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Diciembre 2011 - Enero 2012

Número 10 Revista Vida Extrema

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Número 10 Revista Vida Extrema

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Diciembre 2011 - Enero 2012

REVISTA VIDA EXTREMA

CRISTIAN ARISTIZÁBAL EN COMPETENCIA

Diciembre 2011 - Enero 2012Número 10

EN EL FESTIVAL ROCA CARACAS

CONTENIDO

FUGA HOSPITALARIA:PARTE II

UN GRAN RETO:ULTRA RACE IDACA

FESTIVAL ROCA CARACAS

CARA OESTE:HUAYNA POTOSI

ALASKA OX

DIRECTOR

Javier Brin

MERCADEO

Mariana Brin

REDACCIÓN

Eduardo RojasEduardo MoserJuan Andrés SosaShane HoubartLuis Vassallo

EDITORAL

REVISTA VIDA EXTREMA FORMA PARTE DE SOUTHERN COMMUNICATIONS & MEDIA

EN PORTADA

CONTENIDO

6

12

20

4032

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FOTOGRAFÍA Javier RoblesValentina CovaCorina MoraPatricia MoraAlfredo ZubillagaCory NaumanShane HoubartMariana BrinAnabella PadulaJorge FerreiraOliver SevcikLuis Rojas

COLABORADORES

Eco Venezuela XtremaLi ProduccionesPedro RodeiroAlfredo ZubillagaJuan Pablo Herrera

Texto: Shane HoubartFotos: Alfredo Zubillaga

Cory NaumanShane Houbart

FugaHospitalaria

PARTE I ITenemos una agenda apretada por todo el tiempo perdido, la pared es de más de 400 metros y es la más desplomada que jamás halla visto. Después de dos días más moviendo cargas, finalmente llegamos a la pared y empezamos nuestra escalada, cargamos setenta y cinco litros de agua, 20Kg de comida y más equipo de escalada que jamás imaginé cargar. La primera petateada (subir la carga) no es tan mala como pensamos, tomando en cuenta que la carga combinada es casi 150Kg, dos petates y un portaledge, sin mencionar el hecho que estamos petateando una rampa con matas y tierra. Conseguimos fácilmente los primeros tres largos, es aquí cuando el verdadero desplome y características de la roca se empiezan a notar. El quinto largo es un hermoso lay back de izquierda con un techo técnico de empotres

de mano, la escalada es aventurera, yo estoy intentando y probando hasta mis límites, esta es mi primera ruta nueva y es en el medio de la selva en Sur América.

El sentimiento de estar vivo es gratificante a medida que subimos y deciframos el camino. Una escalada estética impulsa mis sentidos, con movimientos largos y buenos agarres, algunas de las secciones sin protección aumentan mi concentración y mi respiración, trato de no agarrar la roca con más fuerza de la necesaria, la escalada se pone mejor con cada centímetro que ganamos, sistemas de fisuras verticales que conectan con secuencias de fisuras horizontales, con buena protección y ocasionalmente hasta diez metros sin protección, nunca antes había taloneado tanto durante una escalada, para

conservar la energía y salvar mis antebrazos de explotar. Los grados se mantienen entre 5.10 unos cuantos 5.11 que Alfredo y yo la mayoría hicimos a vista. La roca es generalmente sólida con algunas secciones de roca suelta, empecé a tener un respeto y apreciación por los pioneros a finales de los 60 cuando empezaron a explorar el mundo vertical de las paredes de Yosemite en EEUU. La escalada es lo más agotador física y mentalmente que halla experimentado en mi vida, Alfredo maneja la presión como un campeón peso completo de escalada. Nunca he visto a alguien sonreír tan fácil después de todo su esfuerzo en un 5.12 con run out que fue el más bonito de todos los largos, las primeras tres noches Alfredo y yo dormimos en el portaledge, encontrando pequeñas repisas para cocinar y apreciar la vista, los atardeceres y la sorprendente vida de las aves.

