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Índice de la obra: I. Crisis estructural del sistema; II. Intentos desesperados de la burguesía; III. Las tareas de la clase obrera; IV. Por la refundación de la IV Internacional. Autor: A. Revire
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REVIRE
Manifiesto político Ante el colapso capitalista y la
crisis internacional de dirección
de la clase obrera
[ADELANTO]
BS. AS. / 2015
1
Vivimos la segunda mayor crisis del capitalismo en su fase
imperialista. Los máximos representantes de la burguesía, con pavor
de la sombra de sus pasos, ensayan soluciones tan vanas como
efímeras. Los rescates millonarios a las bancas del capital financiero
internacional no han dado más que promesas. La producción sigue
estancada y los trabajadores de todo el mundo viven cada vez peor,
muertos en guerras, despedidos o súper-explotados.
Si el problema, como decían los economistas burgueses, eran las
burbujas especulativas, ¿Por qué Estados Unidos vuelve a inyectar
billones de dólares al capital financiero? ¿Y por qué un país como
China, que dicen todos será el futuro de la industria, tiene que
comprar los bonos de la deuda estadounidenses? La estabilidad
económica internacional pende de un hilo: las fuerzas productivas ya
no pueden crecer libremente; y las relaciones sociales de producción
son impotentes frente a la descomposición del sistema.
Los trabajadores del mundo somos los únicos que podemos entender
y solucionar esta crisis. He aquí nuestro manifiesto.
2
I. La crisis estructural del sistema
A lo largo de la historia el capitalismo ha dado una sucesión de
crisis, una más terrible que la otra. Las grandes potencialidades que
resguarda el trabajo moderno nos son vedadas. Las crisis son de
sobreproducción. Crece cada vez más la productividad del trabajo,
no así la satisfacción de sus necesidades. Pero las crisis, como el
sistema, no son eternas.
El estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense y el quiebre de
algunos de los bancos más grandes del mundo, como el Lehman
Brothers, pareció desatar la crisis en cuestión. Sin embargo, este fue
sólo el primer gran episodio de un proceso cuya explicación está en
la caída de la tasa de ganancia y la sobreproducción. Temeroso de un
colapso tan abrupto como el de 1929, Estados Unidos intervino para
salvar los grandes capitales, endeudándose y aplicando una serie de
medidas de ajuste que hasta el día de hoy padecemos a nivel
mundial. Puesto que Estados Unidos no sólo ha intentado sortear la
crisis a partir de salvatajes a bancos y empresas y de una importante
emisión monetaria. También pretende hacerlo exportando los
principales problemas al resto del mundo, esto se ve claramente en
que tras la decisión de la FED (Banco Central de Estados Unidos) de
aumentar su emisión monetaria, se redujeron las tasas de interés de
los bonos de deuda estadounidense haciendo más atractivo para el
capital financiero internacional invertir en los llamados países
emergentes. Esto muestra cómo, tras la sobreproducción y el
endeudamiento estatal, la respuesta estuvo siendo en los últimos años
más especulación financiera en los mercados de los países oprimidos,
principalmente en los commodities. Sin embargo todo tiene un límite,
y ya desde 2013, Estados Unidos está empezando a controlar su
emisión, lo cual está afectando a las economías de los países
atrasados que están viendo reducirse la inyección de capitales
extranjeros, entrando durante este pasado año en agudas recesiones, a
3
profundizarse durante el 2015 con el previsto aumento de las tasas de
interés en Estados Unidos y la caída de los precios de los
commodities.
En siete años de estas políticas no hemos visto un verdadero
crecimiento de la economía estadounidense pero sí un retroceso y un
estancamiento en el resto de las economías del mundo.
El llamado “amesetamiento” mundial es el producto de los leves y
constantes avances y retrocesos que se dan en las distintas ramas de
la economía, los cuales se terminan anulando unos a otros, dándonos
una variación del PBI mundial de un poco más del 0% en
comparación con el año anterior. Es cierto que en algunos países
imperialistas hubo un crecimiento del PBI, como en Inglaterra, pero
la principal economía del planeta, Estados Unidos, está igual sino
peor que en 2013 y Francia, Italia y Japón llegan al 2015 en recesión,
con un 0,3% y un 0,4% respectivamente.
A su vez, China ha visto disminuir su tasa de crecimiento, aunque a
diferente escala, variando de un 7,7% en 2013 a un 7,3% en 2014.
Empero, este país, que muchos adornan como la próxima mayor
potencia mundial, lejos está de cumplir tales expectativas. Si bien
logró con su apertura un presto desarrollo de su industria (basada en
capitales extranjeros y destinada principalmente a la exportación,
completamente ligada a EEUU), adquirió igual de rápido las miserias
modernas: la especulación y la sobreproducción. Enfrentándose hoy
en día a una capacidad productiva mayor a la demanda mundial
(carente de un mercado interno consolidado) y a deudas que resultan
a la larga impagables, como las inmobiliarias.
Por su parte, los países oprimidos ven caer cada vez más el precio
internacional de las materias primas, que el 2014 fue del 10,5%, es
decir, se duplicó el hundimiento en comparación con el 5,2% del
2013. En América Latina la situación no es mejor. La tasa de
expansión del PBI fue la más baja desde 2009, siendo del 1,1% y,
como si esto fuera poco, las principales economías de la región son
las más afectadas: Venezuela, Brasil, México y Argentina.
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A esta recesión generalizada se le suma como consecuencia la caída
del precio del petróleo que va a traer una serie de efectos en las
economías productoras y en la situación política mundial. Esta caída
se desata por la sobreproducción: tras el aumento de la extracción de
petróleo en Estados Unidos a partir del fracking y la ya mencionada
recesión económica y el control de la emisión del dólar en los
últimos tiempos, los precios están cayendo a niveles récord tras la
decisión de la OPEP encabezada por Arabia Saudita de no bajar los
niveles de producción. Esto abre un panorama político y económico
demás complejo: por un lado se desata una dura respuesta de los
países petroleros a los intentos de Estados Unidos de lograr un
autoabastecimiento, lo cual pone en peligro su propia explotación a
partir del fracking que requiere importantes niveles de inversión -
cuestión que ya se está evidencia en despidos de miles de
trabajadores en esta rama los cuales ya están empezando a
organizarse y desarrollar medidas de lucha. Por otro lado, abre
grandes problemas para países como Venezuela, Rusia, Brasil e Irán
cuyo principal sostén proviene de la explotación del petróleo y que
con estos bajos precios sus ingresos se reducen a la mitad. En todos
los países a su vez llevará a una mayor concentración de capitales en
esta rama ya que no todos podrán soportar los bajísimos precios
actuales por mucho tiempo. Las empresas estadounidenses
principalmente se encuentran en graves problemas para atravesar esta
situación en caso de prolongarse en el tiempo ya que han contraído
importantes niveles de endeudamiento durante los primeros
momentos de la crisis aprovechando la gran emisión monetaria por
parte del Estado, es por esto que la disminución de los niveles de
producción no es en principio una salida ya que tienen que están
forzadas a pagar sus deudas, la respuesta ya se empieza a ver que se
busca en los despidos.
Aunque ciertas economías se ven beneficiadas por esta situación. Se
trata principalmente de las europeas importadoras de petróleo. Esta
mejora temporaria, sin embargo, no soluciona el proceso
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deflacionario y la recesión en el conjunto del continente. Las
respuestas a desarrollar parecerían ser continuar aún más con los
planes de ajuste a la vez que desarrollar una política para “reactivar
la economía” desde el BCE: debilitando el euro, a partir de una
política de emisión monetaria, comprando bonos de deuda y bajando
de las tasas de interés. Política económica similar a la realizada por
Estados Unidos estos primeros años de la crisis y a la recientemente
adoptada por Japón.
Vemos como el colapso económico internacional tiende a agudizarse
sin hallar salida. Los socialistas revolucionarios tenemos sucesivas
tareas por delante para que no sean los trabajadores quienes alivien
con su miseria la crisis. Las guerras, revoluciones y
contrarrevoluciones no tardarán en desatarse y nosotros debemos
comprender cabalmente qué ocurre en el mundo.
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II. Intentos desesperados de la burguesía
Hemos visto una fuerte disputa en la arena política internacional en
estos años. Las principales potencias imperialistas han hecho todo lo
posible para pagar los costos de la crisis en suelos extranjeros.
Alemania, por ejemplo, con el ademán de salvar a los países más
pobres de la Unión Europea, hasta ahora logró depositar la crisis
sobre los hombros de los trabajadores de países como España,
obligando a sus gobiernos a aplicar medidas austeras y liberales, en
lugar del proteccionismo tan pedido por las pequeñas burguesías
locales, para no interferir con la compra de la producción alemana.
Pero esta política de naciones como Alemania y Estados Unidos no
es acatada mecánicamente.
Dos nuevos países con cierta vocación imperialista como Rusia y
China intentan maniobrar de forma autónoma; fracciones de la
burguesía europea luchan contra el dominio de Alemania; y pueblos
oprimidos como el palestino se levantan contra la invasión y anexión
militar.
