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Luis Carlos Meyer Luis Carlos Meyer (Barranquilla, 21 de septiembre de 1916 - Nueva York, 7 de noviembre de 1998) fue un cantante colombiano de ritmos de la Costa Caribe como porro y cumbia. Primeros años Su nombre de nacimiento era Luis Mateo Meyer Castandet, hijo de Julia Castandet, de Martinica, y de Isaac Meyer, de Trinidad y Tobago. Carrera musical Sus primeras actuaciones como cantante se produjeron a mediados de la década de 1930 en Emisora Atlántico de Barranquilla. A principios de los años 1940, llevó el porro y la cumbia a Bogotá, donde vivió por 15 años. Hizo sus primeras grabaciones después de la Segunda Guerra Mundial: Poquitico poquitico, Se va el caimán, Ingrata mujer, Vivan los novios y Santa Marta. A fines de la década de 1940 se presenta en Panamá, regresa a Barranquilla y viaja a Centroamérica. En 1943 se radicó en México, donde se le considera el introductor de la cumbia colombiana que dio origen a la cumbia mexicana. En el país azteca grabó para RCA Víctor con la orquesta de Rafael de Paz, y participa en películas del cine mexicano. La Sonora Matancera grabó por primera vez su canción Micaela en 1944. Para esa época se escuchan En toda América Latina sus máximos éxitos: Micaela, El hijo de mi mujer, El gallo tuerto, La cumbia cienaguera y La historia. A partir de 1958 residió en Estados Unidos y Canadá, donde vivió hasta 1969, año en que retornó a Nueva York. Entre 1988 y 1992 vivió y probó suerte en Los Ángeles; se radicó definitivamente en Nueva York en 1992. Últimos años

Luis Carlos Meyer

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Luis Carlos Meyer

Luis Carlos Meyer (Barranquilla, 21 de septiembre de 1916 - Nueva York, 7 de noviembre de 1998) fue un cantante colombiano de ritmos de la Costa Caribe como porro y cumbia.

Primeros años

Su nombre de nacimiento era Luis Mateo Meyer Castandet, hijo de Julia Castandet, de Martinica, y de Isaac Meyer, de Trinidad y Tobago.

Carrera musical

Sus primeras actuaciones como cantante se produjeron a mediados de la década de 1930 en Emisora Atlántico de Barranquilla. A principios de los años 1940, llevó el porro y la cumbia a Bogotá, donde vivió por 15 años. Hizo sus primeras grabaciones después de la Segunda Guerra Mundial: Poquitico poquitico, Se va el caimán, Ingrata mujer, Vivan los novios y Santa Marta. A fines de la década de 1940 se presenta en Panamá, regresa a Barranquilla y viaja a Centroamérica. En 1943 se radicó en México, donde se le considera el introductor de la cumbia colombiana que dio origen a la cumbia mexicana. En el país azteca grabó para RCA Víctor con la orquesta de Rafael de Paz, y participa en películas del cine mexicano. La Sonora Matancera grabó por primera vez su canción Micaela en 1944. Para esa época se escuchan En toda América Latina sus máximos éxitos: Micaela, El hijo de mi mujer, El gallo tuerto, La cumbia cienaguera y La historia.

A partir de 1958 residió en Estados Unidos y Canadá, donde vivió hasta 1969, año en que retornó a Nueva York. Entre 1988 y 1992 vivió y probó suerte en Los Ángeles; se radicó definitivamente en Nueva York en 1992.

Últimos años

Meyer trató de regresar a Barranquilla en 1998, donde recibió un homenaje en el teatro Amira de la Rosa y le fueron impuestas la Cruz de Boyacá y la Gran Orden del Ministerio de Cultura.2 Su intención era quedarse en su tierra natal, pero debió volver a el ancianato Laconia Nursing Home de Nueva York para no perder los derechos de que gozaba ante la demora y la negativa del Seguro Social para encontrar una fórmula para aceptarlo en sus condiciones de salud (el gobierno colombiano no se comprometió a repatriarlo debido a su estado de salud).3 Murió de un cáncer renal que le había invadido los huesos en el hospital Nuestra Señora de la Misericordia de Nueva York el 7 de noviembre de 1998.

