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Breve reflexión acerca de la influencia de los sueños a través de la historia.
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LOS SUEÑOS EN EL
ISLAM Y su interpretación a lo largo del tiempo
Juan Martín Belda Historia de la Ciencia en el Islam, Grado en Estudios Árabes e Islámicos
Los sueños en el islam Juan Martín Belda
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En el Corán, la Torá, y la Biblia, los sueños han servido como un medio vital por el
que Dios se comunica con los humanos. Aunque las tres religiones difieren en muchos de sus
temas, encuentran un acuerdo sustancial en este punto: soñar es una valiosa fuente de
conocimiento, entendimiento e inspiración. Todos los humanos sueñan, por lo que soñar en sí
mismo es un fenómeno que hace de puente entre las tres tradiciones, o más ampliamente,
entre Oriente y Occidente.
La humanidad, a lo largo de la historia, ansiosa por la limitación de su raciocinio, y
buscando una respuesta a aquellas cuestiones que se escapan de su sabiduría, ha estudiado
todos los medios posibles para obtener esa información que fuera solamente obtenible por
medio de un agente misterioso y, en añadidura a métodos como la brujería o la adivinación, se
ha dedicado a observar sus pensamientos durante el sueño, tratando de obtener de ellos la
ansiada guía.
Ahora bien, centrándonos en este tema, vamos a tratar de abordarlo desde el punto de
vista de la cultura oriental, y más concretamente desde el punto de vista arabo-islámico. Si bien
esta disciplina hoy día está casi extinta, en los últimos tiempos ha renacido bajo formas más
modernas, como puedan ser las teorías de una nueva corriente filosófica, el hipnotismo o el
sonambulismo.
Para referirnos a las primeras nociones de los sueños, tanto en la práctica como ciencia,
debemos fijar nuestra mirada en el Este, donde, aparte de ser donde se han hecho muchos
aportes a esta ciencia, encontramos numerosas referencias culturales referentes a la
interpretación de los sueños.
Es en la cultura mosaica donde encontramos ejemplos de tremenda importancia de
cómo los sueños han marcado el rumbo de los acontecimientos debido a las revelaciones de un
Ser Supremo para la protección y guía de Sus creaturas y para la denuncia de aquellos que
incumplan sus preceptos o transgredan su ley. En todos los casos, las comunicaciones vienen
de lo alto, de un poder ininteligible a la mente humana, otorgándole a su interpretación una
dignidad sagrada. Así, desde el Génesis a los Evangelios, encontramos en la Biblia diferentes
ejemplos de este hecho: el sueño de la escala de Jacob, que significa el día de la llegada del
Reino, o la apertura del paraíso para los mortales (Gen 28); la interpretación de los sueños del
Faraón por parte de José, quien le previene de la hambruna que asolará el país de Egipto (Gen
41), el sueño de la estatua de Nabucodonosor, rey de babilonia, a quien el profeta Daniel le
interpreta la caída de su imperio y el resurgimiento de Israel (Da 2) (he escogido este sueño
como portada, ya que además de parecerme uno de los más interesantes, como veremos más
Los sueños en el islam Juan Martín Belda
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adelante, la figura del profeta Daniel es tomada también en la cultura islámica como uno de los
máximos intérpretes de sueños, y se le atribuirán numerosas obras); o las advertencias del ángel
Gabriel de que huyera a Egipto dadas a José, el esposo de la Virgen María.
Después de todo esto la interpretación de los sueños como guía en el destino de una
persona se mantuvo en pie hasta los días de Mahoma, y él, lejos de abolir dichas prácticas,
como hizo con otras tradiciones preislámicas, confirmó su autenticidad como una revelación
de los decretos Divinos, y la sacralidad de su carácter es confirmada por la afirmación: “Los
sueños son una parte de la Profecía”.
