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159 ÍCONOS 28, 2008, pp. 159-175 María Cuvi Sánchez y Laura Buitrón Aguirre Pensamiento feminista y escrito de mujeres en el Ecuador: 1980-1990 UNIFEM-UNICEF, Quito Ecuador, 2006, 165 págs. Theuth, el dios egipcio que creó las artes y las letras, para entregarlas al pueblo argumentó ante el rey Thamus sobre la utilidad de la es- critura: “Este conocimiento hará más sabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha in- ventado como un fármaco de la memoria y la sabiduría”. Recordé este mito de Platón al leer Pensamiento feminista y escritos de las mujeres en el Ecuador: 1980-1990, libro que acaba de ser publicado por Unifem y Unicef, agencias de Naciones Unidas. Es que se trata aquí de la memoria. No del hecho fisiológico, tan frágil como nuestra con- dición humana, sino de aquella creada para contrarrestar esa fragilidad, precisamente; la memoria que se perenniza con la escritura, que impide olvidar y permite dimensionar cuanto hicimos y a quienes quisimos o no quisimos. Sus autoras, María Cuvi Sánchez y Laura Buitrón Aguirre, feministas de esa década y actoras del movimiento de mujeres que se forjó entonces, desde sus correspondientes lu- gares -la academia y la documentación- invir- tieron más de un año de investigación, de in- tercambio de puntos de vista, ideas y recuer- dos, para entregarnos un libro que reseña 282 artículos periodísticos, ensayos, libros, boleti- nes de 102 ecuatorianas y unas cuantas extra- jeras que siguen en nuestro país. Pero más allá del inteligente y cuidadoso trabajo de investigación, catalogación, inter- pretación desde lo teórico y lo vivencial, hay una intención más sugerente aún: que no se olvide lo que pensamos e hicimos algunas mujeres de esa década, lo que escribimos en torno a cuatro temas: violencia contra las mu- jeres, cuerpo y sexualidad, organización y participación. Si no, la investigación y el libro habrían sido más grandes, y más archivos ha- bría en el CD que reproduce más de medio centenar de artículos de 29 autoras, y folletos institucionales sobre organización y sobre la primera campaña nacional contra la violencia a las mujeres, que inició los años 90. Por lo mismo, permite descubrir o redes- cubrir, dimensionar y valorar, pensamientos y acciones, pero sobre todo, saber que hay an- tecesoras en la construcción de una historia colectiva que aún parece insignificante a los ojos de una sociedad todavía patriarcal y an- drocéntrica, porque sigue creyendo que el pensamiento y el hecho masculinos son la vara que mide lo humano. Es un libro que implica reconocimiento a lo que escribieron e hicieron las mujeres de una década, aquellas que de una u otra manera fueron arte y parte de la construcción del movimiento que marcó la siguiente y las mostró como nuevas actoras sociales. No hay nostalgia ahí, sino va- loración de una historia colectiva, que puede ser punto de partida de otros estudios. Un abrebocas, lo llama María Cuvi, sobre todo para quienes piensan, como las autoras y yo, que “lo nuevo se crea visitando y consumien- do lo antiguo”, según la cita que abre el libro. Por la memoria también se celebra. Alexandra Ayala Marín Reseñas

María Cuvi Sánchez y Laura Buitrón Aguirre

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159ÍCONOS 28, 2008, pp. 159-175

María Cuvi Sánchez y Laura Buitrón AguirrePensamiento feminista y escrito demujeres en el Ecuador: 1980-1990UNIFEM-UNICEF, Quito Ecuador, 2006,165 págs.

Theuth, el dios egipcio que creó las artes y lasletras, para entregarlas al pueblo argumentóante el rey Thamus sobre la utilidad de la es-critura: “Este conocimiento hará más sabios alos egipcios y más memoriosos, pues se ha in-ventado como un fármaco de la memoria y lasabiduría”. Recordé este mito de Platón al leerPensamiento feminista y escritos de las mujeresen el Ecuador: 1980-1990, libro que acaba deser publicado por Unifem y Unicef, agenciasde Naciones Unidas. Es que se trata aquí de la memoria. No delhecho fisiológico, tan frágil como nuestra con-dición humana, sino de aquella creada parac o n t r a r restar esa fragilidad, precisamente; lamemoria que se perenniza con la escritura, queimpide olvidar y permite dimensionar cuantohicimos y a quienes quisimos o no quisimos.

Sus autoras, María Cuvi Sánchez y LauraBuitrón Aguirre, feministas de esa década yactoras del movimiento de mujeres que seforjó entonces, desde sus correspondientes lu-gares -la academia y la documentación- invir-

tieron más de un año de investigación, de in-tercambio de puntos de vista, ideas y recuer-dos, para entregarnos un libro que reseña 282artículos periodísticos, ensayos, libros, boleti-nes de 102 ecuatorianas y unas cuantas extra-jeras que siguen en nuestro país.

Pero más allá del inteligente y cuidadosotrabajo de investigación, catalogación, inter-pretación desde lo teórico y lo vivencial, hayuna intención más sugerente aún: que no seolvide lo que pensamos e hicimos algunasmujeres de esa década, lo que escribimos entorno a cuatro temas: violencia contra las mu-jeres, cuerpo y sexualidad, organización yparticipación. Si no, la investigación y el librohabrían sido más grandes, y más archivos ha-bría en el CD que reproduce más de mediocentenar de artículos de 29 autoras, y folletosinstitucionales sobre organización y sobre laprimera campaña nacional contra la violenciaa las mujeres, que inició los años 90.

Por lo mismo, permite descubrir o redes-cubrir, dimensionar y valorar, pensamientos yacciones, pero sobre todo, saber que hay an-tecesoras en la construcción de una historiacolectiva que aún parece insignificante a losojos de una sociedad todavía patriarcal y an-drocéntrica, porque sigue creyendo que elpensamiento y el hecho masculinos son lavara que mide lo humano. Es un libro queimplica reconocimiento a lo que escribieron ehicieron las mujeres de una década, aquellasque de una u otra manera fueron arte y partede la construcción del movimiento quemarcó la siguiente y las mostró como nuevasactoras sociales. No hay nostalgia ahí, sino va-loración de una historia colectiva, que puedeser punto de partida de otros estudios. Unabrebocas, lo llama María Cuvi, sobre todopara quienes piensan, como las autoras y yo,que “lo nuevo se crea visitando y consumien-do lo antiguo”, según la cita que abre el libro.Por la memoria también se celebra.

Alexandra Ayala Marín

Reseñas

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Ana María Goetschel, compiladoraOrígenes del feminismo en elEcuador.AntologíaFlacso-Ecuador, CONAMU, MDMQ, UNI-FEM, 2006.

La presente antología recoge una serie de es-critos de mujeres que sentaron las bases delfeminismo en Ecuador, desde finales del sigloXIX hasta mediados del XX. Una de sus prin-cipales riquezas es de tipo metodológico: con-siste en el trabajo histórico de recopilaciónque está detrás de este esfuerzo, y que va másallá de las historiografías tradicionales, orien-tándonos hacia una sensibilidad y necesidadpor acopiar la producción de las mujeres. Apartir de esta sistemática pero también azaro-sa recopilación -sobre todo por el dificultosotrabajo que implica la revisión de archivos yselección de fuentes primarias- Ana MaríaGoetschel pretende ubicar, en los textos com-pilados, los discursos sociales de lo que podrí-an ser las raíces del feminismo en el Ecuador.

Una segunda riqueza del trabajo, que sedeja ver tanto en la selección de textos comoen el estudio introductorio, consiste en unacercamiento analítico que da cuenta de lasmaneras cómo podríamos entender la exis-tencia del/de los feminismo(s) en el país. En

ese sentido, este libro nos ayuda a compren-der, situándonos históricamente, los orígenesde los feminismos ecuatorianos a partir de lasvoces de las actoras y también, ineludible-mente, desde la necesidad de auscultar suspensamientos según su inserción y posiciona-miento en la vida social y política de la época.Estas dos entradas, la metodológica y la ana-lítica, vuelven al texto una herramienta im-portante para percibir e indagar la historia delpensamiento de las mujeres.

