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1 La Tatacoa LRS Nº7 Publicación de bajo costo, laboratorio Dobleyo 2014

LRS # 7 Tatacoa

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Publicación elaborada a partir de la experiencia del Museo portátil del Huila, en el municipio de Villavieja y el desierto de la Tatacoa. Un proyecto del laboratorio Dobleyo

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La Tatacoa LRS Nº7Publicación de bajo costo, laboratorio Dobleyo 2014

Portada y contra-portada dibujo de Salamandra Jebús (Jesús D

avid Motta)

Ministerio de CulturaRepública de Colombia

Dirección de Artes

Programa Nacional de Estímulos

Coordinación Lab DobleYoLaura Wiesner

Ingrid TorresVioleta Ospina

Frey EspañolKarina Perdomo (local: Pitalito)

Leonardo “Lobo” Munar (local: Neiva)

Publicado en Bogotá, agosto del 2014

Contenido

*Editorial: Informe de viaje (p.6)Texto y fotografías de apropiaciones para el Museo portátil

Laura Wiesner

*Museo casa artesanal del totumo (p.20)

*Universos (des)conocidos (p.22)Kanek Gutiérrez

* Siberiano en el desierto (p. 28)Texto de Leonardo Ortiz

Fotografía: Laura Wiesner

*Escultura natural (p.31)Fotografía Antonio Díez

* El mundo al revés (p. 32) Versión TatacoaLeonardo Ortiz

*El Barcino(p. 34)Letra de la canción de Jorge Villamil

* Yos hizo (p. 36)Danilo Volpato

*La reina de la Tatacoa (p.40)Texto de Laura Wiesner

* Mímesis (p.42-44)Fotografías Danilo Hurtado en cooperación con

Angélica Vargas y Danilo Volpato

*Ilusiones(p.46)Texto y collages de Angélica Vargas

*Cactus (p.50)Texto y dibujo de Leonardo “Lobo Munar”

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*Editorial: Informe de viajeTexto y fotografías

Laura Wiesner

Este primer módulo itineró por el municipio de Villavieja y el desierto de la Tatacoa. Para esta ocasión contamos con los ar-tistas invitados: Kanek Gutiérrez, de México, Antonio Díez de Bogotá y Danilo Volpato de Brasil.

El primero de julio nos reunimos en Neiva, algunos de los par-ticipantes del laboratorio en la casa de Nelson Tovar, con el fin de precisar los detalles del desplazamiento. Fue muy grato pre-sentar a Nelson con Kanek, pues sus propuestas de trabajo son muy afines, respecto a la reutilización de materiales y aparatos. Nelson mostró sus cacharreos y reparaciones a Kanek y queda-ron juntos en ir a una chatarrería para encontrar ciertos elemen-tos que pudieran servir para hacer una intervención en la plaza de Villavieja.

El martes en la mañana, salimos en búsqueda de nuestro des-tino. Allí recorrimos sus calles principales en busca de gestos, imágenes y demás donaciones para el museo portátil. Nelson nos presentó al comando de policía, que luego nos señaló el Museo Antropológico y Casa de la Cultura que se ubican al otro lado de la plaza. Desafortunadamente ese día estaba cerrado. Por otro lado, en el centro de la plaza se encuentra ubicado una réplica de lo que se podría denominar un Megaterio, un animal de gran tamaño que habitó el planeta hace unos ocho mil años y del cual se encontraron varios restos óseos en búsquedas arque-ológicas hechas en el desierto de la Tatacoa.

Continuando con nuestra exploración, hallamos otros tantos el-ementos que llamaron nuestra atención en vías de darle cuerpo a nuestro museo:Estuvimos en el malecón, dando un vistazo al río Magdalena que pasa muy cerca del pueblo y que separa la población de la región desértica de la Tatacoa. En nuestro recorrido echamos un vistazo al cementerio, nos encontramos con varios niños y adultos quienes sentían curiosidad por nuestra presencia allí.

