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MEMORIA del Foro Envejecimiento y derechos de las adultas y los adultos en plenitud

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MEMORIA del ForoEnvejecimiento y derechosde las adultas y los adultos en plenitud

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INSTITUTO NACIONAL DE LAS MUJERESCoordinación de la edición:Dirección de Equidad de Género en Desarrollo Humano

Fotografía de portada: Omar Sánchez RincónDiseño de portada: Laura RondaDiagramación y formación de interiores: Impresora Solart

Primera edición, septiembre de 2002

© Instituto Nacional de las Mujeres Alfonso Esparza Oteo 119 Col. Guadalupe Inn C.P. 01020, México, D.F.Impreso en México / Printed in Mexico

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ÍNDICE

Derechos humanos de las adultas y los adultos en plenitud 7Lic. Patricia Espinosa Torres

Reto para toda la sociedad mexicana. 11Las adultas en plenitud y sus derechosLic. Pedro Borda Hartmann

Dinámica demográfica en México durante el siglo XX 20y la perspectiva futura para los adultos mayores del siglo XXIDra. Verónica Montes de Oca

Las mujeres adultas en plenitud y la seguridad social 44Act. José Luis Salas Lizaur

Las mujeres adultas en plenitud y la seguridad social 51Dr. Carlos Alberto Durán Muñoz

Trabajo e ingreso familiar en la tercera edad 55Dra. Maria Cristina Gomes da Conçeiçao

Plenitud, precariedad y dependencia 77Dr. Carlos Welti Chanes

Derechos humanos de adultos y adultas en plenitud 91Dra. Lydia C. Berthely Jiménez

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La población mexicana está atravesando por un rápido cambio en su estructura de-mográfica. Debido a que la fecundidad y la mortalidad han disminuido a la par, se observaun claro ensanchamiento en la parte superior de la pirámide poblacional, lo cual indicaun incremento considerable de la población en edades avanzadas.

Las consecuencias de este fenómeno son inherentes a toda la comunidad, puesto que lasdemandas de las personas de la tercera edad requieren la participación de la sociedad engeneral.

En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el Instituto Na-cional de las Mujeres convocó al Foro Envejecimiento y Derechos de las Adultas y losAdultos en Plenitud, para discutir y conocer las necesidades de este sector de la poblacióny posicionar sus intereses y demandas en el quehacer de las insti-tuciones públicas.

Contando con la participación de especialistas en la materia, y gracias al entusiasmodemostrado por el público asistente, el Foro contribuyó a promover la reflexión y elanálisis en torno a la problemática de las adultas y los adultos en plenitud y elenvejecimiento.

Este documento es el resultado de las experiencias compartidas y de los trabajos expuestosa lo largo del Foro. Con él, esperamos contribuir a hacer más visible la situación de laspersonas de edad avanzada y continuar trabajando de manera conjunta con el InstitutoNacional de Adultos en Plenitud (INAPLEN), en busca de una sociedad de y para todaslas edades.

Lic. Patricia Espinosa Torres

Presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres

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El cambio demográfico observado en nues-tro país durante las últimas décadas,especialmente a partir de 1970, ha pro-ducido una pirámide poblacional sus-tancialmente distinta a la de todas lasépocas anteriores.

Los avances de la ciencia, que se hantraducido en el descenso generalizado dela mortalidad, aunados a los modernosmétodos de control demográfico y a unaagresiva política para hacer descender la tasade fecundidad, han conducido a nuestropaís hacia una nueva realidad poblacionalque presenta una serie de retos sin pre-cedente y, al mismo tiempo, renovadasoportunidades para el conjunto de la Nación.

La población de México de 65 años o máspasó de 1.8 millones de personas en 1970a 4.8 millones en el año 2000, lo que re-presenta aproximadamente 4.9 por cientodel total actual de habitantes.

Si bien este crecimiento se debe a una multitudde factores, el aumento en las expectativasde vida ha jugado un papel central.

Sin embargo, al crecer las expectativas devida de la población, tal y como ha suce-dido en México desde los años cuarenta, lacomposición demográfica ha presentadouna serie de transformaciones para las queel país aún no se encuentra adecuadamentepreparado.

En tal medida, es muy importante reco-nocer que una mayor expectativa de vidano significa automáticamente una mejorcalidad de vida, y que este cambio genera-cional no comenzó a notarse y a preocuparverdaderamente a las instituciones y a lasredes de apoyo de la tercera edad sino hastala década de los noventa, lo cual implicaun grave rezago institucional sobre el quedebemos empezar a trabajar desde este mis-mo momento.

Derechos humanos de las adultas y los adultos en plenitud

Lic. Patricia Espinosa Torres*

* Presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, Inmujeres.

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Así, la población adulta mayor de nuestropaís se encuentra casi siempre en circuns-tancias difíciles, dado que suele carecer deun ingreso permanente o suficiente; sufrediscriminación social, abuso, maltratofísico y emocional, negligencia u omisiónde atención en el seno familiar, de parte deservidores y servidoras públicas o de las per-sonas de la comunidad en la que vive; loque se suma a los problemas de salud quepresenta generalmente este sector de lapoblación.

En virtud de ello, los retos más importantespara las adultas y los adultos mayores enMéxico se encuentran en las circunstanciascotidianas en que viven su vida.

Debemos considerar que la mayor lon-gevidad de las personas inaugura etapas enel ciclo de vida, las cuales implican unanueva clase de demandas y necesidadesespecíficas.

Resulta urgente, por lo tanto, actuar deinmediato para transformar los serviciospúblicos de acuerdo con las necesidadesderivadas de los cambios demográficos ypoblacionales; pero, en este sentido, laspolíticas públicas para adultos y adultasmayores en México se encuentran todavíaen una fase de transición.

En el año 2000 se observaba que de laspersonas entre 60 y 64 años, 52 por cientode los hombres y 16 por ciento de lasmujeres percibían ingresos de trabajo. Delas personas mayores de 65 años, 32 porciento de los hombres y 10 por ciento delas mujeres trabajaban con remuneración;mientras que únicamente recibían ingresosde jubilación entre 22 y 27 por ciento delos hombres, y entre 11 y 14 por ciento delas mujeres de edades avanzadas.

Por eso, un elemento indispensable paraentender y llevar a cabo el análisis y laevaluación de los procesos de enveje-cimiento es la producción específica denueva información desagregada, que nosayude a comprender mejor las alternativasy los retos que estamos enfrentando desdeahora, pero que se agudizarán sustan-cialmente en el futuro cercano.

Por otro lado, los jefes y jefas de familia dela tercera edad representan 19 por cientodel total de los hogares en México, y losque viven en hogares unipersonalesrepresentan casi la mitad del total de lapoblación que reside sola, lo cual nosolamente nos habla de la capacidad de laspersonas mayores, sino de su importanciasocial y familiar, muchas veces desestimadapor la sociedad.

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Hasta el momento, la unidad familiar haapoyado las necesidades del envejecimientoante la insuficiencia de la seguridad socialy de los sistemas de salud.

Sin embargo, en otro aspecto esencial parala situación de las personas de la terceraedad, podemos decir que, aunque 53 porciento de las personas mayores de 65 añoscuenta con servicios de seguridad social ensalud, poco más de 40 por ciento de estapoblación no usa dichos servicios, por lo quecada día es más urgente resaltar la impor-tancia de acudir a ellos como una prácticapreventiva, y de hacerlos atractivos a sususuarios, quienes pueden acceder a mejorescondiciones de vida por más tiempo.

Un efecto económico benéfico del creci-miento demográfico de las personas adultasen plenitud tiene lugar entre las mujeresjóvenes, dado que muchas veces las pri-meras se hacen cargo de los nietos y elloles permite encontrar mayores facilidadespara ingresar al mercado laboralextradoméstico.

Los apoyos que reciben las personas de latercera edad se pueden dividir en: formales,representados por los servicios de seguridadsocial, los seguros, etc.; y los informales,generalmente suministrados por la familia.

Pero el proceso de envejecimiento demandauna nueva política entre generaciones, co-mo una responsabilidad compartida entreel Estado, las unidades familiares y losindividuos.

Por eso, resulta esencial señalar que lasmujeres, esposas e hijas, casadas o solteras,menores de 65 años, son quienes integranla fuerza principal de la red social y familiarde la población adulta mayor en México.

Las mujeres cooperan con ayuda física ydoméstica, además de monetaria; a di-ferencia de la mayoría de los hombres, loque resulta en una distribución muy dese-quilibrada de las responsabilidades con losadultos y las adultas de la tercera edad.

En esta medida, los asuntos de género seentrelazan íntimamente con los de los adul-tos y las adultas mayores, por lo que debe-mos pensar que si queremos prepararnospara el cambio demográfico que significavivir con más adultos mayores en nuestrasfamilias, también es necesario transformartodas las relaciones de género que resultandiscriminatorias para las mujeres.

Debemos cambiar el énfasis de ofrecerprotección a los viejos y las viejas, por ac-ciones que amplíen sus oportunidades, les

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permitan ejercer más plenamente sus dere-chos y puedan desarrollarse conforme a suspropias decisiones.

Los adultos y las adultas en plenitud tienenmucho que aportar a nuestra sociedad.

En el fondo, nuestro deber consiste enhacer todo lo posible para no equiparar lavejez biológica con la vejez social. Entremás capaces seamos de incorporarlos al

dinamismo social actual, ellos viviránmejor, y nosotros también.

Encontrar la forma de realizar esto, es partede los objetivos del presente Foro.

Desde el Instituto Nacional de las Mujeresconfiamos en que el logro de tales metasnos ayude a todas y a todos, lo que incluyea las mujeres, a los adultos en plenitud y,desde luego, a la sociedad en su conjunto.

La Lic. Patricia Espinosa Torres, presidenta del Inmujeres, dirigiendo las palabras de bienvenida al público asistente

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Mucho se ha escrito en la historia de lasmujeres desde los primeros movimientossociales, que dieron origen a su par-ticipación activa, decidida y comprometidaen la búsqueda de un mundo más equi-tativo; en estos años la lucha se ha dadodesde los ámbitos social, económico ypolítico; poco a poco han abierto espaciosen la cultura, la academia, la investigación,el trabajo y en el seno de la familia misma.Sin embargo, no podemos soslayar quequienes enfrentan un reto adicional en esteproceso son precisamente ustedes, lasmujeres de 60 años o más, que han sidotestigos y partícipes de estos tiempos decambio, de nuevos patrones familiares, deavances tecnológicos y actitudes socialesnunca antes vistas; además, luchan contrasu propio proceso de vida, contra las condi-ciones que les impone el paso de los años.

Cuando recibí hace algunas semanas lainvitación de la Lic. Patricia Espinosa parahablar en este importante Foro, acepté sinpensar. Pero conforme transcurrieron losdías y empecé realmente a sentir la preo-

cupación de ¿qué les podemos decir noso-tros, aparte de todo ese cariño que lesdebemos; de la situación de mujeres muycomprometidas en México?, nos pusimosa preparar este documento, este trabajo queespero merezca su aprobación.

En México, así como en otros países endesarrollo, ha venido ocurriendo uncambio demográfico en el siglo XX.

En 1900, la mortalidad y la fertilidad eranmuy altas; la expectativa de vida era deapenas 30 años y el índice de fertilidad eraaproximadamente de siete.

A pesar de que los índices de mortalidadya habían sido reducidos, a finales de 1920se marca el mayor decremento; para 1960,la expectativa de vida al nacer creció el do-ble y para 1992 llegaba a 70 años.

En contraste, el índice de fertilidad semantuvo alto y casi constante hasta 1960;mientras que de 1967 a 1986 se redujo de7.5 a 3.8.

Reto para toda la sociedad mexicana.Las adultas en plenitud y sus derechos

Lic. Pedro Borda Hartmann*

*Director General del Instituto Nacional de Adultos en Plenitud, INAPLEN.

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Vivimos, y no lo podemos negar, en unmundo que envejece. Esto lo reconocierondesde hace tiempo los países desarrolladosy es hasta en épocas recientes que estásiendo aceptado por los países en desarrollo.

Al mismo tiempo, el tema del enve-jecimiento toma otras perspectivas de losadultos mayores como pacientes o comopensionados.

Los expertos, de los cuales muchos sonadultos mayores, incluidos académicos,científicos, economistas, profesores, escrito-res y artistas, usan una variedad de enfoquestomando en cuenta la demografía, lamedicina, la psicología, la economía, laantropología, la sociología y la historia.

Sabio no es el que aplica teorías, sino elque aplica experiencias vividas. NacionesUnidas nos proporciona un perfil demo-gráfico que presenta el panorama siguiente:

Actualmente, una de cada 10 personas esmayor de 60 años. Para el año 2050, seráuna de cada cinco y para el 2150 será unade cada tres.

El incremento en adultos mayores serámucho más dramático en los países en desa-rrollo, donde la población de mayores de

60 años se multiplicará más de nueve vecesentre 1998 y el 2050.

Las personas de más de 80 años constituyen11 por ciento de la población mayor de 60años y son el segmento de más rápido creci-miento. Para el año 2050, sumarán 19 porciento.

En relación con las personas mayores de100 años, se espera que el número crezca15 veces en los próximos 50 años.

La mayoría de las personas mayores de 60años, aproximadamente 55 por ciento, sonmujeres; y entre los mayores de 80 años, elporcentaje sube a poco más de 65 porciento. Estas cifras tenderán a permanecerestables en los próximos 50 años.

El cambio que ha tenido la poblaciónmundial se puede equiparar a la magnitudde la Revolución Industrial, tradicional-mente considerada como el evento social yeconómico en la historia de la humanidad.

Los últimos 50 años del siglo pasadoquedaron en la historia como testigos de laextensión en la expectativa de vida. Lalongevidad se ha incrementado y elenvejecimiento de la población se haacelerado.

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Actualmente, la población mayor de 60años constituye 10 por ciento de lapoblación mundial, que crecerá a 13 porciento en el 2020 y llegará a cerca de 25por ciento en el 2050.

El envejecimiento de la población permeaen todos los niveles sociales, económicos yculturales. El cambio requiere un pensa-miento revolucionario que pueda formulare implementar políticas en bases másfirmes. En nuestro mundo que envejece,necesitamos pensar en el envejecimientocomo un fenómeno social e invertir esfuer-

zos en las fases de la vida, propiciando quelas sociedades establezcan colaboracionesflexibles pero vibrantes para todas las edades.

La situación de las personas mayoresrequiere incrementar el ingreso y laseguridad, ayuda multisectorial de salud,vivienda, su participación, integración ydesarrollo potencial dentro de la sociedad.

Las acciones de trabajo fueron plasmadashace 20 años en lo que fue la PrimeraAsamblea Mundial sobre Envejecimiento,en Viena.

Lic. Pedro Borda Hartmann, presidente del Instituto Nacional de Adultos en Plenitud (INAPLEN), en la exposición de sudiscurso a los asistentes

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El incremento en la expectativa de vida nosestá ofreciendo un recurso escondido paralas economías nacionales, las cuales, si soncorrectamente estimuladas y utilizadas,podrán asegurar planes para los adultos yadultas mayores como participantes activosen la vida nacional y productiva más queen la pasividad y vulnerabilidad de servíctimas del desarrollo. Pero mientras lasociedad recibe los “activos” envejeciendo,debe tenerse sumo cuidado para reconocerla diversidad de intereses y habilidades yno desechar a esos adultos mayores quefríamente no pueden parti-cipar en lasactividades de sus compañeros.

Las relaciones intergeneracionales hansostenido a la familia y a la comunidad alo largo de los siglos. Nuestra instituciónmantiene una gran preocupación y realizabásicamente tres programas entre genera-ciones: Abuelas y Abuelos Cuenta Cuentos,Chiquillas que Apoyan a Adultos en Pleni-tud, y Abuelas y Abuelos en Busca deAmigos; todos ellos creados por sugerenciadirecta del presidente de la República.

Las personas adultas mayores tienen laexperiencia y pueden comentar la historiade su generación, mientras que las perso-nas jóvenes ven el futuro y marcarán supropia existencia en esas acciones.

Permítanme leer una pequeña anécdotaque llegó a nuestras manos de lo que podríaser un drama conyugal. Es una carta queenvió algún abuelo a la oficina y quisieracompartir con ustedes:

“Ahora que he cumplido los 80 años de vida,amada Isabel, mi esposa, te confesaré quealgunas veces te fui infiel, pero cada vez quelo hice oculté secretamente bajo el colchón unbillete de mil pesos, de modo que cuando yomuera tendrás una regular fortuna, menos50 mil pesos que utilicé el año pasado cuandotú estabas enferma”.

Le contesta la esposa:

“Pues yo, por mi parte, que estoy cumpliendo78 años de edad, te agradezco que seas tanfranco conmigo, Paco mi esposo, y te confesaréque yo también en ocasiones no he resistidolas tentaciones del diablo y te he engañado,pero cada vez que lo hice guardé un frijol enel sótano de la casa, de tal manera que simuero primero, tendrás una buena reservade alimentos, menos dos costales que utilicédurante la crisis por el terremoto”.

Regresando a los temas serios, quisierarepasar con ustedes brevemente los ante-cedentes de la Carta de los DerechosHumanos de las Mujeres:

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1793. La primera Olympe de Rouge,guillotinada por rebelarse contra el podery sostener los derechos de la mujer.

“Declaración de los Derechos de la Mujery la Ciudadana”

1792. La inglesa Mary Wollstonecraft. Sulibro Defensa de los Derechos de la Mujer

1848. En Séneca Falls, las primerasfeministas sentaron las bases para el recono-cimiento de sus derechos

1902. En Holanda, Convenciones inter-nacionales referidas al matrimonio, aldivorcio y tutela de menores

1923. En América Latina (Chile) se debatela condición jurídica y política de las mujeres

1928. Comisión Interamericana de Muje-res (Organización de Estados Americanos)

1938. Convención sobre la Nacionalidadde la Mujer Casada

1948. Convención sobre los DerechosCiviles y Políticos de las Mujeres

1953. Comisión sobre la Condición Jurídicay Social de la Mujer (Minerva Bernardino)

1975-1985. La ONU decreta La Décadade la Mujer (ONU)

1979. Convención sobre la Eliminación deTodas las Formas de Discriminación con-tra la Mujer

1993. Conferencia Mundial sobre Dere-chos Humanos

1994. Conferencia Mundial sobre la Mujer

Aquí, yo haría la pregunta: ¿los derechosdel hombre son los de la mujer?

A partir de la obtención de los derechos civilesy políticos, los movimientos de mujeres enAmérica Latina y el Caribe pondrán en de-bate las debilidades y limitaciones de estosderechos que la realidad cotidiana se encargade negar. Algunas estadísticas lo corroboran:

Uno de cada cuatro hogares en áreas urba-nas tiene a una mujer como jefa de hogar. ElCaribe es la región en el mundo con más altaproporción de mujeres jefas de hogar (35 porciento).

La mayoría de las mujeres que trabajan fuerade la casa (60 a 68 por ciento) están ubicadasen el sector de servicios y sus condicioneslaborales son precarias.

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El fenómeno migratorio en la región hahecho posible, por ejemplo, la presenciade cerca de 50 mil dominicanas en Europa,la mayoría reclutadas por redes de trafican-tes para ejercer la prostitución.

En 1993, un estudio de la OrganizaciónPanamericana de la Salud (OPS) establecióque entre 45 y 60 por ciento de los homi-cidios contra mujeres se realiza dentro dela casa y que la mayoría son cometidos porel marido o la pareja.

Los intentos de suicidio son 12 veces másfrecuentes entre mujeres que han sufridoviolencia que entre aquellas que no la hantenido.

El Centro de Mujeres Violadas de la Ciu-dad de México constató que en 1990 alre-dedor de 15 por ciento de las mujeres quesolicitaron ayuda quedaron embarazadascomo consecuencia de violación.

Según un informe realizado en 1997 porel Centro Legal para los Derechos Repro-ductivos y Políticas Públicas con sede enNueva York, el promedio de muertes ma-ternas en la región es de 194 mujeres porcada mil nacimientos. La cuarta tasa másalta del mundo.

La práctica del aborto clandestino llega alos 4 millones al año, de los cuales 800 milrequieren hospitalización por compli-caciones. En el Caribe, el aborto representa30 por ciento de las muertes maternas.

Se estima que en Brasil hay entre 250 mily 500 mil niñas y adolescentes ejerciendola prostitución.

En Centroamérica, más de 2 millones deniñas y niños de entre los cinco y 15 añostrabajan en graves condiciones deexplotación.

Esta dramática realidad –traducida ennumerosos diagnósticos, investigaciones,reportajes y propuestas legislativas– estácontribuyendo a modificar las tradicionalescondiciones acerca de la doctrina de losderechos humanos, en el sentido de queestos han ido evolucionando de acuerdocon los tiempos y los cambios expe-rimentados por nuestra sociedad. Comoseñalan algunas activistas latinoamericanas,la lista de los derechos no puede perma-necer estática frente al surgimiento de nue-vas necesidades y retos, y lo que es másimportante, ante nuevos actores y actoras.En 1948, las Naciones Unidas aprueban laDeclaración Universal de los Derechos

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Humanos. Un hecho poco divulgado es lapresencia de cuatro mujeres que firman laflamante Carta: la dominicana MinervaBernardino, la brasileña Berta Lutz, laestadounidense Virginia Gildersleeves y lachina Wu Yi-Tang. Este célebre cuartetoluchó porque se reconociera a las mujeresen los contenidos de la Carta y por su inclu-sión en cargos políticos dentro de la ONU.

Como afirmara en una oportunidadMinerva Bernardino, la inclusión deltérmino sexo en el Artículo 2 de laDeclaración fue una lucha de varios meses.“Yo era delegada plenipotenciaria en esemomento: sólo cuatro mujeres teníamosese rango, dos de América Latina, BertaLutz y yo. Berta era amiga mía, las otrasdos eran de Estados Unidos y de China.

Había otras mujeres que estaban comoconsejeras de las delegaciones y aunque nofirmaron la Carta, tuvieron un papel cen-tral en la tarea de hacer visible el principiode igualdad en el documento. Sí, porquepara lograrlo trabajamos intensamente du-rante tres meses consecutivos”. Asimismo,estas batalladoras mujeres pusieron enentredicho el término de “DeclaraciónUniversal de los Derechos del Hombre”,consiguiendo que se cambiara por “Declara-ción Universal de los Derechos Humanos”.

