39
 Uniwersytet im. Adama Mickiewicza w Poznaniu Instytut Filologii Romańskiej Filologia Hiszpańska Marta Nowak  Numer albumu: 366668 Márgenes de la ficción en el peri odismo literario: el caso del nuevo periodismo latinoamericano (G. García Márquez y E. Poniatowska) Trabajo de Fin de Grado escrito bajo la direcci ón de dra Judyta Wachowska Poznań 2013 

Marta Nowak Margenes de La Ficcion en El Periodismo Literario Nuevo Periodismo Latinoamericano

Embed Size (px)

DESCRIPTION

LIBRO

Citation preview

  • Uniwersytet im. Adama Mickiewicza w Poznaniu

    Instytut Filologii Romaskiej

    Filologia Hiszpaska

    Marta Nowak

    Numer albumu: 366668

    Mrgenes de la ficcin en el periodismo literario:

    el caso del nuevo periodismo latinoamericano

    (G. Garca Mrquez y E. Poniatowska)

    Trabajo de Fin de Grado

    escrito bajo la direccin de

    dra Judyta Wachowska

    Pozna 2013

  • 2

    ndice

    Introduccin .................................................................................................................... 3

    I. La teora del periodismo literario y el surgimento de los nuevos periodismos ........... 4

    I.1. El periodismo literario en el contexto del giro lingstico ................................... 4

    I.2. El fenmeno de los nuevos periodismos y sus formas en el contexto

    latinoamericano. ......................................................................................................... 7

    I.3. Encuentros y diferencias entre los periodismos: polaco y latinoamericano.

    II. El periodismo literario latinoamericano y el problema de la ficcin ....................... 18

    II.1.Gabriel Garca Mrquez y el problema de la lgrima pintada. .......................... 18

    II.2. Elena Poniatowska y el periodismo de denuncia. ............................................. 27

    II. 3. Los Nuevos Cronistas de Indias....................................................................... 32

    Conclusiones................................................................................................................. 35

  • 3

    Introduccin

    Este trabajo tiene como propsito la investigacin de la narrativa periodstica ejercida

    por los autores latinoamericanos y, dentro de dicha temtica, el acercamiento a la

    problemtica de la presencia de la ficcin literaria en el periodismo. La eleccin del tema ha

    sido una consecuencia natural de mi profundo inters por el encuentro entre periodismo y

    literatura, asunto que he conocido e investigado en el contexto polaco, y que result tener

    vnculos con el latinoamericano en persona de Ryszard Kapuciski, reconocido en la

    Fundacin Gabriel Garca Mrquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano como maestro

    de reportaje.

    El conocimiento del periodismo literario polaco me sirve como una base general para

    acercarme al fenmeno como tal, pero debo decir que al mismo tiempo me inculc un error

    inicial que consista en la suposicin de la equivalencia entre las formas de las dos

    tradiciones: la polaca y la latinoamericana. La eleccin del reportaje latinoamericano como el

    tema de mi trabajo me hizo descubrir a lo largo del proceso de la investigacin, no slo que el

    periodismo narrativo en Amrica Latina no se limita a este gnero, sino que precisamente el

    reportaje es el menos divulgado si se lo compara con la crnica y el testimonio.

    Ahora bien, teniendo en cuenta el mencionado desarrollo y desvo de mi idea

    principal, el presente trabajo ms que un texto argumentativo para demostrar la tesis

    anteriormente elaborada, es un efecto de investigacin del contexto latinoamericano de la

    problemtica. Es, adems, una prueba de responder la pregunta que atae tanto al periodismo

    polaco como el latinoamericano sobre la imprecisa frontera que divide el periodismo y la

    literatura: el uso de la ficcin. El problema no es nada nuevo pero muy actual si nos damos

    cuenta de la discusin que se desat despus de la publicacin en Polonia de la biografa de

    Kapuciski escrita por Artur Domosawski, Kapuciski non-fiction, donde, entre otras, el

    autor (considerado discpulo del mismo Kapu) indica y pone mucha relevancia a las

    diferencias entre los relatos escritos y los hechos reales vividos por el reportero. El libro

    suscit mucha polmica: hubo voces tanto en defensa como en acusacin de Domosawski

    tambin en Amrica Latina. Puesto que el libro tuv mucha resonancia e importancia en la

    discusin sobre la tica y los lmites del periodismo, aparecer en las referencias de los

    periodistas, aunque, debido a las restricciones del espacio de este trabajo no ser analizada ni

    comentada detalladamente.

  • 4

    En el primer captulo me centrar en el intento de esbozar el concepto del periodismo

    literario: su definicin, el surgimiento las bases lingsticas que, de cierta manera, justifican

    su aparicin y cuestionan la divisin convencional literatura/periodismo poniendo en duda la

    estricta separacin: ficcin/verdad. Despus intentar presentar los cambios en el periodismo

    y el resurgimiento de las formas del periodismo narrativo lo cual procurar caracterizar y

    definir sirvindome del contexto americano, polaco y latinoamericano. Investigando varias

    formas del periodismo que aparecen en Amrica Latina tratar de delimitar los gneros que

    abarca el periodismo en vinculacn con la literatura y que, segn he podido observar, son

    bsicamente la crnica, el reportaje y el testimonio.

    Teniendo en cuanta las ramas tericas del primer captulo, en la segunda parte de mi

    trabajo me centrar en el anlisis de los ejemplos concretos de los textos del periodismo

    literario latinoamericano y la presencia de la ficcin literaria en ellos. Mi anlisis se centrar

    en dos textos que se pueden considerar fronterizos: Crnica de una muerte anunciada de

    Gara Mrquez y Hasta no verte, Jess mo de Elena Poniatowska. Tratar tambin de la

    Noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska como un ejemplo del periodismo de denuncia. En

    el intento de describir el fenmeno de periodismo narrativo en Amrica Latina me centrar

    principalmente en los periodistas y tericos asociados con la Fundacin Gabriel Garca

    Mrquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano que une a los periodistas de varios pases

    latinoamericanos ofrecindoles un espacio para el debate sobre la condicin y los nuevos

    retos del periodismo, que al mismo tiempo intentar enumerar.

    I. La teora del periodismo literario y el surgimento de los nuevos periodismos

    I.1. El periodismo literario en el contexto del giro lingstico

    Al principio me parece oportuno referirme al fenmeno cuyas formas analizar

    esbozando a lo largo de mi trabajo: el periodismo literario o el periodismo narrativo. La

    tensin que exponen estas denominaciones surge de la unin de dos tipos de escritura

    aparentemente opuestos que adems deben sus definiciones a esta convivencia contrastiva. El

    periodismo y la literatura han sido convencionalmente separados o hasta contrapuestos; se les

    atribua diferentes propsitos y correspondiente a ellos, diferentes formas. Esta divisin puede

    ser resumida en la contraposicin entre el lenguaje potico o literario y, al otro lado, el

    lenguaje prctico o estndar (Chilln, 1999: 46). Esta separacin permanece en estrecha

    relacin con las funciones y expectativas adscritas convencionalmente a distintos tipos de

    escritura. El periodismo con su funcin primordial de informar est vinculado con el lenguaje

  • 5

    considerado como objetivo, casi neutral que desempea las funciones puramente denotativas.

    En cambio, el concepto de la literariedad (rus. literaturnost), establecido por los formalistas

    rusos, relaciona el lenguaje literario con la desviacin de normas lingsticas, con la

    creatividad y subjetividad de expresin que en la creacin se sirve de las capacidades retricas

    de la lengua y su amplitud connotativa (Chilln, 1999: 44 ).

    Como representativa para el entendimiento general del fenmeno del periodismo

    literario se puede emplear la explicacin de Yanes Mesa que advierte que determinados

    gneros periodsticos se acercan claramente a lo que podramos definir como una obra de

    creacin con elementos prximos a la literatura (Mesa, 2006: 1). De modo que el periodismo

    literario es un tipo de periodismo que adems de reproducir la realidad, emplea la creacin

    sirvindose del lenguaje atribuido a la literatura para desembocar en escritos literarios con

    una funcin informativa (Mesa, 2006: 1). Bien podramos conformarnos con esta afirmacin

    pero en el contexto de este trabajo no se puede ignorar la crtica llevada a cabo por Albert

    Chilln que arroja nueva luz sobre este tema. En su estudio Literatura y periodismo: Una

    tradicin de relaciones promiscuas realiza una crtica profunda de los fundamentos de la

    separacin convencional, basada principalmente en el concepto vigente de la literatura, que el

    autor considera otro paradigma kuhniano digno de derrocar (Chilln, 1999: 57).

    Chilln destaca la necesidad de incorporar a la teora e investigaciones de los estudios

    de la comunicacin periodstica a los corolarios del llamado giro lingstico, verdadera

    revolucin copernicana de la filosofa, la hermenutica y la epistemologa contemporneas,

    herederas de la conciencia lingstica inaugurada por Humboldt y Nietzsche (Chilln, 1998:

    63). En este llamamiento el autor se est refiriendo a la toma de conciencia lingstica

    proseguida por Martin Heidegger, Ludwig Wittgenstein, Edward Sapir o Benjamin Lee-

    Worf. Segn el terico esta tradicin permaneci relegada y dominada por la gran tradicin

    formalista-estructuralista encabezada por Ferdinand de Saussure y los formalistas rusos y

    checos (Chilln, 1998: 68).

    La diferencia fundamental entre la aproximacin a la lengua de estas dos corrientes

    consiste, segn Chilln, en que la formalista-estructuralista considera el lenguaje como una

    herramienta y vehculo que permite expresar el pensamiento previa y autonmamente

    formado en la mente (Chilln, 1998: 69); en cambio, para la tradicin relegada la

    experiencia es siempre e inevitablemente pensada y sentida lingsticamente, es decir que no

    hay diferencia entre el pensamiento y el lenguaje, el conocimiento y la expresin son

    inseparablemente vinculados (Chillon, 1998: 69). Otra observacin crucial de la tradicin

    humboldtiano-nietzscheana es la de la naturaleza retrica del lenguaje. Chilln resume

  • 6

    afirmando que todas y cada una de las palabras, en vez de coincidir con las cosas que

    pretenden designar, son tropos, es decir alusiones figuradas, saltos de sentido que traducen en

    enunciados inteligibles las experiencias sensibles de los sujetos (Chilln, 1998: 71). Las

    palabras actan anlogamente a smbolos, es decir: aluden y sugieren ms que designan o

    nombran, producen sentimientos y sentidos que necesitan de la interpretacin propia del

    destinatario. La diferencia entre el lenguaje potico y el estndar se nos presenta entonces

    como una creacin artificial. Segn lo expone Chiln, la idea del lenguaje objetivo del

    periodismo est basada en la falaz creencia en la existecia de un modo directo de denotar la

    realidad comn y unvocamente perceptible que se sirva de signos cuyo significado sea

    exacto, inmutable e ideal. La idea de literariedad, en cambio, intenta otorgarse el poder nico

    de aprovechar la calidad retrica y simblica de la palabra y, al mismo tiempo, se adscribe el

    requisito de permanecer en la esfera de ficcin, separndose de las relaciones que mantiene

    con el mundo de la vida (Chilln, 1999: 65).

