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    SALVADOR MART I PUIG

    NICARAGUA

    LA REVOLUCIN ENREDADA

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    LA REVOLUCIN ENREDADA

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    Salvador Mart i Puig 2012

    Edita:

    Salvador Mart i Puig 01

    La primera parte de esta obra fue editada

    en 1997 por Libros de la Catarata y Cooperaci.

    Imagen de portada

    de Vanessa Garca Blanca:

    imagen de un mural presente una escuela

    pblica de la ciudad de Len, Nicaragua.

    I B : 78-84-6 5-3876-

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    NDICE

    El autor .................................................................................................................. 9Prlogo a la segunda edicin .............................................................................. 11

    PARTE 1LA REVOLUCIN POPULAR SANDINISTA Y SU DESENLACE .......... 15

    Introduccin ........................................................................................................ 17Captulo 1. La crisis del rgimen Somocista ...................................................... 23Captulo 2. La insurreccin ................................................................................. 41Captulo 3. La gestacin del rgimen ................................................................. 61Captulo 4. La bsqueda de la hegemona .......................................................... 81Captulo 5. La institucionalizacin de la revolucin .........................................111Captulo 6. El desenlace electoral de 1990 y el nuevo realineamiento poltico ......131

    Captulo 7. Desmantelamiento del estado revolucionario y la reaccin popular ... 155Captulo 8. El Sandinismo despus de la derrota .............................................. 177Captulo 9. Conclusiones .................................................................................. 189

    PARTE 2LA CONTRARREVOLUCIN .................................................................... 199

    Intro uccin ...................................................................................................... 201Captulo 10. La reforma agraria sandinista o el reto de la modernizacin ....... 207Captulo 11. El debate sobre la realidad agraria y su desenlace: el ocaso de los Campesinistas ...................................................... 225Captulo 12. El pas campesino ......................................................................... 233Captulo 13. Los campesinos de la frontera agrcola: la gestacin de la Contra campesina ............................................ 249Captulo 14. A modo de conclusin: la ltima rebelin campesina? .............. 267

    Bibliografa ....................................................................................................... 277

    Acrnimos ......................................................................................................... 309

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    EL AUTOR

    SALVADORMARTIPUIGes doctor en Ciencia Poltica y Mster en Historia demrica Latina. Actualmente es profesor titular de Ciencias Polticas de la Univer-

    idad de Salamanca, y ha impartido docencia en varios centros de investigacin enAmrica Latina, Estados Unidos y Europa.

    Su rea de inters es la poltica latinoamericana, en concreto los procesos de de-mocratizacin y desarrollo, y tambin los temas vinculados con la accin colectiva,participacin e identidad. Es autor de diversos libros y artculos en revistas especial-izadas sobre los temas expuestos. Para mayor informacin sobre sus trabajos vase:http://campus.usal.es/~acpa/?q=node/64

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    PRLOGO A LA SEGUNDA EDICIN

    Este volumen contiene dos partes. La primera, que versa sobre el proceso revo-lucionario sandinista, est basada en mi Tesis de Maestra titulada icaragua1977-1996. La revolucin enredada de la que se han hecho algunas variacionescon el fin de ser ms gil y amena al lector. Por otro lado, la segunda parte quetrata sobre la contra campesina es el resumen de una parte esencial de mi TesisDoctoral en Ciencia Poltica y que defend en 1997 en la Universidad Autno-ma de Barcelona con el ttulo de Revoluciones, rebeliones y asonadas. Cambiosocial y violencia poltica en Nicaragua, 19 1-1994. Tambin creo necesarioexponer que los dos textos, si bien analizan una misma realidad nacional desde

    os ngulos y experiencias distintas, no se contradicen. Al contrario, creo quee complementan.

    Por otro lado tambin debo apuntar que los dos textos son el resultado denvestigaciones realizadas hace ya ms de una dcada, sin embargo creo que han

    resistido bien el paso del tiempo. Cuando decid publicar este texto pens ac-

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    tualizar parte de su contenido a la luz de nuevos trabajos que he ido publicandosobre Nicaragua y Centroamrica (1), pero al final opt por dejarlos bsicamentegual, slo introduciendo pequeos cambios. Con esta decisin pretend man-

    tener intacta la visin de Nicaragua que tuve durante mis primeras estancias endicho pas.

    Mi relacin con Nicaragua y la regin se remonta a finales de los aos ochen-ta, cundo entr en contacto con organizaciones de solidaridad con Centroam-rica gracias a la red de solidaridad con los pueblos de El Salvador, Guatemala yNicaragua que exista en Catalua. Fue entonces cuando, acabando mis estudiosde licenciatura, pens en vivir una temporada en Nicaragua. Entonces dos exce-lentes profesores universitarios de Barcelona, Joan Vintr y Ricard Gom, mecontactaron con la Universidad Autnoma Nacional de Nicaragua para que pu-diera impartir clases en la Facultad de Derecho en Len a cambio de alojamientoy manutencin. Me pareci una excelente idea. Al cabo de algunos meses tomel avin y cruc el Ocano Atlntico. Solo fall un pequeo detalle. Al llegar aNicaragua ya no haba revolucin: los sandinistas haban perdido las eleccionescelebradas el 25 de enero de 1990.

    Cuando llegu a Nicaragua vi una sociedad a medio camino entre la recon-

    ciliacin, la reconstruccin, la desmovilizacin y la ruina. El exilio de Miamihaba vuelto al pas con ansias de revancha y desquite, y los sandinistas estabanbastante atareados. Una parte de ellos se preguntaba sobre las razones por lascules la revolucin haba perdido el favor del pueblo; mientras otra parte sepeleaba acusndose mutuamente de todos los errores cometidos a lo largo deuna dcada. Y en medio de ese guiriguai unos cuantos sandinistas -que eran unaminora, pero muy visible- aprovechaban el desconcierto para embarnecer supatrimonio antes de entregar el poder a los nuevos gobernantes. Era el peor mo-mento (y el peor pas) para que un joven estudiante hiciese un viaje inicitico,pico y romntico.

    1) Me refiero a los libros The Sandinistas & Nicaragua Since 1979publicado en 2011 por Lynne Ri-enner y editado junto con David Close y Shelley McConnell,Nicaragua y el FSLN Qu queda de larevolucin?publicado por Edicions Bellaterra en 2009 y editado junto con David Close, Tiranas, re-beliones y democraciapublicado en 2004 tambin por Edicions Bellaterra. Y tambin a mis artculosThe Adaptation of the FSLN: Daniel Ortegas Leadership and Democracy in Nicaragua (Journal ofLatin American Politics and Society, 2010), Nicaragua 2008: Polarizacin y pactos (Revista de Ci-encia Poltica, 2009) y El regreso del FSLN al poder: Es posible hablar de realineamiento electoral

    en Nicaragua (Revista Poltica y Gobierno, 2008).

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    l mismo tiempo, haba otros espacios que despertaban ms entusiasmo. EnEl Salvador y en Guatemala estaba a punto de firmarse unos Acuerdos de Pazque se celebraron casi como una victoria. En Chile se desmantelaba el rgimen

    de Pinochet y haba una fraternidad contagiosa entre todos aquellos que habanluchado contra la dictadura. Pero a m me toc vivir en una sociedad desgarradapor una guerra de agresin, la pobreza y el rencor. No pretendo decir con elloque mi primera experiencia en Nicaragua no significara un aprendizaje colosal.Nada ms lejos. De mi primera estancia (y del resto de estancias que realicposteriormente) extraje un aprendizaje profundo y duradero de la naturalezahumana y de las sociedades en desarrollo. Fue una vivencia dura, pero tambinmuy enriquecedora.

    Tal como he expuesto, llegu a Managua y a Len a inicios de los aos no-venta, justo despus de la derrota electoral del FSLN y con la persistencia ande mltiples grupos armados ecompas, recontras, rejuntos y revueltos Pos-teriormente, entre 1994 y 1997, pas largos perodos en el pas. En cada una demis visitas puede compartir junto con amigos nicaragenses la vida en un pasdnde an se sentan los efectos demoledores de la guerra. Pude participar enel debate interno y las rupturas que experiment el sandinismo, fui a las zonasrurales del interior (sobre todo a Matigus) para entrevistar y buscar testimonios

    de los contras campesinosque se levantaron en armas a lo largo de la dcada delos aos ochenta y que poco a poco y con muchas dificultades- se insertaron aa vida civil, y tambin pude reflexionar sobre la dificultad de construir institu-

    ciones representativas en el marco de un Estado de Derecho cuyos lderes pocasveces trabajan para el bien comn. A lo largo de una dcada experiment comola economa de mercado irrumpi de forma abrupta en una sociedad maltrecha,generando brechas sociales crecientes y nuevos elementos de conflicto ms alldel binomio que polariz el pas durante toda una dcada y, a la vez, observcomo la gente sencilla y humilde se organizaba para luchar por su supervivenciay dignidad. Creo que esas sensaciones se reflejan en las pginas que siguen.

    Finalmente, slo me resta decir que parte de mi experiencia vital y acad-mica est ntimamente vinculada a Nicaragua. Desde mi llegada a Nicaragua,ya hace ms dos dcadas, hasta hoy he trabajado e investigado sobre diversastemticas y pases; sin embargo mi itinerario intelectual (ni el vital) no hubierasido el que fue sin el paso por ese precioso pas lleno de volcanes, lagos, poetasy dignidad. Precisamente por ello me es difcil enumerar a las personas a que

    an contribuido a la confeccin de este libro. Eso es casi imposible. Con todo, s

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    quiero sealar a algunos amigos que, desde hace ya muchos aos, forman partede mi geografa sentimental en Nicaragua: Quim Rabella, Montse Julbe, Ale-jandro Bravo, Alexei Hper, Juanita Bermdez, Gabriel lvarez, Alfonso Silva,

    Selene Guevara, Eduardo Mangas, Margarita Vannini, Jan Kees y Fidel de Rooy,Loli Estrada, Juan Carlos Gutirrez Soto, David Llistar y Jordi Oriola.

    Salamanca, junio del 2012

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    PARTE 1

    LA REVOLUCINPOPULAR SANDINISTAY SU DESENLACE

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    INTRODUCCIN

    Al principio, era un remoto paisaje de selvas, lagos y volcanescomo fondo de un rostro: el del padre nuestro del lado msjugoso de nuestra herencia potica, Rubn Daro. Nicaragua, as,era un vocablo mgico en los atlas de la fantasa del nio y del

    muchacho(1).