China está intentando maniobrar todo lo posible ahora que advirtió
que la crisis ya está llamando a su puerta. La necesidad de limpiar el
nombre del partido con una nueva política anticorrupción y las
masivas protestas estudiantiles en Hong Kong son indicadores no
despreciables de un régimen económico y político que muestra
signos de agotamiento. Pese a la débil incidencia autónoma del
movimiento obrero en la política china, oprimido por una burocracia
sindical completamente adicta al PCCh. Otro síntoma del
agotamiento es el hecho de que producto de la crisis en los últimos
años ha empezado a tercerizar la producción, invirtiendo y creando
fábricas en África y Asia, intentando avanzar tibiamente sobre zonas
de influencia yanqui-europeas. También hubo avances en acuerdos
comerciales con Rusia, para dejar de comerciar en dólares entre las
dos naciones. Una política algo parecida, aunque todavía incipiente,
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es efectuada por China en países latinoamericanos como Argentina.
Rusia también ha intentado avanzar en estos tratos.
Sin embargo, la ex Unión Soviética sufre más retrocesos que
avances. Al debilitamiento que le ha producido la gran competencia
industrial en la rama del petróleo se le suman otras dos cuestiones
centrales, las cuales han producido recientemente la repentina y gran
devaluación del rublo. Una, la caída del gas; la otra es la guerra.
Rusia actualmente enfrenta a Estados Unidos y sus aliados por el
dominio estratégico del suelo ucraniano.
Por su parte, Europa, que tiene relaciones con los dos países, ha
optado por Estados Unidos. Esto se debe en gran medida al dominio
alemán de la Unión Europea y a su estrecha relación la nación del
ejército más poderoso del mundo, Estados Unidos. Sin embargo, es
Rusia su principal fuente de combustibles, costando caro a Europa
las sanciones económicas que Estados Unidos obliga a poner a los ex
soviéticos.
Este dominio de Alemania sobre el resto de los países de la Unión
Europea, ha generado dos procesos políticos que rememoran los
peores fantasmas de la última gran crisis mundial. Buena parte de la
burguesía corre por derecha las medidas de la Unión Europea. Los
movimientos de la ultraderecha xenófoba y fascista de Francia ha
ganado las últimas elecciones europeas y en países como Inglaterra y
la propia Alemania se ha incrementado enormemente su porcentaje
de votos. Logrando multitudinarias marchas xenófobas y ataques a
templos y creyentes musulmanes. El atentado a la Charlie Hebdo
únicamente ha dado más leña al fuego.
Por otro lado, en los países más pobres afectados y convulsionados
por la crisis del viejo continente, surgieron partidos como Podemos
en España y Syriza en Grecia, llamando a construir frentes populares
llamados “amplios gobiernos de izquierda”. El caso griego es
importante, ya que Syriza ha ganado recientemente las elecciones,
superando a los conservadores y socialdemócratas, y generado
expectativa en muchos sectores de la izquierda internacional. A partir
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de las movilizaciones en contra del ajuste de la Unión Europea en los
últimos años, Syriza ha crecido exponencialmente tanto en intención
de voto como en militantes. Mientras que plantea la posibilidad de un
“cambio democrático del sistema político”, y la “organización de una
sociedad basada en la propiedad y la gestión social de los medios de
producción”, no parece explicitar cómo llegar al socialismo mediante
el simple cambio del sistema político, sin abarcar todo el sistema de
explotación social.
Su programa, que es ciertamente distinto a la mayoría de las medidas
de ajuste de la UE –proponen el aumento de los salarios, un impuesto
a la renta que llegue al 75%, el aumento del gasto público en áreas
como educación y salud y la creación de puestos de trabajo estatales,
junto a la estatización de áreas claves de la economía– es una ruptura
con las propuestas de endeudamiento y baja de salarios de las
potencias europeas. Sin embargo, aunque progresivo, no podemos
dejar de ver que es una salida netamente keynesiana -y que incluso
estas medidas aún no fueron aplicadas tras su llegada al poder
Muchos gobiernos burgueses alrededor del mundo, incluido Estados
Unidos, han adoptado ciertas medidas heterodoxas para salir de la
crisis, aumentando el gasto público para reactivar la economía. Sus
límites se observan en los puntos más controvertidos: el pago de la
deuda y la militarización. Su programa pasó de plantear el cese de
pagos por la deuda pública griega a proponer una renegociación de la
misma. Tal como en Argentina los canjes de deuda han beneficiado a
los acreedores de bonos que cobran a costa de salarios de miseria
para los trabajadores. Asimismo, Syriza se moderó últimamente
respecto a la posición de la OTAN. Mientras que planteaba su
disolución, hoy, en el poder, simplemente propone una reducción de
su presupuesto y que “se disuelva por su propia voluntad” (¿Por qué
la OTAN tendría la voluntad de disolverse por sí misma por el
simple hecho de tener menor presupuesto?), mostrando claramente
cómo no sólo se ha moderado muchísimo con su crecimiento en los
últimos años, sino que además no tiene una respuesta a cómo estas
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medidas del capitalismo keynesiano pueden derivar en el socialismo
que ellos mismos proponen. Es que en realidad el programa de
Syriza no es un programa revolucionario. No se plantea siquiera en
términos clasistas. Lo cual se demuestra en su cada vez mayor
moderación. Ya incluso el imperialismo reconoce que no sería tan
grave su victoria., pues no implica un gobierno de los trabajadores, ni
un avance en la planificación de la producción más que la
estatización de algunas áreas. Sin embargo, si propone seguir
financiando a los especuladores financieros mediante la
renegociación de la deuda y mantener en pie a la OTAN. Es
fundamental enfrentarse a los planes de austeridad y las recetas de
ajuste de la UE, que busca intensificar la explotación de los
trabajadores de los países miembros, especialmente los más débiles,
para el beneficio de los grandes capitales europeos. Pero este
enfrentamiento, para que sea una verdadera salida a la crisis, debe ser
clasista y revolucionaria, no con el frente popular de Syriza que pacta
con la derecha para formar gobierno y a los cuales les entrega ni más
ni menos que el Ministerio de Defensa, o sea el aparato represivo del
Estado.
Con más de 4 millones de desempleados en 2014, la golpeada
sociedad española, hermana en pesares de la griega, generó el
crecimiento de un nuevo partido frente al clásico bipartidismo del
PSOE y el PP, actualmente oficialista. Este nuevo partido, Podemos,
generó muchas expectativas por un equívoco: creer que era la
cristalización del avance de la conciencia política de las masas que
lucharon contra las políticas de ajuste y miseria de la UE. Sin
embargo, el programa de Podemos es otra opción burguesa, otro
intento de estabilizar la dominación y la explotación en el continente
europeo. Y al igual que Syriza, sus propuestas van moderando cada
vez más. De exigir una revisión de la deuda ilegítima, por ejemplo,
han pasado a pedir una reestructuración de la misma. Es decir,
siempre renovar la deuda, jamás no pagarla. Como su propio líder,
Pablo Iglesias, ha mencionado: "El programa de las elecciones
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europeas [que era ciertamente más radical] era el de un partido que
tenía pocas posibilidades de promover un cambio real en Europa.
Ahora tenemos que trabajar en un plan que será el sustento de una
formación que se prepara para gobernar España de aquí a un año". A
su vez últimamente ha afirmado que representa un programa
socialdemócrata, y está lleno de ambigüedades. Una de ellas es el
supuesto “descreer” de las divisiones entre izquierda y derecha, lo
cual le ahorra a Podemos posicionarse de forma clara respecto a sus
políticas y aliados, prefiriendo diferenciar la sociedad entre una casta
de políticos corruptos y el resto de los ciudadanos españoles. La
cuestión fundamental de bajo qué intereses gobierna dicha casta
corrupta en España está por completo ausente en su programa, que
lejos de buscar el triunfo de un gobierno de los trabajadores será una
negociación en términos más heterodoxos con el capital. La victoria
electoral de Syriza y la posibilidad de la misma de Podemos no es un
triunfo de la clase obrera. El avance del frente popular a lo único que
llevará por sí sólo es a una mayor desilusión de las masas. Para
luchar contra estas experiencias de frente popular será fundamental
una dirección revolucionaria que sepa orientar y superar la
experiencia del voto a estos partidos, que evidencian un rechazo a la
austeridad de la Troika.
Otro de los problemas que ha puesto en cuestión el colapso europeo
es el del derecho de las naciones a la autodeterminación. Tanto en el
Estado Español como en el Reino Unido las naciones oprimidas han
levantado su voz en alto pidiendo autonomía y soberanía política,
pues quien maneja el timón de cada nave en la tormenta mundial es
determinante a la hora de buscar salidas. En este sentido, el
independentismo catalán y el Scots unthirldom ponen sobre la mesa
tareas pendientes de dos burguesías nativas que por los beneficios de
su relación servil con las metrópolis han preferido evitar. Sin
embargo, la opresión nacional se ha sentido más que nunca del 2008
en adelante, haciendo del viejo descontento una fuerza política activa
que ha dado el primer paso para cuestionar el tipo de gobierno que
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debe tener un pueblo. Nada tontas, la burguesía española y la inglesa
han tratado de mostrarse conciliadoras, y dando cauce institucional a
la problemática, la encerrando en las urnas. Mas aunque hubo
triunfado en aquellas instancias el 2014, todavía queda latente -y
acaso más conscientemente- el descontento de las masas con los
Estados opresores.
