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NANOTECNOLOGÍA “Los principios de la física, como yo lo veo, no hablan sobre la posibilidad de maniobrar cosas átomo por átomo. Esto no es un intento de violar alguna ley; es algo que en principio se puede hacer; pero en la práctica, no se ha hecho porque somos demasiado grandes." - Richard Feynman. (1959) ¿Qué es NANO? Nano = 1 billonésima parte del metro. Una persona = alrededor de 2 m. Una hormiga = aproximadamente 1 cm. (10-2m). Una célula = 20 micrómetros (10-6m). Un ribosoma = 25 nanómetros. Un nanómetro = (10-9m). Un nanómetro cúbico =aprox. 258 átomos de carbono. Minimizando la Fabricación Fabricación Molecular I “Los productos manufacturados se hacen de átomos. Las propiedades de esos productos dependen de cómo esos átomos se ubiquen”. “Si reubicamos los átomos del grafito (como por ej. de un lápiz) podemos hacer diamantes. Si reubicamos los átomos de arena (y agregamos algunos elementos extras) podemos hacer chips de computadoras. Si reacomodamos los átomos de la tierra, agua y aire podemos hacer plantas.” Ralph Merkle – http://www.xerox.com/nano Fabricación Molecular II Los métodos de fabricación actuales son muy imperfectos a nivel molecular. Son tan buenos como si trataramos de armar bloques de ladrillos de plástico con guantes de box en nuestras manos. Podemos apilarlos unos con otros pero no podemos colocarlos como realmente quisiéramos. La nanotecnología nos permitirá liberarnos de los guantes de box. Nos permitirá colocar los ladrillos como queramos sin esfuerzo y de todas las maneras posibles. 1

NANOTECNOLOGÍA

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Un breve resumen sobre nanotecnología.

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NANOTECNOLOGÍA

“Los principios de la física, como yo lo veo, no hablan sobre la posibilidad de maniobrar cosas átomo por átomo. Esto no es un intento de violar alguna ley; es algo que en principio se puede hacer; pero en la práctica, no se ha hecho porque somos demasiado grandes." - Richard Feynman. (1959)

¿Qué es NANO?

Nano = 1 billonésima parte del metro.Una persona = alrededor de 2 m.Una hormiga = aproximadamente 1 cm. (10-2m).Una célula = 20 micrómetros (10-6m).Un ribosoma = 25 nanómetros.Un nanómetro = (10-9m).Un nanómetro cúbico =aprox. 258 átomos de carbono.

Minimizando la Fabricación

Fabricación Molecular I

“Los productos manufacturados se hacen de átomos. Las propiedades de esos productos dependen de cómo esos átomos se ubiquen”.

“Si reubicamos los átomos del grafito (como por ej. de un lápiz) podemos hacer diamantes. Si reubicamos los átomos de arena (y agregamos algunos elementos extras) podemos hacer chips de computadoras. Si reacomodamos los átomos de la tierra, agua y aire podemos hacer plantas.”

Ralph Merkle – http://www.xerox.com/nano

Fabricación Molecular II

Los métodos de fabricación actuales son muy imperfectos a nivel molecular. Son tan buenos como si trataramos de armar bloques de ladrillos de plástico con guantes de box en nuestras manos. Podemos apilarlos unos con otros pero no podemos colocarlos como realmente quisiéramos.

La nanotecnología nos permitirá liberarnos de los guantes de box. Nos permitirá colocar los ladrillos como queramos sin esfuerzo y de todas las maneras posibles.

Esfuerzo Multidisciplinario

La nanotecnología involucra a las ciencias Química y Bioquímica, Biología Molecular y Física y a las tecnologías de la Ingeniería Electrónica y de Proteínas, microscopios y pruebas de proximidad, imágenes electrónicas y posicionamiento molecular electrónico, materiales científicos, química supramolecular y química computacional.

Los esfuerzos de hoy son descubrir áreas nuevas y trabajar en conjunto.La mejor opción: el potencial de la Nanotecnología.

De las enfermedades qué sabemos?La eliminación (o reversión) del proceso de envejecimiento?La erradicación de la contaminación del agua y aire?El agotamiento de los combustibles fósiles?

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La provisión de nuevas e ilimitadas fuentes de energía?El descubrimiento de nuevas y desconocidas fuentes de riquezas?

Premisas Básicas:

Freynman (1960) dijo “hay infinidad de posibilidades en lo más profundo de la materia”Drexler (1986) fue por un “control completo y económico de la estructura de la materia”.Una tecnología industrial capaz de fabricar con precisión molecular el mayor número de estructuras compatibles con las leyes de la física.

Ramas de investigación del desarrollo de la nanotecnología molecular.

Tres campos independientes e interdependientes. La nanotecnología seca. La nanotecnología húmeda.La nanotecnología computacional.

Premio Nobel Laureate Richard Smalley Nanotecnología seca.

Fabricación de estructuras en carbón (Ej: nanotubos), silicio, materiales inorgánicos, metales y semiconductores.Electrónica, magnetismo y dispositivos ópticos.Autoensamblaje controlado por computadora.Confundida con la microminiaturización.

Nanotecnología húmeda.

Sistemas biológicos que existen en un entorno acuoso incluyendo material genético, membranas, encimas y otros componentes celulares.Nanotecnología seca y húmeda.

Las últimas propuestas tienden a usar una combinación de la “nanotecnología húmeda” y la“nanotecnología seca”.

Una cadena de ADN se programa para forzar moléculas en áreas muy específicas dejando que uniones covalentes se formen sólo en áreas muy específicas.

Las formas resultantes se pueden manipular para permitir el control posicional y la fabricación de nanoestructuras.

Nanotecnología Computacional

Modelado y simulación de estructuras complejas de escala nanométrica.Son máquinas manipuladoras Drexler y Merkle.

Auto-reproducción.

La nanotecnología molecular requiere de la auto-reproducción (de otro modo cualquier cosa será demasiado pequeña).

Uno de los sistemas de auto-reproducción más simple es la siguiente línea de código en C que se imprime a sí misma:

“main(){char q=34,n=10,*a="main(){char q=34,n=10,*a=%c%s%c; printf(a,q,a,q,n);}%c";printf(a,q,a,q,n);}”

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Si el programa puede hacer esto podría hacer algo parecido: “Haga otro igual a mi, entonces todo el mundo haga mas de sí mismo, haga esto un millón de veces y luego finalice”.

La parte “y luego finalice” es importante.

Picture from Harvard Professor George Whitesides athttp://www.nanothinc.com/nanosci/what/whitesides/selfassembling_materials.html

Potenciales aplicaciones médicas

Máquinas moleculares y computadoras de tamaño subcelular.Servir como un sistema autoinmune potenciado.Buscar y destruir virus, colesterol, excesos de grasa, células cancerígenas y marcadores genéticos.Eliminar la necesidad de cirugía.Borrar los procesos de envejecimiento.

Potenciales aplicaciones en informática.

Proyecto de la NASA de almacenamiento de datos de alta densidad.1015 bytes por cm2.Usa átomos de Hidrógeno para los “1” y átomos de Fluor para los “0”.Una sonda de nitrógeno al final de un tubo de carbón en un microscopio de fuerza atómica.Ésta es un a descripción muy parecida a la realidad.

Potenciales aplicaciones militares no compartidas.

Dispositivos inteligentes demasiado pequeños para ser descubiertos.Armas biológicas/químicas computarizadas.Armas suficientemente “inteligentes” para matar sólo a los soldados y no a personas inocentes.Escudos de defensa activos.

Potenciales aplicaciones energéticas.

Usamos aproximadamente una diezmilésima parte de la energía solar que llega a la Tierra.Usamos combustibles fósiles porque es más conveniente... Pero con la nanotecnología...Colectores solares (en órbita alrededor de la Tierra) reemplazarán a los combustibles fósiles.Distribución de energía a través de “canales” de energía.

Potenciales aplicaciones espaciales.

Bases de lanzamiento de gran altitud (baja gravedad).Vehículos y estaciones espaciales livianas y superresistentes.Naves con velas propulsoras posibilitarán los viajes interestelares (probablemente no para individuos pero sí para generaciones).

Potenciales aplicaciones ambientales.

