Nueva Ley y Nuevo Rey. Reformas Borbonicas y

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Aplicacion delas reformas borbonicas en la Nueva Espeña

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    guir el alimento diario. 107 Hablar de un sbito y crtico empeoramiento de la situacin material de los grupos populares est fuera de cuestin.

    Por otro lado, el argumento en favor de cambios a largo plazo en las formas de vida tradicionales de la poblacin tiene mayor sustento. En algunas regiones, notablemente en San Luis Potos, se reconocen los efectos de una prolongada expansin econmica detrs de las tensiones y conflictos; y en general en toda el rea de es tudio se ven las repercusiones de un crecimiento econmico general, as sean menos notables.

    Sin embargo, difcilmente vemos algo parecido al franco desarrollo de un capitalismo y una burguesa, la disolucin de las comunidades agrarias o una expropi acin y proletarizacin general del campesinado. Tampoco podra hablarse propiamente de un proceso de modernizacin, de relevo de las lites, un reacomodo general de los arreglos sociales trad icionales, y una destruccin de los pilares econmicos, sociales y familiares de la vida del campesinado.

    El nico caso en que el mismo fundamento de la situacin global de los trabajadores estaba en cuestin es el de Real del Monte. en cuyo conflicto podemos ver el inicio de un cambio de fondo en los arreglos sociales tradicionales. Pero estos cambios no eran aplicables a otros centros mineros, al menos para estos aos, ni tampoco para los grupos dedicados a !as actividades agrcolas.

    Hablar de una "crisis'' general de las relaciones sociales en estos aos sera exces ivo ; resultara ms acertado hablar de un p~riodo de intensificacin y generalizacin de las tensiones y conflictos.

    107. Rabdl , op. cit .. p. 81 Precios del maiz

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    nos m2s firmemente bajo la real autoridad, incrementara los ingresos de la Corona, disolvera las tendencias autonmicas y recortara la influencia de los grupos de poder. Para ello era necesario confiar menos en la legitimidad del monarca y ms en un amplio aparato burocrtico y represivo como fundamento de la autoridad; modificar unilateralmente Jos acuerdos establecidos con los sbditos; exigir mayores contribucio-nes fiscales; desplazar a la Iglesia de su lugar central en la vida poltica; y remodelar la economa colonial, para hacerla ms productiva y depen-diente de Espaa.

    El consciente divorcio de pasadas polticas aparece muy claro en una carta del marqus de Croix, en la cual expresaba que

    l. 2.

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    Mucho mal hay hoy en este reino; el fatal y abominable sistema de mis antecesores ha puesto este pas en el extremo de la maldad, en la inobediencia, en la impunidad, y sobre todo consentidos todos desde el primero hasta el ltimo, sin exceptuar a nadie, de hacer su antojo sin respetar a Dios ni al rey y con desprecio de las leyes'

    En ntra muestra de su correspondencia, mencionaba que

    luego que llegu a estos rei nos conceb con firmeza que para conservar estos reinos a su majestad, para hacer respetable su real nombre y para que se obedecieran sus soberanas resoluciones era in dispensablemente preciso mante-ner en e llos un competente cuerpo de tropa arreglada.

    Frente a las objeciones a los costos de este proyecto, replicaba

    que teniendo aq u a lguna fuerza se pueden quitar infinitos abusos, poner reme-dio en muchos daos y acabar de perfeccionar los establecimientos de la alcabala y renta del tabaco, y de este modo consigue el Estado en lo suces ivo tener asegurados estos reinos con buena tropa y remit ir a Espaa los situ ados acostum-

    b~ados.'

    AHN, Jeszdas. leg. 125, Croix a Bucareli . 28 ago. 1767. BN, Fondo de Origen, ms. 1031 , Cro ix a Aranda. 26 ago. 1767. r. 151. Los ''situados" eran partidas presupuestales as ignadas a ciertos fines especifi cas. frecuentemente mil itares.

    LAS REFORMAS BORBN ICAS

    Y, refirindose a la anterior tolerancia hacia la violencia social, deca que la impunidad de Jos tumultuarios era "uno de los principales mayo-razgos" de la plebe novohispana.3

    La irritacin ante la autonoma de la sociedad colonial, la preocupa-cin ante el escaso poder real de la Corona y la idea de la fuerza militar como palanca para el sostenimiento de la accin gubernamental, pasando por encima de la opinin y las posibles protestas de los sbditos, est aqu expuesta en toda su crudeza.

    El visitador general Jos de Glvez, por su lado, escribira aos despus que

    la demasiado indulgencia, o ms propiamente la absoluta impunidad que por mucho tiempo consigui la gente popular de los reales de minas y otros pueblos del reino haba ido introduciendo el espritu de rebelin hasta el punto de romper frecuentemente el vasallaje y la obediencia, a que s lo se sujetan los hom bres de ningunas obligaciones por el temor del castigo, y como este Imperio estaba desarmado, no era fcil imponer respeto a los delincuentes cuando la justicia no llenaba los vacos del poder.'