    Los economistas acuaron la ya clebre expresin de La dcada perdida parareferirse al desarrollo econmico de Latinoamrica durante el perodo que abarcalos convulsos ochenta. Si bien los economistas han hecho lugar comn de dichaexpresin, los politlogos pueden calificar de muchas maneras la inestable reali-ad poltica latinoamericana en dicho perodo pero, en ningn caso, de la misma

    manera como lo han hecho sus colegas economistas. Golpes, contragolpes yautogolpes; liberalizaciones de regmenes autoritarios, transiciones hacia sistemasemocrticos e involuciones; revoluciones, contrarrevoluciones e invasiones confi-

    guran una panoplia tal de acontecimientos polticos que si tuviramos que calificarlos avatares de los ochenta en Amrica Latina utilizaramos en todo caso la ex-presin de La dcada prodigiosa.

    1) Prrafo extrado de Valverde en ZAMPAGLIONE, 1992: 141.

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    Si del marco subcontinental focalizamos el rea regional de Centroamrica,observamos que los pequeos pases del istmo han sido, durante el perodo 1977-996, un escenario de comple as transformaciones polticas. Pareciera que en la

    opaca historia de los pueblos, la energa social acumulada a travs de prolongadosperodos se condensara para estallar en un breve plazo. ste es, quizs, el caso delos pases centroamericanos. En poco ms de una dcada en ellos se han llevadoa cabo profundas, conflictivas y a veces contradictorias transformaciones en loque se refiere a la estructura social, poltica y econmica. En la actualidad, la fiso-noma de dichas sociedades y regmenes es sustancialmente distinta a la que existaen los no demasiado lejanos aos setenta.

    En el caso de que nos obligaran a responder a las en ningn caso ingenuaspreguntas: Cul ha sido el epicentro de la compleja crisis regional en la que seumergi Centroamrica durante los ltimos quince aos? Cul ha sido el proceso

    poltico en el que ms intensamente se volcaron pasiones, esperanzas y recelos?...La respuesta sera la revolucin acaecida en Nicaragua

    En el presente trabajo, consideramos que la revolucin nicaragense se enmar-ca dentro del concepto de revolucin social en contraposicin de otros conceptoscomo los de revolucin poltica, rebeliones o golpes de estado. Entendemos porrevolucin social el derrocamiento de una lite gobernante por parte de una liteinsurrecta (o vanguardia revolucionaria) que ha conseguido movilizar y capitalizar

    un amplio apoyo popular y que pretende, desde el poder, transformar las estructu-ras sociales, polticas y econmicas de la sociedad (Selbin, 1993: 11-13). Cabeealar, a la vez, que una revolucin social presupone un proceso dialctico dondee engarza la pretensin de destruir el orden anterior y se pretende construir una

    nueva articulacin de la realidad poltica, social y econmica de la sociedad.Existen diversos criterios en la periodizacin de estos procesos. En el presente

    caso, nosotros hemos escogido uno que establece tres momentos:

    ) La insurreccin, en tanto perodo donde se observa una profunda crisise soberana y donde diversos contendientes disputan a los titulares del

    poder poltico los resortes del Estado.

    ) La victoria poltica, perodo en el que se realiza una traslacin de la so-berana desde los titulares del antiguo rgimen hacia el gobierno revolu-ionario, formado por las lites que proponen una ruptura total respecto al

    perodo anterior y donde no cabe posibilidad de transaccin intra-elitaria.

    3) La institucionalizacin y consolidacin. En dicha fase se asientan las

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    instituciones surgidas de la insurreccin y se pretende llevar a cabo unatransformacin de la estructura econmica, social y de las actitudes pol-ticas de los miembros de la sociedad.

    Sobre la base de esta definicin y periodizacin del concepto de revolu-in social, en el presente trabajo pretendemos realizar un anlisis de lainmica e los actores polticos presentes a lo largo el pero o insu-

    rreccional, el proceso revolucionario, y el posterior esmantelamien-to e la institucionali a revolucionaria acaeci o en Nicaragua es e1977 hasta 1996.

    Por qu razn nos centramos en los actores polticos? La respuesta radica enla misma definicin de revolucin social que hemos adoptado y por una opcinmetodolgica sobre la base de la cual preferimos el anlisis de su etos socialesconcretos y limitados, a la adopcin de grandes paradigmas unitarios, perspectivaslineales o leyes que los acontecimientos ejemplifican. De esta definicin se des-prende que, para el anlisis de las revoluciones sociales, es necesario:

    ) El estudio de los actores polticos, en tanto su etos individualizados conconsciencia de tales, con capacidad de intervencin en la realidad y con intereses y

    objetivos definidos. En este sentido, discrepamos con los paradigmas absolutos quepretenden analizar el desarrollo de las sociedades de forma lineal. Se trata, desdeicha perspectiva, de un desplazamiento del ob eto desde la sociedad a lo social,esde el sistema a los actores

    2) El reconocimiento del peso e influencia de las ideas y del discurso.

    3) La certidumbre de que los cambios y las transformaciones sobre una deter-minada realidad nunca estn predeterminados, debido tanto a la capacidad creadoray estratgica de los actores, como a las constricciones en que estos se ven envueltos.

    na vez aqu, cabe formular las cuestiones que, para nuestro estudio, nos pare-cen ms relevantes del proceso revolucionario nicaragense. Antes de ello, sin em-bargo, es necesario sealar que toda revolucin social supone una dinmica polticade inclusinde las masas populares en la vida poltica y una dinmica derupturaviolenta(es decir, de enfrentamiento) con aquellos actores preeminentes del pero-o anterior. Estos dos elementos la inclusiny la ruptura estarn presentes a lo

    largo de todo el proceso y marcarn profundamente su desarrollo.

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    Respecto a las cuestiones que planteamos, stas pueden sintetizarse en seispun os:

    ) Por qu en Nicaragua la crisis del sistema poltico y la conflictividadocial supusieron un estallido insurreccional, y por qu, del desarrollo deichos acontecimientos, triunf la convocatoria revolucionaria. Culesueron los elementos diferenciales respecto a los dems pases centro-mericanos en especial referencia a El Salvador y Guatemala en donde

    tambin se lanzaron convocatorias revolucionarias.

    2) Sobre la base de qu actores, o coalicin de actores, pudo llevarsecabo el triunfo de la convocatoria revolucionaria. Quin hegemonizicho proceso y por qu cules fueron los intereses que los unieron, eliscurso generado y las estrategias desarrolladas.

    3) Hasta qu punto la coalicin que permiti la victoria revolucionaria semantuvo cohesionada con el paso del tiempo. En caso de sufrir un notableesgaste tal como aconteci qu factores fueron los ms relevantes.u rol e erci la intervencin directa de la administracin de los Estados

    Unidos en la dinmica poltica de dicho proceso y hasta qu punto sta

    upuso un cambio de direccin en el proyecto revolucionario.

    4) Cules fueron los cambios ms relevantes que, con el tiempo, fueronufriendo diversos actores a lo largo del perodo y cmo estos cambios

    incidieron en sus estrategias e intereses.

    ) Con las elecciones de 1990 y el cambio de escenario poltico consi-guiente: es posible hablar de una recomposicin de las lealtades y losintereses en el seno de los diversos actores polticos?

    6) Hasta dnde el desmantelamiento del Estado Revolucionario y la apli-acin de medidas neoliberales descompone a los actores polticos ante-

    riormente enfrentados, y sobre la base de qu intereses pueden resurgirnuevas propuestas que defiendan los colectivos populares en el marco deun rgimen democrtico.

    Estas son, a grandes trazos, las cuestiones que, modestamente, pretendemos

    ir sealando a lo largo del presente traba o. Los instrumentos analticos a partir

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    de los cuales trataremos dichas cuestiones variarn segn cada objeto especfico.Respecto al anlisis de los actores de carcter partidario utilizaremos la bibliografaclsica de la estasiologa; en referencia al anlisis del proceso insurreccional nos

    basaremos en un estudio multicausal, a la vez que contrastaremos el caso nica-ragense con el de El Salvador y Guatemala; en cuanto al desarrollo del procesorevolucionario una vez expuesto el caso nicaragense pretenderemos destacaraquellas dinmicas generalizables o constantes de este tipo de procesos en lospases de Amrica Latina; en referencia a los cambios acontecidos en la institucio-nalidad surgida de la insurreccin tomaremos algunas herramientas de los anlisisde los estudios sobre transiciones. Finalmente, intentaremos esbozar una breve in-terpretacin del proceso revolucionario de Nicaragua, interpretacin que tal comoes propio en este tipo de ob etos de estudio no estar exenta de contradicciones,udas e interrogantes.

    Respecto al material utilizado para tal fin, cabe hacer referencia a la utilizacinde fuentes indirectas sobre todo, bibliografa especializada y directas peridi-cos, revistas y documentos. En la confeccin del presente trabajo cabe sealar eltraba o realizado en la Universidad Nacional Autnoma de Nicaragua, en Len,urante los aos 1991, 1992 y 1994, y en el Instituto de Historia de Nicaragua, en

    Managua, durante el ao 1996; y sobre la base del cual pude realizar entrevistas ytener contacto directo con la realidad nicaragense.

    De acuerdo con lo dicho anteriormente, el presente trabajo se articula en nuevecaptulos ordenados en base cronolgica y uno, el ltimo a modo de conclusine naturaleza interpretativa y atemporal.

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    CAPTULO 1

    LA CRISIS

    DEL RGIMENSOMOCISTA

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    1.1. EL RGIMEN SE TAMBALEA

    Hay que estimular el turismo, ordena el dictador a mediados

    de julio, mientras arden los barrios orientales de Managua, in-cendiados por los aviones [...] Desde el bnker, gran tero deacero y cemento, gobierna el ltimoSomoza. All no se escuchael trueno de las bombas, ni los aullidos de la gente, ni nada queperturbe el perfecto silencio; desde all nada se ve ni se huele[...] Somoza organiza la liquidacin de los negocios y el desva-lije de toda Nicaragua. Despus, Somoza declara por telfono:Ni me voy ni me van!(1).

    Tal como expuso Carlos Fonseca, Somoza era como una prenda preciosa donde seaglutinaban todas las contradicciones del pueblo nicaragense, donde se confundaun poco la liberacin nacional con la liberacin de la dictadura(2). Anastasio Somo-za Debayle era el ltimo miembro de una dinasta que gobern Nicaragua desde1933. Su padre, Anastasio Somoza Garca, fue el artfice del estado moderno nica-ragense. En el perodo en que ste detent el poder, se establecieron las bases delubsiguiente desarrollo econmico, poltico y, cmo no, tambin las condiciones

    que posibilitaron la posterior ruptura revolucionaria(3)

    1) Texto extrado de GALEANO, 1986: 301.2) Esta expresin ha sido extrada de RUIZ, 1980.3) Sobre el rgimen de Anastasio Somoza Garca cabe dirigirse a WALTER, 1993. sta parte de lahiptesis de que en el perodo fundacional del Somozato, las dos dcadas en que el primer Somozagobern, se gestaron sus elementos definidores. En ese perodo se configuraran las directrices del de-sarrollo econmico y poltico que haran de Nicaragua un rgimen singular. Polticamente podemoscaracterizar la labor del primer Somoza sobre la base de tres puntos: 1) la cooptacin o neutralizacinde los viejos caudillos y lderes locales; 2) la reordenacin de las instituciones del estado con el ob-jetivo de desarrollar la economa agroexportadora; y 3) el uso de la coercin en momentos de crisis

    poltica (WALTER, 1993: .