De este modo nos encontramos con que las alusiones a los sueños en el Corán son tan
abundantes como en la Sagrada Escritura o en la Torá; y la habilidad de José en prisión y en la
corte del faraón es relatada en un capítulo declarado “la más hermosa de las narraciones”.
La octava azora del Corán describe dos de las experiencias de Mahoma con los sueños.
Ambos sueños muestra un ambiente belicoso en el que Mahoma y sus seguidores establecieron
por primera vez la fe musulmana. Aunque Mahoma invirtió mucho tiempo a solas en las cuevas
del desierto orando y meditando, fue también un guerrero carismático que lidero sus tropas a
través de numerosas horrendas batallas. Los sueños contados en esta azora expresan la fe de
Mahoma en Dios acrecentada en los momentos de dificultad y violenta presión. En este sentido
los dos sueños son similares a multitud de pasajes de la Torá y el Nuevo Testamento, donde
Dios aparece a los fieles en momentos de peligro, violencia y desesperación para ofrecer
seguridad y un consuelo celestial.
La azora decimoséptima, conocida como El Viaje Nocturno comienza con las
siguientes líneas:
“¡Gloria a Quien hizo viajar a Su Siervo de noche, desde la Mezquita Sagrada a la
Mezquita Lejana, cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de Nuestros
signos! Él es Quien todo lo oye, todo lo ve.” Corán 17, 1
Delimitar la diferencia entre sueños, visiones alucinaciones, experiencias
extracorpóreas y similares en un uno de los mayores retos para el estudio transcultural de los
sueños. Esta azora es una de las narraciones más místicamente evocadoras de todo el Corán,
decididamente ambigua sobre si el “viaje nocturno” de Mahoma fue o no fue un sueño.
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Sin tener en cuenta los numerosos dichos atribuidos al Profeta, que podemos encontrar
y haciendo una breve mención al Mishkat ul Masabih, nos podemos hacer una idea de la
importancia que para este tenían los sueños y su interpretación. El solía cada mañana preguntar
a sus discípulos que habían soñado por la noche, interpretaba o rechazaba sus comunicados o
mensajes según su robustez y relataba sus propios sueños. Uno de ellos de especial longitud
está recogido en el Mishkat. Por otro sueño, también atribuido al Profeta, los sunníes defienden
los todavía disputados derechos de sucesión de los tres primeros califas ortodoxos. Del mismo
modo el Califa Omar fue advertido en un sueño de su apremiante final.
Teniendo en cuenta todo esto, no es de extrañar que a medida que pasaran las décadas
lo intérpretes de los sueños llegaran a ocupar una posición elevada dentro de las cortes de los
príncipes mahometanos1, así como lo fueran los Sabios Caldeos entre los gobernadores de
Babilonia y Asiria tiempo atrás. Un ejemplo de las recompensas que se otorgaban por ofrecer
esta clase de servicios lo encontramos en el Califa Al-Mehdi, quien se dice que tuvo un sueño
de su propia cara ennegrecida, lo que le daba un mal presagio al despertarse. Tras acudir a
muchos que no fueron capaces de interpretarle el sueño, fue referido a Ibrahim b. Abdallah
Kirmani, que era considerado el más experimentado sobre todos los otros intérpretes de los
sueños, y este le predijo que iba a tener una niña. Al volver el mal presagio en cosa buena, el
Califa recompensó al interprete con mil piezas de plata en el acto, y cuando ese mismo día, se
cumplió el presagio de Ibrahim b. Abdallah Kirmani, y al califa le nació una hija, le recompensó
con otros diez mil dírhams. La interpretación que Ibrahim b. Abdallah Kirmani realizó fue
basándose en este pasaje del Corán:
“Cuando se le anuncia a uno de ellos una niña, se queda hosco y se angustia.” Corán
16, 582
El arte de la interpretación de los sueños en sí, dignificado como ciencia, tuvo lugar
entre los más altos órdenes de la filosofía natural, bajo el nombre de ʾIlm ul Tȃbir, la Ciencia
de la Interpretación de los sueños, relacionada directamente con la Medicina, y su estudio dio
lugar a la aparición de numerosos Tȃbir Nāmehs o Libros de Sueños, en los que se explican los
diferentes tipos de sueños y la manera de interpretarlos, y que podemos encontrar en las
principales lenguas mahometanas: árabe, persa, turco e indostánico. Comparando las distintas
1 Si bien no me gusta utilizar este término, intento reflejar el vocabulario utilizado en inglés por el autor: Bland, N., “On the Muhammedan Science of Tâbír, or Interpretations of Dreams” 2 Todas las citas realizadas al Corán son extraídas de la traducción realizada por Julio Cortés.
