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Los resultados de los estudios arqueológicos que se presentan en esta publicación son un buen ejemplo de la importancia de los Programas de Arqueología Preventiva en la protección y valoración del patrimonio arqueológico, especialmente en una ciudad como Medellín donde el desarrollo urbano, impulsado desde mediados del siglo XIX, destruyó o sepultó casi la totalidad de las evidencias de ocupaciones humanas anteriores. La Alcaldía de Medellín mediante la Secretaría de Infraestructura Física, el Consorcio Vía Longitudinal Occidental y el Consorcio Puente Calle 4 Sur, entendieron la importancia de implementar investigaciones arqueológicas desde la planeación de las obras civiles.
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PROGRAMAS DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA
PLAN DE MOVILIDAD 2008 - 2011
Secretar ía de In fraestructura F ís ica
Alca ld ía de Medel l ín
EN LA C IUDAD DE MEDELL ÍN
NUEVOSD e s c u b r i m i e n t o s A r q u e o l ó g i c o s
Aníbal Gaviria Correa Alcalde de Medellín (2011-2014) Secretaría de Infraestructura Física José Diego Gallo Secretario de Infraestructura FísicaJosé Iván Ramírez P. Coordinador de Proyectos Margarita Restrepo Geóloga Interventoría de Proyectos
Director del Proyecto Pablo Aristizábal Espinosa Arqueólogo PhD, EHESS, París. Asesor Científico Gustavo Santos Vecino Arqueólogo Secretaría de Educación para la Cultura de Envigado
Reconocimiento especial:Esta investigación se inició en el año 2009. Al publicarla queremos hacer un reconocimiento a quienes, en su momento, apoyaron el desarrollo de este proceso.
Alonso Salazar Jaramillo Exalcalde de Medellín (2008-2011)Sebastián Álvarez Díaz Exsecretar io de Obras Públ icasJuan Carlos Restrepo Monsalve Exsubsecretar io técnico
Pr imera Edic iónISBN:
Textos : Pablo Arist izába l Esp inosa
Gráf icos y Fotograf ías : Iván Dar io Loaiza , Nelson Arroyave , Andrés Arango, Crist ina Abad, Alca ld ía de Medel l ín , Pablo Arist izába l , Cami lo Arist izá-ba l , L iumara Márquez, Juan Fernando Osorno, Ja ime Pérez – Cortes ía Per iódico E l Colombiano, Cor tes ía Univers idad EAFIT
Diseño y Diagramación: Ana María Gira ldo – Punto Tres
Correcc ión de Textos : Herman Montoya Gi l – Antropólogo Secretar ía de Cultura Ciudadana, Alca ld ía de Medel l ínJuan Car los Márquez Valderrama
Impres ión: Punto Tres
Impreso y hecho en Colombia
Prohib ida la reproducción tota l o parc ia l , en cua lquier propósito o cua lquier medio, s in la autor izac ión escr i ta de la Secretar ía de In fraestructura F ís ica Alca ld ía de Medel l ín .
NUEVOS DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS EN LA CIUDAD DE MEDELLÍN
Queremos manifestar nuestro agradecimiento a todo el
personal de la Secretaría de Infraestructura Física de la
Alcaldía de Medellín, del Consorcio Vía Longitudinal
Occidental y del Consorcio Puente Calle 4 Sur, quienes
entendieron la importancia de implementar investigaciones
arqueológicas desde la planeación de las obras civiles y han
apoyado durante estos años de investigación, respetando y
vigilando los sitios que fueron cautelados desde la etapa de
prospección hasta concluidos los rescates.
Parte del sitio arqueológico Los Guayabos es propiedad
de la Universidad EAFIT. Este sector fue intervenido por
la construcción de un nuevo parqueadero. Agradecemos
al Rector, Dr. Juan Luis Mejía, al Ingeniero Civil Ricardo
Tamayo, Jefe de Servicios Generales, y al Departamento de
Comunicaciones de la Universidad EAFIT, el permitirnos
utilizar algunos de los materiales gráficos y datos obteni-
dos hasta el momento en dicha investigación, que también
contó con un Programa de Arqueología Preventiva.
AGRADECIMIENTOS
6 Prólogo
8 Presentación
Antecedentes
11 Ubicación Geográfica
12 Cronología del Valle de Aburrá
14 El lote Los Guayabos
La Historia
19 Evidencias muy antiguas de los habitantes del Valle de Aburrá
21 Tras los rastros de los ancestros de los aburráes
35 Los Aburráes antes de la Conquista y el Mestizaje
45 La llegada de los Conquistadores Españoles - 1541
50 El Mestizaje
51 Período Republicano
60 Período Reciente
62 Minería de Aluvión
El Proyecto
67 Metodología de los Programas de Arqueología Preventiva
68 Diagnóstico Arqueológico
70 Prospección Arqueológica
72 Rescate Arqueológico
76 Monitoreo Arqueológico
77 Laboratorio y análisis especializados de los materiales recuperados
82 Etapa de conservación, socialización y divulgación de los resultados del Programa de Arqueología Preventiva
87 Consideraciones finales
89 Glosario
91 Bibliografía
CONTENIDO
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épocas precolombinas hasta épocas recientes, y son tes-
timonio de la diversidad y riqueza cultural que existió en
el pasado. Dentro de estas manifestaciones culturales se
destacan las particulares formas de enterramiento pre-
hispánicas, las cuales son una expresión de los valores y
creencias mágico-religiosas sobre el orden cósmico y so-
cial, y sobre los ciclos naturales como la vida y la muerte;
y los restos de cerámica colonial y republicana, los cuales
ilustran aspectos sociales y cotidianos que no quedaron
registrados en los documentos escritos. Finalmente, se
espera que los Programas de Arqueología Preventiva se
sigan desarrollando, no sólo en cumplimiento de la legis-
lación vigente sobre la protección del patrimonio arqueo-
lógico por parte de los entes territoriales (Ley 1185 de
2008 y su decreto reglamentario 763 de 2009), sino como
resultado de la toma de conciencia del inmenso valor del
patrimonio arqueológico que queda por descubrir, estu-
diar, proteger y divulgar en Medellín y sus alrededores, y
en general en el valle de Aburrá.
Gustavo Santos Vecino
Arqueólogo Secretaría de Educación para la Cultura Municipio de Envigado, Antioquia
PRÓLOGO
Los resultados de los estudios arqueológicos que se pre-
sentan en esta publicación son un buen ejemplo de la im-
portancia de los Programas de Arqueología Preventiva en
la protección y valoración del patrimonio arqueológico,
especialmente en una ciudad como Medellín donde el de-
sarrollo urbano, impulsado desde mediados del siglo XIX,
destruyó o sepultó casi la totalidad de las evidencias de
ocupaciones humanas anteriores. El patrimonio arqueo-
lógico es la materialización de la memoria social, y está
constituido básicamente por los productos y efectos de
la acción humana que, mediante estudios adecuados, son
valorados por su significación histórica y cultural para la
reconstrucción de las sociedades pasadas y sus procesos
de desarrollo y transformación. Es en este ejercicio de va-
loración y construcción social que las comunidades gene-
ran sentimientos de identidad, pertenencia y solidaridad.
El patrimonio no es entonces sólo un documento de las
sociedades pasadas, sino también un recurso económico
y cultural de las sociedades actuales para su desarrollo, y
de los grupos regionales y locales para su reconocimiento
y visualización a nivel nacional e internacional.
Las distintas manifestaciones culturales que se describen
a continuación representan una secuencia de ocupacio-
nes humanas que ocurrieron en el valle de Aburrá, desde
8
PRESENTACIÓN En desarrollo de dos proyectos de movilidad en la ciu-
dad de Medellín, a saber, la Vía Longitudinal Occidental y
el Puente Gilberto Echeverri Mejía o de la Calle 4 Sur,
la administración municipal contó con la participación de
un equipo de investigación que acompañara las obras ci-
viles desde la etapa de diseño hasta la remoción de las
capas de suelos con maquinaria pesada, antes de iniciar las
construcciones, con el fin de desarrollar los Programas de
Arqueología Preventiva exigidos por la legislación colom-
biana. El objetivo de dichos programas es el de proteger
y rescatar el Patrimonio Cultural de la Nación que pueda
encontrarse en los terrenos de las obras. Los dos sitios
objeto de estudio fueron el lote Los Guayabos, localizado
en la parte baja del barrio El Poblado, y el cerro de la Cor-
poración Universitaria Adventista —UNAC—, ubicado en
la zona suroccidental de Medellín, sector de La Castellana.
Fue así como se llevó a cabo el salvamento de varios en-
tierros y piezas completas, restos de ocupaciones pasa-
das que los suelos de dichos predios aún conservaban, así
como de una gran diversidad de datos sobre los antiguos
pobladores. Los resultados de dichos programas nos han
permitido aportar al conocimiento del pasado precolom-
bino, colonial y republicano del valle de Aburrá.
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Los informes técnicos detallados, que dieron cuenta de
las investigaciones realizadas, se presentaron a un públi-
co especializado y a las instituciones evaluadoras, como
el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (en
adelante, ICANH). Ahora, la idea es compartir estas ex-
periencias con el público general, en un lenguaje didáctico
y comprensible. De esta iniciativa, apoyada por la Alcaldía
de Medellín, nace esta publicación de síntesis y divulgación
científica, donde se presentan a la ciudad y a toda la comu-
nidad los resultados de las investigaciones arqueológicas
en el valle de Aburrá.
Se ha realizado un trabajo en equipo entre la planificación
del cronograma de los proyectos y las actividades de los
Programas de Arqueología Preventiva exigidos por la le-
gislación colombiana y avalados por el ICANH, con el fin
de no interrumpir el desarrollo de la construcción de las
obras, pero protegiendo los vestigios arqueológicos de-
positados en los suelos. Estas investigaciones demuestran
que es posible un desarrollo urbano con respeto por el
pasado, que valore y conserve el Patrimonio Arqueológi-
co de la Nación. Además, son estudios pioneros para la
ciudad en muchos aspectos metodológicos, tales como
la modificación de diseños viales y la conservación de
estructuras en piedra, integrándolas al paisajismo de los
proyectos civiles.
Se buscó aprovechar al máximo y registrar minuciosa-
mente todos los datos recuperados durante las diferentes
etapas de los proyectos, antes de la construcción de las
obras, ya que los contextos arqueológicos y depósitos es-
tratigráficos restantes fueron o serán destruidos casi por
completo después de la etapa de monitoreo, por lo cual
estas investigaciones son la única evidencia arqueológica
que permanecerá con relación a dichos sitios.
La presente publicación ha sido organizada en dos par-
tes. La primera presenta una síntesis cronológica de los
hallazgos obtenidos en los dos proyectos mencionados al
comienzo, que dan cuenta de una secuencia continua de
ocupación del valle de Aburrá, desde las primeras eviden-
cias de grupos de cazadores recolectores (fechados para
el año 4690 antes del presente), hasta el período reciente
en el siglo XX. La segunda parte revisa de manera didácti-
ca la metodología utilizada por el equipo de investigación
en cada uno de los proyectos, de acuerdo con el “Régi-
men Legal y los Lineamientos Técnicos de los Programas
de Arqueología Preventiva en Colombia” exigidos por el
ICANH. Esta última parte se expone con el fin de ilustrar
cómo se desarrollan los Programas de Arqueología Pre-
ventiva y cuáles son los protocolos y técnicas empleados
por los arqueólogos para llevar a cabo la reconstrucción
del pasado.
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CERRO EL VOLADOR
CERRO NUTIBARA
SITIO ARQUEOLÓGICO LOS GUAYABOS
SITIO ARQUEOLÓGICO CERRO DE LA
UNIVERSIDAD ADVENTISTA
Ubicación de los sitios arqueológicos cerro de la Universidad Adventista y Los Guayabos. Sobresalen los cerros El Volador y Nutibara en la planicie urbanizada.
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El valle de Aburrá está ubicado en la Cordillera Central,
entre los altiplanos de Oriente y de San Pedro, y los gran-
des ríos del Cauca y el Magdalena. En este fértil territorio
se instalaron poblaciones humanas desde hace aproxima-
damente 10.000 años antes del presente (Santos, 2010 y
2011).
Las poblaciones precolombinas se asentaron en las zonas
más planas, constituidas principalmente por las terrazas
aluviales formadas por el río Medellín. Estas amplias plata-
formas naturales o terrazas fueron las playas del río hace
cientos de años.
Las zonas planas han sido las más aptas para los asenta-
mientos humanos en el valle, por lo que en ellas se pueden
evidenciar varios períodos de ocupación, hasta el intenso
urbanismo en la actualidad. Ya quedan muy pocos predios
sin urbanizar en estas cotas del valle, y solo algunas que-
bradas, canales y sus retiros conservan todavía una cober-
tura vegetal abundante.
Dichas terrazas fueron sitios de asentamiento privilegia-
dos para las poblaciones humanas que se establecieron
allí en épocas sucesivas: Presentan mayor elevación con
respecto al río para prevenir inundaciones, así como ac-
ceso a los recursos minerales y naturales de los deltas
o abanicos aluviales. En algunos casos, como en el cerro
El Volador, estas terrazas se encontraban cerca de zonas
inundables o humedales, que debieron constituir lugares
de alta diversidad y productividad biótica. (Santos y Otero
de Santos, 1996)
UBICACIÓN GEOGRÁFICA
Ubicación geográfica del valle de Aburrá en el departamento de Antioquia
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La información arqueológica y paleobotánica recuperada en el lote Los Guayabos y el cerro de la Universidad
Adventista nos permitió esbozar el marco cronológico y espacial que presentamos a continuación. La interpretación
de los resultados y registros obtenidos en campo y laboratorio, así como algunas correlaciones e inferencias que pro-
ponemos con respecto a otras investigaciones realizadas en el valle de Aburrá, su continuidad en el cañón del río Porce
y los alrededores del valle, nos permiten entender estos nuevos hallazgos en el contexto de los desarrollos de nuestra
disciplina en los últimos años.
CRONOLOGÍA DEL VALLE DE ABURRÁ1
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10.000 – 5000 A.P. Sociedades de
cazadores recolectores
Siglo I a.C . al Siglo VIII d.C . 0-800 d.C .
Período Temprano Estilo Cerámico Marrón Inciso, relacionado con la orfebrería
Quimbaya Clásica
5000 – 2500 A.P. Horticultores y alfareros tempranos
Estilo cerámico La Cancana
A.P. - Antes del Presente a.C - Antes de Cristo d.C - Después de Cristo
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S. XX Período Reciente 1900-1950 d.C .
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S. X
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S. IX al XVI d.C . Período Tardío
S. IX hasta 1541 Llegada de la primera
expedición española al valle de Aburrá dirigida por el
capitán Jorge Robledo. Estilo Cerámico Tardío
S. XVI - XVII Período de
Contacto y Colonial 1541 a 1810 d.C .
cuando se da la independencia de la
República de Colombia
Siglos XIX y XX Período Republicano
1810 a 1900 d.C .
