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marcial-tejada
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No sé por qué cuando estoy ante el mar, pienso en el amor.
Y cuando vivo el amor pienso en el mar.
Hay algo que los identifica en su naturaleza intrínseca, en su fuerza vital,
en el íntimo secreto de sus profundos abismos.
observa esas olas que se levantan imponentes, altivas, avasalladoras,
que llegan recorriendo un largo camino donde el viento, en vez de destruirlas, les ha dado
mayor volumen, mayor impulso.
Y van temerarias y sublimes arrasando todo lo que encuentran a su paso…hasta llegar al fin de
su destino. Y allí son suaves, arrullantes, tibias, como un
abrazo acariciador convertido en espuma.
Como un beso que llevara la sal de cada capa, el sabor personal, íntimo, de cada boca y la
humedad de los labios que como la arena han quedado allí para recibir y absorber.
Como el amor, cuando va guardando en lo más recóndito pequeños
resentimientos, detalles que parecen insignificantes, amarguras sin gran
magnitud… hasta que llega algo como ráfaga de viento, que descorre el velo.
Y el alma lanza un quejido, llora, se desahoga. Y van apareciendo remolinos
de sentimientos, espirales con emociones y verdades que nos devuelven al
alma querida, nos limpian el corazón y contrarrestan el veneno de tanta
actualidad y de una vida tan moderna.
Como en el mar, se hace del amor una roca para morir siempre allí.
Como en el mar, se hace un murmullo constante para poder cantar siempre.
Y como en el mar, se hace a veces una corriente para que el amor fluya de
un alma a otra.
En el mar y en el amor a veces nos asomamos, y todo es turbio,
impenetrable; y a veces todo es cristalino, limpio, se
divisan cosas nuevas, distintas excitantes.
En el amor como en el mar, se encierran muchos misterios… Las
lágrimas de amor saben a mar y el mar en la boca
sabe a lágrimas.
Al mar, cuando retrocede, no hay ley humana que lo haga regresar. Al amor,
cuando muere, no hay razón inteligente que lo haga renacer.
El mar, cuando se crece, es inflexible… y nos sentimos pequeños, impotentes.
El amor, cuando se desborda, es imperioso, y nos sentimos débiles, subyugados.
A veces el mar ruge. A veces al amor es un trueno.
A veces el mar es dúctil, blando, fresco. A veces el amor es tierno, acariciador, suavizante.
Nadie teje una red tan sutil como el mar, para envolver el cuerpo y ensimismar el alma.
Nadie teje una red tan sutil como el amor, para atrapar el alma y cercar el cuerpo.
Nadie golpea tanto a la tierra para penetrar, como el mar.
Y nadie golpea tanto el cielo para entrar en él, como el amor.