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Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Chile Sociología Influencia de la Teología de la Liberación en la Revolución Sandinista en Nicaragua. Ramo: Historia Social de América Latina Profesor: Carlos Ruiz Ayudantes: Álvaro Becerra Sebastian Caviedes

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Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de ChileSociología

Influencia de la Teología de la Liberación en la Revolución Sandinista en Nicaragua.

Ramo: Historia Social de América LatinaProfesor: Carlos Ruiz

Ayudantes: Álvaro BecerraSebastian Caviedes

Silvana MejíasIntegrantes: Francisca Díaz

Sebastián JaraAndrés Manen

I. Introducción

Latinoamérica es un continente profundamente religioso y profundamente Cristiano, y en su mayoría Católico. Si bien en el último tiempo, entre 1995 - 2014, el porcentaje de Católicos ha disminuido en, aproximadamente, un 13% (Latinobarómetro, 2014), no deja de sorprender la gran

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cantidad de fieles, que se sienten Católicos, y, además, el porcentaje alto de personas que se dice creyente. Este raigambre religioso es en parte responsabilidad de la conquista española y su compromiso con la Iglesia de evangelizar a “los naturales”. Sin embargo, desde ahí en adelante, la Iglesia ha ido tomando sus propios tintes y se ha ido construyendo con una identidad y una especificidad propia, a nivel latinoamericano, y también a nivel de los distintos países de la región.

Por otra parte, no hay que desconocer la importancia que ha tenido el catolicismo, también, en términos políticos y sobre todo en la relación que ha tenido la Iglesia, sobre todo su jerarquía, con las élites locales. No obstante, hacia mediados del S. XX, se fueron abriendo flancos y corrientes dentro de la Iglesia Latinoamericana que fueron tomando un rol protagónico en las luchas sociales y políticas que se estaban dando en nuestro continente.

Es desde este esfuerzo que surge la Teología de la Liberación, luego de las conferencias de obispos de Medellín (1968) y Puebla (1979), en las cuales la Iglesia latinoamericana toma una real y marcada preferencia por los pobres y por las condiciones opresoras y de miseria que vivían las grandes mayorías de nuestro continente. La Teología de la Liberación viene a sistematizar y dar contenido teológico, filosófico, político y social a ese esfuerzo que se comienza a gestar desde la fe de la Iglesia Católica Latinoamericana.

En esta perspectiva, y desde la Teología de la Liberación, como ámbito relevante en términos religiosos y sociales en nuestro continente, y también como uno de los mayores frutos y construcciones que se han hecho desde Latinoamérica al resto del mundo, es que se quiere mirar otro proceso relevante a nivel político y social ocurrido en nuestro continente, que es la Revolución Sandinista en Nicaragua.

Este proceso revolucionario, que se dio a finales de los 70s en Centroamérica, tiene un profundo componente Cristiano y Católico, bajo el alero de la Teología de la Liberación. Este hecho no es inédito, ya que en otros lugares los procesos transformadores también tuvieron participación de cristianos, como fue el caso de la Unidad Popular en Chile. Pero, lo que es muy relevante y llama mucho la atención es la masividad y, así también, la influencia que tuvieron los Cristianos, y Católicos en particular, en el proceso revolucionario nicaragüense.

Es por esto que cobra relevancia estudiar la influencia que tuvo la teología de la liberación y la fe cristiana en este proceso revolucionario. El Frente Sandinista de Liberación Nacional fue capaz de tomar esta característica de su pueblo y aprovecharla para sumar a gran parte de los nicaragüenses a la lucha por la liberación y luego en la lucha por el socialismo. A su vez, los cristianos deciden sumarse, de diversa forma a la lucha política y social del FSLN, encontrando en este un lugar donde desenvolver su praxis cristiana, que es liberadora.

Dicho esto, es que se quiere estudiar, con una mayor profundidad, la influencia que tuvo la Teología de la Liberación y el Catolicismo en el proceso de la Revolución Sandinista. Esto, desde dos perspectivas de análisis. En primer lugar, se relacionar la forma de vivir la fe cristiana de acuerdo a cada corriente de la iglesia católica latinoamericana y, en específico, nicaragüense, la que tiene una marcada diferenciación de clase y analizar cómo aportan a la lucha por la liberación del pueblo nicaragüense. En segundo lugar, analizar el cómo el cristianismo, la fe y la teología de la liberación terminaron siendo definitorios para el triunfo de la revolución sandinista en 1979.

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II. Antecedentes

Para llevar a cabo un análisis de lo que significó la Teología de la Liberación, como parte de la religiosidad latinoamericana, y su influencia en el Proceso Revolucionario en Nicaragua es necesario distinguir las particularidades de dos procesos, que fueron contemporáneos, y también de la confluencia de éstos. Primero, señalaremos rasgos generales de la Teología de la Liberación y de la Iglesia latinoamericana, para luego identificar elementos históricos importantes de la Revolución Sandinista y finalmente empezar a esbozar ciertos aspectos de la relación que existe entre la Teología de la Liberación y la Revolución Sandinista, que serán analizados en profundidad posteriormente.