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fuentes encontramos una cantidad de unos ochenta trabajos de este tipo, entre los que cabe
mencionar, para hacernos una idea de la laboriosa tarea y diligencia que requerían estas
compilaciones, el Tȃbir ul Cādiri, en el que se dan seiscientos ejemplos de interpretación de
los sueños, seleccionados de entre 7500 autoridades. Entre estas autoridades citadas por los
autores orientales encontramos al profeta Daniel de las Sagradas Escrituras, cuyos poderes lo
han puesto en el rango de los uno de los más grandes escritores de sueños para los
mahometanos.
Como con casi cualquier otra ciencia, fueron muchos los trabajos referentes a la
interpretación de los sueños que se tradujeron al árabe del griego durante el floreciente período
de los primeros califas abasíes. La oniromancia pues, tuvo una gran difusión gracias a su
asociación con la medicina. Sin embargo, se siguen encontrando libros y tratados originalmente
árabes, como pueden ser el Kitāb al Tȃbīr de Ibn Sahin o el Kāmil al Tȃbīr, que solo ellos
podrían constituir un código para la interpretación de los sueños; y son justamente considerados
casi perfectos en su tipo.
Usando como guía estos trabajos, podríamos decir que el código establecido por los
jurisprudentes mahometanos sobre la onirocrítica estaría dividido en las siguientes cuatro
secciones: los diferentes tipos de sueños; la manera de interpretarlos, así como el tiempo y
modo de su cumplimiento; los deberes del que sueña, tanto en dar revelaciones veraces de sus
sueños, como en explicarlos de una manera adecuada para su entendimiento; y por último los
deberes y cualificaciones que un intérprete de los sueños ha de reunir.
Este último es tomado por los mahometanos como en el lugar de los profetas, ya que
goza de una parte de sus milagrosos dones. Esto es así ya que creen en la onirocrítica como una
ciencia noble y de origen divino: Dios se la enseñó a Adán que se la transmitió a su hijo Set,
por quién la recibió Noé. A este último se le anunció el Diluvio a través de un sueño a la madre
de Canaán, su nuera.
Los principales trabajos al respecto, clasifican los sueños según sus tipos o según su
proveniencia.
Según su tipo, en los antiguos trabajos de onirocrítica, nos encontrábamos con dos tipos
fundamentales de sueños: los reales y verdaderos o los engañosos y poco seguros. Los primeros
son llamados Ahkām, y son genuinas inspiraciones de la Deidad, advertencias de un poder
protector, o revelaciones de eventos que están por venir, que normalmente realiza el ángel
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Gabriel, exhibiendo al hombre en su estado de sueño la inscripciones en la Tabla del Destino,
o Lauhi Mahfūz. El resto son Azghās, revelaciones hechas por un Dīv o agente de Iblīs, que
encuentra en el sueño una oportunidad de descarriar a la humanidad y llevarla por el mal
camino a través de falsas revelaciones. La forma de reconocer y prevenir estos malévolos
sueños y guías proporcionadas por Iblīs nos la da Jabir Maghrabi cuando afirma que Iblīs tiene
el poder de tomar cualquier forma, excepto la de Allāh, sus ángeles o sus profetas o ningún
objeto creado de los más altos órdenes.
