34
Los valores de los colombianos Por Camilo Herrera Mora* IDENTIDAD A pesar de ser una sociedad católica, democrática y liberal, el país tiene unos principios y una forma de actuar que premian lo fácil sin importar cómo se consiguió. Domingo 21 Junio 2009 Cuando pensamos en las fechas y los símbolos patrios, sin duda nos remitimos a esos elementos que creemos que hacen nuestra identidad nacional, como los héroes, la música, nuestra historia, y, sin querer, olvidamos que la identidad está claramente ligada a nuestra cotidianidad, y es allí donde están nuestros valores. Estamos de acuerdo en que no se debe matar y no se debe mentir, igualmente estamos de acuerdo en que las cosas son de sus dueños y en que todos debemos ser tratados como iguales y libres. Desafortunadamente, las estadísticas dicen todo lo contrario: en 2008 murieron asesinadas 12.007 personas, se reportaron 45.259 hurtos comunes y se dieron 340 secuestros, según los datos de la Policía Nacional. Hay reportadas 19.444 lesiones comunes por simples peleas.. Por esto los valores o deseos en que estamos de acuerdo son conocidos como la moral de una sociedad, y cuando afrontamos estos valores ante situaciones particulares, aparece la ética. Según Kierkegaard, la ética es la reflexión filosófica de la moral, es decir, la que cada uno de nosotros hace frente a una situación que se nos presenta. Por ejemplo, si encontramos un billete de 10.000 pesos en la calle, solemos guardarlo para nosotros y nunca nos preguntamos de quién era, ni mucho menos por qué tomamos algo que no nos pertenece, simplemente porque lo encontramos. Otro ejemplo es el padre que roba comida para sus hijos, que es el extremo de las motivaciones humanas, pero que se desdibuja cuando los padres ponen a los hijos -desde bebés- a trabajar en los semáforos para lograr el sustento diario. El cambio parte de cada uno, al darnos cuenta de que no tenemos que ser los primeros, sino los mejores

Los Valores de Los Colombianos

Embed Size (px)

DESCRIPTION

como somos los colombianos

Citation preview

Page 1: Los Valores de Los Colombianos

Los valores de los colombianos Por Camilo Herrera Mora*

IDENTIDAD A pesar de ser una sociedad católica, democrática y liberal, el país tiene unos principios y una forma de actuar que premian lo fácil sin importar cómo se consiguió. Domingo 21 Junio 2009

Cuando pensamos en las fechas y los símbolos patrios, sin duda nos remitimos a esos elementos que creemos

que hacen nuestra identidad nacional, como los héroes, la música, nuestra historia, y, sin querer, olvidamos que

la identidad está claramente ligada a nuestra cotidianidad, y es allí donde están nuestros valores.

Estamos de acuerdo en que no se debe matar y no se debe mentir, igualmente estamos de acuerdo en que las

cosas son de sus dueños y en que todos debemos ser tratados como iguales y libres. Desafortunadamente, las

estadísticas dicen todo lo contrario: en 2008 murieron asesinadas 12.007 personas, se reportaron 45.259 hurtos

comunes y se dieron 340 secuestros, según los datos de la Policía Nacional. Hay reportadas 19.444 lesiones

comunes por simples peleas..

Por esto los valores o deseos en que estamos de acuerdo son conocidos como la moral de una sociedad, y

cuando afrontamos estos valores ante situaciones particulares, aparece la ética. Según Kierkegaard, la ética es

la reflexión filosófica de la moral, es decir, la que cada uno de nosotros hace frente a una situación que se nos

presenta. Por ejemplo, si encontramos un billete de 10.000 pesos en la calle, solemos guardarlo para nosotros y

nunca nos preguntamos de quién era, ni mucho menos por qué tomamos algo que no nos pertenece,

simplemente porque lo encontramos. Otro ejemplo es el padre que roba comida para sus hijos, que es el

extremo de las motivaciones humanas, pero que se desdibuja cuando los padres ponen a los hijos -desde

bebés- a trabajar en los semáforos para lograr el sustento diario.

El cambio parte de cada uno, al darnos cuenta de que no tenemos que ser los primeros, sino los mejores

Page 2: Los Valores de Los Colombianos

La moral la construimos todos, pero nunca nos hemos sentado a hacerla. Antes, la religión nos daba un punto

de partida. Después, la Constitución Nacional nos planteó una moral pública fundamentada en los derechos del

ciudadano, pero al final nunca nos hemos puesto de acuerdo en los valores que queremos tener, ni mucho

menos en los que necesitamos. Y aún estamos enredados en "ganar el pan con el sudor de nuestras frentes" y

esperar que "nos den el pan de cada día". Lo que nos lleva a esperar a que Dios nos lo pague.

Paralelamente, la confianza intenta tejer en estos vacíos redes de cooperación entre las personas, partiendo del

supuesto de que a mayor confianza, más facilidad en las relaciones personales, pero en Colombia la tasa de

confianza interpersonal no alcanza el 20 por ciento, lo que significa que solamente ese porcentaje de la

población confía en su prójimo; esto causa que un acuerdo de palabra sea inexistente y que los contratos

comerciales tengan por lo general más de dos páginas de cláusulas.

Adicionalmente, en diversos estudios, como los continuos de Invamer-Gallup, se demuestra que más de la mitad

de la población no confía en las instituciones, lo que causa que la opinión pública tenga una visión negativa de

los dirigentes; aunque es natural que no confiemos en las instituciones democráticamente electas, ya que cada

persona solamente pone su voto por una persona y se eligen varias, por ende, las personas sólo confiarían en

quien votaron.

En el Estudio Colombiano de Valores y sus posteriores actualizaciones se puede apreciar que en un listado de

valores tradicionales del llamado mundo libre (católico, democrático y capitalista), nuestra estructura de valores

deseados es focalizada en los valores sociales y no en productivos. Esto nos hace reflexionar sobre los valores

que deseamos y los que necesitamos: los colombianos queremos ser más responsables, más tolerantes, más

generosos y más creyentes, mientras le damos menos importancia a ser independientes, ahorradores,

perseverantes y determinados, y lo más llamativo es que incluimos el trabajo como el último valor deseado.

Esto nos deja una serie de reflexiones profundas sobre nuestra colombianidad. Queremos que las cosas nos

lleguen por las relaciones sociales y buscamos evadir la responsabilidad y hacer las cosas nosotros mismos.

Instituciones como Dios, Patria y Hogar son fundamentales para el colombiano, ya que delegamos en ellas

nuestras responsabilidades, como el empleo. El colombiano, en general, no ha dado el paso a ser responsable

de sus actos y por ende de sus logros, y el mejor ejemplo de esto es que admiramos a aquellos que sí lo han

hecho.

¿Qué valores tenemos? Eso es simple de contestar, pero difícil de asumir. En teoría se nos han inculcado los

valores católicos, democráticos y capitalistas, y es aquí donde las cosas se complican, porque el "no codiciar los

bienes ajenos" riñe directamente con el libre mercado, y "no robar" es inexplicable en un sistema político lleno de

corrupción.

En general, formamos los valores hasta los 15 años y después no tenemos variaciones importantes en estos

campos, como lo afirma Inglehart. En esos primeros años aprendemos qué es lo bueno y qué lo malo, y

comprendemos lo bueno que tiene lo malo y lo malo que tiene lo bueno, por esto se puede seguir hacia dónde

van los valores de los colombianos.

Hoy, el colombiano promedio tiene cerca de 30 años, entonces los valores que priman son los inculcados a la

población entre 1979 y 1999, es decir, en período del cambio constitucional, ruptura de los partidos tradicionales,

de negociaciones de paz, de narcotráfico, de secuestros. Una época en la que el dinero fácil abundó, y logró que

Page 3: Los Valores de Los Colombianos

las personas consiguieran ser ricas en poco tiempo, sin importar los demás. Este es el valor que se nota: ganar

fácilmente, ser el primero.

Ahora se dan dos fenómenos muy importantes. Primero, que la formación se delega a la sociedad, a los amigos

y a los colegios, pero aleja a la familia de este proceso ante la necesidad de ambos padres de ser fuentes de

ingresos para el hogar, debido a la falta de oportunidades del sistema. De aquí surge el fundamento de ser el

primero, ya que al haber pocas oportunidades, el primero puede tomarlas, y mientras más pronto, mejor.

Segundo, la entrada en vigor del Fenoval, concepto de John Sudarsky que significa que el colombiano tiene FE

en información NO VALidada; es decir, creemos lo que nos digan porque es más fácil aceptar verdades a

medias que confrontarlas con otras fuentes.

El colombiano, por alguna razón que no es fácilmente comprensible, busca siempre ser el primero y por eso

admira a los que logran, y está dispuesto a hacer lo que sea para conseguirlo, bajo argumentos como "no se

debe pero se puede", "otros lo hacen" y la tenebrosa frase "¿O qué, me lo va impedir?". Esta dinámica social se

entroniza desde cuando el gobierno pone normas que no aplica y que lleva siempre a algún tipo de amnistía que

al final burla el espíritu de la norma, entonces el ciudadano siente que hay muchas normas pero que no tiene

que cumplirlas.

Esto hace que el colombiano, cuando llega frente a una situación de violar una norma, no haga un ejercicio

racional de costo-beneficio ante el castigo, o busque una segunda mejor opción, ni mucho menos que asuma

que el logro de un beneficio menor individual logra un mayor beneficio colectivo, como plantearía John Nash. Por

el contrario, lo que hace es un análisis de riesgo: si violo la norma, me pueden atrapar o no; si me atrapan, me

pueden sancionar o no; si me sancionan, puedo cumplir la sanción o no; si cumplo la sanción, gano más al

cometer el delito o no.

