Mujeres, el género nos une la clase nos divide

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    MUJERES: El GNERO NOS UNE,

    LA CLASE NOS DIVIDE*

    Cecilia Toledo **

    La desigualdad de la mujer en el capitalismo se viene profundi-zando en los ltimos aos, sobre todo en los pases explotados.La discusin de por qu se da eso se reviste de un carcter aca-dmico y todo lo que se refiere a la opresin de la mujer es rotu-lado como una cuestin de gnero.

    Despus de las grandes movilizaciones feministas de los aos 60y 70, las mujeres volvieron a casa, y las discusiones feministas

    pasaron de las calles a las aulas de las universidades. Surgieron

    los llamados Estudios de la Mujer y, posteriormente, Estudios deGnero, sobre todo en los pases imperialistas, y la lucha por laliberacin de la mujer perdi lo ms progresivo que tena: elmtodo de lucha, las manifestaciones masivas, la movilizacin,que involucraba otros sectores de la sociedad. Bajo la direccinde corrientes de clase media e intelectuales, sin la participacinmasiva de la mujer trabajadora, la lucha feminista se volvi an

    ms reformista, contentndose con ampliar los espacios de lamujer en la democracia burguesa, como queda claro en esta de-claracin de la feminista argentina Mabel Bellucci: La expre-

    sin Estudios de la Mujeridentifica esa nueva empresa intelec-tual dispuesta a democratizar aquellos espacios productores deconocimiento, donde las mujeres no se sienten representadas

    *Fuente: Marxismo en Red. http://www.marxismo.org/?q=node/158** Periodista y miembro de la Secretara Nacional de Mujeres del PSTU

    (Brasil)

    http://www.marxismo.org/?q=node/158http://www.marxismo.org/?q=node/158http://www.marxismo.org/?q=node/158
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    por estar excluidas como sujetos y objetos de estudio.1

    En estos ltimos treinta aos, se produjo mucha literatura sobreel tema, en especial en Inglaterra, Estados Unidos, Espaa, Italia

    y Francia. Los catlogos de las grandes editoriales y los progra-mas de congresos, conferencias y cursos universitarios lo con-firman, as como la pluralidad de posiciones tericas existentes.Tanto que ya se habla de teora feminista, que fundamenta todaun rea llamada estudios de gnero.

    Dentro de los marcos del capitalismo, estos estudios son impor-tantes porque tornan cada vez ms visible la desigualdad de la

    mujer y, en algunos pases, sobre todo en los pases imperialis-tas, esta produccin acadmica consigui ampliar los espaciosde la mujer en la sociedad. Sin embargo, es preciso polemizarcon esta postura porque, al centrar la opresin de la mujer en ladesigualdad de gnero, restringe su lucha en los marcos del ca-

    pitalismotornndose una lucha por reformas dentro del sistemacapitalistae ignora el problema de clase, llevando a una pol-tica que busca unir a todas las mujeres, independientemente dela posicin que ocupan en el modo de produccin.

    Gnero y autonomismo

    Qu significa hablar de gnero? Para la investigadora espaolaMara de Jess Izquierdo:

    La desigualdad de las mujeres es un proceso que comienza

    con la divisin sexual del trabajo y se consolida con la

    constitucin de los gneros sociales: si usted es mujer, tie-

    ne que hacer determinadas cosas, si es hombre, otras. El

    paso siguiente es considerar como femeninas las activida-

    des hechas por las mujeres y masculinas aquellas hechas

    por los hombres. El tercer paso es diferenciar el trata-

    1Las Mujeres en la Imaginacin Colectiva, Paids, 1993, cap. 1. Destacado

    mo.

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    miento recibido (respeto, reconocimiento, medios y estilo

    de vida) por las personas que realizan actividades femeni-

    nas y las que realizan actividades masculinas. En este

    momento decimos que tienen carcter de gnero. Las per-sonas, independientemente de cul sea su sexo, son trata-

    das segn un patrn especfico, el de gnero.2

    Para Mara de Jess Izquierdo, el gnero es tan importante quellega al punto de afirmar que lo que estructura a la sociedad esel gnero, porque prcticamente todos los mbitos de la vidatienen el carcter de uno u otro gnero, y que la sociedad se

    vendra abajo o cambiara sus fundamentos si se rompiese conlas posiciones de gnero. Para ella, el aspecto fundamental de laestructura de gneros es la interrelacin entre la posicin socialdel ganador de pan y del ama de casa, pues la mayor parte

    de las actividades est organizada dando por sentado que en

    toda casa hay un ama de casa.

    Los hombres no estn sometidos a una tensin estructural entre

    el trabajo domstico y el trabajo remunerado. Las mujeres s.Mantienen una dedicacin parcial tanto al trabajo remuneradocomo al domstico, y viven, por eso, una gran frustracin, ma-lestar e insatisfaccin. No cambian de posicin en la estructurasocial, pero medio-ocupan dos posiciones al mismo tiempo.

    De ah, ella concluye que, aunque las mujeres no estuviesen dis-criminadas en el trabajo, tendran pocas posibilidades de ser

    promovidas, porque no es posible que rindan tanto como loshombres. El peso de la estructura de la sociedad sobre la mujeres tan importante que eso se torna imposible.

    Virginia Vargas y Wicky Meyen definen el gnero como partede un sistema:

    Definiremos el sistema sexo/gnero como el conjunto de acti-

    2A desigualdad em funcin do gnero, enAguantando el Tipo. Desigual-

    dad y Discriminacin Salarial, p.34.

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    tudes mediante las cuales la sociedad transforma la sexuali-

    dad biolgica en productos de la actividad humana y a travs

    de la cual estas necesidades son satisfechas. No es, entonces,

    slo una relacin entre mujeres y hombres, sino un elementoconstitutivo de las relaciones sociales en general que se ex-

    presa en smbolos, normas, organizacin poltica y social y en

    las subjetividades personales y sociales.

    Las dos investigadoras van ms all y concluyen que las mujeresno pueden ser reducidas a su condicin de gnero, porque

    en cada individuo conviven diferentes posiciones subjetivas;

    cada agente social est inscrito en una multiplicidad de rela-

    ciones sociales: de produccin, de raza, de nacionalidad, et-

    nicidad, gnero, sexo, etc. Cada una de esas relaciones es-

    pecficas no puede ser reducidas ni unida a las otras. Y cada

    una de ellas determina diferentes subjetividades.

    De esta forma, crean un mundo aparentemente complejo, dondetodo se relaciona y donde no existe una jerarqua de las cosas,como si las relaciones de produccin y las de raza, sexo, gnero,nacionalidad, etc., estuviesen al mismo nivel, sin que una deter-mine a la otra. De ah trazan la poltica que se conoce como au-tonomismo.

    La autonoma, dicen, es una forma de generar un espacio de

    maniobra para las mujeres y de iniciar un proceso de creci-miento personal y colectivo que asegure el cuestionamiento a

    las diferentes formas que asume su subordinacin, as como

    la capacidad de desarrollar control y poder sobre sus vidas,

    sus organizaciones y sobre sus contextos sociales, econmi-

    cos, polticos y culturales especficos.

