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MI NOVIA ES LA MÁS BONITA —¡Estoy harta de ti!, ¡harta me tienes!... ¡vete a pedir por las calles, que es lo único que sabes hacer!... menuda cruz me ha caído contigo, anda y vete a cagar, que sólo sabes que pedir dinero... ¿quién me iba a decir a mí que me iba a tocar un hijo así?... con 35 años y mírate: ¡un inútil, eso es lo que eres!... ¡no puedo más!. —Me voy a la calle. —¡Eso vete, vete a pedir por ahí, que es lo único que sabes hacer!... ver la tele y juntarte con los borrachos y pedir para fumar... ¡vete y no vuelvas! —Me iré cuando papá me dé lo que me debe... tres millones, me debe... —Sí, claro, tres millones dice, el condenado... ¡mil!... ¡mil millones, si te parece!... ¡y no te acerques tanto a la gente cuando hables, que hueles mal!... ¡ve y lávate la boca, hombre, que apestas! Doy un portazo y salgo de casa cantando. Me gusta Antonio Molina, aunque lo que más me gusta es cantar canciones de amor inventadas. Mi madre siempre tiene la radio puesta. Canto cuando estoy contento y cuando no quiero escucharla a ella: la bruja. En el portal, me encuentro con la vecina y le pido un cigarro. No fuma, dice. Le pido 5 céntimos para un chicle. Ella no me los da, no lleva dinero encima, dice. Pero me da un chicle, eso sí que tiene. Nos paramos en el rellano y ella saca el chicle del bolso. Huele bien. El parque está lleno de yonquis y de borrachos. Viven ahí. A veces me dan cigarros. No se burlan de mí ni me miran mal. Hay una mujer mayor que se llama Mercedes y siempre tiene los labios pintados. Una vez me enseñó el coño detrás de los arbustos. No tenía pelos. Tenía muy pocos. Me dijo que podía follármela, pero yo no me la follé porque olía mal y estaba borracha y era vieja. Además, yo no he follado nunca y nunca he tenido novia porque soy tonto, no estoy bien de la cabeza y padezco de los nervios. Por eso no tengo trabajo. Y por eso mi madre está harta. Mi vecina vive sola, pero el año pasado vino un chico y se quedó a dormir varios días y yo la escuché follar. Ella gritaba y sus gritos me llegaron a través del patio de luces. A veces le pregunto cosas y ella siempre me contesta. Un día le pregunté a qué se dedicaba y ella me dijo que era maestra. A mí no me gusta mi vecina, pero a ella sí me la follaría, porque no es vieja y es amable y porque huele bien. Las chicas gritan cuando follan, gritan como si estuvieran llorando o les doliera. Yo no he follado nunca, pero lo sé porque lo he visto en la tele. Me gusta mucho ver la tele. Me gusta La ruleta de la suerte y Quiero cantar, que es un concurso donde los niños cantan. Los niños no tienen pelos ahí abajo. Y por las noches, muy tarde, hay unos canales donde hacen películas porno. Por eso sé lo de los gritos de las chicas. Y sé que no les duele, que sólo parece que les duela, pero no: les gusta. A veces las actrices de las películas porno no tienen pelos en el coño, pero no como Mercedes, sino de otra manera. Cuando veo esas películas me toco. No habré follado y seré tonto, pero hacerme pajas sí sé. Las chicas gritan y yo imagino que están en mi cuarto. Yo huelo bien y soy guapo y no soy tonto y las chicas están en mi cuarto y quieren chupármela y enseñarme el coño y follar conmigo. Cuando me toco, a veces, pienso en mi vecina. Mi vecina no me mira mal, no se asusta cuando me ve, como las demás. El día que vomité en la escalera, la vi asomada a la barandilla cuando salí a limpiar con el mocho, pero no me dijo nada

mi novia es la más bonita

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Page 1: mi novia es la más bonita