Este juego hace que el colombiano sea fuertemente individualista y vea las normas como un laberinto de

obstáculos que deben evadir para lograr su meta de ser el primero, incluso ser el primero en llegar al semáforo

en rojo, o parar el bus en cualquier lado para no hacer fila o hacer doble fila para girar. Estos fenómenos no

surgen de la competencia deportiva que busca premiar a los mejores, más parece surgir del reconocimiento

social donde ser el primero es fundamental. El colombiano busca ser el primero y estar con los primeros,

desafortunadamente esto no significa ser los mejores y estar con los mejores.

Los valores que nos quedan son los familiares, ya que aquí no han llegado estos fenómenos tan profundamente,

pues la familia es el punto base de las personas y su lugar más confortable, donde siempre se le justificarán sus

acciones pese a ser erradas.

¿Qué hacer? Algunos planean la redacción de un nuevo Manual de Carreño, otros piden el rol de las familias y

otros claman por autoridad. La verdad es que el cambio parte de cada uno, al darnos cuenta de que no tenemos

que ser los primeros, sino los mejores, y esa es la fase posterior a la cultura ciudadana: hacer las cosas que

quisiéramos que nuestros hijos hicieran, para así saber qué es lo correcto. Recordando siempre que la vida es lo

primero.

*Presidente de la firma de análisis Raddar.

Page 4: Los Valores de Los Colombianos

Un largo trecho por recorrer Por Mauricio Rodríguez Múnera*

A pesar de que Colombia aún está lejos de un nivel satisfactorio de confianza, hay razones para ser optimistas

SOCIEDAD Los colombianos aún tienen mucho por hacer para crear el capital social –basado en la confianza– necesario para alcanzar los objetivos comunes. Domingo 21 Junio 2009

En su libro Confianza, el destacado historiador Francis Fukuyama define muy bien el origen de este factor clave

que sirve de catalizador del progreso social, económico y político de una comunidad. Según el científico, el

bienestar colectivo depende de la capacidad de asociación de los individuos. Y dicha capacidad a su vez es una

función del grado en el que se comparten las normas y los valores. Agrega un elemento indispensable: la

facilidad que debe tener un grupo para subordinar los intereses particulares a las necesidades más amplias del

conjunto. La sumatoria de los anteriores ingredientes produce la confianza, común denominador del éxito de

todas las sociedades.

Por el contrario, como aparece en el epígrafe del citado texto, sostiene Emile Durkheim (en su libro La división

del trabajo en la sociedad) que “una sociedad compuesta por una cantidad infinita de individuos desorganizados,

que un Estado hipertrofiado se ve obligado a oprimir y contener, constituye una verdadera monstruosidad

social”.

Entre estos dos extremos –el ideal y el peor escenario– ¿dónde está Colombia hoy en día?

En materia económica, es indudable que en esta década ha habido avances en la confianza que se tiene sobre

el futuro del país. Desde 2002 el presidente Álvaro Uribe ha venido construyendo con esmero uno de los tres

pilares de sus dos gobiernos, la llamada confianza inversionista. Dos indicadores demuestran logros muy

importantes en este frente: la inversión extranjera anual se ha quintuplicado (10.000 millones de dólares anuales

versus 2.000 al inicio de este siglo), y la inversión privada –como porcentaje del PIB– prácticamente se ha

duplicado (al pasar de un promedio del 14 por ciento al 26 por ciento en años recientes).

Page 5: Los Valores de Los Colombianos

Pero regresando a las definiciones del comienzo, la idea de confianza debe ir mucho más allá del simple deseo

de invertir en actividades empresariales porque hay buenas perspectivas y reglas del juego claras y estables en

el campo económico. Fukuyama nos recuerda que la confianza “es la expectativa que surge dentro de una

comunidad del comportamiento normal, honesto y cooperativo, basada en normas comunes, compartidas por

todos los miembros de dicha comunidad”. Y cuando existe dicha confianza nace el capital social, que es –según

el sociólogo James Coleman– la habilidad para trabajar en grupos para alcanzar objetivos comunes valiosos.

Así pues, si consideramos este sentido más amplio de lo que significa la confianza en una sociedad, Colombia

aún está lejos de un nivel satisfactorio. Lamentablemente las pruebas de ello saltan a la vista todos los días: la

ausencia de solidaridad, la cultura del atajo (de la que habla Antanas Mockus), la ley de la selva (sálvese quien

pueda), la débil defensa de lo público, la fragilidad de las instituciones (manipuladas por unos pocos para su

provecho personal), las múltiples violaciones a la ley, el frecuente irrespeto de las más elementales normas de

convivencia ciudadana.

Sin embargo, hay que registrar un hecho positivo: hay una creciente conciencia de las equivocaciones arriba

descritas. Y ese es el primer paso para crear una sociedad en la que impere la confianza.

Los colombianos estamos comenzando a comprender, como lo recomienda Fukuyama, que para evitar la

anarquía una comunidad tiene que ser capaz de ejercer el autogobierno por medio de organizaciones sociales

de diferentes niveles, independientes del Estado. Porque de lo contrario, si no somos tolerantes, respetuosos, y

no nos sometemos a la ley, si no podemos unirnos en procura de objetivos comunes, necesitaremos un Estado

coercitivo para mantener el orden. Y como lo demuestra la historia, esa clase de Estado no conduce a buen

destino.

10 Razones para el optimismo económico

• Las reservas internacionales superan los 24.000 millones de dólares, el doble del nivel que tenían hace seis

años.

• La Bolsa de Valores ha subido en lo corrido del año 25 por ciento dada la fortaleza de las empresas inscritas

en el mercado accionario.

• La deuda externa –pública y privada– ha descendido, como porcentaje del PIB, del 50 por ciento en 2003 a 24

por ciento en la actualidad.

• El ritmo anual de inversión extranjera en Colombia se ha quintuplicado en esta década, al pasar de 2.000

millones de dólares a 10.000 millones de dólares.

• La inversión, como porcentaje del PIB, prácticamente se ha duplicado en el pasado lustro, al aumentar del 14

al 26 por ciento.

• La inflación cerrará este año alrededor del 4 por ciento, nivel inferior a la meta (5 por ciento) del Banco de la

República.

Page 6: Los Valores de Los Colombianos

• La tasa de intervención del Banco de la República ha bajado 5 puntos porcentuales (del 10 por ciento al 5 por

ciento anual) en los pasados cinco meses, y es probable que se reduzca medio punto porcentual adicional

próximamente. Esto abaratará el costo del dinero para las empresas y los consumidores.

• La creciente escasez alimentaria mundial, que presionará al alza los precios de los alimentos, hará muy

atractivo invertir en proyectos agroindustriales, especialmente en la Orinoquia colombiana.

• Según estudio de Araújo Ibarra, la Andi y Proexport, el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos

(que será aprobado a finales de este año o comienzos del entrante) generará muy buenas oportunidades

comerciales para más de medio millar de productos y servicios colombianos.

• Según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, el TLC con la Unión Europea impulsará un crecimiento

adicional del PIB de aproximadamente 1 por ciento anual, y a su vez el acuerdo comercial con Canadá

contribuirá además un 0,6 por ciento anual.

*Periodista y profesor universitario

Page 7: Los Valores de Los Colombianos

El obstáculo de lo nuestro

Por Por Emilio Yunis*

REFLEXIÓN El genetista y autor del libro 'Por qué somos así' habla de todo lo que les falta a los colombianos para ser felices. Domingo 21 Junio 2009

Los colombianos podríamos ser felices si la corrupción fuera combatida de verdad. La obediencia a la ley y a la

ética son claves para decir que no se ha fracasado en la construcción del Estado.

Las leyes son la expresión del derecho, una de las adquisiciones más importantes de la modernidad. Es el

triunfo de la razón en tiempos irracionales, pero desafortunadamente no hemos superado los tiempos

irracionales y la razón no nos ilumina.

La encarnación del derecho y de la justicia, es la de una diosa que la administra. Esa diosa está vendada porque

la justicia debe ser ciega, para que se imparta sin privilegios y para que todos sean iguales ante la ley. Por eso

el juez, administrador de la justicia, debe ser sabio, para ser justo. Derecho, justicia, leyes y ciudadanos, como

deber ser, son una construcción de las sociedades modernas.

Cuando la corrupción campea, no hay ley ni justicia, los habitantes hacen lo que quieran, o los dejan hacer su

voluntad; igual los pueden manipular como se desee; al fin y al cabo, no ejercen sus derechos. No piensan sin

tutor, los piensan, o piensan por extensión, lo que significa que les dicen lo que deben y cómo lo deben pensar.

La justicia no es ciega. La manipulación convierte la mentira en verdad, lo oscuro en luz, lo tenebroso en

certidumbre. Viene a cuento la expresión de otro filósofo, célebre la frase y su autor: porque cuatro (pueden ser

cinco) millones de personas acojan una mentira como verdad, no deja de ser mentira. También aquella otra que

dice que tanto se repite como verdad una falsedad, que termina por entrar al circuito de la verdad, donde termina

Page 8: Los Valores de Los Colombianos

acogida.

El colombiano será muy feliz cuando su pasión regional la comparta con el de la otra orilla, que a su vez cree

que la visión del mundo se acaba en su comarca. Si la identidad es un valor primario que nos lleva al barrio, al

pueblo, a los primeros sabores y comidas, "a la forma como se prepara el arroz en el lugar", a los lenguajes

propios de ese sector, debemos hacer una comunidad de otras formas de ver el mundo que permitan

universalizar a Macondo.