2.1. Teología de la Liberación.

Hacia la segunda mitad del siglo XX, en nuestro continente, se dio un fenómeno muy interesante respecto a la Iglesia Católica. Luego del Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII, en los años 60, la Iglesia toma distintas determinaciones en torno a su quehacer, tanto a nivel cotidiano, como a nivel más macro. El “Papa Bueno”, como es conocido Juan XXIII, vió, con mucha certeza, que la Iglesia estaba muy atrasada con respecto a la sociedad de la época (cosa que aún sucede en nuestros días). Con esto decide convocar al Concilio, como una forma de abrir la Iglesia. Usando sus propias palabras: “Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior”1 El objetivo del concilio era repensar la iglesia, a la luz de la fe pero, también, a la luz de los “signos de los tiempos”, reconociendo que el mundo tenía algo que decirle a la Iglesia Católica. Esta apertura, en su momento, significó varios cambios. Sin duda, el más relevante era el de hacer “aterrizar” la Iglesia en las distintas culturas en las cuales ésta estaba arraigada. En esta línea, en Latinoamérica, se comienza re-leer la fe y el evangelio, a la luz de la situación de miseria, de pobreza y de exclusión que se vivía (y que aún se vive) en nuestro continente.

Los primeros documentos de la Teología de la Liberación, emanan de los obispos que se reunieron en la Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) en 1968, en la Ciudad de Medellín. Esta conferencia tuvo como resultado un documento titulado “Paz y Justicia”, en el cual se abogaba que màs que buscar elementos y datos para entender la realidad había que avanzar a transformarla. Para llegar a esto, se sostuvieron nuevas tesis en contraposición a la teología tradicional, que estaba alejada de la experiencia de la vida cotidiana e ignoraba el sufrimiento de los pobres y los desposeídos.

Posteriormente, la Teología de la Liberación establece haber nacido en el seno de la experiencia católica, pero viendo y sintiendo profunda preocupación por la dura realidad de los miserables y excluidos de nuestro continente, en particular, pero también de todo el mundo. Esta teología interpreta el mensaje de Jesús como la lucha contra las fuerzas sociales de la opresión, y a su vez, busca dirigir al mundo cristiano a la lucha por una sociedad más justa. Junto con esto, también se redefinió el trabajo evangelizador por la praxis de acción social, y la concientización sobre las causas de su miseria,

1 Esta es una frase dicha por el papa Juan XXIII, mientras abría una ventana. Es una de las frases más famosas del Pontifice y Beato, usada para justificar y defender el llamado al Concilio Vaticano II.

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insistiendo en la necesidad de compromiso de la Iglesia Católica Latinoamericana con los pobres. (Monroy García, 2010).

De esta forma es como comenzó a surgir un cambio en el pensamiento de los cristianos, cuestionando sus tradiciones e imponiéndose contra las injusticias sociales, como pasó en nuestro caso particular en Nicaragua, donde “[la] revolución se impuso en respuesta a la dictadura de la familia Somoza impuesta por EEUU desde los años 30 tras el asesinato del líder nacionalista Augusto César Sandino” (Dueñas, p.49, 2013). En este régimen, como en las dictaduras latinoamericanas en general, se reprimió de forma que se cometieron una serie de torturas y masacres con el fin de mantener el orden social y la concentración de la gran propiedad. Por esto último, Nicaragua contaba con una inmensa pobreza y analfabetismo por lo menos de la mitad de la población. En respuesta a esto se fundó en 1961 la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para enfrentarse a la dictadura Somoza, pero que no hubiera tenido los mismos resultados sin el aporte masivo de los cristianos revolucionarios que seguían la Teología de la Liberación.

2.2. Revolución Sandinista.

Antes de dar cuenta de algunos aspectos de la confluencia que hubo entre la Teología de la Liberación y el proceso de la Revolución Sandinista, hay que señalar los aspectos históricos más importantes de este proceso.

La revolución nicaragüense no se puede comprender sin el rol intervencionista de Estados Unidos en América Latina. Como señala José del Pozo en su obra “Historia de América Latina y el Caribe” la influencia estadounidense “se expresó en diversas intervenciones armadas en toda la región vecina” (Del Pozo, 2009). En Nicaragua esta intervención termina en la década del 30 cuando, luego de una larga lucha liderada por Sandino, gana las elecciones el Partido Liberal. Si bien, en 1933 los soldados estadounidenses se habían retirado de territorio nicaragüense, existía la Guardia Nacional – institución creada en 1930 bajo los intereses estadounidenses y que tenía como función la seguridad nacional y el orden público- a cuyo frente quedó Anastasio Somoza García, hombre de confianza en Washington. Será la Guardia Nacional, bajo el mandato de Somoza y apoyado por Estados Unidos, la que asesina a Sandino, líder de la oposición a la intervención estadounidense en Nicaragua.

Siguiendo esa línea, Somoza es proclamado presidente de Nicaragua en 1936 lo que marca el comienzo de una dictadura que puso al país a disposición de los intereses americanos. Durante los años 50 y 60 del siglo XX, el régimen dictatorial logró un desarrollo económico notable, pero que evidenció y acrecentó la desigualdad, manteniendo a grandes masas de la población en la pobreza extrema e indigencia. Del mismo modo la oposición a la dictadura fue fuertemente reprimida con asesinatos, torturas y obligando al exilio a los opositores.