Medio oriente es otro de los frentes de lucha. La gran intervención
del imperialismo sobre este territorio ha generado un conflicto
constante entre las naciones oprimidas y sus gobiernos títeres y los
opresores. Más de una década después de la invasión de Estados
Unidos sobre Irak, el pueblo iraquí no ha sido completamente
reducido y no se ha podido erigir un gobierno estable. Algo parecido
ocurre en otros de estos países, donde al no ver en los gobiernos
títeres del imperialismo una verdadera representación, las
poblaciones generaron movimientos de liberación nacional de hecho.
Un ejemplo de la lucha antiimperialista es la del pueblo palestino,
que enfrentándose a la ocupación israelí en su territorio cuestiona
también al principal aliado sionista, el imperialismo yanqui, que ha
además negociado con los países vecinos aislando la resistencia
palestina. Lamentablemente, fruto de la crisis de la dirección del
proletariado, esta guerra antiimperialista está siendo encabezada por
sectores nacionalistas y religiosos reaccionarios como el Estado
Islámico o Hamas. En el caso palestino, la OLP se ha dedicado en los
últimos años a la negociación con Israel y Estados Unidos,
propiciando el crecimiento de Hamas tanto en militantes como en las
urnas. Sin embargo, los partidos revolucionarios no pueden darse el
lujo de fingir que no ocurre nada relevante y limitarse a criticar al
imperialismo y a la resistencia religiosa por igual. Actitud tan fácil al
intelectual burgués y tan cara al proletariado.
En América Latina, como dijimos antes, la crisis se siente
principalmente en sus mayores economías. Venezuela es una de las
principales víctimas de su dependencia del petróleo, que representa
el 80% de su economía. La baja de su precio, provocada por Estados
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Unidos, pone en jaque a la política exterior “bolivariana”. Tal es así
que ha tenido que modificar su comercio con Cuba. Esto a su vez le
ha dado más fuerza al imperialismo, que deseoso de nuevos
mercados por explotar, está negociando con Raul Castro la apertura
económica de Cuba. Esto significa el eventual levantamiento del
embargo a la isla y otras cuestiones como la liberación de presos
políticos y la normalización diplomática con el fin de retomar la
inversión estadounidense en Cuba librada de las restricciones del
gobierno de los Castro. Es decir, el comienzo a la restauración
capitalista.
Brasil, por su parte, también está en retroceso. Una de sus principales
fuentes de ingresos, Petrobras, es la petrolera más endeudada del
mundo y ve peligrar su principal inversión por los escándalos de
corrupción internos y la baja internacional del precio del crudo. A la
baja del precio del petróleo y de las materias primas, se suma la crisis
de Europa y Argentina, quienes han recortado las exportaciones
brasileñas, además de la fuerte inflación y de las deudas familiares
cada vez mayores. La respuesta del gobierno de Dilma,
recientemente reelecto, fue un gran tarifazo y un ajuste económico
hasta en los créditos del BNDES a la industria. Ya resignada a no
tener el crecimiento de la década anterior, la economía brasileña
intenta lograr una estabilización aunque más bien tiende al
estancamiento.
México, si bien no depende tanto del precio de las materias primas,
es enteramente dependiente de Estados Unidos. No por nada la
máxima recesión económica de dicho país fue simultánea a la yanqui
en 2008 y 2009. Esta situación, que para las corruptas clases
dominantes mexicanas es incuestionable, ata de manos toda
posibilidad de despegue que no esté directamente impulsada por su
vecino del norte. A esto hay que sumar las protestas que generó el
brutal aniquilamiento de los estudiantes de Ayotzinapa, que fue el
mayor movimiento de protesta desde la matanza de Tlatelolco de
1968. A pesar de todo, sin embargo, la solidez del régimen burgués
13
mexicano se ha puesto en cuestión, pero no necesariamente su
continuidad. Peña Nieto, el máximo mandatario, ya había enfrentado
un fuerte cuestionamiento político en su campaña electoral por el
movimiento 132 y aun así logró la victoria.
El kirchnerismo en Argentina ha intentado luchar contra la crisis
agrandando el lugar del estado, con una política de restricciones
económicas y cambiarias, tarifazo y ajuste. Pero la recesión continúa
y las empresas despiden personal o directamente se marchan. Otra
medida ha sido la penosa súplica por capitales extranjeros, que ha
dado tratados internacionales cuyas cláusulas son ocultadas a las
masas, como el de Chevron o el último con China, y tienen por
principales beneficiarios a los otros países. Si bien siempre crítica, el
resto de la burguesía Argentina no tiene un proyecto superador. Tal
es la falta de perspectivas de la burguesía -agudizada ahora en una
crisis desatada tras la “guerra” de los servicios de inteligencia y la
muerte del fiscal Nisman- y el descontento que en los desposeídos
estos genera -sumado a la disgregación de la centroizquierda -que el
voto a partidos trotskistas creció mucho en las últimas elecciones,
apuntalado por la actuación de los partidos del FIT en las luchas
obreras de los últimos años. Este es un fenómeno único en
Latinoamérica y en el mundo.
Por otra parte, si bien las cosas andan un poco mejor en el resto de
América del sur, la situación no es realmente favorable. Pasado el
boom de los precios de materias primas de la década pasada, la caída
de las mismas y el cambio de política económica de los Estados
Unidos provocó un gran giro a la derecha en todos los gobierno
mostrándose los límites del nacionalismo burgués. Lo hemos visto,
por ejemplo, en los atropellos y la represión a los mineros en Bolivia
o las medidas de precarización laboral a la juventud en el Perú del
inepto Humala. Preparándose en la región un horizonte nada grato
para las clases trabajadores.
Todos estos conflictos internacionales tienen en vilo a la mayoría de
los países del mundo, pero especialmente a Estados Unidos, quien ha
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visto multiplicado sus frentes de guerra, ya sea en los campos de
batalla como en los lobbys a lo largo y a lo ancho del mundo. Pues
digan lo que digan los analistas y los políticos, Estados Unidos es la
máxima potencia económica hoy en día, seguida muy de lejos por
Inglaterra, Alemania y Francia, y aún más lejos de China y Rusia que
por ahora sólo aspiran a serlo. Estas últimas apenas buscan dar sus
primeros bocados en el reparto imperialista del mundo. Y no sólo
están en desventaja militar frente a Europa, que por ahora actúa casi
toda en bloque, y Estados Unidos, también lo están económicamente.
Ya que su crecimiento está estrechamente ligado a la principal
potencia imperialista, lejos están de tener un desarrollo plenamente
autónomo. Rusia con su política “rebelde” en Ucrania ha sido
duramente castigada por Estados Unidos y su economía además está
basada en la exportación de recursos. China, por otra parte, es un
país que se ve obligado a comprar los bonos de la deuda yanqui pues,
a pesar de intentar evitarlo, es enteramente dependiente del comercio
con Estados Unidos. Respecto a los países europeos, la aceptación y
el apoyo casi unánimes de los países de la Unión Europea a la
política exterior de Estados Unidos muestra el rol diferenciado de
estos países. Evidentemente la hegemonía norteamericana como
potencia mundial es indiscutida.
Ahora bien, a pesar de ser la mayor potencia imperialista mundial,
Estados Unidos no está libre de problemas. Todo lo opuesto, al ser el
garante del orden mundial que lo erige en el máximo lugar, enfrenta
la tarea de imponer aquel orden que lo tiene favorecido. Esta tarea,
siempre difícil y abundante, se ha complicado más con la crisis
económica mundial. La misma ha generado, como bien vimos, que
los países afectados intenten nuevas salidas, ya sea en algún bando
de la burguesía como con las masas oprimidas. Intentos que por más
vacuos que resulten ponen en cuestión el status quo estadounidense.
Y son justamente esta multiplicidad de frentes junto con la crisis
estructural del capitalismo dos de los tres principales problemas a los
que enfrenta la presidencia de Obama. El otro problema es la política
15
interior estadounidense. Por un lado, nos encontramos con varias
disputas entre los republicanos y demócratas por qué políticas
desarrollar para enfrentar la crisis económica y la creciente deuda del
estado, que fueron características de estos años, siendo el
debilitamiento de la figura de Obama un factor visible. Por el otro,
los estadounidenses que ven con peores ojos la necesidad de que sus
hijos mueran en Medio Oriente para “liberar” naciones que
parecieran no querer ser invadidas. La filtración de la información
clasificada hecha por Julian Assange y Edward Snowden y hasta el
propio senado yanqui con sus informes sobre las torturas de su
programa antiterrorista han dado más leña al fuego. A esto se añadió
recientemente, en primer lugar, el descontento y las protestas
masivas de la población negra ante la impunidad de los asesinatos
racistas de la policía, que prueba cómo, a pesar del color del
presidente, el estado norteamericano es racista; y, en segundo lugar,
los ataques de los que parecieran ser los próximos ganadores de la
presidencia de Estados Unidos, los republicanos o los sectores más
de derecha de los demócratas. Sector que lejos de resolver el
descontento de la población van a aprovecharlo para hacer más
violenta la ya cruda política exterior del imperialismo yanqui,
manifiesta en los ataques a Siria e Irak.