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ab
os En la vertiente suroriental del valle, una gran terraza alu-
vial o plataforma, la cual se extiende desde el barrio Ma-
nila hasta Envigado, pasando por el parque de El Poblado,
Astorga, Santillana, Los Guayabos, La Aguacatala, Santa Ma-
ría de los Ángeles, Villa Grande, Otraparte y el barrio San
Marcos de Envigado, es disectada por las desembocaduras
de varias quebradas torrenciales que nacen en la ladera de
Las Palmas, tales como: La Presidenta, La Poblada, La Volca-
na, La Sucia, La Aguacatala, La Ayurá, etc. Esta plataforma se
extiende de manera paralela a la Avenida Las Vegas.
Es muy probable que los principales asentamientos de este
sector suroriental, conocido como El Poblado, estuvieran
ubicados sobre dicha plataforma natural, de los cuales el
lote Los Guayabos sería el primer hallazgo arqueológico.
El predio denominado Los Guayabos, ubicado entre la la-
dera suroriental del valle de Aburrá y las vegas del río
Medellín, una isla en medio del intenso urbanismo en el
barrio El Poblado, es tal vez uno de los últimos conjuntos
arqueológicos que nos permite un acercamiento al estu-
dio de las poblaciones precolombinas asentadas en la sue-
la plana del valle. En el barrio El Poblado se ha construido
un gran número de inmuebles en los últimos 30 años, pero
hasta la fecha no se habían realizado estudios arqueoló-
gicos de manera controlada y ninguna obra de ingenie-
ría había reportado sus hallazgos, ni había trabajado de la
mano de arqueólogos. Todo el patrimonio fue saqueado
o destruido por las obras de infraestructura y la amplia-
ción urbana, salvo algunas vasijas cerámicas que reposan
en el Museo de la Universidad de Antioquia, procedentes
de tumbas guaqueadas en El Poblado o entregadas por
constructores e ingenieros. De ahí la importancia de la in-
vestigación arqueológica desarrollada en este lote, ya que
fue una gran oportunidad de poder acceder a este tipo de
información sobre el pasado de las zonas bajas del barrio
El Poblado. Cada uno de los datos ecológicos y arqueoló-
gicos recuperados fue aprovechado al máximo, antes de
que los suelos fueran alterados por las obras civiles del
Puente de la Calle 4 Sur.
Lote Los Guayabos como un reducto que presenta menos alteraciones, antes del inicio de las obras del Puente de la Calle 4 Sur.
EL LOTE LOS GUAYABOS Suror iente del Val le
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Lote Los Guayabos visto desde la Universidad EAFIT, con abundante cobertura vegetal. Detrás se levanta el desarrollo vertical de El Poblado y al fondo la ladera sur-oriental del valle de Aburrá.
Terraza aluvial (al fondo) vista desde las vegas del río Medellín en el lote Los Guayabos.
La ampliación urbana ha modificado los paisajes rurales
y la cobertura vegetal del valle desde hace siglos. Los es-
tudios paleobotánicos o de paleoecología nos permiten
reconstruir parcialmente su vegetación, así como las po-
sibles especies cultivadas durante la época precolombina.
Estudios recientes en la cuenca del río Medellín-Porce han
permitido registrar ocupaciones de grupos humanos que
intervinieron los bosques desde hace aproximadamente
10.000 años. Estos grupos desarrollaron una horticultura
o cultivo en pequeña escala de plantas silvestres y domes-
ticadas. Se han encontrado algunas herramientas en piedra
asociadas a evidencias paleobotánicas tales como micro-
restos de batata, ñame, ahuyama, maíz, frijol, aguacate y
palmas. Dichas evidencias sugieren que la agricultura se
desarrolla desde hace aproximadamente unos 3.000 años
antes del presente, siendo el resultado de un proceso mi-
lenario de interacción de los grupos humanos con los bos-
ques. (Santos, 2011b)
Paleobotánica y ecología del lote Los Guayabos
Muestras de suelo extraídas de diferentes estratos para estudios de paleoecología. Terraza 2 – Corte 3 – Perfil Sur.
16
A la llegada de los españoles, se estima que el valle esta-
ba cubierto por vegetación, con excepción de las eras de
cultivo de los habitantes indígenas y posiblemente algu-
nas vertientes con pendientes rocosas. No obstante, en
la zona de las vegas del río Medellín no se evidencia en el
registro polínico una flora característica de bosque, y de
allí se deduce que predominaban áreas abiertas, con ve-
getación de humedad, helechos y plantas gramíneas bajas
que conforman pasturas.
Durante la investigación se recuperaron varias muestras
de suelo, procedentes de diferentes niveles estratigráficos
de las unidades de excavación realizadas en el lote Los
Guayabos. Según los análisis efectuados mediante palino-
logía, no hay evidencias de una cobertura de bosques, al
juzgar por la ausencia casi total de polen arbóreo, lo que
indica que es muy probable que la vegetación original del
sitio fuera intervenida desde muy temprano en la época
precolombina.
De acuerdo con los eco-datos recuperados durante el
estudio de paleoecología, desde los estratos más profun-
dos del sitio (nivel 60-80 cm), se pueden advertir indicios
de agricultura incipiente de plantas como Cucurbitaceae
(familia de la ahuyama, cidra y vitoria), y un posible manejo
selectivo de plantas como palmas, cuyo uso seguramente
fue para alimentación y elaboración de atuendos varios.
Pocas fueron las evidencias de otros alimentos como maíz,
sin embargo, en todo el contexto se registraron fitolitos
tipo Halteriolita comunes en esta planta, lo cual no des-
carta de manera absoluta la posibilidad de que se hubiera
desarrollado la agricultura de este producto.
Esta zona del delta de la quebrada La Sucia y las vegas del
río Medellín era un área abierta, posiblemente destinada
a la agricultura y la ganadería. Es muy probable que des-
pués de la Conquista el sitio fuera utilizado para hatos de
ganadería, como lo fueron gran parte de las vegas del río
Medellín en el siglo XVI. Paradójicamente, la cobertura
vegetal más densa del lote se da durante las últimas déca-
das. Este predio, que posiblemente había sido dedicado a
la ganadería, fue plantado con árboles de guayaba y otras
especies, los cuales no presentaban edades superiores a
los 50 años según el espesor de sus tallos. De esta última
etapa proviene el nombre de Los Guayabos.
Cauce del río Medellín con meandros en el sector del barrio El Poblado y Guayabal antes de su rectificación en 1943. Se puede identificar la antigua fábrica de Argos. Fuente: Archivo Escuela de Ingeniería de Antioquia
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Anteriormente el río Medellín presentaba meandros, pla-
yas y llanos inundables en toda esta área plana del valle,
pero se realizaron obras de rectificación y canalización
de su cauce desde 1943. Dichas obras alteraron las evi-
dencias arqueológicas y la cobertura vegetal en esta zona
plana, conocida como las vegas del río Medellín.
El lote Los Guayabos es pequeño en cuanto a sus di-
mensiones. Se trata de un sitio arqueológico multicom-
ponente que contiene evidencias relacionadas con varios
períodos sucesivos de ocupación del valle de Aburrá, tan-
to arqueológicas muebles (fragmentos de cerámica, loza,
vasijas, etc.) como estructuras en piedra. Los elementos
recuperados han sido organizados estableciendo una pro-
puesta de periodización, la cual recrea la ocupación huma-
na continua y los cambios sociales desde el 4690 A.P. hasta
nuestros días.
A nivel general, se puede apreciar una cierta predilección
por ocupar las cotas más elevadas para el desarrollo de
actividades domésticas (terrazas 1, 2, 3 y 5), mientras que
el sector de la suela plana (vegas del río Medellín) pudo
haber sido utilizado como sitio de aprovechamiento de
recursos minerales y de cultivo, al ser la zona más fértil
pero más propensa a inundaciones por el delta de la que-
brada La Sucia y el río Medellín.
Calabaza que pertenece a las plantas cucurbitáceas.
Cima de terraza pleistocénica con cobertura de guayabos y balsos.
Quebrada La Sucia y cobertura vegetal del lote Los Guayabos antes del inicio de las obras del puente.
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Entierro Marrón Inciso compuesto por una urna globular y su tapa. Foto cortesía Jaime Pérez, Periódico El Colombiano
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EVIDENCIAS MUY ANTIGUAS DE LOS PRIMEROS HABITANTES DEL VALLE DE ABURRÁ Ocupación precerámica y alfarera temprana : 5000 a 3000 A.P
Imagen 3D del lote Los Guayabos con la ubicación de las urnas funerarias y estructuras en piedra recuperadas en ambas terrazas
20
Las evidencias más antiguas encontradas en el sitio Los
Guayabos datan de una época en la cual el valle de Aburrá
era ocupado por bandas de cazadores-recolectores. Du-
rante las excavaciones se pudo recuperar un fragmento
de carbón de leña del fondo del corte 3 cuya fecha de
radiocarbono dio un resultado de 4690 + 40 A.P. Adicio-
nalmente se encontraron pisos y otras estructuras en pie-
dra, así como algunos artefactos líticos que podrían estar
relacionados con esta ocupación precerámica.
Lo anterior nos sugiere que el sitio Los Guayabos pudo
haber sido un campamento base de grupos cazadores-
recolectores, cuyos desarrollos tecnológicos estuvieron
orientados al aprovechamiento de los recursos de caza,
pesca y pancoger, y luego haber sido re-ocupado por gru-
pos de horticultores y alfareros tempranos. Se estima que
dichos grupos de cazadores recolectores se distribuyeron
por toda la cuenca del río Medellín – Porce, donde se ins-
talaron tanto en las zonas planas, como en algunos cam-
pamentos situados en laderas más altas del valle como en
La Morena, parte alta de Envigado (Santos, 2010 y 2011), y
la Blanquita, parte alta de la quebrada La Guayabala en el
municipio de La Estrella (GAIA, 2002), y tuvieron predilec-
ción por las desembocaduras de quebradas.
Las excavaciones realizadas en la Terraza 2 destaparon
pisos en piedra, que se han relacionado con un período
de transición entre los primeros cazadores-recolectores
y la ocupación más temprana de horticultores y agro-
alfareros, tanto en el cañón del río Porce (Castillo, 2002 y
Otero de Santos y Santos, 2006) como en el valle de Aburrá
(Nieto, 2003).
Sin embargo, no se reportaron evidencias cerámicas que
pudieran ser clasificadas como cerámica Cancana, estilo
que caracteriza a los alfareros tempranos de la región. En
La Morena, en la parte alta de Envigado, se obtuvo una
fecha de 4170 + 50 A.P. asociada al final de una ocupación
precerámica (Santos, 2011).
Piso en piedra. Se puede ver una capa
de suelo negro, o suelo enterrado en el extremo
derecho del corte.
Herramientas líticas halladas en el
lote Los Guayabos.
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Excavación de dos urnas funerarias estilo Marrón Inciso en el lote Los Guayabos. Foto cortesía Jaime Pérez, periódico El Colombiano.
TRAS LOS RASTROS DE LOS ANCESTROS DE LOS ABURRÁES Sociedades agro-alfareras tempranas Esti lo cerámico Marrón Inciso: Siglos I a.C . al VI I I d.C .
22
El sitio Los Guayabos fue ocupado por grupos de agri-
cultores y productores de cerámica durante el período
comprendido entre el siglo I a.C. al siglo VIII d.C. Las ex-
cavaciones realizadas en las terrazas localizadas en ambas
márgenes de la quebrada La Sucia, nos permitieron recu-
perar un total de seis vasijas domésticas utilizadas como
urnas funerarias, algunas de las cuales presentan tapas.
Encontramos una de las pocas necrópolis halladas hasta
la fecha en el valle de Aburrá para este período Temprano.
Otras concentraciones de tumbas pertenecientes a este
período se reportaron en los cerros El Volador (Santos y
Otero de Santos, 1996) y Nutibara (Restrepo, 2012).
La producción cerámica precolombina recuperada en el
lote Los Guayabos puede asociarse principalmente con
la tradición o estilo cerámico Marrón Inciso. Allí se puede
advertir la continuidad de la ocupación del sitio por par-
te de los portadores de ese estilo cerámico, de quienes
podríamos decir que son los ancestros muy remotos de
los aburráes que encontraron los españoles en el siglo
XVI. Dichas culturas muy probablemente continuaron el
manejo de la piedra y la alfarería de sus antecesores: Ca-
zadores recolectores y alfareros del período Cancana.
Una de las vasijas que fueron excavadas en el lote Los
Guayabos presentó residuos orgánicos en su superficie
interna. Estos restos fueron micro-excavados para ser da-
tados en un laboratorio especializado en Estados Unidos.
El resultado de dicha prueba de radiocarbono arrojó una
fecha de 670 + 30 d.C. (1.280 + 30 A.P.), lo cual ubica el
hallazgo de las urnas funerarias dentro de la cronología
establecida por otros estudios para el período Temprano
en el valle de Aburrá.
En los muestreos arqueológicos se recuperó una baja den-
sidad de cerámica precolombina en las diferentes terrazas
del sitio, a excepción de las urnas funerarias, lo cual evi-
denciaría un patrón de asentamiento disperso, compuesto
de pequeños conjuntos de viviendas, que corresponderían
a unidades familiares situadas en cada terraza, de las cua-
les no se encontraron vestigios por ser construidas en
materiales perennes como la madera y la paja. Solamente
se observaron algunas huellas que dejan los postes de vi-
vienda en los suelos, cuando las casas se pudren, así como
algunos fragmentos de cerámica y desechos de sus uten-
silios domésticos.
Las investigaciones realizadas hasta ahora en el valle de
Aburrá han reportado algunas terrazas con evidencias do-
mésticas (Langebaek, et. al., 2002) y pequeñas aldeas como
la del sitio Mi Ranchito (Acevedo, 2003) en el municipio
de La Estrella, al sur del valle. Sin embargo, no se conocen
evidencias de grandes asentamientos o centros poblados
durante este período, por lo cual se propone un patrón de
asentamiento en pequeñas unidades dispersas. LA
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Excavación de urna funeraria estilo Marrón Inciso hallada en
un nicho excavado en la roca madre que conforma el
piso del sitio de vivienda Foto: cortesía Jaime Pérez, periódico El Colombiano.
Inicio de la excavación de la primera urna funeraria.
Terraza 3.
24
Según los resultados de varias investigaciones arqueológi-
cas llevadas a cabo en el departamento de Antioquia, los
grupos del período Temprano se dedicaron a la explota-
ción y comercio del oro y de la sal. Se ha encontrado cerá-
mica del estilo Marrón Inciso en algunos sitios de la región
donde existieron yacimientos de oro y sal, como los sala-
dos de El Retiro (Santos, 1986), los del corregimiento de
Santa Rita en el municipio de Andes (Obregón et. al., 1998),
los de Mazo en el corregimiento de Santa Elena (Botero
y Vélez, 1994 y Ochoa, 1998) y los salados del municipio
de Heliconia (Restrepo y Castro, 1997), lo que muestra la
importancia comercial que tuvieron estos recursos y las
posibles rutas de intercambio por medio de los caminos
(Osorno, 1991 y 2003; Botero y Vélez, 1994).