    La monarqua trataba de abandonar la tolerante laxitud anterior para implantar un nuevo autoritarismo. El credo del nuevo sistema aparece resumido en aquella insolente frase del decreto de expulsin de los jesuitas: "que los sbditos deben saber de una vez por todas que han nacido para obedecer y no para opinar en los altos asuntos del gobier-no".5

    Para la difcil tarea de aplicar estas pol ticas se recurri a una nueva generacin de funcionarios. Eran "hombres nuevos". formados en la devocin al Estado, imbuidos de su misin de llevar a Espaa hacia un lugar junto a las grandes potencias, confiados en s mismos, arrogantes frente a los burcratas del viejo estilo. despreciativos de lo que conside-

    3. 4.

    5.

    UN. Fondo de Origen. ms. 1031. Croix a Aranda. f ~jul. f 7h 7. f. X~v . Jos dl: Glvcz.lr~forme general que en virtud de rt:dl ordt:nf _jl\.k:\.icn. t\ l iniskrio

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    raban como viejas costumbres y dispuestos a llevar a cabo su misin pasando sobre todo obstculo.

    LA REESTRUCTURACIN DEL APARATO MILITAR

    La necesidad de reforzar el ejrcito indiano se haba puesto en evidencia a raz de la guerra con Inglaterra en 1762. Cuando los britnicos captura-ron La Habana, las autoridades virreinales reaccionaron con temor y consternacin, estimando que Veracruz y el virreinato estaban prctica-mente indefensos frente a un desembarco enemigo. El virrey marqus de Cruillas orden pertrechar y abastecer a toda prisa la fortaleza de San Juan de Ula y realiz apresuradas levas entre espaoles, mestizos y mulatos para formar regimientos milicianos que marcharan a defender Veracruz.

    A la postre, las enrgicas medidas adoptadas fueron intiles -dado que los ingleses nunca pensaron realizar una campaa de conquistas co loniales- y contraproducentes . Los habitantes del reino resintieron amargamente la violencia y generalidad de las levas, y se vieron con horror llevados a la costa, a los dominios del temido "vmito prieto".

    Debe tenerse en cuenta, adems, que el reclutamiento general y forzoso era desconocido, y que habitualmente se reservaba como castigo para los criminales que eran enviados "a presidio", es decir, a las guarniciones del norte o las fortalezas porteas. Las autoridades, ade-ms, ante las fugas y excusas, optaron por medidas coercitivas. En Michoacn se lleg a encarcelar como rehenes a los padres o tutores de los "tmidos" en cumplir con el real servicio y en una ocasin, para enar reclutas a Veracruz sin que se le "alebrestaran" el alcalde mayor Vlez de las Cuevas convoc a los milicianos a una supuesta revista de rutina y los envi sin ms trmite a Mxico.6 Finalmente, los hombres que regresaron tuvieron que hacerlo a su costo y esfuerzo, sufriendo en el camino innumerables percances.

    6.

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    Fd ipe Castro Gutirrez. Movimienlt>S populares en Nueva Espaa . .11ichoacn, 1766- 1767. Mxico, Univers idad Nacio:oal Autnoma de Mxico-lnst:tuto de Investigaciones Histricas, 1990, pp. 80. 81.

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    Por su lado, los empresarios ve:an con preocupacin la salida de un gran nmero de hombres jvenes, que agravaba su ya crnica escasez de trabajadores. El mismo Vlez de las Cuevas -seguramente a instan-cias de la oligarqua provinciana- represent intilmente a Mxico el riesgo de que la jurisdiccin quedara "exhausta de los sujetos ms tiles a los oficios serviles y beneficio de los campos".7 En Guanajuato, los comerciantes y mineros tuvieron ms xito y lograron exentar de la leva a los trabajadores, con el eficaz y sensible argumento de que su salida derivara en un descenso de la produccin argentfera.8

    En 1764 fue enviado a la Nueva Espaa el inspector general Juan de Villalba, con el fin de organizar milicias sobre un pie permanente y establecer cuerpos de tropa veterana. Su actuacin fue, como ha mencio-nado Noblet Danks, lgica y eficiente.9 Sin embargo, su ignorancia o desprecio de las costumbres y las realidades polticas locales vino a exacerbar los resentimientos de la poblacin y causar nuevos conflictos.

    Para empezar, los regimientos europeos profesionales o "vetera-nos" que arribaron con el inspector general prontamente se hicieron odiosos por su prepotencia y abusos. Se deca que entre ellos haba delincuentes a quienes se haba conmutado la pena a condicin de que pasasen a Indias, que ofendan a las mujeres y que su religiosidad era dudosa, dado que muchos eran flamencos y de otras nacionalidades "sospechosas" de hereja.

    Un libelista que se refugi:1ba en el anonimato escribi un muy interesante (y venenoso) poema titulado Oportuno encuentro del valien-te manchego don Quijote con su escudero Sancho Panza en las riberas de Mxico, 10 que nos servir de ilustracin de los sentimientos locales sobre las reformas. Respecto a uno de estos cuerpos de tropa veterana, los "migueletes" de la Compaa Franca de Voluntarios de Catalua, deca que

    7. AGN, Genera/de Parte, v. 47. f 11 8. Noble! Barry Danks. Revults of 1766 and 176 7 in Mining Comumtes of New Spain, Ann Arbor.

    University Microfilms lntemational. 1979. pp. 292-2~3. 9. !bid., p. 105. 10. BNM, lcg. ms . 12930. Puede wnsultarse la versi n completa en tudios de /Jistoria No1ohi.lpana.

    no.12, pp. 207-234.