En los años 60 los movimientos de oposición fueron convergiendo para dar lugar al Frente Sandinista de Liberación Nacional, organización que estaría al frente de la lucha contra la dictadura. Ya a comienzos de la década de los 70 se va ampliando el apoyo popular al FSLN tanto en zonas urbanas como rurales. En este crecimiento en la oposición los cristianos juegan un rol fundamental, la teología de la liberación iba ganando terreno en Nicaragua lo que desprendía en el trabajo de algunos sectores de la

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iglesia en sectores populares. Con el paso del tiempo creció la alianza entre cristianos y frentistas lo que fue factor fundamental para el crecimiento de la oposición. Es importante mencionar que los trabajos cristianos y el crecimiento del frente se dan una población en su mayoría analfabeta, sin acceso a la educación y en condiciones paupérrimas de vida.

Otro factor considerable del crecimiento de la oposición es la corrupción del régimen en relación a la ayuda internacional recibida por el terremoto de Managua en 1972. De esta forma, la situación económica empeoró y creció el descontento entre la población.“Así, mientras la dictadura avanzaba en el piano de la corrupción, derrochando los fondos del Estado y los préstamos internacionales de mil formas, el pueblo y su vanguardia alcanzaban mayores niveles de organización y conciencia, preparándose para luchas de mayor envergadura” (UNAM, 1979) Ya en marzo de 1979, el FSLN hace el llamamiento a la "Ofensiva Final" y en junio se convoca una huelga general.

A pesar de la oposición estadounidense al avance del frente - que se vio reflejada en el intento de intervenciones mediante la OEA, en Costa Rica y negociaciones con el FSLN para la composición de una Junta de Gobierno de Reconstrucción nacional- Somoza es obligado a renunciar a la presidencia de Nicaragua en un intento norteamericano de controlar la situación. Sin Somoza en la presidencia, asume Francisco Urcuyo quien se inclinaba a continuar con el régimen autoritario, sin embargo, no encontró apoyo militar, diplomático ni político. En ese contexto, el Frente Sandinista de Liberación Nacional entra en Managua el 19 de julio de 1979 poniendo fin a la etapa dictatorial somocista asumiendo las responsabilidades de gobierno mediante la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional.

2.3. Teología de la Liberación y Revolución Sandinista.

La Teología de la Liberación y el proceso revolucionario en Nicaragua se van a encontrar y van a confluir en la lucha contra la dictadura. La situación de miseria y de opresión que vivía el pueblo nicaragüense va a ser preocupación para los revolucionarios, que comienzan a organizarse y también para la Iglesia Nicaragüense, que, como la generalidad de la Iglesia Latinoamericana, radicalizará su opción preferencial por los pobres. Es en esto que los cristianos y los revolucionarios trabajaran codo a codo para lograr la Revolución ya para 1979.

Para comprender esto es importante señalar de qué forma los grupos cristianos comenzaron a relacionarse con el FSLN acercándose a las ideas marxistas, y en qué afectó la presencia de la Teología de la Liberación en la caída de la dictadura Somoza. La presencia de estas nuevas ideas revolucionarias por parte de un grupo de cristianos, se manifestaron en Nicaragua en los años 70 en el surgimiento y desarrollo de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), las que fueron aprobadas por la CELAM de Medellín. Estas comunidades consistían en una discusión y reflexión comunitaria que después se orientará específicamente a problemas económicos y sociales en los que se encontraban. Su importancia también radica en que “una parte de estas comunidades se va convirtiendo en los núcleos dirigentes comunales de los barrios” (Luis Carrión, 1986). De esta forma en la politización y concientización de las personas es como coinciden con los objetivos e intereses del FSLN, e incluso algunos cristianos se volvieron militantes. Además, es importante considerar que al igual que toda América Latina, Nicaragua estaba marcada por grandes niveles de religiosidad, por lo que la concientización de las masas fue una

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labor que no se hubiera dado de la misma forma sin la presencia de los cristianos seguidores de la Teología de la Liberación.

III. Discusión conceptual

Para la realización de trabajo es pertinente definir ciertos conceptos que son importantes para comprender y entender de mejor manera algunos aspectos de la relación entre cristianismo y revolucion sandinista. En primer lugar definiremos Teología de la Liberación, ahora desde un punto de vista más epistemológico y teórico y no tanto su contextualización histórica. Por otra parte, pero de la mano con la Teología de la Liberación, definiremos el desde que punto de vista entenderemos la relación entre marxismo y religión. Desde estos dos conceptos se abordará más adelante el análisis de algunos aspectos acerca de la revolución sandinista, que son bastante importantes para entender el proceso y la relación entre cristianismo y revolución.

Primero que todo, hay que definir qué se entenderá por Teología de la Liberación, más allá del marco general que se ha dado anteriormente. El Sacerdote Fernando Montes SJ, teólogo chileno, definía, en 1972, la Teología de la Liberación como “un intento de hacer teología en perspectiva latinoamericana. Ella quiere dejar de ser un pensamiento puramente reflejo, eco siempre pobre del pensar europeo, y hacer, en cambio, una reflexión enraizada en los problemas reales y dolorosos que agitan al continente” (Montes, 1972, p. 1). En esta definición resalta un aspecto interesante, que es el de la especificidad de nuestro continente. Entonces, la Teología de la liberación intenta ser teología con arraigo en nuestro continente, en su gente, en lo que tiene que vivir y sufrir ante tanta miseria y opresión el pueblo latinoamericano.