Todos estos problemas son las repercusiones de la crisis, que abre y
sacude, como un terremoto, las profundas grietas del mundo
capitalista, mostrando a las masas descarnadamente el sistema.
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III. Las tareas históricas de la clase obrera
Desde hace décadas el proletariado internacional enfrenta la crisis de
su dirección. Primero fueron el reformismo de la socialdemocracia y
el estalinismo quienes traicionaron la segunda y tercera internacional
comunista, y luego, al morir Trotsky, fue la cuarta internacional la
que entró en crisis. Situación en la todavía se encuentra la mayor
parte de los trabajadores del mundo.
Analicemos a continuación los principales problemas políticos que
enfrenta la dirección de la clase obrera.
ESTADOS UNIDOS
Al igual que en otros países, en uno de los momentos más graves de
la crisis surgió un movimiento espontáneo e inorgánico de defensa.
El más conocido en Estados Unidos, Occupy Wall Street, convocó
marchas en 2011 mediante las redes bajo consignas amplias de
repudio general al sistema. Cuatro años más tarde, sólo ha quedado
el recuerdo de algún incidente y el recelo contra un sistema en
descomposición. La clase obrera si bien simpatizó con estos jóvenes,
lejos estuvo de formar parte del movimiento.
Sin embargo, esto no quiere decir que no existan luchas obreras. El
2014 dejó varias protestas sindicales, como la extendida lucha por
los 15 dólares de salario mínimo por hora. También hubo
movilizaciones masivas, entre las cuales se destacó la lucha contra el
racismo policial. Porque en Estados Unidos, como dijera Mariátegui
de Perú, las clases sociales están ligadas al color de la piel. Esto no
es menor, ya que uno de los principales problemas de la organización
de la protesta social es la escasa acumulación de experiencia y de
formas clasistas de organización. En Estados Unidos hoy hace falta
un partido de masas arraigado en el proletariado. Un partido que
construya y forme parte de una nueva organización sindical,
independiente y combativa.
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Esto no significa dejar de lado tópicos como la lucha contra la
opresión de género, volviendo a otros más del “marxismo clásico”.
Todo lo contrario. Significa poder construir herramientas que sean
propias de la clase obrera y mediante las cuales puedan avanzar en su
lucha, logrando victorias y acumulando fuerza. Hay que enfrentar el
racismo, la explotación, la xenofobia a partir de quienes más las
padecen: los desposeídos. En este sentido, los partidos
revolucionarios estadounidenses necesitan un férreo programa
clasista y autónomo, con una estrategia política de acumulación de
poder, enfrentando a los partidos burgueses y a la burocracia
sindical. No hay que confundir los votos con el poder revolucionario
de la clase obrera como está ocurriendo en Argentina. En Estados
Unidos el proletariado debe encabezar la lucha contra el racismo,
contra la política antiterrorista pro-bélica y contras las otras formas
de opresión imperialista.
La crisis recrudece, el fin del gobierno de Obama se aproxima, los
sectores más reaccionarios se fortalecen y la clase obrera no ha
podido ir más allá de la lucha sindical. Es nuestro deber tender un
puente entre todas las luchas, como la de los Occupy, y la clase
obrera. No separarlas, no preferir de forma oportunista y sectaria una
sobre la otra. Las reformas y el anticapitalismo son insuficientes; los
votos y cargos sin fuerza popular no logran nada. El acercamiento a
partidos de centroizquierda como el Green party puede ayudar a dar
visibilidad, pero es nocivo si se hace con una política adaptacionista,
en detrimento de un programa revolucionario.
Cuba es la muestra más fiel de la grieta abierta en la hegemonía
estadounidense. No es casual que si bien Bush y Obama no variarán
las medidas de contención y salvataje económico al capital
financiero, sí divergieran, aunque sólo fuera discursivamente, en su
política exterior. En un primer momento, cuando se creía que la
crisis iba ser pasajera, Obama prometió con suma demagogia
devolver Guantánamo a Cuba. Hoy, en cambio, necesitado el capital
de nuevos mercados para sofocar las llamas de la crisis, Estados
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Unidos se vio obligado a virar en sus acciones, ya no sólo en sus
palabras. La máxima potencia imperialista está negociando cara a
cara con Raul Castro los términos en los que va levantar el bloqueo
que lleva más de 50 años. La clase obrera estadounidense no puede
hacer caso omiso a esta muestra de debilidad de la burguesía (Hasta
el papa Francisco, otro paladín de la demagogia, ayudó en los
diálogos). Debe salir a las calles contra la política imperialista que
quiere seguir sojuzgando Cuba, pidiendo una restitución de todo su
territorio, el fin del bloqueo, la cancelación de todo posible tratado
desigual con el imperialismo y la reforma política democrática
dentro de la isla.
CUBA
La apertura al diálogo con Estados Unidos ha puesto a la república
cubana en una situación decisiva. Este proceso, que tarde o temprano
parecería llevar a la plena restauración capitalista en la isla, da lugar
a un gran retroceso para todos los revolucionarios del mundo. Si bien
el país se encuentra gobernado por una burocracia castrista
enquistada en el poder hace décadas, la revolución y, principalmente,
la expropiación de los medios de producción deben ser defendidos a
ultranza a la vez que los partidos revolucionarios debemos apostar,
no al diálogo de Cuba con Estados Unidos sino al desarrollo de una
revolución política que derribe a la burocracia y continúe el proceso
revolucionario, para que Cuba vuelva a ser un faro en América
Latina para el socialismo y no una isla gobernada por una burocracia
que durante esta década no hizo más que embellecer a los gobiernos
nacionalistas burgueses. Ahora que se evidencia un fin de ciclo en
América Latina con una derechización de estos gobiernos, sumado a
la baja de los precios del gas, petróleo y demás commodities la
coyuntura imposibilita que países como Venezuela colaboren a
sostener la economía cubana.
Ante esta la situación, las posturas que ha tenido la izquierda
internacional han sido en su mayoría apresuradamente optimistas.
19
Tanto el SU como el PO de Argentina han considerado que la
apertura del diálogo con Estados Unidos es una victoria popular.
Lejos estamos nosotros de considerar esto: aún está por verse cuál
será el desarrollo de las negociaciones. La liberación de los presos
sin duda ha sido una victoria pero el bloqueo aún no fue levantado y
las presiones de Estados Unidos para cortar con esta medida que
viene llevando desde 1961, son muy fuertes e implican sin lugar a
dudas condiciones para la restauración capitalista en Cuba.
Cuando decimos que este desarrollo está por verse es porque
depende de la intervención de los trabajadores cubanos, que desde la
Revolución han logrado imponerse y defender las conquistas ante los
avances del imperialismo yanqui. No tenemos una postura pesimista
como la que tienen los compañeros de la FT-CI liderada por el PTS
argentino y nos oponemos por completo a las posiciones de la LIT-
CI encabezada por el PSTU brasileño. Esta última considera que la
restauración capitalista en Cuba ya fue realizada. Si bien es
innegable que ha habido retrocesos desarrollados por la burocracia
castrista, las principales conquistas de la revolución (ligadas a la
expropiación de los medios de producción) siguen en pie y merecen
ser defendidas. En este sentido es que entendemos que como fuerza
revolucionaria no podemos dejar de sostener que Cuba es un Estado
Obrero degenerado y que hay que llevar en tal caso una revolución
política para echar a la burocracia y profundizar la revolución.
Los trabajadores deben apoderarse del Estado para enfrentar las
presiones del imperialismo para desarrollar una restauración
capitalista. Repudiamos todo intento de reformas restauracionistas y
medidas de ajuste impulsadas por la burocracia. Exigimos el fin del
bloqueo sin condiciones ni extorsiones. Por la libre sindicalización y
organización política de las corrientes de izquierda.
20
EUROPA: ENTRE LA DERECHA Y EL FRENTE POPULAR
GRECIA
La izquierda de todo el mundo está atenta a la situación europea,
siendo el epicentro del interés el fenómeno griego. La reciente
victoria electoral de Syriza ha encantado a muchos partidos, que han
preferido callar su verdadero carácter frentepopulista deseosos de
tener algunas ilusiones. Tan hundida está la dirección de la clase
obrera internacional, que la sola posibilidad de un triunfo hace
olvidar el cómo y el para qué de tal victoria.
Por un lado, el SU mandelista y el conjunto de la llamada izquierda
anticapitalista ha apoyado desde el principio a Syriza, siendo
completa su adaptación e integración a este frente popular. Y si bien
hubo cierto tipo de resguardos en su declaraciones, en los hechos su
política es de apoyo incondicional y de propiciar este tipo de
alianzas, como en el caso español con Podemos. El único reparo que
hacen y sostienen es la importancia de la unidad de la izquierda,
principalmente de Syriza con Antarsya y el KKE (partido comunista
griego) para desarrollar una política de “Ningún paso atrás”. Ahora
bien, ¿Para cuándo un paso hacia adelante? ¿O acaso la clase obrera
tiene que aceptar resignada el pacto Syriza con la derecha para
formar gobierno como “un mal menor”, tal y cual plantea el SU?
Como sacerdotes, los mandelistas sólo tienen palabras de contención
para la clase obrera.
