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LOS SUEÑOS EN EL ISLAM Y su interpretación a lo largo del tiempo Juan Martín Belda Historia de la Ciencia en el Islam, Grado en Estudios Árabes e Islámicos

Los Sueños en El Islam

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Breve reflexión acerca de la influencia de los sueños a través de la historia.

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LOS SUEÑOS EN EL

ISLAM Y su interpretación a lo largo del tiempo

Juan Martín Belda Historia de la Ciencia en el Islam, Grado en Estudios Árabes e Islámicos

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En el Corán, la Torá, y la Biblia, los sueños han servido como un medio vital por el

que Dios se comunica con los humanos. Aunque las tres religiones difieren en muchos de sus

temas, encuentran un acuerdo sustancial en este punto: soñar es una valiosa fuente de

conocimiento, entendimiento e inspiración. Todos los humanos sueñan, por lo que soñar en sí

mismo es un fenómeno que hace de puente entre las tres tradiciones, o más ampliamente,

entre Oriente y Occidente.

La humanidad, a lo largo de la historia, ansiosa por la limitación de su raciocinio, y

buscando una respuesta a aquellas cuestiones que se escapan de su sabiduría, ha estudiado

todos los medios posibles para obtener esa información que fuera solamente obtenible por

medio de un agente misterioso y, en añadidura a métodos como la brujería o la adivinación, se

ha dedicado a observar sus pensamientos durante el sueño, tratando de obtener de ellos la

ansiada guía.

Ahora bien, centrándonos en este tema, vamos a tratar de abordarlo desde el punto de

vista de la cultura oriental, y más concretamente desde el punto de vista arabo-islámico. Si bien

esta disciplina hoy día está casi extinta, en los últimos tiempos ha renacido bajo formas más

modernas, como puedan ser las teorías de una nueva corriente filosófica, el hipnotismo o el

sonambulismo.

Para referirnos a las primeras nociones de los sueños, tanto en la práctica como ciencia,

debemos fijar nuestra mirada en el Este, donde, aparte de ser donde se han hecho muchos

aportes a esta ciencia, encontramos numerosas referencias culturales referentes a la

interpretación de los sueños.

Es en la cultura mosaica donde encontramos ejemplos de tremenda importancia de

cómo los sueños han marcado el rumbo de los acontecimientos debido a las revelaciones de un

Ser Supremo para la protección y guía de Sus creaturas y para la denuncia de aquellos que

incumplan sus preceptos o transgredan su ley. En todos los casos, las comunicaciones vienen

de lo alto, de un poder ininteligible a la mente humana, otorgándole a su interpretación una

dignidad sagrada. Así, desde el Génesis a los Evangelios, encontramos en la Biblia diferentes

ejemplos de este hecho: el sueño de la escala de Jacob, que significa el día de la llegada del

Reino, o la apertura del paraíso para los mortales (Gen 28); la interpretación de los sueños del

Faraón por parte de José, quien le previene de la hambruna que asolará el país de Egipto (Gen

41), el sueño de la estatua de Nabucodonosor, rey de babilonia, a quien el profeta Daniel le

interpreta la caída de su imperio y el resurgimiento de Israel (Da 2) (he escogido este sueño

como portada, ya que además de parecerme uno de los más interesantes, como veremos más

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adelante, la figura del profeta Daniel es tomada también en la cultura islámica como uno de los

máximos intérpretes de sueños, y se le atribuirán numerosas obras); o las advertencias del ángel

Gabriel de que huyera a Egipto dadas a José, el esposo de la Virgen María.

Después de todo esto la interpretación de los sueños como guía en el destino de una

persona se mantuvo en pie hasta los días de Mahoma, y él, lejos de abolir dichas prácticas,

como hizo con otras tradiciones preislámicas, confirmó su autenticidad como una revelación

de los decretos Divinos, y la sacralidad de su carácter es confirmada por la afirmación: “Los

sueños son una parte de la Profecía”.

De este modo nos encontramos con que las alusiones a los sueños en el Corán son tan

abundantes como en la Sagrada Escritura o en la Torá; y la habilidad de José en prisión y en la

corte del faraón es relatada en un capítulo declarado “la más hermosa de las narraciones”.

La octava azora del Corán describe dos de las experiencias de Mahoma con los sueños.