El aislamiento encierra 'culturas' y sus productos, enclaustra a los humanos y a los genes que poseen. La

identidad en Colombia, para que no sea una ficción, debería ser la suma, interpenetrada, como en muchos

lugares del mundo, de las diversidades regionales. No encuentro una mejor definición que "la unidad en la

diversidad".

Es notoria nuestra facilidad para fabricar ismos, como una clara respuesta a lo anterior, sin ruborizarnos ante los

grandes ismos de la historia. Con facilidad encaramamos el uribismo, el samperismo, el gavirismo, el

pastranismo, el luchismo, y no menciono otros porque algunos suenan muy feo, otros asoman sin llegar a esa

categoría.

Se ha tratado de suplir la identidad con el nacionalismo, que no es lo mismo. El nacionalismo es como la

defensa de la patria. Puede servir para algo bueno, pero también para lo peor. Su confusión, entre las

perversiones, nos lleva a creernos los primeros en todo, aun a protestar cuando no nos reconocen un más que

merecido primer lugar.

El aislamiento de las regiones, su incomunicación, es un tributo a la bella e imponente geografía que tenemos,

por sus pisos térmicos, la fiereza de sus paisajes, sus hermosos ríos, la incomparable selva y parques naturales;

las reservas ecológicas, su biodiversidad, una de las más importantes del planeta. Pero es difícil; separa, aísla.

En el pasado y el presente. Determinó y determina comarcas y poderes regionales, caciques de todo tipo, los

más importantes, religiosos, económicos, políticos. Muchos se confundieron y se confunden como poderes de

clase.

La historia de un país de regiones, con culturas regionales y un centralismo a como dé lugar, originó y origina los

poderes locales como antesala necesaria ante los jerarcas del centro en un "yo te doy, te permito", a condición

de "que me elijas para poderte seguir dando".

Sumado lo anterior a la geografía (Colombia posee uno de los índices de fragmentación geográfica más altos del

mundo), la incomunicación, el aislamiento y abandono, son la norma, que además se propicia. Todo esto, es

gran acicate para la corrupción; tiene otras consecuencias funestas: un modelo económico a espaldas de la

población, que no la integra ni la promueve, modelo exportador que parece diseñado para la desigualdad y la

iniquidad. La doctrina de la seguridad nacional, que parte de la tesis de controlar mejor lo aislado, parece

diseñada para la inseguridad y el abandono de inmensas extensiones del país. Y para la corrupción.

La realidad muestra que el aislamiento y la incomunicación son los mejores estímulos para nuestros males:

salud, vivienda y educación (mientras más distantes del centro demográfico y de producción, peores son los tres

condicionantes de la vida), para terminar con el abandono de la mayor parte del territorio (escenario de los más

crueles, cruentos y numerosos vejámenes a los que nos acostumbraron y acostumbramos, con el

Page 9: Los Valores de Los Colombianos

embobamiento de todos los días que cree ponernos en movimiento cuando nos adormece y condiciona para

permitir lo que no se puede ni se debe permitir), ensimismados en los territorios de los conquistadores y

colonizadores, que eran los de los aborígenes, aupado todo por la ausencia de justicia que, cuando llega, no lo

hace con los ojos vendados.

Es la misma sordina que orquesta lo dicho en una relación de causa efecto sin darnos cuenta del

encadenamiento grotesco y perfecto que hace posible todo, para perpetuar la sinrazón en que nos encontramos

y profundizamos cada día más.

También somos afortunados. Con una extensión y una población importante, Colombia ofrece muchas

posibilidades. Situado en una esquina del mundo, que mira a dos océanos, un pasado que pudo ser envidiable

por los pobladores que aquí se reunieron, podría retomar la historia para ser un crisol de culturas, a cambio del

mosaico cultural y étnico que ostenta retazos de cada una de ellas, y nos recuerda un mestizaje de dominación y

exclusión; con una geografía tan rica que no hemos sabido aprovechar en su diversidad ni en su riqueza, antes

la hemos sometido a todas las expoliaciones; a pesar de todos los quebrantos y de la sangría a que es

sometida, sobrevive; reunimos toda la diversidad biológica del planeta, expresada en las especies vegetales y

animales, incluida la humana, tanta, que ni siquiera la conocemos, ni hemos construido una ética frente a ellas y,

peor, le damos la espalda. Nuestra gran diversidad etnolingüística la desdeñamos (las lenguas y sus pueblos, en

su mayoría, están en vías de extinción), sin culpabilidad ante semejantes descalabros evolutivos.

Los colombianos poseemos todos los genes que originan la diversidad biológica, punto de partida indispensable

para acceder a la diferencia, también para comprender y defender que lo negativo que nos asalta en la vida de

todos los días no obedece a perversión de los genes sino de la historia. No somos mejores ni peores por los

genes, pero podemos ser mejores o peores por la historia, que no necesita de hombres providenciales, Mesías y

salvadores, o de los autócratas que reúnen todos los poderes para reclamar obediencia total, sin importar el

precio.

En los últimos meses nos han dicho que el colombiano es uno de los pueblos más felices de la Tierra. Se

invocan varias tesis para defender tamaña aseveración que empezó hace años casi como un juego para

convertirse en un indicador que, en breves palabras, podemos decir que es más feliz aquel que necesita menos

para vivir o, se conforma con lo que tiene y no pide más o, tiene menos expectativas o, se abandona con más

facilidad a su destino. Si miramos en profundidad, todas las explicaciones niegan la esencia de ser humanos. Es

hora de tomar nuestro destino en nuestras manos.

* Genetista

Page 10: Los Valores de Los Colombianos

Yo creo en ti

RELACIONES El experto Pedro Medina* explica la metodología Serendipity, de su fundación Yo creo en Colombia, diseñada para romper el círculo vicioso de la desconfianza. Domingo 21 Junio 2009

Proteger a los usuarios es el objetivo de una nueva ley que podría, por fin, controlar los cobros injustificados en cuentes de Internet, televisión y teléfono. Vea cómo lo pueden estar tumbando.

Colombia es el país del mundo donde más ha crecido la confianza en los últimos cuatro años, según el Sondeo

Mundial de Valores elaborado por la Universidad de Michigan y la organización Radar. La base era bien baja y el

avance ha sido impresionante. Si bien hemos crecido mucho, todavía el 68,4 por ciento de los colombianos

opina que si el otro pudiera, se aprovecharía de el. Esto nos hace un pueblo desconfiado. Los paradigmas tales

como dar papaya refuerzan esta desconfianza.

Al confiar, compartimos información e ideas. Al confiar, construimos colectivamente. Al confiar, construimos

capital social. Capital social es la red de relaciones que uno tiene, la confianza y la reciprocidad que se logra a

través de esa red de relaciones, y el libre intercambio de ideas, información, relaciones, poder y recursos. La

construcción de capital social arranca cuando dos individuos se conocen y construyen una relación. Es un reto

lograr esto cuando hay tanta desconfianza. Serendipity es una metodología desarrollada por la Fundación Yo

creo en Colombia para forjar una relación con un extraño, y romper el círculo vicioso de la desconfianza.

Serendipity o serendipia es la capacidad de encontrar oportunidades fortuitas donde uno no las espera. García

Márquez usa la palabra en uno de sus libros. Hay una película famosa bajo este nombre. Serendipity también es

un acróstico:

Page 11: Los Valores de Los Colombianos

1. Sondear alrededor suyo alguien que no conozca que le lance buena energía. Es importante notar que esa

buena energía la siente uno en la barriga.

2. Eliminar pensamientos negativos. El reto es pensar en que voy a conocer un ser humano extraordinario.

3. Romper el hielo. Este paso es crítico. Hay cinco formas básicas de romper el hielo:

a. Recurrir a esquemas tradicionales: "Disculpe, ¿qué horas tiene?", "¿Será que va a llover?".

b. Observar algún detalle de conexión: "Me causa curiosidad su maletín, una pregunta…", "Observé su pin…

¿trabaja usted en_____?".

c. Mostrar algún beneficio al otro(a): "Señora, disculpe, lleva la cartera abierta", "Señor, se le cayó este papel".

d. Pedir ayuda: "¿Podría decirme cómo hago para llegar a tal lugar?", "¿Podría darme una mano con la puerta?".

e. Enganchar al otro(a) con un comentario que lo(a) inspire: "Me encantó su gesto con esa persona", "¡Qué

bueno ver que todavía hay caballeros!".

f. Romper los paradigmas: "¿Este es de los edificios donde la gente habla o no habla en los ascensores?",

"Bienvenido(a) al país que es el secreto mejor guardado del mundo".

4. Entablar conversación y crear confianza. Como con cualquier relación, esto se hace poco a poco. Al principio,

hay un proceso de ir "midiendo el aceite" y esto se logra en la medida en que ambos interlocutores den y reciban

información sin agenda oculta. La información en un comienzo es básica ("a qué se dedica", "qué lo trae a este

lugar"). A medida que va uno conectando se va abriendo y dando más información.

5. Notar detalles de conexión. A través de la información que uno recibe, uno busca identificar gente y lugares

comunes. A esto se le conoce como "rapport".

6. Descubrir y explicitar áreas, temas o ideas de interés común. "Qué interesante, ambos tenemos hijos

adolescentes", "Qué bueno saber de otra gente que también quiere conocer la Sierra Nevada de Santa Marta". A

través de este descubrimiento, logra uno encender el fuego de la conversación. La conversación fluye.

7. Iluminar reciprocidad al ofrecer algo a cambio de nada. Nos hemos acostumbrado a pensar "qué puedo

sacarle a esta persona". Reemplazamos esto por "qué puedo darle". Es muy fácil dar algo a cambio de nada.

