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Medicina Autóctona y Perviviente del Noroeste Argentino

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El siguiente trabajo, Medicina Autóctona y Perviviente del Noroeste Argentino, ha sido realizado a requerimiento de la Cátedra de Historia de la Medicina, del Doctorado en Medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán, a cargo del Profesor Dr. Armando Pérez De Nucci, en 1988, quien me motivó a buscar información y conocer mejor la medicina de la zona. Su título original fue La medicina autóctona del noroeste argentino en sus aspectos indígena y popular perviviente.La tarea realizada me permitió introducirme en la búsqueda de información y documentación sobre el accionar de los operadores de la medicina autóctona del -NOA, logrando apreciar los conocimientos empíricos de los pobladores de la zona y su sapiencia respecto a algunos temas. La búsqueda no sólo me enriqueció sobre mis raíces sino, también, me permitió transmitir parte de los resultados a mis colegas interesados en estos temas, así como mejorar mi práctica al comprender mejor el accionar de los habitantes de una provincia donde la práctica de la medicina autóctona va de la mano con la oficial.La Medicina Indígena del Noroeste Argentino está referida a su ámbito natural y a los pueblos que, en sus migraciones, ocuparon este territorio. En la primera parte se hace referencia al ámbito geográfico y a los resultados de la migración de pueblos de esa región. Se toma sobre todo la medicina de los Andes, que actualmente convive con la medicina oficial, siendo frecuente la consulta en esta zona, ante cualquier tipo de dolencia, a ambas: oficial y nativa. Así ocurre con la medicina de las zonas subandinas y de llanuras correspondientes al Noroeste de nuestro territorio.Los temas son abarcados de acuerdo a la documentación que se ha podido obtener sobre los mismos, en el tiempo proyectado, siendo en algunas circunstancias difícil conocer hasta dónde sobreviven algunas prácticas. Se vislumbra en la información recogida la importancia de la farmacopea indígena, marcada de un empirismo al que la ciencia va reconociendo poco a poco su importancia. También es dado conocer alguna información sobre la trepanación realizada ante circunstancias de urgencia en personas vivas, tratando de liberar espíritus o mejorar síntomas, cuya explicación era dada de acuerdo a sus conocimientos, y realizada acorde con los mismos. Con su conocimiento del hombre, el yatiri, el hallawaya y el shamán sabían acercarse al nativo en su mundo animista y tranquilizarlo respecto a las deidades que lo rodeaban, así como proporcionarle alivio para sus dolencias con su medicación nacida de la experiencia de largos años.El hombre siempre ha necesitado creer en un ser o seres superiores, con los que necesita congraciarse, invocar o ganar sus favores. Parte de su medicina está profundamente imbuida por este pensamiento místico y aún la medicina llamada natural no puede completamente separarse de esta mentalidad.

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Élida Nilda Figueroa

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Medicina Autóctona y

Perviviente del Noroeste Argentino

Dra. Élida Nilda Figueroa

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY

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Élida Nilda Figueroa

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Prohibida la reproducción total o parcial del material contenido en esta publicación por cualquier medio o procedimiento, comprendi-dos la reprografía y el tratamiento informáti-co, sin permiso expreso del Editor

© 2011 Editorial de la Universidad Nacional de Jujuy Avda. Bolivia 1685 - CP 4600 - San Salvador de Jujuy Pcia. de Jujuy - Argentina Tel. 0388-4244101 - e-mail: [email protected]

Corrección: Patricia Daniela José Arte de Tapa: Roberto Mamani Mamani http://mamanimamani-bolivia.blogspot.com/

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 Impreso en la Argentina - Printed in Argentina ISBN: 978-950-721-358-3

RED DE EDITORIALES DE UNIVERSIDADES

NACIONALES

EDITORIAL de la Universidad Nacional de

Jujuy

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A mis padres, que me enseñaron a valorar y conocer mi provincia, Jujuy.

A mi hermana Silvita, que disfrutaba de lo pequeño y de lo grande.

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AGRADECIMIENTOS

El siguiente trabajo, Medicina Autóctona y Per-viviente del Noroeste Argentino, ha sido realizado a re-querimiento de la Cátedra de Historia de la Medicina, del Doctorado en Medicina de la Facultad de Medici-na de la Universidad Nacional de Tucumán, a cargo del Profesor Dr. Armando Pérez De Nucci, en 1988, quien me motivó a buscar información y conocer me-jor la medicina de la zona. Su título original fue La medicina autóctona del noroeste argentino en sus aspectos indígena y popular perviviente.

La tarea realizada me permitió introducirme en la búsqueda de información y documentación so-bre el accionar de los operadores de la medicina autóctona del -NOA, logrando apreciar los conoci-mientos empíricos de los pobladores de la zona y su sapiencia respecto a algunos temas.

La búsqueda no sólo me enriqueció sobre mis raíces sino, también, me permitió transmitir parte de los resultados a mis colegas interesados en estos te-mas, así como mejorar mi práctica al comprender me-jor el accionar de los habitantes de una provincia donde la práctica de la medicina autóctona va de la mano con la oficial.

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En el año 2001, releyendo el trabajo y co-mentándoselo a una docente de la Carrera de Antro-pología de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNJu, la Profesora de Historia Marta Ruiz, se agregó un capítulo al trabajo original, el cual agradezco. Este capítulo se titula Espacio, recursos y grupos étnicos, y su agregado se debe a que permite una visión global del tema.

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INTRODUCCIÓN

La Medicina Indígena del Noroeste Argentino está referida a su ámbito natural y a los pueblos que, en sus migraciones, ocuparon este territorio.

En la primera parte se hace referencia al ámbi-to geográfico y a los resultados de la migración de pueblos de esa región. Se toma sobre todo la medicina de los Andes, que actualmente convive con la medici-na oficial, siendo frecuente la consulta en esta zona, ante cualquier tipo de dolencia, a ambas: oficial y na-tiva. Así ocurre con la medicina de las zonas suban-dinas y de llanuras correspondientes al Noroeste de nuestro territorio.

El Noroeste corresponde al cuadrante delimi-tado por límites políticos con Chile y Bolivia, el meri-diano-63 de longitud oeste y el paralelo 34 de latitud sur. Geográficamente puede dividirse en dos sectores distintos: occidental y oriental. El primero cubre el extremo meridional de la Puna que compartimos con Bolivia y Chile; los valiosos bolsones y quebradas encadenados de norte a sur, los valles preandinos de San Juan hasta los valles mendocinos llegando hasta el Atuel. En el segundo, cabe toda la zona pedemon-tana recorrida por las sierras subandinas, que se des-lizan hasta la llanura chaqueña, y por las sierras

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centrales que se abren hacia la pampa húmeda y hacia la pampa seca.

A la llegada de los conquistadores españoles, esta región estaba integrada casi completamente por pueblos cuya economía básica era la agricultura, con intensidad diferente según los casos. Estos pueblos pueden dividirse etnológicamente en andinos y sub-andinos y ocuparon respectivamente el sector occi-dental y el oriental. El nombre de subandinos les ha sido adjudicado en razón de que el patrimonio andi-no típico aparece en ellos modificado o pauperizado.

En tiempos anteriores, en un lapso que sin mayores concesiones puede extenderse hasta el siglo V a. C., se desarrollaron en esa misma zona una serie de culturas agroalfareras, algunas extinguidas y otras que perduraron hasta la llegada de los españoles. El análisis de su patrimonio arqueológico permite reco-nocer en todas aquellas que ocuparon la porción oriental una serie de rasgos no andinos de origen o andinos fuertemente aculturados, hecho que fortalece la división en dos sectores.

En este gran noroeste, en tiempos precerámi-cos, hay muestras de la presencia de pueblos cazado-res, que lo habitaron ya en el milenio VI a. C., en las sierras centrales y con seguridad los hubo desde la Puna y la Quebrada de Humahuaca hasta Mendoza

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(Dr. Imbelloni. Epítome de Culturología, 1936).

Podemos decir, de acuerdo con, Imbelloni, que Jujuy es la resultante de la emigración de una serie de pueblos, que los podemos dividirlos en andi-nos (quechuas y aimaraes) y subandinos provenientes del grupo amazónico en su mayoría.

Las actuales poblaciones andinas son progenie de tres grupos principales:

- los viejos recolectores de tipo lagoide, antecesores de los urúes, chipayas y otros restos denominados de baja cultura, dolicocéfalos ;

- los grandes cazadores mesocéfalos de guanacos, de quienes descienden los aimaraes;

- los amazonas, braquicéfalos.

A los elementos básicos se unieron otros ele-mentos infiltrados del norte, de Colombia y también de América Central, de importancia numérica relativa pero que ejercieron marcada influencia cultural.

Al comienzo de la conquista española, tres grandes grupos étnicos conservan su fisonomía pro-pia, en Perú, Bolivia y norte de nuestro país: los urúes o juquinas, los kollas o aimaraes y los quechuas. Re-

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presentan a los antiguos recolectores, a los cazadores y a los agricultores. Diferentes en su tipo físico, len-gua y cultura, así se presentaban los pueblos de los Andes a finales del siglo XVI. Los recolectores des-aparecieron con el tiempo. Los aimaraes se volvieron sedentarios, asociando al trabajo de la tierra, la cría de animales, por su contacto con los agricultores. La política. de los Incas favorecía esta evolución envian-do numerosas colonias de agricultores, los mitines, a las poblaciones conquistadas para vigilarlas y ense-ñarles sus métodos agrícolas. Existe un grupo étnico aimará, pero no hay un verdadero grupo étnico que-chua, sino grupos de diferentes orígenes sometidos y amalgamados por una misma ley en la época incaica.

En cuanto a la lengua que hablaron los pue-blos de los Andes, Imbelloni habla de la expresión del quechua, identificado política y culturalmente con el llamado Imperio Incaico y que de este modo llega al sector noroeste. Pero antes que esta civilización do-minó la altura de los Andes la civilización kolla, cuya lengua era el aimará (J. Monast, 1972). El centro de este imperio se hallaba en el Tinhuanacu, cuyas rui-nas se admiran aún hoy a orillas del lago Titicaca. Estas ruinas revelan una cultura que dataría de algu-nos miles de años antes de Jesucristo. Los Incas son, ellos mismos, de origen aimará; la migración de los aimaraes desde el noroeste del Titicaca hacia el Cuzco acaeció hacia el año 1000. La influencia hispano cris-

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tiana se remonta hacia el año 1530, con la llegada de Pizarro.

También forma parte del noroeste de Argenti-na, la región chaqueña, que deriva de la voz quechua y significa país de cacería. En esta zona son identifi-cadas tres corrientes humanas:

1º. el desplazamiento de sur a norte de grupos pámpidos ubicados alrededor de 5000 a. C., que ha debido ser de gran envergadura pues en mu-chos casos enmascara los demás componentes ra-ciales;

2º. a través de los grandes ríos Paraguay y Paraná hicieron erupción en territorio chaqueño los gru-pos paleo amazónicos, que aportaron una agricul-tura incipiente y cerámica; y

3º. el aporte de las altas culturas andinas con su cerámica, industria textil, cría de ganado y agri-cultura intensiva.

Esta influencia se hace evidente posteriormen-te con el establecimiento en territorio chaqueño de grupos amazónicos, que venían deslizándose de norte a sur por los contrafuertes andinos, adoptando ya en la decadencia del Imperio Incaico sus líneas cultura-les.

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En épocas anteriores a la llegada de los con-quistadores estos grupos fueron avasallados por los chiriguanos, grupo de filiación guaraní que se despla-zaban por el este en busca de una mítica "tierra' sin mal", probablemente por las noticias que tuvieron de occidente, identificada con el Imperio Incaico.

Este es, a grandes rasgos, un intento de re-construcción del poblamiento del Chaco.

Los temas son abarcados de acuerdo a la do-cumentación que se ha podido obtener sobre los mismos, en el tiempo proyectado, siendo en algunas circunstancias difícil conocer hasta dónde sobreviven algunas prácticas. Se vislumbra en la información recogida la importancia de la farmacopea indígena, marcada de un empirismo al que la ciencia va recono-ciendo poco a poco su importancia.

También es dado conocer alguna información sobre la trepanación realizada ante circunstancias de urgencia en personas vivas, tratando de liberar espíri-tus o mejorar síntomas, cuya explicación era dada de acuerdo a sus conocimientos, y realizada acorde con los mismos.

Con su conocimiento del hombre, el yatiri, el hallawaya y el shamán sabían acercarse al nativo en su mundo animista y tranquilizarlo respecto a las

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deidades que lo rodeaban, así como proporcionarle alivio para sus dolencias con su medicación nacida de la experiencia de largos años.

El hombre siempre ha necesitado creer en un ser o seres superiores, con los que necesita congra-ciarse, invocar o ganar sus favores. Parte de su medi-cina está profundamente imbuida por este pensamiento místico y aún la medicina llamada natu-ral no puede completamente separarse de esta menta-lidad.

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ESPACIO, RECURSOS Y GRUPOS ÉTNICOS

El caso del Noroeste Argentino

Marta Ruiz*

Desde dónde hablamos

"Las civilizaciones no son fortalezas sino caminos que se cruzan". Así escribía hace un tiempo el pensa-dor mexicano Octavio Paz. En mayor o menor grado esto es así: los pueblos entran en contacto y se influ-yen mutuamente. Pero por supuesto que estos en-cuentros nunca fueron sencillos, hay una gama de ellos que van desde la convivencia y el respeto hasta la imposición y la intolerancia.

En Iberoamérica, en general la cultura ame-rindia ha sufrido el contacto con corrientes culturales diversas desde tiempos hispánicos, y se ha tenido desde el pasado hasta la actualidad una urdimbre con múltiples tramas que son las complejas redes sociales, con un resultado de interacción muchas veces conflic-tivo.

* Facultad de Humanidades y Cs. Sociales - Universidad Nacio-nal de Jujuy

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Los indígenas americanos suman en la actua-lidad más de 50 millones de personas y, obviamente, esto es determinante en la configuración de cada país, que no tiene que ver con la mayor o menor cantidad de indígenas, sino porque éstos tienen un rol funda-mental en el futuro de las culturas de sus países y en la influencia que deben y pueden ejercer en el sistema general del conocimiento.

Ser culturalmente diferente no es malo, es que los hombres y mujeres del planeta son producto del medio cultural en que fueron socializados. Esto no tiene nada que ver con las diferencias individuales que son, la más de las veces, producto de oportuni-dades y experiencias de la historia de cada uno, y no resultado de un determinismo.

Nuestras culturas son posibilidades abiertas de crecimiento humano. El mundo americano es hoy un mundo, como lo ha sido en el pasado, multicultu-ral. En el pasado no existió (y si existió no lo sabemos) una reflexión sobre las culturas, pero nosotros hoy, de cara a un nuevo y complejo milenio, decimos que la multiculturalidad debe ser un diálogo respetuoso y equilibrado entre culturas, a la vez que un proyecto democratizador.