Los seis entierros recuperados en el lote Los Guayabos
permiten reconstruir parcialmente las costumbres fune-
rarias de los habitantes del valle de Aburrá de hace más
de 1.200 años. Todos los entierros tienen unas caracterís-
ticas similares, lo que nos permite hablar de un patrón o
constante cultural. Dichas características se asemejan a las
de otros sitios donde se han encontrado entierros Ma-
rrón Inciso en el valle de Aburrá, como el cerro El Volador
(Santos y Otero de Santos, 1996), La Morena (Santos, 2010
y 2011) en el municipio de Envigado y el cerro Nutibara
(Restrepo, 2012).
Urnas funerarias con fragmentos de tapa en el interior, halladas en la roca madre. Fuente: Universidad EAFIT
Antiguos mineros del nor te de los Andes
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25Excavación y consolidación de la urna funeraria con plástico y neumáticos antes de ser extraída del corte.
TERRAZA 3 CORTE 2PERFIL SUR VASIJA
¿Cómo acostumbraban los ancestros honrar a sus muer tos?Patrón de enter ramiento y costumbres funerar ias durante el período Temprano
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Al parecer, existieron valores y creencias afines entre
estos grupos, los cuales no solo compartían una misma
técnica alfarera sino una misma concepción en cuanto a
su cosmovisión y sus rituales. Los vestigios encontrados
sugieren que las sociedades precolombinas que ocuparon
el valle durante el período Temprano, tenían una manera
común de llevar a cabo sus funerales. Los entierros se
hacían en los sitios de vivienda, posiblemente debajo o
cerca de las casas, donde excavaban una fosa sencilla y no
muy profunda en la tierra o roca madre (máximo 50 cm).
Estos rituales consistían en la utilización de urnas cerá-
micas de forma cilíndrica o también de vasijas domésti-
cas, donde eran colocados los restos óseos cremados de
uno o varios individuos, que luego eran depositadas en
fosas sencillas y a poca profundidad dentro de los sitios
de vivienda; algunas de estas vasijas cuentan con tapa. En
las dos terrazas del lote Los Guayabos, ubicadas a ambas
márgenes de la quebrada La Sucia, se encontraron las va-
sijas funerarias al interior de los sitios de vivienda.
Etapa de RescateTerraza 1Corte 6
Nivel 60 - 70 cm
1 .20 m0 m
1.20 m
PLANTA
PERFIL
Vasija akdfja
Lítico akdfja
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Las vasijas que fueron utilizadas como urnas funerarias
son piezas sencillas que por sus características, como ta-
maño y decoración, servían para cocinar alimentos antes
de ser utilizadas para el ritual funerario. Luego, la urna fu-
neraria era tapada con otra vasija, generalmente cuencos
que también se empleaban para actividades domésticas.
Dichas vasijas no presentan muchas decoraciones, excep-
to algunas que conservan decorados mediante incisiones
de líneas curvas en sus superficies. Según las característi-
cas y sencillez de las vasijas, es posible que dichos entie-
rros pudieran pertenecer a miembros de la clase común,
lo que permitiría considerar el lote Los Guayabos como
un asentamiento periférico o de menor jerarquía dentro
de la organización social del territorio.
La forma estilizada de estas urnas funerarias se asemeja a
la de un vientre o útero femenino. Incluso algunas urnas
funerarias de este estilo representan figuras femeninas.
Esto podría simbolizar el regreso al punto de origen y la
creencia religiosa en ciclos de renacimiento y renovación
(Reichel Dolmatoff, 1981).
Por su avanzado estado de descomposición, los restos
óseos encontrados en una de las urnas funerarias no de-
jan ver evidencias que nos permitan determinar si fueron
cremados. No obstante, la mayoría de los restos óseos
encontrados en urnas funerarias estilo Marrón Inciso pre-
sentan evidencias de haber sido incinerados (Uribe Villegas,
2005).
Dos urnas funerarias y ofrenda, halladas en el lote Los Guayabos. Fuente: Universidad EAFIT
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Etapa de RescateTerraza 1Corte 4Nivel 40 - 50 cm
akdfja
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Urna funeraria de forma globular después de haber concluido el proceso de microexcavación.
30
Piezas dentales (coronas de molares) de un individuo adulto halladas en el interior de una urna funeraria excavada en el lote Los Guayabos.
Proceso de microexcavación de urna funeraria para extraer sus contenidos.
Pieza parcialmente completa después de su reconstrucción. Cuenco utilizado como tapa del entierro, decorado con incisiones de líneas y triángulos, creando una superficie rugosa, posiblemente para el uso como rallador. Estilo Marrón Inciso.
URNA FUNERARIA TAPA CUENCO
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Vasijas 1 y 2 con sus respectivas tapas, al final de la restauración. Decoradas por incisiones de motivos curvos, paralelos y cruzados en la mitad del cuerpo. Fuente: Universidad EAFIT.
Decoraciones de las vasi jas Motivos incisos en las urnas funerar ias
32
TAPAS
La decoración del cuenco que estaba tapando uno de los
entierros presenta motivos impresos en la cara interior,
los cuales aparecen en otras piezas similares reportadas
por otros estudios realizados en la cuenca montañosa del
río Cauca, no muy lejos del valle de Aburrá, tales como:
los organales del municipio de Titiribí (Botero, 2000), las
cuevas de Santa Catalina en el municipio de Venecia (Aris-
tizábal, 2002) y algunos ejemplares completos que se
encuentran en el Museo Universitario de la Universidad
de Antioquia, procedentes del municipio de Santa Fe de
Antioquia.
DIJES
En el Lote Los Guayabos se recuperaron pocas piezas de-
coradas, sin embargo llaman la atención tres dijes y una
asa con decoración antropomorfa hallados en la Terraza 3,
cerca de uno de los entierros. Estos dijes y asa decorada
son piezas poco comunes dentro de los hallazgos arqueo-
lógicos realizados hasta la fecha en el valle de Aburrá y sus
alrededores.
Fragmento de asa con decoración antropomorfa
Dije antropomorfo en cerámica, al parecer representa una máscara
Cuenta de collar en cerámicaDije lítico en forma de falo
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Asas de vasijas estilo Marrón Inciso recuperadas en el sitio Los Guayabos. Fuente: Universidad EAFIT.
ASAS
Las asas o mangos de vasijas son características del estilo
Marrón Inciso. Presentan dos protuberancias laterales y
algunas presentan decoración mediante líneas incisas en
el medio. Estas han sido reportadas por investigaciones
anteriores realizadas en el corregimiento de Santa Elena
(Ochoa, 1998) y en el municipio de Venecia (Aristizábal,
2002), cerca al valle de Aburrá.
34
Fragmentos de cuencos aquillados con borde evertido biselado,
estilo Marrón Inciso
CUENCOS AQUILLADOS CON BORDE EVERTIDO BISELADO
Fragmentos de ollas subglobulares con bordes evertidos biselados, decorados mediante algunas incisiones de líneas, estilo Marrón Inciso.
OLLAS SUBGLOBULARES CON BORDES EVERTIDOS BISELADOS ESTILO MARRÓN INCISO
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Durante las labores arqueológicas del lote Los Gua-
yabos no se pudo verificar la existencia de tumbas con
estructura de pozo con cámara lateral, ni tampoco frag-
mentos cerámicos u otras evidencias relacionados con
el período Tardío de la época prehispánica en el valle de
Aburrá. Los elementos encontrados dan cuenta del perío-
do Temprano anteriormente descrito y de una ocupación
del sitio después de la Colonia, más específicamente en el
período denominado Republicano o postcolonial (siglos
XVIII y XIX d.C.).
LOS ABURRÁES ANTES DE LA CONQUISTA Período Tardío: Siglo IX d.C . a 1541
Ubicación del cerro de la Universidad Adventista en los contrafuertes de la ladera occidental del Valle, barrio La Castellana, al final de la Calle 33 con la Cra 84. Sobresalen los cerros Nutibara y El Volador. Fuente: Google Earth.
Cerro de la Universidad Adventista
Cerro El Volador
Cerro Nutibara
Aeropuerto Enrique Olaya Herrera
Universidad Pontificia Bolivariana
No obstante, otra investigación realizada por nuestro
equipo, que también contó con el apoyo de la Alcaldía
de Medellín, en el cerro de la Universidad Adventista al
occidente del valle, nos permitió excavar y rescatar dos
tumbas pertenecientes al período Tardío.
36
Vista del cerro en el año 2008. Se aprecian alteraciones por
movimientos de suelos con maquinaria pesada en la cima y la carretera por toda la ladera norte del cerro, obras
realizadas por la UNAC antes del inicio de nuestro estudio.
Fuente: Google Earth
Sitio arqueológico cerro de la Univer sidad Adventista. Occidente del val le . Uno de los últ imos cementer ios prehispánicos del val le de Abur rá
Cerro de la Universidad Adventista en la década de los 80.
Se pueden apreciar varias depresiones de guaquería
sobre la cima y la ladera oriental.
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La ladera occidental del valle de Aburrá presenta varias
estribaciones o cuchillas montañosas, como la cuchilla o
loma de Manzanillo en Itagüí, las cuales descienden des-
de las cotas más altas como el cerro del Padre Amaya, el
Boquerón, el Páramo de las Baldías, etc., hasta las zonas
planas del valle en los barrios del municipio de Itagüí, en
Guayabal y Belén. También presenta dos cerros tutelares
que se elevan desde las zonas planas del valle, conocidos
como El Volador y Nutibara.
En el piedemonte o contrafuerte de una de las cuchillas
de la ladera occidental, se ubica el cerro de la Universidad
Adventista, desde donde se tiene una visión panorámica
del valle. Este fue uno de los sitios arqueológicos, ubicados
en la zona peri-urbana, donde llevamos a cabo nuestras
investigaciones.
La investigación del cerro de la Universidad Adventista
se realizó como parte del Programa de Arqueología Pre-
ventiva de la Vía Longitudinal Occidental en el año 2009
(Aristizábal y López, 2009). Se incluye esta investigación en
nuestra reconstrucción de la secuencia prehispánica del
valle, ya que en este sitio se encontraron evidencias signi-
ficativas que corresponden únicamente al período Tardío.
Según los hallazgos arqueológicos reportados hasta la fe-
cha por diferentes investigaciones (Castillo, 1995; Santos,
2010; Santos y Otero de Santos, 1996; Aristizábal y López,
2009; Tabares, 2009, Aristizábal, 2010 y 2011), es probable
que la ladera oriental del valle, donde se ubican en la ac-
tualidad el barrio El Poblado y el municipio de Envigado,
estuviera ocupada durante el período Temprano. De otro
lado, la ladera occidental donde se ubican el cerro El Vola-
dor, y los barrios de Belén Altavista, Itagüí, Guayabal, etc.,
estuvo ocupada principalmente durante el período Tardío
por los indios aburráes, hasta el contacto con los españo-
les en el siglo XVI.
Algunos autores, como el historiador Roberto Luis Jara-
millo (1996), de acuerdo con las crónicas de Conquista y
los títulos de mercedes de tierras, estiman que los asen-
tamientos de los indios aburráes se localizaban en el oc-
cidente del valle y hacia el sur, en la cuenca alta del río
Medellín.
En el sitio donde se desarrolló este estudio está ubica-
do un cementerio que tiene gran importancia dentro del
contexto de la arqueología de Antioquia, por ser el segun-
do cementerio del período Tardío, cercano a la conquista
europea, excavado por arqueólogos en el valle de Aburrá.
El primero fue descubierto en el cerro El Volador, donde
se realizaron estudios arqueológicos durante varios años
(Santos, 1995 y Santos y Otero de Santos, 1996).
Debido a su importancia arqueológica y ecológica, el
cementerio del cerro El Volador fue declarado Bien de
Interés Cultural de carácter Nacional (BIC-N) y, en con-
secuencia, se ha convertido en el primer Parque Natural
Regional Metropolitano declarado en el país. Allí se en-
contraron tanto entierros en urnas funerarias del perío-
do Temprano, similares a los recuperados en el lote Los
Guayabos, como tumbas con las bóvedas de las cámaras
decoradas, que corresponden a las sociedades que habi-
taron el valle y un amplio territorio del departamento de
Antioquia durante el período Tardío.
38
Cámara de una tumba ubicada en el cerro de la Universidad Adventista, la cual fue intervenida por guaqueros antes del inicio de nuestra investigación. Se pueden apreciar las líneas incisas grabadas sobre las paredes de la cámara, imitando las alfardas que conforman la estructura del techo de un bohío.
Recreación hipotética de una de las tumbas ubicadas en el cerro de la Universidad Adventista.
Las investigaciones arqueológicas evidencian un gran
contraste en los métodos de inhumación de los muer-
tos entre los períodos Temprano y Tardío. Mientras que
en la cerámica correspondiente al período Tardío se ob-
serva por lo general un menor cuidado y dedicación, en
la construcción de sus tumbas se evidencia una mayor
sofisticación. Se trata de entierros directos en tumbas de
pozo con cámara lateral, ubicadas en cementerios o sitios
independientes, cercanos a los sitios de vivienda. A pesar
de que la mayoría de estas tumbas han sido guaqueadas,
algunas han sido excavadas y registradas por arqueólogos.
La existencia de este tipo de cementerios o tumbas ha
sido reportada hasta el momento para diferentes muni-
cipios del valle de Aburrá: municipio de Itagüí y el barrio
Las viviendas de los muer tos Patrón de enter ramiento y costumbres funerar ias durante el período Tardío: Siglos XI al XVI d.C .
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Guayabal (Arcila, 1977; Diez y Betancur, 2012), en el cerro
El Volador (Santos y Otero de Santos, 1996) y en el cerro de
la Universidad Adventista (Betancur y Gómez, 1999; Aristi-
zábal y López, 2009, y Tabares, 2009).
Estos cementerios o necrópolis se han encontrado ubi-
cados en sitios geográficamente privilegiados y con buena
visibilidad, tales como cuchillas de montañas, cimas de co-
linas y cerros tutelares. Las concentraciones de tumbas se
han reportado principalmente hacia la cima y el oriente
de las colinas, quizá buscando una orientación hacia el sol
naciente según su cosmovisión.
Por lo general, las tumbas de este período son de pozos
rectangulares o circulares cuya profundidad varía entre
los 2 y 6 m. Las cámaras son de techo cónico o en bó-
veda. En la mayoría de los casos se han encontrado tum-
bas de una sola cámara lateral. Algunas de estas cámaras
contienen decoraciones que consisten en incisiones en
las paredes que imitan las alfardas de la estructura de un
bohío. También pueden presentar una especie de pintura
de color rojizo que recubre las paredes, y en algunos ca-
sos tienen un escalón a lo largo del perímetro de la base
a manera de repisa, o incluso algunas contienen nichos
donde se depositaba el ajuar.
Ubicación de la tumba EV-1, en la cima del cerro de la Universidad Adventista.
La parte superior de la bóveda fue afectada en el momento de las remociones de suelo con maquinaria pesada.
Al fondo se puede ver el Boquerón.
Excavación arqueológica de la cámara lateral de la tumba EV-1. Se trata de una tumba de pozo, característica
de la época Tardía (siglos IX al XVI d.C.).
