¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

  • Upload
    lidia

  • View
    217

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    1/34

     Hispanic American Historical Review 87:1 doi 10.1215/00182168-2006-087

    Copyright 2007 by Duke University Press

    ¿Oligarquía o elites? Estructura y

    composición de las clases altas de la ciudad

    de Buenos Aires entre 1880 y 1930

    Leandro Losada

    De acuerdo a la visión clásica, Latinoamérica atraviesa en el último cuarto delsiglo XIX y las primeras décadas del siglo XX una transformación estructuraldefinida como modernización. Los rasgos más emblemáticos de esta moder-

    nización incluyen la incorporación definitiva de la región a la economía mundial

    capitalista, el ordenamiento de instituciones políticas que clausuran las con-

    flictivas décadas post-independientes, una ampliación política hacia regímenes

    republicanos y democráticos, urbanización, crecimiento demográfico e inmi-

    gración extranjera. Recurriendo a un trabajo pionero en la reflexión de estos

    problemas para el caso argentino, este período asiste a la transición de una

    sociedad tradicional a una sociedad de masas, cuyas más nítidas manifestacio-

    nes tuvieron como escenario privilegiado a la región litoral y en particular ala ciudad de Buenos Aires.1 Sin embargo, esta visión enfocada en los cambios

    estructurales de la sociedad argentina ha coexistido con otra imagen bastante

    extendida sobre los sectores dominantes de este período, que tendió a retratarlos

    como un reducido y homogéneo círculo social que durante gran parte de este

    arco temporal controló las riendas de la política y la economía y coincidió a su

     vez preponderantemente con las familias tradicionales de la sociedad. En esta

    caracterización, la idea de la dominación de una oligarquía indiferenciada es

    posiblemente la definición más distintiva.2

     Agradezco los comentarios y sugerencias de Eduardo Míguez a una versión preliminar de

    este art ículo. También aprecio las observaciones realizadas por los evaluadores anónimos de

    esta revista.

    1. Gino Germani, Política y sociedad en una época de transición: De la sociedad tradicional a

    la sociedad de masas  (Buenos Aires: Paidos, 1962).

    2. Esta caracterización se encuentra generalizada en textos emblemáticos de la

    corriente revisionista “crítica” de los años cincuenta y sesenta de la historia argentina, por

    ejemplo en Rodolfo Puiggrós, Historia crítica de los partidos políticos argentinos , 2 vols. (Buenos

     Aires: Hyspamérica, 1986), 1:133 –57. También late en versiones de divulgación más amplia

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    2/34

     44 HAHR / February / Losada

    El propósito de este trabajo es abordar la estructura y composición de las

    elites porteñas, buscando poner en juego el impacto que habrían tenido sobre

    ellas las transformaciones sociales, económicas y políticas que atraviesan a la

     Argentina (y en particular a la propia ciudad de Buenos Aires) entre 1880 y1930.

    Las caracterizaciones tradicionales de los sectores dominantes señaladas líneas

    arriba asumen presupuestos de distinta índole. Por un lado, mantienen que el

    poder económico (asociado a su vez con la gran propiedad de la tierra en la

    pampa húmeda, a causa de la orientación agroexportadora de la economía argen-

    tina en estos años) y el poder político (el control del Estado) son recíprocamente

    necesarios y están indisolublemente unidos en manos de un único sector social.

    Se plantea entonces un escaso reconocimiento a la autonomía de lo político, y

    se deriva y se propone, a su vez, una semblanza irracional o parasitaria de los

    mecanismos por los cuales esa clase dominante habría construido su posición

    gravitante en la economía, y de su carácter como actor económico. Es el control

    del Estado, y no del mercado, el que favorece la construcción de riqueza y poder

    económico a través del control de grandes propiedades agropecuarias; el poder

    político es un agente al servicio de los intereses de la clase económicamente

    dominante.3 

    En segundo lugar, estas caracterizaciones asocian mecánicamente función

     y posición en la sociedad, o en un sentido más amplio, poder, riqueza y prestigio.

    La dominación social (a través del ejercicio de la política, de la capacidad deinfluencia que otorga la riqueza, etc.) está en manos de la clase alta de la socie-

    dad, en referencia a aquellos que, sobre su posición objetiva, gozan de un plus

    adicional: cierta distinción social no sólo ante la sociedad en general sino tam-

    bién en el universo más definido de las elites porteñas. Por último, precisamente

    derivada de esta caracterización e implícitamente subyacente a ella, está la idea

    de que no se registrarían en el pináculo de la sociedad los efectos del proceso

    de modernización: antes que una pluralidad de elites derivada de la diversifi-

    cación y autonomización de las distintas dimensiones sociales que provoca la

    modernización, además de la recomposición esperable por el impacto de la inmi-gración masiva y de la movilidad social que definen a la Buenos Aires de estos

     y reciente, como el documental fílmico  La república perdida, estrenado poco después de

    la restauración democrática de 1983. No obstante, con otros énfasis aún, su influencia

    también está presente en cierta historiografía académica, como por ejemplo David Rock,

     El radicalismo argentino, 1890 – 1930 (Buenos Aires: Amorrortu, 1975), 14 –17, 36 –37;

    si bien más atenuada, aparece también en David Rock,  Argentina 1516 – 1987: Desde la

    colonización española hasta Raúl Alfonsín (Buenos Aires: Alianza, 1989), 206 –49.

    3. Obra probablemente emblemática en este sentido es Jacinto Oddone, La burguesía

    terrateniente argentina (Buenos Aires: Ediciones Populares Argentinas, 1956).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    3/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires  45

    años, encontraríamos entonces una estática, homogénea y polifuncional clasedominante.4 

    La renovación historiográfica que comenzó a operarse en la Argentinadesde los años 1970 revisó y refutó en gran medida esta visión tradicional delos sectores dominantes y a partir de ello, repensó las categorías desde las cualesdefinirlos.5 Por ejemplo, Natalio Botana circunscribió el concepto de oligarquía para referirse a la clase política hegemónica desde 1880, año que precisamenterepresenta la consolidación de la unidad política argentina y del Estado nacio-nal al sofocarse la sublevación de la provincia de Buenos Aires. El corolario deeste triunfo nacional fue la conversión de la hasta entonces capital provincial deBuenos Aires en capital federal de la República. La hegemonía oligárquica duró

    hasta la reforma electoral de 1912, que estableció el sufragio secreto, obligato-rio y universal para la población masculina. Las primeras elecciones presiden-ciales desenvueltas con la nueva ley en 1916 llevaron al gobierno a la UniónCívica Radical, el partido de oposición más significativo al “orden conserva-dor” de 1880 –1916. La oligarquía, según Botana, entonces es una clase políticacon resortes propios de poder — el control del Estado Nacional — , no necesa-riamente atravesada por el consenso, y que no se confunde estrictamente con laelite económico-social en un sentido más amplio ni se extiende para definir lascaracterísticas de un grupo social.6 

     Asimismo, una extensa y rica corriente historiográfica inscripta en pro-blemas de historia económica ha logrado demostrar que el perfil de los gruposeconómicamente dominantes hacia el último cuarto del siglo XIX se sostienesobre ejes nítidamente opuestos a los que afirmaban las señaladas visiones tradi-cionales, tanto en las modalidades de tenencia de la tierra, como por alentar unaimportante innovación técnica y tecnológica. A pesar de que postulan carac-terizaciones claramente contrapuestas, trabajos como los de Jorge Sábato sobrela “clase dominante” o los más recientes de Roy Hora sobre la “burguesía ter-rateniente” coinciden en última instancia en destacar la racionalidad económica

    de esos actores, como circunscribir dichas categorías a una dimensión tambiénestrictamente económica. El trabajo de Hora, en especial, plantea los problemas

    4. Sobre la inmigración, ver Fernando Devoto, Historia de la inmigración en la Argentina (Buenos Aires: Sudamericana, 2003). Sobre los cambios en la sociedad, ver EduardoZimmermann, “La sociedad entre 1870 y 1914”, en Academia Nacional de la Historia,

     Nueva historia de la nación Argentina, 6 vols. (Buenos Aires: Planeta, 2000), 4:133 –59.5. Estudios pioneros en ese sentido son los contenidos en Torcuato Di Tella and Tulio

    Halperin, comps., Los fragmentos del poder: De la oligarquía a la poliarquía argentina (Buenos Aires: Jorge Álvarez, 1969).

    6. Natalio Botana, El orden conservador  (Buenos Aires: Sudamericana, 1994), 71 –79.

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    4/34

     46 HAHR / February / Losada

    que habría tenido la elite económica en otras esferas, como la política.7 Análisis

    relativamente recientes de Halperin, a su vez, ofrecen importantes aportes para

    devolver matices al retrato de los sectores dominantes de la Argentina a lo largo

    del siglo XIX y en el cambio hacia el XX. En sus reflexiones sobre las complejas

     y no necesariamente armónicas relaciones que vincularon a los círculos gravi-

    tantes en la economía, la política y las ideas, Halperin ha tendido a hablar más

    de “elite s ” que de una única o indivisa “elite”.8

    El concepto elite tiene una potencialidad significativa, quizá de manera

    paradójica, en la pluralidad de connotaciones con que fue vertido desde la

    llamada teoría de las elites. En particular, los distintos sentidos que Vilfredo

    Pareto dio a este concepto permiten emplearlo de varias maneras. Por un lado,

    se puede aplicar a una minoría selecta que conduce a la sociedad — una elite

    social en un sentido amplio, polifuncional o multi-implantada — . Este sentido

    supone una concepción de la estratificación social cercana al modelo de las

    llamadas sociedades tradicionales, en tanto contrapone esa minoría a una vasta

    mayoría indiferenciada.9 Por otro lado, el término puede aplicarse a los círculos

    sociales en posiciones de superioridad en las varias dimensiones de la sociedad

    (política, económica, cultural, etc.).10 Este último sentido ha sido revalorizado

    7. Jorge Sábato, La clase dominante en la Argentina moderna: Formación y características  

    (Buenos Aires: CISEA / Imago Mundi, 1991); Roy Hora, Los terratenientes de la pampa

    argentina: Una historia social y política, 1860 – 1945 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2002). Un

    acercamiento a los debates de la historia económica del período se encuentra en Eduardo

     Míguez, “La expansión de la pampa húmeda (1850 –1914): Tendencia recientes de su análisis

    histórico”, Anuario IEHS  1 (1986); Hilda Sabato, “Estructura productiva e ineficiencia del

    agro pampeano, 1850 –1890: Un siglo de historia en debate”, en La problemática agraria, 3 

     vols., ed. Marta Bonaudo y Alfredo Pucciarelli (Buenos Aires: CEAL, 1993), 3:7 –49.

