tomar un merecido descanso! Aprenda a descansar en el Señor…

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La verdadera oración comienza con un corazón dispuestofeb   28      de Fernando Alexis Jiménez 

Rendirnos delante de Dios es el principio de la victoria cuando oramos…

Fernando Alexis Jiménez

s cierto que pasaba tiempo en oración. Lucía se esforzaba. Doblaba rodillas ante la presencia del Señor, hablaba y hablaba pero al paso de pocos minutos, parecía que no

sabía qué más decir. Y cuando su clamor sobrepasaba los diez minutos, invariablemente concluía con la palabra “Amén” y se levantaba con una extraña sensación de vacío.

E

En la iglesia se sentía muy orgullosa de su espiritual. Había leído todos los libros que llegaban sobre oración e intercesión, y creía saber mucho del asunto. Y sin embargo, le molestaba aquella mujer que se hacía tres sillas detrás, que no hablaba muy bien el español, tenía una Biblia muy vieja y parecía tener algo especial. Algo inexplicable.

Ese hecho le llevó a un profundo auto-análisis y a preguntarle a Dios qué estaba pasando porque deseaba orar como Él quería que se hiciera…

Ayuno y oración conforme a la voluntad de Dios

Con frecuencia quienes desean alcanzar un alto grado de espiritualidad al margen de Dios, pretenden llevar una vida llena de ejercicios como oraciones específicas y ayunos de determinada manera y pretenden que las personas alrededor hagan lo mismo. ¿Es eso lo que Dios quiere, meramente señales externas? Sin duda que no. Nuestro amoroso Padre celestial espera que haya disposición de corazón pero también fidelidad a Él y sujeción para ser transformados.

El profeta Isaías escribió: “¡Háblale a mi pueblo Israel de sus pecados! Sin embargo, ¡se hacen los piadosos! Vienen al templo todos los días y parecen estar encantados de aprender todo sobre mí. Actúan como una nación justa que nunca abandonaría las leyes de su Dios. Me piden que actúe a su favor, fingiendo que quieren estar cerca de mí. “¡Hemos ayunado delante de ti! —dicen ellos—. ¿Por qué no te impresionamos? Hemos sido muy severos con nosotros mismos, y ni siquiera te das cuenta”. »¡Les diré por qué! —les contesto—. Es porque ayunan para complacerse a sí mismos. Aun mientras ayunan, oprimen a sus trabajadores. ¿De qué les sirve ayunar, si siguen con sus peleas y riñas? Con esta clase de ayuno, nunca lograrán nada conmigo. Ustedes se humillan al hacer penitencia por pura fórmula: inclinan la cabeza como cañas en el viento, se visten de tela áspera y se cubren de cenizas. ¿A eso le llaman ayunar? ¿Realmente creen que eso agrada al Señor? »¡No! Esta es la clase de ayuno que quiero: pongan en libertad a los que están encarcelados injustamente; alivien la carga de los que trabajan para ustedes. Dejen en libertad a los oprimidos y suelten las cadenas que atan a la gente. Compartan su comida con los hambrientos y den refugio a los que no tienen hogar; denles ropa a quienes la necesiten y no se escondan de parientes que precisen su ayuda.”(Isaías 58:1-7. Nueva Traducción Viviente)

Dios no necesita de hombres y mujeres que posan de espirituales sino de personas sinceras, que se humillan en Su Presencia, que se acercan a Él en procura de ser movidos a nuevos niveles de crecimiento. Sometimiento a la transformación, he ahí el centro del asunto.

Uno puede lucir muy consagrado exteriormente, pero si no hay transformación interna, no estaremos más que viviendo bajo auto-engaño.

Ahora piense en quienes ayudan como si fuera un martirio. Tremendo error. Debe ser un gozo, de lo contrario, usted no lo hará por convicción sino por obligación. ¡Eso no es lo que Dios quiere!

Consagración o religiosidad

¿Es usted un verdadero hombre o mujer de oración? Eso lo determina cómo está su corazón. Recuerde que hay quienes creen estar orando, pero lo que quizá hacen es repetir palabras sin fundamento alguno.

