Novela el hombre que fabricaba óleo segunda edición

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    EL HOMBRE QUE FABRICABA

    LEO

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    GERMN

    CAMACHO LPEZ

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    Ttulo original:El hombre que fabricaba leo

    Derechos reservados. Queda estrictamente prohibida la reproduccin total o parcial,as como la distribucin de ejemplares de este texto, sin autorizacin del autor y/olos titulares de copyright, bajo las sanciones establecidas por la ley.

    Copyright 2011, Germn Camacho LpezColombia

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    Constru un

    velero para zarpar en l, lo constru bajo el sol de la tarde a

    la orilla de la playa; pero jams me embarqu. Constru un

    velero, un velero que se fue, desde la playa lo veo, no

    obstante, s que no va a volver.

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    Dedicado a todos aquellos que la intolerancia, la corrupcin y la

    indiferencia han arrebatado abruptamente de nuestro lado.

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    COLEMAN, LA MADRE Y EL HIJO

    Irrumpi de la capilla la romera de creyentes; los

    otrora compaeros de clases, colegas, familiares,

    vecinos. La mayora de ellos ataviados con vestimentas

    de matiz negro o en su defecto telas oscuras y sobrias.

    El coloquio se avecinaba en la puerta del sacro

    templo, las palabras se mezclaban en el aire, con el

    aroma del sahumerio y las candelillas encendidas, que

    escapaba por la gran portilla.

    Unas tmidas gotas de lluvia anunciaron la

    factible borrasca, como sola ocurrir en los venideros

    das de Diciembre. Arriba en las alturas; el habitculo

    de Dios, se matizaba de gris que se adornaba con el

    centelleo de los relmpagos.

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    Al interior de la capilla, un hombre de edad

    avanzada elevaba sus plegarias. Afuera en la corredera

    de hormign que formaba la acera, una mujer entrada

    en aos desoa la lluvia que iniciaba a encresparse; y

    de sus ojos escapaban dos lneas de llanto que se

    fundan en el suelo, con las dulces gotas de agua que

    del cielo se abatan.

    Uno que vio a la seora, conmovido de su

    evidente congoja; la invit a guarecerse bajo el alar que

    institua el techado del santo torren. Ms ella indiccon un gesto negativo la invitacin, como si optara

    existirse en medio de la borrasca, para diluirse junto

    con la lluvia.

    Y tan solo exclamya nada importa!

    Entretanto, las plegarias del anciano al interiorde la ermita, se adheran a los muros encumbrando una

    imaginaria escalera, que los hacia llegar hasta los odos

    del creador.

    Benignsimo Dios, creador de todo lo

    existente, vengo hasta esta tu santa casa con el corazn

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    compungido, y el nimo rebosado de inquietud ante los

    yerros que aprisionan mi alma. Sin menoscabo alguno,

    me promueve la certeza de alcanzar el estimable

    quehacer de desagraviar, aun, en exigua medida, el

    perjuicio que mi actuar halla generado a otros.

    Es cierto, o cuando menos eso creo o espero, sin

    pretender encubrir mis traspis. Jams osara deferirme

    tales libertades, reconociendo en su benevolencia mi

    propia nimiedad; merecer su piedad es para este

    anciano, apreciado Dios, el ms apreciable de loslucros, gozoso entregara mis pocas posesiones en

    procura de alcanzar dicho objetivo. Agradezco el alivio

    que su bondad me permite, sin mayor argumento que el

    expuesto, siempre respetuoso de sus designios; doy

    crdito a mi convencimiento que acertar, un dignomerecedor de mis humildes bienes y fiel confeso de tu

    palabra. Ya que en efecto mi sabia ignorancia, tiene la

    fortuna de servir a un bien ms altruista, del que podra

    ser encomendado a una persona del comn.

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    Dios todopoderoso, que sea siempre tu

    voluntad, no la ma. En el nombre del padre, del hijo y

    del espritu santo

    Disculpe joven, dejar este veln encendido

    aqu contiguo al suyo. Pues, queda poco espacio desde

    mi posicin hasta el dedo del santo, y no quisiera ser

    yo, el causante de una desgracia por un descuido

    imperdonable de mi parte. Le pido nuevamente

    excusas, le deseo que vaya con biencon permiso

    La noble afona que se embotellaba al interiordel gran paraninfo, abrigado por laureadas y

    antediluvianas creencias; se sobresalt con el golpetear

    del badajo repiqueteando contra el metaluna

    campanada tras otra, se diluyeron entre la senda del

    recogimiento, del ansia; como tambin, desapareci elsilbar de las pisadas del anciano.

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    eso, sumatoria de segundoscuando el otoo de la

    vida se adosa, acertamos cuan efmeros somos>

    En ese lugar, solo quedaba su ser, envuelto por

    un profundo silencio. Ese mismo que conduca los

    pasos aletargados, por ras asfaltadas de quimeras y

    fertilidades de sueos echados al olvido. Un saludo, una

    sonrisa, el tiempo que no tena prisa ninguna para l, lo

    esquivaba, acariciando en complicidad con el viento,

    los restos blancos de una cabellera baldeada por

    veranos de olvido.

    El anciano se encaprich en demoler el avatarde sus propias aprensiones; visitando cada maana el

    santo templo, embriagado de solemne dignidad, de

    frrea conviccin; como tambin de culpaprofunda,

    secreta e imborrable culpa.

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    No obstante, la expiacin tiene sobreprecio, la

    indulgencia es su amiga y compaera; mxime si el

    corazn se ha desbordado de clemencia y la vida de

    sobriedad, an para un ente de ciudad, uno lnguido

    quien peregrinaba sus aos de ms, entre los

    fragmentados matices de una pincelada multicolor

    llamada urbe.

    Seor Coleman!, con tantos deberes sigue

    quedando lugar para visitar a nuestro seor verdad?

    exclam un rostro irreconocible escondido tras un viejochalel cual, dej escapar luego, una sonrisa

    acompaada por una leve tosecita.

    Claro madame!, tambin es deber sealar que

    los jvenes de hoy, bien podran temerle o cuando

    menos, sentir un poco de respeto no lo cree? mas suignorancia resulta grotesca, irnicamente se llaman a si

    mismos, gente modernarespondi el anciano;

    siguiendo su pausado viajele pido un permiso dama,

    vaya con bien.

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    Deba sentirse extrao, casi un desterrado en un

    mundo de ruido y caos. Un hombre del pasado,

    arrastrado por fuerza en un viaje en el tiempo. Victima

    de una maquina que no haba construido, arrebatado de

    golpe, puesto en un lugar ciclpeo e insensible capaz de

    mirarse solo a si mismo.

    Este era ahora su cosmos, deba seguir su

    camino murmurando frases que slo l comprenda, al

    fin de cuentas la vida es siempre eso, ser o dejar de

    serlo. Probando con desdn, el aire contaminado de lasmentiras del mundo.

    Dejando atrs un par de cuadras y un parque

    infantil, esperaba la puerta de madera de una casa

    blanca con enchape a nuestro senil amigo; esta dbil

    pieza de la creacin, tomando sus ultimas bocanadas deaire, confiando que su fe lograra servir de paliativo para

    su aventajada alma. Claro, tambin l algn da fue

    joven, aunque nadie recuerde; preferible para l,

    preferible para todos que sus ojos y odos permanezcan

    cerrados.

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    Del hombre debo decir, que a travs de los aos;

    es empujado a conductas diversas por los dems o por

    su propia mano. Con el transcurrir de las estaciones, los

    pensamientos fluyen tantas veces que como el vino de

    una copa, desaparecen en el viento; solo aquellos mas

    fuertes, quedan en el fondo de esa misma copa que

    llamamos mente. De aquel lugar oculto, en ocasiones,

    escapan asuntos oscuros sobre ese mismo hombre y su

    conducta, trados por la nostalgia de la vitalidad

    perdida; forzados por la necesidad de saberse, dereconocerse como individuo.

    Una mirada a las sospechas pasadas, algo que

    habita, formando parte de la eterna discusin por

    encima de nuestras propias cabezas, o en la ms

    sombra de las profundidades. La constante dualidad, lafuncin que continua y se repitesi, el hombre, el gran

    misterio de la creacin, la verdadera obra maestra de

    Dios, la pincelada final en el cuadro mas hermoso

    concebido alguna vez, colgado sobre el muro del

    universo para deleite de su creador. Pues bien, algunos

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    podran discrepar de tan filosfico concepto, discutir el

    postulado, y de cualquier forma, seguir presentes por la

    misma razn que se pretende objetar: rechazo y

    aceptacin.

    Esas mismas calles, esas personas que ahora

    pretendan no reconocerlo, haban moldeado su ser. No

    estaba bien juzgar, pero a cada uno le corresponda

    cargar el peso de su propia responsabilidad, la

    simplicidad de un mundo del cual todos formamos

    parte, en el cual nos afectamos en forma mutua paraconstruir lo que entendemos y llamamos sociedad.

    Hola seor Coleman!dijo una voz chillona

    que reconoci al instante, se trataba de aquel pequeo

    molesto e imprudente, transmutado en fuente autora de

    las exiguas risas que le permanecanDesea que lealcance su silla mecedora?

    Un pellizco en la oreja represent un si, ante

    una necia pregunta; pues Qu otra cosa puede anhelar

    un anciano? Sino, observar las transitadas calles con su

    alargado cauce de concreto, interrumpido por los muros

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    de casas y empinados edificios; en lugar de imbuirse de

    una rancia crcel, en espera de la muerte.

    Djala ah!indic, con el dedo tembloroso, el

    vejete.

    Y se dej caer con suavidad, bajo el intenso sol

    del medioda; intentando abanicar con la pecosa mano,

    el lnguido y rugoso cuerpo. A su lado, como si se

    tratara de un improvisado destrn, le observaba el

    huesudo y despeinado asistente.