    8. Para ser precisos, estas semblanzas reconocen también una evolución a lo largo de

    la obra de Halperin: esto es, de una diferenciación entre “administradores” y “dueños” del

    poder, a una más nítida distinción entre poder político y riqueza o poder económico; Tulio

    Halperin, Revolución y guerra: Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla (México:

    Siglo XXI, 1972); Tulio Halperin, “La expansión ganadera en la campaña de Buenos Aires

    (1810 –1852)”, Desarrollo Económico 3, no 1 –2 (abr. – sep. 1963); Tulio Halperin, “Clase

    terrateniente y poder político”, Cuadernos de Historia Regional  (Universidad Nacional de

    Luján) 15 (1992).

    9. Sobre el modelo de estratificación social en una “sociedad tradicional” ver Germani,

     Política y sociedad , 116 –26.

    10. Vilfredo Pareto, The Rise and Fall of Elites: An Application of Theoretical Sociology  

    (Piscataway, NJ: Transaction, 2000), 1 –22; Vilfredo Pareto, Forma y equilibrio sociales

    (Extracto del Tratado de Sociología General ) (México: Alianza, 1980), 63 –72. Si bien Gaetano

     Mosca y Pareto son los considerados padres de la teoría de las elites, es Pareto el primero en

    utilizar sistemáticamente el concepto elite. Mosca, más definidamente inscripto en el

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    5/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires  47

    por distintas corrientes de investigación, no sólo historiográficas sino también

    sociológicas (tanto los enfoques constructivistas como los estructural-funciona-

    listas), para captar la pluralidad y complejidad de las altas esferas de la sociedad

     y pensar los matices que recubren a las relaciones entre posición social y domi-

    nación social.11 

     A pesar de estos sugestivos y atractivos lineamientos, no abundan los traba-

     jos historiográficos para el puente del siglo XIX al siglo XX que recuperen estas

    contribuciones con un acercamiento amplio y de conjunto, y más propiamente

    orientado a indagar en la composición y estructura de los sectores dominantes

    de la ciudad de Buenos Aires en el contexto de la modernización. Para buscar

    antecedentes de este tipo de aproximación, deberíamos remontarnos a los tra-

    bajos que realizó el sociólogo José L. de Imaz en los años 1950 y 1960 siguiendo

    los entonces contemporáneos estudios del sociólogo Gino Germani, aunque no

    encontramos una sólida línea de investigaciones que los hayan continuado.12 Sin

    dudas, desde entonces han aparecido valiosos trabajos para la ciudad de Bue-

    nos Aires que, desde una aproximación metodológica similar a la desarrollada

    aquí — la prosopografía — ofrecen aportes relevantes. Sin embargo, se concen-

    tran sobre sectores o grupos más específicos (por ejemplo, la clase política, la

    elite económico-social o clubes sociales como el Jockey Club).13

    llamado neomaquiavelismo en teoría política, aún habla en su trabajo clásico de clase

     política. Cfr. Gaetano Mosca, La clase política (México: FCE, 1998).

    11. Cfr. Tom B. Bottomore, Minorías selectas y sociedad  (Madrid: Gredos, 1965); Harold

    Perkin, “The Recruitment of Elites in British Society since 1800”,  Journal of Social History 

    12 no 2 (invierno 1979); Monique de Saint Martin, “¿Reproducción o recomposición de

    las elites? Las elites administrativas, económicas y políticas en Francia”,  Anuario IEHS  

    16 (2001). Vale también agregar el clásico estudio de C. Wright Mills, quien reutilizó el

    concepto de elite desde una sensibilidad distinta a la de la original teoría de las elites; esto es,

    para un análisis crítico de los grupos de poder; C. Wright Mills, La elite del poder  (México:

    Fondo de Cultura Económica, 1957).

    12. José Luis de Imaz, La clase alta de Buenos Aires  (Buenos Aires: Investigaciones y

     Trabajos del Instituto de Sociología, 1959); José Luis de Imaz, Los que mandan (Buenos

     Aires: Eudeba, 1964). Una recuperación de las reflexiones de Imaz para una apreciación

    concisa y global se encuentra en Manuel Mora y Araujo, “Viejas y nuevas elites”, en Buenos

     Aires: Historia de cuatro siglos , 2 vols., ed. José Luis Romero y Luis A. Romero (Buenos Aires:

     Abril, 1983), 2:255 –63.

    13. Darío Cantón, “El parlamento argentino en épocas de cambio: 1889 –1916 –1946”, 

    Desarrollo Económico 4, no 13 (abr. – jun. 1964); Thomas More Edsall, “Elites, Oligarchies, and

     Aristocrats: The Jockey Club of Buenos Aires and the Argentine Upper Classes, 1920 –1940”

    (tesis de doctorado, Tulane Univ., 1999); Francis Korn, “La gente distinguida” en Romero y

    Romero, Buenos Aires 2:45 –55; Peter H. Smith, Argentina and the Failure of Democracy: Conflict

    among Political Elites, 1904 – 1955 (Madison: Univ. of Wisconsin Press, 1974).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    6/34

     48 HAHR / February / Losada

    En consecuencia, aparece un significativo interrogante al acercarse a las

    altas esferas de la sociedad porteña del período 1880 –1930: ¿debemos referirnos

    a un universo social relativamente homogéneo, y desde allí, a una elite unívoca

    e indivisa que conjuga o controla los distintos ejes que hacen a una posición

    de prioridad social (poder político, riqueza, prestigio, etc.); o, en cambio, ¿se

    delinea un panorama más variado, correspondiente a la existencia de elites espe-

    cíficas para cada dimensión social?

    Para contestar a esta pregunta, aquí se emprende un trabajo prosopográfico

    estructurado sobre un conjunto de variables consideradas significativas para ocu-

    par una posición de gravitación: poder político, riqueza, prestigio social, “saber”

    (o capital cultural) y orígenes familiares. Así, se han conjugado variables ocupa-

    cionales (a falta de un término más apropiado, en tanto es impreciso establecer

    hasta qué punto la participación en determinada esfera de la sociedad implica,

    recurriendo a Weber, sino un “vivir de”, sí al menos un “vivir para” a comienzos

    del período) y otras más propiamente simbólicas (como el prestigio).14 El análi-

    sis se realizó sobre una muestra aleatoria sistemática de 347 individuos, distri-

    buida en tres cortes temporales (1885, 1905 y 1925). Estos individuos cayeron

    en al menos uno de los siguientes grupos: políticos, directivos de corporaciones

    económicas (de aquí en más, DCE), directivos de clubes sociales (en adelante,

    DCS) y profesores universitarios.

    Las variables se definieron sobre los siguientes indicadores:

    •  Poder político: desempeño de cargos en los tres poderes del estado

    (ejecutivo, legislativo y judicial) en el nivel jurisdiccional nacional,

    provincial (no sólo provincia de Buenos Aires) o municipal (ciudad de

    Buenos Aires).•  Riqueza: membresía a corporaciones económicas (Sociedad Rural, Bolsa

    de Comercio, Club Industrial, Unión Industrial), vinculación a grupos

    familiares terratenientes de más de 10.000 hectáreas en la provincia de

    Buenos Aires, accionista o socio de entidades, compañías y sociedades

    agropecuarias, industriales, de transporte y ferrocarriles, financieras y

    comerciales.•  Prestigio: membresía a clubes sociales distinguidos (Club del Progreso,

     Jockey Club y Círculo de Armas).•  Saber : ser docente, académico o autoridad de la Universidad de Buenos

     Aires.

    14. La distinción de Weber en Economía y sociedad  (México: Fondo de Cultura

    Económica,1992

    ),1066

     –68

    .

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    7/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires  49

    •  Orígenes familiares : procedencia espacial y antigüedad de orígenesfamiliares patrilineales.

    En segundo lugar, los indicadores para la selección de los casos de la muestrafueron:

    •  Políticos : integrantes de los gabinetes nacionales de ministros, ydiputados y senadores nacionales por la Capital Federal y la provincia deBuenos Aires.

    •  Directivos de corporaciones económicas : dirigentes de la Sociedad Rural,Bolsa de Comercio, Unión Industrial Argentina, entidades financieras,

    comerciales y de servicios, y terratenientes.•  Directivos de clubes sociales : dirigentes del Jockey Club y del Club delProgreso.

    •  Profesores universitarios : docentes y autoridades de la Universidad deBuenos Aires.

    La naturaleza de la sociedad argentina de aquella época delimitaba en granmedida la vida pública a los hombres; por este motivo la muestra emerge de ununiverso exclusivamente masculino.

    La muestra incluye entonces 136 directivos de clubes sociales, 94 directi- vos de corporaciones económicas, 63 políticos y 54 profesores universitarios.Se obtuvo información para el 87 por ciento de ellos. Es importante subrayarque la diferencia en el número de casos en cada grupo “ocupacional” no implicasesgos en los resultados obtenidos. Metodológicamente fueron entendidos comodiferentes categorías de análisis para abordar un universo social consideradoformalmente común en principio (las altas capas porteñas), y no como grupossociales históricamente existentes. Avanzar en este sentido es un resultado posi-ble, pero no un punto de partida.15 El objetivo perseguido con la reconstrucciónprosopográfica, por lo tanto, es averiguar hasta qué punto los participantes en

    cada esfera social (la política, la vida económica, la sociabilidad distinguida yla vida universitaria) también participaron (o no) en aquellas otras dimensio-nes distintas a las de su vía de ingreso a la muestra. También se comparan losparticipantes en cada esfera a estudiar en cuanto a sus orígenes familiares. Aún

    15. Para mayores precisiones sobre la construcción metodológica de la muestra,criterios de definición de indicadores y variables, fuentes utilizadas y listado de casos, verLeandro Losada, “Distinción y legitimidad: Esplendor y ocaso de la elite social en la Buenos

     Aires de la ‘Belle Époque’ ” (tesis de doctorado, Univ. Nacional del Centro de la Provinciade Buenos Aires, 2005), apéndice.