La LIT-CI morenista por su parte, si bien no indicó su voto previo a
las elecciones griegas, luego de los resultados salió a festejar el
triunfo de Syriza, afirmando que “el resultado electoral expresa una
rotunda victoria política del pueblo trabajador griego” para luego
sostener que “la alianza con ANEL, un Partido dirigido por un
caudillo como Kammenos, procedente de Nueva Democracia, muy
unido a la Iglesia ortodoxa, con un programa conservador
reaccionario, preanuncia un curso opuesto a las expectativas de un
verdadero cambio social.” ¿Entonces? ¿Es o no es una victoria para
21
la clase obrera el ascenso al poder de Syriza? Las contradicciones en
la formulación del morenismo son totales.
La victoria del frente popular no es una conquista obrera, sino un
intento de capitalizar la movilización del pueblo griego en un
proyecto de conciliación de clases. No están en juego ni la ruptura
con la Troika ni el no pago de la deuda. Por el contrario, los
objetivos de Syriza pasan por pactar con los sectores del capital
financiero europeo y desarrollar medidas económicas keynesianas.
Pero si de posiciones contradictorias se trata, quien se ha ganado
todos los premios es el Partido Obrero argentino. Citemos algunos
hitos: apoyaron a Syriza en 2013, antes de las últimas elecciones
publicaron un documento del EEK griego (organización hermana
dentro de la CRCI que se presentó aparte a las elecciones) sin ningún
comentario propio, ni bien ganó Syriza festejaron su triunfo y poco
tiempo después sacaron una nota ecléctica mostrando ñps límites de
Syriza y sin dar salida alguna. La desorientación de la dirección del
Partido Obrero es tan evidente como su tentación por el frente
popular: dicen que hay un “ascenso de la izquierda”, de “un gran giro
político de las masas” que ni Syriza puede controlar según ellos. Pero
olvidan lo verdaderamente importante: qué debe hacer la izquierda
revolucionaria para desbordar al gobierno de unidad nacional que
plantea Syriza. Festejando su victoria y haciendo críticas eclécticas,
sólo se va alejar de la izquierda el proletariado.
A su vez, estas posiciones del Partido Obrero traen aparejadas una
crisis al interior de la CRCI ya que el apoyo al EEK y el festejo de la
victoria de Syriza no es secundado por el resto de las organizaciones
que forman parte de esta internacional. Por nuestra parte, saludamos
la intervención clasista e independiente del EEK en las elecciones así
como el apoyo recibido por el PCL italiano y el DIP turco quienes
conforman la plataforma Red Mediterranea. Compartimos también
su caracterización de Syriza como un gobierno de colaboración de
clases y esperamos que sus perspectivas de intervención durante su
mandato apunten a superar esta experiencia frentepopulista.
22
Advertimos igualmente sobre una posible adaptación del EEK a las
líneas del Partido Obrero evidenciadas en su última declaración, esto
sin embargo está por verse. Llamamos a no adaptarse a tal política
ecléctica y funcional a Syriza.
Por último, sobre este punto también es reprochable la actitud que ha
tenido el PTS argentino y de su internacional: la FT-CI. Sin
posicionarse respecto a quién votar o apoyar en las elecciones
griegas y dedicándose a despotricar contra el conjunto de la izquierda
griega, lo único que han logrado es tener una posición sectaria. No
han desarrollado ningún debate estratégico serio ni en su interior ni
con el resto de las corrientes internacionales respecto a la repercusión
de la victoria griega en la situación política argentina, donde el
propio Frente para la Victoria saludó la elección de Tsipras. Actitud
irresponsable si las hay, sobre todo cuando el NPA francés del cual
forma parte la FT-CI festeja la victoria de Syriza. Evidentemente
detrás de este silencio de la FT-CI se encuentra una adaptación al
reciente gobierno electo de Grecia.
Por nuestra parte, entendemos que los revolucionarios en Grecia
deben obrar con la mayor independencia del gobierno frentepopulista
de Syriza, orientando a las masas evidenciando los límites del
gobierno y sus nulas intenciones en romper con la UE y el FMI.
Apoyamos las iniciativas que se lleven en ese sentido para que la
clase obrera deje de lado sus ilusiones con el frente popular y avance
hacia la toma del poder. Sólo la clase obrera es capaz de darle una
salida a la crisis griega.
ESPAÑA
El fenómeno Podemos es la otra gran esperanza del oportunismo. Y
si bien puede encontrarse una de sus raíces en las protestas y huelgas
masivas contra la política ante la crisis del Estado español, Podemos
expresa fundamentalmente la falta de dirección y organización de las
masas. Pues al igual que en Estados Unidos, entre las protestas
masivas contra la crisis y la clase obrera no se tendió un puente
23
directo. Sólo que en España la crisis hegemónica de los partidos
tradicionales de la burguesía es inmensa. Tal es el descrédito que las
masas tienen de la burguesía tradicional española -tan sumisa a la
política de austeridad alemana- y tal la carencia de un movimiento
obrero organizado que un partido de tintes populistas y
pequeñoburgueses puede ganar las próximas elecciones. Así, de un
potencial repudio al mismo sistema capitalista que abre toda crisis
estructural, se pasó a un repudio a la forma de hacer política, con
esperanzas en un gobierno al estilo del Socialismo del siglo XXI.
Aunque Podemos, a diferencia de éstas formas de bonapartismo, no
está anclado en una cooptación de movimientos radicalizados o
radicalizables propios de los momentos de efervescencia social. El
partido encabezado por Pablo Iglesias es fuerte gracias a dos
circunstancias que canaliza y ayuda a propiciar: la desmovilización
misma de las masas y la recuperación hegemónica del Estado
Español, que vuelve a restringir toda esperanza de cambio a las
elecciones institucionales de un Estado burgués. De ahí que se
presente como un “fenómeno ciudadano”, de “la gente”, llegando
hasta a decir que no eran “ni de izquierda ni de derecha” y a aplaudir
las voces cínicas del papa Francisco.
Pero Podemos no es sólo un partido populista, también es un frente
popular, con múltiples organizaciones españolas que la integran y
otras que la apoyan en todo el mundo. Una de las primeras en formar
parte de esta coalición es la organización española del SU, Izquierda
Anticapitalista, la cual directamente se ha disuelto dentro de
Podemos para luchar por mejores cargos en las elecciones.
Mostrando el principal criterio que guía al mandelismo: el
oportunismo. Otras, no tan desafortunadas, hacen críticas a los
últimos pasos de Podemos, pero todavía confían ilusoriamente en su
“espíritu original”, como si realmente existiesen esperanzas y
posibilidades de cambio dentro del reformismo pequeñoburgués. Tal
es el caso de la organización cliffista En lucha, organización de la
International Socialist Tendency (IST). Ahora bien, debido a su
24
discurso más lavado en comparación al de Syriza, menos
organizaciones trotskistas apoyan este frente popular a lo largo del
mundo. Por ejemplo, la FT-CI, la Red Mediterránea, el PO y hasta la
LIT-CI, que apoyara al frente popular griego en las últimas
elecciones, son realmente críticos de Podemos. Pero a preguntas
como qué deben hacer los partidos revolucionarios en el Estado
español o cómo tiene el proletariado combatir a Podemos y a todas
las variantes de la burguesía, no tienen todas tantas críticas como
respuestas. Falencia especialmente notoria en las organizaciones
españolas, como Clase contra clase, de la FT-CI, que tiene la curiosa
estrategia de repetir una y otra vez la necesidad de un debate
estratégico dentro de la izquierda sin presentarnos su propuesta de
programa al proletariado, salvo que consideremos que decir que el
mero caracterizar a Podemos es un programa en sí mismo. Viejo
truco del FT-CI, en cada situación difícil lavarse las manos.
Toda la izquierda clasista, en el contexto de las próximas elecciones
españolas, debe iniciar una campaña unificada y separada de los
partidos burgueses, cuyo eje central sea que tanto el PSOE como
Podemos y el resto de la centro izquierda proponen salidas burguesas
y capitalistas a la crisis, haciendo verdaderas propuestas
transicionales, como el rotundo no pago a la deuda o la salida de la
OTAN o la liberación de Cataluña.
AUTODETERMINACIÓN NACIONAL
Los movimientos independentistas de masas tienen dos posibilidades
muy diferenciadas: la invocación al nacionalismo o a la democracia.
A sabiendas de esto, los gobiernos de toda Europa han tildado de
fascista y reaccionario estos procesos, ocultando sus potencialidades
radicales. Pues a pesar de que, como dijera Lenin, la formación del
Estado nacional es una exigencia del capitalismo moderno y no un
capricho, la imposibilidad de las burguesías nativas de llevar hasta
las últimas consecuencias el derecho a la autodeterminación de los
25
pueblos puede obligar al proletariado a que ejecute tal tarea
formando un Estado obrero.
A pesar de tal potencial revolucionario, sin embargo, la izquierda ha
cedido la dirección de estos procesos a la derecha en Cataluña.
Terrible error al que se suma la derrota abrumadora del lugar de
dirección en la otra gran cuestión española, la lucha contra el ajuste,
perdida en manos de Podemos. En este sentido, compartimos las
críticas hechas por la Red Mediterránea a la izquierda española: “El
hecho de que la derecha catalana esté al frente del proceso sirve
como excusa para la inacción. No es suficiente con hacer
declaraciones, dentro o fuera del parlamento, sobre el derecho de los
catalanes a votar.”
