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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. RESEÑAS como un o de los mejor es fotógrafos de Colombia , siempr e ha sido mo - tivo de admiración la ver sat ilid ad con qu e se e nfr e nta a un repertorio tem áti co múltiple, descon cert a nt e- ment e variado: el autor de hondo s retratos de muj eres h er mosas y de niños atónitos , de pais ajes y de bode- gones (cuesta trab ajo d es pr e nderse de es tas enga ñosas analogías con la pintura), de joyas y del d etall e o del conjunto de una arquit ectura ". Y es ta ver sat ilidad, qu e le pe rmit e ha- llar las im áge nes qu e to mar á su cá- mar a como si fue ra un tr abajo poé- tico, tr ansfo rmar á la visión: "lo qu e He rn án Díaz consigue no es re c up e- rar el r ecue rdo sino in ve nt arl o, dar forma y pr ese ncia a ser es y Ju gar es qu e h ab ía mos percibido borrosa o impe rfec tament e, o al men os, sin el rigor de su mir a da de artista". Una visión perso nal; una visión 1 en los dos se ntidos de la pal ab ra : image n percibida por el ojo y, tam- bién, alucinación, sueño . Una ciu- dad per so nal, que se r eco rre con el rigor y la finura de un poeta . Díaz , '' adem ás, es buen prosista, y en her- ' moso pr ólogo nos prese nta una espe- 1 cie de re presentación fantasmal ; ahí está él mismo , el artista , el fot óg rafo , el poe ta , ha cie ndo carne las palabras de otros poetas, de Salinas y de Ca- vafis. La introducción de He rn án Díaz a este , su antológico libro so bre Ca r- tagena , es como el cuaderno de bit á- cora de un poseso, que cir cula por su per so nal Ca rtagena de la mano del azar, de la mano de la músi ca. Un r eco rrido iluminante, de h ec hiza- do : " De pa sar por aquí , U li ses no habría r eg resa do ". Una voz de cierta pro saica co rdura , equivocada por definición, nos diría qu e estas apari- ci o nes fantasmales que el fot óg rafo describe en su prosa , so n ape nas fantasías del artista, delirios noc tur- nales. El desmentido vendrá des- pués, a lo largo de es tas, alr ededo r de cien, m ag istrales fot og rafías. Fotografías que traz an un itinera- rio espiritual y visual, que co nstru - yen una nueva mitología. Allí están los escenarios más ilustres de la ciu- dad , castillos y murallas, conventos e iglesias, edificios del clero o del Estado , escenarios de un enca nta- mie nt o más profundo , que Hernán az revela: las frutas y el m ar, la belleza de las n eg ra s, e l r eve rb era nt e y bullicioso ge ntío , los ho mbr es y muj eres humildes, sus casas y sus ro- pas, fo rm ando part e de un · paraíso visual de sc ubierto , in ve nt ado , co mo se in venta el r ec uerdo , por H ernán az. Si en el plano de su ma teri a temá- tic a, He rn án Díaz reelabora el len- guaje visual de un lugar privilegiad o, de por herm oso, en el plano de la creación fotográfica el trabajo de Hernán Díaz es eje mpl ar y se ins- cribe de ntro de la mejo r tradición clási ca' en la fotografía. Por la origi- nalidad de su visión, lo qu e ha hecho He rn án Díaz con Ca rta ge na es aná- logo a lo qu e hace sete nta años hizo Alfred Stiegli tzcon su Nueva York . No más cuentos, ahora un libro D.J.A. Concurso nacional de cuento 1983 Universidad de Mede llín , Medellín. Vol. 41 , 1983 Seiscientos treinta y cuatro cue nt os. La cifra , desmesurada, significativa por sí mism a, le da al concurso Arge- miro Pér ez Patiño , que tres veces ha organizado la Universidad de Mede- llín, el ca cter in ape lable de con- c ur so nacional de cuento. La canti- dad de conc urr e nt es tiene razones qu e el bolsillo bien co no ce: un pre- mio at ractivo en la escala usua l de estos ce rt ámenes, otorgado por un jurado fehaciente: Germán Vargas, Eduardo Pachón Padilla y H éc tor Rin cón. Por una part e, la apabullante cifra de 634 cuentos obli ga a los organiza- dores a ca mbiar las bases del conc ur- so , qu e seg uirá otorgando el premio na cional de c uento , pero -desde 1984- a un libro. Se acata la mejor de las sugerencias del jurado del 83, orientada a est imular a quienes han trabaja do con mayor disciplina y continuidad y de es ta manera este premio se iguala con el o tr o premio na cional de cuento, o torgado por el Instituto de Cultu ra de Cúcuta, y que en 1983 obtuvo Sergio Vieira con Historias de vecinos. Por otra parte , el orden de la can- tidad p ermi te al fin, buen dato , j ugar con la probabilidad estadística, esa forma del albur que r es ulta más cer- t era si se cu enta con un jurado idó- ne o, como en este caso. El principio - falible- indi ca qu e existe aquí ma- yor posibilidad de encontrar buen ma teri al. Y el r es ult ado es doble- me nt e es timula nt e, no lo po rqu e se halla ese bue n m ateria l sino por- qu e sus a ut ores tienen no mbr es des- co no cidos: auspiciosa renovación. Renov ación re partida , regional- mente , en cua nt o a ga nador y men- ciones, e ntr e Antioquia y la cost a, y que incluye también a Bogotá y al Valle si se tienen en cue nt a las men- ciones. P ero los palmares literarios del83 se rep art iero n e ntr e Antioquia y la costa: los dos premios de cue nt o, los dos de poe sía (a mbos gan ados por Jaim e Jaramillo Esco bar ) y el Plaza y Jan és de n ove la. El gan ado r, Osear Cas tro García , nacido el 23 de marzo de 1950 en Be ll o (Antioq ui a), apenas pr epara su primer li bro que editará la Univer- sidad de Antioquia . Sin e mb argo, obt uvo ya un primer premio en el octavo concurso lat in oa mericano de Pu eb la. Ademá s, no sólo ganó el concurso sino que obt uvo otra distin- ci ón en este pre mi o nacional, cual la recomendación de l jurado para que se incluyera o tr o cue nt o suyo en la reco pilación de los mejo res cuentos. Sola en esa nub e, el cuen to gana- dor , según el jurado Ger mán Vargas, "se d es ta ca por su excelente dominio del lenguaj e, con el cual su a ut or lo- gra interesa nt es ex perimentos ple- nos de éxito, así como un so rpr en- dente man ejo de pe rsonajes, situa- ciones y ambientes. Es Sola en esa nube un cuento de ca lidad excepcio- nal ". Tanto Sola en esa nube como El encuentro, el otro cue nt o de Castro García , se manejan con la técni ca del mon ólogo inte ri or, especie de lenguaje cat ap ultant e, envolve nt e. obsesivo. Hay en este profesor de la 85

