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Algunos dicen que el arte ha muerto víctima de la Historia, engullido por la linealidad clasificatoria de la Historia, petrificado en las relaciones casuales del “Gran Relato”, cuanto pudiera fluir vivo, indefinido e inapresable en él (en su compleja relación con los espectadores) muere a manos de ésta. MUERTE DEL ARTE Otros, los que hablan del arte en su acepción más antigua —texvn—( técne, técnica ), entienden que el arte ha muerto, porque ha muerto — o ha pasado a un modesto plano secundario— la destreza, la habilidad, la técnica, el oficio. Y la han matado quienes, aliados a los valores de la creatividad, instauraron una noción de arte que situaba el concepto o la idea — la disquisición filosófica si se quiere — por encima del objeto o sus técnicas de elaboración. Otros por fin creen que el arte ha muerto como experiencia (estética) diferenciada en los sujetos, a manos de las actuales condiciones de vida propias de los entornos “ híper-tecnificados”, Sociedad del Espectáculo. Este tercer punto de vista, referido a las capacidades de los sujetos, es decir, a sus incapacidades para la experiencia artística, enfatiza el poder de un contexto de inusitada densidad visual, caldo de cultivo de lo que se ha dado en llamar homo videns, o lo que es lo mismo, un hombre cegado para la lectura, para el pensamiento detenido, para la contemplación pausada, la suspensión estética o los significados perdurables. Para ellos, el Arte- secularmente condicionado por fuerzas sociales -queda ahora en manos de los media, como agentes de homogeneización social. Y así, si anteponemos a la grave pregunta “¿ qué es arte? “ otra —“¿quién dice lo que es arte?” — obtendremos respuestas reveladoras, que conducen a los media y al poder económico, ”¿quién dice lo que es arte?”. Si puede decirlo cada cual, entonces no es más (ni menos) que una experiencia subjetiva e intransferible, que dura mientras acontece en cada cual, y corre el peligro de esfumarse cuando se intenta formular en voz alta o ceñir el corsé de las palabras. En ese sentido, la creación y la experiencia artística rebasan continuamente al arte, que puede ser en la práctica cualquier cosa, excepto su definición, y mucho menos su definición institucional. Entonces nos encontramos que han llegado a provocar una gran confusión general entre las gentes, debilitando la noción de valor artístico (destreza, creatividad…), hasta producir una especie de vaciado de lo que es el valor artístico, rápidamente ocupado por otros agentes, que podrían llamarse “plataformas de legitimación” (critica, museos, mercados…) o directamente por su nombre : poder económico y su brazo armado, los media. Inspirado en el capitulo 1.7 del libro Retórica de la pintura. Carrere, Alberto / Saborit , José Editorial Cátedra : Madrid 2000 MAS DATOS SOBRE EL AUTOR EN LA PAG WEB :www.kova-novoa.com

Muerte al arte

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Inspirado en el capitulo 1.7 del libro Retórica de la pintura. Carrere, Alberto / Saborit , José Editorial Cátedra : Madrid 2000

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Algunos dicen que el arte ha muerto víctima de la Historia, engullido por la linealidad

clasificatoria de la Historia, petrificado en las relaciones casuales del “Gran Relato”, cuanto pudiera

fluir vivo, indefinido e inapresable en él (en su compleja relación con los espectadores) muere a manos

de ésta.

MUERTE DEL ARTE

Otros, los que hablan del arte en su acepción más antigua —texvn—( técne, técnica ), entienden que el

arte ha muerto, porque ha muerto — o ha pasado a un modesto plano secundario— la destreza, la

habilidad, la técnica, el oficio. Y la han matado quienes, aliados a los valores de la creatividad,

instauraron una noción de arte que situaba el concepto o la idea — la disquisición filosófica si se

quiere — por encima del objeto o sus técnicas de elaboración.

Otros por fin creen que el arte ha muerto como experiencia (estética) diferenciada en los sujetos, a

manos de las actuales condiciones de vida propias de los entornos “ híper-tecnificados”, Sociedad del

Espectáculo. Este tercer punto de vista, referido a las capacidades de los sujetos, es decir, a sus

incapacidades para la experiencia artística, enfatiza el poder de un contexto de inusitada densidad

visual, caldo de cultivo de lo que se ha dado en llamar homo videns, o lo que es lo mismo, un hombre

cegado para la lectura, para el pensamiento detenido, para la contemplación pausada, la suspensión

estética o los significados perdurables. Para ellos, el Arte- secularmente condicionado por fuerzas

sociales -queda ahora en manos de los media, como agentes de homogeneización social. Y así, si

anteponemos a la grave pregunta “¿ qué es arte? “ otra —“¿quién dice lo que es arte?” —

obtendremos respuestas reveladoras, que conducen a los media y al poder económico, ”¿quién dice lo

que es arte?”.

Si puede decirlo cada cual, entonces no es más (ni menos) que una experiencia subjetiva e

intransferible, que dura mientras acontece en cada cual, y corre el peligro de esfumarse cuando se

intenta formular en voz alta o ceñir el corsé de las palabras. En ese sentido, la creación y la experiencia

artística rebasan continuamente al arte, que puede ser en la práctica cualquier cosa, excepto su

definición, y mucho menos su definición institucional. Entonces nos encontramos que han llegado a

provocar una gran confusión general entre las gentes, debilitando la noción de valor artístico

(destreza, creatividad…), hasta producir una especie de vaciado de lo que es el valor artístico,

rápidamente ocupado por otros agentes, que podrían llamarse “plataformas de legitimación” (critica,

museos, mercados…) o directamente por su nombre : poder económico y su brazo armado, los media.

Inspirado en el capitulo 1.7 del libro Retórica de la pintura.

Carrere, Alberto / Saborit , José

Editorial Cátedra : Madrid 2000

MAS DATOS SOBRE EL AUTOR EN LA PAG WEB :www.kova-novoa.com