Gustavo Gutiérrez, sacerdote peruano, es el primero en usar el término “Teología de la liberación”, y en su libro: “Teología de la Liberación. Perspectivas”, dá las primeras aproximaciones y perspectivas del concepto, intentando definir qué es la teología de la liberación. En primer lugar, Gutierrez define la Teología como una reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la fe. Esta praxis, que es compromiso con el proceso liberador, será el punto de partida para que el sacerdote peruano determine el contenido critico de la teología y redefina sus tareas clásicas de sabiduría espiritual y de saber racional. Por otra parte, define liberación por oposición a las deficiencias socioanalíticas y teológicas del concepto de desarrollo, que en el fondo termina por poner como ejemplo para los países latinoamericanos a los “países desarrollados”, sin tomar en cuenta la especificidad latinoamericana. Por el contrario, Gutierrez define liberación como una ruptura con el mundo opresor (los países desarrollados) y sus causas. Además acentúa que el hombre es el agente de su propio destino, conquistador de una liberación cada vez más profunda (Gutiérrez, 1971).

Por otra parte, en el mismo texto de Gutiérrez, hay que destacar el aporte de la sociología, sobre todo de la sociología latinoamericana, que comienza a constituirse como tal en la segunda mitad del S. XX, como una herramienta propicia para entender y leer la realidad. Además, la Teología de la Liberación tiene una fuerte influencia del marxismo, no sólo como una forma de analizar la realidad latinoamericana para poder entenderla y transformarla, sino que como ideología política. He aquí el porqué, también, la confluencia en Nicaragua, con el Frente Sandinista de Liberación Nacional y luego con el gobierno de izquierda, progresista, que se instaló en el país centroamericano.

Francisca Díaz, 11/21/14,
Hay que clarificar los conceptos que ocupamos...Lo de la "especificidad" hay que ocuparlo para definir un concepto, no es un concepto en sí.
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Además hay que señalar la relación que existe entre el lenguaje ocupado al hablar de la teología de la liberación y de su praxis liberadora y el lenguaje ocupado para definir la dependencia que tiene nuestro continente en relación con los “países desarrollados” y también al hablar de esta relación que existe entre la periferia y el centro, que surge desde la CEPAL.

La Teología de la Liberación, al usar la sociología como herramienta para entender la realidad, y en específico la sociología latinoamericana, utiliza un lenguaje muy similar. La liberación de la que se habla en la teología latinoamericana tiene relación con la liberación que busca para la humanidad Jesús, que, según el Evangelio, viene a liberar a los pobres, a los oprimidos, a los que sufren de la injusticia. En el caso de latinoamérica, son los pobres, que viven en la miseria, en una pobreza que ha sido injustamente producida para el enriquecimiento de otros, la que tiene que ser erradica. Y son los mismos pobres los que tienen que luchar por esto, a los cuales hay que apoyar, desde su lucha.

La magnitud de la influencia que logró la Teología de la Liberación en Nicaragua fue posible gracias a las características particulares de ese país y de América Latina en general, especialmente el rol que tiene la religiosidad en la cultura de este continente. Esto es propio de la especificidad latinoamericana, la que no tiene que ver con una suma de distintas partes o con un proceso incompleto de occidentalización, sino que se va construyendo con una multitemporalidad (por ejemplo feudalismo, esclavismo, capitalismo) que se da en un mismo momento histórico.

Retomando el tema principal del trabajo, es importantes reiterar un rasgo característico de Latinoamérica: su fuerte religiosidad heredada de los tiempos coloniales, que luego se verá afectada con el sincretismo cultural y religioso. Esto se verá reflejado en esta época con los sectores de la Iglesia Católica en América Latina que, inspirados en las ideas de la Teología de la Liberación, se volcarán al trabajo en los barrios pobres y en los sectores marginales de las urbes de nuestro continente.

Para entender la problematización que se plantea al comienzo, es necesario establecer algunos supuestos epistemológicos que nos sirven de base para analizar la situación. Para Morandé, la religión con sus rituales y tradiciones es parte de la cultura popular latinoamericana por lo que no hay que enfocarse en sí legitiman o deslegitiman un orden social y político, sino más bien es importante comprender de qué forma estos rituales con su eficacia simbólica dan sentido a la presencia humana. Por esto es que el autor plantea que hay pensar en una interacción entre la estructura social, y la cultura, y que además, no se debe reducir las tradiciones de la cultura popular a la dominación, depredación y patriarcalismo (Morandé, 1993). En la misma línea, Cardoso y Faletto (1977) establecen que la estructura -modernidad- debe entenderse como un conflicto de intereses y fuerzas y que debe relacionarse con el proceso específico, que en nuestro caso corresponden a las características particulares que tuvo la revolución. Al respecto es como también se establece una crítica al estructuralismo entendiendo que las estructuras no se dan por sí solas, sino que los grupos internos son los que las permiten. Por esto es que para nuestro análisis es importante considerar estas particularidades propias de la Iglesia y religiosidad en América Latina y su importante influencia sobre los países latinoamericanos.