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    La explicitacin del trmino Estado en tanto que marco en el que se muevenuestro ob eto de estudio los actores polticos tiene una gran relevancia. En elcaso de Nicaragua, esta consideracin es primordial, ya que, despus de un largo

    perodo de control autocrtico en beneficio de un sector restringido de las lites,a finales de los setenta, el Estado cambi radicalmente su forma de dominacinpoltica. El Estado no es una entidad abstracta ni la reificacin de una idea. No esposible observar al Estado como un ente a eno a la dinmica y articulacin de losactores polticos y sociales, ni a las relaciones de preeminencia y subordinacinexistente entre ellos. Si bien los diferentes actores mantienen espacios de autono-ma, existe una relacin de congruencia entre el Estado y el poder poltico, y de stecon la estructura de poder social y econmico(4). Esta observacin es clave paraentender el desarrollo poltico de Nicaragua desde su independencia. La profusine guerras civiles, conflictos regionales, intervenciones de los Estados Unidos, as

    como los constantes alzamientos de caciques acabaron por hacer imposible unalida articulacin de las instituciones del Estado(5)

    El rgimen somocista adquiri una caracterizacin muy singular. El tipo dergimen que nos ocupa aqu, ha sido calificado de diversas formas por diferentestericos. Linz y Stepan utilizaron el trmino sultanista (Linz, 1975; Linz y Ste-pan, 1978), Rouqui el depatrimonia ouqu , , a co e su stant vode afiacracy (Falcoff en Wickham-Crowley, 1993), Gonzlez el de nepotismo

    cleptocrtico(Gonzlez, 1992). Si tuviramos que exponer brevemente las carac-tersticas bsicas de estos regmenes observaramos cinco elementos comunes: 1)la existencia de un gobierno personal, no partidario; 2) el hecho de que las litespolticas no se corresponden con las lites socio-econmicas tradicionales; 3) ladominacin personal de las fuerzas armadas y de los cuerpos de seguridad; 4) la

    4) En cualquier caso el control del Estado es el objetivo ltimo de la actividad poltica. En este sen-tido, todo estudio sobre su construccin y consolidacin debe identificar a los actores polticos, debe

    definir a los grupos, clases o sectores de la sociedad, que participan en el conflicto en pos del controldel Estado, y cuyos intereses se reflejan en las decisiones polticas y en las medidas que desde la ad-ministracin se ejecutan (WALTER, 1993). Existe abundante literatura que teoriza sobre el Estado enAmrica Latina, y entre sta cabe destacar la compilacin de textos de clsicos sobre dicho tema:BOSSET& KLARN, 1986. La literatura homloga para los casos centroamericanos es notablementems reducida; con todo, es necesario sealar las siguientes obras: ALOYRA, 1983; ROCKETT, 1988;CASTILLO-RIVAS, 1983; TORRES-RIVAS, 1983; WEEKS, 1986.5) Respecto a la debilidad y a los crnicos conflictos entre las lites nicaragenses durante el sigloxix y la primera mitad del xx cabe dirigirse a la obra: Barahona t al., 1983. En referencia a la mismacuestin durante el perodo somocista nos remitimos al captulo 6 de Wheelock, 1976. En cuanto a lacapacidad de las lites polticas nicaragenses de articular un espacio poltico nacional es interesante

    el trabajo: Berntzen, 1990.

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    corrupcin como una prctica institucional; y 5) el ejercicio de la coercin y la re-presin hacia los colectivos opositores (Wickham-Crowley, 1993: 269-280).

    i bien podramos calificar el caso nicaragense como un caso nico, tambin

    es posible clasificarlo unto con las prolongadas dictaduras o go iernos autocrti-cos caribeos como el de Rafael Lenidas Trujillo y Joaqun Balaguer en la Re-pblica Dominicana, o el de Fulgencio Batista en Cuba. En este tipo de regmenes,el e ercicio directo y absoluto del poder por parte de reducidas camarillas generauna verdadera personificacin del poder poltico, que opera como plataforma delanzamiento hacia el enriquecimiento, a travs de los aparatos del Estado. Las ins-tituciones del Estado son, en s mismas, una potencia econmica que permite laconversin de grupos en clases definidas por su control sobre los medios de pro-uccin y cambio. Aparecen, de este modo, contradicciones comple as y profundas

    entre las fracciones que se enriquecen gracias a la manipulacin del poder y de losaparatos del Estado, y las que tienen en el mercado su mbito nico o predominantede acumulacin. El odus operandide los detentadores del poder poltico aparece,frente a las dems fracciones de la burguesa, transgrediendo sistemticamente lasreglas del uego vale decir racionali a el merca o y cuestionando su propiacapacidad de expresin econmica (Vilas, 1984).

    El Estado somocista no se caracteriz solamente por su personalizacin. LaGuardia Nacional(6) un entramado clientelar de actores polticos y sindicales afi-

    nes, el apoyo explcito de las diferentes administraciones de los Estados Unidos, yuna cosmtica constitucional(7) fueron los pilares sobre los cuales el somocismoe asent. Es necesario tener en cuenta, para comprender la larga duracin de lainasta, el efecto amortigua or e conflictosque supuso el prolongado ciclo de

    expansin econmica que precedi a la segunda guerra mundial(8)

    6) Tanto en el acceso como en la consolidacin del poder, los Somoza contaron con la absolutafidelidad de la Guardia Nacional (GN), de la que los miembros de la dinasta siempre detentaron la

    mxima autoridad. La GN fue un gendarme domstico impuesto por los Estados Unidos una vezque los marines abandonaron Nicaragua. Pero tambin fue un cuerpo garante del orden regional. Ladependencia personal de estas fuerzas hacia los Somoza se ejemplificaba con la estrategia en que seorganizaba la cpula de dicho cuerpo. Cualquier oficial con ambicin personal o carisma era desti-tuido y expulsado del cuerpo, lo mismo suceda con aquellos que pretendan modernizar la institu-cin. Los integrantes de la GN vivan en barrios separados, tenan hospitales y escuelas exclusivas yotros privilegios negados al resto de la sociedad. Existe una notable literatura sobre esta institucin,por su calidad destacan las obras de BOOTH, 1982; MILLET, 1979.7) Sobre la regulacin legal del rgimen somocista, ver GONZLEZ, 1992: 66-70; ALTER, 1993.8) La ms completa y detallada obra sobre la economa poltica centroamericana y sus efectos esBulmer-Thomas, 1987. En referencia a los efectos polticos del desarrollo econmico iniciado en

    los aos cincuenta cabe dirigirse a Dunkerley, 1988: 169-219. Sobre este perodo Henry Kissinger

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    al como escribe Secundino Gonzlez, a finales de 1972 el sistema de dominioestablecido durante dcadas sobre Nicaragua por parte de los Somoza, empezy aqu la expresin es literal a tambalearse (Gonzlez, 1992: 90). El 23 de

    iciembre de 1972, un terremoto destruy casi el setenta por ciento de los edificiosde la ciudad de Managua. Desde los Estados Unidos y desde muchos otros pasesllegaron cientos de millones de dlares en ayudas para la reconstruccin y para losnecesitados, pero, muy pronto, se empez a rumorear sobre el modo en que Somo-za utilizaba o distribua el dinero.

    sta es la revolucin de las oportunidades, dijo Anastasio Somoza Debayle.El sesmo no solo supuso la posibilidad de engrosar el patrimonio de los Somoza,ino que les dio la oportunidad de retomar el poder formal. Por medio de un decre-

    to hecho pblico el 23 de enero, Somoza Debayle se hizo nombrar presidente delomit Nacional de Emergencia.

    El detonante, en trminos de la estabilidad del rgimen, fue la in erencia uti-lizando recursos pblicos y los resortes del Estado de las empresas de Somozaen los sectores econmicos considerados, hasta entonces, espacios reservados a laslites econmicas tradicionales. A partir de entonces, el rgimen no solo hizo caso

    omiso de las demandas que surgieron desde los diversos sectores organizados dela burguesa, sino que aprovech el estado de sitio, implantado poco despus, paracontinuar su lgica cleptomanaca(9)

    finales de enero de 1977, poco antes de que Jimmy Carter prestara juramento

    expuso ( issinger eport, en Dunkerley): With the launching of the Alliance for Progress in 1961,the role of United States in Central American development underwent a major transformation. Thiswas a bold an unprecedented effort to encourage comprehensive national planning and to promote awide array of social, political, tax and land reforms... The goals of the Alliance were three: economicgrowth, structural change in societies, and political democratization. But... it was only in the first areathat significant progress was made.9) El desarrollo de estos acontecimientos estn relatados en Christian, 1985: 36-41. En este contexto,

    en el marco de las elecciones celebradas en 1974, el nmero de partidos liberales y conservadoresdisidentes creci notablemente. stos, junto con sindicatos no vinculados con el rgimen, crearonuna coalicin, liderada por Pedro Joaqun Chamorro, llamada Unin Democrtica de Liberacin(UDEL), que pervivira hasta el perodo insurreccional. Respecto al nuevo mpetu que tom la lgicacleptomanacadel rgimen, sta lleg a extremos draconianos. Con todo, como no hay mal que porbien no venga, y tal como expuso un dirigente sandinista (Rushdie, 1987: 27-28: La carretera deCampoa es de ladrillo, como otras carreteras en Nicaragua. Somoza tena una fbrica de ladrillos.Despus del terremoto de 1972 se empe en que todas las vas de trnsito del pas se reconstruyerancon ladrillos presidenciales, vendidos a la nacin a precios muy elevados. Pero nos dimos cuentaque los ladrillos son muy fciles de apalancar me cont muy ufano Luis Carrin. De modo quedurante la insurreccin pudimos detener con facilidad sus convoyes, gracias muchas veces a esas

    carreteras de ladrillos.

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    de su cargo como presidente de los Estados Unidos, un grupo de acadmicos, pro-cedentes de diversas universidades estadounidenses, se reunieron en Washingtonba o los auspicios del Departamento de Estado para realizar un coloquio sobre

    mrica Central. Los oradores y las discusiones se ocuparon de cuestiones muyamplias y diversas, pero si hubo alguna lnea general que persisti durante todala sesin fue la de que en Centroamrica no poda ocurrir nada que afectara direc-tamente a los intereses norteamericanos o que, por cualquier otra circunstancia,exigiera la atencin urgente de los funcionarios estadounidenses. Las discusionese centraron en cmo los Estados Unidos podan ir reduciendo sus compromisos

    en dicha zona. Se tom nota de los grupos guerrilleros que estaban actuando en ElSalvador, pero se juzg que la solucin de los problemas socioeconmicos de aquelpas era ms urgente. Tambin se habl del movimiento sandinista en Nicaragua,pero se lo de de lado al considerarlo una dbil amenaza contra la familia Somozaque, por otra parte, entraba en su dcimo lustro en el poder.

