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Música Música Criolla y Afro peruana Orígenes musicales: Vals , Mazurca , Jota , Música africana Orígenes culturales: Llegada de los españoles al Perú y de los esclavos africanos Instrumentos comunes: Guitarra , Cajón peruano , Acordeón , Castañuelas , Saxofón Popularidad: Perú , Francia , Italia , México , Estados Unidos , Alemania Subgéneros Vals peruano , Marinera , Festejo , Polka , Zamacueca , Landó , Alcatraz , Panalivio , Resbalosa , Zaña , Tondero La cultura musical criolla y afroperuana se inicia con la llegada de los españoles y los esclavos africanos que fueron traídos por ellos. La cultura musical criolla en Lima construye de manera constante una identidad propia, transformando los géneros musicales y patrones estéticos importados. Desde la presencia de valses de origen vienés , mazurcas , jotas españolas, continuando con la influencia de la música francesa e italiana , la cultura popular limeña se fue perfilando a través

Música

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Música

Música Criolla y Afro peruana

Orígenes

musicales:

Vals, Mazurca, Jota,

Música africana

Orígenes

culturales:

Llegada de los españoles

al Perú y de los esclavos

africanos

Instrumentos

comunes:

Guitarra, Cajón peruano,

Acordeón, Castañuelas,

Saxofón

Popularidad: Perú, Francia, Italia, México, Estados

Unidos, Alemania

Subgéneros

Vals peruano, Marinera, Festejo, Polka, Zamacueca,

Landó, Alcatraz, Panalivio, Resbalosa, Zaña, Tondero

La cultura musical criolla y afroperuana se inicia con la llegada de los españoles y los esclavos africanos que fueron traídos por ellos. La cultura musical criolla en Lima construye de manera constante una identidad propia, transformando los géneros musicales y patrones estéticos importados. Desde la presencia de valses de origen vienés, mazurcas, jotas españolas, continuando con la influencia de la música francesa e italiana, la cultura popular limeña se fue perfilando a través de la transformación y decantación de géneros, de tal manera que, aun asumiendo las modas correspondientes a cada época, se gestaron y desarrollaron algunas formas musicales que llegan hasta fines del siglo XX y que identifican lo limeño. Cada momento histórico,

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desde la época colonial hasta ahora, fue plasmándose de diferentes maneras la cultura musical a través de los instrumentos musicales utilizados, las formas y contenidos del canto, los bailes.

Entre los géneros más importantes, cultivados en el siglo XX se encuentran el vals peruano, la marinera limeña o canto de jarana, el tondero y el festejo.

Las intérpretes De Malambo a Maravillas, de Monserrate a Cinco Esquinas, de Abajo el Puente a Las Carrozas. A principios del siglo XX, corría un manantial que no estaba formado por agua, si no más bien por notas musicales. Guitarras, cajones, castañuelas y hasta cucharas, acompañaban el fervor de buenas personas que sólo daban un sentido a sus vidas. Ese torrente vigoroso que hacía vibrar pies y corazones en seis puntuales días de jarana, un poco antes de la mitad del siglo XX, se hizo un estilo de vida. La jarana iba acompañada por la comida. En esos días interminables, las mujeres de los jaranistas cocinaban en sucesivas ofrendas. Y de la cocina se pasaron a la sala, donde cantaban los que sabían y dieron sus primeros trinos. Sin ser la primera, la más recordada es Jesús Vásquez, conocida bajo el epíteto de "Reina y Señora de la Canción Criolla". Tal título de abolengo callejero lo obtuvo en 1939, al ganar un concurso que promovía Aurelio Callantes por la radio. Doña Jesús se llevó limpiamente a sus contrincantes al interpretar "El Plebeyo". Con ella se popularizaron "Las cinco grandes de la canción criolla": Alicia Lizárraga, Eloísa Angulo, Esther Granados y Delia Vallejos.

En el caso de Esther Granados hizo del canto una celebrasen jubilosa y su tono, a diferencia de Jesús Vásquez, era jaranista. Inventó una muletilla que la hizo conocida "Solita me Jaraneo", y no cabía duda alguna que así lo hacía. Achinada y jacarandosa, Eloísa Angulo, debutó en el antiguo Cine Royal del Rímac, en el dúo Las Criollitas, con su prima Margarita Cerdeña. Tras su disolución, se lanzó como solista prácticamente apropiándose de temas

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como "Idolatría". Del apogeo del género, el desaparecido Alejandro Ayarza "Kara manduca", criollo impenitente, en 1912 ya había estrenado una revista musical en el Teatro Victoria. "Música Peruana", Allí pudieron haber ido estas damas de pequeñas, a nutrirse del cantar criollo. Pero ese ímpetu se consolidaría más tarde.

La novedad entre 1935 y 1956, fueron los radios que programaban música criolla en vivo. Familias enteras sintonizaban esas audiciones. Las disqueras IEMPSA, El Virrey y Sono Radio, imprimían enormes tiradas de placas de acetato de carbón, y los músicos comenzaron a ganar fortunas. Como el género había nacido del pueblo, muchas letras se cebaban en el tema de la pobreza y sus incomodidades. No fue raro que apareciera años más tarde: "La morena de oro del Perú", Lucha Reyes, huérfana de padre, de pobreza extrema y tras mendigar por las calles, fue internada a los ocho años en un convento franciscano. Alcanzó el éxito en el programa radial "El Sentir de los Barrios", con un tema alegórico "Abandonada" de Sixto Carrera. Contrajo tuberculosis pulmonar, dos matrimonios trágicos, enfermó de diabetes y tras una rutilante y breve carrera, en la ceguera absoluta, graba "Mi última canción". Es recordada como un ícono doliente.