Dietas “normales” sin matar animales.Todas las máquinas podrían ser “libres de contaminación ambiental”.Materiales con estructura de diamante permitirán reemplazar a los actuales materiales.Nanomáquinas que obtengan su energía de la contaminación ambiental (hasta la polución es buena!).

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Actuales desarrollos en Nanotecnología.

NSF.Universidades.NASA AMES.MITRE.Gobierno Japonés.Desarrollos Privados.

Importante.

¿Recuerdas la parte “entonces finalice” del programa?.Si tu no paras puedes llegar a ser una esfera azul también.

Otras consideraciones.

Amenaza de nanoterrorismo.Necesidad de preparación para enormes cambios sociales.(¿Rápida?) reestructuración de todas las economías y estructuras capitales.

Conclusiones:

La Nanotecnología hoy en día no es real.Sin embargo vemos que es la continuación lógica de la ciencia y tecnología actual, tal

como lo podemos ver en modelos computarizados y en predicciones científicas.¿Qué valor le damos a la evidencia ofrecida en papel o por modelos computarizados pero

que no existe en la “vida real”?. En otras palabras, ¿es la nanotecnología una tecnología real?, ¿pseudo tecnología? o ¿una tecnología del Futuro?Para más información:

Engines of creation – Drexler K.E. (1986) New York: Doubleday.Unbounding the Future – Drexler K.E. (1991) New York: William Morrow Press.Nanosystems - Drexler K.E. (1991) New York: Wiley & Sons.Nanotechnology Research and Perspectives – Crandall (1992) Cambridge: M.I.T. Press.

Trabajo Realizado por:

Crhistian Pimentel.Pablo Alguacil.Santiago Pistone. ([email protected])

¿Qué es la nanotecnología?

La idea de los científicos que desarrollan proyectos nanotecnologicos no solo aspira a la ubicación de átomos a nivel individual, sino a la creación de maquinas moleculares capaces de crear, átomo a átomo, todo lo que hoy nos rodea o lo que deseemos tener en el futuro. En las palabras del propio Eric Drexler: "Puestos en orden de una manera, los átomos componen aire, tierra, agua. Con otro diseño, los átomos forman unas fabulosas fresas frescas."

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Suena fantástico. Si aprendemos a diseñar la distribución atómica como lo hace la naturaleza podemos establecer un inesperado e inimaginado control sobre la materia que nos rodea. O sobre nuestros cuerpos. Por ejemplo, podríamos darle un giro inverso al proceso de envejecer colocando los átomos de forma inversa. Volver a la juventud simplemente cambiando el diseño de nuestros moléculas...

Nanotecnología (Wikipedia, la enciclopedia libre)

La nanotecnología es (será) la rama de la tecnología que se ocupa de la fabricación y el control de estructuras y máquinas a nivel y tamaño molecular. El nanómetro es una unidad que equivale a una mil millonésima parte del metro.Aunque en las investigaciones actuales se hace referencia a con frecuencia a la nanotecnología (en forma de motores moleculares, computación cuántica, ...), es discutible que la nanotecnología sea una realidad hoy en día. Los progresos actuales pueden calificarse más bien de nanociencia, cuerpo de conocimiento que sienta las bases para el futuro desarrollo de una tecnología basada en la manipulación detallada de estructuras moleculares.En numerosas obras de ciencia ficción se hace referencia a avances en nanotecnología, por ejemplo en forma de nanobots (nanocirujanos o nanosoldados), nanofábricas o nanofraguas.El premio Nobel de física Richard Feynman fue el primero en hacer referencia a las posibilidades de la nanociencia y la nanotecnología en el célebre discurso que dio en Caltech (Instituto Tecnológico de California) el 29 de diciembre de 1959 titulado Al fondo hay espacio de sobra (There's Plenty Room at the Bottom).Algunos países en vías de desarrollo ya destinan importantes recursos a la investigación en nanotecnología. La nanomedicina es una de las áreas que más puede contribuir al avance sostenible del Tercer Mundo, proporcionando nuevos métodos de diagnóstico y cribaje de enfermedades, mejores sistemas para la administración de fármacos y herramientas para la monitorización de algunos parámetros biológicos.Según un informe de un grupo de investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá, las diez aplicaciones más prometedoras de la nanotecnología son:

• Almacenamiento, producción y conversión de energía • Mejoras en la productividad agrícola • Tratamiento y remediación de aguas • Diagnóstico y cribaje de enfermedades • Sistemas de administración de fármacos • Procesamiento de alimentos • Remediación de la contaminación atmosférica • Construcción • Monitorización de la salud • Detección y control de plagas --------------------------------------------------------------------------------

Artículos: Nanotecnologías: promesas dudosas y control socialJosé Manuel de Cózar Escalante(1). Universidad de La Laguna ([email protected])

Revista Iberoamericana de Ciencia, Tech, Sociedad e Innovación. Nº 6 / Mayo - Agosto 2003

Ignorancia, interés, sorpresa, alarma

Cuando alguien que no se cuenta entre los expertos en el campo de las nanotecnologías (es decir, la virtual totalidad de la población del planeta) comienza a oír de ellas, probablemente pensará que se las ve con un tema de tal complejidad técnica que ralla en lo arcano, si no en lo simple y llanamente ininteligible. Desde la más pura ignorancia transitará quizá hacia una fase de tibio

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interés a medida que vaya adquiriendo una cierta familiaridad con las aplicaciones nanotecnológicas actuales. Sin embargo, de ahí puede pasar rápidamente a la sorpresa e incluso a la alarma.

Hay disponibles descripciones bastante farragosas de innovaciones nanotecnológicas que ya son una realidad o que se encuentran en fase avanzada de investigación y desarrollo en varias áreas: mejoras en partículas catalizadoras, recubrimiento de materiales, litografía a escala microscópica, pinturas o hasta filtros solares. Todo esto parece hablarnos de mejoras útiles para la industria y para ciertos aspectos de la vida moderna, mejoras que, con todo, no son por lo general tan asombrosas como para despertar un desbordado entusiasmo en quien las lee o escucha. Pero casi a renglón seguido le llega el turno a los grandilocuentes discursos sobre las maravillas o catástrofes que nos acechan a la vuelta de la esquina. Entre los portentos, se nos pinta un resplandeciente futuro en el que (¡una vez más!) todas las enfermedades que aquejan a los seres humanos serán erradicadas y, con un poco de suerte, hasta se podrá alcanzar la inmortalidad (se entiende la del cuerpo, ya que la del alma despierta mayores dudas en algunos). Entre las profecías catastróficas, la más llamativa es la conocida como “plaga gris”, la predicción de que diminutos robots, invisibles y descontrolados, se autoreplicarán hasta el punto de poner en peligro la energía y la materia a nivel planetario. Con la extensión velocísima e imparable de la plaga se pondría fin a la Humanidad, junto con el resto de los seres vivos y la propia perdurabilidad física de la Tierra.

Con el escepticismo que despiertan tales escenarios paradisíacos o, alternativamente, apocalípticos cuando se cuenta con una experiencia individual o histórica más que ahíta de promesas y amenazas sin cumplir para cada nueva “revolución” científica o tecnológica, pareciera que poco hay que tomar en serio este asunto. ¿Se nos antojará como uno más de los divertimentos de ciencia ficción que de tanto en tanto nos entretienen? De hecho, Michael Crichton, el conocido autor de bestsellers con tramas basadas en la innovación científica y tecnológica, publicó no hace mucho uno con el inquietante título de Presa. En el libro, las nanotecnologías escapan al control humano y se convierten en una amenaza para nuestra supervivencia, al convertirnos literalmente en apetecibles presas de letales enjambres de nanopartículas. Crichton, al fin y al cabo, no hace sino seguir la senda marcada por otras mentes creativas que, por ejemplo, se inspiraron en la ingeniería genética para crear el ejército de mortíferos clones de la Guerra de las Galaxias o bien en las tecnologías informáticas para alumbrar los más recientes desvaríos mesiánicos de Matrix.