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    Los migueletes, a su entrada, profesaban no hacer de bueno nada, y en libertad que dieron de ::onciencia, malo fue cuanto hicieron de experiencia: las mujeres, los juegos, las bebidas, pagaban con bravatas, con heridas, y aunque a vista de todos se paseaban, los jueces sus excesos toleraban, [ ... ]

    No qued pcaro de marca entera a quien en tal faccin no se admitiera; y aun parece, segn se vio patente, que de stos se buscaban solamente.

    As, las patrullas de soldados que mantenan el orden en la ciudad de Mxico comenzaron a ser frecuentemente apedreadas. El 13 de enero de 1766 la tensin entre la tropa y los vecinos provoc dos incidentes violentos, con el resultado de heridos, muertes y escndalos .11 La rplica de Villalba fue informar que la tropa guardaba buena conducta y que les haba dado rdenes de "hacerse respetar" .12 En Puebla, asimismo, ocu-rrieron alborotos y pedreas contra la tropa en abril y noviembre de 1765 .13

    Por otro lado, Villalba prontamente entr en fricciones por cuestio-nes de etiqueta con el virrey Cruillas, un funcionario tradicional y muy celoso de sus prerrogativas de capitn general del reino. Peor an, actu sin ningn tacto, irritando intilmente a los vecinos.

    La convocatoria de las milicias provinciales estaba, en realidad, bien pensada, y mostraba un aprovechamiento rle los errores anteriores. El enlistamiento comprenda a los espaoles de entre 16 y 40 aos; los indios no fueron incluidos y los pardos y mulatos solamente fueron reclutados en las grandes ciudades y en las costas. Del total de los

    11 . A GIS, Mxico, v. 2778. El oidorGamboase ocup de la paci ticacin de esta> inquietudes. por lo cuol el rey !e dio las gracias el6 de noviembre de 1766.

    12. A GIS. Mxico, v. 2454, Vill alba a Arriaga, 1 5 ene. 1766. 13. AGIS. Mxico. v. 1246, Glvez a Arriaga, 19 nov. 1765 ; AGN , Correspondencia de l'irreyes. 2a.

    serie. v. 1 O, Cruillas a Arriaga, 1 S nov. 176. f. 26&. 269.

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    empadronados se elega por sorteo pblico una quinta parte, que formaba un regimiento provincial y tendra la obligacin de acudir a los adiestramientos peridicos, sin tener que dejar sus domicilios y ocupa-ciones ms que en caso de emergencia. Gozaban del fuero militar, concluan su servicio a los diez aos y los regidores y otros personajes reciban grados de oficiales, con el correspondiente derecho a usar espada y el vistoso uniforme de su regimiento en las ceremonias pbli-cas.14 De hecho, a fines de siglo la pertenencia a la oficialidad miliciana llegara a ser un honor sumamente apreciado y buscado por las oligar-quas locales.

    No obstante, la disposicin fue mal recibida. Es posible que subsis-tiera el temor de tener que bajar a la costa -dado que se esperaba una nueva guerra con Inglaterra- y sin duda el recuerdo de las arbitrariedades y penas de la anterior leva estaba an fresco en la memoria. Particular-mente ofensiva fue la revisin que se efectuaba para comprobar que los futuros milicianos superaran la talla mnima. fueran de buena constitucin fsica y gozaran de salud; es posible que pareciera demasiado similar al examen que se practicaba a los esclavos en venta.

    Adems, Villalba ofendi a los espaoles

    no en hacerlos soldados, que esta gente es esforzada, es til y es valiente, sino en el modo con que los llamaban pues el Don , hasta al noble le quitaban; y en pblico despus, con ignominia la medida de todos, vil in signia fue una propia medida a todos ellos, blancos y prietos, nobles y plebeyos, ricos y pobres, amos y criados oficiales, ociosos y aun empleados y con este desorden e impericia varios cuerpos ordenaron de milic ia.

    Agregndose que

    14. Mara de l Carmen Vdzqucz, El estado de guerra en Nueva Espaa . Mxico. El Coleg io de Mexico. 1950, pp 93-95.

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    a la plebe exaltaron y le dieron de armas la posesin que no tuvieron y el militar desahogo y disciplina de soldados, que aquesta es su doctrina conque el cochero, al amo sonrojaba y si tena rencores, los vengaba.

    Es interesante mostrar que estos agravios nacan de que Villalba actuaba de una manera que hoy podramos llamar "democrtica", bajo el supuesto de que todos los sbditos eran iguales ante el Estado - una nocin muy apreciada actualmente, pero que en este momento era casi subversiva para el orden social tradicional.

    Con todo, en 1767 el virrey poda contar, al menos en el papel, con un buen nmero de regimientos de milicias provinciales y un competente cuerpo de tropa veterana.

