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Boletín No. 50, marzo 2017

Nombrar las cosas La feria del libro en Bayamo: otra vuelta de tuerca. (Solo un brevísimo acercamiento)

Por: Juventina Soler Palomino Estamos en el año 2017 del tercer

milenio y como cada abril nos

preparamos para la Feria del Libro en

Bayamo que traerá las miniferias por

los demás municipios de la provincia.

En realidad se trata de llevar el

impacto del libro a todos lados

posibles de la geografía granmense,

pero eso es un verdadero vía crucis

porque nos debatimos entre los

objetivos macros que definen a las

ferias como eventos de grandes alcances (social y cultural), además de presupuestos,

objeto social de las diferentes instituciones que intervienen para su desarrollo. Pero

me gustaría hacer mención de un elemento que podría ser definitorio para la

organización del evento de un año para otro. En los diferentes encuentros que se

diseñan, no he escuchado que se leen las evaluaciones de la feria anterior, los

indicadores: impacto de público, opinión sobre la venta de los libros (indico aquí que

no es cuánto se recaudó por la venta de los mismos, que es de lo que se habla),

distribución de las áreas de ventas y espectáculos artísticos, si los espacios diseñados

alcanzan la demanda o no… aquí los puntos suspensivos porque serían muchos más a

tener en cuenta. Llamo la atención sobre la evaluación profunda y multidisciplinaria de

la feria porque estos nos ahorraría el estar diseñando cada año el evento sobre la base

de las ventas de los libros; este indicador mercantil puede decirnos cuánto dinero

ganamos, pero no, si fue una verdadera inversión cultural, que precisamente, se mide

a través de indicadores simbólicos, o sea, los que van a la esencia cultural, para mí esa

es la verdadera inversión.

Pienso en la necesidad que tenemos en apoyarnos en los resultados científicos, solo así

podremos darnos una y otra vuelta de tuerca, no para irnos por el camino más claro,

sino para dar, de un año a otro, vueltas y vueltas y repetir los mismos errores. Trabajar

todos juntos puede ser la palabra de orden, pero trabajar sobre bases sólidas los

diseños de los eventos es una urgencia de palabras y acciones para que los mismos

sean aportaciones reales a la cultura artística y literaria. ¿Este años estaremos de

nuevo en otra vuelta de tuerca? Eso lo diremos cuando finalice la feria del libro de

Bayamo.

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Boletín No. 50, marzo 2017

En el Xerón

Monólogo simple para un Moliére tropical

Por Luis Carlos Frómeta Aguero. Fotos: Rafael Arias| Tomado de La Demajagua |

El calendario marcaba el 14 de febrero de 1977 cuando nacía en la ciudad de Bayamo el Colectivo Teatral Granma, primer conjunto profesional, de esa modalidad, en el territorio. Cuarenta años después de ese acontecimiento, Norberto Reyes Blázquez, bautizado como el Moliére tropical, fundador, actor y actual director de la referida institución, testifica el envidiable trabajo de ese tiempo.

“La llegada del teatro a la ciudad, en 1976, fue una novedad, de eso se encargó el experimentado actor y director Miguel Lucero, junto a su esposa y actriz Delia Niuvó, procedentes del grupo Teatro Estudio, de La Habana,

“Ellos presentaron un ambicioso proyecto para fundar la compañía teatral, y con el apoyo de las autoridades del territorio lanzaron la convocatoria para un seminario de actuación.

“Cientos de aspirantes nos alistamos por curiosidad, más que por interés, salvo excepciones, no sobrepasábamos los 20 años de edad, muchos vinculados laboralmente: Rayda Alfonso, Miguel Appa y Andrés Araujo, procedían de la música, María Teresa González y yo trabajábamos en las Artes Plásticas, Omar Perera, Ileana Santoya y Teresa Rojas, eran instructores de Teatro, Luis Ángel Lin, de la radio, y así por el estilo.

“En realidad, no teníamos formación académica alguna, por eso los gestores de aquella idea aplicaron la combinación de estudio-trabajo, priorizando lo actoral. Por las noches asistíamos a las clases de teoría y el resto del tiempo lo dedicábamos al montaje de obras.

“En esta primera etapa estrenamos Canto cuentos, cuentos canto, con guión y dirección de Delia Niuvó, Cecilia Valdez, Las pepillas ridículas, Las bayamesas, Operación Carlota… hasta que en 1980, nos sometimos a la primera evaluación profesional.

“Ese mismo año, llevamos a escena la obra Punto sin retorno, escrita y dirigida por Lucero, con su estreno se inauguró la Sala-teatro José Joaquín Palma de Bayamo, que fue nuestra sede hasta 2002.