Otra de las luchas más tenaces de este grupoen el interior de las Naciones Unidas fueintegrar la Comisión sobre la CondiciónJurídica y Social de la Mujer, en la queMinerva Bernardino fue elegida presidentade 1953 a 1955. Uno de los primeros logrosde la Comisión fue consagrar los derechospolíticos de las mujeres. La semilla plantadapor estas pioneras daría sus frutos veinteaños después, dentro del marco de la Déca-da de la Mujer de la ONU (1975-1985).

En 1979, cuando la Asamblea de NacionesUnidas aprueba la Convención sobre la Eli-minación de Todas las Formas de Discrimi-nación contra la Mujer, se da el punto departida para hablar de derechos humanosespecíficos. El espíritu de este documentoes ampliar el concepto androcéntrico dederechos humanos, tomando como normala discriminación basada en el género.

Papel de la mujer en la sociedad

• Poseedora de un mayor potencial de fun-cionalidad social y económica que elhombre

• Generadora de vida• Educadora• Compañera• Proveedora de la infraestructura eco-

nómica y de los servicios del hogar

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Antecedentes

La condición histórica de la mujer y susderechos están sujetos a los patrones cultu-rales de los diferentes pueblos y naciones;lo que para unos parece un abominable tra-to, para otros es un hecho cotidiano que,incluso, puede traducirse como una cos-tumbre inevitablemente aceptada.

Los Derechos Humanos de las AdultasMayores son un indicador y consecuenciade las condiciones socioculturales, políticasy de actitud, que en este mismo sentidoposeen sus congéneres de menor edad conla influencia absoluta en su historia de vida.

Acciones en el rescatede sus derechos humanos

• Educación desde la infancia sobrederechos humanos

• Rescatar los valores de la sociedad entodos los ámbitos

• Fortalecer el papel de la mujer adulta mayorcon un sentido de utilidad, no utilitario

• Reconocer que la mujer es el eje de vida,educación y solidez en el desarrollo detoda sociedad.

Aquí quisiera resaltar lo que mencionó haceun momento Patricia Espinosa sobre el em-

pleo; la señora secretaria de Desarrollo Es-pecial da al tema de las mujeres muy altaprioridad. Ella nos asignó la tarea de buscarempleos para las personas mayores de 60años, tanto hombres como mujeres.

Me complace informarles que representé aMéxico en el Comité Preparatorio en lasNaciones Unidas para la Segunda AsambleaMundial del Envejecimiento que se llevaráa cabo en Madrid, España, donde ya sehabla mucho de género y de la enormeimportancia de la mujer; como ejemplo:

Se reconoce el impacto del envejecimientoen hombres y mujeres y se buscará la igual-dad, por lo que no podemos dejar de inte-grar el género en políticas, programas ylegislación.

Se busca una mayor participación de lamujer en todos los planos y en todos losniveles de decisión.

Las mujeres mayores que trabajan merecenatención especial.

Se busca que la mujer participe en planes depensión. Se reconoce que la pobreza y losbajos ingresos durante la carrera de lasmujeres las lleva a pobreza en la edadmayor.

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Se realizan programas especiales decapacitación para mujeres, para quecompitan en igualdad.

Se busca que las adultas mayores siganparticipando en la economía en todos loscampos.

Debe reconocerse en el nivel mundial elgrado de pobreza en que están sumidas mu-chas mujeres.

Asegurarse de que los programas tomen encuenta a las mujeres.

Se trata de evitar la negligencia, el abuso yla violencia contra las adultas mayores.

Se reconoce que la mujer adulta mayor esmás propensa a daños psicológicos y físicos,así como a daños económicos por la discri-minación.

Se deben crear condiciones favorables yflexibles de trabajo para las adultas mayores,a fin de que usen productivamente su expe-riencia y sabiduría como una contribucióna la sociedad.

El envejecimiento no puede considerarseuna carga a los presupuestos asistenciales.

En conclusión, es necesaria una políticacapaz de analizar y proponer acciones con-cretas, que combata las desigualdades ypropicie la participación de las mujeres deedad avanzada en su desarrollo social yhumano y en el respeto de sus derechos.

Termino agradeciendo mucho esta oportu-nidad que hoy se nos brindó y nos ponemosa sus órdenes para aquellas personasmayores de 60 años que se pueden benefi-ciar con un trabajo, o las que quisieranhacer uso de los más de 3 mil 800 Clubesde la Tercera Edad.

Quiero dejar en ustedes una frase de laMadre Teresa de Calcuta:

“...sigue aunque todos esperen que abandones.No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.Cuando por los años no puedas correr, trota.Cuando no puedas trotar, camina. Cuandono puedas caminar, usa el bastón. ¡Pero nuncate detengas!”.

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A principios del siglo, México tenía 13.6millones de habitantes. Era una época enque nacían muchos, la tasa bruta denatalidad era de 46.5 por mil habitantes;pero la mortalidad también era muy alta,al grado que la esperanza de vida de losmexicanos se estimaba tan sólo entre 25.4y 30.0 años. El crecimiento oscilaba entreuno y 1.5 por ciento anual, como conse-cuencia de la alta mortalidad infantil: en-tre 250 y 270 niños fallecidos por cada milnacidos vivos. Los niveles de mortalidadgeneral debieron fluctuar alrededor de las33 defunciones por mil. Para esa época, laestructura por edad tenía la siguientecomposición: 39 por ciento menores de 15años, 57 por ciento en edad productiva (15-59) y sólo 4.2 por ciento de la poblacióntenía 60 años y más (Alba, 1977; Campo-sortega, 1992; Benítez Zenteno, 1999).

Durante la lucha armada, la tasa decrecimiento media anual –según varias

estimaciones– iba de -0.20 a -0.50 porciento, generada por las pérdidas humanasen las batallas, la salida de mexicanos alextranjero1 (generalmente a EstadosUnidos) y las epidemias. La población en1910, que era de 15.2 millones, decreció a14.3; es el único momento en la historiademográfica del siglo XX que se hace evi-dente la pérdida de la población. Lamortalidad para el periodo de 1910 a 1919aumentó 40 por ciento con respecto a lasestimaciones de principios de siglo. El nú-mero de fallecidos alcanzó una tasa de 47por cada mil personas, comprensible tantopor las pérdidas humanas en los camposde batalla como por la escasez de alimentos,la falta de cuidados médicos y el contagiode enfermedades infecciosas y parasitarias.Producto de esa situación, la estructura poredad de la población mexicana mostraba42.1 menores de 15 años, 54.5 por cientoentre 15-59 años y sólo el 3.4 por cientohabía alcanzado los 60 años o más de edad.

Dinámica demográfica en México durante el siglo XXy la perspectiva futura para los adultos mayores del siglo XXI

Verónica Montes de Oca*

* Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales (UNAM). 1Para 1910, se registraron 220 mil mexicanos residentes en los Estados Unidos, cifra explicable dada la demanda de manode obra en ese país y las condiciones de explotación del porfiriato (Conapo, 1997).

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No obstante, en la época del reparto agrariolas condiciones del país permitieron queel crecimiento demográfico fuera recu-perándose como en años anteriores. Du-rante la década de los veinte, el volumende la población mexicana pasó de 14.3millones a 16.6, la tasa de crecimiento sesuperó de una tendencia decreciente a 1.7por ciento anual. La mortalidad comenzóun proceso descendente y es justo en esemomento donde se ubica la primera etapade la transición demográfica mexicana. Deuna tasa bruta de 48.3 defunciones porcada mil habitantes que se registraron enel periodo 1915-1919, para los próximoscinco años se había logrado una dismi-nución de casi 50 por ciento, es decir, unatasa de 27 por mil. La estructura por edadde la población mexicana inició unapaulatina recomposición. Para ese periodo,38.8 por ciento de la población teníamenos de 15 años, 56.3 por ciento teníaentre 15 y 59 años, mientras que sólo 4.9por ciento tenía 60 años o más. Aunado aello, la esperanza de vida comenzó a in-crementarse ligeramente, teniendo unaganancia de casi seis años en la época delreparto agrario.

En la década de los treinta, los indicadoresdemográficos presentaron una marcadamejoría. La tasa de crecimiento de la po-

blación continuó en aumento y el volumenfue de 17 millones a casi 20 millones en1940. Esto se explica porque la tasa demortalidad que registraba 27 defuncionescontinuó en descenso hasta 23 falleci-mientos a comienzos de la siguiente década,lo cual llevó a que la esperanza de vidaaumentara de 36.8 años en 1930 a 41.4años en 1940. Dentro del crecimiento dela población mexicana, también hay queagregar el comportamiento de la fecun-didad; la tasa global estimada indicaba quecada mujer en edad reproductiva habíatenido entre cinco y siete hijos en promedio(Quilodrán, 1974; Gómez de León, 1996;Conapo, 1998). La composición por edadde la población mexicana mostraba quepara 1930 había 41.1 por ciento de lapoblación con menos de 15 años, 54.4 porciento tenía entre 15 y 59 años, mientrasque la población con 60 años y más seguíateniendo un porcentaje de 4.5 por ciento,consecuencia del descenso de la mortalidadinfantil.

A la par del crecimiento poblacional, laeconomía del país comenzó a fortalecersejunto con las instituciones públicas, sobretodo en materia de salud y educación.

Cabe señalar que fue en la década de lostreinta cuando se hicieron patentes las

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primeras formulaciones sobre políticas depoblación, lo que mostró cómo la estruc-tura demográfica mayoritariamente jovensignificaba un factor de riqueza política ysocial.

La Ley General de Población de 1936 teníauna clara inspiración pronata-lista, dadoque el alto nivel de fecundidad no seconsideraba un problema sino un factor decrecimiento, integración territorial ysobrevivencia nacional; era una época enla que se prohibía el uso de métodos con-traceptivos, se fomentaban matrimonios aedad temprana de los cónyuges y el valorde familias de gran tamaño.

El crecimiento económico era estimuladopor una abundante mano de obra jovenque, sin embargo, tenía una esperanza devida muy corta con respecto a otros paísesen la misma época. Esta situación motivóque las políticas públicas se centraran yano en la inmigración, sino en controlar lascausas de muerte, lo cual, aunado a unafecundidad constante, derivó en unacelerado crecimiento de la población. Fueuna etapa de construcción económica ysocial en la que los indicadores económicosmanifestaron paulatinamente una mejorcalidad de vida para los mexicanos (Cabre-ra, 1990; Conapo, 1998).

Para un periodo posterior, es decir, entre1940 y 1970, el ritmo de crecimientodemográfico pasó de 1.76 por ciento hastasu máximo en la historia demográficanacional: 3.4 por ciento anual, productode una alta fecundidad y de la caída de lamortalidad. La tasa global de fecundidadpasó de 5.7 en 1940 y 6.7 en 1950 a 7 en1960. El máximo histórico se ubicó en1962, con una tasa global de fecundidadde 7.2 hijos por mujer, punto en el queinicia un ligero descenso para alcanzar 6.3en 1970 (Quilodrán, 1991). De ahí quede casi 20 millones de habitantes en 1940,México contaba con 30 millones más en1970. Con ese ritmo de crecimiento en casitres décadas, la población mexicana semultiplicó 2.5 veces. Fue una época endonde la tasa bruta de mortalidad era cadavez más baja (10 muertes por mil habi-tantes), junto con la mortalidad infantil,que ya para 1970 reportaba 73 muertes porcada mil nacimientos. Ello estimuló el in-cremento de la esperanza de vida, la cualpasó de 41.4 a 63.1 años en 1940, con unaganancia de 20 años en esas tres décadas.Para la población masculina implicó haberalcanzado una esperanza de 59 años,mientras que las mujeres nacidas en esadécada tenían la posibilidad de vivir hasta63 años (Camposortega, 1992; Aguirre,1998). En treinta años de desarrollo y creci-

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miento económico, la estructura de lapoblación del país se había rejuvenecidopara la década de los setenta, encontrándosecasi 48 por ciento de menores de 15 años(siete dígitos más que en los cuarenta), 47.2por ciento de habitantes entre 15 y 59 añosy 5.2 por ciento de personas con 60 años ymás (medio dígito más que en los cuaren-ta), lo que implicaba más o menos 2.5millones de personas en edad avanzada,población que justamente había nacido aprincipios del siglo.

Todo indicaba que, si bien la estructura dela población se rejuvenecía cuantitati-vamente, también las generaciones nacidastenderían a vivir mucho más tiempo. Lasproyecciones demográficas detectaron unasituación muy difícil para las institucionesy para la economía mexicana. Según losexpertos en materia de población y desa-rrollo, México tendría en el futuro cercanouna insuficiencia alimentaria, rezago edu-cacional, demanda de empleo y otrassituaciones que en conjunto serían gene-radas por el acelerado ritmo de crecimientode la población en general. Las teorías do-minantes de ese momento argumentabanque el rápido crecimiento demográfico teníauna influencia negativa sobre el crecimiento

económico de los países consideradosentonces del “Tercer Mundo”. Según esti-maciones demográficas, si continuaba elritmo de crecimiento, la población deMéxico se duplicaría en tan sólo dos déca-das, lo que ocasionó que las políticas depoblación se concentraran en reducir lanatalidad a través de los programas deanticoncepción, esquema que siguió elejemplo de otros países latinoamericanos.

En los años setenta se formalizaron políticasde planificación familiar que buscaban re-ducir el número de nacimientos por mujer,con el objeto de limitar el crecimiento natu-ral de la población. También en esosmomentos se levantaron varias encuestas(vgr. Encuesta Mexicana de Fecundidad,1976),2 cuyo objetivo fue conocer y deter-minar las tendencias demográficas ante elpoder de un rápido crecimiento demográ-fico. Fue en ese momento cuando se hizoevidente un doble juego en la dinámicademográfica: por un lado, se experimen-taba la última etapa de rejuvenecimientode la estructura demográfica; pero, por elotro, era cada vez más claro que el descensode la mortalidad ampliaría la esperanza devida de las generaciones nacidas desde loscuarenta, las cuales vivirían más tiempo y

2 Esta encuesta fue la tercera levantada en México por esas fechas, pero fue la primera con representatividad en el nivelnacional (Juárez y Quilodrán, 1990).

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formarían parte del grupo de adultosmayores en años posteriores. Precisamenteen esa década la población con 60 años ymás representaría casi cinco por ciento,porcentaje muy menor al reportado enotros países donde el proceso de enveje-cimiento se expresaba con mayor fuerza.Sin embargo, desde la década de los cuaren-ta a los setenta es posible observar un lentopero constante crecimiento de la poblacióncon 60 años y más que tendería a incremen-tarse como resultado del señalado doblejuego demográfico.

Junto a este proceso en el nivel nacional, lamovilidad de la población colocaría la dis-tribución geográfica como otro factor fun-damental para el entendimiento de ladinámica demográfica y el proceso deenvejecimiento. En los setenta, los saldosnetos migratorios con signo positivo seconcentraron en las regiones del norte y elcentro del país (Alba, 1977). Había 35ciudades con más de 100 mil habitantes,el 22.4 por ciento residía en el Valle deMéxico y 40.4 por ciento en pequeñaslocalidades con menos de 2 mil 500habitantes, en tanto 14.5 por ciento deltotal de la población vivía en una entidadfederativa diferente a su lugar denacimiento (Corona, 1988). Este periodose caracterizó por un crecimiento de la in-

dustria y las ciudades que permitió latransferencia de mano de obra originariade zonas rurales a núcleos urbanos. Lademanda de fuerza de trabajo industrialgarantizaba un mejor bienestar familiar quedifícilmente se obtendría en zonascampesinas con economías de subsistencia.

La presencia de políticas de planificaciónfamiliar ha sido constante desde la décadade los setenta. Los programas, si bien hantenido grandes contrastes en cuanto altratamiento de la población femenina(IMSS-Coplamar, la Secretaría de Salud yONG, entre otras), gran parte delpresupuesto destinado a población desdelas diferentes instancias institucionales seha orientado hacia el control de lanatalidad. Frente a las políticas depoblamiento de las primeras décadas delsiglo, en los últimos 30 años la meta enmateria de políticas de población se haconcentrado en buscar el descenso de lafecundidad, complementado con eldescenso de la mortalidad infantil y ge-neral. La amenaza del rápido crecimientodemográfico, visto con el alarmismo de ladenominada “explosión demográfica”,enfocó la atención en las problemáticaseconómicas y sociales (empleo, vivienda,alimentación, salud, educación, entre otras)como consecuencia del crecimiento

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acelerado sin el control voluntario de lafecundidad entre la población. La idea defondo era que un crecimiento controladopodría favorecer mejores condiciones devida. En otras palabras, hubo consenso alobservar que el crecimiento demográficopodría convertirse en un obstáculo para eldesarrollo social y económico. Los lemasde algunos programas fueron: “Pocos hijospara darles mucho” o “Una familia pequeñavive mejor”.

A partir de la década de los setenta, la tasaglobal de fecundidad mostró cambios muysignificativos, puesto que en el ámbitonacional partió en 1976 de 5.5 hijos pormujer en edad fértil (EMF-76) a 4.74 aprincipios de la década de los ochenta(ENP- 79); posteriormente, a 4.26 (END-82), 3.84 (ENFES-87), 3.12 (ENADID-92) y la última estimación calcula 2.81 hijospor mujer en 1995 (ENPF) (Cervantes,1989; Welti y Montes de Oca, 1997; Men-doza, 1998). Estos cambios en la fecun-didad han generado transformaciones enla escala familiar e individual con respectoa la reproducción biológica y social. Deigual manera, en la población en generalse percibió la caída de la fecundidad,fenómeno que desde entonces determinael envejecimiento de la estructura por edadde la población mexicana. Este cambio en

la dinámica demográfica en nuestro paísllevó menos de 30 años, mientras que enla historia demográfica de otros países loscambios fueron menos bruscos y ocuparonhasta 100 años (Chesnais, 1990).

Durante este tiempo, los estudios demos-traron que el comportamiento de la fecun-didad tiene una fuerte vinculación con laescolaridad, el acceso a los servicios de salud,urbanización y participación económica.La evidencia mostró que fueron algunas mu-jeres pioneras nacidas después de los cuaren-ta quienes, habiéndose casado con más de20 años de edad, residentes en áreas metro-politanas (ciudades de México, Gua-dalajara y Monterrey), con escolaridadmínima de primaria y con cónyuge profe-sional o afín, iniciaron el descenso de lafecundidad en los sesenta (Juárez y Quilo-drán, 1990).

La investigación también señaló que desdela instauración de la nueva política depoblación en 1974 a la década de los no-venta, las diferencias entre la fecundidadrural y urbana han disminuido. Por ejem-plo, las mujeres en las áreas rurales tuvieronhasta 7.4 hijos por mujer, mientras que enáreas urbanas cinco hijos representaban sutasa global de fecundidad. Según la Encues-ta Nacional de la Dinámica Demográfica

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1996, las mujeres en áreas rurales tienenactualmente hasta 3.5 hijos, mientras queen áreas urbanas se tiene calculado 2.3 hijospor mujer en edad reproductiva.

Si bien las mujeres con mayor instrucciónoptaban por tener menos hijos, las mujeressin instrucción también han disminuido elnúmero de su descendencia: en 1974 llega-ron a tener hasta 7.8 hijos y en 1996 secalcula que tuvieron 3.5 hijos. Asimismo,la participación económica de la mujermexicana resultó una variable intermediarelevante en el comportamiento de lafecundidad; la evidencia mostró que en losúltimos cinco lustros las mujeres inactivaspodrían tener hasta 6.9 hijos, mientras quelas activas sólo 3.8. En la actualidad, ladiferencia que puede aportar la actividadeconómica de la mujer es menor, puestoque una mujer inactiva puede tener hasta3.4 hijos y una activa sólo 1.4.

Dependiendo del tamaño de localidad, laescolaridad y la participación económica, lasdiferencias en la fecundidad de las mujereshan dismi-nuido en el tiempo y laintervención de cada una de estas variablestiene un poder de explicación cada vez menorante los programas informativos deanticoncepción y la influencia de los serviciosde salud (Quilodrán, 1991; Benítez, 1999).

En cuanto a la mortalidad, desde la décadade los setenta su descenso se ha manifestadolento y con un carácter diferencial muyalarmante. Si bien ha sido contundente elaumento de la esperanza de vida en estastres últimas décadas, la cual era de 66 añospara la población en general en los setentay en 1995 de 73.6 años, la investigación yel análisis demográfico también hanconcluido el distinto desarrollo demográ-fico de las entidades que componen al país.Los cálculos de las esperanzas de vida en elámbito estatal reflejaban las condicionessociales e institucionales que vive la pobla-ción. Entidades como Chiapas, Oaxaca yGuerrero tenían las más bajas esperanzasde vida frente a las ciudades de México,Monterrey y algunas otras entidades delnorte del país (Conapo, 1998).

Entre 1970 y 1990, a pesar de la época decrisis económica de los ochenta, la tasa demortalidad infantil seguía reduciéndose, alpasar de 73 defunciones de menores de unaño por mil nacidos vivos a 33 por mil(Hernández Bringas, 1998). Estimación enel nivel nacional que, como la esperanzade vida promedio, escondía las diferenciasen el interior del país. Nuevamenteentidades como Oaxaca, Chiapas y Guerre-ro tenían en la década de los noventa lastasas de mortalidad infantil más altas, lo

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que significa cuatro veces más en compa-ración con otros países latinoamericanoscuyo indicador es inferior a 10 por milnacidos vivos.