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Los últimos 5 años de El Rey del Porro fueron muy difíciles. Sin familia y amigos, fue llevado a vivir a un asilo de ancianos donde nadie sabía que había sido un gran cantante, El Rey del Porro, el primer músico que llevó los ritmos de la costa Atlántica colombiana a otras naciones.

Aunque su vida cambió cuando la enfermera puertorriqueña Elba Medina se interesó en ayudarlo y el periódico El Diario/La Prensa publicó un artículo sobre su hallazgo el 23 de octubre del año pasado. Meyer revivió, su estado de ánimo mejoró, trató de caminar otra vez y volvió a cantar. Sin embargo, estaba haciendo un último esfuerzo.

Cuando estábamos en la sala de espera del aeropuerto de Miami el 16 de julio de este año, rumbo al homenaje en el teatro Amira de la Rosa de Barranquilla, Meyer me dijo Eme estoy muriendo. Le contesté que tenía que llegar a Barranquilla y asistir al concierto en su honor. Está bien... entonces no me muero, dijo El Rey del Porro.

A Barranquilla llegó deshidratado y cansado. Casi no se sostenía en su silla de ruedas. El doctor que lo atendió en la Clínica Bautista se sorprendió de que aún estuviera vivo. Como el gobierno de Colombia no se comprometió a repatriarlo debido a su estado de salud, pues regresamos con Meyer a Nueva York.

Sus últimos días los pasó postrado en una cama, aunque nunca perdió el apetito. Prefería el pescado y la Coca Cola. Algunas veces estaba alerta y tatareaba la letra de sus canciones, pero en otras ocasiones parecía como si ya no estuviera entre nosotros. No respondía a estímulos, fijaba la mirada en el techo y dejaba la boca abierta. Había perdido su dentadura.

Su música era lo único que lo mantenía con vida. Prácticamente perdió la memoria. Sus recuerdos eran momentáneos y nunca se le olvidó el nombre de su mamá, Julia Castandet, de su padre Isaac Meyer y de su sobrina Olga Elisa de Romero. Todos muertos.

Meyer murió a los 82 años y será velado mañana martes en la funeraria Coppola de Queens. La repatriación de su cadáver aún depende del gobierno de Colombia y de las autoridades de la ciudad de Barranquilla.

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Adiós negro Meyer.

UN NOMADA DE LA MUSICA TROPICAL Después de 45 años Luis Carlos Meyer regresó en junio pasado a Barranquilla. Durante buena parte de ese tiempo estuvo llevando el porro a distintos países americanos y, sobre todo, a las grandes ciudades de Estados Unidos.

Durante su visita le impusieron la Cruz de Boyacá y la Gran Orden del Ministerio de Cultura en el Teatro Municipal Amira de la Rosa.

Sin embargo, el homenaje no se quedó allí y hace pocos meses el Ministerio de la Cultura editó un volumen especial con las partituras de las cinco canciones más famosas de Meyer, encabezadas por Micaela y con una biografía, cuyo autor es Javier Castaño, corresponsal de EL TIEMPO en Nueva York.

Castaño descubrió la historia de Meyer cuando escuchó la escuchó de boca de la enfermera puertorriqueña Elba Medina, quien lo atendía en el ancianato Laconia.

Según cuenta Castaño en su biografía, Meyer nació el 21 de septiembre de 1916 en Barranquilla. Su padre había nacido en Trinidad y su madre en Martinica.

Sus primeras apariciones como artista ocurrieron a mediados de la década del 30 en la emisora Atlántico, de Barranquilla. En 1940 se estableció en Bogotá, donde vivió durante 15 años, en los que viajó por el Caribe y México, donde la Sonora Matancera grabó por primera vez la canción Micaela, en 1944.

A Nueva York llegó por primera vez en 1956, pero después se encaminó a Canadá, donde cantó y vivió hasta 1969, año en que regresó a la capital del mundo.

Desde ese año cantó en distintos lugares nocturnos. En 1988 intentó suerte en Los Ángeles, ciudad donde vivió hasta 1992, cuando regresó a Nueva York y comenzó la última etapa de su vida: la de dormir en la calle, la de los refugios para pobres y salas de urgencias. La del ancianato Laconia y el olvido casi perfecto, que rompió el oído crédulo de la enfermera Medina.

Pie de foto Pocos meses antes de su muerte Meyer visitó a Barranquilla y vio cómo el Ministerio de Cultura editaba las partituras de sus principales obras y una biografía.

Publicación eltiempo.com