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Los sentimientos de Jesus de Nazaret SECUNDINO CASTRO SANCHEZ "Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesus, quien, a pesaI' de tener la forma de Dias, no reput6 coma botln sel' igual a Dias, antes se anonad6 tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte coma hombre" (Flp 2, 5-7). Quizas la palabra "sentimiento" no refleje deI todo el pro- p6sito que nos hemos fijado en este artîculo: analizar la expe- riencia religiosa de Jesûs. Pero muchos se preguntaran: "es po- sible llegar hasta el hombre Jesûs de Nazaret?; wodemos hoy -después de veinte siglos de literatura en torno a J esûs- so- brepasaresa cortina inmensa de opiniones, de creencias y de espiritualidades, llegar hasta el alma de Jesûs y observar sus vibraciones espirituales?l. El debate sobre la problematica planteada por el J esûs his- t6rico continûa abierto, aunque pensamos que tendra que pasar mucho tiempo hasta que podamos llegar a unas conclusiones mas claras y precisas que las actuales 2. En el fondo de esta 1 «El interés por el JesUs hist6rico, el esfuerzo permanente de los exegetas y la pasi6n ininterrumpida de las generaciones crlstianas para lograr un conocimiento hist6ricamente mas exacto y espiritualmente mas profundo de la existencia toda de Jesus deriva de una condici6n sustantiva en el cristianismo: esa existencia es el medio a través dei cual Dlos se nos revela; y percibimos esa revelaci6n divlna conociendo y aproximandonos esa existencia humana. Por e110, una pasi6n especf· ficamente cristiana, explicitada sobre todo en los grandes orantes y mfsticos, es la de revivir la 'religi6n de Jesus', ver el mundo con los ojos de Jesus y sentir a Dios con el alma de Jesus» (O. GoNZALEZ DE CARDEDAL. Jesus de Nazaret. Aproxima- ci6n a la cristologfa, Madrid, BAC, 1975, p. 347. 2 Sobre la trayectoria dei debate en torno al JesUs hist6rico comenzado en el siglo XIX y aUn no concluido puede verse J. I. GONzALEZ FAUS, La Humanidad nueva, Santander, SaI Terrae, 1975, 2." ed. vol. l, pp. 15-53.

Los sentimientos de Jesus de Nazaret · ficamente cristiana, explicitada sobre todo en los grandes orantes y mfsticos, es la de revivir la 'religi6n de Jesus', ver el mundo con los

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  • Los sentimientos de Jesus de Nazaret

    SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    "Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesus, quien, a pesaI' de tener la forma de Dias, no reput6 coma botln sel' igual a Dias, antes se anonad6 tomando la forma de siervo y haciéndose seme jante a los hombres y apareciendo en su porte coma hombre" (Flp 2, 5-7).

    Quizas la palabra "sentimiento" no refleje deI todo el pro-p6sito que nos hemos fijado en este artîculo: analizar la expe-riencia religiosa de Jesûs. Pero muchos se preguntaran: "es po-sible llegar hasta el hombre Jesûs de Nazaret?; wodemos hoy -después de veinte siglos de literatura en torno a J esûs- so-brepasaresa cortina inmensa de opiniones, de creencias y de espiritualidades, llegar hasta el alma de Jesûs y observar sus vibraciones espirituales?l.

    El debate sobre la problematica planteada por el J esûs his-t6rico continûa abierto, aunque pensamos que tendra que pasar mucho tiempo hasta que podamos llegar a unas conclusiones mas claras y precisas que las actuales 2. En el fondo de esta

    1 «El interés por el JesUs hist6rico, el esfuerzo permanente de los exegetas y la pasi6n ininterrumpida de las generaciones crlstianas para lograr un conocimiento hist6ricamente mas exacto y espiritualmente mas profundo de la existencia toda de Jesus deriva de una condici6n sustantiva en el cristianismo: esa existencia es el medio a través dei cual Dlos se nos revela; y percibimos esa revelaci6n divlna conociendo y aproximandonos esa existencia humana. Por e110, una pasi6n especf· ficamente cristiana, explicitada sobre todo en los grandes orantes y mfsticos, es la de revivir la 'religi6n de Jesus', ver el mundo con los ojos de Jesus y sentir a Dios con el alma de Jesus» (O. GoNZALEZ DE CARDEDAL. Jesus de Nazaret. Aproxima-ci6n a la cristologfa, Madrid, BAC, 1975, p. 347.

    2 Sobre la trayectoria dei debate en torno al JesUs hist6rico comenzado en el siglo XIX y aUn no concluido puede verse J. I. GONzALEZ FAUS, La Humanidad nueva, Santander, SaI Terrae, 1975, 2." ed. vol. l, pp. 15-53.

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    difîcil problematica late el eterno misterio que existe entre his-toria y fe, raz6n y revelaci6n, creaci6n y gracia. Todos estos bi-nomios llevan consigo una dialéetiea de difîcil asimilaci6n, a pesar de que en ella se halle implicado el mismo ser deI hombre coma criatura que mira al cielo y a la tierra. Esta bipolaridad deI ser humano se refleja en todas sus realizaciones y actitudes, ya coma ser religioso, ya coma aeontecimiento hist6rieo.

    En efeeto, la fe sin historia se diluye en una gnosis mas 0 menos mitizante, y a su vez, la fe historizada, queda eonvertida en una deducci6n l6gica, alcanzable por los métodos de la erî-tica hist6rica; es decir, que no serîa ni mucho menos 10 que el N.T. denomina fe; 0 al menos, no implicarîa esa radicalidad que el Evangelio y los eseritos apost6licos asignan a la actitud fundante deI "homo religiosus".

    Trasladando a la persona de Cristo esta problematica bre-vlsimamente esbozada, cabe preguntarse: ~el Jesus de las eon-fesiones de fe -deI N.T.-, es distinto, ° es el mismo que el Jesus de la historia: aquel hombre que ereci6 y madur6 en Na-zaret?, lexiste un unico credo en Cristo, 0 ca da eomunidad nos ofrece el suyo propio?, les el mismo el Cristo deI autor deI euarto evangelio que el de las epîstolas paulinas?, lse puede hablar de una visi6n uniforme de Cristo en la literatura deI N.T.? 3. Estas preguntas que acabamos de hacernos son las que se hallan latentes en la estructuraci6n de la asî no mal Hamada "nueva cristologia".

    Hasta hace no mucho existieron dos formas de concebir la cristologîa, si prescindimos de la visi6n escolastiea que se deriva de la edad media: la teologîa liberal que suponîa se podîa llegar al Jesus prepascual a través de la mera crîtica hist6rica, pres-cindiendo de la fe 4; y la bultmaniana que afirmaba coma axioma fundamental que el Cristo que nos ha llegado a través deI N.T. es el Cristo deI Kerygma, que tiene muy poco que ver con el

    .)

    3 La diversidad de cristologias «contradictoriasl> en el N. T. es defendida por Bultmann y alguno de sus discipulos; cfr. R. BULTMANN, Die Christologie des Neuen Testaments, GV l, pp. 245-267. Hoy no pocos autores, aunque se separen deI pen-samiento bultmaniano, admiten en el N. T. la coexistencia de varias teologias, aunque no «irreconciliablesl>.

    4 «Al cabo de un siglo -escribe Gonzalez Faus- el balance de este esfuerzo ilusionado no puede ser mas desalentador: en nombre de la ciencia han apare-cido las imagenes mas variadas y mas opuestas de Jesus... 10 que un cientifico cree poder garantizar, 10 niega otrol> (o. C., l, p. 18). A. Harnack resumia en una frase que pudiéramos considerar lapidaria el fracaso de un siglo de investigaciôn: «Vita Jesu sCl'ibi nequitl> (jes imposible escribir la vida de Jesus!).

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    Jesus hist6rico. Estas dos posiciones van siendo superadas en la actualidad, aunque las oscilaciones pendulares de ambos mo-vimientos todavia se dejan sentir 5.

    Actualmente parece que se ha llegado entre los exégetas a un cierto "consensus", seglin el cual, la cristologia de las confe-siones de fe se apoya en la historia de Jesus; 0 en otras palabras, se da una continuidad entre 10 sucedido antes de pascua y la fe nacida en la mafiana luminosa de la resurrecci6n 6. Las diver-sas confesiones de fe son lecturas teo16gicas a niveles vivenciales deI acontecimiento "CllStO", unitariamente concebido. De este modo, la cortina de la fe no nos oculta la historia terrena de Jesus, sino que illéis bien la deja trasparentar. El acceso a Jesus se realiza a través de la historia iluminada pOl' la fe. El dato hist6rico es el soporte donde se apoya nuestra fe en Jesus 7.

    Nuestro intento en estas "meditaciones cientificas" sobre la experiencia de Jesucristo es ~cercarnos al misterio de su perso-nalidad desde el N.T., leido con ojos de fe; no intentamos entrar en la psicologia de Jesus 8, pues pensamos que los evangelistas no estaban interesados en ofrecernos el psicologismo deI hombre Jesus, sino su significado teo16gico, aunque indirectamente pue-da detectarse en los escritos neotestamentarios una cierta psico-logia de Jesus. Nuestro intento es acercarnos a las experiencias fundamentales de Jesus; experiencias que son la base deI men-saje y deI misterio cristiano 9.

    5 Hay prevalece la idea de que a través de las confesiones de fe se puede Hegar a conocer las actitudes fundamentales de Jesus. Bajo este prisma esta elaborada la valiosa obra de W. TRILLING, Jesus y los problemas de su historicidad. Barcelona, Herder, 1975. El pensamiento general la refleja bien un autor de nuestros dias: «Las nuevas trayectorias emprendidas, purificadas de radicalismos excesivos y enrique-cidas pOl' elementos positivos dei «método de la historia de las formas», presentan un horizonte clara de acceso y contacto con el Jesus hist6rico de Nazaret coma fundamento indispensable dei Cristo de la fe» (J. CABA, De los evangelios al Jesûs hist6rico, Madrid, BAC, 1971, p. 34).

    6 Cfr. M. M. GONzALEZ GIL, Cristo, el misterio de Dios. Cristologia y soteriologia, Madrid, BAC, 1976, vol. I, p. 160.

    7 Cfr. J. I. GONZALEZ FAUS, O. c., vol. I, pp. 59-122. 8 El estudio y meditaci6n de la psicologia de Jesus no ha dado buenos resultados,

    pero su abandono, podria de jar vacia nuestra existencia cristiana. En este sentido, O. Gonzalez ha escrito con acierto: «Con esto no estamos postulando el retorno a las 'biografias noveladas' de Jesus, pero si afirmando que es posible y legitimo hablar de los motivas, actitudes, opciones, sentimientos y alma de Cristo, y que tal acceso ademas de posible es teol6gicamente necesario para poder mantener en su verdad y en su eficacia cognoscitiva la expresi6n: 'el Logos se ha hecho carne'» (o. C., p. 352, nota 73).

    9 Sin ese soporte hist6rico la cristologia quedaria convertida en una simple ideo-logia religiosa. Y el cristianismo no es una ideologia, sino una persona: iCristo!