Inusualmente para el medio, lleno de cantantes y autores que tuvieron como profesión de obrero como lo fue Pablo Casas, albañiles como los Hermanos Ascuez, o magníficos marmolistas de la altura de Eduardo Márquez Talledo, el criollismo también tiene a Victoria Santa Cruz. Su padre se educó en los Estados Unidos, y ella a muy corta edad dominaba el inglés a la perfección. De niña oyó a Wagner, Haydn, Beethoven, pero también ritmos negros como el Socabón o Amorfino. Luminaria de la cultura peruana, es autora de pregones fundamentales. Para la década de los cincuenta del siglo XX, la música criolla ya tenía su sitial en la televisión. Eran historia los albores en blanco y negro, esas audiciones en vivo que hacía Panamericana Televisión, con el nombre "Festival de la Canción Criolla", "Bar Cristal". La pantalla ya formaba estrellas. El primer Festival Cristal de la Canción Criolla lo ganó el trío Los Troveros Criollos con el hermoso vals Rosa Té.

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Así nació Maritza Rodríguez. Siendo muy niña ganó "La Escalera del Triunfo", antañero programa televisivo de la década del sesenta que conducía con impar estilo Guido Monteverde. Al notar su voz aguda y sencilla, José Lázaro Tello vio en ella a la sucesora de Jesús Vásquez e inmediatamente le puso el epíteto de "La Princesita de la Canción Criolla". Con la década del sesenta aparece otro fenómeno: las peñas comerciales. Pretendían ser herederas de los viejos solares donde los criollos se reunían para exponer su arte en grande. Algunas recuerdan a las originales, como la Peña Yufra en el distrito de La Victoria, una pequeña fonda que vendía Pisco y algunos tentempiés, un refugio de los músicos. Eva Ayllón, tras un perseverante deambular por éstas, eludió la pobreza y obtuvo fama y fortuna. Es una triunfadora nata donde otros se ahogaron en la mar brava de la bohemia. Aunque pudo mantenerse en el típico estilo de interpretar el género. Algo hizo a lo que nadie se atrevió: Experimentar haciendo fusión. Luego volvió al redil, convertida en una gran señora.

Para fines de la década, la modernidad era Eva, como también el canto elegante de Cecilia Bracamonte. Ella en una época también pretendió estilizar el género; uso en sus discos instrumentos poco usuales como el vibráfono y violoncello.

Junto al vals se desarrollaron los ritmos negros con similar popularidad. Lucila Campos es un caso emblemático de esa tradición. Se inició en grupos de folklore negro, pero es amiga de blancos con oído popular, como Piedad de la Jara, y se lució en peñas esenciales como el "Karamanduca". Se le reconoce también como "Boquita de Caramelo", por lanzar vocabularios ligeramente soeces en sus presentaciones. Pasada la era romántica, la contemporánea fama atrajo otros baluartes, Lucía de la Cruz y su tono de voz que le sale del vientre. Puede cantar valses de Juan Mosto, o José Escajadillo, u otro repertorio más agraz; landó, otro claro ejemplo. Pero también sostenidos como mensajes que salen del alma.

Nuevas empresas musicales como: FTA, de la mano con la televisión, mencionada en párrafos anteriores, y el programa televisivo "Danzas y canciones del Perú",

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animado por Nicomedes Santa Cruz, o como también Trampolín a la Fama del también fallecido Augusto Ferrando, le sirvió a Cecilia Barraza para surgir a inicios de la década del setenta. Barraza es una cantante temperamental y con lograda voz para interpretar especialmente el lado negro de la canción criolla.

Como estrellas fugaces en la década del setenta cantantes como Verónica, Aurora Alcalá y Charito Alonso, dirigidas musicalmente por Freddy Roland formaron parte de la nueva generación que se estaba formando de la música criolla. En la tradición de Lucha Reyes o de Lucila Campos, figura Bartola, epíteto puesto por Augusto Polo Campos, de voz privilegiada que le permite interpretar valses y marineras, así como también tangos y boleros. Finalmente, Susana Baca. Muchos la oyeron en el 2002, cuando ganó el Grammy Latino, desagravio para una de las cantantes negras más importantes del Perú. Hace fusión, pero su canto se enraíza en la cultura negra. A continuación fechas de nacimiento y algunos casos de fallecimiento de los cantantes más importantes del siglo XX:

Intérprete Nacimiento Fallecimiento

Cantantes Femeninas

Eloísa Angulo

Lima, 31 de octubre de 1919

30 de octubre de 1992

Delia Vallejos

Callao 5 de septiembre de 1925

Lima, 17 de octubre de 2005

Jesús Vásquez

Lima, 20 de diciembre de 1920

3 de abril de 2010

Teresa Velásquez

Lima, 15 de octubre de 1930

19 de febrero de 2000

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Esther Granados

Lima, 30 de enero de 1926

Edith Barr La Victoria, 1 de junio de 1936

Lucha Reyes

Lima, 19 de julio de 1936

31 de octubre de 1973

Eva Ayllón Lima, 7 de febrero de 1956

Susana Baca

Chorrillos, 24 de mayo de 1944

Bartola Barranco, 8 de junio de 1955

Victoria Santa Cruz , (*Lima, 27 de octubre de 1922).