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También, visitamos El museo casa artesanal del totumo, donde el artesano Gabriel Rodríguez nos presentó su proyecto, y nos habló de su interés por trabajar esta planta, que en su edad madura es un gran árbol del cual se pueden hacer muebles con su madera y con sus frutos varios utensilios, desde una taza para beber hasta cucharones e instrumentos musicales y demás artesanías, con el fin de comercializar y despertar el in-terés cultural en su cultivo y uso.

De vuelta a la plaza central, en uno de los escenarios dispues-tos para la realización de eventos dentro de las ferias y fiestas de San Pedro, instalamos los materiales que tanto Kanek como Nelson habían traído desde Neiva y Bogotá. Este ejercicio con-sistió en una disposición de los elementos, teniendo en cuenta el peso, el volumen y el equilibrio entre unos y otros.

En horas de la tarde, nos dispusimos a internarnos en el desi-erto, este tiene dos colores, una parte es roja y la otra es gris. El paisaje es muy evocador, pues en realidad no es un desierto como tal. Según lo que nos contaron los habitantes de la región y algunos textos que leímos, este lugar antes era un bosque que con el tiempo se ha ido secando; por ello aún hay tanta

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vegetación y todavía se pueden encontrar fuentes hídricas, aparte el río Magdalena corre muy cerca. Sin embargo, es-cuchando las historias de los habitantes, cada vez es más difícil encontrar arroyos, riachuelos y demás fuentes hí-dricas para abastecer a la población local y a los turistas.

Finalmente llegamos a uno de los últimos caceríos por los cu-ales es posible transitar el desierto en carro. Un lugar llamado Los hoyos, donde vive una familiar de Nelson Tovar. Allí, nos adentramos un poco en el paisaje, buscando un lugar donde acampar. Esa noche hablamos de las actividades que habíamos desarrollado en el pueblo y coordinamos las pendientes para el siguiente día, aprovechamos para disfrutar del cielo nocturno y divisar estrellas y constelaciones.

En las horas de la mañana del miércoles, Danilo Hurtado de-cidió mimetizarse en el paisaje cubriéndose con fango. De allí, nacieron una serie de fotografías y videos en las que él está re-costado sobre una duna de arena. También Leonardo Ortiz, realizó otra versión de su trabajo “el mundo al revés”, esta vez, vino vestido como si estuviera en el invierno más apabullante de todos: con guantes de lana, gorro, bufanda, impermeable de plástico, chaqueta de plumas y botas de caucho. La temperatura era de unos 36°c. Unos turistas que pasaban por el lugar lo miraron con asombro y luego de tomar un par de fotografías, el calor ya fue demasiado insoportable como para continuar con el traje puesto.

Antes de devolvernos, asistimos esa noche al observatorio as-tronómico, pero las condiciones meteorológicas no permitieron que hubiera actividades de observación. Sin embargo en la en-trada del lugar, había una serie de fotografías que se han captu-rado desde allí, de avistamiento a distintos cuerpos celestes.

Hubo otra foto, que nos pareció muy singular, en la que aparece una anciana sirviendo agua en un galón. La mujer de la foto es la reina del desierto, una señora que vivió durante muchos años allí y que es la predecesora de la mayoría de los habitantes de la Tatacoa. Su historia nos la contó una de sus nietas, la señora Maritza Perdomo, quien atiende un restaurante frente al obser-vatorio que se llama Yararaca.

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Museo portátil del Huila - Habitantes de Villavieja tomando el sol

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*Museo casa artesanal del totumo

Gabriel Rodríguez, artesano y creador del museo casa artesanal del totumo

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22Universos (des)conocidos

Kanek Gutiérrez*

“Proyecto que surge de realizar experi-mentos de ensamblaje entre aproximada-mente 400 objetos encontrados en la calle. El fin de construir constelaciones entre los

objetos dando como resultado una serie de deidades totémicas contemporáneas.

Los ensambles son imágenes que habitan entre lo contemporáneo y lo arcaico, entre

el ser actual y el ser primitivo.”

*Artista joven, egresado de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, Actualmente es estudiante de la Maestría en Artes plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia. Vino hace dos años desde Mérida, México para estudiar este posgrado en creación y producción artística en nuestro país.