Ambos sueños muestra un ambiente belicoso en el que Mahoma y sus seguidores establecieron

por primera vez la fe musulmana. Aunque Mahoma invirtió mucho tiempo a solas en las cuevas

del desierto orando y meditando, fue también un guerrero carismático que lidero sus tropas a

través de numerosas horrendas batallas. Los sueños contados en esta azora expresan la fe de

Mahoma en Dios acrecentada en los momentos de dificultad y violenta presión. En este sentido

los dos sueños son similares a multitud de pasajes de la Torá y el Nuevo Testamento, donde

Dios aparece a los fieles en momentos de peligro, violencia y desesperación para ofrecer

seguridad y un consuelo celestial.

La azora decimoséptima, conocida como El Viaje Nocturno comienza con las

siguientes líneas:

“¡Gloria a Quien hizo viajar a Su Siervo de noche, desde la Mezquita Sagrada a la

Mezquita Lejana, cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de Nuestros

signos! Él es Quien todo lo oye, todo lo ve.” Corán 17, 1

Delimitar la diferencia entre sueños, visiones alucinaciones, experiencias

extracorpóreas y similares en un uno de los mayores retos para el estudio transcultural de los

sueños. Esta azora es una de las narraciones más místicamente evocadoras de todo el Corán,

decididamente ambigua sobre si el “viaje nocturno” de Mahoma fue o no fue un sueño.

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Sin tener en cuenta los numerosos dichos atribuidos al Profeta, que podemos encontrar

y haciendo una breve mención al Mishkat ul Masabih, nos podemos hacer una idea de la

importancia que para este tenían los sueños y su interpretación. El solía cada mañana preguntar

a sus discípulos que habían soñado por la noche, interpretaba o rechazaba sus comunicados o

mensajes según su robustez y relataba sus propios sueños. Uno de ellos de especial longitud

está recogido en el Mishkat. Por otro sueño, también atribuido al Profeta, los sunníes defienden

los todavía disputados derechos de sucesión de los tres primeros califas ortodoxos. Del mismo

modo el Califa Omar fue advertido en un sueño de su apremiante final.

Teniendo en cuenta todo esto, no es de extrañar que a medida que pasaran las décadas

lo intérpretes de los sueños llegaran a ocupar una posición elevada dentro de las cortes de los

príncipes mahometanos1, así como lo fueran los Sabios Caldeos entre los gobernadores de

Babilonia y Asiria tiempo atrás. Un ejemplo de las recompensas que se otorgaban por ofrecer

esta clase de servicios lo encontramos en el Califa Al-Mehdi, quien se dice que tuvo un sueño

de su propia cara ennegrecida, lo que le daba un mal presagio al despertarse. Tras acudir a

muchos que no fueron capaces de interpretarle el sueño, fue referido a Ibrahim b. Abdallah

Kirmani, que era considerado el más experimentado sobre todos los otros intérpretes de los

sueños, y este le predijo que iba a tener una niña. Al volver el mal presagio en cosa buena, el

Califa recompensó al interprete con mil piezas de plata en el acto, y cuando ese mismo día, se

cumplió el presagio de Ibrahim b. Abdallah Kirmani, y al califa le nació una hija, le recompensó

con otros diez mil dírhams. La interpretación que Ibrahim b. Abdallah Kirmani realizó fue

basándose en este pasaje del Corán:

“Cuando se le anuncia a uno de ellos una niña, se queda hosco y se angustia.” Corán

16, 582

El arte de la interpretación de los sueños en sí, dignificado como ciencia, tuvo lugar

entre los más altos órdenes de la filosofía natural, bajo el nombre de ʾIlm ul Tȃbir, la Ciencia

de la Interpretación de los sueños, relacionada directamente con la Medicina, y su estudio dio

lugar a la aparición de numerosos Tȃbir Nāmehs o Libros de Sueños, en los que se explican los

diferentes tipos de sueños y la manera de interpretarlos, y que podemos encontrar en las

principales lenguas mahometanas: árabe, persa, turco e indostánico. Comparando las distintas

1 Si bien no me gusta utilizar este término, intento reflejar el vocabulario utilizado en inglés por el autor: Bland, N., “On the Muhammedan Science of Tâbír, or Interpretations of Dreams” 2 Todas las citas realizadas al Corán son extraídas de la traducción realizada por Julio Cortés.