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    8/34

    50 HAHR / February / Losada

    con las limitaciones explicativas intrínsecas de la prosopografía como opción

    metodológica, se sostiene que un acercamiento a las altas capas sociales porteñas

    desde diferentes vías de acceso y un análisis de su entrecruzamiento recíproco

    permiten obtener evidencias significativas sobre el grado de homogeneidad o

    heterogeneidad relativa en su composición y estructura, y su evolución a lo largo

    del período aquí considerado.16 Asimismo, este trabajo no sólo nos permitirá

    caracterizar el grado de unidad o diversidad de los sectores más encumbrados en

    los distintos campos, sino también obtener un panorama sobre la composición

    social de cada uno de dichos sectores.

    Poder político, prestigio social, riqueza y saber

    Un punto central, entonces, consiste en preguntarse si estamos frente a una

    elite, o varias , y cuándo es apreciable uno u otro rasgo. En este sentido, las carac-

    terísticas de los casos de nuestra muestra, el grado de uniformidad entre sus per-

    files sociales, y su evolución en el tiempo constituyen una valiosa vía de entrada

    al problema. Distintas preguntas se recortan para avanzar en esta dirección:

    ¿qué grado de superposición y de proximidad social existe entre nuestros casos?

    ¿puede identificarse un conjunto de individuos con actuaciones en múltiples

    esferas de la sociedad, o por el contrario, más definidamente volcados a determi-

    nadas dimensiones? ¿qué vínculos se delinean entre capitales socialmente gravi-tantes como el prestigio, el poder, el saber y la riqueza? ¿cómo evolucionan todos

    estos aspectos a lo largo del período?

    El cuadro 1 presenta el entrecruzamiento entre nuestros casos y desde allí

    la importancia relativa de las variables incluidas en el análisis. En un sentido

    horizontal se computa la actuación de las diferentes clases de casos en cada año,

    en las distintas variables consideradas. En un sentido vertical puede apreciarse

    la evolución de cada variable, para cada clase de casos. En “Total del período”

    se puede notar el peso relativo de cada variable para el total general de cada

    “tipo” de casos (es decir, de los tres años considerados). Es apreciable que en1885 una importante mayoría de nuestros casos proviene de un universo social

    relativamente común. Así, estaríamos frente a una elite relativamente homogé-

    nea y polifuncional, cuyos integrantes están socialmente próximos y conjugan

    diversos capitales gravitantes. En 1885, el poder político, el prestigio social y la

    riqueza se distribuyen en proporciones significativas y relativamente similares

    entre políticos, directivos de corporaciones económicas y directivos de clubes

    sociales. Casi la mitad de los DCS ocupan cargos políticos y prácticamente todos

    16. Lawrence Stone, “Prosopografía”, en El pasado y el presente (México: FCE, 1986).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    9/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires 51

    Cuadro 1. Perfiles y actuaciones sociales de directivos de clubes sociales,

    directivos de corporaciones económicas, políticos y profesores universitarios.

      Poder políticoa  Prestigio social Riqueza Saber 

      Total N o  % Total N o  % N o  % N o  %

    1885

    DCS 33 16  48,5 31 — 30  96,8 7  22,6

    DCE 30 10  33,3 24 15  62,5 — 1  4,2

    Políticos — b  19 13  68,5 18  95,0 5  26,3

    Prof. univ. 16 5  31,2 15 5  33,3 8  53,4 —

    1905

    DCS 53 16  30,2 51 — 39  76,4 8  15,7

    DCE 30 6  20,0 20 11  55,0 — 4  20,0Políticos — 18 14  77,7 14  77,7 7  39,0

    Prof. univ. 20 9  45,0 19 12  63,1 10  52,7 —

    1925

    DCS 50 12  24,0 46 — 37  80,4 7  15,2

    DCE 34 6  17.6 24 17  70,9 — 2  8,3

    Políticos — 22 11  50,0 11  50,0 6  27,3

    Prof. univ. 18 3  16.7 15 7  46,6 2  13,4 —

    Total del período

    DCS 136 44  32,3 128 — 106  83,0 22  17,2

    DCE 94 22  23,4 68 43  63,2 — 7  10,3

    Políticos — 59 38  64,4 43  73,0 18  30,5Prof. univ. 54 17  31,5 49 24  49,0 20  48,0 —

    Fuentes: Cfr. Losada, Distinción y legitimidad , apéndice.

    Notas: La disparidad en la cantidad de casos por año y por “sector” surge del distinto

    grado de éxito en la recolección de información. Para los DCS se agrega un elemento

    puntual: las comisiones directivas del Jockey y del Club del Progreso se renovaban

    anualmente por mitades (así, se tomaron comisiones de dos períodos sucesivos: por

    ejemplo, para 1905, 1904 –5 y 1905 –6, y así seguido). De esta manera, una cantidad

     variable de individuos (por año y por club) podía integrar comisiones de dos períodos

    sucesivos distintos; a este tipo de casos, por supuesto, se los consideró sólo una vez.

    aLa variable poder político se computó sobre el total absoluto de cada tipo de casos, ya quelas fuentes utilizadas (listados completos para todo el período de gabinetes nacionales,

    poderes legislativos, etc.) permitieron concluir con seguridad si todos los casos tuvieron o

    no actuación en el campo político. Las restantes variables, en cambio, se computan sobre

    el total de casos para los cuales pudo reconstruirse su trayectoria biográfica (el 87% del

    total: 304 de 347).bLas rayas indican que los casos relacionados con una determinada variable no se

    computan en el análisis de esa variable, en tanto está implícito que todos ellos la

    reconocen en su trayectoria (políticos en poder político, y así seguido).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    10/34

    52 HAHR / February / Losada

    tienen una destacada posición económica, y los políticos demuestran esta misma

    característica en una parecida proporción (95 por ciento). Es similar también la

    proporción de DCE y de políticos con membresía en clubes sociales distingui-

    dos (62,5 y 68,5 por ciento, respectivamente).

    El único contraste relativamente significativo es que sólo un tercio de los

    DCE ocupa cargos políticos, en comparación con los DCS, de quienes casi la

    mitad participan en la esfera política. Aún así, son los profesores universitarios

    quienes menos próximos estarían, comparativamente, con el resto de la muestra

    si nos atenemos a los indicadores económico-sociales. Sólo un tercio de ellos

    son miembros de clubes sociales (contra el 65 por ciento promedio de los DCE

     y políticos), y sólo la mitad disfruta de un destacado status económico (contra

    prácticamente la totalidad de los DCS y los políticos). En este sentido, se obser-

     van interesantes contrastes entre este período y momentos anteriores del siglo

     XIX, como también cambios significativos a lo largo de este mismo arco tempo-

    ral. Veamos uno y otro punto con mayor detenimiento.

    Para el período en su conjunto, es posible identificar una más cercana rela-

    ción entre prestigio y riqueza, que entre prestigio, participación política y actu-

    ación académica. Por ejemplo, los directivos de clubes sociales, si se observan sus

    indicadores globales de los tres años incluidos en el análisis (“Total del período”

    del cuadro 1), se caracterizan con mayor conformidad por la riqueza que por

    la participación política o académica: el primer rasgo define al 83 por cientode ellos, mientras que los dos últimos, al 32,3 y 17 por ciento respectivamente.

    Entre los políticos y los profesores universitarios, la riqueza no es un atributo

    tan extendido como entre los DCS: para el total del período, dicha variable car-

    acteriza al 73 por ciento de los políticos (proporción que disminuye de un 95 por

    ciento en 1885 a un 50 por ciento en 1925) y al 40 por ciento de los profesores

    universitarios. De manera concomitante, la participación de los DCE en clubes

    distinguidos tiene índices más estables que la de los políticos o profesores uni-

     versitarios. O al menos, sus índices culminan en una tendencia de crecimiento

    (pasan de 55 a 70 por ciento entre 1905 y 1925), mientras que entre políticos yprofesores universitarios se reducen en este mismo lapso (de 77 a 50 por ciento,

     y de 63 a 46 por ciento, respectivamente). Al mismo tiempo, la proporción de

    DCE que ocupa cargos políticos — como sucedía también entre los DCS — no

    es muy significativa (23,4 por ciento para todo el período). Este es un indicador

    sugestivo si se considera que los casos incluidos en nuestra muestra son indi-

     viduos de alta posición económica con una importante figuración social al estar

    al frente de corporaciones o entidades económicas.