El autor cristiano, Edward McKendree Bounds escribió: “El hombre tiene el deber de orar, y se necesita un verdadero hombre para hacerlo. Se necesita un hombre piadoso para que se entregue enteramente a la oración. La oración llega muy lejos en su influencia y en los efectos de la gracia. Es un asunto intenso y profundo que se refiere a Dios y a sus planes y propósitos, y requiere una persona íntegra y sincera para hacerlo. No basta aquí con esfuerzos mediocres, ni en el corazón, el intelecto o el espíritu, pues éste es un asunto serio, importante, celestial. Hay que poner en él todo el ser, corazón, mente y espíritu, pues afecta poderosamente el carácter y el destino de los hombres”( Edward McKendree Bounds. “Los fundamentos de la oración. Editorial CLIE. España. 2008. Pg. 13)

Es tiempo de reavivar nuestra vida de oración delante del Señor…

Ser un hombre o mujer de oración demanda convicción que es el primer paso a la consagración. No basta mostrarnos súper espirituales, es necesario ser espirituales, que es bien distinto.

Un ejemplo claro lo ofreció el Señor Jesús en la parábola del fariseo y el publicano, que encontramos en Lucas 18:9-14. Relata el texto que: “Luego Jesús contó la siguiente historia a algunos que tenían mucha confianza en su propia rectitud y despreciaban a los demás: «Dos hombres fueron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro era un despreciado cobrador de impuestos. El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la siguiente oración: “Te agradezco, Dios, que no soy un pecador como todos los demás. Pues no engaño, no peco y no cometo adulterio. ¡Para nada soy como ese cobrador de

impuestos! Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”.”(Lucas 18:9-12. Nueva Traducción Viviente)

El religioso, por sus disciplinas espirituales y el conocimiento que tenía de las Escrituras, creía que era muy espiritual e incluso, se atrevía a mirar por encima del hombro a otras personas. ¡Cuidado con esa actitud! Usted se puede estar encaminando al fracaso espiritual.

¿Se agrada Dios de tal espiritualidad? Es evidente que no. Dios reclama humildad, sujeción, disposición de corazón.

Duele profundamente que haya quienes creen que sólo en su congregación hay salvación. Desestiman a otros siervos o siervas del Señor que le buscan con sinceridad. ¡Dios no viene por una denominación sino por una iglesia viva, entregada a Él, consagrada en Su Presencia!

El publicano, en cambio, más que espiritual, se sentía alguien necesitado de Dios y estaba dispuesto al mover del Señor, tal como continuó relatando el Señor Jesús: “En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh, Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”.  Les digo que fue este pecador —y no el fariseo— quien regresó a su casa justificado delante de Dios. Pues los que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan serán exaltados».”(Lucas 18:13, 14. Nueva Traducción Viviente)

Observe por favor al cobrador de impuestos o publicano. Ni siquiera levantaba la mirada. No se auto-justificaba. Simplemente estaba rendido a Dios. Esa es la disposición que debemos tener cuando oramos. Rendirnos a Él, en Su Presencia.

No todos reciben la plena aceptación

Es muy probable que a gran cantidad de los religiosos que ve a su lado—sí, los mismos que se congregan en las iglesias—no los veamos en la eternidad. ¿La razón? Su espiritualidad es externa, no interna; es lo que ven los demás, no lo que hay en el corazón. No basta con decir: “Paso mucho tiempo en oración”. Es necesario vivir esa oración. Entrega, disposición, consagración a Dios.

Escuchemos al Señor Jesús: “No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Solo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El día del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, expulsamos demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombre”. Pero yo les responderé: “Nunca los conocí. Aléjense de mí, ustedes, que violan las leyes de Dios”.”(Mateo 7:21-23. Nueva Traducción Viviente)

¿Se da cuenta? Es necesario que un distintivo identifique nuestra vida espiritual: hacer la voluntad de Dios. Es cierto, orar, pero en la voluntad del Señor. Es lo que marca la diferencia.