Para que haya interculturalidad se debe inter-actuar, conocer, deshacerse de prejuicios, cambiar

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actitudes. "La interculturalidad es un diálogo en pié de igualdad entre culturas". La tendencia de la globaliza-ción impuesta, de progreso y desarrollo conseguidos a como dé lugar, destruye tradiciones, la dignidad de las personas y los derechos ciudadanos, y no sólo de los indígenas sino de todos. La interculturalidad es construcción "junto-con" de nuevos significados. No confrontación, sino conocimiento que nos proponga la tolerancia y el respeto.

Tradicionalmente desde lo educativo se ha insistido en una postura uniformadora. Esto tuvo que ver con un el diseño de un tipo de educación que mi-raba más hacia afuera que hacia la realidad interior de cada país. Esto conllevó una postura educativa cerra-da y rígida que parcializó cultural y lingüísticamente muchas posibilidades. Se adoptó una postura discri-minatoria hacia lo étnico, lo lingüístico y lo cultural.

Así, los pueblos indígenas podían y pueden educarse (a la manera occidental) en instituciones que niegan los saberes y conocimientos que han aprendi-do de sus mayores o de su medio social, estando to-davía identificados más con lo ajeno que con lo propio.

Ahora bien, en la nueva Constitución Nacional de la República Argentina, sancionada en 1994, al Art. 75 se le agregó un inciso el Nº 17 que abre un intere-

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sante debate sobre el tema de la interculturalidad:

"Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garanti-zar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, la posesión y propiedad comunitarias de las tie-rras que tradicionalmente ocupan, y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el de-sarrollo humano. Ninguna de ellas será enaje-nable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar la partici-pación en la gestión referida a sus recursos na-turales y a los demás intereses que los afecten. Las Provincias ejercen concurrentemente estas obligaciones'. (Art. 75 inciso el Nº 17)

El mundo indígena

Ahora bien, para tener una actitud abierta a saberes distintos debemos conocer quienes fueron los habitantes del Noroeste Argentino y como impactó en sus formas de vida la conquista española que, durante el siglo XVI, sometió progresivamente a estos pue-blos. La historia de los hombres y mujeres originarios de estas tierras, a pesar de compartir algunos elemen-

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tos en común, puede ser diferenciada por la zona en la que habitan, su forma de acceder a los recursos, sus tradiciones, costumbres y creencias y las formas de organización social y política.

El Noroeste Argentino está comprendido dentro del Área Andina, entendiéndose por Área An-dina a un extenso territorio cuya principal caracterís-tica es la variabilidad ambiental: mar, desierto, cordillera, selva son los ambientes que, a pesar de la diversidad, cohesionan el área que nos permiten re-conocer procesos de lógica económica comunes.

El manejo del concepto de área, metodológi-camente nos da cuenta de la organización del espacio y de los procesos culturales que se desarrollaron en la misma. Dos macroáreas contienen al NOA:

1) la llamada Área Centro-Sur Andina o Circum-Titicaca; y

2) el Área Andina Meridional.

La primera comprende el sur del Perú, el norte de Chile y su Desierto de Atacama, la altiplanicie y valles medios de Bolivia, la Puna de Jujuy y la Que-brada de Humahuaca (Lumbreras -1981 - Figura 1). La segunda abarca el resto del NOA, la región cuyana y de las sierras centrales, y los valles transversales de

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Chile (Lumbreras-1981 - Figura 2).

El tema del origen del hombre americano es un tema fascinante y abierto aún a la indagación y explicación. Hay cierto consenso al pensar que los pequeños contingentes de hombres y mujeres que pasaron del Viejo Mundo a América lo hicieron por el Estrecho de Bering, comprendiendo por ello la posibi-lidad de la llegada en algún tipo de embarcación cos-teando las islas Aleutianas. Últimamente se ha abierto de nuevo la discusión de una llegada por el Atlántico norte. De cualquier manera, los investigadores de este tema se debaten tanto por los caminos de entrada como por el tiempo de esa entrada: unos dan una an-tigüedad de más de 40. 000 años, y otros sugieren una fecha más tardía, alrededor de 15. 000 años atrás.

Estos primeros inmigrantes, una vez traspasa-do lo que hoy sería el Istmo de Panamá, se dirigen hacia ambas márgenes del Continente Sudamericano, provocando con ello, por el distanciamiento y la sepa-ración, las características culturas diferenciadas y la adaptación a ambientes tanto marinos, de sierra o de selva.

Por lo tanto, desde el poniente y avanzando hacia el oriente tenemos los recursos marítimos, los recursos mineralíferos del desierto, los recursos sali-nos y el ganado de las altiplanicies, los recursos agrí-

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colas de valles y quebradas, los valles bajos que co-nectan finalmente con las selvas de abundantes recur-sos vegetales. De la manera que los pueblos originarios accedían a los recursos podemos darnos cuenta que su movilidad era O-E, E-O, distinta a la movilidad hispánica que siguió.

Es importante conocer la movilidad prehispá-nica, ya que en las yungas y selvas los recursos vege-tales son abundantísimos, tanto en sustancias pscicoactivas, medicinales, anestésicas, etc. En sitios arqueológicos de toda el área, desde muy antiguo, hay evidencias de esta movilidad y de la utilización de ciertas plantas como recursos medicinales.

El NOA, entonces, está comprendido por una franja de puna que trepa por encima de los 3800 m s. n. m. La orientación orográfica es N-S y luego se desvía hada el O, constituyendo escalones sucesivos. Las precipitaciones son escasas en esta franja y se concen-tran de noviembre a marzo, la amplitud térmica dia-ria es importante, las cuencas son de tipo endorreicas o cerradas, por lo que en los fondos de estas cuencas se forman lagunas y salares. Debido a su especial to-pografía, que permite variados microambientes, esta región ha sido apta para la instalación humana. El cultivo de altura ligado a la existencia de fuentes de agua y la fauna de camélidos domésticos como la llama dan cuenta de una intensa actividad pastoril. El

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manejo de la conservación en seco de carne y tubércu-los (charqui y chuño) permitió a estos antiguos po-bladores tener excedentes para intercambiar o para épocas de escasez.

La zona de puna ha sido habitada desde el 10.000 a. C. (según los hallazgos arqueológicos fecha-dos por medios isotópicos) hasta la llegada de los españoles en 1535. Por lo menos en dos momentos de su historia sufrieron intervención de otros pueblos: en el llamado Período de Integración Regional o Medio (Cultura Tiwanaku - 500 al 1000 d. C.) y durante el Período Tardío (1200 d. C.), cuando fueron conquis-tados por los inkas (1400dC).

Debido a las condiciones ecológicas limitantes, los pueblos de la puna debieron relacionarse con otros pueblos ubicados en otras zonas, contribuyendo a formar redes sociales muy complejas y hábitos co-municacionales y de intercambio que se observan hasta ahora: el aislamiento es solo aparente. Podemos mencionar a los Chicha, Casabindo, Cochinoca, Uru y Lípez.

La franja de valles y quebradas se ubica entre la puna y la franja de valles bajos y selva. En general tiene una orientación longitudinal: Quebrada de Humahuaca, Quebrada del Toro, Valles Calchaquíes. Ha sido una zona densamente poblada desde épocas

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de cazadores recolectores y, en el momento de la do-mesticación de plantas, las zonas de fondo de valles y los andenes en los cerros permitieron una excelente producción agrícola, basada sobre todo en maíz, za-pallo, porotos, ají. También se manifiestan intercam-bios a larga distancia. Los sitios arqueológicos existentes son de importante dimensión. Todos ellos están en posición estratégica, pero algunos están en lugares de difícil acceso: son los llamados Pukara. Estos pueblos de quebrada y valles fueron conquista-dos también por los inkas y existen numerosos testi-monios de esta dominación. Sin embargo, no les fue tan sencillo a los españoles, que debieron enfrentar una tenaz resistencia de ciertos grupos habitantes de los valles. Entre ellos se encuentran los Omaguacas, los Uquías, los Tilcara, los Tilianes, los Osa y Ocloyas; más al sur, en los valles Calchaquíes, el grupo Diagui-ta de habla kakana, al cual pertenecían muchos otros grupos.

Los pueblos de la llamada mesopotamia santia-gueña estaban ubicados entre los ríos Dulce y Salí en la actual Provincia de Santiago del Estero. Era una zona muy rica para la agricultura por inundación y, según las estaciones, para la caza y la recolección de frutos de algarrobos y chañares de múltiples usos. Los Inkas llamaron juríes a estos pueblos, quienes los ayudaron contra las invasiones chiriguanas del este. Luego de la conquista española los diferencian por

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sus lenguas: Lules y Tonocotes.

La franja de selva y chaco son áreas que recién fueron totalmente colonizadas en el siglo XIX. <Esta es la zona de donde los demás pueblos movilizaban re-cursos como maderas, plumas, miel, alucinógenos, cañas, materiales tintóreos. Se practicaba una agricul-tura de roza y quema. Nunca se cortó la relación con esta zona y los pueblos del área seguían abastecién-dose de sus abundantes recursos.

La conquista

La llegada de Pizarro y sus huestes a las tie-rras del actual Perú en 1532 dio como resultado un lento pero sostenido cambio y transformación del mundo indígena. El descenso demográfico debido a las enfermedades fue, sin embargo, rápido y brusco. Era como si las enfermedades y epidemias se adelan-taran a los conquistadores. La primera entrada a la región del NOA fue la de Diego de Almagro en 1535, a la que se le sumaron en los años posteriores otras expediciones que como resultado van fundando las principales ciudades que hoy conocemos. En 1545 se descubre el cerro Rico en Potosí, por lo que da a la región una increíble movilidad comercial y social en la que el NOA tiene una importante participación.

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El problema más serio planteado en toda el área andina y por ende en el NOA, fue la conducta abusiva de los encomenderos quienes provocaron por sus injusticias y desmanes las resistencias más impor-tantes. Situaciones contradictorias y de conflictos aso-laron la región hasta bien entrado el siglo XVII, concluyendo en 1781 después de la rebelión de Thu-pac Amaru con los pocos privilegios, si es que tenían, de algunos indígenas.

Por lo que se ha visto, toda el área andina es-taba muy relacionada. A pesar de los años del domi-nio colonial han pervivido prácticas y saberes indígenas que hoy son apreciados en su justo valor. Los grupos queshuahablantes y aymarahablantes, junto con el mantenimiento de sus lenguas han man-tenido esos saberes tradicionales tanto en Perú, en Bolivia y en el Norte de Chile. En el NOA se registra también la pervivencia de tradiciones que son retroa-limentadas por la migración actual de los países antes nombrados.

En nuestro país, la Constitución Nacional avanza en forma sustantiva en materia de política indígena, estamos en un momento de "revaloración cultural de lo indígena". Sin embargo, faltan aún mu-chos caminos a recorrer, espacios de debate crítico de las relaciones interculturales. Si ello no se logra, a pesar del reconocimiento constitucional, seguirán

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existiendo conductas discriminatorias, dobles discur-sos. Debemos reconocernos como parte integrantes de una misma sociedad y un mismo país, con igualdad de oportunidades. Un desafío que tiene que ver con el cambio de conductas y actitudes podrá defendernos de ser espectadores de más etnocidios y avasalla-mientos de nuestros hermanos indígenas. Respetarlos en su memoria y sus saberes es respetarnos nosotros mismos.

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BIBLIOGRAFÍA

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GUNDERMANN KRÓL, Hans. (1997). “Etnicidad, identi-dad étnica y ciudadanía en los países andi-nos y el norte de Chile. Los términos de la discusión y algunas hipótesis de Investiga-ción” en Estudios Atacameños, Nº 13. UCN. Antofagasta.

LUMBRERAS Luís. (1981). Arqueología de la América Indíge-na. Editorial Milla Batres. Lima.

RUIZ, Marta. (1998). “Las Culturas Prehispánicas del No-roeste Argentino” en Anales de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Murcia. Espa-ña.

RUIZ, Marta. (1992). “Las Culturas Prehispánicas Re-gionales” en Jujuy en la Historia 1. UNHIR. UNJu. Jujuy

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CAPÍTULO I LOS MÉDICOS O CURANDEROS

El curandero es un funcionario que sirve de intermediario entre el hombre y las fuerzas invisibles de la naturaleza. Es al mismo tiempo adivino, mago, hechicero, oficiante del culto y shamán. Debe sus po-deres a un don mágico destinado a algunos predesti-nados.

Los aimaraes conocen a ese personaje bajo el nombre de yatiri (el que sabe, el sabio). Es al mismo tiempo Kolliri (curandero), apelativo reemplazado por el de hampiri (el que cuida) en algunas regiones del altiplano. En fin, es thaliri (adivino), layca (hechi-cero) y chamcacani (shamán, el que actúa en la oscu-ridad). Los últimos nombres designan al individuo que evoca a los espíritus, practica la magia negra y hace los maleficios representando la actividad mági-ca, más elevada y más peligrosa.

Los yatiri pueden dedicarse a la magia blanca protectora, a la negra maléfica o a la roja, la que mata, pero raramente admiten esta última. Son numerosos, no así los laycas (Vellard Jehan A., 1981).

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Los pacos o pacus son los equivalentes a los yatiris aimaraes en la región quechua.

El don mágico a veces se obtiene desde el na-cimiento. Los que nacen durante una tormenta son siempre hijos del rayo. Cuando nacen gemelos, lo que no es frecuente, el segundo es considerado hijo del rayo. También la acción del rayo sirve para justificar ciertas situaciones embarazosas. No todos se vuelven yatiris: debe evitarse el contacto de manos extranjeras y la presencia del humo. Además, este don no es transmitido en forma igualitaria. Las mujeres están excluidas de ese sacerdocio. Las fuerzas mágicas pueden debilitarse cuando no se las conserva cuida-dosamente, mediante constante práctica y la obser-vancia de ciertos ritos. Donde ha caído un rayo se busca cuidadosamente una piedra, que puede ser de oro, plata o cobre, y que les sirve en la práctica de su magisterio.

Los que son formados en el conocimiento de las plantas, serían los llamados médicos o hallawayas y sólo pueden tratar las enfermedades para las que se los instruyó. Y los segundos, los yatiris, hijos del rayo, son "médicos de todo".

Iliapuco, Santiago, el amo del rayo, transmite el don mágico a sus hijos, los yatiris (Vellard, 1981). La comunicación del poder tiene lugar en tres etapas:

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un primer relámpago mata y quema a la víctima que se ennegrece; un segundo la reduce a pedazos o a cenizas; un tercer relámpago hace que el cuerpo se reforme y resucite. Si por desgracia tiene testigos, no vuelve a la vida. Si estuvo presente un animal, vuelve a la vida, pero en su cuerpo en el lugar del estómago se forma una bola hecha de hierbas y suciedad de la tierra. Si muere se lo entierra en el lugar y su sepultu-ra, marcada por algunas piedras recibe ofrendas, in-cienso, libaciones. Los que sobreviven reciben las mismas ceremonias purificadoras que los hombres tocados por el rayo y luego de ser exceptuados de cualquier trabajo durante el resto de su vida; reciben en su muerte natural, nuevamente honores; su carne no puede consumirse bajo ningún pretexto.