“Ya éramos actores calificados: mejores salarios, un lugar estable e idóneo para el montaje de las obras y como el grupo estaba en condiciones de asumir empeños mayores, comenzamos las primeras superproducciones, entre esta, De la extraña y graciosa aventura de Sancho Panza en la ínsula Barataria, nuestra primera experiencia con un texto clásico.

“Luego trabajamos en Las mil y una noches guajiras, sin duda, la más trascendente de los primeros cinco años del colectivo, un verdadero suceso artístico en la ciudad, con ella asistimos al Festival de teatro de La Habana, donde alcanzamos el premio de la Revista Revolución y Cultura.

El paciente impaciente , una de las obras más destacadas del Colectivo teatral Granma FOTO Luis Carlos Palacios

“Por ese tiempo actuábamos también en varios seriales televisivos: El mambisito, El joven rebelde, la telenovela La conjura de la ciénaga… hasta que el destino nos preparó una mala jugada, el director se involucró en un extraño evento, no pudo continuar junto al grupo y quedamos en la orfandad.

“En el pueblo corría un comentario: “El sueño había terminado”, y debíamos regresar a nuestros primeros oficios, algunos integrantes también daban por segura la desintegración.

“Apenas teníamos experiencia teatral, no existía la persona con capacidad suficiente para dirigir, ni nadie que hubiera incursionado en la dirección escénica, más allá de lo aprendido. Situaron, entonces, al actor Juan Rubier Cruz al frente de la dirección administrativa del grupo.

“Ante la disyuntiva de qué obra montar, Andrés Araujo propuso El paciente impaciente, una comedia ligera de situaciones que escribí en el año 1977. Meses después, la estrenábamos.

“Corría el año 1983, cuando se cumplía el aniversario 50 del Soviet de Mabay, insólito acontecimiento político-social acaecido en el central azucarero que hoy lleva por nombre Arquímides Colina. La anterior dirección del grupo se había comprometido con

las autoridades de la provincia a escribir y llevar a escena una obra teatral basada en aquellos hechos, cuyo estreno ocurriría para la fecha en cuestión.

“El proyecto había avanzado solo hasta la investigación, pero aceptamos saldar aquella deuda y apareció la superproducción titulada Mabay, algo impensable para un grupo que había perdido su director artístico hacía poco tiempo.

“Fue la época donde las comisiones nacionales recorrían todo el país seleccionando obras para participar en los festivales, lamentablemente, ese tribunal no pasó por Granma, pues conocían la partida del director, pero logramos el empeño y en 1984, participamos en el Festival internacional de La Habana.

“Aquello resultó un certificado de vida para la salud del colectivo, a partir de ahí perfilamos el estilo de trabajo, alistándonos como permanentes en esos encuentros, tanto en la capital cubana, como en Camagüey, siempre con excelentes reconocimientos del jurado.

“Mucho se habla de nuestro repertorio, pero en honor a la verdad fueron seis obras las situadas en los puntos más altos de la trayectoria teatral del grupo, entre los casi setenta estrenos sobresalieron: Las mil y una noches guajiras, De la extraña y graciosa aventura de Sancho Panza en la ínsula Barataria, Mabay, Matías Pérez, Don Juan Normado y La conquista de Améuropa.

“¿Momentos difíciles? Claro que tuvimos, sobre todo al inicio del llamado período especial. Ante la imposibilidad de girar con obras que incluyeran una carga material y numerosos actores, nos vimos obligados a pasar al pequeño formato.

“Así aparecieron obras menores, como Reencuentro, El hijo de Cornelio del Toro, De monte adentro, Ultrasonido, El debut de Lalá, con esta última participamos en el festival Máscara de Caoba de Santiago de Cuba, donde la actriz Rayda Alfonso recibió premio de actuación.

“Como otra alternativa apareció Ultrasonido, el primer espectáculo estrenado por un proyecto de cuatro actores, con posibilidades de tocar instrumentos musicales y cantar, cuyo título dio nombre al proyecto homónimo que siguió produciendo y consolidándose.

“En esa etapa llevamos a escena Los años duros, con la cual giramos interminablemente por casi todo el país, participando por primera vez en el festival del humor Aquelarre (2000). Allí obtuvimos el Premio al mejor espectáculo y el Premio Cancún, que entrega, en ese marco, el estado mejicano de Quintana Roo.

“El premio siempre se agradece, pero lo considero circunstancial y no un medidor de calidad, puede ocurrir que en el evento la participación esté muy mala, lo tuyo es lo

mejorcito y te llevas el lauro, también puede suceder todo lo contrario, presentas un buen espectáculo, el jurado no lo ve como tal y el reconocimiento lo coge otra pieza.