Desde una lectura habermasiana de la es-fera pública, la compiladora quiere remarcarla importancia de la producción de las muje-res “en un espacio discursivo donde se deba-ten asuntos públicos”. Sin embargo, reco-giendo la relectura que Nancy Fraser (1997)1

hiciera de Habermas, lo significativo es ins-cribir la noción de esfera pública como una“multiplicidad de públicos” que permitan en-tender, efectivamente, los distintos espaciosde producción de las mujeres que no se en-cuentran necesariamente dentro de un espa-cio discursivo dominante o hegemónico. Estaidea central va articulada, al mismo tiempo,con el trabajo histórico realizado, basado enla larga y comprehensiva experiencia de AnaMaría en los campos de la historia social y delpensamiento de las mujeres. Así, los textos re-cogidos se expanden en varios puntos de vistaacuñados desde periódicos, revistas especiali-zadas, demandas específicas de mujeres parti-culares, algunas conocidas, otras no tanto. Eneste marco, también se vuelve necesario inda-gar en los feminismos -en plural- como unagama abierta de discursos y sentidos que po-sibilitan la visibilidad de las “diversas perspec-tivas y posiciones” de la mujeres.

Vale anotar que gran parte del material re-copilado y analizado se compone de textos es-critos por mujeres ilustradas y de clase media.

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1 Nancy Fraser, 1997, Iustita Interrupta. Reflexiones crí -ticas desde la posición postsocialista, Siglo delHombre-Universidad de los Andes, Bogotá.

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Surge, entonces, un nuevo problema metodo-lógico: ¿cómo recuperar las historias orales demuchas otras mujeres que tempranamentecontribuyeron a construir una plataformapara el feminismo, pero que no dejaron lega-dos escritos? La compiladora reconoce esta li-mitación y anota, otra vez desde su marcoanalítico, la importancia de entender las desi-gualdades en los espacios deliberativos, lasmaneras cómo los públicos se fragmentan ycómo se crean, a la vez, públicos paralelos.Por esta razón, y tratando de recuperar la ri-queza de la historia oral, añade a la antologíados entrevistas realizadas a dos mujeres indí-genas cuyo papel es sustancial en el feminis-mo de las primeras décadas del siglo XX:Dolores Cacuango y Tránsito Amaguaña2.

Ana María Goetschel indaga las diversasposiciones de las mujeres dentro de los espa-cios públicos desde dos nudos centrales. Elprimero atañe a “El feminismo y la política” yel segundo a “Las mujeres, la educación y eltrabajo”. Estos hilos de análisis van precedi-dos de una inicial referencia que, situándonosa finales del siglo XIX, es lo que permite vis-lumbrar la palabra de las mujeres: se trata dedos escritos de Do l o res Veintimilla deGalindo (“Necrología” y “Al público”) con loscuales se sitúan las primeras exigencias o “elreclamo de la voz”.

El primer eje, “El feminismo y la política”,plantea una novedosa posición analítica paracomprender cómo se construye el feminismoen nuestro país. Varias lecturas sobre las si-tuaciones de las mujeres en Ecuador, e inclu-so en Latinoamérica, han sido analizadas fre-cuentemente desde una visión centrada en el“feminismo marianista”. Concretamente, esta

entrada ha tratado de explicar la posición delas mujeres desde una carga valorativa asenta-da en características morales y religiosas “pro-pias” de sociedades profundamente católicas,y se ha tomando como icono a la figura de laVirgen María. Esta posición, retomada porEvelyn Stevens (1973)3, configuró de maneraestigmatizada los acercamientos analíticospara comprender las relaciones sociales y degénero en culturas latinoamericanas. Sin em-brago, han existido críticas importantes paradesmantelar esta herramienta explicativa4.Este es el caso también del texto compiladopor Goetschel, que busca precisamente re-nunciar a esta limitada manera de advertir lassituaciones de las mujeres más allá de estascargas valorativas religiosas. Es precisamentedentro de esta problemática que la perspecti-va analítica de Goetschel se vuelve muy valio-sa. A diferencia de entender únicamente lasproducciones femeninas a partir de que po-dría llamarse un “feminismo marianista”, laautora ubica, desde el contexto del Ecuadorde las primeras décadas del siglo XX, una cajade herramientas abierta hacia la comprensiónde la diversidad de discursos públicos que lasmujeres generaban desde diferentes temáticasy enfoques. Es decir, busca comprender la“multiplicidad de públicos” generados desdelos discursos de mujeres para analizar el femi-nismo de la época no de forma unísona, sinomás bien “como resultado de un campo defuerzas en el que las autoras asumen posicio-nes distintas, incluso contrapuestas”.

Si bien es cierto que la producción de lasmujeres tuvo eco desde valores asignados por

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2 La autora destaca el trabajo realizado por Ne l aMartínez, José Yánez del Pozo, Oswaldo Albornoz yRaquel Rodas sobre la participación política dentrodel movimiento indígena de Dolores Cacuango yTránsito Amaguaña en la historia del país. Añade ade-más la importancia de la incorporación de los textosen lenguaje original (quichua).

3 Evelyn Stevens, 1973, “Marianismo: The Other Faceof Machismo in Latin America”, en Ann Pescatello,editora, Female and Male in Latin America, U. ofPittsburgh Press, Pittsburg.

4 Cfr. Norma Fuller, 1995, “En torno a la polaridadmarianismo-machismo”, en Lez Gabriela Arango, et.al., Género e identidad, TM, Bogotá; Marysa Navarro,2002, “Against Marianismo”, en Rosario Montayo,et. al., Genders place. Feminist anthropologies of LatinAmerica, Palgrave, Macmillan, USA.

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la iglesia católica, de allí el marianismo, tam-bién es cierto que se encuentran plasmadosdiscursos sobre la mujer y la patria, el sufra-gio, la paz y la participación política, elemen-tos ubicados en la compilación con la finali-dad de dar cuenta, efectivamente, de la im-portancia de situar los distintos punto devista de las producciones de mujeres o paramujeres. Y esto, ya sea a partir de revistascomo La Mujer y Hogar Cristiano o Alas,desde el poema “La Hija de la Patria” deLucinda Pazos o a partir de los discursos deJosefina Veintimilla, Victoria Vásconez Cuvi,María Angélica Hidrovo, Zoila Rendón deMosquera, Hipatia Cárdenas de Bustamante,Nela Martínez, Zoila Ugarte de Landívar, oRaquel Verdesoto, entre muchas más.

El segundo eje, “Las mujeres, la educacióny el trabajo”, sitúa los habitus y las estructurasmentales de la sociedad ecuatoriana sobre elrol de las mujeres y, además, las acciones con-cretas que desde la política formal o cotidianamarcaban su presencia. Esta doble relaciónestá estrechamente articulada con los roles delas mujeres en la educación y el trabajo. AnaMaría Goetschel ubica brevemente las formasen las que estas dos temáticas están presentesen las vidas de las mujeres y en la sociedad.Primeramente, se trata de situar a actoras es-pecíficas que son parte de este proceso: muje-res de clase media y alta que se benefician delas reformas sociales e, incluso, de varias rup-turas en las estructuras mentales que desdeinicios de la República van dando lugar atransformaciones propias de la época liberal.

En segundo lugar, el interés de la compila-ción es seguir indagando en la multiplicidadde discursos que oscilan desde las posicionesde las mujeres como madres y esposas a supapel como educadoras del hogar, pasandopor varias imágenes de la “mujer moderna”,ya sea como la obrera o la frívola seducida porlas tendencias de la moda, o concluyendo conformas de politización de su identidad desdesus lugares como trabajadoras. Aquí se sitúan

discursos de Dolores Sucre, Matilde Hidalgo,Alicia Jaramillo, Victoria V á s c o n ez Cu v i ,Zoila Ugarte de Landívar, entre otras.