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Museo portátil del Huila - San Agustín Partido de Colombia vs Brazil, 4 de julio 2014

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Museo portátil del Huila - Entrada PNN Puracé - 5 de julio 2014

En esta ocasión, el artista Kanek Gutiérrez se encontró con Nelson Tovar, participante del laboratorio dobleyo, interesado en trabajar con objetos encontrados y considerados como basura. Las siguien-tes fotografías son el resultado de un ejercicio de intervención en la plaza de Villavieja con objetos encontrados en las calles y algunas chatarrerías de Bogotá y Neiva. Estos objetos se sostienen única y exclusivamente por su peso.

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Museo portátil del Huila - Intervención en Villavieja- 2 de julio 2014

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*Siberiano en el desierto Leonardo Ortiz

Cuando despertó ya no estaba en Siberia. Llevaba el mismo atuendo esquimal con el que había salido en la mañana; pero los perros, el trineo y el morral con agua y provisiones habían desaparecido.

Un sol inclemente atormentaba sus ojos. Se incorporó so-bre el suelo yermo: la vegetación se reducía a unos cuantos chamizos. Pensó que estaba alucinando. Recordó haber rodado por un precipicio al resquebrajarse el hielo. Esperó sereno a que el espejismo se disipara.

El sudor inundaba sus párpados y el calor cocinaba sus entrañas. Después de unos minutos, el aparente espejismo seguía dibujando dunas rocosas a su alrededor. Aturdido, recordó la historia de Rip Van Winkle y concluyó que había despertado 20 años después de su accidente, y que para este tiempo, el efecto invernadero agravado por la actividad humana, había convertido el Ártico en desierto. Examinó su cuerpo y no encontró canas ni arrugas. Las explicaciones se habían agotado.

Decidió caminar en busca de agua y alimento. No había avanzado más de cincuenta metros cuando la arena ar-diente se tragó la suela de sus botas. Arrancó las mangas de su parka y las usó en los pies. Caminó sin descanso du-rante horas. Encontró un cactus, lo limpió y lo devoró con ansiedad. Una espina que no había advertido se atravesó en su garganta. El desespero lo obligó a correr. Sus zapatos improvisados provocaron un traspié y cayó a una maraña de chamizos donde perdió el resto de su parka y sus panta-lones. “No los necesitaré” pensó.

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Laguna de la Magdalena: retrato hablado. Dibujo de ¼ de pliego elaborado con grafito 4B. Jesús David Motta

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Intentó calmarse. Luchó con la espina hasta lograr reti-rarla. Agotado, empezó a buscar un lugar dónde pasar la noche. Llegada la oscuridad, encontró una peña cóncava y se dio a la tarea de improvisar un dormitorio. Rasgó su camiseta y la usó como cobija; los guantes, como almo-hada; la ropa interior era lo único que le quedaba sobre el cuerpo.

No pudo dormir. Una legión de jejenes lo atacó como aviones de guerra. Las picaduras ardían igual que ácido en la piel. La mañana lo sorprendió desnudo, rascándose incesantemente, con la garganta inflamada por el inci-dente con la espina.

De repente escuchó voces. Un grupo de turistas se acer-caba. El pobre hombre escaló la peña a arañazos. El su-dor provocó que el polvo se adhiriera a sus cabellos y a su piel. Cuando salió a la vista, su lamentable apariencia y los alaridos incomprensibles en inuit y en ruso, pro-vocaron espanto. Los turistas lo atacaron con piedras y huyeron dejándolo tendido en el suelo.

Antes de morir, el hombre Siberiano contempló en-tre gimoteos un pequeño rebaño de cabras a la deriva; imaginó que en ese instante un pobre hombre cabrero del desierto estaba siendo devorado por sus lobos en el hielo; y sonrió.

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31Escultura natural, Antonio DíezDonación al Museo portátil del Huila

03 de julio de 2014

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*El mundo al revésLeonardo Ortiz

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Esta es la historia, de aquel novillo,que había nacido allá en la sierra,

de bella estampa, mirada fiera,tenía los cuernos, punta de lanza.