Haciendo una breve síntesis: No todos los que dicen estar en la Presencia de Dios, verdaderamente lo están. Puede que estén mostrando una espiritualidad superficial. Cuando estamos ante Él, debemos asumir una disposición plena, de hablarme pero también, de permitir que trate con nuestro ser. Y por último, hacer Su voluntad. Es entonces cuando nuestras oraciones tienen verdadero poder.

Le animo a orar. Considero que es uno de los ministerios más importantes de la Iglesia. Pero unido a esto, que viva a Cristo. Que su espiritualidad no se circunscriba a meras palabras, sino a una vivencia constante.

A propósito: ¿Ya recibió a Jesucristo como Señor y Salvador? Hoy es el día para que lo haga. Recuerde que tomados de Su mano poderosa emprendemos el maravilloso camino hacia el crecimiento personal y espiritual. Ábrale las puertas de su corazón.

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Buscar a Dios, el secreto del éxitofeb   17      de Fernando Alexis Jiménez 

El poder de la oración transforma las circunstancias y nos asegura el éxito en todo cuanto emprendamos…

Fernando Alexis Jiménez

Sólo hasta que Verónica comprendió que la bruja del pueblo la estaba dejando sin un peso, tomó la determinación de no seguir consultándola cada semana ni seguir endeudándose con la promesa de que pronto “ganaría el sorteo de la Lotería”. Le refirió a la pitonisa la decisión de no regresar y ella la amenazó. Comprenderá ahora por qué razón Verónica llevaba varios noches sin dormir.

 En el supermercado, mientras escogía unas verduras, una vecina se le acercó. Pronto entablaron una conversación en la que ella le habló de Jesucristo. “Soy de una sola religión y no voy a cambiar de allí donde me encuentro”, le argumentó.

 –Discúlpeme si la incomodé; no era mi intención. Lo que quería decirle es que, si tiene problemas, vaya al Señor Jesús. Él le ayudará–, dijo la vecina y se alejó con algo de reticencia, porque no había pretendido molestarla.

Verónica llegó a casa con el asunto dándole vueltas en la cabeza. Y al mediodía, tras terminar sus quehaceres, se fue a la habitación y le pidió ayuda. Recuerda que lloró. Luego, una paz enorme invadió su corazón.

 Y siguió orando. Ese fue el comienzo de los cambios en cada. No solamente su esposo consiguió un buen empleo sino que ella dejó sus temores inexplicables. Había paz en su vida. Y sin que nadie la presionara, le pidió a su vecina información sobre la iglesia:

 –Creo que algo especial ha ocurrido con mi vida y deseo ir–, le dijo.

 El hogar de Verónica hoy es diferente. El comienzo de la transformación fue entregarle a Dios absolutamente su vida, sus planes y sus sueños…

 Es un principio de victoria

 Si deseamos salir del pozo en el que nos encontramos inmersos, es necesario volver nuestra mirada al Señor. Dejar de confiar en nuestras fuerzas, capacidad, posición social o conocimientos. Simplemente rendirnos a Señor y permitirle que ocupe el primer lugar. Él sabe cómo hacerlo.

 Un rey que llegó a altos niveles de éxito, lo comprobó. Me refiero al rey Ezequías, que marcó toda una generación y hoy es uno de los monarcas más recordados por los israelitas. Su secreto fue confiar en Dios. Simplemente eso: confiar.

 Las Escrituras dicen que: “…Ezequías manejó la distribución en todo Judá, haciendo lo agradable y bueno a los ojos del Señor su Dios.”(2 Crónicas 31:20. Nueva Traducción Viviente)

Hacer lo bueno demanda compromiso nuestro. Revisar cómo anda nuestra vida, identificar errores y modificar esos parámetros de pensamiento y de conducta, con fundamento en lo que enseña el Señor en el libro de los triunfadores que es la Biblia.

 Disposición de corazón

 Si nos disponemos para el Señor, Él transforma todo lo que somos y nos lleva a la victoria. No importa cuántos errores hayamos cometido; Dios es quien opera los cambios en nuestro ser.