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fuentes encontramos una cantidad de unos ochenta trabajos de este tipo, entre los que cabe

mencionar, para hacernos una idea de la laboriosa tarea y diligencia que requerían estas

compilaciones, el Tȃbir ul Cādiri, en el que se dan seiscientos ejemplos de interpretación de

los sueños, seleccionados de entre 7500 autoridades. Entre estas autoridades citadas por los

autores orientales encontramos al profeta Daniel de las Sagradas Escrituras, cuyos poderes lo

han puesto en el rango de los uno de los más grandes escritores de sueños para los

mahometanos.

Como con casi cualquier otra ciencia, fueron muchos los trabajos referentes a la

interpretación de los sueños que se tradujeron al árabe del griego durante el floreciente período

de los primeros califas abasíes. La oniromancia pues, tuvo una gran difusión gracias a su

asociación con la medicina. Sin embargo, se siguen encontrando libros y tratados originalmente

árabes, como pueden ser el Kitāb al Tȃbīr de Ibn Sahin o el Kāmil al Tȃbīr, que solo ellos

podrían constituir un código para la interpretación de los sueños; y son justamente considerados

casi perfectos en su tipo.

Usando como guía estos trabajos, podríamos decir que el código establecido por los

jurisprudentes mahometanos sobre la onirocrítica estaría dividido en las siguientes cuatro

secciones: los diferentes tipos de sueños; la manera de interpretarlos, así como el tiempo y

modo de su cumplimiento; los deberes del que sueña, tanto en dar revelaciones veraces de sus

sueños, como en explicarlos de una manera adecuada para su entendimiento; y por último los

deberes y cualificaciones que un intérprete de los sueños ha de reunir.

Este último es tomado por los mahometanos como en el lugar de los profetas, ya que

goza de una parte de sus milagrosos dones. Esto es así ya que creen en la onirocrítica como una

ciencia noble y de origen divino: Dios se la enseñó a Adán que se la transmitió a su hijo Set,

por quién la recibió Noé. A este último se le anunció el Diluvio a través de un sueño a la madre

de Canaán, su nuera.

Los principales trabajos al respecto, clasifican los sueños según sus tipos o según su

proveniencia.

Según su tipo, en los antiguos trabajos de onirocrítica, nos encontrábamos con dos tipos

fundamentales de sueños: los reales y verdaderos o los engañosos y poco seguros. Los primeros

son llamados Ahkām, y son genuinas inspiraciones de la Deidad, advertencias de un poder

protector, o revelaciones de eventos que están por venir, que normalmente realiza el ángel

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Gabriel, exhibiendo al hombre en su estado de sueño la inscripciones en la Tabla del Destino,

o Lauhi Mahfūz. El resto son Azghās, revelaciones hechas por un Dīv o agente de Iblīs, que

encuentra en el sueño una oportunidad de descarriar a la humanidad y llevarla por el mal

camino a través de falsas revelaciones. La forma de reconocer y prevenir estos malévolos

sueños y guías proporcionadas por Iblīs nos la da Jabir Maghrabi cuando afirma que Iblīs tiene

el poder de tomar cualquier forma, excepto la de Allāh, sus ángeles o sus profetas o ningún

objeto creado de los más altos órdenes.

Nos encontramos que los expertos árabes, en su clasificación de los sueños, rechazan

aquellos de ideas que pre-ocupan la mente del soñador durante largo tiempo y que como

consecuencia invocan en el sueño aquellos mismos objetos sobre los que tienen más interés

estando despierto. Por ejemplo un herrero que sueña con su profesión; o soñar con hielo y

nieve, o con fuego y calor, y despertarse de repente y ver que estamos destapados y tenemos

frio, o en el otro caso, que estamos de más de abrigados y pasamos calor. O aquellos que sueñan

estar comiendo manjares en abundancia cuando se acuestan en ayunas o el que se ha acostado

sediento y sueña con saciarse de agua. Todos estos sueños por lo tanto, no dan pie a la

interpretación, ya que su explicación se haya en causas naturales que han sugestionado la mente

del individuo.

Se dice que las imágenes ocurridas en los sueños varían según los cuatro temperamentos

del hombre: aquellos con el temperamento Amarillo o Bilioso, soñaran con fuego, lámparas y

calidez; los de temperamento Negro o Melancólico, con terrores en la oscuridad, serpientes,

escorpiones y objetos venenosos; si son de temperamento Blanco o Acuoso, contemplarán ríos

y mares, hielo, nieve y aguas; y, por último, si tienen el temperamento Rojo o Sanguinolento,

soñarán con jardines, pastos, hierbas aromáticas y objetos de disfrute y placer; o, por una

asociación similar, con sangrar y objetos relacionados con la sangre.