    De las directrices bsicas en que se articul la retrica de la poltica exterior dela administracin Carter, la de la romocin e los erechos humanos fue la quetuvo mayor impacto en Nicaragua. El inters de la nueva administracin norteame-ricana en referencia al respeto de las libertades civiles, los derechos humanos y laliberalizacin de los regmenes cabe observarse, en la perspectiva de los EstadosUnidos, como un instrumento de poltica exterior que tena como objetivo des-

    articular los potenciales riesgos rupturistas y revolucionarios que amenazaban laestabilidad poltica de los pases centroamericanos.

    En este caso, los agudos analistas norteamericanos no afinaron con demasiadaprecisin. El ltimo de los Somoza ya no pudo ver la madrugada del 17 de ulio de1979 en Nicaragua. Un helicptero Sikorskilo llev desde el bnker, en la lomade Tiscapa, a los hangares de la Fuerza Area. Con l se llev los lingotes de oroel Banco Central, ocho papagayos de colores y los atades de su padre y de suermano. u a su av n pr va o, un et Si ney-Howker rumbo a Miami, girando

    primero sobre la ciudad donde brillaban las fogatas de la insurreccin.

    1.2. LOS MUCHACHOS

    Recuerdo lo que Leonel Rugama di o al grupo de compaeros que estaba all dis-cutiendo con l. Frunci el ceo y dijo: Hay que ser como el Che... ser como elChe... ser como el Che... (10)

    10) Frase extrada de la obra: CABEZAS, 1982: 20. En sta se expone la experiencia de los jvenesestudiantes de la Universidad de Len y sus relaciones con el Frente Sandinista.

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    la luz del ejemplo ofrecido por la revolucin cubana, en toda Amrica Lati-na, surgieron numerosos grupsculos revolucionarios(11). En 1959, en Managua,e constituy la Juventud Patritica, organizacin con vocacin revolucionaria

    y partidaria de la lucha armada. sta desaparecera poco despus, disgregndoseen una constelacin de organizaciones del mismo carcter. Posteriormente algu-nas de ellas formaran el Movimiento Nueva Nicaragua, preludio del FSLN.

    er en 1961, en Tegucigalpa, cuando se crear el Frente de Liberacin NacionalFLN), fruto de la voluntad de venes radicales disidentes del Partido Socialistae Nicaragua (12)y del Partido Conservador. Los fundadores entre los que se

    encontraban Carlos Fonseca Amador, Toms Borge y Silvio Mayorga perte-necan a la generacin que observ la habilidad de Anastasio Somoza Garcaen instaurar un rgimen de carcter patrimonial y en cooptar a los cuadros del

    artido Conservador(13)

    Las bases tericas a partir de las cuales el FSLN desarrollara su identidad yproceder fueron: el marxismo, el vanguardismo, el foquismo y el nacionalismo. Elmarxismo constituy una fuente de donde fluy una visin del mundo, un discursoy un marco para la accin. Vctor Tirado, miembro de la Direccin Nacional, afir-m Tirado, 1986 :

    El marxismo fue una revelacin a partir de la cual primero nos descubrimos

    nosotros mismos, y luego a nuestro pas a travs de nuestro pueblo... apartir de Marx profundizamos en Sandino, su historia, sus ob etivos

    osteriormente, Bayardo Arce, tambin miembro de la Direccin Nacional,acuara la frase de que la diferencia entre sandinismo y marxismo en Nicaraguapuede considerarse nula, un marxista en Nicaragua es necesariamente sandinistaArce en Invernizzi et al., 1986). Sin embargo, si bien los sandinistas insistieron enu concepcin marxista del mundo, la verdad es que la realidad del FSLN siempre

    11) Esta influencia tambin se percibi en Nicaragua. En referencia a la revolucin cubana TomsBorge expuso ( ORGE, 1982): La victoria de la lucha armada en Cuba fue una luz que nos permitiver ms all de los antiguos dogmas [...] Fue la respuesta a nuestras dudas, la justificacin de nuestrossueos.12) El PSN perteneca a la III Internacional. ste nunca apost por la lucha armada ni por la va revo-lucionaria. No cabe olvidar, a la vez, que en los primeros aos de Somoza Garca el PSN establecimuy buenas relaciones con el rgimen al que percibieron como nacional-popular.13) Para la obtencin de informacin ms detallada sobre la fundacin del FSLN y sus protagonistascabe remitirse a las obras: LEGRAYFLAKOLL, 1982; Borge en RIAS, 1980; LACK, 1981; OOTH,

    1982; BORGE, 1980; POMARES, 1979; POZAS, 1988.

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    fue mucho ms eclctica. No todos los marxistas estaban en el Frente ni todos losandinistas eran marxistas. Carlos Fonseca, en 1964, observ que la estrategia del

    FSLN pasaba por la creacin de una organizacin de amplia convocatoria (Fonseca

    en Dunkerley, 1988: 221):ienso que los revolucionarios nicaragenses tienen que acogerse a la doctrina

    que les permita construir la liberacin del pueblo de Nicaragua. En mi propio pen-amiento estn presentes las races populares de diferentes ideologas, el marxis-

    mo, el liberalismo, el socialcristianismo...De las lecturas de Dbray, Harneker, Lenin, del estudio de la guerra de Ar-

    gelia, de la revolucin vietnamita y cubana, los sandinistas tomaron el conceptode anguardia revolucionaria que adquiri una importancia vital en el aspectoorganizativo. La premisa de que la existencia de una anguar iaen an o que or-ganizacin selectiva, errquica y disciplinada de militantes era un requisito parael triun otuvo una gran influencia en la prctica organizativa del Frente Sandinista(Gilbert, 1988). El foquismofue un legado de la revolucin cubana. El FSLN seconvirti en una organizacin poltica armada donde la accin guerrillera era unelemento central(14)

    El nacionalismo y el anti-imperialismo eman del mito de Augusto Csar San-ino, poltico liberal y efe guerrillero, figura catalizadora del rechazo a la presen-

    cia norteamericana durante el primer tercio del presente siglo. Este personaje fasci-

    n a Carlos Fonseca co-fundador y terico del FSLN, quien en 1961, despus dela campaa guerrillera de Rait-Bocay, refund el FLN para introducir el ad etivoe an inista(15)

    na vez constituido el FSLN, la actividad guerrillera y la penetracin en el me-dio rural tuvieron preeminencia sobre la organizacin, la educacin poltica de lasmasas y la agitacin en las zonas urbanas. La guerrilla sandinista fue, en el gruesoe su historia, un pequeo foco guerrillero en las montaas del norte y centro del

    pas que se nutra, mayoritariamente, de cuadros estudiantiles. De este largo pero-o, el FSLN, si bien pudo sobrevivir a diversos ataques a los que se vio sometido,

    obtuvo pocas victorias en el plano militar. Sin embargo, a partir de esa experiencia

    14) La estrategia oquistaprovino de las obras de Dbray y Guevara. Estos la definieron como unaversin del marxismo-leninismo y como la nica estrategia posible para conseguir una ictoria revo-lucionariacuando no existan slidos vnculos con las organizaciones populares. Segn los autorescitados, la lucha armada, en esos casos, supona la nica actividad posible para las organizacionesrevolucionarias (Dbray, 1961; Guevara en Nolan, 1986).15) Sobre Augusto Csar Sandino existe vasta bibliografa, entre ella destacamos las siguientes

    obras: HODGES, 1986; RAMREZ, 1974; SELSER, 1974.

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    e difundira una mitologa referente a las montaas. La llamada mstica de lasmontaas hablaba del marco donde se gest la incipiente actividad guerrillera.

    al como expone Omar Cabezas en su novela, la montaa se convirti en algo

    ms que una inmensa estepa ver e Cabezas, 1981: 24 :

    en la ciudad, los clandestinos y los legales, hablbamos de las mon-taas como algo mtico, donde estaba la fuerza e incluso las armas. Allstaban los me ores hombres...

    Este perodo se convirti en una de las referencias bsicas a partir de las cua-les posteriormente se establecera la mitologa sandinista. Gioconda Belli, una delas poetas ms representativas de la poesa nicaragense en el perodo sandinista,escribira:

    ... nosotros sabemos, camarada,ue en las montaasnterraremos el coraz n

    del enemigo.

    Con todo, independientemente de su temprana fundacin, los analistas polticos

    han coincidido en clasificar al FSLN como una organizacin guerrillera que pertene-ce a la segunda ola guerrillera latinoamericana debido a que aquel adquiri rele-vancia poltica a partir de 197 (16). El carcter hermtico del rgimen nicaragense y

    16) El fenmeno guerrillero latinoamericano de la segunda mitad del siglo veinte se ha divididocronolgicamente en dos perodos: la primera ola y la segunda ola. La primera hace referenciaa aquellas organizaciones que surgieron a la luz del ejemplo de la guerrilla cubana y que tuvieronsu actividad en la dcada de los sesenta. Estas guerrillas se caracterizaron por su implantacin en

    zonas rurales y por su notable capacidad de maniobra. Bajo el denominador comn de guerrillas deprimera ola cabe destacar el Movimiento 26 de Julio (M-26) en Cuba; el Movimiento Revoluci-onario 13 de Noviembre (MR-13) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en Guatemala; lasFuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), el Ejrcito de Liberacin Nacional (ELN)y el Ejrcito Popular de Liberacin (EPL) en Colombia; el Movimiento de Izquierda Revolucionaria(MIR) y el Ejrcito de Liberacin Nacional (ELN) en Per; el foco guerrillero liderado por CheGuevara en Bolivia; y las Fuerzas Armadas de Liberacin Nacional (FALN) y el Movimiento deIzquierda Revolucionaria (MIR) en Venezuela. La segunda ola hace referencia al resurgimientode la actividad guerrillera, a partir de 1975. La segunda ola tuvo relevancia en algunos pases enque anteriormente la guerrilla haba tenido poca incidencia en la vida poltica como El Salvador yNicaragua y en su revitalizacin en Guatemala, Colombia y Per. Para un mayor detalle sobre la

    actividad guerrillera latinoamericana entre 1956 y 1990, ver: ICKHAM-CROWLEY, 1992.