Finalmente, el texto deja abierta la necesi-dad de seguir trabajando sobre la producciónde las mujeres e ir interpretando sus huellasdesde enfoques analíticos que nos permitancomprender los contextos históricos, las para-dojas y contradicciones de los discursos, lamultiplicidad de voces y posiciones.

La producción de mujeres ha existidosiempre. A veces, como Ana María, encontra-mos sus historias en arc h i vos históricos“hecho añicos”, otras tantas veces han dejadode existir o deambulan en las historias oralesdifíciles de registrar y seguir. Muchas mujeressiguen siendo anónimas. Otras son un fuerteejemplo de lucha y dignidad. La producciónde las mujeres se mezcla con cada particulartrayectoria de vida, de vida de mujer. Dejanmuchas veces de ser las musas inspiradores delos grandes artistas, compositores o pensado-res, para volverse, como invita esta compila-ción, ellas mismas las musas de sus hechuras.

Sofia Argüello Pazmiño

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Violeta MosqueraMujeres congresistas. Estereotipossexistas e identidades estratégicas,Ecuador 2003-2005Flacso-Ecuador Abya-Yala, Serie Tesis, 2006.

Nadie que lea el libro de Violeta Mosqueradejará de sentir una cierta incomodidad consu identidad y postura de género. Se verá con-frontado con los juegos de poder inscritos enlas representaciones de género de las cualestodos somos, de distinto modo, partícipes.Aunque la investigación se concentre en lasrelaciones entre diputadas y diputados en elámbito del Congreso Nacional, en los estere-otipos sexistas que median sus relaciones, lasluces del trabajo se proyectan sobre lo que po-dríamos llamar la cultura patriarcal de la so-ciedad ecuatoriana, sus rasgos, sus conteni-dos, sus modos de subordinar a la mujer den-tro de estructuras jerárquicas. Cuando son su-tiles, incisivos, minuciosos, atentos, los análi-sis de las representaciones penetran el abiga-rrado mundo de la subjetividad, para mos-trarnos la dimensión política de nuestras es-t ructuras mentales. El trabajo de Vi o l e t aMosquera expone desde una perspectiva críti-ca, feminista, exigente con su propio discurso

teórico y riguroso en el trabajo de observa-ción y sustentación empírica, esas estructurassubjetivas que regulan las interacciones entrehombres y mujeres.

La investigación tiene como propósitoanalizar los efectos de la llamada cuota políti-ca de las mujeres sobre las representaciones ylas prácticas de género en el Congre s o.¿Cambió o no la cuota las identidades de gé-nero? ¿Produjo o no una agenda parlamenta-ria de equidad? ¿Alteró o no los roles tradi-cionales de hombres y mujeres en el campode la práctica parlamentaria? Las respuestas aestas preguntas son más complejas y ambi-guas de lo que se podría esperar. El libro deVioleta Mosquera muestra que la cuota polí-tica, al haber politizado la noción de mujer -al haberla convertido en una categoría políti-ca- ha tenido una serie de consecuencias yefectos diferentes a los que se esperaba -diga-mos- desde una perspectiva feminista. Porejemplo, es claro que la cuota ha permitidoque un mayor número de mujeres sean elegi-das diputadas, pero ese aumento del númerode mujeres diputadas no se ha traducido enuna agenda parlamentaria por la equidad degénero; tampoco ha modificado sustancial-mente los roles que se reconocen a hombres ymujeres. Todo lo contrario, esos roles se repi-ten a la hora de asignar, por ejemplo, respon-sabilidades en las comisiones parlamentarias(lo económico y constitucional para los hom-bres, lo social para las mujeres).

Pe ro más allá de esas continuidades quee f e c t i vamente se observan, la categoría demujer ha entrado en juego en el campo parla-mentario como un recurso del que se hechamano para lograr diferentes objetivos: nego-ciar posiciones en comisiones, cuestionar al-gunos de los roles tradicionales de mujeres yh o m b res, ser manipulada por las propias mu-j e res para obtener ventajas, cuestionar estere o-tipos para permitir un reconocimiento másc l a ro de las diferencias de género, o para desa-tar formas de confrontación en torno a la mas-

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culinidad de los diputados. El estudio muestraque el espacio parlamentario ha sido alterado,tocado, por el despliegue y uso de la categoríapolítica de mujer. Su uso abre múltiples posi-bilidades de acción, un abanico de situacio-nes, a través de las cuales las mujeres se re p o-sicionan dentro del campo parlamentario,aunque, insisto, no siempre desde la perspec-t i va imaginada y deseada por el feminismo.

Las razones se explican bien en el libro. Lacategoría de mujer penetra en un campo po-lítico con una estructura definida, con unaslógicas de confrontación y lucha de intereses,con unas reglas y códigos preestablecidos,dentro de lo cual labra, abre, su propio desti-no, para decirlo de algún modo. A toda unacomplejidad de relaciones y conflictos exis-tentes, se añaden las nuevas dinámicas discur-sivas y prácticas generadas por la politizaciónde la categoría de mujer. Toda esa estructuraanterior se ve alterada por nuevos reacomo-dos, renegociaciones, luchas de espacios,como consecuencia de las acciones que des-pliegan las diputadas amparadas en el discur-so de género. Cada diputada tiene su propiodiscurso de género y en consecuencia haceuso de él de la manera que más conviene a suspropios intereses individuales y colectivos.Por eso, la pregunta que se formula el trabajono es tanto si la política cambia o no con eldiscurso de género detrás de la cuota, porquela respuesta es obvia: sí cambia. Lo que inte-resa saber es de qué modo cambia y si esecambio tiene un sentido emancipador.

El libro insiste a lo largo de sus páginasque la cuota no ha servido para posicionaruna agenda parlamentaria de equidad de gé-nero. Sería la principal debilidad y crítica quese la puede hacer. El debate que plantea tieneque ver con la relación entre reconocimientode derechos y representación política. Lacuota es un reconocimiento de los derechosde participación política de las mujeres enuna sociedad que los ha limitado histórica-mente.

Lo que ha ocurrido en el país, sin embar-go, es que si bien la cuota amplió los espaciosde participación de las mujeres, esa mayorparticipación no se tradujo en una represen-tación de los intereses de las mujeres en la so-ciedad y la política, de allí que no haya servi-do para posicionar una agenda de equidad degénero.

Tema complejo y apasionante el de la rela-ción entre representación y reconocimientode derechos políticos, puesto que vuelve aplantear los dilemas que encierra la represen-tación política en las democracias liberales.Los resultados del estudio muestran que lacuota ha sido interpretada y usada por lasmujeres no tanto para democratizar la repre-sentación cuanto para ejercer y ampliar susderechos de participación política. La amplia-ción del derecho significa incorporarse a uncampo del que fueron excluidas, pero no ne-cesariamente generar una representación delas mujeres que permita colocar una agendade equidad y de ese modo acercar más la po-lítica a los intereses de las mujeres. La am-pliación de los derechos políticos de las muje-res no produce necesariamente un cambio enla representación de las mujeres en la política.El trabajo explora tres causas de esa debilidad:a) la falta de acompañamiento del movimien-to de mujeres a la apertura del campo políti-co que produjo la cuota, b) la ausencia de undiscurso feminista de la diferencia a través delcual se pueda criticar la estructura del poderpatriarcal, y c) el predominio de una concep-ción liberal de los derechos políticos.

