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MODELOS DE TRANSICIÓN Y SISTEMAS ELECTORALES EN LA EUROPA DEL ESTE Por CARLOS FLORES JUBERÍAS (*) «Tengo miedo de muchas cosas, pero si tan sólo tuviese miedo sería un completo pesimista. Alguien debe intentarlo». TADEUSZ MAZOWIECKI (Polonia, agosto de 1989) I. LOS PROCESOS ELECTORALES Y SU FUNCIONALIDAD EN LOS SISTEMAS POLÍTICOS COMUNISTAS Si por elecciones libres hemos de entender, como parece lógico, aquellas en las que los ciudadanos son convocados de forma periódica y con carácter universal a elegir de entre ellos mismos, con libertad y en pie de igualdad, a quienes por ser los más capaces, mejor les van a representar en las institu- ciones legislativas del Estado, posibilitando de este modo su acceso a las tareas de gestión de los asuntos públicos, no cabe más opción que afirmar la radical inaplicabilidad de este concepto a las experiencias electorales que se han sucedido en la Unión Soviética desde el triunfo de la Revolución de Octubre y en la Europa Central y del Este desde el levantamiento del Telón de Acero hasta su desmantelamiento. En efecto, tal y como señala Commeau-Rufin (1), el proceso electoral en * Una versión, preliminar abreviada y en lengua inglesa, del presente trabajo fue presentada en septiembre de 1991 a la Conferencia Internacional sobre «Transitions and Changes in Europe in the 80s and'90s», celebrada en la Universidad de Veszprém (Hungría) bajo los auspicios de su Departamento de Ciencias Sociales. Su texto ha sido publicado por éste en la revista Társada- lomtudomány Irasók, bajo el título de «Founding Elections and Electoral Systems after the Wall». El autor está en deuda de gratitud con el Prof. István Szilágyi por su amabilidad antes, durante y después de la citada Conferencia. (1) COMMEAU-RUFIN, Irene: «URSS: quelle démocratie?», Pouvotrs, núm. 52, pág. 90. París, 1990. 169 Revista de Esludios Políticos (Nueva Época) Núm 77. Julio-Septiembre 1992

Modelos de Transición y Sistemas Electorales en La Europa Del Este

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  • MODELOS DE TRANSICINY SISTEMAS ELECTORALESEN LA EUROPA DEL ESTE

    Por CARLOS FLORES JUBERAS (*)Tengo miedo de muchas cosas, pero si tan slo tuviese miedo

    sera un completo pesimista. Alguien debe intentarlo.TADEUSZ MAZOWIECKI

    (Polonia, agosto de 1989)

    I. LOS PROCESOS ELECTORALES Y SU FUNCIONALIDADEN LOS SISTEMAS POLTICOS COMUNISTAS

    Si por elecciones libres hemos de entender, como parece lgico, aquellasen las que los ciudadanos son convocados de forma peridica y con carcteruniversal a elegir de entre ellos mismos, con libertad y en pie de igualdad,a quienes por ser los ms capaces, mejor les van a representar en las institu-ciones legislativas del Estado, posibilitando de este modo su acceso a lastareas de gestin de los asuntos pblicos, no cabe ms opcin que afirmar laradical inaplicabilidad de este concepto a las experiencias electorales que sehan sucedido en la Unin Sovitica desde el triunfo de la Revolucin deOctubre y en la Europa Central y del Este desde el levantamiento del Telnde Acero hasta su desmantelamiento.

    En efecto, tal y como seala Commeau-Rufin (1), el proceso electoral en

    * Una versin, preliminar abreviada y en lengua inglesa, del presente trabajo fue presentadaen septiembre de 1991 a la Conferencia Internacional sobre Transitions and Changes in Europein the 80s and'90s, celebrada en la Universidad de Veszprm (Hungra) bajo los auspicios desu Departamento de Ciencias Sociales. Su texto ha sido publicado por ste en la revista Trsada-lomtudomny Irask, bajo el ttulo de Founding Elections and Electoral Systems after the Wall.El autor est en deuda de gratitud con el Prof. Istvn Szilgyi por su amabilidad antes, durantey despus de la citada Conferencia.

    (1) COMMEAU-RUFIN, Irene: URSS: quelle dmocratie?, Pouvotrs, nm. 52, pg. 90.Pars, 1990.

    169Revista de Esludios Polticos (Nueva poca)Nm 77. Julio-Septiembre 1992

  • CARLOS FLORES JUBLRIAS

    los regmenes polticos de corte marxista no es la ocasin de una eleccinentre diferentes concepciones polticas y sociales, sino una ratificacin, lacual nicamente debe permitir al pueblo brindar su apoyo y su adhesin aquienes las instancias superiores del Partido han designado previamente. Ensemejante contexto, aadir: el Parlamento no posee poder alguno, la opo-sicin no existe y la voluntad popular es expresada por el Partido, que imponedirectrices a los rganos del Estado, sin que sea posible conflicto alguno entrelos rganos superiores del Estado y la direccin del Partido. El procesoelectoral se reduce, a decir de Leng (2), a una encuesta popular, de carcterconsultivo, organizada por el Partido Comunista en rgimen de monopolioen el marco de una campaa que ha de culminar en el cierre de una aclamacinunnime. Ciertos rasgos superficiales hacen a estos procesos asimilables alos desarrollados en las sociedades libres, pero no se trata ms que de unespejismo: se ofrece a los electores dir Mackenzie (3) la posibilidadde mostrar su disconformidad abstenindose o emitiendo un voto negativo,pero a la vez se han tomado las medidas para suprimir en la prctica talposibilidad. Nadie cree en el secreto del sufragio, la suerte de los adversariosconocidos del rgimen es muy dura, toda la poblacin sufre presin paraacudir a las urnas, como la sufre respecto al contenido de sus votos. Quizresulte innecesario falsear el resultado del escrutinio, aunque de ello es capaztodo rgimen totalitario. En resumen, la eleccin deja de ser un acto pblicode opcin para convertirse en un acto pblico de aclamacin. Ello explicael carcter absolutamente secundario que las consultas electorales han venidoteniendo en la vida poltica cotidiana de los pases socialistas, en los que lasperidicas llamadas a las urnas apenas si conseguan interesar a un ciudadanoperfectamente consciente de su intrascendencia de cara a la administracinde los asuntos pblicos. Unas elecciones que, por otra parte, hallaban en unbuen nmero de casos un directo precedente en las prcticas escasamentedemocrticas que|Caracterizaran a los modelos polticos desarrollados en lospases de referencia durante los conflictivos aos de entreguerras, contribuyen-do as, las unas y las otras, a alimentar la creencia naturalmente infundadade que slo sobre el autoritarismo poda asentarse un gobierno estable y eficazy de que slo en otras coordenadas geogrficas era posible la construccinde una convivencia democrtica satisfactoria (4).

    (2) LKNG, Hermann Otto: Die allgemcine Wahl m bolschcwistischen Staat. Theorie, Pra-xis, Gnesis, pg. 71. Meiscnhcm an Glan, 1973.

    (3) MACKENZIE, W. J. M.: Elecciones libres, Tecnos, pgs. 188-189. Madrid, 1962.(4) Respecto del papel de las elecciones en los sistemas polticos comunistas, vanse, entre

    otros: HAHN, W.: Electoral Choice in the Soviet Bloc, Problems qf Communism, vol. 36,

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    En este contexto, como apunta White, y con ms detalle Nohlen (5), laselecciones desarrollan una triple funcin. En primer lugar, dir White, laselecciones en los sistemas comunistas ayudan a legitimar el gobierno encuestin... de dos modos principalmente: logrando la eleccin de un elevadonmero de miembros del Partido, y confiriendo legitimidad a todo el sistemapoltico del cual el Partido es la institucin central. En esa tarea, el rol delas elecciones es claramente secundario para el propio rgimen respecto deotros referentes como el xito de la planificacin econmica o los progresosen la concienciacin poltica de los ciudadanos, careciendo de valor alguno,por otro lado, de cara al exterior.

    En un segundo lugar, las intensas campaas electorales que preceden alas consultas, en las que los mtines se multiplican y los proyectos desarrollis-tas del Partido son detallada y repetidamente explicados, sirven sin duda comojustificante para una momentnea intensificacin de la siempre constante laborde adoctrinamiento poltico desplegada por el Estado-Partido. La funcineducacional desarrollada al amparo de tales consultas electorales cobra asun protagonismo que probablemente exceda al de la propia llamada a las urnas.

    Por ltimo, y en palabras de Pravda (6), las elecciones son una importanteocasin para la movilizacin de los normalmente pasivos miembros de lacomunidad. Bajo la direccin del Partidoque tiene as ocasin de compro-bar el nivel de eficacia de su aparato, los ciudadanos son instados a participaren los actos de propaganda, a manifestar su apoyo a las consignas polticasdel liderazgo y a acudir masivamente a las urnas, rompiendo as si bienficticiamente con la monotona de una vida poltica escasamente dinmica.

    Pero lo que nunca han supuesto las elecciones en un sistema marxista esla posibilidad de generar entre los candidatos concurrentes un debate enprofundidad en torno a los grandes principios polticos sobre los que hubierade asentarse el poder del Estado, debate en el que los electores, optando poruno u otro candidato, habran de tener la ltima palabra. El monolitismoideolgico del marxismo reduca el proceso de seleccin de los candidatosen el seno del Partido y el momento de su designacin por el electorado a

    nm. 2. Washington D. C , 1987; HERMFT, Guy; ROSE, Richard, y ROUQUI, Alain: ElectionsWithout Choice, Macmillan. Londres, 1978; FURTAK, Roben K. (editor): Elections in SocialistStates, Harvester Wheatsheaf. Hcmel Hempstead, 1990, y PRAVDA, Alex: Elections in Com-munist Pany States, en WHITE, Stephen, y NELSON, Daniel: Communist Politics: A Reader,Macmillan. Londres, 1986.

    (5) WHITE, Stephen: Democratizing Eastem Europe. The Elections of 1990, ElectoralStudies, vol. 9, nm. 4, pg. 285. Oxford, 1990; y NOHLEN, Dieter: Sistemas electorales delmundo, CEC. Madrid, 1981.

    (6) PRAVDA, Alex: Op. cit..

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  • CARLOS FLORES JUBERIAS

    una mera bsqueda del intrprete ms conveniente para una partitura que yaestaba escrita hasta en sus ms mnimos detalles. Es por ello que a la horade referirnos a la funcionalidad de los procesos electorales en los regmenessocialistas no caba hablar de su eficacia como elemento transformador enel sentido que fuese del sistema. La composicin que pudiesen presentarunas determinadas cmaras legislativas como resultado de unas elecciones,lejos de ser fuente de futuras transformaciones, resultaba ser el fruto msaparente de unos cambios verificados con anterioridad en las siempre ocultasestructuras de poder del Partido. En realidad, ni siquiera podamos hablar dela existencia real de elecciones, pues tales procesos, aparentemente electivos,no eran ontolgicamente competitivos.

