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y alegre y se clava eon fuerza insoborna- \ capacidad de Jefe que no admite parangones ni tie -e precedencias, con un genio militar incomparable, suya.es la obra. Con su Ejér- cito, por tantos conceptos acreedor a la ¡¡ra- Utud ó.e España, con la colaboración de un pueblo civil enardecido y u(regado en pleni- salvador de un pueblo asediado por todas | íud de seguridad y de confianza, ha sabido M del Caudillo FRANCO. Franco ha ganado la guerra. Franco nos abre las perspectivas bemús todo, hemos de estar dispuestos^ sin titubeo, sin defección r ! áesmayo, a dárselo todo. Y todo, en estaos Corvadas de tanta ír«$- Que no quiebre ninguna voluntad, qu» no mií -veces gloriosas d su proyección sobre de incalculable trascendencia; la 'guerra éivü de España, a la hora de producirse la santa rebeldía del Ejército y de la Nación, para asumir la sensacional misión de derribar y del Frente Popular, le la más qve hacer un examen c sia. Es preciso acometer lañes mental y definitivo w. 1 -nalisar nuestros desbordantes y justos isnlu- que sobre sus hombros tiene en estas horas í .:el Caudillo genial de I Las dos afirmaciones de iniciativa. Hubo que entrar en en una guerra que no tiene pre- por su dureza, que tampoco los ' sacrificio. La gesta llega, en estas horas de- finitivas y jubilosas, a sus superaciones de clausura. El 18 de julio tiene su consecuen- cia u su complemento en este venturoso 28 de marzo que se inscribe con trazos de perma- nencia inarrancable en el recuerdo y en la Los culpables de tanta desolación, de tan- ta sangre joven esmaltada sobre los campos y las calles españolas, pasean desvergonza- damente su cinismo de fugitivos por los bule- vares de París. Para ellos no cuenta el día de ayer. No lo conocen. Su contumacia hizo demorar la fecha. Pero la fecha ka llegado, f ella, con su fundamental significación de término definitivo y magnifico de la polémi- ca de las armas, es sólo para nosotros, para los españoles auténticos. La alegría de estas horas JLos pertenece. Los autores morales de la tragedia, en la tortura alucinante de sus nostalgias, sólo pueden congeer la fisonomía de este gran episodio en su reverso sombrío y acusador. De ellos ha sido la culpa. Para nosotros es la gloria y la fortuna actual. Mspafta se ha salvado definitivamente. La guerra acaba, con-su signo invariable, indes- tructible de triunfo y con sus luminarias y vibraciones estruendosas de apertura a los días de la paz. La guerra ha dejado de ser una realidad actual y dramática para incor- porarse íntegramente, con sus duelos y sus filarías, con sus asperezas y sus destellos heroicos —españoles—, a las páginas de nuestra Historia y de, la Historia del mundo Junto al hecho magno y trascendental, en la conciencia y en los labios emocionados de los españoles, surge en estas horas un nom- hre. Un noml re que llena los ámbitos de Es- paña, que sintetiza todas las ilusiones de fu- turo, que concentra todos los orgullos ñc, este pasado c.ercrrno y glorioso. Este vimbre, preclaro, aureolado por la fe de m. pvfblo, rodeade del aliento y de la gratitud de la ( «* tan »»tHB aa • se • s *sa 11 * m • • «* »> I «En el ém de hoy, !ss tropas españolas ías las amenazas, resquebrajado por iodos ios cuartem 'ertos envilecidos, envenenado por todos los tóxicos de un bárbaro y aselador credo marzixia y asiático. Franco es el gran nrtífirr ile ¡a vpnívra de España. Con vna '•¡,'r 'en-'¡>'i "b : 'h.(! *'fV :•'!' 1 ÚSÍÓ71 UTiip. in !ÜS- loria, con una fe absoluta y ejemplar en ' misma, con v.na tenacidad imbatibUt con w.a forjar la victoria. Estas horas inenarrables son integramente suyas. España se lo debe latió. Para, el Caudillo es en estos momentos íflormnamerte inolvuoMes, la admiración del minina. Pío ' ¿í ha ríe r,er vorgutt es <•}. mc- jw irihyjo, PJ que ('} desfñ— ln HPQH, 'í'- áiencia, la absi.lv.la y ptrr;u,nenie sumisión de los españoles. Por lo mismo qve se lo de- a&ta Ci'cz fie la