Según su proveniencia, Daniel3 divide los suelos en aquellos que muestran el verdadero

estado de los eventos que pasan, y aquellos que predicen el resultado de las empresas del

hombre; y estas dos clases las divide adicionalmente en cuatro: los sueños que ordenan, los que

prohíben o advierten, los que influencian y aconsejan (pero no imponen su orden) y los que

anuncian buenas noticias.4

3 Supuestamente, el profeta Daniel del tiempo de Nabucodonosor de Babilonia. 4 Khʾābi Amr, Khʾābi zajīr, Munzir y Bashīr respectivamente.

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La veracidad de todos estos, depende mucho en el tiempo en el que han ocurrido, siendo

el mejor tiempo del día el mediodía según el Mishkat; aunque también depende de la estación

del año, siendo los sueños en primavera y verano más veraces que en otoño e invierno: fuertes

con la salida de los frutos, débiles con la caída del follaje.

Siguiendo con una de las más prácticas partes del Tȃbīr, nos encontramos con los

deberes del que tiene el sueño, que al igual que el intérprete, debe cumplir una serie de

directrices para que la interpretación del sueño sea lo más válida posible. Un factor importante

es la postura en que este se acueste a dormir, siendo la más valida sobre el lado derecho del

cuerpo. Si por cualquier tipo de dolor esto le fuese imposible, debería acostarse sobre el

izquierdo, su espalda o por ultimo su estómago, en ese orden de preferencia, ya que el obtener

un buen sueño que arroje luz sobre el tema deseado depende en gran parte de ello. Según Ibn

Sirín los únicos sueños válidos serían aquellos que se producen recostado sobre el lado derecho,

y el resto serían ilusivos.

Otro factor que influye en los sueños es la salud, tanto física como mental. La salud del

soñador debe ser buena y no debe comer en exceso antes de dormir, pero tampoco pasar

hambre: debe encontrar el justo medio si quiere que su sueño sea válido. Mahoma rechazó un

sueño relatado de forma confusa por su soñador, ya que le contó que había cenado

ampliamente, y declaró el sueño poco seguro y no merecedor de ser expuesto.

Si la persona ha tenido un sueño propicio, deberá al despertarse darle gracias a Dios, y

orar y hacer limosna voluntariamente. Seguidamente se dirigirá a un Muȃbir (intérprete de los

sueños) para que le de una explicación. Si tuviera un sueño que le presagie mal, o tiene miedo

de su consecuencia, deberá repetir tres veces la Āyati Kursī o Aleya del Trono y decir así:

“Vuelo por refugio hacia el Dios de Moisés, de Isaac, y de Abrahán, del mal del sueño que he

soñado, para que no dañe mi fe en este mundo, ni mis asuntos en el que viene; ¡Santo y Bendito

eres Tú, y no hay Dios fuera de Ti!”

Tras ello recitar la Fātiha. Después debería hacer dos Rekaahs de oración y dar

limosnas, así el mal aprehendido pasará de largo. Cabe destacar que los judíos también utilizan

cierta oración para evitar tal malévolas consecuencias, y tienen aparte la costumbre de

escupirse tres veces sobre el hombro izquierdo, y esto está igualmente presente en la tradición

mahometana, aunque no está mencionado generalmente en los libros de Sueños.

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Después de todas las oraciones y limosnas, el soñador se dirigirá al intérprete, pero

deberá hacerlo también en el tiempo oportuno, en la hora oportuna, el día afortunado. El mejor

momento es en la mañana antes del mediodía, como en todos los arreglos conectados a estos

objetos. Deberá consultar a un hombre de confianza, y no lo hará delante de mujeres, niños o

enemigos; y deberá relatar su sueño con la mayor exactitud y veracidad de la que sea capaz.

Hay penas reservadas para aquellos que de alguna manera falseen su testimonio. Por ello los

sueños de los mentirosos habituales no serán tomados en cuenta, pues el Profeta dijo: “Cuanto

más sincero el hombre, más veraz el sueño”.