MI NOVIA ES LA MÁS BONITA  —¡Estoy harta de ti!, ¡harta me tienes!... ¡vete a pedir por las calles, que es lo único que sabes hacer!... menuda cruz me ha caído contigo, anda y vete a cagar, que sólo sabes que pedir dinero... ¿quién me iba a decir a mí que me iba a tocar un hijo así?... con 35 años y mírate: ¡un inútil, eso es lo que eres!... ¡no puedo más!. —Me voy a la calle. —¡Eso vete,  vete a pedir por ahí, que es  lo único que  sabes hacer!...  ver  la  tele y juntarte con los borrachos y pedir para fumar... ¡vete y no vuelvas! —Me iré cuando papá me dé lo que me debe... tres millones, me debe... —Sí, claro, tres millones dice, el condenado... ¡mil!... ¡mil millones, si te parece!... ¡y no  te  acerques  tanto  a  la  gente  cuando  hables,  que  hueles mal!...  ¡ve  y  lávate  la boca, hombre, que apestas!  

Doy un portazo y salgo de casa cantando. Me gusta Antonio Molina, aunque lo que más me gusta es cantar canciones de amor  inventadas. Mi madre siempre tiene la radio puesta. Canto cuando estoy contento y cuando no quiero escucharla a ella: la bruja. En el portal, me encuentro con la vecina y le pido un cigarro. No fuma, dice. Le pido 5 céntimos para un chicle. Ella no me los da, no lleva dinero encima, dice. Pero me da un chicle, eso sí que tiene. Nos paramos en el rellano y ella saca el chicle del bolso. Huele bien.  

El parque está lleno de yonquis y de borrachos. Viven ahí. A veces me dan cigarros. No se burlan de mí ni me miran mal. Hay una mujer mayor que se llama Mercedes y siempre tiene los labios pintados. Una vez me enseñó el coño detrás de los arbustos. No tenía pelos. Tenía muy pocos. Me dijo que podía follármela, pero yo no me la follé porque olía mal y estaba borracha y era vieja. Además, yo no he follado nunca y nunca he tenido novia porque soy tonto, no estoy bien de la cabeza y padezco de los nervios. Por eso no tengo trabajo. Y por eso mi madre está harta.  

Mi vecina vive sola, pero el año pasado vino un chico y se quedó a dormir varios días y yo la escuché follar. Ella gritaba y sus gritos me llegaron a través del patio  de  luces.  A  veces  le  pregunto  cosas  y  ella  siempre me  contesta.  Un  día  le pregunté a qué se dedicaba y ella me dijo que era maestra. A mí no me gusta mi vecina, pero a ella sí me la follaría, porque no es vieja y es amable y porque huele bien.  Las  chicas  gritan  cuando  follan,  gritan  como  si  estuvieran  llorando  o  les doliera. Yo no he follado nunca, pero lo sé porque lo he visto en la tele. Me gusta mucho  ver  la  tele.  Me  gusta  La  ruleta  de  la  suerte  y  Quiero  cantar,  que  es  un concurso  donde  los  niños  cantan.  Los  niños  no  tienen  pelos  ahí  abajo.  Y  por  las noches, muy tarde, hay unos canales donde hacen películas porno. Por eso sé lo de los gritos de las chicas. Y sé que no les duele, que sólo parece que les duela, pero no: les gusta. A veces las actrices de las películas porno no tienen pelos en el coño, pero no como Mercedes, sino de otra manera. Cuando veo esas películas me toco. No  habré  follado  y  seré  tonto,  pero  hacerme  pajas  sí  sé.  Las  chicas  gritan  y  yo  imagino que  están  en mi  cuarto.  Yo huelo bien  y  soy  guapo y no  soy  tonto  y  las chicas  están  en  mi  cuarto  y  quieren  chupármela  y  enseñarme  el  coño  y  follar conmigo. Cuando me toco, a veces, pienso en mi vecina. Mi vecina no me mira mal, no se asusta cuando me ve, como las demás. El día que vomité en la escalera, la vi asomada a la barandilla cuando salí a limpiar con el mocho, pero no me dijo nada 