Otro ámbito importante que hay que enmarcar dentro de este trabajo, es la relacion que existe entre religión y marxismo, que se da epistemológicamente en la Teología de la liberación, pero que también se da en la praxis revolucionaria y cotidiana de tantos católicos y cristianos que se van a ir

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sumando a distintos esfuerzos revolucionarios y de transformaciones profundas en todo nuestro continente. Entonces, para la comprensión de la relación entre la Teología de la Liberación y el caso específico de la revolución nicaragüense, es importante definir algunos conceptos. Para esto, nos remitiremos a los planteamientos de Löwy (2006) sobre marxismo y religión. Éste aborda el vínculo entre ambas desde la perspectiva de Marx y Engels, y luego se refiere la renovación de este análisis marxista de la religión realizado principalmente por Bloch y Goldmann, pero también considerando aportes claves de Gramsci.

Primero, es importante señalar que la visión que tenían tanto Marx como Engels sobre la religión, era que su carácter subversivo era cosa del pasado, lo que no se discutió al menos por un siglo. Ambos autores se aproximaban a la religión como si fuese una ideología, la entendían como un sistema cultural que se transformaba acorde a los procesos históricos y también como un espacio simbólico donde se enfrentaban fuerzas sociales antagonistas (Engels). Junto a esto, ambos destacaban el carácter dual o contradictorio de la religión: por un lado legitima las condiciones y el orden existente, y por otro presenta un rol crítico, de protesta frente a las mismas. Así también, Engels se enfoca en la cristiandad primitiva –la religión de los pobres, de los desterrados, de los oprimidos- estableciendo que comparte una serie de elementos con el socialismo, como que ambos son un movimiento de masas, sus miembros fueron oprimidos y abogan por la liberación y eliminación de la miseria y la esclavitud. Sin embargo, esta liberación en el caso de la religión no es en este mundo como en el socialismo, sino que la destina para después de esta vida.

El potencial de protesta que establecen ambos autores y especialmente Engels, dejó abierto un camino para un nuevo acercamiento entre religión sociedad. Es en este punto, en la renovación de este análisis marxista de la religión, donde nos interesa concentrarnos para entender la influencia de la Teología de la Liberación. Tal como establece Löwy (2006) “Para entender que ha ido sucediendo los últimos años en América Latina sobre la teología de la liberación, hay que integrar al análisis los planteamientos de Bloch y Goldmann sobre el potencial utópico de la tradición judeo-cristiana.” (p.295). Marx había anticipado que la religión puede tener un rol de dominación de acuerdo a las circunstancias, esto viene a complementarse con la importancia que le da Gramsci al rol de la iglesia y la religión en las masas populares. Esto es fundamental para entender que la concientización de la situación de Nicaragua antes de la revolución y de todos los males e injusticias propios de la dictadura, se haya realizado a manos de los cristianos, lo que deja evidenciado su carácter de masividad. Gramsci también establece que existen diferencias internas en la Iglesia de acuerdo a orientaciones ideológicas y también de diferentes clases sociales, lo que explica la aparición de este sector más progresista y revolucionario dentro de la Iglesia, lo que se presenta como un retorno a la cristiandad primitiva expuesta por Engels.

De esta forma los valores cristianos convergen con los del socialismo logrando un trabajo conjunto de la religión con el marxismo evidenciados en el triunfo de la revolución nicaragüense. Sin embargo, este análisis que considera la dimensión anticipadora y utópica de la religión recién comienza con Gramsci. Es menester considerar el aporte de Bloch para la renovación del análisis marxista de la religión, este autor retoma el carácter dual de la religión, pero para darle un enfoque particular a cada uno: el aspecto opresivo requiere un análisis materialista de las ideologías –de los ídolos e idolatrías-, mientras que para el potencial para la sublevación que tiene la religión, se necesita capturar el excedente cultural utópico de la religión, su fuerza crítica y anticipadora. Así también Goldmann retoma el paralelismo entre

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marxismo y religión, estableciendo que ambas rechazan el puro individualismo y además poseen una creencia en valores trans-individuales (Dios para la religión, y la comunidad humana para el socialismo). El énfasis en este planteamiento tiene que ver con el concepto creencia, el que le otorga una nueva vinculación a esta relación problemática entre marxismo y religión, ambos suponen una creencia basada en una apuesta, donde existe peligro al fracaso y esperanza en el éxito. Para terminar con un ejemplo concreto en Latinoamérica, el peruano marxista Mariátegui intentó restaurar la dimensión espiritual y ética de la lucha revolucionaria, la creencia “mística”, la indignación moral y el total compromiso con la causa. “El socialismo para Mariátegui era inseparable de un intento de re-encantar al mundo a través de la acción revolucionaria” (Löwy, 2006, p.294), y de esta forma se transformó en una de las influencias marxistas más determinante para el fundador de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutiérrez.

IV. Análisis

Dados los antecedentes históricos y contextuales y dado, también, el marco conceptual, es que nos disponemos a hacer un análisis más acabado y más profundo respecto a la influencia de la Teología de la Liberación y de la fe cristiana en la Revolución Sandinista. En primer lugar, analizaremos los distintos modos de vivir la fe cristiana en latinoamérica. Alvaro Arguello (1980), utilizando algunas definiciones del teólogo chileno Pablo Richard, identifica tres: El Catolicismo Tradicional, El Catolicismo Reformista y el Catolicismo Liberador. Veremos como se presentan estos tres modos de vivir la religión cristiana en el contexto nicaragüense, identificando la relación de cada uno con las clases en disputa, antes y después de la revolución. En segundo lugar, daremos cuenta y analizaremos el cómo fueron aportando, desde diversos flancos y disputas, los cristianos y la teología de la liberación en el triunfo de la Revolución Sandinista.