¿A qué, entonces, tanta alarma? Sencillamente, porque un número considerable de las grandes compañías multinacionales de todos los sectores industriales y los organismos públicos de los países desarrollados, especialmente Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, están destinando cuantiosos fondos a la investigación en nanociencia y nanotecnología. Y cuando hay muchos –a decir verdad, enormes cantidades de-- recursos de por medio, además en rápido aumento, y cuando dichos recursos son empleados por algunos de los mejores centros de investigación públicos y privados del mundo, es que la cosa va en serio.(2) Otra cuestión es lo que podrán (o querrán hacer) con esos recursos y lo que se quedará por siempre –para bien o para mal-- en el limbo de los diseños tecnológicos.

A causa del estado parcialmente inicial de las innovaciones en el campo de la nanotecnología y, tal vez por la aparente lejanía del tema para los no expertos, las noticias sobre éstas apenas están comenzando a llegar durante los últimos meses al público a través de los medios de comunicación. Casi no existen todavía obras (en español o en otros idiomas) que aborden la cuestión de las tecnologías nanoescalares teniendo como destinatarias a un público no especializado.(3) Y prácticamente se pueden contar con los dedos de una mano los documentos

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que, desde las ciencias sociales o la filosofía, estudian con una mínima seriedad las consecuencias para la sociedad del desarrollo de las innovaciones nanotecnológicas.(4)

Debido a la diversidad y gravedad de las repercusiones que las nanotecnologías conllevarán para los ciudadanos de todo el planeta, en todos los órdenes de la vida y en el medio ambiente --probablemente, en un futuro ya no tan lejano--, requieren sin ninguna duda una reflexión apropiada desde los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad. Lo que sigue es una primera contribución a esa tarea.

Nanotecnologías: ¿qué son?

En principio, la nanociencia se dedica al estudio de las propiedades de los objetos y fenómenos a escala nanométrica (un nanómetro es la mil millonésima parte de un metro, o, si se prefiere, la millonésima parte de un milímetro), mientras que la nanotecnología se ocuparía de la manipulación “controlada” y producción de objetos materiales, instrumentos, estructuras y sistemas a dicha escala. Sin embargo, la separación entre una ciencia pura que sólo persigue un mejor conocimiento de lo inmensamente pequeño y lo que serían sus aplicaciones tecnológicas no es ni mucho menos tan nítida como esa distinción aparenta--y cada vez lo será menos--, debido a las transformaciones experimentadas por la actividad científica durante estos últimos cincuenta años. En realidad, nanociencia y nanotecnología constituyen un ejemplo perfecto de estrecha interacción entre el conocimiento científico, especialmente el suministrado por la física cuántica, y un conjunto de complejísimas innovaciones tecnológicas, comenzando por los propios microscopios de última generación que se emplean para el estudio de los objetos de ese tamaño. A efectos de las consecuencias sociales de la investigación científica y tecnológica, que es lo que nos preocupa aquí, podemos emplear la expresión (por desgracia, carente de elegancia) “nanotecnociencia” para referirnos a la investigación y desarrollo a escala nanométrica, independientemente de que sea conducida por científicos, ingenieros o tecnólogos. De hecho, desde el punto de vista de la política científica y del beneficio empresarial, la investigación científica --la nanotecnología no es una excepción— se encuentra claramente orientada a la consecución de conocimientos, habilidades y procedimientos que redunden en productos de valor estratégico bien comercial, bien para la seguridad del Estado: vigilancia, control, espionaje, “defensa”....

La propia expresión “nanotecnología”, que significativamente es muchísimo más empleada que la de “nanociencia”, resulta de por sí algo ambigua, tanto por la delimitación de la escala de trabajo (usualmente se habla de una horquilla que va desde 0.1 a 100 nanómetros), como por el tipo de tecnología que se incluye o queda excluida por la definición. Respecto a la escala, y para hacernos una idea del tamaño al que se trabaja, tengamos en cuenta que un nanómetro es unas diez mil veces más delgado que un cabello humano. Otra comparación: en un nanómetro sólo caben diez átomos de hidrógeno.

Pues bien, de momento la nanotecnología opera a nivel atómico y molecular, pero en principio nada impide que el nivel de operación descienda hasta las partículas subatómicas, los “ladrillos del universo”. Para advertir de las posibles consecuencias derivadas de la manipulación de la materia en sus elementos constituyentes, el Grupo ETC (una asociación independiente que estudia, entre otros, los efectos sociales de la nanotecnología) prefiere hablar de “tecnología atómica”.(5)

Además de la cuestión de la escala, las estimaciones sobre los resultados ya obtenidos, las patentes y el volumen de inversión en nanotecnologías depende de qué aplicaciones se contemplen. Existen desde hace décadas innovaciones relativas a materiales que cabe considerar

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nanotecnológicas en tanto involucran la manipulación de nanopartículas, pero existe una especie de acuerdo tácito que liga el surgimiento de la nanotecnología a la manipulación precisa a escala nanométrica que fue posibilitada por la invención de los microscopios electrónicos a partir de los años ochenta del siglo XX. Es posible que a ello se añadan también razones derivadas de las estrategias de financiación para excluir aplicaciones nanotecnológicas que no sean consideradas nuevas y, en cierto sentido, dignas de ser financiadas; y viceversa, algunos investigadores pueden desear subirse al carro de la financiación afirmando que se dedican a investigación nanotecnológica porque su escala de trabajo se encuentra por debajo de una micra, si bien no realizan investigación molecular propiamente hablando. En este punto las micromáquinas y la miniaturización en general son casos controvertidos.

Sea como fuere, la investigación a escala nanométrica es relativamente reciente. Los instrumentos necesarios (los primeros microscopios de barrido de túnel) no fueron una realidad hasta hace algo más de dos décadas. Más reciente es todavía la creación de empresas dedicadas a explotar las aplicaciones nanotecnológicas: los últimos años del siglo XX vieron el comienzo del interés comercial real por dichas tecnologías, a la par que los laboratorios obtenían nuevos logros en términos de instrumentación, procesos y materiales (especialmente los llamados “nanotubos” y “fulerenos”, hechos a partir del carbono).

Debido a su objetivo de manipular la materia a esa escala tan minúscula, las principales características del campo de investigación tecnocientífica que nos ocupa son la interdisciplinariedad, la convergencia con otras tecnologías y su impacto en investigaciones en principio no directamente relacionadas, como las ambientales. En efecto, la nanotecnociencia requiere la colaboración en conocimientos y habilidades de distintas especialidades científicas y técnicas, como la física cuántica, la micro-electrónica y la ingeniería de materiales. Asimismo, debido a la escala a la que se trabaja, se difuminan hasta cierto punto las barreras que separaban la investigación sobre la materia viva y la inerte, de modo que es concebible una convergencia de las nanotecnologías con otras tecnologías, en especial la ingeniería genética, la robótica y la inteligencia artificial (o incluso la ciencia cognitiva). Ya existen iniciativas públicas y privadas para que esa convergencia sea un hecho en un futuro más o menos cercano, lo que hace que las repercusiones de la investigación nanoescalar resulten potencialmente mucho más importantes de lo que llegarían a serlo con estrategias no tan inclusivas. Por último, la micro-escala y la convergencia suponen un impacto potencial tremendo en numerosas disciplinas científicas y especialidades tecnológicas. Por ejemplo, los modelos sobre el funcionamiento de la Tierra y los procedimientos de monitorización del clima pueden verse ampliamente afectados por el uso de nuevos instrumentos computacionales y nanosensores obtenidos con ayuda nanotecnológica.

Como consecuencia inesperada, señalemos que el viejo anhelo positivista de la unificación de las ciencias podría resucitar inesperadamente bajo una nueva forma, pues tal parece que va camino de cumplirse por la vía tecnológica: las nanotecnologías ofrecerían nada menos que la, digamoslo así, base definitiva --a nivel subatómico, atómico y molecular-- sobre la que integrar los desarrollos en física, química, biología y otras disciplinas científicas. Pero aquí rebasamos lo estrictamente epistemológico. Podría decirse que con la nanotecnología estamos tocando cuestiones ontológicas con la punta de un microscopio. La propia naturaleza de los componentes básicos del mundo, materia en el pasado de especulación filosófica, queda ahora expuesta a la exploración por medios tecnológicos sofisticados. Manipular es conocer.

Nanotecnologías: ¿cuáles serán sus repercusiones reales y potenciales?