Los kallawayas forman una etnia de curande-ros (Vellard, 1981). El poder para curar no se les ha conferido a título personal, es un privilegio concedido desde tiempos ajenos a todos los hombres del grupo, por el rey y por Santiago; no así las mujeres. Deben aprender el ritual y la farmacopea junto a un maestro de su pueblo.

Los kallawayas son hechiceros, herboristas y curanderos; se encuentran en pequeñas comunidades quechuas. Se especializan en la preparación y comer-cialización de plantas medicinales y de drogas, y en la fabricación de amuletos. Poseen un arsenal terapéuti-

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co mucho más amplio que los yatiris y estos últimos los envidian por los conocimientos que adquieren en sus múltiples desplazamientos. Veneran también al rayo, del que dicen recibieron su poder. Realizan un largo aprendizaje al lado de un maestro a quién acompañan en sus viajes desde los 12 a 13 años.

Entre los kallawayas unos quedan cerca de la medicina mágica y otros, en cambio, se creen verda-deros médicos, recetando productos de la medicina oficial con verdadera audacia.

Dos etnias pequeñas, los uros y los kallawa-yas, tienen el privilegio de poseer poderes mágicos colectivos.

Los uros, resto de antiguas poblaciones paleo americanas anteriores a los aimaraes, son considera-dos como descendientes de los chulpas, prehumanos de las tradiciones andinas. Los uros no son curande-ros, ni tienen hechiceros especializados, pero todos gozan de poderes y privilegios particulares (Vellard, 1981).

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CAPÍTULO II LAS ENFERMEDADES MÁGICAS

La enfermedad y su etiología, interpretada a través de la mentalidad popular, marca la relación directa entre las diferentes causas orgánicas y menta-les y el plano mágico en que se originan. La Pacha-mama, el Supay, los seres malignos, los cerros, las osamentas o las fuertes impresiones recibidas, son las causales directas de cualquiera de las afecciones que pueden afectar a los individuos sometidos a un en-cuentro con lo sobrenatural (Vellard, 1981).

El conocimiento simple de la vida, profunda-mente relacionado a lo cotidiano, hace que el hombre, al no poder explicar la causa de una enfermedad, de-ba interpretarlo en el campo mágico animístico. No posee conocimiento de las reales causas de algunas enfermedades, especialmente las microbianas y viró-sicas, pero emplea para sus rudimentarias curas ele-mentos que se podrían encuadrar dentro de la categoría de los antibióticos, pues cumplen estas fun-ciones.

Al no poseer nociones de contagio no puede desarrollar métodos de higiene ni preventivos. Pero existe un rudimento de este último en su práctica de

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"la ahorcadura del muerto", una antigua superstición puneña de origen incaico. Homero Palma (1978, 13) dice: “La práctica de ahorcar a los muertos, tiene como fundamento establecer una suerte de profilaxis contra la muerte, conceptuada como contagiosa; vale decir, que en la ahorcadura del muerto, consiste en ajustarle una cuerda alrededor del cuello, pretendiéndose cortar el camino de la muerte, en su intento por salir a difundirse del cuerpo de los difuntos, de salir ‘al aire,' para alcanzar el cuerpo de los vivos."

La idea subyacente que da pábulo a esta práctica macabra, según Antonio Paleari (1982, 12), es el recuerdo de la epidemia vivida o conocida por rela-tos confiables y transmitida de padres a hijos. En ello se tiene por cierto que un muerto por enfermedad provoca otro muerto, y que la cadena no se cortará nunca, a menos que la muerte que ha penetrado en el cuerpo de la víctima vea impedida su salida por la boca del cadáver en busca de campos propicios para seguir venciendo a la vida.

Esta ceremonia parte del supuesto de que la muerte es un ente vivo, maléfico y ambulante, pero que puede ser vencido.

Otra práctica de profilaxis es la "lloquerada", que se realiza el primero de agosto, o sea, el mes de-dicado a la Madre Tierra durante el cual por estar la

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tierra "abierta" es peligroso hacer pases mágicos, pues puede morir el paciente. Sólo pueden efectuarse curas físicas o con hierbas (Vinente y Palma, 1972).

La lloquerada consiste en un hilo de lana blan-ca o negra, torzado a la inversa de lo corriente, con la mano izquierda, que es utilizado para evitar las en-fermedades. Se considera que rechaza las enfermeda-des y los maleficios y es colocado en las partes más vulnerables para que actúe como obstáculo, evitando toda afección.

Es frecuente también colocar el Hoque cuando una persona sufre de dolores reumáticos, heridas, abscesos o picaduras. Se aplica cerca de la parte afec-tada o en los miembros y el cuello. Es de uso general que se lleve en las muñecas y tobillos o en el cuello para evitar los problemas pulmonares y bronquiales o "enfermedad del costado".

Entre las enfermedades mágicas tenemos las causadas por espíritus o deidades irritadas, las causa-das por los espíritus de los muertos o antiguos, la pilladura o tentadura del demonio, Supay o maligno u otros espíritus malintencionados. También se en-cuentran en este grupo las causadas por fenómenos atmosféricos y las alteraciones de los estados de áni-mo.

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Pilladuras

Comenzaremos con las pilladuras, puesto que es la más relacionada con la tierra. El campesino ve-nera a la Pachamama, que lo acompaña desde el na-cimiento a la muerte, como madre. Puede castigar, y su medio es provocar una enfermedad para, indicar una transgresión y la necesidad de repararla.

La Pachamama puede producir la sustracción del alma de la persona. Palma señala, en cuanto a este tema, que en la mentalidad indígena todas las cosas - la casa, el río, el cerro, el maligno, etc. - tienen alma "como nosotros", tienen hambre y sed, pueden ser bondadosos unas veces y malos otras; por ello hay que ofrecerles presentes como bebidas, alimentos, dulces, etc. Cuando se ha fallado en alguno de los ritos (por ejemplo, trasladarse de choza y no presen-tar las ofrendas al nuevo hogar), el espíritu de la cho-za, de los cerros o de los campos se apodera de uno de los miembros de la familia y lo hace presa de dolo-res o malestares.

En cualquiera de las ceremonias realizadas, a fin de propiciar la tierra, no debe olvidarse de invocar a cerros, aguadas y cerrujos porque ellos serán el sus-tento de hombres y animales. El viento o wayra inter-viene como mediador o portador del espíritu o

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enfermedad. Cuando el alma ha sido arrebatada, según Jean Vellard (1981) por el uranque katuta o por cualquier otro espíritu poderoso, es necesario obtener la libertad de la cautiva; si se fracasa, debe reempla-zarse por el alma de un animal.

Muchos espíritus pueden ser agentes de la pérdida del alma, principalmente la tierra (Pachama-ma), cuando no reciben los tributos a los que tienen derecho. También los espíritus de agua, los de los lugares elevados, los espíritus de las minas y los de las sepulturas. Una vez establecido el diagnóstico, la búsqueda del alma por el yatiri solo puede efectuarse después de la puesta del sol o por la noche.

El curandero prepara una ofrenda a la tierra para conseguir su ayuda, constituida por vino, alco-hol, golosinas, grasa de llama, hierbas mágicas, feto de cochino o de llama e incienso. Luego de las invoca-ciones rituales a la tierra y a los espíritus protectores, se dirige hacia el sitio donde cayó el alma, llevando los vestidos del enfermo, hilos de color y la ofrenda preparada. Extiende los vestidos en el suelo, al lado de su ofrenda, junto con un espejito, un peine y una campanilla; se retira lejos recitando un Pater y un Ave María. Vuelve cuando piensa que la tierra ha recibido sus dones. Llama al alma en voz alta tres veces, por su nombre de familia, luego, recoge los vestidos donde se ha alojado el alma y los ata rápidamente con el hilo

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preparado y se encamina hacia la casa del enfermo, haciendo sonar la campanilla; todo debe hacerse en el mayor silencio. El encuentro con un ser humano o con un perro inutilizaría la ceremonia.

Siempre en silencio, viste al enfermo con los vestidos que contienen al alma recuperada y hace que se mire al espejo. Otros yatiris hacen que el cliente se vista en la oscuridad y se acueste y lo dejan solo toda la noche, para que el alma, que es tímida, vuelva a su lugar sin que la vean.

Algunos yatiris prefieren quemar la ofrenda en el propio patio del paciente a medianoche, utili-zando un brasero antiguo de tierra; con frecuencia añaden figuritas de estaño. Después de los pequeños rituales, transportan las cenizas en un tejido, un tari, al lugar donde ha caído el alma y lo entierran. El ofi-ciante coloca algunos bizcochos sobre los vestidos del enfermo, quien después de vestirse come los bizco-chos y se acuesta. Los bizcochos pueden reemplazarse con un poco de tierra recogida en el mismo sitio.

Cuando el alma está en poder cíe un espíritu que se niega a devolverle o ha sido devorado, hay que reemplazarla por la de un animal, pues estos princi-pios son intercambiables entre hombre y animal. Es la ceremonia del Turku o truckha, que solo puede efec-tuarse en plena noche, hacia la una de la • madruga-

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da, en absoluto silencio (Palma, 1978). El animal esco-gido es en general un cobayo negro; el sexo es indife-rente.

El yatiri prepara una ofrenda con papel de oro y de plata, grasa de llama, plantas mágicas, lanas de color y la coloca sobre la cabeza de cada asistente. Después de las libaciones de rigor a la tierra, a los cuatro puntos cardinales, sobre las paredes de la casa y los asistentes, invocan a todos los achachilas (Tum-ba de los antiguos), maykos (accidentes geográficos) y apus (seres inmateriales) de la región para volverlos favorables. A la hora señalada por la coca, toma el cobayo, que debe gozar de buena salud, se aproxima al enfermo, le practica una larga succión en el occipu-cio y sopla después sobre la nuca del cobayo: se ha efectuado el cambio de almas. Con el animal golpea al paciente y a los asistentes, hasta que el cobayo muere. Se entierra al cobayo y la ofrenda preparada en ese mismo lugar.

Una variante utiliza una gallina roja. Luego de matarla golpeando al enfermo, se la ata sobre el pe-cho. Luego de un rato, se rompen los hilos y la gallina queda sobre el suelo. El yatiri permanece en la casa y envía a dos emisarios a quemar la ofrenda y los hilos que ataban a la gallina. Los emisarios ofrecen libacio-nes en nombre del enfermo y declaran a la achachila que se le ha pagado y que el enfermo debe sanar.

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Vuelven a sus casas sin pasar por la del enfermo, por miedo a que el espíritu los siga y les arrebate una nueva alma. En general, el paciente permanece ence-rrado tres días sin salir, viendo solo a su familia.

Para que la ceremonia tenga éxito es necesario que el yatiri sea bien tratado, bien alimentado y pro-visto ante todo, de licores, de coca y de cigarrillos. Percibe además honorarios en dinero.

Cuando la pilladura es por parte de espíritus del agua, suelen producirse manchas en la piel y vesí-culas supuradas, así como inflamación. La terapéutica consiste en chalar la aguada o propiciarla.

Si se trata de los antiguos, hay inflamación, deformación de articulaciones y parálisis. La terapéu-tica consiste en "propiciar" (invocar y ofrendar) para lograr el perdón del muerto y el suministro de medi-cación mágica. En la pilladura del maligno hay tam-bién locura, demencia, neurosis y psicosis. Se "propicia" por medio de la tierra al demonio.

En caso de que la pilladura sea por parte del cerro, se presentan locura, irritabilidad, ansiedad, trastorno del habla. Se debe "propiciar" al cerro; hacer el "convido".

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Aikadura o K'Aicar

En segundo lugar tenemos la Aikadura o K'Aicar, también denominado violación de tabúes.

Es un término comprometido con la violación de ciertas prohibiciones que hace vulnerable funda-mentalmente a los niños, sobre todo en el transcurso de la vida intrauterina, si la madre incurre en ciertas prohibiciones, tales como transitar cerca de un muer-to, ir al cementerio o a un velatorio o pasar cerca de osamentas. Los niños, niños marcados o larpatha, pueden nacer sordos, mudos o ciegos, sin tonicidad muscular, con parálisis o raquitismo (Muñoz- Ber-nard, 1976).

Si el accidente ha sido causado por el encuen-tro de un cadáver humano, es necesario pedir a la familia los vestidos del muerto y envolver en ellos al niño durante algunas horas, luego de haberlos calen-tado al sol para hacerlo transpirar. En el caso de los niños a veces es necesario, para que el difunto perdo-ne a la criatura, que el curandero o el familiar acudan al cementerio con la ropa del niño y cuatro velas a pedir perdón. Se pide perdón al difunto por el niño y a Dios por los restos que descansan allí, arrojándose sobre la tumba agua bendita; además, asumiendo el compromiso de oficiar un responso o misa en memo-

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ria de su alma.

Para el encuentro con un cadáver de animal lo indicado es el baño de tripas de perra o de cordero. Se coloca al niño hasta que transpira en medio de tripas calientes de un animal que acaba de ser degollado. Al animal se lo coloca en una hondonada y generalmente deben meterse varios animales pues el niño debe permanecer una hora entre las tripas con solo su ca-beza en el exterior. Cuando la materia disminuye su temperatura, el niño es retirado y envuelto dejando que los fluidos se sequen en su cuerpo, conservándo-los durante varios días.

El tratamiento es completado con parches y fomentos de hierbas medicinales.

La Aikadura de los antiguos, también llamado mal de chulpa, se produce en personas mayores. Se atribuye esta enfermedad a la penetración de un hue-so enviado por un sajra, un espíritu de las sepulturas antiguas, cuyo reposo se ha perturbado. Los síntomas son los de una osteomielitis (Vellard, 1981). Es el cas-tigo de quienes profanan las tumbas antiguas y los sitios arqueológicos.

En los adultos, el mal afecta "cuando uno es cobarde". La terapia empleada difiere según los casos: para los adultos bastará que estos asistan, o alguien lo

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haga en su nombre, al cementerio, donde se solicita el perdón al difunto, pues se considera que el recelo que se ha tenido con el mismo es la causa de la afección contraída. Se coloca sobre la tumba un pañuelo y un rosario, procediéndose, luego, a rezar, derramando alcohol y agua bendita a la vez que se deposita coca y cigarrillos. Con ello se considera "pagado" al difunto y a la persona "se la ha perdonado". Pese a ello, es necesaria como refuerzo una misa por el alma y el regreso en el día de Todos los Santos. Con el pañuelo debe frotarse el cuerpo y colgarse el rosario al cuello, pues en cierta medida suponen que el espíritu es el afectado.

Contra el hueso de chulpa se utiliza el Makay, pequeño pan de tierra negra, elaborado con orina fermentada y plantas nauseabundas (Palma, 1978). El tratamiento es mixto: mágico para apaciguar al espíri-tu irritado y local a base de drogas.

Es indispensable efectuar ante todo una cere-monia de Turku, de cambio, para hacer pasar al cuer-po de un animal, generalmente un perro negro, el hueso de chulpa. Al mismo tiempo se preparan dos ofrendas para apaciguar al espíritu: la primera se quema en el patio de la casa; la segunda se entierra, con el animal sacrificado, cerca del lugar donde se presume ha ocurrido el accidente. Esta última ofren-da, destinada a saciar la chulpa, tiene siempre uno o

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varios fetos de llama, un cobayo y diversas carnes. Los días fastos para esta operación son los martes y viernes, días de los malignos.