40
Excavación arqueológica del pozo de la tumba EV-1. Profundidad del pozo 4,5 m.
La forma y proporción de este tipo de tumbas correspon-
de posiblemente a las de las viviendas reales de los indí-
genas que habitaron el valle de Aburrá en la época de la
Conquista (Santos, 1995). Las viviendas representadas en
estas tumbas constituyen un modelo cósmico y social que
debió tener sentido dentro del pensamiento religioso o
mítico, donde las cámaras funerarias estarían representan-
do las “viviendas de los muertos”, y el conjunto de tumbas
o necrópolis un poblado en el Inframundo, el cual es con-
cebido en las sociedades indígenas como complemento y
parte integral del mundo de los vivos.
Los cadáveres, o los restos de su cremación, eran depo-
sitados en el piso o en el relleno de las cámaras. Se han
encontrado entierros individuales y también colectivos
en este tipo de tumbas. Ocasionalmente, el cadáver era
acompañado de un ajuar que consistía en varias vasijas de
uso ceremonial y doméstico, volantes de uso, instrumen-
tos líticos y narigueras de oro.
La forma de la tumba se asemeja a las tumbas del cerro El
Volador, con un pozo más profundo que la cámara. Igual-
mente presenta una cornisa que rodea la cámara lateral
en su interior.
La tumba contenía los restos óseos y algunas piezas den-
tales de un solo individuo adulto, de sexo indeterminado,
depositados en la base de la cámara. La ofrenda, consis-
tente de un volante de huso, estaba ubicada a un costado
de las piernas del individuo. Dicho objeto se utilizaba para
convertir el algodón en hilo.
Excavación arqueológica de la cámara lateral de la tumba EV-1. Profundidad de la cámara 1,4 m.
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Un aspecto interesante para la arqueología de este perío-
do en la región, está relacionado con el hallazgo de nume-
rosos volantes de huso como parte del ajuar en algunas
de las tumbas excavadas hasta ahora. Este dato coincide
con los relatos de los cronistas, quienes observaron una
producción de algodón en la zona del valle de Aburrá y
el suroeste de Antioquia (Robledo [1539-1542] y Sardella
[1540-1542] en Tovar Pinzón, 1993). Las tierras planas del
valle de Aburrá fueron sitios óptimos para el cultivo de
algodón, el cual se desarrolló de manera paralela a la pro-
ducción agrícola de alimentos. El algodón fue utilizado para
el tejido de mantas y otros productos textiles. También se
siguieron explotando los recursos minerales como el oro
y la sal que, junto con las mantas, eran intercambiados a
través de redes comerciales a gran escala, que abarcaban
grandes distancias y posiblemente se extendían por los
valles del Cauca y el Magdalena (Santos, 1995).
En el aspecto religioso, tanto la forma y estructura de la
tumba como la ofrenda hacen parte de un complejo siste-
ma simbólico, en el cual posiblemente hay una semejanza
entre la cámara lateral en forma de bóveda cónica con
grabados interiores (visible en los pocos casos de las tum-
bas que se han conservado) y los volantes de huso. Podría-
mos pensar en una vivienda para los muertos en la otra
vida, que hace parte de una concepción cíclica de la vida y
la muerte. Algunos animales como los gusanos tejen una
crisálida para luego hacer la metamorfosis o renacimiento
en el estado de mariposa. Dichas especies que realizan la
metamorfosis llamaron la atención de las culturas preco-
lombinas, y es muy posible que las incorporaran en sus
sistemas simbólicos como seres míticos y metáforas de la
vida después de la muerte. Los volantes de huso ubicados
en las tumbas como parte de la ofrenda, serían utensilios
para tejer la crisálida y renacer a la otra vida.
Restos óseos y volante de huso in situ.
Antiguos texti leros del val le de Aburrá
42
El contenido de la tumba se compone también de fragme-
tos cerámicos y dos elementos líticos. Algunos elementos
encontrados asociados a la tumba, como instrumentos lí-
ticos o una placa de moler, serían representativos también
del tipo de ritual funerario que se ha registrado en el valle
de Aburrá y las zonas circundantes, donde los indígenas in-
cluían herramientas de la vida diaria como parte del ajuar
funerario.
El análisis de almidones realizado a restos orgánicos ad-
heridos a la placa lítica, nos corrobora el hecho de que
dichos grupos humanos eran agricultores sedentarios,
bien adaptados al medio y con una diversidad biológica en
cuanto a los recursos que habían domesticado, tales como
varias especies de fríjol, maíz y yuca.
En algunas de las tumbas excavadas en el cerro de la Uni-
versidad Adventista por el equipo de Tabares (2009) y
por la presente investigación, se reportó la presencia de
huesos de animales endémicos como el pecarí de collar
(Pecari tajacu) o zaíno, una variedad de cerdo de monte
de la familia Tayassuidae. Se pudo tratar de una especie
de alta importancia por su producción de carne, cuero y
huesos. Es probable que estos animales hayan hecho par-
te del conjunto de ofrendas depositadas durante el rito
funerario.
Volante de huso, hallado al lado del cadáver.
El ajuar funerar io
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Por otra parte, Santos (1995) anota que en las tumbas del
cerro El Volador se empiezan a observar en los ajuares la
incorporación de elementos foráneos, como restos óseos
de vacas y toros además de loza de origen europeo. Estas
evidencias nos sugieren que se pudo dar la continuidad
cultural del ritual funerario en el cual se inhumaban ani-
males o partes de los mismos en las tumbas.
El hecho de que en las tumbas excavadas en el cerro de la
Universidad Adventista solamente se encontraran mate-
riales autóctonos, como los huesos de pecarí y cerámica
prehispánica, y no materiales procedentes de los conquis-
tadores, nos sugiere que estamos frente a uno de los últi-
mos cementerios prehispánicos del valle de Aburrá.
En el relleno del pozo de la tumba EV-1 se encontró una
muestra representativa de carbón vegetal que fue datado
en 1380 + 70 d.C. (570 + 70 A.P.). Esta fecha corrobora
que la estructura corresponde a los pobladores prehis-
pánicos del valle de Aburrá en la época Tardía, y que este
cerro fue un cementerio precolombino, donde se llevaron
a cabo funerales antes de la llegada de los conquistadores
españoles en 1541.
Fragmentos de la mandíbula de un pecarí hallados en el relleno de la tumba EV-2.
Pecarí de collar o zaíno (Pecari Tajacu) - familia Tayassuidae
Placa lítica hallada en el relleno de la tumba EV-1
También es de resaltar el hecho de que se tenga una nueva
datación absoluta (1380 + 70 d.C) para el occidente del
valle de Aburrá y la ciudad de Medellín, ya que represen-
ta una prueba adicional de que los principales poblados
de los aburráes se localizaban hacia el occidente, en zo-
nas como el cerro El Volador, Guayabal y en cercanías de
los deltas de quebradas que descienden desde la ladera
occidental como La Iguaná, Ana Díaz, Aguasfrías, Altavista,
La Guayabala y Doña María.
44
Conclusiones Período
Precolombino
Durante el período Temprano, los restos se depositaban
en urnas funerarias en forma de vientres femeninos, para
que el difunto pudiera volver a nacer. Esta concepción de
una vida más allá de la muerte continúa durante el pe-
ríodo Tardío; las tumbas elaboradas en forma de bohío
aseguraban una vivienda para la vida en el más allá, lo que
corrobora la continuidad de una concepción cíclica de la
vida y la muerte, más allá de los estilos cerámicos y el tipo
de tumba.
Cada uno de los períodos arqueológicos en que se ha
dividido la ocupación precolombina agro-alfarera del valle
de Aburrá presenta notables variaciones en las caracte-
rísticas principales de la cerámica y el modelo de ente-
rramiento. Los resultados de las investigaciones realiza-
das proponen diversas explicaciones para este proceso
de transición o cambio cultural de la sociedad, el cual se
manifiesta claramente en los vestigios y en el patrón fu-
nerario. En los estudios llevados a cabo para el embalse
Porce III (Santos y Otero de Santos, 1996), se plantea que se
trata de cambios en la organización social que generaron
nuevas identidades culturales.
La ocupación de los mismos sitios de vivienda durante
ambos períodos sugiere la continuidad de los mismos gru-
pos humanos, y se podría pensar que los cambios en los
conjuntos materiales no se debieron a la superposición
de grupos sociales diferentes, sino a estructuras dentro
del grupo que se modificaron a lo largo de generaciones.
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LA LLEGADA DE LOS CONQUISTADORES ESPAÑOLES -1541 Período de Contacto: Siglo XVI d.C .
Mapa Terra Firma in quae Dariae Fluvius Novum Regnum Granatense et Popayan publicado por Guillermo Blaeuw en Amsterdam en 1635 en su obra Tonnel des Aerdrycx ofte. Nieuwa Atlas, 1960.
46
Aunque en los últimos años se han dado desarrollos y
descubrimientos arqueológicos en el valle de Aburrá, en
realidad lo poco que se sabe de las comunidades que lo
habitaron durante la época de contacto se debe a los re-
latos escritos por los cronistas que acompañaron a Jorge
Robledo en su segundo viaje desde Cali, contenidos en
las Crónicas de Indias, información que se reduce a una
decena de párrafos.
La segunda expedición del capitán Jorge Robledo partió
de Cali el 29 de septiembre de 1540, siguiendo la ruta de
la ribera occidental del río Cauca con rumbo norte, hasta
la villa de Anserma. El objetivo de dicha misión era fundar
una villa en Buriticá. Durante este viaje, Robledo decidió
desviarse hacia el oriente en busca de un rico valle que le
habían descrito, llamado Arví. Desde la actual Heliconia,
llamada provincia de Murgia por los españoles, Robledo
envía a Jerónimo Luis Texuelo con algunos de sus hombres
para que investigue qué hay pasando la cordillera central
hacia el oriente. Texuelo y sus hombres son quienes des-
cubren el valle de Aburrá, y lo nombran Valle de San Bar-
tolomé de los Alcázares, según el santo patrono de ese día.
La relación de dicha expedición está firmada por el es-
críbano Juan Baptista Sardella (1540-1542), pero también
existen otras versiones como otra crónica anónima titu-
lada “La Relación de Anserma” (1539-1542), la cual se le
atribuye al mismo Capitán Jorge Robledo. Por último, otra
importante fuente documental de estas expediciones es
la del soldado letrado Pedro Cieza de León (1541-1550),
quien acompañó a Robledo en ambos viajes por el río
Cauca. (Ballesteros, 1984)
En este valle la expedición tiene un enfrentamiento bélico
con los indígenas aburráes del cual salen seis españoles
heridos. Texuelo decide llamar al Real. Es así como Ro-
bledo y el resto de sus hombres refuerzan a Texuelo para
sumar 23 españoles, y sostienen una guerra con aproxima-
damente 3.000 indios, según el relato. Tras ganar la guerra
en pocas horas, los españoles deciden quedarse quince
días por la gran cantidad de comida que encontraron y
someten a los indios que quedaron:
“Como los mensajeros de Gerónimo Tejelo en-
bio llegaron donde el capitán estava y le dieron
mandado de lo que avía subcedido se partió lue-
Zoom del mapa anterior donde se aprecia la ubicación del Valle de Aburrá
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go con todo el real para allá por amor de los he-
ridos y porque allí avía comyda de mayz para
más de dos meses e se aposentó en él, donde en
los boyos, sin lo que en el campo estava se halló
mucha ynfinydad de comyda asy de mayz como
de frísoles que casi son como alverjas e muchos
cories que son como conejos salvo que son más
chiquytos, que tiene muy lindo comer, e muchos
perros medianos como los de Castilla salvo que
son mudos, esta provincia se llama en nombre de
yndios Aburra y le pusimos por nombre el valle
de San Bartolomé, aquí estuvimos quinze días
en los quales por llamamiento del Capitá(n) le
viniero(n) todos los yndios de paz y servia(n) a
los españoles.”
(Sardella en Tovar Pinzón, 1993: 287, 288)
Los cronistas resaltan la fertilidad del valle de Aburrá, el
cual fue posiblemente un centro de producción agrícola
y textil para abastecer las regiones mineras más áridas,
ubicadas en los alrededores de la actual Santa Fe de An-
tioquia.
“Hay en este valle de Aburra muchas llanadas; la
tierra es muy fértil, y algunos ríos pasan por ella.
Adelante se vio un camino antiguo muy grande,
y otros por donde contratan con las naciones que
están al oriente, que son muchas y grandes; las
cuales sabemos que las hay más por fama que por
haberlo visto.”
(Cieza de León en Ballesteros, 1984: 120)
Algunas apreciaciones de los cronistas ofrecen detalles
etnográficos sobre las diferencias culturales y de costum-
bres entre los grupos humanos que poblaban la región
de la cuenca montañosa del río Cauca, atravesada por la
expedición:
“(...) que atraviesa la cordillera de la Syerra
Nevada y pasada se hace un valle e un buen río
grande que corre por él en el qual está aquella
provincia de Aburrá la qual es dyferente de todas
esotras ansy en el traje como en la manera de las
casas, como en todo lo demás (...)”
(Robledo en Tovar Pinzón, 1993: 351)
De otra parte, llama la atención de los cronistas en esta
provincia de Aburrá que varios indígenas se suicidaban
ahorcándose, cuando se percataban de la presencia de los
españoles:
“Acontesció en esta provincia a algunos españo-
les yendo por fruta y a caza de aves yr donde
algunos indios estavan e ansi como los vían se
quytavan una manta de vara y m(edi)a de largo
e de una en ancho con q(ue) traen atapadas sus
verguenzas, quytasela e darse una buelta al pes-
cuezo y a(h)orcarse (…)y el capitán les mandó
llamar e les preguntó con la lengua que por qué
se ahorcavan, dixeron que porque se espantavan
de ver a los españoles e de las barvas (…)”
(Sardella en Tovar Pinzón, 1993: 288)
48
Minería de oro y sal Uno de los factores que influencia el patrón de asenta-
miento de este territorio es la localización de los recur-
sos minerales como el oro y la sal. Estos recursos fue-
ron aprovechados por los indígenas, quienes los extraían
mediante variadas técnicas para su uso y comercio con
otras poblaciones. Cieza de León nos habla sobre estos
recursos y su comercio entre las poblaciones de Pueblo
Llano y Murgia, así como del valle de Aburrá como parte
de una red comercial:
“En este pueblo de Mungia y en otro que ha por
nombre Cenufata hallamos otras fuentes que
nascían junto a unas sierras cerca de los ríos; y
del agua de aquellas fuentes hacían tanta canti-
dad de sal que vimos las casas casi llenas, hechas
muchas formas de sal, ni más ni menos que panes
de azúcar. Y esta sal la llevaban por el valle de
Aburrá a las provincias que están al oriente, las
cuales no han sido vistas ni descubiertas por los
españoles hasta agora. Y con esta sal son ricos
en extremo estos indios.”