    En el sentido tradicional, basado principalmente en la tradicin formalista, el

    periodismo aparece como una forma que reproduce la realidad, est fiel al ritual expresivo de

    la retrica de la objetividad (Chilln, 1999: 44), se basa en la creencia en la relacin entre

    significante y significado cannica, fija e independiente de las circunstancias. En otras

    palabras: permanece en la realidad de langue saussuriano. La literatura, en cambio, se nutre de

    la esfera de parole, cambia el sentido de las palabras segn el contexto y cotexto; codifica los

    signos trascendiendo las convenciones lxicas y exige del lector la habilidad de

    descodificarlos (Chilln, 1998: 76). La literatura puede permitirse la ambigedad porque no

    est sometida tan unvocamente a la carga tica de los gneros periodisticos que por su

    vocacin tienen que asegurar al lector la veracidad con cada palabra.

    Chilln propone una nueva manera de entender el hecho literario, como una manera en

    que el escritor aprehende la realidad, recreando, expresando y configurndola (Chilln, 1999:

    71). El periodismo como toda escritura parte de la interpretacin de la realidad del autor.

    Adems: No existe un estilo o lenguaje periodstico inocente ni transparente, especie de

    herramienta neutra apta para captar las cosas, sino muy diferentes estilos de la

    comunicacin periodstica, cada uno de los cuales tiende a construir su propia realidad

    representada (Chilln, 1998: 91). La realidad objetiva, que el periodismo originariamente

    intenta reproducir aparece como un lugar comn, un acuerdo intersubjetivo resultante del

    pacto entre las realidades subjetivas particulares (Chilln, 1998: 71).

    Aprovechando este entendimiento del lenguaje, su correspondencia con la experiencia

    como tambin su carcter simblico y alusivo, las nuevas modalidades de literatura

  • 7

    documental pueden ser incorporadas al campo de literatura a la par con la llamada literatura

    de ficcin. Adems el carcter universal de las consecuencias del giro lingstico ser un

    argumento a favor de la coincidencia, de que tratar ms adelante, entre los cambios en el

    periodismo que han ido surgiendo en varios contextos culturales. Este acercamiento es

    tambin muy importante en el momento de tratar las acusaciones ms frecuentes y

    considerables que hoy en da enfrenta el periodismo literario, relacionadas con las cuestiones

    ticas del oficio del periodista y su sinceridad con el lector. Entrando tan abiertamente en la

    esfera que mantiene un estrecho trato con la creacin y sirvindose de la imaginacin

    lingstica y narrativa, en otras palabras: entrando en el espacio de literatura, el periodista se

    encuentra en un campo bastante inseguro donde los lmites entre la reproduccin y creacin

    son borrosas y discutibles. A esta cuestin, crucial en cada variante del periodismo literario,

    relacionada con los lmites de la ficcin y del documento voy a volver ms adelante,

    recurrindome otra vez a Albert Chilln que llev a cabo un anlisis considerable de este

    concepto.

    I.2. El fenmeno de los nuevos periodismos y sus formas en el contexto

    latinoamericano.

    El concepto del periodismo literario o narrativo est estrechamente relacionado con el

    nuevo periodismo, corriente cuyos inicios, como subrayan sus investigadores, no son tan

    recientes como pudiera sugerir el nombre. Muchos tericos de literatura buscan sus

    manifestacines en los orgenes del diarismo cuando algunos de los grandes hombres de

    letras, como Daniel Defe, Jonathan Swift o Enrique Fielding, se dedicaron al periodismo en

    el intento de reflejar con los recursos novelsticos la sociedad en que vivieron (Rivas, 1982:

    15). Tom Wolfe admite que la pregunta si el nuevo periodismo es nuevo es ms bien retrica

    y prefiere asegurar que a l nunca le gust esta denominacin, pero, es que, acab por pegar

    (Wolfe, 1998: 36). El trmino result adems tan pegajoso, siguiendo la formulacin de

    Wolfe, que se adopt a otros campos territoriales ms estrictos. De all que se hable del nuevo

    periodismo iberoamericano, del nuevo periodismo venezolano o hasta de los nuevos

    periodismos europeos, frmulas propuestas por algunos investigadores, como Albert Chilln,

    al referirse principalmente al periodismo francs, espaol y polaco; sin embargo, con algunas

    reservas (Chilln, 1999: 303).

    El nuevo periodismo es un fenmeno que aporta problemas al definir. No es un

    movimiento, porque, como alega Tom Wolfe:

  • 8

    careca de manifiestos, clubs, salones, camarillas; ni siquiera dispona de un caf donde se reunieran los fieles, desde el momento en que no exista credo ni fe. En la poca, mediados los aos sesenta, uno slo se daba cuenta de que por arte de magia exista una cierta agitacin artstica en el periodismo, y de que este hecho resultaba nuevo en s mismo. (Wolfe, 1998: 36)

    Esta agitacin artstica en el variante norteamericano de new journalism, con el cual

    est principalmente asociada, surgi en los aos sesenta con las obras como A sangre fra de

    Truman Capote, Los Ejrcitos de la Noche de Norman Mailer, M de John Sack o The Electric

    Kool-Aid Test del ya mencionado Tom Wolfe, publicados primero en las pginas de revistas

    como Esquire, New York, o The New Yorker y luego, en la mayora de los casos, editados en

    forma de libros (Wolfe 1998: 36). De tal forma surgi la novela de no-ficcin (non-fiction

    novel) (Wolfe, 1998: 41), gnero inventado por Truman Capote que refleja la esencia de la

    nueva forma empleando la tradicin novelstica para ejercer el periodismo. (Wolfe, 1998:41).

    Para captar la idea general del nuevo periodismo hay que analizar el hecho mismo de

    que la calidad y el inters del nuevo gnero peg tan univocamente a varios contextos

    periodsticos en el mundo, aunque todos parecen de acuerdo que unas formas similares

    aparecieron ya siglos atrs. Total que el sentido de lo nuevo indica y requiere la referencia a

    lo viejo.

    Efectivamente, la importancia de la nueva tendencia periodstica est arraigada en el

    contexto en el cual surgi, un contexto concreto creado por la industrializacin y la formacin

    de la llamada cultura de masas. Todas las transformaciones que siguieron a la revolucin

    industrial y que abarcaron la tecnologa, la cultura y al mismo tiempo facilitaron la

    comunicacin, al fin llevaron a su industrializacin. El contenido de los peridicos era un

    producto para el consumo masivo, lo cual produjo una estandarizacin del estilo, formato y

    otros factores para acertar en el gusto de un receptor estandarizado (Angulo, 1982: 6). Hctor

    Mujica, el fundador de la Escuela de Periodismo en Venezuela, en su observacin al respecto

    determina la esencia de esta tendencia:

    Del periodismo como cruzada, como gran causa por la libertad, antes de la primera revolucin industrial, hemos llegado al periodismo-industria y al periodismo-comercio. Del periodismo

    como idea se devino al periodismo como mercanca (en Angulo, 1982: 6)

    Fue entonces cuando se form el paradigma del periodismo con su retrica de la

    objetividad (Chilln, 1999: 44), perspectiva impersonal del narrador de los hechos, un tipo de

    lenguaje claro, preciso, referencial que serva como un lenguaje mediador (Ladevz en:

    Angulo, 1982: 8) entre el lector y varios registros de las fuentes. El estilo fue muy restringido,

    la construccin sinttica era muy simple, las frases tendan a ser cortas. Se realiz una

    separacin radical entre la opinin y los hechos, que, por supuesto, tenan que pasar la

  • 9

    seleccin sometida a la supuesta atractividad para el lector medio (Angulo, 1982: 8). Quedaba

    muy poco espacio para la creatividad lingstica del periodista.

    Otro factor que provoc el cambio en el entendimiento del periodismo fue el invento y

    la popularidad creciente de la radio y la televisin, unos competidores con que la prensa no

    poda rivalizar por ser stos los medios de rapidez (Martnez, 1980: 61). El periodismo

    viejo tena que buscar nuevas formas para mantener su importancia, ofrecer al lector un

    nuevo valor. En este mbito nacieron varios periodismos alternativos (Angulo, 1982: 4).

    Uno de ellos es el periodismo interpretativo para el cual el hecho no constituye un ente

    acabado y suficiente, sino necesita de ser rodeado de relaciones causales, significacin social

    y todo el contexto en el que se desarroll; en otras palabras: considera preciso elaborar una

    interpretacin fundada y documentada sobre los hechos (Estbanez Caldern, 1996: 824).

    El nuevo periodismo apareci como otra respuesta al paradigma del periodismo, que

    aunque comparte las suposiciones con el periodismo interpretativo, se diferencia de l con su

    bsqueda de la forma (Angulo, 1982: 8). Los textos al principio surgan al margen de la gran

    prensa para luego ser asumidos por ella. Para Tom Wolfe el cambio fundamental en el trabajo

    de periodistas consisti en tomar la escena como la unidad fundamental y no el dato ni la

    pieza de informacin (Wolfe, 1998: 78). Los nuevos periodistas rompieron las restringidas

    ramas de la noticia, usando las tcnicas novelescas, especialmente las tomadas de la novela

    realista, para escribir sobre los hechos (Angulo, 1982: 9).

    En un artculo, en periodismo, se poda recurrir a dialogismos del ensayo hasta el monlogo interior y emplear muchos gneros diferentes simultneamente, o dentro de un espacio relativamente breve... para provocar al lector de forma a la vez intelectual y emotiva. (Wolfe,

    1998: 24)

    Los periodistas comenzaron a recurrir al mbito de la creacin e imaginacin para

    reproducir la realidad de manera ms profunda y ms subjetiva, permaneciendo fieles a los

    hechos. Las escenas, abundantes en detalles significativos, imponan una nueva manera de

    trabajar. Lo que importaba era lograr la profundidad de informacin mxima, registrar los

    dilogos vivos en su totalidad y en sus propios registros, asistir, a veces hasta provocar, los

    acontecimientos cruciales para luego convertirlos en escenas realistas (Wolfe, 1998: 34). El

    periodista de un funcionario o, ms bien, instrumento annimo en las manos de la empresa, se

    convirti en un artista de su oficio que necesitaba de toda su creatividad e involucramiento

    para informar. En vez de un periodismo sometido a la ficticia regla de objetividad, cuyas

    versiones variaban segn las ideologas de las empresas, el nuevo movimiento propag la idea

    de un periodismo personal o subjetivo, realizado por las personas que tienen, y son

  • 10

    conscientes de ello, su propia cultura, ideologa y modo de percibir la realidad (Martnez,

    1980: 62-63). Esto, por supuesto, no exime al reportero de su obligacin a la investigacin

    profunda y la bsqueda de varias fuentes y puntos de vista. Las nuevas posibilidades por una

    parte libraron al periodista de las limitaciones lingsticas, otorgndole el prestigio de escritor,

    pero al mismo tiempo le hicieron asumir toda la responsabilidad y carga tica relacionada con

    la misin de informar.