 El rey Ezequías dispuso su corazón para el Señor, buscó Su Rostro y el Dios de poder le aseguró la victoria en todo cuanto emprendió: “En todo lo que hizo para el servicio del templo de Dios y en sus esfuerzos por seguir las leyes y los mandatos de Dios, Ezequías buscó a su Dios de todo corazón; y como resultado, tuvo mucho éxito.”(2 Crónicas 31:21. Nueva Traducción Viviente)

Tenga presente siempre que el principal secreto de los ganadores es entregar sus planes y proyectos en manos del Señor…

 Todo le salía bien. Es cierto, surgieron al paso dificultades, pero en todo momento el Señor le concedió vencer.

 Igual puede ocurrir con su vida. Basta que le conceda a Dios el primer lugar. Le puedo asegurar que Él tomará el control y le llevará al éxito. Él es la verdadera fuente de éxito, el que nos hace triunfadores: en la familia, en el trabajo, en nuestro desenvolvimiento social y en la iglesia.

 Ríndase hoy al Señor. Él desea hacer algo especial con su vida. Si entrega todo su ser, planes y proyectos en Sus manos, Él le mostrará el camino para salir airoso y en victoria en todo cuanto emprenda.

 Si todavía no lo ha hecho, hoy es el día para que entregue su corazón en manos del Señor Jesús. Permítale que resida en su vida. De su mano emprenderá el maravilloso camino al crecimiento personal y espiritual que tanto ha anhelado.

Orar es para valientes, no es asunto de cobardesfeb   11      de Fernando Alexis Jiménez 

Cuando comenzamos a orar, tocamos el corazón de Dios, y lo imposible se hace posible…

Perdió la capacidad de ver y una pierna cuando prestaba servicio militar. En un abrir y cerrar de ojos, las hermosas imágenes que le encantaban se convirtieron en una cortina oscura que jamás le ha robado el entusiasmo y los deseos de seguir adelante, en victoria, aunque los demás digan que es imposible. Reinaldo Torres se convirtió en un ejemplo de supervivencia en Colombia.

Esa disposición de avanzar hasta la meta fue la que le llevó a abrirse paso entre las más de 50.000 personas que participaron en la maratón de Nueva York y a ser uno de los primeros en enlistarse en el primer equipo de alpinistas con discapacidad en el mundo.

Perseverancia, la palabra que se constituyo en su distintivo. Después de varios meses de entrenamiento en el gimnasio y simulacros cerca de Bogotá, Reinaldo llegó a la cima del Ritacuba blanco, el pico más alto de la Sierra Nevada del Cocuy, con 5.330 metros sobre el nivel del mar.

Aunque no pudo disfrutar del paisaje como el resto de sus compañeros, sintió la inmensidad de la montaña y se dio cuenta de que ese era apenas el comienzo de muchas aventuras.

NatGeo  lo llevó al volcán Cotopaxi, en Ecuador, pero las malas condiciones meteorológicas les impidieron “hacer cumbre” a 5.897 metros.

El joven de 30 años ya tiene claro que su próxima parada es el monte Kilimanjaro, en África, pues el objetivo de Huella es conquistar las siete cumbres más altas de cada continente…

La perseverancia, el distintivo de los triunfadores

La perseverancia es una característica en la vida de este joven invidente que ha subido hasta las cumbres, pero también, es la impronta de quienes logran metas… ¿Y en el ámbito espiritual? La perseverancia es la marca indeleble de los hombres y mujeres que persisten hasta que lo imposible se hace posible. Por eso insisto: la oración no es asunto de cobardes sino de valientes, los que siguen adelante hasta que el entorno a su alrededor se transforma y los milagros ocurren…

Es hora de comenzar a movernos en la dimensión de los milagros. La oración es el camino…

Ante varios de sus discípulos y sin duda decenas de personas que no perdían detalle a sus palabras, el Señor Jesús resaltó la especial significación que tiene la perseverancia si deseamos movernos en la dimensión sobrenatural de Dios: “Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. ”(Lucas 11:9. Nueva Traducción Viviente)

Seguir pidiendo es eso: no dar vuelta atrás, avanzar, persistir, llegar al final. Como el competidor que, a pesar de sus limitaciones físicas y lo adverso de las circunstancias, se decidió llegar a la cima. Disposición, fe, perseverancia. No hay otra opción.