Llueve todos los días y no nos toca ni una gota por el gran desplome que nos protege. Vimos como se movían las nubes de un lado a otro descargando agua exactamente encima de los lugares donde hay selva. Curiosos colibríes vuelan a nuestro alrededor, nunca han visto una persona anteriormente, más de uno se acerca. Pericos juegan y vuelan en dirección hacia la pared a velocidades sorprendentes desviándose del impacto en la ultima fracción de segundo. Coloridas guacamayas se hacen escuchar y nos hacen notar su presencia. Las siguientes cuatro noches dormimos en pequeñas cuevas y en la repisa más asombrosa que jamás halla tenido el placer de vivaquear. Tormentas pasan sobre nosotros y escalamos entre densas nubes, lo que hace aún más difícil encontrar la ruta. La mayoría de la escalada es libre, a excepción del largo once y doce: el once es A2+ con dos travesías tensionadas y escalada libre mandatoria de 5.11-, seguido por el largo doce que es C2+ con escalada en libre mandatoria de 5.11+ . Petateando el largo once el protector de cuerda se mueve de la cinta y la corta, Alfredo queda colgando de la cuerda de seguridad, back up, y los petates colgando del loop de su arnes, tuvimos suerte de no perder los petates, sólo me podía reír de él mientras terminaba de limpiar el largo, después que lo ayudo a quitarse el peso de encima. Nos damos cuenta de lo afortunado que fue. Más adelante cuando jumareaba las

cuerdas fijas de los últimos largos, la cuerda casi se corta en dos, por lo abrasivo de la roca, los dos hicimos una nota mental de recordar traer mas protectores de cuerda la próxima vez.

En el octavo día, escalamos a través de chimeneas y huecos, en el largo trece tengo mi primera y única caída en la ruta, me sentí confiado con la duresa de la roca, e hice un movimiento dinámico a un agarre que no probé, escuché un sonido y vi el agarre volar hacia mi casco, inmediatamente mi pie se resbaló y vi la pared pasar rápidamente frente a mis ojos. Todo se detiene y me doy cuenta que sólo tengo una pieza de protección tan sólo un poco más arriba de la estación, una caída de más de diez metros pasando a Alfredo y esquivando la repisa de donde me aseguraba.

Después de calmar mis pulsaciones termino el largo. Esta vez probando cada agarre mientras escalo, pasamos el

Es importante respetar a la montaña, admirándola, contemplándola, no dejar basura, entre otras,

por eso tiene sentido colocar la menor cantidad de bolts posibles y limpiar la mayor cantidad de

clavos, hay siempre que dejar el mínimo impacto, mucho más en los tepuyes que son tan frágiles

y han estado allí tanto tiempo. La escalda en la roca arenisca de los Tepuyes es única y se debería

respetar su estilo para mantener las costumbres de los escaladores que desde hace décadas con

muchos esfuerzos vienen siguiendo.

- ALFREDO ZUBILLAGA

último desplome y llegamos a una espesa selva sin más escalada. No caminamos hasta la cumbre pues el clima no estaba a nuestro favor.Esa noche celebramos en nuestra repisa nuestra ruta, V 5.12+R A2+ (15 largos 550 m) con una botella de ron, el nombre “Fuga Hospitalaria”.

La manana siguiente descendemos hasta el piso rapelando la ruta. Dos rapeles son difíciles por lo desplomado. Tan sólo 7 bolts con buril fueron puestos, para facilitar los petateos y los rapeles, sólo uno para proteger una sección de escalada. Las lluvias todavía caen con fuerza, y una vez que tocamos el piso no tenemos más protección del desplome, quedamos empapados. En ocho años de servicio militar como Royal Marine Británico nunca experimenté una lluvia tan fuerte.

Alfredo y yo decidimos, para ahorrar tiempo, que cargaríamos todo de regreso a nuestro campo avanzado

en un sólo viaje, cada petate pesa más de 35Kg de seguro, con este peso toma una hora y media recorrer un kilómetro bajo la fuerte lluvia, el terreno escarpado se convierte traicionero y resbaladizo, el piso se va y me resbalo ocho metros hacia abajo en un gran escalón, afortunadamente me detuvo un árbol, nuestro progreso se detiene cuando la pequeña caída de agua donde llenamos nuestras botellas, es ahora una cascada gigante de cincuenta metros de ancho, tuvimos que pasar la noche completamente mojados y

con mucho frío sin poder cruzar, la mañana siguiente nos despertamos y el cielo es azul, nos damos cuenta de que acampamos a treinta metros de un lugar donde hubiésemos pasado la noche secos, la próxima vez buscaré un poco más antes de acampar.

Eventualmente nos damos cuenta que estamos demasiado lejos para bajar corriendo, y que tenemos demasiado equipo que cargar. Le tenemos mucho respeto a la montaña y nos negamos a dejar cosas o quemar basura para aligerar el peso, organizamos el equipo

en cuatro cargas, cargando dos con nosotros. Es un día que parece no terminar, 36Km en una sola patada, parando a descansar y comer sólo por una hora. Doce horas después llegamos a Yunek, y la emoción era igual a la fatiga. Dos porteadores salen al día siguiente a buscar la otra carga; para pasar el tiempo Alfredo y yo nos vamos a pasar el día en el río con una curiara.