Como tantas otras veces ocurre cuando se asiste a los primeros pasos del desarrollo comercial de una nueva tecnología, es difícil distinguir a primera vista entre lo que son meros delirios

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asociados a las nuevas oportunidades de innovación tecnológica (los profetas con sus proclamas evangélicas), la pura y lisa propaganda (para ganarse a la opinión pública, obtener una financiación generosa y favorecer el marco legal apelando a los grandes beneficios para la salud o la calidad de vida), y las consecuencias perturbadoras que, aunque no son factibles en el momento presente, pueden llegar a serlo con un esfuerzo adecuado de financiación y de investigación. Los propios expertos siguen sin ponerse de acuerdo sobre lo que será realizable a corto y medio plazo, no digamos ya en un futuro distante. El debate gira fundamentalmente en torno a la posibilidad de dar con sistemas de producción masiva de nanotubos y otros ingenios nanoescalares que permitan la comercialización a gran escala, y por supuesto, rentable, de múltiples productos. También se está dando una importante controversia sobre si se convertirán en realidad no las nanomáquinas auto-replicables y ensambladoras moleculares.

En estas líneas no vamos a intentar ofrecer un cuadro sistemático de repercusiones reales o potenciales de las nanotecnologías. (Remitimos a quién esté interesado al informe del grupo ETC, “la inmensidad de lo mínimo”, disponible en su página web www.etcgroup.org.) Hay muchísimas cuestiones interesantes que podrían ser abordadas, y que de hecho comienzan a serlo: desde cómo la representaciones visuales de los nanorealidad están moldeando la percepción e imaginación populares hasta la perturbadora transformación de lo que entendemos por naturaleza, incluida la humana, que las innovaciones pueden provocar. Sin embargo, con el fin de no dispersarnos y alargarnos más allá de lo conveniente, lo que haremos es centrarnos en algunos aspectos de orden socio-político que consideramos especialmente preocupantes y que se localizan en un plano más básico que el de los efectos puntuales que las innovaciones concretas produzcan. Son, en definitiva, interrogantes que se plantean sin necesidad de entrar a discutir desarrollos que hoy por hoy se tienen por ciencia ficción.

Todos los posibles “usos indeseados” y riesgos asociados a la nanotecnociencia tienen que ver de una u otra forma con la cuestión central de quién toma las decisiones. Como se repite una y otra vez, es iluso pensar que los riesgos y dificultades que nos rodean pueden ser eliminados por completo. Pero lo que se encuentra en juego es la propia capacidad de decisión sobre ellos. Es decir, quiénes definen los riesgos y problemas, en qué términos, cuáles van a asumirse voluntariamente y cuáles se valora que es mejor no hacerlo, qué prioridades se van a establecer para minimizarlos o resolverlos, cuáles van a ser los medios a emplear, etc. Los estudios de casos de otros muchos proyectos científicos y tecnológicos emprendidos en el pasado lejano o en el inmediato ponen de manifiesto que los ciudadanos se muestran cada vez más reacios, por razones que se justifican con facilidad, a aceptar lo que conciben como imposiciones inexplicadas (o inexplicables), en las que no aprecian ventajas significativas para ellos como individuos, para el grupo al que pertenecen o para el conjunto de la población y sí para el pequeño núcleo de quienes emprenden tales iniciativas. Desde el rechazo a los aviones a reacción para usos civiles (de los que el Concorde representó a la vez la primera innovación y la postrera reliquia) hasta la reciente negativa de amplias sectores de la población en todo el mundo a los alimentos transgénicos, los ejemplos abundan.

Por ello, con independencia de la naturaleza y gravedad de las consecuencias que revista la implantación de las nanotecnologías, al final de lo que se trata es de enfrentarnos a otro problema de dependencia tecnológica. Comenzando por innovaciones amables (y, en apariencia inofensivas), es de prever que la industria nanotecnológica vaya infiltrándose en todos los sectores de la sociedad hasta quedar completamente “atrincherada”, como los cercanos casos de las tecnologías informáticas y de las biotecnologías ilustran a la perfección. La especial naturaleza de las nanotecnologías, al implicar la manipulación, transformación y fusión de los componentes últimos de la materia inerte y viva, propicia el que muchas de las consecuencias de su implantación puedan tener un carácter irreversible, lo que aumenta la gravedad de las mismas.

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Pues lo inofensivo o no de una innovación no hay que buscarlo sólo en los posibles riesgos para la salud o el bienestar de las personas. La restricción de la libertad de elección, la alteración de las formas de vida que juzgamos oportuno llevar, la transformación irreversible del medio natural y social, en suma, involucran efectos que pueden ser tanto o más negativos que otros riesgos de mayor concreción y visibilidad pero, por ello mismo, en general más fácilmente evitables.

Las luchas por el control monopolístico del mercado informático o por establecer “patentes sobre la vida”, ¿no apuntan claramente a lo que al final no es sino una cuestión de quién detenta el poder en el mundo actual? En una realidad crecientemente globalizada, las espectaculares fusiones que promueven grandes imperios empresariales y su imparable extensión geográfica, pero también sectorial, a lo largo y ancho del planeta, junto a la tradicional alianza de lo económico con lo político y lo militar, perfilan un panorama que no invita precisamente a elaborar un discurso banal sobre la deslumbrante era nanotecnológica que nos aguarda.

Es de prever que la imposiciones afecten a los habitantes de los países ricos tanto como a los de los pobres, si bien no en igual medida. Comparemos la situación con la de la industria de los productos modificados genéticamente. En los países ricos, sus promotores se empeñan en que los consumidores de alimentos y medicinas así transformadas acaben constituyendo el conjunto de la población. En el resto de los países, las consecuencias se sufren más bien por la contaminación de los cultivos no modificados, por la pérdida de competitividad, por la quiebra de muchos de los pequeños agricultores que se pasaron a los nuevos sistemas de producción anhelando mejorar su situación económica, por el expolio de los bienes naturales como alimentos y fármacos tradicionales con el despliegue por parte de las multinacionales una demoledora actividad de síntesis y patente sobre tales bienes.... Aunque no conocemos todavía con exactitud la variedad de nanoproductos que se comercializarán a medio plazo, y ateniéndonos a la experiencia de introducción de otras innovaciones de alta tecnología, no hay razones para pensar que vayan a beneficiar a los menos favorecidos. Las posibles mejoras en materiales, medicamentos, tratamientos, etc. tendrán un precio, precio que a pesar de lo que se está proponiendo por parte de los divulgadores de las maravillas nanotecnológicas, no será tal que no compense las inversiones efectuadas (y no lucre, en definitiva, a las empresas). El abaratamiento de los precios requerirá en su caso una fuerte lucha, igual que está sucediendo con el de ciertos fármacos. Además, la mayor parte de los productos se orientarán a satisfacer las exigencias o caprichos de los consumidores de cierto nivel adquisitivo, aunque no sean por fuerza los más útiles para la población de la Tierra en general. Muchas de las consecuencias indeseadas, aquellas que las regulaciones en el primer mundo penalicen o prohíban, serán “exportadas” a otros países con menor capacidad de maniobra.

Hay aquí asimismo una cuestión cultural importante, vestida bajo el ropaje de la “transferencia tecnológica”. Los usos tradicionales de los países que no pertenecen al club de los más favorecidos se ven amenazados cuando la agresión contra los mismos se disfraza de un deseo bienintencionado de propiciar el desarrollo de tales países mediante la transferencia de nuevos sistemas tecnológicos. Sobran los desdichados ejemplos de imposiciones económicas y culturales, cuyo fracaso es sistemáticamente atribuido por los “expertos” de los países ricos a la incompetencia o mala voluntad de las personas así forzadas a importar estilos productivos y culturales no por ellas deseados.