La falta de acompañamiento del movi-miento de mujeres permite que la aperturadel campo político sea neutralizada, reapro-piada, por los partidos. Esto explica, porejemplo, el peso de las identidades partidariasen la práctica parlamentarias de las diputadas.El resultado puede ser paradójico: las mujeresdiputadas representan los intereses de otrossujetos -en este caso sus partidos- pero no losintereses de las mujeres. Una posible explica-

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ción a esta suerte de anomalía es que la rei-vindicación de los derechos políticos de lasmujeres no se nutre de un discurso críticodesde el feminismo de la diferencia, que lesllevaría a reconocerse a las diputadas como unsujeto propio con demandas específicas fren-te al poder patriarcal, sino desde un discursoliberal a favor de las mujeres en tanto porta-doras de los mismos derechos individualesque los hombres. La democratización se en-tiende, desde esta perspectiva, como la uni-versalización de los derechos individuales,antes restringidos a los hombres, más quecomo una crítica de las estructuras del poderpatriarcal. De allí que un efecto de la cuotahaya sido abrir el espacio a mujeres con tra-yectorias políticas previas para ser postuladascomo candidatas a diputadas por sus parti-dos. La cuota les permitió dar ese paso que deotro modo habría sido muy difícil dentro desu propio partido. Abrió, pues, el espacio departicipación política dentro de los partidos.Las beneficiarias de esa apertura no serían lasmujeres en general sino las mujeres que hanhecho política dentro los partidos.

La pregunta que lanza el texto es si esta de-bilidad de la cuota se debe al predominio deuna matriz ideológica del individualismo li-beral desde la cual diputados y diputadas en-tiendan sus derechos y sus relaciones. Comose afirma a lo largo del texto, hay una ideolo-gía del género naturalizada, institucionaliza-da, sobre la cual diputados y diputadas defi-nen sus roles, establecen sus diferencias, ocu-pan posiciones. Esto me lleva a un punto dediscusión respecto del individualismo liberalen el marco de la cultura política ecuatoriana.Creo que la noción de individuo es una de lasgrandes ausencias de la cultura política ecua-toriana, que marca y define incluso las carac-terísticas de nuestra propia modernidad. Esaausencia limita e impide pensar la igualdaden su forma abstracta, en tanto individuosjustamente, por lo que me resulta difícil ad-mitir la existencia de la matriz ideológica del

individualismo liberal. La ausencia de unatradición liberal revela nuestra dificultad parareconocernos más allá de las clasificacionessociales, étnicas, de género, clase. Estamosatrapados en una sociedad jerárquica, en lacual el discurso de la igualdad de derechos in-dividuales es una retórica que no emancipa,tampoco genera espacios igualitarios ni con-sagra de modo efectivo derechos. Los diputa-dos y las diputadas no interactúan desde elindividualismo liberal sino desde posicionesde género establecidas por una cultura pa-triarcal. La cuota les ha dado unos recursospara abrir espacios nuevos de interacción conlos diputados, aunque ciertamente haya, enmuchos casos, solo un uso individual, priva-do, de ese derecho de participación. Pero aúnese uso individual sigue inscrito en una tramacompleja de relaciones de la cual el individuono logra emerger, no logra constituirse.

Felipe Burbano

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Judith Kimberling¿Modelo o Mito? Tecnología de puntao normas internacionales en loscampos petroleros de la OccidentalFLACSO-sede Ecuador, Abya-Yala, 2006,262 págs.

El proceso extractivo petrolero ecuatorianoha estado sujeto a una serie de vicisitudes téc-nicas, jurídico-políticas y sociales, que han te-nido incidencia local, regional, nacional e in-ternacional. Este hecho ha sido objeto deanálisis ponderados que han llevado a la con-clusión de que por ser frontera petrolera es“violenta”, y en este entorno ha sido la di-mensión socio-ambiental y su variable jurídi-ca la que ha signado la impronta del debatepúblico extractivo amazónico. Aquí radicaparticularmente la novedad de ¿ Modelo oMito? de Judith Kimerling, porque aborda sintapujos esta compleja realidad.

Considerando que el texto es producto deuna adaptación de artículos publicados en re-vistas académicas, y por basarse en un estudiogeneral de derecho internacional y normasprácticas socio-ambientales, es notoria la faltade aplicación de una rigurosa metodología in-ve s t i g a t i va, de una hipótesis a priori. Pe ro éstaes compensada por la experiencia y especialidadjurídica de Kimerling, que desde hace 15 años

viene actuando como disectora de la gestiónambiental de la industria petrolera ecuatoriana.

El texto tiene una estructura capitular quea b o rda la temática ambiental y jurídica a par-tir de una constatación empírica que le con-nota originalidad, sin excluir un básico abor-damiento teórico a nivel político-sociológicob re vemente abordado en el capítulo II, cuan-do trata sobre las Corporaciones, Na c i o n a l i -dades Indígenas y la Cu m b re de la Tierra. Po rejemplo, al señalar que a partir de la Cu m b reMundial (Río-92), auspiciada por Na c i o n e sUnidas (ONU), los re p resentantes industria-les pro m ov i e ron la idea de que las corporacio-nes internacionales podrían jugar un papelc l a ve en la aplicación del desarrollo sostenible.Sin embargo, se negaron a la implementaciónde un sistema de regulación básica ambientalinternacional, proponiendo en cambio la au-t o r regulación por parte de cada empresa y delas asociaciones de industria y comerc i o.Desde esta perspectiva, la Declaración de Ríoa p oyó el libre comercio y la globalización eco-nómica como medio para lograr el desarro l l osostenible y “a b o rdar en mejor forma los pro-blemas de la degradación ambiental” .

Ot ro punto sobresaliente tiene relación a lap a rticipación de los pueblos indígenas en lasactividades de desarrollo en el futuro, y queconsta en el Programa 21. Aunque para la au-tora es visible la decepción de los líderes indí-genas debido a que en dicha agenda los go-biernos se negaron a reconocer los derechos delos pueblos indígenas a la autodeterminacióny a sus territorios ancestrales. Y al contrario,e n f a t i z a ron la soberanía del Estado sobre losrecursos, y afirmaron el derecho soberano delos Estados de “a p rovechar sus recursos segúnsus propias políticas ambientales y de desarro-l l o”. En consecuencia, afirma Kimerling,desde la perspectiva de los pueblos indígenas,la imposición de actividades de desarrollo (ex-tractivistas) en sus territorios, sin su consenti-miento, viola sus derechos fundamentales.

En el Capítulo III se re f i e re a la Oc c i d e n t a lPe t roleum (OX Y) en el Ec u a d o r. El análisis

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c o m p a r a t i vo de la normativa ambiental ecua-toriana con la de la jurisdicción nort e a m e r i c a-na (análisis histórico período 1992-2001) per-mite verificar la existencia de una serie de va c í-os que pudieran ser considerados en un estu-dio complementario y en función de enrique-cer el análisis teórico. En lo concreto, el textoenuncia que según prensa norteamericana, unade las primeras iniciativas voluntarias por part ede una empresa petrolera transnacional, enfo-cada a la aplicación del “d e s a r rollo sostenible”en las comunidades indígenas de la Amazo n í a ,fue puesta en marcha en el Ecuador por laOX Y, según esta empresa, “a través de instala-ciones de primera clase, estrategias de estrictasmedidas para la protección del medio ambien-te y de decisivas iniciativas para estrechar re l a-ciones con las comunidades”. Se anota que an i vel local la empresa ofertó operaciones ino-f e n s i vas en términos ambientales debido a quesus operaciones estarían basadas en normas in-ternacionales y tecnología de punta.

La autora fundamenta que la OXY instru-mentó una política comunicacional en la quese presentó como un modelo de re s p o n s a b i l i-dad empresarial comprometido a proteger elmedio ambiente, respetar las culturas indíge-nas, ser un buen vecino y pro m over un desa-r rollo sostenible que fomente la autogestión.Pe ro en la práctica los enunciados publicitariospara nada concuerdan con el retrato que lacompañía utilizó, según la investigación decampo realizada en los pueblos Kichwa del en-torno petro l e ro empresarial, y cuyos re s u l t a d o sevidencian una serie de problemas y pre o c u p a-ciones que la autora aborda a lo largo del aná-lisis documental legal en el contexto del libro.