    El anciano advirti bien su fundamentada desconfianza,ante la excesiva cortesa, de buena gana habra

    propinado un puntapi, si las fuerzas le hubieran

    excedido.

    Seor Coleman desea un vaso de agua o algo

    de beber? mire que yo puedo ir hasta la tienda, que nose encuentra lejos de aquexclam la voz chillona, sin

    despegar el ojo del bolsillo; esperando inquieto, ver

    brotar de aquella fuente, un par de monedas o un

    arrugado billete.

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    Sin embargo, cuando las cosas son buenas o

    convienen para el propio bienestar, es propio

    compensar a quien ha sido indulgente; por lo cual, sin

    resentir la razn ganada por el pequeo, el viejo,

    extrajo unas monedas que le alcanz para ir por el

    convite.

    .Vete ya, pequeo entremetido, no tardes! ten

    precaucin, antes de cruzar la avenida avista que no se

    aproxime vehculo alguno, raudo e imprudente; como

    aquellos que conducen sin dar merito alguno al

    esfuerzo creador o como si acaso el hombre cargara

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    encima varias vidas, permitindose el lujo de perder

    alguna por una impertinenciaorden el vejete.

    Entremetido! Ha dichoreplic el pequeo

    con una sonrisa, posndose frente al hombre, con

    postura de esgrimista y atestando sobre el abdomen de

    este, un golpe suave y cosquilloso que le hizo escapar

    una gran risotada.

    Vete, vete yano tardes!

    Enseguida comandante!contest el travieso

    compaero, llevando su mano a la altura de la frente,de la forma en que se hacen los saludos militares;

    mientras se alejaba raudo por el angosto andn contiguo

    a la avenida.

    Seor Coleman! dijo el jovencito mirndole

    de nuevo, mientras se alejaba no tardo, espere ustedaqu tranquilo. Y sigui su camino por el filo del

    bancal, jugando a no perder el equilibrio.

    Entretanto, el anciano posado sobre su cmoda

    silla, contaba el tiempo en su memoria, mientras

    observaba al chiquillo alejarse a paso apurado.

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    Cuntos recuerdos acumulados?, cunta culpa podra

    cargar su desgastada mente? Irnicamente, a pesar de

    tantos mares de concreto recorridos, hoy en el postrero

    momento de sus ltimos das, su ms fiel compaero,

    apenas si conoca los recovecos de aquella diminuta

    calle con casas de vivos colores.

    Todas las personas tienen un pasado, aunque en

    ocasiones, al ver las canas blancas sobre la cabeza de

    aquellos adultos respetables, dignos de consideracin;

    los imaginemos cual monumentos que desde siempreaparecieron apacibles y serenos sobre la acera, frente a

    una vieja puerta, contexto de una surrealista pintura

    venida mas de un lugar de sueos, que de la realidad de

    nuestras agitadas vidas.

    Y no existe razn para que Coleman, fueraalguien distinto. En su mente confesaba su propia

    debilidad, mas el destino no haba conseguido juzgarle;

    por el contrario pareciera haberle premiado con aos de

    ms, honrados por una vitalidad que le renaca cada

    maana al levantarse. Aquel hombre de caminar

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    pausado y aspecto elegante

    tambin haba caminado pasos mas apurados,

    acariciando el cuerpo juvenil y febril de un buen

    puado de doncellas; como tambin, lanzado unos

    buenos derechazos, salidos de la mano empuada de un

    hombre vital, con aspecto robusto quien sabe cuantas

    cosas mas habra hecho este hombre? que hoy adornaba

    como una figura navidea aquella calle.

    Reconoci bien la figura desbaratada que veloz

    se aproximaba, impertinente, despreocupado; cruzandola avenida sin el menor miramiento, quien al acercarse

    asent sobre su arrugada mano, la botella con el liquido

    en su interior.

    El nio salud de nuevo inclinando la cabeza,

    mientras exclamaba:No tard verdad Seor?Que tienes en la cabeza por Dios! Un auto

    podra haber cruzado la avenida y Zas! Habra

    terminado todo para ti.

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    El pequeo sonriSeor Coleman, qu dice?

    sabe que soy muy rpidopuedo evitar un auto al

    instante.

    Un pellizco, seguido por una reconvencin,

    completaron la escenaQue advertencia hice?,

    Mocoso descuidado! exclam con enojo el viejo.

    Mientras el mozuelo con cara de pasmo y ojos

    llorosos caa en cuenta de su error, sin requerir

    seguramente una nueva reprimenda, para entender que

    aquello no era otra cosa, que la nica forma que tena elviejo de hacerle razonar cuan importante era la

    precaucin.

    Aun, cuando le choc sobremanera el acto, su

    tozudez le oblig a sentarse de nuevo junto a la pata de

    la silla, olvidando el percance. Salvados unos segundosy un forzoso silencio, indagSeor Coleman cuando

    usted vivi en Europa, era joven?

    La pregunta no poda resultar ms jocosa para el

    anciano, quien sinti de inmediato, un chispazo de

    ternura al ver la cara inocente de aquel; quien con gesto

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    formal lanzaba tal pregunta. Por un momento percibi

    en aquel pequeo, una figura casi familiar, como si se

    tratara de alguien venido de su propia sangre.

    Cuando viv en Europacontestno poda

    encontrarme con mi propio ser, inundado por

    curiosidad y sueos; como si se tratara de dos personas

    distintas, claro mi cuerpo, mis huesos eran juveniles,

    fuertes y el cabello en mi cabeza no escaseaba como

    ahora.

    Podra decirme sobre su esposa e hijos?Continuo el nio

    Raramente el rostro del anciano palideci,

    pasando de un semblante sosegado a uno que se

    transfiguraba por completo, como si se tratara de la ms

    imperfecta de las preguntas; la ms equivocada, aquellaque jams se quiere or. Qued en silencio por un largo

    rato, mientras su interlocutor quedaba en espera de una

    respuesta. Luego claramente evadiendo la pregunta, no

    por el olvido de una mente dbil, sino, por la clara

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    voluntad de hacerlo, respondiRecuerdo tambin que

    usaba ropas muy finas, bastante elegantes

    El pequeo escuch atento sin hacer nfasis

    sobre la anterior pregunta, o tal vez simplemente lo

    olvid; mientras el anciano disimulaba relatando

    recuerdos puros y ntidos de aquella poca.

    En las noches las personas mayores, todos

    buenos amigos, se daban a la labor de recorrer las

    calles, en busca de algn bar donde tomar un par de

    copas de Vodka, en medio de amenas disertaciones. Cunto tiempo vivi en EuropaSeor

    Coleman?

    Gran parte de mi niez, que ahora recuerdo,

    muy lejana

    Cmo es Europa?Es hermosa mi pequeo amigo, aunque en esa

    poca no lo era tanto, como ahora

    Para el anciano el corazn y la mente eran

    memorias diferentes,mientras narraba las maravillas de

    aquel lugar lejano ahora; e intentaba disipar al mismo

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    intervalo, la violenta arremetida de las imgenes que

    cruzaban su mente.

    De sopetn el imprudente tema, regreso de

    nuevo a la boca del curiosoy sus hijos?

    Esta vez, el anciano qued totalmente mudo; se

    incorpor de la silla tomndola por los agarraderos,

    mientras del bolsillo del pantaln extraa las llaves del

    portn de la casa.

    Debes irte, se hace tarde, otro da seguiremos

    hablandoPero todava es temprano, seor Coleman!

    Veteveteotro da serrevalid el

    vejete, mientras cerraba la puerta frente al rostro

    extraado del pequeo, desapareciendo al interior del

    oscuro saln, como si se tratara de un lejano espejismo.La maana siguiente las fuerzas renovadas del

    decadente cuerpo, sirvieron de motor para la concebida

    visita a la antigua catedral. El impetuoso viento de la

    maana fue benvolo con el hombre, refrescando su

    arrugado ceo, sirvindole de acompaante por las

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    cuadras desoladas, pintadas an por el ltimo brillo del

    crepsculo.

    Unas pocas siluetas apuradas cruzaban

    expeditivas por su costado, intentando lograr un cupo

    en el transporte colectivo < Vaya ciudadvaya caos y

    precipitada carrera cuando el final para todos es el

    mismo!>

    Una vez en la proximidad del lugar, las sombras

    de los fieles, en su mayora ancianos, aunque no los

    nicos; se agolpaban para no perder el sermn de lamisa matutina. Todos fieles, obedientes y cabalmente

    respetuosos, su vida transcurra entre oraciones y las

    noticias de los peridicos, esto resultaba suficiente para

    que su da fuera consumido.

    El interior del santuario reuna tanto amendigos, pobres y burgueses en una sola escena tan

    solemne, como si se tratara de un cuadro del barroco.

    Se miraban unos a otros con tono pausado, procurando

    no interrumpir la voz del sacerdote, se saludaban con la

    respectiva cordialidad a que haba lugar.

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    Con una reverencia se incorpor y con la mano

    temblorosa encendi el veln, empujndolo con dos

    dedos buscando ubicarlo en un sitio propicio.

    Al dejar el templo, sali a su encuentro una de

    las ancianas vecinas de su cuadraseor Coleman ya le

    informaron de la colecta del viernes, para reunir

    recursos para esta santa parroquia?

    Claro, mi buena seora, algo escuch, ms la

    informacin que tengo conmigo es exigua; no por eso

    poco importante, aunque si es de su parecer, podrausted amablemente ampliarla mientras caminamos;

    claro est, si es que se dirige hacia su casa

    Con gusto lo har seor Coleman, siga por

    favor

    Por el camino partieron los octogenarioshaciendo el gasto de las palabras, confirmando en

    detalle los pormenores del evento.