Cecilia Barraza , (*Lima, 5 de noviembre de 1952).

Lucila Campos , (*Lima, 16 de agosto de 1938).

Lucía de la Cruz , (*Chorrillos, 20 de agosto de 1953).

Cecilia Bracamonte , (*Lima, 22 de noviembre de 1949).

Tania Libertad , (*Chiclayo, 24 de octubre de 1952).

Iraida Valdivia , (*Lima, 16 de junio de 1963).

Carmencita Lara , (*Trujillo, 4 de octubre de 1926).

Fabiola de la Cuba , (*Lima, 19 de febrero de 1966).

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Los intérpretes La radio, entre 1940 y 1960, fue un estímulo importantísimo para la difusión de la música peruana. Las audiciones en vivo solían estar abarrotadas de público y generaron una intensa competencia, permitiendo que surgieran artistas que elevaron la jarana a la categoría de ciencia profana. Un protagonista de ésta era es sin duda Óscar Avilés, chalaco de nacimiento y bautizado por sus admiradores como la "primera guitarra del Perú". Formó parte de los tríos Los Trovadores del Norte y Los Morochucos en los cuarenta y fundó el Conjunto Espectáculo Fiesta Criolla en 1956. Avilés es uno de los músicos más importantes del criollismo, sobre todo por su capacidad de innovación. Guitarrista de gran talento, su canto es cercano al estilo de La Victoria, en el que predominan las síncopas y el manejo de los silencios. Su propia voz es la reminiscencia de una forma de cantar indudablemente clásica, que él llama "Ese sabor de antes".

De esa misma época se les ubica a Alejandro Cortés y a Rafael Matallana. El primero, cantor de tangos y boleros, luego sinónimo de la elegancia y el romanticismo en el vals, fue la primera voz de Los Chalanes del Perú y posteriormente de Los Morochucos. Rafael Matallana, apodado "el caballero de la canción", por su postura en el canto, salió del dial radial a la gloria. Ha sido parte de diversas formaciones vocales, entre las que destacan las grabaciones que hiciera con Las Limeñitas y con el Centro Musical Unión.

Por otra parte, el fundador de Los Embajadores Criollos, Rómulo Varillas, fue una estrella popular, que conoció de cerca el sabor de las presentaciones multitudinarias y el aplauso masivo. Su voz, aguda y llorona, dejó una auténtica escuela de canto criollo, marcando uno de los picos más altos en ésta tradición.

Cinco personajes se unen a este desfile de estrellas: Abelardo Vásquez, Carlos Soto, Arturo Cavero, Manuel Donayre y Pepe Vásquez, que tienen en común dos cosas: pertenecer a la comunidad negra peruana y dominar tanto el vals como la música afroperuana, de ahí que se les llamen afrocriollos. Abelardo Vásquez Díaz, era miembro de

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una notable familia musical, fundada en Breña por Porfirio Vásquez, su padre, y dos hermanos de éste: Pipo y Vicente, míticos cultores de la marinera y de los ritmos negros. Esta herencia fue transmitida a Abelardo, sus hermanos e hijos. Vásquez es un referente obligatorio, por su profundo conocimiento de la música costeña peruana. Fue maestro en la Escuela Nacional del Folklore, contribuyendo a formar nuevos cultores del canto de jarana, y del cajón peruano. Continuando desglosando esta familia, está también José Vásquez, conocido en el argot criollo como Pepe Vásquez, hermano menor de Abelardo, que apostado por arreglos musicales más audaces, que conservan intacta la esencia criolla. Juntos, Abelardo y Pepe han animado jaranas inolvidables en la peña de “Don Porfirio de Barranco”, bautizadas así en honor a su padre. Reconocido como percusionista, zapateador y bailarín, además fue parte de la primera formación de Perú Negro, Catiro Soto acompañó con el cajón durante muchos años a la gran Chabuca Granda. A finales de la década de 1970 grabó un disco como solista, titulado "Canto a Cañete", dedicado a su ciudad natal. Hace algunos años, apareció "De Cajón" lo que vendría a ser su último trabajo discográfico.

El "Zambo" Cavero para la posteridad, fue quizá el cantante más representativo de la música criolla en los últimos años. Su trabajo al lado de Óscar Avilés es fundamental. El dúo Avilés-Cavero, formado en 1970 y en actividad hasta inicios de la década de 1990, aportó mucho a la revalorización y difusión del vals, que por entonces era considerado "en coma". Dueño de una voz extremadamente fina, al punto que se la confunde con la de una mujer, Manuel Donaire, apodado "El Diamante Negro", desarrolló en el vals un estilo de corte claramente sentimental. Actualmente, radica en los Estados Unidos, donde contribuye a difundir la música peruana.

