Los Plateados de Tierra Caliente - Pablo Robles

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Libro ficitico sobre periodo de los bandidos en mexico.

Citation preview

  • Los Plateados de Tierra Caliente narra un episodioque se ubica a la vez en la periferia de la llamadaGuerra de Reforma y en el centro del desarreglosocial y poltico que vive el territorio mexicanodesde principios del siglo XIX. Desde el ttulo ya seanticipa el papel que desempea en la trama deesta novela la singular partida de Los Plateados la cual tuvo como centro de operacin el estado deMorelos, mas no as su imbricacin con la agendade los liberales mexicanos hacia el final de los1850. Historia novelada o novela documental, LosPlateados de Tierra Caliente es tambin un relatode campo y de ciudad en cuyo derrotero asoma lasingularidad del tiempo mexicano en uno de losmomentos ms conflictivos y paradigmticos.

    Pablo Robles es autor del que todo est poraveriguarse. Emple el seudnimo dePerroblillos cuando en 1891 dio a la imprenta deFilomeno Mata la nica novela que se le conocehasta ahora, Los Plateados de Tierra Caliente.

  • Pablo Robles

    Los Plateados de Tierra Caliente

    ePub r1.0IbnKhaldun 17.02.15

  • Ttulo original: Los Plateados de Tierra CalientePablo Robles, 1891Diseo de cubierta: Albert MajoralImagen de cubierta: MNV-INAH

    Editor digital: IbnKhaldunePub base r1.2

  • Captulo I

    Fray Protasio y don Martn

    En uno de los frtiles vergeles de las esmaltadaspraderas que hacen tan bello y pintoresco el Plande las Amilpas, como a tres kilmetros de la ciudadde Cuautla Morelos, rumbo al sur, atravesando suhermossimo ro, se encuentra el ms rico de losingenios de azcar que lleva por nombre LaCandelaria.

    Propiedad de los reverendos padresdominicos en la poca en que comienza este relato,casi todos los dependientes de la finca eran fraileso por lo menos, con pretensiones de tales.

    Por ese motivo, con el carcter deguardamelado destino nfimo lleg al ingenioFray Narciso de la orden de Predicadores. Leacompaaba un individuo, que se deca suhermano, menor que l en aos; pero mayor enhipocresa y maldad. Don Protasio Rub se llamabaeste ltimo. Era un personaje de estatura vulgar, deaspecto ruin y sucio. Por lo regular se le encontrabaen la capilla de la hacienda; no por mucho amor aDios, sino para apoderarse de las pequeaslimosnas que los fieles depositaban en la alcanca.

    Entre el ingenio de Coahuixtla y Tepalzingo,casi sobre el camino, en una de las rancheras de lahacienda de Tenextepango, viva don MartnSedeo, el ganadero ms rico de aquel rumbo.

    Jantetelgo, pueblo de exuberante naturaleza, alnorte de Jonacatepec, fue su cuna. Perteneca aesa indmita raza, que no mezcl su sangre con lade los conquistadores; no obstante los trescientos

  • aos de dominacin. Trabajador, honrado,campechano, con la franqueza tan natural en elhombre de campo, y sobre todo, innata en los queviven en el floreciente estado de Morelos: no habaquien le igualara en colear, en el lazo y demstravesuras de nuestros rancheros, as tambin muypocos eran como l, para recibir a sus huspedescon tanta atencin y de tan buena voluntad.

    Don Martn aunque se haba nutrido, por decirloas, con las ideas de libertad inculcadas por el seorcura Matamoros a sus progenitores, y que llegaronhasta l, vivas, latentes, referidas por sus parientesprximos, con el entusiasmo propio de los quefueron principales actores de Jantetelco donde seiz tambin la bandera de independencia, tenasiempre algo de la educacin frailesca de aquellosdesgraciados tiempos.

    Los reverendos dominicos, como todo fielcristiano, gustaban de solazarse, aprovechando lamenor ocasin que se les presentaba, o ellosbuscaban. Por lo mismo cada ao el 2 de febrero, lahacienda de La Candelaria se vesta de gala. Secelebra la fiesta de La Patrona, y en el ao a quenos referimos, prometa ser magnfica, porque lazafra o sea molienda de caa, se presentabamuy buena.

    Los padrecitos se prepararon, procurando dara la fiesta todo el lucimiento posible en la funcin dela iglesia; pero an ms en las cacerolas y loshornos.

    Las invitaciones se prodigaron, prefiriendo alos buenos catlicos, de quienes se esperaba, conpuntualidad, un crecido diezmo para el sostn delculto; es decir, de sus paternidades.

    Siendo don Martn uno de esos buenoscatlicos, fue tambin de los primeros querecibieron la invitacin.