    Sera la organizacin autnoma de las mujeres para luchar porsus derechos y abrir espacios en la sociedad.

    Esta concepcin se construy en oposicin y en confrontacin

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    directa con una visin de clase sobre el problema de la mujer,considerada reduccionista y economicista. Virginia Guzmn, delCentro de la Mujer Peruana Flora Tristn, argumenta que la

    subordinacin femenina es un problema diferente del problemade las relaciones de clase. Ataca a las feministas marxistas porconsiderar que

    todos los procesos sociales son consecuencias o epife-

    nmenos de una estructura econmica (expresiva de una

    sociedad de clases dependiente del capitalismo mundial).

    Los sujetos sociales portadores del cambio estn jerar-

    quizados solamente por su posicin de clase.

    3

    Esta acusacin apunta a demostrar que ahora las mujeres tienenuna visin ms completa y global de su condicin, y ya nouna visin reduccionista, slo clasista del problema. Porque lo

    que estructura la sociedad no son ms las clases sociales, comoafirma el marxismo, sino los gneros.

    De hecho, cuando se habla de opresin de la mujer no se puede

    utilizar slo categoras econmicas. La opresin es un conjuntode actitudes que involucran tambin categoras psicolgicas,emocionales, culturales e ideolgicas. La correspondencia entrestas y la estructura econmica de la sociedad es muy complejay vara de acuerdo con las pocas histricas. Desde que MarxescribiEl Capital, describiendo las leyes generales que rigen elmodo de produccin capitalista, muchas otras ciencias se desa-rrollaron, entre ellas el psicoanlisis, sin hablar de la antropo-loga y la sociologa, que ayudaron a clarificar el problema de lasuperestructura ideolgica de la sociedad y su relacin con laestructura de produccin. Sin embargo, todas ellas, en su bs-queda de una respuesta a los problemas que afligen a los hom-

    bres en momentos histricos determinados, siempre tuvieronque volver los ojos a lo que ocurra en las condiciones mate-riales de vida. No es una relacin mecnica, no hay una corres-

    pondencia directa y universal entre una y otra. Las leyes econ-3 Idem, p. 29.

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    micas determinan las leyes ideolgicas, en ltima instancia. Sinembargo, nosotros no partimos de las numerosas formas deopresin (de la mujer, del negro, de los homosexuales, de los

    inmigrantes, etc.) para explicar las leyes generales de la socie-dad, sino al contrario. Sera hacer lo mismo que intentaron losfilsofos reaccionarios de la poca de Marx y Engels: demostrartericamente que era imposible conocer la realidad objetiva, re-duciendo la misin de la ciencia a analizar las sensaciones.

    Por ms complejos que fuesen los problemas psicolgicos de suspacientes, Freud buscaba su explicacin ltima en las relaciones

    concretas entre los hombres, en el mundo objetivo; no tena otrocamino. l di el nombre de introyeccin al proceso psquicopor medio del cual es formada nuestra conciencia, el proceso detomar algo que est fuera de nosotros e interiorizarlo. ParaFreud, todo sueo era la realizacin de un deseo que tena una uotra relacin con las condiciones concretas de vida. As, demos-traba que en esta multiplicidad de relaciones sociales en las cua-les estamos insertos hay una jerarqua, unas determinan a las

    otras. Para Marx, las relaciones de produccin eran las determi-nantes.

    En la produccin social de la propia existencia, los hombres

    entran en relaciones determinadas, necesarias, independien-

    tes de su voluntad; estas relaciones de produccin corresp-

    donden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas

    productivas materiales. La totalidad de estas relaciones de

    produccin constituyen la estructura econmica de la socie-

    dad, la base real sobre la cual se eleva una superestructura

    jurdica y poltica y a la cual corresponden formas sociales

    determinadas de conciencia. El modo de produccin de la vi-

    da material condiciona el proceso de vida social, poltica e

    intelectual4.

    4 K.Marx,Prefcio a Contribuio Crtica da Economa Poltica, en Flo-restan Fernandes,Marx Engels, Col. Historia, So Paulo, tica, p. 231.

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    Gnero, construccin cultural

    Cuando se habla de gnero femenino y gnero masculino ya no

    se habla ms de algo inherente a los seres humanos; no se esttratando del ser genrico, sino del ser histrico, aquel que esconstituido histricamente. Son construcciones culturales deri-vadas de las diferencias sexuales existentes entre hombres y mu-

    jeres. Las ideas de lo que es femenino y masculino con las cua-les convivimos da a da se fueron construyendo y transfor-mando a lo largo de la historia. Los gneros guardan poca rela-cin con el sexo porque, como explica la psicoanalista Emilce

    Bleichmar, se definen en la etapa edpica (la superacin delComplejo de Edipo), cuando se pasa de la biologa a la cultura.El Complejo de Edipo, conforme fue formulado por Freud, re-quiere determinados presupuestos que slo se encuentran en lasfamilias nucleares, caractersticas de las sociedads capitalistasmodernas. Las familias nucleares son tpicas del patriarcado y sefueron constituyendo por razones econmicas, ms que cultura-

    les. Lo que es femenino y lo que es masculino tambin soncomportamientos simblicos tpicos de las sociedades patriar-cales y asentadas en el modo de produccin capitalista. El modode produccin dominante determina, en ltima instancia, la su-

    perestructura cultural. No es una relacin mecnica, sino dialc-tica, un choque constante entre la psiquis humana y su relacinsocial y econmica, que va conformando los comportamientoshumanos.

    As, podemos concluir que los gneros, guardan poca relacincon el sexo y tienen mucha relacin con las clases sociales, conla localizacin de la familia en el modo de produccin domi-nante. La sociedad capitalista est estructurada sobre la divisinde los hombres y mujeres segn la funcin que cumplen en la

    produccin general de bienes. Est dividida entre aquellos queproducen y aquellos que se apropian del trabajo ajeno. Es de es-

    ta estructura central de la que, en ltima instancia, surgen lasideologas y construcciones culturales, como los gneros. Tienerazn Mara de Jess Izquierdo cuando dice que todos los mbi-

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    tos sociales tienen un carcter de uno o de otro gnero. Pero noes eso lo que estructura la sociedad; ella no se asienta sobre estadivisin, y no se va a derrumbar si esta divisin se acabara, si

    trabajar con mquinas pasara a ser considerado femenino y cui-dar nios, masculino.

    Jams las sociedades, en cualquier poca histrica, se estructura-ron sobre construcciones culturales. stas son derivadas de undeterminado modo de produccin, la manera en que los hombresse relacionan para producir sus medios materiales de vida. Y,como ya record Marx, las ideologas sirven para justificar de-

    terminadas relaciones de produccin, y las ideologas dominan-tes son las de la clase dominante, porque ella y solamente ellaposee los mecanismos para tornar dominante su ideologa, sucultura.