Dios responde con poder a nuestras oraciones pero, sin duda, espera que seamos perseverantes.

Quien persevera, alcanza

Nuestro amado Salvador Jesucristo enseñó que aquél que persevera, alcanza. Una oración persistente derriba los obstáculos: “Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.”(Lucas 11:10. Nueva Traducción Viviente)

¿Desea que ocurran los milagros? Persevere. ¿Anhela que cambien las circunstancias que enfrenta hoy? Persevere. ¿Desea que Dios imprima cambios en la vida de alguien? Persevera. ¿Desea crecimiento personal y espiritual? Persevere. Si todo lo regamos con oración y, perseveramos, tenemos asegurada la victoria.

Llegan a la meta quienes perseveran y más cuando nos movemos en la dimensión espiritual, como enseñó el Señor Jesús: “Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.”(Lucas 18:1. Nueva Traducción Viviente)

Puedo asegurarle que, si dispone su corazón para persistir sobre aquello que ha pedido a Dios en oración, verá los resultados. ¡Hoy es el día para remprender el clamor hasta que el milagro ocurra!

Y si todavía no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día oportuno para que le abra las puertas de su corazón. Le aseguro que no se arrepentirá.

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La oración, entrada a la dimensión sobrenatural de Diosfeb   2     de Fernando Alexis Jiménez 

Cuando oramos, los milagros de Dios se producen…

Se ha preguntado alguna vez: ¿Por qué no ocurre nada en nuestras vidas? Esa pregunta se la formulan infinidad de personas. La respuesta es sencilla: porque no buscamos a Dios.

Si lo hacemos, si le concedemos el primer lugar en nuestras vidas, puedo asegurarle que conoceremos qué es la dimensión sobrenatural del Señor y de qué manera nos podemos

mover en esa dimensión. Cosas grandes ocurrirán en nuestras vidas. Experimentaremos crecimiento personal y espiritual, las cosas saldrán bien, los milagros ocurrirán alrededor nuestro y recibiremos cuanto pidamos.

Cuando vamos a las Escrituras, encontramos en labios del Señor Jesús una maravillosa ruta no sólo para desarrollar intimidad con Dios, sino también para comenzar a movernos en Su dimensión sobrenatural.

En el diálogo que el amado Maestro sostuvo con sus discípulos y que relata el Evangelio de Lucas, capítulo 11, versículos del 1 al 13, encontramos tres principios grandes y transformadores que comparto con usted:

 1. Reconocer el poder, grandeza y santidad de Dios

 Si deseamos entrar en la dimensión sobrenatural de Dios hay que disponer el corazón para ir a Su Presencia en oración. Es lo que hicieron los discípulos del Señor Jesús: le expresaron que deseaban aprender a orar: “Una vez, Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos se le acercó y le dijo: —Señor, enséñanos a orar, así como Juan les enseñó a sus discípulos.”(Lucas 11:1. Nueva Traducción Viviente)

Si deseamos salir del letargo en el que nos encontramos y que algo especial ocurra en nuestra existencia, es necesario que hayan dos elementos claves en nuestra vida: el primero, anhelar que algo más ocurra en nuestra vida espiritual, y el segundo, anhelar intimidad con Dios.

 Son llaves poderosas que nos abrirán puertas a la dimensión sobrenatural de Dios. Hoy, mañana y siempre.