Otros destacados intérpretes, como son los casos de: Pancho Jiménez, Roberto Tello, Humberto Pejovés, Pastor Zuzunaga, Luis Abanto Morales y Jorge Pérez ocupan un lugar de importancia en el mundo de la música criolla. Apodado "El León del Norte", el chiclayano Pancho Jiménez es un genuino representante del vals con sabor norteño, ese que prefiere la melancolía por la amada y la añoranza

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del paisaje. Ha trabajado como solista e incluso ha formado dúos con otros cantantes, pero su producción más brillante se debe a su participación en fiesta criolla.

Roberto Tello, nacido en Lima en el distrito de Barranco y cantor de tangos, y Pastor Zuzunaga, alcanzó la fama por breve tiempo, y fue llevado de la mano por Freddy Roland, llegó alimentar su repertorio con valses de corte saleroso y alegre.

Luis Abanto Morales, nacido en Trujillo, representa el mundo provinciano en el contexto criollo. Su interpretación de "Cholo soy, y no me compadezcas" y "El Provinciano" dotó de voz al migrante y le valió un reconocimiento unánime, Es un cantante de honda sensibilidad social que ha explorado también el universo amoroso en la canción criolla.

Humberto Pejovés tuvo una carrera corta, pero excepcional. Se inició como bolerista con Los Caballeros de la Noche, trío que interpretaba temas del recordado compositor Mario Cavagnaro. Uno de estos temas dio la vuelta al mundo: Osito de Felpa. Luego ya en el género criollo, empezó como vocalista del trío Los Chamas, con el cual llevaron a la fama al vals La Flor de la Canela, de Chabuca Granda. Finalmente su época de oro, la tuvo como vocalista del trío Los Troveros Criollos, junto a Lucho Garland y Pepe Ladd.

Jorge Pérez, "El Carreta", natural de Huaraz, formó parte del grupo Los Troveros Criollos, cuando aún era dúo. Ha dedicado su voz a diversos compositores, pero se le reconoce como uno de los más brillantes intérpretes del llamado vals replana, que constituye una verdadera crónica de costumbres limeñas y que lo llevara al género criollo justamente el compositor Mario Cavagnaro.

Entre los cantantes más importantes del siglo XX, se pueden clasificar:

Rafael Matallana , (*Lima, 12 de agosto de 1930 - † 8 de julio de 2010).

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Luis Abanto Morales , (*Trujillo, 25 de agosto de 1923).

Panchito Jiménez , (*Motupe, 29 de enero de 1920).

Abelardo Vásquez , (*Lima, 2 de enero de 1929 - † 5 de abril de 2001).

Humberto Pejovés , (*Callao, 22 de enero de 1930).

Arturo "Zambo" Cavero , (*Lima, 29 de noviembre de 1940 - † 9 de octubre de 2009).

Jorge "El Carreta" Pérez , (*Huaraz, 14 de noviembre de 1921).

Pepe Vásquez Montero , (*Lima, 25 de noviembre de 1961).

Roberto Tello , (*Barranco, ¿?).

Manuel Donayre , (*San Luis de Cañete, 24 de noviembre de 1949).

Conjuntos y dúos El nacimiento del siglo XX encontró a Lima en medio de un arduo trajín musical. Los cantantes de entonces buscaban voltear la página del viejo waltz vienés, ya en agonía. Francisco Ferreyros, bohemio y popular solista de entonces, cantaba a pulmón limpio en la Alameda de los Descalzos temas decisivos: "Luis Pardo", "Celaje", "China Hereje" o "Ídolo". No era raro que eso ocurriese. Las retretas públicas y los musicales de los teatros habían creado un público fervoroso que oía a sus intérpretes con no poca pasión. Eso hizo posible que un dúo de cantantes del distrito del Rímac, Eduardo Montes y César Manrique, fueran llevados a Nueva York en 1911 por la Casa Holtig y Cía. El fin era grabar discos para la Columbia Phonograph & Company. Aquel dúo produjo un total de noventa y un discos de 78 rpm, con 182 temas, todos de la llamada Guardia Vieja, generalmente autores anónimos que nunca pensaron en ese lujo estrafalario de los derechos de autor. Los discos grabados se vendieron en Lima inmediatamente. Fue el primer dúo en abrazar la fama.

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En la segunda mitad de la década de 1930 brillaba Rosita Ascoy, "La Limeñita". Años más tarde congregaría a su hermano Alejandro, su eterna segunda voz y guitarra. Ambos eran menudos, sin arrogancia y muchos decían que sus registros de voz eran más bien modestos y que su guitarreo no salía del tundete. Pero la emoción, el sentimiento con que cantaban, su cuidadosa elección de temas de la Guardia Vieja, los hicieron inmortales. Contemporáneos de Felipe Pinglo, el dúo Costa y Monteverde, conformado por Jorge Costa y Ángel Monteverde, fue uno de los más extraordinarios de su época. Los guapeos criollos de Jorge Costa hicieron historia. Algo después, en la década del 1940 aparecen otros dúos y conjuntos criollos, estimulados por las grabaciones hechas en Chile y Argentina. En Lima se grababa en un modesto estudio al lado de las vías del tranvía, por lo que cada vez que este pasaba, se estropeaba la grabación. En esta década brillaron Los Chalanes del Perú y Los Trovadores del Perú.