4.1. El Pueblo Nicaragüense, un pueblo religioso

Como hemos mencionado anteriormente, una de las características del continente latinoamericano es su religiosidad, en especial su catolicidad, y la penetración que ésta tiene a nivel cultural, social y político. En el caso específico de Nicaragua, incluso los líderes del Frente Sandinista de Liberación Nacional reconocen la influencia del cristianismo para el pueblo nicaragüense como un factor que no puede ser pasado por alto y que fue importante para el desarrollo del proceso revolucionario. Para Humberto Ortega, Comandante en Jefe del Ejército Popular Sandinista luego de la revolución, esto es bastante claro: “El pueblo nicaragüense es un pueblo religioso, nuestro pueblo es un pueblo cristiano” (Arguello, 1980, p. 86).

Si bien el pueblo nicaragüense es un pueblo profundamente religioso, al igual que lo es el pueblo latinoamericano en general, hay que hacer una distinción entre distintas corrientes y distintas formas y modos de entender y de vivir la fe cristiana. Por eso que es muy importante ir definiendo estas cosas para ver como fueron influyendo en la revolución sandinista.

Pablo Richard, teólogo chileno, que fue miembro del grupo Cristianos por el Socialismo y fue partícipe y promotor del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, hace una distinción entre tres tipos de cristianismo que son notables en latinoamérica. Además, Álvaro Arguello utiliza esta distinción, pero dándole una bajada al contexto nicaragüense.

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Los tres tipos de catolicismo que se encuentran en nuestro continente son: el catolicismo tradicional, el catolicismo reformista y el catolicismo liberador.

El primero, es el catolicismo tradicional. En el caso de Nicaragua, aunque también en el resto de América Latina, éste catolicismo ha estado ligado, históricamente, a la antigua oligarquía, a la terrateniente. Luego se va a ir ligando con el sector hegemónico de la burguesía, con el sector aliado de los regímenes militares del imperialismo, en el caso de Nicaragua el Somocista, y también va a estar ligado a las empresas transnacionales. “Internamente, la iglesia tradicional autoritaria, dogmática, y cerrada a todo cambio social, político o religioso” (Arguello, 1980, p. 83). Es una iglesia que se fue centrando en la moral sexual, y que se quedó estancada en el pasado, muchas veces centrando la importancia de su práctica pastoral en lo formal, lo ritualista, lo sacramentalista. Además, es una Iglesia que opta por apoyar a los sectores de poder, apoyando a los regímenes autoritarios y pasando por alto la defensa de los derechos humanos, que eran violados, muchas veces, en estos regímenes. Además, este sector de la iglesia es antimarxista pues mira a todos los movimientos, partidos y corrientes revolucionarias como una amenaza para los países, lo que está fundando en el miedo a que las cosas cambien y no se mantenga el status quo.

El segundo modo de catolicismo es el reformista. Este tiene un fuerte vínculo con la democracia cristiana y es muy “pastoralista”. Respecto a su situación de clase se puede decir que es cercano a los sectores antioligarquicos de la burguesía, es cercano a la burguesía nacional desarrollista ligada al proceso de industrialización, o al estado democrático representativo. En ese sentido, este sector de la iglesia representa a las llamadas capas medias de la sociedad, especialmente a la pequeña burguesía y mediana burguesía propietaria y a algunos sectores populares que no se identifican con la izquierda o, como dice Arguello (1980): “sectores populares que están ideológicamente atrasados” (p. 83). Estos sectores de la Iglesia se vincularon fuertemente a los partidos demócratas cristianos de las distintos países de nuestro continente. Durante la época de los regímenes desarrollistas o populares nacionalistas de las décadas del 50 - 60, esta iglesia ampliará su alianza con la base social y política de dichos regímenes. Con los golpes militares y los regímenes dictatoriales este sector de la iglesia se aliara con los sectores de la burguesía que fueron desplazados por las dictaduras (Arguello, 1980).

El tercer tipo de catolicismo es el catolicismo liberador. Este es el que tomara una opción radical por los más pobres, por los explotados y los oprimidos de nuestro continente y hará de sus luchas las luchas de la iglesia, ya que Jesús viene a liberar a los oprimidos. En el caso de Nicaragua, hay que tener en cuenta varios factores concretos de su situación sociopolítica para entender la influencia de este sector de la iglesia. Las dos principales características a tener en consideración son la identidad de los cristianos y su expresión ideológica y la comprensión que tienen de su fe. En primer lugar, la identidad de los cristianos, de estos cristianos liberadores de Nicaragua es que cristianos que toman partido por la revolución, que participan de esta y que disputan y luchan codo a codo, desde la cotidianeidad, pero también desde la lucha armada. En segundo lugar está la dimensión ideológica. Esta se destaca por la influencia de la teología de la liberación y, en varios casos, por la inspiración marxista. En el fondo, la lucha por el socialismo es hacer carne el “Reino de Dios” en la tierra. Estos cristianos hacen teología desde la praxis, desde la práctica, el trabajo cotidiano, de lo concreto. No son cristianos que hagan teología desde la investigación. Por sobre todo la importancia de las comunidades eclesiales de base, en

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Nicaragua, es fundamental. Este es un espacio para compartir la Palabra de Dios, pero también para organizarse, para discutir y mirar, a la luz de la fe, las injusticias que vive el pueblo nicaragüense, para tomar cartas en el asunto.