    Dado que no afectan la estructura de la sociedad y no alteran elmodo de produccin dominante, las construcciones culturales semodifican. En los aos 20, hablar de sexo estaba prohibido; hoyen da, se habla de l por televisin. Hasta pocos aos atrs, eramal visto que la mujer condujera automviles o se sentara en un

    bar y pidiera una cerveza. Hoy, nada de eso causa sorpresa.Operar mquinas era un trabajo masculino; hoy es preciso decirque ya no tiene una definicin tan clara, a pesar de que la ma-yora de los operadores de mquinas son hombres. Ser profesorasiempre fue considerado una profesin femenina. Hoy, por di-versos motivos que no cabe discutir aqu, algunos de los mejores

    profesores son hombres. Son muchas las transformaciones ope-radas en la cultura, y siempre ocurren en el mbito de las rela-ciones humanas cuando se opera alguna transformacin en lascondiciones materiales de vida, en el modo de produccin de lariqueza.

    La divisin sexual del trabajo est apenas simblicamente asen-tada en una supuesta divisin entre gneros. Las mujeres de la

    clase trabajadora sufren, antes que nada, una discriminacin en-tre clasesrelacin desigual entre ellas y las mujeres burguesas,o entre ellas y toda la burguesaque una discriminacin entre

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    gneros (que ocurrira en el mbito de su propia clase). Inclu-sive, la discriminacin de gnero que la mujer trabajadora sufreen el mbito de su propia clase es impuesta a partir da clase do-

    minante.En el interior de las clases sociales, la cuestin de gnero es de-finida por el papel que esta clase cumple en el modo de produc-cin. Hay una distorsin importante en esta premisa, que es elhecho de que la nocin de gnero est definida a partir de la cla-se dominante. Trabajar fuera era, hace pocos aos, consideradomasculino. La mujer era ejrcito de reserva. Si en la clase bur-

    guesa eso no generaba ms que problemas psicolgicos para lamujer, en la clase trabajadora ese preconcepto era seal de au-mento de la miseria, sobre todo cuando el marido quedaba des-empleado. As, la situacin econmica impuso una ruptura en laideologa dominante. Lo que se oper fue una transformacin enesta ideologa, impuesta por las condiciones de vida: la crisiseconmica empuja a la mujer hacia el trabajo remunerado.

    Por otro lado, la mujer trabajadora contina relegada al trabajoprecapitalista. Aqu guarda un vnculo fuerte con el pasado, yaque la mujer primordial fue la trabajadora precapitalista por ex-celencia. Ya sea en la condicin de ama de casa o en la de tra-

    bajadora asalariada, especialmente en la prestacin de servicios.Las que consiguen integrar el sector formal o hegemnico, ejer-cen actividades en condiciones an ms subalternas que lasmasculinas: reciben salarios ms bajos, en puestos inferiores en

    la jerarqua del trabajo y en tareas ms descalificadas5

    .A partir del momento en que las representaciones inconscientesson producidas por los hombres insertos en una situacin de vi-da determinada, ya la transformacin de esta situacin de vida

    podr conducir, aunque lentamente, a cualquier transformacinde estas representaciones inconscientes. Y cules son las con-diciones materiales de vida determinantes hoy, en este final de

    5Para ms informaciones, verMujeres e trabajadoras: presena feminina naconstitucin do sistema fabril, de Maria Valria Junho Penha. Rio, Paz eTerra, 1981.

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    milenio?

    En las Tesis sobre Feuerbach, escritas en 1845, Marx ya habavisto que estas ideas y representaciones no existen de forma au-

    tnoma.

    La produccin de las ideas y la conciencia est directa-

    mente entrelazada con la actividad material y el trato ma-

    terial de los hombres, como el lenguaje de la vida real. La

    formacin de las ideas, el pensamiento, el trato espiritual

    de los hombres se presentan aqu aun como emanacin di-

    recta de su comportamiento material. Y lo mismo ocurrecon la produccin espiritual, tal y como se manifiesta en el

    lenguaje de la poltica, de las leyes, de la moral, de la reli-

    gin, de la metafsica etc., de un pueblo. Los hombres son

    los productores de sus representaciones, de sus ideas, pe-

    ro se trata de hombres reales y activos tal y como se hayan

    condicionados por un determinado desarrollo de sus fuer-

    zas productivas.6

    De ah que no sea la liberacin de la mujer algo de la esfera dela representacin, de lo espiritual, de la moral, sino algo mate-rial, histrico. No se puede liberar a la mujer de la dominacinen la medida que ella no est en condiciones de garantizar ple-namente sus condiciones materiales de vida. En un nivel msgeneral, no se puede liberar a los hombres de la dominacin, ylos sexos del conflicto en que estn insertos, en la medida queno se liberen de los conflictos que el sistema econmico creaentre la propiedad privada y el trabajo asalariado.

    La desigualdad entre los gneros como creacin cultural slopuede ser formulada como tal en una sociedad donde existendominados y dominantes, y la mujer cumple una funcin socialy econmica como ser dominado. Restringir el problema a unacuestin de gnero puede enmascarar los determinantes econ-

    micos que separan a los hombres y mujeres de las diferentes cla-6 Karl Marx, Obras Escogidas, Ed. Progreso, Moscou, Tomo I, pp.21-22.

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    ses, adems de diluir las diferencias que existen entre las muje-res burguesas y proletarias. La cuestin de gnero se manifi

    ta de forma distinta en cada clase social y tratar de forma globa-

    lizante esta cuestin enmascara ese hecho, transmite la idea deque todas las mujeres estn unidas por igual problemtica. A pe-sar de que todas sufren la problemtica de gnero, lo sufren deforma diferente y las salidas para ellas son diferentes, de acuer-do con la clase social a que pertenezcan. Las salidas para lasopresiones de distintos rdenes en el Capitalismo no son in-dividuales, sino colectivas, y como tal dependen directamente de

    las transformaciones operadas en la estructura econmica de lasociedad.

    Elgnero es una construccin social burguesa, es ideologa de laclase dominante. No fueron los trabajadores los que definieronlo que es masculino y lo que es femenino. Fue la burguesa, ensu proceso de afirmacin como clase que precisaba generar unmodo de produccin asentado en la explotacin de masas y ma-sas de lmpenes que vagaban por las ciudades y campesinosdespojados de sus tierras que despus se constituyeron comoclase obrera. El gnero, por lo tanto, es una construccin social

    propia del Capitalismo, y tiene una esencia opresora, que buscaresaltar las diferencias entre las personas, en especial las dife-rencias que son naturales y contra las cuales nadie puede hacernada. Como el hecho de ser mujer y engendrar hijos, por ejem-

    plo. El gnero, como construccin social, se asienta, por lo tan-

    to, en algo que es de la naturaleza, que no es cultural.