La rivalidad más notoria se produce a fines de la década entre Los Embajadores Criollos y Los Morochucos. A los primeros se les motejaba como "Los ídolos del pueblo" y a los otros como "Los Caballeros de la Canción Criolla". Los Morochucos eran el dúo formado por Augusto Ego Aguirre y Luis Sifuentes, que al fallecer Sifuentes, se convertiría a partir de 1947 en trío con Alejandro Cortez y Óscar Avilés.

Los Embajadores Criollos, formados en 1949, eran el trío integrado por Rómulo Varillas, Carlos Correa y Alejandro Rodríguez. Provistos de una alforja de temas en el límite del llanto "Víbora", "El Tísico", llegaban a sus audiciones en la radio en elegantes autos Studebaker o Mercury, excitando el griterío de sus fanáticos que los esperaban en la calle. Rómulo Varillas, impar primera voz del conjunto, vestía medias blancas y tenía una gruesa cadena de oro en el tobillo, que lucía al poner el pie en una silla para sostener su guitarra. Algo paradójico: en 1998 murió en la pobreza extrema, víctima de su bohemia excesiva. Distantes de estas licencias, tímidas y hogareñas, estaban Las Limeñitas, las hermanas Graciela y Noemí Polo. Ellas frecuentaban también los tabladillos de Radio Nacional y Radio Lima, pero nunca recalaron en la bohemia. Como otros cantantes

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de la época, ellas habían sido descubiertas por el prolífico pianista Filomeno Ormeño, que con Lucho de la Cuba, pianista también, acompañaban y arreglaban a cuanto cantante con proyecciones se paseaba por las radios. La canción criolla, para entonces, deambulaba entre la jarana estridente y el quejido plañidero, hasta que en 1952 aparecieron Los Troveros Criollos, el dúo formado por "El Carreta" Jorge Pérez y Luis Garland. En un hábil cambio de manos, se dedicaron a interpretar primero un amplio repertorio de canciones alegres, como Cirilo Murruchuca, Un Zapatero celoso" y otros, luego aumentado con valses del compositor Mario Cavagnaro, hechos en replana de barrio. Tremendo suceso. Su alegría sencilla y su compás contagioso los paseó por la popularidad. Un claro ejemplo es el vals: "Yo la quería Patita". Esta puerta abierta condujo a la aparición de otros grupos, como el trío Los Romanceros Criollos, que siguió la senda de la música criolla alegre, pícara pero no destemplada. Julio Álvarez, Guillermo Chipana y Lucas Borja, que debutaron en 1953, pronto compartieron fama y salas de radio con los anteriores grupos. Emblema suyo fue China hereje.

La popularidad de estos grupos era aumentada, al ir mucho a la radio y grabar otros discos quincenalmente. Eso daba para que la policía disolviese a los entusiastas que siempre abordaban a los músicos y para que estos viviesen bien, sin tener que hacer ninguna otra cosa más que cantar. Entonces "Radio La Crónica" o "Radio América" podían poner doce horas de música criolla continuada, sin perder sintonía. La jarana no solo estaba en Lima sino en el país entero. Eso lo probaron Los Dávalos en 1954, dos hermanos arequipeños que debutaron cantando "Melgar", el segundo himno de su tierra. Su tono quejumbroso y regionalista los identificó con la Ciudad Blanca. Con los años viajaron a Nueva York y se quedaron a vivir allá, como dioses vivos de la colonia peruana.

En 1956 surge otro gran trío, Los Troveros Criollos, conjunto de extraordinaria versatilidad, que sobresaliera prácticamente en todos los géneros de la música criolla, aunque brillaban interpretando marineras limeñas. Los Troveros Criollos estuvieron integrados en su segunda fase por Lucho Garland, Humberto Pejovés y Pepe Ladd.

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Inolvidables sus valses Luis Pardo, Romance en la Parada y Rosa Té, tema con el cual ganaran el Festival Cristal de la Canción Criolla en 1960. Junto con Fiesta Criolla, fueron los grupos predominantes en la segunda mitad de esa década.

Pocos después, en 1957, apareció el mejor dúo mixto que se recuerde el de Irma Céspedes y Oswaldo Campos. Irma era alta, buenamoza y tenía una voz privilegiada. De Oswaldo se admite que fue una de las mejores segundas voces del criollismo. Ellos eludieron los temas que maltrataban a la mujer con sus letras, algo frecuente entonces, para enraizarse en la tradición. Cantaron juntos muchos años.

Como dúos, trios y agrupaciones destacaron los siguientes:

Alma Criolla , Agrupación formado por: Carlos Honores Pando, Víctor Flores Sales, Jorge Ibáñez Pizarro y Emilio Newman.

Montes y Manrique , dúo formado por: Eduardo Montes y César Augusto Manrique.

Costa y Monteverde , dúo formado por Jorge Costa y Ángel Monteverde.

La Limeñita y Ascoy , dúo formado por los hermanos Alejandro y Rosa Dolores Ascoy.

Las Criollitas , dúo formado por las primas Eloísa Angulo y Margarita Cerdeña.

Los Trigo , dúo formado por los hermanos Carlos Alfonso y Zoila Trigo.

Las Limeñitas , dúo formado por las hermanas Graciela y Noemí Polo.