Nos montamos en un Cessna de regreso a Santa Elena, al llegar me doy cuenta que falta mi pasaporte,

contactámos a los indígenas por radio y Leonardo nos informa que no esta allá.

Pasé los siguientes siete días agonizando sobre cómo iba a volver a casa. Afortunadamente un grupo de treinta chicas danesas que pasan por el pueblo distraen mi atención de esta situación tan desagradable. Luego tuve que lidiar con policías sin interés de ayudar, para obtener un permiso de transitar por el país.

Al llegar a Caracas me dirijo a la embajada británica, y están más que dispuestos a ayudarme, consigo un pasaporte de emergencia el mismo día. Mientras trataba de obtener una visa para mi pasaporte de emergencia, soy detenido por la embajada americana, estaba tan desesperado, que corrí para no perder la cita, al parecer los americanos se pusieron delicados al ver a un joven con una barba larga

corriendo en su dirección a toda velocidad, el equipo de emergencia responde rápido y me encuentro rodeados por diez hombres enmascarados apuntando con sus rifles. Me llevaron a un cuarto donde me interrogaron, afortunadamente un sargento US marine se asombra con mi historia; me disculpé profundamente y recibí mi visa aprobada por Washington para viajar. Este sin embargo no fue el final de mis problemas, por la cantidad de errores en mi pasaporte y la visa la cual no coincidian en el sistema, dos de mis vuelos se retrasaron y la aerolínea perdió mi morral.

Es por todo lo que pasamos, que fue la aventura mas épica que jamás allá tenido hasta la fecha. El nombre de la ruta claramente define toda la aventura; en contra de todos los obstáculos y desafíos que enfrentamos aún así lo logramos y pusimos una ruta nueva.

RETOUN GRAN

Explicar por qué me inscribí en el Ultra Maratón IDACA, en la modalidad de 52km, me resulta un tanto difícil. Sobre todo si consideramos que nunca había corrido tal

distancia, mucho menos con 2.000m de desnivel positivo y con una temperatura entre 39 a 43°C. De lo que si estoy seguro es que este evento representaba un gran reto, el cual me atraía muchísimo.

Un reto como este no comienza cuando estás en la partida, realmente comienza cuando asumes el compromiso de participar. Un reconocido ultra maratonista decía “para correr un ultra no tienes que estar loco, tienes que estar preparado”. Es justamente esta preparación y dedicación, previa a la competencia, lo que convierte esta experiencia en algo tan enriquecedor. Los meses previos al ultra eran para mí una locura, tenía que encontrar tiempo para entrenar en un día a día completamente copado entre el trabajo y el postgrado, pero el deseo que tenía por participar era tan grande que de alguna u otra forma encontraba el tiempo.El Ultra maratón de IDACA tenía tres modalidades: 80km, 52km y 21km. Las horas de partida eran a las 12:00 am, a las 5:00 am y a las 7:00 am, respectivamente. Yo participé en la modalidad de los 52km.

Texto Juan Andrés SosaFotos Valentina Cova

Corina MoraPatricia MoraJavier Robles

Finalmente, después de tanto entrenar llegó el gran día: el día del ultra. Salimos de Caracas con destino al Club Oricao, Estado Vargas (punto de partida del evento). Al llegar al club ya los atletas de la modalidad de 80km estaban alistándose para la competencia. Parecían estar equipados para librar una batalla. Ya comenzaba a sentir esa mezcla entre emoción y nerviosismo que siempre me da antes de una gran prueba.

A las 4:00am me despierto y me alisto con toda la indumentaria y equipos requeridos. Verifiqué minuciosamente que tenía todo lo planificado y a las 4:30am me dirigí a la línea de partida junto con varios amigos que también competirían. El club estaba lleno de vida, había gente por todos lados. Estaba impresionado que tantas personas se hubieran anotado en esta prueba tan fuerte. Incluso se anotó el reconocido montañista, Ramón Blanco, quien con sus 78 años es todo un ejemplo a seguir. Nos enfrentaríamos con un recorrido muy largo, con un calor agobiante y unas subidas y bajadas desmoralizantes. Cada uno de los participantes había entrenado por meses y ahora había llegado el momento de ponernos a prueba. Para la mayoría este era el primer ultra maratón que corrían, por lo que estábamos desafiando nuestros límites.

Los organizadores hicieron un llamado a que nos colocáramos en el corral de salida ya que en 5 minutos darían la partida. En ese momento estaba completamente enfocado en lo que nos esperaba. Los nervios habían desaparecido y ahora sentía euforia. Me coloqué los audífonos y suena Gustavo Cerati - Fuerza Natural, haciendo de este momento algo inspirador. Tres… Dos… Uno… Partida.