    Fray Narciso en muy poco tiempo haba sidoagraciado con mejor empleo, pues deguardamelado haba llegado a purgador (as lellaman en los ingenios de azcar a los tenedores delibros) por cuya razn el 2 de febrero le dieron

  • colocacin en la mesa en lugar distinguido, junto adon Martn Sedeo.

    El afable trato, su esmero en servir a sucompaero de mesa y sobre todo su carctersacerdotal, le granjearon las simpatas de Sedeo:tanto que al concluir la comida, poda decirse queeran ya dos buenos amigos.

    Fray Narciso agot cuantas palabras de cariotena en su repertorio, a fin de conseguir la amistadde don Martn, pues vea un buen filn que explotaren provecho de la santa hermandad y en el suyo,que era lo que ms le importaba.

    Hubirale seguido la pista, hasta captarse porentero de su confianza; pero su destino no le dejabamucho tiempo de que disponer y adems porqueunos das despus de que hicimos mencin, recibidon Martn carta de su hermana, que viva enMatamoros Izcar, solicitando su presencia, porencontrarse bastante enferma, y emprendi sumarcha acompaado de doa Juana su esposa,seora de grandes virtudes y digna de quien lahaba elegirlo por compaera.

    Doa Teresa, hermana de Sedeo, residenteen Matamoros, era viuda de un ingeniero mecnico,quien algunos aos antes haba llegado al ingeniode Santa Clara, a ejercer su profesin. En lospaseos que haca a Jantetelco, que estaba bastantecerca de Santa Clara, conoci a la expresadaseora, prendse de sus cualidades fsicas ymorales, y la solicit para esposa, accediendogustosos los padres de la pretensa, conocidatambin la honradez del pretendiente.

    Por algn tiempo vivieron los esposos en SantaClara, separndose de este punto dicho ingenierocon su esposa, para ir a prestar sus servicios alingenio de Coln, de donde fue solicitado. All lesorprendi la muerte, dejando sin amparo a doaTeresa su esposa y a su pequea y nica hija Sara,a quienes amaba con delirio.

    El propietario de Coln, espaol caritativo,concedi a la viuda una pensin, viviendo as conalguna comodidad, por lo que nunca se decidi a

  • abandonar Matamoros, donde se encontraban losrestos de su esposo. No quera separarse de ste,ni aun despus de muerto, pues no podaconsolarse de su desgracia.

    Las penas ms bien que la edad o el clima, producieron en doa Teresa una enfermedadque se hizo grave en el mes de marzo, enfermedadque la oblig a solicitar la presencia de su hermano,que ocurri presuroso a su llamado.

    Fray Narciso era uno de esos hombres, queaunque de oscuro nacimiento, tena un talentonatural, que se desarrollaba da a da, con el trato delos dems frailes. Al ocupar el puesto de purgadorsi se quiere de alguna importancia en la hacienda no descuid hacer obsequios agradables alProvincial de la orden: ste, que era de carcterobservador por temperamento y necesidad, muypronto comprendi lo que vala su cofrade y sepropuso aprovechar sus cualidades y talento suigeneris en beneficio de su convento. Tantas y tanbuenas maas se dio fray Narciso, que fuedesignado por el Provincial, para hacer laspredicaciones en Matamoros Izcar durante lacuaresma de ese ao.

    Un da, despus de la llegada del fraile a laciudad, acompaado como siempre de su hermanoProtasio que segn aseguraban las malaslenguas no exista entre ellos ms parentesco que elque existe entre el lobo y el coyote al decirdominus vobiscum durante la misa, vio entre losconcurrentes a don Martn Sedeo.

    Desde ese momento le vino la idea de hacerleuna visita, con el loable propsito de aligerarle losbolsillos.

    En una poblacin corta, no se hace muy difcilaveriguar el paradero de la persona que se solicita,de manera que despus de la misa y desayuno,sali fray Narciso en solicitud de su grande y buenamigo.

    La posicin social de don Martn, denunci alfraile, cul era el alojamiento de Sedeo. Por laeducacin civil y religiosa de ste, le fue muy fcil a

  • aqul, ser recibido en el acto que se anunci. DonMartn, al ver a fray Narciso, le prodig todas lasatenciones que deba a su antiguo conocido.Despus de una conversacin sin inters alguno, sedespidi el fraile y Sedeo se ofreci a susrdenes. Fray Narciso nicamente por el bien delalma de su amigo, pidi el precio de unas cuantasmisas y la direccin espiritual de la familia en lacuaresma que estaba corriendo.

    Don Martn accedi gustoso a cuanto se lepidi, reiterndole sus protestas de adhesin yrespeto.

    Para hacer ms edificantes las oraciones yllevaderas las penitencias impuestas por el nuevoconfesor, con el pretexto tambin de que el seorSedeo tuviese a su lado a una persona deconfianza que le ayudara en sus labores deescritorio, le incrust, por decirlo as, a su hermanoProtasio, como persona de confianza, sumiso,honrado e inteligente.