 Ahora, vamos a la sencilla pero poderosa oración que elevó el Señor Jesús: “Jesús dijo: —Deberían orar de la siguiente manera: Padre, que siempre sea santificado tu nombre. Que tu reino venga pronto. Danos cada día el alimento que necesitamos y perdónanos nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a los que pecan contra nosotros. Y no permitas que cedamos ante la tentación.”(Lucas 11:2-4. Nueva Traducción Viviente)

 En sus sabias palabras, el Señor Jesús instruyó sobre cuatro aspectos esenciales al orar: El primero, reconocer la grandeza de Dios; el segundo, reconocer la santidad de Dios; el tercero, pedir el establecimiento del Reino de Dios entre nosotros, y el cuarto, reconocer el poder y dominio de Dios sobre las dimensiones espiritual y física.

 Si oramos hallamos tres elementos igualmente valiosos que debemos atesorar en el corazón: El primero, la oración permite desarrollar dependencia y confianza en Dios (v. 3); el segundo, la  oración abre nuestro ser al mover de Dios (v. 4 a), y el tercero: la oración pide protección, guía y fortaleza de Dios en nuestras vidas (v. 4 b)

Las Escrituras nos enseñan sobre el poder sobrenatural que se libera cuando oramos…

 Siempre y cuando me refiero a la perseverancia, suelo recordar la historia de un hombre al que—tras un accidente de tránsito–, los médicos le dijeron que sería imposible que volviera a caminar. “Debe resignarse a la parálisis”, le dijo un especialista.

No obstante, él diariamente hacía el esfuerzo. En menos de tres años estaba dando sus primeros pasos. Tenía fe, perseveraba, estaba convencido del poder de Dios. Hoy camina. Dios respondió con poder a su perseverancia al creer e intentarlo.

 El Señor Jesús ilustró el principio de la perseverancia: “Luego utilizó la siguiente historia para enseñarles más acerca de la oración: «Supongan que uno de ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle que le preste tres panes. Le dices:  “Acaba de llegar de visita un amigo mío y no tengo nada para darle de comer”. Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”. Les digo que, aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia.”(Lucas 11:5-8. Nueva Traducción Viviente)

 Si pedimos a Dios, en oración, que se manifieste en nuestra vida trayendo ayuda, Él lo hará. Claro, Él tiene su propio tiempo para responder a nuestras oraciones, pero lo hará porque Él obra sobrenaturalmente en notros de acuerdo con Su voluntad. Nuestro amoroso Padre celestial honra nuestra perseverancia en la oración.

 3. Dios hace posible lo imposible  

 Recuerde que el secreto es la perseverancia en la oración. Si pedimos y buscamos a Dios en oración, recibiremos. ¿La razón? es en la voluntad de Dios no hay límites. Es una llave

poderosa que Él nos enseñó para movernos en Su dimensión sobrenatural: “Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.”(Lucas 11:9, 10. Nueva Traducción Viviente)

Pedir y recibir. Por favor, haga un alto en el camino. Pedir y recibir. Una llave maravillosa que nos permite abrir puertas en la dimensión sobrenatural de Dios. Tenga presente que Dios quiere darnos lo mejor de lo mejor. En la dimensión sobrenatural de Dios, Su Espíritu obra con poder en nuestras vidas.

Siempre debe recordar algo maravilloso: La oración es la puerta de entrada al mover sobrenatural de Dios. Si nos atrevemos a buscar Su intimidad, sin duda Dios se manifestará en nuestras vidas.

El secreto radica en sacar tiempo para Él y permitirle que se mueva con poder en  nuestra existencia. Oramos en cualquier momento y en el lugar que escojamos: al conducir el auto, estar escribiendo, mientras esperamos en la fila de un banco o, cuando estamos descansando. Orar a Dios, puerta para que algo especial ocurra en nuestra existencia y en la de quienes nos rodean.

 No podría despedirme sin antes, además de recomendarle desarrollar intimidad con Dios en oración, invitarlo para que reciba al Señor Jesús en su corazón. Puedo asegurle que es el comienzo del maravilloso camino hacia el crecimiento personal y espiritual que usted tanto ha anhelado. No desaproveche esa oportunidad. Hoy es el día para que le reciba como su Señor y Salvador.