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y alegre y se clava eon fuerza insoborna- \ capacidad de Jefe que no admite parangonesni tie -e precedencias, con un genio militarincomparable, suya.es la obra. Con su Ejér-cito, por tantos conceptos acreedor a la ¡¡ra-Utud ó.e España, con la colaboración de unpueblo civil enardecido y u(regado en pleni-

salvador de un pueblo asediado por todas | íud de seguridad y de confianza, ha sabido

M del Caudillo FRANCO. Franco ha ganadola guerra. Franco nos abre las perspectivas

bemús todo, hemos de estar dispuestos^ sintitubeo, sin defección r! áesmayo, a dárselotodo. Y todo, en estaos Corvadas de tanta ír«$-

Que no quiebre ninguna voluntad, qu» no

mií -veces gloriosas dsu proyección sobrede incalculable trascendencia; la 'guerra éivü

de España, a la hora de producirse la santarebeldía del Ejército y de la Nación, paraasumir la sensacional misión de derribar y

del Frente Popular,le la más

qve hacer un examen csia. Es preciso acometerlañes mental y definitivo

w.1-nalisar nuestros desbordantes y justos isnlu-

que sobre sus hombros tiene en estas horasí .:el Caudillo genial de I

Las dos afirmaciones de

iniciativa. Hubo que entrar enen una guerra que no tiene pre-

por su dureza, que tampoco los '

sacrificio. La gesta llega, en estas horas de-finitivas y jubilosas, a sus superaciones declausura. El 18 de julio tiene su consecuen-cia u su complemento en este venturoso 28 demarzo que se inscribe con trazos de perma-nencia inarrancable en el recuerdo y en la

Los culpables de tanta desolación, de tan-ta sangre joven esmaltada sobre los camposy las calles españolas, pasean desvergonza-damente su cinismo de fugitivos por los bule-vares de París. Para ellos no cuenta el díade ayer. No lo conocen. Su contumacia hizodemorar la fecha. Pero la fecha ka llegado,f ella, con su fundamental significación detérmino definitivo y magnifico de la polémi-ca de las armas, es sólo para nosotros, paralos españoles auténticos. La alegría de estashoras JLos pertenece. Los autores morales dela tragedia, en la tortura alucinante de susnostalgias, sólo pueden congeer la fisonomíade este gran episodio en su reverso sombríoy acusador. De ellos ha sido la culpa. Paranosotros es la gloria y la fortuna actual.Mspafta se ha salvado definitivamente. Laguerra acaba, con-su signo invariable, indes-tructible de triunfo y con sus luminarias yvibraciones estruendosas de apertura a losdías de la paz. La guerra ha dejado de seruna realidad actual y dramática para incor-porarse íntegramente, con sus duelos y susfilarías, con sus asperezas y sus destellosheroicos —españoles—, a las páginas denuestra Historia y de, la Historia del mundo

Junto al hecho magno y trascendental, enla conciencia y en los labios emocionados delos españoles, surge en estas horas un nom-hre. Un noml re que llena los ámbitos de Es-paña, que sintetiza todas las ilusiones de fu-turo, que concentra todos los orgullos ñc, estepasado c.ercrrno y glorioso. Este vimbre,preclaro, aureolado por la fe de m. pvfblo,rodeade del aliento y de la gratitud de la

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«En el ém de hoy, !ss tropas españolas

ías

las amenazas, resquebrajado por iodos ioscuartem 'ertos envilecidos, envenenado portodos los tóxicos de un bárbaro y aseladorcredo marzixia y asiático. Franco es el grannrtífirr ile ¡a vpnívra de España. Con vna'•¡,'r 'en-'¡>'i "b:'h.(! *'fV :•'!' 1 ÚSÍÓ71 UTiip. in !ÜS-

loria, con una fe absoluta y ejemplar en 'misma, con v.na tenacidad imbatibUt con w.a

forjar la victoria. Estas horas inenarrablesson integramente suyas. España se lo debelatió. Para, el Caudillo es en estos momentosíflormnamerte inolvuoMes, la admiración delminina. Pío ' ¿í ha ríe r,er —vorgutt es <•}. mc-jw irihyjo, PJ que ('} desfñ— ln HPQH, 'í '-áiencia, la absi.lv.la y ptrr;u,nenie sumisiónde los españoles. Por lo mismo qve se lo de-

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