    El origen de la opresin

    Un punto clave en esta discusin es el origen de la opresin dela mujer. Y existen distintas formas de abordar eso. El femi-nismo acadmico divide la teora feminista en tres grandes pers-

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    pectivas o enfoques: la teora feminista liberal, la teora femi-nista marxista y socialista y la teora feminista radical.7

    Para lasfeministas liberales, la causa principal de la opresin de

    la mujer es la injusta discriminacin legal y de otros tiposaque est sujeta, que la priva del derecho a la auto-realizacin y ala bsqueda de su propio inters, un derecho que debe ser consi-derado idntico al del hombre. Por eso, al criticar las normas ycostumbres sexuales contemporneas, las liberales usan casi ex-clusivamente conceptos de libertad e igualdad. Sus propuestas

    polticas para cambiar la situacin de subordinacin de la mujer

    consisten en alcanzar la igualdad con los hombres. Afirman queno basta la igualdad formal, sino la igualdad autntica, que slose podr alcanzar con la reestructuracin de la sociedad, cuandohombres y mujeres compartan, tanto en la esfera pblica comoen la privada, las responsabilidades hasta ahora divididas con-forme al sexo.

    El feminismo radical toma como la causa principal de la opre-sin de la mujer el patriarcado, un conflicto sexual transhist-rico que los hombres resolvieron hasta el momento a su favor,

    controlando los cuerpos, la sexualidad y los procesos reproduc-

    tivos de las mujeres.8 A pesar de ser menos influyente que elfeminismo liberal, la teora feminista radical viene ejerciendoatraccin sobre las feministas descontentas con el liberalismo.Es un fenmeno cuyas races pueden ser buscadas en el movi-miento de liberacin de las mujeres del final de los aos 70 y la

    new left norteamericana, de inspiracin parcialmente marxista.A pesar de la gran heterogeneidad de posiciones que abarca esertulo, todas tienen en comn la preocupacin con la biologareproductiva humana; la concepcin de que la biologa femeninaes bsica para la divisin sexual del trabajo, que se asienta en lasubordinacin de la mujer, y el papel relevante que atribuyen a

    7

    Perspectivas Feministas en Teora Poltica, Carme Castells (org.), Paids,p.21.8Perspectivas feministas en teora poltica, Carme Castells (org.), p.21. Ed.

    Paids.

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    la cultura y la socializacin, ya que la mujer no nace mujer,sino que se hace mujer.

    En consecuencia, las feministas radicales consideran que la

    opresin de las mujeres no puede ser erradicada reformando lasleyes y haciendo que hombres y mujeres compartan por igual lasresponsabilidades que antes eran divididas en funcin del sexo,como postulan las feministas liberales, ni compartiendo en piede igualdad las instituciones polticas y econmicas, como de-fienden las feministas socialistas. Es preciso una reconstruccinradical de la sexualidad. Esto explica por qu muchas de sus po-

    lticas pretenden identificar los aspectos de la construccin so-cial de la feminidad que sirven para perpetuar la dominacinmasculina: la maternidad forzada y diversas formas de esclavi-tud sexual, incluyendo el acoso y la pornografa.

    Sobre las propuestas de actuacin, acostumbran defender formasde separatismo entre hombres y mujeres. A pesar de que la de-fensa de organizaciones polticas separadas, por lo menos enforma temporaria, es compartida por todas las corrientes, las ra-dicales las ven como el nico camino para alcanzar la liberacinde las mujeres. Se diferencian de las dems corrientes por darnfasis al compromiso feminista.

    Las feministas radicales buscan una respuesta universal a la pre-gunta de por qu las mujeres estn sometidas a los hombres, yafirman que la naturaleza es la nica causa del dominio de loshombres. La versin ms conocida de este argumento est en ellibroLa Dialctica del Sexo, de S. Firestone. Al mismo tiempoque ataca la separacin liberal entre pblico y privado, ella semantiene dentro del marco del individualismo abstracto. Reducela historia de la relacin entre naturaleza y cultura, o entre pri-vado y pblico, a una oposicin entre femenino y masculino.Afirma que el origen de la dualidad reside en la propia bio-loga y en la procreacin, una desigualdad natural u original

    que es la base de la opresin de la mujer y fuente de poder e in-cluso moviliza millones de mujeres en el mundo entero contra laopresin masculina. Los hombres, al confinar a las mujeres al

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    espacio de la reproduccin (a la naturaleza), se liberaron a smismos para los negocios del mundo, y de esta forma crearony controlaron la cultura. La solucin propuesta consiste en eli-

    minar las diferencias naturales (desigualdades) entre los sexos,introduciendo la reproduccin artificial. Entonces, la natura-leza y la esfera privada de la familia quedaran abolidas y los

    individuos, de todas las edades, actuaran como iguales en el es-pacio pblico.

    El marxismo fue el nico que consigui dar una respuesta con-creta al problema. La lnea divisoria establecida por Marx y En-

    gels desde elManifesto es la que existe entre el socialismo ut-pico y el socialismo cientfico. Los socialistas utpicos pre-marxistas tambin defendan la emancipacin de la mujer. Perosu defensa se asentaba sobre principios morales y deseos abs-tractos, no sobre una comprensin de las leyes de la historia y dela lucha de clases. El marxismo proporcion, por primera vez,una base materialista cientfica para la emancipacin femenina.La mujer no naci oprimida; su opresin coincide, en la historia,

    con el surgimiento de la opresin y explotacin del conjunto delos hombres y mujeres que trabajan. El marxismo slo expusolas races de esta opresin, su relacin con un sistema de pro-duccin basado en la propiedad privada y con una sociedad di-vidida en clases, en la cual todas las relaciones son relaciones de

    propiedad.

    Por haber comprendido que la opresin de la mujer tiene una

    raz econmica, el marxismo puede apuntar el camino para con-seguir su liberacin: la abolicin de la propiedad privada, nicaforma de proporcionar las bases materiales para transferir a lasociedad en su conjunto las responsabilidades domsticas y fa-miliares que recaen sobre los hombros de la mujer. Libres deestas cargas, deca Marx, las masas de mujeres podrn romperlos grilletes de servidumbre domstica y cultivar sus plenas ca-

    pacidades como miembros creativos y productivos de la socie-

    dad, y no slo reproductivos.

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    Gnero y mercado de trabajo

    A pesar de que el Capitalismo se aprovecha de las diferencia-ciones de gnero, sta no es la causa primordial de la opresin

    de la mujer. Apenas agrava la situacin de la mujer trabajadoray pobre. La situacin social de las mujeres se caracteriza por ladesigualdad y en el fondo de cualquiera de los aspectos en quese manifiesta esta desigualdad est el trabajo, porque est rela-cionada directamente con la forma como la mujer trabajadoraconcilia su condicin de reproductora del Capital y de fuerza detrabajo.