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    Creemos que podemos llegar a sospechar "un poco" cômo fueron las vivencias espirituales de aquel hombre, cuyas preten-siones eran tan altas que escandalizaron a los teôlogos de la época. Jesus, como diee Kafka, es "un abismo de luminosidad. Hay que cerrar los ojos para no precipitarse en él". Nosotros, mas bien, preferirîamos decir: idichoso el que tiene bien abier-tos los ojos para dejarse deslumbrar por su luz!

    Antes de seguir adelante queremos advertir a nuestros lec-tores que en este articulo tomamos como presupuesto base la asî llamada nueva cristologîa; una cristologîa nacida de la exé-gesis cientîfica, ya que estamos convenddos de que la cristologîa c1asiea se basabaen una visiôn de la Biblia elaborada precientî-fieamente 10. Con esto no queremos decir que no existan en ella muchos elementos aprovechables y valiosos. Los cristôlogos c1a-sicos consiguieron encuadrar la cristologîa dentro de las coorde-nadas cientîficas de su época, pero sus bases escriturîsticas se apoyaban en una lectura acientîfiea de la Biblia, ya que des co-nocîan los géneros literarios, la literatura oriental, la historia de las formas (Formgeschichte), la historia de la redacciôn (Redak-tionsgeschichte), etc. (,Quiere decir esto que sôlo en nuestro tiem-po ,es posible leer la Escritura de una manera seria, y por consi-guiente, que sôlo desde hoy se puede estructurar una visiôn co-herente y cientîfica de J esucristo? Sî y no. Sî, porque nuestros antepasados carecîan de esos elementos que hemos sefialado y que son considerados por los exegetas actuales como impres-cindibles para una comprensi6n de la Biblia; y no, por cuanto algunos exegetas de talla admiten que un procedimiento cientî-fieo es también el de leer la Escritura por la misma Escritura 11.

    También quisiéramos advertir que en estas paginas nos acer-camos a Jesus con ilusi6n y con temblor. La ilusi6n nos la pro-porciona el hecho de que todo contacto con Jesus pro duce vida, abre nuevas dimension es a nuestra existencia abocada a la muer-

    10 Sobre esa cristologia, un te610go tan moderado coma Ch. Duquoc ha escrito el siguiente juicio:

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    te, y nos da una razon seria de vivir 12. Hablar 0 escribir de Jesus debiera ser una de las ilusiones mâs profundas de todo cristiano; hablar de Jesus es entrar en contacto con la palabra viviente de Dios. Si Jesus es el deleite de Dios 13, l,por qué no ha de ser también el nuestro? 14. Si la teologia es la "ciencia de la consolacion", con mucha mâs razon 10 serâ la cristologia, que es la medula de la teologia, y su columna vertebral. Pero tam-bién nos acercamosa Jesus con el temblor que na ce de sentir-nos pecadores. l,Como desde una existencia de pecado proferir a aquél que no 10 tuvo?, l,como poder captar una existencia que vivi6 al margen de 10 pecaminoso? Cierto que seglin la expresion paulina éles seme jante a nosotros en todo menos en el peca-do 15; pero una existencia que nunc a ha sido rozada por el pe-cado, l,puede tener experiencias semejantes a aquella otra que nace y se desarrolla enraizada en la culpa? l,Nuestro acercamien-to cientifico y existencial, teniendo presente cuanto acabamos de decir, l,no se basarâ en una quimera? l,No serâ puro idealis-mo 0 ensuefio teologico cuanto intentemos decir de Jesus? Si existe tanta diferencia en el pIano de la sensibilidad entre un hombre que goza de la capacidad poética y otro que carece de ella, si es prâcticamente imposible que el hombre que padece desequilibrios psiquicos sea capaz de comprender al hombre psi-quicamente sano, l,podremos nosotros balbucir algo sobre Jesu-cristo? l,C6mo atrevernos a analizar los movimientos de su alma? He aqui nuestro temblor y temor. Al aproximarnos al alma de Jesus nos damos cuenta de cuanto Agustin quiso decir enaquella frase tan conocida: "Evangelium me terret" 16.

    y afiâdase a cuanto llevamos diciendo la incertidumbre de las investigaciones exegéticas. Los mismos crist610gos actuales son de la opinion de que debe hacerse una verdadera ruptura entre la "nueva cristologia" y la cristologîa c1âsica. Se ha llega-

    12 La acontecido a los ap6stoles es un paradigma de la que sucede con cada uno de nosotros siempre que nos acercamos a Jesus: el temblor de hallarse frente a la divino (Mc 4, 41), el miedo a perderle y sentir que la vida se abre ante nosotros coma un misterio de nada y de muerte (cfr. Jn 6,68).

    13 Al comienzo de la vida publica el Padre testifica que se complace en el Hijo, es «(Su deleite» (Mt 3,17; Mc 1, 11; Le 3, 21 s).

    14 En este raciocinio se apoyaba Teresa de Jesus para contradecir a aquellos espirituales que querlan limitar el infiujo de la Humanidad de Cristo a las prime-ras etapas -las mas imperfectas- de la vida espiritual (cfr. V 22, 6M 7).

    15 Hb 4, 15. 16 MA I; FRANG, Tractatus Sancti Augustini de proprio natali, II, p. 163; «Evange-

    lium me terret, sed terret Evangelium».

    7

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    do dentro de esta nueva cristologia a la aceptacion de algunos principios bâsicos, pero por 10 que atane a conclusiones particu-lares las opiniones son muy divergentes. La nueva cristologia estâ de acuerdo en admitir que la historia deI Jesus prepascual es esencial para una recta comprension del misterio de Cristo 17, pero los cristologos no se ponen de acuerdo a la hora de las afir-maciones concretas: lComo se comprendi6 Jesus a si rnismo?, lse denornino "Hijo de Dios"?, lpor qué fue condenado a muer-te?, lqué sucedio realmente en pascua?, lIa historia de la infan-cia es un puro midrash?, les un teologumenon?, les mezcla de historia, midrash, y afirmaciones teologicas? 18. Todas estas du-das sobre muchas de las facetas de Cristo, suscitan a veces en nosotros la tentacion de dar razon a Bultmann, cuando afirma que todo esto no tiene ningun sentido para la vida cristiana, pues en realidad 10 que nos interesa es el Cristo que nos han dado los apostoles: el Kerigma; que el Jesus historieo pertenece a la historia deI judaîsmo 0 deI rabinismo y que, el Jesus cristiano es el nacido en Pascua. Pero nosotros sabemos que Bultmann no puede tener razon, ya que el cristianismo no es una ideologîa, ni una gnosis, se basa en la historia. Jesus no pudo ser un hom-bre cualquiera, que dia origen al cristianismo, ya que el cristia-nismo se enraiza en la rnisma persona de Jesus. Bultmann no hace justicia a las afirmaciones deI Nuevo Testamento, que se apoyan en la persona viviente de Jesus; Jesus, segun la literatura neotestamentaria, es la fuente deI cristianismo; Jesus es el cris-tianismo mismo 19.

    Mas el hecho de que la exégesis se muestre tan divergente cuando aborda la persona de Jesus, el que las distintas corrien-tes exegétieas no se pongan de acuerdo en casi nada sobre su

    11 Cfr. O. GONZALEZ DE CARDEDAL ,o. C., p. 374; K. RAHNER- W. THÜSING, Cristologia. Estudio teol6gico y exegético, Madrid, Cristiandad, 1975, pp. 31-32.

    18 Escribe Rabner: «Si bien es cierto que no se puede eseribir una biografia de Jesus y que todas las afirmaeiones hist6rieas reeibidas por la tradiei6n aeerea de Jesus fueron formuladas ya eomo afirmaeiones de fe... esto no nos autoriza a eon-eluir sin mas que no sabemos nada «hist6rieamente» aeerea de Jesus. Podemos eonoeer muchas eosas aeerea de Jesus en el pIano hist6rieo (o. e. p. 31). Nosotros le preguntariamos a Rahner: ;.euales son esas eosas que podemos saber aeerea de Jesus? El mismo termina reeonoeiendo que ese eonoeimiento no irla mas alla de la simple probabilidad.

    19 Bultmann no ha sido eapaz de expliear por qué si el eristianismo ha naeido en paseua, los evangelistas se dediean con tanto tes6n a deseribirnos la vida pre-pascual de JesUs. Creo que aqui radiea la aporia mas grande deI sistema bult-maniano.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESÛS DE NAZARET 99

    persona, nos sigue inquietando 20. También esto nos hace tem-blar. Cristo hasta ahora habia sido escandalo para los judios y griegos, ahora también 10 comienza a ser para los mismos cris-tianos. Tenia raz6n Agustîn: "Evangelium me terret" (el evan-gelio -Cristo- me da pavor).

    JESUS, UN JUDIO "MAYOR QUE JACOB"

    En el diiilogo de Jesus con la mujer samaritana, ésta le pre-gunta: "lEs que tu eres mas que nuestro padre Jacob?" 21. En efecto, Jesus es ante todo un judio, nacido coma diria mas tarde Pablo "bajo la Ley" 22. Su comprensi6n deI mundo, deI hombre y de las cosas se efectuara a través de categonas judias. Jesus -ensefia la teologia-, asumi6 la naturaleza humana, y el evan-gelio constata que una manera hist6rica de asumir la naturaleza deI hombre, es desarrollarse en un lugar concreto y en un am-biente espiritual determinado. Por tanto, es 16gico pensar "a priori", aunque los evangelios no 10 afirmaran expresamente, que Jesus comprendi6 10 real desde categorias y principios gno-seol6gicos hebreos. La humanizaci6n lleva consigo la aceptaci6n deI espacio y deI tiempo. La persona humana asume estas rea-lidades, que son su humus mas vital. Un ser humano separado del espacio y deI tiempo, no es propiamente una persona. Siempre que el hombre prescinde de su espacio y de su tiempo, se pro-duce en su ser un desgarr6n, que lleva consigo el desdoblamien-to de su personalidad. Espacio y tiempo son dos elementos que forman parte substancial de la persona, que tiene que des arro-llarse no en un pIano metafisico, sino hist6rico.

    Jesus, al aceptar ser hombre, 10 acept6 y 10 fue en una época determinada y en un lugar concreto. La primera expe-riencia religiosa de Jesus hay que buscarla en su nivel de huma-no, de persona de este mundo, circunscrito por un paisaje, una tierra y una forma de pensar muy determinada y concreta. Jesus era un hebreo, que se sinti6 coma tal ante su Dios. Un judio

    20 Confr6ntese en este sentido las diversas cristologias citadas a 10 largo de este articulo.

    21 Jn 4, 12; en este hermoso dialogo parecen detectarse algunos titulos cristol6-gicos: Jesûs es un judio (9), mayor que Jacob (12), profeta (19), Mesias (19-20) y salvador dei mundo (42).

    22 Ga 4, 4.

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    era un ser que no se comprendia a si mismo sino en cuanto pro-yectado hacia Dios; Dios era el prisma donde se reflejaba. De la misma manera que segûn confirman experimentos psicologi-cos, el niuo se comprende a si mismo en cuanto proyectado sobre el prisma de su madre, algo muy seme jante podemos afirmar de la comprension deI hombre hebreo con respecto a su Dios.

