Mattié, Mailer - La joven Weil y el viejo Marx.pdf

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  • LA JOVEN WEIL Y EL VIEJO MARX Mailer Matti

    Conmemoramos el 24 de agosto el sesenta y nueve aniversario de la muerte de Simone Weil a los 34 aos de edad, en Ashford, Inglaterra. La actualidad de su pensamiento es incuestionable frente a los mltiples y decisivos acontecimientos globales contemporneos. Hace ms de medio siglo discuti sobre temas que apenas comienzan a tener relevancia en el anlisis poltico y social: cuestiones de primer orden como los lmites del crecimiento econmico, la sacrosanta idea de progreso heredada del siglo XIX y la crtica al marxismo en relacin con la construccin de la sociedad alternativa al capitalismo, entre otras. Su obra, pues, arriba con extraordinaria vigencia a nuestro propio tiempo.

    La opresin: una constante histrica en la civilizacin moderna

    Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresin social1 un meditado discurso sobre la civilizacin, la cultura y la dignidad humana- es tal vez el libro ms complejo de Simone Weil, escrito en 1934 cuando apenas tena 25 aos y enriquecido probablemente por su experiencia como operaria en cadenas de montaje en varias fbricas de Pars, actividad que dej honda huella en su corta vida. Su amplio y crtico conocimiento sobre economa poltica marxista la condujo a despejar all el camino de dogmas, al revelar los profundos mecanismos sociales y no slo econmicos- de la opresin en la sociedad moderna.

    Constat que haba slo dos aspectos slidos e indiscutibles en la obra de Marx. Uno es el mtodo que permite el estudio cientfico de la sociedad y la definicin de las relaciones de fuerza que actan en ella; otro, el anlisis de la sociedad capitalista tal como exista en el siglo XIX. El resto afirm-, es demasiado inconsistente y vaco para poder calificarlo incluso como errneo. As, argument que al ignorar los factores espirituales, por ejemplo, Marx no se haba equivocado demasiado en la investigacin de un mundo social que prescinda de ellos. En el fondo escribi-, el materialismo de Marx expresaba en realidad la influencia de esta misma sociedad sobre l, convirtindose en el mejor ejemplo de sus tesis acerca de la subordinacin del pensamiento a las condiciones econmicas. Adems, el filsofo alemn hered del siglo XIX la arriesgada e insostenible idea de que el crecimiento industrial no tiene lmites; la certidumbre de que la prosperidad de la humanidad depende del desarrollo ilimitado de la produccin industrial. Es decir sostuvo Weil-, mantuvo la tesis de los economistas, a quienes pretendi criticar, que justific la explotacin de generaciones de nios en Europa sin el menor remordimiento; la contradiccin que permiti identificar progreso social, explotacin de las personas y destruccin de la naturaleza en una misma, irrazonable e ilegtima ecuacin. Marx afirm-, simplemente tom esta idea y la traslad al campo revolucionario.

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  • Simone Weil argument adems que, aunque haba comprendido el fenmeno de la opresin en el mundo capitalista del siglo XIX como un instrumento al servicio del desarrollo de las fuerzas productivas una funcin social-, Marx no demostr el modo de eliminarla en una futura organizacin alternativa de la sociedad. La razn es que el marxismo slo toma en cuenta el aspecto econmico de la opresin; es decir, la produccin de plusvala, la relacin entre la explotacin del trabajo y la propiedad privada. A su juicio, esto representaba una simplificacin que ha llevado a creer que la eliminacin de la propiedad capitalista conducira automticamente a la desaparicin de la opresin de los trabajadores, dejando diversas e importantes cuestiones sin resolver. Para Weil, los marxistas no han resuelto ninguno de estos problemas, ni siquiera han credo que fuera su deber explicarlos. Como seal Nikola Tesla, cuando el objetivo de la ciencia se aparta del bienestar humano, sta se convierte en una perversin.

    Al investigar el carcter de la opresin, en consecuencia, Simone Weil intent comprender no slo su origen, sino tambin las causas de su reproduccin y la posibilidad real de eliminarla. Mientras el fin ltimo de la sociedad sea el progreso dadas las versiones conocidas de la sociedad industrial: la del extremo individualismo y la del extremo estatismo-, la opresin sostuvo- ser inherente a la vida de los trabajadores. Esto es as porque las razones de su explotacin no se reducen a factores econmicos, pues son adems de naturaleza cultural y social, inherentes al rgimen de produccin de la gran industria y no slo a las formas de propiedad. Su origen, pues, est en la cultura moderna que es principalmente una cultura de especialistas, asentada en la divisin entre trabajo manual y trabajo intelectual. Unos dirigen y otros ejecutan -tanto en el mbito econmico como en el poltico-, y quienes ejecutan permanecen subordinados a quienes coordinan. La opresin es, entonces, primordialmente una cuestin cultural que cumple una funcin social vinculada al progreso econmico.

    Subray entonces Simone Weil el hecho de que el mecanismo de la opresin capitalista se hubiera mantenido sorprendentemente intacto en el sistema de produccin socialista, precisamente despus de la revolucin y el cambio del rgimen de propiedad. Reflexin que la condujo adems a incorporar a su anlisis las implicaciones de la lucha por el poder -un problema que obvi Marx-, dado que la revolucin no tiene lugar en todas partes y a un mismo tiempo. El surgimiento de la URSS, en su opinin, haba revelado que la competencia por el poder en la civilizacin moderna estaba indisolublemente vinculado al crecimiento industrial y a la intensidad de la explotacin del trabajo. Concluy entonces que la opresin haba permanecido como una constante histrica en la civilizacin contempornea y, en consecuencia, las revoluciones haban fracasado en el objetivo de liberar a los trabajadores. La victoria de la revolucin afirm- ha consistido slo en transformar una forma de opresin en otra; los cambios jurdicos y polticos, por tanto, resultan del todo insuficientes para destruirla.