Arrancamos trotando a un ritmo suave y a los tres minutos viene el primer río, lo pasamos trotando y ahora corríamos con los pies mojados. Seguimos trotando y a medida que pasaba el tiempo cada vez se ponía más claro el cielo hasta que amaneció. Ahora debíamos asimilar poco a poco la temperatura que con el paso de las horas se hacía cada vez más caliente. Trotaba junto con mis amigos Javier y Orlando, entre nosotros nos regulábamos el paso y nos dábamos ánimos. Trotábamos los planos y las bajadas, las subidas las caminábamos.

Chichiriviche de La Costa, primer punto de control (km 8): Llegamos sin problemas, recargamos algo de agua y comimos unas patillas ofrecidas por la organización. En cuestión de un par de minutos estábamos trotando nuevamente y cruzamos el río que pasa por esta población. Ahora venía una subida realmente empinada, así que nos la tomamos con calma. Al llegar a la cima se observaba un paisaje increíble, con el mar rompiendo contra grandes malecones y la sinuosa carretera por donde se realizaba la competencia se perdía de vista a lo lejos.

Las horas pasaban y nosotros seguíamos trotando a buen ritmo. Llegó cierto punto en el que Orlando empezó a bajar el ritmo y se quedaba rezagado. Javier y yo lo animamos, pero nos dijo que siguiéramos, que nos veíamos más adelante.Petaquire (km 26): Después de cuatro horas Javier y yo llegamos al punto medio del recorrido, donde nos pararíamos a comer algo y tratar de buscar una sombra para refrescarnos un poco. Nos sentíamos muy bien y estábamos más que contentos con el ritmo que llevábamos. Ahora nos quedaba devolver lo andado y regresar al Club Oricao. Cuando íbamos a emprender el regreso llegó Orlando con cara de destruido. Nos dice que está muy cansado y que el calor lo está matando, que no sabe si va a continuar.

Comienzo a trotar junto con Javier y vamos sintiéndonos bien. En eso me empieza a doler el bazo y si trotaba me dolía cada vez más fuerte. Le digo a Javier que siga, que yo lo alcanzo más adelante. Comenzaba a sentir el cansancio de tantas horas de competencia. Al cabo de un rato se me quita el dolor del bazo, y me comienza a molestar la planta de los pies. Sentía cada piedrita que pisaba, pero nada me detenía.El camino de regreso se me estaba haciendo muchísimo más fuerte, las subidas eran realmente agotadoras y eran cerca de las doce del mediodía por lo que el calor nos estaba cocinando literalmente. Hacía 43°C y no había sombra donde refugiarse. El agua que llevaba estaba hirviendo así que ni me provocaba tomarla, pero me esforzaba en hacerlo. Ya estaba cansado de comer tantos gels energéticos. Sentía como si de repente todo estuviera en mi contra para que no siguiera avanzando, pero yo no me paraba. Llevaba horas solo lo cual tampoco me animaba mucho. Cada tanto me encontraba con competidores que estaban sentados a un lado de la carretera que me decían que no podían más con el calor, algunos estaban mareados y otros tenían ganas de devolver. Les ofrecía ayuda, pero me decían que continuara que iba bien.

Como si el calor no fuera suficiente, me empezaron a dar unos calambres muy fuertes cuando trotaba, así que no tenía otro remedio que caminar. Sabía que había un río cerca en el cual esperaba meterme y así refrescarme un poco. Pero estaba confundido sobre cuánto me faltaba para el río, yo creía que estaba después de la siguiente bajada. Resulta que al terminar de bajar me doy cuenta de mi error lo cual significaba que tenía que avanzar mucho más para llegar al río. Me frustré mucho,

PERFIL VERTICAL

necesitaba refrescarme, el calor era demasiado fuerte y ahora me tocaba una subida desmoralizante.

No se cómo lo logré, pero concentrado en poner un pie delante del otro llegué al tan esperado río y me metí de cabeza ¡Que alivio! Con ese baño de río agarré fuerza y ahora avanzaba a un paso más rápido. Después de un tiempo los calambres se ponían cada vez peor y ahora incluso me tenía que parar hasta que se me pasaran. En eso me encuentro con Orlando quien venía trotando y sonriendo. De alguna forma logró recuperarse y parecía que hubiese agarrado una nueva vida. Me dio ánimo y continuó.