No más cuentos, ahora un libro

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Page 1: No más cuentos, ahora un libro

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑAS

como uno de los mejores fotógrafos de Colombia, siempre ha sido mo­tivo de admiración la versatilidad con que se enfrenta a un repertorio temático múltiple, desconcertante­mente variado: el autor de hondos retratos de mujeres hermosas y de niños atónitos, de paisajes y de bode­gones (cuesta trabajo desprenderse de estas engañosas analogías con la pintura), de joyas y del detalle o del conjunto de una arquitectura". Y esta versatilidad, que le permite ha­llar las imágenes que tomará su cá­mara como si fuera un trabajo poé­tico, transformará la visión : " lo que Hernán Díaz consigue no es recupe­rar el recuerdo sino inventarlo, dar forma y presencia a seres y Jugares que habíamos percibido borrosa o imperfectamente, o al menos, sin el rigor de su mirada de artista".

Una visión personal; una visión 1 en los dos sentidos de la palabra:

imagen percibida por el ojo y, tam­bién , alucinación, sueño. Una ciu­dad personal , que se recorre con el rigor y la finura de un poeta. Díaz,

'' además, es buen prosista , y en her-' moso prólogo nos presenta una espe-

1 cie de representación fantasmal ; ahí está él mismo , el artista , el fotógrafo, el poeta , haciendo carne las palabras de otros poetas, de Salinas y de Ca­vafis.

La introducción de Hernán Díaz a este , su antológico libro sobre Car­tagena, es como el cuaderno de bitá­cora de un poseso, que circula por su personal Cartagena de la mano del azar , de la mano de la música. Un recorrido iluminante, de hechiza­do: "De pasar por aquí , U lises no habría regresado". Una voz de cierta prosaica cordura, equivocada por definición , nos diría que estas apari­ciones fantasmales que el fotógrafo describe en su prosa , son apenas fantasías del artista , delirios noctur­nales. E l desmentido vendrá des­pués, a lo largo de estas, alrededor de cien , magistrales fotografías.

Fotografías que trazan un itinera­rio espiritual y visual , que constru­yen una nueva mitología. Allí están los escenarios más ilustres de la ciu­dad, castillos y murallas, conventos e iglesias, edificios del clero o del

Estado , escenarios de un encanta­miento más profundo, que Hernán Díaz revela: las frutas y el mar, la belleza de las negras, el reverberante y bullicioso gentío, los hombres y mujeres humildes , sus casas y sus ro­pas, formando parte de un ·paraíso visual descubierto, inventado , como se inventa el recuerdo, por Hernán Díaz.

