NUNCA DE TI, CIUDAD Y OTROS POEMAS, POR CZESLAW MILOSZ

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    Czeslaw

    Nunca de ti, ciudady otros poemas

    Muestrario de

    Poesa 32Biblioteca Digital

    Milosz

    BIBLIOTECADIGITAL DE

    AQUILESJULIN

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    Nunca de ti, ciudad yotros poemas

    Czeslaw Milosz, PoloniaEdicin digital gratuita de

    Muestrario de Poesa 32

    Editor: Aquiles Julin, Repblica Dominicana.

    Primera edicin: Febrero 2009

    Santo Domingo, Repblica Dominicana

    Qu somos?Muestrario de Poesa es una coleccin digital gratuita que se difundepor la Internet y se dedica a promocionar la obra potica de los grandescreadores, difundindola y fomentando nuevos lectores para ella. Es unainiciativa sin fines de lucro para servir, aportar, aadir valor y propiciaruna cultura de dilogo, de tolerancia, de respeto, de contribucin, quepromueva valores sanos, constructivos, edificantes, en favor de la paz yla preservacin de la vida acorde con los principios cristianos. Los librosdigitales son gratuitos, promueven al autor y su obra, as como el amor

    por la lectura, y se envan como contribucin a la educacin, edificaciny superacin de las personas que los solicitan sin costo alguno.

    Este e-libro es cortesa de:

    Sol Poniente interior 144, Apto. 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, SantoDomingo, D.N., Repblica Dominicana. Tel. 809-565-3164

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    Czeslaw Milosz / Seamus Heaney 4Honesta descripcin de m mismo 10Elega para N.N. 10Ddiva 12El paisaje 12

    Eso 13Estudio de la soledad 13Isla 14La cada 14Lecturas 15No este camino 16Conversaciones con Jeanne (fragmento) 16Ars Potica 17Noticias 18Nunca de ti, ciudad 19 Tentacin

    Un poema para fin de siglo 20Una frvola conversacin 21Una hora 22Una vida feliz 22Encuentro 22Madurez tarda 23Los muertos estn ebrios 23Despertar 24Un cristiano pobre observa el Ghetto 25Cuando ella llegue 26

    El rey Popiel 27La huida 28Una tarea 28Prueba 28Cancin para el fin del mundo 29xodo 29Prefacio 30Al final del siglo XX 31Sobre la plegaria 31En el exilio 32Lo pronunciado se fortalece /Seamus Heaney 39

    Biografa de Czeslaw Milosz 46

    Contenido

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    Czeslaw Milosz

    por Seamus Heaney

    Lituano de lengua polaca, poeta disidente perocrtico de la profesin de disidente, CzeslawMilosz de quien se puede leer en espaolPoesa, El pensamiento cautivo y la novela Elvalle de Issa, todo en Tusquets encarna, en suescritura y en su vida, una de las concienciasmorales y estticas ms ejemplares del siglo XX.Otro Premio Nobel, Seamus Heaney, hace eladmirado retrato de uno de los exponentes msdestacados de lo que se ha dado en llamar"poesa del mundo".

    Nacido en Lituania en 1911, Czeslaw Milosz esnuestro poeta secular no slo porque es coetneodel saeculum, sino porque el sintagma "el siglo"aparece una y otra vez en su obra. Dcada trasdcada, la historia de su vida y la historia de su

    tiempo han caminado paralelas. Estudiante en Vilna y Pars durante losaos veinte y miembro de la vanguardia literaria polaca en los treinta.Comprometido con la Resistencia de su pas y testigo en los aos

    cuarenta de la destruccin del ghetto de Varsovia y de la derrota que elLevantamiento infligi a los nazis, tras lo cual obtuvo el cargo deagregado de la embajada de la Repblica Popular en Washington. Luegode su ruptura con el rgimen en la dcada de los cincuenta, se convirtien un intelectual exiliado en Francia: su equivalente a los cuarenta dasen el desierto. En los sesenta, coincidiendo con el apogeo estival de suspoderes poticos, fue profesor de lenguas eslavas en la Universidad deCalifornia, en Berkeley, un Salomn entre los muchachos de las flores.En los setenta, todava en plena vena creativa, su status cambi deescritor migr a visionario de talla mundial. En los ochenta, laureadocon el premio Nobel, fue una fuerza poltica y moral en la Polonia de

    Solidaridad. Y en los noventa, un prodigio de incesante vitalidadimaginativa, una voz situada a medio camino entre los extremos deOrfeo y Tiresias.

    Cronolgicamente, pues, Milosz es casi tan viejo como el siglo, peroculturalmente su vida comprende el milenio que est a punto deconcluir. Nacido en el seno de una familia catlica en las tierrasboscosas de Lituania, creci en una cultura que an tena memoria deciertas creencias populares y oscurantistas y de los fulgentes sistemasde la escolstica medieval y el neoplatonismo renacentista. Suexperiencia de las crisis ideolgicas y militares provocadas por el

    marxismo y el fascismo hacia mediados de este siglo podra equipararsea las crisis de la Reforma y las guerras de religin que marcaron el

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    ecuador del milenio, del mismo modo que su abandono del extremismoideolgico en los aos cincuenta en beneficio de una mentalidad msvolteriana podra corresponder al periodo de la Ilustracin. Le siguiuna etapa romntica, signada por una adhesin absoluta a la poesa yuna confianza plena en su "alma proftica", y ha terminado

    instalndose en lo alto de una colina con vistas a la Baha de SanFrancisco, como un sabio en su montaa, manteniendo la gravedad delser al tiempo que respira el aire cada vez ms ingrvido, tardo-capitalista y posmoderno de California.

    Sin embargo, nada de esto importara gran cosa si no hubierarecibido el don de, segn lo define W. B. Yeats, "articular dulces sonidosjuntos". La poesa de Milosz, incluso en traduccin, cumple con la viejaexpectativa de que la poesa debe deleitar al tiempo que instruir.Ostenta un equilibrio magnfico. La aguja se mantiene firme entre elprincipio de realidad y el principio de placer: Prspero y Ariel se afananen poner su peso a ambos lados del argumento. Milosz habita en elmedio, a veces trgica y a veces deliciosamente, pues no reniega jamsde sus vislumbres del cielo en la tierra ni de la certeza de que estemundo es un valle de lgrimas.

    Hay algo de Virgilio en esta combinacin de suspicacia idealista ycomprensin melanclica. De hecho, hay algo de Virgilio en el arco totaldel destino de Milosz, lo mismo como hombre que como poeta. Al igualque el autor latino, Milosz es un nio del campo, que inicia suandadura a ras de suelo, con el grano que madura y los animales quepastan, y la concluye en el equivalente en nuestro siglo de la corteimperial. Ambos poetas han dejado una obra juvenil que es

    confiadamente "lrica" y que "canta la gloria de las cosas por lo queson", mientras que, en su madurez, y en obras ms extensas yelaboradas, han procedido a expresar de manera vibrante y caudalosasu percepcin de las lacrimae rerum. El tema central de estas obras son"las armas y el ser humano", y el tono de su poesa se hace pormomentos ms doliente.

    Por ejemplo, una obra relativamente temprana de Milosz, unasecuencia lrica escrita durante la guerra y titulada "El mundo: Unpoema ingenuo", es una suerte de equivalente en el siglo XX de lasglogas de Virgilio. Los cabreros de Virgilio tocan sus flautas rsticas yparticipan en certmenes musicales en un rase-una-vez en el que sinembargo planea el fantasma de la realidad contempornea. Losdesahucios, las confiscaciones de tierra y el estrago de las guerras quesiguieron al asesinato de Julio Csar son el fondo oscuro que sostiene elespejo de sus pastorales. Su famosa gloga cuarta o milenarista, quelos apologistas cristianos leeran ms tarde como una profeca delnacimiento de Cristo, fue casi con toda certeza una celebracin delTratado de Brindisi, firmado en el ao 40 a. de. C. por Marco Antonio yOctavio, de ah que su visin de un regreso a la Edad de Oro sea laexpresin cifrada de una esperanza de paz venidera para el mundoromano, aunque todo lo que el futuro inmediato les reservara fuera la

    batalla de Accio."El mundo", que ocupa un lugar semejante entre lo idlico y lo

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    poltico, se imprimi originalmente en condiciones clandestinas, en unaimprenta manual de Varsovia. En el mismo instante en que los nazisocupaban la ciudad y los campos de concentracin se abran comobocas infernales por toda Europa, Milosz alz los ojos a la luz solar ycopernicana de su hogar infantil, un territorio donde los ngeles

    guardianes flotaban en el aire y la seguridad de la casa familiar erapercibida como una garanta universal y eterna de armona ybenignidad. El estilo del poema pretende evocar la caligrafa de uncuaderno escolar, con sus tipos grandes y simplificados, y esta seccin,titulada "El porche", es la tercera en una serie de veinte:

    El porche, con su puerta que mira hacia el oesteY sus grandes ventanas, toma el calor del sol.Desde aqu, todo en torno, puedes tender la vistaSobre el agua, los rboles, los prados y un sendero.

    Pero cuando los robles se han cubierto de verdeY la sombra del tilo divide los parterres,El mundo, en la distancia, se torna una corteza azul, dudosa,Una sombra que las hojas llenan de motas.

    Aqu, junto a una mesa, dos hermanosDibujan de rodillas escenas de batalla o caceras.Una lengua rosada entre los labios se afana en empujarLas formas de los buques, y uno de ellos naufraga.

    En l nimo del poeta estaba conjurar una visin de la tierra de

    Arcadia, desde el convencimiento irnico de que la nica lnea dedefensa entre esa tierra y la tierra de las pesadillas era la frontera de laescritura, la lnea que es preciso trazar entre lo imaginado y lopadecido. Como en el caso de Virgilio, la felicidad del arte era en smisma un recordatorio desgarrador de la desolacin de los tiempos.

    No tiene sentido forzar el paralelismo con Virgilio. La imagen quedefine la imaginacin de cada poeta al nacer es la de un nio mecido yacunado en un caparazn, y en cada caso la experiencia de estemundo-caparazn vel gradualmente su entendimiento y bloque engran medida la luz del mundo-cuna, aunque la luz misma no dej demanar. Baste decir que el retrato de Virgilio que el gran poema en prosade Hermann Broch sobre su muerte llev a los altares, el retrato de unhombre alucinado en el centro del universo de la real-politik, unhombre sojuzgado por la memoria incluso a medida que se le empleabacomo profeta, un hombre atareado en las galeras subterrneas dellenguaje y a quien otros tenan por gua en los pasillos del poder; bastedecir que ese retrato es igualmente adecuado a la figura del poeta queMilosz cre para nuestro siglo.