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    u rechazo a cualquier pretensin reformista produjo la confluencia de buena parte delos colectivos, organizaciones y movimientos opositores hacia la canalizacin de suactividad poltica fuera de los canales institucionales que ofreca el rgimen. En el

    ltimo lustro de la dcada de los setenta, y no antes, colectivos urbanos, lites polti-cas y ciertas personalidades descontentas con el somocismo, empezaron a observarla opcin guerrillera como algo ms que una simple quimera(17)

    De esta forma, solo durante los aos previos a la insurreccin, a la luz de dosescisiones que se produ eron en el seno del FSLN (La Tendencia Proletaria, FSLN-

    (18)y la Tendencia Tercerista o Insurreccional, FSLN- (19) se desarrollaran acti-vidades de penetracin activa en los colectivos urbanos. En este contexto, regresara la ciudad significaba regresar a un escenario conocido.

    Es importante, en este aspecto, recordar el origen urbano estudiantil de la ma-yora de lderes del movimiento guerrillero sandinista y el papel de los colegios ylas universidades como semillero de opositores antisomocistas(20). Otro elemento

    17) En El Salvador y Guatemala existi una dinmica poltica parecida; sin embargo en Nicaragua,el conflicto poltico intra-elitario fue, desde el inicio del mandato de Somoza mucho ms crispado yprofundo. Existe una notable documentacin sobre este fenmeno. Para una mayor y ms detalladaexposicin sobre dichos acontecimientos las obras: BLACK, 1981; BOOTH, 1982; CHRISTIAN, 1986;DUNKERLEY, 1988.

    18) A mediados de los setenta, con el endurecimiento de la poltica represiva del rgimen somocista,la desconexin y el alejamiento de los componentes del FSLN, empezaron a surgir discrepanciasen torno a cuestiones estratgicas. Estas discrepancias se zanjaran con dos escisiones en el seno dela organizacin. Un sector, encabezado por Jaime Wheelock, plante priorizar la lucha poltica enapoyo de las demandas de los sectores obreros y semi-proletarios de las reas urbanas. La direccinpoltica del FSLN se reafirm en los tradicionales planteamientos de carcter foquista de la GuerraPopular Prolongada en las zonas rurales del pas. En octubre de 1975 se expuls formalmente aquienes comulgaban con los nuevos planteamientos. De esta expulsin surgi la llamada TendenciaProletaria, organizacin que continu la actividad poltica en la zona noroccidental del pas. Sobreestos acontecimientos hay ms informacin en Nolan, 1986: 75-88; Nez t al.,1991.19) La segunda escisin se produjo a inicios de 1977, cuando Humberto Ortega convenci a la mayor

    parte de la direccin sandinista de que las condiciones de una guerra civil insurreccional estaban yapresentes (Nolan, 1986: 88-118; Ortega, 1981). La estrategia de los terceristas fue la incorporacinde lites polticas civiles y colectivos populares urbanos en el proceso insurreccional (Nez, 1987).La Tendencia Insurreccional supuso el traslado del peso de la lucha de la montaa a la ciudad. Laagitacin se concentr progresivamente en las ciudades y la cultura que gener fue concentrndoseen las masas urbanas. Mientras el FSLN aglutinaba y catalizaba las masas insurrectas de los barrios,stas le daban un matiz claramente urbano (Nez et al., 1991).20) Como muchos autores han sealado, el centro de reclutamiento bsico de los movimientos guer-rilleros latinoamericanos ha sido la universidad. Esta afirmacin es especialmente cierta en el caso deNicaragua. Los estudiantes fueron los colectivos que ms intensamente apoyaron, y posteriormentenutrieron, a la guerrilla sandinista. En este sentido tambin cabe recordar que buena parte de los mi-

    embros del FSLN tenan su origen en las clases medias y acomodadas. Tal como expuso Jos Fajardo

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    importante fue el impacto que tuvo la difusin de la teologa de la liberacin enlos colectivos cristianos, de donde surgieron las Comunidades Eclesiales de BaseCEBs). Sobre la base de la experiencia religiosa diversas personalidades con no-

    table peso en la vida social nicaragense empezaron a estrechar vnculos con elandinismo(21). Es ya conocido el impacto de la teologa de la liberacin en el mo-

    vimiento revolucionario nicaragense. A inicios de los setenta, las comunidadeseclesiales de base empezaron a tomar un compromiso creciente con la oposicinal rgimen. En 1973 venes universitarios creyentes y algunos sacerdotes habanormado el Movimiento Cristiano Revolucionario, movimiento que posteriormente

    dara notables cuadros al FSLN (entre ellos un miembro de la Direccin Nacional,Luis Carrin). Sobre esta cuestin un miembro de la Direccin Nacional del FSLNexpuso (Carrin en Arias, 1980: 87-88):

    El movimiento cristiano surgi con una serie de compaeros que comen-zaron a encarrilarse con las teoras revolucionarias que apoyaba la Igle-ia. Entonces se hablaba de cristianismo revolucionario. Esta cuestin

    la impulsaba tambin una serie de curas esuitas, entre los que estabanFernando Cardenal, Uriel Molina y Flix Jimnez. Indudablemente queuna parte del movimiento cristiano desempe posteriormente un papelmuy importante.

    El segundo lustro de los aos setenta es testigo de un giro de la tctica de lu-cha contra la dictadura Nez et al., 1991: 64-70). La guerrilla que se localizabaen las zonas rurales y que apoyaba al campesinado, se percat de la aparicin denuevos sujetos sociales(22). El alzamiento de colectivos urbanos se present como

    (Fajardo en ICKHAM- ROWLEY, 1993: 213): Buena parte de lderes sandinistas provenan de sectoresacomodados, as como de centros universitarios... y una alta proporcin de ella se haban educado

    en colegios de los jesuitas. Sobre la misma cuestin son grficos los libros que narran experienciaspersonales de los jvenes que se integraron en la actividad guerrillera: ARIAS, 1980; CABEZAS, 1982;RAMREZ, 1990.21) La literatura sobre la influencia y el papel jugado por la religin en el proceso poltico nicara-gense es muy extensa, entre ella cabe destacar: BERRYMAN, 1984; CABESTERO, 1983a, 1983b; CASAL-DLIGA, 1986; ECKSTEIN, 1989; IRARDI, FORCANOy IGIL, 1986; LEVINE, 1988, 1990; RANDALL, 1983;RIEKE, 1990. Para el anlisis de este fenmeno en un marco latinoamericano es interesante referirsea LEVINE, 1986, 1992.22) Tal como expone Vilas (Vilas, 1984: 169-198) entendemos porsujeto socialal participante realde la insurreccin, como sntesis de determinaciones socioeconmicas de clase, ocupacionales, fa-miliares, etc. e ideolgicas. Este concepto, segn Vilas, tiene un referente de clase, pero no reduce

    el sujeto a la clase. El mismo autor advirti la extrema juventudde los participantes de la insurrecci-

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    una accin espontnea, de rechazo a las medidas econmicas, sociales y polticase la dictadura. La vida cotidiana de la sociedad nicaragense empez a politizarse

    intensamente y esta radicalizacin fue encauzada por el FSLN.

    El FSLN era, ante todo, un actor poltico que se caracterizaba por el desarro-llo de una actividad especfica la lucha armada, en un ambiente determinadoel marco hostil y represor del rgimen somocista, y por un objetivo laobtencin del poder. Es a partir de estos rasgos donde cabe observar la naturaleza

    el FSLN. Se trataba de una organizacin de carcter poltico-militar altamentecentralizada, construida a partir de enlaces verticales y compartimentos rgidosy estancos. La direccin, desde su nacimiento, tom la forma de una jerarquamilitar. Los rganos intermedios se configuraron en torno a las divisiones admi-nistrativas del pas, apareciendo as los Comits de Direccin Departamental y

    onal, que se subordinaban directamente a la Direccin Nacional mxima au-toridad poltica y militar. Las unidades de base eran dos, la milicia, de naturalezamilitar que quedaba integrada a comandos, y sta, a columnas guerrilleras,y la clula, exclusiva de reas urbanas. Los militantes, dado el carcter clandes-tino de la organizacin, se comprometan a un con unto de responsabilidades queuponan una dedicacin exclusiva y disciplinada. La militancia poltica en el

    FSLN supona el encuadramiento de todas las actividades a las exigencias de lavida partidaria. La obtencin de la militancia requera la superacin, durante un

    perodo, de ciertas pruebas. Una vez superadas se proceda a un mecanismo for-mal y reglado de adhesin. En la ceremonia de ingreso se realizaba el siguienteuramento (Fonseca, 1981: 194):

    Delante de la imagen de Sandino, delante de la memoria de los hroes ymrtires de Nicaragua, Amrica Latina y de toda la humanidad, pongomi mano sobre la bandera ro a y negra que significa Patria Libre o Moriry uro defender, con las armas en la mano, la dignidad nacional y lucharpor los oprimidos y explotados. Si cumplo esta promesa la liberacin deNicaragua y de todos los pueblos ser mi logro...

    n el 71% tena entre 14 y 24 aos, una proporcin casi tres veces ms alta que el peso de esemismo grupo de edad en la pirmide demogrfica. La otra caracterstica bsica del colectivo revolu-cionario fue el carcter popularen sentido amplio de masas trabajadoras ms que de proletario ensentido estrecho. La pequea produccin y el trabajo no asalariado emergieron como la fuerza socialbsica de la insurreccin. El sujeto social de la Revolucin Sandinista, en la etapa que culmina conel triunfo del 19 de julio de 1979, se aproxima a otras revoluciones del Tercer Mundo: se trata, sobre

    todo, de una revolucin popular y antiimperialista asentada en amplios colectivos populares.

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    al como hemos expuesto en anteriores trabajos (Mart, 1992), retomando el an-lisis que estableci Duverger (Duverger, 1961) al contrastar las categoras emeins-c aft ese sc a t un cabra clasificar el FSLN en la tipologa de un en an o

    que colectivo creado deliberadamente, de carcter casi-sagrado, la adhesin al cualrequiere un compromiso que orienta la totalidad de actos de los miembros.

    El tamao (nmero de miembros) fue, durante todo este perodo, muy reducido.Durante la dcada de los sesenta y la primera mitad de los setenta la organizacinifcilmente lleg a los 150 miembros, entre legales clan estinos aumentandoensiblemente si se tiene en cuenta a los cola oradores. A partir de 1977, con la

    progresiva descomposicin del rgimen somocista y las diferentes convocatoriasinsurreccionales, se observ un crecimiento sustancial de la organizacin. Contodo, despus de realizar un recuento exhaustivo de todos los miembros y colabo-radores de las tres tendencias, la cifra no lleg a los 500 (Arce en Invernizzi et al.,986; Dunkerley, 1988).