“Me gusta más cuando se valora la obra de la vida, eso demuestra el resultado sostenido durante años. Por eso guardo con tanto orgullo el Premio de Teatro, conferido por las Artes Escénicas; el del Festival Barrio cuento, de La Habana; el Omar Valdés, de la Uneac nacional; la placa Heredia, máxima distinción de la Cultura, en Santiago de Cuba; la condición de Hijo Ilustre de la ciudad de Bayamo, emitido por la Asamblea municipal del Poder Popular.

“Lo que sí me queda suficientemente claro es que por todas estas motivaciones, me casé con el Teatro, imagino que a otros también le sucedió lo mismo”.

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Boletín No. 50, marzo 2017

Los Filos del Dado

Guantanameras guajiras, gentiles bayamesas, magdalenas teatristas

Por: Marilyn Garbey

Pueden ser casualidades o rarezas que pasan. El año 2017 irrumpió con la noticia de que a la actriz Fátima Paterson se le otorgaba el Premio Nacional de Teatro; pero anteriormente otras noticias también habían marcado la agenda nacional: la actriz Corina Mestre era reconocida con el Premio Nacional de Enseñanza Artística, y a la ensayista Margarita Mateo se le agasajaba con el Premio Nacional de Literatura. Además, era el año pactado para que las mujeres de teatro se reunieran en Santa Clara en el mes de enero: el Magdalena sin fronteras volvería a sacudir la rutina de la ciudad. El genio organizativo de la actriz Roxana Pineda abriría un espacio para el intercambio fraterno e inteligente.

"La lista de actrices es extensa, pero la Historia la han escrito los hombres, y los textos dramáticos también".

El evento tiene características singulares, pues está concebido para subrayar el aporte femenino a la vida teatral. Ellas llevan la voz cantante en los debates, son la inmensa mayoría en los talleres y protagonizan las puestas en escena. Hasta ahora, la Historia del Teatro lleva signo masculino: Stanislavski, Meyerhold, Artaud, Brecht, Grotowski, Sófocles, Shakespeare, Ibsen, Strindberg, Ionesco. En esa pléyade apenas se inscriben nombres femeninos: Helen Weigel, Ellen Terry y Sarah Bernhardt son raras excepciones. La lista de actrices es extensa, pero la Historia la han escrito los hombres, y los textos dramáticos también.

El carácter efímero del teatro y las dificultades para registrar, de manera eficaz, lo que sucede en escena, impide dejar constancia de las contribuciones de las mujeres al devenir de las artes escénicas. Llama la atención la diferencia con la danza, cuya historia no puede escribirse prescindiendo de las mujeres: Isadora Duncan, Martha Graham, Doris Humprey, Ruth Saint Denis, Pina Bausch, Twyla Tharp, Alicia Alonso, y un largo etcétera, marcaron hitos en la especialidad. Gozan del reconocimiento por eso, y hasta se han rebelado cuando han intentado borrarlas. Recuerdo el gesto osado, y dotado de cierto toque de humor, de la bailarina y coreógrafa Lorna Burdsall, quien tituló su autobiografía Más que una nota al pie [1], como respuesta a la subestimación con que fuera señalada en cierta reseña sobre su compañero de vida, el legendario comandante “Barbarroja”.

Lo más relevante de este encuentro es que reúne a mujeres de diversas latitudes, propicia el encuentro de colegas de profesión, favorece el intercambio de experiencias profesionales y de hojas de vida. El capítulo pedagógico goza de gran aceptación entre los participantes, y a las demostraciones de trabajo asiste mucho público, tanto como a las funciones. Danielle Santana, acompañada por Cleiton Pereira, del grupo Contadores de mentiras, de Brasil, expuso las maneras en que incorporan al entrenamiento las danzas afrobrasileñas, muy exigentes en términos corporales, al tiempo que enriquecen espiritualmente a los actores. El cuerpo entra en contacto con fuerzas ancestrales que forman parte del ser brasileño, a las que el racismo intenta borrar. Ella representó fragmentos de Curra-Temperos sobre Medea, en la cual asocia a la heroína griega con la orisha Oyá, la única divinidad femenina del panteón yoruba que va a la guerra. El grupo desempeña su trabajo en una comunidad alejada de la gran urbe que es Sao Paulo, cuyo desarrollo humano se verá fuertemente golpeado por los recortes a las inversiones sociales decretadas por el golpista Michel Temer, que privará de salud y educación a amplios sectores de ese país. El grupo les propone, a través del teatro, reivindicar su derecho a expresarse, a ser felices.