    Uno de los desafos que W. B. Yeats le plantea al artista lo bastanteprivilegiado como para "articular dulces sonidos juntos" es el deprocurar que "la civilizacin no naufrague" y llevar a cabo "la gran tarea

    del intelecto espiritual". "No hay tarea grande", declar Yeats en supoema "El Hombre y el Eco", "que no limpie la tabla sucia del hombre".

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    Milosz no eludi esta labor de vigilancia y correccin, y sus escritos enprosa sobre los dilemas morales y polticos de su tiempo son unrespaldo indispensable de su poesa y sus novelas. En un libro como Lamente cautiva, Milosz se mostr a la altura de las circunstanciashistricas con una obra que dice j'accuse a los miembros de su

    generacin en Polonia, los colegas artsticos e intelectuales que, bienpor ardor ideolgico, bien por cansancio, se derrumbaron en brazos delmarxismo. Pero lo que le da al libro una ventaja sobre otros frutospolmicos de la guerra fra es el hecho de que tambin afirma: "En micamino slo rindo cuentas ante la gracia de Dios y ante mi propiasoledad." La claridad y el rigor de sus racionalizaciones le sitan en elmismo plano que Orwell, pero detrs de los anlisis polticos eintelectuales uno percibe que su autor est siendo testigo de un dramamucho ms antiguo, la lucha entre Dios y el diablo por hacerse con elalma del hombre comn (el Everyman de los autos sacramentales delMedioevo).

    En otras palabras, Milosz ser recordado como alguien que mantuvocon vida la idea de responsabilidad individual en una edad derelativismo. Su poesa reconoce la inestabilidad del sujeto y nosmuestra una y otra vez la conciencia humana como un mbito dediscursos contendientes, mas no permite que esta concesin niegue elmandato inmemorial que nos conmina a la firmeza moral y de espritu.Algo as, en cualquier caso, deja claro en un poema llamado "ArsPoetica?", donde el signo de interrogacin en el ttulo no es un gestotrivial, sino una forma de reconocer sus dudas sobre el valor de lavocacin potica, una duda por lo dems tan seria como la que poda

    albergar un cristiano del XIX sobre la verdad literal del Libro delGnesis:

    El fin de la poesa es recordarnosCun difcil es ser una sola persona,Pues tenemos la casa abierta, no hay llaves en las puertas,E invisibles huspedes entran y salen a su gusto.

    Hay mucho en juego de principio a fin en la poesa de Milosz. Despusde todo, la tradicin humanista cristiana la tradicin en que naci y

    que tuvo un efecto tan formativo en su sensibilidad fue objeto deamenazas y asedios desde el mismo momento en que su autor tuvoconciencia de s. Lo que ha nutrido y enriquecido su imaginacin es unavisin fundamentalmente religiosa, basada en la doctrina de laEncarnacin. Esto supone un asentimiento a la desnuda y asombrosaproposicin de que mediante la encarnacin del Hijo de Dios en lafigura de Cristo lo eterno ha intersecado con el tiempo, y que medianteesa interseccin los seres humanos, con todo y ser criaturastemporales, tienen acceso a una realidad fuera del tiempo. Tal, despusde todo, es la visin que nos ha dado buena parte de lo que es glorioso

    en el arte y la arquitectura occidentales la catedral de Chartres y LaDivina Comedia, El libro de Kells y Paraso perdido, el canto gregoriano

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    y la Capilla Sixtina y que todava transporta a este poeta aocasionales pronunciamientos sinfnicos.

    "Tal vez olvidamos con demasiada facilidad", dijo Milosz en unaentrevista, "la mutua hostilidad de siglos entre, por un lado, la razn, laciencia y la filosofa de inspiracin cientfica y, por otro, la poesa". La

    figura del poeta como alguien encargado de una misin secreta y quecustodia verdades vitales le resulta muy atractiva. La memoria cultural,viene a decir la obra de Milosz, es necesaria para la dignidad y lasupervivencia humanas. La pretensin que hay detrs del uso degrandes modelos preconcebidos en sus poemas es que se escuchencomo variaciones de temas antiguos; son patrones que reconocen laaparente fragilidad del trabajo llevado a cabo por artistas y visionarios,pero que aun as lo contraponen sin cesar al trabajo realizado por losejrcitos y otras formas de fuerza opresiva. Las lneas que siguen queno son sino un canto en honor a la composicin potica constituyenun pasaje de esta ndole y conforman el movimiento inaugural de laserie "Desde la salida del sol", escrita en Berkeley a principios de lossetenta:

    Sea lo que sea lo que lleve en la mano, un punzn, un junco,una pluma de ave o un bolgrafo,Dondequiera que est, sobre las baldosas de un atrio, en lacelda de un claustro, en un saln frente al retrato deun rey,Atiendo asuntos que me han encargado en las provincias.Y comienzo, aunque nadie puede explicar por qu y para qu.

    Tal como lo hago ahora, bajo una nube azul oscuro con undestello de azabache.Los sirvientes estn ocupados, lo s, en cmaras subterrneas,Haciendo crujir rollos de pergamino, preparando la tinta decolor y la cera de los sellos...

    *Vastos territorios. Brumosos trenes parpadeantes.Los nios caminan junto a un descampado, todo es gris msall de una aldea estonia.Royza, capitn de la caballera. Mowczan. Furiososventarrones.Nunca ms me arrodillar en mi pequeo pas, junto a un ro,Para que lo ptreo en m se pueda disolver,Para que nada quede sino mis lgrimas, lgrimas.

    Todo lo que me resulta digo de admiracin y de confianza en la poesade Milosz, todo aquello a lo que vuelvo una y otra vez, se halla en estaslneas. El aqu y el cualquier sitio, el ahora y el siempre del momentopotico. Aquello que es existencialmente urgente y necesario, pero queha sido pensado y captado en el lcido orden de la poesa misma. Cada

    una de las asociaciones que invocan estas lneas es una clarificacin deun misterio no enigmtico. Hay algo inevitable en su interior, una

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    sensacin de que estamos en presencia de una fuente de sentido."Qu es la poesa se pregunt Milosz en una ocasin si no

    puede salvar/ a una Nacin o una persona?" La naturaleza exorbitantede esta pregunta es connatural a un superviviente de tiempos oscuros,alguien a quien los sucesos del Holocausto pasaron rozando, y muchos

    de cuyos contemporneos murieron en los tiroteos callejeros delLevantamiento de Varsovia. Pero, no obstante esta autoacusacin,Milosz es un poeta digno de su siglo porque jams se ha olvidado de laterrible realidad de estos eventos. Al trmino de una conferencia en suhonor a la que asist en Los ngeles en 1998, dijo, cosa tpica en l, quesi bien se haban discutido numerosos asuntos, no se haba prestadosuficiente atencin al sufrimiento humano. No obstante, en el interiorde este hombre que nos recordaba el sufrimiento, que haba visto a lostanques borrar pases y pueblos europeos, y que haba visto llegar lasbolsas de cadveres de Vietnam en el momento candente de la culturaalucingena de Haight Ashbury; en el interior de este hombre, digo,sobreviva el nio que haba hecho la primera comunin en la edad dela Inocencia; y a pesar de que el "fracaso humano" era algo evidentepara el adulto, ello jams supondra una negacin de los raptos ymomentos de trance de aquel nio.

    Milosz es un gran poeta y tiene un lugar en el panten del siglo XXporque su obra satisface el apetito de gravedad y alegra que el trmino"poesa" despierta en todos los idiomas. Restaura la eternidad del nio ala orilla de las aguas, pero expresa igualmente el desaliento del adultoal descubrir que su nombre "est escrito en el agua". En lo que anosotros concierne, nos ayuda a preservar la fe en aquellos momentos

    en que estamos sbitamente alertas a la dulzura que es vivir en uncuerpo, pero no nos absuelve de las responsabilidades y castigos quesupone ser parte de la vida de nuestro tiempo.

    A fin de celebrar este logro, pues, y de dar un ejemplo ms de cmolas cosas que pueden parecer endebles o intiles se pueden transfigurarcon la poesa, convertidas en vnculos vitales para el espritu, concluircitando la totalidad de un breve poema escrito por Milosz hace ms decuarenta aos. El ttulo viene de la primera lnea, "Lo que una vez fuegrande":

    Lo que una vez fue grande, ya se volvi pequeo.

    Los reinos se desvanecan como bronces cubiertos por la nieve.

    Lo que antes golpeaba, ahora no golpea.Las tierras celestiales ruedan, ruedan y brillan.

    Echado sobre el csped a la orilla de un ro,Como en los viejos tiempos, lanzo mis lanchas de corteza. ~

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    Honesta descripcin de m mismo

    Tomndome un whisky en un aeropuerto,digamos que en Minepolis

    Mis odos captan cada vez menos las conversaciones,mis ojos se debilitan, pero siguen siendo insaciables.

    Veo sus piernas en minifalda, en pantalones o envueltasen telas ligeras.

    A cada una la observo por separado, sus traseros ysus muslos, pensativo, arrullado por sueos porno.

    Viejo verde, ya sera tiempo de que te fueras a la tumba

    en lugar de entretenerte con juegos y diversiones de jvenes.

    No es verdad, hago solamente lo que siempre he hecho,ordenando las escenas de esta tierra bajo el dictadode la imaginacin ertica.

    No deseo a esas criaturas en particular, lo deseo todo,y ellas son como el signo de una relacin exttica.

    No es mi culpa que as estemos constituidos: la mitad

    de contemplacin desinteresada y la mitad de apetito.Si despus de morir me voy al cielo, tendr que sercomo aqu, slo que liberado de estos torpes sentidos,de estos pesados huesos.

    Transformado en mirar puro, seguir devorando lasproporciones del cuerpo humano, el color de los lirios,esa calle parisina en un amanecer de junio, y toda laextraordinaria, inconcebible multiplicidad de las cosas visibles.

    Elega Para N. N.

    Si es demasiado lejos para t, dilo.Habras podido correr sobre las pequeas olas del Bltico,atravesar el campo de Dinamarca, la floresta de hayas,virar hacia el ocano, y ya est, cerca,

    el Labrador, blanco en esta estacin del ao.T, que soabas una isla solitaria,

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    si temes las ciudades, el parpadeo de los fuegos sobre las autorrutas,habras podido tomar el camino de los bosques sordos,sobre torrentes revueltos y azules, y rastros del ciervo y del reno,hasta las Sierras, hasta las minas de oro abandonadas.El Ro Sacramento te habra llevado entonces,

    por entre las colinas recubiertas de encinas espinosas.Todava un bosque de eucaliptos, y estars en mi casa.

    Es cierto, cuando la manzanita florece,y la baha es azul en las maanas de primavera,yo pienso a mi pesar en la casa entre lagosy en las redes recogidas bajo el cielo Lituano.La cabaa donde te despojabas de tu traje antes del baose cambi para siempre en un cristal abstracto.Y en l est la oscura miel de la tarde, junto al balcn,y las pequeas lechuzas, graciosas, y el olor de los arneses.