Después de esto, el yatiri hace beber al pacien-te, tres martes y tres viernes seguidos, una infusión de "cinco hierbas fuertes", entre ellas un senecio, una datura, un solanum y una ipomea no identificada. Esta medicación altamente tóxica, estupefaciente, vuelve inconsciente al enfermo que cae en un profun-do letargo durante 24 horas. Cuando se abre el tumor que deja correr pus fétido y un secuestro óseo, se lo trata con aplicaciones locales de bicloruro de mercu-rio.

Susto

En tercer lugar debemos contemplar el susto. Pachachare y susto tienen en común la pérdida del alma y en ambos casos hay pérdida del apetito, de peso y similitud en los dolores corporales (Palma, 1978). Existen autores que lo dividen en simple o co-lerina. En este caso, el individuo duerme sobresaltado y se halla nervioso, siendo los síntomas trastornos hepatobiliares, dolores estomacales, vómitos y diarre-as. En el segundo grupo, mal de espanto, el enfermo duerme mucho, se encuentra desganado y sufre tam-bién miedos, estados fóbicos, neuróticos y psicóticos. "Cuando brincamos por el susto se arroja el espíritu

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del cuerpo". El susto generador del síndrome de "la pérdida del alma" es un episodio insólito que suele alterar la psiquis de un individuo impresionable o culturalmente propenso a traducir hechos comunes en términos fantásticos (Palead, 1982).

En los niños, se realiza la llamada del espíritu y se dan hierbas medicinales (piedra del águila, nido de quenti, palma bendita). Una forma de recuperar el alma es: dar de comer tierra recogida del suelo en el lugar en que se produjo el susto, previo trazado de una cruz. La tierra se toma del centro de dicha cruz.

Otra forma es chupar la coronilla del niño el martes y escupir sobre el suelo cada vez que se chupa. Se puede chupar también la frente y la nuca. Si con estas curas no se reestablece el equilibrio somatopsí-quico, se recurre a un curandero.

En este punto creemos interesante destacar que en la medicina indígena, para las enfermedades de origen psíquico aparte de la cura científica y psi-cológica rara vez se aplican curas orgánicas.

En los adultos, la limpia consiste en frotacio-nes con milla o collpa (khollpa) que luego son arroja-das al fuego, a los orines fermentados del paciente o a grandes distancias, con la esperanza de alejar la en-fermedad, pues se ve en ello su causa.

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También realizan la llamada del espíritu: cu-randero y paciente se trasladan al lugar en que se cometió la ofensa y luego de encender un fuego, ca-van un hueco en el suelo donde se propicia la tierra con bebida y coca. El enfermo es desnudado total o parcialmente, debiendo permanecer de pie o recosta-do sobre una manta roja en la que se han colocado los elementos con los que se realizará el pago. Estos ele-mentos son coca, feto seco y grasa blanca de llama o untisal, Koa, incienso, cigarrillo, alcohol y otras bebi-das espirituosas. El cuerpo es frotado con milla, sulfa-to de aluminio en costras, que será incinerada con las hierbas olorosas que forman parte del sahumerio, elemento purificatorio del rito (Palead A., 1982).

Sobre un cuenco roto se colocan brasas en las que se esparcen las sustancias resinosas, sahumando con ellas al paciente y sus prendas, luego de lo cual se lo viste. A continuación se realiza la ofrenda a la tie-rra, incorporando en el hueco bebidas alcohólicas, coca, confites, cigarrillos y las cenizas del sahumerio.

Pagar a la Tierra o Corpachada, consiste en la ofrenda de bebidas, comidas, coca, hierbas mágicas aromáticas y cigarrillos, con destino al espíritu de la Tierra, Pachamama, Achachila, Maikos y Apus.

Mal aire

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En cuarto lugar tenemos al Mal Aire (Palma H., 1978), al que se atribuyen muchos accidentes. El mal aire o sereno, el aire del campo; el remolino de los carros, se traduce en numerosas manifestaciones: en-fermedades cutáneas, digestivas, pulmonares, muscu-lares, articulares, nerviosas. El aire y el viento no actúan como agentes físicos, son los sajra, los espíritus que se mueven en el aire y que llevan las enfermeda-des.

Los yatiris conforman su diagnóstico consul-tando las hojas de coca y leyendo la vela:

- las hojas de coca: por su origen mitológico son portadoras de símbolos y mensajes, las usa el hechicero para sus presagios y profecías. Sobre un paño blanco las arroja lentamente y la disposición que tornan al caer es la respuesta a las preguntas formuladas. Las mejores hojas para acertar el fu-turo son aquellas que han sido usadas varias ve-ces: que han sido "llamadas" y han contestado. No hay que molestarlas ni usarlas, deben quedar para la "contestación".

- leer la vela: es un procedimiento que consiste en prender una vela con la mano izquierda, junto al santo que consulta el curandero; según la creen-cia, este ayudará en el diagnóstico y el curandero interpretará el mensaje luego de observar por pro-

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longados instantes la forma en que se consume la vela y las características de la llama. La observa-ción es realizada en completa inmovilidad, colo-cado frente a ella en posición fetal.

Determinada la causa que provoca el mal aire, se dispone la terapia a seguir: en primer lugar se su-ministra, durante tres días, una mezcla de polvos di-sueltos en agua compuestos por ciguayros, coal, mataca, macaya, contras, azufre, nuez moscada, casti-lla y alcanfor. En lo que se engloba como contras se suministra sajra cuti, cuti moscada, cuti mozo, cuti pabilla y otros productos que sirven, como su deno-minación lo indica, para rechazar males que pueden llegar a la persona afectada (Pérez de Nucci A., 1987).

Parte de la práctica requiere ciertos procedi-mientos similares a los empleados en el susto y las pilladuras, por lo cual se deben realizar "pagos" en determinados lugares donde se piensa que se produjo el daño y se realizan conjuros pidiendo la protección de la madre tierra. En la mayor parte de los casos se procede a sahumar a la persona para alejar los malos aires. Este procedimiento se emplea cuando se piensa que el aire que ha actuado proviene del cerro. Es ne-cesaria además la limpia del cuerpo con "millo" (alumbre).

Entre las normas establecidas, existe la creen-

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cia de las malas horas, las cuales son propicias para el accionar de los malos aires. Éstas son el mediodía, que no debe encontrarlo en las obras, y el atardecer, que no debe hallarlo en la proximidad de los ríos, arroyos y aguadas.

Los remolinos, si toman desprevenidos al ca-minante, pueden provocar loqueadura, ya sea por rapto de su propio espíritu, o por sopladura, cuando le depositan uno ajeno. Son raros los casos. De esa manera explican la conducta de ciertas alteraciones mentales que ellos consideran adquiridas mágica-mente (Pages Larraya F., 1982).

En caso de deliriums tremens y de agitación violenta, por ejemplo, degüellan un gallo rojo y un perro y los abren, el perro palpitante se aplica sobre la espalda del paciente y el gallo sobre el pecho. El cu-randero lleva después el cuerpo de estos animales al lugar donde se presume que el enfermo "ha tomado" el aire. Deben escoltarlo varios hombres lanzando petardos y profiriendo gritos para no convertirse en víctimas de un accidente parecido.

Para curar la parálisis ocasionada por el aire, el yatiri masajea la parte enferma y da de beber al doliente una infusión obtenida haciendo hervir en vino un haba de San Ignacio, tostada y pelada con chichis, pequeños crustáceos abundantes en el lago

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Titicaca. Se toma dos vasitos diarios. El tratamiento se completa con fumigaciones de estrellas de maíz tos-tados sobre carbones.

Cada uno de los síntomas exige una práctica diferente.

Daño, brujería o mal hecho

Cuando una persona, por maldad o envidia, efectúa por medio de un curandero un daño o mal hecho, este llega como un mal a la casa destinada y afecta a sus moradores. Si poseen animales domésti-cos como gatos, gallinas, perros, con preferencia de color negro, los efectos recaen sobre ellos y liberan a sus dueños de los maleficios enviados. De no contar con estas prevenciones, los males recaen en los niños más pequeños, los cuales enferman y mueren (Pérez de Nucci A., 1987).

En un adulto, un mal hecho puede causar en-fermedad grave e incluso la muerte. Puede ser tam-bién motivo de locura, lo cual suele atribuirse al accionar por amores contrariados.

El privilegio de realizar el mal hecho es atri-buido a los yatiri y laicas que visitan periódicamente las poblaciones en ocasión de las festividades patro-nales.

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Fenómenos atmosféricos

1. El Arco Iris o Kurmi

El arco iris o kurmi tiene muy mala fama. Los aimaraes están convencidos de que mostrarlo con el dedo es suficiente para que se deseque el dedo o la mano (Vellard 3., 1981).

Le atribuyen la ictericia, los edemas y las asci-tis, que golpean a las personas que pasan por el lugar donde cae el arco iris, o que entran en las fuentes o lagunas desde donde se eleva. Los niños son más sen-sibles. Mirar fijamente el arco iris puede ocasionar la muerte. Sonreír es exponerse a perder los dientes o a sufrir erupciones malignas. Es difícil de curar y debe ser tratado desde el principio con aplicaciones locales o un baño caliente con el polvo de doce colores. Son polvos o tierras que venden los herboristas. Deben utilizarse en un orden invariables: rosa gris, rosa os-curo, rosa violáceo, rojo, blanco, negro, rosa, blanco, violeta, crema, grises. El enfermo debe beberlos en ayunas, en suspensión en agua durante doce días y en el mismo orden.

El arco iris más temible tiene tres colores bien netos.

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Si una mujer encinta mira el arco iris el niño puede nacer con labio leporino (defecto que simula un camino o arco).

Es creencia generalizada que el arco iris brota de las aguadas al finalizar la lluvia, y si una persona no advertida se inclina a tomar agua en ese momento, por ser bravo", el lugar lo agarra (el arco iris es consi-derado bravo, es decir un ente capaz de agarrar a las personas).

El agua que brota de la tierra en las aguadas es considerada como un filtro que sale del corazón de la tierra. Por esta razón sienten ellos temor, pues asegu-ran "que salen cosas malas de los arroyos y las agua-das", a los que no deben acudir de noche.

2. El Rayo

Puede dar lugar, la caída de un rayo cerca de una persona, a una perturbación mental transitoria. De no observar las reglas convenientes, el estado de perturbación puede volverse crónico, siendo definiti-vo su estado de enajenación e incluso acarrear la muerte (Palma, 1978).

Como primera medida se suprime el agua al paciente mientras dura su inconsciencia, mojándole los labios con chicha o té de hierbas determinadas. Se

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lo somete a un ayuno estricto durante el cual solo se le suministra té de hierbas y chicha. Más adelante se incorporan comidas sin sal. Este tratamiento puede durar entre 30 y 40 días, durante los cuales se lo man-tiene aislado en una habitación completamente oscura evitando el contacto con extraños e incluso con fami-liares, salvo aquellos destinados a su atención cons-tante, pues debe permanecer acostado e inmóvil. En todo este período nadie debe dirigirle la palabra, salvo el familiar más cercano (su consorte, alguno de los progenitores) o el encargado de atenderlo, pudiendo ser este un curandero experimentado. De no observar las reglas se "loquerá" y puede quedar el enfermo "sonso y mudo".

3. La Luna

Una creencia muy difundida atribuye a la luna un efecto perturbador sobre la salud, en especial so-bre los enfermos mentales. La luna llena produce un estado de sobre-excitación en los enfermos mentales, coincidiendo la lunación con las crisis de los esqui-zofrénicos, los que en su mayoría se tornan agresivos, realizan intentos de suicidio o se fugan de sus hoga-res para vagar durante días por los cerros y campos, pernoctando con temperatura bajo cero en la intem-perie (Pages Larraya F., 1982).

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CAPÍTULO III ETIOLOGÍAS NATURALES

No existe una clara demarcación entre las en-fermedades puramente mágicas y las de causas natu-rales. Los aimaraes distinguen en estas últimas dos orígenes principales, desempeñando estos principios un papel importante en su terapéutica y su farmaco-pea.

El yatiri debe conocer ante todo el tempera-mento de sus pacientes para poder aplicar la ley de los opuestos en su terapéutica.

Aquellos que tienen sangre fría están predis-puestos a las enfermedades frías, y los de sangre ca-liente son más sensibles a las enfermedades calientes y a las infecciones. Una enfermedad fría solo puede curarse con medicamentos calientes y viceversa (Ve-llard, 1981).

La causa real a veces es difícil de precisar, una jaqueca, un dolor de muelas, puede haberlos ocasio-nado el frío o el calor y la curación depende de un diagnóstico exacto; allí se ve el arte del yatiri.

Los métodos de diagnóstico son numerosos.

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Unos son adivinatorios, como las hojas de coca, otros son de naturaleza más fisiológica, como el examen del pulso y el de la orina: pulso lento, orina pálida o blanquecina, indican una disposición a una enferme-dad fría; pulso rápido y orinas oscuras revelan una afección caliente.

Enfermedades Frías

Provienen del frío y de la sangre. Entre estas encontramos la neumonía o puntada de costado, la tos ferina, el paludismo, la epilepsia, la pleuresía, el tétano, ciertas nefritis, los accidentes ocasionados por el aire, tortícolis, dolores de muela, parálisis. En gene-ral, todas las enfermedades en que la orina está pálida y blanquecina.

Para las enfermedades frías se dan drogas de naturaleza caliente: infusiones con numerosas plantas indígenas y con algunas plantas de origen europeo: el minero, la salvia, la ruda, la menta, el melocotonero, el eucalipto. También se proporcionan compresas calientes con infusión de esas plantas. Es necesario cubrir bien al enfermo y hacerlo transpirar (Vellard, 1981).

Además se utilizan los remedios mágicos: be-ber la sangre de una gallina recién degollada, se indi-ca para la tos ferina; a los enfermos de neumonía se

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les aplica en el pecho un gato negro, o una paloma abierta y aún palpitante.

Enfermedades Calientes

Entre las enfermedades calientes se encuen-tran en primer lugar las eruptivas y sobre todo el tifus exantemático, la blenorragia, las inflamaciones, los estados infecciosos en general, los flemones, la di-arrea, algunas dermatosis acompañadas de irritación, diversos tipos de jaqueca (Vellard, 1981).

En todos los casos, se desocupa el interior con purgas, enemas y vomitivos; luego se suministran drogas frías en poción, con aplicaciones locales. Entre las empleadas con mayor frecuencia se encuentra una falsa artemisa, geranios indígenas, plantas de fécula, oca o irllucu, limón, achicoria y muchas otras especies no identificadas. Para los flemones y ciertas infeccio-nes se indican aplicaciones de compresas calientes, pero preparadas con plantas de naturaleza fría. El cobayo y el sapo sirven para combatir la fiebre.