Nos encontramos que los expertos árabes, en su clasificación de los sueños, rechazan
aquellos de ideas que pre-ocupan la mente del soñador durante largo tiempo y que como
consecuencia invocan en el sueño aquellos mismos objetos sobre los que tienen más interés
estando despierto. Por ejemplo un herrero que sueña con su profesión; o soñar con hielo y
nieve, o con fuego y calor, y despertarse de repente y ver que estamos destapados y tenemos
frio, o en el otro caso, que estamos de más de abrigados y pasamos calor. O aquellos que sueñan
estar comiendo manjares en abundancia cuando se acuestan en ayunas o el que se ha acostado
sediento y sueña con saciarse de agua. Todos estos sueños por lo tanto, no dan pie a la
interpretación, ya que su explicación se haya en causas naturales que han sugestionado la mente
del individuo.
Se dice que las imágenes ocurridas en los sueños varían según los cuatro temperamentos
del hombre: aquellos con el temperamento Amarillo o Bilioso, soñaran con fuego, lámparas y
calidez; los de temperamento Negro o Melancólico, con terrores en la oscuridad, serpientes,
escorpiones y objetos venenosos; si son de temperamento Blanco o Acuoso, contemplarán ríos
y mares, hielo, nieve y aguas; y, por último, si tienen el temperamento Rojo o Sanguinolento,
soñarán con jardines, pastos, hierbas aromáticas y objetos de disfrute y placer; o, por una
asociación similar, con sangrar y objetos relacionados con la sangre.
Según su proveniencia, Daniel3 divide los suelos en aquellos que muestran el verdadero
estado de los eventos que pasan, y aquellos que predicen el resultado de las empresas del
hombre; y estas dos clases las divide adicionalmente en cuatro: los sueños que ordenan, los que
prohíben o advierten, los que influencian y aconsejan (pero no imponen su orden) y los que
anuncian buenas noticias.4
3 Supuestamente, el profeta Daniel del tiempo de Nabucodonosor de Babilonia. 4 Khʾābi Amr, Khʾābi zajīr, Munzir y Bashīr respectivamente.
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La veracidad de todos estos, depende mucho en el tiempo en el que han ocurrido, siendo
el mejor tiempo del día el mediodía según el Mishkat; aunque también depende de la estación
del año, siendo los sueños en primavera y verano más veraces que en otoño e invierno: fuertes
con la salida de los frutos, débiles con la caída del follaje.
Siguiendo con una de las más prácticas partes del Tȃbīr, nos encontramos con los
deberes del que tiene el sueño, que al igual que el intérprete, debe cumplir una serie de
directrices para que la interpretación del sueño sea lo más válida posible. Un factor importante
es la postura en que este se acueste a dormir, siendo la más valida sobre el lado derecho del
cuerpo. Si por cualquier tipo de dolor esto le fuese imposible, debería acostarse sobre el
izquierdo, su espalda o por ultimo su estómago, en ese orden de preferencia, ya que el obtener
un buen sueño que arroje luz sobre el tema deseado depende en gran parte de ello. Según Ibn
Sirín los únicos sueños válidos serían aquellos que se producen recostado sobre el lado derecho,
y el resto serían ilusivos.
Otro factor que influye en los sueños es la salud, tanto física como mental. La salud del
soñador debe ser buena y no debe comer en exceso antes de dormir, pero tampoco pasar
hambre: debe encontrar el justo medio si quiere que su sueño sea válido. Mahoma rechazó un
sueño relatado de forma confusa por su soñador, ya que le contó que había cenado
ampliamente, y declaró el sueño poco seguro y no merecedor de ser expuesto.