    Cmo podamos vivir entonces, yo no puedo decirlo.Las costumbres, los trajes, vibran imprecisos,inconsistentes, tensos hacia el final.Es tal vez que pensbamos en las cosas tal como son?El saber de los aos fogosos ha enrojecido los caballos ante la forja,y las pequeas columnas en el mercado de la aldea,y los peldaos de madera y la peluca de Mam Fliegeltaub.

    Mucho hemos aprendido, t bien lo sabes:

    cmo nos es quitado, cosa por cosa, todo aquello que no poda ser,la gente, las comarcas.Y el corazn no muere cuando uno crey que debera,pero sonremos, el t y el pan sobre la mesa.Slo el remordimiento de no haber amado como se debeesa plida ceniza de Sachsenhausencon un amor absoluto, que no est a la medida del hombre.

    T te has acostumbrado a nuevos inviernos, hmedos,a la ciudad donde la sangre del propietario alemnfue raspada de los muros, y a donde l jams regres.Tampoco yo he llevado ms de lo que poda, ciudades y pas.No se puede entrar dos veces en el mismo lago,sobre hojas descompuestas de abedul,y quebrando una estrecha estra de sol.

    Tus faltas y las mas, no fueron grandes faltas,tus secretos y los mos, no eran grandes secretos.Cuando te anudan la mandbula con un pauelo,cuando te ponen una cruz entre los dedos,y a lo lejos un perro ladra, brilla una estrella.

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    No, no es porque ests tan lejosque no has venido el otro da, la otra noche.De ao en ao madura en nosotros y nos invadir,yo, como t, lo he comprendido: la indiferencia.

    Ddiva

    Un da muy feliz.La niebla se levant pronto, trabaj en el jardn.Los colibrs se demoraban sobre las madreselvas.No haba cosa en la tierra que yo deseara poseer.Saba que no mereca la pena que envidiase a nadie.Cualquier mal que hubiera sufrido, lo olvid.Pensar que una vez fui el mismo hombre no me molestaba.

    En el cuerpo no senta dolor.Cuando me estir, vi el mar azul y velas.

    El paisaje

    El paisaje no necesitaba nada excepto glorificacin.

    Excepto mensajeros reales que trajeran sus dones:Un nombre con un atributo y un verbo inflexivo.Si solamente preciosos robles copiosamente brillaranCuando nuestros bravos estudiantes, en un camino sobre el valle,Pasean y cantan "La Oda a la Alegra ".Si al menos un solitario pastor grabara cartas en una corteza.

    El paisaje no necesitaba nada excepto glorificacin.Pero no existan mensajeros. Matorrales, oscuras gargantas,Bosque colgando del bosque, pjaro de largo gemido.

    Y quin aqu podra iniciar una frase?El paisaje era, quien conoce, probablemente hermoso.All abajo, todo estaba derrumbndose: las salas del castillo,Las callejuelas detrs de la catedral, los bordellos, las tiendas.Y ni un alma. Por tanto, de dnde podran venir mensajeros?Despus de olvidados desastres, yo estaba heredado a la tierra,Abajo, a la playa del mar y, arriba, a la tierra, al sol.

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    Eso

    Ojal por fin pudiera decir qu est en m.

    Gritar: gente, les mentdiciendo que eso no estaba en m,cuando eso est ah siempre, das y noches.Aunque gracias a eso supe describir sus ciudades inflamables,sus cortos amores y juegos desmembrndose en humus,aretes, espejos, el deslizar de un tirante,escenas de alcoba y de campos de batalla.Escribir fue para m estrategia de proteccin,de borrar las huellas. Porque a la gente no puede gustarleaqul que alcanza lo prohibido.

    Llamo en mi ayuda a los ros en los que nad, lagoscon puentecillos entre cedazos, valleen cuyo eco la cancin duplica la luz del anochecer,y confieso que mis extticos halagos a la existenciaslo pudieron ser entrenamientos de alto estilo,Pero abajo estaba eso, que no me atrevo nombrar.

    Eso se parece al pensamiento de alguien sin hogar, cuandoatraviesa la ciudad ajena, congelada.

    Se asemeja al momento cuando un judo cercado ve aproximarselos pesados cascos de los gendarmes alemanes.

    Eso es cuando el hijo del rey se dirige a la ciudad y ve el mundoreal: pobreza, enfermedad, vejez y muerte.

    Eso puede ser comparado con el inmvil rostro de alguienque entendi que fue abandonado para siempre.

    O con las palabras del mdico sobre la sentencia inevitable.

    Porque eso significa enfrentar un muro de piedray entender que ese muro no ceder ante ninguna de nuestras splicas.

    Estudio de la soledad

    Un guardin de conductos de larga-distancia en el desierto?Un equipo de un solo hombre para una fortaleza en la arena?

    Quienquiera que l fuera. Al alba vi las surcadas montaasEl color de las cenizas, encima la fundida oscuridad,

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    Saturada de violeta, irrumpiendo en un fludo carmn,An permaneceran, inmensos, en la luz naranja.Da tras da. Y, antes que lo notara, ao tras ao.Para quin, pens, ese esplendor? Para m, solitari0?An permanecer aqu por mucho tiempo despus que yo perezca.

    Qu es eso en el ojo de una lagartija? O cundo fu vistopor un pjaro migratorio?

    Y si yo soy toda la humanidad, existe ella a si misma sin m?Y saba que no se acostumbraba pregonarlo, por ninguno de ellosse salvara.

    Isla

    Piense como quiera acerca de esta isla, la blancura de suocano, grutas

    cubiertas de viedos, violetas, manantiales.Estoy atemorizado, para poder recordarme difcilmente

    all, en una de esasmediterrneas civilizaciones desde las cuales uno debe

    navegar lejos, a travs dela lobreguez y el susurro de los icebergs.

    Aqu un dedo seala los campos en filas, los perales, unabrida, la yunta de uncargador de agua, cada cosa encerrada en cristal y,

    entonces, yo creo que,s, una vez viv all, instrudo en esas costumbres y maneras.

    Me acomodo el abrigo escuchando la marea cmo asciende,balanceo

    y lamento mis necios caminos, pero an si hubiera sidosabio habra fracasado

    al cambiar mi destino.

    Lamento mis necedades entonces y ms tarde y ahora, porlo cual mucho

    me gustara ser perdonado.

    La cada

    La muerte de un hombre es como la cada de una poderosa nacinQue tuvo valientes ejrcitos, capitanes y profetas,

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    Y ricos puertos y barcos en todos los mares,Pero ahora no socorrer ninguna sitiada ciudad,No entrar en ninguna alianza,Porque sus ciudades estn vacas, su poblacin dispersa,Su tierra que una vez provey de cosechas est saturada de cardos,

    Su misin olvidada, su lengua perdida,El dialecto de un pueblo puesto sobre inaccesibles montaas.

    Lecturas

    Usted me pregunt qu es lo bueno de leer El Evangelio en Griego.

    Yo respondo que eso es propio de nosotros mover nuestro dedoA lo largo de las letras que perduran ms que esas grabadas en lapiedra,Y que, despaciosamente pronunciando cada slaba,Descubrimos la verdadera dignidad de la palabra.Compelido a ser obsequioso pensaremos esa pocaNo es ms distante que ayer, aunque las cabezas de los CsaresEn monedas sean diferentes hoy. An hasta esto es la misma eternidad.Miedo y deseo son lo mismo, aceite y vinoY pan significan lo mismo. Por tanto la misma veleidad de la multitud

    vida de milagros como en el pasado. Todava costumbres,Fiestas de bodas, drogas, lamentaciones por la muerteSolamente parecen diferir. Por consiguiente, tambin, por ejemplo,Hubo muchos a quienes el texto llamaDaimonizomenoi, esto es, los endemoniadosO, si usted prefiere, lo diablico (Lo de "los pocesos" es el capricho

    de un diccionario).Convulsiones, espumarajos, rechinar de dientesNo se consideraron signos de talento.lo diablico no tuvo acceso a la impresin y a las pantallas,escasamente comprometidas en artes y literatura.

    Pero la Parbola Evanglica permanece con fuerza:que el espritu dominndolos puede entrar en puercos,El cual, exasperado por semejante repentino choqueEntre dos naturalezas, la de ellos y la de Lucifer,Salta dentro del agua y se ahoga (ocurre repetidamente).Y, as, en cada pgina, un persistente lectorVa veinte centurias como veinte dasEn un mundo que un da vendr a su fin.

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    No este camino

    Perdname. Yo fui un intrigante como muchos de esos que se deslizanfurtivamente por las humanas habitaciones de la noche.

    Yo calcul la posicin de los guardias antes de arriesgarme a acercarme

    a las fronteras cerradas.

    Conociendo ms, pretend satisfacer menos, a diferencia deesos que dan testimonio.

    Indiferente al caoneo, al clamor en la maleza y a la burla.

    Deja a los sabios y a los santos, pens, trae un don a toda

    la Tierra, no meramente al lenguaje.

    Yo protejo mi buen nombre para que el lenguaje sea mi medida.

    Un buclico, un lenguaje pueril que transforma lo sublime en cordial.

    Y el ritmo o el salmo de maestro de coros cae aparte, nicamenteun cntico permanece.

    Mi voz siempre careci de plenitud, me gustara dar una accin

    de gracias diferente.Y generosamente, sin la irona que es la gloria de los esclavos.

    Ms all de siete fronteras, bajo la estrella de la maana.

    En el lenguaje del fuego, del agua y de todos los elementos.

    Conversacin con Jeanne.

    (fragmento)...................................................Tienes razn Jeanne, no se como ocuparme de la salvacin de mi alma.Algunos son llamados, otros lo manejan lo mejor que pueden.Lo acepto, lo que me ha ocurrido es justo.No pretendo la dignidad de un sabio de gran edad.Intraducible en las palabras, eleg mi hogar en lo que es ahora,En las cosas del mundo, las cuales existen y, por esa razn, nosencantan:La desnudes de una mujer en la playa, los cobrizos conos de su pecho,

    Hibisco, alamanda, un lirio rojo, devorandoCon mis ojos, labios, lengua, el jugo de la guayaba, el jugo de la prune

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    de Cythre,Ron con hielo y jarabe, lianas-orqudeasEn una selva tropical, en donde los rboles estn parados en los zancosde sus races."

    La muerte, dices t, la ma y la tuya, ms cerca y ms cerca,Sufrimos y esta pobre tierra no es suficiente.La tierra prpura-negra de huertosEstar aqu, tambin mirada o no.El mar, como hoy, respirar en sus profundidades.Pequeo crezco, desaparezco en la inmensidad, ms y ms libre.