    En un santiamn estuvo cada quien frente a su

    casa, la transitoria compaa haba preado de una

    efmera alegra el comps de las pisadas; sin duda, el

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    anciano haba tardado mucho menos en recorrer la

    distancia hasta su vaca morada.

    Al despedirse, qued una vez mas solo y en

    silencio nuestro intachable seor Coleman, bien, ahora

    que hara? No quera entrar en aquella prisin

    perdindose en la soledad de aquellos oscuros pasillos,

    entonces simplemente se qued inmutable, posado

    frente a la puerta; disimulando abrir con la llave a

    medio incrustar en la rendija, esperando que alguien

    ms gastara dos minutos en l, obsequindole un saludoy un par de palabras.

    Pasados dos minutos nadie levant tan siquiera

    la mirada para observarlo, resignado ingres la llave

    por completo hasta abrir el portn, seguidos un par de

    pasos lo dejaron al interior de la vivienda; encendi elinterruptor, y una tenue luz ilumin un largo callejn

    que daba hacia un cuarto repleto de una soledad injusta,

    protegido por una cortina adornada con flores

    desteidas. A la izquierda, la cocina dejaba advertir

    sobre el muro del mesn el pomo de una greca vieja;

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    uno, dos, tres, cuatro pasos eternos lo acercaron al

    lugar, la asi con fuerza y minutos despus, el delicioso

    aroma que el artefacto dejaba escapar de su interior,

    anunciaba que el caf ya estaba listo.

    Un imprudente silln estuvo a punto de hacerle

    perder el equilibrio, no hubo objecin para una

    exclamacin inentendible escapando del interior de su

    ser; luego apoyndose sobre la pared, camin hasta el

    saln donde esperaban su silla preferida y un aparato de

    televisin contiguo a una repisa apilada de libros,coronada por un enorme cuadro de Caravaggio.

    Tomando el control remoto, dej caer

    suavemente sobre el mueble su gastada existencia, la

    pequea boca adornada por un incipiente mostacho

    blanco, dio el primer sorbo al oscuro contenido de lataza.

    Miles de recuerdos atacaron su mente,

    entretanto, las imgenes de la televisin lo

    encandilaban como flashes habra querido una vida

    diferente? Sin duda. Intent calmarse dando otro sorbo,

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    para luego dejar perder la mirada en las pacificas y

    relajantes imgenes del cuadro. Entonces sus parpados

    pesados se cerraron lentamente y so con pocas

    mejores

    Minutos despus el Seor Coleman, abri un

    ojo, percatndose a travs del pequeo surco de la

    ventana, el cual dejaba ingresar la luz de la calle, que

    ya se haba hecho de noche. Deba haber dormido unas

    seis horas y al intentar incorporarse sinti adormecidas

    las piernas, las cuales flexion un par de veces enprocura de mejorar la circulacin; hasta que finalmente

    logr incorporarse.

    Se acerc a la ventana entreabriendo la cortina,

    hurgando con su mirada la espesura de la bruma,

    buscando formas en los linderos de las casas. Mientrasobservaba, tropez de frente con un rostro familiar

    llevndose un tremendo susto; desde el lado contrario

    del panel de vidrio, observando con rostro curioso una

    voz exclam:

    Hola seor Coleman!

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    El anciano experiment una sensacin de enojo

    por la imprudencia del muchacho, pero asimismo

    alegra por encontrar un rostro diferente de aquel, que

    reflejaba su propia silueta sobre el vidrio.

    Qu haces mocoso? Acaso me espas?

    Reclam el viejo.

    Si!respondi el pequeoquiero decir noes

    que solo quera saber si estaba en casa.

    Y para que me buscas?indag este.

    Es que maana no asistiremos a clase, as quemam, quiere saber si yo podra.

    A vera ver habla de una vez, dime que

    quieres.

    Bueno, Seor Coleman, puede usted ir para

    hablar con elladijo el mozuelo.Quahora?

    Sicreo

    Si o crees?

    Si seor, ahora!

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    Bueno esprame! Contest el anciano

    alejndose de la ventana, mientras al otro lado con el

    frio viento de la tarde que daba paso a la noche,

    aguardaba impaciente el pequeo.

    Varios minutos despus el destemplado ruido de

    la puerta abrindose, dej ver la imagen de Coleman,

    impulsndose lento sobre unas sandalias.

    Bueno, venescuchemos lo que quiere tu

    madredijo haciendo una sea con la mano para que el

    muchacho se acercara, as hicieron y dos casas despusestaban en la humilde vivienda de color purpura.

    Ya en el interior del sencillo hogar tomado en

    alquiler, el hombre fue recibido amablemente por la

    joven mujer, que no posea evidente acrecentamiento

    econmico; sino ms bien, una mera condicin que lespermita probablemente sobrevivir sin mayores afujas.

    El anciano descart la ayuda de esta para alcanzar el

    asiento, y volc su senil cuerpo apoltronndose sobre el

    mueble, dejando descansar sus pies en el embaldosado

    amarillo y con mirada inquisitiva, espero que la dama

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    hablara primero; mientras con la ua desgastada

    araaba con curiosa ligereza, un cmulo de tela

    sobresaliente sobre el descansabrazos.

    La mujer se acerc al hijo murmurando algo al

    odo de este, quien se adentro detrs de un muro que

    separaba la cocina de resto de la sala, y al instante

    regres con una taza, que desprenda el entraable

    aroma de una infusin de caf. Mientras el anciano con

    actitud casi caprichosa, prosegua con sus ralladuras

    sobre el soporte del mueble.Entretanto, hacan antesala a la peticin que los

    haba reunido. Coleman, prob sosegado la bebida

    calentada al hornillo, y desde el otro extremo con

    mirada explayada, cargada de honestidad lo observaba

    la seora. Versado en mltiples lides, el viejo advirtique todo aquello no era mas que un ritual hervido, con

    la esperanza de obtener algo a cambio; sinti la

    sensacin que desde aquel piso emergan lquenes que

    amarraban sus pies, evitando que se incorporara, sin

    importar el no estar dispuesto a cumplir la peticin que

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    aquellos le haran; aunque no imaginaba cual seria la

    solicitud, asuma que esta seria difcil de eludir, mas

    para un pobre mortal como l que haba logrado

    arrebatar a la vida aos de mas; cuya voluntad propia

    resultaba mas la intencin ajena, que su autnoma

    decisin. Cuando la dama por fin dej de mirarlo como

    si se tratara de alguna escultura pasada de moda, y en

    conclusin decidi hablar, bastaron solo un par de

    minutos para que la inquietante solicitud concluyera.

    Blablablapor eso le ruegoencarecidamente, seor Coleman, que cuide del nio,

    sern tan solo unas horas mientras yo regreso del

    trabajo. Disculpe por favor mi atrevimiento.

    Usted entender que no tengo a quien acudir, a

    decir verdad es quecomo ustedes se han convertidoen grandes amigos; segn l mismo me lo ha

    relevadoblablablaobviamente, le suplico no lo

    tome como una obligacin, en ningn momento

    Con evidente molestia no tanto por la peticin,

    sino por tanto rodeo, el viejo interrumpi si claro, no

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    contexto, como lo expresara la propia madre, su amigo.

    Factiblemente ms que eso, una compaa casi familiar.

    Llegada la maana siguiente, tres golpes mansos

    interrumpieron el descanso del vejete, ms esta vez, al

    abrir los ojos e incorporarse de la blanda cama, ya

    conjeturaba quien seria el imprudente. Con la paciencia

    propia de quien ha existido por dcadas, mas all de

    medio siglo; calz sus sandalias y con voz ronca

    exclam.Voyun momento por favor!

    Al abrir el portn el sol atacaba como diminutospeces dorados, abalanzndose sobre un festn,

    cegndolo e impidindole distinguir con claridad la

    silueta; sin embargo, reconoci de quien se trataba por

    la resonancia de su voz

    Buen da, Seor Coleman, de nuevo milgracias. Le he recomendado al nio un buen

    comportamiento, gracias seor, con permiso.

    Siga usted damaresponditomando por la

    cabeza despeinada al pequeo, guindolo al interior de

    la vivienda

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    Hasta luego seor

    Hasta pronto dama

    Cmo esta usted seor Coleman?indag el

    muchacho, y seguido observes bastante grande su

    casa no se siente muy solo, en tan gran espacio seor?

    En lugar de responder a la pregunta, el anciano

    replicDe acuerdo, vamossgueme, sintate sobre

    ese sillny continu alcanzndole el control remoto

    de la televisin, para luego alejarse por el pasillo, hacia

    el fondo de la casa.Esta vez, el pequeo quien acostumbraba seguir

    los pasos de Coleman, hacia donde quiera que este se

    moviera, prefiri no contrariarlo y con una conducta

    casi reverencial acat la orden; dispuesto sobre un

    mullido sof esper su regreso, mientras observaba conensimismado embeleso no la lluviosa seal del

    televisor, sino que su mirada se desvi hacia la barroca

    pintura que apostada sobre el muro, trasmita la

    vitalidad de una escena vvida.

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    Que miras muchacho!exclam la voz ronca

    del anciano quien se aproximaba con una bandeja,

    ataviada por dos tazas de nvea porcelana, humeantes y

    bienolientes, tomando por sorpresa al pequeo

    sacudindolo de su abstraccin.

    Seor Coleman! Que susto me ha dadodijo el

    nio, recibiendo uno de los pocillos, agradeciendo la

    gentilezay continu preguntandoSeor, que

    hermoso cuadro, lo ha pintado usted?

    Jaja...jadej escapar una risotada el viejo,ya quisiera yo haber sido premiado con un don divino,

    como lo es aquel de describir el mundo a travs de

    artsticas pinceladas. Esto que ves aqu! mocoso, es el

    resultado de la genialidad de un hombre tocado por la

    mano de Dios. Se trata de un gran pintor Italiano,conocido como Caravaggio.