    Aunque el nombre del nuevo periodismo surgi en los Estados Unidos la cuestin de

    la invencin y prioridad aporta todava ms polmicas, porque cada tradicin literaria que

    identific su periodismo como nuevo, identific tambin muchos antecesores y su propia

    va de desarrollo que condujo hasta la forma especfica y nica que representan. El

    surgimiento del nuevo periodismo no es una cuestin de copiar y adaptar los modelos

    norteamericanos por otros pases, sino, como acertadamente lo seala Manuel Vzquez

    Montalbn, coincidencia de la evolucin de la interrelacin universal entre el escritor

    (emisor) y el lector (receptor) (en Chilln 1999: 6). Como se puede inferir de lo dicho

    anteriormente, es una interrelacin entre el escritor que decide dedicarse a la investigacin,

    profundizacin y transmisin de la realidad por l percibida, bajo su propio nombre y su

    priopia individualidad; y el lector que requiere esa profundizacin y busca una forma bella y

    creativa en que un hombre concreto le cuente las historias verdaderas.

    I.3. Encuentros y diferencias entre los periodismos: polaco y latinoamericano.

    Las tradiciones periodsticas que albergan las formas que, conforme a lo dicho

    anteriormente, podramos clasificar como el nuevo periodismo son, entre otros, la polaca y la

    latinoamericana. Los dos periodismos son a cierto punto entrelazados por las personas de sus

    representantes ms reconocidos, es decir: el iniciador de la Fundacin para el Nuevo

    Periodismo Iberoamericano, Gabriel Garca Mrquez y, a su vez, Ryszard Kapuciski,

    aclamado el padre del reportaje polaco. La verdad es que, aunque la mayora de estudiosos

    que en el contexto del nuevo periodismo o periodismo literario prestaron su atencin al

    reportaje polaco empieza y acaba sus investigaciones con el famoso Kapu (el seudnimo de

    Kapuciski), existe una considerable tradicin de la llamada literatura de no-ficcin reunida

    convencionalmente bajo el nombre de la Escuela Polaca del Reportaje que no se acab ni

    cay en olvido despus de Kapuciski1. Despus de todo, el personaje de Kapu ser

    1 Dicho tema no puede ser desarrollado en las pginas del presente trabajo, pero cabe mencionar unos nombres

    importantes relacionadas con el periodismo narrativo polaco: Hanna Kral, Krzysztof Kkolewski, Magorzata Szejnert, Mariusz Szczygie, Wojciech Tochman...

  • 11

    importante para acercarnos al periodismo latinoamericano. Si consideramos la Fundacin para

    el Nuevo Periodismo Iberoamericano como el centro decisivo para la formacin y

    determinacin de la corriente literaria en el (ampliamente entendido) periodismo

    latinaomericano, no se puede ignorar la acogida que encontr Kapu en la Fundacin, donde

    realiz unos talleres, y el reconocimiento mutuo que combinaba con Gabriel Garca Mrquez.

    Kapu y Gabo (otro seudnimo periodstico) se encontraron en el ao 2001 cuando el

    reportero polaco fue invitado por Garca Mrquez para realizar un taller para la Fundacin

    (Domosawski, 2010: 525). ste fue de hecho un encuentro de dos periodismos, dos contextos

    diferentes que, sin embargo, resultaron apoyarse en los mismos fundamentos. Como veremos

    en el segundo captulo el periodismo puede difierir no slo entre los pases o varias

    tradiciones literarias, sino que tambin dentro de un mbito periodstico pueden coexistir

    varias corrientes basadas en diferentes acercamientos al oficio. La divisin existe tambin

    dentro del periodismo literario, tanto polaco como latinoamericano, de modo que el responder

    a la pregunta: que periodismos representan Mrquez y Kapuciski? requiere un anlisis ms

    profundo. No obstante, y ste puede ser un argumento para la teora de la coincidencia en el

    desarrollo, con todas las divisiones internas, las dos tradiciones del periodismo literario: la

    polaca y la latinoamerocana, que tienen asimismo diferentes formas de ejercer su arte,

    contienen similitudes que no pueden ser ignoradas. Como se podr ver en la segunda parte de

    mi trabajo, encuentran problemas semejantes y su divisin interna gira alrededor del mismo

    eje. Me parece oportuno caracterizar brevemente el caso polaco como un ejemplo ms que

    puede ayudar tanto a la explicacin de la tendencia ms amplia del periodismo literario, como

    captar lo especfico de la tradicin latinoamericana.

    En Polonia el gnero ms importante y representativo para dicha tendencia es el

    reportaje, como una forma fronteriza entre literatura y periodismo, cuya materia principal se

    compone de hechos, documentos y observaciones y que, al mismo tiempo, se sirve de los

    recursos de valor esttico literario, como: metfora, smbolo, alusin, lo grotesco, la

    dramatizacin y la fabularizacin (Wolny-Zmorzyski, 2004: 10-12, 21). Lo que importa en

    el reportaje y lo que lo distingue de otros gneros periodsticos no se limita slo a la esencia

    informativa, sino es tambin la capacidad de ilustrar, pintar con habilidad los ambientes y

    personajes descritos, emplear el lenguaje para provocar un efecto emocional y no solamente

    discursivo (Wolny-Zmorzyski, 2004: 10-12, 29). Es adems un gnero aglutinador, un

    collage que puede incorporar otros gneros para transmitir los hechos (Wolny-Zmorzyski,

    2004: 12) . El reportaje polaco debe su forma en gran parte al contexto histrico en el cual se

    desarroll. En la poca del rgimen de la Repblica Popular de Polonia los periodistas que

  • 12

    queran transmitir algn mensaje fuera de los admitidos por la censura tenan que recurrir a la

    metfora, ocultar el mensaje bajo una complicada construccin de significados. La historia

    descrita por el reportero remita a un sentido ms amplio, el lector tena que descifrar el

    segundo fondo (Szczygie, 2009: sin paginacin), o como lo caracteriz Adam Michnik (en

    Szczygie 2009: sin paginacin): decamos del reportaje que era un arte que nos haca ver el

    mar en una sola gota de agua2. Aunque despus de la transformacin y la abolicin de

    censura no faltaban quienes suponan que el reportaje perdera su papel y popularidad, pas

    todo lo contrario. En Varsovia se ha fundado la Escuela Polaca de Reportaje en que se forman

    los futuros reporteros. Se otorga anualmente el premio Kapusciski para el mejor reportaje y,

    lo que demuestra la apreciacin de que goza el gnero, varios reportajes suelen ser nominados

    anualmente al premio nacional de literatura Nike. El periodismo narrativo polaco prob que

    no es solamente una forma de transmitir mensajes ocultos, sino que responde a unas

    expectativas de lectores y cumple con el objetivo de despertar inters e informar

    detalladamente. Mariusz Szczygie, uno de los representantes ms importantes del reportaje

    polaco, lo explica de una manera muy simple y acertada: [el reportaje] cuenta las historias

    particulares del individuo humano. Y es que los indivduos humanos siempre van a querer

    leer sobre otros indivduos humanos (Szczygie, 2009: sin paginacin).

    En Amrica Latina el espacio fronterizo literario-periodstico es diferente. El problema

    que dificulta la identificacin fcil de los gneros consiste en la variedad de los nombres que

    se puede encontrar en los textos tericos y, ms an, en las declaraciones de los mismos

    autores. Los trminos, que aparecen a veces como sinonmicos, otras veces como distintivos,

    se contradicen provocando confusin. El mismo Gabriel Garca Mrquez admite que: cuanto

    ms ha escrito menos ha logrado distinguir los gneros del periodismo (Mrquez, 2001: 1).

    Sin embargo para investigar el nuevo periodismo en el contexto latinoamericano y

    captar las caractersticas de sus manifestaciones, es necesaria la profundizacin en el mbito

    de gneros periodsticos. La bsqueda de los gneros corespondientes al reportaje polaco, la

    facilita el mismo Kapuciski:

    Cuando me preguntan qu es lo que yo escribo, yo les digo que escribo textos. El problema de los gneros y las terminologas es que tienen diferentes sentidos en diferentes idiomas y culturas. En nuestra tradicin literaria no tenemos esta distincin que hay en Amrica Latina entre la crnica y el reportaje. Entonces nunca pens en si quera ser escritor o si quera ser periodista. Cuando me sentaba, no pensaba en que iba a escribir una novela o un reportaje o un

    ensayo. Yo slo quera escribir bien. (Kapuciski, 2001: sin paginacin)

    2 La traduccin de todas las citas provenientes de los textos polacos son de la autora del trabajo

  • 13

    Esta declaracin aporta unas informaciones importantes. Primero, junto con la

    afirmacin de Garca Marquez citada anteriormente, expone una actitud del periodista-escritor

    haca las ramas genricas. El mrito de escribir bien que puede referirse tanto a la belleza de

    la forma (en contraposicin al lenguaje limitado de informaciones periodsticas) como al

    impacto, efecto que se produce en el lector, necesita de todos recursos. Al tratar de las

    historias reales en toda su complejidad, la distinccin genrica est relegada a un plano

    secundario.

    Otra informacin relevante concierne a las formas del periodismo literario en Amrcia

    Latina. Las funciones que en el contexto polaco desempea el reportaje, aqu aparecen

    divididas entre el reportaje la crnica y, hasta cierto punto, el testimonio. Es necesario

    atenernos a la definicin de estos gneros para acercarnos a lo especfico del periodismo

    latinoamericano. No obstante, en primer lugar hay que entrar en la tipologa ms general de

    los gneros periodsticos.

    Siguiendo la definicin de Estbanez Caldern (1996) podemos dividir los gneros

    periodsticos en tres tpos que responden a unas determinadas actitudes y fines, y comportan

    un estilo y unos modos de escritura peculiares (Estbanez Caldern, 1996: 823). El autor

    menciona tres actitudes fundamentales: las de opinar, informar e interpretar; a las cuales

    corresponden tres tipos del periodismo, respectivamente: de opinin, informativo e

    interpretativo o periodismo informativo de segundo nivel (Estbanez Caldern, 1996: 824).