Es fácil identificar entonces la composición de clase de estos tres grupos, a propósito de lo expuesto por Arguello sobre la definición de Pablo Richards. El primero grupo, el de los católicos tradicionales esta fuertemente ligado a la clase opresora, a la oligarquía terrateniente, que quiere que todo permanezca tal cual está. Por otra parte, los reformistas se identifican con un grupo de la burguesía, que es antioligárquica y con la pequeña burguesía, lo que corresponde más bien a las clases medias. Finalmente, el catolicismo liberador es el que esta con los explotados y oprimidos, las capas más bajas de la sociedad.

Estos tres tipos de catolicismo, presentes en Nicaragua, tuvieron diversas formas de aportar a la revolución y, también, de aportar al proceso posterior, desde los ministerios, del trabajo territorial, etc. Además hubo un grupo que se opone a la revolución.

El tercer grupo de catolicismo, el catolicismo liberador, fue el que se hizo más presente en la lucha por la liberación del pueblo nicaragüense y que también tomó partido por las luchas no sólo de ese país sino que también del resto del pueblo latinoamericano que, en general, vivía en la pobreza y la opresión. Según Arguello, en la experiencia de Nicaragua, “este pueblo de los pobres, de los explotados y de los oprimidos, la lucha revolucionaria por la liberación se ha dado de mil formas que llevan el sello de las obras de la justicia” (Arguello, 1980, p. 86). Esto se veía reflejado, por ejemplo, en los campesinos que arriesgando la vida innumerables veces hacían de guías de las escuadras sandinistas a través de las montañas, además de darles alimentos o techos cuando los necesitaban. Otro ejemplo es lo que pasaba en las ciudades, en los barrios pobres y marginados, las casas de varios compañeros cristianos hicieron de refugio para los cuadros políticos del Frente Sandinista. Por otra parte, algunos cristianos lucharon con armas y murieron, incluso, en combate, llevando la radicalidad del Evangelio y de dar la vida por los amigos hasta el final.

Todo esta actuación y vinculación de los cristianos con el frente y con las luchas sociales tuvo también voces de rechazo dentro de la iglesia, en especial de los sectores “tradicionales” que eran antimarxistas, por lo que rechazaban la teología de la liberación, y además era pro dictadura de somoza, ya que si esta caía perderían sus privilegios. Los sectores tradicionalistas tildaban a los liberadores de poco cristianos o, lisa y llanamente, de no cristianos. Se organizaban grupos católicos catequistas, en los barrios pobres de Managua, donde se les señalaba a los católicos que la política no era parte ni responsabilidad de los cristianos y que ante la injusticia y la opresión sólo le venía la resignación (Arguello, 1980). Sin embargo, esa jugada de los sectores tradicionales no tuvo éxito y ayudó a la población católica de nicaragua a organizarse e involucrarse con la lucha del pueblo por su liberación. La actitud de los tradicionalistas era parecida a los fariseos de la época de Jesús, los que lo tildaban de pecador por sanar a los enfermos el Sábado, lo que estaba prohibido ante la ley (como ellos la entendían opresoramente). Sin embargo, Jesús y el pueblo nicaragüense tienen una actitud y una postura distinta. Esta actitud distinta lleva a que “Incontables han sido los hijos del pueblo nicaragüense que no han visto contradicción entre su fe cristiana y su lucha por la justicia hasta las últimas consecuencias. Mucho antes que la Jerarquía católica el 2 de junio de este ano (1979), ya en plena insurrección, justificara el derecho

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del pueblo nicaragüense a levantarse en armas contra la tiranía estructural de la Dictadura Militar Somocista, mucho antes, incontables cristianos nicaragüenses había decidido internamente que tenían que levantarse ellos también o tenían que construir la atmósfera, el aire protector par que los combatientes del pueblo respiraran. Su fe les decía intuitivamente que Dios estaba del lado de los pobres no sólo en la historia sino también en la lucha por la justicia por esta vida para construir un comienzo de historia nueva. Ellos se mostraron dispuestos a entender que si la última palabra de generosidad y de amor cristiano es la aceptación de la muerte por los demás (o de la cárcel o de la tortura), hat antes también muchas palabras penúltimas que pronunciar con hechos de lucha en favor de la justicia y la rebeldía” (Arguello, 1980, p.88).

Ya habiendo hablado de dos de los tipos de catolicismo; el tradicionalista, ligado a la élite, a los grupos de poder que quieren mantener las cosas tal cuales están, sin modificar las estructuras opresoras de producción; y el liberador, que hace suya las luchas del pueblo, dándole sentido a su fe en la lucha cotidiana y en entregar la vida por los amigos, por los demás, por el pueblo; hay que ver el aporte que tuvieron los cristianos de la pequeña burguesía y gran burguesía, que estaban más ligados a las capas medias de la sociedad.