Por otra parte, el comportamiento de lasvariables demográficas ha suscitado desdehace algunos años el análisis de la estructuraepidemiológica de la población. Si bien lamuerte podía ser controlada, como unaconsecuencia de la presencia de las institu-ciones de salud en el combate a las enferme-dades transmisibles (infecto-contagiosas),también comenzaban a generar preocupa-ción una serie de padecimientos crónico-degenerativos que parecían sustituir yconvivir con enfermedades infecto-contagiosas, propias de una transicióndemográfica en etapas tempranas. Los cánce-res, la diabetes y las diferentes enfermedadesdel corazón comenzaron a tomar impor-tancia social e institucional frente a ladiarrea, la tuberculosis y el cólera. Ello,también como consecuencia de lastransformaciones en la estructura por edadde la población, lo cual genera que cadavez adquieran más importancia lospadecimientos que afectan a los grupos enedad avanzada. En 1997, la mitad de lasdefunciones ocurrió en los mayores de 65años y sólo 11 por ciento en los menoresde cinco. Resulta evidente observar ahora

que un cambio en la estructura por edadde la población mexicana implicaría en elcorto plazo una nueva estructura epidemioló-gica y, por tanto, una estructura institucio-nal capaz de satisfacer nuevas necesidadessanitarias, educativas y asistenciales. Ade-más, esta situación epidemiológica tambiénevidenciaba que un mayor número de añosno equivale a una mejor calidad de vida.

Sin embargo, el cambio demográfico noimplicaba cambios sociales inmediatos y denaturaleza homogénea. En el México delos noventa aún existe poca conciencia sobrela convivencia entre enfermedades transmi-sibles con aquellos padecimientos notransmisibles entre la población en general.Aunque el envejecimiento demográfico seconvierta en un fenómeno para el próximosiglo, lo cierto es que el rezago social prove-niente de décadas previas ha instaurado laconvivencia entre una epidemiología deri-vada de la pobreza y otra derivada de causasdemográficas. La extensión y duraciónprolongada de los padecimientos crónico-degenerativos han sido estudiadas, entreotras cosas, porque representan un elevadocosto social, emocional y económico parala población que los padece. El enveje-cimiento demográfico y la nueva estructuraepidemiológica se ubican simultáneamenteen México, incluso en aquellas localidades

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donde la estructura económica y social ma-nifiesta amplias desigualdades sociales.

Por último, otro de los interesantes hallaz-gos de los ochenta fue la noción e implica-ciones de la desigualdad social ante lamuerte, en el sentido de que las clasessociales (campesinos y obreros) con mayordesventaja estaban más expuestas adeterminadas enfermedades, así como amenores probabilidades de sobrevivenciay esperanzas de vida disminuidas (Bron-fman y Tuirán, 1984; Behm, 1992). Estanoción ha permitido observar que enMéxico y en otros países latinoamericanosla desigualdad social no sólo es explicablea través de diferencias regionales en lodemográfico, sino también en cuanto a laestructura socioeconómica en la que seinserta la población.

En estos estudios la clase social, comocategoría de análisis sociológico, permitíarelacionar la posición económica de laspersonas a través de su inserción en elmercado laboral con sus probabilidades demuerte. De esta manera, las clases socialesubicadas en la parte inferior de la estructurapresentaron una mucha mayor desventajaante la mortalidad, con sus respectivasrepercusiones en esperanzas de vida yoportunidades sociales.

En síntesis, la brusca caída de la fecundidady el descenso continuo de la mortalidadinfantil y general han incidido en la estruc-tura por edad de los años siguientes. Sonsobre todo estos dos componentes de ladinámica demográfica los que propician unpaulatino envejecimiento de la estructuraetaria en el nivel nacional. Para 1995, losmenores de 15 años representaban 12dígitos menos que en 1970, es decir, pasóde 47.7 a 35.5 por ciento. La poblaciónentre 15 y 59 años también sufrió cambios,al pasar de 47.2 por ciento en 1970 a 57.9por ciento en 1995, efecto de la altanatalidad y de las mayores probabilidadesde sobrevivencia de décadas pasadas. Mien-tras tanto, la población con 60 años y mástambién se incrementó, pasando de ser en1970 el 5.3 por ciento a 6.6 por ciento en1995. Se dice que este mayoritario porcen-taje de población en edad de trabajar y elcrecimiento de la población en edad avan-zada continuarán hasta la primera mitaddel nuevo siglo.

Para el año 2000, la esperanza de vida alnacimiento en el nivel nacional era de 73años para los hombres y de 77 años paralas mujeres (CONAPO, 1998). Otro efectodel descenso de la mortalidad es el incre-mento de la esperanza de vida a los 60 añosde edad, lo cual significa que los hombres

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que alcanzaron esa edad todavía teníangrandes probabilidades de vivir 19.2 añosmás y las mujeres 21.4 años más (Campo-sortega, 1993). De la misma manera, laesperanza de vida a los 80 años es una infor-mación interesante, dado que una personaque actualmente alcanzó los 80 añostodavía tiene una esperanza de vida de ochoaños más.

Esto muestra que si bien la población engeneral tiene altas proba-bilidades de vivircada vez más tiempo, también es patenteque son las mujeres quienes constatan unamás larga existencia.

Esta situación general en todas laspoblaciones del mundo ha hecho relevanteel estudio de la población femenina queexperimenta la vejez, aspecto que no hasido del todo estudiado en los países endesarrollo.

Para estos años, la población con 60 añosy más representa 7.3 por ciento del totalnacional, lo cual equivale a 7.1 millonesde personas. El índice de masculinidadentre la población con 60 años y más es de87 hombres por cada 100 mujeres, siendoen las edades más avanzadas mucho menor;por ejemplo, en 2000 los centenarios seestiman entre 2 mil 870 hombres por 4

mil 154 mujeres, un índice de 69 hombrespor cada 100 mujeres.

Las proyecciones de población tambiénmuestran que, probablemente, la poblaciónfemenina con 60 años y más de 1990 lleguea duplicarse entre los años 2008 y 2009,mientras la población masculina lo haráposteriormente (Conapo, 1996). De igualmanera, la información muestra que laproporción de los menores de 15 años yaquella entre 15 y 29 años tiene una levecaída hasta el 2010. Estos grupos pasan de39.8 y 30.2 por ciento, respectivamente,en el caso de los hombres; y de 38.2 y 30por ciento en el caso de las mujeres, aporcentajes aproximados para todos a 27por ciento. No sucede lo mismo con el gru-po de edad en plena etapa productiva (30-59), ya que esta población muestraporcentualmente un constante crecimien-to, lo cual indica que nuestro país encondiciones de pleno empleo bien podríahacer frente a las nuevas circunstanciasdemográficas de lento descenso de lafecundidad y rápido envejecimiento.

Además, se señala que para el 2020 el grupocon 60 años y más es probable que alcancelos 15 millones, 13 por ciento del total dela población. Las mujeres con 100 años ymás serán 12 mil 468 por 8 mil 429

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hombres. Para 2050, la población con 60años y más será de 41.5 millones, lo queequivale aproximadamente a 31 por ciento.Mientras que los centenarios en México,para el 2050, serán 81 mil 422 mujeresfrente a 55 mil 913 hombres. Sin duda elpróximo panorama para las familias deaquellos en edad muy avanzada será unpunto muy serio de reflexión política.

Envejecimiento, pobrezay desigualdad social

Nuestro país ha experimentado en 100años tres circunstancias que han regido supolítica de población. Por un lado, aprincipios de siglo, en la etapa de institu-cionalización del país, existió la necesidadde habitar el territorio nacional; de ahí laocurrencia de las primeras políticas depoblación que incentivaron los nacimien-tos y una mejor distribución geográfica delos mexicanos. Posteriormente, en la segun-da mitad del siglo, después del reconocido“milagro mexicano”, el temor sobre el creci-miento descontrolado de la poblaciónobligó a adoptar una política regida funda-mentalmente por la anticoncepción. Hoypor hoy, todavía presenciamos la fuerza delos programas para limitar el crecimientonatural de la población, ahora integradosal lineamiento de salud reproductiva y que

mantiene influencia sobre el comporta-miento de la fecundidad. Finalmente, enlas últimas décadas del siglo, en formasimultánea al control de la natalidad, elenvejecimiento demográfico se convierteen un tema cada vez de mayor relevanciapolítica y social. No obstante, este fenó-meno adquiere un significado especialporque se asocia con los efectos del cambioen el modelo económico de desarrollo enMéxico. Es decir, el inicio de la última etapade la transición demográfica sucede justocon un proceso paralelo: el crecimiento dela población en condiciones de pobreza yen una mayor situación de desigualdad so-cial (Benítez, 1998).

La relevancia de esta etapa demográficapuede entenderse mejor si se recuerda que,en la experiencia mexicana, el descenso dela fecundidad de la década de los setentaocurrió junto al agotamiento de un modeloeconómico y a la adopción de la estrategianeoliberal, con la directriz de la aperturacomercial, lo que generó una crisis en elsector productivo que afectó al conjuntode la población sin mediar clase social,credo religioso, edad ni sexo. Es en esteescenario estructural donde se ubica el au-mento absoluto y relativo de personas con60 años y más, esto es, el inicio de unatransformación “silenciosa” de la estructura

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y composición de la población mexicana co-nocido como envejecimiento demográfico.

Si bien este fenómeno muestra actualmenteritmos muy acelerados (3.5 por ciento anual)en nuestra población, en comparación conlo experimentado por los países europeosdurante casi un siglo, las vertientes de suanálisis pueden ser múltiples si conside-ramos el nivel de desarrollo alcanzado. Porun lado, se ha mencionado que el enveje-cimiento en países en desarrollo generanuevas demandas sociales hacia las institu-ciones públicas de salud y seguridad social,las cuales no puede satisfacer el gobiernoen muchas ocasiones, en parte por el limita-do presupuesto orientado al gasto social,los insuficientes recursos humanos, asícomo por la administración poco eficientede dichas instituciones.

Por otro lado, contrario a lo anterior, tam-bién se advierte en países como México unaventaja del rápido cambio demográfico, lacual se origina en la existencia e interrela-ción de generaciones jóvenes (aún nume-rosas) junto a generaciones de adultosmayores (todavía poco cuantiosas, pero enaumento).

Esta situación podría traducirse actualmen-te en un recurso que fortalece los sistemas

de mantenimiento intergeneracional. Essabido que los países que han experimen-tado en corto tiempo un descenso de lafecundidad y mortalidad, cuentan con am-plios grupos de edades jóvenes y maduras,que son hijos y descendientes de los adultosmayores, lo cual permitiría suponer unfuerte sistema de apoyo entre generaciones.Esta ventaja demográfica es muy impor-tanteante la débil presencia del Estado en laresolución de los nuevos problemas públicos.La imagen de familias numerosas en paísesen desarrollo, más que un elemen-to depreocupación, pareciera ser un factor desolución. Sin embargo, el contexto estructuralde cada país debe imprimir característicasespecíficas a esta situación.

En otros países en desarrollo, que no hanexperimentado con definición el descensode la fecundidad, se viven ya procesos deenvejecimiento generados por los flujosmigratorios o por las altas tasas de morta-lidad en los jóvenes, por pandemias comola del VIH/Sida o por conflictos políticos.En ambos casos, la migración y la mortali-dad afectan la estructura de las poblacioneslimitando el monto de las generaciones enedad productiva. Esta situación pone a lapoblación anciana en un contexto muydes-ventajoso, haciendo de ellos los únicosrecursos disponibles tanto para su manteni-

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miento como para el de la poblacióninfantil (Lloyd-Sherlock, 2001).

Como se observó anteriormente, enMéxico, el envejecimiento de la poblaciónmexicana se debe básicamente al descensode la fecundidad y mortalidad (incluso porviolencia), aunque en algunas entidades ylocalidades la migración (interna e interna-cional) y la presencia del VIH/Sida puedenestar transformando los sistemas de apoyoy la relación intergeneracional (Bronfmany Minello, 1995). Estos casos específicospueden no llamar la atención frente a lasituación de ventaja demográfica nacional,que subraya la existencia de generacionesjóvenes como recurso para los ancianos; sinembargo, la versión optimista puededesvanecerse ante la evidencia de unamayor desigualdad social entre los hogares,así como un franco empobrecimiento en-tre la población derivado de la pérdida devalor de la fuerza de trabajo (García, 1996y 1999; Pacheco, 1997; Boltvinik yHernández, 1999). En ese sentido, lapoblación mexicana se enfrenta a unacombinación de situaciones sin precedentehistórico: tendencia a un envejecimientodemográfico y un difícil contexto socioeco-nómico generador de pobreza y desigual-dad. Para entender mejor esta situación, esnecesario describir primero el efecto de la

pobreza en la población en general; y enun segundo momento la pobreza de lapoblación anciana, para posteriormenteanalizar su relación.

En la última década, el fenómeno de lapobreza entre la población mexicana se havuelto un tema de análisis recurrente ydifícil no sólo para los críticos del modelo,sino también para los organismos quepromueven el nuevo orden capitalista. Alrespecto, se ha mencionado que el incre-mento de la pobreza –en buena parte delos países latinoamericanos– se debe a latransformación del carácter del Estado,puesto que su papel de gestor social yproductivo ha cambiado (Vilas, 1996 y1996a). Se dice que el Estado mexicano seha adelgazado; pero no sólo eso, tambiénse ha vuelto “subsidiario del capital, alconvertir en deuda pública las deficientesadministraciones del sector privado enámbitos relacionados con la concesión decarreteras y la adquisición de los créditosbancarios asumidos por el Fondo Bancariode Protección al Ahorro (Fobaproa)”(Ramírez, 2000). Cabe señalar que el Foba-proa se convirtió en Instituto de Protecciónal Ahorro Bancario (IPAB) y que sus ingre-sos rebasan el presupuesto de las distintasinstituciones prioritarias para el desarrolloeconómico y social del país. El costo que

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asumió el gobierno como deuda públicaque será pagada por los ciudadanoscontribuyentes asciende a 873 mil 100millones de dólares, lo que representa 19.3por ciento del producto interno bruto de1999. Ese capital bien pudo utilizarse enactividades productivas generadoras deempleo y en recursos para aliviar la pobrezaextrema de localidades históricamente mar-ginadas, con una extrema supervisión deorganizaciones no gubernamentales. Hoypor hoy, la lógica gubernamental ha sidomantener las finanzas públicas “sanas” paraobtener indicadores macroeconómicosalentadores. Sin embargo, las cifras oficialespara el 2000, que muestran un déficitpúblico de 1.25 por ciento, inflación de13 por ciento y crecimiento del PIB decinco por ciento, no se traducen direc-tamente en un mejor bienestar entre lapoblación. En México se ha calculado, parala década de los noventa, cerca de 44millones de personas en condiciones depobreza, de los cuales 16 millones seconsideran en pobreza extrema (estimacióndel INEGI, citada en Boltvinik yHernández, 1999).

Para algunas analistas, “por sí solo elcrecimiento económico podría ser insufi-ciente para reducir la pobreza de manerasignificativa. Si el ingreso per cápita de 10

por ciento más pobre de la población de1984 aumentará sostenidamente a unritmo de tres por ciento anual (o sea, latasa media de crecimiento del PIB percápita de México durante la posguerra), elgrupo tardaría casi 16 años en alcanzar unnivel de ingresos igual al de la línea de lapobreza extrema (alrededor de 50 dl. percápita por trimestre). Si el ingreso del decilmás bajo creciera al promedio de la tasa decrecimiento del PIB per cápita observadoen 1988-1990, de casi uno por ciento, elperiodo de espera sería de unos 47 años.Es decir, podrían pasar entre una y dosgeneraciones para que los pobres lograranun ingreso apenas suficiente para compraralimentos en la medida necesaria” (Lustig,1994: 124).

Otros cálculos llegan a conclusiones simi-lares con datos más recientes. En estos seseñala que para que 10 por ciento de los40 millones de pobres mexicanos puedaalcanzar mejores condiciones de vida, esnecesario que transcurran 64 años con uncrecimiento económico sostenido de trespor ciento, tiempo en el que es necesariotener políticas de empleo y redistribuciónde ingreso nacional (Lomas, 1999). Estosignifica que los hogares en condiciones depobreza tendrán hijos que vivirán casi todasu existencia luchando por obtener los

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mínimos satisfactores que les permitansobrevivir y que probablemente no estaránen capacidad de ser un recurso para sus pa-rientes; o en todo caso morirán temprano,sin haber obtenido las mismas condicionesque otros mexicanos que pueden llegar aalcanzar una esperanza de vida de 72 años.

Por ello se dice que la actual política econó-mica aplicada por el gobierno mexicano,al utilizar la riqueza económica generadapor el conjunto de la población para resca-tar a los grupos económicos más poderosos,ha sacrificado a generaciones enteras.

Esta afirmación tiene sentido cuandorevisamos los cálculos realizados por Bolt-vinik (2000). Este analista menciona quedesde 1982 los salarios promedio se handeteriorado entre 26 por ciento (enmaquiladoras) y 59.6 por ciento (en ramasde jurisdicción federal), aunque el salariomínimo lo ha hecho en casi 75 por ciento;específicamente, durante el gobierno deZedillo los salarios reales se han deterioradomás de 20 por ciento en todas las ramas(con excepción de las maquiladoras, endonde han bajado 6.4 por ciento). Tambiénmuestra que los ingresos medios por horay por mes captados en hogares tienen un

deterioro similar (Encuesta Nacional deEmpleo Urbano-94 y 99; Encuesta Nacio-nal de Ingreso y Gasto en Hogares-98).Además, la mitad de los ocupados percibíaingresos mensuales menores a 2 mil 240pesos constantes en 1988 y para 1999 esamitad estaba por debajo de los 2 mil pe-sos, mostrando su evidente empobreci-miento por la vía de los ingresos mensuales.

Este crecimiento de la pobreza también esconsistente con lo encontrado por investi-gadoras especialistas en dinámica delmercado de trabajo (García, 1999 y 2000;Pacheco, 1996 y 1997). García ha mostra-do reiteradamente que la tasa de desempleoabierto3 no es un indicador adecuado paramedir el deterioro de la población econó-micamente activa; por el contrario, esprecisamente en la población ocupadadonde se encuentran los elementos demayor deterioro entre los trabajadores. Porejemplo, se ha mencionado cómo se haincremen-tado durante los últimos 50 añosel porcentaje de la población ocupada enel comercio al por menor, la cual alcanzaen la actualidad niveles similares a los de lapoblación ocupada en la industria (16.1 enel comercio y 16 por ciento en la industriapara 1995) (García, 1996).

3 La tasa de desempleo para el México urbano de 1995 fue de siete por ciento, mientras que para mayo de 2001 era de 2.26por ciento (comunicación personal con Pacheco y García).

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Asimismo, se ha mostrado un incrementode los trabajadores no asalariados, los cualesse habían considerado en desventaja frentea los asalariados. Sin embargo, en la últimadécada son los trabajadores asalariadosquienes cada vez tienen menos prestacionessociales y bajos salarios, lo que los colocaen una situación vulnerable similar a la delos trabajadores no asalariados. Para 1995,se estima que 60 por ciento de la poblaciónocupada no tiene prestaciones sociales;igualmente, 63 por ciento de la poblaciónocupada no recibe ingresos o, si los recibe,estos son menores a dos salarios mínimos(Pacheco, 1997). En general, se coincideen que el deterioro en las condiciones detrabajo y el salario se debe a las nuevasformas de flexibilización de los sistemasproductivos, los cuales tienden a bajar cadavez más los costos de producción, especí-ficamente a través del abaratamiento de lamano de obra para poder enfrentarse a lacompetencia internacional que plantea laapertura comercial. Son las prestacionessociales (indemnización por despido, prés-

tamo a la vivienda, aguinaldo, pago devacaciones, cotización para pensión,atención a la salud, entre otros) aquellasque podrían equilibrar las deficiencias enla absorción del mercado de trabajo; noobstante, son precisamente las que comien-zan a deteriorarse como consecuencia dela dinámica del mercado de trabajo, perotambién por la existencia de una cada vezmás numerosa población económicamenteactiva.4

Si bien esta situación general se experi-menta por el conjunto de la poblaciónmexicana, su impacto en el grupo de pobla-ción con 60 años y más es particular. Unestudio de Boltvinik y Hernández Laos(1999) incorpora el análisis de la pobrezade acuerdo con el ciclo de vida de los hoga-res. Al respecto, señala que los efectos de lapobreza, según el Método de MediciónIntegrada de la Pobreza (MMIP),5

aminoran en el caso de los hogaresencabezados por hombres de edad avan-zada –en contraste con los jóvenes– en tres

4 Esta misma autora ha mencionado que el crecimiento de la PEA en las últimas décadas se debe al efecto demográfico de altastasas de fecundidad en los sesenta y setenta, pero también a la incorporación de la población femenina, así como de lapoblación con 65 años y más (García, 2000).5 El Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP) fue utilizado por Luis Beccaria y Alberto Minujin, y es unacrítica que integra las mediciones de Línea de la Pobreza (LP) y del Método de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)utilizadas en Latinoamérica previamente. Boltvinik y Hernández Laos utilizan el MMIP y señalan que es un indicadoradecuado para la identificación de hogares pobres cuando estos cumplan con al menos una de las siguientes dos condiciones:a) tener una o más necesidades básicas insatisfechas; b) estar situado debajo de la línea de pobreza (Boltvinik y Hernández,1999: 51-79).

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categorías: los considerados pobres,indigentes y pobres extremos. En cuanto alos hogares encabezados por mujeres, elautor observa que el porcentaje de hogarespobres es menor en las edades avanzadas,en contraste con aquellas en edadreproductiva; pero no sucede lo mismo enel caso de los indigentes y pobres extremos,donde el porcentaje alcanza su máximo enel grupo de 60 y más.

La importancia del ingreso del miembromás viejo en los hogares es explicable unavez que hemos entendido la gravedad de lacrisis económica, traducida al nivel deingresos del conjunto de la población. Estosignifica que la población anciana, en vezde recibir ayuda económica de sus fami-liares, aporta su propio ingreso al gasto fa-miliar, con lo cual también queda demanifiesto la debilidad del resto de su fa-milia y de la población en general, la cual,siendo numerosa y joven, padece un contex-to poco favorable que le impide convertirseen una fuerza de apoyo real para losmiembros más necesitados de la sociedad.De ahí que lo alarmante del proceso deenvejecimiento de la población mexicanano sean sólo sus consecuencias en las insti-tuciones públicas, en materia de salud y pen-siones, sino que se debe a que ocurre en unmomento en que ha crecido la pobreza en la

sociedad mexicana y se ha debilitado el teji-do social que fungía tradicionalmente comopilar en el mantenimiento intergeneracional.