Ensayo de Rito de partida, de Daniele Santana del grupo Contadores de mentiras,

para la Maestra Julia Varley. Foto: Tomada de la página de Facebook del grupo.

La función de Don Quijote, historias andantes, de La Rendija/Silkateatro Andante, también convocó la atención del público. Sorprende la imaginación de la actriz Silvia Káter, desde la selección que hace de los pasajes de la famosa novela de Cervantes, hasta la utilización de objetos para convertirlos en personaje. La intérprete cuenta desde la cocina de la casa, espacio casi siempre habitado por mujeres, y desde allí da rienda suelta a su creatividad: piñas, pepinos, tomates, cebollas, calabazas, yucas, plátanos, cazuelas, sartenes, serán personajes teatrales antes de ser degustados por los comensales. Primero se alimenta el espíritu y luego se repleta el estómago, de esa manera Sancho y el Quijote siguen vivos en el siglo XXI, y el eterno conflicto entre la realidad y la imaginación adquiere nuevos matices.

Don Quijote, historias andantes, de Silvia Káter. Foto: Jorge L. Baños

Otro momento relevante fue la presentación del documental Estoy viva…lo voy a contar, de las realizadoras Ingrid León y Lizette Vila, duros testimonios de mujeres cubanas maltratadas por la vida y por las circunstancias personales y sociales: una marcada por el padre preso, la otra violada repetidas veces por su padre, la alcohólica, la cuidadora de la madre anciana, aquella a la cual separaron de sus hijas, la sobreviviente al cáncer de mama, la transexual. Es un abanico terrible —pocas veces reflejado en los medios de comunicación—, revelador del dolor de muchos seres

humanos. La proyección de este audiovisual provocó un fuerte debate sobre algunas aristas de la realidad cubana.

Cuba tiene una situación sociopolítica que favorece la inclusión de las mujeres en el entramado social. Con derecho a las gratuidades en materias como educación y salud, con una educación laica en la cual hembras y varones comparten las aulas, con escalas salariales idénticas a las de los hombres, las cubanas tienen condiciones que propician el desarrollo humano. Sin embargo, hay atavismos que pesan. El machismo hace sentir su peso, las mujeres suelen llevar las riendas de los hogares —léase alimentación, limpieza, cuidado de niños, enfermos y ancianos—, además de cumplir con la jornada laboral. Es decir, las dificultades económicas que golpean al país influyen directamente en el cuerpo y el alma de las cubanas. De ahí la importancia de que el arte se ocupe de los asuntos de mujeres, que competen a la sociedad toda.

Clausura del evento. Foto: Jorge L. Baños

Favorable recepción tuvieron entre los espectadores Éxtasis, de Teatro Buendía, protagonizada por la maestra Flora Lauten, y Si el silencio supiera, unipersonal de Cristina Castrillo, actriz de extraordinaria trayectoria vital y teatral. Pero lo mejor fue la comunicación establecida entre las participantes, a pesar de que perduran actitudes patriarcales entre algunas Magdalenas, reproductoras de la verticalidad del poder imperante en nuestras sociedades, lo cual es incomprensible entre quienes exigen —y merecen— respeto y solidaridad. Eso revela cuánto queda por avanzar en esta materia, y confirma la necesidad de organizar reuniones como estas, del imperativo de

emprender batallas en pro de la igualdad de derechos para todos, de que es preciso ser menos egoístas y más amables con el otro y la otra.

"Las mujeres adornaron sus cabezas con el gorro color rosa y le dieron voz a los desfavorecidos, prometiendo ser la piedra en el zapato de la ola conservadora y retrógrada que azota al mundo."

El día en que concluía la cita cubana de las teatristas, Donald Trump asumía la presidencia de los Estados Unidos. En La Habana se desarrollaba el 12 Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios Berta Cáceres Vive, al cual asistió Nalú Faria, dirigente brasileña de la Marcha Mundial de Mujeres, organización que desbordó las calles de grandes urbes del planeta con la expresa intención de rebelarse ante la intolerancia del magnate y de las fuerzas reaccionarias: “El incremento de la agresión a la mujer y el feminicidio parecen ser una respuesta a la lucha de las mujeres en contra de la violencia, al igual que el genocidio de las juventudes negras, la intolerancia contra la población LGBT en Estados Unidos, que se ha vuelto muy fuerte con la victoria de Trump, y todo lo relacionado con los emigrantes” [2]. Las mujeres adornaron sus cabezas con el gorro color rosa y le dieron voz a los desfavorecidos, prometiendo ser la piedra en el zapato de la ola conservadora y retrógrada que azota al mundo.