Si en el plano de su materia temá­tica, Hernán Díaz reelabora el len­guaje visual de un lugar privilegiado, de por sí hermoso, en el plano de la creación fotográfica el trabajo de Hernán Díaz es ejemplar y se ins­cribe dentro de la mejor tradición clásica' en la fotografía. Por la origi­nalidad de su visión, lo que ha hecho Hernán Díaz con Cartagena es aná­logo a lo que hace setenta años hizo Alfred Stieglitzcon su Nueva York .

No más cuentos, ahora un libro

D .J.A.

Concurso nacional de cuento 1983 Universidad de Medellín , Medellín . Vol. 41 , 1983

Seiscientos treinta y cuatro cuentos. La cifra , desmesurada, significativa por sí misma, le da al concurso Arge­miro Pérez Patiño , que tres veces ha organizado la Universidad de Mede­llín , el carácter inapelable de con­curso nacional de cuento. La canti­dad de concurrentes tiene razones que el bo lsillo bien conoce: un pre­mio atractivo en la escala usual de estos certámenes, otorgado por un jurado fehaciente: Germán Vargas, Eduardo Pachón Padilla y Héctor Rincón .

Por una parte, la apabullante cifra de 634 cuentos obliga a los organiza­dores a cambiar las bases del concur­so , que seguirá otorgando el premio nacional de cuento, pero -desde 1984- a un libro. Se acata la mejor de las sugerencias del jurado del 83, orientada a estimular a quienes han trabajado con mayor disciplina y continuidad y de esta manera este premio se iguala con el otro premio

nacional de cuento, otorgado por el Instituto de Cultura de Cúcuta, y que en 1983 obtuvo Sergio Vieira con Historias de vecinos.

Por otra parte, el orden de la can­tidad permite al fin, buen dato, jugar con la probabilidad estadística, esa forma del albur que resulta más cer­tera si se cuenta con un jurado idó­neo, como en este caso. El principio - falible- indica que existe aquí ma­yor posibilidad de encontrar buen material. Y el resultado es doble­mente estimulante , no sólo porque se halla ese buen material sino por­que sus autores tienen nombres des­conocidos: auspiciosa renovación.

Renovación repartida, regional­mente, en cuanto a ganador y men­ciones , entre Antioquia y la costa, y que incluye también a Bogotá y al Valle si se tienen en cuenta las men­ciones. Pero los palmares literarios del83 se repartieron entre Antioquia y la costa: los dos premios de cuento, los dos de poesía (ambos ganados por Jaime Jaramillo Escobar) y el Plaza y Janés de novela.

El ganador , Osear Castro García , nacido el 23 de marzo de 1950 en Bello (Antioquia) , apenas prepara su primer libro que editará la Univer­sidad de Antioquia. Sin embargo , obtuvo ya un primer premio en el octavo concurso latinoamericano de Puebla. Además, no sólo ganó el concurso sino que obtuvo otra distin­ción en este premio nacional, cual la recomendación del jurado para que se incluyera otro cuento suyo en la recopilación de los mejores cuentos.

Sola en esa nube, el cuento gana­dor, según el jurado Germán Vargas, "se destaca por su excelente dominio del lenguaje, con el cual su autor lo­gra interesantes experimentos ple­nos de éxito, así como un sorpren­dente manejo de personajes, situa­ciones y ambientes. Es Sola en esa nube un cuento de calidad excepcio­nal".

Tanto Sola en esa nube como El encuentro, el ot ro cuento de Castro García, se manejan con la técnica del monólogo interior , especie de lenguaje catapultante, envolve nte. obsesivo. Hay en este profesor de la

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Page 2: No más cuentos, ahora un libro

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

NARRATIVA

Universidad de Antioquia un escri­tor con excelente dominio de su me­dio expresivo.

El tema del cuento ganador, el tema de los cuentos finalistas, el tema de los cuentos recomendados, en general, se sitúa en el medio urba­no . A juzgar por este concurso, puede decretarse la muerte de la lite­ratura de la Violencia, la guerra civil de este siglo, y el desplazamiento de la geografía rural de los interes~s de los narradores.

Entre las menciones figuran Ra­món lllán Bacca (Ciénaga, 1942), quien ya había publicado el libro Ma­rihuana para Goering, y Carlos Gus­tavo Á lvarez, único bogotano (1957). Estos dos narradores han sido incluidos recientemente en un volumen colectivo de la colección li­teraria de la Fundación Simón y Lo la Guberek.