Con el paso de Orlando me alegré, pero al poco tiempo me vino un bajón fuerte. Estaba destruido, me dolía todo, tenía ampollas, calambres, hambre y además estaba solo. En eso llegué a un punto de control y me indican que el próximo río estaba a poco más de 5km. En los ríos es que agarraba vida, pero este estaba muy lejos para lo mal que me encontraba.

En eso me topé con un pequeño kiosco, al lado de la carretera, y me dicen que venden cerveza. Me tomé una bien fría, que no sé si me hizo bien para el cuerpo, pero para el espíritu fue lo mejor. Luego llegaron unos señores que también estaban compitiendo y me dieron Ben-Gay para los calambres, me los quitó por completo. De esa taguara salí como nuevo, trotaba a un ritmo increíble, no lo podía creer.

Llegué al río y seguí porque me sentía muy bien. Ahora tan sólo me quedaban 8km para la meta, pero me volvieron los calambres con una fuerza increíble. Me decía: ¿cómo voy a llegar? si casi no puedo caminar. A pesar de esto no me detuve, empecé a caminar y concentraba todas mis fuerzas en poner un pie delante del otro. Ocho kilómetros no es nada, pero cómo me costó recorrerlos. Recordaba cada uno de los retos que había logrado con satisfacción en mi vida y con ello me llenaba de ánimo para seguir.

Kilómetro 50: Sólo me quedaban dos kilómetros, pero tenía un cansancio increíble, movía los pies con una lentitud sorprendente. Ahora lo que veía era el reloj y me decía que tenía que llegar antes de que se cumplieran las doce horas desde la partida, ya que ese era el tiempo máximo permitido. Llevaba bastante

tiempo que no veía a nadie cuando de repente siento que un señor llega a mi lado, me da un palmada en el hombro y me dice “vamos que nosotros podemos, vamos que sí se puede. Trota conmigo”. Le dije “Claro que sí ¡Sí se puede!” Fue como si me llenara de energía, de un segundo para otro y comencé a trotar.

En eso llegamos al Club Oricao y ahora sólo nos quedaban unos cuantos cientos de metros hasta llegar a la meta. Estaba feliz. No podía creer que lo lograríamos. Cruzamos la meta juntos y levantamos las manos en señal de victoria.

Me decía: ¡Sí se puede! ¡Vamos que tú puedes!

Los días 4 y 5 de noviembre se l levó a cabo la segunda edición del Festival Roca Caracas: Una iniciativa l iderada por Vida Extrema que apoyada principalmente por las marcas The North Face y Petzl y sus representaciones en Venezuela, ha dado pie a un evento pionero en su categoría.

Aunque la escalada deportiva en roca es considerada un deporte de crecimiento espiri tual donde la competencia se manif iesta en un reto f ísico y mental muy personal, el Festival Roca Caracas ha creado un nuevo concepto poniéndole un poco más de emoción al deporte. Basados en que todo escalador necesita un asegurador, se contempló una part icipación en cordada, esto signif ica que los dos integrantes

del equipo deben escalar la ruta que desean afrontar. Sólo sumarían los puntos de cada ruta aquellos equipos en lo que el primer integrante abriera la ruta sin caerse y el segundo l legase a arriba uti l izando cualquier medio posible y luego de desmontar todos los seguros, ambos bajaran en rappel a la base de la pared. El t iempo destinado a la competencia fue de cuatro horas cada día, por lo que la resistencia y el buen manejo de las cuerdas fue protagonista durante todo el f in de semana.

FESTIVAL ROCA CARACAS

Haz click en el play para ver el video oficial del Festival Roca Caracas

Texto: Eduardo Moser y Javier Brin

FOTO: JORGE FERREIRA

El “Roca Caracas” como se ha conocido comunmente ha soltado un nuevo abre boca del futuro de la escalada deportiva en Venezuela. Por primera vez 24 equipos se reúnen en el Parque Recreacional Cuevas del Indio en Caracas para formar parte de una competencia de alto nivel. Divididos en tres categorías: Femenino, l ibre y experto; los part icipantes escalaron durante dos días en una modalidad l lamada “maratón”, l lenando el morro de buena energía, gri tos de tr iunfo y frustación.

FOTO: LUIS ROJAS

FOTO: OLIVER SEVCIK

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Entre las caras de los part icipantes se había varias de escaladores reconocidos como los venezolanos Carlos Casti l lo, miembro del grupo Proyecto Cumbre conocido por sus expediciones a los polos y a las cumbres más altas de Venezuela y el mundo; Alberto Raho, quien recientemente abrió la ruta “Big macana” un 8B+, que para algunos es la más dura de Venezuela; y tres de los mejores escaladores de Colombia: Rafael Ávila, montañista y escalador con ascenso al Monte Everest sin óxigeno; Yurani Salazar y Crist ian Arist izábal.