    Buscando dentro de esta tipologa las formas segn el criterio de ser ejercidas por reportero,

    en los gneros informativos podemos hablar del reportaje objetivo, que se caracteriza por

    emplear tanto la narracin como la descripcin, estilo objetivo, sin embargo ms

    personalizado que el de la noticia. Segn Estbanez Caldern a travs del reportaje se

    pretende explicar con cierta amplitud, cmo han sucedido unos hechos actuales o recientes,

    pero que, en general, ya no son estrictamente noticia (Estbanez Caldern, 1996: 823).

    Estbanez Caldern indica adems varios tipos del reportaje objetivo haciendo referencia al

    planteamiento de los acontecimientos por parte del reportero que se encuentra en varias

    posiciones respecto a los hechos. Distingue los reportajes de accin, de acontecimiento, de

    seguimiento y el llamado reportaje de citas, es decir, entrevista (Estbanez Caldern, 1996:

    823).

    Otras formas ejercidas por el reportero corresponden al subgnero interpretativo: el

    reportaje interpretativo y la crnica. En el reportaje interpretativo el nfasis est puesto en el

    contexto de los hechos que adquieren de este modo toda su significacin (Estbanez

    Caldern, 1996: 824). Lo que importa son los antecedentes, posibles consecuencias e

  • 14

    interpretacin, seguida de valoracin del acontecimiento central en que el periodista como el

    intelectual trata de orientarse y de orientar a los dems en los procesos de cambio (Estbanez

    Caldern, 1996: 824).

    En cuanto a la crnica, Estbanez Caldern cita a G. Martin Vivaldi (1973) quien la

    define como una informacin interpretativa y valorativa de hechos noticiosos, actuales o

    actualizados, donde se narra algo al propio tiempo de juzgarlo (Vivaldi en Estbanez

    Caldern, 1996: 824). Segn Estbanez Caldern (1996: 824) lo especfico de este gnero es

    la narracin y descripcin, lo cual, en este punto, no difiere del reportaje. Se distingue dos

    tipos de crnicas: de lugar o ambiente y la de temas. En la primera caben los relatos de guerra,

    de viajes y de corresponsales, mientras que la segunda abarca los campos como deportivo,

    taurino, parlamentario etc. Sin diferir de los gneros informativos del primer nivel, el lenguaje

    debe de ser claro, objetivo, preciso y directo, pero lo que segn el autor diferencia la crnica

    de varios tipos del reportaje es la exigencia de cierta continuidad; el reportaje debe tratar de

    un acontecimiento aislado, ocasional, mientras que la crnica, escrita por ejemplo desde el

    extranjero, exige la duracin del estudio (Estbanez Caldern, 1996: 824).

    Esta tipologa, que adems no toma en cuenta la literariedad de mencionados gneros,

    es por supuesto solamente una de las posibles. La diferencia entre el reportaje y la crnica

    aparece en este planteamiento borrosa e imprecisa, lo cual resulta explicable por el hecho

    mismo de que ambos gneros son fronterizos y aportan problemas al ser ajustados a los

    esquemas generales. Para no entrar en las pruebas de delimitar demasiado los gneros que

    inherentemente transcienden los lmites, me limitar solamente a unos rasgos fundamentales

    indicados en otras definiciones.

    Segn varias fuentes, ambas formas se encuentran entre lo informativo y lo

    interpretativo (Mesa, 2006a). Esta ambiguedad atribuida a la crnica y el reportaje procede

    probablemente de la identificacin de la interpretacin con la opinin. Entendiendo la funcin

    interpretativa como la informacin de segundo nivel (Caldern, 1996: 824), es decir, rica en

    el contexto y la orientacin de periodista que transmite sus observaciones y entendimiento de

    los hechos o fenmenos sociales, esta divisin resulta difusa. Si se toma en cuenta las bases

    filosficas y lingsticas, ya ampliamente mencionadas, que justifican el desbordamiento de

    estas fronteras, puesto que cada informacin est previamente interpretada por su autor y el

    acto de expresin requiere una interpretacin previa, esta caracterstica resulta inadecuada.

    Ambos gneros cumplen la funcin interpretativa, en el sentido anteriormente explicado.

    La diferencia principal entre la crnica y el reportaje consiste, segn observa Yanes

    Mesa, en que la primera exige la presencia del autor en el lugar de los hechos, mientras que,

  • 15

    para escribir el reportaje el periodista puede valerse de las relaciones de los participantes u

    otro tipo de fuentes (Mesa, 2006b: sin paginacin). Otro rasgo diferenciador es la secuencia

    temporal que, segn Rafael Yanes Mesa, es un elemento esencial que marca la estructura de la

    crnica. El autor expone tambin que la confusin entre los dos gneros viene muchas veces

    de que los mismos peridicos no los distinguen claramente (Mesa, 2006b: sin paginacin).

    Para aclarar la definicin de la crnica cabe citar al mismo Mesa que en pocas palabras

    transmite lo esencial de la problemtica:

    El cronista tiene la misin de informar sobre lo sucedido, de contarlo, pero, a diferencia de la noticia, lo comenta desde su punto de vista. Es un relato sobre un hecho noticiable, pero en el

    que se incluye la valoracin parcial de su autor. Se trata de una interpretacin subjetiva de los hechos ocurridos, contados desde el lugar en el que se producen y con una implicacin clara de su cronologa (Mesa, 2006b: sin paginacin).

    El reportaje parece un gnero ms libre, porque puede usar de todo: guardar la

    secuencia temporal o hacer saltos en el tiempo (Wolfe, 1998: 49). Como una forma

    aglutinadora, que puede incorporar todos los gneros, puede tambin servirse de la crnica.

    Del aspecto de presencia del periodista en el lugar de los hechos surge el problema de autora.

    El cronista responde claramente por su propia interpretacin de los hechos como uno de los

    testigos, es el autor de su versin de los acontecimientos narrados. El reportero tiene que dar

    la palabra a los otros, verificar su versin, buscar interpretaciones opuestas, tiene que

    orientarse en los hechos sucedidos desde varios puntos de vista. Los informantes pueden

    mentir, confabular, negar o anular sus declaraciones. El reportero depende de otros, de su

    voluntad de revelar sus historias u opiniones. Por eso, con todos los recursos literarios que

    puede usar, su autora resulta cuestionable. Los protagonistas de reportajes pueden oponerse a

    lo que escribi el reportero como sus coautores. Esta dependencia de periodista contribuye a

    la desintegracin del concepto del autor. Krzysztof Kkolewski (1992: 932) propone

    sustituirlo por el espacio de autora (pol. pole autorskie). El reportero es el autor del texto

    pero son los protagonistas los que influyen y crean los acontecimientos descritos y son

    tambin ellos quienes los narran desde su punto de vista. La interaccin entre el reportero y el

    protagonista entabla una especie de cooperacin.

    A su vez, Gabriel Garca Mrquez as define al reportaje, explicando al mismo tiempo

    su eleccin en cuanto al gnero:

    Mi problema original como periodista fue el mismo de escritor: cul de los gneros me gustaba ms, y termin por escoger el reportaje, que me parece el ms natural y til del periodismo. El que puede llegar a ser no slo igual a la vida, sino ms an: mejor que la vida. Puede ser igual a un cuento o una novela con la nica diferencia -sagrada e inviolable- de que

  • 16

    la novela y el cuento admiten la fantasa sin lmites pero el reportaje tiene que ser verdad hasta la ltima coma. Aunque nadie lo sepa ni lo crea.

    A pesar de esta declaracin del personaje tan relevente para el periodismo narrativo de

    Amrica Latina hay una tendencia de considerar la crnica el gnero ms noble o

    importante que el reportaje. Muchas veces aparecen mencionados juntos, como si los autores

    sintieran la obligacin para no excluir al reportaje, pero en seguida lo abandonan y tanto los

    autores como los recopiladores de antologas escogen preferiblemente la crnica como un

    gnero ejemplar del periodismo latinoamericano. Esto se debe probablemente a la inmensa

    popularidad de la forma del reportaje que puede tratar de cualquier asunto: desde la medicina

    hasta la astronoma. En cambio, la crnica est asociada con una narracin ms amplia, rica

    en recursos literarios, con un matiz universal; tiene significacin y prestigio similar al

    reportaje en Polonia. Estas suposiciones pueden ser parcialmente afirmadas por Roberto

    Herrscher (2012) que delimina los dos gneros de otro modo que Mesa:

    El reportaje desmenuza y analiza un tema con recursos narrativos; la crnica, en cambio, es un relato, tiene pulsin narrativa, y tambin usa el anlisis, pero se enfoca en una historia. Cuenta una historia (Herrschner, 2012: sin paginacin).

    Para terminar las aproximaciones hacia los gneros narrativos del periodismo cabe

    citar la declaracin del mismo Gabriel Garca Mrquez (2001):

    (...) [L]as definiciones de los gneros periodsticos son aproximadas o confusas, pero la finalidad primordial de todos es que el lector conozca a fondo hasta los pormenores nfimos de lo que pas. Todos ellos comparten entre s la misin de comunicar, y el problema esencial de los comunicadores no es ni siquiera que nuestro mensaje sea verdad, sino que nos lo crean.

    Esta afirmacin acierta precisamente en la causa por la cual las formas del periodismo

    literario, narrativo o nuevo periodismo probablemente no agradecan ser incorporadas por

    completo al mbito de la literatura; por la tradicin y misin de transmitir la realidad, la

    verdad que intentan revelar. Siendo una alternativa para la literatura, el periodismo se basa

    en el pacto que medniante los gneros periodsticos se entabla entre el reportero y el lector, el

    pacto de la creencia. El periodista es responsable por las informaciones que transmite y el

    lector las trata como verificadas y creibles. El atributo de verdadera adscribe a las historias

    un valor inalcanzable para las formas propias de la ficcin literara.

    El resultar alternativo para la literatura aparece en la descripcin de otro gnero

    fronterizo caractersitco para la tradicin literaria latinoamericana: el testimonio (Liano, 2003:

    208) . Dante Liano (2003: 206) coloca el testimonio entre la literatura y la historia, pero Jose

    Miguel Oviedo (2001:373) claramente indica que tanto su surgimiento, como su forma

  • 17

    fronteriza de ser un gnero literario de no-ficcin coincide con la aparicin de nuevas

    tendencias en el periodismo. Seala tambin la influencia del ambiente social y poltico de los

    aos sesenta cuando el testimonio gan la popularidad en varios paises de Amrica Latina,

    entre otros en Mxico, Argentina y Cuba, ya que la reaparicin de semejantes formas fue

    empujada por la crisis de la gran prensa (Oviedo, 2001: 373).