    IMPUESTOS Y MS IMPUESTOS

    Para aplicar el resto de las reformas que estaban en la mente de los ministros del rey fue nombrado en 1765 el juri:;ta malagueo Jos de Glvez como visitador de tribunales y cajas reales de la Nueva Espaa. 15

    Los visitadores, en el sistema de gobierno espaol, eran funcionarios con totales facultades para inspeccionar y modificar el funcionan1iento de un sector de la administracin y dar soluciones de fondo a situaciones de ineficiencia, corrupcin o conflictos. Estas visitas, en general, provo-caban siempre gran revuelo y agitacin; como deca un crtico "El visitador que hoy vaya habr de residenciar a los muertos, desenterrar sus huesos y meter el ruido y consternacin que es natural con tan terribles facultades en malas manos". 16 En los hechos, Glvez actu como un visitador r,eneral ; de todo se ocup, con una energa y un proyectismo inagotable, aunadas a una implacable voluntad de arrasar con todo obstculo u oposicin.

    15 . Sobre Glvez y su vi s ita la obra ms general s ig ue s iendo la de Herben l. Priestley, Jase de Calvez, Visitar General o{Ne w Spair , Phil zdclphi a. Porcupine Press, 1980,450 p.

    16. Francisco Ro ma y Rosscll, Apuntes sucintos y prclicos de la Amrica espaa/a , para quien ms interesa su mejor gobiPrno. punto 27, ms. e n AGIS. Estado, vol. 42, doc. 3. 1776.

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    El primer objeto de sus preocupaciones fueron los ingresos fiscales, en serio predicamento por la endmica crisis fiscal, la expansin de las obligaciones militares del virreinato y la necesidad de enviar grandes sumas para el mantenimiento de plazas fuertes como La Habana.

    Una de las medidas adoptadas para satisfacer esta necesidad fue la creacin del monopolio o estanco del tabaco. En 1764 se haba estableci-do el monopolio sobre la adquisicin del tabaco en rama, para cuya vigilancia se limit el cultivo a Orizaba, Zongolica, Crdoba y Teziutln; pero su manufactura y venta al pblico qued en los particulares. La medida no encontr ms oposicin que los inevitables sembrados clan-destinos.

    En 1766 Glvez, considerando que la renta no produca los frutos esperados, pas por encima de la opinin del virrey Cruillas para exten-der el estanco a la fabricacin de cigarros y, paulatinamente, a su venta al menudeo.

    El resentimiento de la poblacin frente a esta nueva disposicin fue grande. La calidad de los productos del estanco era irregular, tendiendo a mala, y su precio ms elevado que el habitual. Muchos administradores comenzaron a establecer precios que variaban segn la calidad; Glvez, por su lado, dispuso que se vendiera el popular y econmico tabaco en rama solamente cuando se adquira una cantidad semejante de cigarros o cigarrillos, que tenan menor demanda. 17 Finalmente, la ampliacin del monopolio dej sin medios de vida a muchas personas que se dedicaban a enrollar cigarros, y llev al cierre de sus negocios a muchos propietarios de cigarreras, generalmente viudas y personas de medianos ingresos.

    As

    En ese tiempo se estanc el tabaco dando a los pobres un perenne saco y aunque solo esta renta es provechosa como fue a sangre y fuego se hizo odiosa[ ... ]

    Qu lstimas, qu penas, qu lamentos. publicaban los pobres a los vientos!,

    17. Primo F. Vdazquez. lfistona de Sa" Luis Potusi. Mxico. Sociedad Mexicana de Geogratia Y Estadi;-tica. 1947. v_ 2. p . 502: Danks. op. e .t. , pp . 111.11 2.

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    porque era este comercio el socorrido donde todo infeliz tena partido, y estancado el tabaco as y sus usos en todo el reino corren sus abusos.

    El otro rubro de los ingresos fiscales que tuvo grandes modificacio-nes fue la alcabala, un impuesto al valor agregado existente desde 1575. Como el Estado careca de un verdadero aparato fiscal, delegaba su recaudacin. En las poblaciones pequeas corra a cargo de un particular, que reciba un tanto por ciento de los ingresos. En las ciudades el impuesto se daba en "asiento", esto es, en concesin a un particular o corporacin que pagaba una cantidad fija al Estado y se beneficiaba con la diferencia entre este pago y el producto total.

    En la ciudad de Mxico el titular del asiento era desde mediados del XVII el Consulado de Comerciantes, que lo cobraba en forma muy laxa y no se molestaba en exigirlo a los mercachifles, artesanos y dems "gente menuda". Un gran nmero de artculos no pagaban el impuesto y era comn el pago mediante " igualas", es decir cantidades fijas acordadas con los contribuyentes.

    En 1754 el gobierno haba optado por retomar la administracin de la alcabala en la ciudad de Mxico, confiando en lograr mayores ingresos con una recaudacin ms estricta y menos tolerante. Como esta iniciativa tuvo resultados favorables, los funcionarios procedieron, en la dcada de 1760, a extender el nuevo s istema a todo el virreinato.

    Del punto de vista puramente fiscal fue un rotundo xito: los ingresos crecieron aceleradamente. Pero desde una perspectiva sociopoltica, la recaudacin estatal y ms estricta de la alcabala fue irritante para la poblacin, por la nueva vigilancia y papeleo fiscal al cual estaban ahora todos sometidos, por la escasa flexibilidad de los adminis-tradores y sobre todo porque el impuesto repercuti en el precio de productos de primera neces idad y en los insumas de las empresas de todo gnero. Por ejemplo. los recaudadores del rey comenzaron a cobrar alcabala en la venta del maz, ve las y ocote que se venda en las minas: en Guanajuato se plane incluso cobrar esta tasa sobre el " partido". el tanto de mineral que reciban los jornaleros por su trabajo y que stos vendan en las haciendas de beneficio o a los "rescatadores".