Manuel Guillermo Ortega, deBa­rranquilla , Gustavo Tatis Guerra, de Sahagún , y el antioqueño Jairo Mo­rales Henao completan la lista de au­tores objeto de mención. La colec­ción de autores antioqueños acaba de incluir un volumen de Jairo Mo­rales en las ediciones de 1984, lo cual indica, también , los efectos multipli­cadores de estos concursos.

Aparte de otorgar un único pri­mer premio indivisible y las mencio­nes, el jurado recomendó la publica­ción de otros cuentos debidos a los siguientes autores: Wildealdo Gar­cía, César Valencia Solanilla, Joa­quín de Flórez, Harold Krámer, Fa­bio Zuluaga, Olivia María Osorio, Juan Fernando Merino , Úscar Cas­tro y René Gris. Sin duda, como lo dice Germán Vargas, este volumen es "una excelente muestra del estado en que se encuentra la narrativa co­lombiana contemporánea en el gé­nero del cuento".

D .J.A.

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Protagonista: Medellín

Agua de luto Jaime Espine/ Universidad de Medellín, Medellín . Vol. 35, 1982

Con agua que no ahogue y f1ino que no trastorne cualquiera hace buen mundo.

Macedonio Fernández

Marginalidad dentro de la marginali­dad, podría sentenciarse sobre la obra narrativa de Jaime Espine l . Pues si en algún momento el na­daísmo fue medianamente marginal, en su seno había, como en un bolsillo secreto, otra marginalidad: escrito­res casi inéditos como Espine! o como Cachifo Navarro, gestaban una obra mucho más silenciosa que la de sus compañeros del grupo na­daísta, y, quizás, con relación a la escasa narrativa del movimiento, más ambiciosa.

Los dos libros de Jaime Espinel fueron publicados mucho tiempo después que pasara el tropel nadaís­ta. En el 75 publicó su primer libro de cuentos: Esta y mis otras muertes, y, más recientemente Agua de luto (1982). Sin embargo, la obra de Es­pinel no resulta lo suficientemente conocida, no obstante ser punto r~le­vante en la casi siempre monótona llanura narrativa del país.

Un tono acezante recorre estos cuentos de Agua de luto, algo que reproduce el acelerado corazón de la ciudad, y que se siente en cada uno de sus siete cuentos. El perso­naje central de estos cuentos de Es­pinel, en realidad, esta ciudad. Una ciudad poblada de fantasmas , a la sombra del fantasma de Gardel. Hombres que escasamente ríen, por­que ya han recibido, como en el poema de Brecht, la terrible noticia, el inminente desalojo del cuerpo.

Como en una galería de espejos deformes, una legión de seres y de sombras chinescas deambula por la ciudad de Medellín, por sitios veda­dos donde el hampa canta tma can­ción de olvidos. Barroco, poblado de alusiones que podrían ahogar el tex­to, Espinel salva sus cuentos de la asfixia gracias al hilo secreto con que teje sus historias, un hilo fuerte como

RESEÑAS

el cáñamo. La gran virtud narrativa de Espinel está acaso en esa manera de encarar la realidad, con un sesgo burlón y a la vez amoroso. Textos que proceden acaso de una tradición oral de barrio, de la crónica roja, de esos héroes marginales que alternan fútbol 'Y bar con bandoneón de fon­do, hombres fronterizos que oscilan entre sueños de gloria, cuchillos o disparos.

Cuentos, pues, que recostruyen parcialmente un mapa de la ciudad de Medellin: ·los bares. de Guayaco, las noches del billar y el tahureo, la

· vieja ciudad que ya entraba al olvido. Acá, en este libro de Espine}, el tes­timonio, la crónica de una época me­jor narrada, más sentida que el fa­llidoAire de tango de Mejía Vallejo.

Pocas veces se da en la narrativa colombiana un tono tan personal, tan sugestivo, y que vaticine en sí mismo una continuidad , literatura que registra de una nueva marrera la violencia y el dolor, las canciones de un país limítrofe entre la idiotez y la locura. En Agua de luto nos encon­tramos con un escritor cuya raigam­bre parte directamente de su entor­no, de la exaltación de la cultura po­pular, pero que sabe cuidarse de do­sificar su argot, pues la temporalidad de la jerga marginal, a cada mo­mento renovándose, también acecha volviendo transitorios lenguajes que se consideraban vigentes.

JUAN MANUEL ROCA

El que nunca se debió morir

Queremos tanto a Jutio 20 autores para Cortáiar Edición preparada por Hugo Niño Editorial Nueva Nicaragua. Managua, 1984

Había sido pensado para que él lo . leyera. Como un acto de amor: "Este

libro -dice el pretexto editorial- no es, pues, un homenaje; ni el libro de Cortázar, ni bastante menos: es una conspiración impúdica para dejar co­nocer todo lo que uno siempre sintió pero jamás se atrevió a publicar