    La interrelación entre prestigio, poder, riqueza y saber que se desprende de

    estos índices, entonces, sugiere un cambio interesante respecto de la que carac-

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    11/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires 53

    terizara a la Buenos Aires de mediados de siglo XIX. Por entonces, como ha

    demostrado Pilar González Bernaldo, la actuación política, el perfil intelectual

     y la gravitación económica eran ejes con un peso relativamente similar en la

    alta sociedad porteña, aunque paulatinamente la riqueza y el poder económico

    comenzaran a adquirir mayor relevancia.17 Estos cambios tienen una sugestiva

    expresión en el propio campo de la alta sociabilidad. Es interesante que junto al

    Club del Progreso — centro social creado en 1852, emblema de la Buenos Aires

    “gran aldea” anterior a las grandes transformaciones sociales del fin de siglo, y

    en cuyo perfil fundacional la dimensión política había tenido una gravitación

    relevante — encontremos al Jockey Club, fundado en 1882 y símbolo para el

    caso porteño de un proceso de “aristocratización” y refinamiento de conductas

     y consumos alentado por la belle époque de preguerra (como lo figura su móvil

    inicial, el aliento a la cría de caballos de carrera), una tendencia por lo demás

    extendida entre las burguesías de occidente de entonces.18 Así, si se desagrega la

    membresía a uno y otro club entre nuestros casos, se aprecia que la pertenencia

    al Jockey es mayoritaria en todos ellos, lo cual refleja su afirmación institucional

    en este período. Pero a su vez, su preeminencia es equilibrada entre políticos y

    profesores universitarios y más acentuada entre los directivos de corporaciones

    económicas. El 47,5 por ciento de los políticos se afilian al Jockey y un 40,7 

    por ciento al Progreso; entre los profesores universitarios, las cifras son 32,7 y

    un 26,6 respectivamente. En cambio, el 51,5 por ciento de los DCE son sociosdel Jockey pero sólo el 23,5 lo son del Progreso. Paralelamente, la actuación

    económica es un rasgo más preponderante entre los círculos directivos del

     Jockey que entre los del Progreso: alcanza a un 93 por ciento de los primeros y

    a un 65 por ciento de los segundos. Mientras que la actuación política, menos

    significativa en ambos grupos, es ligeramente mayor entre los del Progreso (38 

    por ciento) que entre los del Jockey (31 por ciento).19

    En suma, los casos de nuestra muestra que pertenecen al club social que

    nace y se consolida en este período (el Jockey Club) reflejan la relación entre

    prestigio y riqueza que se afirma en estos años. Agreguemos que es sintomático

    17. Pilar González Bernaldo de Quirós, Civilidad y política en los orígenes de la Nación

     Argentina: Las sociabilidades en Buenos Aires, 1829 – 1862 (Buenos Aires: FCE, 2001), 257 –61.

    18. González Bernaldo, Civilidad y política, 261 –64; Edsall, “Elites”; Korn, “La gente

    distinguida”; Jorge Newton y Lily Sosa de Newton, Historia del Jockey Club (Buenos Aires:

    La Nación, 1966).

    19. Al respecto, ver Leandro Losada, “La elite social de Buenos Aires. Perfiles y

    trayectorias sociales en una perspectiva comparada: El Jockey Club y el Club del Progreso

    (1880 –1930)”, en Familias, negocios y poder en América Latina, comp. Luz Marina Morales

    (Puebla, México: Dirección General de Fomento Editorial de la Benemérita Universidad

     Autónoma de Puebla, en prensa).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    12/34

    54 HAHR / February / Losada

    de los cambios que atraviesan a la construcción de prestigio social en el cambio

    de siglo, que la pertenencia al Jockey aparezca como un capital más valioso que

    la membresía al Progreso para acceder a la entidad más exclusiva de la ciudad, el

    Círculo de Armas. Esta sociedad, creada en 1885, a diferencia del Progreso y del

     Jockey, estableció un tope máximo de socios (400).20 Entre nuestros políticos,

    académicos y directivos de corporaciones económicas se identifican 44 socios

    del Círculo de Armas. Sólo 2 lo son además del Club del Progreso. Un tercio

    (15) son conjuntamente socio del Jockey y del Club del Progreso. Y más de la

    mitad (25) son socios del Jockey pero no del Progreso (los dos casos restantes

    de los 44 habrían sido sólo socios del Círculo de Armas — no pudo consignarse

    que fueran miembros del Progreso o del Jockey — ). De igual manera, más de la

    mitad de los directivos del Jockey de nuestra muestra son socios del Círculo de

     Armas (45 sobre 80), mientras entre los directivos del Progreso sólo lo son un 18 

    por ciento (10 de 56).21

    Por lo tanto, la cercana relación entre gravitación económica y gravitación

    social que se vislumbra en nuestra muestra se recorta como un signo de las hue-

    llas que provoca la consolidación de una economía capitalista en la estratifi-

    cación social, y sobre ello, en el perfil de las altas capas porteñas en comparación

    con las características de este mismo segmento social a mediados del siglo XIX.

    Este proceso, delineado ya desde el tercer cuarto del siglo XIX, se afirma en sus

    dos últimas décadas gracias a la integración territorial del país favorecida por lascampañas de apropiación de tierras hasta entonces ocupadas por indígenas, la

    normalización político-institucional alcanzada en 1880 (unidad política y con-

    solidación del Estado Nacional) y la apertura a capitales y obreros extranjeros

    que aparejarán una modernización y complejización de la estructura económica

    argentina y su definitiva incorporación a la economía mundial como exporta-

    dor de materias primas agropecuarias.22 Resulta de interés, entonces, acercarse

    20. Círculo de Armas, En el centenario de su fundación (Buenos Aires, 1985).

    21. Se ve aquí también la mayor cercanía entre prestigio y riqueza que entre prestigio

     y política: si el peso relativo de los socios del Círculo de Armas, para todo el período, es

    mayor entre los políticos que entre los DCE (28,6 y 19,1 por ciento, respectivamente), su

    evolución es inversa: los 18 políticos socios del círculo se distribuyen en 4 (1885), 10 (1905)

     y 4 (1925); los DCE, en tanto, en 3 (1885), 6 (1905) y 9 (1925). Los bajos índices del primer

    año son esperables, teniendo en cuenta el reciente origen de la institución por entonces. Por

    lo demás, las ponderaciones relativas a las membresías recuerdan los escalonamientos entre

    los clubes de alta sociedad (producidos por el grado en que facilitaran o no el acceso a otras

    entidades de mayor exclusividad o prestigio), señalados para la costa este norteamericana

    de este mismo período. E. Digby Baltzell, Philadelphia Gentlemen: The Making of a National

    Upper Class  (Chicago: Quadrangle, 1971), 335 –63.

    22. Roberto Cortés Conde, El progreso argentino: 1880 – 1914 (Buenos Aires:

    Sudamericana, 1979).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    13/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires 55

    más detenidamente al vínculo entre riqueza y posición social a lo largo de este

    período.

     Al respecto, una pregunta clave es la relación entre la propiedad de la tierra

     y el status económico, teniendo en cuenta que por la orientación agroexporta-

    dora de la economía argentina, constituiría un importante eje de riqueza y poder

    económico, así como de prestigio social.23 Su incidencia es efectivamente alta:

    del total de casos con participación en el campo económico (169, excluidos los

    DCE, para evitar sobrerrepresentaciones), un 78 por ciento de ellos (133) son

    terratenientes, o en su defecto, pertenecen o provienen de familias terratenien-

    tes de la pampa húmeda. Se distribuyen también de una manera bastante regular

    a través del t iempo: son 48 casos en 1885, 44 en 1905 y 41 en 1925. Entre ellos

    se cuentan apellidos vinculados a la “vanguardia” terrateniente que avanzó en la

    complejización de las actividades productivas en el agro pampeano del cambio

    de siglo: Anchorena, Bosch, Casares, Casey, Cobo, Leloir, Luro, Martínez de

    Hoz, Santamarina (significativamente, todos presentes en las comisiones direc-

    tivas de los clubes distinguidos de la ciudad).24 Con todo, detrás de este índice

    pueden vislumbrarse también los cambios que atravesaron a la propiedad de la

    tierra y a su lugar, sino como signo de prestigio social y de riqueza, sí en exitosas

    trayectorias en el mundo de los negocios.

     Ante todo, nuestra muestra devela la importante movilidad de la tierra en

    el cambio de siglo, reflejo de la consolidación plena de un mercado de tierras (apesar del encarecimiento que implicó el agotamiento de la “frontera abierta”

    hacia mediados de los años 1910) y de la huella de las sucesiones patrimonia-

    les. En 1885, pueden identificarse 24 casos pertenecientes a grupos familiares

    propietarios de más de 10.000 ha en la provincia de Buenos Aires.25 De ellos,

    11 pertenecen a ese selecto grupo entre 1890 y 1900 pero no lo son a fines del

    período, hacia 1920 / 1930. Los otros 13 lo integran a lo largo de todo este arco

    temporal, entre 1880 y1930. De los 24 casos de 1885, entonces, ninguno es parte

    23. Como se ha mencionado líneas arriba, la historiografía tradicional ha identificado

    al poder y a la elite con la gran propiedad rural. Aunque estas asociaciones se han matizado,

    no hay dudas de que constituyó un eje importante. Al respecto, ver Hora,  Los terratenientes .

    24. Y con predominio del Jockey Club (sólo los Cobo son directivos del Club del

    Progreso). Estas ponderaciones se desprenden del cruzamiento de nuestra muestra con los

    integrantes de la vanguardia terrateniente ofrecido por Carmen Sesto en “El refinamiento

    del vacuno y la vanguardia terrateniente bonaerense, 1856 –1900”, Anuario IEHS  nº 14 

    (1999): anexo 1.

    25. Seguimos aquí la tabulación realizada por Adela Marta Harispuru, “Familia y gran

    propiedad rural en la provincia de Buenos Aires, 1880 –1930” (tesis de doctorado: Univ.

    Nacional de La Plata, 1986).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    14/34

    56 HAHR / February / Losada

    de los propietarios de más de 10.000 ha por haber logrado acumular esa cantidad

    de tierras a fines de nuestro período, entre 1920 y 1930. El panorama cambia al

     ver los casos de1925. En la muestra de ese año, tenemos 22 casos pertenecientes

    a familias terratenientes de más de 10.000 ha. Cinco lo son sólo a comienzos del

    período, entre 1890 y1900 (algo menos de la mitad de los casos de 1885). Otros 5 

    alcanzan esa categoría en 1920 / 30 (frente a ninguno que lo hubiera hecho entre

    los de 1885). Los restantes 12 se mantienen entre los grupos propietarios de más

    10.000 ha. tanto a comienzos como a fines de nuestro arco temporal. Es decir,

    aún cuando en uno y otro momento predominan los grupos propietarios que

    se mantienen por encima del umbral de las 10.000 ha. a principios y finales del

    período, una sugestiva proporción sólo lo habría sido en el contexto cercano a su

    año de pertenencia a nuestra muestra. Así, en 1925 cerca de la cuarta parte de los

    grandes grupos terratenientes observables en la muestra eran “nuevos” (habían

    superado las 10.000 ha. entre 1920 y 1930), mientras que alrededor del 45 por

    ciento (11 sobre 24) de los casos de 1885 fueron parte de los grupos terratenien-

    tes de más de 10.000 sólo por entonces, en el fin de siglo.