Los Chamas , trío conformado por los hermanos Rolando y Washington Gómez y Óscar Bromley.

Los Morochucos , trío conformado por: Óscar Avilés, Augusto Ego Aguirre y Alejandro Cortéz.

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Los Chamacos , dúo conformado por: Augusto Ego Aguirre y Luis Sifuentes.

Los Virreyes de Lima , trío conformado por: Juan Salas, César Lassús y Aurelio Chávez.

Los Kipus , trío formado por: Genaro Ganoza, Paco Maceda y Carmen Montoro.

Los Romanceros Criollos , trío conformado por: Julio Álvarez, Lucas Borja y Guillermo Chipana.

Los Embajadores Criollos , trío conformado por: Rómulo Varillas, Alejandro Rodríguez y Carlos Correa.

Los Favoritos , dúo conformado por: Noemí Polo y Alejandro Cortéz.

Los Trovadores del Perú , trío conformado por: Javier Gonzáles, Oswaldo Campos y Miguel Paz.

Fiesta Criolla , agrupación formada por: Óscar Avilés, Panchito Jiménez, Humberto Cervantes, Pedro Torres, Arístides Ramírez.

Los Troveros Criollos , dúo formado por Jorge "Carreta" Pérez y Luis Garland.

Los Troveros Criollos , trío formado por Luis Garland, Humberto Pejovés y José Ladd.

Los Dávalos , dúo formado por los hermanos Víctor y José Dávalos.

Irma & Oswaldo , dúo conformado por Irma Céspedes y Oswaldo Campos.

Los Pallas , trío conformado por: Manuel Zambrano, Hugo Pajuelo y Fidel Córdova.

Perú Negro , agrupación conformada por los hermanos: Lucila y Ronaldo Campos, Carlos "Caitro" Soto, Línder Góngora, Isidoro Izquierdo, Guillermo

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Nicasio, Eusebio "Pititi" Sirio, Julio Algendones y Orlando Soto.

Los Caciques , trío conformado por: Óscar "Pajarito" Bromley, Rafael Amaranto, y Félix Cassaretto "Caraspalta".

Los Cholos , dúo conformado por: Miguel Cabrejos y Víctor Gadea.

Leturia - Velásquez , dúo destacado por: Alfredo Leturia y Gustavo "Chavo" Velásquez.

Los Dos Compadres , dúo conformado por: Rómulo Varillas y Fernando Loli.

El Trío Cristal , agrupación conformada por: Guillermo Chipana, Rufino Echenique y Samuel Altuna.

Los Trovadores del Norte.

Los Govea , dúo conformado por los hermanos: Alejandro y Ricardo Govea.

Los Ases del Perú , dúo conformado por: Eddy Martínez y Oswaldo Campos.

Los Ardiles , agrupación conformada por los hermanos: Eddie, Federico, Jaime y Carlos Ardiles.

Los Bohemios , dúo conformado por: Santiago Caballero y Víctor Mendoza.

Los Aguirre , agrupación conformada por los hermanos: Mercedes, Maritza, Enrique y Alfredo Aguirre.

Los Zañartu , agrupación conformada por los hermanos: Julissa, Elena, Luis y Antonio Zañartu.

Los Soles del Perú , dúo conformado por: Eduardo Álvarez y Javier Gonzáles.

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Cuarteto Perú , agrupación conformada por los hermanos: Luis y Jesús Martínez, Jaime y Ricardo García.

Músicos El éxito de estos conjuntos radica en la calidad musical, que fue perfeccionando estilos, la técnica guitarrística y arreglos especiales para cada tema que se grababa. De tal manera que las versiones de estas canciones, guardan la memoria no solamente de la letra y su melodía, sino también de las introducciones, intermedios, formas del rasgueo acompañante, bordones en el bajo, trinos y adornos en el "punteo" de la primera guitarra, haciendo del vals criollo peruano un género único por su carácter y abundante repertorio.

Entre los guitarristas más importantes del siglo XX, se encuentran:

Vicente Vásquez , Marcos Muñoz, Carlos Hayre, Óscar Avilés, Lucho Garland, Julián Jiménez, Pepe Torres, Rafael Amaranto, Alejandro Rodríguez, Carlos Montañez, Álvaro Pérez, Carlos Rebaza, Máximo Dávila, Adolfo Zelada, Javier Munayco, Óscar Cavero, Pepe Ladd, Fernando Loli, y muchos más que cultivan la guitarra tradicional criolla.

Entre los guitarristas innovadores, que incorporan elementos armónicos y rítmicos que renuevan el cancionero criollo, se encuentran Álvaro Lagos, Félix Casaverde, Coco Linares, Coco Salazar y Lucho González.

No solamente la música se centraba en guitarristas si no también en pianistas, es el caso de:

Lucho de la Cuba , Lorenzo Humberto Sotomayor, Fernando Alcázar, Manolo Ávalos, Enrique Lynch, Miguelito Cañas, Otto de Rojas, Jorge Huirse, Alberto Haro, Rodolfo Coltrinari, Carlos Pickling.