    Referente a la estructura del poder organizativo (23) sta se caracteriz frutodel reducido tamao y su articulacin altamente jerarquizada por su simplicidad:los recursos el po er organizativose concentraban y gestionaban en la cpula par-tidaria. Una cuestin de vital importancia fue la naturaleza de las relaciones entre elFrente y su entorno organ zat voque eran las organizaciones de masas de orien-tacin sandinista, muchas veces creadas bajo el auspicio del propio FSLN. Esta

    relacin se caracteriz por la dependencia de las organizaciones a favor de los intere-es del Frente y en funcin de la lucha armada. En este sentido, la articulacin entre

    guerrilla y ovimiento popular en Nicaragua, tuvo un proceso inverso al acaecidoen la mayora de pases de Amrica Latina y, en especial, a los casos salvadoreosy guatemaltecos, donde primero fue la activacin del movimiento popular y poste-riormente la vinculacin o creacin de organizaciones guerrilleras el FMLN en El

    alvador y la URNG en Guatemala. As pues, las organizaciones de masas, en tantoque apoyaban la lucha contra la dictadura, se adheran y subordinaban a las direc-trices del Frente(24). Esta visin de organizacin centralizada, reducida y altamente

    23) Utilizamos dicho concepto tal como lo presenta Angelo Panebianco en su obra (PANEBIANCO,1990). La estructura del poder organizativo se basa en los llamados recursos del poder organizativoen tanto que factores en torno a los cuales se desarrollan las actividades vitales de una organizacin:la competencia, las relaciones con el entorno, la comunicacin, las reglas formales, el financiamientoy el reclutamiento.24) Cabe sealar que la tradicin organizativa popular en Nicaragua fue relativamente escasa hastamediados de la dcada de los setenta. El nacimiento y activacin de Organizaciones de Masas fue, engran medida, fruto de militantes sandinistas con el objetivo de articular grupos amplios de apoyo a la

    lucha armada. As surgi la Asociacin de Trabajadores del Campo (ATC), los Comits de Defensa

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    jerarquizada no es, en ningn caso, ajena al contexto en que desarroll su actividad.La hostilidad del entorno, altamente represivo, exigi una cohesin organizativa sinla cual cualquier desorden poda poner en cuestin la misma supervivencia organi-

    zativa. No es gratuita, en este sentido, la expresin acuada en Nicaragua antes deltriunfo de la insurreccin de que en Nicaragua ser joven era un delito.

    El FSLN, tras una espectacular accin en noviembre de 1974, en la que asaltla casa de Chema Castilo, un reputado dirigente somocista, y estuvo a punto de se-cuestrar al emba ador de los Estados Unidos mediante la cual obtuvo fondos eco-nmicos, difusin de manifiestos y propaganda, y la liberacin de varios presos,ufri sucesivos descalabros. Hasta finales de 1977, cuando se iniciaron una serie

    de ataques generalizados en diferentes zonas del pas, el Frente nunca fue conside-rado como un actor poltico relevante. Sus acciones, si bien haban tenido un e ectoe emostracincon el que ganaron la simpata y el reconocimiento de muchos

    nicaragenses, nunca, hasta entonces, tuvieron una continuidad y sistematizacinuficiente como para pensar en la posibilidad de convertirse un agente poltico que

    ofreciera una alternativa plausible al rgimen que empezaba a resquebrajarse.

    1.3. LA OPOSICIN CIVIL

    De Somoza se dir no slo que derram sangre de su pueblo, sino que la vendi en

    el extranjero(25)En Managua, en la maana del martes 10 de enero de 1978, Pedro Joaqun

    hamorro director del peridico a Prensa lder del movimiento conservadorlianza Nacional Conservadora (ANC) y de la coalicin opositora Unin Demo-

    crtica de Liberacin (UDEL), y mximo dirigente de la oposicin civil al rgimenomocista comenz su viaje diario desde su casa, situada en el parque de Lasalmas, hacia las oficinas de La Prensa. Poco despus de las ocho de la maana,

    mientras pasaba por las ruinas de lo que haba sido la ciudad antes del terremoto de972, su coche fue interceptado por una furgoneta. Le obligaron a detenerse. Desde

    la furgoneta le dispararon y seguidamente emprendieron la huida.

    Civil (CDC), el Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER). De esta forma, a diferencia de lo quesucedi en El Salvador, donde la red asociativa de carcter popular tena una larga tradicin y nuncase subordin incondicionalmente a las directrices de los grupos guerrilleros en aras de mayorindependencia pero en detrimento de la eficacia y rapidez de la lucha insurgente, en Nicaragua, ladependencia absoluta de estas organizaciones a las directrices del FSLN supuso una notable sincro-nizacin entre la estrategia armada y la movilizacin popular.

    25) Expresin extrada de CHAMORRO(1990: 318).

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    La muerte de Chamorro supuso un gran golpe para la oposicin civil, ya depor s dbil, y para los gremios empresariales que siempre lo haban considerado sulder. Pablo Antonio Cuadra, un poeta con quien comparta la direccin del peri-

    ico, declar unos das despus del asesinato, que la muerte de Chamorro tendrael efecto de fortalecer la unin de los grupos antisomocistas, pero, al mismo tiem-po, dejaba a la oposicin civil sin su jefe ms significativo. l era la figura queubiera podido catalizar en un momento dado un gran partido de oposicin, di ouadra(26)

    on todo, los partidos polticos nicaragenses, durante todo el perodo del o-mozato se caracterizaron por su elitismo, faccionalismo interno, personalismo, de-bilidad organizativa y reducida base social. Durante el perodo que va desde 1924a 1979 se llevaron a cabo diez elecciones generales. stas estuvieron siemprelejosde la calificacin de democrticas. En este marco, el rgimen somocista nun-ca dud en llegar a determinados pactos y alianzas con facciones de la oposicinen pos de la negociacin de determinadas prebendas sin ninguna intencin dealterar la naturaleza del sistema poltico. De esta forma, en dicho perodo, se arti-cularon trece alianzas, doce con el ob etivo de obtener mayores cuotas de represen-tacin institucional y solo una, en 1959, con el ob etivo de enfrentarse al rgimenomocista(27)(Godoy, 1992). Los dos pactos ms relevantes llevados a cabo por

    el Partido Conservador y el Partido Liberal Nacionalista(28) fueron el Pacto de

    los eneralesen 1950 y el Pacto e Kupia Kumien 1972, en aras de la consecu-cin, por parte de los conservadores, de un tercio y el 40% de la representacin

    26) Los acontecimientos que sucedieron de enero a septiembre de 1978 estn detallados con precisi-n en SHIRLEY, 1985: 54-76.27) En 1959 la mayora de partidos polticos de la oposicin, bajo el liderazgo del Partido Conserva-dor, crearon la Unin Nacional Opositora con el fin de presionar al rgimen somocista y dar apoyo alque sera el ltimo alzamiento armado dirigido por los conservadores. En dicho alzamiento partici-

    paran cuadros de las Juventudes Conservadoras que posteriormente intervendran en la vida polticade los aos setenta entre ellos estaban Pedro Joaqun Chamorro, Reinaldo Tfel, Coronel Kautz.28) El Partido Liberal Nacionalista (PLN) era el partido del rgimen somocista. Mientras que a laGuardia Nacional le estaba adjudicado el papel de repartir sanciones, el Partido Liberal Nacionalistase convirti en el instrumento para distribuir los beneficios y las recompensas. Articulado a partir deuna red clientelar, su funcin era la de confeccionar un apoyo civil al rgimen. La relativa autono-ma del rgimen frente a las clases dominantes permiti, en sus inicios, una cierta retrica obreristaexpresada en la promulgacin del Cdigo del Trabajo. Concesiones de este tipo le permitieronconsolidar un apoyo dentro de algunos sectores del movimiento sindical. La red civil del somocismose completaba con la institucin de los jueces de mesta, responsables del mantenimiento del ordenen las comunidades campesinas. Para la obtencin de informacin ms detallada sobre la articulacin

    civil del somocismo cabe dirigirse a Gonzlez, 1992: 63-79; Walter, 1993: 66-117.

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    parlamentaria junto con sus prebendas correspondientes. En este paisaje, entrela represin, la ilegalidad y la cooptacin, los partidos polticos permanecieronpequeos, dbiles y divididos. En esta situacin, los partidos nicaragenses nunca

    pudieron establecer una red de militantes independiente de las prcticas clientela-res y menos una cierta legitimidad entre la poblacin(29)

    En los aos setenta, a medida que aumentaba la agitacin popular, se incre-ment la descomposicin y resquebra amiento de los partidos hasta entonces exis-tentes. Del Partido Conservador, largamente desacreditado, surgi la formacin

    lianza Nacional Conservadora, el partido Social Cristiano (PSC), y de ste elPartido Popular Social Cristiano (PPSC). En la izquierda, fruto de divisiones en eleno del Partido Socialista de Nicaragua (PSN) y del Partido Comunista de Nica-

    ragua (PCdeN), apareceran el Partido Revolucionario de los Traba adores (PRT) yel Movimiento de Accin Popular Marxista-Leninista (MAP-ML).

    mediados de los setenta, cuando se inici la crisis del rgimen, la mayorparte de la oposicin cvica estaba agrupada en torno a la UDEL, bajo el liderazgode Pedro Joaqun Chamorro. En las ltimas elecciones del rgimen somocista estacoalicin opt por la estrategia de la abstencin No hay por quien votar!, erala consigna. Posteriormente, esta formacin plante el inicio de un Dilogo Na-cional donde se exiga al rgimen unas demandas mnimas. Estas demandasmnimas, exigidas por la UDEL y hechas pblicas en el peridico a Prensa

    eran: 1) el levantamiento del Estado de Sitio y de la censura de los medios de co-municacin; 2) la libertad de organizacin poltica y sindical; 3) el nombramientoe un militar con suficientes mritos y sin vnculos con la familia Somoza como

    responsable de la Guardia Nacional; 4) la creacin de un orden urdico que garan-tizara el pluralismo poltico; y 5) la amnista general a los presos polticos.

    El dilogo no lleg a producirse. Sin embargo, la presin de la administracinarter, oblig a Somoza al levantamiento de la censura de prensa, hecho que permiti

    a Chamorro desplegar una intensa campaa periodstica de denuncia a la corrupcin,atacando directamente a negocios donde la familia Somoza tena intereses.

    Durante el transcurso de esta campaa, apareci un artculo en el peridicooficialista ove a es(el no verdades, segn el ingenio popular) donde se expo-

    29) Hablando con la gente, sta an recuerda que, en enero de 1967, una coalicin poltica opositora,bajo el nombre de Unin Nacional Opositora, realiz una manifestacin en Managua en apoyo a lacandidatura presidencial del lder Fernando Argello. La manifestacin termin con un ataque de laGuardia Nacional en el cual perdieron la vida 500 manifestantes. Cuatro aos ms tarde, FernandoArgello firmara un pacto, llamadoKupia Kumi, con Somoza Debayle. Este suceso marc profun-

    damente la credibilidad, y posterior desarrollo, de los partidos polticos opositores.