En cuanto a los baños y aplicaciones de com-presas, en un recipiente de grandes dimensiones se hace hervir agua en la que se echa una mezcla de in-cienso, copal, hierbas mágicas, con grasa y lana de llama teñida de diversos colores.

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Se lava enteramente al enfermo con esta agua caliente y se lo hace acostar bien envuelto. El líquido y el recipiente utilizados se echan en una corriente de agua que los lleva lejos; esta operación es encargada a un pariente del enfermo que no deberá volver a su casa durante dos o tres días, para no traer consigo de vuelta la enfermedad.

Clasificación de las drogas

El carácter caliente o frío no va unido a su temperatura, sino a la naturaleza de los seres y de los elementos. El agua pura, cualquiera sea su tempera-tura, aún hirviendo, es un elemento frío, pero las sus-tancias en solución o suspensión a las cuales sirva de vehículo le comunican su cualidad caliente o fría.

Los alimentos

Los alimentos obedecen a los mismos princi-pios, fríos, calientes o neutros. Un buen régimen debe usar alimentos contrarios a la naturaleza del indivi-duo.

- Alimentos Fríos: agua, llama, alpaca, puerco, pa-to, cobayo, conejo, pescado, cebada (a veces neu-tro), chuño (papa seca), batata, carne seca, oca, ulluco, cayote, naranja, queso, leche, zanahoria, nabo.

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- Alimentos calientes: pollo, paloma, pavo, vaca, cordero, canigua, quinua, guisante, habas, habi-chuelas, maíz (solamente tostado), menta, salvia, capi, manzanilla, chocolate, sal, miel, pimiento.

- Alimentos indiferentes: maíz (salvo el tostado), papa, cebada (a veces considerada fría).

Algunos de estos alimentos no forman parte del régimen habitual de los indígenas. Por ejemplo, paloma, pavo, chocolate, tienen el valor de agentes terapéuticos. Dentro de la arbitrariedad que pareciera predecir la elección de sus cualidades existe, sin em-bargo, una argumentación apoyada en una peculiar lógica: todo lo que se cría en el frío es cálido y lo que se cría en el calor es fresco; además, todo lo que preci-sa mucha agua es fresco, y aquello que precisa poca es cálido.

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CAPÍTULO IV ENFERMEDADES VARIAS

Heridas y Fracturas

Son curadas mediante procedimientos mági-cos y terapéuticos. Las heridas se limpian con drogas frías para prevenir la infección. En caso de quemadu-ras se aplica una arcilla blanca. Sobre las contusiones se aplican trozos de cordero recién degollado.

Las lesiones son lavadas tres veces diaria con una maceración alcohólica de lagarto machacado.

Las heridas infectadas se tratan con aceite de huevo obtenido exprimiendo en un trapo diez huevos que hayan hervido en agua por lo menos durante una hora. El líquido que se desprende es un buen cicatri-zante.

Las formaciones purulentas se abren con un pedazo de botella rota y se vacían mediante presión con los dedos. Las secuelas, edema gangrenosa, se atribuyen al arco iris al que se habría expuesto el pa-ciente.

Para la luxación, antes de reducirla se efectúan

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aplicaciones locales de datura y de otras plantas o le dan a beber algunas gotas de datura al paciente. Los lagartos suelen aplicarse en forma simultánea sobre los riñones de los pacientes. Con frecuencia los geckos y las culebras, generalmente una tackymenis, son abiertos y se untan con miel, aplicándose sobre la fractura durante 24 horas; se cambia diariamente. Cuando ha disminuido el edema, se vuelven los hue-sos a su lugar y se recubre el miembro con un com-puesto de base de harina y de sangre de perro o de cobayo que se sostiene mediante dos a cuatro trozos de madera. Se continúan aplicando los lagartos sobre los riñones durante varios días.

Las picaduras de animales venenosos se curan con excrementos humanos, aún calientes.

Trepanación de cráneo

El primer cráneo trepanado descripto fue en-contrado por Squier (1865), viajero norteamericano en el Cuzco, en la colección que pertenecía al museo dula Sra. Centeno de Romainville y que había sido encon-trado, en una tumba Incaica en Yucay (Urubamba). Fue descripto por Broca en un Boletín de la Sociedad de Antropología con el título de "Un caso particular de Trepanación de los Incas". La trepanación era fron-tal izquierda con incisiones que se cruzan en ángulo recto, circunscribiendo un cuadrado. Broca y Nelatón

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observaron en los bordes del orificio trazas de tejido cicatrizal, que les permitió establecer que la operación fue practicada en un sujeto vivo, y que hubo corta supervivencia (se estimó entre 10 y 15 días).

Numerosos cráneos trepanados son mencio-nados posteriormente por Montegazzo, Muñiz, Tello, llegándose a la conclusión de que la operación quirúrgica fue empleada en los Andes, en varios pue-blos y diversas latitudes; y que fueron utilizados dife-rentes métodos. Se efectuaba la trepanación en sujetos vivos, con períodos diferentes de supervivencia, y resulta casi imposible aceptar en estos pueblos la tre-panación post mortem, dado el respeto que los indios tenían por los cadáveres.

El Dr. D. E. Lavorería (1901) piensa que la tre-panación entre los indígenas de los Andes fue una operación empírica, destinada a tratar las heridas oca-sionadas por las armas de la época (maza, honda). En los casos de orden médico, fue de naturaleza mágica. Como instrumentos quirúrgicos contaban con cuchi-llos de pedernal, sílice y obsidiana –los más usados para cortar el hueso- pero usaban también estiletas o cinceles de cobre o champi.

Tello (1912) presenta un notable trabajo al Congreso Internacional de Americanistas de Londres. Dicho estudio fue efectuado en base al examen de

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diez mil cráneos y momias, extraídos de da región de los Yauyos, en el Perú, donde se encontraron más de 200 con signos de trepanación. La mayor parte se con-serva en el Museo Arqueológico de la ciudad de Li-ma; otra parte fue cedida a Harvard.

En cuanto a la forma del orificio se describen cuadrangular, redondeado, ovalado, y otro tipo cons-truido por pequeños círculos unidos posteriormente, lo que da la forma festoneada al orificio. Cinco trepa-naciones realizadas en diferentes momentos se en-cuentran en esta colección, según se pudo determinar por el estudio del tejido cicatrizal.

Existe un tipo especial de figura de trepana-ción que se ha llamado "trepanación refinada" (Bello), caracterizada por un orificio circular amplio, pulido en bisel. Todos los cráneos de este tipo han sido hallados alrededor del Cuzco. Este tipo de trepana-ción se encuentra mencionada y dibujada en los traba-jos de Antonio Llorena (1890), ha sido estudiada y analizada por el profesor Eduardo Bello, de Lima, y el instrumental empleado parece haber sido el tumi de los cirujanos indígenas del Perú (es el emblema de la actual Sociedad de Cirugía de Lima).

Empleando instrumentos de sílice, Broca re-produjo la trepanación por raspadura. Empleó minu-tos en niños, y tres cuartos de hora en los cráneos de

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adultos. Champoniére, Wilson Parris, Bello y otros han repetido la experiencia. Es posible obtener iguales resultados con dientes de pescado y conchillas duras. En América, se supone, también se utilizaron el tumi y punzones perforantes, dos elementos típicos.

Pruniéres opinaba que la trepanación en sus primeros tiempos debió tener por objeto, remediar las consecuencias de las fracturas óseas, y que por exten-sión se aplicó posteriormente al tratamiento de las enfermedades que presentaban síntomas semejantes. Es decir, que tuvo un motivo terapéutico fundamen-tal.

Broca, teniendo en cuenta la mentalidad pri-mitiva, pensó que se debe haber empleado al princi-pio en las convulsiones, con el fin de dar salida a los espíritus. El espíritu se agitaría y produciría la con-vulsión, aumentando la fuerza de los sujetos en una forma superior a la ordinaria. Pensaron que si podían abrir una puerta saldría el espíritu y el enfermo se curaría. Es así –decía Broca- que debió de nacer la idea de la trepanación prehistórica.

Vellard, quien presenció una operación, refie-re que algunos aimaraes se arriesgan a intentar la trepanación en caso de fractura de cráneo, accidente muy frecuente entre los aimaraes en las noches de fiesta, durante la embriaguez. El yatiri habría utiliza-

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do como anestésico local una infusión de hojas de coca y de otras plantas, de datura en este caso. Daban de beber pequeñas dosis de esta infusión cuando el individuo estaba consciente, no en estado de shock. Cortada la piel, raspaban el hueso con una punta du-ra para eliminar el fragmento lesionado y terminaban quitando las pequeñas esquirlas con sus uñas. La herida había sido ocasionada por una piedra lanzada con honda, que había provocado el hundimiento del hueso. La cicatrización era excelente y muy neta la pérdida de sustancias óseas. Este es uno de los últi-mos reflejos de los conocimientos quirúrgicos mági-cos precolombinos que remontan al neolítico (Vellard 1, 1981).

Eutanasia

En algunas comunidades aborigen de residen-cia quichua-aymará, despenar es sinónimo de eutana-sia, es decir, muerte rápida de la persona que agoniza para evitarle sufrimientos.

El que la realiza es un personaje solemne, si-lencioso, que con su sola presencia presagia muerte. En la puerta de la vivienda del agonizante lo esperan con un trago, el cual toma sin comentarios. Después, se acerca al enfermo, le hace la señal de la cruz en la frente, lo abraza suavemente entrelazando sus puños más arriba de la cintura, y con un golpe seco le parte

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el espinazo. Luego cierra los ojos del cadáver y lo co-loca en digna postura mortuoria. Reza sus oraciones, cobra sus estipendios, recibe algún regalo de los deu-dos y se aleja con el agradecimiento de los familiares.

Enfermedad de Matriz. Parto. Enfermedades Venéreas

Los aimaraes no tienen ideas particulares so-bre la menstruación, que llaman "luna de las mujeres jóvenes", ni sobre la fecundación. Solo piensan que el período de las reglas femeninas, como en los anima-les, es el más favorable para la fecundación.

En cuanto a la enfermedad de la matriz, la pa-ciente la refiere a nivel del epigastrio "como una bolsa de agua, como una cosa viva que late". Siente frío, fatiga, come poco y dice que viene de debilidad y de mucho andar a caballo, sobre todo cuando salta una zanja o al apearse. En esos casos es cuando "se sube la matriz hacia arriba". La sintomatología es, en algunos casos, semejante a la del susto, pero en la enfermedad de la matriz no hay pérdida del alma.

La terapéutica consiste en acostarla bien dere-cho de espalda en la cama, se le tira uno por uno los dedos del pie y luego de la mano. Se procede a lo que se denomina soba (se deslizan las manos desde el borde inferior de las costillas hacia el ombligo, tres

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veces, durante nueve días). La paciente siente dolor en las primeras curas, manifestando que es debido a que le queda el estómago vacío. Se le da de comer en forma inmediata con poca sal, puede ser sopa de arroz, pero sin condimentos. La soba se realiza con chachacoma, pata de perdiz, chacha, copa-copa, baila buena, pupusa, todo mezclado con grasa limpia (gra-sa de corazón o riñones del animal que se utiliza). Las yerbas se mezclan con la grasa y se calientan a la lumbre. Si duele la espalda se agrega a lo mencionado alcohol y ajo. No debe caminar mucho la paciente. Cuando se levanta, se hace sahumerio empleando lo que se utilizó para sobar, más pluma de parina (garza de tamaño grande y de color violado) y lana de oveja negra. Diariamente, a la mañana y a la tarde, toma una infusión de chachacoma, chacha, copa-copa, baila buena o pupusa. Se miran las orinas. La mala fuerza puede ocasionar también enfermedad de la matriz.

En cuanto al parto, existen yatiris especializa-dos en obstetricia. Puede también ayudar una parien-ta vieja, la madre o la suegra. Se conoce con el nombre de matronas a las que realizan este trabajo, sean hom-bres o mujeres. La esterilidad puede ser causa de rup-tura del matrimonio, de allí el sirviñaqui o matrimonio de prueba.

Durante el embarazo, la mujer consulta al ya-tiri para saber cómo será el parto y le solicita hacer las

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ofrendas necesarias a la tierra, madre de la fecundi-dad. Las ceremonias se hacen en el patio de la casa, de noche. Allí se entierran las cenizas luego del ritual. El parto se considera un acto normal, pero a pesar de ello la mortalidad es elevada. A este acto asisten la matrona, el padre y alguna parienta joven. Se realiza en la cocina, que suele ser al lugar más cálido.

Se anuda un rollo de paño a nivel del estóma-go de la embarazada "para impedir que el feto remon-te". Se realizan masajes externos y maniobras internas para ayudar a colocar al niño en buena posición. En caso de que la criatura esté mal ubicada, se procede "al manteo": este consiste en colocar a la parturienta sobre una manta tomada de sus extremos por perso-nas que la someten a movimientos suaves. También se suele ejercer presiones sobre el vientre si el niño no viene con rapidez, o se sacude a la mujer tomándola por las caderas o los pechos.

En los casos difíciles, el yatiri prepara una ofrenda con fetos de gato salvaje y lana de vicuña mezclados con vino, alcohol, incienso y copal; una parte se aplica sobre el vientre de la parturienta; otra parte, picada menuda, se le da a beber en agua calien-te, añadiéndosele médula ósea de vicuña. Se dice que actúa rápidamente y el parto es rápido. También puede el yatiri echar un cobayo vivo en un lebrillo de agua hirviendo y hacer que la enferma beba un poco

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de esa agua.

Existen otras drogas que producen un efecto muy rápido.

Después del parto, se ata el cordón umbilical y lo corta el padrino con un trozo de alfarería, jamás con metal, considerado como causa de infecciones. Se lo conserva seco y sirve para afecciones de la oreja y otras. La placenta puede ser quemada, enterrada o guardada dos o tres días, y luego la hacen secar con fines mágicos.

Entierro de la placenta

Si la madre no entierra la placenta al nacer el niño, este será "caquito". El entierro debe realizarse dentro de la casa o en otro lado, siempre fuera del alcance de los animales, debido a que si un perro la desentierra y se la come, la madre sufriría fuertes ja-quecas. El entierro de la placenta se realiza en una sencilla ceremonia donde se rinde tributo a la Pacha-mama.

Si la criatura es varón, se cava un hoyo de unos 30 cm. de profundidad en el corral (para que el niño sea apto a los trabajos de campo) y se echa ceni-zas caliente en su interior (Pérez de Nucci, 1987). So-bre las cenizas se ubicará la placenta y, una vez

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cubierto el agujero, se encenderá un fuego sobre él que permanecerá ardiendo todo el día y toda la no-che; de tal manera, la placenta permanecerá tibia y la madre no sentirá en su interior el dolor que suelen provocar las contracciones espasmódicas al reacomo-darse sus órganos luego del parto. Si la criatura es mujer, la misma ceremonia se realizará en la habita-ción que oficia de cocina, de tal manera que, al crecer la niña, sea hacendosa y apta a las tareas del hogar.

Esta ceremonia va acompañada de invocacio-nes a la Madre Tierra.