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    Otro ramo "modernizado" de la Real Hacienda fue el tributo personal de indios y mulatos.

    La recaudacin del tributo indgena se realizaba de una manera casustica y ms bien catica, y desde el siglo XVI no se haba efectuado ninguna revisin global. Haba pueblos, como Venado, que a fines del XVI haban sido declarados exentos por su condicin de fronterizos, lo cual era francamente anacrnico en estos aos. Igualmente exentos se halla-ban, por antiguas disposiciones, los indgenas que trabajaban en los reales de minas. En otros casos se recaudaba segn tasas desiguales, se estima-ba por "igualas" y casi siempre el monto global no se haba actualizado desde dcadas atrs, a pesar del incremento demogrfico.

    Por estas razones, Glvez se propuso uniformar el cobro de los tributos, acabar con las exenciones, realizar retasaciones segn "cuenta exacta y padrn" y tratar de captar el impuesto de los indios "laboros", que salan de sus pueblos para trabajar en las haciendas.

    De manera similar se procedi con los mulatos y negros libres, que tericamente pagaban tributo desde fines del siglo XV I. En la prctica era muy difcil su recaudacin dado que este grupo no estaba, como los indgenas, reducido en poblaciones, careca de organizacin institucional, era muy mvil y no siempre resultaba posible distinguirlos de los mesti-zos. Sin embargo, poco a poco las autoridades lograron apretar las tuercas fiscales sobre estos "vagos tributarios" e incluso se lleg a aumentar su tasa de 12 a 20 reales para los solteros y de 20 a 40 reales para los casados.

    As, la reestructuracin del cobro de los tributos gener un ascenso neto : de 678 604 pesos en 1765 a 81 O 351 pesos en 1766.'x

    LA SECULARIZACIN DEL PODER POLTICO

    Paralelamente, estas modificaciones en la poltica colonial tuvieron mu-cho que ver con las relaciones entre el Estado y la Ig lesia.

    18. Fahin de Fonscca y Carlos de Urmtia. /l iston o .l!.

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    A partir de la dcada de 1760 la Corona procur crear un verdadero aparato militar y burocrtico con el cual desplazar a la Iglesia como pilar fundamental de la estabilidad sociopoltica. Se trat, pue~, de limitar y recortar sistemticamente sus prerrogativas y recursos, acabar con sus sectores ms combativos, reafirmar el real patronato y convertir al clero en fiel defensor e incondicional apologista de la monarqua.

    La ofensiva contra la institucin haba cobrado vuelo desde media-dos del siglo xvm. La arremetida tuvo dos frentes. Por un lado, la Corona acometi contra la influencia del clero regular que, por su estructura de gobierno autnoma e internacional era el ms independiente de la supervi-sin e intromisin gubernamental. Por otro lado, se trat de convertir al clero secular, y en particular al arzobispo y obispos, en instrumentos dciles del nuevo autoritarismo monrquico.

    Sin duda lo que ms afect a los regulares -y, de rebote, al conjunto del clero y a los feligreses- fue la secularizacin de los curatos.

    La evangelizacin de la Nueva Espaa fue confiada inicialmente a las rdenes religiosas, que tenan la organizacin, los recursos humanos y el espritu misional necesario para esta gran tarea. Esta situacin era excepcional y provisoria, y se esperaba que al afirmarse la fe de los nefitos y aumentar el nmero de clrigos iran pasando los curatos a manos de los religiosos seculares.

    En las secularizaciones coincidan los intereses de los obispos y de la Corona. Las rdenes regulares tenan una jerarqua propia, que no de-penda de los obispos; sus miembros solamente obedecan a los prelados en tanto doctrineros y siempre se resistieron al pago del diezmo, afectan-do as a los obispos y sus cabildos en un flanco muy sensible. Para la monarqua estas corporaciones eran, por su riqueza, influencia y autono-ma, parte de las instituciones de poder locales, ajenas a las intenciones centralizadoras y absolutistas, cuya actuacin y privilegios era necesario recortar o suprimir.

    Los intentos secularizadores no eran nuevos. Desde el siglo XVI la Corona haba tratado de llevar adelante este proceso, solamente para encontrarse con la cerrada oposicin de los afectados y las dificultades prcticas derivadas de la escasez de clrigos capaces que dominaran las

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    LAS REFORMAS BORBNICAS

    lenguas indgenas. Las rdenes, como es comprensible, ponan todos los obstculos posibles, fuese por apego a sus feligreses, inters en sus rentas, gusto por el poder o escasa vocacin de retorno a la vida conventual, moviendo para ello sus influencias y agitando, si necesario era, a sus parroqmanos.

    En 1753 se orden finalmente la secularizacin general y completa de los curatos de Indias, aunque cuatro aos despus se dispuso, como frmula de transaccin, que para evitar los inconvenientes de un cambio brusco y general la sustitucin no se hara sino hasta el fallecimiento del doctrinero y cada orden podra mantener dos parroquias en cada una de sus provincias.