    Por otro lado, las trayectorias de algunos casos provenientes del final de

    nuestro período sugieren que su éxito se basó en una adaptación oportuna a las

    nuevas circunstancias de la economía argentina después de la primera guerra

    mundial, un escenario caracterizado por mayores dificultades relativas para

    el sector agropecuario (especialmente para la ganadería en los primeros años veinte), por la alteración del frente externo con la “relación triangular” con los

    Estados Unidos (convertido en principal acreedor e inversor) y Gran Bretaña

    (principal comprador), por el crecimiento de la importancia relativa del sector

    industrial en la economía nacional y por el desaceleramiento del ritmo de cre-

    cimiento.26 

    El caso de Vicente R. Casares (directivo del Jockey Club en 1925) puede ser

    ilustrativo al respecto. Vicente R. era hijo de un emblemático representante de

    la vanguardia terrateniente del cambio de siglo, Vicente L. Casares, fundador de

    la empresa agroindustrial La Martona y el primer exportador de trigo y mantecaa Inglaterra. Como grupo propietario de tierras, los Casares retienen un lugar

    nítidamente destacado a lo largo de todo nuestro arco temporal: poseen más de

    26. Lucas Llach y Pablo Gerchunoff, El ciclo de la ilusión y el desencanto (Buenos Aires:

     Ariel, 1998), caps. 1 y 2; Osvaldo Barsky y Jorge Gelman, Historia del agro argentino: Desde la

    conquista hasta fines del siglo XX  (Buenos Aires: Grijalbo Mondadori, 2001), 221 –59; Jorge G.

    Fodor y Arturo O’Connell, “La Argentina y la economía atlántica en la primera mitad del

    siglo XX”, Desarrollo Económico 13, no 49 (abr. – jun. 1973); Javier Villanueva, “El origen de la

    industrialización argentina”, Desarrollo Económico 12, no 47 (oct. – dic. 1972).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    15/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires 57

    75.000 ha en 1890 / 1900 y más de 100.000 en 1920 / 30. Sin embargo (a causa

    del aumento en el número de integrantes de la familia) el promedio por titular

    también se reduce: de 18.769 ha por titular en 1890 / 1900 a 7.176 ha por titular

    en 1920 / 1930.27 Indudablemente, este promedio más reducido es nítidamente

    significativo, teniendo en cuenta además la valorización de la propiedad de la

    tierra luego del agotamiento de la frontera abierta. No obstante, lo cierto es

    que la inscripción de Vicente R. en el mundo económico trasciende ya al sector

    agropecuario y a la empresa familiar de La Martona (de la que era director desde

    la muerte de su padre en 1910). Así fue, por ejemplo, también director de la

    Buenos Aires Compañía de Seguros, director de la empresa maderera del Chaco

    argentino La Forestal y miembro del directorio de YPF, la empresa petrolera

    estatal creada en 1922. Esta actuación muestra entonces una inscripción más

    decidida en nuevos sectores de la economía.28 

    En este sentido, la trayectoria de Vicente R. es la cara opuesta del destino

    de otros descendientes de la vanguardia terrateniente del cambio de siglo (así lo

    mostraría, después de todo, su exitosa inscripción social —directivo del Jockey

    Club — además de la propiamente económica). Estos otros, por diversas circun-

    stancias (una menor cantidad de propiedades que implicaba riesgos más sensibles

    de descapitalización frente al desprendimiento de tierras; las crecientes sumas

    de capital que exigían sucesivas reinversiones y las dificultades para incorporar

    nuevas superficies —costado negativo de la valorización de la tierra seguida alagotamiento de la frontera abierta — ; y la fragmentación que aparejarían las

    sucesiones patrimoniales) experimentaron un deterioro de su situación socio-

    económica en los años veinte y treinta, como lo ha planteado recientemente Roy

    Hora para el caso de la familia Senillosa.29 

     Todo esto sugiere, entonces, las dificultades que presentaba un capital fijo

    como la tierra frente a la necesidad de flexibilidad y al reacomodamiento de

    inversiones en respuesta a las transformaciones económicas consolidadas desde

    27. Harispuru, Familia y gran propiedad , 209 –18.

    28. La metodología aquí aplicada no permite concluir sobre la racionalidad detrás de

    estos cambios a lo largo del período: esto es, si suponen el cambio de un perfil económico (el

    propio de la burguesía terrateniente shumpeteriana de los 1890, como por ejemplo propone

    Carmen Sesto, comprometida con las actividades productivas en el agro pampeano, con una

    importante concentración de activos ), o la explicitación de una racionalidad poco novedosa

    para el período pos-1914 (de diversificación de activos motorizada, según Jorge F. Sábato,

    por una conducta especulativa — más que por una lógica tendencia a minimizar riesgos — ).

    29. Roy Hora, “La elite social argentina del siglo XIX: Algunas reflexiones a partir

    de la historia de la familia Senillosa”, Anuario IEHS  17 (2002); ver también Hora, Los

    terratenientes , 248 –67 y 289 –312.

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    16/34

    58 HAHR / February / Losada

    mediados de los años 1910. Y asimismo, marca que en la construcción de una

    posición social prestigiosa, la posesión de riqueza encuentra un gravitante eje

    adicional en su conjugación con aptitudes empresariales. En otras palabras, se

    desprende un perfil lejano al de los rentistas parasitarios que proponían inter-

    pretaciones como las citadas al comienzo de este artículo.

    Un segundo eje relevante desprendido de los índices del cuadro 1 es una

    apreciable diversificación y especialización de campos sociales provocadas por

    las transformaciones que recorren a la sociedad desde el último cuarto del siglo

     XIX.

    Las ponderaciones concernientes al lugar de la política y los políticos ofre-

    cen interesantes puntos de interés al respecto. Si durante el “orden conservador”

    extendido entre 1880 y1916 la política estaba en manos de “notables” (esto es, de

    individuos en posiciones gravitantes en la sociedad y la economía, como lo mues-

    tra el hecho de que un 95 por ciento de los políticos en 1885 tenía una destacada

    posición económica y casi el 70 por ciento pertenecía a la sociabilidad distin-

    guida) ello no debería conducir a afirmar que todos los “notables” eran políti-

    cos. Tradicionalmente se considera que la reforma electoral de 1912 y el cambio

    de régimen aparejado por el triunfo de la Unión Cívica Radical con Hipólito

     Yrigoyen en 1916 (partido que fue el nuevo oficialismo hasta el golpe de estado

    de 1930) marcan un hito en la vida política.30 No obstante, si acudimos a los índi-

    ces de nuestra muestra, vemos que en los años anteriores a este punto, el pesorelativo de los directivos de clubes sociales y de corporaciones económicas en la

    política se reduce de manera apreciable. Entre 1885 y 1905, los índices pasan de

    un 48 a un 30 por ciento, y de un 33 a un 20 por ciento, respectivamente. Con-

     viene reiterar que esto es especialmente sugestivo teniendo en cuenta que nues-

    tra muestra incluye casos con una importante figuración o gravitación pública,

    al ser personas que conducían los clubes distinguidos de la ciudad o importantes

    corporaciones o empresas. De esta manera, podría pensarse que estos indicado-

    res reflejan lo propuesto por Botana o Halperín: cómo una elite política en cierta

    medida específica, profesional o dotada de una importante autonomía sectorialse delinea tempranamente, de forma paralela a la organización institucional del

    estado (proceso que se consolida, según se dijo, en 1880), pero aún dentro de un

    universo relativamente homogéneo en su composición social que coincide con

    30. Sobre estas discusiones, cfr. Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la República posible

    a la República verdadera (Buenos Aires: Ariel, 1997); Paula Alonso, Entre la revolución y las

    urnas: Los orígenes de la Unión Cívica Radical y la política argentina en los años noventa (Buenos

     Aires: Sudamericana / Universidad de San Andrés, 2000); Ana Virginia Persello, El partido

    radical: Gobierno y oposición, 1916 – 1943 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2004).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    17/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires 59

    las altas esferas de la sociedad (esto es, entre individuos que conjugan en propor-

    ciones significativas poder, prestigio y riqueza).

     Algunos puntos adicionales pueden marcarse al respecto. Por un lado, en

    los políticos de la muestra se trasluce el recambio en los elencos políticos que

    también supuso 1880, al aparejar un desplazamiento de las elites políticas porte-

    ñas a favor de las del interior, nucleadas en el oficialismo establecido por enton-

    ces, el Roquismo (en alusión a Julio A. Roca, nativo de Tucumán y presidente de

    1880 a 1886 y de 1898 a 1904, figura señera del “orden conservador”). Sólo tres

    políticos de 1885 podrían vincularse con el Mitrismo (la tendencia identificada

    con Bartolomé Mitre, presidente entre 1862 y 1868 y la más emblemáticamente

    “porteña” en el contexto del ochenta).31 En segundo lugar, como ha planteado

    González Bernaldo (que ha demostrado desde la prosopografía la paulatina

    especificidad de lo político desde mediados del siglo XIX), la gravitación de la

    formación universitaria se puede considerar un satisfactorio indicador de la pro-

    fesionalización de la política, en tanto supone la necesidad de ciertos saberes

    especializados para desempeñarse en funciones de Estado.32 Teniendo esto en

    cuenta, quizá sea revelador apuntar que los políticos de la muestra manifiestan

    una actuación académica más alta que los DCS o los DCE (30, 17 y 10 por

    ciento, respectivamente) y que, recíprocamente, la actuación política de los pro-

    fesores universitarios alcanza un nivel próximo a la de los DCS y mayor a la de

    los DCE (31, 32 y 23 por ciento respectivamente). Esto último posiblementetraduzca la gravitación de la formación universitaria en el acceso a cargos públi-

    cos en un momento en que se diversifica y amplía el entramado institucional del

    Estado.33

    Hay que anotar, a su vez, que el cambio entre la alta sociedad y la política

     vislumbrado en comparación con los momentos anteriores del siglo XIX pudo

    estar influido por la relación indirecta que los espacios de la sociabilidad distin-

    guida buscaron establecer con el campo político a causa de que las rivalidades

    políticas habían ocasionado conflictos y fracturas en los clubes sociales durante

    la segunda mitad del siglo XIX.34 Por ejemplo, aunque los políticos habían sido

    31. Sobre estos desplazamientos, ver Ezequiel Gallo, “La consolidación del estado y

    la reforma política”, en Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia de la Argentina,

    4:511 –41.

