Masculinidad y Mainstreaming en La Perspectiva de Los Poderes Publicos

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  • 8/8/2019 Masculinidad y Mainstreaming en La Perspectiva de Los Poderes Publicos

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    Intervencin de Fiscal General de la Repblica de Venezuela en el debate "Los Desafos de laMasculinidad y la Paternidad en la Construccin del Socialismo del Siglo del XXI"

    Masculinidad y transversalizacin de gnero en la perspectiva de los poderes pblicos

    Julin Isaas Rodrguez DazRebelin

    Es indispensable redefinir, "con una concepcin de gnero", todo nuestro sistema, el Estado, lasociedad, Las Constituciones, las leyes y todas las polticas de nuestros Poderes Pblicos.

    Decimos "concepcin de gnero", porque ello implica tocar el nervio central de una cultura quedefine roles masculinos y femeninos y, conforme a esas definiciones, asigna espacios, establecelugares, fija, sita y ubico posiciones, absolutamente desiguales. El enfoque de gnero desbordo lofisiolgico, para adentrase en las relaciones que se originan entre lo biolgico y lo social.

    Precisar e concepto de gnero nos ayudar a entender lo que alguien denomin "las estructurasmticas de pensamiento".

    Qu es gnero? Es la construccin histrica y social, mediante smbolos, de lo femenino y lomasculino, partiendo de las diferencias biolgicas de los sexos y articulando esas diferencias con loselementos polticos, econmicos y culturales de la sociedad, tales como lo institucional, la condicinsocia, la raza, la etnia, religin, etc.

    El "gnero" apareci como una categora de anlisis, producto de varias investigaciones sobre casosde nios y nias, a quienes, conforme a as experiencias investigadas, la sociedad les socializ elsexo, asignando (en casos especficos un sexo diferente al que, biolgica y anatmicamente, lescorresponda

    Uno de estos casos Lo trat el psiclogo Robert Stoller, autor de un Libro cuyo titulo es "Sexo yGnero". AIII estudi el caso de unos gemelos idnticos. A uno de ellos, accidentalmente, leamputaron el rgano sexual masculino. La familia, despus del accidente, opt por "socializarlo"como nia:En lugar de mantenerlo como "un varn sin pene", la familia le dio trato de nia. Creci, enconsecuencia, con esa identidad, mientras su hermano gemelo, absolutamente idntico, fuesocializado como nio.

    La conclusin cientfica abord el tema sin disfraces: "la identidad sexual no es el resultado del sexoal cual se pertenece, sino aquel que se atribuye mediante el trato y la socializacin". Eso es lo quela ciencia llam "genero".Stoller descubri, que 'las personas" a quienes se les considera femeninas, asumen 'pasivamenteesa identidad sexual" que, socialmente, Les ha sido asignada, an cuando la identidad biolgica nose corresponda con la identidad asignada.

    Para Stoller lo determinante de la identidad sexual; "No es el sexo biolgico, sino la socializacin delmismo, desde o antes del nacimiento' La asignacin del rol en el establecimiento de la identidadsexual, concluye & cientfico, "es ms determinante que la carga gentica... que la cargahormonal...y que la carga biolgica".

    Esa identidad socializada, que Stoller llam "gnero", la diferenci del "sexo anatmico" que, talcomo lo define la Iglesia, son solamente das, nicamente das.

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    No sabemos, si de acuerdo o en desacuerdo con Dios.

    Son estas conclusiones las que nos obligan a visualizar la sociedad desde mltiples variables y acuestionar a todos, quienes durante milenios, nos han puesto en la cabeza, en el corazn, y enotros lugares del cuerpo, unas ideas y unos pensamientos en puro masculino", sin tomar en cuentatodos los otros espacios de la vida, a los que la mujer, al igual que el hombre, tiene derecho.

    Durante seis mil aos, an, no ha sido posible conceder esa justicia a la mujer.