Si la persona ha tenido un sueño propicio, deberá al despertarse darle gracias a Dios, y
orar y hacer limosna voluntariamente. Seguidamente se dirigirá a un Muȃbir (intérprete de los
sueños) para que le de una explicación. Si tuviera un sueño que le presagie mal, o tiene miedo
de su consecuencia, deberá repetir tres veces la Āyati Kursī o Aleya del Trono y decir así:
“Vuelo por refugio hacia el Dios de Moisés, de Isaac, y de Abrahán, del mal del sueño que he
soñado, para que no dañe mi fe en este mundo, ni mis asuntos en el que viene; ¡Santo y Bendito
eres Tú, y no hay Dios fuera de Ti!”
Tras ello recitar la Fātiha. Después debería hacer dos Rekaahs de oración y dar
limosnas, así el mal aprehendido pasará de largo. Cabe destacar que los judíos también utilizan
cierta oración para evitar tal malévolas consecuencias, y tienen aparte la costumbre de
escupirse tres veces sobre el hombro izquierdo, y esto está igualmente presente en la tradición
mahometana, aunque no está mencionado generalmente en los libros de Sueños.
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Después de todas las oraciones y limosnas, el soñador se dirigirá al intérprete, pero
deberá hacerlo también en el tiempo oportuno, en la hora oportuna, el día afortunado. El mejor
momento es en la mañana antes del mediodía, como en todos los arreglos conectados a estos
objetos. Deberá consultar a un hombre de confianza, y no lo hará delante de mujeres, niños o
enemigos; y deberá relatar su sueño con la mayor exactitud y veracidad de la que sea capaz.
Hay penas reservadas para aquellos que de alguna manera falseen su testimonio. Por ello los
sueños de los mentirosos habituales no serán tomados en cuenta, pues el Profeta dijo: “Cuanto
más sincero el hombre, más veraz el sueño”.
Los deberes del intérprete son mucho más pesados que los del soñador debido a la
sagrada naturaleza de su oficio de comunicarse entre Dios y los hombres, recuperando una
confianza depositada en los más grandes profetas, por lo que se esperan de él grandes
cualidades y virtudes. El intérprete de los sueños debe ser un hombre pío y cumplidor de todos
los deberes del Islam, invocando constantemente el nombre de Dios en busca de dirección y
guía. Debe tener un conocimiento perfecto del lenguaje y todos sus entresijos, un amplio
conocimiento del Corán y del Tafsir, la ciencia de la interpretación de este, ya que la
interpretación de muchos de los sueños puede derivar de pasajes de este. Su memoria debe
estar amueblada con proverbios árabes y persas, tanto antiguos como contemporáneos; raros
poemas y fragmentos de otros autores. Resumiendo, debe ser un hombre culto y docto, gentil
y con buenos modales, equilibrado entre el tacto y el juicio. Se dice que Ibn Sirín reunía todas
estas cualidades, por lo que era tenido como el modelo a seguir por los intérpretes de los sueños.
Antes de comenzar su tarea el Muȃbir deberá realizar dos Rekaahs y en la primera tras
la Fātiha repetirá una vez la Aleya del Trono y tres veces la azora 94; y en el segundo, también
tras la Fātiha proclamará tres veces el verso: “Quien teme a Dios, sobre él Dios impondrá una
feliz resolución sobre sus aflicciones”. Tras acabar la oración deberá inclinar la cabeza en Sujūd
tres veces, y dirá doce veces: “Oh Señor, revélanos la interpretación de este sueño conforme a
la verdad y lo recto, por el poder de la Umm al Kitāb5”
Terminado este proceso, comienza el interrogatorio al soñador, en primer lugar
preguntándole el nombre ya que este puede ser un indicativo de su fortuna. Los nombres más
afortunados son los relacionados con Mahoma y su familia, los que por su significado auguran
algo bueno (como Saḏiq, amigo), o los nombres de profetas, por su especial relación con esta
arte del Tȃbīr. Después le preguntará por todos los aspectos de su vida: religión, familia,
5 Uno de los nombre de la Fātiha o primera azora del Corán.
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hábitos, profesión, su rango en la sociedad y todas las circunstancias, hasta las más triviales,
relacionadas con la historia.