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Un secreto para recibir abundantes bendiciones al orarene   18      de Fernando Alexis Jiménez 

Si buscamos a Dios en oración tenemos asegurado que lo imposible se hará posible y no solo que ocurrirán los milagros, sino que Dios nos bendecirá ricamente

Solamente tenía un dólar en su cuenta de ahorros. Para ser sinceros, Julie Cervera, no lo recordaba. Le tenía tan inquieta el hecho de que su chequera estuviera sobregirada y que fuera inminente el corte del servicio de televisión por cabe debido a la falta de pago, que no se inquietaba por centavos.

Sin embargo, su historia cambió en un abrir de ojos; de la noche a la mañana, como solemos repetir en Latinoamérica.

Esta viuda fue la ganadora de 23 millones de dólares de la Lotería de California que se jugó el 30 de mayo del 2012.

–Normalmente no me preocupo por los billetes de la lotería; es cierto, compré una fracción en el supermercado, pero jamás imaginé que lo ganaría…—dijo la mujer, quien ahora pagará sus deudas, comprará un buen par de zapatos y llevará sus hijos a Disneylandia.

Tardó más de cuatro meses darse en cuenta que había ganado y tal vez se hubiera quedado sin cobrar su premio si la administración de la lotería no hubiera revelado datos de la persona que compró el boleto.

Julie tiene 69 años de edad que ha adoptado a dos niños con requerimientos especiales de 5 y 9 años.

En mayo, Julie y su hija Charlina, de 29 años de edad, fueron de Victorville a Palmdale a visitar a un familiar. Al regreso Charlina se sentía mal y le pidió a su madre que parara en una tienda para comprar agua. Julie se quedó en el carro y le encargó a su hija que comprara un boleto de la lotería. Charlina dijo que no quería hacer el mandado, pero le

obedeció a su madre. Charlina le dio el boleto en el vehículo y Julie lo puso en la consola, en donde permaneció el momento en que lo buscó afanosamente para comprobar el número.

Aún quedan alrededor de 20 millones de dólares en premios que no han sido reclamados.

¿Le sorprendió esta historia? A mí también y sin duda, a infinidad de personas que la leyeron en los diarios, aun cuando son muy contadas—yo diría poquísimas—las veces en que alguien se gana de esta manera una lotería. Recuerde que no son los juegos de azar los que nos proveen riquezas, sino Dios que nos ama y quiere lo mejor para nosotros (Cf. Proverbios 10:22)

Rico, famoso y próspero…

¿Leyó alguna vez la historia de la lámpara mágica de Aladino? Esta historia se atribuye a un autor árabe aun cuando el escenario donde se desarrolla es una ciudad de China.

Recuerde que el joven, en uno de los momentos más críticos de su vida, halló una lámpara maravillosa en la que un genio concedía todo con sólo pedírselo. Y es con la ayuda de este genio que termina casándose con la princesa Badrulbudur. ¡Un cuento con un final feliz, pero cuento al fin!

Sin embargo, en la historia de la humanidad sí hubo un hombre al que le dijeron: “Pide lo que quieras y te lo daré”. Guardando las proporciones podríamos decir que se ganó la lotería sin comprarla.

Se trata del rey Salomón. Su secreto para ser abundantemente bendecido y prosperado por Dios, fue su fidelidad al Señor. Dice el libro de los triunfadores, la Biblia, que “Salomón, hijo de David, tomó firme control de su reino porque el Señor su Dios estaba con él y lo hizo muy poderoso.”(2 Crónicas 1: 1. Nueva Traducción Viviente)

El hecho de caminar de la mano del Padre celestial, conforme a Su voluntad y siguiendo Sus preceptos, le aseguró al rey israelita la victoria donde quiera que iba. Todo cuanto hacía era prosperado.

Una maravillosa oportunidad

El rey Salomón era un hombre muy ocupado. Un ejecutivo de nuestra época. Un gobernante con la agenda apretada. Alrededor tenía multitud de consejeros. Personas que le mantenían informado de cómo iba el reino, las relaciones exteriores con otros países, de la economía de la nación… Y, tantas y tantas cosas. Difíciles de procesar para un solo hombre. Pese a ello, con todo y el cúmulo de ocupaciones que arrastraba diariamente, el rey Salomón sacaba tiempo para orar y encomendar sus planes y proyectos en manos de Dios.