    Y eso es precisamente lo que hace de los procesos electorales que se handesarrollado en la URSS y en la Europa Central y del Este durante los dosltimos aos algo sustancialmente distinto a todo lo precedente. La vertiginosasucesin de procesos electorales, que arranca con la eleccin de los integrantesdel primer Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS en marzo de1989, que contina con las decisivas elecciones polacas de junio de ese mismoao y que se extiende por el esto de la Europa del Este tras la cada simblicay a la vez real del muro de Berln, durante todo el ao 1990 y parte del91 nos pone ante un fenmeno que en nada se asemeja a lo que estbamosacostumbrados a ver. No estamos ante una simple liberalizacin de los proce-sos de nominacin de los candidatos, ni se trata tan slo del establecimientode una ms amplia permisividad en el desarrollo de las campaas electorales,ni siquiera podemos describir este proceso como un intento de hacer ms realla competitividad introduciendo la posibilidad de constituir partidos distintosdel comunista. Si las elecciones soviticas de 1989 supusieron un duro golpepara los sectores ms inmovilistas de la nomenklatura, llevando al supremorgano del poder de la URSS a un copioso nmero de dirigentes del ala msradicalmente reformista del PCUS, las que se verificaron poco despus enPolonia sumieron al comunismo polaco en el ms completo de los ridculosal suponer la conquista por una oposicin, ya considerablemente vertebrada,de la prctica totalidad de los escaos en juego. Las elecciones de marzo de1990 en la Repblica Democrtica Alemana y las posteriores en Hungra iranan ms lejos, apartando radicalmente del poder a cualesquiera estructuraspolticas que pudieran declarase deudoras del socialismo real, permitiendo laformacin de gobiernos no comunistas perfectamente homologables con losde la Europa occidental y sentando las bases para la inmediata superacin delstatu quo surgido de Yalta. Las victorias de los candidatos independentistasen las elecciones que se celebraran esa misma primavera en las repblicasblticas de la URSS acabara de completar el panorama, proyectando ese

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    desmoronamiento de la hegemona sovitica tambin dentro de las fronterasde la propia superpotencia.

    En suma, las elecciones que se han sucedido durante estos dos ltimosaos en el seno de la Unin Sovitica y en los pases ubicados en su mbitode hegemona nos sitan ante una realidad radicalmente distinta de la anteriorque nos impide proyectar sobre ellas las categoras que hasta entonces vena-mos utilizando al hablar de elecciones en el este de Europa. En otras palabras:no sera riguroso seguir refirindonos a esa serie de consultas con el apelativode no competitivas o aclamatorias desde el momento en que un simpleanlisis superficial de estos procesos revela a las claras una notabilsima dosisde competitividad entre las candidaturas y de libertad en la formulacin delos programas. Pero tampoco sera realista calificarlas sin ms como eleccio-nes libres, dando a entender que nos hallamos ante procesos perfectamentehomologables en cuanto a su fundamentacin jurdica, en cuanto a su estruc-turacin administrativa y en cuanto a su mero desarrollo fctico con cuales-quiera de los procesos electorales que pudieran darse en pases como Francia,Gran Bretaa o Estados Unidos. Y ello porque sera tanto como querer afirmarque una nacin puede pasar por cuatro o cinco dcadas de totalitarismo yluego enterrarlo sin que ni siquiera hayan resultado superficialmente deterio-radas sus ms respetables tradiciones democrticas, o que a un pas que jamsa lo largo de su historia haba conseguido instaurar una convivencia democr-tica real pudiera ahora hacerlo, en circunstancias tan complejas, en unos pocosmeses.

    Se impone, pues, indagar en la raz de esta serie de procesos, en lassimilitudes y en las peculiaridades que stos puedan presentar para, por ltimo,ensayar una formulacin de las conclusiones a las que tales anlisis nos puedanconducir. Comencemos por el principio.

    I I . LAS PRINCIPALES ETAPAS EN LA EVOLUCIN DE LOS SISTEMAS ELECTORALESEN LOS REGMENES COMUNISTAS

    Sera simplista aunque es ciertamente corriente pensar que en lospases socialistas la existencia de un rgimen de partido nico, en el que todadiscusin ideolgica de fondo quedaba proscrita, traa aparejada forzosamentela congelacin de las divergencias en el seno del rgimen y la absolutainamovilidad de sus estructuras polticas. Muy al contrario, la imposibilidadde una contestacin frente al sistema haca ms necesaria y a la vez msasimilable la existencia de corrientes dentro del rgimen que eventualmentepodan llegar a cobrar relevancia en la institucionalizacin jurdica del mismo.

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  • CARLOS FLORKS JUBtiRIAS

    Ello explicara tanto la indiscutible existencia de perodos susceptibles deindividualizarse en la evolucin de los diferentes regmenes marxistas, comola existencia misma de significativas diferencias entre unos y otros, y por loque a nosotros nos concierne en este momento, de diferentes etapas en laconfiguracin y en la valoracin de los correspondientes procesos electorales.

    A este respecto, White, siguiendo a Pravda, defiende la existencia de almenos cuatro fases sucesivas en la evolucin de los procesos electorales enla Unin Sovitica y en los pases de su entorno geopoltico. Segn el primerode estos autores, durante la primera etapa, durante los aos veinte en laUnin Sovitica y a finales de los cuarenta en la Europa del Este, las eleccionestendran lugar en un clima de enfrentamiento poltico entre las autoridadescomunistas y sus opositores locales. A stas se les ha calificado de eleccionesen 'semi-guerra civil', y eran en cierto modo un arma poltica, destinada ademostrar la capacidad de las autoridades a la hora de congregar seguidoresde su lado (7). La mecnica electoral sera objeto en esta primera fase deinnumerables arbitrariedades (tales como privar caprichosamente del sufragioa los presuntos enemigos del rgimen o restringir el secreto del mismo), ylas campaas electorales se desarrollaran en medio de enfrentamientos raravez pacficos.

    A medida que los disidentes del interior las fuerzas de la contrarrevo-lucin, en terminologa de la poca fueron desapareciendo, la UninSovitica desde finales de los aos veinte y sus pases satlites desde comien-zos de los aos cincuenta comenzaron a desarrollar lo que sin ambages se havenido calificando de elecciones plebiscitarias o aclamatorias. En estaocasin, la desaparicin de la conflictividad propia de los primeros aos desocialismo por la misma desaparicin de toda sombra de oposicin permitiraimplantar unas normas procedimentales de apariencia democrtica merced alas cuales los ciudadanos veran facilitada se dira su contribucin a laconstruccin del socialismo real. La realidad resultara bien distinta, pues losarrolladores resultados cosechados por las candidaturas del Partido vendrancimentados no pocas veces en la coaccin ms que en el entusiasmo.

    Con la desestalinizacin, los procesos electorales cobraran una relevanciaindita hasta el momento. La necesidad de marcar las distancias con respectodel perodo anterior y de dar paso a nuevas estructuras de poder desligadasde las precedentes revitalizara un tanto el momento de las elecciones. Losdiferentes intereses sociales, incluso sin ser antagnicos seala White,requeran instituciones a travs de las cuales pudieran ser reconciliados; encorrespondencia, ello llevara a un prolongado intento de revivir los Soviets,

    (7) WHITE, Stcphen: Op. cil., pg. 277.

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    o consejos locales, como instrumento para la conciliacin de esos intereses.Los Soviets y los consejos locales adquiriran nuevos poderes, fortalecindosesu sistema de comits; electoralmente, alguna consideracin comenzara adrsele (en la URSS) a la eleccin de candidatos, y en la Europa del Esteuna mayor diversidad social y unas tradiciones pluralistas ms slidas daranlugar a contiendas electorales al menos en parte genuinas, en las que elresultado no era siempre enteramente predecible. El mejor ejemplo de estemomentneo aperturismo lo constituira la Ley Electoral polaca de 1956,gracias a la cual se conoceran los primeros intentos, an tmidos, de usar lava electoral para la expresin de un descontento cada vez ms perceptible (8).

    Sin embargo, no sera hasta mediados de los aos sesenta cuando estatendencia liberalizadora alcanzara siempre hablando en trminos relati-vos cotas significativas. La cuarta de las fases sealadas por White seextendera as a travs de las dos ltimas dcadas de dominio socialista, sinque tal proceso nos permita hablar, por otra parte, ni de un desarrollo parejoen los distintos pases de la zona ni de una tendencia inequvoca hacia lademocratizacin (9).

    En Polonia, la posibilidad autnticamente revolucionaria en su momen-to de nominar un nmero de candidatos superior al de escaos a cubrir,recogida por la ya mencionada Ley de 1956, permitira proyectar sobre lossucesivos procesos electorales una modesta contestacin. Esta tendencia alcan-zara unas dimensiones ya significativas cuando en las elecciones parlamen-tarias de 1985 todos los escaos sometidos a votacin directa del pueblofuesen pretendidos por dos candidatos, plantendose con ello una competencialimitada pero real. La aplicacin de estas medidas a las elecciones locales de1984 y 1988 fomentara una amplsima participacin popular en las asam-

    (8) Para una descripcin ms detallada, vase: SAKWA, George, y CROUCH, Martin: SejmElections in Communist Poland: An Overview and a Reappraisal, Brilish Journal of PolilicalScience, vol. 8, nm. 4, pgs. 403 a 424. Cambridge, 1978.

    (9) Considero al respecto extremadamente acertada la distincin que Di Palma (Di PALMA,Giuseppe: Le transizione democratiche in Europa Orintale. Una prospettiva comparata, RivislaItaliana di Scienza Poltica, vol. XX, nm. 2, pgs. 203 a 242. Bolonia, 1990) pone en bocade Aleksandr Gelman. Segn este disidente sovitico, la democratizacin sirve para distribuirel poder, los derechos, la libertad, y para crear una estructura de gestin y de informacinindependiente. Pero la liberalizacin es la conservacin de toda la base del sistema administrativode la manera ms mrbida. La liberalizacin es un puo que se abre, pero la mano es la misma,y de un momento a otro podr volverse a transformar en puo. Slo en apariencia es la liberali-zacin similar a la democratizacin, pero de hecho se trata de una clara e intolerable usurpacin.En un sentido muy similar, el propio Di Palma califica ingeniosamente a estos procesos degattopardeschi, en clara alusin a aquellos personajes viscontinianos obligados a conceder quealgo deba cambiar para que todo siguiese igual.

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    bleas preelectorales, que contrastara ms tarde con una muy pobre presenciaante las urnas, fenmenos ambos que, aunque aparentemente contradictorios,venan a denotar una misma cosa: la desconfianza ante un modelo que fomen-taba la participacin popular en las esferas ms inferiores y la manipulaba enel momento ltimo de la eleccin (10).

    En Checoslovaquia, la Ley electoral de 1967, que propiciaba igualmenteun mayor grado de participacin ciudadana, sera derogada en 1971 sin haberpodido proyectar eficazmente sus efectos sobre el sistema poltico. Algosimilar ocurrira en Bulgaria, donde la libre concurrencia de candidatos admi-tida por la Ley electoral de 1973 sera puesta en manos de los ComitsElectorales del Frente Patritico, que procedera a vetar de forma sistem-tica todas las candidaturas inconvenientes para los partidos que lo integraban.Podra as afirmarse que hasta 1988, con la reforma que Jivkov propiciaraen diciembre del ao anterior para las elecciones locales y parlamentarias,no llegara a haber en Bulgaria ni una sola eleccin mnimamente competitiva.Aun as, en tal circunstancia no llegaran al 20 por 100 las circunscripcionesen las que concurrira una pluralidad de candidatos.

    El proceso transformador hallara eco tambin en Rumania, en donde, enlas elecciones de 1975, habra por primera vez ms candidatos que escaosa cubrir. As, en funcin de los datos que proporciona White, en tales elec-ciones no menos de un 42 por 100 de los escaos resultaran disputados entredos candidatos, elevndose esa cota hasta el 50 por 100 en las subsiguienteselecciones de 1980 y 1985, en las que incluso una dcima parte de los escaosconoceran de tres candidaturas.