    En el estudio Cambio Tecnolgico y Gnero en Brasil, AliceRangel de Paiva aborda los impactos de la nueva tecnologa mi-croelectrnica sobre la divisin y la organizacin del trabajo.Segn la autora, el estudio de las calificaciones, de las trayecto-rias ocupacionales y de las formas de gestin pasa por la articu-lacin de la problemtica de la divisin sexual del trabajo con lacategora gnero, que le confiere la dimensin histrico-socialesencial para una real profundizacin de la cuestin.

    La autora parte del anlisis de las transformaciones operadas enel trabajo femenino a partir de los aos 80. Hubo una incorpo-racin masiva de mujeres en el mercado de trabajo brasileo (latasa de actividad femenina creci del 33,6% en 1979 al 38,7%en 1989), mientras la tasa de actividad de los hombres se man-tena prcticamente estable en el mismo perodo. Este movi-miento estara acoplado a una ntida tercerizacin de la eco-noma y a un sensible aumento del asalaramiento del empleo ur-

    bano que se da, sin embargo, de forma bastante precaria, todavez que diminuy a lo largo de la dcada el nmero de asalaria-dos con puesto de trabajo estable. Entre las mujeres, apenas el55% de las asalariadas tienen empleo estable en Brasil.

    La autora busca analizar este perodo de modernizacin de laestructura industrial brasilea desde el punto de vista de la di-

    visin sexual del trabajo porque, segn ella, si la clase obreratiene dos sexos, el cambio tecnolgico slo puede ser entendidoa partir de una perspectiva de gnero.

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    Aqu queda claro, por lo tanto, que la autora descarta una pers-pectiva de clase para analizar el cambio tecnolgico. Pero, segnla perspectiva de gnero, a nuestro entender, la autora no consi-

    gue dar respuesta al problema de por qu la mujer continusiendo discriminada en el mercado de trabajo con la moderniza-cin de la estructura industrial. Y eso se debe, justamente, a nohaber adoptado una perspectiva de clase.

    Alice Rangel afirma que la idea largamente difundida en losaos 60 de que las nuevas tecnologas microelectrnicas, al eli-minar trabajos pesados y sucios, permitiran una mayor igual-

    dad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo fue sien-do desmentida a lo largo de las dos dcadas siguientes, ante laconstatacin irrefutable de las diferencias que mantienen el fosoentre el trabajo calificado de los hombres y el trabajo des-calificado de las mujeres.

    Tiene razn, pero esta constatacin debe ser comprendida desdeel punto de vista de la explotacin del conjunto de los trabajado-res, porque las nuevas tecnologas sirven a los intereses del Ca-

    pital y no para aliviar la explotacin de la clase. stas eliminantrabajos pesados y sucios, y con eso emplean ms mujeres, perono por la preocupacin de interferir en la desigualdad de gnerosino obedeciendo a la lgica del Capital, o sea, en bsqueda dereducir costos y aumentar el rendimiento del Capital fijo.

    Alice Rangel da otro argumento que slo refuerza esto:

    La feminizacin creciente de la fuerza de trabajo europea yamericana en este final de siglo no fue acompaada de la so-

    ada igualdad en el empleo. Especialmente en la industria de

    tranformacin, los guetos ocupacionales masculinos y feme-

    ninos fueron de hecho reforzados.

    Para ella, eso muestra que la utilizacin de mano de obra feme-nina no se explica por imperativos tcnicos. Si no es por impe-

    rativos tcnicos, o sea, la supuesta capacidad de la mujer paralidiar con alta tecnologa, entonces tampoco se explica por unacuestin de gnero, porque la informatizacin, por ejemplo, cre

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    nuevos puestos de trabajo para mujeres, sobre todo en un guetotradicionalmente femenino, como es el sector bancario. As, lamujer no qued totalmente alejada de la alta tecnologa y, sin

    embargo, eso no trajo mayor igualdad para ella en el mercado detrabajo. Si fuese por una cuestin de gnero, eso no se expli-cara, porque la mujer y el hombre se igualan en la mayora delos trabajos. Prueba de esto es la propia revolucin industrial,cuando la llegada de la mquina a vapor llev a la incorporacinen masa de la mujer en las fbricas. El Capital confisc la manode obra femenina para hacer rendir ms a la mquina; en lasgrandes concentraciones fabriles trabajaban, lado a lado, hom-

    bres y mujeres. Ella era super-explotada debido a la doble jor-nada y reciba un salario inferior porque en la familia patriarcalel salario de la mujer es visto como complementario al del hom-

    bre.

    Adems de esto, Ricardo Antunes recuerda que

    en la divisin sexual del trabajo operada por el Capital den-

    tro del espacio fabril generalmente las actividades de concep-

    cin o aquellas basadas en capital intensivo (las de alta tec-

    nologa) son cumplidas por el trabajo masculino, mientras

    aquellas dotadas de menor calificacin, ms elementales y

    muchas veces fundadas en el trabajo intensivo, son destinadas

    a las mujeres trabajadoras (y, muy frecuentemente, tambin a

    los trabajadores/as inmigrantes y negros/as).9

    Por lo tanto, estos puestos donde la explotacin de la mano deobra es mayor no se destinan slo a las mujeres, sino tambin alos varones inmigrantes y varones negros. O sea, a los sectoresms oprimidos y descalificados de la clase trabajadora.

    El Capital califica a la clase trabajadora de acuerdo con sus in-tereses y sus necesidades, a cada momento, no de acuerdo conlos intereses del trabajador. ste queda desempleado conforme

    9 Para ms informaciones sobre la mujer en el mundo del trabajo, ver RicardoAntunes, Os Sentidos do Trabajo, que dedica un captulo especial al tema.Boitiempo Editorial, So Paulo, 2 ed., 2000.

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    su fuerza de trabajo atienda o no al inters del Capital en aquelmomento, conforme el mercado lo absorba o lo descarte. Qu estrabajo femenino y masculino es definido a partir de la ne-

    cesidad del Capital de obtener ms lucro y utilizar la fuerza detrabajo disponible, aprovechndose inclusive de sus diferencia-ciones internas (entre sexo, edad, color, etc.) para ste o aqulempleo, aumentando su rendimiento. La opresin de la mujer,del negro, del inmigrante tiene que ver, por lo tanto, con una l-gica superior, que determina todas las dems: la necesidad delCapital de reproducirse continuamente. El empleo de nuevastecnologas sirve a los intereses del Capital en esta tarea, y no

    para aliviar la explotacin de la clase trabajadora de conjunto.Los trabajadores no tienen el control sobre su uso, y cuanto msson empleadas, ms agravan la falta de control que tienen sobresu propia fuerza de trabajo. Por eso, profundizan la explotaciny la divisin sexual del trabajo.

    Es claro que, en este mecanismo, los sectores ms discriminadosde la clase trabajadora sufren grados especiales de explotacin,

    y el Capital obtiene un lucro extra. Por eso, el Capital no se pre-ocupa por aliviar esta discriminacin; si en algunos momentoshace adaptaciones en la tecnologa empleada para que sea ope-rada por mujeres, lo hace en el sentido de extraer ms lucrativi-dad del Capital fijo, y no por una supuesta bsqueda de igualdadentre la mujer y el hombre.