Y, además, tengamos en cuenta que hay algo tan serio como los efectos negativos que traiga consigo el éxito en la introducción de las nanotecnologías en diversos sectores económicos de todo el mundo. Nos referimos al eventual fracaso que se produjera en un número significativo de programas de investigación nanotecnológica. ¿Quién no conoce al menos alguna de las numerosas historias de fiascos en el terreno de la innovación médica, biotecnológica, informática

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o de las comunicaciones? Un número elevadísimo de empresas han terminado en bancarrota al mostrarse incapaces de extraer el previsto rendimiento de inversiones millonarias del capital privado. O pero aún, cuantiosos fondos públicos destinados a tales innovaciones se han volatilizado en tiempos de imprudente entusiasmo. Por supuesto, ello no quiere decir que no haya que intentar nada nuevo por temor a que termine en un fracaso. Lo que queremos es llamar la atención sobre los problemas de legitimidad que puede ocasionar una política económica y de la innovación sobre la que no se haya producido un fuerte consenso social, por el que se asuman explícitamente los costes de los experimentos fallidos, detrayéndolos de otras posibles asignaciones igual o más beneficiosas para el conjunto de los ciudadanos.

Comenzar el análisis desde los estudios de ciencia, tecnología y sociedad

Numerosas declaraciones en torno al desarrollo de la nanotecnociencia constituyen inmejorables ejemplos del tipo de discurso que se pone en marcha cuando las oportunidades de explotar un sector estratégico de la innovación tecnológica se toman en serio. Así, se repiten como un calco, machaconamente, las expresiones de siempre, tales como “revolución”(6) o “nueva frontera”. Por descontado, se da por hecho que un futuro dominado por las nanotecnologías es inevitable, que la sociedad debe “prepararse” para dicho futuro; que existe, en fin, una lógica implacable que liga investigación científica, aplicaciones tecnológicas, desarrollo económico y bienestar social. La persistente retahíla de tópicos, medias verdades y falsedades sobre el desarrollo tecnológico (asociada ahora a las nanotecnologías) es tanto más enojosa cuanto que disponemos de un conocimiento mucho más fidedigno de la actividad científica y tecnológica, así como de sus complejas interacciones con la política, la economía y la sociedad. Ese conocimiento ha ido creciendo a buen ritmo desde que hace ya unas décadas se pusieran en marcha los que se conocen como “estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad”. No es este el lugar para efectuar una enumeración exhaustiva del cúmulo de valiosos resultados que, a pesar de las naturales controversias entre los investigadores, los análisis realizados en el citado campo han puesto de manifiesto. Pero es ineludible recordar al menos unas cuantas ideas elementales que contrarresten un discurso a menudo viciado por intereses no generalizables a la mayoría de los ciudadanos.

Para comenzar, nos servirán los comentarios de Fernando Briones, director del Centro Nacional de Microelectrónica del Centro Superior de Investigaciones Científicas (España) y reconocido experto en investigación nanotecnológica: “Los peligros de la nanotecnología dependen de en manos de quién caiga, como todo en la ciencia. De políticos, miliares, investigadores y otras genes de malvivir”(7)

Con estas (¿jocosas?) palabras, un reconocido experto en nanotecnología despacha el asuntillo de las consecuencias de las innovaciones nanotecnológicas para la sociedad. Tal parece como si las innovaciones tecnológicas no distasen mucho de pertenecer a una clase de entidades, entre las que se incluyen el santo grial, el arca de la alianza y otras de similar condición que cualquiera sumaría sin dificultad a la lista. Poderosamente mágicos, tales objetos simplemente están “ahí afuera”, esperando ser descubiertos por los buenos o por los malos. Si los nazis dan con ellos antes que Indiana Jones, entonces el mundo estará perdido. En el feliz caso contrario, podremos respirar tranquilos... de momento. Un modo tan aparentemente banal de pronunciarse sobre las relaciones entre una tecnología, sus impulsores y la sociedad en la que se inserta parece reflejar un notorio desconocimiento de resultados que, repetimos, constituyen desde hace mucho el abecé de cualquier texto introductorio a estos temas. ¿Hay que recordar por enésima vez que las tecnologías no son simples instrumentos “neutrales”? ¿que es motivo de confusión sostener que primero se crean y luego son usadas bien o mal por unos u otros? Precisamente si alguien debiera saber que tal manera de expresarse no es más que una fábula conveniente para ciertos sectores es un experto que investiga en un desarrollo tecnológico de primer orden. ¿De dónde provienen los

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fondos para poner en marcha los programas de investigación? ¿Bajo qué condiciones se otorgan esos fondos? ¿Qué intereses y valores se imbrican en el diseño de una innovación técnica? Es sin duda cierto que la mayor parte de las tecnologías modernas poseen un alto grado de adaptabilidad, queriendo decir con ello que cabe derivarlas hacia aplicaciones múltiples y en ocasiones heterogéneas a partir de un tronco originariamente común. Pero tal no propiedad no oculta el hecho de que tras cada innovación tecnológica hay uno o más programas de investigación y desarrollo que establecen aquello que ha de buscarse prioritariamente y lo que, por carecer de interés estratégico o económico (o incluso por razones ideológicas), debe ser postergado y hasta activamente opuesto.

Más grave si cabe que la transmisión de viejos mitos sobre las condiciones de implantación de una tecnología nueva, es la afirmación, también de Briones, sobre la imposibilidad de controlar la innovación nanotecnológica: “No hay ningún control posible. Es un sistema de libre competencia entre empresas, laboratorios y científicos, no se puede ni plantear el intentar frenar nada.” Es otra vieja idea: la de la inevitabilidad del desarrollo tecnológico, pero esta vez no debido a una supuesta lógica interna, sino por simples y duras leyes de competencia en un sistema neocapitalista. Entonces nos preguntamos: ¿para qué se promulgan las leyes? ¿Qué objeto tiene la planificación institucional de la investigación? La asignación de fondos públicos en un sector de la investigación tecnocientífica ¿es arbitraria o responde a criterios? La historia enseña que no hay mejor forma de detener un desarrollo supuestamente inevitable que cancelando la financiación, suprimiendo los incentivos o eliminando las regulaciones permisivas (o, en su caso, la ausencia permisiva de regulación).(8)

La investigación nanotecnológica parece un caso típico de ciencia postnormal que vienen estudiando desde tiempo atrás Silvio Funtowicz y Jerry Ravetz.(9) Carece este género de investigación, en contraste con la tradicional, de un paradigma consolidado que sirva de guía indisputable. Es verdad que la física cuántica se encuentra “detrás” de la investigación sobre la realidad nanoescalar. Sin embargo, hay muchos más saberes y tradiciones teóricas y experimentales que inciden en la nano-tecnociencia y cuya integración dista de ser sencilla. Además, la complejidad de los fenómenos es altísima y enorme el grado de incertidumbre sobre la naturaleza y amplitud de los efectos. Sin embargo, la índole de los problemas a resolver es tal que empujan a realizar “apuestas” potencialmente graves para el medio ambiente, la seguridad, la salud u otras dimensiones cruciales en la existencia de humanos y no humanos. Las nanotecnologías poseen un omnímodo potencial de transformación material, en principio muy superior a las de cualquier otra tecnología. Por consiguiente, las decisiones que deben tomarse sobre su desarrollo e implantación adquieren una relevancia nunca antes alcanzada. Ante esta situación, la evaluación y el control no pueden descansar únicamente en manos de los expertos y los responsables públicos. Por el contrario, debe extenderse también a todos los ciudadanos potencialmente afectados; en el caso de las nanotecnologías eso quiere decir: a todos. Y ello por razones de legitimidad democrática, pero también de mejora de la calidad de los conocimientos sobre los efectos de la implantación de las innovaciones nanotecnológicas; incluso por el cínico deseo de que no susciten un amplio rechazo social. Con las acertadas palabras de Ravetz, los expertos pueden enseñar a los que no lo son algo de su conocimiento experto, pero los otros pueden enseñarles algo a los expertos precisamente sobre lo que significa ser experto.(10)

Por desgracia, la argumentación dominante en materia de innovación tecnológica –y las nanotecnologías no constituyen una excepción a la regla— continúa con el convencimiento aparente de que no existe más que un discurso posible, el de los expertos (y legitimado por ellos, el de los administradores públicos y responsables políticos). De modo que cualquier otra interpretación sería ingenua, incorrecta o acaso malintencionada. Ignora así lo que algunos sociólogos de la ciencia y de la tecnología denominan “flexibilidad interpretativa”: el significado