El Magdalena sin fronteras se sustenta en las posibilidades comunicacionales del arte teatral para contribuir a establecer nuevos paradigmas emancipatorios que, quizás, salvarán al planeta y a la especie humana.

Notas: 1. Lorna Burdsall: Más que una nota al pie, Ediciones Unión, La Habana, (2012). 2. Doimeadiós, Dianet: Nalú Faria, “El feminismo tiene que ser anticapitalista”. Tomado de Cubadebate, 26 de enero de 2017.

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Boletín No. 50, marzo 2017

En Sepia

Juan Luis Maceo y la fuerza para trabajar siempre por las artes plásticas.

Por Juventina Soler Palomino.

Juventina Soler Palomino: La plástica en Granma es una manifestación artística que ha progresado con los años y ha tenido que ver su progreso y su versatilidad con la formación y las escuelas de la que proceden los diferentes artistas. Cómo fue tu formación en cuanto a escuela, estilos y profesores. ¿Crees que esta formación ha influido en tu carrera como artista directamente o solo ha sido un punto de partida? Me gustaría que me explicaras este recorrido en tu carrera.

MACEO: Haber encontrado el camino que me llevó por primera vez a una escuela de artes plásticas de la mano de mi madre fue sin dudas uno de los acontecimientos más

importantes de mi vida, siempre lo he dicho, y con el paso del tiempo estoy cada vez más convencido de que mis inicios en los años de estudio, primero en la escuela elemental de artes plásticas “Manuel del Socorro Rodríguez”, en Bayamo y luego haber llegado a la Escuela Nacional de Arte (ENA) siendo prácticamente un guajirito de 14 años que jamás había salido de Bayamo. Más que etapas normales de estudios constituyeron un gran privilegio que me reservó la vida. recuerdo que por esos años, los 80, son reconocidos dentro del concierto de la plástica nacional como una etapa de ruptura de conceptos estéticos y conceptuales fue genial; además de haber podido contar con la magnífica posibilidad de recibir los conocimientos de un grupo de los más destacados artistas cubanos que a su vez ejercían como profesores de la Escuela Nacional de Arte, en ese entonces fue increíble

Fueron años muy fructíferos no solo por estar en la ENA estudiando lo que había elegido como carrera profesional, imagínate que nunca pasó por mi cabeza que artistas de la talla del pintor Antonio Vidal, que formó parte del grupo de los once; Nelson Domínguez, un maestro de la plástica cubana; Augusto Rivero, uno de los más importantes arquitectos cubanos y profesor de varias generaciones. los escultores: Pánfilo Cañizares, Osneldo García y Enrique Angulo, y el ceramista Carlos Alberto Rodríguez fueran mis profesores, ellos más que maestros eran una suerte de guías espirituales para nosotros.

El poder participar como espectadores en una buena parte de los procesos de realización de algunas de sus obras en los talleres de la escuela más que una oportunidad de vivir ese acontecimiento fue una especie de regalo para nosotros, también fue muy importante el tener la posibilidad de estar viviendo durante varios años en la capital, centro donde tenían lugar los principales acontecimientos culturales de esa época. Fui testigo de la inauguración de la Primera Bienal de la Habana y todo lo que colateralmente aconteció durante ese suceso cultural, visitar religiosamente casi todos los fines de semana el Museo Nacional de Bellas Artes y poder tocar con mis propios ojos cada una de las reliquias que atesora esa institución fue muy interesante, igualmente, visitar las principales galerías del circuito habanero, participar en importantes conferencias impartidas por curadores, especialistas y artistas cubanos o extranjeros, visitar los mejores teatros del país, ser testigo de importantes conciertos de afamados músicos y compartir experiencias con estudiantes de otras especialidades como teatro, música, danza y ballet contribuyeron a una formación mucho más integral que me ha servido para mi carrera profesional y mi vida personal. Te cuento que muchas veces siento cierta nostalgia por esos años de mucha retroalimentación cultural en los talleres del instituto superior de arte y todas las bondades que esos años me brindaron, fue genial.

J.S.P: Los años 90 fueron muy difíciles para Cuba, pero recuerdo que la plástica en Granma hacia muchos performance y exposiciones (consideradas así aunque muchas veces eran performance también pues los artistas utilizaban lo que tenían a su alcance) de todas maneras me parece que fue una etapa muy creativa, ¿consideras que este período de los 90 le aportó al quehacer de la plástica en Granma? ¿Cómo valoras este recorrido si lo comparas con la situación que tienen hoy los más jóvenes?