    Sin embargo, los procesos liberalizadores de mayor relevancia en esteperodo, y de ms trascendencia de cara al futuro, seran los verificados enHungra a partir de 1983. Los estudios de Racz y Szoboszlai al respecto (11)

    (10) El sistema, sin embargo, adoleca de una fuerte parcialdad en favor de los candidatoscomunistas, cuyos nombres aparecan en la parle superior de la papeleta. Adems, a los electoresles era propuesta una lista de candidatos adicional la Lista Nacional respecto de la que-slo caba la aceptacin o el rechazo. El sistema se mantendra en los 80 a pesar de las revueltasprotagonizadas por Solidaridad a comienzos de la dcada, aunque despus de stas los ndicesde participacin ya no seran los mismos, pasando desde el 98,8 por 100 de 1980 al 78,9 por100 en 1984 y al 56 por 100 en 1988. Una descripcin cuasi-oficial, aunque interesante, delsistema puede verse en: POPKOWSKI, Jerzy Wojciech: La Dieta de la Repblica Popular dePolonia. Varsovia, 1988.

    (11) SZOBOSZLAI, Gyrgy: From a Patemalistic to a Pluralistic Electoral System. The Caseof Hungary: 1985-1990, Magyar Politikatudomnyi Trsasg Evknyv, pgs. 117 a 127. Buda-pest, 1990; RACZ, Barnabas: Political Participaron and Developcd Socialism: The HungarianElections of 1985, Soviet Studies. vol. XXXIX, nm. 1, pgs. 41 a 62. Glasgow, 1987, y The

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    permiten concluir que nos encontramos ante procesos aperturistas reales queacabaran constituyendo la raz misma de los que apenas seis aos despuslograran poner fin al rgimen de partido nico en esta repblica centro-europea, sentando las pautas a seguir por los dems pases del entorno.

    El origen de estas medidas aperturistas en la legislacin electoral debe serbuscado en las medidas de liberalizacin econmica emprendidas por el rgi-men de Jnos Kdr a finales de los aos sesenta y en los intentos de acentuarla participacin de los trabajadores en sus empresas que se ensayara a media-dos de los setenta. La creciente crisis econmica, el relajamiento en la presinideolgica del rgimen y la necesidad de evitar el fermento en Hungra deun movimiento cvico semejante al polaco de Solidarnosc aconsejaran laextensin al plano de lo poltico de las mencionadas tendencias liberalizadoras.

    El precedente ms significativo de las mismas se halla en las reformaselectorales de 1970. Estas no diferiran demasiado de las adoptadas en otrospases y, como en ellos, acabaran bien pronto en una mera formalidad. Sinembargo, las circunstancias antes apuntadas aconsejaran un replanteamientode las mismas que sera promovido desde el propio Frente Popular Patriticoy que se concretara fundamentalmente en dos aspectos: la obligatoriedad deque al menos dos candidatos optasen en cada distrito por cada uno de losescaos en juego y la posibilidad de que, junto con las nominaciones que searticulasen a travs del propio Frente Popular Patritico, los propios electorespudiesen libremente nominar a candidatos independientes mediante la celebra-cin de asambleas de distrito.

    La posibilidad de que para un mismo escao concurriese ms de uncandidato haba sido introducida ya a comienzos de los aos setenta, pero,como en otros lugares, la prctica no haba llegado a cuajar, sepultada porla inercia inmovilista del partido nico. As, en las elecciones parlamentariasde 1970 slo en 49 de los 352 distritos se verificara una cierta competencia,bajando esta cifra hasta 34 en las elecciones de 1975 e incluso hasta 15 enlas de 1980 (12). La especificacin de que esa competitividad no slo eraaceptable, sino que deba ser autntica, significaba as una apuesta por unmodelo de participacin poltica ms vivo y menos burocratizado. Por su

    Parliamentary Infrastructure and Political Reforms n Hungary, Soviet Studies, vol. XLI, n-mero 1, pgs. 39 a 66. Glasgow, 1989.

    (12) En palabras de Szoboszlai [Op. cil., pg. 118), la posibilidad de nominar a ms deun candidato supona un cambio positivo, aunque sin un pluralismo poltico real no habademasiada opcin a nominaciones independientes del Partido y de las dems organizacionessociales. La existencia de un proceso oculto de seleccin haca que tan slo aquellos que sehallaban incorporados a los diferentes estratos de la lite poltica contasen con oportunidadesreales. La posibilidad de candidaturas plurales resultaba, as, una simple posibilidad.

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    parte, la revitalizacin de la posibilidad ya contemplada por la reforma de1970, pero, como en el caso anterior, ampliamente ignorada de que lospropios electores procediesen a nominar candidatos supona acabar con elcuasi-monopolio que defacto vena detentando el Frente Popular Patritico,si bien la posicin privilegiada de ste segua garantizada por su derecho denominar a otros dos candidatos para cada escao, por el hecho de que todoslos candidatos tanto los del Frente como los independientes hubieran dehacer suyo el programa poltico del Frente Popular Patritico y por la super-vivencia de una Lista nacional, integrada por 35 altas personalidades delmundo de la poltica, la cultura y la economa seleccionadas por la direccindel Frente que concurran al proceso electoral sin competencia posible (13).

    Todas estas innovaciones electorales se proyectaran sobre las eleccionesa la Asamblea Nacional Hngara de 1985. En la correspondiente fase prepa-ratoria, las asambleas de electores de los distritos llegaran a discutir unas152 propuestas de nominacin, de las cuales 78 prosperaran, llegando asentarse en la Cmara, tras el proceso electoral, un total de 43 candidatosindependientes, que ocuparan as un 11 por 100 de la composicin total dela Cmara (14).

    Junto con esa presencia realmente desusada de parlamentarios indepen-dientes, las elecciones de 1985 proporcionaran sonadas derrotas para desta-cados miembros del sector ms conservador del Partido, al tiempo que supon-dran la entrada en la cmara de nada menos que 244 nuevos parlamentariosel 63 por 100 lo que supona una renovacin sin precedentes del personalpoltico del sistema.

    El juicio que sobre esta experiencia vierte la mayor parte de los autoreses esencialmente coincidente, y podra perfectamente resumirse en la posturade Szoboszlai (15). De una partedires indiscutible que no nos hallamosante un proceso susceptible de calificarse sin ms como democrtico: laselecciones no ofrecan alternativas polticas reales. El control popular sobrelos rganos de la burocracia central era meramente formal. El Parlamento no

    (13) En este sistema, las propuestas de candidaturas independientes requeriran para suformalizacin haber obtenido al menos un tercio de los votos emitidos en la asamblea de electoresconvocada al efecto. No se precisaba quorum alguno, y se contemplaba la asistencia tanto delos residentes en el distrito como de quienes trabajasen en el mismo. El sistema electoral era,sin embargo, el mismo que en otros pases comunistas: mayora absoluta en distritos uninominalescon una segunda vuelta en caso de que ninguno de los candidatos lograse la citada mayora enla primera.

    (14) Las cifras son de RACZ, Barnabas: Political participaron..., pg. 45; y The Parlia-mentary Infrastructure..., pg. 40. Las que brinda SZOBOSZLAI son ligeramente distintas.

    (15) SZOBOSZLAI, Gyrgy: Op. cii., pgs. 119 a 121

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    era ms que un fiel legitimador de las decisiones de Partido... en este marcode patemalismo poda integrarse cualquiera que aceptase las reglas bsicasdel juego poltico. Pero del mismo modo sera excluido cualquiera que atacase,se opusiese o incluso criticase estos aspectos bsicos. nicamente la crticaamigable y moderada resultaba permisible o disculpable. Pero, por otra, esevidente la trascendencia que para el futuro ms inmediato tendran estastransformaciones. En primer lugar, porque el hecho de que el rgimen notuviese inconveniente en calificarse a s mismo como reformista, liberalizadory progresista y de que en realidad lo fuese, al menos en comparacin consus vecinos procedi a sumirlo en una especie de crisis de identidad quehara inviable, ante el empuje de los movimientos opositores a comienzos de1989, un rearme ideolgico del mismo. La sociedad hngara comenz asa percatarse de que el tiempo del monolitismo ideolgico haba pasado y deque tena un papel que desempear en la vida poltica, lo que en los aosinmediatamente siguientes la hara evolucionar de una posicin de pasividadgeneralizada a un activismo cuanto menos destacables (16).

    Pero es que adems, seala Szoboszlai, sucede que la presencia en elnuevo Parlamento de varias decenas de candidatos independientes supuso,pese a lo reducido de su nmero, una transformacin real de la funcinpoltica del Parlamento, cambio que se manifestara en un principio tenue-mente, pero que sera de una importancia decisiva a la hora de aprobar lasmedidas democratizadoras consensuadas entre el partido nico y las fuerzasde la oposicin democrtica. La renovacin generacional, la importante pre-sencia de elementos tecnocrticos y el proceso aperturista que paralelamentese desarrollara en el seno del propio MSzMP acabaran de completar elpanorama.

    Aun as, la afirmacin de la que partamos resulta inatacable. Ningunode los procesos de liberalizacin poltica desarrollado en los pases del estede Europa con anterioridad al ao crucial de 1989 lleg a alcanzar la dimensinde una autntica democratizacin, del mismo modo que ninguna de las refor-mas del derecho electoral a las que hemos hecho referencia permiti transfor-mar las aclamaciones organizadas propias de los regmenes marxistas en unaselecciones que pudieran calificarse de libres. Pese al potencial transformadorde experiencias como la hngara, un buen nmero de constantes haca impo-sible hablar incluso de elecciones semicompetitivas. En casi todos los siste-mas, la atribucin sin disputa de una parte de los escaos en juego a los

    (16) Vase HANKISS, Elcmr: The Second Society. Is there an Altemative Social ModelEmerging in Contemporary Hungray?, Social Research, vol. 55, nm. 1-2, pgs. 13 a 42.Nueva York, 1988. -

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    lderes mas sealados del partido nico por el procedimiento de la Listanacional haca indiscutible la presencia en la Cmara de la alta direccin delPartido. Y cuando no ocurra as y se permita la pluralidad de candidaturas,stas haban de contar necesariamente con el visto bueno de la direccin delPartido Comunista o de sus partidos satlite. Incluso en los casos en los quela liberalizacin haba llegado hasta el extremo de permitir que las propiasasambleas de electores interviniesen en el proceso nominador, el papel deestas asambleas se vea fuertemente mediatizado por la burocracia del Partido,que controlaba su celebracin y poda, mediante la movilizacin de masas,condicionar decisivamente su desenvolvimiento. Por ltimo, incluso cuandola normativa electoral y la propia dinmica del sistema llegaba a permitirla concurrencia de candidatos independientes, stos se vean en la obligacinde hacer suyas las propuestas programticas del partido nico, habindose deenfrentar con sus propios medios a todo el aparato organizativo y econmicode ste para la obtencin del codiciado escao. El resultado global era unsistema escasamente competitivo en lo terico y abiertamente antidemocrticoen sus resultados globales. Cualquier intento de imprimir un giro decisivo enel rumbo poltico de estos regmenes exiga, pues, una transformacin radicaldel modelo electoral preexistente, el cual, de transformarse, sera sin dudapara convertirse en un elemento de potenciacin de esos procesos de cambio.

    Y esto es exactamente lo que sucedera entre la primavera de 1989 y elinvierno de 1990. Que en un proceso de cambio progresivamente ms acele-rado unas tmidas reformas electorales las soviticas y las polacas, pues-tas en prctica, arrojaran unos resultados tales que haran imprescindiblesulteriores reformas, las cuales, conocidas en otros pases del entorno, gene-raran a su vez la reivindicacin de unas nuevas reformas electorales msradicales, de cuya puesta en prctica se derivara, a la postre, un completoderrumbe del sistema poltico vigente.