    El testimonio segn Oviedo (2001: 373) es una mezcla de reportaje periodstico,

    reflexin ensaystica, investigacin social, documento vivo y algunas otras cosas ms.

    Conforme con la definicin de Liano (2003: 206) es una narracin que se caracteriza por el

    hecho de que el narrador es un analfabeta o un excluido de los crculos institucionales de

    produccin de la escritura, su relacin est normalmente transmitida por un etngrafo,

    periodista o escritor tras la grabacin, transcripcin y redaccin (Beverley en Liano, 2003:

    206). El punto de partida es una situacin de opresin, con la urgencia de ser contada

    (Liano, 2003: 206). El testimonio representa entonces una forma de historia oral y de

    periodismo humanitario que se presta a las tcnicas del reportaje contemporneo, del new

    journalism norteamericano (Oviedo, 2001: 373). Esta afirmacin de Oviedo, junto con el

    carcter fronterizo del testimonio como gnero cuya misin principal es documentar, usando

    al mismo tiempo las formas convencionalmente asociadas con la literatura de imaginacin

    (Liano, 2003: 206), parece lo suficiente para incorporar al testimonio en el ambito del nuevo

    periodismo latinoamericano.

    La divergencia entre las dos maneras de clasificar el testimonio (historia o periodismo)

    procede probablemente del enfoque de la investigacin de los dos autores, pero parece que el

    campo de historia no contradice el del periodismo. Si entendemos el periodismo,

    especialmente narrativo, como un intento de describir y entender la historia mientras sucede,

    en palabras de Kapuciski (2008: 14), y si tomamos en cuenta la actualidad del testimonio y

    la entrevista como su materia primaria, entonces podemos calificar el testimonio dentro del

    mbito periodstico sin restarle la importancia del documento. Esta suposicin puede ser

    afirmada por la declaracin de Oviedo (2001: 373): "su aparicin y difusin revelan una

    profunda crisis de la informacin diseminada por la "gran prensa" hispanoamericana y la

    urgencia del pblico lector por conocer acontecimientos importantes de su historia pasada o

    presente.

    El testimonio adems implica un reto al status quo (Liano, 2003: 206) lo que pone

    importancia en el testimoniante que busca transmitir una historia y una voz porque le parece

    importante, significativo y digno de revelar; su interpretacin y trabajo de recopilacin y

    redaccin de la historia constituye una condicin sine qua non de la obra. La cuestin de

  • 18

    autora que acerca el testimonio al reportaje en su desintegracin del concepto del autor

    (Kkolewski, 1992: 932) lo aproxima tambin a la literatura: es el testimoniante diferente al

    narrador literario? (...) todo narrador es, por su misma naturaleza, un autor textual como un

    yo muy cerca de la ficcionalidad. (Liano, 2003: 206)

    Para concluir el acercamiento a la definicin del testimonio cabe citar a Oviedo que

    subraya el significado social de este gnero y, en cierto sentido, la misin que cumple en la

    sociedad as como el vaco literario o histrico que llena:

    al otorgar un papel protagnico a los hroes annimos, expresa un alto sentido popular y democrtico. Resuelve adems la tensin entre el lenguaje culto y el popular trayendo al crculo de la literatura un rico sustrato que le era marginal; un crtico lo ha llamado, con razn, discurso perifrico (Oviedo, 2001:373).

    En citada observacin Oviedo subraya la presencia de varios registros de lengua, otro rasgo

    que el testimonio comparte con las formas del nuevo periodismo antes mencionadas. Todas

    las caractersticas indicadas justifican, a mi parecer, la incorporacin del testimonio en el

    mbito del periodismo narrativo o literario.

    Resumiendo todo lo dicho podemos concluir que el espacio del periodismo narrativo

    latinoamericano consiste sobre todo del reportaje, la crnica y el testimonio. El periodista

    dispone de todas las herramientas literarias necesarias para transmitir y narrar la realidad

    interpretada por l, desde varias perspectivas posibles: como un testigo en el caso de la

    crnica, como un testimoniante de un testigo en el caso del testimonio, y como un

    investigador en el reportaje, aunque las formas a menudo aparecen mezcladas tanto entre s

    como con los gneros del mbito ficcional. En el siguiente captulo analizar las

    representaciones concretas de mencionados gneros y la cuestin polmica del lugar de la

    ficcin en los gneros del periodismo literario.

    II. El periodismo literario latinoamericano y el problema de la ficcin

    II.1.Gabriel Garca Mrquez y el problema de la lgrima pintada.

    Andrs Puerta en su artculo El periodismo narrativo o una manera de dejar huella en

    una sociedad en una poca resume el desarrollo de la crnica latinoamericana en diez puntos.

    La crnica, y ello puede ser decisivo en cuanto a la popularidad del gnero, tiene una

    tradicin muy arraigada en Amrica Latina que empieza con la llegada de los Cronistas de

    Indias, sacerdotes que vinieron con los conquistadores del Nuevo Mundo (Puerta, 2011:

  • 19

    58). Luego, en el siglo XVII, fue escrita la primera crnica americana, el Carnero, escrita por

    un criollo, Juan Rodrguez Freyle; despus, ya en el siglo XX, la crnica apareci como

    gnero del nuevo periodismo, inaugurado por Rodolfo Walsh en Argentina con su obra

    Operacin Masacre (10 aos antes del famoso A sangre fra de Capote). Entre otros que

    marcaron el desarrollo de la crnica Puerta enumera a Roberto Artl, a Jos Antonio Osorio

    Lizarazo, Rben Daro, Jos Mart, y, finalmente, a Gabriel Garca Mrquez.. (Puerta, 2011:

    59). A pesar de que el autor colombiano gan la popularidad con su prosa de ficcin, su

    profesin era la del periodista. Entre sus obras ms reconocidas hay que destacar Relato de un

    nufrago (1970), Crnica de una muerte anunciada (1981) y Noticia de un secuestro (1996)

    que pueden ser representativas para el periodismo narrativo latinoamericano.

    En el ao 2002 en la revista Cambio Ryszard Kapuciski observ que :

    [S]us novelas [las de Gabriel Garca Mrquez] provienen de sus textos periodsticos [...] Esta situacin es especfica de Amrica Latina, donde prcticamente todos los grandes escritores son al mismo tiempo periodistas. Esta mezcla tan moderna, entre ficcin y no ficcin, crea un nuevo tipo de literatura. (Kapuciski, 2002: sin paginacin)

    El reportero polaco acierta en la peculiridad propia del mbito periodstico-literario de

    Amrica Latina. Muchos de los grandes escritores latinoamericanos han tenido su propia

    experiencia periodstica. Para nombrar unos ejemplos cabe mencionar a Jorge Luis Borges,

    Jos Donoso, Jos Mart, Csar Vallejo, Carlos Monsivis, Toms Eloy Martnez, Elena

    Poniatowska, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Alejo Carpentier... Los dos campos de

    escritura son tan entrelazados por la prctica de sus autores que su unin parece ser una

    consecuencia natural. El mismo Mrquez caracteriza sus obras de la siguiente manera:

    Soy un periodista, fundamentalmente. Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros

    de periodista aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una cantidad de investigacin y de comprobacin de datos y de rigor histrico, de fidelidad a los hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o fantsticos, pero el mtodo de investigacin y de manejo de la

    informacin y los hechos son de periodista. (Mrquez, 1991: sin paginacin)

    Es evidente, entonces, la influencia del periodismo en las obras ficcionales de

    Marquz; pero, conforme con el tema de este trabajo, es menester concentrarse en lo

    contrario: la influencia de la imaginacin y los recursos literarios en sus obras periodsticas o

    periodstico-literarias. El caso de Gabriel Garca Mrquez es muy complejo, pero al mismo

    tiempo crucial para el periodismo latinoamericano. Las fronteras entre la realidad y la ficcin

    son especialmente fluctuantes y tanto un terico como un lector pueden encontrarse ante un

    dilema: si una obra de Mrquez es una novela inspirada en los hechos reales o un reportaje

    novelado o hasta fantstico, aunque los trminos parecen contradecirse. Lo que puede

  • 20

    dificultar la diferenciacin es el hecho de que toda la literatura de Mrquez est muy arraigada

    en la realidad.

    Vargas Llosa en: Garca Mrquez: Historia de un deicidio (1971), revela la influencia

    mutua y constante entre la realidad ficticia y la realidad real en la escritura de Mrquez

    (Llosa, 1971: 90). Mirando mencionados lazos desde el punto de vista epistemolgico se

    puede llegar a la conclusin de que el arraigo de la creacin en la realidad es una condicin

    universal e ineludible, pero resulta especialmente problemtico en el caso de un periodista-

    escritor que crea obras tan fronterizas que es dificil reconocer si pertenecen al mundo de la

    ficcin o describen los hechos reales. Al asumir una de estas posibilidades, la recepcin de la

    obra cambia considerablemente. En la mayora de los casos el receptor llega a conocer el

    carcter del texto mediante la categorizacin genrica y es el autor que aporta la informacin,

    pero en el caso de Mrquez, las declaraciones confunden an ms.

    El Relato de un nufrago no suscita mucha incertidumbre en cuanto a su pertenencia

    al mbito periodstico. Como lo define el mismo autor:

    [E]st ms cerca de la crnica, porque es la trascripcin organizada de una experiencia personal contada en primera persona por el nico que la vivi. En realidad es una entrevista larga, minuciosa, completa, que hice a sabiendas de que no era para publicar en bruto sino

    para ser cocinada en otra olla: un reportaje. (Mrquez, 2001: sin paginacin)

    El Relato... es de hecho un reportaje escrito en primera persona, dnde el periodista

    cumple el papel de transmitor. La maestra consiste en este caso en la organizacin de

    materiales: creacin de suspenso, entrecruzamiento de emociones para atraer al lector, en

    otras palabras: contar bien una historia verdadera. Es, entonces, la forma y no los hechos

    mismos que han sido influidos: presentados con una transposicin de las ideas imaginativas

    del escritor. La historia y el protagonista, co-autor del reportaje, garantizan su veracidad. La

    Noticia de un secuestro es otro ejemplo del reportaje puro (Mrquez, 2001: sin paginacin)

    siendo una reconstruccin del los secuestros que tuvieron lugar en Colombia en el ao 1990,

    interpretados por el reportero: enriquecida en explicaciones concisas de los motivos y el

    contexto de los hechos.