Y aún peor es la política de las organizaciones de izquierda que
integran Podemos, que crítica o pasivamente están aceptando de
hecho la mutilación de la democracia interna de su frente y el
crecimiento cada vez mayor en él del verticalismo propio de todo
personalismo populista. Según Pablo Iglesias, por ejemplo, todos
deben discutir y decidir todo. Fórmula tan ingenuamente rosa como
demagógica, ya que según ella toda España debe decidir los
problemas catalanes. ¡Vaya democracia la de Podemos!, obligar a
que la nación oprimida le pida permiso a todos los habitantes de la
nación que la sojuzga para poder liberarse.
El socialismo revolucionario debe hacer una fuerte campaña de
denuncia contra la derecha independentista catalana y los
oportunistas que apoyan o no la autodeterminación de Cataluña
según les convenga. El acercamiento de distintos partidos de
izquierda a las CUPs (movimiento de asambleas populares donde
interviene casi toda la izquierda catalana) ha sido progresivo en tanto
intentó buscar dar una opción por izquierda a la cuestión catalana.
Sin embargo, la CUP ha demostrado sus limitaciones y es preciso
marcarlas porque de no ser así se conduce a una adaptación a la
orientación frentepopulista que predomina en las CUPs y en la
izquierda anticapitalista en general. Sin embargo, eso no quiere decir
26
que hay que darle la espalda a esta experiencia, sino combatir para
ganar su dirección, para profundizar las tendencias que expresan su
rechazo a la UE y la austeridad. En este sentido, es errado el planteo
de Clase contra Clase (FT-CI) que en las últimas elecciones llamaron
no votar a la CUP-AE sin plantear siquiera decir qué sí debía hacer la
clase obrera.
Para estas elecciones hay que llamar a votar a las CUPs y desarrollar
desde allí una fuerte militancia política para ganar la dirección de las
mismas. Hace falta un partido revolucionario que tenga una
existencia real por fuera de los espacios frentistas y que pueda llevar
adelante la lucha por la autodeterminación nacional en el marco de
una política revolucionaria.
FRANCIA
La situación francesa, en contraposición, está signada por el avance
de la derecha en el contexto de crisis económica, al igual que sucede
en Alemania e Inglaterra.
Este avance de la derecha en Francia se evidencia, no sólo en los
votos a Le Pen sino principalmente en la creciente ola de islamofobia
y el apoyo, tras el ataque a la revista Charlie Hebdo, a la “guerra
contra el terrorismo” llevada a cabo por Hollande. La ofensiva
“antiterrorista” se traduce en un recrudecimiento y militarización de
la política exterior francesa a la vez que en el plano nacional se
evidencia en el avance del racismo y en la creciente represión y
persecución que marcan la situación política actual. Esta tuvo
también su repercusión en distintos países europeos como Alemania
y Bélgica principalmente, así como también su rechazo en países
oprimidos por el imperialismo francés como Nigeria.
Este fenómeno de avance de la derecha logra darse en un contexto de
crisis de la izquierda francesa que viene de años de adaptación sea al
Front de Gauche (FDG) o a variantes de centro-izquierda o a la
burocracia sindical.
27
El caso del NPA es quizás el más evidente. El partido anticapitalista
comandado por el SU mandelista está conformado por una serie de
grupos demás heterogéneos, donde se encuentra entre otros un
agrupamiento hermano al PTS argentino. El NPA ha atravesado a lo
largo de su existencia una serie de rupturas por derecha (incluso con
un sector yéndose directamente al FDG), una pérdida importante de
militantes desde su creación en 2009 pasando de diez mil adherentes
a menos de dos mil en la actualidad.
Actualmente el NPA se encuentra en un momento de redefiniciones
tras su último congreso, el cual rechazó la postura de su dirección.
Esta sostenía la continuidad de las vinculaciones con el FDG.
Recordemos que ha sido el NPA quien ha llamado a votar a
Hollande. Y qué será de sus vínculos ya existentes en distintos
planos con el FDG es una incógnita.
Ante este cambio de panorama, habrá que ver también qué política
primará, ya que por la conformación de los votos no hay ninguna
mayoría definida sino aún más fragmentación interna. Igualmente
suponemos que seguirá primando un acuerdo entre la plataforma 1 y
la 2 en varios puntos. Esto incluso se evidenció en el congreso donde
no se pudo votar una resolución política porque la P2 se negó ante la
falta de consenso con la P1.
Es un error creer que desde el NPA se puede llevar a cabo de la
construcción de un partido revolucionario. Hace años la FT-CI
pretende hacerlo sin éxito alguno, demostrando que más que un
objetivo coherente se trata de una adaptación al mandelismo. El
anticapitalismo centrista que caracteriza al NPA debe ser superado.
Mas no a partir de integrarse al mismo, sino abogando para que los
trabajadores y la juventud rompan con estas direcciones.
Los otros dos partidos de magnitud en Francia son Lutte Ouvriere y
el POI lambertista. Estos se han adaptado al PC y a la burocracia
sindical francesa en general y más lejos aún están de plantear una
salida socialista a la situación francesa. Lutte Ouvriere en las
conclusiones de su último congreso, sostiene que se está en una etapa
28
de reflujo en la cual se da un desarrollo del FN gracias a la ausencia
del estalinismo en los barrios. Según ellos el avance de la derecha se
da por un cambio de política del PC y no por el colapso económico y
la crisis de dirección de la clase obrera.
Ante esta caracterización, la salida que propone LO es básicamente
esperar a que “pase” el reflujo y explicitan que sin importar la
evolución política y económica de este año, de lo que se trata es de
fortalecerse en número y en inserción en la clase obrera, sin siquiera
proponer su intervención en un año electoral. Evidentemente la
política de autoconstrucción sobre el vacío no lleva a nada, menos si
al proletariado no se le puede dar un curso de acción. La crisis de
Lutte Ouvriere como dirección es evidente.
Por el otro lado, mientras que LO se adapta al PC y a la CGT que
ellos conducen, el POI hace lo mismo con la Force Ouvriere. Con su
prédica de la unión contra el gobierno, no se trata en el caso del POI
de unificar al conjunto de la izquierda y desarrollar un plan de lucha
sino de unirse con la burocracia y seguir con una política bastante
aislada y sin debate con el resto de las organizaciones con las que
muestra poco interés.
La izquierda francesa debe dejar de lado su sectarismo y su
adaptación a la centroizquierda para unir fuerzas en una gran
campaña política y electoral para enfrentar el ajuste y a la derecha.
Contra el avance imperialista de Francia y “la unidad nacional”,
contra la UE y el FMI, por una salida revolucionaria a la crisis.
AMÉRICA LATINA Y LA CRISIS POPULISTA
VENEZUELA
Mucho ha escrito el socialismo sobre el fenómeno chavista. Buen
número de grupos lo ungieron de elogios en sus inicios, atraídos por
su perorata antiyanqui y su apoyo de las masas. Hoy, luego de más
de 15 años en el gobierno y ya muerto el líder, el chavismo sigue
29
expresando históricamente lo mismo, representantes de una
burguesía nativa atrasada que no pudo ni puede llevar adelante la
modernización capitalista pero que debe jugar a hacerlo por la
sofocante presión de las masas harta de las avanzadas neoliberales,
sin embargo, cada vez son más las organizaciones de izquierda que
pasan a estar en su contra. ¿Qué cambió? Sustancialmente nada, los
populismos latinoamericanos ya son todo lo que podían ser. Sólo se
modificó la coyuntura. Esto no debería descolocar a quien utiliza el
socialismo científico para hacer política, pero los datos que utilizan
estos grupos son como sus programas: superficiales.
Vieron con buenos ojos al chavismo, ya sea por “socialista” o por
nacionalista, The militant, Marea Socialista (organización del SU), la
International Socialist Organization (ISO) y el PSL venezolano
(UIT-CI). Este último, denominado PRS en aquel momento, apoyó la
campaña por los 10 millones de votos para la candidatura de Chávez
en 1998. Los dos primeros fueron más allá y directamente se
integraron al partido oficialista, el PSUV.
Pero ni ahora que por fin estas corrientes critican abiertamente al
chavismo estas corrientes tienen posturas más claras. La versión más
difundida es la de la traición o la derrota de la revolución socialista-
bolivariana en manos de sectores corrompidos y derechistas de la
burocracia. ¡Cómo si Chávez hubiera sido la continuación del
proceso revolucionario de fines de los 90’ y no su liquidación! Tan
grande ha sido el error de estas corrientes, como Marea Socialista, en
integrar el PSUV que tienen que inventar una traición a una
revolución que nunca existió para justificar su alejamiento, ¿No sería
mejor que aceptasen que el “socialismo del siglo xxi” fue una
caricatura del socialismo, un recurso ideológico y discursivo
demagógico propio de un gobierno que pretende restaurar la
hegemonía de la burguesía y la confianza de las masas en el Estado
burgués que garantiza la reproducción de la explotación capitalista
en Venezuela? Sería mejor para la clase obrera, ciertamente, pero no
para la inercia de una organización que se vería fundida al admitir
30
haberse equivocado por años formando parte de un régimen
bonapartista. Rumbo a esto parece ir también el mandelismo en
España y Grecia.