    La enfermedad de doa Teresa seguaavanzando; de manera que casi al concluir lacuaresma, falleci, dejando a su hija querida bajo laproteccin y amparo de su hermano, para que fueseconsiderada como hija, en la familia. Bien supo quecon nadie, poda quedar mejor que en la casa dedon Martn y bajo el cuidado y direccin de lavirtuosa doa Juana!

    Pasados los nueve das dispuso el seor Sedeoregresar a Jantetelco con su familia.

    Se hizo as, acompaados de Sara y delsecretario o tenedor de libros don Protasio Rub,quedando en Matamoros el reverendo fray Narciso.

    Don Martn tena un hijo varn que reciba enMxico una educacin esmerada, y Enrique, que asse llamaba el joven, bastante aprovechado, en elao a que nos referimos, concluy el tercero de susestudios escolares.

    Como de costumbre en las vacaciones de eseao, vino al rancho a estar en compaa de sus

  • padres dos meses, visitando de paso porJantetelco a una ta, hermana de su padre que vivaen aquella poblacin.

    No prolong muchos das la visita a su ta doaGertrudis, porque tena deseos de conocer a suprima, con tanta ms razn, por cuanto sus padresle haban escrito encomindole su belleza y buenandole. Aunque nia decan, es tan preciosaque cae en gracia su seriedad: tan hacendosa, quecasi nada se tiene que ordenar; pues procuratenerlo todo listo y arreglado, y si por desgraciaalguno de la familia o de la ranchera se enferma,va presurosa a la cabecera de la cama delpaciente, para asistirlo y cuidarlo.

    La llegada de Enrique al rancho, fue unacontecimiento bastante agradable para todos, y elestudiante qued muy complacido cuando conocila discrecin y cordura de Sara. Ella a su vez trat asu primo, con todas las atenciones de cario yternura, propias en una joven de su edad yeducacin.

    Era an bastante nia; pero no obstante, senotaban ya en ella, los rasgos caractersticos de lamujer hermosa.

    Con seguridad poda decirse que en todo elrumbo, nadie tena ojos ms expresivos como losde Sara. Al rer, se le formaban dos oyuelos en lasmejillas, que le hacan mucha gracia: las manoseran mrbidas, finsimas y pequeas. Todas estascualidades las realzaba su palabra fcil y simptica;as como su discrecin y cordura, con lo cual sabacaptarse la admiracin y cario de todos los que latrataban.

  • Captulo II

    Amores de ngel

    Fray Narciso, con la proteccin de su Provincial,lleg a Cuautla nombrado vicario del cura prrocode aquella localidad, por cuyo motivo, estandocerca de la residencia de don Martn, menude susvisitas, adquiriendo as mayor confianza. Sustrabajos se dirigan muy especialmente a inclinar elnimo de doa Juana a fin de que Sara se hiciesemonja. Pero sea que la nia no tuviese vocacin osea porque sus padres le tenan un cario inmensopara permitir que estuviese tan lejos, es el hechoque fray Narciso qued derrotado. No podan niSedeo, ni su esposa pasarse sin ella, su presenciales era ya tan necesaria que habiendo sido preciso,haca pocos das, trasladarse a Jantetelco, para quela nia cambiase de aires, por unas intermitentesque la atacaron, que prefirieron abandonar elrancho, antes que consentir que Sara marchasesola.

    Enrique durante las vacaciones, seguavisitando cada ao a su familia.

    Avanzando el tiempo se desarrollaba intelectualy fsicamente. Ya se retorca el bigote, fumaba puroe impona su voluntad en rueda de estudiantes. Lajoven se desarrollaba tambin a gran prisa y lahistoria de siempre; el trato continuo, la edad deEnrique y la hermosura de Sara, encendieron elfuego, apoderndose del corazn del joven colegial.Era seguro que al cario de hermano primero, debaforzosamente sustituir el ms ardiente amor. Ellapor su parte, sensible por naturaleza, tom gran

  • cario a su hermanito como ella le llamaba.Era el afecto de nia, tierno, apacible ydesinteresado, pero ni ella misma saba por qulloraba, siempre que Enrique tena que separarsepara volver al colegio.

    El joven despus, no slo vena al rancho apasar las vacaciones cada ao; sino queaprovechaba tambin los das de la semana mayor,que se cerraban las ctedras dejando el fausto yatractivos de la metrpoli. Prefera pasar esos dasal lado de sus padres, para estar ms cerca de suprimita a quien no apartaba un solo momento de supensamiento.