Existen también Saxofonistas, que a lo largo de los años han acompañado a las estrellas del canto peruano y que han dejado marcado en los surcos su melodía incomparable son los casos de:

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Jean Pierre Magnet , Polo Bances, Julio Mori, Aníbal Arrascue, Polo Alfaro, Pepe Hernández, Julio Díaz, Tulio Flori.

El cajón instrumento de gran valía dentro de la música peruana, es destacado por:

Ronaldo Campos , Marco Oliveros, Leonardo Parodi, Eusebio Sirio "Pititi", Pepe Villalobos, Félix Valdelomar, María del Carmen Dongo, Caitro Soto, Juan Medrano "Cotito", Arturo "Zambo" Cavero, Álex Acuña, Luis Casanova, Gerardo Lazón "Pomadita", César Honores Aguirre.

entre muchos otros. Otros músicos en diferentes estilos destacados son:

Moisés Vivanco , Freddy Roland, César Silva, Joe di Roma, Tito Chicoma, Reynaldo Cruz, Juan de Dios Rojas, Gonzalo Castro, Fernando A. Sannicandro, Julio Santos, Augusto Valderrama, Héctor Ferreyra, Humberto Mancilla.

Géneros de danza y música

La Zamacueca

El investigador peruano Castro Nué se ha ocupado del origen de ciertas danzas, y sostiene que la Marinera tiene su origen en la Zamacueca o Mozamala. Esta danza costumbrista de pareja que se origina probablemente en la Costa Norte del Perú La Libertad. En su origen deriva de danzas africanas bailadas en la costa peruana. La versión norteña es más alegre, movida y tocada en trompetas también, aunque en Lima, la Zamacueca tiene mayor influencia africana y el estilo de tocar la guitarra es más dulce y rítmico, es decir, contrastada con la versión norteña que es más agitanada y mestiza (con influencia andina). Como en el Tondero piurano, la danza representa la persecución del gallo a la gallina, el enamoramiento de aves y la Pelea de Gallos, temas tan populares dentro de la costa centro y norte del Perú. Para su vestuario la mujer usa un camisón llamado anaco que sobresale a manera de

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blusa sobre la falda ancha pegada a la cintura. También son muy vistosas las famosas "Dormilonas", artísticos pendientes (aretes) trabajados en filigrama, obra de los orfebres del pueblo. El varón utiliza sombrero de paja fina, camisa a rayas o blanca, faja norteña y pantalón blanco o negro.

La Marinera limeña o Canto de jarana

Las coplas, música y baile de la marinera limeña provienen de la Zamacueca, danza intensamente bailada en el siglo XIX. Sin embargo, es Abelardo Gamarra, El Tunante, quien propone, luego de la guerra con Chile, un cambio en el nombre, ya que se le conocía también como "chilena". La zamacueca da lugar a la samba argentina, la cueca boliviana, argentina y chilena, y a la marinera limeña. El canto de jarana, cultivada por grupos populares limeños hasta la mitad del siglo XX decae en su práctica originaria puesto que, en las grabaciones de discos, a causa de las propias limitaciones técnicas (los discos no admitían más de tres minutos de grabación), no se podía registrar el canto de jarana tal como se daba en los ambientes festivos en los que se cultivaba.

Una marinera limeña consta de cinco partes: tres marineras, una resbalosa y una fuga. Por eso se dice respecto de ella: "marinera de jarana: de cinco, tres". En esta forma musical y coregráfica, los cultores pueden competir en un canto de contrapunto de tiempo variable, de acuerdo al entusiasmo y las circunstancias del encuentro.

El Tondero

Danza también conocida como marinera del Alto Piura, o de la yunga piurana (Morropon). Es anterior a la Zamacueca. Deriva de música gitana y española en baile y canto. La característica principal que lo diferencia de la Marinera es su repetitivo tundete de guitarra relacionado con música en banda y trompeta gitana. Tiene inflencia africana o negra en su forma corísta (coro) y a veces el uso del checo, instrumento construido utilizando calabaza seca para otorgarme ritmo negro. Tiene una influnecia Andina

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posterior, en su forma melódicamente chillona de ejecutar la guitarra también. A diferencia de la Zamacueca y debido a la ubicación de la Provincia de Morropón como una región pre-Andina, este baile lleva el mestizje criollo (hispanogitano-afrodescendiente) y el Andino. Ciudades como Morropón, Chulucanas, San Juan de Bigote, La Matanza, y Salitral fueron pobladas por haciendas arrozeras y jaboneras donde vivieron muchos esclavos negros, , y debido a la cercanía a la cordillera, también migrantes Andinos que trajeron el Yaraví desde Arequipa, fundiéndolo con la Cumanana, fórma de origen hispano-africana; creando también el famoso término norteño Triste con Fuga de Tondero, que es muy popular en la yunga de Lambayeque (Chongoyapana).

El Festejo, Alcatraz y otros géneros afroperuanos

Nicomedes Santa Cruz, poeta decimista e investigador de la cultura afroperuana o negra, contaba que el festejo era un género musical que se cantaba pero que no se bailaba hasta que, a finales de la década de los años 1940, don Porfirio Vásquez, decimista, bailarín y compositor, dando clases en una academia de danzas folclóricas, fusionó pasos del "Son de los diablos" con los de Resbalosa. Creó así un baile que ahora tiene gran importancia en la cultura musical peruana.