Puede ser un artículo, o una guía, o un poema, o una receta, o una idea…

8. Proponer reconexión intercambiando datos. Es fundamental intercambiar tarjetas de presentación. Si alguno

no tiene tarjeta, puede anotar los datos en un papel o una servilleta. Los datos deben incluir nombre,

organización en la que trabaja, cargo, teléfono, celular y correo electrónico.

9. Ilustrar posible relación. Al haber logrado "rapport", es fácil decir: "Si alguna vez necesita algo de la Fundación

Yo Creo en Colombia, puedo ser su contacto".

Page 12: Los Valores de Los Colombianos

10. Tomar la iniciativa y reconectar con la persona. Pensamos que los contactos son valiosos. La realidad es

que si hacemos un contacto e intentamos volver a reconectarnos seis meses después con esa persona,

seguramente no nos recordará. Es clave reconectarse en los días siguientes a la conexión inicial. Encuentro que

el correo electrónico es una magnífica herramienta. Yo escribo algo así: "Soy el calvo gafufo con el que usted

conversó en el TransMilenio esta mañana. Le escribo por dos razones: usted me habló de un buen libro, pero yo

no anoté el nombre. Se lo encargo. Le paso un artículo que le puede interesar. Me gustaría conocer sus

comentarios." Cuando la persona responde, ya hay el comienzo de una relación. Como con cualquier relación,

es indispensable cultivarla.

11. Ya coronó, felicítese. Ya rompió el círculo vicioso de la desconfianza y se insertó en el círculo virtuoso del

serendipity.

Al crear un hábito de conectarse con extraños, logra uno unas comunidades más amables y logra también ir

tejiendo esas redes de confianza y reciprocidad que son básicas para que una sociedad funcione. Y así, una

conversación a la vez y una relación a la vez, vamos construyendo la Colombia que merecemos.

* Presidente de la Fundación Yo creo en Colombia

Page 13: Los Valores de Los Colombianos

La confianza crece en familia Por Annie de Acevedo*

PADRES E HIJOS Hay una sola cosa que tiene en común todo grupo humano: la confianza. Y ésta se construye y se fortalece, o se destruye, en la relación que los padres construyen con sus hijos. Domingo 21 Junio 2009

La confianza es algo que se construye desde el momento en que se nace. El hecho de que el bebé sea cuidado

y atendido de una manera amorosa y consistente hace que se desarrolle una confianza única en el amor que se

va desarrollando primero con la madre y después se extiende al padre. Otras personas de la familia, poco a

poco, se vuelven merecedoras del afecto de ese niño, más que nada porque se crea un ambiente de confianza y

seguridad.

El niño entiende claramente que puede contar con sus padres, pues ellos a través del tiempo permanecen ahí

siempre dispuestos a ayudar en los momentos importantes de la vida. Para mantener la confianza, además de la

"permanencia del objeto" como decía Freud, también hay variables como la honestidad, el respeto, la coherencia

y el amor. Un niño que se siente apreciado y querido va a ser un niño que desarrolle no sólo confianza en sus

cuidadores sino que además va a tener confianza en sí mismo y en sus habilidades. Sus padres a través del

tiempo le van mostrando que creen en él y que estarán ahí para validar sus percepciones y sentimientos

siempre que sea necesario.

Desafortunadamente en este mundo rápido y confuso, los mensajes de confianza no llegan claramente. Los

padres no pueden cumplir lo prometido, tienen conductas erráticas, las cuales vuelven al niño desconfiado y

temeroso. Las rutinas, parte necesaria de la disciplina, no se cumplen. Lo mismo pasa con los límites, y el niño

se confunde y no sabe bien qué pensar: "¿será que mi papá sí va a llegar a comer hoy?" "¿Será que mi mamá sí

se acordó del suéter que necesito para mañana?". Todos estos interrogantes disminuyen la confianza, elemento

esencial del amor y la tranquilidad que deben existir en una relación estable y sana.

Page 14: Los Valores de Los Colombianos

Otros peligros, como son las separaciones conyugales, ponen en jaque la confianza en el amor. Si mi papá deja

de querer a mi mamá, ¿será que también lo hará conmigo? La pérdida de la unión de los padres como un frente

unido pone al niño en una situación difícil donde sienten dividida su lealtad y lesionada su confianza. En una

separación, las mentiras y los reproches continuos hacen que se dude sobre la veracidad de lo que se escucha

y vive. Esto le mueve al niño el piso de una manera que a veces es difícil de reparar.

A medida que crecemos necesitamos mensajes claros y consistentes de afecto. Esto tiene que venir

acompañado de hechos que respalden este afecto. Un ambiente de confianza y seguridad es aquel donde los

hijos no son juzgados constantemente sino por el contrario son escuchados y se practica una disciplina

protectora y no persecutoria. El niño sabe entonces que habrá consecuencias negativas cuando hace algo malo

o deje de cumplir, pero que habrá algo positivo cuando se esmere y tenga éxitos o logros. Para incentivar la

autoconfianza los padres deben estar listos para elogiar, no sólo estar ahí para castigar.

Es necesario poder confiar en nuestros padres y que ellos se ganen la credibilidad de los hijos. Pues esta

confianza también la extendemos al mundo que nos rodea. Un niño que ha crecido sin confianza en sus padres

no sólo no tendrá confianza en sí mismo, sino tampoco la tendrá en los demás. Es necesario que nuestros hijos

crean en sí mismos y en sus familias.

Hay una sola cosa que tiene en común todo grupo humano: la confianza, que tiene el poder de hacer y construir

una relación, o destruirla. Pocos la valoran y saben de su importancia. Se gesta desde la infancia y afecta todos

los aspectos de la vida. Por eso se dice que hoy día lo que se vive es una crisis de confianza en las instituciones

en general, ya que no hemos podido recibir mensajes claros de éstas. No hay coherencia, lo cual ha llevado a

que se pierda la credibilidad que se tenía en ellas. Todo empieza desde la familia y afecta todas nuestras

relaciones interpersonales.

*Sicóloga

Page 15: Los Valores de Los Colombianos

Buenos vecinos

Por Pedro Medina*

SOCIEDAD El problema en Colombia no es la falta de recursos sino de confianza entre los ciudadanos. Una invitación para volver a mirar al lado. Domingo 21 Junio 2009

Un día les pregunté a mis vecinas del frente de mi apartamento qué hacían con el periódico cuando lo

terminaban de leer. "Lo botamos", me contestó una. "¿Y por qué no lo botan debajo de mi puerta?", le pregunté.

"Con gusto", me dijo la vecina. A partir de ese momento, todos los días recibo el periódico cuando me gusta

leerlo, de noche y sin gastar dinero.

Si miramos alrededor nuestro, es increíble ver cuántos edificios desocupados, cuántos terrenos baldíos, cuánta

maquinaria, y herramientas subutilizadas. Cuánto producto de segunda y desperdicio industrial que se desecha,

cuántos conocimientos e ideas que no se comparten, cuántos pares de zapatos en las casas de los colombianos

que nadie se ha puesto en seis meses, cuánta comida se bota cada día, cuánto dinero en cuentas produciendo

nada, cuánta riqueza inerte… Y luego, si miramos qué podría hacer un descalzo con un par de zapatos, una

idea y conocimiento; lo que podría hacer una persona con una idea brillante con algo de capital, conocimientos,

materia prima de segunda y maquinaria; o qué podría hacer una persona con hambre y sin techo con un plato de

comida, una cama y una idea con conocimiento y tecnología, sin dudas este país podría cambiar.

Gonzalo Arango, el poeta nadaísta, escribió unas líneas en uno de sus escritos: "Sálvese quien quiera, todos

pueden". Claramente, todos podemos. El problema en Colombia no es de falta de recursos. Con una abundancia

de capital natural, humano, y físico, el reto es desarrollar el capital social.

Capital social es la red de relaciones, la confianza y reciprocidad que se construyen a través de esa red y el libre

Page 16: Los Valores de Los Colombianos

intercambio de ideas, información, relaciones, recursos, apoyo y poder que se logra poe medio de esa confianza

y reciprocidad. Capital social es aquello que hace que una organización, familia, empresa y nación funcione. El

capital social construye confianza, y la confianza construye capital social.

Cuando hay confianza, dice Stephen M. R. Covey en su libro El factor confianza, todo es más rápido y menos

costoso. Cuando no hay confianza, todo es más lento y más costoso.

Existen tres tipos de confianza: la confianza basada en confiabilidad, la confianza basada en competencia y la

confianza basada en vulnerabilidad. Al yo decir: "le mando ese artículo el miércoles" o "le caigo a las 8 de la

noche", yo comprometo mi palabra. Cuando cumplo, construyo credibilidad. Cuando genero excusas, la

destruyo. Cuando logro resultados basados en mi competencia, construyo. Cuando no logro resultados basados

en mi incompetencia, destruyo. Cuando guardo un secreto, construyo; cuando lo revelo, destruyo.

Las personas construyen con la integridad. Esto es la congruencia con los valores y principios e implica actuar

para que esa congruencia se mantenga. Construye confianza uno al mostrar con transparencia la intención. Esta

se refiere a las motivaciones de uno y las agendas. Construye confianza uno al desarrollar capacidad, al poner a

buen uso nuestros talentos, actitudes, habilidades, conocimiento y estilo.

La relación con mi vecina arrancó cuando me mudé a un edificio con 36 apartamentos. Esa primera noche fui a

golpear en la puerta de los 36. Sólo se encontraban 12. Me presenté como el vecino nuevo del 701. A la

semana, se fue la luz y yo no tenía un fósforo para prender una vela. Timbré en el apartamento del frente y la

señora me regaló un fósforo. Al día siguiente, encontré una bolsita colgada en la manija de mi puerta con una

caja de fósforos. La reciprocidad de este gesto no se dejó esperar y mi solicitud de que botaran el periódico

debajo de mi puerta fue parte de una cadena de actos generosos de lado y lado.