    Aparentemente los sexos no implican desigualdad, a pesar de que todo el mundo sabe que "sexo ydesigualdad" estn y, por algn tiempo ms, estarn estrechamente vinculados a la intolerancia, ala discriminacin, al sometimiento, al dominio y a la debilidad.

    Es la sociedad, y no la anatoma, la que ha hecho todo cuanto ha estado a su alcance paracategorizar a las mujeres como inferiores. Es esa sociedad brbara, atrasada, quien dictamina "quelos hombres son de la calle y las mujeres son de la casa".

    El poder punitivo fue orientado desde siempre contra la mujer, por la religin. La mujer haba sidolargamente maltratada por la Biblia. Eugenio Zaffaroni comenta, que en los siglos XI y XII, en un

    texto conocido como "El martillo de las brujas", oficialmente el papado explic que la subordinacinde la mujer era consecuencia de su inferioridad gentica. Segn el papado habla sido creada apartir de una costilla torcida.

    Es cierto que la sociedad no construye a todas las mujeres, idnticamente subordinadas, ni a todoslos hombres con los mismos privilegios, pero es una realidad que "el mandato de esa sociedad,casi imperativo, es que la mujer sea "para el hombre y para sus hijos" y que el territorio al cualdeben estar circunscritas, sea "esos hijos y esa casa".

    Todo esto no es ms que un sistema de creencias, reiterado durante miles de aos, mediante elcual se ha armado, con un cinismo inmoral, obsceno y descarado, un comportamiento social quesomete, segrega, discrimina y disminuye a las mujeres.

    Es una ideologa excluyente que les atribuye, en forma explcita e implcita, mitos paradesvalorizarla y para hacerla ver, a travs de significantes desestimatorios, en roles donde nuncahay fuerza, ni poder.

    Y es que "gnero" no es mujer, ni salud sexual y reproductiva, "es una categora de anlisishistrico resultante de las relaciones construidas socialmente, para afectar la participacinigualitaria de las mujeres como sujetos de derechos humanos".

    Es la interrelacin cultural entre lo femenino y lo masculino en un tiempo histrico.

    Las estructuras de gnero, corno lo afirma Stoller, son elaboradas por la sociedad, construidas porlos seres humanos en un momento dado y, por lo tanto, aprendidas por ellos y, sin lugar a dudas,

    transformables.La viabilidad de los derechos humanos de mujeres y hombres, en cada tiempo histrico, se define,en consecuencia, a travs de las luchas sociales y/o mediante negociaciones polticas.

    Gnero es una categora de anlisis que va ms all del cuerpo biolgico y que, en sus contenidos,es, eminentemente social. No se trata de 'cuerpos biolgicos", sino de cuerpos en movimiento,construidos socialmente por relaciones culturales y que, como estereotipos, se nos transmiten degeneracin en generacin.

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    En otras palabras, la sociedad ensea a ser hombre o mujer, con prescripciones y prohibicionesque, como afirma, Magally Huggins, "estaban all cuando llegamos'.

    Lo grave es que esa facultad humana de aprender a ser mujer y a ser hombre es la resultante de"smbolos" smbolos sociales que, psicolgicamente, penetran nuestro pensamiento y, a travs de

    l, penetran, tambin, el lenguaje. No nuestro lenguaje, sino "todo el lenguaje. Por ejemplo, seliga a las mujeres con lo reproductivo.

    El lenguaje no es neutral y, por esa falta de neutralidad, es un factor de sometimiento, sobre todoporque, a) dedillo, reproduce una dominacin que, por lo dems, es invisible, pocos o nadie lo ven,a ratos parece intangible y, sin que nos demos cuenta, se lo percibe, se lo oye y, lo peor, eselenguaje se oye y se siente como si fuera imparcial.

    No todos saben que el lenguaje genera realidades, crea y habilita vida social, registra la existenciade personas, asuntos y objetos, y ninguna sociedad vive al margen de l.