    Ahora bien, el mundo hebreo de la época de J esûs, vivia el fenomeno de su religion bajo perspectivas escatologicas. El tema escatologico era algo tan fundamental que habia venido a ser algo consubstancial a la religion de Israel 23. Este tema a su vez trasvasa toda la literatura deI N.T. 24. Sin embargo, los autores aûn no esüin de acuerdo a la hora de interpretar el sentido de la escatologia, tanto hebrea coma neotestamentaria 25. Los textos neotestamentarios parecen contradecirse en algunas ocasiones, y los exégetas todavia no han encontrado una solucion a estas apa-rentes 0 reales contradicciones 26. Es de suponer que Jesûs ex-preso su pensamiento sobre la escatologia de una manera co-herente; las contradiciones se deberian a la redaccion de los autores sagrados que intentaron aplicar las palabras de J esûs a las diversas circunstancias de la Iglesia 27.

    Suponen algunos que J esûs creyo en la inminencia deI fin deI mundo; la Iglesia, por su parte, siguio creyendo en esta inminencia, pero en vista de que el fin no llegaba, corri-gieron el punto de mira y se inventaron la Hamada escatologia realizada 28. Sin embargo, esta eventualidad no parece posible ni probable. De todas formas, en el estado actual de los textos es imposible poder determinar cuâles son los primitivos -origi-nales-, y cuâles pertenecen a las acomodaciones ambientales de la comunidad. En los evangelios puede notarse una tendencia muy grande a no considerar 10 escatologico como algo univoco; asi, la escatologîa evangélica que se viene a identificar con el

    23 Aunque se desconocen los orfgenes de la escatologia hebrea, su importancia dentro dei pensamiento biblico esta fuera de toda duda; cfr. R. BULTMANN, Historia y Escatologia, Madrid, Studium, 1974.

    24 Cfr. W. TRILLING, O. c., p. 126. 25 Cfr. W. TRILLING, O. c., pp. 137·147. 26 He aqui algunos textos: Mt 10, 23; Mc 9, 1; Mc 13,30, y Mt 24,42; Mc 13, 32. 27 Rechazamos por infundadas las teorfas de algunos autores que suponen que

    Jesus cambi6 de opini6n a 10 largo de su vida en vistas a como se iban desarro· llando los acontecimientos.

    28 Cfr. S. CASTRO, Experiencia religiosa y realidades escatol6gicas en San Juan, en Revista de Espiritualidad, 53 (1974) 180-206.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 101

    reino de Dios tiene una doble vertiente; por una parte se habla de un reino que viene, que es inminente, que aûn no ha llegado, y por otra parte, se considera a este mismo reino como inma-nente ya en la historia. En el mismo Juan puede apreciarse esta tendencia deI "ya" pero "todavia no", aunque los textos que hablan de la parusia, como el futuro de Dios que viene, son me-nos numerosos, 10 que ha hecho suponer injustamente a Bult-mann que dichos textos fueron interpolados 29, 0 que dependen de otras fuentes, ya que segûn este autor, el evangelio joâneo supone diversos estratos literarios.

    Nosotros pensamos que la exégesis actual no estâ capacita-da para dar una respuesta definitiva a los numerosos interrogan-tes que suscita la escatologia neotestamentaria. Todavia no hemos podido precisar qué significa, tanto para la escatologia hebrea coma para la escatologia del N.T., la expresi6n "fin deI mundo". Es cierto que los judios utilizaban con frecuencia este lenguaje; que hablaban de caidas de estrellas, de guerras, de terremo-tos, etc. Pero en realidad, lqué querian decirnos con este modo de hablar tan expresivo, que podemos considerar mitol6gico? Jesûs, por su parte, mâs que deI fin deI mundo deI que dice ex-presamente que ignora el dia, habla deI reino de Dios, que es inminente y que viene 30.

    Estâ fuera de toda duda que J esûs se consider6 a si mismo coma la palabra definitiva de Dios, la ûltima oportunidad que Dios daba a los hombres para que se convirtieran e hicieran pe-nitencia 31. Jesûs, pues, se comprendi6 a si mismo coma la ûlti-ma y definitiva irrupci6n de Dios en la historia religiosa de su pueblo. Por consiguiente, es necesario deducir que Jesus pensa-ba que con su entrada en el mundo el viejo e6n estaba tocando a su fin. Con él, el tiempo antiguo, tiempo maligno, tiempo de la paciencia de Dios y tiempo de pecado estaba llegando a su final 32.

    Creo que de todo ese enmaraiiamiento de textos escatol6gi-cos no se puede deducir sino que J esûs se consider6 como la

    29 Bultmann considera espureos los siguientes pasajes: 5, 28; 6, 39 ss.; 44, 54; 11, 24; 12, 28.

    30 Para Jesus este anuncio tiene un significado muy distinto a hablar deI fin deI mundo, cfr. O. Cur,LMANN, Le retour du Christ, espérance de l'Eglise, Paris, Neu-châtel, 1943, pp. 24 SS.

    31 Este dato es considerado por Bultmann como rigurosamente hist6rico. 32 Estos conceptos aparecen en la teologia de Pablo, principalmente en la Carta

    a los Romanos.

  • 102 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    llamada definitiva de Dios a los hombres. La espera deI fin deI mundo, la llegada deI "Hijo deI hombre" y el juicio, no son mas que elementos comunes de la apocaliptica judia, mediante los cu ales los apostoles han tratado de transmitimos esta experiencia inusitada de Jesus de Nazaret 33.

    l Como experimento Jesus que con él se iniciaba el final deI tiempo? Jesus vivia persuadido de la presencia de Dios en él; vivia convencido de que Dios se expresaba por medio de él, y que a través de él se manifestaria de una forma extraordina-ria 34. Para nosotros el fin de los tiempos se realizo con la resu-rreccion de J esucristo 35.

    La verdadera escatologia acontece con la resurreccion del Senor, con la cual comienza un nuevo mundo; el viejo eon da paso a la novedad deI tiempo salvifico, la materia se convierte enespiritu, la cruz en gloria. Ese mundo transformado por la accion de Dios que esperaba la apocaliptica judia se realiza en el ser de Jesus, en quien de una forma proléptica acontece ya todo el devenir de la humanidad 36. La tension que se nota en los textos evangélicos primeramente sobre una espera inminen-te y después sobre una escatologia realizada se debe en parte a que los apostoles quisieron en un principio encuadrar el mensa-je de Jesus en un enmarque judio. Pero nosotros sospechamos que Jesus jamas se planteo la cuestion deI fin del mundo 37; hablo solamente de la llegada deI reino que ya estaba acontecien-do en él. Este reino comenzo a manifestarse con la entrada de Jesus en la historia, llegando a su punto mas âlgido, a su eclo-sion, el dia de la resurreccion; esa era la parusia esperada por Jesus.

    Los apostoles, en un principio, no fueron capaces de enca-jar los acontecimientos de pascua con las ideas tradicionales de Israel en tomo al tema escatologico y sospecharon de otra mani-festacion de Cristo a todos los hombres al final de los tiempos. Esta manifestacion deberiaestar proxima, puesto que con la resurreccion y la venida deI Espiritu se habia inaugurado el nue-

    33 Jesus ejeroi6 de este modo el ofioio de desmitologizador existenoial, al apI!· oarse a s! mismo todos los conceptos de la apocalfptica judia.

    34 Para entender esto habrfa que aoudir a la experienoia de los profetas, ouyo carisma reposaba sobre Jesus en grado eminente.

    35 As! parece que 10 da a entender Mateo en una pericopa legendaria (27, 52, 53). 36 Esta es la opini6n de W. PANNENBERG, Fundamentos de cristologia, Salamanoa,

    Sigueme, 1974, pp. 67·134. 37 As! piensa E. Kasemann.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 103

    vo e6n 38. En vista de que este hecho se iba prolongando dema-siado, los cristianos retrasaron esta manifestacion de Cristo al final de los tiempos. Nosotros pensamos que de este tipo de manifestacion triunfalista de Cristo al final deI tiempo cosmico no se contiene nada en el N.T.; se trata solamente de una super-vivencia de la sospecha apostolica de que con la resurreccion no se habian conseguido todos los efectos que la apocallptica judia atribuia al final de los tiempos 39.

    Siguiendo en parte los consejos de Bultmann, pensamos que toda esta cuestion solo tiene sentido desde la desmitologizacion. Toda la literatura apocallptica deI N.T. debe entenderse des de el hecho de que Cristo es la ûnica y definitiva revelacion de Dios. El es la nueva humanidad, la nueva creacion, el comienzo de una nueva forma de manifestarse Dios. Ante su presencia, el mundo antiguo: la Ley, el pecado, la carne, y el mismo cosmos complice deI pecado deI hombre, se desploman definitivamente; ha comenzado la aurora de la salvacion, el plazo de la gracia; Dios se muestra ya definitivamente benigno.

    Pero volviendo a la experiencia escatologica de J esûs, nos preguntamos de nuevo: lcomo comprendio Jesûs este aconte-cimiento? lPrevio Jesûs su muerte inminente?, lconocia su final: la resurrecci6n y la venida deI Espiritu? Con los textos evangé-licos delante, es muy problematico afirmar que Jesûs tuviera un conocimiento exacto de los acontecimientos finales de su existen-cia terrena. Sospechamos que, en base a su experiencia de la uni6n ontologica, psicologica y moral con Dios preveia profética-mente una irrupcion nueva e inusitada de Dios sobre él 40.

    Esta concepcion de la escatologîa en nada merma la lucha historica inherente al mensaje cristiano. Nosotros no solamente existencializamos la idea escato16gica, sino que pensamos que esa existencializacion lleva consigo la transformacion deI mundo a la luz del mensaje de Jesûs. La resurreccion de Jesûs sola-mente habra llegado a su término definitivo cuando todo haya quedado bajo su dominio.

    J8 Seguimos en esto a Kiisemann.· 39 La creenoia en la parusia quiere deoir que 10 que aoonteoi6 en Cristo, un dia

    también suoedera en nosotros. 40 Esto supone que Jesus poseia una concienoia profétioa fuera de 10 oomun.

  • 104 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    NACIDO DE MUJER

    Para describir la naturaleza humana de Cristo, Pablo utiliza la frase laconica: "nacido de mujer" 41; esta frase, junto con aquclla otra, que leemos en la carta a los Hebreos: "igual que nosotros excepto en el pecado" 42, son 10 suficientemente exp re-sivas para indicarnos que la condicion humana de Cristo, si no queremos falsificarla, debemos inscribirla dentro de los mârge-nes de 10 que es una existencia hurnana normal. Nacido de mu-jer, quiere decir exactamente en nuestro lenguaje actual que era hombre 43. Mâs tarde, el Concilio de Calcedonia utilizaria una terminologia mâs filosofica y diria que J esucristo es consubstan-cial a nosotros 44.

    El hebraismo "nacido de mujer", utilizado por Pablo para hablamos de la naturaleza humana de Cristo, seguramente re-memoraria en él aquella frase con que describe Job 10 lâbil Y perecedero deI hombre: "El hombre, nacido de mujer, corto de dlas y harto de tormentos. Como la flor, brota y se marchita y huyecomo la sombra sin pararse" 45. Jesus se situa asi dentro de 10 cotidiano, de 10 frâgil y de 10 intrascendente.