    El proceso de secularizacin fue particularmente molesto y dificil para el anciano obispo michoacano Snchez de Tagle. En el momento de la publicacin de la respectiva real cdula haba en su Obispado 62 parroquias y dos misiones administradas por regulares . En 1767 haban sido secularizados 27 de estos curatos, pero no sin varios incidentes. 19

    Los agustinos se reservaron Tiripeto y Cuitzeo; pero, con ei apoyo del virrey Cruillas, consideraron que Chucndiro y Copndaro eran anexos de Cuitzeo y que Undameo, San Agustn y Santa Mara de Valladolid eran parte de Tiripeto. As surgi el problema de las parro-quias " viciosas", reclamadas acremente por el prelado.20

    Otro asunto que vino a exasperar las relaciones entre obispo y agustinos fue el de los hienes parroquiales, dado que los discpulos de San Agustn eran grandes hacendados y beneficiarios de capellanas y obras pas. Al momento de la secularizacin, Snchez de Tagle argumen-t que estos bienes haban sido donados a la parroquia y no a la orden. y bajo este argumento trat de lograr la confiscacin de siete haciendas en Charo y del enorme latifundio de San Nicols, en Yuriria. 2' Los francisca-nos, para no ser menos, iniciaron un litigio pretendiendo retener la

    19. Osear Mazin . Entre dos majeslades. El obispo y la Iglesia del Gran Michoacn ante las reformas borbnicas. J751J-1772, Zamora, El Colegio de Michoacn. 1987. apndices 1 y 11 . pp. 234-251.

    20 . i\HMCR. k g. 353. "Informe y carta del promotor li scal del Obispado[ .. .]"'. 1766. 21. Maz in. op. c it ., pp. 59-66, 92-96 .

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    posesin del convento y obras pas de Zitcuaro, cuya parroquia haban posedo hasta su secularizacinY

    Aparte de estos conflictos poco edificantes, donde frecuentemente los contendientes buscaban reclutar para sus fines a los feligreses, las secularizaciones trajeron consigo una consecuencia no prevista: el aflo-jamiento del control de las conciencias. Los clrigos que llegaban a desposeer a los frailes carecan del prestigio y arraigo varias veces centenario de que haban gozado los frailes. En muchos casos no eran particularmente bien recibidos, lo cual era ms que comprensible tenien-do en cuenta que la secularizacin implicaba el incremento del monto de las obvenciones parroquiales. Tenan que ganarse el respeto y la lealtad de sus feligreses, labor tanto ms dificil cuando muchos eran prrocos ausentistas, que no residan permanentemente en sus curatos, tenan nexos familiares o de inters con los hacendados vecinos y con frecuencia consideraban su profesin como una va para la acumulacin de riquezas en perjuicio de sus administrados.

    El clero secular, por otro lado, estaba sujeto a considerables presio-nes. La Corona procedi a nombrar primados adictos, comprometidos con el nuevo estilo de gobierno y dispuestos a aplicar y defender el Real Patronato, como el arzobispo Lorenzana y el obispo poblano Fabin y Fuero. Otros, como Snchez de Tagle, sufran con paciencia el acoso de la actitud expansiva del gobierno, pero no se mostraban particularmente entusiasmados con el nuevo autoritarismo.

    Parte muy importante de esta poltica oficial contra la influencia eclesistica fue la expulsin de todos los dominios del Imperio de la Compaa de Jess, que era una de las instituciones ms celosas de su autonoma respecto a la Corona y fiet en su primordial obediencia al papado. La supuesta o real inspiracin jesutica del "motn de las capas" sucedido en Madrid en 1766, cuando la plebe urbana oblig al rey a revocar varios decretos impopulares; el dicho de que corran el rumor de ser Carlos m hijo ilegtimo; la resistencia de la Compaa a pagar diezmos ntegramente y su oposicin a la canonizacin del obispo de Puebla, Juan

    22. /bid. , pp. 56, 57.

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    LAS REFORMA S BORBNICAS

    de Palafox y la discusin sobre el probabilismo, un punto teolgico utilizado para alegar laxitttd moral entre los discpulos de San Ignacio fueron todos motivos incidentales de una expulsin que, para los minis-tros del rey, se haba convertido en un imperativo ideolgico y una necesidad poltica. 23

    Cualesquiera que fuesen las razones esgrimidas en la metrpoli, difcilmente podan extenderse a la Nueva Espaa, donde no existan mayores focos de tensin entre la Compaa y las. autoridades. Adems, su influencia y prestigio eran grandes entre la poblacin en su conjunto, muchos de sus miembros eran criollos y la mayor parte del clero secular y de los juristas se haba educado en sus colegios. 24

    La jerarqua eclesistica novohispana no protest por este conjunto de medidas en gran parte porque en estos cargos se hallaban hombres de reciente nombramiento y dispuestos a obedecer y aplicar las nuevas disposiciones regalistas. En conjunto, las tensiones entre Estado e Iglesia tampoco haban llegado a punto de ruptura; pero no cabe duda de que estos atentados a los privilegios corporativos debieron afectar, en mayor o menor grado, al conjunto de los religiosos y disminuir su compromiso personal con el soberano.