(Cieza de León en Ballesteros, 1984: 172, 173)
El comercio de productos de diferentes pisos térmicos y
procedencias era llevado a cabo, a manera de intercambio
complementario, por mercaderes que viajaban entre las
diferentes provincias. La comunicación entre estos pue-
blos se realizó a través de una extensa red de caminos
que se extendía desde las provincias del extremo sur de
Caminos en el Val le de Aburrá. El Val le como centro de comercio e intercambio
Camino prehispánico de Piedras Blancas o de la Cuesta en el corregimiento
de Santa Elena, municipio de Medellín. Foto cortesía antropólogo
Juan Fernando Osorno.
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la cuenca del río Cauca, como Popayán, hasta las provin-
cias ubicadas en el altiplano, al interior de la cordillera
Central, como Aburrá. Esta red de caminos no solamente
les llamó bastante la atención a los expedicionarios, sino
que también les facilitó la entrada, ubicación y delimita-
ción de estas tierras. Resaltamos que en toda la expedi-
ción no reportan caminos de piedra muy anchos, salvo en
la región de Antioquia, entre Cenufaná (quebrada Sinifaná)
y el valle de Aburrá:
“(...) e visto por el capitá(n) que hazia la parte de
Arvi no se hallava poblado por se aver abaxado
mucho el mysmo con ocho de a cavallo e ciertos
peones a la ligera fue a descobrir por otra parte
e nunca pudo hallar poblado puesto q(ue) halló
muy grandes hedificios antiguos destruydos e
los camynos de peña tajada hechos a mano más
anchos q(ue) los de Cuzco e otros bohios como a
man(er)a de depósytos y el capitá(n) no se atre-
vió a seguir aquellos camynos porque quyen los
avia fecho devía de ser mucha posibilidad de gen-
te (...).”
(Sardella en Tovar Pinzón, 1993: 290)
“Desde la provincia de Arma hasta la de Cenufa-
na habrá XX leguas y desde Cenufana a Aburrá
puede haver seys, en todo este camino hay gran-
des asyentos de pueblos antyguos e muy grandes
edificios de caminos hechos a mano e grandes por
las syerras e medias laderas que en el Cuzco no
los ay mayores y todo esto perdydo e destruydo e
no ay yndio que sepa dezir cómo ha sydo ni de que
se ha despoblado por lo que se puede pensar que
los a despoblado las grandes guerras que avido
entre los naturales.”
(Robledo en Tovar Pinzón, 1993: 350)
Aún existen algunos tramos conservados de caminos que
atraviesan el valle de Aburrá y sus alrededores, los cuales
ya han sido estudiados por arqueólogos (Osorno, 1991 y
2003; Botero y Vélez, 2000a y 2000b), correlacionados con
apuntes precisos en las crónicas del siglo XVI y cuyas ca-
racterísticas técnicas fueron diseñadas para porteadores
y no para animales de carga.
Esta red de caminos probablemente perteneció a una
civilización de mineros y comerciantes, asentados en el
altiplano de Santa Elena en el período Temprano, ya que
los españoles reportan que los encuentran en ruinas en
el siglo XVI:
“Salidos de aquel valle por la syerra adelante ay
munchos despoblados y caminos muy anchos y
acequias a mano e asyentos de pueblos todo ya
destruido de grandes pueblos.”
(Robledo en Tovar Pinzón, 1993: 351)
Finalmente, los españoles solo permanecieron dos sema-
nas en el valle y no fundaron ningún poblado, tal vez por
el poco oro que encontraron. Después de aprovisionarse,
continuaron su misión hacia las provincias del norte.
50
EL MESTIZAJE Período Colonial : Siglos XVI al XVII I d.C .
A partir de la colonización española, el valle de Aburrá
deja de ser habitado netamente por los indígenas y co-
mienza a ser un lugar donde convergen diferentes culturas,
como son la nativa, la europea y la africana. A pesar de su
gran fertilidad, el valle no fue poblado sino décadas des-
pués de la conquista por Gaspar de Rodas, quien en su la-
bor de poblamiento de la provincia de Antioquia adquirió
terrenos alrededor de 1574.
Las tierras del valle fueron muy apetecidas por diferentes
conquistadores. Poco a poco se fueron valorizando y po-
blando de haciendas ganaderas de españoles y sus descen-
dientes, mientras que la población indígena disminuía cada
vez más. Al ser su suelo fértil, era de gran utilidad para
la crianza de ganado y el abastecimiento de los centros
mineros cercanos, como fueron la ciudad de Santa Fe de
Antioquia y Buriticá, donde los suelos son áridos y secos.
La convivencia de las distintas culturas no fue muy estable,
las discusiones por terrenos no se hicieron esperar. En
múltiples ocasiones, el ganado de las haciendas causaba
daños en las propiedades de los indios, lo que provocó
que estos en represalia mataran el ganado, generando a su
vez más descontentos. Debido al desorden y los abusos,
y en vista de que los aborígenes escaseaban, en el siglo
XVII el señor oidor Francisco de Herrera Campuzano,
en su visita por estas tierras, encuentra necesario fundar
un resguardo para los indígenas. Fue así que se formó en
1616 el pueblo de San Lorenzo de Aburrá, con 80 indios
de diferentes tribus: aburráes, maníes, ebéjicos, peques, ya-
mesíes y noriscos. Dicho pueblo estaba ubicado en tierras
de Juan Daza y los Rodas, cuyos límites eran la quebrada
de Aná (Santa Elena) por el norte, hasta aproximadamente
la zona actual de Belén por el occidente; Guayabal y En-
vigado por el sur y los cerros orientales de Las Palmas y
Santa Elena por el oriente (Álvarez, 1996 y Jaramillo, 2000).
El Poblado de San Lorenzo tuvo una corta duración, ya
que solo existió como Pueblo de Indios hasta 1674.
En el valle había un gran número de cabezas de ganado
tanto ecuestre como vacuno, los cuales aumentaron con-
siderablemente después de 1630, momento en que se
evidenció una fuerte caída del oro, que obligó a muchos
Plano de Medellín en 1791, realizado por José María Giraldo, donde aparece la zona urbanizada conocida como el Tambo de Aná, alrededor
del actual Parque Berrío. Fuente: Jaramillo y Perfetti, 1993.
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mineros a dedicarse conjuntamente a otras actividades
como la agricultura y la ganadería, además de la llegada
de otros vecinos de Popayán que buscaron asentarse en
el valle de Aburrá por su fertilidad y grandes terrenos.
Unas de las tierras más apetecidas fueron las del Pobla-
do de San Lorenzo, y en vista de que quedaban pocos
indios, alrededor de cinco para 1669 (Álvarez, 1996), los
habitantes comenzaron a hacer peticiones para que se les
adjudicaran terrenos de este pueblo. Uno de los primeros
fue el señor Fernando de Toro Zapata, en 1639, al cual
se le adjuntaron dos estancias de ganado y dos de pan, la
primera en dicho poblado y la segunda en lo que hoy es
Itagüí (Jaramillo, 2000).
Como se puede observar, para el siglo XVII el valle se
comenzó a poblar en diversos sectores, pero la mayor
conglomeración de familias se ubicaba en el Tambo de Aná,
en lo que hoy conocemos como el centro de Medellín,
alrededor del actual Parque Berrío.
El sitio Los Guayabos fue ocupado de manera sucesiva
por varios grupos a lo largo de su historia, y posiblemente
utilizado como una estación de minería aluvial durante los
siglos XVIII y XIX, según el hallazgo de varios elementos
tales como estructuras en piedra y algunos fragmentos y
bordes de cerámica y loza de procedencia europea perte-
necientes a este período, que fueron clasificados y corre-
lacionados con una fecha de producción específica entre
los siglos XVIII y XIX, según los sellos de fábrica y sus
rasgos estilísticos. Asimismo, dos dataciones de muestras
de carbón obtenidas en las excavaciones realizadas en la
Universidad EAFIT, cuyos resultados fueron 1800 y 1820
d.C., nos permiten fechar de manera muy precisa esta úl-
tima ocupación del sitio Los Guayabos y conocer un poco
sobre los constructores de las estructuras en piedra que
fueron encontradas.
En este último período de ocupación republicana y re-
ciente, se construyeron casas en adobe macizo y teja y se
explotó el predio para fines agrícolas, ganaderos y mine-
ros. El muro en piedra, los camellones y la acequia fueron
construidos como estructuras para la explotación del oro
de aluvión en el delta de la quebrada La Sucia.
PERÍODO REPUBLICANO Siglo XIX y pr incipios del s iglo XX
52
Fragmento de bacín (bacinilla), de manufactura local, hallado en el lote Los Guayabos. Correspondería, tecnológicamente, al tipo denominado como Criolla o Loza de Tierra, que se caracteriza por el uso de tecnología nativa pero con formas de tradición europea. Fuente: Universidad EAFIT.
Fragmento de pipa. Aunque se encuentra muy erosionada, se trata de un elemento común en la
Colonia, relacionado con el consumo de tabaco. Podría tratarse de una pieza de fabricación local.
Cerámica co lon ia l y republ icana
Dentro de la muestra recuperada en el lote Los Guayabos
se destaca la presencia de cuellos y fragmentos de con-
tenedores de origen español conocidos como botijas o
peruleras (olive jar), de amplia distribución en la América
colonial (Goggin, 1960).
La producción de este tipo de recipientes cerámicos se
ubica cronológicamente entre 1580 y 1780, aunque es
posible que dicha forma se prolongue en el tiempo unas
décadas más. Por sus características, seguramente se trata
de contenedores provenientes de España, que eran utili-
zados para cargar el vino, el aceite de oliva y otros líqui-
dos importados desde Europa.
En la muestra también se recuperaron fragmentos de ce-
rámicas criollas, también conocidas como Colono Ware
e hispano-indígena (Linero, 2001), y que denominamos
como Loza de Tierra (Martín, 2001 y 2008). Estas piezas,
en general, presentan un aspecto burdo poseen huellas
de cocción sobre su cara externa, lo que nos indica ex-
posición directa al fuego, asociado al uso doméstico que
se les daba.
Aunque no se encontraron fragmentos que permitieran
reconstruir las formas completas, se trata principalmente
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Cuellos de botijas o peruleras encontradas en el lote Los Guayabos Corresponden a la Forma A, del período Medio (1580-1780), de
acuerdo con la clasificación de Goggin (1960). Fuente: Universidad EAFIT.
de ollas y cuencos. Este tipo de cerámica, por la porosidad
de su pasta, resulta ideal para cocinar por sus caracterís-
ticas termo-refractarias. Su producción parece ser local,
dadas las similitudes que presenta, en cuanto a materia
prima se refiere, con las cerámicas prehispánicas del valle
de Aburrá. Fueron utilizadas para la cocina, y no como
vajilla de mesa, como las lozas europeas, las cuales marca-
rían diferencias sociales de la época.
Asas de vasijas, estilo Tardío.
Botijas hechas mediante torneado. Fueron recipientes para contener líquidos como agua, vino y aceite de oliva.
54
Fragmentos de ollas subglobulares con bordes evertidos directos, estilo Tardío. Algunos presentan decoración por engobe rojo (arriba)
y rastros de cocción por uso doméstico.OLLAS SUBGLOBULARES
CON BORDES EVERTIDOS DIRECTOS
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Algunos fragmentos cerámicos con rastros de técnicas
como impresión por cestería e impresión textil, eviden-
cian la posible continuidad de técnicas alfareras precolom-
binas durante los períodos Colonial y Republicano. Dichos
fragmentos fueron recuperados mediante excavaciones
estratigraficas fechadas para el período Republicano.
Algunas herramientas líticas para moler, que fueron en-
contradas en asociación a materiales cerámicos del perío-
do republicano, evidencian la continuidad en el tiempo de
algunas tecnologías líticas precolombinas.Fragmentos decorados mediante impresión por cestería.
Fragmentos decorados mediante impresión textil.
Manos de moler en rocas como la granodiorita. Fuente: Universidad EAFIT
56
Loza blanca de fabricación inglesa hallada en el lote Los Guayabos. Se puede ver la marca, aunque infortunadamente no fue posible su identificación plena. Se trata de una producción que inicia a partir de 1820, y se comercializa ampliamente en las colonias españolas luego del proceso de independencia. Fuente: Universidad EAFIT.
Fragmentos de loza blanca inglesa, decorados con pintura a mano. El diseño es conocido como Gaudy Dutch, el cual comienza a producirse entre 1820 y 1840.
Fragmentos de loza blanca deco-rados con “sellos” con diferentes colores. Este estilo es popular en los depósitos tardíos de San Felipe en Panamá (siglos XIX y XX), de manufactura inglesa.
Por su parte, la loza industrial nos remite cronológica-
mente a mediados del siglo XVIII y todo el siglo XIX.
Esta loza, desarrollada en Inglaterra desde 1740, preten-
día reproducir las características de la porcelana china y
satisfacer las necesidades de las clases acomodadas de la
época (Fournier, 1990). Por tratarse de lozas industriales,
eran mucho más económicas que la porcelana china, así
como de manufactura más rápida. Durante el siglo XIX,
Inglaterra constituía el imperio más grande y poderoso
del planeta, lo cual se conoce como la Época Victoriana.
A través de amplias redes de comercio que abarcaban co-
lonias en los cinco continentes, exportaban este tipo de
lozas hacia el mundo entero.
La decoración de esta loza varió según la época, pero las
técnicas de manufactura siempre fueron mediante tornea-
do o moldeado. De este tipo de loza se identifican, al me-
nos, tres grandes grupos.
• La LOZA CREMA (Cream Ware): de pasta fina, fue fa-
bricada con arcillas de Devonshire y pedernal molido. Se
elaboraba con diversas posibilidades de decoración y fue
producida industrialmente entre 1740 y 1820 (Deagan,
1987 y 2002 ; Deagan y Cruxent, 1998).
• La LOZA PERLA (Pearl Ware): de pasta refinada, fue desa-
rrollada en Wedgwood en 1779. En este caso se le agrega
azul cobalto al vidriado, lo que le da una coloración “per-
la”. Es fácil de identificar, sobre todo en las bases de los
platos y las vasijas, porque allí se acumula normalmente
la coloración azulosa que la identifica. Su manufactura se
circunscribe entre los años de 1779 y 1830.
• La LOZA BLANCA (White Ware): producida a partir
de 1820, hasta nuestros días, es perfectamente blanca en
superficie. Comienza a reemplazar en el mercado a prin-
cipios del siglo XIX a la Loza Perla. El vidriado es muy del-
gado y claro. Presenta una gran variedad de posibilidades
decorativas, similares a la Loza Perla tales como: pintada
a mano, impresa por transferencia. Fue extremadamente
popular en la época Victoriana temprana, con la frecuente
utilización del azul cobalto en sus diseños.
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En cuanto a las técnicas decorativas, la loza industrial
es muy variada, pero en el caso de los materiales re-
cuperados en el lote Los Guayabos, se observaron las
siguientes:
• PINTADA A MANO: en donde identificamos la pre-
sencia del motivo polícromo Gaudy Dutch, floral, el cual
comienza a producirse entre 1820 y 1840, y está presen-
te en la Loza Perla y la Loza Blanca.