Los deberes del intérprete son mucho más pesados que los del soñador debido a la

sagrada naturaleza de su oficio de comunicarse entre Dios y los hombres, recuperando una

confianza depositada en los más grandes profetas, por lo que se esperan de él grandes

cualidades y virtudes. El intérprete de los sueños debe ser un hombre pío y cumplidor de todos

los deberes del Islam, invocando constantemente el nombre de Dios en busca de dirección y

guía. Debe tener un conocimiento perfecto del lenguaje y todos sus entresijos, un amplio

conocimiento del Corán y del Tafsir, la ciencia de la interpretación de este, ya que la

interpretación de muchos de los sueños puede derivar de pasajes de este. Su memoria debe

estar amueblada con proverbios árabes y persas, tanto antiguos como contemporáneos; raros

poemas y fragmentos de otros autores. Resumiendo, debe ser un hombre culto y docto, gentil

y con buenos modales, equilibrado entre el tacto y el juicio. Se dice que Ibn Sirín reunía todas

estas cualidades, por lo que era tenido como el modelo a seguir por los intérpretes de los sueños.

Antes de comenzar su tarea el Muȃbir deberá realizar dos Rekaahs y en la primera tras

la Fātiha repetirá una vez la Aleya del Trono y tres veces la azora 94; y en el segundo, también

tras la Fātiha proclamará tres veces el verso: “Quien teme a Dios, sobre él Dios impondrá una

feliz resolución sobre sus aflicciones”. Tras acabar la oración deberá inclinar la cabeza en Sujūd

tres veces, y dirá doce veces: “Oh Señor, revélanos la interpretación de este sueño conforme a

la verdad y lo recto, por el poder de la Umm al Kitāb5”

Terminado este proceso, comienza el interrogatorio al soñador, en primer lugar

preguntándole el nombre ya que este puede ser un indicativo de su fortuna. Los nombres más

afortunados son los relacionados con Mahoma y su familia, los que por su significado auguran

algo bueno (como Saḏiq, amigo), o los nombres de profetas, por su especial relación con esta

arte del Tȃbīr. Después le preguntará por todos los aspectos de su vida: religión, familia,

5 Uno de los nombre de la Fātiha o primera azora del Corán.

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hábitos, profesión, su rango en la sociedad y todas las circunstancias, hasta las más triviales,

relacionadas con la historia.

Un mismo sueño puede tener diferentes interpretaciones dependiendo de estos factores

en la persona que lo haya soñado. Esto lo ilustra Ibn Sirín explicando cómo dos hombres habían

soñado con que hacían de muecín llamando a la gente a la oración. Para uno, interpretó que

debía hacer la peregrinación; para el otro, que debía ser sospechoso de robo. Estas opuestas

interpretaciones las realizó basándose en los siguientes versos del Corán: “Proclama a la gente

una solemne peregrinación” y “Entonces un llorica lloró detrás de ellos, diciendo, ¡oh compañía

de viajeros! Sois de seguro ladrones”.

Los sueños tienen mayor sonoridad dependiendo del rango de la persona que lo haya

soñado, por lo que el Muȃbir debe informarse bien de ello. Según Ibn Sirín, el soñador es

necesariamente creyente o infiel (Mʾūmin o Kāfir), y además, pertenecer a una de estas clases:

rey, hombre culto, jurisconsulto, ulema, derviche, sirviente, mujer, gente común, malvado,

bueno, rico, pobre, niño o niño pequeño. En ese orden de autoridad, los sueños tendrán más

sonoridad o menos.

Ibrahīm Kirmānī afirma que los sueños de los musulmanes son mejores que aquellos

de los infieles; los de los ancianos, mejor que los de los jóvenes; los de los hombres que los de

las mujeres; los de las matronas, que los de las solteras; los de un hombre libre, que los de un

esclavo; los de los sabios, que los de los necios.

De todo esto podemos extraer que la interpretación de los sueños no es una ciencia

solamente basada en la simbología de todo lo ocurrido en el sueño, sino que está ligada a

muchos otros factores externos, como el quién, cuándo, cómo, porqué; ligado a la adivinación,

la astronomía, la religión…

Aunque he de decir que he aprendido muchísimo de este tema con los artículos que he

trabajado, cuanto más leía más me daba cuenta de que el Tȃbīr no es más que eso, una

interpretación subjetiva del Muȃbir de un sueño contado de forma subjetiva por el que lo ha

soñado; lo que hace pensar que fuera casi imposible que dos intérpretes dieran con la misma

solución para el mismo sueño, ya que la cantidad de variantes de interpretación es exponencial.