    Aunque, como es sabido, los evangelios estân escritos des-pués de pascua, y por consiguiente leen la vida de Cristo a tra-vés de categorias resurreccionlsticas, de jan, sin embargo, traslu-cir esta condicion, de humildad deI hombre Jesus 46, que perma-ne ce intranscendente para la revelacion hasta el comienzo de su vida publica a la que dedica una parte muy corta de su exis-tencia. l,Por qué no hemos sabido leer 10 que esto significa? La vida de Jesus en su aldea era la de un judio normal: "Es la vida de un hombre de Nazaret, un hombre comûn y ordinario, sin nada de especial. Este hombre no pesa en el destino de su aldea, ni de su pals. No es un héroe ni un santo. Su condicion

    41 Ga, 4, 4. 42 Hb 4, 15. 43 Cfr. XABIER PlKAZA, Los origenes de Jesus, Ensayos de cristologia biblica, Sala·

    manca, S!gueme, 1976, p. 357; otros autores piensan que el término «gen6menon ek gynaik6s)) harfa relaci6n a la concepci6n virginal.

    44 Denzinger, 148. 4' Job 14, 1·2. 46 Son muchos los textos evangélicos que de jan entrever esta condicl6n humana

    dei hombre JesUs; cfr. J. BLANK, Jesus de Nazaret. Historia y mensaje, Salamanca, Sfgueme, 1972, pp. 19·49.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 105

    es vulgar y no yale la pena que nos detengamos en ella a no ser para subrayar su cotidianidad 47.

    Algunos Padres de la Iglesia captaron bien el significado de la vida oculta. San Ireneo llegarîa a pensar que "Dios se encar-na a fin de habituarse al hombre y que el hombre se habitue a Dios. En el hombre-Jesus, Dios aprende a cohabitar con el hombre, y el hombre a coexistir con Dios. Dios podriamos decir domestica al hombre y el hombre se habitua a Dios ... No puede haber encarnaciôn si el Hijo no entra en toda la densidad en la condiciôn humana" 48.

    Los mismos evangelistas han percibido 10 numinoso de este ocultamiento. Marcos y Juan de jan allector que saque sus pro-pias conclusiones 49. Mateo, por su parte, quiere hacernos ver que aquellosanos de silencio no dejaron de tener sus grandes repercusiones en el mundo côsmico -estrella de los magos-, y en la poIltica -relaciôn con Roma-. Sin embargo, este autor que busca en 10 fantâstico y milagrero una llamada de atenciôn en vista a resaItar que Jesus tiene una funciôn trascendente de dimensiones univers ales, no suprime en ningtin momento la con-diciôn humana y normal de Jesus. Esos acontecimientos mara-villosos tienen por objeto hablarnos de los orîgenes divinos de Jesus, y sôlo estân puestos al comienzo de su ingreso en el mundo, pero después abandona a su héroe hasta el dîa de su manifestaciôn en publico a Israel. Si cabe, este procedimiento de Mateo es mâs paradoxal que el de los otros dos evangelistas antes citados, que se despreocupan totalmente de los aconteci-mientos de su infancia 50. Lucas ha resaItado 10 humiIde de la condiciôn de Jesus, coma âmbito donde se presencializa Dios. El Mesîas se situa entre los pobres, nace de la es clava deI Senor, y se manifiesta a los humildes y a los pastores 51. Su manifesta-ciôn a Israel se efectuô a través de dos ancianos, Ana y Simeôn 52; el viejo Israel camina a su ocaso 53. En ese nino que ha ingresado

    47 C. DUQuoc, o. C., P. 44. " Citado pOl' C. DUQuoc, o. c., p. 44. 49 Al1n no se ha Hamada suflcientemente la atenci6n sobre el silencio (jteoI6gico!)

    de estas dos evangelistas sobre la infancia de Cristo. 50 AI proceder asi, parece que Mateo quiere suscitar en sus lectores la pregunta:

    /,Qué sucedi6 con Jesûs hasta los dfas de su manifestaci6n pûblica? 51 Cfr. Lc 2, 1-10. 52 Cfr. Lc 2, 33-38. 53 Para toda esta problematica cfr. O. DA SPINETTOLI, Intl'oduzione ai vangeli de Il ,

    inlanzia, Brescia, 1976.

  • 106 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    en el mundo entre los pobres y pequenos y que es exaltado por dos ancianos cualificados de Israel se halla el Mesias de Dios. Los lectores de Lucas quedan admirados de este modo tan sen-cillo y tan humano de su Mesias. Alguien pudiera pensar que la pericopa lucana 2, 41-52 contradice cuanto llevamos dicien-do, pero si bien se observa, podni notarse que ese pasaje no intenta otra cosa sino llamar la atenci6n a los lectores de que en ese nino, que aparentemente no se diferencia de los demas, reside la sabiduria de Dios 54. La pericopa citada tiene la funci6n de anticipar 10 que un dia sera el nino. Lucas se ha compadeci-do de sus lectores y no ha querido dejarles perplejos deI todo ante tanta naturalidad y humillaci6n de su Mesias 55.

    El N. T. afirma, pues, la plena humanidad de Jesus; Jesus es un hombre normal. Se pue de afirmar que los autores neotesta-mentarios se oponen radicalmente a situar en Jesus algo que en sus constitutivos no sea normal en los hombres 56. Los evange-lios ap6crifos quisieron llenar esta laguna trasladando a su infan-cia algo que seria peculiar de su vida publica y de los dias pos-teriores a pascua. Pero los evangelios can6nicos no han queri-do ocultar los anos oscuros de Jesus. La forma de proceder de los ap6crifos supone una incomprensi6n radical de la teologia neotestamentaria sobre Jesus. La misma piedad cristiana ha su-frido a veces este despiste. Con el objeto de afirmar la divini-dad ha suprimido sin darse cuenta su verdadera humanidad. Para muchos cristianos, el que Jesus sea hombre viene a signi-ficar s6lo el hecho de que posee un cuerpo; es un Dios vestido de hombre; estariamos asi -y conviene senalar que este des-piste 10 sufren quienes se consideran mas ortodoxos- en la Hnea de la mitologia griega que nos habla deI famoso "hombre di-vino" 57.

    (,Negamos con esto una intensa experiencia religiosa en el nino y joven Jesus? De ninguna manera. Solamente queremos recalcar que esta experiencia de Dios con quien Jesus se sentla estrechamente vinculado coma hijo, tuvo lugar dentro de los

    54 El contraste entre la sophia griega y la deI Padre es evidente. 55 Pueden notarse ciertas referencias veladas a la resurrecci6n. A este respecto

    se lee en la Biblia de Jerusalén: «Jesus 'encontrado' 'al cabo de tres dfas' 'en la casa deI Padre', tres rasgos que prefiguran el acontecimiento de paSCUal) (Lc 2, 46, nota).

    56 Cfr. R. AR6N, Los aiios oscuros de Jesus, Madrid, 1963. 57 Cfr. J. R. GUERRERO, El otm Jesus, Salamanca, Sfgueme, 1976, p. 36.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 107

    lÎmites de una humanidad normal. Los textos biblicos no dan pie para poder afirmar que en estos anos oscuros de su infan-cia y juventud J esûs gozara de la vision beatifica y de la ciencia infusa. Cuanto nuestros libros de meditacion y de pied ad han supuesto sobre esto esta en contradiccion con los evangelios, que sitûan a J esûs a niveles normales de humanidad. Pia dosa-mente se ha de suponer que su experiencia religiosa era inten-sisima. Pero 10 mas que podemos IIegar a afirmar en este senti-do, es que su vida entera estaba guiada, preparada y dirigida por el Espiritu. El verdadero nacimiento de Jesûs coma Mesias tuvo lugar en el Jordan, el dia de su bautismo.

    BAJO LA LEY

    Pablo ha entendido la Ley coma el ambito en donde se ha manifestado el pecado 58; no es que la Ley en si misma haya inducido a la culpa, sino que coma adviene externamente al hombre y le manifiesta la distancia que separa el pecado de la gracia, es ocasion de que por medio de ella el hombre conozca la naturaleza de la transgresion y su atraccion. La Ley, por otra parte, no da al hombre las fuerzas necesarias para que éste actûe en conformidad con la voluntad de Dios 59. Por eso, Pablo puede considerar a la Ley coma causa 0 motivo de que el hombre peque. El tiempo de la Ley es para el Apostol un tiempo de maldicion. Durante el periodo que ella estuvo vigente el ser humano conoda sus obIigaciones religiosas, pero careda de las fuerzas morales ne-cesarias para poner en practica 10 que con tanto rigorismo le incuIcaba. Por eso el Apostol que escribe en el tiempo de la gracia observara con pesimismo que por la Ley entro el peca-do, y que Dios nos tuvo que rescatar de su imperio mediante la pasion de su hijo Jesucristo.

    Pues bien, Cristo entro en este mundo bajo el peso de la Ley. El Apostol de las gentes 10 ha dicho con una frase estereo-tipada: genomenon hypo nomon 60. Jesûs, pues, con su encarna-cion asume un mundo de maldicion, desenvolviéndose dentro del

    58 «Porque la ley produce la c6lera, por el contrario donde no hay ley, no hay trasgresi6n» (Rm 4, 15); «la ley en verdad intervino para que abundara el delito» (Rm 5, 20).

    59 La justificaci6n que se daba en el A. T. se realizaba no en virtud de la ley, sino en vistas a Cristo (cfr. Rm 4, 1-25; 5, 1-21).

    60 Ga 4, 4; pa.rece que entre este texto y 3,13 existe un cierto paralelismo.

  • 108 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    ambito de un tiempo que pudiéramos definir justamente como "malo". Este imperio insoportable de la Ley se ejerce sobre un mundo cuyas caracterÎsticas mas fundamentales son el desierto, la tentacion y la lucha; es el tiempo del hombre viejo y de la pa-ciencia de Dios.

    Los evangelistas han traducido esta frase deI Apostol de las gentes "bajo la Ley", con una escena que nos indica bien a las claras que el viejo eon incidio vital y existencialmente en Jesus. Todo el peso de la Ley y de la historia a ella sometida se refleja en esta escena que los tres sinopticos no han querido dejar ocul-ta, aunque el transcribirla fuera motivo de escandalo para no pocos cristianos; nos referimosa las tentaciones de Jesus. En efecto, los tres primeros evangelistas nos narran el hecho inso-lito de que el Mesias de Dios, J esucristo, el hombre que vencio la muerte y nos hizo reyes y sacerdotes de Dios, fue tentado por Satan, su enemigo 61. El hecho es descrito por los evange-listas con toda crudeza. Pero cabe preguntarse: lEstas tentacio-nes aqui narradas son un episodio que pertenece a la historia de Jesus, 0 mas bien son un cliché literario en el que se refleja toda una teologia sobre la existencia deI Senor? 62. A este pro-posito conviene recordar que ninglin exegeta pone en duda la transcendencia literaria y exegética que tienen en los evangelios las narraciones de las tentaciones deI Senor. En efecto, en los tres sinopticos este hecho viene narrado después deI bautismo y en estrecha conexion con él, 10 que nos esta indicando que, si el bautismo inicia y orienta la vida mesianica de Cristo 63, de un modo semejante hemos de pensar de las tentaciones.