La madre Teresa de Calcuta decía: "Es mejor encender una luz que maldecir la oscuridad". En medio de tanta

desesperanza, desasosiego y desempoderamiento, la confianza es el eslabón perdido que nos permite mejorar

nuestra calidad de vida. Encuentro que requiere un esfuerzo construir confianza y que es un esfuerzo que bien

se justifica.

* Ex presidente de McDonalds, fundador y líder de Yo creo en Colombia (www.yocreoencolombia.com)

Page 17: Los Valores de Los Colombianos

Más allá del reglamento

Por Jorge Patiño*

“Estamos condenados a confiar en los otros si no quer emos desaparecer como especie”, dice Juan Carlos Bayona

EDUCACIÓN El éxito de la educación, más allá de los controles, está en la confianza. Domingo 21 Junio 2009

La Constitución del 91 tiene como uno de sus ejes principales el respeto de las diferencias. Eso, sin duda, también toca a la

educación

"No lo vuelvas a hacer, 'Bayonita'", le dijo don Agustín Nieto Caballero, cofundador y rector emblemático del

Gimnasio Moderno a Juan Carlos Bayona, un niño que acababa de cometer una falta. Cuando Nieto entró al

salón donde estaba el joven infractor, éste, a pesar de los nervios, no tuvo más que reconocer su error. Pero al

contrario de lo que Bayona esperaba, no recibió un fuerte regaño o una sanción disciplinaria. Don Agustín, en

cambio, lo llevó a almorzar a su casa y pudieron hablar al respecto. Eso sí, quedó el compromiso de no volver a

descarriarse.

Hoy, Juan Carlos Bayona no es simplemente 'Bayonita', sino el rector del Gimnasio Moderno, y ocupa la silla del

hombre que lo amonestó con una invitación a almorzar pero, sobre todo, de quien le enseñó que la mejor

disciplina es la que nace de la confianza. La responsabilidad de Bayona no sólo consiste en ocupar un cargo,

sino en continuar un modelo de enseñanza que si incluso hoy parece condescendiente y excesivamente amable,

en 1914 fue una verdadera revolución.

Y como el cambio, así sea para bien, siempre ha encontrado quien se le oponga, en un comienzo las cosas para

Nieto Caballero no fueron fáciles. Educado en Europa y Estados Unidos, tuvo contacto con los métodos de

pedagogos como John Dewey, Ovide Decroly y María Montessori, así como con el movimiento de la Escuela

Nueva, surgido en Europa a finales del siglo XIX que no veía con buenos ojos el exceso de memorización, la

Page 18: Los Valores de Los Colombianos

enorme distancia en la relación entre maestros y estudiantes, y el autoritarismo. Por eso, proponía que los

alumnos fueran más activos y pudieran desarrollar sus propios intereses. Eso, en tiempos en que los que

cualquier innovación llegaba a Colombia a un ritmo más lento que ahora, en una sociedad en la que persistía la

creencia en que "la letra con sangre entra" y otras similares.

Óscar Saldarriaga, director del departamento de historia de la Universidad Javeriana y profesor de historia de la

pedagogía, dice que la disciplina de confianza "ahora no aparece como un método particular sino que es un

punto de partida de sentido común aceptado por todos lo maestros". Esto, de alguna manera, es un triunfo de la

confianza como factor fundamental en la educación, particularmente en el lazo que hay entre docentes y

estudiantes.

Sin embargo, la confianza no es un método ni un fin en sí misma, sino parte fundamental de la educación.

Bayona cree en este concepto más allá de las aulas y dice que la confianza es serle fiel a una de las

características esenciales de la naturaleza humana, dice el rector.

Casi un siglo después de que Agustín Nieto Caballero introdujo al país de la disciplina de confianza, las ideas de

este maestro han hecho carrera. Pero ante las realidades actuales pueden quedarse cortas. En la Colombia de

entonces los estudiantes eran actores más o menos homogéneos dentro del sistema educativo. Era más fácil

tener confianza en un niño que era admitido en un plantel con una serie de condiciones de comportamiento

previamente establecidas que, de todas maneras, eran más estrictas que las actuales. La confianza tenía un

valor pedagógico en el sentido de entender al niño como un ser con capacidades de formación muy amplias y

que había que aceptar su personalidad. Esa aceptación de la personalidad, claro está, venía dada dentro de los

parámetros de la época.

La Constitución del 91 tiene como uno de sus ejes principales el respeto de las diferencias. Eso, sin duda,

también toca a la educación que, después de la familia, es el principal peldaño en el camino de convertirse en

ciudadano. Para Saldarriaga, el énfasis en la confianza después de la Carta del 91 ha invertido la relación de

poder entre estudiantes y docentes. Los niños pueden poner una tutela a sus maestros por no respetarles su

estética. "No es que la confianza se haya acabado sino que entró en una nueva etapa porque se acepta al niño

como parte de una cultura", dice. Además, existen circunstancias que han dejado de ser vistas como una falla de

disciplina, por ejemplo una estudiante embarazada, para ser tratadas como parte de una problemática social en

la cual los jóvenes están inmersos.

El legado de la disciplina de confianza tuvo efectos fuera de las aulas. "Se necesitó que la sociedad cambiara

para estar a la altura. En Colombia entre los años 20 y 60 el país se volvió más complejo para implementar la

confianza y era necesario cambiar las instituciones y los valores", explica Saldarriaga. Las cosas han cambiado

mucho desde los tiempos de Agustín Nieto Caballero y ahora existe se reconoce, por ejemplo, a la personalidad

de la comunidad Lgbt (aunque siguen existiendo muchas prevenciones al respecto), a la apariencia, a las

costumbres y credos, entre otros, que en 1914 eran impensables para una sociedad muy conservadora.

La confianza, que en su momento fue parte de una revolución para dar más autonomía a los estudiantes y para

acercarlos a sus maestros, ahora tiene otra dimensión, la de resolver los conflictos. En medio de tanta

diversidad, los roces son inevitables y como la solución no pasa por expulsar al estudiante o imponerle algún

otro castigo (según la falta cometida), es necesario que intervenga algún consejero escolar, el personero

estudiantil u otro órgano de gobierno escolar.

Page 19: Los Valores de Los Colombianos

Cada día, por el sistema educativo colombiano pasan unos nueve millones de niños. Por más que las

instituciones relajen ciertas costumbres o por más apertura que haya en los colegios, los que siguen llevando la

batuta son las directivas y el cuerpo docente.

"Una institución educativa a su modo también es unilateral. Debe aspirar a tener una relación de interlocutores

válidos los unos con los otros, pero no necesariamente es democrática", dice Juan Carlos Bayona, quien aclara

que cuando hay una situación extrema, que requiera sacar a un alumno, lo que propone es dejar las puertas

abiertas para que el estudiante vea otros modelos de educación, piense un poco y, si quiere, vuelva a su antiguo

colegio. Incluso en medio de una sanción, la confianza permite retomar el camino o elegir libremente otra

manera de hacer las cosas. Claro está, eso tiene consecuencias, y asumirlas forma parte de aprender a vivir.

* Editor de especiales de SEMANA

Page 20: Los Valores de Los Colombianos

Saber mandar

Por Gustavo Mutis*

TRABAJO El buen desempeño de las empresas no se fundamenta en el poder sino en la confianza, en el hecho de que todos los empleados puedan desarrollar su talento y sus aptitudes sin temor. Domingo 21 Junio 2009

Es posible que un artículo sobre la confianza genere, de entrada, desconfianza. La confianza es uno de esos

términos grandilocuentes, asiduamente usados por analistas políticos y académicos, que a veces se prestan

para discursos vacíos o enunciados ambiguos. Sin embargo, es esencial para generar prosperidad y garantizar

el desarrollo en Colombia. Las evidencias así lo advierten: no existe país desarrollado, innovador y competitivo

en el que no haya un alto grado de confianza, tanto de los ciudadanos hacia las instituciones como entre los

distintos sectores sociales.

La importancia de la confianza es necesaria ahora más que nunca. La crisis económica mundial se originó en el

abuso de confianza por parte de algunas entidades del sistema financiero mundial, para las que imperó la

codicia y no la ética. La recesión de la economía global es el corolario lógico de la pérdida de confianza en las

instituciones financieras.

Para contrarrestar esto, las empresas sólo pueden ser productivas e innovadoras si se aumentan

significativamente los niveles de confianza en todos sus empleados y se les otorga la oportunidad de asumir

nuevas responsabilidades, y ejercer el liderazgo y la inteligencia colectiva. La competitividad es directamente

proporcional a la capacidad de confiar en el talento y las aptitudes individuales y colectivas de los empleados,

sin importar su rango.

Page 21: Los Valores de Los Colombianos

Como lo ha planteado el profesor Peter Senge, la confianza en una empresa debe sustituir la autoridad vertical,

en las que a los empleados se les trata como a seres inferiores. Infortunadamente hoy priman relaciones

basadas en la desconfianza y en el exceso de control. En ese tipo de empresas, donde hay menos confianza

son necesarios más controles. Y esta realidad tiene un gran impacto económico, pues estudios indican que

entre el 20 y el 30 por ciento de los costos administrativos están relacionados directa o indirectamente con

formas de vigilancia y control.

Pero el control más utilizado es el de los jefes, que dedican una gran parte de su tiempo a vigilar lo que el

trabajador hizo o dejó de hacer simplemente porque no confían en él. Y lo que es peor, pierden tiempo

precioso que deberían aprovechar para dirigir estratégicamente, impulsar el cambio o innovar.

