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Loyza Ensayo

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GÉNEROS

10 I Lima, lunes 8 de marzo de 2004

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El trabajo ensayístico de Luis Loayza destaca por la agudeza de sus interpretaciones y la elaboración de suestilo. Lector de Borges, Kafka y De Quincey, de quien ha traducido casi toda su obra para la editorialmadrileña Alianza Editorial, nuestro autor critica en sus textos, como también lo hace Sebastián SalazarBondy, la herencia colonial que pervive en nuestra cultura.

ES mi propósito con-textualizar la obra deLuis Aurelio Loayza

(1934) explorando principal-mente su faceta de ensayis-ta. Loayza, miembro notablede la Generación del 50, co-mienza su labor propiamen-te literaria con unos textosque podríamos llamar conpropiedad “ejercicios de es-tilo”. Estos textos son incla-sificables, quiero decir, nopertenecen a un género lite-rario definido, aunque aca-so su más próximo referen-te sea la prosa poética.

La obra a la que nos re-ferimos es El avaro (1955).Los paradigmas literarios deLoayza por aquella época(Kafka, Borges, Schwob) nossirven insuficientemente,como sucede con toda in -fluencia para penetrar en elhalo de fatalidad y misterioque emana de estos textosfundacionales. Pueden serleídos como parábolas; pa-rábolas de la soledad y laincomunicación moderna.Nótese que mientras algu-nos miembros de su gene-ración optaban por el neoin-digenismo, como sería elcaso de Manuel Scorza yCarlos Eduardo Zavaleta,otros, como Enrique Con -grains, convierten en temanarrativo la marginalidadsocial, ya visible por losaños de Odría, que son losaños de Loayza y su gene-ración, de esos íntimos ami -gos suyos que son MarioVargas Llosa y AlbertoOquendo. Loayza nos pro-pone con este breve librouna vía inédita para la lectu-ra, es decir, la vía puramen-te literaria, y no la literaturaentendida como documentoo fachada de una labor pro-selitista. En este punto di -siente con el joven Vargas

Llosa, admirador de Sartre. Sorprende un tanto que

en El avaro figure un textoque no sintoniza con laperspectiva general del li -bro. Me refiero al “Retratode Garcilaso”, en que Loay-za, buen discípulo de Po -rras, sabe conjugar amena-mente historia y literatura.La versión de la historia queaporta Loayza diverge sus-tancialmente de la versiónoficial, que ha llegado a sercanónica y popular: la queasimilan los alumnos de se-cundaria. La versión de Po-rras –que dependía en bue-na medida de la interpreta-ción de su maestro RivaAgüero– nos oculta todo elelemento conflictivo y des-garrador de la Conquista.

Loayza no sólo se niegaa silenciar el conflicto, sinoque lo resalta. En resumen,podemos decir que, al mar-gen de la erudición históricade Loayza, sabiamente do-sificada, el “Retrato de Gar-cilaso” es simultáneamenteun modelo de relato, en quela historia –hablando en tér-minos puramente literarios–se engarza naturalmentecon una trama singular.

En El sol de Lima (1974)sorprenden varios factores:la amplia curiosidad quetrasciende el interés limita-do por ciertas épocas y mo -das, el dominio magistral dela sintaxis (no olvidemosque Loayza es un notabletraductor), la riqueza y pre-cisión del vocabulario, ladiáfana economía verbal(un arte de iniciados), la ca-

pacidad de síntesis y, por úl-timo, el hallazgo de la ana-logía feliz y oportuna. Asi -mismo, elude los alardesvanos de la pedantería.Loayza parece decirnos queel arte no consiste en ocul-tar los conocimientos, sinoen transmitirlos oportuna -mente. Es, finalmente, ase-quible para lectores que noson “iniciados” en los artifi -cios sutiles de la literatura“seria”. Como en el caso deRibeyro, la modestia seconjuga con la sutil ironía,que nunca llega a confundir-se con la fácil mordacidad.En El sol de Lima podemosponderar la sensibilidad deLoayza hacia escritoresmuy disímiles en el tiempo yen el espacio. En MartínAdán encuentra la figura pa-radigmática del desclasadoo del marginal. Él se refiereal primer Adán, el de La ca-sa de cartón, nuestra prime-ra novela vanguardista, yencuentra insuficiente la in-terpretación sociológica deSánchez y Mariátegui.

Rescata a Valdelomarcomo un escritor que, pordesgracia, no llegó a culmi-nar sus latentes posibilida-des creativas, pero que des -taca, en un medio tan satu-rado de rencillas y envidias,como esencialmente inge-nuo y bondadoso (una com-binación peligrosa, dirán al-gunos). Al margen de sutrascendencia como escri-tor, siempre nos quedará(sostiene Loayza y pensa-mos nosotros) la imagen delValdelomar esteticista, elimitador de Óscar Wilde yautor de ingeniosos epigra-mas. Naturalmente, Valde-lomar será recordado, entreotras cosas, por ser el pro-vinciano que se impuso enLima: esa otra Lima gazmo-ña y pacata por momentos,pero que finalmente se ren-diría a los encantos de la

- JULIO TEODORI (*)

(*) Estudió literaturaen la UNMSM.Prepara su tesissobre la obra deVentura GarcíaCalderón y laGeneración del 900.

Loayza parecedecirnos que el arte no consisteen ocultar losconocimientos, sinoen transmitirlosoportunamente.

Década de 1950.

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belle époque y del Onceniode Leguía.

Según Loayza: “Al duroambiente limeño Valdelo-mar había opuesto una su-perficie bruñida de dandy.Pero hay otro Valdelomar, elverdadero, el central. Lodescubrimos, por ejemplo,en las cartas a su madre, enlas que depone todas susdefensas.”