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    na que Pedro Joaqun Chamorro se haba erigido, por sus continuas denuncias alrgimen, en hombre de horca y cuchillo, mediante la insolencia, el irrespeto, laalta de tica moral y social, que lo estn conduciendo a lmites insospechados, de

    mucho peligro para l ncuentroen Gonzlez, 1992: 106 .El asesinato del lder opositor convirti, como muy bien sentenci Robert Pas-

    tor que en aquel entonces ejerca como consejero de asuntos latinoamericanosen el Conse o Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, la crisis polticaencrisis revolucionaria(Pastor, 1987: 59). Todo el mundo conoca las prcticas repre-ivas y la impunidad con que la Guardia Nacional asesinaba a los opositores, pero

    los hombres de negocios, las lites econmicas, los miembros de las grandes fami-lias se haban considerado seguros como para llevar a cabo una oposicin pacfica.Esta forma de actuar formaba parte de un acuerdo no escrito de la misma formaue ha a determinados sectores econ micos donde los Somoza no deban in-

    miscuirse pero Pedro Joaqun Chamorro era uno de ellos, descendiente de presi-dentes y generales, y su asesinato significaba que ya nada ni nadie garantizaba suderecho a discrepar ni, y esto era mucho ms grave, su seguridad.

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    LA INSURRECCIN

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    2.1. EL PROCESO INSURRECCIONAL

    Se ha vuelto loco este pas: el plomo flota, el corcho se hunde, los

    muertos se escapan del cementerio y las mujeres de la cocina(1).

    En el mundo de la fsica, cuando una manzana cae de un rbol, sigue una trayecto-ria totalmente previsible. De conocer la distancia de sta al suelo podemos llegar aaber, incluso, la velocidad y la aceleracin que tendra en el momento del impacto.

    En el mundo de las ciencias sociales las cosas son n oc diferentes. Si las revo-luciones fueran manzanas, al caer del rbol, su trayectoria siempre sera incierta.Nunca, a priori podramos llegar a saber si la trayectoria de nuestra manzanase-

    guira una lnea recta o parablica, no tendramos ni siquiera la certidumbre de questa impactar en el suelo.

    Las revoluciones son manzanas cuya trayectoria, una vez desprendidas de larama del rbol que las sostiene, siempre es incierta. Quiz por esta razn el estudiode las revoluciones siempre ha fascinado a los cientficos sociales.

    El proceso revolucionario nicaragense fue, en este sentido, una manzana detrayectoria inesperada. As lo demuestra el texto de Booth y Walker, dos estudiososnorteamericanos especializados en el istmo centroamericano, que recuerda cmointerpretaban los acontecimientos ocurridos en Nicaragua medio ao antes deltriunfo de la insurreccin (Booth y Walker, 1993: 209):

    Walker remembers with some embarrassment how, in the manuscriptof a chapter on Nicaragua that he wrote in 1978 for a textbook be-ing edited by two others scholars, he confidently observed that evenin the Somozas overthrow, it is unlikely that a socially revolutionary

    1) Texto extrado de GALEANO, 1986: 303.

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    or progressive democratic government will come to power. At timethe validity of the prediction had seemed obvious: Surely, he had rea-oned, the Nicaraguan National Guard would have a sufficient instinct

    or self-preservation to get rid of Somoza, declare a reformist, super-ficially democratic regime, and thus avert a real social revolution orven significant reform. To Walkers chagrin, the author had come to an

    opposite conclusion and ust month before the FSLN rebel army enteredManagua and accepted the unconditional surrender of what remained of

    omozas armed forces.El levantamiento acaecido en septiembre y octubre de 1978 y la contundente

    represin con que respondi la GN hizo ver a la Casa Blanca que aquello ya no eraun asunto que la administracin Carter pudiera mane ar dentro del marco generale su oltica e erechos humanos. Con todo, segn di o Robert Pastor, el espe-

    cialista de Asuntos Latinoamericanos del Consejo Nacional de Seguridad, Carterdecidi que nosotros no debamos intervenir en solitario, que la era del unilateralis-mo de los Estados Unidos era algo pasado; que debamos ir all, consultar con losems y conocer los puntos de vista de todos (Christian, 1985). Carter habl de

    escribir a Carazo, a Andrs Prez, a Torri os, y a algunas otras personas para cono-cer sus puntos de vista(2). El objetivo del Departamento de Estado era que Somoza

    aceptara la mediacin de la Organizacin de los Estados Americanos (OEA) parallevar a cabo una transicin ordenada del poder donde se excluyera toda posibilidade que los sandinistas pudieran hacerse con la legitimidad suficiente como para

    obtener notables cuotas de poder.na vez fracasada la posibilidad de establecer una Comisin Mediadora pro-

    movida por la OEA que intercediera entre la oposicin moderada y el rgimen(3)

    2) La narracin detallada de las reacciones de la administracin Carter, los contactos que se esta-

    blecieron con los presidentes y con las lites polticas centroamericanas est expuesta en los librosde los norteamericanos CHRISTIAN, 1985; PASTOR, 1987; PEZZULLOYPEZZULLO, 1993. Como ya se haindicado Pastor perteneci al Consejo Nacional de Seguridad y Lawrence Pezzullo, que escribi ellibro con su hijo, fue el embajador norteamericano en Managua durante el perodo de la insurreccin.Otra perspectiva de los mismos acontecimientos, desde Panam, puede leerse en la obra del escritoringls Graham Green: REEN, 1985.3) El 22 de septiembre de 1978 se reuni con carcter de urgencia la OEA con dos objetivos: la crea-cin de una Comisin Interamericana de Derechos Humanos para realizar un informe n situsobre lasviolaciones de los derechos humanos acaecidas en Nicaragua, y el establecimiento de una Comisinde Mediacin formada por representantes de los EE. UU., Guatemala y la Repblica Dominica-na con el objetivo de mediar entre Somoza y la oposicin civil. Una semana despus, Somoza

    acept la propuesta de realizar un plebiscito. Cuestiones referentes a la supervisin internacional, la

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    e gest una dinmica poltica donde diferentes actores se disputaban el controle los resortes del Estado. Se gener, pues utilizando un trmino acuado porilly, un escenario deso erana mltiple (Tilly, 1978: 198). La intransigencia

    y terquedad de Somoza redu o a dos las opciones de la oposicin civil al rgimen:aliarse con los sandinistas, o hacer las paces con Somoza, y sta ltima, con el pasodel tiempo, se haca cada vez menos plausible.

    or otro lado, la capacidad de confeccin de alianzas por parte del FSLN fueinesperadamente efectiva. En este sentido, la divisin del FSLN en diferentes ten-encias supuso una sectorializacin del traba o. La Tendencia Proletariay la

    Tendencia Guerra Popular Prolongadalideraron las alianzas donde se integrabanlos partidos de izquierdas, las organizaciones de carcter popular y los sindicatos(4) La Tendencia ercerista,por su lado, estableci mltiples conexiones con sectorese la oposicin civil moderada contactos que no fueron a enos a las vincula-

    ciones familiares de varios de los dirigentes guerrilleros con las gran esfamiliasconservadoras de origen granadino(5) y cre una amplia red de contactos inter-nacionales(6). En este sentido, el genio de las tres tendencias sandinistas fue tejer

    renuncia inmediata de Somoza, y las desavenencias entre sectores de la oposicin hicieron fracasarel tortuoso proceso negociador.

    4) El 17 de julio de 1978 se constituy el Movimiento del Pueblo Unido (MPU) donde figurabancomo fuerzas polticas principales la tendenciaProletaria,la GPPy el Partido Comunista de Nica-ragua. En esta organizacin se integraran, a la vez, diferentes sindicatos y organizaciones populares.5) Sobre la intensa red de relaciones familiares en el quehacer poltico nicaragensepreypostrevo-lucionario cabe dirigirse a las obras: ASAUS, 1992; TONE, 1990; ILAS, 1992.6) Ya desde inicios de 1977 la tendencia erceristapromovi la creacin de un grupo de doce nota-bles nicaragenses que posteriormente se conocera como el Grupo de Los Doce, de reconocidoprestigio internacional y sin adscripcin poltica partidaria. ste se opuso a la continuidad de Somozaen la presidencia y propuso al FSLN como interlocutor en el proceso de transicin. Dicho grupoestaba formado por Sergio Ramrez (escritor y acadmico), Fernando Cardenal (sacerdote), ArturoCruz (economista, funcionario del BID en Washington), Joaqun Cuadra Chamorro (abogado con-

    servador, del grupo del Banco de Amrica), Felipe Mantica (gran empresario vinculado al grupodel Banco de Amrica), Carlos Gutirrez (mdico), Ernesto Castillo (abogado), Miguel DEscoto(sacerdote), Carlos Tunnermann (ex-rector de la Universidad Nacional), Casimiro Sotelo Rodrguez(arquitecto), Emilio Baltodano Pallais (empresario), Ricardo Coronel Kautz (ingeniero agrnomo)y, posteriormente, se integraran Reynaldo Antonio Teffel y el sacerdote Edgar Parrales. En julio de1978, se creara el Frente Amplio Opositor (FAO), donde estara presente el Grupo de Los Doce, elPLI, el MLC, la ANC, el PSN, el PCN, el PSC, el PCA, el PPSC, diferentes confederaciones sindica-les vinculadas a dichos partidos, y el recin creado Movimiento Democrtico Nicaragense (MDN)partido fundado por un grupo de jvenes empresarios y dirigido por Alfonso Robelo. Referente alas relaciones internacionales, los terceristas(calificados como el sector socialdemcrata del FSLN)mantuvieron excelentes relaciones con el entonces presidente venezolano Carlos Andrs Prez y sus

    homlogos Torrijos, en Panam, y Ouduber y Carazo, en Costa Rica. Estos amigos fueron unos

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    un amplio abanico de contactos, tanto a nivel nacional como internacional, conectores y grupos polticos y sociales que tenan como nico denominador comnu declarado antisomocismo. La sabidura poltica del sandinismo consisti en

    aglutinar este comple o caleidoscopio de perspectivas y catalizarlo contra la dicta-dura (Vilas, 1991b: 32).

    Fue en diciembre de 1978 cuando las tres tendencias del FSLN comunicaron laexistencia de un acuerdo de coordinacin de sus acciones. El 13 de marzo, despuse cinco aos de pleitos internos, se unificaron las tres tendencias, formando una

    Direccin Nacional Con unta de nueve miembros(7)tres de cada tendencia ycolocando todos sus efectivos bajo una conduccin nica. En ese mismo perodo,el Frente Amplio Opositor (FAO), coalicin que agrupaba a buena parte de lospartidos polticos de la oposicin civil se resquebra como consecuencia de losiferentes posicionamientos existentes en su seno respecto a cmo actuar frente a

    la crisis. De la alianza de una parte de los sectores escindidos del FAO, unto conel Movimiento del Pueblo Unido (MPU) coalicin de organizaciones popularesdentro de las cuales el FSLN tena gran ascendencia surgi el Frente PatriticoNacional FPN .