Cuando asume la tarea de ejercer gobierno pleno sobre Israel, se vio confrontado con un enorme reto. Por eso, apenas tuvo oportunidad, revisó qué hacer y comprobó que la tarea era enorme.

Dios conocía su corazón. La preocupación de Salomón por hacerlo todo bien, con excelencia, para honrarlo a Él. Por ese motivo, en un encuentro que tuvo el monarca con el Señor: “Allí, frente al tabernáculo, Salomón subió hasta el altar de bronce en la presencia del Señor y sacrificó sobre el altar mil ofrendas quemadas.Esa noche Dios se le apareció a Salomón y dijo:—¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré!”(2 Crónicas 1:6, 7. Nueva Traducción Viviente)

Pregúntese: ¿Qué haría usted si Dios le diera esa oportunidad?¿Acaso mayor crecimiento personal y espiritual?¿Experimentar cambios en el trato con su esposa e hijos?¿Un mejor empleo?¿Un auto nuevo, tal vez? Piénselo detenidamente.

¿Ya lo hizo? Entonces enumere las respuestas en orden de importancia. ¿Ya lo hizo? Ahora, detenidamente, evaluando cada línea, compruebe qué es lo que hay en su corazón.

Es probable que el asunto esencial esté allí: ¿Revisar qué le pedimos a Dios?¿Cuál es nuestra motivación?¿Deseamos honrarle o simplemente satisfacer nuestras necesidades?

Un corazón dispuesto para Dios

¿Necesita un milagro? Hoy es el día oportuno. Baste que clame a Dios. Él responderá con poder.

Cuando nuestro corazón está dispuesto para Dios, procuramos hacer la voluntad del Señor. No hay ambición, no hay afán de figuración, no deseamos la gloria; anhelamos que toda la gloria sea para Él.

Continúa relatando el libro que: “Salomón le contestó a Dios: —Tú mostraste fiel amor a David, mi padre, y ahora me has hecho rey en su lugar. Oh Señor Dios, ¡te ruego que sigas manteniendo la promesa que le hiciste a David mi padre, pues me has hecho rey sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra! Dame la sabiduría y el conocimiento para guiarlo correctamente, porque, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo? Dios le dijo a Salomón: —Por cuanto tu mayor deseo es ayudar a tu pueblo, y no pediste abundancia ni riquezas ni fama ni siquiera la muerte de tus enemigos o una larga vida, sino que has pedido sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo como es debido,  ciertamente te daré la sabiduría y el conocimiento que pediste.  ¡Pero también te daré abundancia, riquezas y fama como nunca las tuvo ningún otro rey antes que tú y como ninguno las tendrá en el futuro!”(2 Crónicas 1: 8-12. Nueva Traducción Viviente)

Si usted ama a Dios y es fiel a Él, sin duda le concederá todas las peticiones de su corazón (Cf. Salmo 37:4)

Es cierto necesitamos provisión, dones y talentos para desarrollar la obra del Reino; pero todo cuanto recibamos, es para ¡honrarle a Él! Dios debe ser exaltado.

Puedo asegurarle que si estamos en el centro mismo de la voluntad del Señor, Él nos dará lo que pidamos. Él conoce nuestro corazón y sabe qué propósito oculto nos asiste.

¡Hoy es el día para entregar en manos de Dios todas sus peticiones! Él sabrá responder oportunamente porque sabe y puede hacerlo. Basta que su corazón esté dispuesto para Él. ¡No habrá límites!

A propósito: ¿Ya recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador? Es el mejor paso que podemos dar y del que jamás nos arrepentiremos, porque tomados de Su mano poderosa, emprendemos el maravilloso proceso de crecimiento espiritual y personal que tanto hemos anhelado. ¡No se arrepentirá!