A las organizaciones les interesa mantener relaciones de confianza con sus empleados porque es la mejor

forma de lograr un mayor compromiso y lealtad. Permite disminuir el riesgo y la incertidumbre que se crean con

las relaciones interpersonales basadas en la desconfianza. De esta forma, disminuye la necesidad de control y

supervisión y aumenta la eficiencia y la ejecución estratégica.

Sabemos que para ser competitivos es obvio que el tema central y estratégico radica en la capacidad de

innovar. La historia empresarial nos enseña que muchas innovaciones revolucionarias surgieron de ideas que

parecían absurdas o de proyectos de ensayo y error. Por tanto, una cultura de innovación tiene que estar

basada en la confianza que posibilita que las personas puedan proponer cosas fuera de lo común sin que

teman que las marginen, penalicen o ridiculicen. Esta confianza se sustenta en la capacidad de los líderes de

repartir poder, entendido como la capacidad de varias personas de la organización para tomar decisiones según

sus propios criterios. Decisiones acertadas preferiblemente, pero en muchos casos, equivocadas, que pueden

ser la fuente mayor de creatividad y aprendizaje. Sólo generando alternativas, explorando, intentando una y otra

vez, desafiando las realidades o presunciones actuales sobre la realidad, es que una empresa puede innovar. Y

esto se da muchas veces después de haber intentado varias opciones y cometido algunos errores.

Así lo confirman todos los artistas y estrategas innovadores. La inspiración nunca ha sido un centelleo de

creatividad momentánea, sino fruto del esfuerzo y de muchos intentos.

Promover la confianza es el elemento clave para garantizar una empresa competitiva capaz de producir

resultados extraordinarios. Ya lo dijo Peter Drucker: "Las organizaciones ya no se fundamentan en el poder sino

en la confianza".

* Presidente del Centro de Liderazgo y Gestión

Page 22: Los Valores de Los Colombianos

Fe, confianza y esperanza, parecidas pero no iguales

Por Alfonso Llano Escobar, S.J.*

ESPIRITUALIDAD Aunque son valores semejantes pero no idénticos, es necesario recurrir a los principios fundamentales para superar la mediocridad y la desazón que se han tomado al país. Domingo 21 Junio 2009

Para todo colombiano el horizonte nacional e internacional presenta densos nubarrones que amenazan echar

por tierra el edificio de la propia personalidad. Enumeremos algunos de estos nubarrones:

•La recesión económica mundial que afecta el bolsillo de ricos y pobres; recesión que se manifiesta en el

descenso de la construcción, de la industria, del comercio, de las exportaciones e importaciones, entre otros.

• La pandemia gripal, con alerta amarilla para todo ciudadano que viaje al exterior o que prefiera encerrarse en

las cuatro paredes de su habitación.

•Vida política agitada, oscura, indecisa, sin saber qué rumbos cogerán los destinos de la patria en manos de

algunos políticos sin Dios y sin conciencia.

•Crisis aguda de la Iglesia católica, escándalos de curas y obispos, descontento generalizado frente al Papa y a

sus medidas y pronunciamientos poco felices e impopulares, pérdida de prestigio de la Iglesia, disminución de la

práctica religiosa, disminución de clero y de religiosos, entre otros.

•Desempleo con sus secuelas de robos,

Page 23: Los Valores de Los Colombianos

desocupación, criminalidad, disminución del ritmo de crecimiento de la economía.

•Invierno y desajuste climático que hace que el tiempo sea variable e impredecible aun por los expertos. Intenso

invierno, calamidades.

•Fracaso matrimonial en auge seguido de escape hacia un segundo y tercer matrimonio, con las consecuencias

de descomposición familiar, deseducación de los hijos, adolescentes sin rumbo, parejas en continua pelea.

Y podríamos continuar la enumeración de más densos nubarrones que ponen a prueba la calidad y el temple de

la personalidad de cada colombiano. Muchos seres humanos, hombres y mujeres, adolescentes y mayores, se

derrumban ante los problemas y fracasos y entran en una etapa oculta y funesta de la vida, manejados por la

depresión y por toda clase de dependencias, por el consumo de droga, como manera insensata de escaparse de

los estados de ánimo absurdos, de huir de la responsabilidad, de la vida útil, plena y constructiva.

Se impone una pronta reacción, el recurso a los valores tradicionales de Colombia. Se impone el echar mano de

actitudes propias de valientes: la fe, la esperanza y la confianza, valores parecidos pero no idénticos. Veamos:

Fe es agarrarse a lo firme, a lo estable y absoluto para no dejarse hundir.

Confianza es descansar sobre alguien más grande y más fuerte que uno, que me ayude a permanecer firme y a

reconstruir mi vida.

Esperar es proyectarme hacia el futuro para construir el mañana con la siembra ciega de hoy pero

esperanzadora de vida personal y de patria en el mañana.

Se trata de actitudes parecidas pero no iguales, de valores semejantes pero no idénticos.

Quiero poner de relieve la importancia de la fe en esta hora de crisis; la importancia de la fe para superar los

momentos de crisis y salir de ellos más purificado y fortalecido.

En el momento en que pierda la fe en mí mismo, me hundo en la nada de un mundo interior caótico y vacío.

Se impone en este momento crítico darle un sí fuerte, rotundo y decidido a mi yo, a mi persona: debo creer en

mí y, si soy creyente en Dios, debo darle un sí heroico y mañanero a Dios, el amigo inseparable que está

siempre a mi lado, así no lo sienta, ni lo vea, como no veo el aire que respiro ni siento la luz que me circunda.

Pero allí están a mi lado.

Un ser humano sin fe es como un barco a la deriva, como un avión sin rumbo, como un muñeco sin peso en la

cola. Fe es pisar firme, es sentirme hijo de Dios, el infinitamente superior a mí y a mi conciencia; es sentirme

agarrado por la poderosa mano de Dios, que me puso en la vida y me acompaña en cada paso. En esta hora

oscura, necesito hacer un acto diario de fe en Dios, fe en mí mismo, fe en la patria, fe en los seres más

cercanos, aquellos de quienes necesito para vivir y sobrevivir.

No puedo permitir que los estados de ánimo, adversos y absurdos, asalten mi yo y amenacen con hundirme en

sus aguas negras y profundas. Debo distinguir mi yo de cualquier estado de ánimo absurdo que pretenda

Page 24: Los Valores de Los Colombianos

dominarme, y desde mi yo, como señor de mi mundo interior, sobreponerme a toda cavilación, a todo intento de

asalto, de ataque contra la estabilidad y señorío de mi yo. En tiempos de crisis debe prevalecer la estabilidad de

mi yo. Mi conciencia por encima de todo. Sólo Dios está por encima de mi yo y de mi conciencia. Aquí es cuando

debo recurrir a la confianza. Ya dijimos: confiar es apoyarme en alguien mayor que yo, más fuerte que yo, que

me ayude a sobreaguar. ¡Y quién más grande y más fuerte que Dios! Entra en el santuario de tu conciencia,

entra en el silencio acogedor de un templo y dedica unos minutos a ejercitar tu fe y tu confianza en Dios y en ti

mismo.

La hora presente constituye todo un reto a salir de la mediocridad. Sólo los valientes sobrevivirán. Sólo los

esforzados, los creyentes en Dios, en la patria y en sí mismos, podrán superar la crisis presente y pasar a

etapas más tranquilas y promisorias. Cree, confía, espera, y puedes estar seguro de que triunfarás.

* Director del instituto de bioética de la Universidad Javeriana

Page 25: Los Valores de Los Colombianos

No tan imparcial Por Javier Darío Restrepo*

MEDIOS En medio de las crisis sociales, las tragedias y desastres, los medios no sólo se juegan una confianza que han construido con sus audiencias, sino que deben tomar partido en beneficio del bien común. Domingo 21 Junio 2009

¿Qué tanto debieron decir o callar los medios frente a la aparición y propagación del virus A H1N1? La

respuesta a una pregunta tan sencilla, pero de por sí compleja, puede revelar la forma como los medios

construyen o destruyen su confianza, pues si entregaban datos de menos podrían estimular la inconciencia, pero

datos de más podrían producir pánico, impulsar un negocio multimillonario de medicinas o generar la caída de

las bolsas de valores.

Una vez visto lo ocurrido con el virus, la misma pregunta sigue teniendo validez y generando muchas más:

¿Influyó la prensa en el pánico que se generó en el mundo? ¿Qué hubiera sido preferible: una prensa discreta,

dedicada al registro de los hechos cumplidos, o una que trabaja sobre hechos y sus consecuencias previsibles?

Para que los lectores confíen en la prensa, ¿esta debe ser discreta transmisora de buenas noticias, o activa para

prevenir catástrofes? ¿En cuál de esos medios confiaría más usted?

Después de la explosión del volcán Santa Helena, en el estado de Washington, a los lectores de periódicos no

les quedó duda: los más de 29.000 habitantes que sobrevivieron tenían una deuda con la prensa que había

advertido, que los había convencido y que los había acompañado durante su evacuación preventiva. Quizá no

cayeron en la cuenta del factor principal: ellos les habían creído a sus periodistas y a sus gobernantes, y esa

confianza en sus informaciones se había forjado durante largo tiempo y desde antes de que el volcán entrara en

actividad.

Todo lo contrario fue lo que no sucedió en Armero. La prensa sí advirtió, publicó, entre otros, el boletín de

Page 26: Los Valores de Los Colombianos

Ingeominas del 7 de octubre, un estremecedor pronóstico científico de lo que iba a ocurrir, pero nadie -ni la

población ni el gobierno- parecieron darle importancia, porque no le creyeron a la prensa. La falta de confianza

en la información periodística resultó mortal para los más de 23.000 habitantes de Armero.

