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EL DERECHO DE REBELIÓN Desde lo alto de su roca el Buitre Viejo ace- cha. Una claridad inquietante comienza a di- sipar las sombras que en el horizonte amontonó el crimen, y en la lividez del paisaje parece adivinarse la silueta de un gigante que avanza: es la Insurrección. El Buitre Viejo se sumerge en el abismo de su conciencia, hurga los lodos del bajo fondo; pero nada haya en aquellas negruras que le explique el por qué de la rebelión. Acude entonces a los recuerdos; hombres y cosas y fechas y circunstancias pasan por su mente como un desfile dantesco; pasan los mártires de Veracruz, pálidos, mostrando las heridas de sus cuerpos, recibidas una noche a la luz de un farolillo, en el patio de un cuar- tel

Magón

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Cuento de Flores Magón

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EL DERECHO DE REBELIÓN

Desde lo alto de su roca el Buitre Viejo ace-cha. Una claridad inquietante comienza a di-sipar las sombras que en el horizonteamontonó el crimen, y en la lividez del paisajeparece adivinarse la silueta de un gigante queavanza: es la Insurrección.El Buitre Viejo se sumerge en el abismo

de su conciencia, hurga los lodos del bajofondo; pero nada haya en aquellas negrurasque le explique el por qué de la rebelión.Acude entonces a los recuerdos; hombres ycosas y fechas y circunstancias pasan por sumente como un desfile dantesco; pasan losmártires de Veracruz, pálidos, mostrando lasheridas de sus cuerpos, recibidas una nochea la luz de un farolillo, en el patio de un cuar-tel

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por soldados borrachos mandados por un jefeborracho también de vino y de miedo; pasanlos obreros de El Republicano, lívidos, lasropas humildes y las carnes desgarradas porlos sables y las bayonetas de los esbirros;pasan las familias de Papantla, ancianos, mu-jeres, niños, acribillados a balazos; pasan losobreros de Cananea, sublimes en su sacrificiochorreando sangre; pasan los trabajadores deRío Blanco, magníficos, mostrando las heri-das denunciadoras del crimen oficial; pasanlos mártires de Juchitán, de Velardeña, deMonterrey, de Acayucan, de Tomochic; pasanOrdoñez, Olmos y Contreras, Rivero Echega-ray, Martínez, Valadez, Martínez Carreón;pasan Ramírez Terrón, García de la Cadena,Ramón Corona; pasan Ramírez Bonilla, Al-bertos, Kaukum, Leyva. Luego pasan legio-nes de espectros, legiones de viudas,legiones de huérfanos,

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legiones de prisioneros y el pueblo enteropasa, desnudo, mascilento, débil por la igno-rancia y el hambre.El Buitre Viejo alisa con rabia las plumas al-borotadas por el torbellino de los recuerdos,sin encontrar en éstos el porqué de la Revo-lución. Su conciencia de ave de rapiña justi-fica la muerte. ¿Hay cadáveres? La vida estáasegurada.Así viven las clases dominantes: del sufri-miento y de la muerte de las clases domina-das, y pobres y ricos, oprimidos y déspotas,en virtud de la costumbre y de las preocupa-ciones heredadas, consideran natural este ab-surdo estado de cosas.Pero un día uno de los esclavos toma un pe-riódico, y lo lee: es un periódico libertario. Enél se ve cómo el rico abusa del pobre sin másderecho que el de la fuerza y la astucia;

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en él se ve cómo el gobierno abusa del pueblosin otro derecho que el de la fuerza. El es-clavo piensa entonces y acaba por concluirque, hoy como ayer, la fuerza es soberana, y,consecuente con su pensamiento, de hace re-belde. A la fuerza no se la domina con razo-nes: a la fuerza se la domina con la fuerza.El derecho de rebelión penetra en las con-ciencias, el descontento crece, el malestar sehace insoportable, la protesta estalla al fin yse inflama el ambiente. Se respira una atmós-fera fuerte por los eluvios de rebeldía que lasaturan y el horizonte comienza a aclararse.Desde lo alto de su roca el Buitre Viejo ace-cha. De las llanadas no suben ya rumores dequejas, ni de suspiros ni de llantos: es rugidoel que se escucha. Baja la vista y se estre-mece: no percibe una sola espalda; es que elpueblo se ha puesto de pie.

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Bendito momento aquel en que un pueblo seyergue. Ya no es el rebaño de lomos tostadospor el sol, ya no es la muchedumbre sórdidade resignados y de sumisos, sino la hueste derebeldes que se lanza a la conquista de la tie-rra ennoblecida porque al fin la pisan hom-bres. El derecho de rebelión es sagrado porque suejercicio es indispensable para romper losobstáculos que se oponen al derecho de vivir.Rebeldía, grita la mariposa, al romper el ca-pullo que la aprisiona; rebeldía, grita la yemaal desgarrar la recia corteza que cierra elpaso; rebeldía, grita el grano en el surco alagrietar la tierra para recibir los rayos del sol;rebeldía, grita el tierno ser humano al desga-rrar las entrañas maternas; rebeldía, grita elpueblo cuando se pone de pie para aplastara tiranos y explotadores.La rebeldía es la vida: la sumisión es lamuerte. ¿Hay rebeldes en un pueblo?

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La vida está asegurada y asegurados estántambién el arte y la ciencia y la industria.Desde Prometeo hasta Kropotkin, los rebel-des han hecho avanzar a la humanidad.Supremo derecho de los instantes supremoses la rebeldía. Sin ella, la humanidad andaríaperdida aún en aquel lejano crepúsculo quela Historia llama la Edad de la Piedra, sin ellala inteligencia humana hace tiempo que ha-bría naufragado en el lodo de los dogmas; sinella, los pueblos vivirían aún de rodillas antelos principios del derecho divino; sin ella, estaAmérica hermosa continuaría durmiendo bajola protección del misterioso océano; sin ella,los hombres verían aun perfilarse los recioscontornos de esa afrenta humana que sellamó la Bastilla.

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Y el Buitre Viejo acecha desde lo alto de suroca, fija la sanguinolenta pupila en el giganteque avanza sin darse cuenta aún del por quéde la insurrección. El derecho de rebelión nolo entienden los tiranos.

Regeneración, 10 de septiembre de 1910

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