En su ensayo “Chocanoy Luis Alberto Sánchez”,Loayza nos introduce conpericia en la historia de esavieja amistad entre Choca-no y Sánchez que se veríaempañada por el trágicoepisodio del asesinato deElimere. Como señala Loay -za: “Chocano prefería la ac -ción a la poesía; Sánchez,obligado a la acción, instalóen medio de ella su ejerciciode escritor”. Al analizar labiografía de Sánchez, con-fiesa Loayza: “Nos pareceque a medida que avanzabael trabajo Chocano fue de-cepcionando a Sánchez;aunque él no lo diga, tene-mos la impresión de que, alahondar en esta poesía, re-conoció cada vez más enella lo falso y lo inútil.”

En su ensayo “La poesíade Sebastián SalazarBondy” rescata no sólo alpoeta, sino también al hom-bre. Aquel espléndido ani -mador cultural, de tratosiempre amable, que tuvoque desdoblarse y logró unaobra notable como poeta,dramaturgo, ensayista ycuentista. En una muestrade crítica textual para neófi-tos, Loayza nos hace verque la imagen del poeta a lamanera de Chocano habíacaducado para los lectoresmás exigentes y quedabaen pie más bien la figura deEguren. Eguren sería el pa-radigma de los poetas de ladécada de 1950, como losería la poesía española dela Generación del 27 (eldescubrimiento de Vallejofue tardío). Principalmente,Loayza hace notar que lapoesía de Salazar Bondyempieza exhibiendo lashuellas de la “poesía pura”,aunque posteriormente seintroduce en el elemento

propiamente cotidiano, de ladecantada solidaridad conel Perú y sus habitantes (noenfática por cierto). Un ras-go importante que convieneseñalar es la sensibilidad deLoayza para ciertos rasgosque se podrían llamar colo-niales en nuestra cultura.Unidos a estos rasgos estánciertas características deuna suerte de psicologíamesocrática limeña. Al leerel texto “Palma y el pasado”,por ejemplo, dice Loayza:“Palma excluye de suscuentos el sufrimiento, pasasobre él ligeramente, quiereser amable y ameno a todacosta”. Loayza toma encuenta la exége-sis de Haya de laTorre, Sánchez yMariátegui, peroformula una opi -nión propia: “Locriollo no es sola-mente uno de lostemas de Palma–tal vez, en últimainstancia el únicotema–, sino también partede su manera de ver, de suestilo.”

Pero, y aquí viene la pre-gunta fundamental, ¿quéentiende Loayza por criollis-mo? Nos lo explican algunospárrafos más adelante. Lacita es extensa, pero convie-ne anotarla: “En efecto, elcriollismo, que es, entreotras cosas, falta de respeto

por las instituciones, indivi -dualismo egoísta, sensuali -dad no muy refinada, recha -zo de todo intento de gran -deza, terror al ridículo, in -cumplimiento de la palabraempeñada (y cito al azar al -gunos de sus rasgos másnotables, de los que no seríadifícil encontrar ejemplos enlas Tradiciones ), es quizá laexpresión de un demos li -meño, como afirma Mariáte -gui, pero expresión defor -mada por el colonialismo yel subdesarrollo.”

Insistiendo en el “factorcolonial” de nuestra cultura–asevera Loayza–, con unafrase lapidaria e irónica –en

el capítulo “Aproximacionesa Garcilaso”–: “Garcilaso,que pasó casi toda su vidaen España, estuvo siempremás cerca del Perú que elLunarejo en el Cuzco”.

En dos ensayos (“Home -naje a Barnabuz” y “Vaga -mente dos peruanos”) ex -plora Loayza, con la elegan -cia y acuciosidad que lo ca -racteriza, la imagen del pe -

ruano en Europa. Para unhombre cosmopolita y tra -ductor de primera línea laempresa estaba acorde consu curiosidad.

Son personajes que apa-recen en el imaginario delhombre occidental, repre-sentantes de una época enla que la palabra Perú erasinónimo de esplendor. Elensayo que da título al libroindaga en esa determina -ción común al occidentalque piensa en nuestro paísen términos exóticos, un te-ma que se presta a medita-ciones multiculturalistas:¿cuál es el centro de la cul-tura, quién puede determi -

nar lo que es la pe-riferia con rigurosi-dad?

En este libroLoayza también co-menta “La agoníade Rasu Ñiti”, relatode José María Ar-guedas, que es unenfoque admirablede lo que significa

ese otro mundo andino in -sertado en la compleja so-ciedad peruana. Pero la óp-tica de Loayza, aunque rozalo antropológico, no deja deser literaria. De Arguedasdice lo siguiente: “Su litera-tura es algo más que unejercicio elegante; al leerlosentimos que la obra estárespaldada por la experien-cia, por toda la persona del

creador. Un escritor auténti -co no puede hacer otra cosay nada hay más arriesga -do”.

Creo que dos obras capi-tales de nuestro ensayo(disciplina difícil por el nivelde especialización de la vi-da moderna) son El sol deLima y De lo barroco en elPerú. Mientras en El sol deLima predomina la pruden-cia, una sana ironía, sentidocomún y objetividad en lamedida de lo que es posibleen el ámbito crítico, la obrade Adán es desmesurada,apasionada en el elogio y ladiatriba, arbitraria y herméti -ca, comparable en su barro-quismo sólo con la de Leza-ma Lima. La exégesis deSobre el 900 excede los lí-mites del presente ensayo,una obra fundamental queconfirma los logros de esegran prosista que es LuisLoayza.

Un rasgo importanteque conviene señalares la sensibilidad deLoayza para ciertosrasgos que se podríanllamar coloniales ennuestra cultura.

Década de

Década de 1970.