    Otra es la situacin de la Crnica de una muerte anunciada, y el mismo Mrquez

    parece indeciso sobre su categorizacin. En la respuesta que di en la revista Cambio, para

    aclarar las dudas en cuanto a los gneros que ha ejercido, declara que,

    Crnica de una muerte anunciada sera ms un reportaje que una crnica. Es la reconstruccin dramtica del asesinato (...) -del cual no fui testigo (...) No es en rigor una crnica (...) sino un episodio histrico protegido de la curiosidad pblica por el anonimato de los lugares y las identidades y los nombres cambiados de los protagonistas, pero con una fidelidad absoluta a

  • 21

    las circunstancias y los hechos. De modo que no sera legtimo revindicarlo como un reportaje formal pero s como un modelo vlido del gnero (Mrquez, 2001: sin paginacin).

    Sin embargo, en una entrevista para el Pas del ao 1981 expone que Crnica de una

    muerte anunciada es su mejor novela y que aunque afirma haber utilizado la tcnica de

    reportaje, declara que en la novela ya no queda del drama mismo o de los personajes sino el

    punto de partida, la estructura (Mrquez, 1981: sin paginacin). Segn Mrquez los hechos

    descritos estn traspuestos poticamente (Mrquez, 1981: sin paginacin).

    Cul es entonces el lugar de los hechos reales o la realidad real en los textos de

    Mrquez? Segn Mario Vargas Llosa la maestra de Mrquez no consiste en la creacin sino

    en la transformacin; por eso le adscribe los nombres de suplantador de Dios o esclavo de

    la realidad real (Vargas Llosa, 1971: 112). Para explicar la teora de Vargas Llosa cabe citar

    un fragmento de su texto: As, respecto a la materia de su mundo ficticio, ni siquiera es un

    creador: se apropia , usurpa, desvalija la inmensa realidad, la convierte en su botn (...). Es por

    el uso que hace de sus hurtos que el suplantador de Dios puede convertirse de plagiario en

    creador (Vargas Llosa, 1971: 110).

    Pertenece entonces el periodismo de Mrquez en la esfera de puro plagio o es ya

    una suplantacin de los hechos para que el reportaje sea an mejor que la vida (Mrquez,

    2001: sin paginacin)? Esta pregunta permanece en estrecha relacin con la observacin de

    Susana Rotker que indica la identificacin convencional de lo esttico con lo ficticio. Por este

    motivo, en bsqueda del estilo propio o subjetividad, la literatura tenda de alejarse del

    mundo de los acontecimientos asociado con un objetivismo estril (Rotker, 2005:130). La

    cuestin de suplantacin es entonces, en realidad, la imposicin de la subjetividad del escritor

    sobre la supuesta objetividad de los hechos, la bsqueda del propio estilo, propio punto de

    vista para trasponer los hechos reales. En el caso de la Crnica de una muerte anunciada

    Mrquez opina que su versin de los acontecimientos es mejor que la de los otros periodistas,

    porque, como alega: el drama de mi libro [...] est ms controlado, ms estructurado

    (Mrquez, 1981: sin paginacin). Explica que el punto de partida de los hechos es el mismo,

    pero la evolucin difiere considerablemente (Mrquez, 1981: sin paginacin).

    El cambio de la categorizacin desde la novela (1981) hasta el reportaje (2001) puede

    suscitar dudas: si Mrquez durante los 20 aos y tras la inauguracin de la Fundacin

    redefini el periodismo y reinterpret su obra conforme con los lmites del periodismo

    literario? O, tal vez, su creacin es tan fronteriza por su naturaleza que le cuesta definirla y

    limitar en uno de los gneros? El ejemplo de la Crnica de una muerte anunciada, tratada

    conforme con la declaracin posterior, sugiere otra pregunta, ms importante para el

  • 22

    periodismo literario en general: hasta que punto la realidad real puede ser transpuesta

    poticamente para permanecer real? o, en otras palabras, cun lejos el reportero puede

    distanciarse de las informaciones verificables para transmitir lo esencial de la realidad

    descrita?

    Todas estas preguntas indican la cuestin crucial de los lmites del periodismo y la

    literatura. En Mxico en en ao 2001, durante el taller que Ryszard Kapuciski realizaba con

    los jvenes periodistas, Gabriel Garca Mrquez le hizo una pregunta significativa: si un

    periodista tiene derecho a pintar una lgrima en los ojos de una viejecita triste que aparece

    en un reportaje, aunque en realidad no llegara a verter esa lgrima? Pintarla para reforzar el

    efecto literario. (Mrquez, 2001 en Jaimie, 2013). Esta cuestin resulta ser de inters e

    importancia especiales para el periodismo literario porque abarca el tema crucial para los

    nuevos periodistas, el de la tica del oficio.

    La cuestin de la lgrima pintada es un ejemplo, pero muy simblico, al

    considerar la variedad de procedimientos a que los periodistas recurren. Por lo general existen

    dos opiniones opuestas que intentan responder a la pregunta sobre el papel de imaginacin o

    intuicin del reportero en la creacin de su obra, que explicar sirvindome del contexto

    polaco en el cual la cuestin es muy actual. Los partidarios de una opcin consideran la

    rigurosidad y la exactitud a los hechos como el valor ms importante. Zbigniew Stolarek

    alega que un reportero no debe entrar en los pensamientos o la vida interna de los

    protagonistas, es decir, traspasar la esfera verificable; el periodista slo tiene acceso a las

    palabras y el comportamiento de las personas y es ello en que se debera fijar (Zbigniew

    Stolarek, 1954 en Wolny- Zmorzyski, 2004: 15-16). Se exige tambin que el lector est

    informado de todas las intervenciones en los hechos, como cambio del nombre del

    protagonista o del lugar; la omisin de algunas informaciones debe ser explicada y justificada

    por el reportero porque al clasificar su texto como reportaje entra con el lector en un pacto de

    credibilidad solvente de los hechos y personas descritas (Wolny- Zmorzyski, 2004: 15). El

    periodismo puede entonces llevar una denominacin de literario, narrativo o nuevo, pero esto

    no cambia el requerimiento esencial de la exactitud protocolar.

    Existe tambin otra tendencia que en su versin ms radical afirma que,

    siguiendo la opinin de Wakowicz, el autor de reportaje necestia principalmente de una

    imaginacin exuberante enriquecida por los hechos, porque los hechos pueden ser sacados

    de la imaginacin y experiencia (Wakowicz, 1977 en Wolny- Zmorzyski, 2004: 16). Lo

    que quieren transmitir citadas afirmaciones es la necesidad de proporcionar al reportaje el

    valor aadido de la sabidura e intuicin del periodista, siempre con la intencin de transmitir

  • 23

    la verdad tal como este la percibe. Para aclarar el planteamiento es preciso recurrir a la

    comparacin hecha por el mismo Wakowicz quien da el ejemplo del cuadro pintado en

    panorama: en el primer plano hay una cerca verdadera (los hechos verificables) y en el resto

    de cuadro, su continuacin pintada (la creacin del reportero). Este ejemplo quiere transmitir

    la idea de que el empleo de la ficcin puede posibilitar al receptor la percepcin ms amplia

    de la esencia o el sentido de los hechos. (Wakowicz, 1977 en Wolny- Zmorzyski, 2004: 17)

    Egon Erwin Kisch, considerado por los periodistas y tericos polacos el iniciador del

    reportaje moderno, introdujo el concepto de la fantasa lgica, es decir la reconstruccin

    artstica de los hechos. Sin embargo, el mismo Kisch acenta que la fantasa puede influir tan

    slo el fondo de la historia pero el hecho central no puede ser inventado, porque sera una

    mentira (Wolny- Zmorzyski, 2004: 16).

    A mi parecer las dos tendencias presentadas corroboran la existencia de una polmica

    y el carcter problemtico de los gneros fronterizos. Los mismos autores a veces parecen

    contradecirse. Garca Mrquez responde a su propia, citada anteriormente pregunta de tal

    manera: El periodista tiene derecho a pintar esa lgrima para reflejar mejor la atmsfera del

    momento, el estado anmico del personaje descrito. Dnde est la traicin?... T tambin

    mientes a veces, verdad, Ryszard?. Si comparemos esta afirmacin con la que ya apareci

    en el primer captulo que el reportaje tiene que ser verdad hasta la ltima coma. (Mrquez,

    2001: sin paginacin) la frontera entre la verdad y la mentira, la ficcin y el hecho real resulta

    an ms borrosa.

    Quizas el perderse en los conceptos y el errar de los autores en sus mismas

    declaraciones surge del hecho que para tratar de los gneros que transcienden las fronteras

    convencionales se emplee el concepto de la ficcin que slo con estas convenciones cumple

    su papel? De hecho, los tericos ya se han ocupado de tratar esta cuestin. Albert Chilln

    siguiendo los corolarios derivados del giro lingstico afirma que todo acto de diccin es

    inevitablemente un acto de ficcin. (Chilln, 1998: 80). Esta conclusin la deriva de la

    naturaleza de palabra que al contener en s las informaciones tanto abstractas como

    sensoriales desempea la funccin de una imagen. Al hablar sobre la realidad ineludiblemente

    la imaginamos (Chilln, 1998: 81). El autor alegando a estas suposiciones no intenta justificar

    ni promover el nihilismo tico o la irresposibilidad del periodista frente a sus palabras, sino

    propone una nueva clasificacin, siguiendo grados y modalidades de ficcin. Su gradacin se

    extiende entre la enunciacin ficticia o ficcin explcita, donde la ficcin aparece como

    explcita o intencional; y la enunciacin facticia o ficcin tcita, en la cual el grado de ficcin

    es minimalizado hasta el nivel implcito o no intencional (Chilln, 1998: 82). Las gradaciones

  • 24

    dividen a cada uno de los mbitos delimitados: lo ficticio abarca desde la literatura realista,

    que quiere trasmitir la verdad esencial recurrindose a la creacin de la realidad posible; hasta

    la mentira intencional. Las enunciaciones facticias pueden aparecer en la forma documental y

    testimonial: ambas caracterizadas por su veracidad pero diferentes en cuanto a la

    verificabilidad que en el caso de la primera modalidad es alta y en el caso de la testimonial,

    escasa (Chilln, 1998: 82). Chilln coloca dentro del grupo documental la crnica y el

    reportaje, mientras en el testimonial la llamada literatura testimonial (Chilln, 1998: 82).

    Jacek Maziarski, indica dos posibles entendimientos de la ficcin: como mentira, algo que no

    tiene correspondiente real y como enunciaciones no asertorias privadas de la presin de

    convencimiento (Maziarski 1964: 147, en: Wolny- Zmorzyski, 2004: 17). El elemento de la

    ficcin en tales ocaciones tiene el papel de una metfora extendida que no debe sustituir o

    ocultar el relato de los hechos. En los casos de los reportajes que no usan ficcin como

    metfora Mazierski declara que lo importante es la probabilidad de los elementos aadidos

    (Maziarski 1964: 147, en: Wolny- Zmorzyski, 2004: 17).