    III. LA TRANSICIN HACIA UNA COMPETITIVIDAD REAL

    La situacin poltica sovitica en el momento del ascenso al poder deM. S. Gorbachov distaba mucho de ser ptima. A una grave crisis econmicahaba que sumar una creciente prdida de hegemona en el exterior y unacierta crisis interior derivada del inevitable relevo generacional que habanforzado las muertes repentinas de sus tres inmediatos antecesores. Sin embar-go, tal situacin de intranquilidad en modo alguno se haba llegado a mani-festar por la va electoral. Muy al contrario, si hubisemos de atenernos alos datos electorales oficialmente manejados en el momento de la subida de

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    Gorbachov al poder, no tendramos ms remedio que asegurar la excelentesalud del rgimen poltico sovitico. As, las ms recientes elecciones alSoviet Supremo de la URSS, celebradas en marzo de 1984, haban arrojadoun ndice rcord de participacin, cifrado en el 99,99 por 100, habindoseregistrado entre los votantes unos ndices de rechazo a las candidaturas nicasdel Partido que no superaban el 0,6 por 1.000. Como dato anecdtico aun-que revelador de la fiabilidad de los datos manejados, segn las estadsticasoficiales slo un elector de entre el milln y medio de habitantes de larepblica de Turkmenia con derecho a voto se haba abstenido en tal ocasinde acudir a las urnas (17). Como acertadamente seala Moscati, para laprensa y la literatura sovitica, salvo rarsimas excepciones, esta situacinera no slo del todo normal, sino incluso ptima. Acercndose en masa a lasurnas, los electores cumplan con su propio deber de ciudadanos dando suapoyo a la lnea poltica del Estado socialista... En realidad, los resultadosde las elecciones no contribuan a acrecentar ni la credibilidad ni el prestigiodel sistema electoral sovitico. Las elecciones continuaban desarrollndoseentre el general desinters de los electores y la rutina siempre estril de unproceso ya obsoleto (18). En otras palabras: los deslumbrantes porcentajesde participacin electoral manejados por la literatura oficial, ms que demos-trar la integracin del pueblo en los procesos electorales, eran la prueba mspatente del convencimiento unnime que reinaba respecto de su absolutairrelevancia.

    En ese contexto, las manifestaciones favorables a una renovacin delsistema no tardaran en llegar, y despus de una primera fase en la que laPerestroika se haba proyectado casi exclusivamente sobre la esfera de loeconmico, sera el propio Gorbachov el que sealara la necesidad de intro-ducir tambin en este campo la transparencia y la reestructuracin. A esterespecto, tanto White y Wightman como Moscati (19) coinciden en sealarque aunque el punto de partida de este proceso podra remontarse a la inter-vencin del lder sovitico en la sesin inaugural del XXVII Congress of thePCUS a comienzos de 1986, la cuestin no cobra autntica relevancia hastala celebracin del pleno del Comit Central de enero de 1987, momento enel que Gorbachov ya habra tenido la oportunidad de constatar la existencia

    (17) Vanse WHITE, Stephen, y WIGHTMAN, Gordon: Gorbachev's Reforms: The SovietElections of 1989, Parliamemary Affairs, vol. 42, nm. 4, pg. 561. Oxford, 1990.

    (18) MOSCATI, Giorgio: I primi passi della democrazia elettorale in URSS, Democraziae Diritio, vol. 28, nm. 6, pgs. 261. Roma, 1988.

    (19) WHITE, Stephen, y WIGHTMAN, Gordon: Op. cil., pg. 562, y MOSCATI, Giorgio: Op.cit., pg. 263.

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    de terreno abonado para su propuesta. Durante su intervencin en el mismo,Gorbachov abogara por una profundizacion en el potencial democratizadordel sistema electoral sovitico que pudiese propiciar una mayor integracinde los ciudadanos en sus mecanismos, por ejemplo, permitiendo la presenta-cin de varias candidaturas en elecciones a celebrar en distritos plurinomina-les. En sintona con tal deseo, el Comit Central acabara admitiendo laimportancia de liberar la prctica de la nominacin de los candidatos adiputado de los elementos formalistas, dando a los electores la posibilidad depronunciarse sobre un mayor nmero de candidaturas.

    La primera oportunidad para hacer realidad tales intenciones se presentarade inmediato, al haber de celebrarse en junio de ese mismo ao las peridicaselecciones a los Soviets locales. Siendo unas elecciones de valor polticoclaramente secundario, apenas hubo resistencia a experimentar con ellas esenuevo aperturismo, lo que se hizo de una manera enormemente tmida, aunquecon la conciencia clara de que se estaban sentando las bases para posterioresy ms profundas reformas. En concreto, la principales novedades de estaselecciones locales que no exigieron de reforma alguna del sistema electo-ral se redujeron principalmente a dos: la posibilidad de elegir, por primeravez en la historia de la URSS, entre ms de un candidato, y la obligatoriedadde contar en el colegio electoral con una cabina cuyo uso garantizase el secretodel sufragio. Como era de esperar, las dimensiones del experimento fueronrealmente reducidas. No ms de un 1 por 100 de las ms de 2.250.000circunscripciones existentes conoci la presencia de pluralidad de candidatos,y aunque la cifra hubiese resultado ms abultada, tampoco ello habra signi-ficado, como asevera Moscati (20), que el ciudadano sovitico se halle ensituacin de desarrollar un papel autnomo en el mbito del proceso electoral;no puede en ningn caso proponer por su propia iniciativa la candidatura deun diputado, del mismo modo que tampoco le es posible proponerse a smismo. Adems, no tiene la posibilidad de aadir otros nombres a la lista,y si sta contuviese nombres aadidos a los oficiales, se la consideraracompletamente nula. Sin embargo, la iniciativa pareci ser bien recibida porlos ciudadanos: los votos contrarios a las listas oficiales se incrementaronlevemente, sobre todo en Mosc y en las repblicas del Bltico, y pocodespus de concluidas la elecciones, sondeos realizados por institutos dependientes de la Academia de Ciencias de la URSS revelaban la conformidadcon estas medidas de no menos de un 77 por 100 de los electores, mientras

    (20) MOSCATI, Giorgio: Op. cit.. pg. 265

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  • MODELOS DE TRANSICIN Y SISTEMAS ELECTORALES

    que slo un 17 por 100 de los funcionarios del Partido y de los Soviets juzgabapositiva su introduccin (21).

    Fuese por el relativo xito de la experiencia, fuese por la obstinacin delpropio Gorbachov en ello, el hecho es que la idea de la reforma electoralacab de tomar cuerpo a lo largo de 1988, convirtindose, tras la XIX Con-ferencia pansovitica del PCUS, en el verano de ese ao, en uno de los msdestacados temas de actualidad. Planteada la necesidad de una reforma cons-titucional, pareca claro que uno de sus puntos fundamentales habra de serla reforma del sistema electoral. Al materializarse sta en diciembre de 1988,en lo que sin duda es el primer gran documento jurdico de la Perestroika,se procedera de inmediato a la redaccin de una Ley Electoral que concretasesus exigencias.

    Hallndose solemnemente proclamado en la Constitucin sin que nadapareciese indicar su fragilidad el principio de que el Partido Comunista erala fuerza dirigente y orientadora de la sociedad sovitica y el ncleo de susistema poltico (art. 6), resultaba inviable pensar en cualquier reforma delsistema electoral que pudiese poner en duda o hacer peligrar la fundamentacinmarxista-leninista del poder sovitico. As, cualesquiera innovaciones que sepretendiese introducir haban forzosamente de dejar inclume ese principio,por lo que tanto la reforma de la Constitucin como la nueva Ley Electoralse tuvieron que encaminar por otras vas. En concreto, stas seran las relativasal secreto del voto, a la posibilidad de que a los comicios concurriesencandidatos independientes nominados por los propios ciudadanos, a la libera-lizacin de la campaa electoral y al establecimiento de las bases para unams autntica relacin representante-representado (22).

    Por lo que respecta al secreto del voto, el art. 52 de la Ley Electoral,amparndose en la nueva redaccin del art. 99 de la Constitucin, establecera

    (21) Sovetskaja Rossija, 11 de octubre de 1987 (Mencionado tanto por WHITE, Stephen, yWIGHTMAN, Gordon: Op. cit., pg. 563, como por MOSCATI, Giorgio: Op. o/ . , pg. 568).

    (22) Tanto las reformas constitucionales como la nueva Ley Electoral seran formalmenteaprobadas el I de diciembre de 1988. Respecto de stas, vanse entre otros: CANINO, Mario, yBF.VILACQUA, Mar: Legge dell'Unione delle Rcpubbliche Socialisti Sovietiche sulle modifica-zione e aggiunte alia Costituzione (Legge fundamntale) de I'URSS, Quaderni Costituzionalevolumen IX, n. 3, pgs. 485 a 508. Bolonia, 1989; GLARD, Patrice: La reforme constitution-nelle sovitique du 1.", dcembre 1988, Revue du Droil Public, nm. 2/1989, pgs. 299 a 343.Pars, 1989, y SCHWEISFURTH, Theodor: Perestrojka durch Staatsrecht. Die crste Etappe dcrReform der politischen Systems der sowjelischen Gescllschaft durch die Verfassungsrevisionvom 1. Dezember 1988, Zeitschrift fr auslndisches ffentliches Recht und Volkerrecht, vol.49, nm. 4, pgs. 711a 744. Heidelberg, 1989. Entre nosotros, vase, asimismo, el completsimotrabajo de GARCIA AI.VAREZ, Manuel (Ed): Las reformas jurdico-polticos en la URSS (1988-1991). Centro de Estudios Constitucionales, 278 pp. Madrid, 1991.

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    la obligatoriedad de que el elector pasase por la cabina de votacin antes deemitir su sufragio, incluso en los casos en los que slo concurriese un candi-dato. Por su parte, el art. 38 haba especificado ya que era factible aunqueno forzoso nominar a un nmero limitado de candidatos para cada escao,habiendo extendido el art. 37 el derecho a proponer candidaturas antesexclusivo del Partido Comunista y sus organizaciones satlite tambin alas asambleas de electores de la circunscripcin, de acuerdo en ambos casoscon lo estipulado en el nuevo art. 100 de la Constitucin (23).

    Respecto de la campaa electoral, la nueva Ley obligaba a los candidatosa formular programas y a presentarlos ante sus electores, reconociendo asimis-mo el derecho de stos a hacer prosetismo a favor o en contra de cualquiercandidato e incluso a organizarse en una suerte de comits de apoyo u oficinaselectorales. Adems, a los candidatos les era reconocida la inmunidad jurdicadesde el momento de su proclamacin como tales, teniendo derecho inclusoa circular gratuitamente en todos los medios pblicos y a no presentarse a sutrabajo hasta el da de las elecciones.

    Por ltimo, resultaba de la mayor importancia la exigencia, concretadaen el art. 11 de la Ley Electoral y en el 96 de la Constitucin, en el sentidode que a los diputados les estaba vetado el desempeo de funciones ejecutivasmientras formasen parte de los rganos representativos que haban de controlarla gestin de stas, siendo tambin significativa la obligatoriedad de que elcandidato viviese o trabajase en el distrito por el cual fuese a presentar sucandidatura y la imposibilidad de desempear simultneamente ms de dosmandatos. En ambos casos, la intencin de lograr una ms autntica relacinrepresentativa quedaba patente.