    Caballo ha dicho seor!

    Necio!replic el ancianoHe dicho

    Caravaggio, quien fue un hombre que vivi hace

    muchos aos, quien para nuestra fortuna, nos premi

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    con obras como esta que estas apreciando, las cuales

    afortunadamente las pocas o la pillera no han logrado

    arrebatarnos.

    Usted lo conoci seor Coleman?indag

    curioso el chico.

    Yaya, basta de preguntas necias, cambia el

    canal, que es hora de las noticiasdijo el hombre.

    Un palmario silencio, interrumpido solo por la

    voz del presentador de noticias en la televisin inund

    el recinto, mientras el inquieto pequeo luego deincorporarse, caminaba de un lado para otro ante la

    indiferencia de Coleman. Observaba con curiosidad las

    arcaicas reliquias amontonadas por el anciano, hasta

    llegar al lugar coronado por aquella pintura, motivadora

    de su mayor fisgoneo.Enclavado sobre el estante de madera,

    enriquecido con libros amarillentos donde al instante

    inquiri imprudente, encontrando algo que provoc en

    l, como era de esperar, una nueva indagacin. Se

    trataba de un antiguo lbum con fotografas a blanco y

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    negro, que tenan ms el aspecto de dibujos borrosos,

    dismiles de las luminosas y vitales imgenes que aquel

    conoca, captadas por las modernas cmaras digitales.

    Mirando extraado aquellos vagos retratos, el

    nio gir para cuestionar Son fotografas esto seor?,

    pero al hacerlo se percat que el prolongado silencio

    del viejo, haba sido ocasionado por el apaciguamiento

    de los aos, que hace a las personas de avanzada edad

    dormitar en cualquier momento y ocasin.

    Tantos crudos inviernos haban golpeado lacabeza de aquel hombre, hasta congelar su existencia

    en un postrer indefinido, y leves sobresaltos

    temblorosos intentaban regresarlo de aquel mundo de

    alucinaciones, que eran sus sueos.

    Su mente lo llev en un viaje por los mltiplesaccidentes de su existencia, entretanto, el pequeo

    curioseaba por cada rincn de la casa. Al instante daba

    vuelta a los canales de televisin, luego se entretena

    con algn objeto que hallaba sobre la biblioteca o

    tambin soplando por sobre el blanco cabello de

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    Coleman, quien sacuda, ante el acto del bromista, las

    orejas graciosamente. Finalmente, se entretuvo de

    nuevo con el lbum fotogrfico, repleto de majestuosas

    imgenes de personas que parecan estar ataviadas con

    alguna suerte de disfraces. Entonces, no soport ms el

    obligado silencio y camin hasta la silla donde

    descansaba el ancianoSeor Coleman!... Seor

    Coleman!...prorrumpiobrando que este despertara

    con sobresalto.

    Qu?...que ocurre?Seor, ha dormido largo rato, despierte para

    que hablemos!requiri en aquel momento el pequeo.

    No te ha enseado tu progenitora muchacho, a

    no interrumpir el sagrado sueo ajeno!refunfu el

    viejoQu quieres?Seor Estas personas quienes son?pregunt,

    enseando a Coleman las fotografas, buscando

    apaciguar su novel curiosidadacaso son sus

    familiares?

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    Por Dios todopoderoso nio! A que viene

    tanta pregunta sobre mi familiadijo en tono enrgico

    Colemanve y devuelve esto al mismo lugar, del cual

    lo tomaste!

    Es que seorque hay de malo en responder

    mi pregunta?

    Mira, pequeohay asuntos del mundo, de la

    vida; que t no alcanzaras a comprenderrespondi el

    hombredebes aprender a respetar las decisiones de las

    personas adultas.Las razones aducidas, patentemente no habran

    resultado suficientes para detener aquella indagacin,

    pero justo en ese momento dos golpes secos en la

    puerta, anunciaron la llegada de un visitante.

    Vamosvamos, aprate muchacho, miremos

    quien llamadijo el anciano, aligerando el peso de su

    cansado cuerpo sobre el hombro del nio. Al abrir el

    portn pudieron percatarse que se trataba de la madre

    de aquel, quien pasaba un poco ms temprano de lo

    acordado a recogerle.

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    El pequeo se arroj cariosamente hacia el

    cuerpo de la mujer, quien indag de inmediatoCmo

    se comport el nio, seor Coleman?

    Biendama, muy bien

    No tengo como pagarle su desinteresada

    amabilidad. Dios sabr recompensarle su bondad, le

    pido permiso para retirarme

    Siga seorarespondi, y continu con una

    frase inusual en l, tcitamente un hombre antiptico

    cuando quiera puede dejar que el nio venga, acorretear un rato por la casa.

    Gracias de nuevo seor, permisoconcluy la

    seora, sealando el camino de partida a su hijo.

    A partir de ese momento, cada cuatro o cinco

    das pasaba el mozuelo la tarde en casa de Coleman,por propia peticin de este; resultaba evidente que al

    anciano le hacia bien compartir un momento con el

    pequeo. Recapacitaba haber estado solo demasiados

    veranos, no obstante, a su edad y merced de su espinoso

    carcter, difcilmente encontrara una mujer con la cual

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    compartir sus ltimas horas. De ello no le caba duda,

    por eso el pequeo al igual que la madre, a la postre se

    iban cristianizando en su apadrinada familia.

    Una tarde cuando el pequeo, ahora casi

    adolescente, jugueteaba con sus libros o se distraa con

    el lbum de fotografas; el viejo Coleman, al verlo se

    detuvo a cavilar sobre lo propicio del momento, para

    anunciar aquello de lo cual estaba seguro, era esto, que

    madre e hijo deban trasladarse a vivir en aquella casa

    junto a l. Reservando as el gasto de la renta, de lamisma forma garantizndose un techo prolijo sin

    privacin de ninguna clase.

    Se cumpli de esa forma la voluntad del viejo.

    En poco menos de un mes madre e hijo, ya se

    encontraban instalados para residir como una familia,en la otrora solitaria vivienda.

    Despus de aquel da Coleman, junto a su

    lozano amigo, se sentaron numerosas tardes en el saln

    principal; compartiendo historias tan distantes las unas

    de las otras, venidas de la mente de dos generaciones

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    con la cual el mozalbete soara tantas noches, como

    una amante que se evoca an sin conocerse.

    Como era habitual, una maana el anciano le

    pidi al muchacho que le acompaara a la misa matinal.

    Claro seor Colemanasinti este.

    Cuantos aos mi buen amigo!reflexion el

    viejo, y mirndolo con gesto compasivo le dijo: gracias.

    El Joven no elucid del todo, el por qu? de

    aquel reconocimiento, mas asumi que aquel

    simplemente agradeca su incondicional compaa.Empero, las palabras de Coleman, reflejaban la

    gratitud ante un acto manifiestamente benvolo,

    lcitamente comprendiendo que aquel que ahora segua

    sus lentos pasos; le haba logrado la coyuntura de una

    final cita con el creador supremo, al escrutar con suinocencia, el ltimo hilo de luz que ahorraba su

    apesadumbrado nimo.

    Al cruzar el portn tropezaron de frente con un

    pomposo cortejo matrimonial, altisonante con los

    bramidos de la madre, los cuales hicieron rumiar a

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    Coleman, quien elev la mirada reparando la escena

    que se desarrollaba. Se revesta esta de solemnidad,

    sobre los bamboleos que facilitaba una calle corolario

    del levantamiento asfaltico, generado por el peso de

    camiones de carga; quienes se haban apoderado de la

    ruta, transgrediendo decretos municipales que lo

    prohiban explcitamente. Mas en un gobierno de leyes

    violadas, los ciudadanos terminan por justificar tales

    bribonadas, lo cual, no era distinto en el apacible lugar

    que habitaban estos entraables amigos.Nunca consegu discernir el por qu? del

    sollozo de las madres, durante el casamiento de sus

    hijasexclam el viejo

    HmmmReplic el joven sin saber, que

    manifestar ante tal reflexin; pues tampoco lcomprenda el motivo de tanto alarido tratndose de

    una alegre celebracin. Quiz, esto revelase que las

    madres en el fondo de su ser, ansan que sus hijas sean

    un da flores marchitas que adornen el jardn de sus

    finales primaveras o simplemente, su afliccin denota

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    que su propia experiencia en los caminos de la vida

    conyugal, no ha sido placentera.

    De cualquier forma ya dejados atrs por el

    desfile, continuaron sin ms reflexin su camino rumbo

    a la iglesia, estos dos cofrades. As se repiti este

    periplo cada vez durante mltiples jornadas, en que su

    andar se dibuj sobre las calles que conducan hacia el

    templo.

    A medida que el joven alcanzaba el esplendor

    de la adolescencia, su inseparable amigo se tornabamemorablemente senil. Para entonces protegidos por la

    barricada de sueos enaltecidos entre muros de

    concreto, vivan como una familia. Y como diminutos

    copos de nieve, las memorias de aquellos recientemente

    allegados, adornaban los rincones de la casa; ejemplode ello, eran las canicas de la niez que ahora se

    avisaban en un rincn de la gloriosa biblioteca,

    atiborrada por la hueste de libros. Con beneplcito el

    anciano engatusaba a madre e hijo, con aejas historias

    que gastaban la tarde al aroma del caf. Ahora el joven,

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    previamente un prvulo, sola distraerse mirando a

    travs del filtro traslcido del ventanal, el acompasado

    caminar de las mancebas, acicaladas con coloridos

    atuendos, engalanados por el danzar cadencioso del

    torbellino de sus femneas caderas.