    Por el contrario existe en l.

    En efecto, las acciones de los seres humanos estn regidas por el lenguaje. Genera tanta realidadque algunos aborgenes centroamericanos, cuenta Miguel ngel Asturias, sostenan que el mundonaci, no de Dios, sino de la palabra. Bastaba nombrar el rbol para que apareciera un rbol ynombrar el mar para que hubiese mar. No recuerdo si lo dijo Asturias, pero si no lo dijo lo expreso,as, ante ustedes: "la palabra es el poder de nombrar".

    El lenguaje crea las reglas gramaticales, evoca, establece las identidades; afirma lo que existe yniega lo que no existe; lo que es natural y lo que no lo es; lo que es verdad y la que es incierto; lobueno y lo malo. Es el lenguaje lo que ha hecho de la voz "hombre" un smbolo para dominar, paraexcluir, para ocultar y relegar lo femenino.

    Los adjetivos, por ejemplo, si ustedes hurgan la gramtica se escriben siempre en forma masculinay los libros y los diccionarios simplemente le agregan una "(a)" entre parntesis y con comillas,Identifican las formas femeninas con una "(a)" adicional, despectiva y displicente.

    En nombre de la lingstica, apunta Alicia Puleo desde Valladolid, se obstaculiza el uso deinstrumentos conceptuales que son necesarios para desafiar la subordinacin. Se priva -dice lacatedrtica- de significantes y significados adecuados, a quienes pretenden transformar lasrelaciones sociales. Se olvida que de cada diez pobres, siete son mujeres y que, por ello,constituyen el 70% de los mil trescientos millones de pobres del planeta. Slo una, de cada cienmujeres, es propietaria de algo y esta realidad pareciera pasar inadvertida.

    Pero eso no es todo, en el amor "la esclavitud" la venden como excitante, y la servidumbre sexual,como una expresin mxima de erotismo y de sensualidad.

    La fuerza del lenguaje ense al hombre (y tambin a la mujer) a confundir violencia con placer. Alhombre le ense que pasin es estmulo, provocacin, nimo exacerbado, violencia y, paraalgunas mujeres, se les ha hecho creer que es dolor y, an ms, "que dolor y placer son una mismacosa".

    Para ese lenguaje patriarcal la mujer es un sexo dbil, dependiente, frgil, maternal, a quien legustan las rosas y no es apta para los grandes esfuerzos, ni para el trabajo duro.

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    El impacto de las consecuentes y constantes luchas de las mujeres ha convertido hechos privadosen hechos de la vida pblica, tal como ha ocurrido con la violencia intrafamiliar. En muchos pasesesa violencia es, hoy, un delito que se sanciona a travs de leyes especiales o penales.

    La consideracin de la violencia contra las mujeres, ya no como orden natural, sino como un grave

    delito relacionado con el sexismo, es un paso fundamental para terminar con una tradicin que noreconoce la autonoma de la mitad de los seres humanos.

    Este es el reto que tenemos en el siglo XXI. Magally Huggins Castaeda, lo ha expresado con frasesque no puedo sino repetir con respeto y reconocimiento:

    "Reencontramos en nuestra separacin histrica; reconstruirnos como seres igualmente diferentes,y democratizar la convivencia a travs de polticas pblicas que impulsen a las mujeres desde elEstado".

    Es de esta manera como descubr que hay un proceso de transformacin social, poltico, cultural yeconmico para participar, con equidad y justicia, en un cambio social que no debe hacer

    distinciones ni de sexo, ni de gnero, ni de clase.

    Pero no basta descubrirlo interiormente, para nuestro yo. Es necesario lograr la perspectiva degnero en los Poderes Pblicos. Y en este sentido quiero agotar mis propias vivencias con uncuento que nunca me cansar de narrar.