    "UNA MASA AGITADA Y EXTENDIDA EN TODO EL REINO ... "

    Desde muchos aspectos, el periodo que va hasta 1767 es de transicin. El Estado haba abandonado la bsqueda de la concertacin con la pobla-cin colonial y estaba decidido a prescindir de su asociacin con la Iglesia; pero el sustento coercitivo necesario para aplicar estas polticas era an incompleto e insuficiente para contener el descontento y reprimir posibles rebeliones.

    23. Para una revisin de las nv.on~s y si nrazones de la disolucin de la ComparHa, vase Constanc io Egufa Ruiz.. Los jesuitas y el motn de Esquilache. Madrid. Consejo Superior de Invest igaciones Cientilicas. 1947.432 p.

    24. La idea de que los acontecimientos de 1767, y en particular la expulsin de los jesuitas minaron los fundamentos de l dominio espa~ol estaba bastante extendida en la poca; vase David Brading, Mineros y comerciantes ene/ Mxico borbnico. Mxico. Fondo deCuhura Econmica. 1975. pp. 456-457. Un alegato contemporneo"'' el mismo sentido. en Alfonso Trueba, La expulsin de Jos jesuitas o el principio de la revolucin. Mxico. Campeador. 1 'l54. 51i p.

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  • NUEVA LEY Y NUEVO REY

    Esta situacin era tanto ms delicada cuanto las medidas guberna-mentales no encontraban apoyo en ningn sector de la sociedad colonial. El Estado actuaba en su propio beneficio, exigiendo ms de Jos vasallos pero sin dar, en este momento, nada a cambio. Esto no sera siempre as: es muy en razn suponer que las disposiciones posteriores, como el libre comercio, la creacin de consulados regionales de comerciantes, la reba-ja en el precio del azogue indispensable para la minera, la fundacin del Tribunal y la Escuela de Minera, el establecimiento de la Escuela de San Carlos y el Jardn Botnico proporcionaran a diversos sectores motivos materiales y emocionales para apoyar las innovaciones. Pero por el momento Jos sbditos tenan muchos motivos de agravio y pocos alicien-tes que incentivaran el amor al rey.

    Algunas noticias de reales o supuestas conspiraciones independen-tistas sirven para dar marco a estas inquietudes.

    En 1767 el visitador Jos de Glvez escribi un informe en el que, entre otras cosas, refera "el raro caso" de la aparicin en el reino de un "famoso aventurero", que habra recorrido Sonora y Nuevo Mxico llevando cartas credenciales de los jesuitas y considerables sumas de dinero que gastaba rumbosamente en ddivas y limosnas. Haba logrado que se le tuviese por un "prncipe incgnito" por medio de algunos comisarios que corran la versin de que iba a coronarse rey de Nueva Espaa; de hecho, un tal Jos Matas Gamaio, natural de Uruapan, fue efectivamente encarcelado en Vzilladolid bajo esta acusacin. 25

    El "incgnito" habra sido prendido en Guadalajara en tiempos del virrey Cruillas (1760-1766), pero al traerlo a Mxico haba logrado el modo de darse a la fuga en Celaya. De all las autoridades lo habran rastreado dirigindose hacia el norte, pero a pesar de las indagaciones realizadas no haba sido posible prenderlo y nunca se volvi a saber de l.

    Otra noticias de conspiraciones motivaron buena cantidad de pape-leo. En agosto de 1766 el espionaje espaol en Londres dio cuenta de un

    25. Glvez,lnforme sobre las rebeliones populares de 1767, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de Investigaciones Histricas, 1989, pp. 24, 25 . La idea de la ex isten cia de este "prncipe" se hal 'a presente. co mo veremos. en :os tumultos de Uruapan. En un escrito ms tardo se dice que viajaba con el seudnimo de Antonio de Srate y se supone que se tra taba nada menos que del fallecido infante Felipede Parma, un hermano menor de Carlos 111. En AGN, Inquisicin. v. 152 1, "'Luz de verdades herejes po. lo desnudas[ .. .]""

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    LAS REFORMAS BORBNICAS

    supuesto plan para la independencia de Mxico con auxilio de Inglaterra, orquestado por un arquitecto francs apellidado Gui ller, quien se haca llamar asimismo Bernard, Caffaro, marqus D ' Aubaret y presuma asi-mismo de ser descendiente de Hernn Corts. A principios de junio de 1765, hallndose Guiller en Madrid, habran ido a alojarse en su casa dos personas que le dijeron ser de Mxico, en donde de largo tiempo tenan motivos para estar quejosos del gobierno. Decan que todos estaban determinados a sacudirse el yugo, y que aunque los ms principales contenan al "populacho" estaban resueltos a utilizarlo si la corte de Madrid les rehusaba una justicia que pensaban solicitar por ltima vez, en cuya consecuencia haban formado una memoria de sus agravios.