Cuando en los tiempos de la violencia,

se lo llevaron los guerrilleros,con “tirofijo”, cruzó senderos,

llegando al pato y al guayabero.

Arre torito bravo que tienes alma de acero,que llevas en la mirada, fulgor de torito fiero,

que llevas en el hocico, el aroma del poleo.

Pasan los años, y allá olvidado,contra la muerte lucha el barcino,

lleva en el morro, las cicatrices,de fieras garras del canaguaro.

Lo descubrieron los caporales,

y arriado al ruedo para un san Pedro,la gente grita viva el barcino,

mientras sonaban los sanjuaneros.

Arre torito bravo que tienes alma de acero,que llevas en la mirada, fulgor de torito fiero,

que llevas en el hocico, el aroma del poleo.

Suenan trompetas, se oyen clarines,retumba el eco de las tamboras,

brama el barcino, rueda en la arena,y en ella brotan las amapolas.

Arre torito bravo que tienes alma de acero,

que llevas en la mirada, fulgor de torito fiero,que llevas en el hocico, el aroma del poleo.

https://www.youtube.com/watch?v=vnIHnd2cXYs

* El BarcinoLetra de la canción del maestro

Jorge Villamil

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*La reina de la TatacoaLaura Wiesner

Rosalina Martínez fue coronada la “reina del desierto” en el año 1991 por varios periodistas internacionales que asistieron al desierto de la Tatacoa para el avista-miento de un eclipse de sol. En ese entonces, cuentan

las historias, ella tenía 86 años; era la habitante más anciana de la Tatacoa y por eso la nombraron reina.

Durante nuestro recorrido por la Tatacoa, su nieta Maritza Perdomo, nos contó varias historias de la

“agüelita” Rosa; en ellas estaba en entre dicho la edad en la que murió. Unos dicen que a los 93 y otros que a los 113 años. Haciendo cuentas, si fue coronada en el

año 91 como reina y falleció en el 2010, habría muerto a la edad de 105 años.

Por otro lado, sabemos que tuvo 12 o 14 hijos (la cantidad varía según quien cuente la historia), 76

nietos y más de 200 bisnietos. Eso quiere decir que la mayoría de los actuales habitantes del desierto son

descendientes de doña Rosalina. La mayoría han nacido en estas tierras y aun están allí.

A sus hijos y nietos enseñó a cuidar los ríos que todavía por la década del 70 pasaban cerca de la región del Cus-

co (la parte roja del desierto). La reina, sabía que este lugar antes fue un gran mar que se secó. Ella apreciaba

el agua más que cualquier otra cosa preciosa que se pudiera encontrar en estas tieras áridas. Les recordaba a sus descendientes que el desierto iba secándose cada día más y que los peces merecían recorrer los arroyue-

los. Según nos cuenta Maritza, en su niñez hasta se podía pescar. Hoy día dichos riachuelos ya no existen.

41“Antes no había tanto turista, al gobierno no le interesa-ba este lugar”, nos contó la nieta de la reina. Este “Valle de las tristezas”, denominado así por los españoles, seguramente perdió el interés por su aparente infertili-dad. No fue sino hasta hace unos 30 años que llegaron bastantes arqueólogos y paleontólogos, interesados en estudiar los fósiles de animales prehistóricos que allí se encontraban y ya luego llegaron las personas interesa-das en la astronomía y la observación de los astros.

Son muchas las historias que la reina contaba. Dicen los que la conocieron que este era uno de sus mejores atributos. Ella conocía las historias más increíbles en el desierto, tanto de las estrellas como de la tierra. Una de las historias corresponde a la aparición de la “Vaca sagrada”, un pequeño animal con unos cuernos larguísi-mo y dorados que se aparecía de cuando en cuando en los bebederos del ganado. Cuando esta vaca se aparecía, los animales se arrodillaban ante ella, en círculo, como haciéndole una venia. Maritza también nos contó que la abuelita veía al Mohán y que este se ocultaba detrás de los cactus a espiar a las muchachas que se bañaban en las quebradas.