    Es lo que ocurre en las Zonas Francas, como la de Manaus, en el

    norte de Brasil, por ejemplo, que emplea ms del 30% de muje-res en el sector de produccin, y se asemejan a las zonas francasindustriales asiticas y de Mxico, consideradas como indus-trias maquiladoras. Como en estas otras Zonas Francas, en la

    de Manaus predominan las actividades intensivas en mano deobra y, como informa la investigadora Edila Ferreira, son extre-mamente desgastantes de la agudeza visual y el equilibrio mo-tor. Las industrias emplean fuerza de trabajo joven, abundante,

    barata y no-especializada, reciben incentivos fiscales que inclu-yen la exencin de impuestos, se instalan en un lugar privile-giado, a 8 km del centro de Manaus, disponiendo de rutas asfal-

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    tadas, iluminacin pblica, sistema de agua y cloacas, telfono ytlex. En fin, toda la infraestructura necesaria para la instalacinde la moderna tecnologa internacional. El sector privilegiado

    ah es el electro-electrnico, con el mayor nmero de empresasimplantadas y cuya mano de obra es 75% femenina. Dentro dela divisin internacional del trabajo, realizan el montaje final del

    producto con partes producidas en otros pases.

    La investigadora Edila Ferreira entrevist gerentes de empresasde Manaus, y las respuestas de estos gerentes muestran: 1) cmoel Capital se aprovecha del problema de gnero para mejor ex-

    plotar a la mujer como fuerza de trabajo, 2) cmo la opresinest al servicio de la explotacin, y 3) cmo la opresin no exis-te en s misma, separada del modo de produccin y de la di-visin social en clases. Veamos algunos de estas declaraciones:

    Damos preferencia al trabajo femenino por ser la mujer

    ms sumisa y ms sometida; es ms fcil de someterse a

    la monotona del trabajo de montaje que el hombre (ge-

    rente de produccin de industria electroelectrnica).

    Ningn hombre se somete a un trabajo montono y re-

    petitivo como este, de pasar el da entero soldando pe-

    queas puntas de hilos. Este es un trabajo que slo la

    paciencia de las mujeres permite hacer(jefe de personalde industria de televisores).

    El trabajo es femenino porque es servicio manual. Para

    la mujer, es ms prctico. Ellas se quedan en aquel mis-

    mo trabajo. Los hombres tratan luego de volverse ope-

    radores (jefe de produccin de fbrica de compensados).

    Estos relatos comparan a la mujer y el hombre y muestran que,contradictoriamente a lo que parece, el Capital da preferencia al

    hombre y no a la mujer como fuerza de trabajo; acepta la mujerporque el hombre est ms bajo presin (como dice un gerente:si yo tuviese trescientos hombres en vez de mujeres, los pro-

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    blemas seran mucho mayores). Pero, sobre todo, lo que apro-vecha el Capital es la abundancia de mano de obra disponible.Esta relacin es la que determina cmo, cundo y en qu grado

    el empleador da preferencia al hombre o a la mujer. Da prefe-rencia a una fuerza de trabajo que sea sumisa, independiente-mente del sexo. Y eso tiene que ver tambin con la correlacinde fuerzas entre las clases en un determinado momento, que va adeterminar si la fuerza de trabajo est dispuesta a aceptar o re-chazar el grado de explotacin que le imponen. A nuestro modode ver, ese es el determinante en las relaciones de produccin yno las cuestiones relativas a las diferencias sexuales y de gnero.

    En momentos de crisis, el Capital apunta a la parte ms desca-lificada de la fuerza de trabajo, porque lo que tiene para ofreceres un trabajo repetitivo, sin calificacin alguna, y precisa bajarel precio de la mano de obra para compensar su retorno. A partirde esta situacin concreta surgen los estereotipos de gnero o seaprovechan los estereotipos ya existentes.

    Lo mismo ocurre con relacin a la jerarqua salarial. En el ramo

    de confecciones, por ejemplo, el corte de la tela es la nica fun-cin dentro de la produccin que es desempeada por hombres,y justificada como una tarea pesada, que necesita de firmeza enlos movimientos. El salario puede ser hasta tres veces mayor queel de las mujeres. Como las mujeres slo pueden alcanzar elmximo de un salario y medio, aquellas consideradas profesio-nales, el cortador puede sobrepasar tres salarios mnimos. Cor-tar tela siempre fue una tarea histricamente femenina (dira-mos, entonces, de gnero femenino) pero aqu no es desvalori-zada por eso. Por el contrario. Pasa a ser atribuida al hombre de-

    bido a la carga de responsabilidad que exige, con la cual la mu-jer, supuestamente, no podra cargar. En las industrias de mon-taje de televisores de Manaus, el embalaje es una actividad mas-culina y mejor remunerada (20% ms que las otras), no slo porexigir mayor esfuerzo fsico, sino tambin por ser considerado

    un trabajo de mayor responsabilidad. En general, los sectores depunta de la economa tienden a absorber fuerza de trabajo mas-culina, independientemente del gnero del trabajo, justamente

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    porque se considera a la mujer menos responsable. Es lo queocurre, por ejemplo, con la industria textil, que tradicionalmenteemplea mayora de mujeres, pero cuando es una rama de pro-

    duccin importante en un pas, como en el caso de Venezuela,por ejemplo, emplea mayora de hombres.

    En todos estos casos, el gnero de la tarea no fue tenido en cuen-ta para bajar el salario, sino su importancia en la lnea de pro-duccin. La mujer se queda con las tareas de menor importancia,

    porque es considerada menos responsable y eso sirve para

    aumentar la explotacin del conjunto de los trabajadores, bajan-

    do los costos salariales.La calificacin es otra construccin social, definida de acuerdocon los intereses de la burguesa y no de la clase trabajadora.Recordemos la afirmacin de Marx de que el hombre es verstil

    por naturaleza10, y puede aprender y desarrollar una infinidad detareas. El Capitalismo, adems de crear la subdivisin del tra-

    bajo, concede premios a especialidades parciales y unilaterales,y produce una camada de trabajadores no-calificados, elevandola ausencia de calificacin a un nuevo tipo de especialidad.

    Marx reconoca que una cierta divisin del trabajo era necesariaen la sociedad industrial, pero no una divisin en especialidadestan estrecha y permanente que impidiese el desarrollo total delindividuo11.

    La mujer genrica es verstil por naturaleza. Sin embargo, la so-ciedad de clases la conforma segn los intereses del Capital. Seroperadora de mquina, ejercer las tareas ms mecnicas y repe-titivas, no asumir cargos que exijan decisin y responsabilidad,en fin, ser un trabajador no-calificado: esta es la especialidad dela mujer en el Capitalismo. Y eso se hace en nombre del gnero,

    para que no abandone las tareas de reproduccin de mano deobra en el hogar, de donde el Capital extrae una parte de plus-vala; contine ocupndose de las tareas domsticas, con las

    10El Capital, vol. I.11 Idem, ibidem.