Aunque todo lo que se ha contado aquí ha sido dibujado de cómo era en el pasado, el

recuento de visiones y sueños ha continuado siendo un aspecto importante de la religiosidad

musulmana. Los manuales de interpretación de los sueños en swahili forman algunos de los

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títulos más populares disponibles en las librerías a lo largo de la costa oriental africana. La

interpretación de los sueños ha continuado jugando un papel en la vida religiosa de todas las

clases de sociedad a través de todo el mundo musulmán, mientras que la forma literaria de los

sueños y visiones continua desarrollando nuevas funciones culturales. Evidentemente, estos

papeles continuados de experiencia imaginativa de ninguna manera afectan a la modernidad de

las sociedades donde se encuentran.

Hoy día se encuentran nuevos criterios en orden de clasificar los sueños o de

interpretarlos. C.G. Jung fue el primero en la psicología occidental en plantear que ciertos

sueños tienen fundamentalmente estructuras psicológicas diferentes. La noción de Jung de

“grandes sueños”6 ha sido ignorada durante largo tiempo ignorado por los investigadores que

se centraban exclusivamente en datos de sueños recogidos en laboratorios del sueño. Pero

recientemente sueños de inusual forma, vitalidad ascética e intensidad emocional han sido

objeto de mayor investigación teórica y empírica. Una característica común de esta intensidad

es que los sueños más elevados son a menudo descritos por los que los sueñan con un

sentimiento de “no era como un sueño normal”. Con esto nos podemos remitir a la antes

mencionada octava azora de El Viaje Nocturno, cuya ambigüedad ha suscitado durante siglos

el debate de si Mahoma estaba soñando o fue transportado realmente y de forma corpórea al

cielo. Una interpretación realizada en base a esta teoría sería que Mahoma realizó una

experiencia de “gran sueño”, una experiencia que empezó en el estado físico del sueño y un

sueño ordinario, y que se fue poco a poco elevando al reino de la revelación y de la inspiración

divina.

Como bien hemos escuchado tantas veces, la mayoría de los investigadores

occidentales creen que es en el momento del ojo rápido, conocido como REM7, donde la

imaginación durante el sueño está realmente activa, y por lo tanto es el período de tiempo en

el que surgen los sueños más nítidos, aquellos de los que nos acordamos brevemente al

despertarnos. Casualmente, esta fase del sueño se suele corresponder con las últimas horas del

descanso, antes de despertarse. Puede ser que por ello, sin necesidad de escáneres cerebrales ni

tecnología, los Muȃbir consideraran de mayor sonoridad los sueños ocurridos en el tiempo

antes de despertarse.

6 Los grandes sueños son aquellos de los que el individuo se acuerda durante toda la vida y que en muchos casos representan las experiencias más importantes de la vida psíquica. 7 Por sus siglas en inglés, Rapid Eye Moment.

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Hoy día, los estudios de los sueños intentan analizar los patrones que, a lo mejor desde

siempre han estado, pero es en la sociedad actual en la que llaman la atención de los

investigadores. Un ejemplo de esto puede ser el género, hombres y mujeres sueñan de formas

diferentes, y una de las grandes diferencias es el número de veces que el género opuesto aparece

en sus sueños. De acuerdo a un trabajo analítico realizado por varios expertos8 en la materia,

las mujeres sueñan en un mismo ratio de aparición con hombres y mujeres; mientras que los

hombres sueñan con el doble de personajes masculinos que femeninos. Esta averiguación está

basada amplia, pero no exclusivamente, en poblaciones occidentales, y sería interesante saber

si el mismo patrón existiera en poblaciones musulmanas donde los límites de género están,

como poco, dibujados más tajantemente y defendidos más enérgicamente que en las sociedades

occidentales.

Finalmente, otro tema que llama la atención de los investigadores de hoy es qué sueñan

los musulmanes en la actualidad. Tanto el Corán como el Ḥadīth son muy claros en la

importancia de los sueños en tiempos de conflictos militares. Bulkeley sospecha que los

musulmanes de hoy en día igualmente puedan soñar con los eventos del 11-S al igual que los

norteamericanos lo hacen, debido al gran impacto que tuvo en la psique de ambas culturas.

Quizá los musulmanes sueñen tanto con los occidentales como estos lo hacen con los

musulmanes.

Para concluir, me gustaría citar a L.M. Montgomery:

“Quizá te canses de la realidad pero nunca te cansarás de los sueños” Road to

Yesterday.

8 Calvin Hall, Robert Van Castle y G. William Domhoff.

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BIBLIOGRAFÍA

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