    Ars poetica

    Siempre he aspirado a una forma mucho ms ampliaQue, libre de las aspiraciones de la poesa y la prosa,Nos dejase entendernos sin exponerA lector y autor a sublimes agonas.En la esencia misma de la poesa hay algo indecente:Expresamos cosas que ignorbamos tener en nosotros.De modo que parpadeamos como si hubierasaltado un tigreY estuviese en la luz moviendo la cola.

    Por eso dicen justamente que un demonio dicta la poesa,Aunque es exagerado sostener que se trata de un ngel.Es arduo adivinar de dnde viene el orgullo de lospoetasCuando tan a menudo quedan avergonzadospor la revelacin de su fragilidad.Qu persona razonable sera una ciudad de demoniosQue se portan a sus anchas, hablan en muchas lenguasY, no satisfechos con robarle sus labios y sus manos,Trabajan en cambiarle el destino para su convivenciainfernal?Es cierto que hoy se aprecia mucho lo mrbido;Por tanto acaso pienses que slo estoy bromeandoO simplemente has encontrado otros mediosDe alabar el arte sin ayuda de la irona.Hubo un tiempo en que slo los libros sabios eran ledosY nos ayudaban a soportar nuestro dolor y sufrimiento.Esto, despus de todo, no es lo mismoQue hojear cientos de obras recin salidas de clnicaspsiquitricas.Y sin embargo es diferente de lo que parece

    Y nosotros somos distintos de cmo nos vemosen nuestros delirios.

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    Por tanto las personas preservan su identidad silenciosaY ganan el respeto de sus parientes y vecinos.El propsito de la poesa es recordarnosQu difcil es seguir siendo una sola persona,Ya que est abierta nuestra casa, no tiene llaves

    Y huspedes invisibles entran y salen a su antojo.De acuerdo, no es poesa lo que ahora digo:Los poemas deben escribirse rara vez y de mala gana,Bajo penas intolerables y slo con la esperanzaDe que los buenos espritus, no los malos, nos elijancomo instrumento.

    NoticiasDe la terrena civilizacin, qu diremos?

    Que fu un sistema de coloreadas esferas vaciadas en vasos ahumados,Donde un luminiscente hilo lquido se mantuvo envuelto y desenvuelto.

    O que fu una imponente coleccin de repentinos resplandores depalaciosDestrozados a tiros desde una cpula de macizas puertas

    Detrs de la cual anduvo un monstruo sin rostro.Que cada da se echaron las suertes, y que quienquiera que se arrastrbajofu conducido hasta all como sacrificio: ancianos, nios,

    muchachas y muchachos.

    O pudiera ser de otra manera: que vivimos en un vellocinio de oro,en una red de arco-iris, en un capullo de nube,Suspendidos de la rama de un rbol galctico.Y nuestra red fu tejida de materia de signos,

    Jeroglificos para el ojo y el odo, amorosos anillos.Un sonido retumbado adentro, esculpiendo nuestro tiempo,El pestaeo, aleteo, gorjeo de nuestro lenguaje.

    Que nosotros pudimos tejer la fronteraEntre dentro y sin, luz y abismo,Si no, desde nosotros mismos, desde nuestro propio clido aliento,Y lpiz labial y gasa y muselina,Desde el latido del corazn cuyo silencio hace el mundo morir?O quiz, no diremos nada de la terrena civilizacin.Para que nadie realmente conozca lo que fue.

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    Nunca de ti, ciudad

    Nunca de ti, ciudad, he podido irme.Larga fue la milla, pero algo me retroceda como a unapieza en el ajedrez.Hua yo por la tierra que rodaba cada vez ms rpidaY siempre estuve ah: con los libros en mi morral de lona,Clavando los ojos en las pardas colinas detrs de las torresde SantiagoDonde se mueven un pequeo caballo y un hombre pequeodetrs del arado,Ciertsimamente desde hace mucho ya muertos.S, es verdad, nadie comprendi la sociedad ni la ciudad,

    Los cines Lux y Helios, los letreros de Halpern y Segal,El paseo en la calle de San Jorge, llamada de Mickiewicz.No, no los comprendi nadie. Nadie lo ha logrado.Pero cuando la vida transcurre en una sola esperanza:De algn da ya slo quedan claridad y distincin,Entonces, muy a menudo, da pena.

    Tentacin

    Bajo un cielo de estrellas estuve paseando,En una sucesin de ciudades desconocidas de nen,Con mi compaero, el espritu de la desolacin,Quien corriendo a mi alrededor y sermonizandoMe dijo que yo no era necesario, por si no yo, entonces alguien msEstara caminando aqu, tratando de comprender su edad.Si hubiera muerto hace tiempos, nada hubiera cambiado.Las mismas estrellas, ciudades y pasesSeran vistos con otros ojos

    El mundo y sus trabajos continuaran como de costumbre.

    Por el amor de Cristo, aprtese de mi.Usted ya me ha atormentado suficiente, dije.No es a mi a quien corresponde juzgar el llamado de los hombres.Y mis mritos, si alguno existiere, no los conocer de todas formas.

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    Un poema para final de siglo

    Cuando todo estaba bienY el concepto de pecado haba desaparecido

    Y la tierra estaba listaEn paz universalPara consumir y disfrutarSin dogmas y utopas,

    Yo, por razones desconocidas,Rodeado por los librosDe profetas y telogos,De filsofos, poetas,Buscaba una respuesta,Frunciendo el ceo, gesticulando,

    Caminando de noche, refunfuando al amanecer.

    Lo que me oprima en demasaEra un poco vergonzoso.Hablando de ello en voz altaNo mostrara ni tacto ni prudencia.Podra incluso parecer un agravioEn contra del bienestar de la humanidad.

    Ay de m!, mi memoria

    No quiere dejarmeY en ella, la vida comienzaCada una con su propio dolor,Cada una con su propio morir,Con su propia turbacin.

    Por qu entonces la inocenciaEn playas paradisacas,Un cielo impolutoSobre la iglesia de la higiene?Ser porque eso

    fue hace mucho?

    A un hombre santo-As dice un cuento rabe-Dios le dijo con maldad:"He revelado a tu puebloCun gran pecador eres,Ellos no te podrn alabar.""Y yo", contest el devoto,"Les he descubierto a ellosCun misericordioso eres,Ellos no se preocuparn por ti."

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    A quin recurriraCon asunto tan oscuroDe dolor y tambin de culpaEn la estructura del mundo,Si ninguno aqu abajo

    O all arriba en las alturasPuede abolirLa causa y el efecto?

    No piensen, no recuerdenLa muerte en la cruz,Aunque cada da l muera,El nico, el siempre-amado,Aqul que sin necesidad algunaConsinti y permitiExistir a todo lo que es,Incluyendo las garras de tortura.

    Completamente enigmticoEnredo imposible.Mejor dejar de hablar aqu.Este lenguaje no es para personas.Bendita sea la jubilacin.Vendimias y cosechas.Aun si nadieTiene la serenidad garantizada.

    Una frvola conversacin

    -Mi pasado es un estpido viaje de mariposa en ultramarMi futuro es un jardn donde un cocinero corta el cuello de un gallo.Qu tengo, con toda mi pena y mi rebelin?

    -Tome un momento, uno exactamente, y cuando su fina concha,Dos palmas reunidas, despaciosamente se abreQu ve usted?

    -Una perla, un segundo.

    -Dentro un segundo, una perla, en esa estrella salvada del tiempo,Qu ve usted cuando el viento de la mutabilidad cesa?

    -La tierra, el cielo y el mar, barcos ricamente cargados,Maana de primavera llena de roco y remotos principados.Maravillas desplegadas en tranquilo esplendorYo miro y no deseo porque me encuentro plenamente satisfecho.

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    Una hora

    Hojas que brillan con el sol, celoso zumbido de abejorros,

    Desde lejos, desde algn lugar all del ro, ecos de prolongadas vocesY lentos sonidos de un martillo, me dieron la alegra no solamente a m.Antes, los cinco sentidos, estaban abiertos y, ms temprano

    que en cualquier comienzo,Esperaron, listos, por todos los que a s mismos se llamaran mortales,Para que de este modo ellos pudieran alabar, como yo hago, vida,

    eso que es la felicidad.

    Una vida felizSu antigua edad cay en aos de abundante cosecha.No haba terremotos, sequas o inundaciones.Pareca como si el cambio de las estaciones ganara en constancia,Las estrellas crecan vigorosas y el sol aumentaba su poder.An en remotas providencias no se agitaba la guerra.Las generaciones crecan amistosas hacia el prjimo.La naturaleza racional del hombre no era un motivo de irrisin.

    Era amargo decir adis a la tierra renovada.Estaba envidioso y avergonzado de su duda,Contento de que su lacerada memoria desaparecera con l

    Dos das despus de su muerte un huracn arras las costas.Humo vino de los volcanes inactivos por un centenar aos.La lava se extendi por los bosques, viedos y poblados.Y la guerra comenz con una batalla en las islas.

    Encuentro

    Estuvimos paseando a travs de los camposen un vagn al amanecer.Una herida rosa roja en la oscuridad.

    Y de pronto una liebre atraves la carretera.Uno de nosotros la seal con la mano.

    Eso fue hace tiempos. Hoy ninguno de ellos est vivo,Ni la liebre, ni el hombre que hizo el ademn.

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    y gracias al delgado viento con voz de nio,dulce para los muertos es el sumo en Lofoten.

    Ya no ver jams, jams sin duda,ni la mar ni las tumbas de Lofoten,

    y sin embargo hay algo en m que me hace amarese rincn extremo y toda su congoja.

    Suicidas, alejados y desaparecidosdel cementerio extrao de Lofoten-que raro y dulce suena su nombre a miodo!-decidme si es verdad que all, que all dorms.

    Bien podras contarme cosas ms ocurrentes,clarete que rebasas en mi copa de plata;historias ms amables o menos alocadasy dejarme tranquilo con tu eterno Lofoten.

    Que est habiendo buen tiempo y suave se deslizaen el hogar la voz del mes ms melanclico.Ah, los muertos, los muertos, aun los deLofoten;los muertos, en el fondo, lo estn menosque yo...!

    Despertar

    En un pas de infancia recuperada entre lagrimas,en una ciudad con latidos de corazones muertos(todo un arrullador zurco de latidos de vuelo,de latidos de alas de los pjaros de la muerte;

    de chapaleos de alas negras sobre el agua demuerte),en un pasado fuera del tiempo, enfermo dearrobamiento,los gratos ojos dolidos del amor arden todavacon un fuego manso de mineral rojizo, con untriste encanto,en un pas de infancia recuperada entrelgrimas...Sin embargo, el da llueve sobre el vacoabsoluto.