MACEO: Los “90” fueron años muy duros, no solo para los artistas, también para casi todos los cubanos. lo mejor que recuerdo de esos años, que por suerte son solo una parte triste de nuestras historias personales y de nuestro país, fue que muchos de nosotros nunca renunciamos a lo que nos gustaba hacer. Fueron años muy duros en que muchas veces te encontrabas con la disyuntiva de elegir entre comprar con el poco dinero que teníamos o un jabón de fabricación casera para bañarnos o comprar

un pincel para pintar; sin embargo, fuimos leales con nosotros mismos y apostamos por continuar haciendo cosas. Recuerdo que desde el punto de vista de la creación a mí no me llegó a afectar tanto la precariedad de recursos materiales como el lienzo, la cartulina, pinceles o determinados materiales que resultan imprescindibles para muchos creadores porque mi formación siempre fue muy experimental, o sea, de mucho laboratorio, lo mismo dibujaba con un pedazo de carbón que con un poco de tinta rápida, es más, todavía lo hago, eso se lo agradezco a mis profesores que siempre me inculcaron la idea de que los creadores debíamos superarnos constantemente y burlar las dificultades, no importaba cuales fueran las circunstancias, si no había lienzos hacíamos instalaciones, acciones plásticas o performance, fue muy interesante.

Exposición personal Ensayos.

En Granma, por suerte, muchos creadores no dejaron de hacer cosas, al mismo tiempo fue muy favorable el hecho de que por esos años varios jóvenes graduados fundamentalmente de las escuelas “José Joaquín Tejada”, de Santiago de Cuba y “El Alba”, de Holguín llegaban con deseos de hacer cosas diferentes. ellos se sumaron a los que ya estábamos radicados en el territorio y salieron cosas muy interesantes, también debo reconocer que las instituciones siempre estuvieron abiertas a los proyectos de los artistas, eso fue bueno.

Sin embargo como bien dices se realizaron muchos proyectos individuales y colectivos, por eso pienso que esa etapa fue como una especie de pie forzado para los artistas

sobre todo desde el punto de vista ideológico y social, fue una etapa de muchos cuestionamientos, de revisarnos por dentro como personas y como creadores.

J.S.P: De las exposiciones en las que has participado y de los eventos nacionales o provinciales, ¿cuáles consideras más importantes y por qué?

MACEO: En estos treinta años de labor profesional he participado en más de veinte proyectos personales y muchos de carácter colectivo dentro y fuera del país, todos de mucha importancia para mí, pero si tuviera que elegir dentro de las cosas que más me han marcado te digo que está mi participación en más de diez simposios nacionales de escultura de gran formato realizados en mármol, esa ha sido una experiencia increíble, solamente el hecho de participar y compartir el proceso de trabajo durante un mes junto a un grupo de los mejores escultores cubanos de estos tiempos como Rafael Consuegra Ferrer, Juan Quintanilla, Pánfilo Cañizares , Guarionéx Ferrer, Pedro González Pulido, René Negrín Méndez y Jorge Romero, entre otros, ha resultado de un valor incalculable; además de poder contar con obras emplazadas en espacios públicos importantes en Ciudad de la Habana, la Isla de la Juventud, Las Tunas, Santiago de Cuba, Cayo Coco y en mi provincia en lugares de Bayamo y Manzanillo, por solo mencionar algunos. como escultor he acumulado más de treinta esculturas emplazadas en diferentes partes del país.

En cuanto a las exposiciones más importantes son muchas, en este caso te voy a mencionar algunas realizadas en los últimos dos años de trabajo, entre las cuales están, mis proyectos personales “Imagen o Apariencia” en el Centro de Artes Plásticas de Holguín y “Códigos en blanco y negro” en el Centro Provincial de Artes Plásticas de Santiago de Cuba, además mi participación en febrero del pasado año con una mención especial del jurado en la 28 Jornada Nacional de Artes Plásticas y Literatura “Regino Boti” en Guantánamo. Además he obtenido premios en las últimas cuatro ediciones del Salón Provincial de la Uneac “Julio Girona”. Igualmente importante es pertenecer junto a un grupo de destacados artistas cubanos a la colección “Imago Mundi”, del coleccionista italiano Luciano Benetton.

J.S.P: Maceo, somos de una promoción de artistas y escritores que convivió y convive en la provincia, este contexto dificulta la promoción de la obra en algunas ocasiones, ¿crees que este contexto te ha afectado la promoción de tu obra en los circuitos del centro del poder cultural, dígase la capital de Cuba, y los circuitos internacionales? Si

piensas que han afectado otros elementos me gustaría que lo explicaras.