    La urbe sencilla se transformaba con el sol del

    medioda, cubierta por el inmoderado semblante de un

    ente radical, afectado por el peso de una patria en

    ruinas.

    Fue Coleman, la madera que sirvi para tallarlos anhelos y expectativas de un espritu indomable; el

    escultor silencioso que con cada frase buscaba un

    nuevo pulimento, sobre el nimo de aquel quien abra

    sus ojos al mundo. Una bsqueda que era la suya propia

    la cual sus aos impedan, debi acaso conseguir unnuevo vehculo sobre el cual rodar su propio ser. El

    viejo era el joven, a su vez el joven se haba hecho

    viejo, no por que su piel denotara declive alguno, sino

    por cargar ahora, en su propia valija de sueos un

    infinito de imgenes y recuerdos; puestos ah por un

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    insigne manipulador al que por supuesto, deba el

    galardn de haberle regalado sus ltimos das, mas all

    de eso sus propios bienes.

    Finalmente, con las buenas maneras que haban

    resultado tan habituales en l, Coleman, intuyendo la

    cercana de la hora postrera demand la presencia de

    ambos, madre e hijo. Ya reunidos en el lecho de

    muerte, con su concedida y adoptada estirpe, el anciano

    anunci lo inevitableaquello que los jvenes ignoran

    por completo, mas los longevos conocen a cienciacierta, sobre lo cual, parecen calcular incluso minutos,

    todava segundos: su propia partida.

    El momento final haba llegado, como toda

    criatura de Dios, deba ahora rendir cuentas a su

    creador y perfecto juez de la humanidad.Ante la mirada compungida de aquellos, el anciano

    tomando a cada uno de la mano anunci:

    Es todo para m, el seor me ha bendecido aun

    sin ser merecedor de su infinita nobleza con aos de

    ms, con una familia benvola y comprensiva, la cual

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    ha adornado el trayecto final de mi largo camino.

    Dirigindose al joven exclam T, has sido mi gran

    amigo! Paciente, tolerante, siguiendo mis cansados

    pasos, atendiendo el trasegar de mis recuerdos, siempre

    atento; fuiste un buen nio como sers tambin un gran

    hombre; solo recuerda no atropellar jams a tu igual,

    aun si eso detiene tu raudo avance, pues los hombres

    pueden dejar de juzgar pero es la propia mente, nuestro

    justo inquisidor

    Luego, mirando a la afligida mujer, le recordsu importancia en aquella narrativaUsted, mi buena

    dama! ha sido la hija que hubiese querido conocer,

    para quien mi hombro vacio estuviera siempre

    disponible; cuida de tu hijo, as como l velar siempre

    por tiDespus de estas palabras, con inexcusable

    cansancio en la voz, y esgrimiendo el ltimo aliento

    que subyaca en su ser, concluy anunciando:

    Estas, mis humildes pertenencias son desde

    hoy las suyas; confo sabrn valorar el significado

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    particular, que tienen los objetos apilados aqu durante

    largos aos. Un joven abogado, ha sido confiado para

    realizar los trmites respectivos que dispone la

    ordenanza

    No result sencillo para el viejo morir, pues

    aquellos bordeando su cama, pretendan interrumpir su

    particular discurso; acaso ensayando que aquel olvidara

    a la huesuda mandadera, quien hace rato esperaba a los

    pies de su lecho y no permitira que el vejete, se tomara

    ms tiempo del convenido. Con pertinacia, as lohacan, pero una y otra vez el anciano les rea

    retomando la disertacin.

    Al momento su voz se fue apagando lentamente

    y sus ojos se cerraron por siempre, mientras sus dbiles

    manos empuadas con las de aquellos, a quienes habaamado sin ser su familia, se abatan suavemente. El

    viejo Coleman, haba muerto.

    Durante largo rato permanecieron de pie junto al

    lecho, en silencio. Habran apreciado or al viejo decir

    mucho ms, aun si se tratara de incoherencias privadas

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    de cualquier lineamiento lgico; pues para ellos, su

    merito trascenda mas all, de lo que l mismo hubiera

    imaginado.

    Finalmente, desgajando el mutismo,

    consintiendo que sus ojos se tornaran cristalinos por el

    llanto, dijo la madre:

    Fue un hombre muy valioso

    Sin dudaasent el joven, con la afona

    causada por la perplejidad del suceso, con un nudo en

    la garganta que no le consinti una silaba ms.Luego de algunas oraciones, dispusieron madre

    e hijo requerir a la correspondiente autoridad, para las

    diligencias de rigor, realizar los trmites para la

    ceremonia fnebre, convocar vecinos, amigos; en

    contexto general todo preparativo acorde a lascircunstancias.

    Una vez cumplidas las formalidades pertinentes,

    estando ya en el velatorio; con afliccin y el corazn

    contrito observ el joven como dentro del sarcfago

    bruido, tan solo asomaba la funda de piel rgida

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    tornasolada de amarillento, de quien antes fuera su

    octogenario compaero.

    Cun rpido haba transcurrido el tiempo!

    Pens mientras le acariciaba la mano con ese

    obstinado cario, que se brinda a los ms leales amigos.

    A que hora lo entierran?pregunt una

    vecina.

    No srespondi con despiste, con el apego

    natural de quien no se resigna a perder un ser querido;

    olvidando que aquella respuesta recaa solamente sobrel y su seora madre, pues el viejo no tena ms familia

    que ellos.

    Es una lastima que se haya ido un buen hombre, tan

    respetuoso, ciertamente cordial, murmuraban algunos.

    Entretanto, en una esquina las beatas rezaban el rosario.Gracias a Dios, que el Seor Coleman, vivi

    con tranquilidad sus ltimos das le dijo al joven una

    seora que se aproximaba. Adems, resulta una

    extraeza que alguien logre tantos aos en estas pocas.

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    Gir su cabeza hundida sobre la almohada,

    escurrindose lentamente fuera de la cama; al

    levantarse record que el viejo estaba muerto. Con

    pesadez se incorpor, luego avanz por el inmutable

    corredor hasta el lavabo, donde dej que la molesta

    sensacin del agua glida cayera durante varios

    minutos sobre su rostro.

    Encendi la luz de la sala y la refulgente

    lmpara le encandil la mirada, seguido se dirigi en

    direccin al dormitorio donde descansaba su seoramadre, cubrindole el desabrigado cuerpo con la cobija

    gris de gruesa lana. Despus de preparase el desayuno,

    resolvi transitar las memorias adheridas a la que ahora

    era su casa, al detenerse frente a la biblioteca percibi

    de nuevo, el aroma del caf que preparaba el anciano ysinti una intensa nostalgia.

    Se dej caer sobre el viejo silln, frente a la

    pintura de Caravaggio, apostada sobre la biblioteca;

    record la primera vez que la haba visto, segua igual,

    inalterable tantos aos, aquella se perpetuaba

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    desafiando los siglos como si fueran horas, tornando

    perenne a su creador, tal vez sin pretenderlo. Mostrando

    la lucha constante que con abatimiento acusamos todos

    los seres, la disputa del santo contra el demonio,

    adornada de un trascendentalismo que solo un genio

    como el de aquel pintor podra haber logrado; poda

    verla, sentirla casi cobrando vida, hacer eso lo distraa,

    lo llevaba a un viaje por parajes imaginarios.

    En cuanto a l concerna, consideraba que nada

    de eso era suyo, simplemente se vea a si mismo comoel guardin de los objetos de su viejo amigo.

    Fue entonces, cuando devorando con su vista

    cada rincn de aquella vetusta fortaleza, distingui

    entre las hendiduras de uno de los libros, un sobre

    blanco demasiado relumbrante como para haber sidodejado en ese lugar meses o aos antes. Aproximndose

    lo asi, para darse cuenta que se trataba de una carta de

    Coleman, sin fechar, carente de introduccin alguna

    pero evidentemente dirigida a l.

    Mi apreciado amigo:

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    Siempre manifestaste curiosidad, por conocer

    aquellos apartes de mi vida que jams tuve el valor de

    narrarte; tal vez por temor, culpa o porque solo viendo

    con tus propios ojos podras entender, no lo s,

    concluir que la vida es demasiado compleja para ser

    narrada, mas para ser vivida. En efecto, conociste gran

    parte de los aspectos bsicos de mi sencilla existencia,

    pero aun el ms humilde de los seres guarda para si, la

    carga que le corresponde llevar.

    As, con todo mi abatimiento, presagiandocercano el momento de mi partida, intentar darte el

    impulso para encontrar lo que buscas; entenderme y

    entender el mundo.

    Convendr referir en forma breve lo que fue mi

    vida, antes de conocerte a ti y a tu madre. Nac muchasdcadas antes en esa Europa, con la que t sueas,

    singularmente cuando la desconoces por completo. Fui

    el menor de tres hermanos, uno de los cuales muri

    contando tan solo cinco aos a causa de neumona, el

    otro tambin fallecido, durante la segunda guerra

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    mundial; sobre la cual ya habrs ledo. De mi padre no

    conoc nada, solo s que se trataba de un ebrio quien

    nos abandon al momento de mi nacimiento. Fue de

    esta suerte, como me convert durante varios aos en el

    sostn para mi madre, con la cual vivimos una

    existencia de sobresaltos y persecuciones.

    Hasta aqu asumo estars bastante sorprendido,

    te digo, encontraras ms. Para mi fortuna ahora eres un

    hombre quien puede entender muchas cosas, que antes

    no habras comprendido.La lbrega doctrina poltica y social parida aos

    atrs, consigui su maysculo hervor en los aos

    treinta. Como un relmpago, se propag sobre nuestra

    amada tierra; bullendo sobre el caldo de cultivo de las

    crisis que fatigaban a Europa. El descredito de losgobernantes, dio nacimiento a efervescencias

    nacionalistas; bajo la excusa de la reivindicacin

    proletaria, floreciendo nuevos lideres que solo se

    revelaron para recaer sobre la naciente dificultad.