    Planteada asi la cuestion, viene en seguida a nuestra mente la pregunta: lson historicos estos relatos?, lfue Cristo realmen-te tentado por Satan? Y todavia la pregunta puede hacerse mas incisiva, si se admite el hecho historico: la través de estos rela-tos podemos nosotros asomarnos al alma y al espiritu de Jesus y observar sus reacciones ante la tentacion? Pensamos que el acontecimiento, tal coma viene narrado por Mateo y Lucas es unaespecie de teologumenon; 10 que no quiere significar que las

    61 Cfr. Mt 4, 1-11; Mc 1, 12-13; Le 4, 1-13_ 62 El interrogante viene formulado por el hecho de que las tentaciones estan

    narradas en un contexto literario viejotestamentario; Cfr _ Biblia de Jerusalén, lugares paralelos. '

    63 Cfr_ JOACHIM JEREMIAS, Teologia deI Nuevo Testamento, vol !, Salamanca, Sigueme, 1974, p. 73.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 109

    tentaciones no fueran hechos histôricos sucedidos en la vida de Cristo. En otros términos; es una manera de decir que Jesus como Mesias deI Dios de Israel estuvo sometido a 10 largo de su vida a la tentaciôn 64. Lo que acabamos de afirmar no obsta para que en el momento de iniciar su ministerio estas tentaciones de tipo mesianico fueran mas violentas.

    El texto mas original sobre este acontecimiento nos le pre-senta Marcos; a pesar de todo ya en él existe toda una ambien-taciôn teolôgica. Dice asi: "A continuaciôn, el Espiritu le empu-ja al desierto, y permaneciô en el desierto cuarenta dias, sien-do tentado por Satanas. Estaba entre los animales deI campo y los angeles le servian" 65. l,No querra sencillamente decir el texto que Jesus, al igual que los hijos de Israel antes de llegar a la tierra prometida tendra que pasar por las arideces y angustias deI desierto? La tierra prometida -época mesianica- estaria prefigurada por la alusiôn a los animales, que nos recuerdan a !saias 0, si se quiere, mas bien, a Adan en el paraiso. Jesus nos abriria las puertas dei paraiso y nos Uevaria a la tierra prometida después de haber bregado las luchas de Dios en la arida estepa. Este parece ser el significado teolôgico de la pericopa de Mar-cos. Pero, sin duda, este significado teolôgico tiene como sopor-te un hecho histôrico: Jesus fue tentado.

    Asi paœce que 10 entendieron los otros dos sinôpticos que intentaron esclarecer el objeto de las tentaciones de Jesus silen-ciado por Marcos. La lectura de Mateo y de Lucas nos indica claramente que el objeto de dichas tentaciones era mesianico 66.

    Los exegetas modemos cada vez se inclinan mas a admitir que las tentaciones fueron un hecho histôrico que sucedi6 al co-mienzo de la vida public a de Jesus. Las narraciones evangélicas, tal y como hoy se conservan, recogen este hecho histôrico, y son a la vez una sintesis de todas las tentaciones que Jesus sufriô durante su vida. Las tentaciones, desde luego, no se refieren a las que a 10 largo de los siglos sufrirfa la Iglesia y que los evan-

    64 Los autores no se ponen de acuerdo a la hora de dar un juicio crftico sobre el relato; sobre su historicidad caben cuatro posturas; M. DE TUYA, Biblia comen· tada, Evangelios, Madrid, BAC, vol. l, p. 50.

    6S Mc 1, 12·13; este relato de Marcos habrfa dado origen, seglin algunos autores, a la narraci6n haggadica de Mt y Le. Esta es también nuestra opini6n.

    66 Le, pOl' su parte, da al relato un carâcter parenético.

  • 110 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    gelistas habrîan referido a Jesûs como cabeza de esta Iglesia 67. Esta teoria de algunos bibIistas puritanos va siendo desplazada por los nuevos investigadores exegéticos. Sin embargo, esto no obsta para que las tentaciones de Jesûs estén descritas en un género literario que nos reouerda las tentaciones de Israel en el desierto. Una ojeada a los lu gares paralelos nos indica que las palabras, las frases y el ambiente corresponde a las vicisitudes de Israel; Jesûs es el nuevo Israel de Dios. Pero esto no es sufi-ciente motivo a nuestro juicio para que se pueda poner en duda la historicidad deI hecho. Pensamos, coma ya dijimos, que el relato quiere ensenarnos que J esûs a 10 largo de su vida fue so-metido a fuertes presiones para que cambiara la direcciôn de su mesianismo y no 10 llevara adelante por el camino que se habia prefijado; estas tentaciones debieron arreciar de una manera es-pecial al comienzo de su vida pûblica, por eso los sinôpticos han situado ahi la narraciôn de las tentaciones.

    Duquoc ha tratado de hacer ver que Jesûs sôlo podia ser tentado desde fuera, es decir, por el demonio. Este tipo de ten-taciones no ponen en peligro su santidad absoluta, ni suponen ningûn desarreglo psîquico en su organismo 68. Los evangelistas estan convencidos de que J esûs siempre viviô anc1ado e inmer-so en la voluntad deI Padre. Segûn Duquoc, otro tipo de tenta-ciones, v. g., las deI mundo y las de la carne supondrian en Jesûs ciertos desarreglos que son incompatibles con su santidad abs01u-ta 69. Sea como sea; el hecho es que Jesûs también estuvo someti-do a la tentaciôn; sintiô en si, en algunas circunstancias de su vida, la obscuridad de Dios. A veces, Dios se le representaba como prôximo y lejano. Prôximo, en cuanto se hallaba substante a las raices mas vitales de su existencia de hombre, y lejano en cuanto que en algunas ocasiones pareda de jar a su elegido al vaivén de los hombres y de la historia 70. Nadie podra jamas describir este tormento deI hombre J esûs, que experimentô como nadie a dimensiones insospechadas la proximidad y la lejania de Dios; el sentirse como poseido, y también incomprendido. Tampoco

    67 Cfr. I. M. VosTÉ, De Baptismo, tentatione et transfiguratione Jesu, Romae, 1934, pp. 51-114.

    68 Cfr. o. c., pp. 64-72. 69 Cfr. o.c., pp. 66-67. 70 Gonzalez Faus ha llegado a escribir: «Jesus vivi6 seriamente la sugesti6n de

    dar a su mesianismo una configuraci6n distinta de la que tUVOl) (La Humanidad nueva, o. c., vol. l, P. 186).

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 111

    nunca podremos adentrarnos en el misterio que supone el hecho de que elenviado de Dias, el revelador, el vencedor del miedo, el hombre libre, haya sido zarandeado par la tentacion. Si los evan-gelios no nos hubieran hablado de esto, nos parecerîa blasfemo suponer que Cristo fuera tentado.

    Aunque ignoramos muchas cosas sobre las tentaciones deI Senor, 10 que si es cierto es que las tentaciones no fueron un mero ejercicio de ejemplaridad. Aunque las actitudes de Jesus en sus tentaciones sean para nosotros un ejemplo salvador, no se pueden reducir a una mera ejemplaridad coma en épocas pa-sadas pensaron algunos teologos que no quisieron, 0 tuvieron miedo de 1eer los evangelios con la debida responsabilidad exe-gética. A este proposito escribe Duquoc: "La tentacion de Cris-to es ejemplar, pero no es una comedia ni un ejercicio estilistico; por el contrario, resulta tan cruel y peligrosa que el mismo Cristo quiere que recemos para que semejantes situaciones se les aho-rren a la Iglesia y a los cristianos" 71.

    Antes de concIuir estas breves reflexiones sobre las tentacio-nes de Cristo, nos queremos preguntar: l,Podemos llegar hasta el mismo corazon del hombre Jesus desde estas narraciones evau-gélicas? l,Qué supuso para la fe deI Senor el ser tentado? l,Qué vibraciones se produjeron en su espiritu? Desde luego que cuan-do los evangelistas escribieron estas narraciones estaban muy le-jos de querer transmitirnos en ellas la psicologia de Cristo; pero dichas tentaciones no tendrian ningtin sentido si éstas no hubie-ran herido 10 mâs intima deI hombre Jesus 72. Las tentaciones, al menos, nos dejan entrever que Jesus fue zarandeado en 10 mâs intima de su persona y de su espiritu para que cambiara la direc-cion que pretendia dar a su mesianismo. De otro tipo de tenta-ciones los evangelistas no se preocupan e inc1uso dan a entender que no tuvieron lugar en el hombre Jesus, ya que, camo hemos dicho, vivio siempre sumergido en la voluntad deI Padre, y par la experiencia de los misticos cristianos sabemos que cuando esta se realiza es muy dificil que la tentacion pueda rozar los estra-tas mâs profundos del yo 73.

    71 O. C., p. 73. 72 Cfr. GONZALEZ FAVS, O. C., p. 186. 73 No parece posible que Jesus sintiera la sugesti6n de la carne, aun considerada

    ésta en su sentido mas sublime: i.por qué el Mesias tenla que sel' célibe? En este sentido, hacemos nuestras las palabras de Guardini: «En sus deseos y conducta pel'· sonales no ha tenido importancia el aspecto sexual. Jesus mora en una libertad inaudita» (El Setior, Madrid, Patmos, 1958, p. 365).

  • 112 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    JESUS, EL PROFETA

    En el bellisimo dialogo Jesus con la Samaritana, es deno-minado "profeta" 74, No puede existir ninguna duda de que el tÎtulo de profeta se remonta al mismo Jesus histôrico, pues fue considera do y Hamado profeta por el pueblo 75, por los fariseos 76 y por los mismos discfpulos 77, Bultmann, tan exigente a la hora de pronunciarse sobre nuestros conocimientos acerca deI Jesus prepascual, no duda en afirmar que Jesus se considerô a si mismo como profeta escatolôgico 78, Después de pascua los dis-cfpulos comprendieron que el titulo de profeta no trasmitia fiel-mente el rico contenido encerrado en el misterio de Jesus de Nazaret, y por eso se fue olvidando poco a poco 79, Sin embar-go, este titulo, a nuestro juicio, es el primero que nos propor-ciona un acceso a su interioridad 80; a través de él quizas poda-mos saber algo de 10 que pasaba en el "corazôn de Jesus" 81,

    Ante todo, un profeta en Israel se consideraba a si mismo como la voz de Dios que se hacfa presente en un momento de-terminado y en unas circunstancias en que era necesario detec-tar los signos de los tiempos, A través de un llamamiento espe-cial por parte de Dios se le encomendaba al profeta una misiôn casi siempre ardu a y dificil 82, El profeta, por su parte, se sentia como envuelto par el Espiritu, que le guiaba y le conducfa por caminos insôlitos; este Espiritu, le proporcionaba un conocimien-to existencial de Yahvé, El profeta es un ser misterioso que se siente zarandeado por el soplo de Yahvé, que k mueve a des-cubrir los signos de los tiempos, Entre los rasgos mas caracte-risticos de su misiôn se encuentran los de exhortar y consolar 83,

    74 Le diee la mujer: «Senor, veo que eres un profeta» (Jn 4, 19). Notese la union deI doble tltulo «Senor» y «profeta».

    75 Cfr. Mc 6, 15; 8, 28; Mt 21, 11-46; Le 7, 16; Jn 4, 19; 6, 14; 7, 40-52; 9, 17; etc. 76 Cfr. Me 8, 11; Le 7, 39. 77Cfr. Le 14, 19. 78 Das Verhliltnis der Urchristlichen Botschaft zum historischen Jesus, Uni-

    versitatsverlag, Heidelberg, 1960, p. 16. 79 Cfr. J. R. GUERRERO, 0, c., p. 126. 80 Cfr. C. DUQuoc, Jesus hombre libre, Salamanea, Sigueme, 1975, p. 45. 81 En contra dei pesimismo bultmaniano, refiejado en aquella Irase estereotipada:

    «I.Qué hubo en el eoraz6n de Jesûs?, no 10 sé ni qUiero saberlo» (Zur Frage der Christologie, en Glauben und Verstehen, l, Tübingen, 1954, P. 101.