Un aspecto de fondo radica en que las cor-poraciones petroleras transnacionales se com-p ro m e t i e ron a cambiar sus prácticas y aplicarmedidas de protección ambiental y re l a c i o n e scomunitarias más allá de los requerido por elgobierno (anfitrión) nacional; es decir, cumplirvoluntariamente con las “normas internacio-n a l e s”, aplicar la “mejor práctica” la “t e c n o l o g í ade punta” de “clase mundial”. Por su parte, el

Estado no ha sido eficaz para hacer cumplir losc o m p rometimientos empresariales, en ciert aforma debido a que las leyes nacionales inclu-yen una serie de provisiones generales que, enteoría, re q u i e ren que las compañías petro l e r a scumplan con “normas internacionales” no es-pecificadas. En ese sentido, los oficiales de lase m p resas señalaron sus obligaciones y re s p o n-sabilidades éticas y no las jurídicas.

El rigor analítico de Judith Kimerling in-volucra a los gobiernos de turno y al Estado,expresando que no han sido capaces de pro-mulgar normas ambientales eficaces ni deaplicar controles ambientales significativos.En consecuencia -afirma- no se puede admi-tir la existencia de una doble moral para laprotección del ambiente, toda vez que elenunciado general de cumplir con:

“‘normas internacionales’, ‘tecnologíade punta’ u otra variante de normas yprácticas ‘re s p o n s a b l e s’, ‘de clasemundial’ corre el riesgo de convertirseen una perogrullada en muchas áreas,y en socavar en vez de promover lasleyes ambientales nacionales, puestoque las comunidades afectadas, las en-tidades que promueven los derechosambientales y humanos y hasta las au-toridades gubernamentales y legisla-dores no tienen idea de lo que estasfrases quieren decir. Hasta la fecha, nilos gobiernos, ni la industria, ni la co-munidad académica han definido conclaridad las ‘normas internacionales’ ola ‘mejor práctica’, y tampoco cómo sedebe medir el cumplimiento de éstas.Igual que la frase ‘desarrollo sosteni-ble’, los términos citados están demoda en círculos gubernamentales ye m p resariales y hasta en algunasONG; sin embargo, la mayoría deldiscurso público ha sido muy general,enfocado en principios y no en medi-das específicas para lograr estas metaso medir el cumplimiento con ellas.Sobre todo, en el mundo de las cor-poraciones, los términos no se utilizan

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para referirse a requisitos obligatorios,sino a metas no-obligatorias”.

Reitera Kimerling que la normativa ambien-tal en materia petrolera es una normativaabierta a múltiples interpretaciones, por lomenos hasta que las consecuencias desastrosase irreversibles se hayan convertido en irrefu-tables. En la práctica, podría funcionar comouna norma vacía, imprecisa y, al fin y al cabo,carente de significado, en vista de los vacíosenormes en nuestros conocimientos científi-cos sobre la ecología de los bosques tropicaleshúmedos, por ende, de lo que quiere decirequilibrio ecológico. Esto conlleva a que elpotencial para el abuso no tenga límites y lasiniquidades en la distribución del poder polí-tico, en el Ecuador se agraven. La experienciadel B 15 demuestra lo fácil que es para lastransnacionales afirmar una cosa y hacer locontrario. La Occidental violó, en forma sis-temática, sus propias políticas publicitadas;junto con el Estado Ecuatoriano, pasó poralto los derechos emergentes de los kichwa,en particular en las actividades de desarrollo yen la protección del ambiente en su territorio.

Lo expuesto confirma que el tema jurídi-co ambiental y social en el Ecuador es actualy el texto ¿Modelo o mito? cobra importanciaen la medida en que no se agota con el trata-miento del caso OXY, sino todo lo contrario,obliga a contextualizar el análisis de la moda-lidad contractual vigente a nivel regionalamazónico. Por ejemplo: si la “privatizacióndel derecho ambiental” se hace visible cuandoal Plan de Manejo Ambiental de OXY se le daun peso igual y tal vez mayor que el de los re-glamentos ambientales del Ecuador, el régi-men jurídico ambiental en el Contrato pare-ce diseñado a perpetuar y hasta legalizar la au-torregulación en el Bloque 15. Desde estaperspectiva, Kimerling concluye que el régi-men jurídico ambiental del Contrato petrole-ro no sólo buscaba legalizar las normas defi-nidas por la compañía en el documento, sinotambién ceder a la OXY la autoridad de ela-

borar las reglas durante la vida de sus opera-ciones, sin requerimientos de divulgación alpúblico ni consulta con las comunidades ysin evaluación ni aprobación por parte defuncionarios gubernamentales. Esto significaprivatización del derecho ambiental y repre-senta un camino radicalmente nuevo encuanto al derecho y política ambiental en elEcuador, sostiene la autora.

Aparte de algunas conclusiones anteriores,el abordamiento metodológico -teórico-em-pírico- convierte al texto en un instrumentoidóneo para profundizar el derecho ambientalcomparado (derecho positivo interno, doctri-na internacional y el caso), como un triadadialéctica que permite observar la aplicaciónanómala de la norma, la manipulación políti-ca de la misma y la debilidad institucionalpara el control de la gestión ambiental em-presarial, así como la complicidad burocráti-ca por acción u omisión, de la mala prácticasocio-ambiental, que tiene su génesis en labase legal difusa, modalidad contractual ob-soleta y falta de instrumentos técnicos y polí-ticas ambientales públicas claras.

En definitiva Kimerling a través de ¿ Mo d e l oo mito? culmina con el desmantelamiento delos “mitos contractuales petro l e ro s” en materiaambiental, particularmente forjados al interiordel oculto vientre de los negocios energéticos ei n t e reses crematísticos de los grupos hegemó-nicos del poder y empresas transnacionales,además, abre la posibilidad de un innova d odebate jurídico sobre la suficiencia y eficaciade la normativa positiva ambiental, y el com-p rometimiento voluntarista empresarial asu-mido en el Plan de Manejo Ambiental, dandopábulo a lo que ha dado en llamarse la priva t i-zación del derecho ambiental.

Ivan Narváez

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Virginia García Beaudoux, OrlandoD’Adamo y Gabriel SlavinskyComunicación política y campañaselectorales. Estrategias en eleccionespresidencialesGedisa, Barcelona, 2005, 286 Págs.

¿Qué define el voto de los ciudadanos? ¿Enqué medida influyen las campañas electoralesen el comportamiento electoral? Estas dospreguntas, ya clásicas desde el trabajo en elque Paul Lazarsfeld, Be r n a rd Be relson yHazle Gaudet exploraron los factores que in-fluían en la decisión de voto de los habitantesdel condado de Erie en Nueva York en laselecciones presidenciales de 1940, continúansiendo centrales para comprender el compor-tamiento electoral de los ciudadanos. Si bienes cierto que hay personas que votan siemprepor el mismo partido, también lo es que cadavez más cambian sus preferencias de una elec-ción a otra y que las posiciones de los candi-datos frente a determinados temas, el carismao la trayectoria de quienes se presentan comocandidatos tienen mayor peso en la decisiónde voto. Un electorado cada vez más inde-pendiente hace que las campañas electorales ylos medios de comunicación de masas tengan

mayor relevancia, tanto para ayudarle al ciu-dadano a construir su “mapa político”, a reca-bar información, diferenciar a los distintoscandidatos y sus propuestas y, por supuesto,definir su voto.

A pesar de la re l e vancia de las campañas enlos procesos electorales, su estudio es una delas áreas menos exploradas en los análisiss o b re América Latina. Aún cuando son mo-mentos críticos en la vida política y sus re s u l-tados prácticos y simbólicos son import a n t e spara la salud del sistema democrático, se pre-sentan como oscuros laberintos que pocasveces reciben atención por los especialistas,s a l vo por los consultores políticos que soncontratados por los partidos y sus candidatospara diseñar estrategias que les ayuden a ma-ximizar beneficios electorales. El trabajo deGa rcía Beaudoux, D’Adamo y Sl a v i n s k yrompe con el autismo de la ciencias sociales yse adentra en los “m a res de las campañas elec-t o r a l e s”. A modo de un viaje en barco, estost res expertos en enfoques multidimensionalesdel comportamiento político nos guían en unmundo nuevo, enseñándonos de manera claray didáctica cómo se pueden estudiar las cam-pañas electorales en general y, a la vez, a modode ejemplo, nos describen y explican los ras-gos principales de un proceso específico, el delas campañas para las elecciones pre s i d e n c i a l e srealizadas en Argentina en abril de 2003.