Es importante hacer énfasis en que la reina era muy apreciada por la gente y que en la hora de su muerte, a su funeral fue mucha gente de todas partes de Colom-bia e incluso del mundo. Era una mujer muy austera, que vivía con lo suficiente. Nunca quizo alejarse de su desierto, tanto así que una vez se demoró en bajar a Neiva 10 años y lo hizo debido a que su condición de salud se lo pedía. Finalmente, murió recostada en el cuarto de su casa, al parecer dormida. Una de sus hijas notó que había muerto debido a un olor de flores y a una suerte de flashback que trajo consigo la ima-gen de un cementerio. Así fue corriendo a revisar la respiración de su madre, que ya había dado su último suspiro.

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Ilusión IValle de las tristezas

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* IlusionesTexto y collages de Angélica Vargas

Ilusión II

En el valle,las arenas humedecidas por el ríobrillan en su resplandor de oropel,que naufraga una y otra vez en las aguas

En las manos se desborona a pedacitos la arena,lleva consigo los fragmentos de oro y plata

Una leyenda naufragaen la que un cacique arroja al agualos tesoros de una cultura milenariaal ver que los invasores se acercan

Con la luz del sol a cuestas y en sus manos las arenas cálidasse ciernen con el aguajunto a las piedrecitas que brillanllevando consigo la historia

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Ilusión III

Vibraciones en la tierra se albergan los latidos

Oriundos y libertos transitando los caminos

sin borrar la huella de quien impuso su imperio

Morada de luchadores que cuidaron su regazo

con las vidas que hoy reclamana miserables colonos

que sus tierras expropiaron y sus vidas liquidaron

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Ilusión IV

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*CactusTexto y dibujo de Leonardo “Lobo” Munar

La hebras de los cabellos empezaron a ponerse tiesas, el sudor empezó a meterse en mis ojos, había demasiado brillo, mi espalda estaba ardi-endo, solo quería un poco de agua.No había ni una pizca de sombra, el líquido glorioso de un fruto de cactus, no contiene mu-cha agua ni es muy grande, pero ¡cómo calma el dolor psicológico de ser quemado vivo!Todas las plantas son espinosas, no sé de qué se quieren proteger, pero no permitían acercarse. No encontré un lugar donde descansar, la tier-ra era muy árida y la arena demasiado caliente para parar.No tenía un sombrero que me cubriera la ca-beza, no tenía una tela que me calmara el calor ni una pizca de agua que me ayudara con los alientos, no había un lugar donde descansar, ni un camino para seguir.Si hubiera podido desear algo hubiera desea-do un poco de agua, agua con azúcar, no debí haber bebido la noche anterior, me sentía con dolor de estómago y con mucha sed.Pero no podía parar, no podía dejar de cami-nar, los pies estaban hirviendo, la temperatura del suelo era demasiado alta, si hubiera podido desear algo.

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Pisé mal, pisé alguna rama que me amarró el zapato, que le amarró la suela, pisé alguna cosa que me trabó, que no me dejó avanzar. Quise ser brusco y conseguí zafarme.La suela de mi zapato se zafó con un tirón, el calor había secado el pegante que unía las capas de la suela con la parte de arriba de mi zapato, algo inesperado había pasado.Como es mala costumbre un zapato hace lo que hace el otro, intentando arreglar el primero descosí el segundo al apoyar todo mi peso so-bre él, el suelo seguía ardiendo.En la hora en la que el sol daba más directo a mi cabeza, mis zapatos se habían descosido por completo, sin agua y con muchas plantas espi-nosas aún por pisar.Con dolor en la planta, con mi cabeza como un sol, con la vida en el camino, sin agua por beber, sin ánimo por comprar y sin dinero para amar, solo quedaba amar el desierto y un cactus.Gracias al dios espina, blanco como la luz y ardiente como la tierra, miro el piso y miro mi amor, como mi corazón, como mi alma, el corazón del cactus expuesto para mi lengua, para mi sed, para no odiar, para no parar.

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