Estos y muchos otros hechos le demuestran a la prensa que no basta decir la verdad; además es necesario que

se la crean, es decir, que merezcan la confianza de la población. Y construir confianza es un proceso largo en el

que intervienen una práctica constante de informar con exactitud, de corregir o rectificar errores con honestidad,

de construir una independencia a prueba de sospechas y de hacer evidente una voluntad de servicio sin lugar a

equívocos.

La frágil confianza

Para cualquier medio o periodista es evidente que la confianza del lector se pierde por los errores no corregidos

ni rectificados, por los errores repetidos y, sobre todo, por la percepción de que alguien mueve intereses por

debajo de la mesa de redacción. En situaciones de crisis esa confianza es asunto de supervivencia profesional

para el periodista, pero de vida o muerte para la sociedad.

Pero es más compleja la situación cuando hay una crisis social. ¿Qué hacer? ¿Presentar todos los puntos de

vista con asepsia de cirujano y dejar en manos del lector la decisión? Esa es una práctica facilista que convierte

al periodista en un simple intermediario que lleva y trae declaraciones y documentos con eficacia de estafeta, sin

valor agregado alguno y con el escrúpulo de quien, vestido de blanco, se desvive por no mancharse.

Otra práctica es la de la prensa que convoca expertos: para que ellos enfrenten el problema, aporten sus

propuestas y entreguen al lector la materia prima de una decisión. Por ejemplo SEMANA reaccionó como parte

del problema y asumió los riesgos de cualquiera de los implicados cuando en una portada imprimió, como un

grito, su rechazo a la reelección. Para algunos de sus lectores resultó un gesto inesperado, "al dejar de ser

imparcial, invita a dejar de leer esta, hasta el día de hoy, imparcial y oportuna revista".

¿Debió callar su opinión o presentarla en un discreto editorial firmada por el director?

La decisión es más simple cuando se trata de una catástrofe natural. La voz de alerta, escueta e imperativa se

impone sin más: "Urge la evacuación," "Avalancha inminente", "no espere la inundación, o la erupción". En las

catástrofes sociales el pronóstico es más inseguro, pero sus efectos son más duraderos y devastadores. Los

indicios de su inminencia se acumulan como señales premonitorias que deben ser leídas.

A lo largo de semanas la revista las fue mostrando y examinando: la pugna presidencial contra la Corte, la

cercanía del Presidente con los parapolíticos, las tentativas desde el poder presidencial para retrasar o atenuar

el rigor de la justicia en los casos de para-política, las ternas marcadas para elección de magistrados y de

Procurador General, el proceso astuto y turbio para la reelección de 2006, el desarrollo de la 'yidis-política'; las

sospechosas condiciones de la recolección de firmas para el referendo. Uno tras otro, todos estos datos crearon

la certidumbre de un peligro social que debió aparecer tan claro y amenazante ante los ojos de analistas y

periodistas, que planteó el gravísimo dilema: ¿publicar o no publicar , ¿advertir o no advertir?

Periodismo neutral versus punto de vista

Page 27: Los Valores de Los Colombianos

El divorcio entre hechos y opinión ha dado lugar en las redacciones a esa apariencia discreta de quien no toma

parte y se mantiene a distancia, alejado de los que están inmersos en el tremedal de los conflictos. Pero a pesar

de esa apariencia hay variados recursos para influir en la opinión: el titular que privilegia y orienta, las fotografías

y pies de foto que dirigen la mirada, las listas de entrevistables y no entrevistables, los adjetivos, los detalles, la

edición. El uso diario de estos recursos, entre otros, hace ver y pensar con sesgo, mientras hacia afuera se

proclama una voluntad institucional de objetividad y neutralidad, incoherencia que configura un perfil de

hipocresía, esa careta que dice lo contrario del rostro que oculta.

Un grupo de profesionales de la prensa creó en Estados Unidos 'Periodistas con un punto de vista' para quitarle

al oficio esa careta y afrontar honestamente la realidad: todo ser inteligente tiene puntos de vista ¿Por qué

ocultarlo? Los rostros desnudos crean una mayor confianza que los maquillados, encapuchados o

enmascarados. Por eso este grupo parte de estas normas prácticas:

1. Sólo escribo lo que pienso que es cierto.

2. Debo ser justo con los que piensan otra cosa.

3. Ser sincero con el lector para decir mis preferencias y puntos de vista.

Es un punto de vista que parece negar normas tradicionales, pero en realidad sólo las precisa. Son normas que

tienden a fortalecer la necesaria confianza del lector en el periodista y esa confianza se acentúa cuando el lector

sabe en quién confía porque conoce en qué cree el periodista y no tiene por qué manejar sospechas sobre sus

intenciones ocultas.

Las denuncias periodísticas a que dio lugar el proceso 8.000, la información sostenida sobre la para-política, las

persistentes revelaciones sobre la 'yidis-política', el seguimiento obstinado de los conflictos presidenciales con la

Corte y la constante información sobre la actividad del volcán Galeras, o el deshielo de los nevados, o los

niveles de contaminación no se pueden leer como posiciones partidistas sino como un necesario servicio a toda

la población. No pueden ser fríos registros estadísticos. Requieren una interpretación que ponga en evidencia el

nivel de riesgo que corre la población a menos que se decidan acciones.

Y así como hay neutralidades imposibles, por ejemplo ante un secuestro, una violación, el abuso de los más

débiles y los pobres, también es imposible la distancia y la frialdad de lo objetivo y lo neutral cuando es el futuro

del país y el presente de sus instituciones el que se ve amenazado.

En todos estos casos hay que informar la verdad, se debe garantizar que esa verdad sea creíble para que sea

útil y salve vidas, y se debe tomar partido, el único partido en que debe militar la prensa, que es el interés de

todos. En cambio, una prensa al servicio de intereses particulares, o de un partido, o de un gobierno, comienza a

ser tan extraña como un dinosaurio en el jardín.

* Periodista

Page 28: Los Valores de Los Colombianos

En busca de la excelencia

Jacqueline Rentería y Diego Salazar fueron los únicos medallistas colombianos en las Olimpiadas de Pekín 2008

DEPORTES Los expertos señalan que para triunfar en un deporte lo primero que un atleta debe ganar es la confianza en sí mismo. Domingo 21 Junio 2009

Cuando María José Uribe tenía 9 años ya quería ser una golfista de alta categoría, pero sólo tenía un problema.

Sus resultados en el campo no eran los mejores y la prueba es que en su primer torneo nacional quedó en la

última posición. Cualquiera pensaría que ese resultado podría derrumbar su sueño, pero ella siguió luchando.

Con su sicóloga y su entrenador, María José pudo ver que no estaba cumpliendo las metas porque "estaba

jugando mal". Hoy, luego de haber ganado el torneo amateur de golf femenino en Estados Unidos y de terminar

décima en el US Open espera con tranquilidad su debut profesional el 6 de julio en Saucon Valley.

Un factor clave para llegar allí fue la confianza que le dio prepararse a fondo, sin dejar nada al azar. Según el

sicólogo Patrick Cohn, la confianza en los deportistas es la creencia del jugador en su habilidad para

desempeñarse de manera excelente. Y en la práctica esto significa simple y llanamente trabajar para

fortalecerla. Este factor "lo es prácticamente todo en el deporte", dice el entrenador Óscar Urrea, quien logró tres

finales olímpicas en China con el equipo nacional de clavados.

Los deportistas que no se preparan de esta forma se hunden fácilmente ante un evento adverso -un gol o un mal

servicio-, y sufren del síndrome de la montaña rusa: se sienten optimistas cuando las cosas van bien pero se

desmoronan cuando salen mal. "La verdadera confianza se mide cuando el atleta sigue creyendo en sí mismo

aun en los momentos adversos", explica el sicólogo Patrick Cohn.

Es tan crucial que expertos como Don Davies, autor del libro Psychological training in Competitive Sports, afirma

que en las competencias más importantes, como el torneo de tenis de Wimbledon, lo que se pone en juego es

más la fortaleza mental de los jugadores en momentos de presión que la propia habilidad en la disciplina.

Page 29: Los Valores de Los Colombianos

Para construir la confianza hay que trabajar en varios frentes. Por un lado, implica prepararse en la técnica del

deporte para que el propio jugador mejore su seguridad en sí mismo, especialmente en aquellas áreas en que él

falla. Lo ideal es someterlo a experiencias en las que pueda equivocarse y aprender, y así ir cosechando logros

que le den seguridad. Pues para participar en una competencia elite como el Tour de Francia y llevarse la

camiseta amarilla "él debe estar convencido de que puede derrotar a cada participante en esa carrera",dice

Chris Carmichael, entrenador de Lance Armstrong.

Por otra parte, exige que el atleta confíe en la guía que le están brindando su entrenador y los demás miembros

de su equipo, y que todos estén alineados en los mismos objetivos. "Parte de los fracasos se deben a que el

instructor quiere un nivel de desempeño y el deportista otro", señala Urrea. El entrenador también debe confiar

en sí mismo y en el proceso, pues "el deportista se da cuenta de cuándo uno tiene dudas y eso daña la

relación", dice Carmichael (Ver entrevista).

Evitar que en los viajes tenga contratiempos, garantizar la comodidad del hotel donde se hospeda, tener

descansos y hasta la calidad de la comida, hacen parte de las variables que se deben manejar para asegurar el

buen desempeño. Tres días antes de un torneo, por ejemplo, María José inspecciona la cancha para

familiarizarse con ella y analiza el clima para escoger los palos que le servirán en esas condiciones

meteorológicas. "A veces la falta de apoyo económico para controlar estas situaciones hace que la confianza se

resquebraje", afirma José Julián Velásquez, entrenador de la medallista María Luisa Calle.