    32. González Bernaldo, Civilidad y política, 124 –31, 266 –78.

    33. Eduardo Zimmermann, Los liberales reformistas: La cuestión social en la Argentina,

    1890 – 1916  (Buenos Aires: Sudamericana / Universidad de San Andrés, 1995).

    34. Lucía Gálvez, Club del Progreso: La sociedad, los hombres, las ideas. 1852 – 2000 

    (Buenos Aires, 1999); Jorge Myers, “Una revolución en las costumbres: Las nuevas formas

    de sociabilidad de la elite porteña, 1800-1860”, Fernando Devoto y Marta Madero, comps.,

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    18/34

    60 HAHR / February / Losada

    socios plenos del Jockey Club desde su creación, a comienzos del siglo XX el club

    modificó la condición de este tipo de socios, luego de que las disputas políticas

    incidieran en la elección de comisión directiva de 1902.35 Si bien los integrantes

    del poder ejecutivo nacional, los gobernadores provinciales, el intendente de

    Buenos Aires y los representantes y funcionarios diplomáticos eran reconocidos

    como miembros; y se otorgó la figura de socios transeúntes a diputados y sena-

    dores nacionales (quizás esto subyazca a que para 1905 aumente el porcentaje de

    políticos que pertenecen a clubes sociales con relación a 1885 de un 68 a un 77 

    por ciento), el club precisó que todos ellos no tenían “la facultad de deliberar en

    las asambleas de socios efectivos”.36

    Lo cierto es que el alejamiento de la política de individuos con gravitantes

    posiciones en la sociedad o la economía cobra la forma de una evolución paula-

    tina en nuestra muestra. No es una tendencia que necesariamente inaugure el

    punto de inflexión que suponen los años1912 –16, que corresponden a la reforma

    electoral y el triunfo radical. Aunque la participación política disminuye entre

    1905 y 1925 de 31 a 24 por ciento entre los DSC y de 20 a 17 por ciento entre los

    DCE, este descenso se suma a la reducción visible entre 1885 y 1905, lapso en

    el que la participación política de los DCS baja de un 49 por ciento a un 31 por

    ciento y en los DCE de un 33 por ciento a un 20 por ciento.37 Es muy posible,

    entonces, que esta tendencia se deba a la conjugación de los aspectos comenta-

    dos: la profesionalización de los políticos y — en menor medida — los esfuerzospara atenuar el impacto de la política en la alta sociabilidad.

    Con todo, vale igualmente subrayar que los cambios ocurridos a mediados

    de los años 1910 también jugaron un papel crucial en este distanciamiento. Si

    nos concentramos en los dirigentes del Jockey Club del año 1925, sus efectos se

     Historia de la vida privada en la Argentina, tomo 1, País antiguo: De la colonia a 1870 

    (Buenos Aires: Taurus, 1999), 111 –45.

    35. Leandro Losada, “La elite porteña y la política durante el ‘orden conservador’: Una

    mirada desde sus ámbitos de sociabilidad. El Jockey Club en el cambio de siglo del XIX al

     XX” (ponencia presentado en las III Jornadas Nacionales Espacio, Memoria e Identidad, 

    Univ. Nacional de Rosario, 2004).

    36. La Nación, “Notas sociales. Jockey Club”, 9 de sep. 1902.

    37. De manera significativa, en distintos observadores contemporáneos puede

    encontrarse la identificación de una línea de continuidad entre 1880 y 1916 para dar cuenta

    de un divorcio entre “gente distinguida” y política. Ver Osvaldo Saavedra, “Nuestros

    políticos”, en Revista Argentina de Ciencias Políticas , tomo 10 (1915); José Nicolás Matienzo,

     El gobierno representativo federal en la República Argentina (Madrid: América, 1917), 176 –77,

    320; Lucas Ayarragaray, “La actualidad política y sus perspectivas”, en Cuestiones y problemas

    argentinos contemporáneos  (Buenos Aires: J. Lajouane & Cía, 1930).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    19/34

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    20/34

    62 HAHR / February / Losada

    control del Estado (acudiendo una vez más a Weber, el fundamento último del

    poder en sociedades modernas). Esto, en consecuencia, devela los cambios que

    en la escena política provocó el contexto de mediados de los años 1910, que a su

     vez aparecen como la manifestación en ese campo de las transformaciones más

    amplias que recorrían por entonces a la sociedad.

    Esto último se aprecia volviendo la mirada hacia los políticos de la muestra.

    La proximidad social que podía plantearse entre los políticos de 1885 y los indi-

     viduos en posiciones gravitantes de la alta sociedad o de la economía, se atenúa

    de manera apreciable en el transcurro del tiempo, y paralelamente su carácter

    profesional o especializado se percibe más nítidamente. En 1925, sólo la mitad

    de los políticos de la muestra pertenecen a clubes sociales prestigiosos o tienen

    una gravitante posición socioeconómica. En cambio, en 1905 las tres cuartas

    partes de los políticos muestan ambos índices, y en 1885 casi el 70 por ciento de

    los políticos son a la vez miembros de clubes sociales y todos menos uno tienen

    una destacada posición económica. Otro indicador de la misma tendencia es el

    hecho de que una tercera parte de los políticos en 1925 no ejercen otra profesión

    que la carrera política, y casi todos comienzan su actuación a partir de la sanción

    de la reforma electoral (sólo 2 de los 25 políticos de este último año ocuparon

    cargos antes de 1912). Valga precisar que sus edades no habrían sido obstáculo

    para ello: el promedio de edad de los políticos de 1925 es de 47,7 años, lo cual

    indica que ya hacia mediados de la primera década del siglo XX habrían estadoen condiciones formales de ocupar cargos legislativos.41 

     Algo similar ocurre con los profesores universitarios: entre los casos de

    1925 también se observa que poco más de la mitad (8 sobre 15) no tienen ocu-

    paciones alternativas a las estrictamente académicas. En relación con 1905, se

     ve una disminución de la proporción que tiene participación destacada en la

    economía y en los clubes sociales (de 52 a 13 por ciento, y de 63 a 46 por ciento

    respectivamente).

    Por lo tanto, se intuye detrás de este conjunto de indicadores una apre-

    ciable recomposición social: una disminución con el transcurso del tiempo dela gravitación de individuos asociables a la alta sociedad o con destacada situ-

    ación económica tanto en el mundo político como en el mundo académico. Esto,

    como se verá en el siguiente apartado, se ratifica al detenerse en los orígenes

    familiares.

    41. Vale apuntar que nuestras ponderaciones encuentran importantes paralelismos con

    las trazadas por Peter Smith en su estudio sobre la cámara nacional de diputados. Como

    aquí se propone, plantea una significativa incidencia de la profesionalización de la política

    con anterioridad a 1916 (de acuerdo a las periodizaciones de Smith, los políticos

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    21/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires 63

    Orígenes familiares

    La consideración de los orígenes familiares permite avanzar sobre lo tratado enel apartado anterior, el grado de proximidad social entre los casos de la muestra.

     También es útil para analizar la recomposición que habría provocado la inmi-

    gración masiva y la movilidad social que experimentó la ciudad de Buenos Aires

    en este período. A tal efecto, en el cuadro 2 se presentan los índices relativos a

    los orígenes temporales y espaciales patrilineales de las familias de los miembros

    de cada categoría en los tres cortes de la muestra.

    En 1885, esta variable confirmaría lo que señalamos arriba: una apreciable

    cercanía o proximidad social entre la gran mayoría de los casos, no sólo ya por

    sus trayectorias personales, sino también entonces por sus procedencias famili-ares. Así lo prueba la preponderancia (66 por ciento) de los casos que provienen

    de un universo social que, por antigüedad de orígenes patrilineales, podemos

    llamar “las familias tradicionales”. Se puede argumentar que el declive en la

    proporción de casos con orígenes de temprana raigambre en la ciudad de Bue-

    nos Aires o en el territorio argentino en los años siguientes de la muestra (1905 

     y 1925) se debe al simple avance del tiempo. Aún así, resulta significativo que

    ese tipo de orígenes familiares tempranos mantenga su preeminencia entre los

    directivos de clubes sociales durante todo el período considerado, a pesar del

    cambio estructural en la sociedad provocado por la inmigración masiva. En

    cambio, su importancia disminuye progresivamente entre los políticos, los DCE

     y los profesores universitarios. De esta manera, si se suman los índices para la

    “profesionales” habrían sido un 22,8 por ciento en 1904 –15, y un 21,9 por ciento en

    1916 –30) y un sensible alejamiento entre políticos y alta sociabilidad (si a ella pertenecen

    más del 60 por ciento en 1904 –15, lo hace sólo un 30 –35 por ciento en 1916 –30). Edsall,

    por su parte, calcula que sólo un 14,3 por ciento de los diputados nacionales fueron

    miembros del Jockey entre 1916 –30. Agreguemos finalmente que Darío Cantón puntualizó

    que ya en 1916 predomina como ocupación entre los legisladores nacionales la categoría de

    “solamente profesional”, en el sentido, claro está, de un título universitario o profesional,

    no de las características de su desenvolvimiento en la política, aunque aún así implica

    que no reconocen vínculos significativos con otros sectores o posiciones económicas.