Los cristianos reformistas, en general apoyaron el proceso revolucionario. En Managua se formó un grupo de comunidades católicas que luego formaría el Movimiento Cristiano Revolucionario (MCR). Sus integrantes era en general ex alumnos de colegios privados de distintas congregaciones religiosas.Prácticamentee todos esto llegaron a ser comandantes revolucionarios del Ejercito Popular Sandinista, algunos incluso cayendo en combate.

Estos miembros del MCR vivieron un proceso de radicalización de su fe que devino en un cambio de intereses de clases. “Estos jóvenes vieron que sólo asumiendo solidariamente los interese de las clases populares, podían vencer al burgués que llevaban dentro de sus corazones y podían pensar en un compromiso revolucionario que no sólo intentará derrocar a Somoza sino derrocarlo desde la perspectiva de los interese de los pobres, es decir comenzando a arrancar el árbol podrido desde sus raíces: la explotación capitalista, subordinada al imperialismo transnacional, de la que sus familias y no solo somoza era representativos”. Hicieron carne la palabra del evangelio que dice: “El que quiere a su padre y a su madre más que a mi no es digno de mí” (Mateo 10, 37).

A pesar del gran números de católicos reformistas que asumieron un compromiso importante por la lucha revolucionaria, también hubo otros que se opusieron a la dictadura somocista desde otras perspectivas. Por ejemplo, la excesiva corrupción, su exceso de crueldad y su actuación genocida. Sin embargo, no hay que desconocer la importancia que también tuvieron estos ya que, cuando hubo que arriesgarlo todo, incluso sus casas, de clase media entregadas por el estado, o incluso arriesgar el trabajo o más aún la vida, lo dieron todo.

El cristianismo sin duda estuvo presente en la revolución. Hubo detractores y, también, hubo muchos más adherentes, que movilizados por su profunda y radical fue llevaron el mensaje de Jesús de amar hasta la cruz (la muerte, la tortura, la cárcel) a los demás. Cristianos reformistas y liberadores se sumaron alFSLNL. Los cristianos engrosaron las filas del Ejército popular y, también, contribuyeron de

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otras formas en el triunfo de la revolución que, sin estas grandes mayorías del pueblo, no hubiese sido posible.

El comandante Humberto Ortega, ante una pregunta sobre la religión responde: “... Los cristianos han dado su sangre al lado del Frente Sandinista de Liberación Nacional por el pueblo nicaragüense. Y en el Frente Sandinista dio su sangre el Padre Gaspar García Laviana y tantos otros cristianos” (Arguello, 1980, p. 86).

V. Conclusión

A modo de conclusión, hay que destacar algunos aspectos importantes de la influencia de la fe cristiana y de la teología de la liberación en la Revolución Sandinista en Nicaragua.

En primer lugar, hay que destacar que el contexto de miseria y opresión que había en nuestro continente (y que sigue habiendo) que hizo que, ante la apertura del concilio vaticano II, se diera un paso en la iglesia para comprometerse con el pueblo oprimido y para que tomara una fuerte posición a favor de los pobres. Con esto, la aparición de la Teología de la Liberación como síntesis entre Socialismo y Cristianismo, tomando ciertos aspectos del marxismo para el análisis de la realidad y dándole una gran importancia a las comunidades de base, al trabajo cotidiano y, también, un gran énfasis a la política como forma de transformación de las realidades, va a marcar un hito muy importante para nuestro continente.

En segundo lugar, hay que destacar el carácter profundamente religioso y cristiano de nuestro continente. Esto no deja extenso a nicaragua. Entre otras cosas esto permite el desarrollo de la íteolog de la liberación, que no sólo se da producto del trabajo teórico sino que pone su énfasis en la praxis y, en particular, en la praxis liberadora.

Con esto, nos metemos en Nicaragua, donde este carácter profundamente religioso tiene como resultado que si o si los cristianos debían tomar partido por la revolución o por la dictadura de somoza. Ya hemos analizado cómo las distintas corrientes van a tomar una postura a favor, más radical o moderada, y otro una postura en contra, tratando de disputar en las mayorías cristianas contra los revolucionarios. Esta influencia de la radicalidad de la fe que dio como resultado que masas de cristianos se sumaron al ejército popular, se sumaron al proceso revolucionario para lograr derrocar la dictadura y terminar con la opresión de los sectores altos sobre los pobres, va a ser definitoria para el triunfo de la revolución. Al ser un pueblo profundamente religioso, que otros creyentes se sumen a la revolución, movilizados por su fe va a tener un efecto dinamizador en el resto de los creyentes para entender la importancia y el deber cristiano que deviene en esto. Además de haber un fuerte componente cultural que el FSLN logró hacer suyo para luego hacerle sentido a las mayorías del pueblo nicaragüense.

El proceso revolucionario en nicaragua no hubiese podido llevarse a cabo sin el apoyo de los cristianos, de parte de la iglesia, que hizo suya la lucha popular para lograr transformaciones radicales en la sociedad del pueblo oprimido de nicaragua. La fe cristiana y su bajada concreta para latinoamérica en la Teología de la Liberación, van a ser fuerza potente para el triunfo de los Sandinistas y el derrocamiento de los Somocistas.

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