El niño recién nacido es lavado de inmediato con agua caliente y envuelto en trapos. Los días si-guientes es bañado con agua fría. Solo mama al se-gundo día y toma leche del pecho de la madre hasta el segundo año. Al año, comienza a tomar otros ali-mentos.

Entre las complicaciones temidas podemos mencionar, el enfriamiento y la infección puerperal. La paciente no se levanta durante 15 días, lavándose solo pies y manos en agua caliente con tomillo; toma varias veces al día tizanas preparadas con plantas llamadas frías y su régimen es a base de chuño pisado con carne seca de cordero. No toma alimentos calien-tes ni leche. Durante ese tiempo no toca el agua; no debe dormir mucho, pues es considerado dañino.

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Cuando se levanta no trabaja durante algunos días y sale a calentarse al sol. A los tres días de haberse le-vantado puede lavarse con agua caliente.

El nacimiento de gemelos es considerado co-mo un castigo para corregir a los padres y en algunos casos el segundo niño es considerado hijo del rayo, con posibles poderes como curandero. En otros casos anuncia buena cosecha.

El padrinazgo juega un papel muy importante entre los aimaraes.

Las infecciones genito urinarias son conocidas en general bajo el nombre de mal de orinas. La sífilis y la blenorragia están muy extendidas en los Andes. La blenorragia es conocida con el nombre de purga-ción y se dice que azota a pueblos enteros.

Todos los flujos del hombre o de la mujer se tratan mediante lavajes, con infusiones o decocciones de plantas de las siguientes familias: dos helechos, un polypodium (el sana sana) y un alsophilis, dos pi-peráceas, entre las cuales la más conocida es el Mati-co, un geranio silvestre, una solanácea (la hediondilla), la salvia y muchas otras no determina-das.

Para los chancros y las placas mucosas se em-

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plean el olypodium, la centorea y una acacia. No se deben olvidar las bezoares reducidas a polvo y toma-das por vía oral. Para los desórdenes de la menstrua-ción se utiliza una ortiga y la falsa artemisa.

Se usan depurativos para limpiar la sangre. Para la retención de orines, infusiones de excremento de cobayo y sobre todo de patas de grillo, por la ma-ñana en ayunas.

Además, poseen drogas abortivas y esterili-zantes, aunque se muestran muy discretos acerca de este tema. Se sabe que para esterilizar a la mujer utili-zan también una infusión con raspaduras de casco de cobayo.

Entre los afrodisíacos tienen la vila-vila y otro más.

Entre los estimulantes amorosos se mencionan un coleóptero, un pseudomeloe rico en cantaridina, pequeños crustáceos amphipodes del lago Titicaca, los chichis del género hyabela, el hueso del pene del coatí y todos los benzoares (concreciones calcáreas retiradas del estómago de los rumiantes). Los insectos y crustáceos se utilizan secos y pulverizados; el hueso de coatí, rastrado. Los polvos que así se obtienen se dan a beber en agua o vino.

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Los batracios del género telmatolbius, calcina-dos, proporcionan un polvo que tomado con vino hace fecundas a las mujeres. El caldo de víbora, gene-ralmente una tachymenis, combate la esterilidad del hombre y de la mujer. La carne de este animal, fresca y macerada en alcohol, se la conoce como excelente estimulante general y un elixir de larga vida.

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CAPITULO V FARMACOPEA

Farmacopea herbolaria

Entre los vegetales existen algunas especies sin determinar.

Alhucema . L. latifolia (L. f.) Med. (L spica var. Latifo-lia Lif.) Lavanda, espliego, alhucema: se utiliza en sahumerio para el susto, con nido de quenti, romero, lana de oveja negra tostada. Se toma en infusión

Althaea. Malvaviscus. M. arboreus Cav. (M. mollis (Ait)) DC Achania mollis.): se usa como diurético y se da en infusión sin azúcar. También se utiliza como demulcente para procurar una protección mecánica de la superficie cutánea inflamada. Es considerada fresca.

Airampu. Opuntia soehrensii Brito et Ross. Cactáceas: la semilla es utilizada como febrífugo, además de otros usos. Se da en infusión. Se agrega el contenido de una cuchara sopera en un litro de agua, y se toma sin azúcar. Bien fría es utilizada para curar aftas y páticos (pequeñas úlceras en la mucosa bucal). Se usa

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también la preparación mencionada, a la que se agre-ga media cucharadita de carbón de leña, para favore-cer el brote de sarampión y escarlatina, pasándolo por las partes afectadas con un hisopo de lana o algodón. En infusión es considerado fresco.

Baila buena. Haploàppus rigidus Phil. Compuestas: es usada contra la neumonía, la gripe y los resfríos en infusión. Es considerada cálida.

Baje: (Boj o Buxus). Se utiliza en zafaduras, se muele con el Kuru y se hacen parches con aceite de almen-dras. Estos son tapados con papel de seda, cambián-dolos cada dos días. El baje es fresco y, junto con el kuru, al que se le atribuyen propiedades cálidas, se torna remedio neutro.

Bira- bira. Achynocline satureoides (Lam) DC. Se toma para las afecciones de las vías respiratorias, en infu-sión. Según Cárdenas, es originario de América tropi-cal y crece entre los e. 000 y 2. 600 metros de altura.

Boldo de la puna. Boldea boldus (Mol.) Looser, Mo-nimiáceas. Polypodium phyllitidis L. Se la prepara haciéndola hervir hasta que tome color de vino tinto y se lo toma frío; es remedio de propiedades cálidas. Las hojas de boldo se usan sobre todo para curar los cálculos de hígado y las enfermedades de las vías

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biliares (Dr. Leo Manfred, 1977).

Calavera Yunga. Se emplea para el susto, y como contra (frente a los daños por brujería, enfermedades) junto a los contras de tres colores. Se le agrega Huay-ruro, uno macho y otro hembra y unos cuantos pali-tos de romero (Rosmarinus officinalis L. habiadas). Se coloca todo en una bolsita al cuello al modo de esca-pulario o prendida a la ropa. Todos estos remedios resultan cálidos y atajan al mal aire o la mala boca.

Carqueja. Baccharis aarticulata (Lam.) Pers. La parte aérea se usa como digestivo estomacal, tónico hepáti-co, estimulante de la fertilidad femenina, contra la impotencia masculina, antirreumático y antiséptico de usso externo. Crece en el centro de Argentina y otros países Sudamericanos (Soraru- Bandoni, 1978).

Coa. Romero (Rosmarinus officinalis L. habiadas). Se utiliza en sahumerios cuando se desea llamar al espí-ritu de un asustado y como preventivo contra ciertos males. Es remedio cálido.

Coca. Erythroxilum coca. Lam. Eritroxiláceas. Es im-portante su uso en el ritual de la medicina mágica. La denominación coca viene del aymará kkoca, que quie-re decir la planta por antonomasia, es decir la más importante, la planta por excelencia. Para la Real

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Academia, en su primera acepción coca es palabra aimará que significa “arbusto del Perú”; de allí se extrae la cocaína.

Se toma en infusión como digestivo. Masti-cando que es la forma más frecuente en que se lo uti-liza, se la socia a una sustancia alcalina, llicta (o yicta), con la que se forma un acullico. Ejerce acción sobre el Sistema Nervioso Central propiciando un artificial estado de bienestar, al contrarrestar el cansancio, qui-tar el apetito y disimular la sed. Se ha querido atri-buirle propiedades que reemplazarían a alimentos de primera linea, pero es de señalar la acción nociva que mencionan la mayoría de los estudiosos de esta plan-ta. Se dijo, por ejemplo, que las sustancias que produ-cen el acullico pueden dar lugar a algunas formas de leucoplasia. Según los nativos (Carrazo, 1970), detiene vómitos y hemorragias. En infusión, las diarreas y cólicos. Su jugo seca las úlceras. Es usado como anestésico junto al alcohol y semillas de chamico (Da-tura feroz) o más probablemente de ayahasco.

La composición química de la hoja de coca que es la parte más utilizada del vegetal, indica un por-centaje del 0,5 al 2,5% de alcaloides totales. Los más importantes son: cocaína Alfa y Beta, truxillinas, ci-namoil, hidrinas. El alcaloide, la cocaína fue obtenida y aislada de las hojas en 1858 por Nieman, de Goetin-ga y en 1884 por un estudiante de medicina vienés,

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llamado Koller, que demuestra las propiedades anestésicas del alcaloide. Se conoce el efecto de anestésico local de la cocaína, así como su acción psi-coestimulante sobre el Sistema Nervioso Central. En 1885 se descubrieron las primeras cocainomanías y en 1889, Magnan indica las alucinaciones que determi-nan la masticación cocaínica.

Llicta (se usa en el coqueo, con la coca). Es reactivo alcalino y puede ser preparado con cenizas de hojas de banano y cáscara de cacao, a menudo mezclado con un poco de polvo de cal blanca y amasado con una pasta de papa desecada y pulverizada, mezclada con agua. En el siglo XVI, también era muy común usar una ceniza hecha no en base a vegetal sino de hueso de animal quemado y molido. También se usa-ba una mezcla de potasio y cal derivado principal-mente de las cenizas de los tallos de quinua, los tallos de haba, de banano, cactus y otros arbustos. Según Miguel Kelner, está formado en general por cenizas de quinoa (chenopodium album L. Quenopodiáceas) o de jume (schkuhria pinnata (Lam.) O. Kuntze), otras veces por ceniza de maíz. Actualmente se usa el bicarbona-to, para coquear.

Cola de caballo. Equisetum giganteum L. Equisetáce-as. La parte aérea estéril se utiliza como diurético y astringente. Los tallos duros se usan para pulir made-

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ra y metales. Es tóxico para el ganado.

Contras. El nombre de contras resume el sentido de preventivo que se espera de sus cualidades evitar el daño, la enfermedad. Se trata de frutos de Zamia (común en el geotrópico); es una Cicadácea.

En el segundo caso el macay o macaya o nin-gro-macaya (placea aezae; Amaryllidaceae), se trata de dos o tres elementos de colores: blanca, amarilla y negra, que se acostumbran a llevar como amuletos contra las enfermedades y la mala boca. Reúnen cua-lidades cálidas.

Contra yerba. Dorstemia brasiliensis Lam Moráceas. Flaveria bidentis (L.) O. Kuntze. Compuestas. Se utiliza en infusión, en agua hervida y caliente, pudiéndosele agregar azúcar a gusto para calmar dolores de estó-mago. También para calmar el dolor de oídos, me-diante un sahumerio hecho en las brasas; el humo se procura mediante su contacto con brasas de carbón de leña y se hace penetrar en el oído enfermo durante 5 ó 10 minutos, dos veces al día; luego se lo tapa con lana, algodón o con la misma barrita de la contra yerba. En el campo se usa lana de vicuña “porque es más reme-dio”. En realidad, bajo este nombre están incluidas dos especies de diferentes familias. Terapia o Dorste-nia brasiliensis (de la familia Moraceae, de Brasil, Boli-via, Paraguay) y Flaveria (de las contrayerbas

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compositae de Chile, Perú y Bolivia). Según Cárdenas (citado por N. H. Palmas) pudo haberse utilizado co-mo antídoto ante picaduras de víboras. También se lo señala como poderoso contraveneno del curare. Pare-ce ser la planta que hoy se denomina Dorstenia, con-trayereba de acuerdo a Nicolás Monarde (siglo XVI).

Copa- copa. Artemisia copa. Phil. Se usa para el do-lor de estómago y la presión arterial en agua hervida. Mezclado con pupusa (Wernweria poposa Phil. Com-puesta.), se usa en agua caliente, para baño de pies cuando estos se hallan fríos o cuando existen dolores reumáticos. Se usa un puñado de yerba para un reci-piente que permita que el agua llegue a las rodillas.

Para la neumonía se hace una infusión de co-pa- copa, con agua caliente, a la que se agrega flor de la peña, baila buena, hígado de zorrino, lacado, cásca-ra de quirquincho.

Cupay. Copaifera langsdorffii Desf. Leguminosas. También llamada copal o resina de copaiba, y vul-garmente llamado palo de aceite, es el remedio más antiguo conocido en la curación de las enfermedades venéreas y especialmente en la purgación. Es muy usado en todo el mundo, sobre todo las copaibas de Brasil, de Cayena y de Colombia. Para curar las ble-norragias no es indicado el bálsamo de copaiba al

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principio de la enfermedad, porque la inflamación que produce es perjudicial. Pero al contrario, es muy bueno en la etapa llamada sub-aguda, es decir, cuan-do ya no hay dolores al orinar. También sirve para curar la bronquitis cuando hay secreciones abundan-tes.

Cortadera (Raiz). Cortaderia selboana. Se toma en infusión caliente, previo hervor durante unos diez minutos. Se bebe para componer el cuerpo después de una borrachera. La hoja, que posee bordes aserra-dos, se utiliza para cortar el cordón umbilical.

Chachacoma. Senecio oreophyton. Remy. Senecio medicinal Phil. Se usa como sahumerio durante Agos-to, día de la Pachamama. Con la Chacha se utilizan como tónico nervioso y analgésico en las gastralgias. La infusión de la raíz, tomada tres veces al día, en una taza bien caliente y dulcificada con miel de abeja, es el mejor remedio contra la tos catarral de los ancianos. Dicen que el ex presidente Sarmiento prolongó su vida por lo menos 20 años debido a esta raíz.

Chamico. Datura stramonium L. Las hojas secas pul-verizadas y echadas sobre brasas producen un humo que, aspirado por la boca y nariz, calma el ataque de sama. De hojas de salvia y de chamico en partes igua-les se hace un cigarrillo en papel o se fuma en pipa

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para aliviar el ataque de asma. Hojas que se han deja-do secar durante dos años pierden esta propiedad.

Chirimoya. Anona mutans, araticú. Utilizada para ahuyentar los piojos de la cabeza. Se hace polvo ma-chacando la semilla de chirimoya y se pone en toda la cabeza al acostarse, envolviendo con un pañuelo. Crece en Jujuy, Salta y Corrientes.

Flor de la Puna. Chactanthera Sphaeroidalis. Se mas-tica en la Puna, según Gunkel, ya sea sola o bien en combinación con la pupusa y la chachacoma, para hacer más leves los efectos de la altura.

Hoja de palta. Persea americana. Persea Gratísima. Se toma en infusión caliente; dejada a enfriar, se toma “por agua” para el hígado cuando se siente inflamado y con dolor. Como digestivo se acostumbra tomarlo con azúcar. Es remedio cálido.

Huayruro. Ormosia coccinea. Lo utilizan contra cier-tos sortilegios los antiguos peruanos (Polo de Onde-gardo). El Padre Cobo señala que es utilizado contra el mal de corazón y la melancolía, tomando sus pol-vos en vino o agua de azahar. Colocados en el cuello a modo de collar, resulta bueno contra las tristezas del corazón y conforta la vista y el cerebro. Existen dos tipos de Huayruros: los rojos, llamados de solteros, y

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los de dos colores (rojo y negro) llamados de casados. Son utilizados contra el aíre y en otras ocasiones los fríen en grasa de cerdo, acompañado de ciertos cere-monial, para que revienten los ojos de los enemigos. Además, los polvos de huayruro, junto al copal y pie-dra de altar, se beben mezclados con agua bendita como terapéutica contra la locura.