FOTO: LUIS ROJAS

La organización de este evento busca crear un formato en el que no sólo tengan cabida los escaladores más experimentados si no todo aquel entusiasta de la aventura. Esta segunda vez hubo dos actividades paralelas; La competencia de escalada en parejas en modalidad de maratón y un día de clínicas y prácticas de rappel y escalada en “top rope” para principiantes, en la que cada participante tenía la oportunidad de aprender los procedimientos básicos de seguridad bajo los estándares de los fabricantes de cada equipo y tener la primera experiencia con la roca bien fuera escalando o haciendo rappel.

FOTO: ANEBELLA PADULA

FOTO: OLIVER SEVCIK

Con este evento se ha demostrado una vez más la motivación de los venezolanos por desarrollar con este t ipo de iniciativas el deporte en nuestro país, dándole apertura a un gremio al que todos los días se le suman nuevos aficionados que desean tener la experiencia de conquistar una pared con su cuerpo, buscando la aventura y darle color a su esti lo de vida en un país donde las riquezas naturales son su primer atr ibuto.

FOTO: MARIANA BRIN

“EL CONTROL DE TUS EMOCIONES REQUIERE CONCENTRACIÓN Y PUEDE HACER LA DIFERENCIA A LA HORA DE TENER ÉXITO EN UN ASCENSO.”

EDUARDO MOSER

El Festival Roca Caracas agradece a los patrocinantes: The North Face, Petzl, Gatorade, Nalgene, La Cordada, 8 Miles, Contour y Chatanoff.

FOTO: JORGE FERREIRA

TEXTO Luis VassalloFOTOS OverlandersGlobal Expeditioners

esde el punto más al sur de los Estados Unidos continental, partimos en una travesía que nos llevó a conocer los secretos que resguardan los distintos parajes del norte del continente. Bosques, cuevas, dunas, ríos, lagos, desiertos,

montañas, nieve, volcanes y muchos otros ambientes, fueron los escenarios perfectos para la práctica de deportes extremos y 4X4. Llegamos al punto más al norte de Alaska con acceso vehicular, Deadhorse y regresamos de nuevo al estado de la Florida recopilando en fotos y video nuestras experiencias para compartirlas con los amantes de la aventura y las bellezas que nos brinda nuestro planeta.

El equipo estuvo integrado por dos Venezolanos (Johannes Valero y Luis Vassallo) y un Peruano (Sergio Pinillos) en una camioneta Toyota Autana que embarcamos previamente desde Puerto Cabello luego de más de 8 meses de organización y preparativos logísticos con destino a Port Everglades.

Una vez cumplidos los requerimientos de aduana y con la camioneta preparada, iniciamos nuestra travesía con rumbo a Key West. Esta localidad es particularmente festiva y populosa, con muchísimos turistas que deambulan por sus calles, de bar en bar, en bicicletas, autos eléctricos, carritos de golf, motos y vehículos convencionales. Su arquitectura

antigua y de poca altura nos trasladó rápidamente a la época de antaño, los alrededores de la calle Duval (centro turístico) resaltan por su peculiaridad. Es una ciudad amigable, turística y de mentalidad abierta, muchos de sus locales ondean la bandera del arcoíris para declarar su estilo pro homosexual y existen varios lugares interesantes para visitar, entre ellos: la Casa de Ernest Hemingway, el Museo de Arte e Historia, el Centro Histórico, El Faro, el museo de Ripley (Aunque Ud. No lo crea) entre otros.

A nosotros nos interesaba uno en particular, el monumento del punto más al sur de los Estados Unidos continental, el cual fotografiamos y grabamos con mucha dificultad debido a la gran

cantidad de personas que lo visitan. Lo más irónico, es que no es el punto geográfico más al sur del continente, pero es el turístico, el real se encuentra dentro de la base de la Marina Norteamericana al cual los civiles no tenemos acceso.Luego de unos días en Key West, comenzamos nuestra verdadera expedición rumbo norte. Junto a nuestros amigos del South Florida Jeep Club, partimos con destino a Ocala, más específicamente a un parque para la práctica de off road llamado Hardrock Cycle Park.

Llegamos al sitio casi a las 3 a.m. y contrariamente a lo que estamos acostumbrados en nuestros países, la puerta se encontraba cerrada por una cadena, pero sin candado, esto significa que podemos entrar a acampar y al día siguiente registrarnos y pagar la tarifa correspondiente, una confianza sorprendente por parte de los propietarios en la buena fe de sus huéspedes.