    Sin embargo, un supuesto previo de ste nuevo sistema electoral iba alimitar poderosamente el potencial transformador de las medidas hasta ahoracomentadas. Nos referimos a las disposiciones contenidas en los arts. 95 y109 de la Constitucin, que la Ley Electoral desarrollara en su art. 18.

    (23) En el sistema hasta entonces vigente el derecho a nominar candidatos, que era otorgadoa las distintas organizaciones sociales de la URSS, resultaba en efecto monopolizado por elPCUS, el cual no slo propona a la mayor parte de los candidatos, sino que adems tenanumerosos mecanismos para vetar o para disuadir a los candidatos hipotticamente molestos.La nueva Ley Electoral establece, por contra, que el derecho de proponer candidatos pertenecetambin a los colectivos de trabajadores, a las organizaciones sociales, a las agrupaciones deelectores de base territorial y a los militares en sus acuartelamientos (art. 100). Las organizacionessociales proponen sus candidatos a travs de sus respectivos rganos, mientras que de verificarsealguna propuesta por alguno de los restantes cauces, se procedera a la convocatoria de unaasamblea de electores de distrito en las que tras la discusin de las candidaturas presentadasquedara proclamado candidato, cualquiera que hubiese recibido el voto favorable de al menosla mitad de los asistentes, siempre que stos hubiesen sido ms de quinientos.

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    Estas disposiciones prevean la eleccin popular y directa de dos terceraspartes de los integrantes del recin creado Congreso de los Diputados delPueblo de la URSS, de acuerdo con los principios antes mencionados y segnel clsico sistema sovitico de distritos uninominales y sufragio mayoritarioa dos vueltas (24), pero prevea asimismo que el tercio restante 750 dipu-tados ms sera elegido en el seno de las organizaciones sociales federalessegn las normas fijadas por la Ley Electoral. En cumplimiento de tal previ-sin, el mencionado art. 18 llevaba a cabo un minucioso reparto, en el queotorgaba un centenar de escaos al Partido Comunista, y otros tantos a lossindicatos soviticos y a las organizaciones cooperativas; 75 a las juventudesdel Partido; otros 75, respectivamente, al Comit de Mujeres Soviticas, alas Organizaciones de Veteranos y a las distintas sociedades cientficas de laURSS, y en ltima instancia otros 150 a repartir entre la ms dispares asocia-ciones cvicas y culturales, que iban desde la Unin de los Arquitectos hastala Fundacin Sovitica para la Paz, pasando por las uniones de artistas deteatro o de coleccionistas de sellos. Como es fcil comprobar, la mayor partede estos escaos iban a acabar en manos de organizaciones bien prximas alPartido Comunista, cuando no en las del propio Partido. Adems, en la medidaen que la redaccin constitucional hablaba claramente de organizaciones so-ciales federales, ninguna de las ya pujantes fuerzas nacionalistas o delas ya innumerables asociaciones informales de oposicin tena cabida ental cupo, por lo que la mencionada exigencia constitucional resultaba ser enrealidad una poderossima limitacin a la representatividad de la Cmara, unaespecie de vlvula de seguridad ante una hipottica victoria de los sectoresms aperturistas.

    Por todo ello, el juicio que hayamos de mantener en torno al nuevo sistemaelectoral resultante de las reformas de 1 de diciembre de 1988 ha de ser unjuicio contradictorio: mientras que los refuerzos al carcter secreto del sufra-gio, la liberalizacin de los procesos de nominacin de los candidatos y lasgarantas para el libre desarrollo de la campaa han de valorarse de formaenormemente positiva, la decisin de integrar un tercio de los puestos delCongreso en funcin de unos muy discutibles criterios corporativos supone

    (24) En el sistema sovitico, a los electores no se les requera para que sealasen o subrayasenel nombre del candidato de su preferencia, sino al contrario para que tachasen el del o loscandidatos que rechazaban. Para resultar electo, el candidato precisaba haber obtenido al menosla mitad ms uno de los votos vlidamente emitidos; de no alcanzar ninguno de los candidatosesta mayora, o de verificarse una participacin al 50 por 100 del censo, proceda la celebracinde una segunda vuelta con los dos candidatos ms votados, requiriendo el vencedor tan slo lasimple mayora de los sufragios. Si de entrada.slo haban concurrido a la eleccin uno o doscandidatos, las elecciones deban repetirse desde el principio, incluso con nuevas nominaciones.

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    un paso atrs en el proceso democratizador abierto y una tara en la legitimidadde los rganos que eventualmente pudieran integrarse de ese modo.

    Pero aun as, esta reforma parcialmente democratizadora del sistema elec-toral sovitico constituira a la postre un primer paso de un proceso democra-tizador mucho ms amplio, que, como antes hemos adelantado, se alimentaraa s mismo en un proceso de progresiva aceleracin. En efecto, su puesta enprctica en las inmediatas elecciones de marzo de 1989 brindara unos resul-tados que, aun sin ser homologables con los de una democracia consolidada,nada tenan que ver con experiencias anteriores. Segn datos de Moscati (25),apenas un 25 por 100 de los 1.500 escaos sometidos a la libre competenciaentre los distintos candidatos fueron pretendidos por uno solo de ellos, mien-tras que el 63 por 100 lo fueron por dos candidatos y casi un 11 por 100 delos escaos conocieron disputas entre tres o ms candidatos, dndose ademsla circunstancia de que en aquellas circunscripciones en las que hubo derepetirse el proceso electoral, ya a mediados de mayo, se verific la concurren-cia de no menos de 1.216 candidatos para 199 puestos una media de 6 porescao lo que sin duda constitua un hecho sin precedentes en ningn pasde la zona. Verificada la eleccin, sta arrojara unos resultados sorprendentes,tanto por las sonadas victorias de varios conocidos disidentes como por lasno menos llamativas derrotas de importantes cuadros del Partido (26). Dehecho, incluso los porcentajes de participacin en algunas repblicas el 71por 100 en Armenia, el 87 por 100 en Rusia y entre el 82 y el 87 por 100en las repblicas blticas daran a los resultados electorales una base decredibilidad que hasta entonces resultaba impensable conceder. Adems, se-gn sealan White y Wightman (27), incluso en el seno de las organizacionessociales que tenan derecho a enviar diputados al Congreso, la eleccin delos mismos no estuvo exenta de polmica, lo cual, si bien no alter la natu-raleza esencialmente corporativa de esa parte de la cmara, s que sirvi almenos para generar en muchas de esas organizaciones interesantes procesosde debate.

    (25) MOSCATI, Giorgio: La elezione sovietiche della primavera 1989, Revista Italiana diScienza Poltica, vol. XX, n " 2, pgs. 325 a 342, Bolonia 1990.

    (26) Una crnica breve pero ilustrativa de estas elecciones puede hallarse en ISAACSON,Walter: A Long, Mighty Struggle, Time, nm. 15/1990 (Nmero especial bajo el ttulo TheNew USSR), pgs. 17 a 25; Nueva York, 1990.

    (27) WHITE, Stephen, y WIGHTMAN, Gordon: Op. cit., pg. 565 a 567. Vase tambin alrespecto: MOTE, Max E.: Electing the USSR Congress of People's Deuties, Problems ofCommunism, vol. 38, nm. 6, pgs. 51 a 56. Washington, D. C , 1989, y WHITE, Stephen:The Election to the USSR Congress of People's Deputies. March 1989, Electoral Sludies,vol. 9, nm. I, pgs. 59 a 66. Oxford, 1990.

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  • MODELOS DE TRANSICIN Y SISTEMAS ELECTORALES

    En suma, partiendo de un sistema electoral slo parcialmente competitivo,en el que por lo dems el pluralismo ideolgico era prcticamente nulo noolvidemos el an inatacable art. 6 de la Constitucin y los partidos polticosimpensables, las elecciones soviticas de la primavera de 1989 supusieron elprimer intento serio de sustituir un modelo de participacin poltica basadoen la aclamacin unnime, irreflexiva y, por tanto, estril de las consignas ydel liderazgo del Partido, por una intervencin ms activa, responsable ycrtica en los asuntos pblicos. Por ello, y en palabras de Moscati (28) staselecciones han demostrado la existencia, hasta hoy tan slo latente, de unaclara voluntad participativa por parte del electorado sovitico. Habituados auna participacin electoral y poltica de tipo ritual y a una consideracindecididamente infravalorativa del momento del voto, los ciudadanos soviticoshan "descubierto" la oportunidad de desarrollar finalmente una funcin pol-tica activa, sea en la fase de seleccin de las candidaturas, sea en el momentodel voto. Adems, la integracin en el Congreso de los Diputados de laURSS de un significativo nmero de parlamentarios independientes, as comode un elevado aunque en aquel momento incalculable porcentaje decomunistas reformadores dotara a este rgano de un pluralismo indito hastaentonces. Es ms: el hecho de que la gran mayora de los diputados hubiesetenido que hacer frente a un electorado desacostumbradamente crtico y activo,y que, por tanto, debiese su escao no a su posicin en el seno del Partido,sino a su capacidad de generar la confianza de sus votantes, jugara un papeldecisivo en los momentos en los que entrase en conflicto el mantenimientode la ortodoxia ideolgica del rgimen con las crecientes aspiraciones delibertad de los ciudadanos de la URSS.

    Respecto del caso sovitico, el proceso democratizador desarrollado enPolonia por esas mismas fechas presenta rasgos a la vez semejantes y diferen-ciadores. Simplificando un tanto los trminos, podra decirse que la va polacay la sovitica presentan semejanzas en cuanto a los mecanismos seguidos,diferencindose tanto por lo que respecta al contexto poltico de partida cuantopor lo que se refiere al resultado, al menos inmediato, del proceso.

    En efecto: igual que haba ocurrido en la Unin Sovitica pocos mesesantes, las elecciones polacas de junio de 1989 se desarrollaron tambin amerced de un sistema electoral slo parcialmente competitivo y en un contextoen el que el pluralismo ideolgico y de partidos se hallaba severamentelimitado. En concreto, las elecciones legislativas polacas de junio de 1989dilucidaron la composicin de un Parlamento integrado por dos Cmaras el

    (28) MOSCATI, Giorgio: Op. cit., pg. 341.

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    Sejm y el Senado en las que slo los escaos de la segunda y un tercio delos de la primera iban a disputarse en unas elecciones enteramente competi-tivas. As, mientras que los cien senadores haban de ser libremente elegidospor el tpico sistema mayoritario a dos vueltas a razn de dos senadores porprovincia o voivoda (con las nicas excepciones de Varsovia y Katowice,que elegan tres), tan slo 161 de los 460 escaos del Sejm podan serlibremente disputados por candidatos no vinculados al todopoderoso PartidoComunista. En concreto, el sistema electoral previsto para la eleccin de losmiembros de la Cmara Baja del Parlamento polaco prevea la existencia deuna serie de circunscripciones integradas cada una de ellas por 2 a 5 escaos,en funcin de su poblacin. En cada circunscripcin, al menos uno de losescaos estaba reservado para aquellos candidatos independientes que hubie-sen logrado recoger de los electores las 3.000 firmas precisas para poder serefectivamente nominados, mientras que los escaos restantes eran repartidoscon carcter previo a la eleccin entre el PZPR el Partido Comunistapolaco, el ZSL y el SD sus aliados tradicionales y un reducido nmerode organizaciones catlicas de orientacin claramente pro-comunista. Ade-ms, al margen los escaos repartidos entre las circunscripciones, la LeyElectoral contemplaba la existencia de una lista nacional de 35 miembrosque habra de integrarse a partir de las personalidades ms destacadas delos partidos mencionados que concurra a las elecciones sin oposicinposible. De ese modo, en el conjunto nacional, resultaba que de los 460escaos del Sejm, 299 el 65 por 100 se hallaban necesariamente reserva-dos para los partidos y organizaciones pro-gubernamentales, mientras queslo el 35 por 100 restante poda ser libremente disputado. Como sealanPelczinski y Kowalski, estas proporciones garantizaban a los comunistas ya sus aliados una confortable mayora en la Cmara Baja, y con ella el controlsobre la composicin del gobierno. Podan asimismo imponerse a los diputa-dos y senadores independientes en la eleccin del presidente, que era votadopor el Sejm y el Senado actuando en sesin conjunta como Asamblea Nacional.Slo en unas pocas cuestiones de relevancia en las que se exiga una mayoracualificada de dos tercios tales como la reforma de la Constitucin o lasuperacin del veto del Senado poda la coalicin comunista encontrarse,en teora, con la oposicin de los parlamentarios independientes (29).