    82 Cfr. X. LE6N-DuFOUR, Vocabulario de teologîa bîblica, Bareelona, Herder, 1967, pp. 642-643.

    83 Cfr. X. LÉoN-DuFOUR, O. c., pp. 640-648.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 113

    Sabemos que en la época en que bizo su apariciôn Jesus, los judios estaban convencidos de que la profecia habia cesado 84. Por eso Juan Bautista fue saludado con alborozo por el pueblo, al ver en él una restauraciôn de la época profética. El momento de la apariciôn de Jesus es denominado con acierto por Joachim Jeremias "el retorno deI espiritu extinguido" 85.

    El Ilamamiento de Jesus a la profecia tuvo lugar, sin duda alguna, con ocasiôn de su bautismo en el Jordan. El bautismo de Jesus es un hecho que pertenece al Jesus histôrico; no es una creaciôn de la comunidad, aunque la narraciôn actual esté en-vuelta en perspectivas pascuales 86. Todos los elementos utiliza-dos por los evangelistas para narrar este acontecimiento nos in-dican que alli tuvo lugar una teofania y una entrega dei espiri-tu; es el momento de la vocacÎôn de Jesus al apostolado. A tra-vés de estas narraciones puede descubrirse la profunda experien-cia que tuvo lugar en el alma de Jesus fjf. Jesus se siente el en-viado de Dios, y totalmente penetrado por el Espiritu. En ese momento comienza a ser consciente de que la "historia salutis" reposa por entero en él, pues Dios se hace presente totalitaria-mente en su persona; su camino, a partir de este momento, esta claro. Jesus se siente tan penetrado por el Espiritu que esta convencido de que ya no puede haber otro profeta, porque la pro-fecia por entero reposa en él. El cielo se ha abierto -se ha rasgado dira alg6n evangelista- y la revelaciôn de Dios se ha depositado sobre Jesus 88.

    A partir de este momento, como constatan los evangelistas, Jesus comenzô a anunciar la inminencia deI Reino de Dios. Je-sus siente en el fondo de SI mismo algo inaudito: con él ha co-menzado el nuevo eôn; Dios se revela como prôximo, benigno y accesible. Nos es licito por consiguiente pensar que des de en-tonces Jesus se sintiô iluminado por el carisma profético; su en-sefianza se fundara en una autoridad superior a la de los letra-dos de Israel 89, se considera superior a la misma Ley, y a Moi-

    84 Cfr. J. JEREMIAS, Teologia dei Nuevo Testamento, o. c., p. 102. El autor eseri· be estas terribles palabras: «segtln la eonvieei6n de la slnagoga, el Espfritu se habla extinguldo».

    85 lb., p. 96. 86 Cfr. W. TRILLING, Jesus y los problemas de su historicidad, o. C., pp. 58·59. 87 Cfr. J. JEREMIAS, O. C., p. 73. 88 La palabra «rasgar» (sjisoménous) es de Marcos, IIgeramente suavizada por

    Mateo y Lucas. 89 Cfr. O. GONZALEZ, Jesus de Nazaret, o. c., pp. 104·110.

    8

  • 114 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    sés; se siente ungido 90. Su palabra suena a nueva en aquel Israel que era maestro en el escuchar.

    J esûs supero a todos los profetas de Israel en el carisma de la exhortacion. Su palabra llegaba a 10 mas recondito de la con-ciencia de los hombres; solo pide una cosa: la conversion y la crucifixion de todo 10 viejo que existe en el hombre. Parece como si sintiera la inminencia deI tiempo; son los ûltimos mo-mentos de la paciencia de Dios, que ahora se muestra benigno. Aûn queda un espacio de tiempo para una decision personal, y es necesario aprovecharlo. En otras ocasiones Jesûs nos dira que el reino ha comenzado ya a manifestarse, que ya se halla entre nosotros 91; e incluso le llegara a presentar como des arro-llandose con lentitud 92.

    Pero cuando Jesûs aparece mas claramente como un profe-ta especial es cuando habla al corazon humano y cuando consue-la. Es élla consolacion de Israel 93. Jesûs es un verdadero maes-troen el arte de consolar; sus milagros se inscriben en la llnea de la benignidad de Dios. El juicio de Dios sobre este mundo aparece en los gestos de Jesûs como misericordia. Contemplando estas actitudes de Cristo, mas tarde Pablo cantani agradecido: "Mas cuando se manifesto la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres, él nos salvo, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino segûn su misericordia" 94. y su palabra de consolacion no es menos vigorosa. Todo su men-saje queda encerrado en las bienaventuranzas, que van dirigidas a los hombres que son desventurados segûn la ética de este mun-do. J esûs es consciente de que con él esta comenzando una nueva época de gracia, donde el dolor y la muerte comienzan a ser vencidos 95.

    JESUS, EL MESIAS

    ;, Tuvo J esûs conciencia de ser el Meslas predicado por las Escrituras? Hasta hace bien poco era corriente entre los exége-tas aceptar la tesis de Marcos segûn la cual Jesûs nunca se pro-

    90 Cfr. Mt 5, 22. 28. 34. 39. 44; 12, 8; Jn 7, 23; Le 4, 18. 9! Cfr. Mt 18, 28; Le 17, 20 s. 9Z Cfr. Mt 4, 26-29. 93 Cfr. Le 2, 25. 94 T 3, 4-5. 95 En el Apoealipsis se ponen en boea de Cristo estas palabras: «Mira que bago

    un mundo nuevo» (21, 5).

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 115

    c1amo abiertamente mesias; solo 10 revelo a sus intimos, prohi-biéndoles, a su vez, que 10 comunicaran al puebla 96. Esta teorîa pretenderia explicar un hecho: Jesus se sabia Mesias, se 10 ha-bia comunicado a .los discîpulos mas intimos, y los mismos de-monios le proc1amaban coma tal, pero él jamas se presento en publico con este tîtulo. Modernamente muchos autores piensan que eillamado "secreto mesiânico" es una tesis de Marcos orien-tada a dar respuesta a los interrogantes de los primeros cristia-nos que se sentian perplejos ante el silencio de Jesus a este res-pecto 97. En efecto, eran muchos los motivos que aconsejaban a Jesus que no asumiera este utulo. Seglin algunos autores al me-nos existen tres caracteristicas bastante divergentes en la teolo-gia deI A.T. sobre el Mesias 98. En primer lugar tendrîamos el mesianismo davidico, que estaria orientado hacia la espera de un mesias de tipo politico. Una segunda linea la podriamos en-contrar en los cantos deI Siervo de Yahvé, que apuntaria a un Mesias sufriente 99; en este casa nos encontrariamos ante una concepcion puramente espiritual deI mesianismo. Y una tercera linea puede detectarse en el llamado mesianismo celeste-escato-logico personificado en el famoso "Hijo deI hombre" deI pro~ feta Daniel.

    Por la época de Cristo las ideas sobre el Mesias eran muy contrastantes, prevaleciendo, seglin parece, la de que el Mesias liberaria al pueblo de la opresion polîtica por medio de una in-tervencion grandiosa y extraordinaria de Dios 100. Por eso muchos autores creen poder afirmar con toda seguridad que en la época de Cristo la idea de un Mesias doliente era algo inaudito.

    La literatura neotestamentaria proclamara a Jesus Mesias en la lînea deI Siervo de Yahvé -linea kenotica-, y en la linea del Hijo deI Hombre de Daniel -linea transcendente- 101. Si 10-gramos hacer ver que Jesus se considero el Siervo de Yahvé y el "Hijo deI Hombre", dariamos crédito a la afirmacion de Mar-

    96 Mc, l, 34. 44; 3, 12; 5, 43; 7, 36; 8, 26-30; 9, 9. 97 Cfr. W. WREDE, Das Messiasgeheimnis in den Evangelien (Gotingen 1901); otros

    piensan que se trata de un artlficio Iiterario (EbeIing), 0 de un modo de justificar el caracter humilde de la vida de J estis.

    98 Cfr. M. GARCfA CORDERO, Teologfa de la Biblia, Madrid, BAC, 1970, vol. !, pp. 535-557.

    99 Muchos niegan que los judfos atribuyeran a su Mesfas rasgos dolorosos. 100 Cfr. M. GARCfA CORDERO, O. c., p. 554. 101 Esta es la opfni6n de O. Cullmann en su cristologla neotestamentaria (Chris-

    tologie des Neuen Testamentes, Tübingen, 1966, p. 164.

  • 116 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    cos seglin la cual Jesus tuvo conciencia mesiânica, pero coma su mesianismo era contrario a las ideas mesiânicas ambientales se vio imposibilitado d~ proclamarse como tal 102•

    'a. Jesûs, siervo

    Autores de la competencia de J. Jeremîas, que han estudiado detenidamente las divers as tradiciones neotestamentarias teologi-ca y filologicamente, piensan que Jesus leyo su Inision profética en la lînea deI siervo de Yahvé deI profeta Isaîas 103. Por tanto, Jesus habria considerado su final como un sacrificio 0 muerte expiatoria 104. Muchos son los argumentos que pueden aducirse para confirmar esta tesis de JereInias. Entre e1los se encontra-rian los siguientes: el hecho de que Jesus se habia considerado profeta, y la suerte de los profetas a tenor de la experiencia bî-blica terIninaba siempre con la muerte violenta; la postura adop-tada por Jesus frente al Templo y frente a la Ley estaban po-niendo en serio peligro su vida; y el hecho de considerarse a sî Inismo coma "10 definitivo", el ultimo profeta. Todos estos ele-mentos nos hacen suponer que Jesus encontro respuesta a los enigmas que brotaban de su espîritu en la contemplacion de los sufriInientos deI Siervo de Isaîas. Isaîas le ofrecîa la clave para aproximarse a su Inisterio.

    Desde el bautismo, Jesus comprendio su Inision profética en esta perspectiva isaiana 105. Las tentaciones solo pueden enten-derse si se las situa en esta ambientacion; Jesus rechaza en eHas la idea de un mesianismo de tipo triunfalista, al modo coma era entendido por la mas a y por los dirigentes de Israel 106. El me-sianismo doliente seria una de tantas novedades introducidas por Jesus. Su predileccion por los pequefios, los humildes y los po-bres deI Reino -que son ideas originales de Jesus y no crea-ciones pospascuales de la comunidad priInitiva-, nos indican que él entendio su mesianismo dentro deI âmbito de la profecîa

    102 Quizas por eso Jesus hacfa sus milagros como a la fuerza, temiendo que las gentes no entendieran la naturaleza de su misi6n.