Luego de un fugaz desayuno, comenzamos a enfrentar las distintas dificultades que nos presentaban las rutas. Dentro

de este terreno han dispuesto una serie de circuitos de diversa índole en los que se puede sortear bajadas y subidas muy empinadas, curvas, huecos y pasos angostos donde cualquier amante del off road puede disfrutar con seguridad. En nuestro caso, la experiencia fue un poco más difícil debido a que estas rutas están hechas para Jeeps y la Land Cruiser es mucho más ancha y larga convirtiendo algunos pasos en verdaderos obstáculos que librar. En una de las bajadas más empinadas, tuvimos el primer incidente de la expedición cuando casi perdemos la cámara de video; mientras descendía con la camioneta, uno de los neumáticos piso una piedra de considerable tamaño disparándola directamente hacia la cámara pero “Yoyo” velozmente evito el impacto interponiendo su rodilla, la cual llevo todo el golpe y sufrió las consecuencias teniendo que aplicarle algunos procedimientos de primeros auxilios pero nada de extrema atención médica. No obstante, pudimos disfrutar unas cuantas horas bajo el sol y el calor inclemente que caracteriza esta época del año.

A media tarde, nos despedimos de nuestros amigos y continuamos hacia Alexander Springs: un manantial natural dentro del Ocala National Forest, al llegar, la encargada de la admisión muy amablemente nos permitió el acceso sin cobrarnos y hasta se ofreció en llamar a los demás parques que ella conoce para que los visitáramos sin costo.

Ubicamos los sitios de acampada y de allí nos fuimos al manantial a bañarnos en sus frías y cristalinas aguas que brotan del suelo. Todo se encuentra muy bien dispuesto con áreas de picnic, parrilleras, mesas, sillas y arena alrededor del manantial con unas escaleras de piedra para descender a él. Algo que siempre me sorprende y comparo en mis viajes es como aprovechan al máximo las

posibilidades turísticas en cada región y los Estados Unidos es un ejemplo a seguir por muchos. Según la información en el parque, este manantial despide 70 millones de galones diarios a 72 grados Fahrenheit (22,2 °C), una invaluable fuente del preciado líquido a una temperatura estupenda.

Con ganas de disfrutar más de Alex Springs, continuamos nuestro viaje atravesando Georgia rumbo a South Carolina. Manejar en estas autopistas es bastante tedioso, la monotonía en velocidad, dirección y hasta paisaje es una fórmula para el sueño. Pero todo cambió en lo que salimos de la autopista y empezamos a rodar por una carretera pequeña, entre sembradíos y granjas, con curvas y pequeños desniveles, la clase de carreteras que me encantan. Nuestro destino: Congaree National Park, pero para llegar hay que atravesar ciertos pueblos un poco “extraños” y hasta tenebrosos, por así decirlo. Contamos más cementerios que casas y no vimos un alma en la calle, sólo unos pocos automóviles. Al detenernos en la única General Store que ubicamos para reponer ciertos refrigerios, la encargada nos cerró la puerta en la cara aunque según el letrero no era hora de cierre y nos miró de manera extraña, como con temor, sin hablar de las otras 2 personas que vimos en el estacionamiento, uno parecía un malandro de película y el otro un asesino en serie… Empezamos a preguntarnos si estábamos en la dirección correcta. Al cabo de un rato, ya casi llegando al parque, una serie de relámpagos y truenos nos obligó a pensar como haríamos para cocinar y armar campamento bajo la tormenta que se avecinaba, por lo que decidimos ubicar el hotel más cercano para pasar la noche y poder comer, pues sólo contábamos con el desayuno y ya eran las 10 p.m. Aunque el hotel de carretera que conseguimos

fue el peor en que me haya quedado (y he viajado bastante), logramos resguardarnos de la tormenta.

Al día siguiente, salimos lo más rápido que pudimos del hotel y nos dirigimos al parque. Nos recibió un señor muy mayor que trabaja como voluntario desde hace 10 años, muy cordialmente nos atendió explicándonos detalles del lugar y orientándonos en como visitarlo. Por una palestra construída

en madera y elevada del suelo se puede recorrer casi todo el parque. Hay varios circuitos pero por cuestión de tiempo, decidimos hacer el más corto, de dos millas y media. Este “balcón” zigzaguea entre árboles frondosos, altísimos y otros caídos y comidos por los insectos. La sombra es casi total, apenas unas gotas de rayos de sol llegan al suelo, pero el calor se siente igual, en época de lluvias todo el suelo se inunda y se convierte en un

pantano, algo que pudimos apreciar en las fotografías dispuestas en el parque y en la humedad de sus suelos. Mientras caminábamos por el boardwalk logramos ver algunas ardillas, arañas, aves y hasta una serpiente, pero lo que si era constante eran los mosquitos y otra especie de moscas de color rojo que no dejaban de picarnos cada vez que podían.