    Smith, Argentina and the Failure, 25 –26; Edsall, “Elites”, 135; Cantón, “Parlamento

    argentino”, 26. Vale precisar que las diferencias de nuestros índices respecto de los de

    Edsall y Smith, se desprenden de las muestras y los indicadores considerados. Estos autores

    toman esencialmente a los diputados y/o senadores nacionales (en nuestra muestra de

    políticos, en cambio, se incluyen miembros del gabinete nacional, y legisladores nacionales

    exclusivamente por la ciudad y la provincia de Buenos Aires), y evalúan la pertenencia a la

    alta sociedad con diferentes ámbitos: Smith con el Jockey Club y la Sociedad Rural; Edsall

    con el Jockey (si bien traza ponderaciones también sobre el Círculo de Armas y la Sociedad

    Rural). Aquí se evalúa con Jockey Club, Club del Progreso y Círculo de Armas.

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    22/34

    64 HAHR / February / Losada

    Cuadro 2. Orígenes familiares de directivos de clubes sociales, directivos de

    corporaciones económicas, políticos y profesores universitarios, 1885,

    1905 y 1925.

      Origen temporal Origen espacial 

      No

    Colonial colonial Porteñoa  Provincial b  Inmigr.c 

      Tot. N o  % N o  % Tot. N o  % N o  % N o  %

    1885

    DCS 26 20 77,0 6 23,0 26 10 38,4 7 27,0 9 34,6

    DCE 20 9 45,0 11 55,0 20 4 20,0 5 25,0 11 55,0

    Políticos 16 12 75,0 4 25,0 15 7 46,7 2 13,3 6 40,0Prof. univ. 12 8 66,7 4 33,3 12 4 33,3 4 33,3 4 33,3

    1905

    DCS 38 26 68,4 12 31,6 35 16 45,7 6 17,1 13 37,2

    DCE 24 8 33,3 16 66,7 21 6 28,5 1 4,8 14 66,7

    Políticos 11 7 63,6 4 36,4 14 4 28,5 6 43,0 4 28,5

    Prof. univ. 15 8 53,4 7 46,6 16 3 18,8 7 43,8 6 37,5

    1925

    DCS 34 22 64,7 12 25,3 37 14 37,9 11 29,7 12 32,4

    DCE 27 11 40,7 16 59,3 26 10 38,5 1 3,8 15 57,7

    Políticos 17 3 17,7 14 82,3 14 1 7,0 6 43,0 7 50,0

    Prof. univ. 12 5 41,6 7 58,4 11 3 27,3 3 27,3 5 45,4Total del período

    DCS 98 68 69,4 30 30,6 98 40 40,8 24 24,5 34 34,7

    DCE 71 28 39,4 43 60,6 67 20 29,8 7 10,5 40 59,7

    Políticos 44 22 50,0 22 50,0 43 12 28,0 14 32,5 17 39,5

    Prof. univ. 39 21 53,8 18 46,2 39 10 25,6 14 35,9 15 38,5

    Notas: La disparidad en el total de casos para estas variables respecto del presentado en

    el cuadro 1 surge del dist into grado de éxito en la recolección de información. De los

    347 casos, se obtuvo información sobre “orígenes temporales” de un 72% (252 casos),

     y sobre “origen espacial”, de un 71% (247 casos). La ponderación se basa en las ramas

    patrilineales. Existen unos pocos casos para quienes se pudieron determinar el origentemporal pero no el origen espacial, así como casos con origen espacial determinable

    pero sin datos firmas sobre origen temporal, lo cual dificulta filiar la antigüedad de

    residencia de la familia.a “Porteño” agrupa casos con ascendientes familiares españoles cuya residencia, desde un

    primer momento, fue la ciudad de Buenos Aires, y cuya antigüedad se remonta al período

    colonial.b “Provincial” indica casos con orígenes patrilineales en las provincias del interior del

    país, cualquiera sea la antigüedad de su ascendiente (si bien sería español de procedencia).c “Inmigrantes” incluye los casos con ascendientes no españoles pero residentes desde el

    período colonial (tienen una incidencia ínfima de 7 casos), más los casos con ascendientes

    españoles o no españoles arribados con posterioridad a 1810 (como se precisa en el texto,se subdividieron entre antes y después de 1860).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    23/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires 65

    totalidad del período, casi el 70 por ciento de los DCS tienen orígenes familiares

    patrilineales en el período colonial, y cerca del 41 por ciento tienen orígenes

    porteños. En cambio, de los políticos, DCE y profesores universitarios (consi-

    derados conjuntamente, y para la totalidad del período) sólo un 46,1 por ciento

    son de ascendencia colonial y 28,2 por ciento de ascendencia porteña.

    Se advierte, por lo tanto, un proceso de recomposición social que atenúa

    la proximidad entre nuestros casos avanzando el período. Se desprenden, a su

     vez, otros puntos de interés. En primer lugar, aparece un panorama de relativa

    porosidad en la ciudad de Buenos Aires desde los momentos iniciales de nuestro

    período, en distintas esferas sociales, aunque ésta no se revirtiera necesariamente

    en una pertenencia más definida al mundo de la alta sociedad.

    El ejemplo de Jorge Duclout, profesor universitario de nuestra muestra de

    1885, puede ser ilustrativo al respecto. El ingeniero Duclout nació en Alsacia

    en 1854 y llegó a la Argentina en 1884, ya graduado. Disfrutó de una exitosa y

    prestigiosa carrera profesional, con una rápida inserción académica (al punto de

    que ya era profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Bue-

    nos Aires un año después de su llegada), cuyo corolario probablemente sea haber

    alcanzado la presidencia de la Sociedad Científica Argentina. A su vez, su bio-

    grafía registra un punto ya comentado: la promoción hacia cargos públicos que

    un saber especializado podía brindar en la Argentina de fin de siglo. Duclout

    fue integrante del Departamento de Ingenieros del Ministerio de Obras Públi-cas, siendo así activo protagonista de la modernización de la infraestructura

    del transporte en el país. Sin embargo, no fue socio del Club del Progreso, del

     Jockey Club ni del Círculo de Armas.

    Este caso sugiere puntualmente cómo la Universidad de Buenos Aires

    (desde la sanción de la ley Avellaneda en 1885 que normalizó su funcionamiento

    institucional respecto de décadas anteriores, pasando por la reforma estatutaria

    de 1906, y a medida que agregó unidades académicas al compás de la mayor

    demanda de especialistas generada por la complejización de la sociedad y las

    funciones del Estado) se constituyó en un escenario relativamente abierto. Es unpanorama bien diferente, por ejemplo, al de la provincia de Córdoba, que man-

    tuvo una más nítida asociación entre sectores tradicionales y la universidad. Por

    estos motivos, la Reforma Universitaria de 1918 (tradicionalmente entendida

    como el momento culminante en la transición de una Universidad tradicional,

    delimitada a las elites, a una institución democratizada en su gobierno y social-

    mente ampliada en su composición) tuvo un impacto relativamente más atenu-

    ado en Buenos Aires que en el caso cordobés.42 

    42. Tulio Halperin, Historia de la Universidad de Buenos Aires  (Buenos Aires: Eudeba,

    1962); Alberto Ciria y Horacio Sanguinetti, La reforma universitaria (Buenos Aires: CEAL,

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    24/34

    66 HAHR / February / Losada

    Esta porosidad social, con todo, también debe matizarse en sus alcances, y

    el caso de Duclout lo refleja: no sólo porque su llegada relativamente tardía (ya

    en los años 1880) quizá incidiera en su ausencia en el mundo de la alta sociedad

    porteña, o en el reverso de la moneda, porque su exitosa trayectoria haya tenido

    como soporte una facultad menos tradicional que Derecho o Medicina. Los

    matices a su exitosa inserción en Buenos Aires se derivan sobre todo del hecho

    de que su caso es compatible con los de otros tantos hombres nuevos en articula-

    ciones sociales aún tradicionales: es decir, una positiva integración a la sociedad

    local que no emana necesaria o estrictamente de un proceso de movilidad social

    ascendente desenvuelto en esa misma sociedad.

    En un plano más general, nuestra muestra sugiere cómo la porosidad se

    atenúa o al menos se difiere en un plano generacional. Así, de los 106 casos de

    origen inmigrante, 71 nacen en la Argentina. En otras palabras, éstos son argen-

    tinos de primera o segunda generación, pero ya no, ellos mismos, extranjeros.

    Esta es una tendencia que efectivamente se acentúa avanzando el tiempo: los

    extranjeros pasan del 50 por ciento de la totalidad de los casos de origen inmi-

    grante en 1885 al 35 por ciento en 1905 y apenas el 18 por ciento en 1925.

    De la apreciación de los orígenes de la muestra, por otra parte, se desprende

    un segundo eje relevante, contenido en lo recién dicho. Si se considera que los

    orígenes familiares antiguos y capitalinos podían ser a causa de su escasez rela-

    tiva en una sociedad aluvional, un valioso capital simbólico para la construcciónde prestigio — frente a la sociedad en su conjunto pero quizá más aún frente a

    las altas esferas de la ciudad de Buenos Aires — , es interesante que el mismo no

    haya recubierto por igual a todos los casos aquí estudiados. Como ya señalamos,

    es un atributo más bien específico de los directivos de los clubes sociales que de

    los políticos, DCE y profesores universitarios (recordemos: 70 y 41 por ciento

    contra 46,1 y 28,2 respectivamente).43 Significativamente, de los políticos, DCE

     y profesores universitarios de orígenes coloniales de todo el período (71 casos),

    1983); Pablo Buchbinder Historia de la Facultad de Filosofía y Letras  (Buenos Aires: Eudeba,

    1997); Juan Carlos Agulla, Eclipse de una aristocracia: Una investigación sobre las elites

    dirigentes de la ciudad de Córdoba (Buenos Aires: Líbera, 1968). En cuanto a las unidades

    académicas de la Universidad de Buenos Aires, a Filosofía y Letras, creada en 1896, se le

    agregarán en 1909 la Facultad de Agronomía y Veterinaria y la de Ciencias Económicas

    en 1913.