    (29) PFI.CZYNSKI, Zbigniew, y KOWALSKI, Sergiusz: (Elections in Eastern Europe:) Po-land, Electoral Studies, vol. 9, nm. 4, pgs. 347 y 348. Oxford, 1990. Descripciones msexhaustivas de las enmiendas constitucionales introducidas por los acuerdos del 5 de abril puedenhallarse en Kuss, Klaus Joachim: Arbeiten an einer Verfassungsreform in Polen, Der Siaat,vol. 28, nm. 2, pgs. 250 a 256. Berln, 1989, y Die polnische Verfassungsnovelle vom 7

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  • MODELOS DE TRANSICIN Y SISTEMAS ELECTORALES

    El sistema electoral diseado en Polonia presentaba as, respecto delsovitico, diferencias apreciables. Era ms liberal en la medida en queregulaba el proceso de nominacin de candidatos de forma ms laxa, al tiempoque se asentaba en un tmido reconocimiento de las asociaciones polticas ysindicales preexistentes; pero, en cambio, ofreca un margen de competitivi-dad mucho ms estrecho al reservar para las fuerzas pro-comunistas unamayora de los escaos en juego. Salvados esos matices, y entendiendo comosecundarias las diferencias procedimentales, podramos afirmar que, comoocurrira en la URSS, tambin en Polonia el proceso de desmoronamientodel sistema comunista vendra de la mano son palabras de Lewis (30)de unas elecciones parcialmente libres y esencialmente no competitivas.

    El porqu de la rpida evolucin de la situacin poltica polaca, y enconcreto el motivo de que apenas dos meses despus de celebradas las elec-ciones Polonia contase con el primer gobierno no comunista en ms de cua-renta aos, debe buscarse en el contexto poltico en el que se desarroll elmencionado proceso electoral. Un contexto cuyo anlisis supera sin dudanuestras posibilidades, pero que, a diferencia del sovitico, vena caracteriza-do por la preexistencia de un movimiento opositor slido, cohesionado, fuer-temente arraigado entre la poblacin y perfectamente aclimatado a una luchapoltica en condiciones adversas. Slo as cabe explicarse el arrollador triunfoelectoral de Solidarnosc, que sorprendentemente consigui'hacerse con 99 delos 100 escaos del Senado y con la totalidad de los puestos del Sejm ofertadosa la libre competencia (31). Ms todava: slo as es posible explicarse quemientras que en otros pases del entorno nada permita pensar siquiera en unaleve crisis del sistema de poder comunista, en Polonia la oposicin democrticahubiese sido capaz de forzar al gobierno a una negociacin que a la postreacabara fijando las bases jurdicas que conduciran a la primera desaparicinformal de un gobierno comunista en la Europa del Este desde la imposicin

    april 1989, Demokrae und Rechl, nm. 1/90, pgs. 44 a 54. Hamburgo, 1990, y ZIEMER,Klaus: Auf dem Weg zum Systemwandcl in Polen. Vom Runden Tisch zur IV. Republik,Osteuropu, vol. 39, nm. 11-12, pgs. 957 a 980. Stuttgart, 1989.

    (30) LEWIS, Paul: Non Competitive Elections y Regime Change; Poland, 1989, Parlia-mentary Affairs, vol. 43, nm. 1, pgs. 90 a 108. Oxford, 1990.

    (31) Respecto de las elecciones polacas de 1989 vanse, entre otros: BARANY, Zoltan D.,y VINTON, Louisa: Breakthrough to Democracy: Elections in Poland and Hungary, Studies inComparat'tve Communism, vol. XXIII, nm. 2, pgs. 191 a 213. Los Angeles, Ca., 1990, yMACKOW, Jerzy: Polen im Umbruch: die Wahlen 1989. Politischen Hintergrnde, Velauf,Analyse, Zeitschrift fr Parlamentsfragen, vol. 20, nm. 4, pgs. 561 a 580. Opladen, 1989Vanse tambin los trabajos ya citados de Pelczynski y Kowalski as como el de Lewis.

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    del estalinismo tras la II Guerra Mundial (32). Al margen de ello, pareceindudable la similitud entre el modelo aperturista sovitico y el polaco, todavez que en ambos casos nos hallamos ante un intento similar de encauzardesde arriba el incipiente pluralismo ideolgico perceptible en la sociedaddentro de los estrechos lmites de la ortodoxia poltica del marxismo-leninis-mo, por medio de un sistema electoral fuertemente limitativo aunque nodestructor de tal fenmeno.

    I V . FUNDAMENTOS CONSTITUCIONALESPARA UNOS SISTEMAS ELECTORALES ENTERAMENTE LIBRES

    Los acontecimientos verificados en Polonia y en la URSS en los primerosmeses de 1989, y en particular el tremendo impacto que sobre la opininpblica mundial tuvo la eleccin el 24 de agosto de 1989 de Tadeusz Mazo-wiecki como nuevo jefe del Gobierno polaco, aceleraran de forma imprede-cible los procesos de cambio que ya haban comenzado a fraguarse en variosde los pases de la zona particularmente Hungra propiciando la aparicinde movimientos de idntico signo hasta en los pases en donde, como enBulgaria, Checoslovaquia o la RDA, ms slido pareca el poder comunistay ms eficaz su aparato represivo. Tales procesos acabaran tarde o tempranodesembocando en convocatorias electorales, las cuales daran inmediatamente'paso a la formacin de gobiernos ya abiertamente democrticos y, por tanto,rupturistas con el modelo poltico precedente.

    A mi modo de ver, esta largusima serie de procesos electorales (33) quese desarrollaron en los escasos trece meses que median entre las elecciones

    (32) LEWIS, Paul: Op. cit., pg. 90. Los acuerdos entre el gobierno polaco y Solidaridadfirmados (ras las negociaciones de febrero y marzo de 1989 pueden hallarse recogidos en COMITATODE SOLIDARIET CON IL SlNDACATO LIBERO INDEPENDIENTE SoLIDARNOSC: AcCOrdi della TavolaRotonda, Revista di Studi Politici Internazionali, vol. LVI, nm. 2, pgs. 269 a 298. Florencia,1990. Una ms detallada exposicin del rumbo de la transicin polaca hacia la democracia sehalla en IWANEK, Jan: Las transformaciones del sistema poltico de Polonia, Revista del Centrode Estudios Constitucionales, nm. 5, pgs. 103 a 125, Madrid, 1990.

    (33) Estoy haciendo referencia, fundamentalmente, a las elecciones parlamentarias celebra-das el 18 de marzo de 1990 en la RDA, el 25 de marzo y el 4 de abril en Hungra, el 20 demayo en Rumania, el 8 y el 9 de junio en Checoslovaquia, el 10 y 17 de junio y, finalmente,el 31 de marzo de 1991 en Albania. Tomar en consideracin las elecciones a los rganosrepresentativos de las repblicas celebradas en la URSS entre enero y noviembre de 1990, y lasconsultas verificadas en las repblicas de la extinta Yugoslavia entre marzo y diciembre de esemismo ao, as como las elecciones locales celebradas en unos y otros lugares hara con todaseguridad interminable el presente estudio, sin que ello nos fuese a conducir a conclusiones

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    lituanas febrero de 1990 y las albanesas marzo de 1991 presentanrasgos claramente diferenciadores con respecto de los verificados con anterio-ridad en la URSS y Polonia. Pero, del mismo modo, presentan las suficientesparticularidades como para desaconsejar un tratamiento uniforme de los mis-mos, toda vez que las diferentes vas hacia la democracia seguidas por losreferidos pases acabaran marcando decisivamente el sentido, e incluso elvalor, de las consultas electorales celebradas.

    El motivo ms fundamental para establecer esa diferenciacin debe buscar-se en el hecho trascendental de la derogacin en todos los pases de referenciade las disposiciones constitucionales garantizadoras del monopolio polticodel Partido Comunista y, por tanto, de la admisin tcita o expresa delfenmeno del pluralismo poltico, inmediatamente desarrollado por las consi-guientes leyes de partidos polticos.

    El primer pas en adoptar tales medidas sera Hungra. All, el procesode descomposicin del rgimen marxista haba comenzado haca ya tiempo,con la cada en mayo de 1988 de Jnos Kdr y la posterior ruptura en elseno del Partido Comunista hngaro el MSzMP que acabara autodisol-vindose a comienzos de octubre de 1989, al tiempo que sobre sus restos ysobre su patrimonio intentaban establecerse dos nuevas fuerzas de cortesocialista. De hecho, desde junio de 1989 las fuerzas de la oposicin venanmanteniendo con el gobierno una serie de negociaciones de las que, como enel caso polaco, habra de derivarse una reforma poltica en profundidad y laconvocatoria de unas elecciones suficientemente libres (34) Tal proceso ne-gociador acabara por concretarse a mediados de octubre de ese ao con laaprobacin por el Parlamento hngaro el mismo que haba sido elegido en1985 de una forma desacostumbradamente competitiva de la Ley XXXV1989, de 18 de octubre, modificativa de la Constitucin. En tal documentose procedera a la supresin, por primera vez en un pas de los pertenecientesal bloque socialista, de la afirmacin de que el Partido Comunista era el guaideolgico de la sociedad, afirmndose en su lugar que a todos los ciudadanosles era reconocido el derecho a integrarse en partidos polticos para contribuirpor medio de ellos a la formacin de la voluntad popular (art. 3). Adems,el mismo precepto constitucional sealara con rotundidad que a ninguna

    sustancialmente distintas de las que se van a enunciar. Dichos procesos electorales, que no handejado de ser atentamente observados, quedarn, pues, en un segundo plano. Una apretadadescripcin de todos ellos podr hallarse prximamente en FLORES JUBERIAS, Carlos: 1990: Aode elecciones en la URSS y la Europa del Este, Revista de Derecho Poltico, nm. 35, Madrid,1992.

    (34) Vase BRUSZT, Lszl: 1989, The Negotiated Revolution in Hungary, Social Resear-ch, vol. 57, nm. 2, pgs. 365 a 389. Nueva York, 1990.