    Resumiendo lo dicho de la ficcin y el periodismo, que, sin embargo, merece un

    comenteario ms extenso, se puede sacar las conclusiones de que, primordialmente, la

    oposicin: ficcin - no ficcin pierde su vigencia a favor de los diferentes sentidos y grados

    de la ficcin. Las suposiciones cruciales, que se puede sacar de la opinin de Maziarski

    pueden llevar a la conclusin de que la ficcin est admitida hasta tal lmite dnde no rompa

    el pacto con el lector para que este pueda diferir las informaciones cruciales, necesariamente

    basadas en los hechos, de la ficcin-metfora o detalles probables que no tienen que ser

    verificables. Para entenderlo mejor, veamos un ejemplo sacado de la Crnica: (...) una

    maana esplndida su patrulla se intern en territorio de guerrillas cantando canciones de

    putas, y nunca ms se supo de ellos (Mrquez, 1981: 36).

    La informacin verificable podra ser la siguiente: la patrulla desapareci en el

    territorio de guerrillas; es una informacin verificable que no dice nada del personaje y

    convierte su vida en una serie de acontecimientos. Sin embargo lo que importa no es la serie

    de acontecimientos sino el personaje que se halla detrs de ellas y la vida que no es plana

    como los datos. No es un dato verificable, pero el mensaje importante parece yacer en la

    probabilidad de que esto tuviera lugar. Puede ser que Pedro Vicario no desapareci cantando

    canciones de putas pero si a los que le conocan esto parecera probable puede ser ya una

    justificacin de inventarlo. Quizas si a l mismo se le hubiera presentado esta posibilidad, le

    parecera el final y resumen de su vida ideal. Tal vez Marquz quiso transimitir este sentido

  • 25

    tras afirmar que un reportaje puede llegar a ser mejor que la vida (Mrquez, 2001: sin

    paginacin).

    Como la Crnica de una muerte anunciada es un ejemplo problemtico por ser muy

    fronterizo, lo tratar como ejemplo en la anlisis de la literariedad de la narracin periodstica

    de Mrquez. Una de sus muestras puede ser detectada en la forma de retratar a los personajes

    o a las comunidades enteras. El lector llega a conocer a los protagonistas y las vicisitudes de

    sus vidas en tales pormenores que le pueden parecer inventados porque resultan tan completos

    como si fueran creados. El retrato de Santiago Nasar abarca la historia de su familia, su

    distraccin peculiar de disfrazar a las mujeres, sus dilogos con las sirvientas y hasta sus

    hbitos relacionados con entrar a casa. El lector puede conocer el sueo de su madre, los

    contenidos de las cartas, las historias peculiares, preocupaciones y anhelos de los

    protagonistas tanto principales como secundarios. La audacia del autor en caracterizar a los

    personajes, a veces ridiculizndolos con cierto cario, en entrar en sus sueos e historias,

    parece ms la resolucin de un escritor que inventa a sus personajes, que el trato realizado por

    parte de un periodista con pretensiones a la objetividad. Veamos un corto ejemplo: El alcalde

    haba sido antes oficial de tropa sin ninguna experiencia en asuntos de justicia, y era

    demasiado fatuo para preguntarle a alguien que lo supiera por dnde tena que empezar.

    (Mrquez, 1981: 32)

    Es admisible para un periodista decirle al lector que un acontecimiento sucedi

    porque alguien era demasiado fatuo? En estas y similares situaciones el lector puede sentir un

    choque, sabiendo que se trata de los hechos y personajes verdaderos y encontrando tanta

    disconformidad con su expectativa convencional del objetivismo. Es adems reconocible que

    la Crnica... est pretendiendo a un valor aadido a el de contar una historia, contiene varios

    elementos que indican su carcter metaliterario. En la entrevista para El Pas Mrquez seala:

    lo que a m me interesa, y creo que debe interesar a los crticos, es la comparacin entre la

    realidad y la obra literaria (Mrquez, 1981b: sin paginacin). Este valor sobreescrito se hace

    notar en la respuesta de ngela Vicario preguntada por su relacin a Santiago Nasar: Fue mi

    autor (Mrquez, 1981a: 42). En este fragmento la intervencin del escritor se hace muy

    visible rompiendo con la verosimilitud de los dilogos. Las declaraciones del mismo

    Mrquez, que tuv que esperar aos para que sucedieran ms acontecimientos que le

    permitieran comprender mejor la historia (Mrquez, 1981b: sin paginacin), junto con las

    intromisiones en el mismo texto, como: este dato, como muchos otros, no fue registrado en

    el sumario y las detalladas informaciones (Mrquez, 1981: 23a), parecen indicar la veracidad

    de los hechos y un trabajo periodstico minucioso como base del texto.

  • 26

    La mayor confusin, sin embargo, yace en la lgica interna del texto que rompe tanto

    con las convenciones narrativas de la novela como las periodsticas. El modo de adelantarse a

    la noticia: la fragmentacin y difusin de los hechos, repeticiones y la ruptura con la

    cronologa, siendo la prolepsis la base de la digesis; no tiene nada que ver con las exigencias

    genricas de la crnica. Al mismo tiempo la Crnica... se nutre de demasiada incertidumbre

    como para una novela. (Neyret, 2010:8) Si, conforme con Chilln, entendemos la verdad en

    sentido de la realidad objetiva como un acuerdo intersubjetivo resultante del pacto entre las

    realidades subjetivas particulares (Chilln, 1998: 71); entonces en la Crnica de una muerte

    anunciada Marquz nos invita a tomar parte en las mismas negociaciones de este acuerdo. El

    texto est repleto de referencias a las opiniones y afirmaciones contradictorias de los

    miembors de la sociedad involucrados en los acontecimientos junto con los recuerdos del

    mismo reportero. El mismo Mrquez aparece en el texto en formas diferentes. Como un

    testigo, miembro de la sociedad que participa, sin saberlo, en el drama y luego intenta

    investigarlo errando con el lector en las maraas de informaciones, es un protagonista que

    cumple el papel de periodista. Pero el Mrquez-protagonista es una creacin o recreacin de

    Mrquez narrador o suplantador que ya posee el conociemiento de los acontecimientos y

    organiza las informaciones, lo cual le acerca ms bien a un narrador omnisciente.

    Todo lo dicho puede ser bien resumado en la observacin de Neyret:

    Crnica de una muerte anunciada genera su propio principio de coherencia en esta fragmentacin, que no es otra cosa que la puesta en escena de la tensin entre periodismo y novela. Segn el caso, es decir, segn la lectura, a la vez complace y defrauda nuestras expectativas: a quienes esperan una crnica en el sentido ms tradicional de la palabra, le opone un mosaico narrativo; y a quien espera las certezas de la lgica aristotlica de una novela, le ofrece [...] esa suma de versiones que caracterizan al periodismo.

    Neyret analizando el caso del texto de Mrquez propone otra clasificacin genrica

    que se encuentra ms en el mbito literario que periodsitco.

    En definitiva, Crnica... es una obra maestra de la novela periodstica porque se trata a la vez de metanovela, de metaperiodismo y, en definitiva, de la puesta en cuestin (y en abismo) de las posibilidades y de los alcances de los dos elementos que lo componen: novela y

    periodismo.

    Ser la novela periodstica otro nombre para designar el tipo de escritura que ejerca

    Truman Capote y, ms temprano, Rodolfo Walsh (si es que ejercan lo mismo)? O es que,

    siguiendo a Mrquez, hay que entender reportaje como una forma en que pueden caber todas

    las otras?

    Cabe mencionar a la observacin de Gonzlez que arroja nueva luz sobre el asunto:

  • 27

    Su presencia [del discurso periodstico] es significativa, sin embargo, no en forma determinista, sino como un ejemplo ms en una amplia estrategia de disimulo textual: el uso sistemtico de uno o mas discursos para ocultar a otros discursos, en una suerte de mimetismo textual que obstaculiza a la bsqueda de sentido del texto.[...] la novelstica hispanoamericana ha insistido con frecuencia en su veracidad periodstica tan solo para luego retirar lo dicho y oscurecerlo con elementos ficcionales. (Gonzlez en Neyret, 2010: 1).

    Es entonces la Crnica... una ficcin que disimula, usa el discurso periodstico para

    ocultar a otros discursos (Neyret, 2010: 2) o es un reportaje traspuesto poeticamente o

    enriquecido en un valor sobreescrito?

    Este dilema parece irresolvible, porque la tipologa genrica y, especialmente la

    pertenecencia al periodismo o a la ficcin, es un acuerdo entre el autor y el lector. Un leyente

    tiene poca posibilidad de verificar lo escrito, entonces puede confiar o no en lo que le declara

    el autor. El escritor por su lado puede esperar de su lector la sensibilidad suficiente para pasar

    la borde de la ficcin y ofrecerle otros valores, un mensaje sobreescrito, sin distorcionar a los

    hechos. Tal vez este es el caso de Mrquez y de su Crnica de una muerte anunciada que me

    parece uno de los ms complejos y difciles de resolver, pero muestra un lado del periodismo

    literario y uno de los posibles acercamientos a los hechos y los posibles problemas resultantes

    de su suplantacin.

    II.2. Elena Poniatowska y el periodismo de denuncia.

    Si consideramos que la creacin de Marquez surge de la necesidad de contar (Mrquez

    2001) para Elena Poniatowska los gneros periodstico-literarios sirven ms bien como

    medios para denunciar. Poniatowska adems de escribir las obras de ficcin explcitas, como

    lo clasificara Chilln, se dedic al periodismo y a la tarea afanosa de documentar la realidad

    de Mxico desde el punto de vista de los que ms la experimentan: dejando la voz al pueblo.

    En su vasta obra periodsitica destacan crnicas y libros testimoniales como La noche del

    Tlatelolco (1971), sobre la matanza estudiantil del ao 1968 y Hasta no verte Jess mo

    (1969), historia de la vida de una mujer de capas bajas que vivi los cambios que

    atormentaron Mxico durante la Revolucin.

    La autora define la funcin de la crnica, que podemos entender ms ampliamente

    como el periodismo narrativo, en el contexto social latinoamericano con las siguientes

    palabras:

    La crnica en Amrica Latina responde a una necesidad: manifestar lo oculto, denunciar lo indecible, observar lo que nadie quiere ver, escribir la historia de quienes aparentemente no la

    tienen, de los que no cuentan con la menor oportunidad de hacerse or. La crnica refleja ms

  • 28

    que ningn otro gnero los problemas sociales, la corrupcin de un pas, la situacin de los olvidados de siempre (Poniatowska, 2012: sin paginacin).