Esta posición aún no es sustantiva en elanálisis del envejecimiento en México, muypor el contrario, se enfatizan los costos eco-nómico y social del envejecimiento (Ham,1980, 1993, 1993a; Gutiérrez, 1996 y1998). La perspectiva que se adoptaobserva a la población anciana como unsegmento social que obstaculiza el desa-rrollo, pero en realidad –por lo visto hastaahora– es una víctima del mismo. La visióndominante ha proyectado el incremento enel número de camas necesarias, ha señaladoque el crecimiento en el monto de pensio-nados generará problemas financieros enlas instituciones, las familias aumentaránel gasto en salud debido al incremento enel consumo de medicamentos, entre otros;pero no se alude a la situación que experi-menta este grupo social, al resistir uncontexto económico desventajoso.

Al respecto, Lustig (1994) hace referenciaa dos aspectos fundamentales para el aná-lisis sociodemográfico: el descuido en ma-teria de política social y las diferentesformas en que ciertos grupos sociales re-sienten el cambio socioeconómico. Bajo esamisma lógica, los sistemas de apoyo y las

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redes sociales deben verse afectadas frentea un mayor contingente de familiares querecurren a actividades extradomésticas paraequilibrar los ingresos y egresos en el ám-bito de los hogares. Son muchas las áreasque necesitan abordarse desde la sociologíade la vejez, porque son complementarias ala creación del conocimiento demográficoy económico que domina la investigaciónsobre la población adulta mayor.

De la misma manera, la heterogeneidadeconómica y las dinámicas demográficas enMéxico hacen conveniente estudiar losprocesos de envejecimiento y generaciónde pobreza en cada una de las entidadesfederativas, lo cual incluye el papel de lasorganizaciones políticas y los cambiossocioeconómicos de cada una de las entida-des de nuestro país. El envejecimientodemográfico acelerado, en algunos estadosmás que en otros, permite ubicar los cam-bios posibles en materia institucional, so-cial y familiar.

De igual manera, la pobreza presenta unageografía específica y existe la necesidad deexaminar su relación con el proceso deenvejecimiento en cada entidad. Lo quesucede con la población anciana debe serincorporado en la discusión sobre políticaspúblicas y en el proyecto de desarrollo

económico y social. Su prioridad no sólodebe radicar en su crecimiento cuantitativo,también debe ser parte de una reflexión másaguda sobre la diversidad de situacionesindividuales, familiares, comunitarias ysociales, a la que nos enfrenta el hecho deque nuestra concepción de la vida se veamodificada por una probable más largaexistencia.

En ese sentido, la importancia de la vejez,hoy más que nunca, no puede radicar ex-clusivamente en el hecho de que cada vezun mayor número de personas vive estaetapa de la vida y son consideradas ancia-nas, ni debe responder a su cada vez mayorpresencia como actores sociales.

La relevancia social no puede dependerúnicamente de criterios cuantitativos; suvisibilidad se debe a que es un fenómenoque nos enfrenta, cada vez más, al hechode planear, de sabernos en una situaciónpróxima a la cual no sabemos cómo adap-tarnos hoy. Su relevancia también obedeceal miedo de vernos envueltos en losestigmas y prejuicios derivados de unaconstrucción social que asocia la vejez conel deterioro, la fragilidad y la pobreza. Pordecirlo en una palabra, nos enfrenta a lavulnerabilidad. Consecuencia de ello: setiene poca información sobre lo que repre-

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senta vivir esta etapa de la vida. Hoy másque nunca, las probabilidades estimadasdemográficamente nos aseguran próximosa vivir esta etapa de la vida; pero desde elpunto de vista que relaciona a la cienciacon la filosofía, esta certeza puede serconsiderada una de las herencias exis-tenciales más relevantes del estudio sobreel proceso de envejecimiento demográfico.Sin embargo, conscientes del paradigma

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económico y de las circunstancias queenfrenta la población en general, así comodel debate que cuestiona cantidad de añosy calidad de vida, también es muy prob-able que el envejecimiento demográfico seasocie a un aumento de la pobreza y a unamayor desigualdad social. De ahí laimportancia de conocer con mayor detallela situación social de la población adultamayor en el nivel nacional.

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La Lic. Martha Laura Carranza Aguayo, secretaria técnica del Inmujeres, fungió comomaestra de ceremonias del Foro

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1. Importancia del tema

La población de México se encuentra enetapas intermedias de las transiciones de-mográfica y epidemiológica, en procesosque transforman no sólo las estructuras poredad y sexo, sino también las característicassociales, económicas y de la salud. Una delas principales manifestaciones de la inerciademográfica es la ineludible y crecienteparticipación en números porcentuales yabsolutos de la población adulta yenvejecida. Esta particularidad de la vejezfutura se hace relevante ante los consi-derables impactos que tendrá en diversosaspectos de la vida social y económica, comoson: la economía y la participación laboral;la seguridad social y los sistemas de pensio-nes y jubilaciones; las relaciones familiares,las condiciones domiciliarias y las trans-ferencias entre generaciones; los problemasde salud debidos a enfermedades crónicas,degenerativas e incapacitantes; los derechoshumanos y las nuevas políticas públicas.

Junto con un creciente reconocimiento dela importancia de los temas sobre el enveje-cimiento, los desafíos que acarrea y la

necesidad de prevenirlos y enfrentarlos,también hay un reconocimiento de lo pocoque se elabora sobre el tema.

Cuando se revisan los estudios y labibliografía sobre el envejecimiento enrelación con cualquiera de sus tópicos, esnatural encontrar un predominio en losaspectos problemáticos, dado que elenvejecimiento se caracteriza por obso-lescencias sociales, incapacidad para eltrabajo y fragilidad ante la salud.

Hay que admitir que en las consideracionessobre la vejez, esta actitud es realista y nose debe soslayar. Sin embargo, no se tratade caer en el pesimismo, pues afortu-nadamente también existe lugar paraacciones de prevención y cuidado –en loindividual y en lo colectivo–, que aminorenlos aspectos negativos del envejecimientoe identifiquen y optimicen las opor-tunidades positivas. Después de todo, setrata de que las investigaciones demo-gráfica, social, económica o médica sirvanal desarrollo y al bienestar.

Las mujeres adultas en plenitud y la seguridad social

Act. José Luis Salas Lizaur*

*Director General de Lizaur, Lorante, Martínez y Salas, S.A. de C.V.

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En el estudio del avance del envejecimientoen las personas y en la sociedad, hay muchaspreguntas, desafíos y también respuestas enbusca de aplicaciones que incrementan nosólo la vida, sino también la calidad de lamisma. Aquí cabe una acotación: se tratade la calidad de vida no sólo de los individuosenvejecidos, sino también de sus entornosfamiliar, social y económico.

2. La necesidad de la interdisciplina

En los estudios del envejecimiento de lapoblación, si bien se hace particularmentepresente la necesidad de lo interdis-ciplinario, no basta una confluencia dedisciplinas, sino que ésta debe organizarsedentro del contexto social y económicopropio, es decir, México y su heterogenei-dad social y económica. Para que la investi-gación sobre las edades avanzadas ennuestro país adquiera bases científicas,tenga significado y termine en una contri-bución a la sociedad, se hace necesaria lageneración de ideas, conceptos y teorías lo-cales. De esta manera se busca que:

i) la antropología determine cuáles son lossignificados y aspectos culturales de la vejez.

ii) la ciencia médica señale los riesgos depatologías en el envejecimiento, cuáles son

sus causas y consecuencias, y cómo debenser los modelos de atención y prevenciónante la epidemiología del envejecimiento.

iii) la economía, en conjunción con laseguridad social, delimite los cambios yoportunidades en la participacióneconómica de las personas mayores, elpapel económico de la seguridad social yla viabilidad financiera de pensiones,jubilaciones y de atención a la salud.

iv) la sociología estudie las transforma-ciones de la familia ante el envejecimiento,los arreglos domiciliares que éste causa, lasnuevas interpretaciones sobre los ciclos devida y las transferencias intrafamiliares eintergeneracionales.

v) las políticas públicas generen interéssobre la población envejecida, como parti-cipante y objeto de la política social y degobierno.

En nuestro país, una característica princi-pal es la heterogeneidad social y económicaque se manifiesta en la convivencia de todoslos grados de desarrollo, cuando coexistengrupos de los estratos más altos y plenosde recursos, hasta los grandes contingentescarentes de lo más esencial. Estaheterogeneidad también se repite en los

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sectores de la población envejecida, con suspropias características.

Otro parámetro a considerar es que estamosante un proceso de cambio social, económi-co y político, que seguramente transfor-mará a toda la sociedad y su modo deoperar.

Los modos en el siglo XXI serán muydistintos de lo que aconteció en la centuriapasada y una de las característicasdeterminantes será justamente el peso quetengan las poblaciones envejecidas.

No podemos perder de vista en nuestrasconsideraciones que el mundo no es está-tico, que estamos ante la globalizacióneconómica y cultural, que el concepto delEstado Benefactor parece desaparecer, yque el modelo neoliberal y del mercado daseñales de quedarse con nosotros por unlargo tiempo y que la democracia comien-za a ser real. ¿Cuáles son así los impactosde la nueva sociedad sobre el envejecimien-to y de éste sobre aquélla?

3. Calidad de vida para las personasadultas en plenitud en México

Existen distintos enfoques desde los cualesse puede analizar la vejez y sus procesos. Se

encuentran enfoques demográficos,médicos, epidemiológicos, sociológicos,económicos, financieros, de la seguridadsocial, de los ciclos de vida, de la relacióncon la familia, de las políticas públicas, etc.,lo importante es que el estudio de la vejeznos dé respuesta a estas preguntas:¿Qué es la vejez?¿Existe una vejez normal?¿Cómo es una vejez exitosa?

Cada persona, conforme avanza en edad,tendrá su propia calidad de vejez. Quisié-ramos evitar una vejez patológica y comogran objetivo se busca el ideal de una vejezexitosa, la cual podría definirse bajo lossiguientes parámetros:

• Bajos riesgos de enfermedades e inca-pacidades

• Alta funcionalidad física y mental• Condiciones socioeconómicas y familia-

res favorables• Adecuados intercambios sociales, dispo-

nibilidad de ayuda material• Apoyo emocional y actividad productiva,

no necesariamente remunerada.

Estos parámetros no son independientes,sino que están interrelacionados. Es nece-sario entonces trabajar en todas estas áreaspara lograr una vejez exitosa: en la salud,

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en la previsión económica, en la integraciónfamiliar, en el desarrollo de facilidades parala interacción de las personas de edad adultaen plenitud con la sociedad, etc.

4. La seguridad social y su papeldentro de la previsión económica

En términos internacionales, se acostumbradenominar seguridad social al conjunto demedidas colectivas, establecidas legalmente,mediante las cuales la sociedad protege asus miembros ante la eventualidad de quelos ingresos individuales o familiarespudieren faltar o ser insuficientes por causade enfermedades, maternidad y crianza delos hijos o por accidentes del trabajo,desempleo, invalidez, fallecimiento y, desdeluego, por la vejez o la cesantía en edadavanzada.

La seguridad social presupone una relaciónlaboral y su financiamiento se asegura me-diante el pago de cuotas de los empleadoresy de los trabajadores, complementadas aveces por el Estado.

Es importante diferenciar la seguridad so-cial de los denominados “programas socia-les de combate a la pobreza y de asistenciasocial”, los cuales se caracterizan por serfinanciados en su mayor parte con recursos

gubernamentales. Entre los programas so-ciales más comunes se podrían mencionarlos servicios de salud a la población abierta,la educación gratuita y el equipamientocomunitarios, y los subsidios generalizados.

En México, los primeros antecedenteslegislativos sobre aseguramiento de los tra-bajadores y de sus familiares se encuentranen dos disposiciones de rango estatal: la Leyde Accidentes del Trabajo del Estado deMéxico, expedida el 30 de abril de 1904; yla Ley sobre Accidentes del Trabajo delEstado de Nuevo León, expedida el 9 deabril de 1906.

Después de distintas propuestas de legislaren materia de indemnizaciones por riesgosde trabajo en los años 1906, 1909, 1911,1913 y 1914, y después de la obligatoriedadde la Seguridad Social en la Constituciónde 1917, finalmente se publica en el DiarioOficial de la Federación la Ley del SeguroSocial en enero de 1943.

Entre otros fines, la Ley aprobada establecíala protección de los medios de subsistenciade los trabajadores. Para su administracióny organización, se decretó la creación delorganismo descentralizado con perso-nalidad y patrimonio propios, denominadoInstituto Mexicano del Seguro Social.

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Posteriormente, en el año 1959 se creó elISSSTE, Instituto que ofrece la proteccióna los trabajadores al servicio de la Fede-ración, del Gobierno del Distrito Federaly de organismos públicos que por ley o poracuerdo del Ejecutivo Federal sean incor-porados al régimen.

Además del ISSTE y del IMSS, existe elISSFAM, para las fuerzas armadas y algu-nos organismos descentralizados como laCFE y PEMEX, que tienen sus propios es-quemas de seguridad social.

Finalmente, las diversas entidades federativascuentan con sus propias leyes de seguridadsocial para la atención de sus trabajadores.En todos los casos, estas leyes y organismosotorgan beneficios para garantizar la conti-nuidad del ingreso durante la vejez o lacesantía en edad avanzada, aun cuando losbeneficios garantizados y los requisitos paraalcanzarlos difieren grandemente entre sí.

Aunque el derecho a la pensión por vejez,por años de servicio o por cesantía en edadavanzada está garantizado por los distintosinstitutos, las cuotas que establecen las leyescorrespondientes son totalmente insufi-cientes para que la población adulta enplenitud pueda alcanzar en el futurocondiciones económicas favorables.

El ahorro de los trabajadores, las empresasy el Estado no alcanza ni siquiera un mesde salario al año para cubrir las pensionesfuturas. Así, durante una vida activa de 30años, el ahorro acumulado apenas llega a25 meses de sueldo, monto con el cual sedeberán pagar pensiones por un periodode entre 180 y 300 meses en promedio.

La viabilidad de una vejez requiere, entreotras cosas, condiciones económicas favo-rables y este objetivo exige, a su vez, que seenfrente con realismo el tema de las pen-siones y comprendamos que la suficienciade las pensiones depende del esfuerzo eco-nómico que estemos dispuestos a realizartanto como individuos como sociedad.

Las mujeres enfrentan la vida con mayorrealismo que los hombres. Su participaciónen la difusión de un nuevo paradigma paralograr la vejez exitosa es muy importante.

Se necesitan cambios en muchos aspectosde nuestra forma de vida; es prioritario re-valorar el trabajo y el ejercicio físico; cam-biar los hábitos de alimentación; fomentaruna cultura de la previsión en lo económicoy de la prevención en lo relativo a la salud,asumiendo con todo esto la responsabilidadpersonal de nuestra vejez exitosa.

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El Instituto Mexicano del Seguro Social sesiente honrado por la invitación al presenteforo, “Envejecimiento y derechos de lasadultas y los adultos en plenitud”, dado queidentificamos el proceso de envejecimientopoblacional como uno de los campos demayor inquietud y aplicación en cada unode nuestros compromisos institucionales,es decir, dentro de la prestación de serviciosde seguridad social, en la investigaciónmédica y en la docencia.

El fenómeno de transición demográficainvolucra, básicamente, variables como lafecundidad, la mortalidad y su impacto enla esperanza de vida, junto a las reper-cusiones en la composición de la poblaciónpor grupos de edad. Podemos identificaruna primera etapa, en donde los indica-dores de fecundidad y mortalidad semantienen elevados, por lo que la esperanzade vida es limitada y la población se con-centra en los grupos de menor edad, siendoescaso el porcentaje de adultas y adultosen plenitud. Durante la segunda etapa, lafecundidad se mantiene elevada pero la

mortalidad se manifiesta con un descenso,lo que permite incrementar la poblaciónde adultos jóvenes y sobre todo del grupode menores de 15 años, manifestándosegráficamente la población como unapirámide. Finalmente, en la tercera etapadisminuyen los indicadores de mortalidady fecundidad, lo que permite una expan-sión de la esperanza de vida, y se manifiestagráficamente por un estrechamiento de losgrupos de menores de 15 años y unaumento en el número de personas en posi-bilidad de ser consideradas adultas yadultos en plenitud.

Esta transición demográfica se ha registradoen países desarrollados durante periodos dehasta un siglo de duración, encontrándosecomo común denominador al desarrollode las condiciones socioeconómicas; encontraste, los países en vías de desarrollohan verificado su transición hacia elenvejecimiento poblacional en tan sólounas décadas, teniendo a las políticassociales y avances tecnológicos comofundamentales para observar cambios en

Las mujeres adultas en plenitud y la seguridad social

Dr. Carlos Alberto Durán Muñoz*

* Coordinador Médico de Programas, Centro Médico Nacional Siglo XXI.

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las tasas de mortalidad, fecundidad yesperanza de vida.

El fenómeno mencionado se acompaña deotra transición: la epidemiológica. En tér-minos generales, ésta se refiere a la formaen que la población enferma se incapacitay muere en un periodo de tiempo deter-minado; identificamos las primeras etapascon un predominio de enfermedades deorigen infeccioso y su transición hacia eta-pas en donde predominan enfermedadescrónico-degenerativas. Basados en el mode-lo de polarización retardada propuesto por

Frenk, podemos encontrar en nuestro paísun retardo en la transición, es decir, auncuando la emergencia de enfermedadescrónico-degenerativas se manifiesta enforma importante, no son las únicas queoriginan las necesidades en saludpoblacional porque coexisten con pade-cimientos infecciosos, lo que condicionauna coexistencia de distintos perfiles epide-miológicos por área geográfica y estratopoblacional.

La población de derechohabientes al IMSSse manifiesta con un proceso de franco en-

De izquierda a derecha, la Lic. Patricia Espinosa Torres, presidenta del Inmujeres; la Lic. Laura Salinas Beristáin, directorageneral de Promoción y Enlace del Inmujeres; y la Lic. Adriana Barrero de Borda, presidenta del Voluntariado del INAPLEN

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vejecimiento, observado en el censo depoblación derechohabiente al IMSS de1998, ya con un porcentaje de personascon 60 años y más cercano a 12 por ciento;es decir, el envejecimiento poblacional semanifiesta más claramente en la poblaciónderechohabiente del IMSS, en comparacióncon la población mexicana en general.

En contraste con la población en general,en el IMSS encontramos una poblacióncon mejores condiciones sociales y eco-nómicas, básicamente por la función denuestro instituto, de otorgar seguridad so-cial a una cohorte de mexicanos con in-gresos económicos generados por elempleo; que junto al acceso a servicios desalud permiten desarrollar mejorescondiciones de salud, reflejadas en unamayor esperanza de vida; y junto con laseguridad social durante la jubilación,justifican la mayor proporción de perso-nas de 60 años y más.

Ante este escenario, el IMSS, comorespuesta social organizada permanen-temente, tiende a adecuar sus acciones anteel incremento en las necesidades de saludcon el objetivo de mantener y mejorarindicadores de atención materno-infantil,de salud en el trabajo y medicina preven-

tiva, pero al mismo tiempo proporcionaratención médica de calidad para los pro-blemas crónicos esperados.

En términos de salud, también podemosaprovechar al denominado “bono demo-gráfico”, enfocando acciones que logrenretrasar el inicio de los problemas crónicosy, en consecuencia, incrementar el periodolibre de enfermedad.

Es por ello que el IMSS se ha com-prometido en la Investigación en Sistemasde Salud para desarrollar informaciónobjetiva que permita a nuestros tomadoresde decisiones dirigir inversiones que tengancomo objetivo el envejecimiento saludable.

Vislumbramos un sistema de atención a lasy los adultos en plenitud que permita supermanencia e integración por mayortiempo en el hogar, a través de estrategiasque involucren servicios de saluddomiciliarios y comunitarios, permitiendoel tránsito del paciente entre su hogar,alternativas de atención en residencias ocasas de enfermeras y la atención enunidades médicas (unidades de medicinafamiliar, hospitales y centros de especia-lidades) de acuerdo con las necesidadesespecíficas de salud.

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Actualmente, frente al acelerado procesode envejecimiento poblacional en México,la perspectiva de género cuenta con nuevaspreguntas y desafíos.

La mayor sobrevivencia femenina pro-mueve la viudez femenina en las edadesavanzadas, los hogares se reestructuran yse diversifican al final del curso de vida.

Estas tendencias demográficas y susresultados en la estructura de hogaresocurren en un contexto de desigualdad so-cial persistente y crisis económicas, conefectos en el mercado laboral y en el estre-cho sistema de pensiones del país. A la vez,las políticas sociales se centran en lasfamilias como principal espacio de apoyopara los individuos de edades avanzadas.

En este contexto demográfico y econó-mico, las mujeres son las que alcanzanedades más avanzadas, experimentandorupturas importantes con las condiciones

física y relacional que tenían en las edadesadultas. La viudez, la incidencia de enfer-medades crónicas y degenerativas, lacarencia de ingresos por trabajo y por pen-siones, son parte de la vida cotidiana en lavejez femenina.

En este escenario, adoptar a la familia comoespacio de promoción de políticas socialesimplica el riesgo de reproducir el rol feme-nino de cuidadora del hogar y de sus dife-rentes miembros y generaciones: niños,adultos y ancianos. El análisis de las con-diciones socioeconómicas en que viven losindividuos de la tercera edad en Méxicoapunta hacia la necesidad de replantear laspolíticas públicas desmitificando la ideade permanente solidaridad familiar eintergeneracional, así como pone enevidencia los límites que presenta la fa-milia para absorber todos los costos delinminente proceso de envejecimiento po-blacional que experimentará México en laspróximas décadas.

Trabajo e ingreso familiar en la tercera edad

Dra. Maria Cristina Gomes da Conçeiçao*

* Profesora-investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-México)

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1. El proceso de envejecimientopoblacional en México

En México, la transición hacia elenvejecimiento demográfico ocurrirá du-rante las próximas dos décadas, a diferenciade los países europeos, en los que esta tran-sición ocurrió desde fines del siglo pasado,durante casi un siglo. El proceso de enve-jecimiento se caracteriza por una poblacióncon niveles de fecundidad por debajo delnivel de reemplazo (menos de dos hijos pormujer) y tasas de crecimiento poblacionalnulas o negativas.