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    fuerza poltica le estara permitido en el futuro ejercitar directamente poderalguno ni dirigir rgano alguno del Estado, afirmndose en el art. 2 que elpoder resida en el pueblo, el cual procedera a ejecerlo bien directamente,bien por medio de sus representantes, con lo que implcitamente se estabaponiendo fin a la tradicional confusin entre Estado y Partido, tan caracters-tica de los regmenes marxistas (35). En un sentido similar, la Ley XI/1989,modificativa de algunos aspectos puntuales del sistema electoral hngaro, yahaba procedido a derogar la clusula por virtud de la cual todos los diputadoselectos incluso los independientes venan obligados a afirmar su adhesinal programa poltico del Frente Popular Patritico, lo que era tanto comoproclamar la completa libertad de la Cmara para discutir y decidir de acuerdocon sus propios criterios polticos. La Ley de 19 de octubre de 1989, sobrefuncionamiento y gestin de los partidos polticos, desarrollara ampliamentelas disposiciones, ms restrictivas, de la Ley de Asociaciones, de 24 de enerode ese mismo ao, haciendo especial hincapi en los aspectos financieros dela cuestin con la pretensin en buena parte satisfecha de evitar la utili-zacin por parte del nuevo Partido Socialista Hngaro del inmenso patrimoniode su antecesor comunista. Por ltimo, la Ley XXXIV/1989, de 20 de octubre,establecera las bases del nuevo sistema electoral, con lo que sin duda queda-ban establecidos los elementos necesarios para la celebracin de una consultaelectoral autnticamente competitiva y suficientemente libre.

    La decisin de abolir del rol dirigente del Partido Comunista sera adoptadade inmediato en la mayor parte de los pases de la zona, que por esas mismasfechas ya se hallaban en plena efervescencia poltica.

    En la antigua RDA, el proceso de descomposicin del rgimen se abrirael 18 de octubre de 1989, cuando Erich Honecker, forzado por la situacinlmite provocada por el masivo e imparable xodo de alemanes orientaleshacia la Repblica Federal, se viese obligado a abandonar sus funciones comojefe del Estado y secretario general del Partido. Le sucedera en ambos cargosEgon Krenz, que bien pronto hara patente su incapacidad, tanto para detenerlas protestas como para satisfacerlas. La apertura de las fronteras interalemanas

    (35) Sobre estas enmiendas constitucionales, vase BOZKI, Andrs: Political Transitionand Constitutional Change in Hungary, Sdosteuropa, nm. 9/90, pgs. 538 a 549. Munich,1990; LIPSCHITZ, Giorgio: L'Ungheria dalla legalit socialista alio stato di diritto, RivisiaItaliana di Dihito Pubblico, nm. 2/90, pgs. 563 a 586. Miln, 1990; SZABO, Tibor: DalloStato-partito al parlamento pluripartico. A proposito della svolta poltica in Ungheria, // Polticovol. LV, nm. 3, pgs. 515 a 526. Pava, 1990, y ZLINSZKY, Jnos, y NMETH, Agnes: Carac-tersticas generales de la nueva Constitucin hngara y del primer ao de funcionamiento delTribunal Constitucional, Revista del Centro de Estudios Constitucionales, nm. 9, pgs. 251a 264. Madrid, 1991.

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    en la histrica noche del 9 de noviembre, junto con el inicio de los trabajospara la demolicin del muro de Berln, lejos de solventar el problema cons-tituira la prueba ms concluyeme de que la reunificacin alemana era viablee, incluso, poda hallarse cercana. La decisin de convocar elecciones parla-mentarias, as como la de celebrarlas en marzo y no en mayo, como en unprincipio se previo, no obedeca sino a la necesidad de contar cuanto antescon negociadores representativos que conviniesen una reunificacin en condi-ciones aceptables. Las bases jurdicas para que stas tuviesen lugar en unascondiciones de libertad e igualdad, al menos equiparables con las ya tradicio-nales en la otra Alemania, comenzaran a trazarse cuando el 1 de diciembrede 1989, das despus de formado el primer Gobierno Modrow, se procediesea la supresin de las disposiciones por las que se reconoca al Partido Comu-nista alemn el SED un papel dirigente en el seno de la sociedad. Contodo, las disposiciones de ms relevancia apareceran en febrero de 1990,inmediatamente despus de formalizada la entrada en el Gobierno Modrowde una amplia representacin de las fuerzas polticas opositoras. Durante esemes, y en un breve intervalo de tiempo, la Volkskammer procedera a aprobarun acuerdo en torno a la libertad ideolgica, de informacin y de expresin,a reformar nuevamente la Constitucin y a aprobar tanto la Ley Electoralcomo la de Partidos Polticos y la de Coaliciones Electorales (36).

    El proceso de cambio en Bulgaria tampoco tardara en desencadenarse,y arrancara, como en el caso hngaro, con la sustitucin del mximo respon-sable del Rgimen el conservador Jivkov por Petar Mladenov, un comu-nista reformador ms capaz a priori de contentar a los sectores ms reformistasde la sociedad sin para ello alterar los privilegios de la Nomenklatura. Elascenso al poder de Mladenov no sera, por tanto, un triunfo de la oposicinque entonces apenas si exista, sino ms bien una maniobra preventiva.del Rgimen planeada desde dentro del Partido y ejecutada con el beneplcitode las Fuerzas Armadas. Ello explica que el proceso de democratizacinblgaro se desarrollase con extrema lentitud e incluso con falta de decisin,segn un modelo claramente ms cercano al hngaro que al alemn, al checoo al rumano. As, el nuevo gobierno blgaro tardara prcticamente un mesen plantear la conveniencia de celebrar elecciones libres y ms de dos mesesen realizar una reforma constitucional que aboliese la privilegiada posicindel Partido Comunista y reconociese la existencia de grupos opositores. Comoen otros lugares, tambin aqu tuvieron lugar negociaciones entre gobierno y

    (36) Una dea general de la evolucin poltica en Alemania durante esos meses puedehallarse en OLDEMBURG, Fred S.: The October Revolution in the GDR. System, History andCauses, Eastern European Economics, vol. 29, nm. 2, pgs. 55 a 77. Anmonk, NY, 1991.

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    oposicin para la concrecin de las reglas que haban de regir los procesosde cambio en curso. Pero a diferencia de lo sucedido en otros pases, losacuerdos firmados el 30 de marzo de 1990 entre el gobierno y la oposicinblgara no constituyeron un triunfo de sta sobre aqul, sino ms bien uncalculado compromiso entre dos fuerzas de potencia pareja que no habantenido ms alternativa que ceder mutuamente en sus puntos de vista. Talesacuerdos, que se concretaban en una amplia Reforma Constitucional, una LeyElectoral y una Ley de Partidos Polticos, sera ratificados sin objeciones el3 de abril por una Asamblea Nacional que, como en tantos otros casos, habadecidido ponerse del lado de los reformistas (37). La transicin poltica bl-gara, gradual y pactada, se asentara as sobre una consulta electoral cuyamecnica resultaba ser el fruto del acuerdo entre las fuerzas del viejo Rgimeny las del nuevo. Cosa que no dejara de sentirse en los meses sucesivos,afectando de modo relevante a la democraticidad de las elecciones blgarasdel 10 y el 17 de junio de 1990.

    La supresin del rol dirigente del Partido Comunista sera adoptada enChecoslovaquia el 29 de noviembre, apenas cinco das despus de la dimisinde Milos Jakes y la totalidad del Politbur del Partido y a menos de dossemanas del inopinado comienzo de las movilizaciones emprendidas por losgrupos de la oposicin. La reforma constitucional checoslovaca contemplaraasimismo la desaparicin del Frente Nacional la agrupacin formada porel Partido Comunista y sus fuerzas aliadas y la supresin de la obligatoriedadde la enseanza del marxismo-leninismo. Apenas unos das ms tarde, MarianCaifa formara un gobierno de unidad nacional en el que por primera vezparticiparan los grupos de la oposicin en un estudiado equilibrio de fuerzas.Dubcek sera elegido presidente de la Asamblea Federal el 28 de diciembre,y al da siguiente el lder opositor Vclav Havel sera investido como mximomandatario de la Repblica coronndose as, simblicamente, un proceso detransicin que apenas haba durado un mes y medio. El desalojo del PartidoComunista de los centros de poder se verificara tambin en las Cmaraslegislativas, en donde un significativo nmero de diputados se vera expulsadode la Cmara o persuadido de abandonarla, de modo que, como indica Mar-tin (38), a mediados de febrero de 1990 slo 138 de los 350 diputados de la

    (37) Vase, entre otros, BREY, Thomas: Das Ende der Ara Shiwkow in Bulgarien. EinSituationbericht zum machtwechsel n Sofa, Osteuropa, vol. 40, nm. 3, pgs. 248 a 254,Stuttgart, 1990.

    (38) MARTIN, Peter: New Challenges fortheCzechoslovakCommunistParty, RFEReponon Eastern Europe, nm. 1/18, pgs. 9 a 14. Munich, 1990. Vase sobre este particular: PEHE,Jiri: Federal Assembly Clears Way for Further Democratic Changes, RFE Repon on EasiernEurope, nm. 1/6, pgs. 12 a 15. Munich, 1990.

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    Asamblea Federal eran miembros del Partido, verificndose porcentajes simi-lares tanto en el Consejo Nacional Checo como en el Eslovaco. Aun as, lasnegociaciones polticas entre el Partido Comunista y las principales fuerzasde la oposicin seguiran su rumbo aunque con un evidente cambio en lospapeles, alcanzndose a mediados de enero de 1990 un acuerdo respectodel momento y del procedimiento por el que se convocaran las primeraselecciones libres en cuarenta aos. Tras haber aprobado una nueva Ley dePartidos Polticos el 23 de enero, una Asamblea Federal profundamente reno-vada procedera a aprobar, el 27 de febrero, una nueva Ley Electoral irrepro-chablemente democrtica. Con ella Checoslovaquia se convertira, en palabrasde Wightman, en el primer pas de la Europa del Este en el que la organi-zacin de unas elecciones parlamentarias libres y competitivas sera supervi-sada no por el Partido Comunista en el gobierno, sino por sus opositores (39).

    En Rumania, la transicin hacia el pluralismo tendra vertientes mssombras que en los dems pases de su entorno. Como indica Gallagher (40),el sistema comunista haba marcado su impronta sobre la sociedad, susinstituciones y sus individuos ms radicalmente que en ningn otro Estadocomunista del este de Europa, excepcin hecha de Albania. Por ello, conclui-r, a diferencia de lo ocurrido en otros pases del Pacto de Varsovia, Rumaniano experiment un largo perodo de incubacin poltica durante el cual impor-tantes sectores de la sociedad pudieran desarrollar alternativas positivas alrgimen preexistente o experimentar hasta qu punto tolerara ste la disiden-cia. Rumania careca de memoria colectiva respecto de perodos democrticosanteriores, as como de una tradicin de disidencia intelectual semejante a lasostenida en Checoslovaquia por los activistas de Carta 77; no haba equiva-lentes que pudiesen tomarse como ejemplo de las revueltas populares quehaban hecho tambalearse al modelo comunista en Polonia o Hungra; faltabaevidentemente una Iglesia de resistencia cuya autoridad pudiese rivalizar conla del Partido; el contacto con el extranjero y el acceso a las emisionesradiotelevisivas occidentales, que tanta importancia haban tenido en el desen-cadenamiento de la revuelta germano-oriental, se hallaba reducido a unapequea rea del pas; incluso la protesta ecologista, que haba llegado aaflorar en la estricta Bulgaria, se hallaba ausente a pesar de la catstrofeecolgica producida en el empeo por lograr la autosuficiencia industrial.Ello proporcionara a la revolucin rumana un aspecto engaoso, toda vez

    (39) WIGHTMAN, Gordon: The Collapse of the Communist Rule in Czechoslovakia andthe june 1990 Elections, Partiamentary Affairs, vol. 44, nm. 1, pg. 99. Oxford, 1991.