    43. Para idea del tiempo y el origen familiar como capital simbólico, ver Pierre Bourdieu 

     La distinción: Criterio y bases sociales del gusto (Madrid: Taurus, 1988), 61 –73; Juan Hernández

    Franco, “Consideraciones y propuestas sobre linaje y parentesco”, en Familia, parentesco y

    linaje, ed. James Casey y Juan Hernández Franco (Murcia: Univ. de Murcia, 1997).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    25/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires 67

    casi tres cuartos (73 por ciento) pertenecen a la alta sociabilidad. De los 83 casos

    de políticos, DCE y profesores universitarios de orígenes no-coloniales, en

    cambio, sólo un 42 por ciento integró los clubes sociales distinguidos.

    Estos índices, entonces, indican a su vez dos últimos elementos interesantes.

    Por un lado, si cambiamos el ángulo de lectura de los presentados en el párrafo

    anterior, considerándolos indicativos del reclutamiento de socios de los clubes de

    alta sociedad, surge que si la antigüedad familiar era posiblemente importante

    para acceder a estas entidades, tampoco era necesariamente excluyente.44 Este

    punto ha sido subrayado por ponderaciones puntualmente volcadas al análisis de

    la composición social de la masa societaria de dichos centros sociales.45 Por otro

    lado, no obstante, también emerge que la antigüedad familiar era un relevante

    capital simbólico de distinción en el alto mundo porteño, y un eje gravitante en

    la construcción identitaria de la alta sociedad en este período. Así lo insinúa que

    ese capital predomine precisamente en quienes representaban y conducían los

    clubes de high life.

    En este sentido, aquí se visualiza nuevamente el reemplazo del Club del

    Progreso por el Jockey Club. Si los orígenes tempranos predominan entre los

    directivos del Club del Progreso a comienzos del período (todos ellos tienen

    orígenes patrilineales coloniales en 1885), lo hacen entre los del Jockey a fines

    del mismo (cosa aún más significativa, teniendo en cuenta el cambio estructural

    de la sociedad). En 1925  las tres cuartas partes de éstos poseen ascendientesfamiliares patrilineales coloniales, contra un 60 por ciento de sus pares de 1885.

    En cambio, sólo un 16,6 por ciento de los del Progreso poseen esa caracter-

    ística por entonces. Lo mismo sucede entre los casos de la muestra que fueron

    socios de ambas entidades. Para los políticos, DCE y profesores universitarios,

    la antigüedad de ascendencia es un rasgo más destacado entre los que son miem-

    bros del Progreso o del Jockey que entre los que no son socios. Más aun, esa

    preeminencia se plasma a comienzos del período entre los socios del Progreso,

     y al final, entre los del Jockey. Así, si se computan conjuntamente los índices

    para políticos, DCE y profesores universitarios de 1885, los orígenes coloniales y porteños arrojan un 60,4 y un 32 por ciento respectivamente (ver cuadro 2).

    Los políticos, DCE y universitarios socios del Progreso de ese año muestran

    índices de arraigo más altos (de 82,6 y 41,6 por ciento). Los mismos también son

    44. Nuestros indicadores sobre el reclutamiento de estas instituciones sólo pueden

    considerarse indicativos, y no representativos en un sentido estricto, en tanto nuestra vía de

    entrada no es su masa societaria, sino individuos seleccionados por otras dimensiones que

    fueron socios de estas entidades.

    45. Edsall, “Elites”, cap. 3.

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    26/34

    68 HAHR / February / Losada

    46. Imaz, La clase alta. Recordemos, como se vio en el apartado anterior, que entre los

    socios y directivos del Jockey predominaba la pertenencia a la entidad social más exclusiva:

    el Círculo de Armas.

    superiores a los correspondientes a los socios del Jockey (58,8 y 23,6 por ciento).

    En 1925, en cambio, entre los políticos, DCE y profesores universitarios en su

    conjunto, sólo 34 por ciento tienen raíces familiares coloniales y 27,4 por ciento

    raíces porteñas. Para entonces, ambos rasgos están más marcados entre quienes

    son socios del Jockey (58,4 y 42,4 por ciento, respectivamente), cuyos índices

    son también superiores a los de aquellos que son socios del Progreso, (37,5 y

    14,4 por ciento).

    En relación con esto, entonces, la variable de sociabilidad (y más específica-

    mente la membresía en el Jockey Club) sería el más pertinente para identificar,

    para el período en su conjunto, ese círculo que concentra capitales de posición

    más específicamente sociales, frecuentemente denominado como familias tradi-

    cionales o clase alta porteña.46 Llegados aquí, resulta entonces conveniente tra-

    zar un balance de lo tratado en estas páginas.

    Las altas esferas de la sociedad porteña ante la modernización

    La estructura y composición de las altas capas sociales porteñas que revela

    nuestro trabajo prosopográfico permite entrever interesantes aspectos. Al

    comienzo del período es posible señalar que quienes ocupan posiciones destaca-

    das en diferentes esferas de la sociedad provienen de un universo social relativa-

    mente próximo: sus perfiles tienen fuertes puntos de contacto. La prosopografía,con todo, no permite elucidar si esta relativa homogeneidad social implica una

    indivisa “clase dominante”. Semejante conclusión exigiría conocer la naturaleza

     y las características de la relación recíproca entre estos individuos socialmente

    similares inscriptos en distintas esferas sociales. También es arriesgado proponer

    específicos perfiles socio-ocupacionales para personas que actuaban en varios

    escenarios. En todo caso, lo que sí se aprecia a partir de la prosopografía, es la

    creciente relevancia de la riqueza o del poder económico en la construcción de

    gravitación social, signo de la consolidación de una economía capitalista. Den-

    tro de esto se destaca la gran propiedad terrateniente, aún cuando la inscripciónen campos novedosos o adyacentes al sector primario aumenta su significación

    avanzando el período. Por otra parte, detrás de la inicial proximidad social y de

    actuaciones múltiples, se percibe que ciertas esferas de la sociedad — la política

     y el profesorado universitario — ya en el fin de siglo van cobrando mayor espe-

    cificidad.

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    27/34

    Estructura y composición de las clases altas de Buenos Aires 69

    La participación en política no fue mayoritaria entre nuestros directivos

    de clubes sociales y de corporaciones económicas aun en el primer corte del

    estudio (poco menos que la mitad de los primeros y un tercio de los segun-

    dos). Sin olvidar un complejo haz de factores adicionales (formas alternativas a

    la política para ejercer cierta capacidad de influencia, acceso al poder a través de

     vínculos familiares en vez de ocupación de cargos políticos y la recomposición

    social de la clase política), esta participación no universal posiblemente ilustre

    la profesionalización por la negativa: esto es, que las exigencias y reglas especí-

    ficas que conlleva per se la definición de campos autónomos y profesionales (acu-

    diendo al concepto bourdiano), intrínseca manifestación de la complejización de

    la sociedad que acarrea la modernización, volviera indeseable o crecientemente

    imposible abocarse a una actuación intensa en la política, al menos a través de

    la ocupación de cargos.47 En un sentido positivo, es sugestivo ver la afirmación

    de esa tendencia a través de trayectorias sociales que, avanzando el período, no

    reconocen otras inserciones que aquellas correspondientes a su vía de entrada en

    la muestra. Nuevamente, por la mayor formalidad institucional de estas esferas,

    esto puede observarse sobre todo entre políticos y profesores universitarios: un

    tercio de los políticos y algo más de la mitad de los profesores universitarios en

    1925 no constatan ocupaciones adicionales. A su vez, esta tendencia se ve para-

    lelamente a una recomposición social de los casos: en este mismo año, alrededor

    del 80 por ciento de los políticos y el 60 por ciento de los profesores universita-rios no reconocen orígenes familiares tempranos.

    Es relevante, sin embargo, no olvidar ciertos matices que la prosopografía

    permite vislumbrar sobre los distintos procesos señalados como característicos

    de la modernización — la diversificación y autonomización de dimensiones soci-

    ales, la transformación social generada por la inmigración y la movilidad social,

     y su relación recíproca — . Ante todo, la porosidad es relativamente significativa

    en la Universidad, la política e incluso la economía, a lo largo de todo el período,

    si nos atenemos a los indicadores sobre los orígenes familiares. De acuerdo a

    nuestros datos, esa porosidad tuvo como beneficiarios mayoritarios a extranje-ros llegados antes de 1860 –70 y (a medida que se avanza en el período) a hijos y

    nietos de inmigrantes llegados también probablemente alrededor de ese umbral

    temporal. Con todo, la certificación del momento de llegada se dificulta para los

    casos del último año (1925), lo cual posiblemente sugeriría que sus ascendientes

    son más tardíos. En todo caso, vale subrayar que sí se puede constatar que los

    directivos del Jockey Club provienen de familias que habían arribado al país

    47. Pierre Bourdieu, “Campo intelectual y proyecto creador”, en Problemas del

    estructuralismo, ed. Jean Pouillon y otros (México: Siglo XXI, 1967).

  • 8/17/2019 ¿Oligarquía o Élites¿ Estructura y Composición de Las Clases Altas de La Ciudad de Buenos Aires

    28/34

    70 HAHR / February / Losada

    antes de 1860 (pero no todos los del Progreso, aunque también predomina ese

    umbral de llegada), lo cual indicaría el cierre paulatino del alto mundo social a

    medida que se avanza en el período. De esta manera, si la porosidad refleja al

    mismo tiempo un cierre progresivo en las cúspides de la sociedad, esperable

    a medida que ésta se complejiza, también muestra cómo la sociedad porteña

    no fue estrictamente cerrada ni siquiera en su estadio “tradicional” en ciertos

    sectores. Recordemos que en 1885, momento en el cual los procesos de cambio

    estructural recién comenzaban a delinearse, un tercio de nuestros casos ya no

    tienen orígenes familiares tempranos.

    Por otro lado, conviene asimismo precisar que la profesionalización no sólo

    corre paralela con la renovación social de los casos. También se superpone con

    un cambio en las trayectorias socio-ocupacionales de aquellos que poseen ante-

    cedentes familiares en las polifuncionales elites criollas del siglo XIX, como

    algunos de nuestros casos de 1925. Por ejemplo, el abogado Lucio Moreno

    Quintana ocupó la cátedra en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y

    en dis