    Erigiendo el monopolio que llev a la hinchazn de la

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    fractura econmica, que agobiaba a los menos

    favorecidos: los despidos, violencia y pobreza que

    haba ocasionado la primera guerra mundial. No

    tardaron los propios miserables en ser los primeros, en

    la lnea de defensa de posturas extremas e

    inentendibles, concebidas bajo el manto oculto de

    intereses superiores aliados con la egolatra de sus

    regentes.

    Era fcil inducir para ese momento que quien

    lograra asestar el primer golpe, lograra someter al otro;lo dems por otra parte, podrs encontrarlo en cualquier

    libro de historia, sabiendo que se trata de una

    vergonzosa poca de la humanidad. Sin embargo, por

    paradjico que resulte, hoy encontrars ms de lo

    mismo en cada sociedad de las que se dicen llamarmodernas.

    La gran guerra estall siendo el ao 1939, a

    partir de ese otoo, mandato tras mandato los derechos

    esenciales fueron vulnerados. Toda libertad fue

    coartada de alguna manera, hasta los nios fueron

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    marginados, su inocencia se perdi entre el hedor a

    muerte, a execrables abusos. Los alimentos escaseaban,

    a la par que las ordenanzas establecan prohibiciones

    para muchos ciudadanos de asistir a mltiples lugares

    pblicos. Algunos se sometan por que eran los

    mandatos, la mayora lo hacamos simplemente por

    temor; temor de salir a las calles, de saludar a nuestros

    vecinos o acudir a los mercados. Aprendimos a vivir

    con aprensin de ir al colegio, de visitar parientes; tan

    siquiera cruzar el quicio de la puerta de la casageneraba temor.

    Durante tan sombros aos, incluso, visitar la

    iglesia para buscar el sosiego en la palabra de nuestro

    seor, resultaba tortuoso; simplemente el hecho de vivir

    se torn en una prohibicin.En un breve lapso durante el cual ostent el

    poder una burguesa mediana, irrumpi en las urbes

    una pestilencia, que lograba partirle el alma al

    semejante, tanto como al naciente que an no vea la

    luz del sol.

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    De pronto los caminos envenenaban; la

    enfermedad asolaba, la muerte regocijada se solapaba

    en cada rincn, mientras los fatuos dirigentes sobre sus

    graderas de oro, contagiaban la inocencia de los

    menesterosos; aprovechando su evidente necesidad.

    Los fogones oxidados y vacios, se adornaban con

    alguna verdura fermentada acompaada de un trozo de

    manteca. Las moradas sin ventana, dejaban filtrar hasta

    los aposentos peripuestos con camas cubiertas por

    fundas sebosas, el agudo y espantoso aroma apestilencia.

    Los otrora vecinos deambulaban como

    espectros, insinuando sobre los esculidos pellejos los

    huesos punzantes; afuera reposado sobre los andenes,

    poda verse el dantesco espectculo de la peorcarnicera: la sangre cuajada de nuestros semejantes

    corrompindose en su propia secrecin, con el atavo

    msero de su desnudez; los orificios vicindose de

    insectos, los colmillos amarillentos mostrando una final

    mueca de dolor, que simulaba una satrica sonrisa, al

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    sur de los parpados adheridos por el soplo de la muerte

    sobre los cuerpos.

    Los nios a fuerza se hicieron hombres, ya no

    eran frescos, sino que su ser se perverta entre las

    corrientes de cuerpos que huan sin rumbo.

    Entretanto, los mandatarios trasmitan su inoficioso

    discurso en las plazas, en las iglesias y en cada rincn

    donde la corrupcin exhalaba por igual; bajo las frases

    de esos grandes lderes. As, la hermosa Europa, se

    tea con un manto de oscuridad que el arrojo de susnaturales y de algunos otros venidos de afuera con

    voluntad de aliados, procuraba en pro de la humanidad

    desvanecer, dando fin para siempre a ese pavoroso

    leviatn.

    Sometidos a toda suerte de arbitrariedades, sinun padre que protegiera nuestra casa; mis familiares y

    yo debimos padecer toda suerte de penurias para

    subsistir. Una madrugada escuch a mi madre llorar

    angustiada, al levantarme me dirig de inmediato al

    lugar del cual provenan sus sollozos, la hall con su

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    mano aferrada a la foto del pequeo hermano fallecido.

    Entretanto, con la otra sostena un cuchillo el cual dej

    caer al verme, aproximndose para ofrecerme un abrazo

    entre conmovedores lamentos. Contaba yo tan solo

    once aos por esa poca, pero entenda perfectamente

    cuanto sufra esa pobre mujer, quien era mi progenitora.

    Transcurra el ao 1944. Toda Europa, se

    encontraba conmocionada aunque manifiestamente se

    avecinaba el fin de aquella espantosa y sanguinaria

    lucha, mas no as el colofn de las calamidades para susagobiados habitantes. Fue esta una poca de gran

    tribulacin; primero vino la guerra, luego la asechanza

    contra todo aquel que promulgara ideas contrarias. As,

    se alleg la miseria y de una u otra forma todos

    terminamos inmersos en ella.La conflagracin surgi innegable, determinada,

    repleta de smbolos, marchando altiva en su sidecar de

    muerte, desde el inicio del conflicto. Exhibiendo

    burlona los sacos de difuntos, apilados como arena en

    los ribetes de las edificaciones oficiales.

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    Ms all, en la lejana, improvisados resguardos

    en las quintas religiosas de las inmediaciones de cada

    ciudad, albergaban a mutilados y hambrientos.

    Entretanto, las calles se empapelaban de anuncios

    propagandistas, relativos a la hipocresa de las

    disposiciones de seguridad, como simples excusas de

    mentes insanas sedientas de poder.

    La guerra asol empresas, familias, calles,

    sueos, ciudades enteras; mas una vez finalizada,

    continu la lucha de los menos favorecidos contra losmagnos imperios de la manipulacin: industrias con

    espritu esclavista y gobiernos que propendan el poder

    militar sobre cualquier cuestin social.

    Los millones que sucumbieron durante esa

    poca desventurada de la humanidad, descansabanahora del horror que padecan sus familiares vivos;

    quienes oficializados los acuerdos de paz,

    contradictoriamente continuaban a la deriva, corriendo

    sin rumbo e intentando sobrevivir.

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    Incluso, los auxilios acordados por medio de

    legislaciones establecidas en los ayuntamientos de los

    magnos aliados, las cuales establecan el beneficio de

    enormes cuantas de dinero a disposicin de prstamo;

    con la finalidad de dar oxigeno a industria, bancos,

    gobiernos. Como tambin, contribuir con la

    recuperacin de nuestras naciones, favorecieron todava

    ms el naufragio de la ya lastimada situacin de los

    menesterosos, se hizo evidente con el tiempo, que

    aquella pilastra ofrecida por algunas naciones, no eradel todo desinteresada. Y finalmente, sobre el lomo

    calloso de los proletarios termin por constituirse, mi

    apreciado amigo, la Europa, prospera de grandes

    oportunidades que habrs apreciado alguna vez a

    travs de la televisin. No por eso refutar el hecho queas haya acontecido; pues en ocasiones es deber tocar el

    ms oscuro fondo antes de apreciar el brillo del

    amanecer. Gracias a esa realidad hoy nuestra prole

    puede recorrer una heredad merecida, reconociendo con

    respeto el acto altruista de su pasada progenie.

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    Fue as, que cansados de todo, ante la muerte

    del mayor de mis hermanos y la golpeada salud de mi

    madre, decidimos exiliarnos en un nuevo continente

    que la guerra no haba tocado; una tierra virgen, libre

    del horror que cargbamos en nuestras mentes, era lo

    sensato, estuvimos de acuerdo los dos. Dejaramos atrs

    todo aquello para comenzar una nueva vida; a mi modo

    de ver, era esa, la providencia ms adecuada.

    No obstante, nada pudo estar ms alejado de la

    realidad en aquel pas de hermosa geografa y climabondadoso, pues el rostro burln del destino, mostr los

    colmillos afiliados de otra terrible estratagema blica,

    con razones en apariencia dismiles; a la usanza con un

    trasfondo idntico, ya que las guerras sean pequeas o

    colosales son solo eso, por tanto, no debe otorgrselestitulo diferente.

    Transcurrido poco tiempo de haber arribado a estos

    dominios, prisioneros de asombro, lacerados por el

    espanto, debimos asentir que si bien nuestras pisadas

    dejaban huella sobre una tierra distinta, esta solamente

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    lo era en su color y textura; porque yaca enferma de

    similar conflicto.

    Y cuando no se tiene razn de decisin sobre el

    orden social de un pas, debe uno someterse a la

    realidad que le otorgan. Perceptiblemente mi carcter

    era benvolo a pesar de mi precaria niez, como las

    razones violentas que me empujaban a este nuevo

    escenario.

    Corra el ao 1948 tan solo meses antes nos

    habamos alojado con mi madre en una morada,conocida popularmente por el denominativo de

    inquilinato, en la cual, habitaban varias almas humildes

    que conformaban distintas familias. Solo nos

    acompaaba nuestros ropajes, el anhelo de iniciar una

    nueva vida y el cuadro que reposa en la pared sobre labiblioteca, aquel que tanta fascinacin te causara, el

    cual por cierto, debo decirte es recomendable estimes

    sobremanera; tratndose de un original del pintor

    italiano como dijiste alguna vez, sino

    Caravaggio, cuyo valor econmico es altamente

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    estimable, mas te aseguro su carcter artstico es

    incalculable.