• IMPRESIÓN POR TRANSFERENCIA: técnica industrial
desarrollada a partir de 1760 que permitía la producción
masiva de cerámicas decoradas. En la Loza Crema solo
se utilizó el color negro, hasta 1815. A partir de 1795 se
desarrollan motivos chinescos, los cuales perviven o se
hacen más frecuentes hasta 1820. A partir de esta fecha
los diseños pastoriles tienen un auge mayor. Antes de
1824 siempre se presentan en azul sobre blanco. Pos-
teriormente se incorporan otros colores como el rojo,
verde, marrón, morado o rosa.
• ANNULAR: muy popular en el siglo XIX, cuya carac-
terística principal es la presencia de bandas paralelas de
diversos colores.
Fragmentos de loza blanca con decoración Annular. Se trata de diversos motivos en bandas paralelas, muy populares en el siglo XIX.
58
Adicionalmente, se recuperaron varios fragmentos de bo-
tellas de vidrio, entre los cuales uno presenta la fecha de
1846 en el fondo.
Base de botella con la fecha de 1846, recuperada en la excavación de los camellones.
Las marcas de fabricantes o sellos de fábrica impresos
sobre varios de los fragmentos hallados en el lote Los
Guayabos nos dan testimonio de un comercio de mercan-
cías con Europa, principalmente lozas manufacturadas en
Inglaterra y Alemania, a finales del siglo XVIII y comienzos
del XIX. Las élites, cuyas fincas y casas de campo estaban
ubicadas en este sector suroriental del valle, se distinguían
mediante el uso de vasijas importadas para el servicio.
Muchos objetos de diferentes fábricas continuaban circu-
lando después de que las mismas cerraran, debido a que
algunos ajuares domésticos y otros utensilios pasaban de
una generación a otra.
Las lozas y otros materiales importados de Europa du-
rante los siglos XVIII y XIX, nos ubican en una época en
la cual la naciente ciudad de Medellín se está comenzando
a conectar con el mundo. Dichos productos eran traídos
por barcos que tardaban varios meses en alta mar hasta
llegar al puerto de Barranquilla. Luego eran ingresados por
el río Magdalena en barcos de vapor que descargaban en
Puerto Berrío. Por último, eran cargados a lomo de mula,
mediante caravanas de cientos de estos animales dirigidas
por arrieros, que hacían varias estaciones entre el valle del
río Magdalena y el valle de Aburrá. Así se desarrollaron en
esta ruta oriental varias poblaciones importantes como
Sonsón, Marinilla y Rionegro antes de la llegada del tren a
la ciudad en 1914.
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Fragmento de loza blanca con decoración impresa por transferencia. Esta técnica se desarrolló a partir de 1760. Para 1824 se comienzan a imprimir en diferentes colores, ya que hasta esa fecha eran exclusivamente azules o negros.
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Hughes & Son, compañía alfarera inglesa cuya producción se extiende entre 1895 y 1957
(http://www.thepotteries.org/mark/h/hughes.html)
Lozas importadas manufacturadas en la fábrica Villeroy y Boch, Dresden,
Alemania. Esta fábrica abarca un período de producción que va de 1809 a 1900.
Fragmento de plato de porcelana con la marca de origen alemán. Esta fábrica fue fundada
el norte de Bavaria en 1814 por Carl Magnus Hutschenreuther (1780-1845).
Actualmente es reconocida como una porcelana de alta calidad (http://www.artfact.com/subcollection/hutschenreuther-w7jlthsdlu).
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Finalmente, al revisar con detenimiento la muestra, se
agrupó un tipo de loza que no posee las características
de aquella producida en Inglaterra. Se trata de un con-
junto de loza blanca con una pasta grisácea y más pesa-
da. Presenta formas simples de pocillos, platos y tazones.
Varios de los fragmentos presentan en su base la ins-
cripción “Caldas”, originarios de la temprana producción
industrial en el valle de Aburrá.
Fragmentos de plato y pocillo con líneas similares al estilo Annular inglés. Sin embargo por el acabado y las formas es muy probable que se trate de producción local, posiblemente de Locería Colombiana.
Fragmentos de loza de manufactura local. Se pueden ver las marcas de fabricación en cada una de las bases tales como Caldas, Corona, Pedernal y Dos Pirámides.
PERÍODO RECIENTE: 1900-1950 d.C .
Primera Iglesia de la parroquia de El Poblado. Tomada por Melitón Rodríguez en 1900. Fuente: Biblioteca Pública Piloto Archivo Fotográfico Fondo Melitón Rodríguez.
El Carretero – Sector Sur, el cual era la antigua vía que comunicaba al Poblado con Envigado (actual Avenida El Poblado). Se puede ver al fondo la actual iglesia del Poblado, construída entre 1920 y 1930, y los rieles del tranvía. Fuente: Fundación Víztaz, 2004.
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Fragmento de taza. En la base se observa la marca del fabricante, Cerámica de Caldas. La producción de loza en el valle de Aburrá se remonta a 1881.
Botella de la Cervecería Tamayo.
Fundada en 1895.
Estos objetos hablan de la naciente industria paisa, la cual
favorece el procesamiento de materias primas locales para
hacer lozas. Es así como se desarrollan industrias como
Locería Colombiana o la tradicional industria alfarera del
municipio de El Carmen de Viboral en el oriente antioque-
ño. En el municipio de Caldas, al sur del valle de Aburrá,
se fundó en 1881 la Compañía de Cerámica Antioqueña1
la cual fue propiedad del ciudadano alemán Reinhold Pas-
chke. La compañía fue vendida en 1935 al señor Gabriel
Echavarría, quien la rebautizó como Locería Colombiana
S.A., conocida popularmente como Corona (Ángel, 2001
y Calle, 2005), cuyos productos tuvieron una amplia distri-
bución regional y nacional. Infortunadamente se descono-
ce el desarrollo tecnológico de su producción, así como
la evolución de las respectivas marcas, Corona o Locería
Colombiana.
Entre 1892 y 1895 José Antonio Tamayo construyó en
Medellín una nueva edificación para las instalaciones de
la Cervecería Tamayo. Al morir en 1942, la cervecería fue
heredada y manejada por sus hijos hasta 1957, cuando
fue cerrada. Esta fue la primera cervecería moderna en
Antioquia.
1– Archivo Histórico de Antioquia, Medellín, Notaria 1ª, Escritura 2170, ff. 2181-2191
Taza o escudilla con decoraciones tipo concha.
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MINERÍA DE ALUVIÓN Estructuras en piedra
Imagen 3D del área de estudio y sus alrededores.
Muro de contención en piedra. Quebrada La Sucia.
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En el delta o abanico aluvial de la quebrada La Sucia, hacia
las cotas inferiores del predio Los Guayabos, se encontra-
ron varias estructuras y pisos en piedra, los cuales fueron
rescatados y trasladados a su lugar de instalación final en
la Plazoleta Arqueológica, ubicada frente a la urbanización
Vegas del Poblado, en los bajos del puente Gilberto Eche-
verri Mejía.
Se cree que estas estructuras en piedra eran construidas
por los mineros precolombinos y del período colonial
para la explotación del oro aluvial en las desembocaduras
de quebradas y riachuelos.
Según las crónicas, los indígenas utilizaban barras de ma-
dera duras y fuertes, afiladas, endurecidas mediante el fue-
go en uno de sus extremos, con las que se desprendían
y retiraban las capas de grava y piedra, comenzando en la
parte más baja de los riachuelos, removiendo las piedras
de mayor tamaño y permitiendo que el agua terminara la
labor de limpieza (Nisser, 1990).
En las áreas escogidas para el lavado de las arenas aurífe-
ras, los mineros construían adecuaciones en piedra con
el fin de organizar una zona de la quebrada, y así evitar
la erosión en el lugar donde se estaba extrayendo el oro
aluvial. Inmediatamente más arriba del sitio escogido para
el trabajo de lavado de las arenas auríferas, se construía
un dique de piedras pesadas y ramas para evitar que la
fuerza de la corriente arrastrara la grava y la arena hacia
el espacio destinado al trabajo (Ramos, 2007).
Acequia en piedra durante el proceso de excavación.
Muro de contención en piedra. Quebrada La Sucia.
Nivel del agua
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De esta manera los mineros garantizaban un sector de la
quebrada libre de sedimentos erosionados de la colina,
para poder sacar el oro que lavaba la quebrada mediante
el barequeo. Es así como ubicaban piedras de mayor tama-
ño en las orillas para formar un muro, el cual estrechaba
el canal proporcionalmente y al mismo tiempo aumentaba
la rapidez y la fuerza de la corriente.
Los camellones y acequia encontrados a un lado de la que-
brada La Sucia, pudieron constituir parte de un sistema de
canales para lavar el oro aluvial extraído de la quebrada,
ya que se encontraron justo en su orilla y cerca del lugar
donde estaba emplazado el muro de contención.
Otra posibilidad pudo ser la del uso de las estructuras
denominadas camellones como parte de un sistema hi-
dráulico, tipo dique, que atraviesa la terraza 2, y a la vez de
contención de los suelos agrícolas de dicha unidad, al estar
situados en su extremo occidental.
Llama la atención que durante la excavación de los came-
llones y la acequia, se recuperaron varios fragmentos de
cerámica burda y gruesa, clasificada como cerámica Tardía,
algunos fragmentos de lozas industriales y una base de
botella con la fecha de 1846. Estas evidencias le estarían
dando una cronología relativa a la época de construcción
de dichas estructuras.
Por último, reconocemos que la temporalidad y fun-
cionalidad precisa de dichas estructuras permanecerán
como una hipótesis a ser resuelta por nuevos estudios de
investigación. No obstante, dado el hallazgo de entierros
a ambos lados de la quebrada y cerca del tramo donde
se hallaron los muros, es probable que los inicios de las
actividades mineras estén asociados al período Temprano,
pero se continuaron hasta el período Republicano, según
el tipo de materiales que se encontraron en la excavación
de los camellones y la acequia.
Acequia en piedra durante el proceso de excavación.
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PLANTA
PERFIL LONGITUDINAL
PLANTA
PERFIL TRANSVERSAL
CAMELLÓN 1, TERRAZA 2, CORTE 5
0 m 1 m 2 m
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La protección del patrimonio histórico y cultural de la
Nación está promulgada cómo política pública por el Es-
tado colombiano. La Constitución Política de 1991 definió
los elementos constitutivos del patrimonio cultural co-
lombiano, aceptando la multiculturalidad del país y prote-
giendo los elementos fundamentales para entender nues-
tro pasado diverso.
Según la legislación colombiana1 , cualquier proyecto de
infraestructura o de explotación de recursos naturales
(vías, oleoductos, gasoductos, pozos exploratorios, minas,
líneas de interconexión, hidroeléctricas, parcelaciones y
urbanizaciones) que pueda afectar evidencias arqueoló-
gicas, deberá incluir un Programa de Arqueología Pre-
ventiva, mediante el cual, antes del inicio de las obras, se
desarrollen los estudios científicos necesarios para iden-
tificar si existen evidencias arqueológicas en el área, se
establezca su importancia científica y cultural, y se formu-
len y apliquen las medidas necesarias para su protección
y conservación.
METODOLOGÍA DE LOS PROGRAMAS DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA
¿Cómo proteger el Patr imonio Arqueológico de la Nación?
1– La ley 397 de 1997 (Ley General de Cultura) en su título II; Ley 1185 1185 de 2008, Modificatoria de la Ley General de Cultura; Ley 99 de 1993, Ley del Medio Ambiente; Ley 388 de 1997, Ley de Ordenamiento Territorial; y Decre-tos Reglamentarios de la Ley de Cultura: Decreto 833 de 2002, Decreto 1180 de 2003, Decreto 763 de 2009 y Decreto 2820 de 2010.
La metodología implementada por los Programas de Ar-
queología Preventiva realizados en las obras Vía Longitu-
dinal Occidental y en el Puente de la Calle 4 Sur com-
prendió seis etapas consecutivas y avaladas por el Instituto
Colombiano de Antropología e Historia (ICANH, 2010)2.
Los estudios arqueológicos se desarrollaron de manera
paralela al avance de las obras civiles, desde la etapa de
planeación hasta los movimientos de suelos con maquina-
ria pesada. En ambos proyectos, el equipo de arqueología
buscó brindar un modelo de acompañamiento integral
a la ejecución de las obras civiles, y puso en práctica un
instrumento efectivo de prevención y mitigación de los
impactos sobre los recursos patrimoniales ubicados en el
área de influencia de las obras.
2– Régimen Legal y Lineamientos Técnicos de los Programas de Arqueología Preventiva en Colombia. ICANH, 2010
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o Lote Los Guayabos en la zona baja, con cobertura de árboles de guayaba, pastos y rastrojos bajos.
DIAGNÓSTICO ARQUEOLÓGICO:
Tras las pr imeras p i s tas de ves t ig ios arqueo lóg icos
Zonificación de susceptibilidad arqueológica del área de influencia del Puente de la Calle 4 Sur. Fuente: Google Earth.
ZONA 1
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Durante la primera etapa de la investigación no se hace
ningún tipo de muestreo ni excavación sobre los predios.
Los arqueólogos llevan a cabo recorridos por el área que
será estudiada para efectuar un reconocimiento del te-
rreno y las unidades de paisaje que lo componen. Tam-
bién complementan sus análisis en terreno con la revisión
bibliográfica, cartográfica y de fotografías satelitales. En
algunos casos se logran identificar posibles elementos ar-
Fotos de las alteraciones en las zonas Occidental e Intermedio-oriental.
queológicos superficiales, tales como estructuras en pie-
dra. Se genera como resultado de esta primera etapa una
Zonificación de Susceptibilidad Arqueológica del predio
que será impactado.
Según nuestras observaciones preliminares, el área de in-
fluencia del Puente de la Calle 4 Sur fue dividida en tres
zonas, de las cuales solo una presenta potencial arqueoló-
gico, fueron ellas:
• ZONA 1. OCCIDENTAL: Zona industrial altamente in-
tervenida del costado occidental del río Medellín en el
barrio Cristo Rey.
• ZONA 2. INTERMEDIO-ORIENTAL: Localizada entre el
río Medellín y la Avenida Las Vegas en el barrio El Poblado,
predio propiedad de la Universidad Eafit. Zona altamen-
te intervenida por la canalización del río Medellín y por
las obras de infraestructura (parqueadero, coliseo y lago
artificial) realizadas previamente por la Universidad Eafit.
• ZONA 3. ORIENTAL: Lote o predio conocido como Los
Guayabos, enmarcado por el conjunto residencial Aldea
de Riobamba al sur, la Avenida Las Vegas por el occidente,
la carrera 43C por el oriente y la Clínica Las Vegas por el
norte. Este sector es el único que no presenta alteracio-
nes antrópicas, por lo cual todas las actividades del Pro-
grama de Arqueología Preventiva —prospección, rescate y
monitoreo— se concentraron en dicho predio.
70
Antes de comenzar la prospección arqueológica se debe
solicitar la Licencia de Intervención Arqueológica ante el
ICANH. Dicha licencia solo se expide a profesionales que
tengan el perfil y la experiencia para dichas labores.