    Por que me has sonredo en la gastada luz,

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    y por que y como me has reconocido,extraa muchachita de arcanglicos prpados,de reidores, azulados, suspirantes prpados,hiedra de noche estival sobre la luna de las piedras?Y por que y como, no habiendo jams entrevisto

    ni mi rostro ni mi duelo, ni la miseriade los das, me has reconocido tan de pronto,clida, musical, brumosa, plida, amada?Por quien morir en la noche inmensa de tusprpados?Sin embargo, el da llueve sobre el vacoabsoluto.

    Que palabras, que msicas terriblemente caducasse estremecen en m con tu presencia irreal,sombra paloma de los das lejanos, tibia, bella?Que msicas en eso se estremecen durante elsueo?Bajo cuales frondas de soledumbre antiqusima,en que silencio, en que meloda o en quevoz de nio enfermo volver a encontrarte,oh bella,oh casta, oh msica escuchada en el sueo?Sin embargo, el da llueve sobre el vacoabsoluto.

    Un cristiano pobre observa el Ghetto

    Las abejas erigen alrededor de rojas vsceras,las hormigas alrededor del negro hueso.Ha comenzado: el desgarro de las sedas pisoteadas con desprecio.Ha comenzado: la ruptura del vidrio y la madera, del cobre y el nquel,de la plata y el estuco, de las lminas de hierro, de las cuerdas delvioln,de las trompetas y el follaje, de las vasijas y cristales.

    Puf! El fuego resplandece desde los muros amarillos,abrasa el pelo animal y el cabello humano.

    Las abejas erigen sobre el panal de los pulmones,las hormigas sobre el blanco hueso. Destrozan papel, caucho,sbanas, cuero, lino, fibras, tejidos, hilos, alambre y forros de sierpe.El techo y las paredes se derrumban entre llamasy el fuego consume los cimientos.Ahora slo queda la tierra, pedregosa y yerma,con un solo rbol deshojado.

    Lentamente, excavando un tnel, un centinela clandestino se hacepaso,

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    con una pequea linterna roja atada sobre su frente.Toca los cuerpos sepultados y los cuenta, avanza,reconoce las cenizas humanas por su luminoso vaho,las cenizas de cada hombre distinguibles por la intensidad de susmatices.

    Las abejas erigen alrededor de una roja huella.Las hormigas, en el vaco dejado por mi cuerpo.

    Tengo miedo, tanto miedo del centinela clandestino.Tiene los prpados hinchados, como un Patriarcaque se ha sentado tenazmente a la luz de los ciriospara leer el gran libro de la especie humana.

    Qu le dir, yo, un judo del Nuevo Testamento,que ha esperado dos mil aos por el regreso de Cristo?Mi quebrantado cuerpo me llevar hasta sus ojosy l me contar entre los cmplices de la muerte:el incircunciso.

    Varsovia, 1943

    cuando ella llegue

    Cuando ella llegue, habr gris o verde en susojos,verde o gris en el ro?La hora ser nueva en este porvenir tan viejo,nueva pero tan poco novedosa...Antiguas horas en las que se ha dicho todo, vistotodo, soado todo:no os imaginis como os compadezco...!

    Habr entonces otro hoy y ruidos de ciudadtal como los de hoy y siempre - duras

    experiencias! -,y olores - segn la estacin - de septiembre ode abril.Y un falso cielo, y nubes sobre el ro.

    Y palabras - segn la ocasin- alegres osollozantesbajo cielos que se regocijan o que llueven,porque nosotros habremos vivido y simulado- ay! - tanto y tantocuando ella llegue con sus ojos de lluvia sobreel ro!

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    Y habr tambin (voz del hasto, risa de laimpotencia)el viejo, el estril, el seco momento presente,pulsacin de una eternidad hermana del silencio;el momento presente, tal como este momento.

    Ayer, hace diez aos, hoy, dentro de un mes,horribles expresiones, pensamientos muertos, pero,que importa!Bebe, duerme, muere, es preciso librarse de s mismode una u otra manera ...

    El rey Popiel

    Segn la leyenda, el rey Popiel fue devorado por los ratones en su isla ala mitad de un gran lago.

    Ciertamente sus crmenes no fueron comoLos nuestros. En torno haba piraguasDe madera de tilo y algunas pieles de castor.Su reino eran las cinagas donde al mugir el alceSu grito resonabaEn la luna de cidas escarchasY los linces trepaban en primaveraA los timones secos de las lanchas.

    Su empalizada, su fuerte de madera y la torreerigidaPor las aletas de los dioses nocturnos,poda verlasMs all de las aguas el cazador furtivoQue no osaba apartar las ramas con su arco.

    Hasta que alguno de ellos volvi con la noticia:El viento hizo encallar entre los juncosLa embarcacin desierta.Los ratones se haban comido al rey.Ms tarde obtuvoLa corona incrustada de diamantes.Galileo, Newton, EinsteinLe heredaron mares y tierrasAl rey desvanecido para siempreQue guard en su tesoroBarras de bronce, tres monedas gticas.Popiel que se march quin sabe adndeCon sus mujeres y sus hijos.

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    As, por muchos siglos, en su tronoPodr afilar su jabalina con un cuchillo.

    La huida

    Al mirar hacia atrs vi la ciudad en llamas y dije:Escapemos. Cubra la hierba nuestros pasos.Narren los muertos a los muertos lo que ha ocurrido.Nos corresponde engendrar a una generacin violenta,Libre del mal y libre de la dichaQue en la ciudad imperaban.

    Continuemos.Y la espada de fuego nos seal la tierra.

    Una tarea

    Con miedo y temblores creo que justificara mi vidaSlo si me obligara a hacer una confesin pblicaPara revelar mi vergenza y la vergenza de mi poca:Nos permitieron aullar en la lengua de los enanos y losdemonios,Pero las palabras puras y generosas quedaron prohibidasBajo una pena tan severa que si alguien se atrevia pronunciar alguna de ellasPuede considerarse hombre perdido.

    PruebaSin embargo, probaste las llamas del infierno.Incluso puedes decir cmo son: reales,Terminadas en ganchos agudos que desgarranla carnePedazo por pedazo hasta llegar al hueso.Caminaste por la calle y all estaban: el ltigoy el derramamiento de sangre.Recuerda por lo tanto que no hay duda:Ciertamente existe el infierno.

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    Tengo edad suficiente para recordar pero, al igual que otros, repito laspalabras que son socialmente aceptables, porque no me sientoautorizado a revelar una verdad que resulta demasiado cruel para el

    corazn humano.

    Cancin sobre el fin del mundo

    El da del fin del mundoLa abeja ronda sobre los geranios,El pescador teje una red luminosa,En el mar juegan los alegres delfines,

    Los tiernos gorriones saltan en el aleroY luce dorada la piel de la serpiente,Como debe ser.

    El da del fin del mundoLas mujeres van por el campo bajo las sombrillas,El ebrio dormita a la orilla del csped,Los verduleros gritan en la calle,Y una lancha de vela amarilla encalla en la isla.El tono del violn vibra en el aireY entreabre la noche estrellada.

    Y los que esperaban relmpagos y truenos,Quedan decepcionados.Y los que esperaban seales y trompetas del arcngelNo creen que ha llegado la hora.Mientras el sol y la luna estn en el firmamento,Mientras el abejorro hechice a la rosa,Mientras nazcan los nios dichosos,Nadie cree que ha llegado la hora.

    Slo el anciano de cabello blanco, que podra ser profetaPero que no lo es, porque tiene otro oficio,Murmura al coser las ristras de tomates:Ya no vendr otro fin del mundo,Ya no vendr otro fin del mundo.

    xodo

    Cuando bamos huyendo de la ciudad incendiada,Lejos ya de sus torres, volteando los ojos,

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    He dicho: Que el cardo cubra nuestras pisadas,Que callen en las llamas profetas fervorosos,Que slo los muertos hablen de las cosas pasadas,Nuestra ser la estirpe iracunda y nueva,Libre del mal y de la dicha que all brotaban.

    Sigamos. Y nos abra la tierra una espada de fuego.

    Goszyce, 1944.

    Prefacio

    T, a quien no pude salvar,Escchame.

    Comprende mi hablar sencillo porque me avergonzara el otro.No hay en m, lo juro, la hechicera de las palabras.Te hablo silencioso, como una nube o un rbol.

    Lo que me daba fuerza, para ti era mortal.Concebas el declive de una poca como inicio de la siguiente,El xtasis del odio como la belleza lrica,El impulso ciego como forma conclusa.

    He aqu el valle de los secos ros polacos. Y el enorme puenteQue va hacia la bruma blanca. He aqu la ciudad derramadaY el viento que arroja sobre tu sepultura el grito de as gaviotasMientras hablo contigo.

    Qu es la poesa si no salvaNaciones ni hombres?Complicidad de mentiras oficiales,Cancin de los ebrios antes de caer degollados,Lectura de una quinceaera.

    Desear la buena poesa y no alcanzarla,

    Comprender tarde su sentido redentor:Esto y solo esto es una salvacin.

    Esparcan sobre las tumbas el mijo o la adormideraPorque llegaban bandadas de pjaros-muertos.Para ti pongo aqu este libro, oh, lejano,Para que ya no nos visites ms.

    Cracovia, 1945.

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    Al final del siglo XX

    Al final del siglo XX, , nacido en su inicio,tras haber escrito libros, buenos o malos, pero laboriosos,tras haber alcanzado, perdido y recuperado,

    Estoy aqu, con la esperanza de que sea posible volver aempezary sanar la propia vida pensando intensamente en las cosaspasadas,tan fuerte, que el tiempo no logre borrar paisajes ni rostrosy todo permanecer ms verdadero de lo que ha sido.

    Sin comprender cmo llegaban los aos del xtasis y a la vezde tormento,

    aceptando mi destino e implorando por otro,no me trataba con indulgencia, apretaba los labios.

    Orgulloso de la nica virtud por m conocida:la de azotarme con las mltiples disciplinas.Siempre empiezo de nuevo, porque lo que acierto en tramaresulta una ficcin, evidente para los dems pero no para m,y ella me confunde y me oculta,y el deseo de la verdad me vuelve deshonesto.

    Entonces pienso en el rigor del alto estiloy en aquellos que nunca lo necesitaron.Y pienso tambin que toda mi vida me he dejado vencer por laesperanza.

    Sobre la plegaria

    Me preguntas, cmo rezar a alguien que no existe.Slo s que la plegaria levanta un puente de sedaPor el cual avanzamos como en un trampolnHasta alzar el vuelo por encima de los paisajes de oroprofundoCambiados por el mgico sncope del sol.Este puente va hacia la orilla del ReversoDonde el otro lado de las cosas revela un sentidoApenas sospechado de las palabras esto es-.Mira, estoy diciendo: nosotros. Y cada uno en su singularidadSiente all la compasin por los que siguen presos en elcuerpo,Y sabe que, si incluso no existiese la otra orilla,

    Igual tendran que entrar en el puente tendido sobre la tierra.