México es el segundo país más poblado enAmérica Latina, cuya población se encuen-tra entre las 10 mayores del mundo, y quetendrá más de 16 millones de individuosde edades avanzadas en las primeras décadasdel siglo (Naciones Unidas, 1987).

En los años treinta México presentaba unaesperanza de vida de 36 años, y en el año2000 la esperanza de vida era de 75 años.Entre los años treinta y ochenta, la proba-bilidad de un recién nacido de sobrevivirhasta los 60 años de edad casi se triplicó(de 23.4 a 68.7 por ciento); la probabilidadde que los individuos de 65 años vivieran30 años más aumentó casi diez veces (de11 a 108 por 10 mil) y la tasa de mortalidad

en la vejez se redujo 35 por ciento (Partida,1991; Camposortega, 1993). Talesganancias, experimentadas por estascohortes, se resumen en el promedio ac-tual de esperanza de vida al nacimiento,que es de 75 años de edad. Se puede afirmarque una gran mayoría de los individuos quenacen bajo el actual régimen de mortalidadsobreviven hasta los 60 años (80 porciento). De los individuos que llegan a los30 años de edad, casi todos van a sobrepasarlos 60 (95 por ciento) (Tuirán, 1998).

A su vez, la fecundidad disminuyó de maneraabrupta y rápida, aunque con dife-rentesniveles y velocidades en cada región. Ladisminución de la fecundidad en México secaracteriza por dos periodos dis-tintos y másmarcados: un periodo inicial de elevadafecundidad y la posterior disminución de lafecundidad. El primer periodo correspondea la entrada a las edades reproductivas degeneraciones reducidas por la revolución. Apartir de 1930 se observa un rejuveneci-miento poblacional, acentuado por el déficitde adultos jóvenes y por el aumento aceleradode nacimientos. Este aumento de los naci-mientos sigue a la reducción de la mortalidadinfantil y es paralelo al mantenimiento deelevados niveles de fecundidad (Mier y Terány Rabell, 1984a y 1984b; Zavala de Cosío,1992; Welti, 1994).

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Por lo tanto, en México, la estructura poredades fue afectada por la mayor sobre-vivencia y el alargamiento de la duraciónde la vida reproductiva, llevando a un enve-jecimiento del calendario de la fecundidaden los años cuarenta y cincuenta. En otraspalabras, el aumento de nacimientos entrelas mujeres de mayor edad se debe tambiéna la mayor sobrevivencia de estas mujeresy su pareja. Posteriormente, esto se reflejadurante el periodo 1950-70, en una muyalta fecundidad marital para las cohortesmás jóvenes, acompañada de un descensoen las cohortes de edades más elevadas.

En resumen, hasta fines de los sesenta seobserva el régimen típico de fecundidad natu-ral en México. Desde el punto de vista lon-gitudinal, la nupcialidad alta y precoz emergecomo determinante de la alta fecundidad dealgunas cohortes de mujeres;1 desde el áreade residencia, también en 1970, las mujeresde áreas rurales al final de su vida fértilpresentan una relación lineal entre sudescendencia después de los 35 años y la edada la primera unión (Juárez et al, 1996).

De esta forma, hasta los años sesenta, laedad a la primera unión y la consecuentemayor exposición a la probabilidad de tenerhijos, tanto vía nupcialidad como víasobrevivencia de ambos cónyuges, son losfactores asociados con los altos niveles defecundidad presentados. Pero no solamenteen el periodo de alta fecundidad, sino a lolargo de todo el siglo XX, las variacionesen la estructura por edades influyen en latendencia de la fecundidad.

El segundo periodo, disminución de lafecundidad, se subdivide en dos etapas:1971-76 y 1977-82. Al principio, entre1971 y 1976, la reducción de las tasas espe-cíficas de fecundidad fue moderada y uni-forme entre las mujeres de 20 a 35 años.La fecundidad general se redujo más rápi-damente que la marital, debido a los incre-mentos en la edad a la primera unión,2 a partirde las generaciones nacidas en 1957, quepasan a formar familias menos numerosas.

Las llamadas “pioneras” fueron las generacio-nes nacidas después de 1941, que retrasaron

1En especial, las generaciones de mujeres nacidas en 1927-41 y unidas antes de los 25 años, pues 82 por ciento de esasgeneraciones registra una edad promedio de 18 años a la primera unión y 95 por ciento de ellas pasan 90 por ciento de su vidafecunda en unión, expuestas al riesgo de una concepción. De esta forma se llega a niveles del orden de siete hijos por mujer,observado tanto en el análisis longitudinal como transversal en México antes de 1970 (Zavala de Cosío, 1992).2Zavala de Cosío (1992) utiliza la edad mediana a la primera unión, que es más sensible para percibir los cambios denupcialidad, que edad promedio a la primera unión. La edad mediana a la primera unión aumentó de 19 a 21 años (entrelas generaciones femeninas nacidas después de 1947 y las nacidas entre 1957-1961, respectivamente). Estas últimaspresentaron una nupcialidad más tardía y un descenso en la intensidad de la primonupcialidad.

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la edad a la primera unión hacia despuésde los 20 años, vivían en áreas metropoli-tanas y contaban con por lo menos primariacompleta y cónyuge de nivel profesional.

Sin embargo, posteriormente, entre 1977y 1982, el descenso de la fecundidad se uni-versaliza gradualmente. El descenso de lafecundidad en México se debe principal-mente (más de 80 por ciento) a la utilizaciónde métodos anticonceptivos en las unionesy a la rápida difusión de métodos modernosde anticoncepción, asociados a programasoficiales de planificación familiar im-plantados a partir de 1976, particularmentela esterilización femenina en todas las eda-des y grupos sociales (Juárez, 1983). Miery Terán y Rabell (1984 a y b) muestrancómo ocurre el proceso de difusión de loscomportamientos malthusianos en todoslos grupos sociales a partir de 1976. Entodo este segundo periodo, la descendenciade 7.4 hijos observada en 1965 se redujo a4.4 en 1980. Se trata de un descenso detres hijos por mujer o de 40 por ciento en15 años (Zavala de Cosío, 1992, Juárez etal., 1996). El comportamiento de lafecundidad cambia su tendencia, dejandode ser una curva convexa que caracteriza elrégimen de fecundidad natural, hacia una

curva cóncava, típica de una población queya limita sus nacimientos dentro de lasuniones (Juárez et al., 1996).

Otros autores han estudiado la relaciónentre el descenso de la fecundidad y la cri-sis económica de 1982 en México. Mojarro(1985) y Zúñiga (1983) profundizan enlos diferenciales de fecundidad entremujeres de grupos sociales específicos y apesar de la limitación de la informacióndisponible,3 los resultados sugieren que lacrisis económica pudo haber afectado a lapoblación de más bajos ingresos, coadyu-vando al descenso de la fecundidad degrupos sociales más desfavorecidos.

En México, el estado impulsó políticas yprogramas de apoyo institucional para laplanificación familiar. Sin embargo, el usode métodos anticonceptivos solamente seuniversalizó, al punto de ser perceptible undescenso en las tasas de fecundidad, aprincipios de los años setenta, coincidiendocon la implantación de los planes guber-namentales.

Por otro lado, la migración internacionales un factor demográfico importante parael análisis del envejecimiento poblacional.

3Como la variable ingreso no está disponible en las encuestas de fecundidad, los autores utilizan las variables educación,ocupación y área de residencia; recuperan métodos directos e indirectos para medir diferenciales de fecundidad.

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Los migrantes en los Estados Unidos repre-sentan cerca de 10 por ciento del total dela población mexicana y reúnen residentespermanentes y migrantes temporales, tantoautorizados (entre 4.7 y 4.9 millones, sien-do 500 mil naturalizados norteamericanos)como no autorizados (entre 2.3 y 2.4 millo-nes) (Estudio Binacional, 1997). La proxi-midad de la frontera permite que lostrabajadores temporales, después de viajesrecurrentes, establezcan su residencia defi-nitiva en los Estados Unidos, con la poste-rior migración de la familia (Conapo,2000). La mayoría de los migrantes sonhombres jóvenes en edades productivas,cuyo nivel de escolaridad va en ascenso; lamayor parte son unidos y jefes del hogar yproviene de las regiones tradicionales demigración. Asimismo, se observa un cre-cimiento de los migrantes de origen urbanoy de migrantes sin experiencia previa y sindocumentos para ingresar a los EstadosUnidos. También se han incorporado losmigrantes solteros, jóvenes y con mayorgrado de escolaridad.

La mayoría de los migrantes temporales en-vía periódicamente dinero a sus familiaresen México, por un valor cercano a la mitaddel salario recibido (Conapo, 2000; Co-rona y Tuirán, 1996; Durand, Parrado yMassey, 1996).

En el año 1995, las remesas de dinero en-viadas por los migrantes a México fueronequivalentes a 57 por ciento de las divisasdisponibles por medio de la inversión direc-ta en México y a cinco por ciento del ingresototal proporcionado por las exportacionesmexicanas. Las remesas promedio recibidaspor las familias de los migrantes son equiva-lentes al ingreso familiar y han financiadoalgunas inversiones productivas, como lavivienda y el desarrollo urbano. Aunque losbeneficiarios directos son las familias quereciben estas remesas, los mercadosdifunden parte de ellas en otras familias ynegocios. Por otro lado, el principal costosocial de la migración es la separación yruptura de las familias (Durand, Parrado yMassey, 1996; Lozano, 1999; Moctezuma,1999; Estudio Binacional, 1997).

2. Cambios en la estructurapor sexo y edades

La simple consideración de las variablesdemográficas podría sugerir que cada unade ellas puede operar independientementede las demás. Sin embargo, aunque cadacomponente de la dinámica demográficapueda analizarse por separado, su integra-ción es importante para acercarse a la formade interdependencia o a las relaciones recí-procas entre sus componentes, así como

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para observar sus transformaciones en eltiempo y estudiar la dinámica demográficacomo un proceso. En segundo lugar, dichoproceso poblacional ocurre en interrelacióncon todas las demás instancias y procesossociales, lo que no significa reducirlos a un‘paralelismo infructuoso’, a formulacionesseparadas de ‘lo poblacional’, en cuanto datosque conforman un telón de fondo, remi-tidos a ‘lo social’ (Lerner y Quesnel, 1986y 1989).

La primera discusión: la integración de lastendencias de la fecundidad, la mortalidady la migración, se inicia con un análisis delas tasas agregadas de crecimiento pobla-cional, el indicador más resumido de losresultados demográficos. Sin embargo,aunque las tasas de crecimiento poblacionalresumen los resultados de la evolución delos componentes demográficos, lo hacende una forma demasiado reductora, obs-cureciendo las interrelaciones más detalla-das de la dinámica demográfica; porejemplo, se acostumbra asociar los descen-sos de la fecundidad con la caída drásticade las tasas de crecimiento poblacional enambos países. Pero, como se ha discutidoanteriormente, aun el descenso de lafecundidad se ve afectado por la estructurapor edades, la cual, a su vez, refleja laevolución de la mortalidad. La mortalidad

puede actuar favorable o contrariamenteal descenso de la fecundidad, dependiendode la etapa de rejuvenecimiento o de enve-jecimiento por la que esté pasando la evo-lución de la estructura por edades en uninstante dado. En un primer momento, lareducción de la mortalidad permite unamayor sobrevivencia de las parejas, lo quegenera una mayor exposición al riesgo deembarazo. La mayor fecundidad, a su vez,aumenta el tamaño de cohortes de naci-mientos y lleva a un rejuvenecimiento dela estructura por edades.

Por lo tanto, para el campo de cono-cimiento demográfico es de sumaimportancia conocer de manera más pro-funda y dinámica la evolución articuladade los componentes demográficos. Más alláde una visión reducida de las tasas de creci-miento poblacional, los cambios queocurren a lo largo del tiempo en la estruc-tura por edades componen una dinámicademográfica que reproduce el peso relativode jóvenes, adultos y ancianos a lo largo de latransición, definiendo un proceso dereproducción generacional, que es parte delconjunto del proceso de reproducción social.

La estructura de edades en México yapresenta un estrechamiento de la base dela pirámide poblacional, debido al descenso

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de la fecundidad, pero también un impor-tante aumento relativo de la poblaciónmayor de 60 años de edad.

Este proceso combina el descenso de lasproporciones de niños (entre 0 y 14 años)y el aumento de las proporciones de adultos(entre 15 y 59 años de edad); provocaenormes diferenciales entre los pesosrelativos de ambas generaciones y finalmen-te resulta en una relación de dependenciade niños extremamente favorable para laspolíticas públicas en el momento actual,pues se cuenta con largas generaciones deadultos en edades activas. Sin embargo, elactual descenso de nacimientos sereproducirá en algunas décadas, resultandoen una progresiva disminución en el núme-ro de individuos en edades adultas, siendopor eso denominado “proceso de envejeci-miento por la base”. Se trata de un procesoprevisible desde ahora, pues las generacionesnumerosas nacidas en los ochenta enMéxico se hacen adultos jóvenes, mientraslas generaciones nacidas después de estadécada son menos numerosas.

Por otro lado, también ocurre un incre-mento de la proporción de individuos deedades avanzadas, lento pero sistemático,de acuerdo con las progresivas gananciasde sobrevivencia en estas edades. Aunque

este proceso no es tan perceptible, ya apun-ta hacia un ascenso progresivo, pues elgrupo de individuos mayores de 60 añosha aumentado su peso relativo en laestructura de edades de ambas poblaciones.Para el año 2010, se espera que este gruposupere en términos relativos a cada uno delos cinco últimos grupos quinquenales deedad adulta. A esta tendencia se ledenomina “proceso de envejecimiento porla cúspide” de la pirámide poblacional, cuyoavance va conformando una nueva estruc-tura de edades que deberá dar un nuevoimpulso al descenso de la fecundidad.

El grupo de individuos que sobrepasan los60 años de edad es el que presenta la mayortasa de crecimiento, lo que implica aumen-tos crecientes en el peso relativo de estegrupo de edades en la estructura pobla-cional, un fenómeno observado en muchosotros países del mundo en desarrollo. Porlo tanto, el llamado proceso de enveje-cimiento depende principalmente de lacombinación temporal del cambio en loscomponentes demográficos: la mortalidady la fecundidad. Es un proceso en el cual,dado un momento inicial en el que ocurrióun considerable número de nacimientos,a cada momento subsiguiente aumenta laprobabilidad de sobrevivencia de estapoblación. Las dos condiciones asociadas

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han definido la permanencia de genera-ciones numerosas desde la infancia hastala vejez (Veras, 1987, 1995). Mientras estasgeneraciones alcanzan las edades avanzadasy reducen su fecundidad, ellas vandominando el tope de la pirámide pobla-cional, que a la vez se va estrechando en subase, conformándose un proceso de envejeci-miento inminente e inevitable para laspróximas décadas en México (Naciones Uni-das, 1989 a 1997; Banco Mundial, 1996).

3. Población y sociedad

La temporalidad y la forma como cambianlos diferentes componentes demográficos sonelementos que arrojan luz al análisis relacio-nal de la población y los fenómenos sociales,incluidos los aspectos biológico y socioeco-nómico, así como las especificidades degénero, epidemiológicas y los límites quecaracterizan el proceso de envejecimientopoblacional. Al tomar en cuenta la compleji-dad de esta articulación, se busca superarun supuesto tradicional implícito en los aná-lisis sobre población y desarrollo, que “lapoblación cambia a muy largo plazo y, poreso, puede ser considerada exógena respectoa los procesos económicos y sociales”.

Profundizar en las formas como se rela-cionan tales procesos, permite ampliar el

horizonte analítico. La idea de poblacionesreducidas a un espacio cerrado, con recur-sos limitados, se complejiza al tomar en cuen-ta los avances tecnológicos, la variedad dearreglos institucionales y de prácticas de losactores sociales, la interrelación de loscomponentes demográficos y socioeconó-micos que caracterizan a diferentespoblaciones y sociedades, las múltiplestemporalidades y direcciones en que ambasse relacionan.

En México, la esperanza de vida se duplicaen un lapso de 50 años y la fecundidad sereduce a menos de la mitad en apenas dosdécadas. Las causas de ambos fenómenosson múltiples y estrechamente conectadasa fenómenos socioeconómicos, a especi-ficidades biológicas, físicas, ambientales ylegales, entre otras. A la vez, se trata detemporalidades y complejidades bastantediferenciadas entre sociedades, especial-mente las europeas. En este sentido, losvínculos entre población y desarrollodependen de tomar en cuenta las diferentesmediaciones y complejidades, que sola-mente se explicitan al endogeneizar lapoblación al análisis de la sociedad. Demanera similar, los planes económicos,políticos e institucionales, las políticaspúblicas y las expectativas familiares eindividuales de cada país responden a estos

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diferentes ritmos y tiempos poblacionales,se transforman de acuerdo con la dispo-nibilidad de diferentes generaciones dehombres y mujeres presentes en las socie-dades y en las familias.

Cambios poblacionales tan importantescomo los que viene experimentandoMéxico se articulan con la desigualdad so-cioeconómica, las políticas e institucionesreproducidas desde la vida cotidianadoméstica e individual. Por tal motivo, estetrabajo se propone explorar el peso relativode las diferentes generaciones de hombresy mujeres presentes en la sociedad.

Definida no simplemente como una“estructura por edades y sexo de lapoblación”, sino en cuanto la “disponi-bilidad generacional y de sexos en lasociedad”, la composición generacional haocupado el centro de atención deorganismos internacionales como el BancoMundial (1996) y el Banco Interamericanode Desarrollo (1999), para prever laevolución futura de sociedades desarro-lladas y en desarrollo.

Las decisiones sobre las relaciones,obligaciones y percepciones entre estado ysociedad; la redefinición de la economía ypolíticas públicas en el ámbito interna-

cional; el papel del estado como regla-mentador o interventor en la economía, enlos mercados de trabajo, financiero, deconsumo y frente a las instituciones deseguridad social; las obligaciones familiares,todas han sido analizadas desde el puntode vista de la composición generacional delas diferentes sociedades. Muchas veces, lacomposición generacional resultante al fi-nal de la transición demográfica esapuntada como el factor fundamental parael debilitamiento de las inversiones produc-tivas y para el aumento de los gastos socialescon salud y pensiones, considerados fac-tores responsables por la quiebra del estadode bienestar social (Banco Mundial, 1996).

Sin embargo, esta causa demográfica paralas crisis económicas aún no se hacepresente en la mayoría de los paíseslatinoamericanos. En México, el enveje-cimiento poblacional todavía no es unproblema que justifique las crisiseconómicas; al contrario, en la actualestructura de edades predominan losadultos en edades activas, una situaciónúnica que genera un gran potencial denumerosas generaciones que demandantrabajo. Solamente en las próximas décadas,estos países también llegarán a la últimaetapa de la transición demográfica, cuandolas extensas cohortes en edades productivas

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alcancen su máximo peso relativo respectoa la población total y, al final del siglo,empiecen a superar los 60 años de edad.En este sentido, organismos nacionalescomo el Consejo Nacional de Poblaciónde México (Conapo, 1999 y 2000) hananalizado los cambios en la composicióngeneracional como uno de los principalesdesafíos sociales para los países latinoa-mericanos. En tanto temporal y potencial,esta situación de “bono demográfico” pue-de ser utilizada en cuanto oportunidad paraestas sociedades o, de desperdiciarse, puedereforzar un rezago futuro (Partida y Tuirán,1999).

Cambios tan importantes en la estructurapor edades de la población impactan entodos los dominios de la sociedad, comola actividad económica, los mercados detrabajo y de consumo, las políticas públicasy las instituciones, la atención a las nece-sidades de residencia (asilos), monetario(pensiones, auxilios sociales, subsidios), decuidados a la salud. Tales cambios afectanprincipalmente a los hogares, que han sidoel principal espacio de intercambios en lavejez en todos los países del mundo. Enresumen, las propiedades socioeconómicas,laborales e institucionales establecenconexiones estrechas con las propiedadesgeneracionales y de género. Los aspectos

institucionalizados articulan propiedadessocioeconómicas y demográficas a lo largodel tiempo histórico, doméstico e indi-vidual.

4. Desigualdades macroestructuralesen México

Las conexiones extradomésticas son partedel análisis de los hogares en su sentido másamplio: incluyen características de lo do-méstico, político, económico y social comoun todo (Jelín, 1983 y 1984; Casey, 1989;Lerner y Quesnel, 1989). La conexión en-tre el contexto demográfico y socioeco-nómico, entre otras maneras, se puede esta-blecer desde el análisis del mercado laboraly la seguridad social; y por otro lado desdeel análisis del ingreso familiar.

En México, la población económicamenteactiva representa 62 por ciento del total dela población, pero sólo 67 por ciento de laPEA participa en el mercado laboral, en sumayoría hombres. Sólo 33 por ciento delas mujeres adultas trabaja, de acuerdo consu papel en el hogar –la mayoría de lasmujeres que trabajan son jefas de hogar ylas esposas trabajan en menores pro-porciones, y las mujeres se concentran cadavez más en el mercado laboral informal encomparación con los hombres–. Aunque

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el número total de asalariados formales haaumentando progresivamente, en laactualidad la mayoría de la poblacióneconómicamente activa de ambos sexos notiene acceso a un contrato formal de trabajoy tampoco contribuye a los sistemas de pen-siones. El mercado laboral se restringe a40 por ciento de la población econó-micamente activa y el acceso a las pensioneses condicionado a tener un contrato for-mal de trabajo mínimo durante 10 añosininterrumpidos. Como resultado, al finaldel curso de su vida pocos hombres ymujeres obtienen una pensión. Con respec-to al sistema de salud, éste tiene coberturauniversal, pues los trabajadores formalesfrecuentan los servicios del IMSS y delISSSTE, pero toda la población puede uti-lizar los servicios de la Secretaría de Salud.