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    cuales suple las deficiencias del Estado en relacin a los servi-cios pblicos, reciba salarios precarios y sirva de mano de obra

    barata y descartable. Estas tareas, que tienen relacin directa con

    el gnero femenino, no tienen en l su explicacin concreta. To-do eso ocurre porque no existe pleno empleo para todos, y elCapital precisa administrarse. Se aprovecha de esos datos cultu-rales y los profundiza en la direccin que le interesa, para poderdisponer de la mano de obra.

    Una llaga del Capitalismo

    Como toda cuestin cultural, la desigualdad entre los gneros noes igual en todo el mundo. En los pases imperialistas est msatenuada, porque la mujer tuvo ms conquistas. Francia acaba devotar una serie de leyes para reducir la desigualdad de oportuni-dades para la mujer en el mercado de trabajo, e Inglaterra vot laremuneracin del trabajo domstico. Para que estas concesionesfuesen hechas, se profundiz la opresin y la explotacin de lamujer en los pases dependientes.

    Hay ms desigualdad de gnero cuanto ms dependiente es elpas y ms explotada la mujer. Cuanto mayor la explotacin,mayor la barbarie, y barbarie significa para la mujer violencia ycostumbres religiosas retrgradas. En frica, costumbres salva-

    jes, como la mutilacin del cltoris, sobreviven sin grandeschances de cambio, incluso con las furiosas campaas feministasde denuncia. En los pases musulmanes, como Afganistn, Ara-

    bia Saudita o Pakistn, las leyes seculares del Corn estn enpleno vigor, y las mujeres son asesinadas a pedradas por sus ma-ridos o hermanos. La espantosa miseria de pases como BanglaDesh, por ejemplo, impide a la mujer hasta, incluso, un derechonatural, que es el de ser madre, ya que el hambre la torna impo-tente para engendrar hijos. En China, con la restauracin capita-

    lista, las mujeres, que llegaron a ser las ms emancipadas delmundo, sufrieron grandes derrotas. Y hoy, en el campo chino,ocurre el mayor nmero de suicidios de mujeres por ahorca-

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    miento o envenenamiento del mundo. Con la vuelta del Capita-lismo tambin volvi la costumbre ancestral del secuestro demujeres para que trabajen como prostitutas. La restauracin ca-

    pitalista es lo que explica la vuelta, en Cuba, de la degradacinfemenina. La isla volvi a ser, como en los tiempos de Batista,un paraso para que los turistas extranjeros se diviertan con las

    prostitutas, en su mayora jvenes con diploma universitario queno encuentran empleo. Slo la lucha de clases explica estos he-chos.

    El desempleo crnico, que haba sido superado en los estados

    obreros, ahora se agrava cada da en todo el mundo. El empleoes crucial para la emancipacin de la mujer, o para trazarsecualquier poltica de gnero. El trabajo, la oportunidad de dis-frutar de un empleo con derechos laborales, un salario digno yotros beneficios, es fundamental para cualquier trabajador, enespecial para la mujer. Es la piedra de toque para su indepen-dencia y su libertad, para que ella consiga minimizar la opre-sin, la violencia y la miseria. Basta observar como en Afga-

    nistn, tal vez el caso ms extremo de atentado a los derechos dela mujer, una de las primeras prohibiciones para ellas por partedel gobierno Talibn fue al trabajo.

    El desempleo estructural es un retroceso en la emancipacin fe-menina. Una mujer que trabaja, que puede alcanzar cierta inde-

    pendencia, no es tan fcil de someter como una mujer que per-manece recluida en casa, encerrada en el ncleo familiar, sin

    perspectivas de vida. En los pases pobres, una mujer que en-cuentra un empleo puede aumentar mucho su grado de indepen-dencia, de poder decisorio, y tener acceso a la educacin y a laformacin profesional. La diferencia, simplemente, entre saberleer y escribir o no saber, puede ser decisiva. Desde el punto devista de la clase trabajadora, una mujer que trabaja es una mujerque puede participar del sindicato y de los movimientos polti-cos, y puede localizarse en el seno de su clase. Eso significa un

    logro para la clase trabajadora. Si algo se avanz en el terreno delos derechos de la mujer, eso se debi en gran parte al hecho deque se incorporaron cada vez ms al mercado de trabajo.

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    En los pases dependientes, la entrada de la mujer en el mercadode trabajo no significa mayor igualdad ni mayores derechos. ElCapital viene consiguiendo transformar ese paso fundamental de

    la mujer en direccin a su emancipacin en una forma de pro-fundizar su explotacin. La mayor parte de las trabajadoras quese incorporan al mercado de trabajo lo hacen en sectores infor-males, precarios, y son blancos fciles de la super-explotacindel capitalista, acumulando el trabajo domstico. Las nuevastecnologas profundizan la divisin sexual del trabajo. Ademsde eso, la opresin femenina se torna an ms injusta cuando serecuerda que su trabajo no es accesorio o complementario al del

    hombre, pero es imprescindible para la economa y la supervi-vencia de millones de familias. Segn la OIT, el trabajo de lasmujeres es la principal fuente de ingresos para el 30% de los ho-gares del mundo. En Europa, el 60% de las trabajadoras aportala mitad o ms de los ingresos del grupo familiar. En India, 60millones de personas viven en hogares mantenidos nicamente

    por mujeres. En Amrica Latina, la mitad de toda la produccin

    agrcola sale de manos femeninas.Por lo tanto, garantizar trabajo para la mujer es una reivindica-cin fundamental para asegurar la emancipacin femenina. Elderecho al trabajo remunerado es inalienable no slo para loshombres, sino tambin para las mujeres. La autonoma de una

    persona es imposible si carece de ingresos propios. Como diceMara Jess Benito12, enfrentar el problema por la raz implicaenfrentar el hecho de que obtener un empleo es una necesidad,no un deseo. La crtica al principio de igualdad de oportunidadesdebe necesariamente ir acompaada de una exigencia: que todamujer adulta sin empleo remunerado debe ser contabilizada enlas estadsticas de desempleados y no declarada como ama de

    casa. Es una forma de encubrir el desempleo femenino, extre-madamente alto en todos los pases.

    12 Organizadora del libroAguantando em Tipo. Desigualdad social y discri-minacin salarial, publicado en

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    No es la desigualdad de gnero lo que explica eso. Es la des-igualdad de clase. La mujer no tiene empleo porque no hay em-

    pleo para la clase trabajadora de conjunto. En un sistema basado

    en el explotacin de la clase trabajadora, sus sectores ms opri-midos son los ms afectados. Los estudios de gnero ven ah elproblema central. Refirindose, por ejemplo, al hambre en fri-ca, dicen que, a pesar de que la mujer tiene un papel primordialen la produccin agrcola, produciendo el 80% de los alimentosde base, recibe solamente el 10% de los ingresos generados en laagricultura y controla apenas el 1% de la tierra. Se trata, real-mente, de una disparidad. Sin embargo, no es una situacin que

    afecta slo a la mujer y tampoco a frica. El hombre trabajadoragrcola en frica tampoco tiene el control de la tierra ni de susingresos. Su situacin es, tal vez, un poco mejor que la de la mu-

    jer, pero no se puede afirmar que controle la tierra y sus ingre-sos, y la mujer no. Quien controla toda la tierra es el latifundio,los grandes propietarios. Ese es el enemigo principal de las mu-

    jeres y los hombres trabajadores africanos.