Algo digno de admirar, es la conciencia ecológica de quienes administran este lugar, en algunos tramos pudimos apreciar que cuando un árbol cae y daña la palestra, la renuevan pero sin siquiera mover el árbol del sitio donde cayó, quitan los restos de madera y construyen alrededor de él. Es un sitio de paz y verdadero encuentro con la naturaleza que recomiendo visitar, eso sí, no olviden el repelente de insectos.

Luego de una larga lista de ascensos en el Macizo del Illampu y la Cordillera de Quimza Cruz y de trabajo en las montañas bolivianas, con varios ascensos a las vías normales del

Sajama, Pequeño Alpamayo, Huayna Potosí e Illimani, decidimos cerrar la temporada, con un ascenso a la cara oeste del Huayna Potosí, que con sus casi 1.000 metros de desnivel, representaba, sobre todo para mi, un muy buen cierre de temporada, ya que significaría que en la misma temporada lograba ascender por tres de las caras de esta montaña tan conocida en Bolivia, por ser la montaña de 6.000 metros más cercana y accesible desde la Paz.

Pensábamos comenzar la escalada el día viernes, pero producto de una gran celebración, al terminar nuestros respectivos trabajos, dos de los cuatro integrantes del grupo estábamos inutilizados como para hacer la escalada de buena manera (por la tan conocida resaca), además, revisando el reporte del clima, nos terminamos de convencer, ya que justo para el día del ataque se esperaban algunas nevadas. Así que el día sábado, luego de comprar algunas cosas y terminar de definir que equipos íbamos a llevar, para ir lo más livianos posible, salimos a mediados de la tarde, rumbo a Zongo, donde tomamos el desvío que nos acercaría a la cara oeste. Una vez allí, tomamos rumbo a una laguna que

Texto: Eduardo RojasFotos: Sebastián Carrasco

da en la base de dicha pared, donde tuvimos la dicha de acampar, ya que un amigo iría a buscar nuestras bolsas de dormir y la carpa. Comimos y a dormir unas pocas horas, ya que iniciaríamos la escalada en la madrugada.

Al sonar el despertador, nos alistamos, mientras bromeábamos y decíamos que teníamos una gran suerte, ya que no teníamos que cargar con nuestros equipos para dormir en la pared, ya que “Peco”, un amigo buscaría la carpa y las bolsas de dormir antes de irnos a buscar en la base de la vía normal. Así que terminamos de alistarnos

y salimos con una precisión casi alemana del campamento, justo a las 4.00 am empezamos nuestra marcha por las morrenas hasta alcanzar la base del glaciar, donde tuvimos que esperar por el Sebastian “Suco” Carrasco, ya que olvidó

la cámara y era la única que había en el grupo, necesitábamos algún tipo de registro de nuestro ascenso. El glaciar lo cruzamos a buen ritmo, ya en la base de la pared nos calzamos los crampones y comenzamos el ascenso, desencordados, ya que

la pared tenía unas condiciones inmejorables, y cada quien avanzaba a su ritmo, en lo personal, me sentía un poco cansado y no podía mantener el ritmo que llevaban los demás, aunque el retraso, no era significativo, creo que ya era hora de que toda una temporada de trabajo en estas montañas, pasara factura.

Continuamos el ascenso por las rampas que nos llevaban hasta la parte superior del glaciar colgante que se encuentra a la mitad de la pared, una vez allí lo atravesamos hacia la derecha y al alcanzar la parte su

perior, decidimos encordarnos, justo en la base de la primera banda de rocas, donde el terreno se hace mixto y con más pendiente. Las condiciones de la pared estaban perfectas, salvo una pequeña sección de penitentes y algunas secciones con nieve suelta, pero a pesar de eso, nos movimos constantemente y logramos alcanzar la cumbre en un total de seis horas y media. Una vez en la cumbre, brindamos con

un poco de ron venezolano que cargaba yo en mi mochila, un par de fotos y emprendimos el descenso casi corriendo hasta el campo superior, donde nos tomamos lo que quedaba de nuestras pizzas y bebidas y empezamos a bajar hasta la base y esperamos que nos pasaran buscando para salir directo a la Paz. Así terminaba una temporada.