Por otro lado, persisten altos niveles dedesigualdad y en la distribución de ingresosy la pobreza alcanzan a 58 por ciento de lapoblación mexicana, observándose impor-tantes contracciones del ingreso real porhogar desde la crisis económica de 1995,aumentando la proporción de individuosen pobreza extrema, así como la intensidadde la pobreza (Millán, 2001).

5. Ingreso familiar

El ingreso familiar suele originarse de unadiversidad de fuentes, clasificadas comomonetarias y no monetarias. Las fuentesde ingresos monetarios son clasificadascomo ingreso por trabajo o “transferencias”.El ingreso por trabajo puede ser formal oinformal, de acuerdo con la existencia ono de un contrato laboral. Las transfe-rencias formales son los beneficiosotorgados por las instituciones de seguridadsocial pública, privada o corporativa.También existe un amplio abanico de trans-ferencias informales, clasificadas comotransferencias “de espacio (cohabitación oresidencia compartida), de tiempo4

(tiempo dedicado a la provisión deservicios) y de pagos (pagos en efectivo oen especie)” (Tuirán y Wong, 1994; Soldoet al., 1995, 1997, 1999). Ambos ingresos,por trabajo y por transferencias, formalese informales, tienen implicaciones sobre losrecursos de que dispone cada cohorte paradefinir su comportamiento económico encada momento: el consumo, el ahorro einversiones en cada fase de su curso de vida.Otras fuentes de ingreso son las inversioneso adquisiciones realizadas en el curso de

4 En el caso de esta investigación, las encuestas de ingreso y gasto de los hogares que son utilizadas también se limitan atransferencias monetarias.

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vida de los individuos de edades avanzadasen negocios, inmuebles, mercados devalores, etc. En esta investigación sólo sepodrán considerar los ingresos monetariosdeclarados en las encuestas de ingresos ygastos de los hogares.5

6. Ingresos, generaciones y rol familiar

En la vida adulta, más de 80 por ciento dehombres y mujeres mexicanos se encuen-tran unidos, los hombres asumen el rol dejefes de sus hogares y las mujeres de esposas.Menos de una tercera parte de los hogaresmexicanos son jefaturados por mujeres;trabaja más de 80 por ciento de los jefes dehogar, pero sólo 40 por ciento de ellos tieneun contrato laboral y contribuye al sistemade pensiones; únicamente trabaja cerca de30 por ciento de las mujeres y muy pocasestán en el mercado laboral formal.

Como el trabajo formal en la vida adultacondiciona las pensiones en la vejez y lamayor parte de los trabajadores está en elmercado informal, al final del curso de vidasólo una pequeña parte de hombres ymujeres adquiere el derecho a la pensión.De esta forma, en la vida adulta se observanpatrones por género: hombres jefes dehogar que trabajan principalmente en elmercado laboral informal y mujeres esposasque no trabajan. Como resultado, despuésde los 60 años de edad muchos hombresno logran jubilarse y tienen que seguirtrabajando, dado que sólo un pequeñogrupo logra pensionarse. La mayoría de lasmujeres ni trabaja ni cuenta con una pen-sión, sino que debe recurrir a otros ingresosmonetarios, en general remesas en dineroenviadas por parientes y amigos.La fase adulta del curso de vida de loshogares jefaturados por hombres (jefes uni-

5 En esta investigación se analiza la información disponible en encuestas nacionales de ingresos y gastos, relativas a lastransferencias monetarias, especialmente el ingreso monetario. El ingreso acostumbra ser un buen indicador del nivel deriqueza individual y familiar (nivel de ingresos), de la desigualdad social (distribución de los ingresos) y de la posicióneconómica del individuo en el grupo doméstico (aportante o consumidor de recursos).

Jefes unidos de 20-59 años de edad 80% trabaja, 40% con contrato formal15% percibe otros ingresos

Cónyuges 25% trabaja90% con hijos, todos menores de 25 años 20% trabaja80% pareja con hijo 15% hogar extenso

Hogares con jefes de edades adultas Cuadro 1

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dos y no unidos) se caracteriza por un patrónde la estructura de ingresos centrado en eltrabajo del jefe, pero también en parte delas cónyuges e hijos en el caso de los jefesunidos. Estos hogares se diferencianprincipalmente respecto a su composición,pues los jefes unidos viven con su pareja ehijos en hogares nucleares, mientras losjefes no unidos viven principalmente solos(hogares unipersonales) o en hogares exten-sos, con otros parientes pero sin sus hijos.

Los hogares jefaturados por mujerespresentan el mismo patrón, en el quepredomina el trabajo, aunque en menoresproporciones que entre los jefes del sexomasculino. La estructura de hogares estambién diversificada. Sin embargo, a dife-rencia de los jefes no unidos, las jefas viven

más con sus hijos, en hogares nucleares oextensos, y sólo una quinta parte de ellasvive sola.

Estas tendencias cambian fuertemente alfinal del curso de vida, pues la estructurade los hogares con jefes mayores de 60 añosse diversifica todavía más, dado que lasparejas solas aparecen con un pesoimportante (25 por ciento) por primeravez. La estructura de ingresos también sediversifica, con un importante descenso delas proporciones de ingresos del trabajo yaumento de las proporciones de otros in-gresos y de jefes sin ingresos. Las cónyugestrabajan en menores proporciones que lasde edades adultas, pero algunas percibenotros ingresos. Los porcentajes de hijos quetrabajan siguen en 40 por ciento.

Jefes no unidos de 20-59 años de edad 75% trabaja, 30% con contrato formal20% con hijos 20% percibe otros ingresos40% unipersonal30% hogar extenso SIN hijo

Jefas no unidas de 20-59 años de edad 50% trabaja, 25% con contrato formal30% percibe otros ingresos

75% con hijos, todos menores de 25 años 20% trabaja40% jefa con hijo20% unipersonal25% hogar extenso con hijoFuente: cálculos propios, con base en IBGE-95 y ENIGH-94, datos muestrales expandidos.

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En este sentido, la estructura de ingresosde los hogares mexicanos con jefes unidosmayores de 60 años de edad se diversificatanto porque recurren a más fuentes de

ingresos, como porque se observan másmiembros del hogar que son perceptoresde ingresos.

Jefes unidos mayores de 60 años 45% trabaja 25% percibe otros ingresos16% sin ingresos

Cónyuges 20% trabaja10% percibe otros ingresos

70% con hijos 40% trabaja40% pareja con hijo25% pareja sola30% hogar extenso con hijo

Hogares con jefes de edades avanzadas

Jefes no unidos mayores de 60 años 40% trabaja30% percibe otros ingresos(mitad otros y mitad exterior)10% sin ingresos

40% con hijos 20% trabaja20% jefe con hijo50% unipersonal20% hogar extenso CON hijo

Jefas no unidas mayores de 60 años 20% trabaja45% percibe otros ingresos (exterior)25% sin ingresos

50% con hijos 35% trabaja20% jefa con hijo50% unipersonal20% hogar extenso con hijoFuente: cálculos propios, con base en IBGE-95 y ENIGH-94, datos muestrales expandidos.

Cuadro 2

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1995Respecto a la estructura de hogares, al fi-nal del curso de vida, cuando los hijos yason adultos y sus padres están en edadesavanzadas, la mayor parte de los hijos quese quedan corresidiendo con ellos son delsexo masculino; excepto entre las jefas nounidas mexicanas, que corresiden más fre-cuentemente con las hijas que con los hijos.Sin embargo, solamente trabaja 30 o 40por ciento de los hijos corresidentes y los“otros parientes” no representen un apoyoeconómico para estos jefes de edadesavanzadas. Por un lado, la proporción dehogares extensos es progresivamente mayormientras avanza el curso de vida del jefe;pero, por otro, el porcentaje de otros parien-tes que trabajan sigue disminuyendo (decada 12 otros parientes, solamente trabajancuatro).

1996En resumen, al final del curso de vida, lacomplejización de la estructura de ingresossiempre se acompaña de una más complejacomposición y estructura de hogares, conmayor participación de “otros parientes”que no aportan ingresos al hogar. Compa-rados con los jefes no unidos entre 40-59años de edad, los jefes mayores de 60 añostambién trabajan en menores proporciones

que los de 40-59 y, a la vez, perciben otrosingresos con mayor frecuencia, mientrasalgunos de ellos no obtienen ningún tipode ingresos.

Esta tendencia también se puede observara partir de los ingresos que perciben losmiembros del hogar por edad y sexo (Grá-ficas 1, 2, 3 y 4). De acuerdo con la gráfica1, los jefes de hogar perciben ingresos deltrabajo, principalmente informal, desde los15 hasta los 70 años de edad.

Es decir, las propiedades socioeconómicasen México, especialmente la informaliza-ción del mercado de trabajo, representanuna baja capacidad de contribución parala seguridad social y se reflejan en por-centajes muy pequeños de jefes y jefas dehogar que tienen una pensión en la vejez.Frente a tales lagunas, los jefes de hogarconstruyen e institucionalizan otros espa-cios para la captación de recursos mone-tarios, principalmente el Procampo para losjefes de edades adultas y las remesas paralas jefas adultas y de edades avanzadas. Lamisma tendencia se observa entre las cón-yuges, que trabajan mayormente en elmercado informal en las edades adultas yno logran obtener pensiones en la vejez.

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Gráfica 1

Gráfica 2

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Gráfica 3

Gráfica 4

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Paralelamente a esta diversidad de ingresos,se presenta una gran variabilidad en ladistribución de ingresos de estos hogares.Las jefas no unidas registran una mejor dis-tribución de ingresos respecto a los demásjefes del sexo masculino, a pesar de las dife-rentes estructuras de ingresos. Los jefes nounidos son los que presentan una peor dis-tribución de ingresos, comparados con losjefes unidos y las jefas no unidas.

Conclusiones

El proceso de transición demográfica enMéxico muestra que las ganancias de sobre-vivencia juegan un papel importante quelogró duplicar la esperanza de vida entrelos años cincuenta y noventa, resultandoen un proceso de envejecimiento muy rá-pido.

Por otro lado, aunque la mayor sobre-vivencia adulta ofrece gran disponi-bilidadpoblacional de mujeres en edades fértiles,lo que potencialmente permitiría lapersistencia de altos niveles de fecun-didad,a partir de las políticas de población y deluso de métodos anticonceptivos por partede las mujeres se observa una dismi-nuciónde la fecundidad, también muy impor-tante, de seis a 2.4 hijos por mujer, queocurrió en un periodo de apenas 20 años.

En las próximas dos décadas, Méxicoconsolidará su proceso de envejecimientopoblacional, y los resultados y la rapidezdel proceso de transición demográfica searticulan con las condiciones de desigual-dad socioeconómica y con las diferentesestructuras de hogar y de ingresos. En suvida doméstica y social, los actoresdependen del contexto laboral e institucio-nal para obtener una pensión en la vejez.

Los límites del mercado laboral formal enMéxico constriñen las posibilidades dehombres y mujeres para contribuir durantelos 10 años exigidos por las reglas delsistema de pensiones, y asumir el derechoa este beneficio al final de su vida. Lasremesas del exterior del país, además demúltiples conexiones institucionales deprogramas de beneficios discrecionales queofrece el Estado mexicano, muestra la impor-tancia de las redes intra e interdomésticasque cruzan fronteras, en una práctica con-tinua de institucionalización de compro-misos e intercambios entre generacionespara sustituir las lagunas de las institucionesformales de bienestar. Finalmente, loshombres siguen trabajando en el mercadoinformal hasta edades muy avanzadas, enla ciudad o en el campo; algunos se quedanen el país, algunos perciben subsidios comoel Procampo y otros migran.

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Algunos envían remesas nacionales einternacionales, y principalmente las muje-res perciben apoyos financieros y remesasen la vejez.

En México, los hogares extensos, aunqueno son la mayoría, se reproducen con mu-cha frecuencia en todas las fases del cursode vida, asociados con prácticas de diversi-ficación de las fuentes de ingresos. Losdiferentes miembros de los hogares seorganizan para cubrir las necesidades de losindividuos de edades avanzadas. Sin em-bargo, el intercambio de espacios y recursoseconómicos por parte de los miembros delhogar están cargados de conflictos ycontradicciones. Diversos autores hanregistrado en México la presencia deconflictos de propiedad de la tierra, derepartición de los bienes y herencia entreadultos e individuos de la tercera edad. Porotro lado, Goldani (2001) llama la atencióndel riesgo de que las políticas sociales secentren en la familia como el principalespacio de apoyos entre generaciones,principalmente porque la familia acostum-bra estar asociada con los roles femeninos

de cuidadoras. Al reforzar el papel de lafamilia como principal soporte para lavejez, de hecho se acumulan las tareas decuidados domésticos por parte de la mujerpara atender a diferentes generaciones deniños, adultos y ancianos, y se reproduceel estatus de la mujer como trabajadoradoméstica no remunerada.

Por otro lado, en momentos en que lasmismas generaciones de adultos están ex-perimentando crisis importantes en laeconomía y en el mercado laboral, la fa-milia presenta límites y puede no ser capazde absorber todos los resultados de las cri-sis económicas y del envejecimientopoblacional a la vez.

Por lo tanto se debe destacar que, comoconsecuencia de lo anterior, la bajacobertura del sistema de pensiones, aunadaa las carencias familiares, puede llevar alabandono y al maltrato de los individuosde edades avanzadas en las próximasdécadas de acelerado proceso de enveje-cimiento poblacional.

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Hace sólo unas décadas, era difícil imaginaruna preocupación mundial sobre el enveje-cimiento. El principal problema demo-gráfico para la mayoría de los países endesarrollo era el crecimiento de la pobla-ción, producto de los elevados niveles defecundidad, que incluso llegó a serconsiderado un factor fundamental paraexplicar el atraso económico.

Está ampliamente descrito en la literaturaespecializada el efecto que ha tenido la caídade la fecundidad sobre la estructura poredad de la población, que junto con el in-cremento de la esperanza de vida ha hechoque la proporción de la población en elextremo superior de la pirámide de edadessea cada vez mayor; por tanto, este resul-tado, independientemente de cualquierotra condición, hace que los problemas delos viejos se hagan más visibles.

Precisamente quisiera referirme a algunosaspectos de esta problemática, a partir de

la concepción que se tiene de ésta y de lascondiciones de vida de los viejos en este país.

1. El envejecimiento como uno de varios“males” demográficos

Bajo ciertos enfoques, es común considerarlos problemas sociales como “enferme-dades” y, por tanto, plantear su solución através de medidas terapéuticas que atiendenmás a sus manifestaciones externas que asolucionar los problemas en sus raíces.

El ejemplo más claro ha sido el de laspolíticas de población en el ámbito de lafecundidad, que en su planteamientoprimario, con una visión epidemiológica,consideraron el embarazo como unaenfermedad y la anticoncepción como lavacuna que protege a la población de ésta.

Desde esta visión epidemiológica, la edadse considera un factor de riesgo y sesobrestima su papel.

Plenitud, precariedad y dependenciaLa población de 60 años o más en México,según la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social 2000

Dr. Carlos Welti Chanes*

* Investigador titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

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Como la dimensión temporal en la que seubican los fenómenos sociales es el eje cen-tral a partir del cual estos deben inter-pretarse, en el caso de ser representado esteeje demográfico por la edad, los problemasdemográficos en el nivel individualdesaparecen con el paso del tiempo. Así,los problemas de la infancia o la adole-scencia terminan conforme avanza elcalendario, pero no sucede lo mismo conlos problemas de la vejez y ante la imposi-bilidad de asumir la posición descrita en elcaso de las etapas iniciales de la vida, esdecir, esperar que la situación se modifiquepositivamente conforme se acumula laedad, al proceso de envejecimiento en laedad adulta se le trata de dar unaconnotación distinta a la que se vive coti-dianamente, como si ser viejo desearaevitarse y no asumirse como condición e-lemental de sobrevivencia.

Al reconocer las consecuencias que tienela estratificación etaria de la sociedad parala vida de los individuos, se ha tratado deevitar que se adquiera conciencia de lo quesignifica ser viejo en una sociedad como lanuestra y se propone una visión idílica deesta etapa de la vida, inventando nuevosadjetivos como la “tercera edad”, “pobla-

ción añosa”, “juventud acumulada”, hastallegar a la de “adultos en plenitud”, comosi la denominación de esta poblacióntransformara la situación de los viejos.

Por cierto, plenitud tiene el sentido de“apogeo”, por lo que el mejor ejemplo desu aplicación es referirse a quien está “enplenitud de sus facultades físicas”;1

difícilmente esta condición caracterizaríaa este sector de la población.

Debemos recuperar el uso del adjetivo“viejo” como el que “se aplica a las perso-nas... de mucha edad” y dejemos deconsiderar el envejecimiento como unaenfermedad.

2. La situación de dependenciay precariedad de la población vieja

A diferencia de la dependencia que tienenlos niños y los jóvenes de los adultos y quesocialmente se reconoce como una obliga-ción de los padres en primera instancia yen seguida de la sociedad a través de susinstituciones, la dependencia de los viejosse considera una carga que se trata de evitaren la medida en que se asume que susobrevivencia constituye una responsa-

1 María Moliner, Diccionario del uso del español, Gredos, Madrid, 1987.

7 8

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bilidad absolutamente individual, descono-ciendo que las oportunidades de vivir encondiciones aceptables se encuentransocialmente estructuradas y que, en el casode la población vieja, se manifiestan a travésdel significativo porcentaje que depende delas transferencias familiares.

Para el caso de México, ya ha sidosuficientemente documentada la impor-tancia de la familia en la sobrevivencia delos viejos; por lo tanto, no es necesariohacer una descripción pormenorizada dela manera en que funcionan los apoyosfamiliares, pero a partir de los datos de laEncuesta Nacional de Empleo y SeguridadSocial realizada por el Instituto Nacionalde Estadística, Geografía e Informática yel Instituto Mexicano del Seguro Social en2000 y a la que se denominará por su acro-nismo ENESS-2000, podemos observarcómo se distribuye esta población segúnlas distintas fuentes de sostén económicoy constatar que para 50 por ciento de lapoblación de 60 años o más esta fuenteprimordial la constituye la familia. Ellosignifica que, en términos absolutos, másde 3.5 millones de mexicanos en estas eda-des no sobrevivirían sin el apoyoeconómico familiar (Cuadro 1).

Las diferencias por grupos de edad y sexo

muestran la inserción de la población en laestructura social y son el resultado de losroles que juegan hombres y mujeres a lolargo de su vida; en el caso de éstas, tres decada cuatro dependen de la familia, conporcentajes que llegan a superar 80 porciento entre las mujeres que tienen 85 omás años de edad.

Ante estos niveles de dependencia, habráque evaluar el efecto que tendrá la reduc-ción del número de hijos en la sobrevi-vencia de los viejos.

Por otro lado, poco más de 10 por cientovive de los ingresos de una pensión.

Es claro que la población continúatrabajando aún a edades avanzadas y semantienen las diferencias entre hombres ymujeres en la participación de la actividadeconómica: 60 por ciento de la poblaciónmasculina analizada trabaja, contra sólo 17por ciento de la población femenina; sinembargo, los trabajos que desempeñanpueden considerarse precarios si obser-vamos algunas de sus características.

El Cuadro 2 presenta la distribución de lostrabajadores según su posición en laocupación. Sorprende el elevado porcentajede mujeres y hombres que se declaran

7 9

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trabajadores por su cuenta, casi 60 porciento,2 y que poco tiene que ver con la ca-pacidad de crear o administrar su propiaempresa; pero, en cambio, sí refleja laimposibilidad de encontrar empleoremunerado y por tanto la necesidad deincorporarse a cualquier actividad quepermita sobrevivir.

Esta situación de precariedad en el empleose constata al observar el número detrabajadores en la unidad económica en laque se desempeñan, tanto los que se decla-ran patrones como los trabajadores por sucuenta (Cuadro 3).

Los viejos con el estatus de patrones sonprácticamente su propio patrón.

Casi cien por ciento de las unidadeseconómicas de trabajadores por cuentapropia tienen hasta dos trabajadores, esdecir, el “dueño del negocio” y un ayu-dante; y según su ubicación física, pororden de importancia encontramosterrenos de cultivo (45 por ciento), supropio domicilio (16.6 por ciento), eldomicilio del cliente (11.7 por ciento) yun local fijo (8.5 por ciento).

Sin gran dificultad podemos ir definiendoel escenario en el que se desarrolla laactividad económica de esta población, enla que la mitad de los trabajadores por sucuenta gana hasta 900 pesos mensuales. Enel caso de los trabajadores asalariados, nosólo reciben un ingreso reducido –la mitadrecibe menos de mil 700 pesos mensuales–,sino que además las condiciones de surelación laboral traen como resultado graninestabilidad y reducidas prestacionessociales. Seis de cada 10 trabajadoresasalariados carecen de contrato escrito ysólo un arreglo verbal mantiene la relaciónentre empleado y empleador.

La distribución de la población asalariadasegún el tipo de contrato puede verse enel Cuadro 4. El panorama que ofrecen losdatos, sin embargo, no sólo es característicode la población vieja; la flexibilización delas relaciones laborales que tanto propugnala visión neoliberal se manifiesta ya desdelos grupos de trabajadores más jóvenes.Según datos de la ENESS-2000, más dela mitad de los trabajadores de 15 a 29años que reciben un salario mantienen unarelación laboral a través de un acuerdoverbal.

8 0

2 Para la población ocupada de 12 años y más, 22 por ciento se declaró trabajador por su cuenta.

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En virtud de que, como se ha mencionado,el tipo de contratación determina en granmedida las prestaciones que obtiene el tra-bajador, se ha estimado el porcentaje dela población asalariada que es beneficiariade algunas de las prestaciones más signi-ficativas.

El Cuadro 5 incluye los porcentajes detrabajadores que reciben cada una de lasprestaciones en el total de cada categoría,según su contratación. Es evidente que sólolos trabajadores con un contrato sin límitetemporal gozan de estas prestaciones y quequienes tienen un contrato escrito decarácter temporal, o bien sólo un arregloverbal con su empleador, se encuentran enuna situación de precariedad en materia deseguridad social.

3. ¿Cómo sobreviven los pensionados?

Parafraseando a Larissa Lomnitz en el títulode este apartado, investigar cómo sobre-viven los pensionados es investigar cómosobreviven los marginados.