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    En el Exilio

    Este texto fue escrito por Ceslaw Milosz como introduccin para el libro"Exilio"de Joseph Koudelka.

    Mientras escriba este ensayo tena ante mis ojoslas fotografas de Joseph Koudelka.

    Dejar que sean mis palabras un tributo a su artede contar historias sin palabras. (CM)

    El ritmo est en la base de la vida humana. Es,ante todo, el ritmo del organismo, gobernado porel latido del corazn y la circulacin de la sangre.Como si viviramos en un mundo de pulsaciones,

    en un mundo que vibra. Respondemos a l yalternadamente estamos limitados a su ritmo. Sindetener nuestras reflexiones en la dependenciaque existe entre las sstoles y las dstoles deltiempo. Tiempo que fluye entre los amaneceres yatardeceres, y en secuencias de cuatro estaciones.

    La repeticin nos permite formar hbitos y aceptar el mundo a manerade un quizs muy familiar; la necesidad de una rutina estprofundamente arraigada a la propia estructura de nuestros cuerpos.

    En una ciudad o una aldea que conocemos desde nuestra niez nosmovemos en un espacio domesticado, nuestras ocupaciones encuentranseales por todas partes que favorecen la rutina. Transplantado a unespacio extranjero, nos oprime la ansiedad debido a la indeterminacin,a la inseguridad. Existe ah una enorme cantidad de nuevas formas quefluyen, porque el principio de su orden, de su rutina, no puede serdescubierto. Lo que digo es posiblemente una generalizacin de mipropia experiencia, pero tengo la esperanza que se entienda como laexperiencia que ha sido compartida por muchos, especialmente en este

    siglo.

    Entre los infortunios del exilio, la ansiedad que produce lo desconocidoocupa un lugar predominante. Cualquiera que se haya encontradocomo inmigrante en una ciudad extranjera, ha tenido que hacerle frentea esa clase de envidia que produce ver a sus habitantes enfrascados ensus diarias ocupaciones, conducindose con absoluta confianza arumbos seguros, definidos y conocidos, a tiendas u oficinas, en unmundo que se teje dentro de una enorme fbrica de alboroto cotidiano.Es posible que tal observador tenga el recurso de crear estrategiasespeciales, desde el exterior, para disminuir su sensacin de

    enajenacin. Viviendo en Pars, dibujaba durante mucho tiempo unalnea alrededor de algunas calles en el barrio latino, de modo que

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    pudiera reconocer una cierta rea como ma. Un restaurante en laesquina, una librera pequea, un lavadero, un caf seguido de otro.Reconocer por adelantado la presencia de estas secuencias en lospuntos esperados, me procuraba cierta seguridad en mis caminatascotidianas.

    Perderse en una ciudad extranjera. Quizs hay algo ms profundoimplicado en esto que una simple incapacidad de encontrar el camino.Me sucedi una vez, tambin en Pars ciudad de muchos de mismomentos felices y de muchas de mis desgracias cuando sala delMetro en una parte de la ciudad que conoca, pero no demasiado bien.Comenc a caminar y de pronto not que no encontraba un punto claroo uniforme que me sirviera de gua, en ese momento me invadi un grantemor, una especie de repentina acrofobia. Las casas parecan darse lavuelta y amenazaban con caer. Perd la orientacin y estabacompletamente conciente de mi indecisin de cual calle tomar, hechoque provoc que fuera ms profunda mi sensacin de prdida deorientacin. El exilio nos priva de los puntos de referencia que nosayudan a llevar a cabo nuestros proyectos, a elegir nuestras metas, aorganizar nuestras actividades. En nuestros pases nativos mantenemosuna relacin puntual con nuestros precursores y ancestros, con losescritores si ramos escritores, con los pintores si ramos pintores, ysa es una relacin tanto de respeto como de oposicin; nuestra fuerzaimpulsora es superarlos de una u otra manera y agregar nuestronombre a la lista de los nombres recordados en nuestra aldea, nuestraciudad, o nuestro pas. Aqu, en el extranjero, nada de eso existe,

    hemos sido arrojados fuera de la historia, que es siempre la historia deun rea especfica en el mapa, y tenemos que hacer frente a utilizar laexpresin de un escritor exiliado, "la insoportable levedad del ser."

    La recuperacin es lenta y nunca completa. Hay un perodo en querechazamos el reconocimiento de que nuestra dislocacin es irrevocabley ningn cambio poltico o econmico en nuestro pas de origen puedeser motivo para regresar. Entonces, lentamente reconocemos que elexilio no es slo el fenmeno fsico de cruzar las fronteras del estado. Elsentimiento crece en nosotros, nos transforma desde dentro, y seconvierte en nuestro destino. La gran masa humana que nos pareciindeferenciable en un primer da, las calles, los monumentos, lasmaneras y los modos que nos fueron deconocidos, van adquiriendonuevas caractersticas. Lo que fue extrao se transforma gradualmenteen familiar, sin embargo, la memoria preserva una topografa denuestro pasado, y esta doble observacin nos mantendr siempre a unpaso aparte de nuestros conciudadanos.

    Habiendo salido de su tierra natal, no mire hacia atrs, las Erinyes*estn detrs de usted. ste es uno de los principios pitagricos. Elconsejo es bueno pero difcil de seguir. Es verdad, las Erinyes estn all,

    a la espalda, y con slo un vistazo pueden petrificar a un mortal.Algunos dicen que son las hijas de la tierra, otros, las hijas de la noche,

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    en cualquier caso vienen de la profundidad del mundo terrenal, portanun par de grandes alas y de su cabello se deslizan horribles serpientes.Son el castigo de ofensas pasadas y se sabe bien que nadie es capaz declamar pureza, an sin ser consciente de las faltas cometidas. La mejorproteccin contra las Erinyes sera, de hecho, nunca mirar hacia atrs.

    Pero es imposible no mirar. All, en la tierra de los antepasados, de lalengua, de la familia, se ha dejado un tesoro ms valioso que cualquierriqueza pesada en oro. Un tesoro formado por los colores, las formas,las entonaciones, los detalles arquitectnicos, la gente, todo lo queform nuestra niez. Cuando se deja que la memoria hable, sedespierta el pasado y de la misma manera se atrae a las Erinyes; todohombre carente de memoria es apenas humano, o representa solamenteuna humanidad empobrecida. Pero entonces, nos enfrentamos a unacontradiccin y hay que aprender a vivir con ella.

    Existe otro aspecto del exilio que es considerado como una afliccin,especficamente del siglo XX; Dante, uno de los ms famosos escritoresexiliados, despus de dejar su natal Florencia, vag toda su vida de unaciudad a otra, pero hoy esas ciudades pueden apenas significar "elexterior" dado que todas se sitan dentro de Italia. Al morir, Dante fueenterrado en Ravena, ciudad que actualmente no nos parece enabsoluto, demasiado lejana a su lugar de nacimiento.

    Podra acaso suceder que con eso de la contraccin del planeta, lasdistancias de la tierra estn cambiando? Que las distancias entre lospases se hacen ms y ms pequeas? Quiz es posible visualizar los

    anhelos de un peregrino moderno que parte de un lugar a otro dentrode un pas, llmese Europa, un continente, o el mundo sin llegar asentir esa alienacin? Si esto no es as el da de hoy, existe undinamismo latente, inherente en el progreso de la tecnologa, queempuja hacia esa direccin. El siglo XX trae tambin un cambiocuantitativo conveniente para la era de la explosin demogrfica. En eltiempo de Dante, el nmero de gente que sala de las ciudades o de sualdea de origen era muy pequeo. Ahora son cientos de miles, e inclusomillones, los que emigran, expulsados de sus hogares por la guerra, pornecesidades econmicas, o huyendo de la persecucin poltica. Unexpatriado, por ejemplo un escritor, un artista o un intelectual queabandona su pas por voluntad propia, no tiene como argumento de suexilio stas speras razones, causas como el hambre o el miedo a lapolica, pero an as, l no podr aislar su destino del destino de lasmasas exiliadas. La existencia nmada, los tugurios que a menudohabitan, los desiertos de calles sucias donde juegan los nios son, encierto modo, tambin suyos; se sentir en solidaridad con ellos y sepreguntar si esto no es slo una imagen ms y generalizada, de lacondicin humana. La vida en el exilio no es ms que unatransplantacin de un pas a otro. Los centros industriales atraen agente que sale de sus pacficos pero empobrecidos distritos rurales y las

    ciudades nuevas crecen donde hace algunas dcadas solamente

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    pastaban los ganados, incrementndose as, los cinturones de miseraque rodean a las grandes capitales.

    Cuando caracterizamos la indeterminacin y la inseguridad inherentesen el exilio, se nota que prcticamente todo que se dice sobre el tema es

    aplicable a los nuevos habitantes del paisaje urbano, incluso an paraaquellos que no han llegado de tierras extranjeras. La enajenacin seconvierte en un predicamento de muchos seres humanos que sernconsiderados, muy a su pesar, dentro de una categora especial; laauto-estima del inmigrante se reflejar en ese fenmeno, y se irminando lentamente.

    Quiz la prdida de armona con el espacio circundante, la inhabilidadde sentirse en casa dentro del mundo, es demasiado opresiva para unexpatriado, un refugiado, o un inmigrante, y no obstante lo llamamos,paradjicamente, a integrarse en nuestra sociedad contempornea y lohacemos creer, si l es artista, que es entendido por todos. Y an ms,para poder expresar la situacin existencial del hombre moderno, unodebe vivir en un exilio de cierta clase. No es acaso el exilio el tema demuchas de las obras de Samuel Beckett? El tiempo en ellas no sepercibe como una serena repeticin que favorece la rutina cmoda yalegre; por el contrario, es un tiempo vaco y destructivo, acomete haciaadelante en direccin a una meta ilusoria y se cierra en s mismo enuna exhibicin del hombre vanal. En esas obras no se puede entrar encontacto con el espacio, ya que es abstracto, uniforme, privado deobjetos especficos, y con toda probabilidad, un desierto.

    Escribiendo esto, escuch casualmente una vieja cancin religiosa deorigen polaco, que comienza diciendo: "Exilio de Eva, te suplicamosSeor, ayuda para ella". Sin duda, el arquetipo del jardn del Edn serepite en nuestras vidas, sea Edn la matriz de nuestra madre o eljardn encantado de nuestra niez temprana. Siglos de tradicin estndetrs de la imagen de la tierra madre, como tierra de los exiliados,presentada generalmente como un paisaje desrtico, estril, en el cualAdn y Eva marchan con la cabeza descomunalmente baja. Fueronexpulsados de su reino nativo, su hogar verdadero, donde el mismoritmo haba gobernado sobre sus cuerpos y sus alrededores, donde nose ha sabido de ninguna separacin y de ninguna nostalgia. Al mirarhacia atrs, pudieron ver las espadas ardientes que guardaban laspuertas del paraso. La nostalgia del regreso a donde una vez tuvieronuna existencia plena y feliz se ve intensificada por la conciencia de laprohibicin. Y an as, nunca abandonarn por completo elpensamiento de que un da su exilio terminar. Ms tarde, mucho mstarde, quizs ese sueo tomar la forma de una ciudad de oro queprevalecer ms all de esta poca, la idea de una Jerusaln divina.