    La Ley Sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia entr en vigencia el 1 de enero de 1999. Fuederogada por la Ley Orgnica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia,publicada el 19 de marzo de 2007.

    Dicha ley gener diversas interpretaciones por parte de los operadores de justicia con posterioridada la aprobacin de la Constitucin de la Repblica Bolivariana de Venezuela.

    Varias decisiones judiciales desaplicaron algunas de las disposiciones de esa ley, que tenan que vercon la privacin de libertad sin orden judicial. Ello llev al Ministerio Pblico a interponer un recursocontra dichas disposiciones. Fue un error. An cuando, ejercamos la competencia legal de hacercumplir la Constitucin, produjimos el desamparo y la desproteccin de la mujer, frente a unacultura irracional que no distingue entre "hembra" y mujer, ni tampoco distingue entre seresracionales y animales.

    Una ideologa nefasta, 'con su catlogo de creencias primitivas, se apoder de nosotros, nos invadiy nos manipul groseramente, hasta llevarnos inconscientemente a contribuir al sometimiento, a laexclusin, al maltrato y disminucin de las mujeres "en nombre de la Constitucin y de la Ley".

    La ley, aparentemente imparcial, nos hizo reproducir esa dominacin invisible, que genera

    realidades con las cuales, sin darnos cuenta, convivimos.

    La ley, como el lenguaje, es un mecanismo de dominacin que, al igual que l, se usa para execrary perseguir. Crea reglas, evoca, da identidad, establece lo que existe y lo que no existe, lo que esverdad y lo que no lo es, lo bueno y lo malo.

    Ella expresa una ideologa que nos utiliza para invocar "la santidad de la legalidad", sin tomar encuenta para nada, la verdadera justicia: la humana, la social, la que an est por llegar.

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    En aquella oportunidad nos equivocamos y lo reconocimos pblicamente. Fue peor el remedio quela enfermedad y con humildad debimos reconocerlo, Solicitamos el perdn para quienes cometimosel "error constitucional, ajustado a derecho" de armamos con una legalidad primitiva que, luegosupimos, gracias a las mujeres, que no debe, ni puede, estar por encima de las problemticassociales de ste y otros pases.

    Por creer que los equilibrios estn en la Constitucin y en la ley, y no en la realidad social, erramos.Por no entender que la justicia la construyen los pueblos y no los legisladores, ni los jueces, ni lasacademias, ni las instituciones, nos equivocamos. Nos enga la perversin de la cultura dominantey dominadora.

    No nos dimos cuenta que la legalidad est hecha de ideologas reiteradas. Seguirnos un paradigmano neutral en trminos de poder. Esa actitud de los poderes pblicos se repite inconscientemente, ocon un silencio consciente, para vergenza de quienes creemos que nos hemos curado de esahistoria de opresin cotidiana.

    Reflexionamos y recapacitamos. Aprendimos que el error est en que no slo debe verse lainjusticia, sino, tambin la oportunidad de derrotada.

    Eso marc el origen de la lucha por una nueva ley y se inici la bsqueda. No, como en laOrganizacin de las Naciones Unidas, donde se busca una igualdad que no se practica. All, en elnivel alto, donde se toman las decisiones, de cada diez cargos los hombres ocupan ocho y lasmujeres los dos restantes.

    Algn da la mujer dejar de ser la Rebeca de Cien Aos de Soledad, quien todava coma tierra ycal para cuando lleg a la casa de los Buenda. Llevaba slo un saco con los huesos de sus padres.Pareca estar condenada a la soledad y, por ello, sufri con ansiedad los continuos aplazamientosde la boda con Pietro Crespi. La frustracin la llev a sucumbir ante el brutal atractivo de JosArcadio Buenda, quien, a zarpazos, la despoj de su intimidad. Algn da la mujer tendr ms de laUrsula lguarn de Garca Mrquez, fuerte, activa, slida, ntegra de carcter, con parcelas de poderlogradas por ella misma.