La UST (LIT-CI), por su parte, a pesar de no caer en la política
seguidista de “apoyar lo bueno y criticar lo malo” y de entender la
necesidad de defender al gobierno electo en las urnas ante un golpe
de estado, no termina de entender el fenómeno “bolivariano”.
Actualmente, por ejemplo, dicen que hay “una situación
revolucionaria con un gobierno burgués a la cabeza” pero que “hoy
las masas no entenderían una propuesta que proponga [sic] derribar
al gobierno”. ¿Y cuándo van a entenderlo, si no lo entienden en una
situación revolucionaria? Pues como bien decía Trotsky, las
situaciones revolucionarias son pasajeras, no esperan eternamente a
la revolución. Entonces, de no ser plausible que las masas acepten la
toma del poder, o vamos camino de la victoria de la
contrarrevolución en Venezuela, o nuestros compañeros se
confunden en su caracterización y está Venezuela en algún momento
anterior a la situación revolucionaria.
Más acertado es el debate respecto a qué hacer desde el movimiento
obrero. El ajuste de Maduro, la caída del petróleo ocasionada por
EEUU, el ahogamiento económico de los empresarios imperialistas y
de derecha venezolanos, son todos golpes contra la clase obrera, que
tiene que salir a luchar para defenderse. Este es el verdadero terreno
para la acción revolucionaria, y no los congresos del PSUV.
Actualmente los sindicatos han cobrado una renovada importancia en
la política venezolana. Ya sea por la presión de las bases y sus
luchas, la de Sidor es buen ejemplo, como por el oportunismo de las
fracciones de la burocracia que pretende con el gesto de la lucha
ganar la dirección de los sindicatos y posicionarse mejor para la
negociación con el nuevo orden burgués que tarde o temprano parece
ha de llegar -salvo exista una revolución antes-. ¡Tanta es la
descomposición de los populismos latinoamericanos que hasta
fracciones de su burocracia los corre por izquierda!
31
Por esto es necesaria concretar la iniciativa de un Encuentro Obrero
Nacional de Lucha. Las experiencias anteriores, como el Encuentro
de Lara, mostraron los límites que plantea actuar con la burocracia:
discursos pirotécnicos que confunden al proletariado, evitar acciones
y luchas de las bases y, de existir las mismas, pactar por sobre los
obreros con la burguesía. De ahí el error del PSL (UIT-CI), que se
siente más cómodo con este tipo de experiencias. Lo correcto, es
denunciar abiertamente a la burocracia oficialista y a la opositora
abogando por una opción sindical y una opción política de lucha
contra las políticas antiobreras de la burguesía. Todos los
trabajadores y las organizaciones revolucionarias de Venezuela
deben levantar en alto estas consignas y ponerlas en práctica. En este
contexto de luchas intestinas del gobierno y el avance de la derecha,
rechazamos cualquier golpe de estado y apostamos a la organización
independiente de la clase obrera para darle una salida revolucionaria
a la situación actual.
BRASIL
La situación que afronta Brasil no está lejos de la del resto de
América Latina: recesión y derechización de los gobiernos
nacionalistas burgueses.
En este cuadro, la mayor organización de la izquierda brasileña, el
PSTU de tradición morenista, ha llegado con un gran historial de
claudicaciones, integrándose por completo a la burocracia sindical.
Esta actitud ha sido correctamente denunciada y militada por el PCO
cuya labor consideramos más que rescatable. Batallar contra el
oportunismo y la adaptación es una importante tarea de una
organización revolucionaria.
No hemos visto tal actitud recientemente por parte del Partido
Obrero argentino que en las últimas elecciones llamó a votar al
PSTU, contradiciendo toda una historia de lucha contra el
morenismo oportunista. De todos modos, esto no es sorpresivo, en
32
tanto se enmarca en una ruptura con el PCO hace años y en un
acercamiento del PO al morenismo.
Por nuestra parte, entendemos que, pese a no compartir ciertas
caracterizaciones con el PCO (como por ejemplo las que vaticinan un
golpe de estado) apoyamos su accionar, por ser progresivo para el
desarrollo de la lucha obrera. Así lo demuestra cierto protagonismo
que adquirieron en luchas del 2014.
BOLIVIA
Siendo uno de los países de Sudamérica con una mayor tradición de
lucha y donde el trotskismo en particular ha tenido un amplio
protagonismo en las mismas, Bolivia ha tenido tres situaciones
claramente revolucionarias en su historia (1952, 1971 y 2000-2003),
dando cuenta de no sólo la combatividad del pueblo boliviano, sino
también de sus condiciones objetivas como eslabón más débil del
capitalismo en el continente.
Sin embargo, actualmente la izquierda boliviana se encuentra en
crisis. La desorientación respecto a qué postura tomar con el proceso
de ascenso al poder del MAS y su desarrollo hasta la actualidad, ha
llevado a un sector de la izquierda (el mandelismo principalmente) a
integrarse y apoyar por completo al gobierno de Evo Morales
mientras ha dejado al resto de la izquierda en una marginalidad
nunca antes vista en la historia boliviana.
El POR desarrolla actualmente una política sectaria y
democratizante. Sus críticas al gobierno de Evo Morales pasan
principalmente por una cuestión democrática: contra la corrupción y
contra la persecución política. A la vez proponen una caracterización
reduccionista y errada al sostener que "el nuevo gobierno del MAS
acentuará su carácter reaccionario, anti-obrero, pro-patronal y pro-
imperialista." Hasta incluso llegan a decir que el MAS tiene
tendencias fascistas y lo equiparan lisa y llanamente a la rosca,
llamando a votar nulo en las elecciones. Debemos advertirles a los
compañeros que no todas de las fracciones de la burguesía son lo
33
mismo y que el gobierno Evo Morales es un gobierno burgués
populista, un bonapartismo sui generis si se quiere, y no un
totalitarismo fascista. Es por esto que el POR tiene la obligación de
reconocer la legitimidad en el marco burgués de las elecciones
bolivianas y presentarse a las mismas para dar una opción de
izquierda a la clase obrera, y no cometer un error parecido al de la
izquierda argentina en la primera elección de Perón, cuando lo
tildaron de fascista y quedaron al margen por mucho tiempo de
aprovechar las potencialidades del movimiento de popular que surgió
en ese periodo.
Hay que recordar las palabras de Lenin contra el sectarismo
izquierdista: “la participación en un parlamento democrático
burgués, no sólo no perjudica al proletariado revolucionario, sino que
le facilita la posibilidad de hacer ver a las masas atrasadas por qué
semejantes parlamentos merecen ser disueltos, facilita el éxito de su
disolución, facilita la ‘eliminación política’ del parlamentarismo
burgués”.
Estos errores de caracterización general del POR se reflejan en la
forma abstracta en que plantean la necesidad de la dictadura del
proletariado y de un gobierno obrero y campesino. Además de no
participar de elecciones desde 1985, han quedado por fuera también
del correcto intento de desarrollo de un Partido de los Trabajadores
(PT) en Bolivia. Cabría preguntarle a los compañeros del POR lo
mismo que a los del FT-CI ¿Qué sí debe hacer la clase obrera? Lenin
y Gramsci solían decir siguiendo a Engels que los tres momentos
centrales de la lucha eran el económico, el político y el teórico,
asimilando los dos primeros al sindical y el parlamentario en una
primera instancia. Entonces, ¿Cómo no ver participar de la
formación de un partido de base obrera-sindical para disputar
políticamente contra la burguesía por fuera y contra la burocracia por
dentro? Es inentendible.
Por su parte, todo el morenismo tuvo también una política errada
respecto al PT (o IPT) boliviano. La LOR-CI y la ARP,
34
pertenecientes a la FT-CI y a la UIT-CI respectivamente, se han
integrado a la burocracia de la Central Obrera Boliviana (COB). Esta
adaptación los ha dejado en el vacío ante el agotamiento de la breve
experiencia que fue la construcción del IPT. Tal es así que no
lograron presentarse a elecciones este año ni han sacado un balance
serio respecto a su propio accionar reciente. Debe costarles admitir
que tuvieron una política equivocada al oponerse a la propuesta de
formar una corriente clasista revolucionaria dentro del PT que
dispute su dirección y que en su lugar sólo se limitaron a atacar al
MAS callando las críticas a las burocracia sindical de la COB. Tanto
así que prefieren guardar silencio, olvidando que es el deber de todo
partido revolucionario decir la verdad a las masas, por más amarga
que sea.
ARGENTINA
En la política argentina se evidencia un fin de ciclo del kirchnerismo
y una fuerte derechización del mismo. La coyuntura actual, signada
por una crisis política tras la desatada “guerra de servicios” da cuenta
de que la burguesía no tiene un candidato unívoco, que el
imperialismo yanqui apuesta a la derecha y que la izquierda, pese a
su crecimiento, atraviesa una profunda crisis.