El compositor Pepe Villalobos cuenta también que hacia la década de los años 1960, aún las empresas disqueras eran reacias a grabar festejos, género que, sin embargo, luego tuvo gran aceptación popular, como por ejemplo, sus obras: "El Negrito chinchiví", "El galpón", "Mueve tu cucu", "La morena Trinidad", "El pobre Miguel", "La comadre Cocoliche", "Cintura quiebra", "Milagros Grande" (con letra de Catalina Recavarren, dedicado a San Martín de Porres). Entre los festejos más antiguos se encuentra "Congorito", recopilado por Rosa Mercedes Ayarza de Morales y el "Son de los diablos" de Fernando Soria, en el que describe la danza de carnaval del mismo nombre en la que se recordaba a don Francisco Andrade, a quien llamaban "Ño Bisté", el último caporal de la danza que saliera en Lima hasta 1949.

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A mediados de la década de los años 1950, se desarrolla un trabajo dirigido por José Durand Flórez, quien impulsó el espectáculo basado en las estampas de Pancho Fierro y que luego continuaron otras agrupaciones. La cultura popular criolla y afroperuana reconoce en núcleos familiares importantes la posibilidad de su continuidad. Entre estos tiene máxima importancia la familia Vásquez: don Porfirio (proveniente de Aucallama, norte de Lima) y sus hijos, Abelardo y Vicente, quienes trabajan diversos aspectos de la cultura musical y coreográfica: la guitarra, el cajón, la composición, el canto, las décimas, el zapateo, la marinera, el festejo, los pregones, etc. La reivindicación de la presencia africana en la cultura peruana, emprendida por Victoria y Nicomedes Santa Cruz, a través de los grupos de teatro y danza, así como a través de la creación literaria, coreográfica y musical, tuvo su mayor desarrollo hacia la década de los años 1970. Con el trabajo del Conjunto Nacional de Folclore, que dirigía Victoria Santa Cruz, quien enfatizó el trabajo de las danzas afroperuanas.

En la misma época tuvo apoyo estatal el grupo Perú Negro, dirigido por Ronaldo Campos (proveniente de San Luis de Cañete) y contando con la presencia del poeta César Calvo. Este conjunto desarrolló un repertorio importante de canciones y danzas que fueron presentadas con singular suceso tanto en el Perú como en el extranjero. Los conjuntos profesionales de bailarines y músicos son las principales fuentes de recreación de las danzas afroperuanas que se cultivan en la actualidad, en especial del festejo, baile que en el escenario se presenta como danza de parejas interdependientes y que, sin embargo, a nivel popular y espontáneo, es cultivada como baile de pareja libre, con gran aceptación del público juvenil. Cantantes como Lucila Campos, Eva Ayllón y Arturo "Zambo" Cavero han fortalecido el cultivo de estos géneros y la ampliación del repertorio. Es singular el aporte de Carlos Soto de la Colina "Caitro Soto", quien tomando antiguas tradiciones de Cañete (su tierra natal), crea y recrea motivos y canciones que la historia reconoce como clásicos del repertorio afroperuano. Tal es el caso de "Toro mata", género musical que según las noticias que se tienen, se diera en el siglo XIX y que cantantes como Cecilia Barraza, hicieran muy popular. La rítmica del "Toro mata",

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es base fundamental del landó contemporáneo. La base de guitarra fue creada por Vicente Vásquez.

Carlos Soto, en el libro titulado "De cajón", Caitro Soto: "El duende en la música peruana", declara sobre el "Toro mata":

"El Toro mata viene de lo que me contaba mi abuela, mi bisabuela. La canción la armé y la hice yo con cosas que me narraban mis ancestros. Hay también un Toro mata que es anterior al mío, es recopilación de la señora Rosa Mercedes Ayarza de Morales. Allí el toro mata al torero y no es landó con fuga, sino lamento; ella cantaba "ya lo llevan a enterrar, el toro mata". (…). En mi composición, el "toro rumbambero" es el toro brilloso, bailarín. Esos toros que son bien agresivos. Creo que la palabra es africana. "Hacerle el quite" es sacarle la suerte al toro, pero por ser el torero un negro le quitan mérito y decían que "la color no le permite hacerlo". Por eso decían que el toro se había muerto de viejo y no porque lo hubiera matado. Pititi (…) era un muchacho que bailaba en Perú Negro y un día al verlo bailando el Toro mata, lo mencioné en la canción y ya quedó". "Lapondé era un tambo al que se iba después de la corrida. Era como un centro de recreación, una choza donde vendían comida, trago y se divertían. Era en la misma hacienda El Chilcal, donde era la corrida (…)"

pág. 80-81, Empresa Editora "El Comercio", Lima, 1995#GGC11C

Caitro Soto es recopilador de conocidas canciones como "A sacá camote con el pie", del género landó, los festejos: "Yo tengo dos papás", "Canto a Cañete", "Curruñao", "Ollita Noma", "Negrito de la Huayrona", "Negrito de San Luis" y el alcatraz "Quema tú". Canciones que se bailan, sin duda con la sensualidad y la alegría de las antiguas "danzas de cintura", como se les decía a las danzas de los descendientes africanos en Cañete, canciones que en sus versos recogen las vivencias cotidianas de los trabajadores del campo y la ciudad.