La manera en que cada democracia con-duce sus campañas políticas es tan importan-te como los resultados de la votación. Lascampañas actúan como microcosmos que re-flejan y dan forma la vida social, económica,cultural y política de un país. Funcionancomo instancias de reforzamiento de las pre-disposiciones de los ciudadanos, gracias alpapel cada vez más significativo de los mediosde comunicación de masas sobre ellas, gene-rando su interacción cambios y definicionesen la agenda pública. Como sostienen los au-tores, “las porciones de información que ob-tenemos (de las campañas) pueden cambiar

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nuestras perspectivas, actitudes y opiniones”(pág. 20), por lo que entender cuáles son lasacciones comunicativas y los mensajes quemejor impactan sobre las preferencias de laspersonas resultan claves, tanto para quienesbuscan persuadir con ellas como para aque-llos interesados en comprender el modo enque opera la comunicación política.

La investigación que se presenta en estel i b ro estudia las herramientas y acciones decomunicación que se emplean en una campa-ña electoral moderna, esto es, los afiches calle-j e ros, los s p o t s t e l e v i s i vos y las declaraciones delos candidatos que re p roducen los medios decomunicación de masas (televisión y pre n s aescrita). Estas herramientas son analizadas enc u a t ro dimensiones: los temas, las imágenes,las estrategias discursivas y las tácticas de cam-paña negativa. Si bien es cierto que hay otrasmaneras y estrategias para hacer campañas, yaque en América Latina tiene un papel cru c i a lel trabajo de movilización electoral re a l i z a d opor militantes y punteros así como tambiénlos recursos informales y clientelares, hoy esimposible conocer las campañas sin tener encuenta estos ejercicios comunicacionales.

Los autores señalan que el “diálogo” fue elgran ausente en la campaña presidencial ar-gentina. Los candidatos no se enfrentaron enningún debate, como suele ocurrir en otroscontextos políticos, ni tampoco discutieron, através de otras vías, sus propuestas. Los can-didatos y sus equipos de campaña emitíanmensajes pero no los contraponían con los delos demás (pág. 253). No hubo feedback entreellos, todos hacían como si estuvieran solos,sin reconocer la existencia del otro. En estedistanciamiento entre los candidatos, la clasepolítica no fue la única responsable. La socie-dad civil tampoco los presionó o condenó porno hacerlo (pág. 254). En un contexto decada vez mayor desconexión entre ciudada-nos y políticos, la ausencia de diálogo no esuna cuestión menor. La circulación de la in-formación, el debate y la defensa de argu-

mentos es condición necesaria para la plenavigencia de una democracia. Sin ellos, se li-mita la democratización de las instituciones ydel sistema político.

Tres razones justifican la lectura de estaobra. Primero, por la sugerente propuestametodológica que realizan los autores para elanálisis de las campañas, la que resulta de lahibridación disciplinaria que se genera de susconocimientos en comunicación, psicología yciencia política. Segundo, por la revisión teó-rica de las principales hipótesis presentes en laliteratura anglosajona y europea y su esfuerzopor corroborar esos prepuestos en el contextolatinoamericano. Tercero, por el rico materialempírico que se pone a disposición de los lec-tores, en un CD que acompaña al libro, re-sultado de una minuciosa recopilación lleva-da a cabo durante los últimos cuatro años,entre los que destacan más de 35 spots y otrostantos afiches publicitarios.

Este es un buen libro sobre campañas elec-torales. Escrito y pensado por quienes tienenla facilidad de hacer que lo complejo resultesencillo. Es una obra de consulta obligada,tanto para los estudiantes que se inician enestos temas como para los especialistas quenecesitan probar hipótesis desarrolladas paraotros contextos en la realidad latinoamerica-na. Investigaciones de este tipo son las quecontribuyen en el conocimiento de los proce-sos políticos de la región y con las que seríabueno contar más a menudo. El desafío es ex-tender los aportes realizados por esta investi-gación, limitado a una campaña en un paísespecífico, a otras campañas electorales argen-tinas, a los efectos de comparar los resultadosde 2003 con otras circunstancias temporales,así como también compararlo con otros paí-ses de la región, para poder construir teoríasde alcance medio e hipótesis más generales,aplicables al resto de América Latina.

Flavia Freidenberg

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Manuel Alcántara Sáez, editorPolíticos y política en América LatinaFundación Carolina y Siglo XXI, Madrid,2006, 424 págs.

Esta obra colectiva coordinada por ManuelAlcántara Saéz es el resultado del “ProyectoElites Parlamentarias Latinoamericanas”(PELA) llevado a cabo a lo largo de la últimadécada y basado en entrevistas a muestras re-presentativas de legisladores de diecisiete paí-ses de América Latina, que fueron realizadaspor un equipo de investigadores del InstitutoIn t e ru n i versitario de Ib e roamérica de laUniversidad de Salamanca.

Este trabajo se articula en dos partes quedan lugar a cinco capítulos cada uno, siendoalgunos de los aspectos centrales que abordael mismo, la relación de los políticos con lademocracia representativa, la validez de la ca-tegorización de los términos de derecha e iz-quierda y la limitada preparación para la po-lítica de un número importante de legislado-res.

Las características del proyecto junto a losproblemas y decisiones que el grupo ha teni-do que afrontar a lo largo del desarrollo de la

investigación han sido objeto de análisis deFátima García Diez y de Araceli Mateos Díazen el capítulo introductorio. A continuaciónPatricia Ma renghi y Me rcedes Ga rc í aMontero analizan cómo conciben sus roleslos diputados de América Latina a partir delas dos dimensiones de la representación: elfocus (que intereses representan) y el estilo (sise comportan siguiendo instrucciones -cual-quiera sea su fuente- o siguiendo sus propiosjuicios).

En el tercer capítulo “Los significados dela democracia y la confianza institucional”,Araceli Mateos Díaz muestra la preferencia dela elite por el régimen democrático frente auno autoritario y en un intento de acercarseaún más a la visión de la democracia que tie-nen los legisladores latinoamericanos, se pre-senta lo que para ellos son las principales ven-tajas de este sistema político, así como de laconsolidación democrática, junto a los pro-blemas que pueden poner en peligro a ésta.En el último apartado destaca la relación po-sitiva entre la confianza institucional y la es-tabilidad de la democracia en los países anali-zados, y cómo en aquellos donde la confianzainstitucional descendió considerablemente deuna legislatura a otra, han sido ejemplos depaíses donde posteriormente ha tenido lugaruna desestabilización del sistema político.

Manuel Alcántara Sáez, en el siguiente ca-pítulo, tras identificar los principales proble-mas existentes en la vida política nacional,desde la perspectiva de los legisladores, pre-senta dos tipologías por ideología individualy por país. Un primer foco de análisis intentaconfirmar si existe una consistencia ideológi-ca a la hora de poner el acento en unos uotros problemas. El segundo aborda la rela-ción existente entre los problemas enunciadosy la realidad de los países de acuerdo con es-tadísticas socioeconómicas. Así llega a la con-clusión de que los problemas económicos sonlos que figuran en la agenda mental de la eliteparlamentaria de la mayoría de los países lati-

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noamericanos. Las cuestiones relativas al estudio de la or-

ganización de los partidos políticos enAmérica Latina son abordadas por LeticiaRuíz Rodríguez, quien analiza las percepcio-nes de los diputados en aspectos organizativosi n t r a p a rtidistas, fundamentalmente re l a c i o-nados con la intensidad de la vida partidista,considerando la cuestión organizativa con suentorno: en concreto con el sistema de parti-dos y con la evaluación de la ciudadanía res-pecto a los partidos políticos.