En La Habana junto a una de sus obras.

MACEO: Es cierto que el fatalismo geográfico influye de manera negativa en la promoción del trabajo que hacemos eso no lo podemos negar. Pienso que el haber elegido por las circunstancias que muchas veces nos impone la vida, vivir y desarrollar nuestra obra en una provincia del oriente del país es un tema un tanto complejo. Yo diría que es un riesgo que corremos los que nunca nos aventuramos a desplazarnos a los centros de poder cultural del país situados fundamentalmente en la capital cubana y en menor medida en provincias como Holguín y Santiago de Cuba. Cuando me gradué tuve la oportunidad de quedarme en la capital, allí tenía trabajo y la posibilidad de estar vinculado a la dinámica cultural de la capital en esos momentos apenas tenía 17 años de edad, la etapa ideal para probar suerte en cualquier parte del mundo. Muchos de mis compañeros de grupo así lo hicieron y a varios de ellos el tiempo les dio la razón, yo aposté por venir a Bayamo, mi ciudad natal, donde parecía que todo estaría garantizado principalmente mi casa y mi trabajo como profesor de la entonces Escuela Elemental de Artes Plásticas “Manuel del Socorro Rodríguez”. Recordemos que los tiempos no eran los actuales, por ese entonces había otro tipo de posibilidades. recuerdo que un pasaje para viajar a la capital costaba creo que 19 pesos con veinte centavos en la única moneda que existía en nuestro país, es decir, se podía ir fácilmente a la capital a recorrer las exposiciones de la bienal de la habana sin que eso afectara mi bolsillo como en estos tiempos; luego haces familia y echas raíces en el lugar que en que el destino te ubicó para vivir y cuando te das cuenta ya es un poco

tarde, te digo más, si en aquellos momentos hubiera tenido la conciencia de lo que significaría para mi futuro el hecho quedarme en la capital no hubiera decidido por estar acá, quizás no hubiera hecho allá lo que he logrado desde aquí, eso nunca lo podré saber a ciencia cierta………..el precio que hay que pagar está claro, no es lo mismo, la dinámica cultural de la capital que la que vivimos en Bayamo, no ocurren ni un cinco por ciento de los sucesos artísticos en provincia que en la capital, no existe la misma posibilidad de información y confrontación, y sobre todo, el contexto no es el más favorable, existen unos pocos creadores que desde el interior han realizado una prolífera obra, un ejemplo es el pintor holguinero Cosme Proenza………pero ¿cuantos ejemplos como el de Cosme existen?......no muchos. Inclusive se ve limitada la posibilidad de moverte a otros países, pues generalmente las personas que promueven de muchas maneras las diferentes manifestaciones artísticas casi nunca llegan a las provincia. En lo personal, no pierdo mucho tiempo interiorizando esta realidad, considero que ya es un poco tarde para reconsiderar esa parte de la vida, lo mejor ha sido que no he dejado de realizar un trabajo sostenido durante todos estos años, por suerte para mí, no ha muerto la necesidad de expresarme desde el punto de vista de la creación.

.J.S.P: Cómo ves el desarrollo de las nuevas generaciones de artistas de la plástica que hacen su obra en la provincia en cuanto a: compromiso con la obra, estilos que cultivan, rupturas (si las hay) con los cánones artísticos establecidos por las generaciones anteriores, relación con la institución cultura. Si deseas abordar otro elemento que consideres mencionar lo puedes hacer.

MACEO: Lamentablemente no estoy muy seguro de la responsabilidad y el compromiso con que pudieran enfrentar o jugar un papel protagónico las nuevas generaciones de artistas de la plástica en nuestra provincia. Digo lamentablemente, porque si nos detenemos en las cifras de graduados entre las dos academias, en Bayamo y Manzanillo, nos daremos cuenta que son unos cuantos los egresados que no están vinculados a ninguna actividad relacionada con las artes plásticas y muy pocos los que han mantenido un trabajo estable participando en eventos, convocatorias, proyectos personales y colectivos, a veces digo que estos muchachos se han creado una especie de “periodo especial de los 2000”, la mayoría solo hablan de cuestiones relacionadas con las escasas opciones de comercialización, otros se lamentan de la falta de recursos materiales como justificación ante la inercia que los envuelve, es triste ver a unos cuantos realizando cualquier labor bien distante de su reciente formación en las academias de la provincia.