En cada proyecto se desarrolló una prospección de alta
intensidad enfocada a la identificación de tumbas u otros
depósitos en el área de influencia directa de las obras ci-
viles. Esta etapa consiste en realizar pequeños sondeos
o apiques de 50 cm x 50 cm de profundidad variable, los
cuales son efectuados mediante palines, hasta agotar los
depósitos de suelos.
Durante la prospección del lote Los Guayabos se llevaron
a cabo sondeos cada 10 m en toda la extensión del predio,
con el fin de determinar los sectores con concentración
de evidencias arqueológicas.
La fase de prospección tiene como resultado la formula-
ción del Plan de Manejo Arqueológico, el cual debe propo-
ner todas las acciones necesarias para la prevención, mi-
tigación o compensación de los impactos causados sobre
los bienes de interés arqueológico localizados en el área
de influencia de la obra.
Elaboración de sondeos y revisión de suelos durante la etapa de prospección.
PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGIC A
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Plano de los resultados de la prospección del lote Los Guayabos – Puente Calle 4 Sur.
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Diagrama de perfiles para entender las excavaciones y los estratos de suelo de
manera tridimensional.
RESC ATE ARQUEOLÓGICO:
Un mic ro -v ia je a l pasado med iante cuadr í cu las de excavac ión
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Diagramas de excavación por niveles y tipo de objetos
recuperados.
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Las excavaciones arqueológicas se realizan en los puntos
donde la prospección da resultados favorables, esto es,
aquellos sitios con mayor densidad y concentración de
evidencias, donde se detectan rasgos o posibilidades de
entierros, o donde la estratigrafía es más clara con res-
pecto a los depósitos arqueológicos.
En estos puntos se aplican cortes y trincheras estratigrá-
ficas, se excava de manera controlada y se subdivide cada
unidad en cuadrantes de 1 m2 de área. Cada cuadrante
se excava siguiendo niveles de 5 cm, teniendo presente la
separación por estratos.
La excavación se lleva a cabo con suma delicadeza, para
no afectar los vestigios que se encuentran depositados en
los suelos. Las capas de suelo se remueven pacientemente,
con palustres bien afilados y brochas. De manera similar a
la labor de un escultor o un cirujano, la tierra y el polvo se
van eliminando para dar forma a los objetos que reposan
dentro de las capas de suelo, desde hace cientos y hasta
miles de años.
La labor de excavación exige siempre mantener el área de
trabajo y el tramo avanzado de la excavación muy limpios,
para poder entender la distribución de los hallazgos en el
espacio. Para este fin se utilizan recogedores de basura,
brochas, escobas y baldes, con los cuales se retira lenta-
mente la tierra de cada nivel.
Montaje de cortes estratigráficos con nivel de pita.
Cortes estratigráficos a diferentes profundidades de excavación. Cada nivel se registra en dibujo y fotografía.
Proceso de excavación de corte estratigráfico con dos vasijas funerarias. Fuente: Universidad EAFIT.
Proceso de excavación y registro de corte estratigráfico. Fuente: Universidad EAFIT.
74
Todo lo que va apareciendo en cada nivel se reporta de
manera detallada, y los materiales hallados se registran
de manera tridimensional, según su disposición espacial
y vertical, mediante dibujos, fotografías y videos, para así
entender el yacimiento. El registro arqueológico minucio-
so es muy necesario, ya que cada yacimiento es un libro
abierto lleno de información útil para comprender el pa-
sado.
Los materiales recuperados fueron extraídos con el ma-
yor cuidado, y debidamente embalados en campo tenien-
do en cuenta la unidad de muestreo, el cuadrante y el
nivel, y se empacaron según el tipo de material. Luego
fueron trasladados al laboratorio para su clasificación y
análisis.
Gracias a los cortes estratigráficos pudimos acercarnos a
las condiciones de formación del sitio y a la interpretación
de los contenidos. De este modo se caracterizaron de ma-
nera puntual las terrazas o áreas de actividad arqueológi-
ca, para entender su función y lo que posiblemente había
ocurrido allí en cada uno de los períodos encontrados.
Las actividades de excavación y rescate arqueológico nos
permitieron llevar a cabo la caracterización específica de
los depósitos identificados en cada predio, para poder ela-
borar la propuesta definitiva de manejo frente al impacto
potencial de las obras.
En el lote Los Guayabos se excavaron un total de 67 m2
en unos 20 cortes estratigráficos ubicados en las diferen-
tes terrazas del predio, incluyendo la última etapa del lote
Los Guayabos - Universidad Eafit. En el cerro de la Uni-
versidad Adventista se excavaron dos tumbas de pozo con
cámara lateral.
Registro en dibujo durante las excavaciones.Cada objeto encontrado es medido y registrado en cada cuadrícula in situ, en los diferentes niveles, antes de ser levantado y empacado.
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Las vasijas descubiertas durante las excavaciones fueron
debidamente consolidadas y embaladas en campo, para
ser trasportadas hasta el laboratorio. Para dicho proce-
so se comenzó por excavar el corte por niveles hasta
el final del depósito de suelos, que terminaba en un piso
de piedra. Como las piezas presentaban grietas y estaban
bastante erosionadas, estas fueron reforzadas con una
cobertura de papel plástico de embalar y bandas de neu-
mático, con el fin de poderlas transportar con todo su
contenido hasta el laboratorio, para lo cual se utilizó una
caja plástica abullonada con cauchos.
Sa lvamento de las vas i j as
76
Monitoreo de las terrazas antes del inicio de las obras del Puente Gilberto Echeverri Mejía.
El monitoreo arqueológico se desarrolla al inicio de las
obras civiles, cuando los movimientos de tierra con ma-
quinaria pesada para explanaciones y fundaciones afectan
las capas de suelo de cada predio.
Esta etapa se realizó una vez concluida la etapa de exca-
vación, rescate y reubicación de las estructuras en piedra.
Antes de comenzar el monitoreo, se esperó dos semanas
a que se terminara la etapa de tala y remoción de todos
los árboles del predio, ya que las raíces y troncos podrían
impedir el movimiento de suelos por capas con el tractor.
El monitoreo consistió en el acompañamiento presen-
cial del equipo de arqueología durante el movimiento de
suelos, para verificar que no hubiese daños al patrimo-
nio arqueológico. Se solicita a los ingenieros el uso de un
buldócer liviano o motoniveladora, para evitar reducir los
impactos. Durante las actividades de campo se contó con
la presencia permanente de un arqueólogo y un auxiliar de
campo que trabajaron de forma paralela al desarrollo de
las obras de remoción mecánica de tierra por capas. Los
arqueólogos deben controlar las intervenciones con ma-
quinaria pesada llevadas a cabo en las zonas con potencial
arqueológico.
Proceso de monitoreo usando motoniveladora. Se debe acompañar el avance de la máquina, siempre observando la cuchilla. Fuente: Universidad EAFIT.
MONITOREO ARQUEOLÓGICO
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En la etapa de laboratorio se desarrollaron varias activi-
dades encaminadas a procesar y registrar toda la informa-
ción obtenida en las diferentes fases del trabajo de campo.
Todos los materiales recuperados en campo fueron debi-
damente embalados en bolsas plásticas y en papel alumi-
nio al ser extraídos. Cada bolsa fue rotulada teniendo en
cuenta la ubicación espacial y la profundidad estratigráfica
de la unidad de muestreo. Los materiales más delicados,
tales como fragmentos de carbón, fragmentos de restos
óseos y dientes humanos, así como algunas piezas cerá-
micas que consideramos delicadas, fueron embalados en
papel aluminio. Luego todas las bolsas fueron empacadas
en cajas para su traslado hasta el laboratorio.
Lavado y secado
Una vez en el laboratorio, los materiales fueron extraídos
de las bolsas y lavados con cepillo, teniendo la precaución
de no remover restos de pintura y engobe de las super-
ficies. Algunas piezas tales como fragmentos de restos
óseos humanos no fueron lavadas para ser sometidas a
análisis especializados.
LABORATORIO Y ANÁLIS IS ESPECIALIZADOS DE LOS MATERIALES RECUPERADOS
Proceso de lavado y secado de la muestra
78
Inventar io gener a l y c las i f i cac ión de la muestr a obten ida en campo
Los materiales obtenidos en campo fueron inventariados
según las materias primas teniendo en cuenta solamente
los materiales diagnósticos. Los materiales no diagnósti-
cos fueron tenidos en cuenta solo para criterio de den-
sidad, pero ya habían sido descartados en campo y no
fueron traídos a laboratorio.
En el caso de los bordes o las piezas completas recupe-
radas se determinó el diámetro, la forma de la vasija, la
forma del borde, el tipo de decoración y las huellas de uso.
Inventario y análisis de la muestra recuperada y elaboración de la base de datos.
Registro del diámetro de los bordes, para recrear las vasijas en dibujo. Fuente: Universidad EAFIT
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Microexcavac ión de vas i j as
Una vez en laboratorio, se procedió a la microexcavación
de las vasijas. Para este fin se utilizaron guantes de látex y
tapabocas con el fin de evitar infecciones respiratorias o
en la piel. Luego de cortar el papel plástico con bisturí, se
comenzó la microexcavación con espátulas de madera y
herramientas pequeñas.
Todos los suelos que se habían acumulado al interior de
la vasija fueron extraídos, cernidos y empacados en bolsas
para su análisis especializado.
En el interior de las vasijas se encontraron fragmentos
pertenecientes a las tapas, las cuales habían cedido, des-
pués de que los suelos habían generado presión con los
años. También se encontraron varios fragmentos de hue-
sos y piezas dentales en un estado muy erosionado, de-
positados en el fondo de algunas de las vasijas entre los
suelos. Estos fueron analizados por una especialista en
Antropología Forense.
En el fondo de algunas de las vasijas se encontraron res-
tos de cocción, los cuales son materia orgánica incinerada.
Dichos restos fueron cuidadosamente raspados y extraí-
dos, para ser empacados en papel aluminio y enviados al
laboratorio Beta Analytic de Miami, USA para su datación.
El resultado de esta prueba de datación por la técnica
de radiocarbono fue de una antigüedad de 670 + 30 d.C.
(1280 + 30 A.P.)
Proceso de extracción de muestra de materia orgáni-ca incinerada, adherida a la vasija, para su datación en un laboratorio especia-lizado.
Proceso de cernido de los suelos del interior de las vasijas, en busca de peque-ños vestigios.
80
Restaur ac ión de las vas i j as
El proceso de restauración de las piezas consiste básica-
mente en realizar una limpieza de cada fragmento, primero
mecánica y luego con humedad, para eliminar los restos
de tierra de excavación que quedan sobre la superficie,
tanto en el interior como en el exterior. Posteriormente
se consolida cada fragmento, ya que presentan alto grado
de erosión y problemas de falta de cohesión, con el fin de
evitar que el material se siga desintegrando.
Se procede luego a la unión de los fragmentos, con lo cual
se busca reconstruir cada pieza con los pedazos que se
lograron recuperar en el momento de la extracción de
las cerámicas. Una vez unidos los fragmentos, se procede
a la aplicación de una pasta de resane compatible con la
cerámica, para rellenar, nivelar y desaparecer las uniones
de los fragmentos y así poder tener una lectura uniforme
del objeto. Durante este proceso se evalúa si es necesa-
rio restituir algún fragmento que se requiera para darle
estabilidad a la pieza; si es así, se rellena el espacio con un
material especial.
Por último, se lleva a cabo el proceso de reintegración
cromática, que consiste en la aplicación de color sobre
los resanes de las zonas de unión de fragmentos o sobre
los faltantes restituidos, con el fin de mimetizarlos com-
pletamente y lograr una lectura homogénea de cada pieza
según los colores y texturas originales de las diferentes
pastas cerámicas.
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De izquierda a derecha:1: Fragmentos de vasija organizados en posición, después de llevar a cabo la limpieza.2: Consolidación de la superficie de fragmentos.3: Proceso de adhesión de fragmentos. 4-5: Resane de las uniones de los fragmentos. 6: Reintegración cromática de los resanes.
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Medidas de conser vac ión en e l Proyecto Vía Long i tud ina l Occ identa l
Durante los trabajos de rescate en el cerro de la Univer-
sidad Adventista se excavaron dos tumbas precolombinas.
La Estructura Vertical 1 (EV-1), la cual fue excavada en su
totalidad, y la Estructura Perfil EV-2, la cual fue excavada
parcialmente.
Como principal medida de conservación, se recomendó
al equipo de ingenieros reformular los diseños originales,
con el fin de correr el eje de la vía para desplazarlo en
una distancia de veinte metros hacia el occidente, y así los
cortes no coincidan con la cima del cerro donde se res-
cataron las tumbas. De esta manera se puede prevenir la
afectación de otras posibles tumbas no descubiertas aún.
ETAPA DE CONSERVACIÓN, SOCIALIZACIÓN Y DIVULGACIÓN DE LOS RESULTADOS DEL PROGRAMA DE ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA
En los dos proyectos realizados por la Alcaldía de Mede-
llín hubo logros importantes en cuanto a la conservación
de las evidencias arqueológicas y su puesta en valor. Los
Programas de Arqueología Preventiva ayudan a que se
puedan rescatar y conservar objetos del pasado y las his-
torias de las sociedades que acompañaron dichos objetos.
Estas experiencias son pioneras en la aplicación de dichas
actividades durante el desarrollo de obras públicas en el
Área Metropolitana del valle de Aburrá.
Diseño original de los cortes de la vía Longitudinal (en color verde) y diseño modificado de los cortes (en color rojo), los cuales plantean una curva para no afectar la cima del cerro de la Universidad Adventista. La ubicación de las dos tumbas excavadas por nuestro equipo aparece señalada con puntos rojos. Fuente: Google Earth.
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En el predio Los Guayabos se encontraron varias estruc-
turas y pisos en piedra, los cuales fueron rescatados y
trasladados a su lugar de instalación final en la Plazoleta
Arqueológica, ubicada frente a la urbanización Vegas del
Poblado, en los bajos del Puente Gilberto Echeverri Mejía.
Se cree que estas estructuras en piedra fueron construi-
das por mineros precolombinos y del período colonial
para la explotación del oro aluvial en las desembocaduras
de quebradas y riachuelos.
Algunas de las estructuras en piedra que se detectaron
durante la prospección arqueológica se limpiaron y otras
se excavaron, para luego levantarlas en dibujos de planta
y perfil, con el fin de realizar la reconstrucción gráfica en
detalle de las mismas.
Excavación de estructuras en piedra.
Registro de estructuras en piedra en su sitio original.
Medidas de conser vac ión en e l Proyecto Puente Gi lber to Echever r i Mej ía
Act i v idades de sa l vamento, t ras lado y reconst r ucc ión de es t r uc tu ras en p iedra
Los bloques de piedra se enumeraron con un consecutivo y se marcaron con pintura de diferentes colores, con el fin de volver a armar las estructuras con mayor facilidad y exactitud.
84
Después de tener una representación gráfica a escala pre-
cisa, se enumeró cada bloque de piedra que componía las
estructuras.