A continuación, María del Mar Rosónpresenta una de las temáticas menos estudia-das de forma conjunta para la región latinoa-mericana: “las carreras parlamentarias”. Paraello describe las características sociopolíticas ysociodemográficas de los diputados latinoa-mericanos de los últimos diez años y las clasi-fica a partir de una tipología creada en fun-ción de su calidad.

Cristina Rivas Pérez analiza “Las dimen-siones de la polarización en los parlamentoslatinoamericanos”, para ello realiza una apro-ximación empírica de los clivajes que contri-buyen a la polarización y división de los par-tidos políticos en América Latina. Inicia sutrabajo partiendo del hecho de que existe unamarcada diferencia en el posicionamientoideológico de los partidos políticos seleccio-nados (partidos ubicados a la izquierda o a laderecha del continuo ideológico) y mediantedistintas técnicas estadísticas pretende corro-borar las diferencias existentes entre la iz-quierda y la derecha latinoamericana. Final-mente presenta las posibles familias partidis-tas formadas sobre la base de las dimensionesde polarización programática que demuestranque la clasificación de los partidos políticosen base al criterio espacial izquierda–derechaes apropiado y coherente.

En el capítulo ocho Flavia Freidenberg,Fátima García Diez e Iván Llamazares Valdu-vieco examinan la heterogeneidad ideológicade los partidos en América Latina teniendo

en cuenta el impacto de determinantes causa-les a distintos niveles, particularmente facto-res contextuales a nivel político-institucionaly factores que varían al interior de cada país,como la dicotomía gobierno-oposición, el ra-dicalismo ideológico o algunas característicasorganizativas de los partidos. Para profundi-zar en la naturaleza y magnitud de estas rela-ciones causales se utiliza un análisis multini-vel, con el objetivo de identificar hasta quepunto el impacto de las variables subnaciona-les varía en función del contexto político-ins-titucional en el que se sitúan las elites parla-mentarias latinoamericanas.

Leticia Ruiz Rodríguez aborda “La cohe-rencia programática en los partidos políti-cos”. Para ello inicia su trabajo operacionali-zando la coherencia programática como elgrado de acuerdo entre los integrantes de unmismo partido en la evaluación de una seriede problemas y en la definición de estrategiasa seguir. Así, el cálculo de la coherencia per-mitirá clasificar a los partidos políticos segúnsu estructuración programática. Los resulta-dos obtenidos muestran que los partidos es-tudiados exhiben niveles variables de cohe-rencia programática que, aunque en algunoscasos son mínimos, sugieren una cierta co-munidad de intereses en el plano programáti-co de la competición partidista.

Salvador Martí Puig y Salvador SantiusteCué analizan el impacto de las transformacio-nes acontecidas durante las últimas tres déca-das en el marco geopolítico, económico e ins-titucional en las percepciones de los parla-mentarios de los partidos de izquierda enAmérica Latina. Destacando que estas iz-quierdas son plenamente democráticas (ya seapor convicción o por necesidad estratégica)en sus formas y procedimientos, respetuosascon la legalidad vigente y económicamentepragmáticas y modernas, habiendo abando-nado las pretensiones revolucionarias y rup-turistas de otrora, y sin abogar por solucioneseconómicas de tipo populista y corporativo.

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Manuel Alcántara Saéz e Iván LlamazaresValduvieco trabajan “Los partidos de derechaen los legislativos latinoamericanos” y par-tiendo de la utilidad de las categorías izquier-da y derecha intentan determinar cuáles sonlos factores actitudinales, programáticos eideológicos que ayudan a predecir la perte-nencia a los partidos de derecha latinoameri-canos. Esta exploración permitió identificar alos principales catorce partidos de la derechaen trece países de América Latina al comien-zo del siglo XXI y analizar algunas de sus ca-racterísticas ideológicas y programáticas mássobresalientes.

Políticos y política en América Latina es elresultado de un intensivo trabajo realizadopor un equipo de investigadores del InstitutoInteruniversitario de Iberoamérica bajo unapremisa: “los políticos importan”. Por ello,este libro constituye una aportación rica y útilal estudio de la elite parlamentaria latinoame-ricana y es un trabajo indispensable para co-nocer la vida política en América Latina a tra-vés de la perspectiva de sus parlamentarios.

Cecilia Rodríguez

Igor Guayasamín y Gustavo GuayasamínBaltasar Ushka: el último hielerode ChimborazoGénero documental, duración 22 minutos Fundación Guayasamín-Banco Central delEcuador, 1976-1980

Al ver la película de Igor y Gu s t a voGuayasamín re f e rente a Baltasar Ushka, el úl-timo hielero de Chimborazo, me acuerdo delos años 1982 y 1983, cuando junto con miabuela íbamos a pastar por unos terrenos quequedan cerca del barrio donde vive Ba l t a s a r.En t re varias de las adve rtencias y las orienta-ciones sobre la acción pastoril, mi abuela medecía: “Mira, no pases al otro lado, no dejesque los borregos atraviesen los linderos. Esost e r renos y esas casas pertenecen a los z t a rc u s,esa ladera es de los z t a rc u s”. En estos días hevuelto a conversar con ella y le he pre g u n t a d opor qué me decía que no pasara a los terre n o sde los z t a rc u s. ¿Cuál era la razón por lo que lesconocían como z t rcukunapak wichi o la lade-ra de los z a t rc u s? La respuesta que he re c i b i d oes que en ese lugar viven los descendientes delos antiguos hieleros de Chimborazo. En ellenguaje popular del indígena puruhá, z t a rk uhace re f e rencia a las personas albinas. Cu a n d oen las comunidades se presentan niños albi-nos inmediatamente se consideran hijos delC h i m b o r a zo. Pe ro este concepto no se aplicaa los habitantes de la ladera de los z t a rc u s,e n t re ellos no hay alguien que sea albino. Ta lvez en el pasado sí. Ellos son z t a rc u s p o rq u ep e rtenecen a un grupo indígena que por tra-dición se han dedicado a extraer el hielo deC h i m b o r a zo y a vender en Riobamba y en ladécada del siglo pasado a comercializar e in-t e rcambiar el hielo con el trigo, el maíz y otro sp roductos tropicales en Guaranda. Al re s p e c-to, Baltasar sostiene en la película deGuayasamín que “heredó este oficio de susp a d res, trabaja desde niño, desde los 15 años”.

En la película Los hieleros de Chimborazo,

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Manuel Alcántara Saéz e Iván LlamazaresValduvieco trabajan “Los partidos de derechaen los legislativos latinoamericanos” y par-tiendo de la utilidad de las categorías izquier-da y derecha intentan determinar cuáles sonlos factores actitudinales, programáticos eideológicos que ayudan a predecir la perte-nencia a los partidos de derecha latinoameri-canos. Esta exploración permitió identificar alos principales catorce partidos de la derechaen trece países de América Latina al comien-zo del siglo XXI y analizar algunas de sus ca-racterísticas ideológicas y programáticas mássobresalientes.

Políticos y política en América Latina es elresultado de un intensivo trabajo realizadopor un equipo de investigadores del InstitutoInteruniversitario de Iberoamérica bajo unapremisa: “los políticos importan”. Por ello,este libro constituye una aportación rica y útilal estudio de la elite parlamentaria latinoame-ricana y es un trabajo indispensable para co-nocer la vida política en América Latina a tra-vés de la perspectiva de sus parlamentarios.

