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Oda a la bella desnuda y otros escritos de amor

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Una selección de los más hermosos poemas de amor de Pablo Neruda, poeta chileno ganador del Premio Nobel. Esta nueva antología recoge desde sus primeros textos escritos en 1922 hasta poemas de la década del 60, e incluye tanto los más difundidos y populares como algunos poco conocidos. Las ilustraciones de la artista chilena María José Romero, óleos de gran fuerza y originalidad, realzan la sensualidad de la poesía nerudiana y descubren el humor que se esconde en algunos de sus versos.

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Selección de Ana Garralón

Verónica Uribe

Edición al cuidado de Verónica UribeDirección de arte y diseño: Irene Savino

Tercera edición, 2010

© Pablo Neruda y Fundación Pablo Neruda© 1998 Ediciones Ekaré

Edif. Banco del Libro, Av. Luis Roche, Altamira Sur Caracas 1060, Venezuela

C/ Sant Agustí 6, bajos. 08012 Barcelona, España

www.ekare.com

Todos los derechos reservados para la presente edición ilustrada

ISBN 978-980-257-204-5HECHO EL DEPÓSITO DE LEY · Depósito Legal lf15120028001448

Impreso en China por South China Printing Co. Ltd.

O D A A L AB E L L A

D E S N U D Ay otros escritos

de amor

Pa blo NerudaIlustraciones de

M ar ía J o s é R o m e r o

E D I C I O N E S E K A R É

“Soy el tigre.

Te acecho entre las hojas

anchas como lingotes

de mineral mojado…”

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I N T R O D U C C I Ó N

EL TIGRE es uno de los más hermosos poemas de amor de Pablo

Neruda. Tiene una fuerza, sensualidad y ritmo que dejan al lector

sin aliento. Así como este breve e intenso poema, concebido en

secreto al calor de una gran pasión, la extensa obra de Neruda

encuentra en el amor un tema privilegiado.

Alguna vez Neruda confesó a un amigo que le era imposible

resistirse a los requerimientos de las mujeres, “especialmente

si me agradan”, dijo. Fue enamoradizo desde muy niño y el

amor y las mujeres inspiraron gran parte de su obra poética.

Pero fue siempre discreto, y tal vez por eso mismo, periodistas,

biógrafos y curiosos han intentado saber quiénes son las mujeres

que se esconden tras determinados poemas. Volodia Teitelboim,

en su biografía de Neruda, hace algunas precisiones acerca de

los amores juveniles: Teresa León Bettiens, a quien su familia

le prohibía relacionarse con “ese joven de origen oscuro”, hijo

de ferroviario, es el amor de la adolescencia. Muchos de los

poemas de CREPUSCULARIO le recuerdan, Teresa también

está presente en VEINTE POEMAS DE AMOR Y UNA CANCIÓN

DESESPERADA, junto con Albertina Rosa Azócar, la compañera

de estudios que nunca aceptó casarse con él. En las cartas

de Pablo a Albertina, que se prolongan durante nueve años,

aparecen fragmentos de poemas y versos dedicados a la joven

silenciosa y taciturna que fueron luego publicados en varios

de sus libros, desde los VEINTE POEMAS hasta RESIDENCIA EN

LA TIERRA. Guillermina, hija de alemanes de Temuco, una niña

gentil que le regalaba membrillos, es la inspiradora de DÓNDE

ESTARÁ LA GUILLERMINA?

De las tres mujeres con las que se casó, es Matilde Urrutia,

su última esposa, a quien le dedica un caudal de poesía. Para

Matilde escribió LOS VERSOS DEL CAPITÁN, que se publicó en

una primera y hermosísima edición privada en Nápoles y que

circuló en numerosas ediciones anónimas durante varios años

hasta que Neruda reconoció que esos poemas le pertenecían.

Para Matilde también son muchas de las ODAS, a ella está dedi-

cado CIEN SONETOS DE AMOR y se la recuerda en varias páginas de

ESTRAVAGARIO y del resto de su obra.

En esta selección se incluyen, ordenados cronológicamente,

poemas y prosas publicados entre 1922 y 1964. La intención

fue reunir los textos de tema amoroso más conocidos de

Pablo Neruda junto a otros menos difundidos pero igualmente

hermosos. En el índice se señala la procedencia de cada texto

y la fecha de su primera publicación. Se ha respetado el uso

francés de los signos de exclamación e interrogación que prefería

el poeta, así como la letra cursiva que indicó en algunos

poemas. Las ilustraciones de María José Romero, fuertes

y sensuales, muchas con un toque de humor, invitan a una mirada

nueva sobre la poesía de Neruda, a una placentera relectura

y a algunos descubrimientos.

ODA A LA BELLA DESNUDA

y o t r o s e s c r i t o s d e a m o r

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M U J E R L E J A N A

Esta mujer cabe en mis manos. Es blanca y rubia, y en

mis manos la llevaría como a una cesta de magnolias.

Esta mujer cabe en mis ojos. La envuelven mis

miradas, mis miradas que nada ven cuando la

envuelven.

Esta mujer cabe en mis deseos. Desnuda está bajo la

anhelante llamarada de mi vida y la quema mi deseo

como una brasa.

Pero, mujer lejana, mis manos, mis ojos y mis deseos

te guardan entera su caricia porque sólo tú, mujer

lejana, sólo tú cabes en mi corazón.

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M O R E N A , L A B E S A D O R A

Cabellera rubia, suelta,

corriendo como un estero,

cabellera.

Uñas duras y doradas,

flores curvas y sensuales,

uñas duras y doradas.

Comba del vientre, escondida,

y abierta como una fruta

o una herida.

Dulce rodilla desnuda

apretada en mis rodillas,

dulce rodilla desnuda.

Enredadera del pelo

entre la oferta redonda

de los senos.

Huella que dura en el lecho,

huella dormida en el alma,

palabras locas.

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Perdidas palabras locas:

rematarán mis canciones,

se morirán nuestras bocas.

Morena, la Besadora,

rosal de todas las rosas

en una hora.

Besadora dulce y rubia,

me iré,

te irás, Besadora.

Pero aún tengo la aurora

enredada en cada sien.

Bésame, por eso, ahora,

bésame, Besadora,

ahora y en la hora

de nuestra muerte.

Amén

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I N C L I N A D O E N L A S T A R D E S

Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes

a tus ojos oceánicos.

Allí se estira y arde en la más alta hoguera

mi soledad que da vueltas los brazos como un

náufrago.

Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes

que olean como el mar a la orilla de un faro.

Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,

de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.

Inclinado en las tardes echo mis tristes redes

a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.

Los pájaros nocturnos picotean las primeras

estrellas

que centellean como mi alma cuando te amo.

Galopa la noche en su yegua sombría

desparramando espigas azules sobre el campo.

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P A R A Q U E T Ú M E O I G A S

Para que tú me oigas

mis palabras

se adelgazan a veces

como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio

para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.

Más que mías son tuyas.

Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.

Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.

Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,

y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte

para que tú las oigas como quiero que me oigas.

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El viento de la angustia aún las suele arrastrar.

Huracanes de sueños aún a veces las tumban.

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.

Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.

Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.

Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.

Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito

para tus blancas manos, suaves como las uvas.