    Cmo lo obtuve te preguntaras? har un breve

    parntesis para narrarte esa historia:

    Siendo yo un nio, sin contar patentemente con

    los recursos cambiarios para adquirir tamaa obra. Te

    dir que esta es una historia bastante impensada; mas te

    pido no dejes volar tu imaginacin asimilando asuntos

    que no corresponden. La verdad es que lo obtuve de un

    necio, siendo yo aquel pequeo que te he descrito, alcual gan una apuesta en una cantina; por supuesto, en

    aquella poca la palabra de un hombre era respetable,

    incluso, estas apuestas adquiran una derivacin casi

    sagrada. Hoy estoy convencido, inclusive, que el pobre

    inocente nunca supo lo que haba escapado con tantafacilidad, como agua fluyendo de sus manos.

    Hecha esta salvedad, proseguir con mi relato.

    Estando ya en esta nueva tierra, all por el ao

    1948, aconteci el aterrador crimen de un lder popular,

    postulante al poder de la nacin. Lo cual desat un

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    feroz enfrentamiento, cuya secuela dej varios cientos

    de miles de muertos por todo el territorio. Con esto iras

    concibiendo factiblemente la naturaleza humana,

    tambin razonando que al ver un rostro nuevo debers

    intuir que tras el, siempre existe un algo oculto mas all

    de la probable simpata; esto es, por que la dualidad que

    esconde el hombre dentro su ser, suele tener dos rostros

    opuestos que casi nunca se encuentran, ni mucho

    menos logran celebrar un punto de acuerdo. Sino por el

    contrario, el ser humano siempre se balancea sobre unextremo de la bscula, obrando que en ocasiones su

    conducta linde con lo irracional.

    Fue as, como las represalias de seguidores y

    contrarios del lder arrebatado, llegaron hasta la puerta

    misma del lugar, que para entonces ocupbamos junto ami madre. Sucedi, recuerdo plenamente, una maana

    cuando el grito descarnado de una joven esposa anunci

    la muerte violenta de su dilecto conyugue, ah mismo

    sobre la plazuela ante la vista aterrada de todos.

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    Para ese momento yo, a fuerza de golpes, me

    haba hecho un hombre de corazn spero, ms no por

    eso poco corts; aunque adecuadamente receloso. Tom

    a mi madre de la mano conducindola hacia la

    habitacin, mientras, ella me observaba con sus ojos

    tristes cristalizados por el llanto, buscando una

    respuesta a tamaa irona; sintindose tocada una vez

    mas, por el fantasma de aquella guerra que tanto la

    haba daado, en tanto yo, intentaba sosegarla

    acariciando su enmaraado pelo. Aquella tarde de piejunto a ella jur ante mi Dios, que nadie la lastimara de

    nuevo

    Observ el joven con consternacin la

    descripcin de aquellos detalles, devorando cada lnea,

    a tal punto que su propia imaginacin lo traslad haciauna realidad que no conoca; de la cual haba sido hasta

    ese instante un observador indiferente. Recre en sus

    pensamientos las imgenes de nios, mujeres y

    ancianos; concluyendo que la guerra era un monstruo

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    insensible, al cual era deber afrontar ha riesgo de

    terminar siendo parte de l.

    Afligido levant la mirada sobre el dintel del

    ennegrecido estante abarrotado de libros, encontrando

    en las figuras que se representaban en aquella pintura

    de Caravaggio, la imagen misma del anciano luchando

    contra la adversidad. Sinti compasin mezclada con

    extraeza y guardando la carta en el bolsillo de su

    camisa, abandon la casa. Reflexion que aquel viejo,

    no tena sueo diferente de dar tiempo al tiempo,porque hace mucho que lo haba vivido todo; por eso

    sus ltimos aos no eran otra cosa, que el espacio

    simple de las escasas formas de una ciudad, que lo

    hera mucho menos que sus propios recuerdos.

    La prisin emocional hacia la cual le conducanlas lneas que escapaban del papel, elev el velo cuando

    su alma advirti que podra alzarse, en contra de aquel

    precepto de horror que la humanidad estableca y en el

    recinto de sus sueos dar cabida a una esperanza nueva.

    La sombra que se alargaba ahora posea brillo propio,

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    sobrellevando el trance sofocante de sus propias dudas.

    Ese da el muchacho habra de atravesar con cierta

    sazn de letargo, un camino desconocido que lo llevara

    en un viaje por la mente del anciano, ahora, en buena

    medida la suya propia. Le result imposible cerrar la

    puerta tras de l, regresando de inmediato en busca del

    rancio silln, desarrugando la carta para continuar la

    lectura.

    Los miserables de aquella cruel poca

    sanguinaria, siguen siendo iguales a los miserables dehoy; viviendo tan campantes como si nada hubiera

    ocurrido. De esa forma los dueos de la tierra y los

    grandes capitales, concibieron ladinamente que pactar

    la matanza entre esos mismos, les ganara no solo el

    favor del pueblo, sino, tambin unas cuantas monedas.En mi abatimiento juzgu, que solo quien ha conocido

    un antecedente puede ver con claridad lo que ocurre; al

    instante intu que la guerra no tiene colores ni ideales,

    meramente es la misma en cualquier lugar del mundo.

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    De esa forma, mientras los campesinos se

    cortaban el cuello entre ellos, los seores dueos de la

    riqueza se apropiaban de sus terrenos, sus hijas, sus

    cultivos; haciendo sabio uso de la ignorancia de

    aquellos, alimentando su heredad con el sudor y el

    sufrimiento de un pueblo ingenuo. Una vez ms frente a

    m, como si se tratara del plagio de una obra, estaba la

    misma guerra, lo nico que haba cambiado era el

    nombre del territorio.

    La adversidad termin por socavar el nimo y lasalud de mi madre, arrebatndola de mi lado tan solo un

    par de aos despus. Una maana el viento se llev su

    alma, con un aroma de caf que inund el humilde

    cuarto, gracias a Dios, muri tranquila, de modo que yo

    estuve conforme.Poco despus conoc a la ms hermosa doncella, quien

    puso en marcha la silenciosa frecuencia de mis

    sentimientos durante una larga temporada, ocultos en

    un vacio y profundo rincn de m ser. Al verla mi

    corazn clam un suspiro cuando su mirada se encontr

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    con la ma, supe de inmediato que seria la duea de mis

    noches.

    Luego de saludar, se despidi alejndose en

    direccin a su desvencijado cuarto de inquilinato, haba

    estado frente a mi todo el tiempo; sin embargo, mi

    propia soledad no me haba permitido verla hasta ese

    instante, en el cual impulsado tal vez por el miedo al

    retraimiento, que traa consigo la ausencia de mi madre;

    buscaba refugio en aquellos ojos nostlgicos.

    As, empec a frecuentarla. Era una jovensolitaria agredida al igual que muchos por la violencia,

    sin padres ni hermanos; la cual viva en medio de una

    acrecentada pobreza. No tard en caer en mis brazos, y

    si bien, dediqu algunos das a ella, fue mi error, mi

    crimen poco despus dejarla sola afrontando con sufragilidad, la dureza de una existencia de privaciones;

    con la soledad comindole las entraas, poco o nada le

    di a pesar de merecerlo todo. Ella quera un hogar que

    yo no saba brindarle, a la sazn del abandono, una vez

    ms estaba desierta; se quedaba cada noche esperando

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    paciente mi regreso sentada en la escalera, mirando en

    silencio las estrellas, anhelando la libertad de aquellos

    faroles sobre el cielo. Permaneci demasiadas

    estaciones sin un hombre a su lado para protegerla; solo

    hasta despus de su prematura partida, supe que mi

    semilla germinaba en su vientre; era tarde para ambos,

    el descenso de su cuerpo hacia el sarcfago, solo me

    dej por despedida la culpa y el delirio que me

    desviaron de lo que debi haber sido mi vida,

    rodendome de muerte.Desde aquel transigido escarmiento, el amor

    solo lo hall en bares, en rancias cantinasla doncella

    haba partido de mi vida concediendo el nico legado

    que mi existencia mereca: el ms profundo olvido, y

    del fruto de sus entraas, tan solo el recuerdoimaginario de lo que pudo haber sido.

    El alcohol jams logr ahogar mis penas,

    tampoco mis culpas; victima de un voluntario destierro

    recorr lugares que preferira olvidar, sin ningn dejo de

    moral ni vergenza.

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    Consentida la signada carga, el inmediato futuro

    no trazaba visible alivio para esta golpeada nacin, era

    un enfermo sin mejora hundindose en el abismo de la

    justicia por mano propia; de la corrupcin como forma

    de vida, de la intolerancia y la indiferencia ante el

    drama de las victimas, del manido discurso de la guerra

    resonando como justificacin absoluta, enajenando la

    mente de los jvenes. Esa es mi vergenza, por ello te

    pido perdn, porque tambin yo contribu a edificar

    aquel horror.Con la soltura que suelen andarse los polticos,

    corrieron los das postreros bajo los amparos de leyes

    por ellos concebidas; se afinaba poco a poco el

    conjunto de horrores que tea de rojo las calles de los

    pueblos. Mientras las seoras burguesas cnyuges decorruptos, caminaban refinadas con sus disfraces de

    damas ejemplares, llevando de la mano nios

    desaliados victimas inocentes de sus propios

    consortes.

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    Se departa en las cafeteras sobre asuntos de

    una guerra perdurable, en medio de conversaciones

    frvolas que cubran con su membrana falsa la evidente

    crisis, era una sociedad partida en dos incapaz de

    mirarse a la cara, intentando ignorar sus pavores.