Cecilia Rodríguez

Igor Guayasamín y Gustavo GuayasamínBaltasar Ushka: el último hielerode ChimborazoGénero documental, duración 22 minutos Fundación Guayasamín-Banco Central delEcuador, 1976-1980

Al ver la película de Igor y Gu s t a voGuayasamín re f e rente a Baltasar Ushka, el úl-timo hielero de Chimborazo, me acuerdo delos años 1982 y 1983, cuando junto con miabuela íbamos a pastar por unos terrenos quequedan cerca del barrio donde vive Ba l t a s a r.En t re varias de las adve rtencias y las orienta-ciones sobre la acción pastoril, mi abuela medecía: “Mira, no pases al otro lado, no dejesque los borregos atraviesen los linderos. Esost e r renos y esas casas pertenecen a los z t a rc u s,esa ladera es de los z t a rc u s”. En estos días hevuelto a conversar con ella y le he pre g u n t a d opor qué me decía que no pasara a los terre n o sde los z t a rc u s. ¿Cuál era la razón por lo que lesconocían como z t rcukunapak wichi o la lade-ra de los z a t rc u s? La respuesta que he re c i b i d oes que en ese lugar viven los descendientes delos antiguos hieleros de Chimborazo. En ellenguaje popular del indígena puruhá, z t a rk uhace re f e rencia a las personas albinas. Cu a n d oen las comunidades se presentan niños albi-nos inmediatamente se consideran hijos delC h i m b o r a zo. Pe ro este concepto no se aplicaa los habitantes de la ladera de los z t a rc u s,e n t re ellos no hay alguien que sea albino. Ta lvez en el pasado sí. Ellos son z t a rc u s p o rq u ep e rtenecen a un grupo indígena que por tra-dición se han dedicado a extraer el hielo deC h i m b o r a zo y a vender en Riobamba y en ladécada del siglo pasado a comercializar e in-t e rcambiar el hielo con el trigo, el maíz y otro sp roductos tropicales en Guaranda. Al re s p e c-to, Baltasar sostiene en la película deGuayasamín que “heredó este oficio de susp a d res, trabaja desde niño, desde los 15 años”.

En la película Los hieleros de Chimborazo,

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producida hace treinta años (1979) por elmismo autor, los principales actores son losmiembros de la comunidad de la Moya, per-teneciente a Calpi. De los hieleros de esetiempo apenas sobre v i ven dos, Ma n u e lMiñercaja y Agustín Guamán. En diálogoscon la familia de Manuel y con Agustín, sos-tienen que se dedicaban a esta actividad paracomplementar los ingresos económicos de lafamilia. En el pasado sus padres trabajaban enlas haciendas cercanas, pero pronto encontra-ron la manera de liberarse de la hacienda y delas obligaciones impuestas por el hacendado através de la explotación y la venta de los blo-ques de hielo. Dejaron esta actividad desdemediados de los ochenta por la escasa de-manda del hielo, pero sobre todo por la com-pra de los terrenos de las antiguas haciendasde Tambu Huasha y la Delicia.

Mientras tanto, la familia Ushka continua-ba realizando esta actividad, claro está, con es-casos resultados. A diferencia de losMi ñ e rcajas, ellos no lograron comprar las tie-rras, sólo a mediados de los noventa pudiero nadquirir algunos lotes, cuando la haciendapungupala de la familia Rea fue comprada porlos miembros de las comunidades de Pu l i n g u i ,Cu a t ro Esquinas, Sanjapamba y la Si l ve r i a .

En los años 60, señala Baltasar y la familiaMiñercaja que la venta del hielo era un buennegocio, porque no había refrigeradoras y enGuaranda había buena demanda, además po-sibilitaba traer el trago de contrabando para asu vez vender en la Moya y en las comunida-des aledañas. Con las ganancias obtenidas poreste negocio adquirieron más tierras en rela-ción a otros comuneros y ser priostes de lasprincipales fiestas religiosas: los re yes, laPascua, San Pedro y San Pablo.

Entre los hieleros existían también ciertosconflictos, rivalidades especialmente entre losushkas y los hieleros de la Moya a causa de loslugares del acceso a la extracción del hielo yde los clientes. Estos últimos consideraban alos ztarcus, “gente rara”, “burru rinrinta kash -

tudkuna” (gente que tasca la oreja del burro),extraños”. Estas estigmatizaciones eran dadastambién por la gente de Pulingui y CuatroEsquinas. En efecto, hasta estos días los ztar-cus no pertenecen a Pulingui ni a las CuatroEsquinas, a pesar de que los dirigentes dePulingui han reclamado que ellos tienen laobligación de participar en la minga, coope-rar en la vida comunitaria, porque son miem-bros de la comunidad. En la práctica, ellos noaceptan a cabalidad estas exigencias. ¿Por queeste rechazo? En el pasado los comuneros dePulingui no lo consideraron a los ztarcus,miembros de la comunidad, además los pro-yectos de agua potable, el riego, la letriniza-ción sólo beneficiaron a los de abajo. Pruebade ello es que el canal de riego pasa precisa-mente por la ladera de los ztarkus, pero ellosno tienen acceso al riego.

En mis aventuras pastorales por las comu-nidades indígenas de Chimborazo encuentrotambién con muchos ztarcus que no son in-corporados a las comunidades, no reciben ela p oyo de las instituciones. En t re los indígenastambién existen élites que poseen más tierrasy de mejores condiciones, manejan el poderpolítico, imponen sus propios intereses. Aprimera vista la situación de las comunidadesp a recen ser uniformes. Pe ro en el fondo noexiste tal, hay ztarcus que están en las laderaso al margen de los proyectos comunitarios, ig-norados por el Estado, la Iglesia y las ONGs.

Para los ztarcus la explotación no sóloviene desde la ciudad, donde la señoras delmercado no pagan los precios justos, hacenesperar la tarde o el otro día o semana paraentregarles la paga mínima de tres o dos dó-lares cincuenta que a veces no representa nilos costos de traer el hielo, el pago a los pro-pietarios de los burros, el transporte, sino delos mismos compañeros indígenas que sí obli-gan a las mingas, las reuniones, los levanta-mientos sin dar nada a cambio. Si bien escierto que los indígenas han logrado reivindi-car sus derechos, las relaciones interétnicas en

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Chimborazo ha tenido ciertos cambios, en elfondo aún se mantiene el abuso y la explota-ción a los indígenas.

En la película los hieleros de Chimborazo,se destaca el trabajo comunitario. Baltasar noestá solo, cuenta con la cooperación de losdemás compañeros. En esta última produc-ción está sólo, quizás es “el ultimo de los hie-leros de Chimborazo” según sostiene AnaFanner en una producción similar. En unaentrevista que realiza esta autora a los hijos deBaltasar “si van a continuar con el trabajo desu padre”, ellos responden que “no, porque esun trabajo duro, sacrificado” (…) Papá, nodeja porque sigue el ejemplo de los abuelitos,hoy contamos con más terrenos que al menosproduce para la comida, y es preferible traba-jar en la ciudad o en la costa.

Pareciera que seguir con la tradición de losmayores representa sacrificio, costos y la espe-ranza de días mejores estaría en otras partes.¿No es esto también la idiosincrasia de la ma-yoría de los ecuatorianos que intenta hallarlas soluciones a las crisis económicas salién-dose del país?

C o n s i d e ro este documental como unaporte fundamental a la recuperación de lamemoria histórica de los indígenas de estazona. Este trabajo constituye en un aporte al

cuestionamiento de la sociedad ecuatorianaque aún al inicio del tercer milenio sigue sien-do excluyente, racista, con una alta concen-tración de las riquezas en pocas manos sobrela miseria de la mayoría de la población.Cuestiona también de alguna manera a laspropuestas de desarrollo tanto del gobiernocomo de las ONG que operan en el mediorural sin obtener resultados óptimos. Estaproducción aporta a las reflexiones entorno alcalentamiento global del planeta. En la pri-mera película hay más nieve que en estanueva, el pajonal está mejor conservado.

En relación a los estudios antro p o l ó g i c o s ,la producción de Guayasamín sugiere la nece-sidad de emprender más investigaciones conrespecto a la cultura, la historia, los pro c e s o so r g a n i z a t i vos de las comunidades aledañas alvolcán. Según he podido revisar ciertos arc h i-vos no contamos con estudios amplios de estazona. Finalmente, considero que Gu a y a s a m í nc o n v i e rte la película en una herramienta dep rotesta social, de confrontación con nuestramisma realidad y comprometernos juntos enla búsqueda de soluciones.

Luis Alberto Tuaza Castro