    Mientras garantice el crecimiento de la economa, puesto siempre al servicio de la lucha por el poder, la opresin ser invencible. Son las cosas afirm- y no los individuos las que otorgan lmites al poder, dado que ste depende del desarrollo de la produccin y requiere un considerable excedente de bienes. En la dinmica de una sociedad opresora todo poder, pues, mantiene y reproduce hasta el lmite las relaciones sociales en las que se fundamenta; entre ellas, las relaciones econmicas que se nutren de la opresin. Es imposible, entonces, construir una sociedad libre sin derribar el principio que fortalece la opresin: la relacin entre la lucha por el poder y el desarrollo de las fuerzas productivas. La revolucin subordin as el fin de la emancipacin de los seres humanos

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  • al objetivo del crecimiento de la produccin, lo que se traduce en la subordinacin del desarrollo de la democracia y de la libertad que permanece prisionera de la economa en el mundo contemporneo.

    La idea de que el crecimiento industrial no tiene lmites constitua para Simone Weil precisamente la contradiccin interna que todo rgimen opresor lleva en s como un germen de muerte. Contradiccin que expresa la oposicin entre el carcter limitado del crecimiento de la produccin como base del poder y el carcter ilimitado de la lucha por el poder; circunstancia que se percibe siempre en cada proceso de transformacin social. Juzg, pues, como un rotundo fracaso la teora del socialismo cientfico, sesenta y cinco aos antes de la desaparicin de la URSS. Marx, en efecto, nunca explic por qu las fuerzas productivas tienden obligatoriamente a desarrollarse, como si poseyeran naturalmente esa virtud. Y es en esa misteriosa tendencia donde descansa precisamente la teora marxista de la revolucin. Una creencia que se traslad al movimiento socialista afirm Weil-, poniendo a los seres humanos al servicio del progreso y no al revs. Advirti, sin ms, que esta posicin coincida por completo con la corriente general del pensamiento capitalista que hizo del desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas la divinidad de la religin econmica. Concluy, entonces, que dicha teora era ingenua y utpica y calific a Marx de idlatra de la sociedad futura, al estimar que esta surgira de una transformacin mecnica, de un sombro dispositivo generador de justicia y de libertad permaneciendo intactas la tcnica y la cultura de la organizacin del trabajo. La fe en el crecimiento econmico, adems, permiti a Marx concebir la ilusin de que en la nueva sociedad el trabajo podra llegar a ser superfluo; una utopa en cuyo nombre afirm Weil- se ha derramado intilmente la sangre de los revolucionarios y de los trabajadores. La conclusin inevitable era, desde luego, preguntarse por los lmites del progreso econmico; la respuesta de Weil fue que el progreso se haba transformado en regresin.

    Qu hacer siguiendo el mtodo de Marx

    La sociedad libre signific para Simone Weil un ideal del cual sera posible alcanzar una aproximacin real. Abolir la opresin, en efecto, transformando las condiciones materiales de la existencia humana: provocando un cambio en la concepcin misma del trabajo que caracteriza a la civilizacin industrial. Construir un rgimen social que se acercara a este ideal supondra, pues, modificaciones no slo en el mbito de la produccin, sino tambin a nivel cultural, principalmente en lo que se refiere a la separacin existente entre trabajo manual y trabajo intelectual. El movimiento revolucionario, de hecho, ignor siempre la necesidad de este planteamiento, aun cuando asegur Weil- es justamente lo que habra que hacer si se siguiese el mtodo de Marx2. Es decir, investigar primero la cuestin del trabajo en relacin con la reorganizacin del sistema de produccin, como un medio para garantizar el bienestar de la poblacin. Se dara, de esta forma, verdadero sentido al ideal revolucionario, vinculndolo a la abolicin de la opresin social.

    Habra que construir, pues, una primera representacin: un ideal de la nueva civilizacin alejada de la religin de la economa y de la produccin. Para Simone Weil sera aquella donde el trabajo manual fuese el ncleo de la actividad econmica, considerado un valor supremo. En consecuencia, sera evaluado no por su productividad, sino como actividad vital del individuo; no slo objeto de honores y de recompensas, sino estimado como una necesidad del ser humano que da sentido a su existencia. La futura

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  • civilizacin, en fin, revalorara el trabajo manual, posicionndolo en el centro mismo de la cultura. Otorgar al trabajo tal jerarqua sera, sin duda, un verdadero logro revolucionario; un punto de partida para construir el mundo social alternativo. Revisar la condicin del trabajo y su relacin con la libertad, la justicia y la democracia significaba para Simone Weil, en suma, la nica conquista espiritual del pensamiento humano desde la civilizacin griega.

    Notas

    1 Weil, Simone. Las causas de la libertad y de la opresin social. Paids. Barcelona, 1995.

    2 Ningn marxista, incluyendo al propio Marx, se ha servido realmente de l. La nica idea verdaderamente valiosa de su obra es tambin la nica que ha sido completamente desatendida. Por eso no es extrao que los movimientos sociales surgidos de Marx hayan fracasado. Op. cit., p. 54.

    Mailer Matti es economista y escritora. Este artculo es una colaboracin para el Instituto Simone Weil de Valle de Bravo en Mxico y el CEPRID de Madrid.

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