El Frente de Izquierda si bien se ha constituido como una referencia
política para el conjunto de la izquierda y los trabajadores, no ha
salido de eso. Las diferencias internas, el oportunismo y el
sectarismo han llevado a que tal frente esté en constante parálisis. El
Partido Obrero viene protagonizando en el último tiempo un giro
electoralista y un acercamiento a un ala de la burocracia sindical
(CTA-Micheli). El PTS por su parte, lo caracteriza el oportunismo, el
divisionismo y el legalismo, visto claramente en las luchas de este
año. A la vez este partido, junto con IS (el otro miembro del FIT) han
tenido una política complaciente y de seguidismo con la burocracia
de Moyano evidenciado claramente durante el tiempo que duró el
llamado Encuentro Sindical de Atlanta.
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A estas erradas y dañinas políticas se le suma el problema de las
candidaturas electorales. Estas, en vez de ser decididas por el
conjunto del activismo de izquierda y la vanguardia obrera, se
negocian en una mesa chica donde priman las extorsiones y las
presiones de aparato. El debate político abierto está completamente
ausente y la exclusión a todo el resto de la izquierda está siendo
moneda corriente en lo que respecta al FIT.
Respecto a la situación actual del movimiento obrero y el fuerte
ajuste que vivimos durante el año pasado y comienzos de este, nos
encontró con una izquierda que no apostó a superar la existencia de
distintos conflictos obreros parciales, articulándolos en una lucha
política común contra el ajuste y el pago a la deuda externa. Desde
Revire entendemos fundamental dar un salto de cualitativo en este
sentido, desarrollando una lucha contra el gobierno y la oposición
patronal para que la crisis no la paguemos los trabajadores.
No solo ha habido una ausencia de un plan de lucha respecto al
ajuste, sino que también hay una total inactividad y falta de iniciativa
por parte del FIT. La crisis política nacional avanza y la izquierda no
hace nada. El PTS e IS directamente no proponen ninguna instancia
de movilización ni de organización, mientras el PO realiza actos en
la puerta del congreso y conferencias de prensa con la finalidad de
“interpelar al ejecutivo”. ¿Para cuándo una marcha por la disolución
de todos los aparatos de inteligencia y la apertura de los archivos?
¿Para cuándo una instancia unitaria para luchar por el
esclarecimiento de la causa AMIA? La única movilización que
planteó esto fue la llevada a cabo por la CTA- Micheli, APEMIA y
organismos de DDHH que pretendió ser cooptada por uno de los
candidatos a presidente, Massa, que se reunió previamente con el
dirigente sindical en vistas de lograr acuerdos. Estos intentos de
apropiarse de una movilización por parte de la burguesía son posibles
sólo ante la ausencia y el inmovilismo del FIT.
Consideramos que estas críticas no llevan a negarle el voto al Frente
de Izquierda, aunque sí plantean grandes desafíos para los
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revolucionarios que somos excluidos de tal armado electoral.
Entendemos que debemos militar conjuntamente para que se amplíe
el FIT en pos de sacarlo de su parálisis, abriendo el debate político a
todos, desarrollando desde allí un plan de lucha para enfrentar el
ajuste y una intervención revolucionaria en la crisis política actual.
MEXICO
La situación política mexicana actual está signada por la
desaparición y el asesinato de los estudiantes normalistas de
Ayotzinapa, Guerrero. El hecho sacudió a la opinión pública, al
poner en evidencia el contubernio entre el régimen político y el
narcotráfico. La movilización popular a raíz de aquél hecho fue
evolucionando desde la exigencia de justicia por las víctimas hacia
un cuestionamiento al régimen político imperante, llegándose incluso
a exigir la caída del presidente Enrique Peña Nieto. Sin embargo,
pese a la rápida evolución de las demandas del movimiento, hasta el
momento no se ha podido avanzar en una organización consistente
de la clase obrera y el campesinado capaz de golpear verdaderamente
al gobierno y así obligarlos a satisfacer sus demandas. En el estado
de Guerrero, la población continúa impugnando los cínicos intentos
de “pacificación”, pero en la capital del país, fue el estudiantado el
sector con mayor peso en las movilizaciones de 2014.
Frente a esta difícil e importante coyuntura, gran parte de la
izquierda revolucionaria se revela incapaz de superar la tentación de
coquetear con la centroizquierda, comportamiento que tuvo como
hito el apoyo a Andrés Manuel López Obrador en las elecciones
presidenciales de 2012. La Corriente Marxista Revolucionaria (El
Militante) e Izquierda Socialista (CMI), ambas herederas del
laborista Ted Grant, no cejan en su política entrista en el Morena,
aun cuando la organización de AMLO busca encauzar el descontento
popular por vías institucionales que ya se han probado impotentes
(como la campaña de firmas contra las reformas estructurales). El
mandelista Partido Revolucionario de los Trabajadores, por su parte,
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se ha disuelto en la práctica en la OPT, una organización nacida en
2011 por iniciativa del vapuleado Sindicato Mexicano de
Electricistas que en su momento participó en la campaña de AMLO,
y cuyas perspectivas actuales como partido político independiente
son más bien dudosas. Por otro lado, el Movimiento de los
Trabajadores Socialistas, perteneciente a la FT-CI, ha mantenido su
independencia respecto de las diferentes escisiones por izquierda del
PRD. Sin embargo, considera erróneamente que una asamblea
constituyente libre y soberana podría ser una salida viable a la actual
crisis política, sin mostrar los límites de ésta consigna
democratizante ni tampoco apostando a superarla.
Las organizaciones revolucionarias en México deben romper con el
seguidismo a la centroizquierda y concentrar sus esfuerzos en
organizar a los trabajadores y campesinos con completa
independencia del actual régimen político, se trate del viejo PRI o el
“nuevo” Morena. La verdadera alternativa al capitalismo neoliberal
mexicano y sus terribles consecuencias es el socialismo, que sólo
puede lograrse a través de un gobierno de los trabajadores y los
campesinos. Es necesario ampliar la coordinación del sindicalismo
democrático y de otras organizaciones populares en torno a este
objetivo. No se debe otorgar ninguna concesión a las “salidas
institucionales” que propone el podrido régimen de gobierno.
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IV. Por la refundación de la IV Internacional
Luego de casi una década de crisis capitalista, la clase obrera de todo
el mundo tiene la necesidad de plantearse cuál es la situación futura
de la economía mundial, cómo intenta enfrentar la burguesía este
periodo de crisis y recambio, y qué política deben llevar adelante el
proletariado en este contexto.
Recién hemos visto la crisis estructural que afronta el sistema. El
fase imperialista del capitalismo ya no pone en cuestión solamente
los tiempos de sus ciclos, sino la reproducción misma del sistema.
Incapaz de resolver esta situación histórica, se han agudizado las
disputas al interior de la burguesía. Los oficialismos de todo el
mundo se han puesto en debate, ya sea por hijos de su mismo seno,
como por frentes populares o sectores de derecha. En Estados Unidos
el recambio parece inevitable. Los demócratas de derecha con
Hillary Clinton o los republicanos llegarán al poder e impulsarán
medidas más intervencionistas y pro-bélicas -de las ya nefastas que
está llevando Obama con avanzadas militares en Medio Oriente. En
Europa han ganado Syriza y el partido de Le Pen las últimas
elecciones, mostrándole a la Unión Europea la necesidad de hacer un
cambio en su política económica de contención de la crisis.
Por su parte, la extraordinaria coyuntura económica que permitía
sostener a las distintas formas de bonapartismo en América Latina
han terminado. Siendo necesario un recambio político para renovar la
legitimidad institucional. Las posibilidades parecen ser, o que ganen
opciones de derecha, como casi ocurre en Brasil y Venezuela, o que
éstos gobiernos terminen de asumir del todo el programa de la
derecha por la incapacidad de esta última de formar un gobierno,
como está ocurriendo en casi todos los gobiernos, como los de Evo
Morales, Dilma Rousseff o Cristina Kirchner. Es decir, gane quien
gane las próximas elecciones, la política de la derecha es la única
opción actual que tiene la burguesía: represión y ajuste.
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Los trabajadores y los partidos revolucionarios debemos entender
que todos estos procesos suponen grandes conflictos. Hoy los
recambios ordenados sólo existen en la cabeza de la burguesía y la de
sus ideólogos académicos e intelectuales.
Es preciso estar listos y organizados para enfrentar estos cambios. Es
por esto que los militantes revolucionarios luchamos “por alcanzar
los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera”, como la
derrota de los ajustes, “pero a la vez defendemos el porvenir del
movimiento obrero”, es decir el fin del robo y la opresión de los
trabajadores. Y sólo en el comunismo no va haber clases que vivan
de la miseria de las masas. ¡Hay que romper las cadenas que nos atan
a estos explotadores! Es por esto que la clase obrera no puede seguir
a los y las Merkel, Hillary Clinton, Hollande, Pablo Iglesias, Marine
Le Pen, Maduro o Evo Morales. Todos ellos son manotazos
desesperados que da una burguesía que se ahoga.
Falta a nivel mundial un partido trabajador que pueda hacer frente a
estas avanzadas llevando adelante nuestro programa revolucionario.
El militante revolucionario no puede apoyar ninguna de las distintas
fracciones de la burguesía. Es más necesaria que nunca la
organización independiente del proletariado en cada país. Debemos
poner de pie al movimiento obrero en todo el mundo, refundando la
IV Internacional bajo un debate serio y clarificador respecto al
balance de estos últimos 65 años, apostando a superar la crisis de
dirección con sólidos planteos programáticos.
¡Viva la organización internacional de los trabajadores!