Sabemos ya, por los datos de la primeratabulación, que aproximadamente diez porciento de la población de 60 o más años deedad tiene como única fuente de sosténeconómico una pensión, lo que significa

poco menos de 900 mil personas. Pero estenúmero no debe ser confundido con eltotal de pensionados de este grupo de edad,que supera considerablemente dicha cifraporque incluye a personas que, a pesar deser pensionadas, tienen un trabajo y éste seconsidera la principal fuente de ingresos;o bien con los casos en que, además de lapensión, reciben el apoyo de la familia yésta representa su sostén económico,subgrupos que en conjunto forman un to-tal de 1.4 millones de pensionados.

La mitad del grupo que vive únicamentede su pensión recibe al mes hasta mil 200pesos y 70 por ciento no recibe más de 2mil pesos. En el otro extremo, poco menosde ocho por ciento recibe más de 4 milpesos de pensión y las diferencias en losmontos que obtienen mujeres y hombresse observan en el Cuadro 6. Una de cadaseis mujeres que vive sólo de una pensiónrecibe hasta 900 pesos mensuales.

Si tomamos ahora el conjunto depensionados de acuerdo con el tipo depensión y su monto mensual, confirmamosla situación de precariedad en que seencuentran las mujeres, dado que casi 25por ciento de las pensiones por viudez –lasque reciben las mujeres prácticamente ensu totalidad– no supera los 900 pesos y, lo

8 1

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que es más dramático, casi 80 por cientode quienes reciben una pensión por viudezno cobra más de mil 200 pesos mensuales.

Como es fácil suponer, hay una grandiferencia en los tipos de pensión quereciben mujeres y hombres; 87 por cientode las mujeres pensionadas se ubica en dostipos de pensiones: viudez (53 por ciento)y retiro (34.1 por ciento), con el porcentajerestante dividido entre cesantía y en menornúmero incapacidad e invalidez.

En contraste, 87 por ciento de la poblaciónmasculina pensionada recibe su pensiónpor retiro (69.1 por ciento) y cesantía (17.9por ciento), ocupando incapacidad (7.7 porciento) e invalidez (3.9 por ciento) elporcentaje restante.

Otro aspecto importante está relacionadocon el periodo de vigencia de las pensiones,es decir, con el número de años que losindividuos las disfrutan. En los cuadros 7,8 y 9 se presenta la distribución porcentualacumulada de la población pensionada,según institución que otorgó la pensión olos tipos de pensión y los años de vigencia.Estos datos reflejan diversas situaciones quesuperan los objetivos de esta exposición;sin embargo, en el caso del IMSS, la mitadde la población pensionada tiene siete años

o menos de disfrutar su pensión, lo quecontrasta con el ISSSTE, cuya mediana dela distribución se alcanza a los nueve años.Este es apenas un indicio de los periodosmás largos de vigencia de las pensiones quetanto han preocupado a la institución y quetienen que ver, entre otras cosas, con lamayor sobrevivencia de los pensionadosque se retiran y que hacen cada vez más in-suficientes los fondos dedicados a esterubro. En cuanto a las pensiones estatales,los datos reflejan la puesta en marcharelativamente reciente de estos.

Otro panorama se percibe cuando sepa-ramos a la población según sexo, tipo depensión y vigencia de la misma.

Para las mujeres, el punto mediano es muysimilar en el caso de las pensiones por retiroy viudez, y se ubica en los siete y ocho años,respectivamente; sin embargo, el incre-mento de la esperanza de vida hará que seamayor el número medio de años que se“disfrute” de una pensión.

Para la población masculina, es evidenteque las diferencias en la duración de laspensiones reflejan especialmente lasdiferencias en la edad de inicio de cada unode los tipos de pensión. Así, la menorduración mediana la muestran los

8 2

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pensionados por cesantía, con cinco años,lo cual refleja probablemente la mayor edada la que se inicia este tipo de pensión;mientras que los pensionados porincapacidad o invalidez sobreviven másaños en esta condición de pensionados.

4. Plenitud y discapacidades

Un último aspecto relevante de las condicio-nes en que se encuentra la población anali-zada está relacionado con la identificaciónde discapacidades a través de la encuesta.

Cabe destacar que si bien el censo del año2000 estimó las discapacidades de lapoblación en general a través de uninstrumento como es el cuestionario censal,se ha discutido mucho si es posibleestablecer el grado de discapacidades deuna población mediante una entrevista,dado que la información de la EncuestaNacional de Empleo y Seguridad Socialindagó través de una pregunta directa sila persona “Sufre de alguna(s) disca-pacidad(es) física(s)”. Los resultadosmuestran que casi tres de cada 10 indivi-duos de 60 años o más sufren algunadiscapacidad; las proporciones se incre-mentan conforme avanza la edad y noparece haber diferencias significativas entrehombres y mujeres (Cuadro 10).

Según el tipo de discapacidad por su origen,el mayor porcentaje lo ocupan las disca-pacidades visuales, tanto en mujeres comoen hombres, con 20 y 18 por ciento de lapoblación analizada con esta limitación; y4.8 y 5.8 por ciento, respectivamente, condiscapacidad motriz.

Por sus efectos, es decir, ya sea que ladiscapacidad sea temporal o permanente,una cuarta parte de la población –tanto demujeres como de hombres– declara unadiscapacidad permanente y cuatro por cien-to una discapacidad temporal (Cuadro 11).

Quizá la única visión de plenitud la da elCuadro 12, en el cual aparece el gasto tri-mestral que realizó en salud cada persona.

Como en muchas ocasiones las estadísticaspueden ser interpretadas de manera tal queden una idea de la realidad funcional a loque se quiere mostrar, una forma dejustificar la “situación de plenitud” de estapoblación es el hecho de que casi 60 porciento de los viejos no gastó en salud du-rante el trimestre anterior a la encuesta.Con el argumento de que siempre esposible ver un vaso o medio vacío o mediolleno, alguien puede decir que estos datosmuestran a una población en gran pro-porción sana que no requiere gastar en su

8 3

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salud; mientras que alguien más puededecir que el hecho real es que la situaciónde los individuos es de tal precariedad, queno tienen para gastar en salud.

Los datos están aquí para ser interpretadoscientíficamente, más allá de los discursosllenos de buenas intenciones.

5. A manera de conclusión

La referencia a una población en plenitudcorresponde más a una figura literaria quea la realidad objetiva.

Las condiciones de vida de los viejos eneste país son precarias y sin duda lo serán

aún más en el futuro porque en este modeloeconómico, como lo he mencionado enotras ocasiones, los pobres y los viejossobran y si las dos condiciones se unen, lasituación de marginalidad se multiplica.Si vamos a hablar de plenitud, empecemosa referirnos a la plenitud en el empleo, esdecir, a aspirar a una sociedad de plenoempleo y no a una en donde la ocupacióntemporal, la inestabilidad, la falta deprestaciones sociales y finalmente lacreciente desocupación, sean inherentes almodelo económico neoliberal, con efectosen el corto plazo que ya estamos viviendoy que en el futuro padecerán con mayorintensidad los viejos.

8 4

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Posición en

la ocupación Total

3.0 7.9 6.7

58.3 59.5 59.1

2.6 3.3 3.2

24.4 28 27.2

11.6 1.1 3.6

0.1 0.2 0.2

100.0 100.0 100.0

Fuente: Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social 2000. INEGI-IMSS.

Familia sin pago

Total

Asalariado(a)

No establecido

Distribución porcentual de la población de 60 años y más

por sexo. México, 2000.

que trabaja según posición en la ocupación

Sexo

Mujeres Hombres

Trajador(a) por su cuenta

A destajo

Patrón

Cuadro 2

Edad

y Trabajo Pensión Ahorros Familiares Familiares

sexo o y

Rentas otros

60-64

Hombres 75.9 11.8 1.7 8.1 2.5 100.0

Mujeres 22.9 5.0 0.9 67.0 4.2 100.0

65-69

Hombres 64.2 17.0 2.0 12.3 4.5 100.0

Mujeres 19.7 6.8 0.8 68.0 4.7 100.0

70-74

Hombres 50.7 20.4 1.9 21.1 5.9 100.0

Mujeres 14.9 7.8 0.9 72.1 4.3 100.0

75-79

Hombres 40.7 22.9 1.4 29.3 5.7 100.0

Mujeres 10.6 7.9 1.1 74.1 6.3 100.0

80-84

Hombres 28.8 24.7 2.3 39.4 4.8 100.0

Mujeres 7.1 6.8 1.4 76.8 7.9 100.0

85 o más

Hombres 19.7 14.8 3.7 56.0 5.8 100.0Mujeres 5.0 4.2 2.9 83.2 4.7 100.0

Fuente: Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social 2000. INEGI-IMSS.

Fuentes de sostén económico

Población de 60 años o más de edad por grupos de edad y sexo

según fuentes de sostén económico. México 2000

Total

Cuadro 1

8 5

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Cuadro 4

Cuadro 3

Edad

y Trabajo Pensión Ahorros Familiares Familiares

sexo o y

Rentas otros

60-64

Hombres 75.9 11.8 1.7 8.1 2.5 100.0

Mujeres 22.9 5.0 0.9 67.0 4.2 100.0

65-69

Hombres 64.2 17.0 2.0 12.3 4.5 100.0

Mujeres 19.7 6.8 0.8 68.0 4.7 100.0

70-74

Hombres 50.7 20.4 1.9 21.1 5.9 100.0

Mujeres 14.9 7.8 0.9 72.1 4.3 100.0

75-79

Hombres 40.7 22.9 1.4 29.3 5.7 100.0

Mujeres 10.6 7.9 1.1 74.1 6.3 100.0

80-84

Hombres 28.8 24.7 2.3 39.4 4.8 100.0

Mujeres 7.1 6.8 1.4 76.8 7.9 100.0

85 o más

Hombres 19.7 14.8 3.7 56.0 5.8 100.0Mujeres 5.0 4.2 2.9 83.2 4.7 100.0

Fuente: Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social 2000. INEGI-IMSS.

Fuentes de sostén económico

Población de 60 años o más de edad por grupos de edad y sexo

según fuentes de sostén económico. México 2000

Total

8 6

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Monto

mensual Total

(pesos)

más de

7000

Fuente: Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Soc

INEGI-IMSS.

Sexo

Distribución porcentual de la población de 60 años

y monto mensual de su pensión. México, 2000

o más de edad que está pensionada, según sexo

Mujeres Hombres

Hasta 900

901 a1200

16.8 8.8

1201 a 2000

2001 a 4000

4001 a 7000

Total

11.5

46.7 50.5 49.3

18.8 20.9 20.1

11.7 11.7 11.7

100.0 100.0 100.0

4.2 5.7 5.2

1.8 2.4 2.2

Cuadro 6

Escrito sin Escrito Verbal

límite temporal

Aguinaldo 82.4 8.4 9.1

Vacaciones 86.1 8.0 5.9

Utilidades 91.2 6.4 2.4

I M S S 80.3 11.7 7.9

S A R 85.8 9.9 4.2

Seguro particular 71.3 11.0 17.7

Nota: Porcentajes en relación con cada categoría.

Fuente: Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social 2000. INEGI-

Prestación

Porcentaje de la población asalariada de 60 años o más que

recibe prestaciones sociales, según tipo de contratación.

México, 2000

Tipo de contrato

Cuadro 5

8 7

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Número de

años Retiro Viudez,

0 2.9 4.5

1 7.0 7.2

2 16.6 13.3

3 25.1 18.3

4 30.3 24.7

5 37.5 33.9

6 45.4 38.3

7 50.7 41.9

8 53.7 50.3

9 58.7 53.7

10 68.8 64.0

11 72.3 66.8

12 75.4 69.5

13 77.9 72.3

14 80.1 73.2

15 84.1 78.3

16 85.3 79.6

17 86.7 81.9

18 88.2 84.7

19 90.7 85.6

20 o más 100.0 100.0

100.0 34.1 53.0

Tipo de pensión

Distribución porcentual acumulada de la población femenina pensionada

con 60 años o más de edad, según el número de años que ha recibido

su pensión, según tipo de pensión. México, 2000

Cuadro 8

Número de

años I M S S ISSSTE Plan Otra

privado estatal

0 4.6 3.7 3.4 7.9

1 9.7 7.5 9.6 18.3

2 17.5 11.7 17.9 26.1

3 25.6 18.2 25.1 26.7

4 31.7 24.3 30.1 30.5

5 40.8 29.7 36.0 32.3

6 46.6 35.1 41.8 34.7

7 50.7 42.1 47.6 35.6

8 57.4 46.9 55.0 40.7

9 61.1 50.3 58.6 40.7

10 71.4 58.9 69.8 62.0

11 74.0 60.8 75.2 66.6

12 76.6 69.3 77.0 69.3

13 79.2 72.7 78.0 73.0

14 81.1 75.3 79.9 73.0

15 85.0 81.6 83.6 79.0

16 86.1 83.2 85.1 83.6

17 87.4 84.6 88.2 85.4

Fuente: Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad social INEGI-IMSS

Distribución porcentual acumulada de la población pensionada

con 60 años o más de edad, según el número de años que

ha recibido su pensión por institución. México, 2000

Institución

Cuadro 7

8 8

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Edad Proporción

y sexo

60-64

Hombres 0.231

Mujeres 0.229

65-69

Hombres 0.269

Mujeres 0.275

70-74

Hombres 0.292

Mujeres 0.272

75-79

Hombres 0.338

Mujeres 0.353

80-84

Hombres 0.369

Mujeres 0.402

85 o más

Hombres 0.456

Mujeres 0.409

Total

Hombres 0.279

Mujeres 0.287

Fuente: Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social 2

Proporción de la población de 60 o más años de edad con

alguna discapacidad, según edad y sexo.

México, 2000.Cuadro 10

Número de

años Retiro Cesantía Incapacidad Invalidez

0 4.9 4.9 3.3 2.7

1 10.6 12.8 5.4 3.3

2 17.9 23.1 6.2 4.6

3 26.1 31.9 12.4 9.9

4 31.2 41.1 17.3 10.3

5 38.6 51.8 22.9 16.7

6 45.0 56.1 25.1 21.3

7 50.8 58.2 32.2 25.7

8 57.5 62.9 45.1 33.1

9 60.7 66.9 50.9 36.6

10 71.2 74.2 64.8 48.7

11 73.4 75.8 66.2 53.5

12 77.4 79.3 67.7 61.8

13 79.8 80.7 72.0 67.3

14 82.3 82.5 73.4 73.9

15 87.2 86.0 76.6 78.2

16 88.5 86.6 78.9 81.1

17 89.3 87.4 84.7 81.9

18 91.3 89.7 85.2 82.7

19 92.5 91.8 85.7 83.2

20 o más

60.1 17.9 7.7 3.9

Tipo de pensión

Distribución porcentual acumulada de la población masculina pensionada

con 60 años o más de edad, según el número de años que ha recibido

su pensión, según tipo de pensión. México, 2000

Cuadro 9

8 9

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Gasto en

salud

(en pesos)

No gastó 62.4 54.4 58.2

1 a 99 6.8 7.4 7.2

100 a 500 16.7 20.3 18.6

501 a 1000 5.4 7.3 6.4

1,001 a 3,000 5.6 7.1 6.4

3,001 a 5,000 1.6 1.8 1.7

5,001 a 9,999 1.4 1.7 1.6

Total 100.0 100.0 100.0

Distribución porcentual de la población de 60 años o más según

el gasto trimestral en salud por sexo.

México, 2000.

Hombres Mujeres Total

Cuadro 12

Tipo de Total

discapacidad 60-64 65-69 70-74 75-79 80-84 85 o más

y sexo

HombresTemporal 2.7 5.6 4.3 5.1 4.6 7 4.4

Permanente 20.5 21.3 24.9 28.7 32.3 38.5 24.3

Sin discapacidad 76.8 73.1 70.8 66.2 63.1 54.4 71.3

MujeresTemporal 3.3 5.1 3.9 5.5 5.2 5.6 4.4

Permanente 19.6 22.4 23.3 29.8 35.1 35.4 24.4

Sin discapacidad 77.1 72.5 72.8 64.7 59.7 59 71.2

Fuente: Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social 2000. INEGI-IMSS.

Edad

Distribución porcentual de la población de 60 o más años de edad con alguna

discapacidad, según tipo de discapacidad, por edad y sexo.

México, 2000

Cuadro 11

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No podría soslayar la trascendencia inte-gral de este panel que, a largo plazo, vienea cumplimentar parte de la añeja aspiraciónde lograr reuniones multidisciplinarias conenfoque específico al envejecimiento y alos derechos de los adultos en plenitud.

Humildemente, opino que debería insti-tuirse un cuerpo colegiado que llevara acabo reuniones periódicas propositivas paralas áreas de competencia, a las que se lesdiera seguimiento.

Tampoco omito cuán distinguida mesiento de formar parte en ésta, en dondeparticipan prestigiosos estudiosos de laadultez mayor, de su problemática yperspectivas. Ya tuvimos la oportunidad deescuchar sobre este sector poblacional,sobre las mujeres y la seguridad social; sobregénero, vejez y trabajo; y sobre lascondiciones de vida de las personasmayores de 60 años.

Por ello resultaría obvio adentrarse en elconcepto social, físico y biosicológico de

“vejez”, aunque no es posible dejar deencarar la forma en que la sociedadentiende y asimila dicho concepto ni laforma en que lo categoriza: en nuestrasociedad, el concepto de vejez ha sido y esetéreo, con un sello peculiar en cada unode los diferentes países, hecho al que unificala Asamblea Mundial sobre el Enveje-cimiento realizado por la OrganizaciónNacional de las Naciones Unidas (ONU)en la ciudad de Viena, Austria, en 1982.Desde esa fecha, los términos vejez, terceraedad, ancianos, adultos mayores, viejos ysenectos se aplican a los integrantes de lapoblación que cuentan con 60 años y más,lo que resultó, para el estudio de esa etapade la vida humana, de suma utilidad paraintentar fijar sus características.

Sabemos que en México hay una marcadaheterogeneidad socioeconómica y culturaly, por ende, múltiples caracterizaciones queno han dejado de influir en los propiosancianos, senectos, adultos mayores yviejos, condicionando así la vulnerabilidady las conductas discriminatorias en su con-

Derechos humanos de adultos en plenitud

Dra. Lylia C. Berthely Jiménez *

* Coordinadora General del Programa Nacional de la Tercera Edad.

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tra: consecuentemente, se multiplican lasviolaciones a sus derechos fundamentales.

La multiplicidad de problemas que confrontaeste núcleo social constituye un gran escollopara su estudio, por lo que en la actualidadno existen enfoques integrales que aportensoluciones a dicha problemática.

Son recientes las acciones y logros en elanálisis y las propuestas de soluciones parasatisfacer necesidades básicas (familia,salud, alimentación, vivienda, economía),así como de recreación y operación deltiempo libre, para lograr una vida digna,en vigencia de la autoestima.

El envejecimiento poblacional es irreduc-tible y sin solución no habrá presupuestode gobierno alguno que pueda enfrentarsu problemática, pero la incorporación delos protagonistas en el estudio y soluciónde dichos problemas lo atenuará conside-rablemente.

La Organización de las Naciones Unidas,la Comisión Nacional de los DerechosHumanos, los organismos públicos deprotección y defensa de los derechos hu-manos de nuestro país, y principalmentelos acuerdos emitidos en la AsambleaMundial sobre el Envejecimiento de la

Población, debieran ser del conocimientoy dominio de este grupo poblacional, a finde enterarlos de los recursos de que dis-pone para defenderse cuando se violen susderechos y, en el caso, participar en lapropuesta de estrategias adecuadas quepermitan revertir esta situación.

En México carecemos de un marco jurídicopara la tercera edad, para la adultez mayor,para los viejos, ancianos, senectos o adultosen plenitud. La legislación actual es ignoradaen reiteradas ocasiones no sólo por ellos, sinopor la sociedad a la que pertenecen, por losservidores públicos y aun por los legisladores;desconocimiento de disposiciones jurídicasque les otorgan en forma limitada derechosinalienables, pero no liquidan la discrimi-nación de que son objeto ni las violaciones asus derechos fundamentales.

Por ello el empeño del Programa Nacionalde la Tercera Edad (PRONATE) que aquírepresento, de fomentar, promover e invo-lucrar en las tareas gubernamentales yparagubernamentales a la sociedad civil yal gran núcleo de adultos en plenitud quela integran, para lograr el respeto a susderechos.

Dada la vulnerabilidad de los grupossociales objeto de nuestra plática y de los

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factores endógenos y exógenos de ella,según el Informe sobre Desarrollo Humanoelaborado por el Programa de las NacionesUnidas para el Desarrollo (PNUD), y lainteracción de factores internos y externosque convergen en una persona o grupo, fuenecesario analizar la problemática a la luzdel Derecho a la Igualdad, que en Méxicoes un garantía constitucional aunque no seaplique en strictu sensu y, por tanto, sub-sista la discriminación.

Nuestra legislación, a pesar de la carenciade un marco jurídico específico para estegrupo poblacional, amerita el comentariode preceptos que protegen a las personasde la tercera edad, dado que constituyenuno de los instrumentos que favorecen lajusta aplicación de los derechos sociales yjurídicos y, por ende, de los derechos huma-nos, evitando violaciones y conductasdiscriminatorias de las personas o gruposvulnerables, en este caso los adultos enplenitud:

La Declaración Universal de DerechosHumanos:

En el Preámbulo, tiene siete Considerandosy una Proclama de la: Declaración Univer-sal de los Derechos Humanos, como idealcomún bajo su jurisdicción.

Son 30 los artículos que integran laDeclaración y ellos son coincidentes conlo que preconiza la Constitución Políticade los Estados Unidos Mexicanos, nuestraCarta Magna.

El tiempo no permite comentar tan impor-tante Declaración Universal, por lo querecomiendo a cada uno, por su bien, leer ycomentar dicho documento.