    (40) GALLAGHER, Tom: Romana: The Disputed Eleclion of 1990, Parliamentary Affairs,vol. 44, nm. 1, pgs. 79 y 80. Oxford, 1991.

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    que, si bien se haba decapitado al anterior aparato de poder, no se habaverificado en l una completa depuracin que permitiese hablar de unas nuevasestructuras de poder netamente democrticas. El FSN, su origen, su compo-sicin y su ejecutoria, constitua el mejor ejemplo de ello, puesto que tantosus lderes como sus mtodos de accin parecan influidos son tambinpalabras de Gallagher, ms que por el ejemplo de los otros pases en vasde democratizacin del Pacto de Varsovia o por el modelo de los pases dela Europa occidental, por los indeseables precedentes de las etapas comunistay no comunista de la historia poltica nacional. Con todo, el reconocimientoformal del pluripartidismo se verificara a los pocos das de la cada deCeausescu, y tras unos breves forcejeos entre los comunistas reformistas delFSN y las fuerzas apenas organizadas de la oposicin campesina y liberal, el1 de febrero se formara el Consejo Provisional de Unidad Nacional, unasuerte de Parlamento provisional integrado por representantes de todos lospartidos existentes y por personalidades de la vida social y cultural rumanas.Sera bajo el control de esta Cmara, ampliamente dominada por el FSN,cuando se concretara el modo y el momento de las elecciones parlamentariasy presidenciales del 20 de mayo de 1990.

    Todo este proceso generalizado de desmantelamiento del sistema marxistay de transformacin, desmembracin o incluso desaparicin de los PartidosComunistas, que como se ha dicho era en buena medida fruto de los aconte-cimientos acaecidos en Polonia y en la Unin Sovitica durante los primerosmeses de 1989, no tardara en repercutir inversamente sobre estos pases. Deeste modo, la incipiente liberalizacin, bajo cuyo amparo se haban celebradolas consultas electorales de la primavera de 1989, se transformara en unademocratizacin imperfecta, pero de posibilidades mucho ms amplias. Talsituacin se verificara en Polonia a partir de dos hechos de especial relevancia.De una parte, la reforma constitucional de 28 de diciembre de 1989 prc-ticamente simultnea a las verificadas en los dems pases de la zona quesupondra la derogacin de las disposiciones constitucionales sancionadorasdel papel dirigente en la sociedad polaca del PZPR, papel que la realidadhaca tiempo que se haba encargado de desmentir, al tiempo que suprimirade la denominacin oficial de la Repblica de Polonia los adjetivos de popu-lar y socialista. De otra parte, el XI Congreso del PZPR, celebrado losdas 27 y 28 de enero de 1990, que supondra la prctica desaparicin delcomunismo polaco tal y como se haba venido configurando. El Congreso sesaldara con la escisin del Partido en una faccin reformista y otra conserva-dora, las cuales, al trasladar al Sejm sus diferencias acabaran de hecho conel monolitismo poltico que la Ley Electoral haba intentado artificialmenteimponer. Si a este dato le sumsemos el del progresivo deslizamiento de los

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    parlamentarios de las asociaciones catlicas y de los partidos democrtico yagrario los antiguos aliados del Partido Comunista hacia posiciones cadavez ms independientes, y la paulatina quiebra de la unidad interna en el senode los grupos parlamentarios de Solidaridad, el panorama nos situara anteun Parlamento que, si bien estaba lejos de ser perfectamente representativo,tampoco recordaba en nada el viejo patrn de las dciles asambleas comunis-tas. Aunque viciado en su origen por un sistema electoral slo parcialmentecompetitivo, el Parlamento polaco acabara situndose en una posicin muydistinta de la inicialmente prevista para l y acabara convirtindose en unverdadero foro de debate.

    El proceso de separacin entre las estructuras del Partido nico y las delEstado revestira en la URSS caractersticas especiales que lo haran mslento, ms trabajoso y ms complejo. El porqu debemos buscarlo en unalarga serie de motivos, entre los cuales podra destacarse la ms larga y slidatradicin comunista de la URSS en donde la implantacin del socialismode Estado fue fruto de una revolucin y no de la invasin de una potenciaextranjera, la misma complejidad nacional de la propia Unin Sovitica,la enorme magnitud humana y material amparada bajo las siglas del PCUSy la considerable fuerza de los sectores conservadores del mismo. Todo elloexplica sin duda que la URSS fuese, si exceptuamos Albania, el ltimo pasde la zona en abolir el monopolio poltico del Partido Comunista, por msque hubiese sido el primero en demostrar su irrealidad. Tal medida se llevaraa cabo en la primavera de 1990, cuando por medio de la Reforma Constitu-cional de 14 de marzo de 1990 se procediese a sustituir en la redaccin delart. 6 de la Constitucin la proclamacin de que el PCUS era la fuerzadirigente y orientadora de la sociedad sovitica y el ncleo de su sistemapoltico por la de que el Partido Comunista de la Unin Sovitica, losdems partidos, as como las organizaciones sindicales, las organizacionesjuveniles, las dems organizaciones sociales y los movimientos de masa,participan por medio de sus representantes electos en los Soviets de losdiputados del pueblo y bajo otras formas en la gestin del Estado y de lasdems tafeas sociales. A esta fundamental afirmacin, que otorgaba al Par-tido Comunista un protagonismo evidente, pero ya no exclusivo, habra queaadir las de los artculos 51 y 7, que reconocan, respectivamente, el derechode los ciudadanos a unirse a los partidos polticos y a las organizacionessociales y a participar en los movimentos de masas, y el deber de stos deactuar en el marco de la Constitucin y de las leyes soviticas. Con estasreformas quedaba tericamente libre el camino hacia el pluralismo polticoy, por tanto, hacia la democratizacin plena de las instituciones soviticas,y ello an ms si hubiese de tenerse en cuenta la paralela modificacin

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    constitucional relativa a la creacin de la Presidencia de la URSS. La concen-tracin de poderes en este rgano, que converta a la URSS de hecho en unrgimen semipresidencialista, supona un duro golpe para el PCUS, puessustraa de los rganos ms susceptibles de caer bajo su control una largaserie de facultades, acentuando ms an la ya proclamada separacin entrePartido y Estado. Sin embargo, la tardanza en aprobar una Ley de PartidosPolticos que se demorara hasta la Ley de Uniones Sociales de 9 de octubrede 1990, junto con la resistencia de los sectores ms conservadores delPCUS a renunciar a sus privilegios y la lgica inercia provocada por dcadasde monolitismo ideolgico, haran ms bien ilusoria tal proclamacin, la cualslo presentara perfiles crebles durante el ao 1990 en algunas de las rep-blicas ms occidentalizadas de la URSS (41).

    V . LA CUESTIN DE LA DEMOCRATICIDAD EN LOS PROCESOS ELECTORALESDEL ESTE DE EUROPA

    De lo dicho creo que puede concluirse que, con la sola excepcin deAlbania y de algunas de las repblicas de Yugoslavia, todos los pases de laEuropa del Este haban procedido, ya a comienzos de la primavera de 1990,a modificar sus textos constitucionales, introduciendo en ellos disposicionessancionadoras del pluralismo poltico y poniendo fin as a la situacin deprivilegio de monopolio, ms exactamente que hasta entonces habanvenido disfrutando los Partidos Comunistas. Adems, varios de ellos habanprocedido por esas mismas fechas a la aprobacin de las oportunas leyes departidos polticos, mediante las que quedaba garantizada la igualdad tericade oportunidades entre las distintas fuerzas polticas que pudiesen aparecer.En la mayora de los casos, incluso las instituciones de gobierno haban sidoprovisionalmente ocupadas por miembos de los grupos de oposicin, o cuandomenos eran compartidas entre stos y los representantes de los sectores ms

    (41) Sobre el incipiente pluralismo poltico en la URSS, vanse, entre otros, BAST, Stepha-nie: Die neuen sowjetischen Parteien und Gruppierungen ein systematischer berblick Zeils-chriftfr Parlamentsfragen, nm. 1/91 (marzo 1991), pgs. 89 a 110. Opladen, 1991, y CHIESA,Giulietto: Transizioni alia democrazia. La nascita delle forze polinche all'URSS, Lucarini,179 pgs. Roma, 1990. Vanse tambin, sobre el forzoso cambio de posicin del PCUS en elsistema sovitico, HILL, Ronald J.: The CPSU. From Monolith to Pluralism?, Soviet Studies,vol. 43, nm. 2, pgs. 217 a 236. Glasgow, 1991; WHITE, Stephcn: Rethinking the CPSU,Soviet Studies, vol 43, nm. 3, pgs. 405 a 428. Glasglow, 1991, y ZIEMER, Klaus: Zur Erosin desHerrschaftsmonopol der KPdSU, Osteuropa, vol. 40, nm. 6, pgs. 535 a 547. Stuttgart, 1990.

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    reformistas del rgimen anterior en un equilibrio harto inestable. Deberamospor ello concluir que las elecciones a las que nos estamos refiriendo fueron,a diferencia de las polacas o las soviticas, unas elecciones enteramente libresy competitivas?

    A mi modo de ver, interrogantes de ese tipo no pueden ser respondidossin matizaciones. Ciertamente, las transformaciones polticas a las que acaba-mos de hacer referencia supusieron una renovacin radical del contexto pol-tico en el que se desarrollaran las consultas electorales en cuestin. Porprimera vez la disputa electoral se mantendra entre opciones polticas autn-ticamente diferentes, partidarias cada una de ellas de soluciones distintas paralos problemas planteados y susceptibles todas ellas al menos a priori dealcanzar efectivamente el poder mediante la victoria electoral. En ese sentido,pues, cabe afirmar que al menos nos hallamos ante elecciones enteramentecompetitivas, debiendo tan slo exceptuar de esta condicin los comicioscelebrados en aquellos territorios de la URSS que eligieron sus parlamentosrepublicanos con anterioridad a la supresin en sus textos constitucionales delas disposiciones sancionadoras del rol dirigente del PCUS, o aquellos quecomo Bielorrusia y Kazajhstn, aun habindolo hecho despus, conser-varon en su normativa electoral algunas disposiciones de tipo corporativista.Los datos que respecto de estos comicios brindan autores como Slider (42)son a mi juicio significativos. As, mientras en las elecciones rusas o ucrania-nas el promedio de candidaturas para cada escao se situara por encima delas seis, y ms del 97 por 100 de los escaos resultara pretendido por msde un candidato, en las repblicas asiticas de Uzbekistn y Kirguizia, un 35y un 25 por 100 de los escaos, respectivamente, se adjudicaran sin compe-tencia alguna, situndose en poco ms de dos el promedio de candidatos porcada puesto. La competitividad de estos ltimos comicios se asemejaba asms a la de unas elecciones aclamatorias que a la de unas elecciones plenamen-te democrticas.

    Ms compleja es todava la respuesta al segundo de los extremos delinterrogante; toda vez que si la competitividad de unos comicios es ms omenos mensurable, la libertad con la que en ellos pudieron participar electoresy candidatos es una magnitud de imposible cuantificacin.

    Parece, no obstante, que el consenso es prcticamente unnime a la horade calificar como sobradamente libres y limpias -free andfair las eleccio-nes celebradas en la antigua RDA, Hungra y Checoslovaquia.

    (42) SLIDER, Darrell: (Eleclions n Eastem Europe:) The Soviet Union, Electoral Studies,vol. 9, nm. 4, pg. 299. Oxford, 1990.

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    Por lo que se refiere a Alemania, autores como Gibowski, Thaysen oCrilds (43) no dudan en referirse a los comicios del 18 de marzo de 199