    La misin de traer a la luz la situacin de los oprimidos, de denunciar la injusticia y

    documentar la historia de tal manera como la han sufrido los desamparados, en otras palabras,

    la tarea de escribir la historia en nombre de los vencidos, es una vocacin compartida por

    muchos escritores y periodistas o escritores-periodistas latinoamericanos. Entre otros se puede

    mencionar a Jos Joaqun Blanco, Fabrizio Meja Madrid o Toms Eloy Martnez... Los

    comprometidos como los nombra Poniatowska se dedican a la investigacin para

    proporcionar informaciones no divulgadas por la prensa oficial; son comprometidos,

    adems, por la vinculacin inevitable de su experiencia a la experiencia colectiva de las

    personas cuyo destino pretenden describir (Poniatowska, 2012). Este enfoque encuentra su

    forma ms inherente en la literatura testimonial. Poniatowska explcalo de tal manera:

    Si en Mxico y en Amrica Latina el auge del testimonio es grande, es porque en nuestros pases todava hay grandes zonas por descubrir, todava es palpable la orfandad de grandes minoras sociales. No creo que pretendamos dar voz a quienes no la tienen (...), porque su voz barre con todos nosotros (Poniatowska 2012).

    Las palabras de Poniatowska parecen confirmar las observaciones de Waisbord (2000)

    que estudia el periodismo de guardia (watchdog journalism) en Amrica Latina. Su propsito

    yace en investigar y denunciar los delitos y abusos cometidos por los que gozan del poder.

    Waisbord analiza la sorprendente popularidad y xito del periodismo de denuncia cuyo

    surgimiento, segn el autor, ha sido siempre desfavorecido por las circunstancias econmicas

    y polticas de los paises latinoamericanos (Waisbord, 2000: 14). La visin de Waisbord puede

    resultar algo parcial, porque al comparar el periodismo latinoamericano con el estadounidense

    parece valorar y poner como ideal el segundo, sin embargo aporta unas conclusiones

    importantes para nuestro tema. El autor a cada paso subraya que las circunstancias histricas

    han contribuido a la formacin de tan diferentes acercamientos y entendimientos del

    periodismo que debemos tratar no de un periodismo, sino, varios que se nutren de diferentes

    valores: periodismo de guardia es uno de ellos. (Waisbord, 2000: 122).

    Uno de los determinantes que analiza Waisbord es el acercamiento al objetivismo el

    fetiche del periodismo [norte]americano. Objetivismo, segn el autor, puede ser entendido de

    dos maneras. El primer entendimiento est basado en el realismo ingenuo y creencia en la

    existencia de una realidad comn y unvocamente perceptible que puede ser transmitida por el

    periodista transparente. Mencionada conviccin, ya descartada por la filosofa de la lengua, ha

    sido rechazada tambin por los periodistas que reconocieron la subjetividad como una

  • 29

    condicin inevitable. La objetividad logr entonces nuevo entendimiento, como el uso de las

    determinadas proceduras y convenciones para aprehender la realidad, propio para el

    periodismo norteamericano (Waisbord, 2000: 120). El objetivismo procedural es un

    conjunto de normas en el trabajo del periodista para reducir al mnimo la influencia de su

    subjetividad: valores, opiniones etc. (Waisbord, 2000: 120). Waisbord considera que el

    periodismo de investigacin en Amrica Latina siempre ha sido ms una tribuna poltica que

    una fuente de informacin imparcial, escogiendo preferiblemente la relatividad vinculada

    ideologicamente que la objetividad (Waisbord, 2000: 8). La declaracin de un periodista

    peruano, Cesar Hildebrandt, citado por Waisbord, representa este tipo de actitud:

    Estoy en contra de la objetividad. Sin el tribunal constitucional y con las desapariciones, las

    torturas y la incertidumbre sobre el pas, no hay otra alternativa que el periodismo en las trincheras (Hildebrandt en: Waisbord, 2000: 147).

    El periodismo de guardia que goza de la popularidad significativa en paises

    latinoamericanos no se excluye de la realidad descrita, no guarda distancia con el pueblo, su

    voz barre con la voz de periodistas que transmiten las informaciones para actuar. Este

    enfoque en la actuacin poltica influye las formas ejercidas. Si el periodismo norteamericano,

    con su objetivismo procedural, tiende a tener un enfoque cientfico a los hechos, para los

    periodistas latinoamericanos los hechos tienen valor jurdico: denuncian, cumplen el papel de

    evidencia (Waisbord, 2000: 128). As Waisbord explica la popularidad del testimonio que es

    una forma de evidencia, testificacin por parte de los testigos o vctimas de los abusos. Lo

    crucial en el periodismo de guardia latinoamericano es su identificacin con las vctimas lo

    cual admite la objetividad entendida como equilibrio de las fuentes, pero no admite la

    imparcialidad (Waisbord, 2000: 149). Waisbord subraya tambin el arraigo del periodismo en

    la literatura y muchas formas en que los hechos y sus interpretaciones pueden ser presentadas.

    Para ver las diferentes formas testimoniales basta mirar las obras de Elena Poniatowska.

    La Noche de Tlatelolco: testimonios de historia oral es un libro en su forma muy

    original. Difiere de la estructura convencional del testimonio o crnica. Poniatowska, para

    tratar de las matanzas estudiantiles en 1968, escogi la forma de recopilacin de citas. La voz

    de la autora casi no aparece; en cambio, su maestra consiste en la recopilacin, seleccin y

    organizacin de los testimonios para que formen una narracin completa, con la introduccin,

    nudo y desenlace.

    La narracin polifnica introduce al lector en el mbito de la poca, las

    preocupaciones, la moda, los pensamientos y movimientos, en otras palabras: los antecedentes

    de los acontecimientos. El lenguaje es una mezcla de palabras jurdicas y cultas sacadas de

  • 30

    las universidades con el argot de la calle. Algunas citas contienen referencias a los sucesos

    posterires, pero la mayora refleja el mbito de esperanza, inquietud y envolucramiento social

    en la lucha contra el gobierno. El lector ya familiarizado con los jvenes involucrados en el

    movimiento, sus aspiraciones y ancdotes, al marchar con ellos a la plaza de Tatelolco choca

    con la atrocidad de la matanza y represiones polticas. Los participantes, testigos y familiares

    de los asesinados inundan el relato con su narracin denunciante. Unas voces aparecen

    repetidamente de manera que el lector puede reconocerlos y interesarse por sus historias

    concretas. En la ltima parte del libro hay una escalacin de brutalidad. Como observa Parodi

    (2008:129) se leen reiteradamente palabras clave como sangre, disparos, balas, soldados,

    heridos, ametralladoras, cuerpos, infierno.

    La obra Noche de Tlatelolco es un ejemplo que demuestra la funcin y la importancia

    del periodista en el espacio de autora. Aunqu la periodista depende de sus informantes cuya

    confianza y voluntad son imprescindibles; sus historias particulares no tendran nunca tanto

    impacto y conviccin sin no fuera por una literata que saba sacar su esencia, dar el orden y

    aumentar gradualmente la dramaturgia de los acontecimientos. Poniatowska, retirndose del

    relato sup transmitir los precedentes, los acontecimientos mismos y sus consecuencias, el

    mbito de la poca y el drama de los participantes solo con el manejo de citas. El uso de

    testimonio crudo como la materia primaria del texto confirma su veracidad a cada paso. La

    ausencia del narrador externo parece transmitir la idea de que los acontecimientos no

    necesitan ningn comentario, adems, de este modo la autora no se excluye del relato. Su voz

    barre con la voz de los entrevistados y es reconocible que no se retira por el intento haca la

    imparcialidad sino que pone todos los recursos para reforzar la denuncia de vcitimas con los

    cuales se identifica. El libro puede ser, entonces, tratado como un ejemplo cannico del

    periodismo de guardia que busca su arma en los hechos en la lucha social.

    Hasta no verte Jess mo tiene la forma convencionalmente ms asociada con el

    testimonio, es un aparente monlogo de una mujer iletrada de clase baja que cuenta su vida,

    cuya parte pas en el inquieto tiempo de la Revolucin Mexicana. Su vida puede ser

    considerada como representativa para un grupo de personas que viven en lan circunstancias

    similares, pero la personalidad de la protagonista y su independencia le dan un carcter

    propio. Sin embargo, la pregunta crucial que puede hacer un lector es la siguiente: si Jesusa

    Palancares es una persona o un personaje, es decir, protagonista? En otras palabras: si Jesusa

    del testimonio existe para transmitir una idea de autora o es la autora que transmite y depende

    del mensaje de Jesusa? Al parecer, Jesusa no es solamente un tpo, un medio para transmitir el

    destino del pueblo mexicano. Como observa Lagos-Pope, su singularidad yace en su fuerza

  • 31

    particular, su rebelda frente a la opresin no solo de la clase menos privilegiadas frente a los

    poderosos, sino tambin la sumisin de la mujer frente al hombre; intransigencia que no la

    permite caer en el fondo de sus circunstancias histricas, sino dominar el relato. (Lagos-Pope,

    1990: 248). A lo largo del texto aparecen elementos que revelan el dilogo oculto: un

    interlocutor invisible a quien se dirige la protagonista. Poniatowska muchas veces presentaba

    a Jesusa real, publicando sus fotografas, refirindose a ella como a la autora del texto (Lagos-

    Pope, 1990: 246), es tambin conocida la manera en la cual el libro fue creado: mediante

    investigacin, varias y repetidas entrevistas acumuladas durante aos. Sin embargo en 1978

    Poniatowska confes no solo haber seleccionado el material, sino tambin haber indtroducido

    cambios en la vida de Jesusa.

    Utilice las ancdotas, las ideas y muchos modismos de Jesusa Palancares pero no podria afirmar que el relato es una transcripcin directa de su vida porque ella misma lo rechazara. Mat a los personajes que me sobraban, elimin cuanta sesin espiritista pude, elabor donde me pareci necesario, pod, cos, remend, invent (Poniatowska, 1978: 10; en Lagos-Pope, 1990: 248).

    Tomando en cuenta citada afirmacin, Jesusa se parece ms a una protagonista, con su

    vida remendada por la autora que incluso inventa una entrevista de Jesusa con Zapata,

    motivndolo por el hecho de que l era la nica persona de la Revolucin a quien la mujer

    admir (Lagos-Pope, 1990: 250). El lenguaje vulgar que utiliza Jesusa pud ser inspirado por

    la experiencia de Poniatowska y sus recuerdos de las nanas y mujeres con quienes se form

    (Lagos-Pope, 1990: 250). Ser un ejemplo de lo que Wakowicz denomin como los hechos

    sacados de la imaginacin y experiencia? (W