Sin soslayar el ingente requerimiento de ladifusión amplia, gradual y permanente res-pecto a los derechos humanos en todos losniveles de la población nacional, lamentoque el tiempo de que dispongo sólo per-mitirá, a vuela pluma, mencionar:

A. LA CONSTITUCIÓN POLÍTICADE LOS ESTADOS UNIDOSMEXICANOS

Sin destinar preceptos ad hoc respecto a losadultos mayores de 60 años, algunos de losprincipios de su articulado en diversoscapítulos y títulos le ofrecen protección ybeneficio, a saber:

Artículo 4º. Toda persona tiene derecho ala protección de la salud.Artículo 123. Toda persona tiene derechoal trabajo digno y socialmente útil; al efec-

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to, se promoverán la creación de empleosy la organización social para el trabajo,conforme a la Ley.

Aquí cabría considerar que este artículotiene vigencia hasta el momento en que lamexicana o mexicano es sujeto de pensión,jubilación o retiro, en que, según el caso,quedan bajo la protección del Apartado A*(Ley del Seguro Social) o el Apartado B**(Instituto de Seguridad y Servicios Socialespara los Trabajadores del Estado)

B. CÓDIGO CIVIL PARA ELDISTRITO FEDERAL EN MATERIACOMÚN Y PARA TODA LAREPÚBLICA EN MATERIAFEDERAL

Título sextoCapítulo IIDe los Alimentos

Artículo 304. Los hijos están obligados adar alimentos a los padres. A falta o porimposibilidad de los hijos, lo están losdescendientes más próximos en grado.

Es alto el porcentaje de ciudadanos que nocumplen este precepto, para que sean san-cionados. La Ley debe precisar qué sancionesdebe aplicarse a la autoridad que incumpla.

Título octavoCapítulo IIIDe los modos de acabarse y suspenderse laPatria Potestad

Artículo 448. La patria potestad no esrenunciable, pero aquellos a quienescorresponde ejercerla, pueden excusarse:

I. Cuando tengan sesenta años cumplidos:II. Cuando por su mal estado habitual de

salud, no puedan atender debidamentea su desempeño.

Título novenoCapítulo VIIIDe las excusas para el desempeño de la tutela

Artículo 511. Pueden excusarse de sertutores:

VI. Los que tengan sesenta años cumplidos:

C. CÓDIGO FINANCIERO DELDISTRITO FEDERAL

Artículo 52. El jefe del Distrito Federalmediante resoluciones de carácter generalpodrá:

I. Condonar o eximir, total o parcial-mente, el pago de contribuciones y

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susaccesorios; autorizar su pago a plazos,diferido o en parcialidades cuando sehaya afectado o trate de impedir que seafecte la situación de alguna zona delDistrito Federal, una rama de actividado su realización, así como en caso decatástrofes sufridas por fenó-menosnaturales, plagas o epidemias.

II. Dictar las medidas relacionadas con laadministración, control, forma de pagoy procedimientos señalados en esteCódigo, sin variar las disposicionesrelacionadas con el sujeto, el objeto, labase, la cuota, la tasa o la tarifa de losgravámenes, las infracciones o lassanciones de las mismas, a fin de facilitarel cumplimiento de las obliga-ciones delos contribuyentes.

Las resoluciones que conforme a esteartículo dicte el Jefe del Distrito Federal,deberán señalar las contribuciones a que serefiere el monto o proporción de los bene-ficios, plazos que se concedan y los requisitosque deban cumplirse por los beneficiados.

Se aplica actualmente a los mayores de 60años probados en cuanto a algunos impues-tos y al transporte público en el DistritoFederal.

D. CÓDIGO PENAL PARA ELDISTRITO FEDERAL EN MATERIADE FUERO COMÚN Y PARA TODALA REPÚBLICA EN MATERIA DEFUERO FEDERAL

Título decimonovenoDelitos contra la vida y la integridad cor-poralCapítulo VIIAbandono de personas

Artículo 335. El que abandone... a unapersona enferma, teniendo obligación decuidarla, se le aplicará de un mes a cuatroaños de prisión, si no resultare daño alguno,privándolo, además de la Patria Potestad ode la Tutela, si el delincuente fuere ascen-diente o tutor del ofendido. No precisa elabandono a adultos mayores.

Artículo 336 bis. Al que dolosamente secoloque en estado de insolvencia con el ob-jeto de eludir el cumplimiento de lasobligaciones alimentarias que la leydetermina, se le impondrá pena de prisiónde seis meses a tres años. El juez resolverála aplicación del producto del trabajo querealice el agente a la satisfacción de lasobligaciones alimentarias de éste. Tampocoenfatiza sobre adultos mayores.

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Aquí procede promover, proponer y lograruna penalidad mayor.

Artículo 339. Si del abandono a que serefieren los artículos anteriores resultare al-guna lesión o la muerte, se presumirán éstascomo premeditadas para los efectos de aplicarlas sanciones que a estos delitos corres-pondan.

A pesar de que no hay referencia precisa alos mexicanos de más de 60 años, debida-mente fundamentados se pueden invocarlos artículos 335, 336 y 339.

Artículo 340. Al que encuentreabandonado en cualquier sitio... a unapersona herida, inválida o amenazada deun peligro cualquiera, se le impondrá dediez a sesenta jornadas de trabajo a fa-vor de la comunidad si no diere avisoinmediato a la autoridad u omitierapresentarles el auxilio necesario cuandopudiera hacerlo sin riesgo personal.

Este Artículo puede invocarse y aplicarsetratándose de personas de la tercera edad.

E. CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOSCIVILES PARA EL DISTRITOFEDERAL

Artículo 358. A los testigos de más desesenta años y a los enfermos podrá el juez,según las circunstancias, recibirles la decla-ración en sus casas en presencia de la otraparte, si asistiere.

F. LEY DE ASISTENCIA YPREVENCIÓN DE LA VIOLENCIAINTRAFAMILIAR

Debe concederse gran relevancia a esteprecepto ya que en la normatividad especí-fica no se consideró al núcleo social victi-mado en mayor proporción, que es el delos adultos mayores.

Título primeroCapítulo IDisposiciones generales

Artículo 1º. Las disposiciones contenidasen la presente ley son de orden público einterés social, y tienen por objeto establecerlas bases y procedimientos de asistenciapara la prevención de la violenciaintrafamiliar, en el Distrito Federal.

Capítulo IIDe la prevención

Artículo 17. Corresponde a la Secretaríade Educación, Salud y Desarrollo Social,

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además de las funciones que en materia deasistencia social tiene asignadas, las si-guientes, Distrito Federal:

I. Concurrir a sitios diversos con finespreventivos o de seguimiento dondeexista violencia intrafamiliar mediantetrabajadores sociales y médicos, paradesalentarla;

II. Fomentar la instalación de centros deatención inmediata a receptores de laviolencia intrafamiliar, en coordinacióncon las instancias competentes;

III. Promover programas educativos para laprevención de la violencia intrafamiliarcon las instancias competentes;

IV. Fomentar la sensibilización, así comoproporcionar la formación y capacita-ción sobre cómo prevenir la violenciaintrafamiliar a los usuarios en salas deconsulta externa de los hospitales ge-nerales, materno-infantiles y pediátricosdel Distrito Federal; así como el per-sonal médico dependiente de laDirección General de Servicios deSalud del Distrito Federal. Igualmente,a los usuarios y personal de los centrosde desarrollo y estancias infantiles deesa Secretaría.De este artículo 17, de los puntos I al

V –que consignan las atribuciones dela Secretaría respecto de la prevención,sólo el punto V se ocupa y textualmentedice:

V. Promover acciones y programas deprotección social a los receptores deviolencia intrafamiliar.- Puede aludira los senectos ya que, en un altísimoporcentaje, ellos son victimados pordicha violencia, lo que comentarémás adelante con gran entusiasmoen el apartado que llamé “Victi-mología de la tercera edad”.

XIV. Fomentar, en coordinación coninstituciones especiales públicas,privadas y sociales, la realización deinvestigaciones sobre el fenómenode la violencia intrafamiliar, cuyosresultados servirán para diseñarnuevos modelos para la prevencióny atención de la violencia intrafa-miliar.

G. LEY PARA LA COORDINACIÓNDE LOS SISTEMAS DE AHORROPARA EL RETIRO

Ésta debiera difundirse entre los traba-jadores y explicarse ampliamente, para

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dotarlos de elementos que les instruyan,defiendan y protejan.

Capítulo IDisposiciones Preliminares

Se refiere a las leyes del Seguro Social, delInstituto del Fondo Nacional de laVivienda para los Trabajadores y delInstituto de Seguridad y Servicios Socialesde los Trabajadores del Estado, de los quela regulación, coordinación, supervisión yvigilancia están a cargo de la ComisiónNacional del Sistema de Ahorro para el Re-tiro con autonomía técnica, facultadesejecutivas y competencia funcional propias,como organismos administrativos descon-centrados de la Secretaría de Hacienda yCrédito Público.

H. LEY FEDERAL DE DEFENSORÍAPÚBLICA Y DE REFORMA A LA LEYORGÁNICA DEL PODER JUDICIALDE LA FEDERACIÓN

De gran trascendencia es esta norma quedebe difundirse a plenitud, ya que es frec-uentemente ignorada.

Artículo 15. Los servicios de AsesoríaJurídica se prestarán, preferentemente, a:

III. Los trabajadores jubilados o pensio-nados, así como sus cónyuges.

I. LEY FEDERAL DEL TRABAJO

Artículo 133. Queda prohibido a lospatrones:

I. Negarse a aceptar trabajadores por razónde edad... Las sanciones, no se aplican.

No existe supervisión al respecto y portanto las sanciones correspondientes no seaplican, vulnerando así los derechos de laspersonas de más de 60 años en actitud deservir.

J. LEY GENERAL DE POBLACIÓN

Capítulo IObjeto y atribuciones

Artículo 1º. Las disposiciones de esta Leyson del orden público y observancia ge-neral de la República. Su objeto es regularlos fenómenos que afectan a la poblaciónen cuanto a su volumen, estructura,dinámica y distribución en el territorionacional, con el fin de lograr que participejusta y equitativamente de los beneficiosdel desarrollo económico y social.

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Artículo 3º. Para los fines de esta Ley, laSecretaría de Gobernación dictará yejecutará o en su caso promoverá ante lasdependencias competentes o entidades co-rrespondientes, las medidas necesarias para:

VI. Promover la plena integración de losgrupos marginados al desarrollo nacional.

Se considera el sector poblacional deadultos mayores como grupo marginado,por tanto, alude a los selectos; por elloharemos algunas reflexiones al respecto, nosin recordar que existe una Ley de laViolencia Familiar, que en su ámbito pro-tege a los adultos mayores cuyos derechoshan sido violentados.

En el hogar, en la calle, en las oficinaspúblicas, en los servicios médicos, en…todas partes, encontramos conductas quevictimizan a los viejos, que lesionan su auto-estima y los invalidan psicosocialmente. Esimpostergable atender esta problemática enla que la mujer conforma el más altoporcentaje.

Asomándonos al INEGI, encontramos unaelocuente gráfica de distribuciónpoblacional de la tercera edad o de adultosmayores, según nivel de instrucción y sexo(1990), que nos auxiliará para fundamentar

el abuso, maltrato, agresiones y violenciasobre las personas de más de 60 años.

Si 35.1 por ciento de varones y 42.2 porciento de mujeres de 60 años y más carecende instrucción; si 35.5 por ciento devarones y 29.3 por ciento de mujeres tienenprimaria incompleta y no tieneninformación sobre la permanencia de supapel dentro de la familia y sus derechoscomo humanos y como personas de latercera edad; y aun 13.4 por ciento devarones y 13.2 por ciento de mujeres conprimaria completa y los porcentajesrestantes no poseen información suficientesobre estos derechos inalienables de latercera edad, es comprensible que tantoagresores como agredidos acepten esteilícito como normal.

Para una persona y para la comunidad a laque pertenece, la edad avanzada se refierea esa última etapa de la vida, asociada conel deterioro de las funciones psicobio-lógicas, los papeles sociales y las capacidadeseconómicas, lo que conduce sin remedio adestinadas modalidades de incapacidad ydependencia.

Si no se emprende y condiciona un cambiosocial, con estrategias que atenúen algunascaracterísticas del envejecimiento para que

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puedan optimizarse las ventajas de laparticipación que en lo social, en lo políticoy en lo económico puede tener estapoblación envejecida, en México desa-provechada, pronto se agudizará elproblema que persiste día con día en estegrupo social marginado.

Para esta marginación, que desemboca enpermanentes discriminaciones para los an-cianos en el campo de la salud, del trabajo,de la educación, de la familia y de la socie-dad, en el área de la victimización de ellos,actualmente se apuntan tres motivos:

a) La ausencia de temática relativa a latercera edad en los programaseducativos de todos los niveles. Lacarencia generacional (30 años atrás) deestímulos ético-afectivos para los adultosmayores.

b) Las actitudes negativas de las genera-ciones jóvenes contra los ancianos,distintas a la veneración, el recono-cimiento y el respeto por la senectud deotros tiempos.

c) La baja escolaridad de la población de60 años y más.

d) El natural crecimiento de la poblaciónde personas de edad avanzada, resultadode la mejor y más oportuna atenciónde salud que genera aumento de lasexpectativas de vida y el control de lanatalidad.

e) La susceptibilidad general y las actitudesde silencio que presentan los ancianosvictimizados, por pudor o temor, ya queal aceptarse como tales confirman suvulnerabilidad.

f ) El anciano pierde su autoestima y al ad-quirir sentimientos de inferioridad sevuelve inseguro, agresivo y susceptibleen sus relaciones interpersonales.

Se han realizado diversas reuniones interna-cionales para estudiar las agresiones contralos ancianos, entre ellos el primer ForoNacional realizado en Washington (1975).

Reflexiones sobre algunas propuestas paraevitar la victimización de la población demás de 60 años, además de las expresas enel contenido anterior de este trabajo

Algunos especialistas de la materia señalanmedidas preventivas generales y especiales

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para evitar o disminuir la victimización delos ancianos.

PREVENCIÓN GENERAL

Acciones para modificar leyes, reglamentos,decretos y aun algunas instituciones

La Ley sobre el Sistema Nacional deAsistencia Social del 9 de enero de 1986,en su Artículo 4º, fracción V, mencionaque se contará con servicios asistencialespara ancianos, y la fracción III del Artículo9º establece el interés de dar atención in-tegral a los grupos más vulnerables.

En México, el Instituto Nacional de laSenectud (INSEN), actualmenteInstituto Nacional de Adultos enPlenitud (INAPLEN), es un organismopúblico descentralizado, con persona-lidad jurídica y patrimonio propios, cuyafinalidad, entre otras, consiste en brindarayuda asistencial, apoyos psicofísicos,atención y orientación a las personas demayor edad, proporcionándoles terapiasocupacionales.

El INSEN, que fue creado en 1979, hafirmado trascendentes convenios por losque sus miembros tienen prerrogativas inte-resantes, como las mencionadas anteriormen-

te. Además cuenta, entre otros beneficios,con albergues y residencias en protecciónpara ancianos desamparados. La credencialque expide permite a los usuarios disfrutardescuentos en casas comerciales, hoteles,restaurantes, farmacias, laboratorios,transportes locales y federales, y serviciosmédicos, entre otros.

Por decreto del C. presidente de laRepública, publicado en el Diario Oficialel 17 de enero de 2002, se modifican,amplían y fortalecen las facultadesespecíficas y se le otorga, como ya lo explicóel C. director general, la denominación deInstituto Nacional de Adultos en Plenitud,la facultad de regir las políticas públicas quetengan por objeto la atención especializadapara los adultos en plenitud y quedaagrupado al Sector coordinador por laSecretaría de Desarrollo Social.

Lo expuesto constituye la realización deuna esperanza añeja de que las políticas gu-bernamentales se apliquen en forma, gradoy medidas adecuadas y suficientes en biende los adultos mayores y promuevan lasuma de esfuerzos, incluyendo a la sociedadcivil y a las ONG, para lograr la atenciónintegral y la cobertura máxima de las nece-sidades y requerimientos que otorganplenitud a los adultos mayores.

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Los medios de comunicación masiva sonotro elemento clave para lograr una actitudmenos victimizadora frente a los ancianos;en ello debiera utilizarse, obligatoriamente,parte del tiempo oficial y alguno más a gui-sa de filantropía.

Los programas de prevención debenadecuarse a la edad de los senectos, dadoque constituyen un área de vulnerabilidadespecífica en relación con el desarrollo psi-cofísico y mental. Es imprescindible queel sistema educativo nacional vea hacia unaverdadera formación integral del mexicano,lo que incluye sensibilización para cultivarel amor, la consideración, el reconocimien-to, el respeto y veneración a la “vejez”. Elconocimiento general de la misma debeincluir la educación para envejecer y hacer-lo dignamente a través de sus programasen diversos niveles; es necesario incorporarlo conducente para rescatar la imagen delos ancianos en toda la colectividad,contrarrestando –con admiración, respeto,consideración y algunos privilegios– losmales socio-familiares que los aquejan porrazón de su edad.

Como labor social de la policía, informar ydifundir permanentemente ante la comuni-dad las áreas de riesgo delictivo, las horas crí-ticas y las medidas personales de prevención.

Instrucción generalizada en todas lasescuelas sobre los derechos humanos y losabusos más comunes del poder público yeconómico.

En el ámbito jurídico-penal, hay solucionesque van desde otorgar una excusa abso-lutoria al delincuente senescente,disminuirle la sanción con base en criteriosde individualización, conmutarle la penao sustituirla, hasta crear institucionespenitenciarias que alberguen exclusiva-mente a delincuentes mayores de 60 años.

Revisión periódica y minuciosa de lalegislación para reducir la victimización,simplificar leyes y procedimientos,adaptándolos a los cambios circuns-tanciales.

La Declaración de Justicia y Asistencia alas Víctimas propone reconocer losderechos de las víctimas y establecer loscaminos y formas para asegurar su protec-ción, así como para resarcirla de los dañossufridos. Nosotros proponemos incluir conprecisión, en todo lo anterior, la referenciaa la tercera edad, que se olvida y omitefrecuentemente en la normatividad.

La violencia doméstica y la discriminaciónvictimizan más a las mujeres, hecho que

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constata mayor pobreza e ignorancia, lascuales inciden, al llegar a la vejez, enfrecuentes problemas de salud ydiscapacidades.

A los 80 años y más, el promedio mundiales de 550 hombres por cada mil mujeres.

Las viudas superan, con mucho, a losviudos. Cada vez hay una mayorfeminización de la vejez.

A lo anteriormente expuesto, agrego lassiguientes:

PROPUESTAS

A) Revisión, actualización e incorporaciónde artículos constitucionales relativos y,por ende, las leyes secundarias y susreglamen-tos, en todos los ámbitos delDerecho mexicano.

B) Es impostergable la suma de esfuerzosde la sociedad civil, voluntad guber-namental y paragubernamental paraformular las Iniciativas de leyes oreformas o las actuales que conforme elmarco jurídico que apoye y proteja alos adultos mayores (desde laConstitución y por tanto las leyessecundarias y sus reglamentos).

C) También lo es que el Derecho Laboral

incluya como obligatoria la “Capaci-tación para el Retiro” que atenúe laproblemática que crea la cesación drásticade actividad en el trabajador (a). (Sín-drome del Retiro Laboral)

D) Paralelamente a lo anterior, difundiradecuada y suficientemente cuantoilustre a la familia y a la sociedad, y almismo adulto mayor, sobre esta inelud-ible etapa dela vida, sus características,requerimientos e imprescindiblescuidados.

E) Fomentar los conocimientos y prácticasde la “Educación para Envejecer”, enlo cual la participación de la SEP, laSecretaría de Salud y el DIF, entre otrasinstituciones, debe ser primordial ytrascendente.

F) Lograr la participación de la Secretaríade Educación Pública como formadorade los mexicanos para que, desde eljardín de niños y la educación prees-colar, incluya en planes y programas loque proceda para fomentar la culturasobre el envejecimiento y aprender aenvejecer.

Finalmente, recomendaré no olvidar eldocumento emanado de la AsambleaMundial sobre el Envejecimiento, realizadaen Viena, Austria, en 1982. Es un Plan deAcción Internacional cuyos contenidos, a

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pesar del tiempo transcurrido, son de valorinigualable porque marcan todos los aspec-tos de preocupación para las personas deedad que deben atender los países integran-tes de la ONU, acatando las recomen-daciones de orden político y los programaspara su ejecución que ahí se señalan.

Considero prudente comentar que laSecretaría de Salud, en cumplimiento conla normatividad que le compete y con elpropósito de avanzar en las políticaspúblicas de cooperación en materia desalud, a través del Comité Nacional deAtención al Envejecimiento (CONAEN)lleva a cabo reuniones trinacionalesMéxico-Estados Unidos-Canadá sobre

cuidado y atención de los adultos mayores,que involucran múltiples acontecimientosen beneficio de este sector social, entre otrasactividades, y la oferta a la población delpaís, mediante las instituciones del sector,de un paquete de salud preventivo dirigidoa los adultos mayores en plenitud.

Ustedes, estoy segura, saben que seríaimposible tratar en veinte minutos el temaque se me ha confiado con la amplitud y laprofundidad que merece, pero es firme miconvicción de que, con la informaciónsuficiente sobre los derechos humanos dela tercera edad y la suma de esfuerzosgubernamentales, paragubernamentales, dela sociedad civil, de las ONG y de nosotros,

Parte del público asistente al Foro Envejecimiento y derechos de las adultas y los adultos en plenitud

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México en breve habrá logrado, en buenamedida, la atención integral y en alto por-centaje de los viejos, de los senectos, de losadultos mayores, para alcanzar su plenitud.

Pediré permiso a Makiamo Estrela paradespedirme con un pequeño fragmento desu amorosa obra Todos seremos Ancianos:“¿Por qué no les demuestras que puedencontar contigo, así como niño tu podíascontar con ellos, en las buenas y en lasmalas, sin rubor?”.

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INSTITUTO NACIONAL DE LAS MUJERES

Patricia Espinosa TorresPresidenta

Margarita Ortega GonzálezSecretaria Ejecutiva

Olga Melgarejo PérezDirectora General de Administración y Finanzas

Juan de Obeso NoriegaDirector General de Planeación

Laura Salinas BeristáinDirectora General de Promoción y Enlace

Teresa Incháustegui RomeroDirectora General de Evaluación y Desarrollo Estadístico