    Si tomamos el caso de los trabajadores agrcolas en Brasil, lasituacin no es muy diferente de frica, y aqu tampoco se pue-de afirmar que los hombres tengan el control de la tierra y susingresos, y la mujer no. La divisin primordial, decisiva, se daentre clases poseedoras y desposedas, y no entre hombres y mu-

    jeres desposedos. No puede negarse que haya un desarreglo en-tre hombres y mujeres de la clase trabajadora, y que la explo-tacin se suma a la opresin, sacrificando an ms a la mujer.Sin embargo, aqu se trata de buscar el camino para la solucinde un problema que afecta a ambos, hombres y mujeres trabaja-dores, y ese camino es el del enfrentamiento con la burguesa,cuyo programa incluye las banderas especficas de la mujer,como legalizacin del aborto, igual salario por igual trabajo yotras.

    Sin embargo, eso no significa que si la burguesa dejase de

    aprovecharse de estas desigualdades, la situacin de la clase tra-bajadora de conjunto estara resuelta. Basta recordar que en lasociedad machista, patriarcal y blanca en que vivimos, los hom-

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    bres no consiguen empleo y mejores condiciones de vida y qudecir de las mujeres, los negros, los homosexuales! Por eso, esun error centrar la poltica en este aspecto y exigir unapoltica

    de gnero. Estas son reivindicaciones democrticas que surgende una contradiccin estructural de la sociedad: el Capitalismono avanza ms, las fuerzas productivas no se desarrollan y, poreso, no hay espacio para concesiones democrticas. Es el choquede las fuerzas productivas con las relaciones de produccin, queslo puede ser resuelto por la revolucin socialista, que liberarlas fuerzas productivas para que la sociedad avance y las cues-tiones democrticas encuentren un camino de resolucin.

    Las polticas de gnero, al no asentarse en la clase trabajadora,tienen que asentarse en alguna cosa. Por eso, estn siempre diri-gidas a los gobiernos burgueses, a los organismos del imperia-lismo, ONU y FMI, como hacen las organizaciones que ahoradirigen laMarcha de las Mujeres 2000. Tienen siempre al frenteuna primera dama o una ONG que aportan su esencia feme-nina, su iniciativa personal para salir de los dilemas, el toque-

    cito femenino para resolver los conflictos. La poltica de gne-ro pide a la mujer que vote una mujer, no importa cual sea. Elobjetivo es aumentar la representacin femenina en el Parla-mento, no derribarlo, ya que no se llama a la mujer trabajadora avotar por mujeres trabajadoras. Es como si no existiesen mujeres

    burguesas y proletarias, intereses burgueses y proletarios, comosi un Parlamento mayoritariamente femenino votase slo polti-cas favorables al pueblo.

    Lo mismo ocurre en todos los documentos de las mujeres de laCUT, principal central sindical de Brasil, y del PT (Partido delos Trabajadores), donde la palabra clase fue literalmente subs-tituida por la palabra gnero. Lo que es un error en todos losfrentes, porque cada vez que crece el conflicto, que aumenta laopresin contra la mujer, eso estimula a las mujeres a tomarconciencia de pertenecer a una clase social definida, con inter-

    eses y principios opuestos a la clase dominante, y no a tomarconciencia de pertenecer al sexo femenino, o al gnero feme-nino.

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    Cada vez que se hace un aborto, la mujer trabajadora se sienteviolando la ley, una ley que no la beneficia a ella, sino slo a lamujer burguesa. Cada vez que busca trabajo fijo y slo encuen-

    tra trabajo precario ella, objetivamente se siente identificadacon la clase de los desempleados y no a una supuesta concienciade pertenecer al gnero femenino. Los golpes contra la mujer laempujan contra el gobierno, contra la injusticia social, contra unmodo de vida deshumano. Y no contra los hombres de formagenrica. Por eso es un crimen lo que hacen las activistas queexigen la autonoma de las mujeres porque, en vez de desarro-llar la conciencia contra el sistema la desarrollan contra los

    hombres.El fin del Capitalismo y de la divisin de la sociedad de clasescon certeza permitir que la mujer desarrolle plenamente sus po-tencialidades latentes, ya que tendr el control de su fuerza detrabajo y su calificacin no responder a otro inters que el suyoy el del conjunto de la humanidad. El fin de la sociedad de cla-ses podr conformar a la mujer como un ser histrico diferente,

    participante de la produccin social como cualquier trabajador.Para Alise Rancel, la explicacin para la situacin de la mujeren el mercado de trabajo pasa por la articulacin de la pro-

    blemtica de la divisin sexual del trabajo con la categora gne-ro. Para nosotros,ninguna explicacin es posible si no se articu-la la problemtica de la divisin sexual del trabajo con la rela-cin entre las clases. Para Mara de Jess Izquierdo, la sociedad

    se estructura en gneros. Para nosotros, marxistas, se estructuraen clases sociales, y todos los problemas sociales tienen un ca-rcter de clase, porque se relacionan con la estructura econmicade la sociedad.

    Y no es un discurso, es lo que la realidad nos est mostrando to-dos los das. Opresin femenina es desempleo, es prostitucin,es degradacin, es violencia, es muerte por aborto sin asistencia

    mdica, es tristeza, frustracin y dolor. Todo eso tiene un nom-bre: Capitalismo. En los estados obreros, haba sido erradicado yvolvi a aparecer con la restauracin capitalista.

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    Por eso, el problema de la mujer trabajadora no es ser mujer, esvivir en un rgimen capitalista. Ella no precisa rechazar su femi-nidad, ni su funcin de maternidad. No precisa ver en el hombre

    un adversario. Lo que precisa es reconocer su propia fuerza yunirse como mujer, con todas sus potencialidadesa su clasepara luchar por el fin de la sociedad capitalista. Tenemos quehacer con que, las mujeres que en su da a da, se enfrentan, ob-

    jetivamente, con las trabas del capitalismo el hambre, la mise-ria, el desempleo, la opresin sexual, la humillacin- tome con-ciencia de quien es su real enemigo y se disponga a hacer unllamado a sus compaeros de clase para luchar juntos contra el

    capital. Ese ser el primer paso para que se transforme como serhistrico y pueda construir una sociedad socialista, en igualdadcon el hombre, donde todos los resquicios de opresin sean tira-dos al basurero de la historia.

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