Molle. Schinus molle L. voz quechua y aimará que designa a un árbol de mediano tamaño con cuyos frutos se fabrica una especie de chicha que es posible encontrar todavía durante el carnaval. Con sus hojas se prepara una infusión que combate el resfrío, y se dice que las hojas y los gajos son usados por curande-ros para “hacer el daño”, colocándolos debajo de la cama de aquel a quién se quiere hacer mal.

Jarrilla de la Puna. Zuccagnia punctata Cav. Se la prepara en infusión. Se utiliza media cucharada de café para obtener una taza que, en caso de neumonía, quita la puntada. No es claro si es cálido o fresco. La raíz de esta planta cura la sífilis y las enfermedades de la piel. Es depurativo de la sangre en general.

Kuru. Se usa junto con el baje y el aceite de almendra para las zafaduras. También dentro de la medicina mapuche, el Kurü o Palo Negro se usa como contra (para desviar o debilitar energías negativas, provoca-

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das en general, por envidia). En infusiones se usa pa-ra las disfunciones menstruales y para problemas de indigestión y acumulaciones de gases.

Kutis. Se usa como amuleto o contra, colocada en forma de collar. Existen dos: una marrón que es cálida (hembra) y otra negra (macho). Se efectúan tomas en infusión, molida con las contra de tres colores y copal, mientras dura el tratamiento del mal aire. La prepara-ción se efectúa con un pedazo de cada uno de los elementos señalados y se sirve sin azúcar.

Lampayo. Lampaya medicinales Phil. Se utiliza para atemperar las menstruaciones dolorosas. Se toman en infusión cuatro hojitas en agua muy caliente, “para corregir la sangre”. También se emplea la infusión de la hoja, con igual cantidad de raíz, en caso de gono-rrea. Crece en las provincias del norte argentino, Boli-via y Chile.

Lingue. Persea lingue. Laureaceas. Nees. Es adminis-trada en infusión para dilatar los bronquios. En la medicina mapuche se usan las hojas como astringen-tes.

Manzanilla. Matricaria chamomilla L. Compuestas. Se mezcla con aceite comestible para preparar una especie de ungüento con el que se frota el cuerpo para

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aliviar el resfrío o corregir el malestar de estómago. Para trastornos y dolores del aparato digestivo se da una infusión de manzanilla, y no se les da de mamar.

Marancel. Perzia Keshua Cabr. Compuestas. Se utiliza junto a otros vegetales (clavel, nencia, contra yerba) para las enfermedades de la matriz. La raíz se utiliza para calmar los dolores del cuerpo. Acompañado de Verbena es útil para el resfrío. Es cálido. En nuestro país existe la creencia de que si es juntado por el hombre es “más remedio”.

Mastuerzo de agua (quimpe). Coronopus didynus. Crucíferas. Se usa el jugo exprimido de la planta para limpiar la renilla del riñón. Cuando el hígado funcio-na mal y el enfermo se pone amarillo, el jugo de berro hace correr la bilis. También puede provocar abortos. Es reconstituyente y tónico porque contiene yodo, hierro y fosfatos.

Nencia. Giantinella riojae. De calidad fresca, es usada para curar las molestias del estómago y del intestino. Se toma también después de una abundante comilo-na.

Palo de quina. Quinq- quina. Myroxylon peruiferum L. fil. Leguminosas. Se emplea para sahumerios contra el susto. Se lo quema con nido de quenti (picaflor),

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romero, contra yerba. También se lo emplea en infu-sión, molido con almidón de trigo, vandor, taco y una pizquita de azúcar cruda. Se lo emplea también para lavar heridas, hervido algunos minutos en agua. Es fresco.

Paico. Chenopodium, ambrosoides. Con las hojas y los frutos se prepara infusiones reiformes. Tiene propie-dades antihelmínticas, digestivas, sudoríparas, esti-mulantes, etc. Con prudencia, peligroso para los niños.

Pata de Perdiz. Cynodon dactilon. Se conoce nueve especies en nuestro país. Es tóxica para el ganado por el ácido anhídrido que contiene. Se usa para friegas mezclada con otras yerbas y grasas. Es probable que se lo utilice en infusión por sus propiedades diuréti-cas.

Pepa de quinoa. Quinoa. Quenopodium quinoa Wild. Se utiliza para los dolores de estómago. Se tuesta y se muele, preparándola en infusión sin azúcar. Se em-plea media semilla por taza. Si bien es cálida, cocida se transforma en nuetro. Se usa también para la aci-dez de estómago.

Pupusa. Werneria poposa Phil. Compuestas. Existen dos especies, del cerro (Werneria incisa) y de la ciénaga

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(Werneria poposa). Se toma en infusión para el mal de la Puna. En agua hervida y caliente se hacen baños de pies cuando se los siente frios y con copa-copa se usa para los dolores reumáticos.

Quiebra. Arado. Heimia salicifolia Link. Et Otto. Para desarreglos intestinales y sequedad de vientre, se to-ma en infusión con agua hervida.

Quimpe. Coronopus didymus (L.) Sm. Senebieria pinni-tafida DC. Se toma para el catarro, resfrío y tos, en infusión con agua bien caliente, cafiaspirina y azúcar tostada. Se emplea para lavar los oídos durante las otitis. La dosis es de una cucharadita de café para un recipiente de 150cc de agua. Es fresco.

Raíz de China. Se emplea para la enfermedad de la matriz. Se raspa en agua tibia y se muele previa-mente. Se agrega suelda que suelda y estrella de mar también molidas, y almidón de trigo. Es antisifilítico, antirreumático, etc. Es un remedio neutro.

Rica- rica. Acantholippia hastulata Gris. Limpia Hastu-lata (Gris) Hier. Se usa para los problemas de tipo di-gestivo, dolores de estómago. En infusión, para la cura del empacho y como simple digestivo. Tostada y en infusión para la cura de la úlcera de estómago y duodeno.

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Salvia morada y de puna (poleo) Limpia grisiba-chiana Mold. Limpia lantanifolia Gris. Existen dos clases, morada y blanca. Se dice que la salvia morada es más fresca que la blanca. Se toma en infusión de agua her-vida para contrarrestar la fiebre ; debe ser caliente y con azúcar a gusto. También se toma para el corazón cuando hay precordalgias. En general, un té de salvia de puna es remedio para aliviar la expectoración y curar la tos de los fumadores.

Suelda que suelda. Microgramma vaccinifolia (Lang. Et Fsich). Polypodium vaccinifolium Lang. et Fisch. Se usa para curar la inflamación de las encías y los dolores menstruales. Es cálido.

Vandor. Se utiliza para el susto con piedra del rayo, almidón de trigo y tarco (Jacarandá mimosifolia. Jaca-randa ovatifolia), todo molido en infusión caliente. Para el mal parto, aborto o pérdida, todo lo anterior más goma arábiga, mezclado con agua que puede ser de manzanilla o de quimpe además de lacre raspado.

Vilcachipe. Se prepara para agolpes internos o fal-seaduras junto con suelda que suelda (Microgramma vaccinifolia), Kuru (o Palo Negro se usa como contra), baje, marancel (Perzia Keshua Cabr. Compuestas) y gra-sa de llama o aceite de almendra.

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Yareta. Azorrilla compacta. Se utilizas en sahume-rios para la hacienda cuando se lleva a cabo la señala-da. La secreción resinosa se usa para curar zafaduras, exponiéndolo al fuego dentro de un recipiente. Se mezcla calentándola con romero molido, almidón de trigo o bosta de gaucho (pájaro arriero). Se lo coloca en la parte afectada, a la cual se la envuelve con papel o plástico.

Zarzaparrilla. Krameria ibeca Phil. Leguminosas. Se la usa cuando no se orina por el frío. Es fresca pero cuando se la tuesta o muele, adquiere la cualidad de cálida.

Farmacopea no Herbolaria

Está compuesta por elementos de origen ge-ológico, animal o humano, constituyendo en algunos casos la farmacopea definible como repugnante. Es creencia, entre la gente de los Andes, que para que un medicamento actúe debe ser fuertemente sentido por el paciente. Es difícil establecer el límite entre la ac-ción curativa y la puramente mágica. Las drogas re-pugnantes se basan en la medicina excremental, materias fecales humanas o de animales diluidas en agua y administradas en brebajes. Incluye pociones y lavatorios con orina fresca o fermentada y aplicacio-nes locales de cataplasmas de excrementos calientes.

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La diarrea puede combatirse con una poción de excrementos blancos y duros de perros, diluidos en agua. Es buena fuente de calcio.

La rubéola se cura bañando tres días seguidos al paciente en excrementos de gallina en agua calien-te, o con cataplasma de excrementos de pollo y orina humana aplicado sobre el tronco.

Para la indigestión se aplican compresas de orina fermentada sobre el vientre del paciente.

Contra el hueso de chulpa se utiliza el makay, pequeño pan de tierra negra, de olor abominable, elaborado con orina fermentada y plantas nausea-bundas.

Los minerales, bajo diferentes formas (agua, tierra, arcilla), son utilizados mezclados con los ali-mentos o en cataplasmas.

Entre ellos tenemos:

Cyguayro: está compuesto de tierra de doce colores. Se lo toma diluido en agua para la mala boca, el mal deseo o el mal aire, generalmente los martes y vier-nes, días propicios para las brujerías. Se mezcla un curto de cuchara de café con una de las tierras en agua fría. Se toma durante el día y es considerado

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cálido. Esto tiene una base cosmogónica, en la que aparecen tres planos y el número 12 (es el símbolo de todo el sistema cosmogónico).

Jaintilla: es la llamada piedra benzoar por los persas, según Pardal. Se lo extrae del estómago de la llama o vicuña y se lo utiliza en tomas contra el susto, junto con la piedra del águila y la piedra del rayo; las dos primeras molidas y la última raspada. Se completa la cura con sahumerio preparado con copa-copa, basura de viento (el que se arremolina en los rincones), in-cienso, nido de quenti, romero y ruda.

Nido de quenti (picaflor): se lo emplea con otros elementos contra el susto.

Pan bendito o suplico: placas pequeñas de sustancia azucarada y de diversos colores, con motivos impre-sos en relieve. Es utilizado raspado en agua para el susto. Es fresco.

Macaya: mezcla de arcilla negra fétida que se utiliza como depilatorio del cuerpo y contra el mal de aire. También se emplea sobre los abscesos para hacerlos madurar. Además, señala Frisando Pineda, se lo mez-cla con orinas.

Piedra del rayo: se trata de una piedra que ha sido quemada o fundida en el lugar que ha caído un rayo.

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Piedra águila: fósil de yacimiento silúrico. Se da contra el susto.

Piedra bisel: piedra vítrea muy fina usada contra el susto. Se sirve con piedra águila raspada en agua tibia y se da "por agua" cuando el enfermo se encuentra con fiebre.

Tierra mataca: material arcilloso que contiene el 15% de carbonato micrítico (calcita). Se emplea para el susto. Se toma molido, en agua previamente hervida, con el pan bendito y tierra de la Virgen.

Tierra de la Virgen: laminillas de hematita pura. Se emplea para el susto, preparado con la calavera Yun-ga y piedra del rayo.

Sal de compa: se emplea en la neumonía o puntada de costado. Son cristales de halita (cloruro de sodio) que se usan tostadas al fuego, sobre una lata colocada en una bolsita de género en el lugar de la puntada.

Taco: tierra de depósito lacustre con abundante mate-rial orgánico en descomposición que se utiliza mez-clado con almidón de trigo y clara de huevo batida, para pérdidas de la mujer.

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Entre los animales tenemos:

Carne de serpiente: fresca o seca, reducida a polvo, se utiliza como fortificante en la tuberculosis y las ane-mias. Ayuda también a cicatrizar las heridas, comba-tir la esterilidad de las mujeres, reducir las metrorragias y facilitar el parto. Se utiliza una peque-ña culebra del altiplano, la tachymenis peruviana. El caldo de culebra es tenido por afrodisíaco y al alcohol en que se ha macerado estos animales se le atribuye poder para prolongar la vida. En caso de inflamacio-nes dentarias se aplican cintas finitas sobre las meji-llas. Se debe envolver los restos del animal en lanas de colores, con grasa de llama y hierbas mágicas, y llevarlo al lugar donde se lo capturó para evitar las reincidencias.

Ranas: se las aplica en las inflamaciones, en aplica-ciones o fricciones, vivas o muertas. Tragarse viva una rana pequeña se considera un remedio soberano contra el tifus exantemático y la fiebre.

Sapo: se aplica la parte ventral del animal, en friccio-nes, en los casos de epilepsia y diversas afecciones cutáneas. Contra la epilepsia se aconseja también "ba-ñarse" en el humo del animal quemado sobre las bra-sas. Se lo emplea también en maleficios.

Lagartos: abiertos y aplicados aún vivos sobre las

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fracturas, ayudan a su consolidación.

Grasas: cuentan con numerosas grasas (de llama, vi-cuña, zorro, cóndor, puerco espín, vaca negra, mula, jaguar). Las grasas muy costosas o difíciles de obtener son reemplazadas, a veces, por vaselina.

Zorrino: la carne y los pulmones de zorrino sirven para prevenir o curar la tuberculosis y las anemias. Es indicada su bilis en los tratamientos. Se puede reem-plazar por bilis de buey, aunque es menos activa.

Jaguar: la grasa de jaguar es excelente para el reuma-tismo, pero es difícil de obtener.

Oso: las vísceras y la piel de oso, aplicadas sobre la piel, son poderosos fortificantes. La grasa de coatí es excelente para las torceduras.

Tela de araña: hervida en un poco de agua, se aplica sobre los ojos en caso de conjuntivitis.

Diente de caimán o tapir: raspado en el vino y adi-cionado con nuez moscada, se considera un poderoso remedio contra los accidentes que causa el aire.

Insectos: Un coleóptero nesicante, un pseudomeloe, cuyos tejidos contienen fuerte cantidad de cantaridi-na, se emplea para hacer caer las verrugas.

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Para algunas jaquecas, se tragan libélulas cu-yas cabezas, alas y parte de los tegumentos queretino-sos se han quitado.

Cóndor: jefe de los pájaros, tiene múltiples aplicacio-nes. Se emplea su carne y su grasa para combatir la pérdida del alma, los accidentes que causa el aire y ciertas afecciones cardíacas.

Miel: la miel silvestre, de mejillones o de ciertas avis-pas se utiliza para la neumonía y para evitar el en-friamiento después del parto; está contraindicado antes de la expulsión del feto.

Animales marinos: también son empleados en terap-éutica. La estrella de mar, tostada sobre carbones, es utilizada en fumigaciones contra la epilepsia y las enfermedades ocasionadas por el aire.

Así es empleado un polípodo, el cyon, que de-ben chupar un rato todas las mañanas quienes pade-cen de bocio; es preciosa fuente de yodo.

Leche materna: la leche de mujer es utilizada para las cataratas, las manchas de la cornea, las otitis. Da so-lamente resultado si es aplicada en la mañana, y si la mujer "dadosa" exprime directamente su leche sobre el órgano enfermo, de cara al sol.