    En este memorial se incluan las quejas de la nobleza sobre que no obstante haber sido conquistado Mxico por sus ascendientes a costa de su sangre y fortuna, no eran admitidos a las dignidades ni gozaban de prerrogativa alguna, adems de que se vean llenos de impuestos Y maltratados en sus personas como la gente ms nfima; que a los criollos se les trataba con indignidad sin distincin de personas, y que por una consecuencia del abat imiento en que se hallaban rehusaban reconocerlos sus propias familias en Espaa. Los religiosos de todas las rdenes sentan que despus de haber extendido y asegurado la conquista por sus trabajos apostlicos y la confianza de aquellos pueblos "brbaros", acababan de despojarlos de sus curatos o doctrinas para proveerlos en sacerdotes enviados de Europa, que no tenan conocimiento del genio de los indios ni entendan su lengua. Los agravios de los seculares eran comunes a los de los regulares, aadiendo que se hallaban privados de los arzobispados, obispados, canonicatos y buenos curatos. Los negociantes sufran con la multitud de impuestos sobre las mercaderas de Europa, que los ponan fuera de estado de comprarlas y venderlas. El dinero comenzaba a escasear por su extraccin continua y tambin por el exces ivo precio del azogue, con cuyo motivo no quedaba ya utilidad en e l beneficio de las minas.

    Para presentar este escrito haban sido electos dos caballeros Y un religioso; pero sabido por el virrey, les prohibi salir de Mxico. En su lugar haban comisionado a dos negociantes que con pretexto de sus

    i~tereses pasaron con el religioso. Sin embargo, en la corte no se les

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  • NUEVA LEY Y NUEVO REY

    quiso o ir y se les orden regresar prontamente. Los comisionados acor-daron entonces con Guiller un plan par::t el levantamiento, manifestndole que "estaban seguros de que la sublevacin sera universal , aunque los sujetos que tenan .una fortuna que conservar temeran por s mismos las consecuencias del furor popular, fcil de excitar pero dificil de contener en sus lmites justos". Opinaban que el nuevo gobierno no podra ser monrquico por la rivalidad existente entre las familias nobles, por lo cual deberan establecer una repblica presidida por un senado tricameral, mientras los cabildos catedralicios seran nombrados protectores de los indios.

    Guiller se comprometi a conseguir el apoyo ingls, para lo cual les prometera el monopolio comercial y la cesin de Veracruz y San Juande Ula. El plan consista en reclutar un regimiento de 1 200 hombres, el cual se reunira en las islas de Man y Wight, cerca de la costa inglesa. Con estas tropas y 25 buques, Guiller partira a inicios de 1768, desembarcan-do en Veracruz vieja o Tampico para avanzar por ti erra hacia Veracruz, mientras la escuadra pondra sitio a San Juan de Ula. Por estos servicios recibira Guiller el gobierno perpetuo y hereditario de Orizaba, Jalapa y Crdoba con el ttulo de duque y capitn general de la costa, adems de ministro para asuntos europeos y superintendente de l comercio forneo.

    Guiller contaba al parecer con el inters del ministerio ingls y la colaboracin de un fraile capuchino apstata y maestro de la francma-sonera, de apellido Vignoles, quien traduca sus bandos al castel lano -al tiempo que actuaba como informante de la embajada espaola.

    El bailo Julin de Arriaga, secretario de Estado e Indias, dio cuenta de todo al virrey marqus de Croix , aunque considerndolo de dudosa veracidad. Este contest poco despus que de sus averiguaciones no haba resultado ninguna informacin acerca de los supuestos comisiona-dos.26

    26 . AGN. General de parle, v. 89. f. 102: Archivo General de S imane as. Es1ado. Negociacin de Inglaterra, leg. 6959, no. 18; 6965. no. 111 8. 11 72. 1190. 1085, 1109, 111 4. 111 9. 11 2 1. 1157; leg. 6972 , no. 155 7; k g. 1586; lcg_ 6968: leg. 6961. no_ 809.777,8 19, 959. Tambin hay referenci as en Rom y Rossell. ms. cil. En la correspondencia diplum:itica cspar1ola proveniente de Inglaterra se mencion que en algunos peridicos ingleses apareci en agosto de 1765 la noticia de q::c haba ocurrido en Mxico una rebel in y que el virrey estaba s itiado por los indios en Veracruz.

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    LAS REFORMAS BORBNICAS

    Aun en el caso de que se descartaran como irreales estos rumores conspirativos -cuya proliferacin es, en s misma, un sntoma caracters-tico de inquietud-lo cierto es que la sociedad novohispana se hallaba en un estado de irritacin que nada bueno presagiaba para la estabilidad del dominio colonial.

    Las reformas provocaron protestas, tumultos locales y una agitacin que no escapaba a testigos perspicaces o dispuestos a encontrar los defectos del nuevo reformismo, especialmente aquellos burcratas de la vieja guardia colonial, que vean con recelo y desconfianza los mpetus renovadores de la nueva casta de funcionarios ilustrados.

    Un caso muy claro en este sentido era el propio virrey marqus de Cruillas, desplazado y hostigado por Villalba y Glvez. En 1766 haba escrito que

    La nfima plebe en tantas turbaciones va sacudiendo el yugo del temor y el respeto; los nimos de los grandes y pequeos se han agri ado exces ivamente[ ... ] nada realmente hay en lo exterior sino unas pasajeras vislumbres, pero sepa vuestra excelencia que hay una masa agitada y extendida en todo el re ino que con cualquiera leve chispa puede abrazarlo todo27

    Que las predicciones de Cruillas nacan de algo ms que su resenti-miento personal es algo que veremos en el siguiente captulo.

    27 . AGN, Correspondencia de Virreyes. 2;_ serie. v. 10. c .\p . 1 OA4 . f 287-28~ .

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