    103 Cfr. Teologla deI Nuevo Testamento, o. c., PP. 334, 34·346. 104 No pocos cat6licos ponen hoy esto en duda; Cfr. K. RAHNER-W. THÜSING,

    O. c., p. 33. 105 Cfr. J. 1. GONZALEZ FAUS, La Teologla de cada dia, Salamanca, Sfgueme, 1976.

    pp. 27-29. 106 Cfr. La Teologla de cada dIa, o. C., pp. 27-61.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 117

    de Isaias. lNo se debera principalmente a este hecho el que los disdpulos no comprendieran el comportamiento de J esûs? El me-sianismo de J esûs despist6 a Israel como no pocas veces ha des-pistado a muchos cristianos. Como J esûs todo creyente se en-cuentra en su vida con la tentaci6n que le intenta desviar deI camino de la cruz. El Mesias siervo nos enseiia que Dios se ma-nifiesta ,en el oprobio y la muerte, y que 10 grande a los ojos de los hombres es abominable a los de Dios 107. La kénosis de J esûs fue una de sus experiencias religiosas mas vivas; de alguna ma-nera ésta orient6 todo su pensamiento sobre Dios.

    b. El Hijo dei Hombre

    El tema deI "Hijo deI hombre" es unD de los aspectos bi-blicos que mas literatura ha producido en estos ûltimos aiios. Como confiesa unD de los te610gos de nuestros dias, las publica-ciones sobre él se han multiplicado tanto que son imposibles de abarcar incluso por los exégetas lOS. Entre los intérpretes se dan dis tintas posturas al respecto. Estas van desde los que afirman que Cristo habl6 deI "hijo deI hombre" en tercera persona, y, por consiguiente, se refiri6 a un personaje distinto de é1 mis-mo 109, hasta los que afirman que la frase es simplemente un ara-me1smo que quiere sencillamente significar al ser humano en ge-neral, 0 referirse a la primera persona; es decir, "yo" 110. Autores de reconocida solvencia han demostrado que estas interpretacio-nes son inadmisibles en el caso que nos ocupa 111. En algunos casos estas posturas vienen producidas en fuerza de postulados dogmaticos, como puede fâcilmente apreciarse en el caso de Bultmann.

    Lo primero que conviene tener presente al analizar el titulo deI "hijo deI hombre" es que ûnicamente aparece en labios de Jesus, y que a medida que el tiempo ha ido pasando, el N.T. 10 ha ido, a su vez, desplazando por otros titulos cristol6gicos.

    107 Le 16, 15. 108 Cfr. J. 1. GoNZALEZ FAUS, La Humanldad nueva, o. C., p. 266 • 109 Asi piensan Bultmann, Hahn, Marxsen y Todt. uo Esta es la interpretaci6n que hace la asi Hamada «Nueva Biblia Espaflola»

    (Madrid, Crlstiandad), tan desafortunada desde el punto de vista exegético, como afortunada desde el punto de vista literario.

    lU Escribe Jeremias: «El hijo dei hombre», es el unico titulo utilizado por Jesus para designarse a si mismo» (o. c., p. 300; Cfr. pp. 300·320).

  • 118 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    Ademas, este tîtulo no figura en las confesiones de fe de la co-munidad. Por otra parte, no es admisible exegéticamente hablan-do que Jesus 10 refiera a otra persona distinta de él. Ya hemos dicho que Jesus se considero a si mismo como fenomeno esca-tologico -en palabras deI mismo Bultmann-, 10 que quiere decir que Jesus pensaba que la llegada deI reino tenia lugar con su misma persona. Si Jesus al hablar deI "hijo deI hombre" pen-saba en otro personaje distinto de si mismo, querrîa decir que él no tendrîa conciencia de su dimension escatologica, ya que en la mente de todos estaba que el "hijo del hombre" vendrîa al final de los tiempos.

    En labios de Jesus la palabra "hijo deI hombre" tiene un significado ambiguo. Por una parte significaba transcendencia, po-derîo, en la lînea del profeta Daniel, y por otra, equivale a ser humano, hombre 112. Esta ambigüedad deI término iba muy de acuerdo con el estilo de Jesus, que gustaba utilizaren su predi-cacion términos ambivalentes 113. Ademas, este vocablo ocultaba a sus oyen tes los aspectos polîticos que pudieran ha1larse en el término "Mesias".

    Si Jesus hubiera leido solamente su vida en la lînea deI Sier-vo de Yahvé, hubiera supravalorado el dolor y la muerte; este aspecto fue corregido por el mismo Jesus al comprender su vida, también en la perspectiva deI "hijo del hombre", que bajo algu-nos aspectos coincide con la deI siervo, pero que bajo otros, vie-ne a ser su polo opuesto. Estos dos titulos nos definen y dan a conocer la esencia de Jesus: un hombre transcendente; asi como las facetas mas significativas de su vida: muerte (Siervo), resu-rreccion (Hijo deI hombre).

    JESÛS, EL Huo DE Dws

    También parece cierto que Jesus no se denomino a si mismo con el titulo de "hijo de Dios" 114. Hijo de Dios en la época de Jesus y en general en el A. T., no tenia el mismo significado que

    112 El tftulo también es ambiguo porque en la época de Jesus recibfa numerosas interpretaciones.

    ll3 Cfr. Jeremias, o. c., p. 45. 114 Cfr. C. DUQuoc, Jesus hombre libre, o. c., p. 57.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 119

    posteriormente le daria el cristianismo 115. Es mas, los mismos autores neotestamentarios aplican a Jesus este titulo desde dis-tintas vertientes. Asi le denominan "hijo de Dios" en su resurrec-ci6n de entre los muertos 116, 0 en el bautismo ouando es llamado asi por el mismo Padre 117, 0 en la transfiguraci6n 118; Juan y Pa-blo le daran este titulo al hablarnos de su preexistencia, y Mateo y Lucas se 10 aplicaran al narrar su concepci6n virginal. La co-munidad de vida y de sentimientos entre él y Dios se ha refle-jado en su existencia terrena de multiples formas. La reflexi6n neotestamentaria emprendida a partir de la resurrecci6n com-prendi6 esta unidad de vida y termin6 confesando no ya s6lo que Jesus es hijo de Dios, titulo que en aquella época era am-biguo, sino que Jesus es Dios.

    Esta confesi6n pospascual supone, sin duda, que ya el Jesus hist6rico expres6 de alguna manera -no s6lo con su palabra, sino también con sus actitudes mas caracteristicas- que su in-timidad con Dios era tan intensa que el ûtulo de "Hijo" enten-dido no s6lo en sentido psico16gico, sino también onto16gico, era el mas adecuado para expresarla. Dos hechos revelan, a nuestro juicio, esta conciencia de intimidad entre Jesus y Dios: la ora-ci6n y su actitud frente a la Ley.

    a. La oraci6n de Jesus

    Jesus, coma dice muy bien O. Gonzâ1ez, no ha definido a Dios, sino que 10 ha invocado 119; y 10 ha hecho con un término que era inusitado en la oraciôn judia de su tiempo; 10 ha lla-mado papa (Abba). Se supone que esta palabra es auténtica y salida de los mismlsimos labios de Jesus 120. Aunque no 10 fuera, ella traduce la actitud ordinaria de Jesus manifestada a 10 largo de los evangelios. La conciencia de Jesus se hallaba inmersa en la confianza en Dios. Jesus percibia que el Dios de los pro-fetas y de los Padres leenvolvia y le penetraba, le dirigia cons-tantemente, y le obligaba a referirse continuamente a él. De los

    115 En el mundo judio recibian este titulo diversos personajes; cfr. J. R. GUERRE· RO, El otro Jesus, o. c., pp. 262·280; también para todo este tema X. PIKAZA, Los origenes de Jesus, o. c.

    116 Cfr. Rm 1, 36; W. PANNENBERG, Fundamentos de cristologia, o. c., pp. 107·170. 117 Cfr. Mc l, 11; Mt 3, 17; Le 3, 22. 118 Cfr. Mc 9, 2·8; Mt 17, 1·8; Le 9, 28·36; la hlstoricidad de este hecho es muy

    discutida por los exegetas. 119 Jesus de Nazaret, o. C., p. 97. 120 Cfr. J. Jeremias, o. c. pp. 80·88.

  • 120 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    evangelios se puede deducir que Jesus se comprendia a si mismo como un ser radicalmente orientado y dirigido a Dios. Su exis-tencia no tenia razôn de ser en si misma; su razôn de existir era Dios, entendido como Padre que se proyectaba vitalmente sobre él. Jesus no sabia definir a Dios, si no 10 hacfa mirândose a si mismo. Esta unidad intima -psicolôgica y onto16gica-, 10 sabia muy bien Jesus, excedia en gran medida a la que habia existido entre los profetas, los grandes de Israel y Yahvé.

    Jesus al experimentar al Padre a niveles existenciales tan profundos, observa la creaciôn entera envuelta en la benevolen-cia divina 121. Y desde esta percepci6n vital se atreve a revelar a los hombres los sentimientos de su Dios; él conoce a Dios In-timamente, percibe que su voluntad estâ estrechamente unida a la suya, y se considera a si mismo como su expresi6n mâs vi-gorosa; por eso, s'e siente como 10 definitivo de Dios, la ultima y mâs clara palabra dirigida por éste a los hombres 122. Por eso, podemos afirmar que el titulo "Hijo" resume toda la experien-cia religiosa de Jesus.

    Aqui radica su ekxousia, ese hablar con autoridad, que J. Jeremias ha definido como la conciencia de majestad de Je-sus 123. Esta conciencia de majestad aparece de una forma espe-cial en sus relaciones con la Ley.

    b. Jesus y la Ley

    Lo que mâs llam6 la atenciôn a los oyentes de Jesus cuando le oyeron predicar, es que no 10 hacfa como los rabinos y maes-tros de Israel. Los rabinos venian a ser coma nuestros moralis-tas; limitaban su predicaciôn a interpretar las leyes existentes. Pero Jesus no procedia de esta manera. Lejos de dirigir su pre-dicaciôn a interpretar la Ley, se ponia por encima de ella, cons-tituyéndose a si mismo en ley 124. Escribe a este propôsito J. Je-remias: "Aquel que pronuncia el égà dè légo ymîn de las anti-tesis, no sôlo reclama para si el derecho de ser el intérprete legi-

    121 Cfr. el profundo analisis teol6gico-espiritual que bace deI «Abba» O. GON-zALEZ, en Jesus de Nazaret, o. C., pp. 96-104.

    122 Juan sera quien mejor refleje esta actitud revelatoria de Jesus; le llegara a describir como el «Hijo que esta siempre mirando bacia el Padre» (1, 18); as! parece debe traducirse este vers!culo; cfr. 1. DE LA POTIERIE, L'emploi dynamique d'els dans Saint Jean et ses incidences théologiques, en Biblica 43 (1962) pp. 336-387.