Un mismo sueño puede tener diferentes interpretaciones dependiendo de estos factores
en la persona que lo haya soñado. Esto lo ilustra Ibn Sirín explicando cómo dos hombres habían
soñado con que hacían de muecín llamando a la gente a la oración. Para uno, interpretó que
debía hacer la peregrinación; para el otro, que debía ser sospechoso de robo. Estas opuestas
interpretaciones las realizó basándose en los siguientes versos del Corán: “Proclama a la gente
una solemne peregrinación” y “Entonces un llorica lloró detrás de ellos, diciendo, ¡oh compañía
de viajeros! Sois de seguro ladrones”.
Los sueños tienen mayor sonoridad dependiendo del rango de la persona que lo haya
soñado, por lo que el Muȃbir debe informarse bien de ello. Según Ibn Sirín, el soñador es
necesariamente creyente o infiel (Mʾūmin o Kāfir), y además, pertenecer a una de estas clases:
rey, hombre culto, jurisconsulto, ulema, derviche, sirviente, mujer, gente común, malvado,
bueno, rico, pobre, niño o niño pequeño. En ese orden de autoridad, los sueños tendrán más
sonoridad o menos.
Ibrahīm Kirmānī afirma que los sueños de los musulmanes son mejores que aquellos
de los infieles; los de los ancianos, mejor que los de los jóvenes; los de los hombres que los de
las mujeres; los de las matronas, que los de las solteras; los de un hombre libre, que los de un
esclavo; los de los sabios, que los de los necios.
De todo esto podemos extraer que la interpretación de los sueños no es una ciencia
solamente basada en la simbología de todo lo ocurrido en el sueño, sino que está ligada a
muchos otros factores externos, como el quién, cuándo, cómo, porqué; ligado a la adivinación,
la astronomía, la religión…
Aunque he de decir que he aprendido muchísimo de este tema con los artículos que he
trabajado, cuanto más leía más me daba cuenta de que el Tȃbīr no es más que eso, una
interpretación subjetiva del Muȃbir de un sueño contado de forma subjetiva por el que lo ha
soñado; lo que hace pensar que fuera casi imposible que dos intérpretes dieran con la misma
solución para el mismo sueño, ya que la cantidad de variantes de interpretación es exponencial.
Aunque todo lo que se ha contado aquí ha sido dibujado de cómo era en el pasado, el
recuento de visiones y sueños ha continuado siendo un aspecto importante de la religiosidad
musulmana. Los manuales de interpretación de los sueños en swahili forman algunos de los
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títulos más populares disponibles en las librerías a lo largo de la costa oriental africana. La
interpretación de los sueños ha continuado jugando un papel en la vida religiosa de todas las
clases de sociedad a través de todo el mundo musulmán, mientras que la forma literaria de los
sueños y visiones continua desarrollando nuevas funciones culturales. Evidentemente, estos
papeles continuados de experiencia imaginativa de ninguna manera afectan a la modernidad de
las sociedades donde se encuentran.
Hoy día se encuentran nuevos criterios en orden de clasificar los sueños o de
interpretarlos. C.G. Jung fue el primero en la psicología occidental en plantear que ciertos
sueños tienen fundamentalmente estructuras psicológicas diferentes. La noción de Jung de
“grandes sueños”6 ha sido ignorada durante largo tiempo ignorado por los investigadores que
se centraban exclusivamente en datos de sueños recogidos en laboratorios del sueño. Pero
recientemente sueños de inusual forma, vitalidad ascética e intensidad emocional han sido
objeto de mayor investigación teórica y empírica. Una característica común de esta intensidad
es que los sueños más elevados son a menudo descritos por los que los sueñan con un
sentimiento de “no era como un sueño normal”. Con esto nos podemos remitir a la antes
mencionada octava azora de El Viaje Nocturno, cuya ambigüedad ha suscitado durante siglos
el debate de si Mahoma estaba soñando o fue transportado realmente y de forma corpórea al
cielo. Una interpretación realizada en base a esta teoría sería que Mahoma realizó una
experiencia de “gran sueño”, una experiencia que empezó en el estado físico del sueño y un
sueño ordinario, y que se fue poco a poco elevando al reino de la revelación y de la inspiración
divina.