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de una tecnología variará de acuerdo con las interpretaciones que de ella hagan los distintos “grupos implicados”.(11) Pongámoslo de la manera más esquemática, únicamente con fines ilustrativos. Para los científicos e ingenieros que se dedican a la investigación nanotecnológica, ésta puede ser, ni más ni menos, que la oportunidad definitiva para hacer una carrera profesional exitosa. Una generosa dotación de fondos allana el camino cuando se trata de alcanzar logros relevantes, reconocimiento de los pares y otras mejoras profesionales de índole más material. Habrá alguno, ¿por qué no?, que sinceramente piense que puede pasar de aprendiz de brujo a maestro de magia, obteniendo el poder para controlar la materia hasta sus últimos reductos. Los empresarios, por su parte, observan las cosas de una manera más cercana a lo macroscópico y persiguen la oportunidad de dar con un nuevo filón (o, alternativamente, les preocupa acabar encontrándose en situación de desventaja en el mercado). Para los políticos, cuando caritativamente descartamos que parte de ellos pueda no ser ajena a los intereses económicos involucrados en este asunto, se trataría de no “perder el tren” o la “carrera” por la superioridad en un campo estratégico para sus países. Conseguirían a un tiempo establecer el control sobre una nueva área de poder público. ¿Qué representan las nanotecnologías para el resto de la sociedad que hoy por hoy no se encuentra directamente implicada?

¿Quién hace las preguntas? ¿Quién tiene el poder para establecer la agenda?

Señalemos con Langdon Winner que el caso de las nanotecnologías, como en anteriores episodios de transformación tecnológica, la pregunta crucial que hay que formular es: ¿quién define aquello que la transformación va a involucrar?(12) En otras palabras, ¿quién, o quiénes, tienen el poder de configurar la innovación tecnológica de tal modo que favorezca unos estados de cosas en lugar de otros? ¿Y con qué propósito? La respuesta es: habitualmente, son los promotores de la tecnología en cuestión quienes lo hacen. Son estos los que “llevan la voz cantante”, además con una letra edulcorada, que tan sólo ensalza los maravillosos beneficios que la tecnología reportará a la sociedad. Todavía más importante: son quienes se pronuncian primero, planificando, estableciendo la “agenda” para el desarrollo de la tecnología según sus propios intereses, por lo que otras voces quedan en una posición de desventaja, pugnando por un espacio en el que poder ser oídas, aunque sea en segundo lugar, y no digamos ya, tenidas en cuenta. De ahí que sea perentorio que la sociedad civil se haga oír cuanto antes, no dejando que la batuta se quede únicamente en manos de políticos profesionales, empresarios, sectores de la administración y otros grupos con fuertes intereses en ciertos aspectos de la nanotecnología en detrimento de otros --por muy defendibles que en principio sean tales intereses y muy acertado lo que tales grupos tengan que decir--.

Continuando con Winner, es evidente que la apelación al supuesto carácter inevitable de ciertos particulares desarrollos del campo ha de ser contemplada ante todo como una maniobra retórica que se orienta a despojar de credibilidad el discurso de quienes tienen derecho a desempeñar también un papel relevante en la toma de decisiones. La estrategia basada en los hechos consumados y en la restricción de maniobra para quienes carecen de poder o lo poseen en grado muy limitado se ha mostrado como una constante que, sin embargo, puede acabar haciendo que el tiro salga por la culata a sus promotores. Sin un apoyo social claro, e incluso teniendo que afrontar el riesgo de una opinión pública recelosa o abiertamente hostil, que contemple ciertas innovaciones tecnológicas como una imposición indeseada, la situación puede complicarse para quienes se las prometían al principio muy felices. Recuérdense a este respecto los serios reveses sufridos por la energía nuclear, la ingeniería genética y las tecnologías de la información, por citar algunas de las más conocidas. Cierto que esas tecnologías siguen estando ahí, y por lo general creciendo, pero no deben minimizarse los problemas de aceptación social que deben afrontar.

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Las redes nanotecnológicas

En esta línea, una tarea que vale la pena emprender es la de analizar las nanotecnologías mediante las herramientas suministradas por un enfoque como el de Bruno Latour y Michel Callon, es decir, en términos de redes que, en su despliegue, van entrelazando todo tipo de elementos o actores: desde los “puramente” técnicos (científicos y tecnológicos) hasta los que previamente se consideraban “externos”.(13) Lo que ahora se halla fuera de una red nanotecnológica irá subsumiéndose dentro, mediante la ampliación de la red, si es que ésta tiene éxito. De hecho, el éxito de las redes nanotecnológicas dependerá de hasta qué punto consigan cohesionar sólidamente una “masa crítica” de elementos relevantes que, además, deben actuar de la manera adecuada, contribuyendo a la fortaleza de la red en lugar de estorbarla: así, los enunciados técnicos, la financiación, las regulaciones (o su carencia), el instrumental, las infraestructuras, los investigadores, el tejido empresarial, los consumidores, los trabajadores, etc., pero también los átomos y las moléculas.

Si bien es casi inevitable, hablar en términos generales de la nanotecnología como si constituyera una única realidad no sólo no resulta demasiado útil para una mejor comprensión del fenómeno, sino que incluso puede ser causa de distorsión. En efecto, facilita la persistencia del mito de la realidad tecnológica entendida como un objeto sin fisuras, externo a la sociedad, “neutral”, que ulteriormente se usará para fines valiosos o, por el contrario, propagará efectos perniciosos (destructivos del medio ambiente, la salud o incluso las vidas de las personas). De ahí la utilidad del enfoque de redes de actores(14), que centra nuestra mirada en la creación y desarrollo de redes concretas, diseñadas específicamente para alcanzar ciertas metas. Aunque el diseño primero de cada una de las innovaciones incluidas en estas redes pueda variar con el tiempo, como están concebidas para responder en cada caso a unas metas y valores específicos, distan de poder ser despachadas como meras herramientas neutrales. Así, pongamos por caso, ciertos proyectos de creación de ingenios nanotecnológicos militares podrán, según el punto de vista, ser considerados positiva o negativamente, dependiendo de quién los promueva y las ideas de cada uno sobre el recurso a la fuerza en los conflictos modernos, pero sólo por ingenuidad o cinismo se los tendrá por neutrales. El análisis debe ser lo bastante específico para mostrar cómo se desarrolla cada “sistema sociotécnico” en concreto, con qué recursos, con qué valores subyacentes, con qué implicaciones.

En la actualidad, no es aventurado afirmar que las redes nanotecnológicas se encuentran en una fase hasta cierto punto temprana, debido a que la investigación y la financiación que las soporta son relativamente recientes. Pero se están consolidando deprisa. Hay innumerables problemas técnicos que resolver, sobre todo relativos a la producción a gran escala, y todavía el público en general se siente por lo común poco implicado en el tema, pero ya se están colocando los pilares de una campaña de marketing a gran escala. Por lo demás, como la financiación aumenta a un ritmo vertiginoso, al tiempo que las regulaciones siguen brillando por su ausencia, podemos decir que las redes nanotecnológicas van camino de expandirse con rapidez (...a menos que un factor o conjunto de factores clave, como el mencionado de la producción a gran escala, padezcan una recalcitrante serie de fracasos técnicos o comerciales).

La situación será crítica cuando las redes hayan alcanzado un punto de consolidación tal que, por utilizar la terminología de Callon, se tornen irreversibles, o en la jerga al uso, se “atrincheren” dentro de la sociedad. Entonces, en efecto, su permanencia y desarrollo continuado parecerán inevitables, a riesgo, en caso contrario, de provocar un gravísimo colapso en múltiples ámbitos de la estructura económica y social. Tal ya ha sucedido con las tecnologías de la información y es casi seguro que esté sucediendo en estos momentos con las tecnologías de manipulación genética. De ahí, repetimos, la importancia de una concienciación e intervención sociales tempranas sobre

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los programas nanotecnológicos. Pues ahora debiera ser el momento de discutir qué deseamos que incluya esa red y qué preferimos que deje fuera.