    Mientras avanzaba el tiempo, la iniciativa de la oposicin civil iba reducin-ose en aras de una mayor hegemona y capacidad estratgica del FSLN (Borge,

    1979: 26-27):

    e hicieron la ilusin de que el FSLN se debilit poltica y militarmenteespus de la ofensiva de septiembre. Los sectores reaccionarios del go-

    bierno norteamericano y Somoza se equivocaron. Por eso la maniobra demediacin fracas rotundamente. En Nicaragua hay una guerra. Nos hemosfortalecido hasta el punto de estructurar un ejrcito revolucionario, popu-lar y sandinista para ganar el poder y sustituir la Guardia Nacional [...] ElFSLN estuvo dividido pero se ha unido alrededor de cuestiones polticasoncretas. No es una alianza poltica. Es una unidad estratgica que sienta

    las bases para llegar a corto plazo a la unidad orgnica total. En el pasa-

    buenos aliados que intercedieron en su favor en los foros internacionales, actitud que no fue ajena alas agrias relaciones que mantuvieron stos con Somoza. En este sentido, el 9 de septiembre de 1978Venezuela firm un pacto de defensa con Costa Rica que iba a facilitar el flujo de armas al FSLN.Posteriormente, el 21 de noviembre, Costa Rica rompi relaciones con Nicaragua.7) La Direccin Nacional, que se mantendra intacta hasta el Congreso Nacional del FSLN en 1991,estara formada por Humberto Ortega, Daniel Ortega y Vctor Tirado, provenientes de la tendenciatercerista, Bayardo Arce, Toms Borge y Henry Ruiz, de la P y Luis Carrin, Jaime Wheelock y

    Carlos Nez, de laproletaria.

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    o haba divergencias en cuanto a estrategias y tcticas. Hoy estamos decuerdo sobre quines son nuestros amigos y nuestros enemigos. El FSLN

    tiene un programa poltico comn. Apoyamos al FPN cuyo e e central es

    l MPU. Del FPN saldr un gobierno provisional, popular y amplio que elFSLN apoya [...] La unidad sandinista ha llegado al acuerdo de formar unjrcito revolucionario. No puede haber revolucin en ninguna parte delmundo sin un e rcito que garantice la lucha y el triunfo.

    El cuer o e uni a e , que o a uz en e rero, se un en e

    interior y en el exterior del pas se public en la revista cubana Bohemia(13-1979) y en la revista panamea Dilogo Social (111-1979) con el objetivo dear a conocer tanto la noticia de la unidad de las tres tendencias sandinistas y su

    estrategia poltica y militar. Aunque dicho documento se anunci como un acuerdoe consenso entre las tres tendencias, los tercer stasobtuvieron preeminencia tanto

    en su concepcin estratgica como en sus directrices programticas.Sobre la base del documento del acuer o e uni a los objetivos principales que

    e exponan en lo poltico eran dos: el derrocamiento de la dictadura somocista y laconstrucci n de una emocracia popularque sentara as ases para, poster ormente,llevar a cabo un proceso revolucionario en Nicaragua. Para ello segn el documen-to de unidad las tareas a realizar eran: 1) la consolidacin y ampliacin del Frente

    Patritico Nacional; 2) la hegemonizacin, en esa alianza, del Movimiento Popularel Pueblo Unido; 3) la organizacin de un Gobierno Provisional en el que estuvieran

    representadas todas las fuerzas antisomocistas, con el ob etivo de hacerse cargo de lareconstruccin nacional y de neutralizar los potenciales enemigos internos y exter-nos; 4) concitar el apoyo de los sectores progresistas y democrticos de la comuni-dad internacional con el fin de evitar una intervencin militar del imperialismo uotras fuerzas reaccionarias del continente ilogo Social 1979 .

    Respecto a la cuestin militar, el ocumento una vez proclamado que el FSLNconceba la insurreccin armada como la sntesis de un proceso de lucha ininte-rrumpido desde la creacin de la guerrilla capitaneada por Augusto C. Sandino,expona que la nica garanta del triunfo revolucionario pasaba por la formacine un E rcito Popular. En cuanto a la organizacin del FSLN, se dio a conocer el

    proceso de reunificacin, se explicit la creacin de una Direccin Nacional Con-junta, se enumer sus potestades y, finalmente, se reconoci a los diferentes FrentesGuerrilleros(8)

    8) En relacin a los frentes guerrilleros el documento mencion al Frente Norte Carlos Fonseca, al

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    partir de mayo, los pueblos y ciudades del norte fueron cayendo en manos delos sandinistas, que llevaban ya varios meses entrando y saliendo de ellos. El hechoe que el rgimen perdiera el control de las poblaciones situadas en el norte del pas

    no fue casual. Tal como expuso Ren Vivas (Vivas en Arias, 1980: 110):

    Hubo que tomar en cuenta la coyuntura internacional, en ese momento lospases que ms pleitos tenan con Somoza eran Costa Rica y Panam. So-moza saba que por all los sandinistas se movan con facilidad. Por esoSomoza tena inters en cuidar Rivas y Ro San Juan. ste saba que enHonduras, en Guatemala y en El Salvador, los sandinistas no tenamos apo-yos. Eso lo llev a crear lneas militares mucho ms consistentes en el sur.

    La conquista m s importante fue Len, segunda ciudad de Nicaragua, a me-iados de unio. Los enfrentamientos, sin embargo, continuaron en todo el pas.

    En este sentido, la revolucin sandinista ha llamado la atencin por la amplitude intensidad de la participacin de las masas en la estrategia insurreccional delFSLN. En todo el proceso insurreccional miles de ciudadanos, sin adscripcin po-ltica definida, fueron incorporndose en los rganos que so re la marchael FSLNiba construyendo (los Comits de Defensa Civil, los Comits de Defensa de losTrabajadores, las Milicias, las Brigadas...). Aunque de forma bastante simple, un

    irigente sandinista dio razn de este fenmeno aduciendo que (Ortega en Arias,980: 173-174 :

    Fueron veintin largos aos en los que el sandinismo logr, con su e em-plo, hegemonizar la crisis poltica del somocismo. ste fue nuestro prin-ipal logro: el habernos ganado la autoridad, el cario y la confianza del

    pueblo. Nosotros no habamos logrado ni siquiera una estructura parti-aria, ni un aparato de agitacin intermedia de masas, y mucho menos

    una organizacin militar. Lo que habamos logrado, sin embargo, era lofundamental: la autoridad poltica y moral.

    omo expusieron posteriormente militantes sandinistas, la organizacin de

    grandes colectivos fue intensa, pero relativamente fcil. La predisposicin con quegrandes sectores de la poblacin se incorporaron a la insurreccin fue producto

    Frente Nor-oriental Pablo Ubeda, al Frente Sur Benjamn Zeledn, el an no ubicado Frente

    Roberto Huembes y el Frente Interno.

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    NICARAGUA (1979-1990). LA REVOLUCI N ENREDADA

    de varios factores. Entre los coyunturales posteriormente intentaremos analizarlos estructurales cabe destacar el progresivo apoyo que dio la Iglesia Catlicaa la insurreccin y la reaccin a la cruenta represin que llev a cabo la Guardia

    Nacional. En referencia a este fenmeno es grfica la declaracin de una madrenicaragense a sus hijos durante la insurreccin: y yo les dije a mis chavalos quemejor se metan en el Frente, porque si no, de todos modos la Guardia me los ma-taba, por ser venes, noms, figrese (Vilas, 1984: 167). En la misma direccin,un dirigente sandinista expuso (Arias, 1890: 194):

    a a principios de julio la gente se estaba organizando en los Comitse Defensa Civil, bsicamente a travs del Movimiento del Pueblo Uni-o. Fue un traba o intenso de organizacin. En los barrios populares de

    Ducual, Meneses y Mara Auxiliadora, que quedaban dentro de la zonaoriental de Managua, ocupada por el Frente, la respuesta de la gente fuerealmente espontnea y nosotros solamente tenamos que canalizarla.

    aralelamente, en San Jos de Costa Rica durante los meses de mayo y u-nio se negoci la composicin de Junta de Gobierno de Reconstruccin NacionalJGRN). En pocos das se llev a cabo una frentica actividad negociadora entre

    los miembros del FSLN, la oposicin civil y los altos funcionarios estadounidenses

    bsicamente Lawrence Pezzullo, embajador en Managua y William P. Bowdler,ubsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos. Los temas b sicos que se

    trataron fueron la creacin de un nuevo poder civil y la configuracin de una reno-vada fuerza militar que preservara una parte de la Guardia Nacional e integrara laguerrilla sandinista. Referente a las autoridades civiles, la JGRN fue integrada porcinco miembros: Violeta Chamorro, viuda de Pedro Joaqun Chamorro, AlfonsoRobelo, empresario, lder del MDN e integrante del FAO, Daniel Ortega, represen-tante del FSLN, Sergio Ramrez, representante del Grupo de Los Doce y MoissHassn, representante del MPU. En lo que respecta a la cuestin militar, la inten-cin del embajador norteamericano de construir un cuerpo armado formado por la

    uardia Nacional y los sandinistas ba o un mando aceptado por los Estados Unidosno pudo establecerse con independencia de lo que suceda en la arena militar.

    Los desenlaces fueron inesperados. Cada uno de los actores sigui una estrate-gia con el objetivo de maximizar sus bazas. En este sentido, los sandinistas, segnexpone Sergio Ramrez, se salieron con la suya (Ramrez en Arias, 1980: 201-202):

    o creo que los yanquis se dieron cuenta de que la Guardia estaba derrotadacuando comenzaron a presionar para que la Junta de Gobierno se ampliara con dos

    miembros ms. Lo nico a lo que ellos aspiraban era salvar una parte de la Guar-

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    SALVADORMARTI PUIG

    dia Nacional. En ese tiempo se estaba hablando de que hubiera un Jefe de EstadoMayor de la Guardia Nacional que arreglara el surgimiento de un nuevo e rcitocon el Frente Sandinista. Nosotros, tcticamente, insistamos en que era posible.

    En los ltimos das, Bowdler nos di o que qu da queramos nosotros que Somozarenunciara, porque tena en sus manos la renuncia. Entonces nosotros fuimos retra-ando la fecha mientras acabbamos de consolidar nuestras fuerzas. El plan de los

    Estados Unidos era que aquello apareciera como una transicin ordenada del podery que ellos quedaran como una especie de rbit