Como bien hemos escuchado tantas veces, la mayoría de los investigadores
occidentales creen que es en el momento del ojo rápido, conocido como REM7, donde la
imaginación durante el sueño está realmente activa, y por lo tanto es el período de tiempo en
el que surgen los sueños más nítidos, aquellos de los que nos acordamos brevemente al
despertarnos. Casualmente, esta fase del sueño se suele corresponder con las últimas horas del
descanso, antes de despertarse. Puede ser que por ello, sin necesidad de escáneres cerebrales ni
tecnología, los Muȃbir consideraran de mayor sonoridad los sueños ocurridos en el tiempo
antes de despertarse.
6 Los grandes sueños son aquellos de los que el individuo se acuerda durante toda la vida y que en muchos casos representan las experiencias más importantes de la vida psíquica. 7 Por sus siglas en inglés, Rapid Eye Moment.
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Hoy día, los estudios de los sueños intentan analizar los patrones que, a lo mejor desde
siempre han estado, pero es en la sociedad actual en la que llaman la atención de los
investigadores. Un ejemplo de esto puede ser el género, hombres y mujeres sueñan de formas
diferentes, y una de las grandes diferencias es el número de veces que el género opuesto aparece
en sus sueños. De acuerdo a un trabajo analítico realizado por varios expertos8 en la materia,
las mujeres sueñan en un mismo ratio de aparición con hombres y mujeres; mientras que los
hombres sueñan con el doble de personajes masculinos que femeninos. Esta averiguación está
basada amplia, pero no exclusivamente, en poblaciones occidentales, y sería interesante saber
si el mismo patrón existiera en poblaciones musulmanas donde los límites de género están,
como poco, dibujados más tajantemente y defendidos más enérgicamente que en las sociedades
occidentales.
Finalmente, otro tema que llama la atención de los investigadores de hoy es qué sueñan
los musulmanes en la actualidad. Tanto el Corán como el Ḥadīth son muy claros en la
importancia de los sueños en tiempos de conflictos militares. Bulkeley sospecha que los
musulmanes de hoy en día igualmente puedan soñar con los eventos del 11-S al igual que los
norteamericanos lo hacen, debido al gran impacto que tuvo en la psique de ambas culturas.
Quizá los musulmanes sueñen tanto con los occidentales como estos lo hacen con los
musulmanes.
Para concluir, me gustaría citar a L.M. Montgomery:
“Quizá te canses de la realidad pero nunca te cansarás de los sueños” Road to
Yesterday.
8 Calvin Hall, Robert Van Castle y G. William Domhoff.
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BIBLIOGRAFÍA
Bland, N., “On the Muhammedan Science of Tâbír, or Interpretations of
Dreams”, The Journal of the Royal Asiatic Society of Great Britain and Ireland,
vol. 16 (1856), pp. 118-171.
Bulkeley, K., “Reflections on Dreams Traditions of Islam”, Sleep and Hypnosis,
4/1 (2002), pp. 4-14.
Green, N., “The Religious and Cultural Roles of Dreams and Visions in Islam”,
Journal of the Royal Asiatic Society - Third Series, Vol. 13/3 (Nov., 2003), pp.
287-313.
Hermansen, M., “Dreams and Dreaming in Islam”, K. Bulkeley (ed.), Dreams:
A Reader in the Religious, Cultural, and Psychological Dimensions of
Dreaming, New York: Palgrave, 2001, pp. 73-91.