    La imagen bblica favorece un clich en el que exilio significa

    permanecer mirando hacia el pas de origen. Es muy cierto que en estesiglo muchos autores han escrito poemas y novelas donde describen la

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    regin del mundo de donde han venido, mucho ms hermosa de lo queera en realidad; simplemente porque es un espacio que est perdidopara siempre. Sin embargo, en este punto, es posible hacer unaobjecin. El desplazamiento crea una distancia que se mide porkilmetros o millas, cientos y miles de millas. Pero la imagen bblica se

    expresa mediante el movimiento que separa al hombre de las puertasdel Edn o, traduciendo esto en nociones modernas, de las fronteras deun estado protegido por soldados armados. Sin embargo, la distancia sepuede medir no slo en millas, sino tambin en meses, en aos, o en lasdocenas de aos. Asumiendo esto, podemos considerar la vida de cadaser humano como un movimiento inexorable de la niez hacia las fasesde la juventud, para llegar a la madurez, y ms tarde a la vejez. Elpasado de cada individuo experimenta transformaciones constantes ensu memoria y la mayora de las veces adquiere las caractersticas deuna tierra irrecuperable que se hace cada vez ms y ms extraa por elflujo del tiempo. As, la diferencia entre el desplazamiento en el espacioy en el tiempo se desvanece. Podemos imaginar a un viejo expatriadoquien, al meditar en el pas de su juventud, se da cuenta de que laseparacin no slo se debe a la distancia, sino tambin por las arrugasen su cara y su cabello gris. Marcas dejadas por un severo guardiafronterizo: el tiempo.Entonces qu es el exilio si, en este sentido, todos comparten esacondicin?

    No obstante, la condicin del exilio en su sentido geogrfico essuficientemente verdadera y aquellos que la han experimentado han

    utilizado diversos consuelos para hacerla menos deprimente. Laconciencia de su carcter universal en este siglo puede proporcionar unalivio considerable e incluso inducir un orgullo por pertenecer a ungrupo selecto que va a la vanguardia. Adems, esa conciencia despiertael valor, por el hecho de que la historia ha revelado que los grandespases, entre ellos Amrica, han sido fundados por errantes yvagabundos. Sin embargo, sucede que los artistas o escritores en elexilio son, con frecuencia confrontados con preguntas insidiosas sobresu creatividad o la falta de ella. Un argumento que suele salir comorespuesta es que existe una conexin misteriosa entre la tierra denuestros antepasados, su luz y los sonidos de su idioma, con lospoderes creadores del individuo. Se dice que nuestras fuentes deinspiracin corren el riesgo de secarse en el exterior. Y de hechoencontramos, un gran nmero de escritores y poetas talentosos,pintores brillantes o msicos prometedores, que salieron de sus pasesbuscando la fortuna, para slo sufrir la derrota y hundirse en unanonimato que cubrir sus nombres para siempre. Es muy cierta laafirmacin que sostiene que la tierra natal posee una fuerza quevivifica, incluso si ponemos lo obvio a un lado, a saber, la lenguamaterna y sus matices irreemplazables. El temor de la esterilidad es uncompaero de cada artista expatriado y aunque acostumbre rodearse de

    otros artistas, su presencia en ese caso le hace sentir ms fuertementeel miedo. Para calmarlo, lo ms til es invocar los nombres de todos los

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    que, a pesar de las probabilidades, no han perdido el juego. Ciertostrabajos fundamentales de la poesa en algunos idiomas, por ejemplo enpolaco y armenio, han sido escritos en el exterior, debido apersecuciones polticas practicadas por poderes extranjeros que ocupansus propios pases.

    Las dcadas que Marc Chagall pas en Pars, lejos de su pueblo natalen Witebsk, no desalent su inspiracin original y continu su vuelo enel cielo junto con los techos de chozas, con las cabras y vacas de suniez y juventud temprana. El cantante Isaac Bashevis, recre enAmrica gracias a la memoria y la imaginacin la vida que estabaperdida para los judos polacos. Es dudoso si el Ulises de Joyce pudierahaber sido escrito en Dubln, es ms probable asumir que suenajenacin y su negativa para servir las metas patriticas irlandesaseran precondiciones necesarias para la descripcin de Irlanda desdelejos. Y Stravinsky, a pesar de rumores maliciosos, segn los cuales sedeca, que despus de componer La Consagracin de la Primavera sutalento estaba disminuyendo, debido a su alejamiento de Rusia. Sinembargo, continu siendo muy productivo y muy ruso a pesar de sulargo exilio.

    En cada uno de estos ejemplos, y pueden ser multiplicados, existe unapauta notable. La despedida del pas de origen, de sus paisajes ycostumbres lo llevan a uno a la tierra de nadie, y es comparable quiz ala eleccin del desierto como lugar de contemplacin de los ermitaoscristianos. Llegamos as a que el nico remedio contra la prdida de la

    orientacin ser crear una propia orientacin, un nuevo norte, un este,un oeste, y sur propios; y postular, en ese espacio nuevo, un Witebsk oDubln elevados a la segunda potencia. Lo que se ha perdido hay querecuperarlo en un nivel ms alto de experiencia y presencia.

    El exilio es una prueba de la libertad interna y esa libertad aterroriza.Todo depende de nuestros propios recursos, de que somos, en su mayorparte, ignorantes y an as, tomamos decisiones al asumir que nuestrafuerza ser suficiente. El riesgo es total, no lo calma ni el calor de unaentidad donde el segundo lugar es generalmente tolerado, esconsiderado como til e incluso honorable. Ahora ganar o perderaparece a plena luz, porque estamos solos y la soledad es una afliccinpermanente del exilio. Una vez Friedrich Nietzsche exalt la libertad dela altura, de la soledad, del desierto. La libertad del exilio es de ese tipo,aunque es impuesta por circunstancias y, por lo tanto, carente debathos**. Una frmula breve puede encapsular el resultado de esalucha con nuestra propia debilidad: el exilio destruye, pero si falla en elintento, te har ms fuerte.

    El xodo de la gente hacia sus pases de origen es una caractersticafamiliar en nuestro siglo y se ha clasificado bajo varios nombres. La

    Revolucin Rusa tuvo como resultado la aparicin de cientos deemigrados rusos en las ciudades grandes del Oeste. Pronto, se unieron

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    los refugiados de la Alemania de Hitler y los ex soldados del EjrcitoRepublicano Espaol. Hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial, laAlemania derrotada estaba repleta de los llamados D.F.'s, que eran losque haban sido sometidos en calidad de esclavos a trabajar, lossobrevivientes de campos de concentracin, y los alemanes expulsados

    de las provincias orientales. En las dcadas subsiguientes aparece unaola de migraciones provenientes de la Europa Oriental Central que sehaba enfrentado a diversos espasmos polticos (el aplastamiento dellevantamiento hngaro, la invasin de Checoslovaquia, la ley marcial enPolonia) o por la atraccin econmica hacia el capitalismo de occidente.Nombres y categoras semejantes se pueden encontrar tambin enAfrica y Asia, el xodo de la Gente del Barco de Vietnam es el casoms famoso. Y an cuando los oficiales encargados de la tarea depermitir o negar, a un recin llegado, el derecho de permanecer,distinguen perfectamente los motivos ideolgicos y econmicos, larealidad es mucho ms compleja que eso y pueden ser miles las razonespor las que una persona se vea obligada a emigrar. Una cosa es cierta:la gente sale sus patrias porque la vida ah es difcil de soportar.

    Podemos imaginarnos un mundo en que el fenmeno del exiliodesaparece por ser innecesario? Para prever tal posibilidad significaradescartar lo conocido, lo que parece llevarnos en la direccin opuesta.Lo que es probable es el aumento en la conciencia de que, quienquieraque busca la felicidad en tierras distantes se debe preparar para ladesilusin o ms an para la recompensa dudosa del que salta de lasartn al fuego. Pero este hecho, no desalentara nadie, ya que el dolor

    que sentimos en un momento dado es ms real que el dolor quepodemos aguantar en el futuro. Esta tierra con todos sus encantos einfinta belleza es, a fin de cuentas, tambin la tierra del "Exilio de Eva".

    Nos sigue gustando aquella vieja ancdota acerca de un refugiado enuna agencia de viajes, que tratando de escapar de una Europadevastada por la guerra, est indeciso sobre qu continente y questado elegir, cul es el que est ms lejos de la guerra y dnde es msseguro vivir. Minutos despus de reflexionar, girando un globoterrqueo al que apuntaba con el ndice. Se detiene y le preguntaentonces al agente, Disculpe, acaso no tiene algo ms?

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    Lo pronunciado se fortalece

    Por Seamus Heaney

    Sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, disidente del comunismo,exiliado ms de una vez, lector en ruso, francs e ingls, nacido enLituania de familia catlica polaca, Milosz encarna elideal europeo del hombre culto y el testigoprivilegiado. Narrador, memorialista y crtico, sudestino de autor se cifra, sin embargo, en la poesa,su primera y ltima vocacin. Su lector y amigoSeamus Heaney, Premio Nobel como l, escribe estesentido cenotafio

    Hace ya buen rato que quienes conocieron de cerca

    a Czeslaw Milosz no podan dejar de preguntarsecmo sera su ausencia. Mientras tanto, l semantena ms firme que nunca, escribiendo all enCracovia, nonagenario ya, en un apartamento dondetuve el privilegio de visitarlo dos veces. En laprimera ocasin, estaba en cama, demasiadoindispuesto para asistir a una serie de conferencias

    organizadas en su honor; y en la segunda, se hallaba a buen resguardoen su sala, cara a cara con un busto de bronce tamao natural de susegunda esposa, Carol, unos treinta aos menor que l, que haba

    muerto vctima de un cncer rpido y cruel en el 2002: ah sentado aun costado de aquella habitacin, frente a la escultura de bronce, elviejo poeta pareca estar contemplndolo todo desde otra orilla. Porentonces se hallaba al cuidado de su nuera, merced a cuyas oscilantesatenciones, as como a su propia apariencia algo transfigurada, unopensaba en el anciano Edipo y en las hijas ocupndose de su bienestaren el bosquecillo de Colono: aquel vetusto rey haba llegado al sitiodonde saba que morira. Colono no era su lugar de nacimiento, pero sel lugar donde haba vuelto a casa a encontrarse con su persona, con elmundo y con el otro mundo: lo mismo se poda decir de Milosz enCracovia.