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CAPÍTULO VI CHAMANISMO

Grupos Indígenas de las Zonas Suban-dinas y Llanuras Adyacentes

Medicina, magia y misticismo (no confundir con religión) están íntimamente vinculados con el chamanismo. El chamanismo, en sentido estricto, es un fenómeno religioso siberiano y asiático central. El vocablo nos llega a través del ruso, desde el tengús "shamán". En América podemos encontrarlo en los dos extremos del continente, en Alaska y entre los araucanos, chiriguanos y matacos.

El chamán posee facultad de poder dialogar con los espíritus. Su iniciación se la confieren direc-tamente espíritus o divinidades, en el curso del éxta-sis que, como ha subrayado Mircea Eliade, no es más "que la experiencia de la muerte ritual".

Tal iniciación incluye los tres tiempos del es-quema (sufrimiento, muerte y resurrección), seguidos por todas las ceremonias tradicionales. Al término del sufrimiento, llega la muerte éxtasis a la que sucede una vida nueva; el chamán se ha convertido en un

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hombre distinto.

El chamanismo es una institución cultural que posee vigencia total entre los indígenas matacos y que simultáneamente absorbe dentro de sí a la mayor par-te de la vida cotidiana de los grupos cercanos. Se des-taca con trazos claramente definidos dentro del marco social mataco-chiriguano, y resume en sí mismo todas las prácticas y procedimientos terapéuticos destina-dos a resolver las afecciones que aquejan a los miem-bros del grupo.

El chamán o payamú no solo se ocupa de las enfermedades, centradas en el cuerpo, sino también de interceder ante el "Dueño de los peces" y de otros animales para que permitan al hombre apropiarse de esos bienes. Se ocupa también de rescatar el alma (O. Musek) de jóvenes que, descuidados, han mirado con insistencia a las estrellas que brillan en el cielo noc-turno de Chaco, seducidos por su belleza. Solo el chamán, utilizando su poder y su técnica, podrá as-cender a la fría región celeste y recuperar el alma per-dida.

A pesar de su relación con los demonios o Ajat, de quienes obtiene el poder, el chamán es reco-nocido por el grupo como su protector, al cual es po-sible recurrir ante las contingencias negativas de la existencia.

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Entre los chamanes el más anciano es el que tiene mayor poder. Para curar recurre a propiedades extáticas, así como a vegetales potentes que le son privativos.

Entre ellos debe hacerse constar que el mundo está poblado de espiritualismo: cada persona, cada objeto, cada elemento tiene un doble espiritual, dota-do de una fuerza o de un quid, que puede separarse de su cuerpo físico. El médico puede desdoblarse en cuerpo y espíritu, de tal manera que, quedando en un lugar su cuerpo físico y practicando curaciones a un enfermo, su doble espiritual se traslada a lejanas re-giones, al mundo de los espíritus, para buscar almas perdidas o para consultar con los genios de las fuer-zas naturales o espirituales.

Las armas que usa le sirven para defenderse de otros espíritus. Piensa que en sus viajes a lo ignoto se traslada montado sobre cigüeñas, patos o diversos pájaros.

En las grandes ceremonias de magia médica son convocados no solo los hechiceros de otras tribus sino también los espíritus de los médicos muertos.

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Los Autores de las Enfermedades

Los personajes místicos a los cuales se les im-putan las enfermedades son sagrados y son clasifica-dos por el mataco según la condición de Wichí (humano) o de Ajat (demonio).

La naturaleza del mal y su intervención, de-penden de las condiciones anteriores. En el cielo se encuentran las estrellas (Katestef) y el trueno (Tupá), además de la luna y el sol, que no tienen relación con las enfermedades. Todos estos habitantes celestes son conocidos como Wichí y el daño que producen en el individuo no es de carácter intencional, pues se vin-cula con el rapto del alma. Por ejemplo Tupá, que es un hombre de barba blanca y que golpea con su maza produciendo el ruido característico del trueno, asusta el alma de los niños pequeños, abandonando este el cuerpo para dirigirse al cielo. Allí Tupá lo encierra dentro de una caja.

Las estrellas, en cambio, raptan el alma gene-ralmente de un hombre joven o de un niño cuando estos las miran intensamente. También en este caso el alma va al cielo, siendo encerrada por las estrellas dentro de una caja.

En el río habita Chilaj, dueño de todos los se-

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res acuáticos, quien si bien proporciona a los hombres el pescado es sumamente estricto en cuanto al trata-miento que estos le dispensan. Chilaj es un Wichí que tiene a sus órdenes una cuadrilla de Ajat llamados Chutej, encargados de controlar el comportamiento de los pescadores. Si una vez que ha atrapado en sus redes de tijera al pescado y lo ha ultimado con un golpe en la cabeza, el pescador por un descuido dejó deslizar el pez de sus manos y perderse en las aguas del río, éste comportamiento es una afrenta para el Chilaj, quien ordena entonces a los Chutej que casti-guen al hombre. Estos hieren con dardos invisibles las piernas del infractor, causándole profundo daño y dolor.

La cólera de Chilaj puede llegar al extremo de decidir suprimir los peces en la zona del río donde fue cometido el descuido, y castigar así a toda la tri-bu.

Existen numerosos Ajat, lo que permite el con-trol de la caza, la recolección de alimentos, etc. Entre los Ajat que producen enfermedades y daños tenemos a Telaj, autor de la fiebre y de la gripe, Ojá, autor de la locura, Noslowós, de la gonorrea, y Platek, del dolor de cabeza. Los Ajat transitan por el universo confor-mando legiones, al acecho a cada instante, de la vida de los indígenas matacos.

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La Muerte

Culminación de la enfermedad, es atribuida a los personajes Wichí (como ser Tupá y las estrellas), pero principalmente a las legiones de Ajat, en cuyas intenciones prima la voluntad dañina.

Cura chamánica. La acción terapéutica del chamán implica diferentes etapas que comprenden desde la eliminación del daño (con la extracción de las flechas y de otros objetos introducidos en el cuerpo), la atenuación del dolor y la devolución del alma, has-ta la detención del autor del daño, alejándolo median-te una pelea o apaciguándolo con un pago para que este abandone al enfermo.

Es necesario establecer una diferenciación en-tre las enfermedades producidas por los Ajat, en las que prima la intención maligna, de aquellas produci-das por los Wichí. En el primer caso, el daño es deli-beradamente intencional y está dirigido a la destrucción total del cuerpo del individuo, con la fi-nalidad de atraerlo hacia el submundo. Los persona-jes Wichí, en cambio, se limitan a la sustracción del alma como un exceso no intencional de su potencia. En el caso de las estrellas, la enfermedad es debida a la seducción que despierta su blanca figura. En el caso de Tupá, es causada por el golpe de la maza. Para rescatar el alma del niño o del hombre sustraída por

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estos personajes celestes, el chamán aspira el polvo del cebil, el cual le permite ascender al cielo metamor-foseado en ave. Una vez allí, solicita la devolución del alma -que se halla encerrada en una caja- previa en-trega de un pago, consistente en cuentas de diferentes colores y collares para las estrellas, o un trozo de ma-za para el barbado Tupá. El alma regresará a la Tierra bajo la forma de una mosca o de una pequeña abeja que el chamán recogerá suavemente con plumas es-peciales de gavilán, colocándola en el centro del pe-cho, sede del alma.

En el caso de que el daño provenga de los Ajat, la situación terapéutica cambia. Las curas pue-den ser realizadas por un solo chamán o por un con-junto de ellos. Están dirigidas a un solo individuo o a la totalidad de la toldería. En esta última circunstan-cia, la cura se convierte en un verdadero enfrenta-miento en el que el chamán utiliza todo su poder, expuesto al riesgo de perecer en el intento.

La terapia en general comprende diferentes técnicas e instrumentos:

Con el canto, la maraca y la vara, se llama a los Ajat para dialogar, con el objetivo de lograr su alejamiento y la curación del paciente. Se aspira polvo de cebil en una pipa (u otros que pertenecen al género banisteriopsis). Esto no solo habilita al chamán para

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recibir al Ajat sino también para escuchar lo que con-versan entre ellos y observar el objeto o animal intro-ducido en el cuerpo del paciente, que luego se extrae mediante succión.

Con el silbato de hueso señalar la salida del alma y su regreso, a la que introducen con un soplo en el cuerpo, provocando el alejamiento del Ajat. Fro-tan con fuerza donde succionaron y luego se realiza el pago exigido por los Ajat o los Wichí.

Durante el trance, el chamán sube al cielo, donde se comunica con las deidades tribales, bajando luego al mundo inferior de los Ajat. El chamán des-cribe sus visiones con un sonsonete a quienes lo escu-chan, y en ocasiones formula preguntas y comentarios.

En la mentalidad del mataco la enfermedad y la muerte no se diferencian cualitativamente. Única-mente los estados de vivo y difunto se oponen entre sí, cual modos diferentes de existencia.

Enrique Palavecino nos suministró un intere-sante relato sobre una ceremonia de medicina mágica entre los matacos que duró varias horas.

“El padre de la tribu un día antes de la cere-monia se dedicó a moler semillas de cebil. Entre los

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médicos había dos mujeres (se considera que pueden ejercer para curar a las otras mujeres).

El día de la ceremonia, en el lugar elegido se presentó el cacique llevando un cuero para sentarse y sus atributos, que consistían en dos plantas o silbatos de huesos de cigüeña, un sonajero, una calabaza mágica y manojos de plumas de cigüeña. En una lata de conserva de tomate llevaba el polvo de cebil.

Sentado en el cuero, se colocó mirando hacia el oeste y respiró por las fosas nasales el cebil, que tomó con la mano del modo que se hace con el rapé.

A continuación empuñó el sonajero y co-menzó a agitarlo. Tomó un manojo de plumas de ci-güeña y lo elevó verticalmente hacia el cielo para recibir el espíritu de los médicos muertos que iban llegando, y los iba depositando en el suelo invirtiendo el manojo de plumas y derramando una porción de cebil para ellos.

De vez en cuando el Cacique se levantaba agi-tando la calabaza mágica y parecía recoger algo del aire. El lenguaraz le explicó a E. Palavecino que eran flechas invisibles de la peste y de la tos.

El que encierra más espíritus en su calabaza posee un poder mágico, superior a los demás. Se

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acercaron los otros médicos con sus instrumentos e imitaban al Cacique, puestos todos de pie, agitando las calabazas y haciendo sonar el silbato.

Ese es el momento de la partida. Sus espíritus volverán a regiones misteriosas, cabalgando sobre avestruces, cigüeñas y patos, llevando sus armas por si se encuentran con los espíritus de otras tribus.

Suelen describir con detalles los combates que en ese estado libran, debiendo transformarse ideal-mente en diversos animales para poder escapar.

Existe un contraste notable entre su estado espiritual y su estado exterior, generalmente vestidos a la europea.

Durante el tiempo que transcurre entre la ida y la vuelta de los espíritus se realizan las curaciones.

Cuando el enfermo estuvo sentado, un viejo médico se puso a danzar con las piernas cruzadas en X apoyadas en sus lanzas. Después de la danza se acercó sigilosamente al paciente haciendo pases con sus manos como si apresara un animal imaginario que se defendía y atacaba. Según refiere E. Palaveci-no, la mímica era tan perfecta que se tenía la impre-sión de que había apresado a un ser vivo. -

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Después, el hechicero ahuecó las manos en forma de tubo y sopló por ella recorriendo el cuerpo del enfermo en una especie de exorcismo. Como pa-recía que había fracasado, recurrió al soborno, ofre-ciendo al espíritu causante de la enfermedad, regalos consistentes en trapos colorados, dos valijas de cartón, penachos de plumas nuevas, etc., que coloca-ron en una manta que tapaba al enfermo; un rato después, expresaban que el mal se había cobrado, en imagen, los objetos.

La ceremonia terminó, después de haber efec-tuado varias curaciones, con el regreso de los espíri-tus, que explicaron las profecías que habían podido recoger durante el viaje.

Después de esta ceremonia se efectuó otra que tenía por objeto devolver el alma de alguno de ellos, que la había perdido a consecuencia de haber sido fotografiados en Buenos Aires. Esta especie de purifi-cación se efectuó exorcizándolas por medio de soplos respiratorios emitidos en U. “

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ÍNDICE

Pág. INTRODUCCIÓN 9 ESPACIOS, RECURSOS Y GRUPOS ÉTNICOS

17

Desde dónde hablamos 17 El mundo Indígena 20 La conquista 26 Bibliografía 29

CAPÍTULO I: Los Médicos o Curanderos 31 CAPÍTULO II: Las Enfermedades Mágicas 35

Pilladuras 38 Aikadura o K'Aicar 43 Susto 46 Mal Aire 49 Daño, Brujería o Mal Hecho 52 Fenómenos Atmosféricos 53

El Arco Iris o Kurmi 53 El Rayo 54 La Luna 55

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CAPÍTULO III: Etiologías Naturales 57

Enfermedades Frías 58 Enfermedades Calientes 59 Clasificación de las Drogas 60 Los Alimentos 60

CAPÍTULO IV: Enfermedades Varias 63

Heridas y Fracturas 63 Trepanación de Cráneo 64 Eutanasia 68 Enfermedad de matriz, parto, enferme-dades venéreas

69

Entierro de la Placenta 72 CAPÍTULO V: Farmacopea 77

Farmacopea: Herbolaria 77 Farmacopea: No Herbolaria 92

CAPÍTULO VI: Chamanismo 99

Grupos Indígenas de las Zonas Suban-dinas y Llanuras Adyacentes

99

Los autores de las enfermedades 102 La Muerte 104

BIBLIOGRAFÍA 111

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AUTORIDADES DE LA UNJu

RECTOR Dr. Ing. Enrique Mateo ARNAU

VICE-RECTORA

Lic. Angélica Mercedes Garay de Fumagalli

SECRETARIA GENERAL, LEGAL Y TÉCNICA Dra. Mónica Laura del Valle MEDARDI

SECRETARIA DE ADMINISTRACIÓN

CPN Patricia CUELLAR

SECRETARIA DE CIENCIA Y TÉCNICA Dra. Liliana Concepción LUPO

SECRETARIA DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

CPN Lilian ABRAHAM DE MÉNDEZ

SECRETARIO DE ASUNTOS ACADÉMICOS Ing. Gustavo Lores

SECRETARIO DE BIENESTAR UNIVERSITARIO

Sr. Mario Pérez

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AUTORIDADES DE LA PROVINCIA DE JUJUY

GOBERNADOR Dr. Eduardo FELLNER

VICE-GOBERNADOR Dr. Guillermo JENEFES

SECRETARIO DE TURISMO Y CULTURA

Dr. Jorge NOCETTI

DIRECTORA DE CULTURA Dra. Cristina TULA

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Medicina autóctona y perviviente del Noroeste Argenti-no se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2012 en los Talleres Gráficos de la Univer-sidad Nacional de Jujuy, sitos en Av. Bolivia 1685 – San Salvador de Jujuy – ARGENTINA.

Tirada: 200 ejemplares

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