Lo que se puede (y debe) hacer

Por la naturaleza preliminar de este trabajo, las recomendaciones no pueden ser sino tentativas, y, en general, se extraen de la discusión anterior así como de la experiencia sobre evaluación de tecnologías de que ya se dispone en la actualidad gracias a la valiosa labor realizada en numerosos países durante décadas.(15)

Parece lógico demandar, como medida más urgente, que los gobiernos y el resto de los sectores implicados (especialmente las empresas y los centros de investigación) ofrezcan una información amplia, fiable y transparente a los ciudadanos que permita a éstos formarse un juicio ajustado, hasta donde sea posible, del conjunto de implicaciones que las innovaciones nanoescalares tienen y tendrán previsiblemente en el futuro en todos los órdenes de la existencia.

Simultáneamente, quienes tienen competencia para ello deberían establecer unas regulaciones mínimas y provisionales para el control de la investigación que haga frente a los problemas de seguridad y para la salud que algunos productos nanotecnológicos presumiblemente acarrean.

Mientras, debe promoverse por parte de los promotores e instituciones políticas y sociales un amplísimo debate social recurriendo a todas las fórmulas ya asentadas en la literatura sobre deliberación, participación ciudadana y control democrático de las instituciones y políticas públicas. Por ejemplo, paneles de ciudadanos que formen parte de comités auspiciados por los gobiernos y los organismos internacionales, en los que el parecer de los no expertos pueda ser escuchado y tenido en cuenta a la hora de tomar las medidas apropiadas relativas a la investigación y comercialización de productos nanotecnológicos.(16)

Ante la magnitud de las fuerzas que impulsan la nanotecnología, resulta decisiva la articulación de los esfuerzos de los distintos actores sociales (organizaciones no gubernamentales, sectores de la universidad, asociaciones de consumidores, pacientes, agricultores, etc.) a todos los niveles para promover una estrategia coherente, global y con posibilidades de éxito.

También es pertinente proponer, como ya están pidiendo distintas voces (entre ellas las del grupo ETC) el empleo del principio de precaución, de manera que se obtenga una moratoria en las aplicaciones comerciales, o si ello no es factible, cuando menos el establecimiento de medidas que impidan prácticas peligrosas e insuficientemente evaluadas.

En definitiva: no es una cuestión de si se es pro- o anti- nanotecnología. De lo que se trata es de evitar el atrincheramiento tecnológico, mediante el empleo del principio de precaución, la evaluación constructiva e integrada de las nanotecnologías y una intervención temprana de la sociedad para su control.

Con este fin, una iniciativa necesaria es el fomento de los análisis y evaluaciones de la nanotecnociencia desde los estudios de ciencia, tecnología y sociedad, con un empleo riguroso de la metodología interdisciplinar. Ciertamente la financiación de proyectos de investigación sobre los efectos sociales de las nanotecnologías constituye un arma de doble filo, pues no es raro que tales acciones acaben promoviendo una especie de cooptación de los grupos de investigación por parte de los poderes públicos. Pueden emplearse para “lavar la cara” a los megaproyectos y persuadir (o, según los eufemismos usuales, “preparar”, “educar”) a la sociedad para el advenimiento de las nuevas tecnologías, identificando posibles resistencias para una amplia

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aceptación social de las mismas y neutralizando las voces más críticas. Con todo, vale la pena correr el riesgo, pues sin financiación de algún tipo es prácticamente imposible llevar a cabo investigaciones serias.

Conclusión: ¿los nuevos aprendices de brujo?

Es comprensible que para muchos investigadores resulte difícil resistirse a la atracción que producen las perspectivas de dominar la materia hasta sus mínimos constituyentes. Respaldados por cuantiosos fondos, y sin temor a estrictas regulaciones institucionales que controlen su trabajo, pueden sentirse como nuevos aprendices de brujo en pos del viejo sueño del control total de la naturaleza (a la par que obtienen mejoras más tangibles en sus carreras profesionales). El anhelo de dominio completo de la realidad, que primero confiara en las artes mágicas, hace ya algunos siglos que se asoció a la empresa científica occidental casi en exclusiva. Como en el cuento, donde el exceso de ambición llevó al aprendiz de brujo a no poder controlar el caos que él mismo había desatado con sus conjuros, los desarrollos en las nanotecnologías pueden conducir a consecuencias imprevistas y negativas muy serias. No sería la primera vez que algo así sucede en la historia de la tecnología(17). A decir verdad, ateniéndonos a la experiencia pasada, es lo esperable. Pero el mayor temor no es a nuestro juicio el que debamos padecer debido a que se cumpla el sombrío escenario de una catástrofe planetaria (aunque tampoco es simplemente una hipótesis que descartar). El mayor temor, por ser el más fundado y próximo, es el causado por la alta probabilidad de que las promesas se “cumplan” en la forma de un control imperfecto –por no decir chapucero-- de la materia por la tecnociencia, pero de un control altamente efectivo por parte de las élites de la investigación, y sobre todo de las grandes compañías multinacionales y de un puñado de estados sobre las formas de vida y las propias existencias de los ciudadanos de todos los países. Y ello frente a la legítima voluntad de éstos para decidir cómo quieren vivirlas. De ahí que más que hablar de nuevos brujos, cuando consideramos los fines de esas élites de investigadores, empresarios y dirigentes, fuera más correcto idear apelaciones relacionadas con la dominación de unos seres humanos por otros. Pero dejando aparte las frases más o menos retóricas, lo primordial es tomar conciencia de la necesidad de un debate y una evaluación a todos los niveles: desde el local, pasando por el regional y el nacional, hasta alcanzar el mundial. La sociedad civil de todos los países posee el derecho de participar en ese debate amplio, serio y continuado, así como de tener voz efectiva en la toma de decisiones sobre el futuro de las nanotecnologías, porque representa su propio futuro. Las nanoaplicaciones abarcan potencialmente todos los ámbitos de la existencia y muchas de ellas se proponen para ser empleadas a escala planetaria. El poder de los intereses corporativos (abusivos para la mayor parte de las personas) que están en juego es asimismo de orden global. Sólo la acción combinada de la ciudadanía del planeta tiene opciones de hacerles frente con algún grado de éxito.

“El objetivo de la nanotecnología es construir el futuro, molécula a molécula”(18). De esta manera tan expresiva lo expone un artículo sobre los efectos sociales de las innovaciones nanotecnológicas. ¿Pero quiénes diseñan el futuro que será así construido? Es alarmante constatar con qué frivolidad (o interesado cinismo) un grupo reducido de individuos puede querer imponer un determinado futuro al conjunto de los ciudadanos del planeta saltándose todo debate, toda condición de representatividad y legitimidad y todo procedimiento democrático. El desarrollo de las nanotecnologías no es ni mucho menos el único caso reciente de imposición de la voluntad de unos pocos sobre la de muchos. Debería, por el contrario, ser un caso de democrática determinación de la voluntad de todos.

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Documentación

Ofrecemos una breve relación de recursos en la red virtual que pueden ser de utilidad para quien se encuentre interesado en ahondar en el tema de las nanotecnologías.

Grupo ETC (2003): La inmensidad de lo mínimo (www.etcgroup.org). Se trata de un excelente informe de 91 páginas de la que es tal vez la asociación sin ánimo de lucro que más ha hecho por difundir a un público no especializado las características básicas de la nanotecnología, al tiempo que advierte de sus efectos potenciales y de la necesidad de un amplio debate público.

Drexler, K. Eric: La nanotecnología: el surgimiento de las máquinas de creación, Barcelona, Gedisa, 1993. Entre las escasísimas obras dedicadas a la nanotecnología disponibles en castellano se encuentra esta traducción de Engines of Creation. The Coming Era of Nanotechnolgy, obra publicada en 1986 (el texto en inglés está en www.foresight.org). Eric Drexler es uno de los primeros investigadores implicado en el desarrollo de ese campo, al tiempo que muestra cierta preocupación por las consecuencias de la introducción masiva de las innovaciones nanotecnológicas.

La Unión Europea tiene un portal con información dedicada especialmente a nanotecnologías dentro del Servicio Cordis (Community Research & Development Information Service): www.cordis.lu/nanotechnology. Además, patrocina la red Phantoms (www.phantomsnet.com), para el desarrollo de las nanotecnologías.

La National Science Foundation, de los Estados Unidos, cuenta con un sitio electrónico (www.nano.org) donde se presentan sus programas de investigación en nanotecnología. Este organismo público también financia algunos proyectos de análisis promovidos desde las ciencias sociales.