    "El nio que vive dentro de nosotros confa en que en alguna parteexistan hombres sabios que posean la verdad": segn sus propiaspalabras y para sus muchos amigos, Milosz encarnaba a uno de esoshombres sabios. Sus frases clebres se citaban a diestra y siniestra,incluso cuando se trataba ms de agudezas que de sabidura. Unos dasantes de su muerte, recib una carta de Robert Pinsky en la que mecontaba su visita, el mes anterior, al hospital en que estaba internadoCzeslaw. "Cmo ests?", le pregunt Robert. "Consciente fue larespuesta. Tengo la cabeza llena de chucheras." sta fue la primeravez que detect una nota de temor en su discurso. Un par de aosantes, por ejemplo, un cuestionamiento semejante por parte de RobertHass, colega traductor de Pinsky, haba obtenido como contestacin:

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    "Sobrevivo por encantamiento", que sonaba ms a su persona. Su vida yobra se basaban en la fe en "una palabra que han despertado labios quemueren". Este primordial principio artstico se relacionaba claramentecon el ltimo evangelio de la Misa, el In principio de San Juan: "En elprincipio era el Verbo." Inexorablemente, entonces, a lo largo de toda

    una vida en busca de una vocacin potica, de un estudio cuidadoso delo que esa bsqueda significaba, y de una incesante y ricaproductividad en cuanto a sus hbitos de composicin, desarroll unaferoz conviccin en la sagrada fuerza de su arte, en la convocatoria de lapoesa a combatir la muerte y la nada, a ser "Un incansable mensajeroque va corriendo / A travs de campos interestelares, a travs degalaxias vertiginosas, / Y llama a voces, protesta, grita." (del poema"Significado"). Con Milosz ausente, el mundo ha perdido a un increbletestigo de esta inmemorial creencia en el poder salvador de la poesa.

    Su credibilidad fue y seguir siendo primordial. Nunca mostr elmenor gesto solapado en cuanto a su profesin de fe en la poesa, a laque alguna vez llam la "aliada de la filosofa al servicio del bien", cuyomensaje habra de "llegar a las montaas merced al unicornio y al eco".Tal confianza en el delicioso potencial del arte y del intelecto paraotorgar jbilo quedaba protegida por fuertes bastiones construidos abase de conocimientos y experiencia que l se haba ganado de primeramano y a un costo altsimo. Su pensamiento, dicho de otro modo, era almismo tiempo un jardn ora un jardn de monasterio, ora un jardn delas delicias terrenales y una ciudadela. Las fortificaciones en torno aljardn se situaban en una alta montaa, desde donde l poda ver los

    reinos del mundo, reconocer sus tentaciones y sus tragedias, ycomunicarle a sus lectores tanto la frescura como la interiorizacin queesta situacin permita. En alguna parte, por ejemplo, compara unpoema con un puente hecho de aire sobre el aire, y una de las deliciasde su obra es la correspondiente sensacin de una realidad vigilantedesde la perspectiva de una mente esclarecedora, que lo dejaba a unolibre dentro de la autntica soledad del propio ser y, a la vez, le ofrecauna gratificante compaa espiritual, gracias a lo cual siempre le dabanganas de decir: "Qu bueno que estamos aqu."

    Milosz estaba bien consciente de este aspecto de su obra, y fue muyexplcito acerca de su deseo de que la poesa, en general, fuera capaz deofrecer tan elevado nivel de consideracin. Sin embargo, como paraprobar la verdad de la idea de W.B. Yeats, segn la cual no hay avancesin contrariedad, era igualmente enftico acerca de la necesidad de lapoesa de descender de su elevada posicin ventajosa para arrastrarseentre los nmadas del valle. No bastaba con que el poeta fuera como laVenus de "El escudo de Aquiles", de W.H. Auden, que miraba porencima del hombro de su artefacto rumbo a un panorama lejano que loinclua todo, desde la comedia en la cocina hasta el genocidio. El poetadeba estar all abajo con el populacho comn y corriente, cara a cara

    con la familia de refugiados en el suelo de la estacin del tren,compartiendo el olor de migajas rancias que la madre reparte entre sus

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    cros incluso con las botas de la patrulla militar encima, mientras laciudad es bombardeada, y los mapas y los recuerdos estallan en llamas.Se necesitaba una conciencia acerca de la trivialidad y las tribulacionesde la vida de los dems para humanizar el canto. No era suficientedesplazarse por los salones del mundo avant-garde. Hay ciertas cosas,

    segn lo dice en "1945", que no se pueden aprender "de Apollinaire, /de los manifiestos cubistas, ni de los festivales en las calles de Pars".Milosz habra entendido profundamente y habra estado de acuerdo conla contencin de John Keats en cuanto a que el uso de un mundo dedolor y perturbacin habra de aleccionar la inteligencia, convirtindolaen un alma. El soldado con licencia del poema "1945" ha recibidojustamente esa leccin:

    En la estepa, conforme se vendaba los pies sangrantes con un trapo,Comprendi el ftil orgullo de aquellas encumbradas generaciones:Hasta donde poda ver, una tierra rasa, irredenta.Y en tan drsticas condiciones, qu tiene el poeta que ofrecer? Slo

    lo que se le ha concedido merced a la costumbre y la ceremonia, merceda la civilizacin:

    Parpade, ridculo y rebelde,Solo con mi Jess Mara en contra del poder irrefutable,Descendiente de ardientes plegarias, de doradas esculturasy milagros.

    n

    Hombre tierno respecto de la inocencia, de mente firme ante labrutalidad y la injusticia, Milosz poda ser a ratos susceptible, a ratosdespiadado. Ora evocaba el erotismo virginal de alguna muchachaadolescente rondando los jardines de una lituana casa solariega, orallevaba a cabo una anatoma de los rasgos de carcter y dones creativosmal dirigidos que empujaron a algn contemporneo a quedar atrapadoen la red marxista. De principio a fin, un desalmado poder analticocoexista con un indefenso placer sensual. Recuerda los olores del panrecin horneado en las calles de Pars en sus pocas de estudiante, altiempo que convoca los rostros de sus compaeros de clase deIndochina, jvenes revolucionarios que se preparaban para tomar elpoder y "matar en nombre de bellas ideas universales". En una ocasin,despus de una lectura de poesa en Harvard, donde pareca habercombinado, segn lo relat despus, los papeles de Orfeo y Tiresias, meconfi: "Me siento como un chiquillo jugando a las mrgenes del ro." Ylos poemas lo convencan a uno de que aqu tambin estaba diciendo laverdad. De hecho, Milosz demostr la falsedad del verso de T.S. Eliotacerca de que el ser humano no puede tolerar demasiada realidad. Eljoven poeta que comenz con sus pares en los cafs y en lascontroversias de la Varsovia de 1930 estaba presente cuando esosmismos jvenes poetas moran en la balacera de la Insurreccin de

    Varsovia, cuya memoria haba dejado apenas huella como unos graffitien los escombros de la ciudad devastada. El viejo, el sabio de la Calle

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    Grizzly Peak en Berkeley, veterano de la Guerra Fra, hroe deSolidaridad, amigo del Papa, fue al mismo tiempo el nio "que recibe laPrimera Comunin en Vilna y despus bebe el chocolate caliente que lesirven fervorosas damas catlicas", y el poeta que constantementeescuchaba "el inmenso llamado de lo Particular, pese a las leyes

    terrenales que condenan la memoria a la extincin".

    Yo slo conozco la poesa de Milosz en traduccin; sin embargo, casino se siente ninguna dificultad al leerlo en ingls, pues todo lo invadeuna voz nica, una poesa cargada de una densidad de experienciacabal y de primera mano, irradiada por una comprensin que la havuelto simblica. No es slo que uno confe en el odo y en la precisinde los poetas que llevaron a cabo la traduccin, si bien suscontribuciones al respecto resultan indispensables. Es, sobre todo, quede inmediato se intuye el peso de una presencia humana, un contenidoprosstico y una transmisin musical que deben existir en el original,mucho ms all de nuestros alcances lingsticos. La poesa como untodo resulta eminentemente comprensible e imposible de ignorar. Poseeidnticas ocasiones de sorpresa y reconocimiento. Oscila de laevocacin suntuosa a la articulacin individual. Sus cadencias, tanespontneas como la respiracin, su sencillez con frecuencia inesperada(caso este ltimo del hechizante poema joven "Encuentro") y suigualmente inesperada mas persuasiva ambigedad ("En el lejanooeste", por ejemplo) nos convencen de la verdad en la frecuenteafirmacin de Milosz de que sus poemas le eran dictados por undaimon, del cual era un mero "secretario". Lo cual implicaba

    simplemente, dicho de otro modo, que l haba aprendido a escribirrpido, a permitir los saltos asociativos propios de un corredor devallas, a no darle demasiado tiempo al "entrometido intelecto" paraintervenir. Cuando nos dice que escribi su poema "Ars Poetica" enveinte minutos, yo le creo y lo celebro.

    nAlgo del secreto y gran parte del poder de su poesa provenan de su

    inmensa erudicin. Su cabeza era como un teatro de la memoriarenacentista. Latn bien aprendido en la escuela, teologa tomista,filosofa rusa, poesa universal, historia del siglo veinte, todos losdramatis personae de la poca, muchos de los cuales haban sido suscompaeros cercanos: basta leer unas cuantas pginas de suabundante prosa para percatarse de cun presente tena todo esto, ycun frvolo e inadecuado resulta aqu el trillado clich acerca de lasmentes "bien abastecidas" que, en el caso de su pensamiento, se quedacorto. La poesa es la fina flor de una obra que abarca la autobiografa,la disputa poltica, la crtica literaria, el ensayo personal, la ficcin, lasmximas, las memorias y tanto ms, todo ello original, juguetn,ominoso, ms o menos inclasificable. Otros poetas han escrito tambinprosa voluminosa. Entre sus contemporneos ms prximos en ingls

    vienen a la mente Hugh Macdiarmid y W.H. Auden, ambos dotados deuna vigorosa inteligencia y un furor por el orden. En comparacin, no

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    MUESTRARIO DE POESA 32 NUNCA DE TI, CIUDAD CZESLAW MILOSZ44

    Metropolitano de Arte, acerca de la muerte de Scrates. El filsofo, decomplexin robusta, se encuentra en su lecho en alto, el torso desnudo,el dedo al aire, sentado y muy erguido, exponiendo ante su grupo deamigos la doctrina de la inmortalidad del alma. El cuadro bien podrallevar, en calidad de ttulo alternativo o leyenda, las palabras "Me lo

    permit todo, salvo la queja", afirmacin hecha por Joseph Brodsky, queMilosz citaba con tonos de suma aprobacin, y que podra