    123 Cfr. Teologla dei Nuevo Testamento, o. C., p. 291. 124 Cfr. DUQuoc, Jesus hombre libre, o. c., pp. 67-76.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 121

    timo de la Toni (coma el maestro de justicia), sino que posee la audacia sin precedentes, la audacia revolucionaria de ponerse frente a la Torâ. El viene para llevarla a su plenitud (Mt 5, 17)" 125. Jesûs no solo se considera superior a la Ley, sino que como acabamos de decir se constituye él mismo en Ley. La Ley para la teologîa rabîniea era la palabra de Dias, pero para J esûs era una Ley ya caduca, vieja (se dijo a los antiguos), él serâ la Ley nueva, que rejuvenecerâ la Ley deI AT. (pero yo os digo) 126. J esûs al hacer esta afirmacion tan sorprendente se siente con una conciencia que desborda el concepto de la conciencia profética. Pero el hecho es aûn mâs sorprendente y la novedad de J esûs aparece aûn mâs clarathente resaltada, si tenemos presente que Jesûs no substituye la moral antigua por otra moral; Jesûs no es un moralista que ensefia una moral nueva; él emplaza a los hombres a la acogida de la gracia, que comienza a dibujarse en su propia persona. Se siente investido de una autoridad tan grande que no duda en considerar anticuadas las prescripciones santlsimas de la Ley de Moisés. Y si esa Ley todavîa conserva algûn sentido se debe a que estâ orienta da hacia él. De esta for-ma, Jesûs se constituye en el centro de la Ley. Por eso con ra-zan exclamaban sus oyentes: "(,Qué es esta? jUna doctrina nue-va, expuesta con autoridad!" 127. Sentirse superior a la Ley quizâs sea uno de los datos mâs constatables de la conciencia de J esûs. Esta superioridad, que sin duda, se remonta al J esûs historieo, proviene de su conciencia de inmediatez con Dios. La conciencia de majestad tan caracterîstica de Jesûs, nace de su conciencia de intimidad transcendental con Dios 128. Por eso, Jesûs podîa afir-mar que todo el AT. se hallaba abocado hacia él 129• De esta forma, el AT. solo tiene signifieado desde Jesûs, pues él es el fundamento donde se apoya la nueva revelacion de Dios. Esta autoridad que brota desde 10 mâs profundo deI yo de Jesûs, le hizo incluso considerarse superior al mismo Templo 130.

    125 Teologia deI Nuevo Testamento, o. C., p. 294. 126 Véanse las seis antitesis en Mt 5, 21-48; la totalidad de los autores estan de

    acuerdo en que la primera, la segunda ,y la cuarta, pertenecen al Jesus hist6rico; no pocos autores admiten que todas ellas se remontan a Jesus.

    127 Mc l, 27; Cfr. L. BOFF, Jésus Christ libérateur, Paris, Cerf, 1974, pp_ 71-86. 128 La apertura transcendental dei hombre sera 1 idea base que sustente toda la

    elaboraci6n de la Cristologfa de Rahner. 129 Este es el sentido de la afirmaci6n de Juan 5, 46. 130 Cfr. Mc 14, 58, p; Jn 2, 19.

  • 122 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    JESUS RESUCITADO

    Si es dificil acercarse al J esûs hist6rico y adivinar algunos de sus rasgos, la empresa se convierte practicamente en imposible, si intentamos aproximarnos al Jesûs de la resurrecci6n. Por en-cima de todas las interpretaciones posibles hay algo que en pas-cua parece medular: Jesus vive y se ha dejado ver 131. Este es, sin duda, el mensaje mas central de la maîiana de la resurrec-ci6n. Los discipulos se dan cuenta de que el Espiritu de Dios se ha lanzado sobre ellos como 10 hizo sobre los antiguos pro-fetas y los ha desvelado el misterio de Jesûs 132. Es posible una cierta aproximaci6n a la fenomenologia religiosa de pascua por 10 que respecta a los discipulos, pero "se puede saber algo de 10 que aconteci6 ese dia en el coraz6n de Jesûs?; "c6mo era la con-ciencia religiosa de Jesûs resucitado? Quizas hubiera que trasla-dar a este momento muchos de los datos que la antigua cristo-logia atribuia al Jesûs hist6rico 133. El dia de pascua Jesûs entr6 en la vida nueva que él con tanto énfasis habia predicado, y que ya en su existencia hist6rica habia dado comienzo. Se puede afirmar con absoluta certeza que s610 en pascua el hombre-J esûs percibi6 c1aramente el hondo misterio que se hallaba encerrado en él. Rasta ese venturoso dia no lleg6 a comprender que esa inc1inaci6n tan honda que anidaba en su ser y que le obligaba a llamar a Dios Padre, se debia al hecho de que se hallaba indi-solublemente unido al Verbo 134; él era verdaderamente el Rijo de Dios engendrado en la eternidad, su figura y su expresi6n existencial. En pascua, J esûs se comprendi6 a si mismo. La raiz de este desvelamiento de su persona, se debi6 a que con la re-surrecci6n entr6 en el misterio de Dios. Mediante la visi6n bea-tifica comprendi6 como hombre que su naturaleza se halla inti-mamente unida al Verbo, formando un todo indivisible con él.

    En la mafiana de pascua la comunidad de los discipulos com-

    131 Cfr. X. LÉON·DuFOUR, Resurrecci6n de Jesus y mensaje pascual, Salamanca, S!gueme, 1973.

    132 Sabido es que la distinci6n que hace Lucas entre resurrecci6n y pentecostés es considerada por muchos exegetas como un género Iiterario; Pascua y Pentecostés son una misma realidad.

    133 Es 10 que ha hecho también de una forma no disimulada el autor deI cuarto Evangelio.

    134 La muerte es una realidad que todo hombre tiene que asumir para Hegar a autocomprenderse; también en esto Jesus se hizo seme jante a nosotros.

  • LOS SENTIMIENTOS DE JESUS DE NAZARET 123

    prendio también que en Dios existîan divers as personas 135. El fin deI viejo eon habîa Ilegado; comenzaba la nueva creacion. El hombre, finalmente encontraba la ruta de su destino, que se revelaba en las actitudes deI Jesus historico, contemplado ahora desde las perspectivas de pascua.

    JESÛS COMO MISTERIO REVELADOR

    El Jesus que nos ofrece la nueva cristologîa dista conside-rablemente de aqud que nos presentaba la cristalogia clâsica. Para esta ultima, Jesus habîa proclamado el misterio de su per-sona mediante los titulos que aparecen en el N.T., que se halla-ban ya profetizados en el A. Independientemente deI problema que plante an en el N.T. estos titulos desde un simple anâlisis literario, si Cristo los hubiera aceptado sin mâs, ~donde se ha-llarîa la absoiuta novedad del Evangelio? Por otra parte, si hu-biera aceptado dichas denominaciones, su revelacion hubiera sido ambigua, ya que él los entenma de una forma diferente a como 10 pudieran hacer sus oyentes 136. La gloria deI "Hijo del hom-bre" no se compaginaba fâcilmente con las humillaciones del Siervo; se sentîa profeta, pero no como el que trasmite una pa-labra, sino que se percibîa como esa misma palabra. Su mesia-nismo, aunque tenia dimensiones politicas, éstas no eran las que podian imaginarse sus oyenres. En fin, ningUn tîtulo separada-mente considerado, ni todos en comun, eran capaces de transmitir la rica personalidad de Jesus. Jesus, posiblemente, solo se llamo a sî mismo "Hijo deI Hombre", término un poco ambiguo, y exen-to de todo matiz politico; leyo su vida en la linea deI Siervo de Yahvé, y se comprendio y sintio como penetrado totalmente por Dios, al que invoco con el nombre de "Padre"; pero con toda seguridad no se llamo a si mismo "Hijo de Dios".

    En la conciencia de Jesus como en la de todo hombre se daban diversos niveles de percepcion. Jesus se sabia profeta, se comprendia como superior a los demas hombres, a la Ley y al Templo, al mismo tiempo que se experimentaba hombre. Esto tuvo que suponer para él una profunda crisis de identidad: 6Un

    135 Cfr. W. PANNENBERG, Fundamentos de Cristologia, o. c., p. 415. 136 Hoy, la mayoria de los exegetas duda seriamente que Cristo se nombral'a a

    si mismo con estos tftulos, si exceptuamos el de «hijo deI hombre», que seglin algunos pertenece a la historia de Jesus.

  • 124 SECUNDINO CASTRO SANCHEZ

    hombre superior al Templo y a la Ley? Se percibia la palabra definitiva de Dios a los hombres, y coma siervo llevado a la muette; lc6mo compaginar estos antagonismos? Estaba plena-mente convencido de que su causa tenninaria coma la de todos los profetas, con una muerte violenta, pero al Inismo tiempo esta-ba persuadido de que Dios le concederia un final glorioso. lC6-mo?, 10 ignoraba. La resurrecci6n fue para él coma para todos sus disdpulos una maravillosa sorpresa 137.

    Contemplado J esûs de esta manera, dice algo al hombre. En él se ha revelado el misterio que todos llevamos dentro, él da respuesta a todas nuestras dudas, Iniedos y tentaciones. Contem-plando su figura, y adentrândonos en los sentiInientos de su co-razan, dan ganas de vivir, aunque unD se sienta despreciado, humillado, pobre y enfermo. Jesûs es la raa de nuestro opti-Inismo. Con él, el existir humano, es un orgullo. Después de que él gust6 hasta 10 mâs hondo nuestra angustiosaexistencia, pode-mos proclamar con jûbilo que el hombre no es una pasi6n inutil 138•

    137 El giro «pero a los tres dias resucitard», es una aflrmaci6n «post eventum». Sobre su significado, y su posible conexi6n con el Jesus hist6rico, cfr. J. JEREMiAS, Teologia dei Nuevo Testamento, O. C., pp. 330·331.

    138 AI concluir este estudio sobre la experiencia religiosa de Jesus, queremos ofrecer a nuestros lectores una brevisima bibliograffa, que consideramos elemental para la comprensi6n dei mismo. Primeramente, presentamos dos boletines sobre cristologia donde podran verse las distintas pUblicaciones de estos ultimos afios; J. ESPEJA, Nuevos caminos para una cristologia, en Ciencia tomista, 67 (1976) pp. 91·121 (este boletin s610 se reflere a aquellos libros publicados en espafiol, ya originales ya traducciones); J. !. GONZALEZ FAUS, Ultimas cristologias, en Actualidad btbliogrdjica, 13 (1976), pp. 255·377 (Amplio estudio sobre las cristologias mas im· portantes de nuestros dias); C. DUQuoc, Cristologia. Ensayo dogmdtico sobre Jesus de Nazaret, Salamanca, Slgueme, 1974, 2.- ed.; O. GONzALEZ DE CARDEnAL, Jesus de Nazaret. Aproximaci6n a la cristologia, Madrid, BAC, 1975; J. 1. GONzALEZ FAUS, La Humanidad Nueva. Ensayo de cristologia, 2 vois., Santander, Sai Terrae, 1975, 2.- ed.; J. JEREMIAS, Teologia dei Nuevo Testamento, vol. !, Salamanca, Sigueme, 1974, 2.- ed.: X. PlKAZA, Los Origenes de Jesus. Ensayo de cristologia biblica, Sala· manca, Sigueme, 1976.