    En esos abriles de mi vida era yo, una persona

    desacorde con lo que aconteca; un joven propugnando

    una sentencia dismil, puesto que ya conoca los

    horrores que encauzan la beligerancia, la forma como

    sus largas extremidades terminan por tocar, asimismo, aesos burgueses que la promueven; quienes tercamente

    como piezas de un artefacto social la atesoran,

    infaustamente, tambin yo termin haciendo uso de ella

    como servidor de sus intereses.

    Durante un par de aos me ment a mi mismosobre el noble carcter de esa lucha, escudriando un

    enemigo inexistente, sobre casi todas las cosas,

    meramente como medida de previsin.

    A pesar de ello, empez a emanar a medida que

    trepaba aquel trazado de muerte, los restos que

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    quedaban de mi propia conciencia. De modo que decid

    dar un nuevo giro a mi vida y como compensacin final

    a los favores que ofrend a un grupo de leguleyos,

    conclu trabajando en uno de los ms altos edificios

    gubernamentales. Irnicamente, mis actos en lugar de

    ser castigados me haban llevado hasta ese lugar frente

    a una taquilla de servicios, ubicada en el extremo de

    una fila de ocho, en la cual pas la mitad de mi vida.

    La casa que hoy es tuya, fue la herencia del

    tiempo servido, la aciaga compensacin a mi pecadomortal; cargando en mi mente la vergenza, transcurri

    cada da. Solo al final pude hallar el albor de una lejana

    esperanza para mi alma, el ltimo de acto de contricin,

    obsequio dado por ti y tu santa madre en mi conclusiva

    partida.No pretendo mi buen amigo, con estas palabras

    restar merito ni dar a entender, que aquellos recuerdos

    hermosos de infancia, de los cuales principalmente te

    habl en nuestras tardes de ocio, hayan sido ilusorios;

    simplemente tu amistad me permiti recordar lo valioso

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    de los pequeos instantes de alegra, que salpicaron mi

    atormentada existencia. Tampoco busco en mi narrativa

    el perdn a mis culpas, pues como ambos sabemos, ser

    el magnnimo creador quien a bien tendr considerar

    mi justa penitencia, mas si procuro que entiendas que la

    vida no puede enmendarse con un bosquejo de

    existencia distinta, simplemente es lo que ha sido, y

    solo a ti he revelado gran parte de la ma.

    Se despide t buen amigo Coleman

    Ciertamente, el joven se sinti desconcertadoante tamaa revelacin; inclusive un fucilazo de

    frustracin recorri su ser, sin embargo, concluy que

    la honesta amistad que se haban brindado, era

    suficiente para evitar cuestionar las razones hoy lejanas,

    respecto de la conducta discutible o no de aquel. Comoel mismo anciano lo expresaba en su mensaje: todos

    tenemos nuestro ecunime juez.

    Seria espinoso precisar si aquella carta,

    enseanza final del anciano o a lo mejor las muchas

    tardes junto a Coleman y sus historias,

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    cometido asignado por Dios, como final expiacin a sus

    faltas> influyeron en que forma o medida en el destino

    del joven, en cuyo espritu singular a lo que pudiera

    concluirse, naci una creciente necesidad social en

    lugar de un concluyente rechazo, ante la aberrante

    realidad. Todo esto confluy en posteriores estudios del

    oficio poltico y minsculas batallas ganadas al interior

    de pequeos grupos marginales, de quien pas a ser su

    cabeza visible, su lder, su esperanza.

    Gozaba la existencia de un noble caballero, conuna visin diferente en aquel momento de sus frtiles

    aos. Estaba al corriente de todo lo que ocurra, no solo

    en el claustro universitario, sino tambin afuera, en esas

    calles atiborradas de personas cargando sueos a

    cuestas.Se revelaba como un joven impetuoso, mucho menos

    ensimismado que algunos, recto, provocador, optimista,

    quien proyectaba afianzarse en el arte de la poltica; era

    un estudiante laborioso, sabia que tenia, por lo tanto,

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    todas las posibilidades de lograr su objetivo, lo cual a la

    postre lleg pronto.

    Unas pequeas elecciones locales fueron el

    primero de muchos peldaos que esperaba escalar, y de

    inmediato surgieron ingeniosas ideas con la misma

    velocidad que florecieron contradictores; mas su

    carcter recio le permiti soportar mltiples embates,

    saliendo siempre airoso.

    El tiempo transcurri, entretanto, su brillantez lo

    llevaba a posiciones aun mas privilegiadas. El caminose haba establecido, el joven lder con pequeos pero

    firmes pasos avanzaba en la consecucin de sus

    objetivos.

    Habiendo ganado millas en el terreno poltico,

    contando para el momento con la distincin derepresentar a los miembros de su comunidad, en la

    administracin municipal; sitial desde el cual procuraba

    cumplir a cabalidad su deber ciudadano, impuls ideas

    de progreso para todos. Adems, de ser avizor atento

    del respeto adecuado a las ordenanzas administrativas.

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    Una maana que se encontraba temprano en su

    oficina como era su hbito, lleg hasta sus manos un

    legajo de papeles para la respectiva aprobacin y firma;

    luego de procurar una exhaustiva mirada, hall en estos

    documentos allegados por los distinguidos consocios, el

    evidente compromiso misntropo que suele cargar la

    poltica en todo su hervor. No fue forzoso un releer,

    pues de inmediato, desde aquellos escritos brotaron

    anomalas, entre ellas: el exagerado nmero de

    proletarios convocados en terrenos, incluso, ajenos a suconocimiento o donde su erudicin era insuficiente;

    sumado a esto, plazos que apenas si permitan cumplir

    con el compromiso de la obra. Sobre todo advirti en

    este asunto, la clara inclinacin de varios grupos y su

    conducta afanosa en torno a la firma de la concesin; sepoda observar tambin, estampado sobre las hojas, un

    montn de rubricas innecesarias dentro de los

    formularios, los cuales solo deban haber pasado por un

    par de manos.

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    Estas extravagancias le llevaron en direccin de

    un claro evento de naturaleza punitiva, promovido por

    una fuerza confabulada a quien le tocara sin duda un

    generoso auxilio; notoriamente de esta maraa deban

    formar parte tambin algunos colegas de su propio

    partido poltico. Haba claros sntomas, ms que eso, la

    verdad de la fechora se evidenciaba.

    Tomar el portante no era su estilo, de modo que

    resolvi realizar un estudio independiente, para lo cual,

    debi investigar profusamente; evaluar cifras, cotejarproyectos smiles. Finalmente el resultado arroj cifras

    diametralmente opuestas a las que le haban sido

    presentadas.

    Das despus en el transcurso de una de las

    sesiones, otro bisoo poltico se aproxim a l duranteel receso de la tarde, con un ofrecimiento inesperado.

    Esta usted enterado mi apreciado compaero,

    que en mi comunidad se encuentra actualmente en

    curso, la concesin para la construccin de una

    importante avenida?

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    Claro algn conocimiento tengo de eso

    respondi secamente el joven

    Pues, bien le dir, que a mi parecer nosotros

    como nobles hijos de esta ciudad, obrando en derecho

    como benefactores de nuestra colectividad; por

    supuesto como colegas y compaeros de bandera,

    podramos obtener un beneficio propio de la situacin

    que sin duda convenga a todos.

    Esa no era la primera ocasin, que alguien se acercaba

    con el objeto de lograr una alianza non sancta;traspasando los lmites de la legalidad.

    Qu opinas? pregunt el sujeto enseando

    una copia del documento.

    Debo revisarlo antes para tomar mi decisin

    minti el joven. Sin embargo, emerga una dudacolosal, sobre como manejar la situacin a partir de ese

    momento; sin ganar ms enemigos de los que su

    ineludible rectitud le haba logrado. Esta vez el seor

    Coleman, desde su celestial destierro, no podra

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    tenderle la mano; ahora se trataba de su propia vida,

    con sus particulares decisiones.

    Mas tarde, mientras disfrutaba un caf, dej que

    su fantasa volara sobre los asuntos que ahora le

    desafiaban y el embrollo que se avecinaba tras los

    oscuros entretelones, de la que era ahora su forma de

    ganarse el sustento.

    Habra preferido, a lo mejor, dejar todo de lado

    llevando una existencia sencilla; mas no se trataba

    solamente de l, sino de miles de personas humildesque ahora acertaban en el otrora chiquillo travieso, al

    hombre que podra ensearles un camino distinto al de

    la constante miseria. Record en su desconcierto al

    difunto viejo, pens como aquel habra procedido y

    pareci como si una rfaga de claridad lo iluminarajams vendera su conciencia!

    Sigui bebiendo de la taza de caf con la

    parsimonia, de una dosificacin revitalizadora;

    construyendo la columna vertebral de su proyecto, el

    cual defendera con la conviccin de encontrar adeptos,

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    manifiestamente no dentro de sus propios compaeros

    de partido; sino all en esas agitadas calles donde

    realmente deban crecer los proyectos.

    Una semana despus acudi de nuevo el novicio

    funcionario, que se dirigiera a l das antes llevando

    consigo la idea concertada.

    Compensa la forma del documento con creces

    cualquier agravio, que pueda generarse a la comunidad,

    amigo modijo, ensendole lo que su propia picarda

    haba ideadoaunque me genera dificultad algunosaspectos, a los cuales juntos podramos dar pulimento

    Nuestro joven apart el legajo sin mirarlo tan

    siquiera, reconociendo de reojo la insistencia del otro;

    aunque la ilegalidad no brotara, en aquel huerto de

    palabras cargadas de tecnicismos. No por eso, podaignorar las escabrosas y perspicaces componendas que

    estallaban dentro.

    Aun sabiendo que lo solicitado era mnimo en

    relacin con lo que aquel y todos aquellos esbirros

    polticos ya tenan adelantado, decidi dejar clara su

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    postura; rechazando el ofrecimiento de ser participe en

    tal componenda.

    Y ante una clara advertencia:

    Me dejas at