Otra realidad que afecta a los más jóvenes con talento para desarrollar es el hecho de que las academias desaparecieron por diversas razones. Tengo el criterio que este tipo de centro debió haber sido un poco más selectivo a la hora de elegir los aspirantes a ingresar en ellos. Yo tuve la oportunidad de trabajar de manera intermitente en

algunos cursos en la escuela y constantemente me cuestionaba porqué muchos estudiantes estaban en ella si no tenían el interés y las condiciones necesarias para que el estado invirtiera recursos en ellos; ahora las capacidades asignadas a la provincia para estudiar en Holguín o en Santiago de Cuba son muy limitadas y lamentablemente para algunos aspirantes con talento y condiciones técnicas, no existirán las mismas posibilidades de desarrollarlas. Esto no quiere decir que vallamos a hacer catarsis de esta realidad, ejemplos de creadores jóvenes con talento existen en Granma, te pudiera mencionar a Leodanys de Lao reyes, a Jesús Diegues Fiallo, Yunier Figueredo Lora, Guadalupe Palacios Domínguez y Railven Friman Ramírez

J.S.P: Maceo, actualmente eres el presidente de la filial provincial de Artes Plásticas de la Uneac en Granma, cómo enfrentas esta nueva responsabilidad para que no afecte tu labor creativa; además ¿qué retos se han trazado para el trabajo desde la organización?

MACEO: Si soy completamente sincero tengo que reconocer que nunca me visualicé en una responsabilidad de este tipo. tengo que ser honesto y así lo reconozco, siempre pensé que estar al frente de un grupo de lo que en teoría debe ser la vanguardia artística de la provincia es un tanto complicado, en principio se supone que la persona responsable de guiar a la asociación debe tener cierto prestigio desde todos los puntos de vista, detrás debe haber un resultado profesional además del componente humano.

En lo personal pienso que esta responsabilidad no me impide que desarrolle mi trabajo como creador

de manera adecuada, al contrario, más bien se ha convertido en una suerte de responsabilidad secundaria que me obliga a superarme constantemente, me siento comprometido de muchas maneras a ser un poco el que debe dar el primer paso en cuanto a la manera de enfrentar el trabajo de la asociación, aunque no te puedo negar que en muchas oportunidades no me he sentido lo suficientemente acompañado por la mayoría, al final siempre aparece algún colega con una idea de un proyecto y se me olvida el cansancio y la soledad.

Te digo, que una buena parte de los miembros que estaban presentes el día de la elección estuvieron de acuerdo en confiarme esa responsabilidad, en lo personal, estaba consciente de la necesidad que teníamos en la filial de encaminar el trabajo de los artistas de la plástica miembros de la Uneac que hasta ese momento había estado un tanto desarticulada.

En principio nos propusimos organizar el trabajo de manera general, rehabilitar los encuentros periódicos con los miembros de la asociación, intercambiar criterios e inquietudes entre todos para focalizar los intereses y necesidades comunes, aunque enteramente, no hemos logrado por diversas causas, objetivas y subjetivas. también apostamos por garantizar la estabilidad de la programación en los espacios expositivos en las sedes de Bayamo y Manzanillo, nos dimos a la tarea de cualificar el único evento con que cuenta nuestra asociación, me refiero al salón provincial de artes plásticas de la Uneac “Julio Girona”, lo diseñamos para realizarlo en sedes alternas entre Bayamo y Manzanillo por ser estos los lugares donde está concentrada la mayoría de los miembros, decidimos abrir la convocatoria a todos los creadores aunque no fueran miembros de la Uneac, eso nos garantizaría una mayor participación de creadores, hay que destacar que algunos miembros han envejecido física y mentalmente, y otros, están algo desmotivados para enfrentar la creación, por eso no era abundante la cantidad de proyectos presentados en ediciones anteriores.

De todas estas estrategias unas han dado resultado y otras no tanto, por ejemplo es muy deficitaria la participación de la mayoría de los miembros de la Uneac en los diferentes proyectos que organizamos, no contamos con abundantes propuestas de proyectos para garantizar, desde la Uneac, la programación de los espacios expositivos o el intercambio con otras sedes. sin embargo, es importante destacar que en el último crecimiento dos jóvenes creadores Leodanys de Lao Reyes y Railven Friman Ramírez lograron su membrecía a través de proyectos personales que demostraban su trayectoria artística que los avala para pertenecer a la asociación de artistas plásticos de la Uneac. grosso modo, esta es una buena parte de la realidad que en estos momentos vivimos dentro de la filial de artistas plásticos de la Uneac en Granma y parte del trabajo que hemos enfrentado.

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Edición: Juventina Soler Palomino. Diseño: Jaime Pérez. Composición Digital: Alex Delgado. Estos textos pueden ser reproducidos libremente (siempre que sea con fines no comerciales) y se cite la fuente.

UNEAC, Granma 2017.