Luego se procedió a desarmar las estructuras y a trasladar
los bloques de la ubicación original, que sería afectada por
la obra, hasta la zona de reserva o zona verde del puente,
donde no serían afectadas durante los trabajos de remo-
ción de suelos y construcción de las obras civiles.
Las estructuras de piedra que fueron trasladadas se ar-
maron nuevamente en la zona de reserva del lote Los
Guayabos, a la espera de su ubicación y consolidación final,
como parte de los trabajos de conservación y paisajismo
de la obra.
Finalmente, las estructuras en piedra fueron reconstruidas
en su destino final: la Plazoleta Arqueológica del Puente
Gilberto Echeverri Mejía, donde se adecuo uno de los ac-
cesos peatonales mediante una labor integrada con los
arquitectos paisajistas del proyecto, con el fin de ubicar
las estructuras en medio de uno de los jardines para el
disfrute de toda la comunidad.
Página siguiente, de izquierda a derecha:1: Traslado de los bloques de piedra hasta la zona de reserva del lote Los Guayabos.
2: Reubicación y armado temporal de estructura en piedra en la zona de reserva de la obra
3-6: Reubicación y reconstrucción de estructuras en piedra en la Plazoleta
Arqueológica del Puente Gilberto Echeverri Mejía.
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Medidas de In formac ión y Soc ia l i zac ión en e l proyecto Puente Gi lber to Echever r i Mej ía
Antes de comenzar el proyecto, se presentó una charla
dirigida a los ingenieros de la empresa constructora (Con-
concreto) y de la Interventoría del Consorcio Puente Ca-
lle 4, con el fin de sensibilizar al personal de la obra sobre
el tipo de vestigios que podrían aparecer durante las acti-
vidades de remoción de suelo en los diferentes sectores
de la obra.
Luego, durante las actividades de rescate arqueológico
se organizó una primera rueda de prensa, con el fin de
informar a los medios sobre los vestigios descubiertos.
También se organizaron reuniones informativas sobre el
Programa de Arqueología Preventiva con las comunidades
que residen en el área de influencia del proyecto Puente
Gilberto Echeverri. En estas participaron miembros de la
Veeduría de Control Social de El Poblado y miembros de
la Comunidad del barrio Cristo Rey.
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Resultado final de la Plazoleta Arqueológica del Puente Gilberto Echeverri Mejía.
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Con los dos proyectos de rescate arqueológico se ha
obtenido una importante información acerca de una su-
cesión de períodos cronológicos, que aportan a la com-
prensión del pasado del valle de Aburrá y amplían los re-
ferentes culturales.
El Programa de Arqueología Preventiva del Puente de la
Calle 4 Sur se destaca como un modelo de gestión del
patrimonio arqueológico en una zona urbana, por tratarse
de un proyecto en el que se llevaron a cabo todas las ac-
tividades que deben realizarse según los lineamientos del
ICANH para este tipo de proyectos, desde el diagnóstico
antes de iniciar la construcción y los movimientos de sue-
los, hasta las fases finales de conservación, socialización y
divulgación de los resultados.
Esperamos que nuevos proyectos, investigaciones y Pro-
gramas de Arqueología Preventiva ayuden a esclarecer
cada vez más la historia de las sociedades que poblaron
este valle en la antigüedad.
CONSIDERACIONES FINALES
881000 A.P 0
3
1
2
6
4
5
5000 A.P 4000 A.P 3000 A.P 2000 A.P
LOS GUAYABOS
LOS GUAYABOS
LOS GUAYABOS
LOS GUAYABOS
UNAC
LOS GUAYABOS
EDAD ANTES DEL PRESENTE
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Cronolog ía abso luta de l lote Los Guayabos y de l cer ro de la Univer s idad Advent i s ta
Municipio Contexto o sitio de procedencia
Fecha convencional
A. P.
Fecha convencional
d. C.
Datación Calibrada 2
Sigma
Asociación Cultural
Laboratorio y código
Fuente
Medellín El Poblado
Los Guayabos – Puente Calle 4 Sur - Terraza 3 Corte 2 – C6 – Nivel 47 cm
4.690 + 50 3.530-3.360 a.C (5.480-5.320 A.P.)
Cazadores recolectores
Beta 294237 Aristizábal, 2011 (Alcaldía de Medellín)
Medellín El Poblado
Los Guayabos – Universidad EAFIT Terraza 1 – Corte 6 - Residuo orgánico del fondo de la vasija 4 1.280 + 30 670 + 30 660-780 d.C
(1.290-1.170 A.P.)Estilo Marrón Inciso
Beta 327870 Aristizábal, 2012 (Universidad EAFIT)
Medellín El Poblado
Los Guayabos – Puente Calle 4 Sur - Terraza 3 Corte 2 – C5 – Suelo orgá-nico del interior de urna funeraria
810 + 30 1.140 + 30 1.170-1.270 d.C. (780-680 A.P.)
Estilo Marrón Inciso
Beta 297661 Aristizábal, 2011 (Alcaldía de Medellín)
Medellín La Castellana
Universidad Adventista Yamunac 01 - EV–1 Carbón del interior de la cámara de una tumba de pozo
570 + 70 1.380 + 70 1.280-1.450 d.C.
(670-500 A.P.)
Estilo Tardío Beta 269638 Aristizábal y López, 2010 (Alcaldía de Medellín)
Medellín El Poblado
Los Guayabos – Universidad EAFIT Terraza 1 - Corte 1 Nivel 40-50 cm
150 + 40 1.800 + 40 1.660-1.900 d.C. (290-50 A.P.)
Estilo Republicano
Beta 321703 Aristizábal, 2012 (Universidad EAFIT)
Medellín El Poblado
Los Guayabos – Universidad EAFIT Terraza 1 - Corte 2 Nivel 50-60 cm
130 + 30 1.820 + 30 1.670.1.780 d.C. (280-170 A.P)
1.800-1.900 d.C. (150-50 A.P.)
Estilo Republicano
Beta 320599 Aristizábal, 2012 (Universidad EAFIT)
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Alfarería: De la palabra árabe alfaharería, es el
arte de elaborar objetos de barro o arcilla. El oficio que ha
permitido al hombre crear toda clase de objetos domésti-
cos a lo largo de la historia.
Arqueología: Del griego archaios, viejo o anti-
guo, y logos, ciencia o estudio. Disciplina académica que
estudia las sociedades del pasado a través de los restos
materiales y los datos que estos pueden aportar.
Cancana, La (3500-1300 a.C.): Así se cono-
cen las expresiones culturales de las primeras sociedades
agroalfareras con un modo de vida igualitario y una vida
aldeana sedentaria, que implementaro unas agricultura
mixta del maíz y la yuca, y que aparecieron en la región
antioqueña hacia el 3500 a.C.
Cautelar: Medida preventiva que se aplica a te-
rrenos con alto potencial arqueológico con el fin de que
las obras civiles no lleven a cabo ningún tipo de alteración
en el área.
Cerros tutelares: Son cerros que sobresalen
en el paisaje de un valle, los cuales fueron sitos sagrados
para los indígenas durante la época prehispánica, debido a
su cercanía con los dioses y a su visual panorámica privile-
giada. El valle de Aburrá tiene siete cerros tutelares prin-
cipales, los cuales son: cerro Asomadera, cerro Nutibara,
cerro Pan de Azúcar, cerro El Picacho, cerro El Salvador,
cerro Santo Domingo y cerro El Volador.
Estratigrafía: Rama de la Geología que estu-
dia la superposición de capas o estratos del suelo. Cada
capa tiene composición y edad diferente de acuerdo a la
profundidad. En Arqueología, los objetos se encuentran en
diferentes estratos o capas, lo que permite establecer su
antigüedad.
Fitolito: Los fitolitos son pequeñas porciones de
los vegetales que, en su conjunto, pueden hacer alusión a
la planta que los originó. En los estudios botánicos esto
representa una parte más de la tarea descriptiva, pero al
momento de estudiarlos en sentido inverso adquieren ma-
yor importancia, es decir, al hallar los fitolitos en forma
dispersa se puede inferir qué tipo de vegetal les dio origen.
Este “camino inverso” es el que se aplica para estudiar los
fitolitos presentes en sedimentos del pasado geológico
como también del pasado más cercano. (Fuente: http://
www.santafe-conicet.gov.ar/servicios/comunica/fitolitica.
htm)
Horticultura: Siembra y producción de hor-
talizas (plantas herbáceas) a pequeña escala, como yuca,
ñame, totumo, calabaza y otros tubérculos. Se trata de un
proceso anterior a la agricultura que comienza en Suramé-
rica desde finales del Pleistoceno y el Holoceno Temprano
(10.000-7.000 A.P.)
Inframundo: El inframundo griego es un tér-
mino general que se emplea para describir los distintos
reinos de la mitología griega que se creía estaban situados
debajo de la tierra o más allá del horizonte. Se conoce
también como la morada de los muertos.
GLOSARIO
90
Marrón Inciso: Este estilo cerámico fue defi-
nido por el investigador norteamericano Wendell Bennett
(1944), para describir un conjunto de piezas procedentes
del departamento de Antioquia y el Viejo Caldas. Luego, la
investigadora norteamericana Karen Bruhns (1970) pro-
puso que la cerámica Marrón Inciso presentaba similitu-
des estilísticas e iconográficas con la orfebrería Quimba-
ya Clásica: estilo de piezas de oro y tumbaga elaboradas
mediante la técnica de la cera perdida durante el período
Temprano. Algunas investigaciones arqueológicas recien-
tes (Uribe, 2005) han corroborado la asociación de am-
bos estilos, mediante el hallazgo de piezas de orfebrería
Quimbaya Clásica en tumbaga dentro o cerca de vasijas
cerámicas del estilo Marrón Inciso. Es posible que sean
los vestigios de una misma etnia que produjo un estilo de
objetos cerámicos y de orfebrería. Dicha etnia ocupó una
gran extensión, que cubre los actuales departamentos de
Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda, estructurada por
el cañón del río Cauca.
Necrópolis: Del griego necro, muerto o cadá-
ver, y polis, ciudad; significa ciudad de los muertos. Es un
cementerio o lugar destinado a enterramientos colecti-
vos.
Paleobotánica: Del griego paleo, antiguo y bo-
tanikos, de las hierbas. Disciplina compartida por la botá-
nica y la paleontología que estudia los restos de vegeta-
les que vivieron en el pasado. También incluye el estudio
de los fósiles de las plantas terrestres, y los autótrofos
marinos como las algas. Mediante los estudios de Paleo-
botánica se puede reconstruir parcialmente la vegetación
que crecía, así como las especies que cultivaban los seres
humanos en el pasado.
Paleoecología: Es la rama de la paleontología
que estudia los organismos fósiles y los restos fósiles del
pasado para conocer su medio ambiente y reconstruir los
ecosistemas presentes en la Tierra, durante las diferentes
eras geológicas.
Palinología: Disciplina de la botánica dedicada
al estudio del polen y las esporas. En los estudios paleon-
tológicos y arqueológicos es donde alcanza su máxima
versatilidad, pues el polen tiene gran resistencia a la putre-
facción debido a las características químicas de la exina.
Real: Campamento de un ejército y especial-
mente donde se halla la tienda del rey o general.
Técnica de la cera perdida: El moldeo o fun-
dición a la cera perdida es un procedimiento escultórico
de tradición muy antigua (era habitual en la Grecia de los
siglos VI y V a.C.), que sirve para obtener figuras de metal
por medio de un molde que se elabora a partir de un pro-
totipo tradicionalmente modelado en cera de abeja. Este
modelo previo es rodeado de una gruesa capa de material
blando que se solidifica. Una vez endurecido, se mete en
un horno, que derrite la figura de cera, y esta sale por unos
orificios creados al efecto y, en su lugar, se inyecta el metal
fundido, que adopta la forma exacta del modelo. Para ex-
traer la pieza final es necesario retirar el molde.
Tumbaga: Nombre que los españoles le dieron
a una aleación de oro y cobre que fabricaban los orfebres
indígenas de América.
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BIB
LIO
GR
AF
ÍA
EQUIPO PROYECTO PUENTE GILBERTO ECHEVERRI MEJÍA (2010-12)
Interventoría Consorcio Puente Calle 4 Ing . Jhohan Guar ín Ingeniero Ambiental Consorcio Puente Calle 4Arqueólogos Asistentes Franc isco Jav ier Ci fuentes Juan Pablo Diez Ramírez Arquitecta L iumara Márquez HolguínTopografía y Georeferenciación Ing . Álvaro Vera Asesoría en Geología y Suelos Tat iana Montoya - GeólogaDibujante Gladys de la Cruz Franco – Ar t ista P lást icaAsesoría en Clasificación Lozas y Cerámicas Coloniales y Republicanas Adr iana Alzate Gal lego Antropóloga M.S . – Univers idad Autónoma de Barcelona Juan Mar t in Rincón Antropólogo PhD – Univers idad del NorteAsesoría en Historia Sandra Crist ina Montoya – Histor iadora Estudio de Paleoecología César A. Velásquez – Bió logo PhD Laborator io de Pa leoecolog ía de la Univers idad Nacional de Colombia - Sede Medel l ínAnálisis Restos Óseos Humanos Dra . Mar ía Victor ia Pérez Sa lazar Médica Leg ista . Especia l i s ta en Antropolog ía ForenseRestauración Vasijas Laura Corso – Conservadora y Restauradora de Bienes MueblesDataciones de Radiocarbono Darden Hood, PhD Laborator io Beta Analyt ic – Miami , F lor idaAuxiliares de Investigación Al fredo Gira ldo John Edison Betancur Johan Arley Sucerquia León Fran Guisao Ricardo Duque Sebast ián Atehor túa Wilson EscobarAval Científico - Proyecto Puente Calle 4 Sur: L icencia 1792 de 2010 del ICANHClave Expediente ICANH 130-2010
EQUIPO PROYECTO VÍA LONGITUDINAL OCCIDENTAL (2009)
Interventoría Vía Longitudinal Occidental Ing . Jorge Cuevas Reina Compañía Colombiana de Consultor íaArqueólogo Co-Investigador Lu is Gui l lermo López Boni l la Topografía y Georeferenciación Ing . León Gonzalo Arist izába l RestrepoDibujante Gladys de la Cruz Franco – Ar t ista P lást icaEstudio de Paleoecología Verónica La l inde – AntropólogaAnálisis de Restos Óseos Humanos T imisay Monsa lve , Antropóloga PhD Ju l iana Isaza , Antropóloga M.S .Dataciones de Radiocarbono Darden Hood, PhD Laborator io Beta Analyt ic – Miami , F lor idaAnálisis de Arqueozoología Ju l ián Andrés Orozco Muri l lo - Médico Veter inar ioAuxiliares de Investigación John Edison Betancur Ricardo DuqueAval Científico - Proyecto Vía Longitudinal Occidental: L icencia 1216 de 2009 del Inst i tuto Colombiano de Antropolog ía e Histor ia ( ICANH)Clave Expediente: ICANH 1216-2009
NUEVOS DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS EN LA CIUDAD DE MEDELLÍN
Este libro se terminó de imprimir en el mes de Diciembre del 2012
en Medellín, Colombia