En la Universidad de Carolina del Sur se creó un grupo de investigación interdisciplinar sobre la dimensión social de las nanotecnologías denominado NIRT Team que ya ha elaborado interesantes documentos disponibles en www.cla.sc.edu/cpecs/nirt/papers.html.

La Red Nacional de Nanotecnología (www.nanospain.net) es una red que coordina los esfuerzos de los investigadores españoles en el campo nanotecnológico.

Notas:(1) Depto de Historia y Filosofía de la Ciencia, Facultad de Filosofía, Campus de Guajara, 38200 La Laguna, Tenerife, España. Imparte docencia e investiga en cuestiones de Ciencia, Tecnología y Sociedad. Entre sus últimos trabajos se encuentra la edición del libro Tecnología, Civilización y Barbarie (Barcelona, Anthropos, 2002) y la entrada “Efficiency” para la Encyclopedia of Science, Technology, and Ethics, a cargo de Carl Mitcham, de la editorial MacMillan. En la actualidad, es director del Centro de Estudios Ecosociales de la Universidad de La Laguna.

(2) La cantidad total que se estima para el mercado actual de las nanotecnologías, es decir, la suma de la financiación pública y privada a nivel mundial, es de unos 45.500 millones de dólares (son datos del ETC Group a partir de un estudio de NanoBusiness Alliance).

(3) En español, contamos básicamente con la traducción del libro pionero de Eric Drexler: La nanotecnología: el surgimiento de las máquinas de creación, Barcelona, Gedisa, 1993.

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(4) Importantes excepciones son, desde la filosofía, las aportaciones iniciales al tema que ha realizado Langdon Winner, recogidas en “Science Policy and the Push for Nanotechnology” (revista electrónica Netfuture 145, http://www.netfuture.org/2003/May2003_145.html). Desde una perspectiva más cercana a las ciencias sociales tenemos los valiosos informes del Grupo ETC (www.etcgroup.org). Citaremos algunas de sus tesis a lo largo de este trabajo. Por lo demás, comienzan a ponerse en marcha en todo el mundo proyectos de investigación social sobre las tecnologías nanoescalares, si bien a niveles todavía muy insuficientes. La Unión Europea, en su Sexto Programa Marco, contempla fondos para este tipo de investigación, y en Estados Unidos, la National Science Foundation ha concedido ya algunas ayudas en esta línea. Tenemos por ejemplo el caso de un grupo interdisciplinar de la Universidad de Carolina del Sur, denominado NIRT Team que ya ha elaborado interesantes documentos disponibles en la página www.cla.sc.edu/cpecs/nirt/papers.html.

(5) Esta asociación sin ánimo de lucro es quizá la que más ha hecho por alertar a la sociedad del conjunto de repercusiones que las innovaciones nanotecnológicas pueden tener en la sociedad. Es imprescindible consultar el sitio web donde se presentan los resultados de sus investigaciones: www.etcgroup.org. La expresión “tecnología atómica” sonaría desde luego más familiar a oídos del profano, y acaso despertara ciertas connotaciones peyorativas relacionadas con el empleo de la tecnología nuclear con fines pacíficos o militares. En cualquier caso, aquí continuaremos empleando las denominaciones usuales: “nanotecnologías”, “tecnologías a escala nanométrica” o “tecnologías nanoescalares”.

(6) En uno de los textos llega a leerse que “hablando con propiedad” las nanotecnologías son revolucionarias, cuando sabemos que el término “revolución” se emplea en el campo de la investigación científica y tecnológica con una abusiva vaguedad que recuerda a todo menos a expresarse con propiedad. El documento en cuestión se titula “Las nanotecnologías: el dominio de lo infinitivamente pequeño” y está publicado por el Consejo de la Ciencia y de la Tecnología de Quebec, además con un resumen en español (www.cst.gouv.qc.ca/cst_esp.html#doc).

(7) Declaraciones recogidas en el diario El País, 4 de octubre de 2003.

(8) Otras declaraciones de Briones resultan cuando menos sorprendentes, aunque no vamos a discutirlas aquí. Por ejemplo, cuando dice que “La unión de nano y bio ya la inventó la evolución” o que hay aspectos optimistas en el desarrollo científico y tecnológico debido a que la ciencia conlleva cultura: “hoy la mayor parte de la cultura es científica”. Manifestaciones como esas son las que, según nuestro parecer, contribuyen a confundir un debate necesario y a las que concederemos el beneficio de la duda por suponerlas sacadas de contexto o exageradamente extractadas de declaraciones más amplias e hipotéticamente más claras. Al fin y al cabo, lo que nos interesa no es tanto una opinión particular de un investigador en el campo, como el valor que puedan tener como síntoma de un tipo de argumentación que juzgamos de todo punto inadecuado.

(9) Estos autores cuentan con numerosas publicaciones en las que explican y emplean el concepto de ciencia postnormal. Varios de esos documentos son accesibles en www.nusap.net.

(10) Frase extraída de “Models as Metaphors: A New Look at Science”, un texto que se puede encontrar en www.nusap.net..

(11) El planteamiento clásico se encuentra en W. Bijker, Thomas P. Hughes y Trevor Pinch (Eds.): The Social Construction of Technological Systems, Cambridge, Mass., MIT Press, 1987. En la misma editorial se publicó también en 1995 Of Bicycles, Bakelites and Bulbs: Toward a Theory of Social Change, de W. Bijker.

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(12) Winner: “Science Policy and the Push for Nanotechnology”, en la revista electrónica Netfuture 145 (www.netfuture.org/2003/May2003_145.html). El Grupo ETC se hace las mismas preguntas. Véase el cap. 6 de su citado informe.

(13) El enfoque de redes de actores (actor-network) cuenta con muchos trabajos de interés. Como introducción al mismo pueden valer dos textos. Uno, de Bruno Latour: La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios sobre la ciencia, Barcelona, Gedisa, 2001. El otro, de Michel Callon: “Four Models for the Dynamics of Science”, en S. Jasanoff et al.: Handbook of Science and Technology Studies, Thousand Oaks, Ca.: Sage Publications, 1995.

(14) O más técnicamente, “actantes”, pues se pretende que englobe a humanos y no humanos.

(15) Para una discusión más pormenorizada véase la sección 6, de recomendaciones, del informe elaborado por el grupo ETC, La inmensidad de los mínimo. Con sus inevitables baches, la historia de la evaluación de tecnologías es la de una tradición asentada en los Estados Unidos y el norte de Europa, en la que se han ido superando viejas confusiones y refinando los métodos interdisciplinares a fin de proporcionar más evaluaciones completas y ajustadas de las distintas innovaciones tecnológicas. En este proceso, ha sido de gran importancia el reconocer la necesidad de una evaluación ex ante de las innovaciones, en lugar de esperar a que estén ya implantadas. Igual de importante se ha revelado el tomar conciencia de que para que esa evaluación no quede limitada a la efectuada por los expertos, con los riesgos que ello conlleva, se requiere la integración de los ciudadanos en todas las fases del proceso. Una buena manera, entre otras, de introducirse en estos temas es visitar la página web (en inglés) de la oficina danesa de tecnologías: www.tekno.dk/index.php3?language=uk.

(16) Es la recomendación ofrecida por Winner al comité del Congreso de Estados Unidos para el desarrollo de las nanotecnologías. En cuanto a los métodos disponibles para fomentar la participación ciudadana, la literatura especializada es ya muy extensa. Lynn Frewer y Gene Rower son dos autores que se han dedicado recientemente a una evaluación comparada de los métodos más conocidos. Hay varios documentos suyos disponibles en Internet.

(17) Un ejemplo paradigmático es el empleo de las sustancias llamadas “CFCs” en refrigeración y como propelentes. Cuando se introdujeron, eran vistos como una solución tecnológica perfecta para sustituir las sustancias empleadas hasta entonces, que acarreaban serios peligros. Pero los CFCs distaron de ser inocuos, como se mostró décadas después cuando el agujero de la capa de ozono comenzó a extenderse por el planeta.

(18) Michael C. Roco: “A Frontier for Engineering”. Mechanical Engineering; Jan 2001, Vol. 123 Issue 1.

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