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ni  se  burló.  Y  hoy  me  regaló  un  chicle.  A  veces,  cuando  es  de  noche  y  hacen películas porno y yo me toco ahí abajo,  imagino que ella me  invita a su casa y se desviste y lleva unas bragas como las de las películas. Imagino que me la follo y que ella grita como gritó aquella noche y me pide más y le gusta. Pero sé que eso no va a pasar. Lo sé porque no soy tan tonto y sé que ella fuma y que me dice que no para no darme cigarros, porque un día la vi fumando por la calle. Cuando me hago pajas, me  limpio con  la  sábana y por  la mañana  la bruja me riñe y me dice que soy un cerdo. Yo canto muy fuerte y al final siempre acabo dando un portazo y yéndome al parque, con los borrachos, que no se ríen de mí.  

Hoy Mercedes está en el parque, con los otros. Mercedes me enseñó un día el coño detrás de los arbustos. Desde que le dije que no, Mercedes se burla también de mí, como mi madre. Me mira y se ríe. Está borracha. Parece que esté contenta. Que se joda, vieja bruja sin dientes. —Te he traído un regalito —me dice—. Es una película. El Matías se ha encontrao un montón en la basura.  

Vuelvo a casa para la comida. La bruja ha hecho sardinas, se huelen por toda la escalera. Me las como y me encierro en mi cuarto y pongo la película que me ha dado Mercedes. Se llama Laura está sola. Por la portada, parece porno. Aunque no sea  de  noche,  mi  madre  no  me  va  a  oír,  porque  tiene  la  radio  puesta.  Cuando empieza, Laura está a la orilla del mar y habla sola dentro de su cabeza, como yo. Laura tiene un novio que se llama Giancarlo, pero conoce a otro hombre, Ricardo, y follan muchas veces, de muchas formas, también por el culo. Laura no tiene pelos en  el  coño,  Ricardo  se  los  afeita  con  una maquinilla.  Laura  es  rubia  y  está muy buena.  Se  enamora  de  Ricardo,  pero  él,  el muy  cerdo,  sólo  la  quiere  para  follar. Laura está sola, como yo. Me da pena Laura, tan guapa, y, aunque me pone caliente verla follar, no me toco, no tengo ganas. Al final de la película ella le dice a Ricardo que quiere casarse con él, pero resulta que él está casado y no la quiere, el hijo de puta. En las letras del final pone que Laura se llama en verdad Dora: Dora Venter. Dora está sola. Dora no se reiría de mí. Yo le cantaría canciones de amor. Cuando papá me devolviera los tres millones que me debe, me casaría con ella y me iría de casa,  lejos  de  la  bruja,  con  Dora.  Vuelvo  a  apretar  play  y  la  veo  de  nuevo,  en  la playa,  triste,  sola.  Lleva  una  falda  blanca  y  se  le  transparentan  las  bragas.  Son blancas. En la radio de mi madre Antonio Molina canta Mi novia es la más bonita y de  repente  tengo  muchas  ganas  de  llorar.  Pongo  pausa.  Me  levanto  y  beso  la pantalla. Dora. Dora está sola.  

—¿Se puede saber dónde vas ahora? No contesto. Doy un portazo y salgo de casa. La bruja me maldice al otro lado de la puerta, la escucho porque las lágrimas no me dejan cantar. No voy al parque, paso de largo. Mercedes está en los bancos con los demás borrachos y me ve. Me guiña un ojo y se pasa la lengua por los labios pintados. Escucho su risa de pájaro desde el  otro  lado de  la  calle.  La  odio.  A  veces  pienso  que  aquel  día me  la  tendría  que haber follado allí mismo, contra los arbustos.