María José sostiene que el miedo es la peor estrategia que un deportista puede tener. Ella logró sacudir los

suyos preparándose tanto física como sicológicamente para estar entre las mejores sin subestimarse, como si

estuviera en su casa, haciendo lo que más le gusta. "La confianza no se regala", dice Velásquez. "Cada

deportista se la gana".

Page 30: Los Valores de Los Colombianos

"La confianza llega cuando se está listo"

ENTREVISTA El entrenador personal de Lance Armstrong, el siete veces campeón del Tour de Francia, habló con SEMANA sobre cómo se prepara a un ganador. Domingo 21 Junio 2009

SEMANA: ¿Qué es la confianza en el deporte?

CHRIS CARMICHAEL: Confianza es preparación. Como entrenador no puedo darle a un atleta la confianza

pero sí puedo ponerlo en situaciones que le permitan construirla. Cuando él sabe que ha hecho todo lo posible

por incrementar sus posibilidades de tener éxito (nutrición, entrenamiento, descanso, equipo, reconocimiento del

campo) puede tener confianza de que optimizó todo lo que podía controlar y que ya es momento de competir.

SEMANA: ¿Cree que hay gente que nace con este don?

C.C.: Yo creo que la gente que parece tener una confianza natural en sí misma es porque la recibieron de niños.

No estoy diciendo que no pueda aprenderse más tarde en la vida.

SEMANA: ¿Cuál es el caso de Lance Armstrong?

C.C.: Lance Armstrong ha sido muy resistente desde pequeño, tenía una fuerte voluntad y su madre lo apoyaba

en todo.

SEMANA: ¿Qué vio en Armstrong para decidirse a trabajar con él?

C.C.: Desde el principio era claro que Lance quería ganar y creía que era capaz de lograrlo, aun cuando era un

ciclista sin experiencia que se enfrentaba a otros contendores más experimentados. No tenía buenas tácticas ni

estrategias, pero uno podía ver que en cuanto aprendiera las técnicas del ciclismo, iba a ser un corredor digno

de respeto.

Page 31: Los Valores de Los Colombianos

SEMANA: ¿Qué papel desempeña la confianza en el equipo que apoya al deportista?

C.C.: El atleta debe confiar en que su entrenador tiene el mejor interés y que lo está preparando con lo mejor de

la ciencia del deporte y de la nutrición. El entrenador tiene que confiar en la guía que está ofreciendo porque los

atletas se dan cuenta cuando uno duda de un plan de entrenamiento y eso a su vez llena al atleta de dudas.

SEMANA: ¿Cómo construyeron una relación basada en la confianza?

C.C.: Lance y yo somos muy abiertos acerca de cada uno, del proceso de entrenamiento, de la nutrición e

incluso de la vida privada. Hemos estado juntos por 20 años y hemos pasado por las buenas y las malas.

SEMANA: ¿Cómo se le da confianza a un deportista en los momentos de crisis?

C.C.: Usted se concentra en lo que puede controlar. En una carrera de bicicletas, por ejemplo, no puede

controlar lo que van a hacer los otros 200 corredores. Sólo puede controlar lo bien que usted se ha preparado, lo

descansado que está, su nutrición, su hidratación. Y puede hacer todo bien y aun perder la carrera porque

alguien fue mejor o más inteligente. En ciclismo pueden pasar meses y años entre una victoria y otra. En esos

períodos, los corredores se deben enfocar en lograr metas específicas que no estén necesariamente ligadas a

ganar. Puede ser llegar a la montaña entre los líderes o en el pelotón. La confianza llega de estar preparado y

de saber que está listo, no necesariamente de cruzar primero la meta de la victoria.

SEMANA: ¿Lo que se enseña sobre confianza en el deporte puede traducirse a la vida diaria?

C.C.: Sí. Uno no puede despertarse un día y decidir que va a confiar en sus habilidades para ser un

administrador. Toma tiempo y práctica, se requiere de una serie de tareas retadoras y de proyectos para

convertirse en una persona segura en dicha posición. Algunos tratan de acelerar ese proceso. Lo importante es

que la gente se dé cuenta de que se necesita tiempo para construir y alimentar la confianza. •

Page 32: Los Valores de Los Colombianos

“Uno no debe negar la realidad”

ENTREVISTA Stephen R. Covey, consejero de muchas empresas y autor de 'Los siete hábitos de las personas altamente efectivas' y 'El factor confianza', habla sobre estos tiempos de crisis. Domingo 21 Junio 2009

SEMANA: ¿Qué pasó para llegar donde estamos?

STEPHEN R. COVEY: Desde el punto de vista del mercado y de la sociedad, ha habido una seria fractura

personal, interpersonal y organizacional. La metáfora que uso es la de la cuenta bancaria emocional (ver

recuadro), en la que existen muchos retiros y pocas consignaciones. Creo que el sistema y sus estructuras han

reforzado los retiros y en consecuencia ha habido un profundo debilitamiento de las bases de la confianza.

SEMANA: ¿Qué ha sacado la crisis de la gente?

S.R.C.: Ha sacado algunas de sus mejores cualidades y también ha probado cuán equivocados estábamos. Eso

se ha dado a partir de la conciencia de la importancia de institucionalizar los principios que construyen la

confianza, pero también ha habido gente que se ha ido en la otra dirección: la de sólo pensar en sí misma y en

su propia situación. Eso ha socavado la confianza.

SEMANA: Después de todo lo que ha pasado, ¿cómo se puede hacer que la gente vuelva a confiar en las

instituciones, sobre todo en los bancos?

S.R.C.: Creo que tenemos que trabajar en una organización a la vez, así como en el círculo de influencia de

cada uno, no en el círculo de los intereses. De lo contrario lo que se obtienen son cánceres en metástasis que

generan comparación, competencia y quejas. Esta metástasis pasa de la persona a sus relaciones con otros,

con clientes y proveedores. Contra esto, uno puede hacer consignaciones en su cuenta emocional.

Page 33: Los Valores de Los Colombianos

SEMANA: ¿Como se transforma la confianza en acción?

S.R.C.: Hay que tratar a la agente de manera que uno mantenga con ella los compromisos. Uno tiene que

aprender a escucharla dentro de su marco de referencia en lugar de hacerlo dentro del propio. Y entonces,

cuando uno logra ese tipo de relación, puede volverse muy creativo junto a los demás, y produce algo mejor que

lo pensado inicialmente. Eso es lo que construye la confianza y los lazos entre la gente.

SEMANA: ¿Cómo puede un líder ganarse la confianza de la gente cuando sus medidas son impopulares?

S.R.C.: Creo que debe mostrarse humilde y dispuesto a admitir los errores. Para eso es necesaria una gran

dosis de valentía. Si uno lidera desde sus principios, la gente se da cuenta de eso, y ve que pueden confiar en él

porque no está lleno de su ego sino de esos principios. No se trata de pensar en "mí", sino en "nosotros". Esto

ayuda a liberar la energía creativa, de manera que las organizaciones pueden volver a un proceso de

crecimiento y acercarse a la gente. Lo que el aire es para el cuerpo, el sentirse entendido lo es para el corazón.

Y en este proceso, poco a poco, se construye la confianza. Esto no ocurre de la noche a la mañana, y hay que

ser pacientes. La paciencia es una de las características de la humildad, así como un profundo respeto por los

demás.

SEMANA: ¿Cómo hacer para que la gente vea la diferencia entre ser confiable y ser ingenuo?

S.R.C.: Creo que uno no debe negar la realidad ni usar lenguaje exaltado. Hay que aceptar la realidad tal como

es y reconocer que no es que uno sea ingenuo acerca de lo que está pasando. Uno tiene que estar al tanto de

las cosas, pero sin intentar suavizarlas mediante técnicas de comunicación para ignorar la realidad. Es

necesario construir un equipo complementario en el que las fortalezas sean productivas y las debilidades

resulten irrelevantes ante las ventajas de otros.

SEMANA: ¿Hay alguna relación entre la confianza que la gente tiene por las instituciones y la que se da entre

las personas?

S.R.C.: Una es más institucional y por lo tanto es mejor que sea muy abierta y honesta sobre sus estructuras y

sistemas, además. También es necesario señalar e involucrar a la gente para que desarrolle mejores estructuras

que restablezcan la confianza minada. Creo que si uno es verdaderamente abierto, auténtico y con integridad,

tarde o temprano esto saldrá a flote y la gente se dará cuenta de que uno es una persona confiable.

SEMANA: Usted es una persona que asesora a compañías e individuos. ¿Cuál es el tipo de consejo que le

cuesta más seguir?

S.R.C.: Diría que el de la escucha con empatía. A veces, cuando tengo un sentimiento fuerte hacia un tema,

intento escuchar, pero a veces no lo hago desde el marco de referencia del otro. Mis hijos a veces me llaman la

atención por eso. Y uno se hace el que está escuchando, pero en realidad está olvidando responder.

SEMANA: Entonces, ¿qué hace falta para escuchar de verdad?

S.R.C.: Es necesario meterse en la mente y el corazón del otro. Lo llamo la 'vara india de la comunicación', algo

Page 34: Los Valores de Los Colombianos

que me enseñaron jefes indígenas durante una capacitación de dirección de pueblos nativos en Estados Unidos,

México y Canadá. Consiste en que uno no puede decir nada antes de que sienta que entiende lo que dice el

otro, así como sus sentimientos al respecto.