    En una de sus visitas a la familia, entre algunosobjetos que llev de regalo, dio a Sara un peridicoen el que se lean unas quintillas compuestas paraella. Aunque la joven ley repetidas veces lacomposicin, no poda comprender cunto era loque en aquellos versos se le quera decir. Losguard sin embargo muy bien en su ropero, paraseguirlos leyendo ms y ms.

    Para que la hijita, como la llamaban Sedeo ysu esposa, no se fastidiara tanto en el rancho, lallevaban con frecuencia a Jantetelco. Una de lastantas tardes, en esta poblacin, fue de visita a lacasa de una amiga de poca ms edad y que viva acorta distancia de ella. Estando ambas jvenes enla ventana, pas Enrique montado en un magnficocaballo. Como su tren era de lujo y saba manejarbien al fogoso corcel, como su porte era distinguidoy gracioso, se vea perfectamente.

    El estudiante se acerc a saludar a las jvenes.Una de ellas, la de la casa, Carolina, que as sellamaba, despus de un momento de conversacindijo:

    Me esperas Enrique? nada me dilato. Mehars ese favor?

    S, Carito contest Enrique, te esperartodo el tiempo que gustes.

    Carolina baj violentamente de la ventana, sedirigi al corredor de la casa, y de las macetas queall haba, eligi las ms exquisitas flores, haciendo

  • un ramillete que at con un listoncito azul, volvi yofrecindolo dice:

    Toma, Enrique; pero consrvalas, siquieraporque son mas.

    Sara se puso encendida, ni ella misma supopor qu, baj los ojos, se llev el pauelo a loslabios para ocultar su turbacin, y un pocorecuperada, casi al instante, alz la vista y dirigi aEnrique una mirada de infinita ternura pareciendodecirle ella: no tomes lo que te ofrecen,compadceme, tengo celos; pero el joven tanenamorado como galante, no poda cometer unafalta tan grave rehusando un presente amistoso y decario; sin embargo, era preciso salvar la situacindejando bien puesto el honor del pabellnestudiantil.

    Gracias, Carito dijo aceptando el ramo,pero me perdonars que lo regale a mi queridaprima. Mira, Sarita agreg dirigindose a la joven, este caballo es muy brioso e inquieto, temo queen uno de esos arranques se deshojen las flores;por lo mismo te suplico que t lo conserves. Ya queCarolina es tan bondadosa y me lo obsequia tan debuena voluntad, creo que no tendr a mal que te lod: verdad, Carolina?

    S, Enrique dijo sta, haces muy bien yte agradezco que as cuides mi regalo.

    La salida de Enrique, digna de un buen estudiante,hizo ver el cielo a Sara: un destello de satisfaccinbrill en sus hermosos ojos y apenas si pudoarticular una palabra de agradecimiento. Carolinaqued tambin contenta porque interpretfavorablemente la decisin de Enrique. Crey que alllegar ste a su casa reclamara el ramillete paraconservarlo.

    Al separarse Enrique de la ventana, fue elobjeto de la conversacin de las jvenes, provocadapor Carolina.

    Qu elegante es tu primo! dijo sta. Sivieras que cada da me desespero ms porque se

  • nos ha privado de la facultad de expresar nuestrossentimientos. Ah! sera muy feliz su pudiera decirleque lo quiero mucho.

    Pues bien, dselo replic Sara, ya vesque yo a presencia de todos se lo digo, y no tengopena por ello, antes bien me complazco.

    Sarita, no seas nia dijo Carolina, elcario que tengo a Enrique, es muy distinto del quet profesas, me entiendes?

    Cmo! explcate: crees que lo quieromenos que t? vamos, contstame.

    Entendmonos Sara, oye bien lo que voy adecirte. Fuiste al matrimonio de Pedro?Presenciaste el acto de casamiento el domingoanterior?, notaste la alegra y la satisfaccin querevelaba en su semblante nuestra amiga Mara?pues as es como yo quiero a Enrique, para que seami esposo, para vivir con l siempre, para nosepararme nunca de l, para estar a su lado. Si estenfermo cuidarlo con esmero, curarlo: que nadiems que yo lo atienda y mime: para estar contenta,si l lo est: en fin para que yo, sea el nico objetode su cario, y a mi vez vea en l a mi padre, a mialma, a todo mi ser: que no se ponga otra ropa quela que yo le haga; y no coma sino lo que yo leprepare: chiquiarlo tanto, como si fuese el menor demis hermanitos.

    Sara se qued un momento pensativa alconcluir de hablar Carolina, pero luego dijo en vozalta con energa:

    Eso nunca jams!Qu dices, nia? exclam aqulla.Nada Caro contest sta, tonteras,

    estaba pensando no s en qu, pues apenaspude entender lo que me decas.

    Casi nada se habl despus, diciendo Sara:Caro, ya es tarde, me voy antes de que

    anochezca, no quiero molestar a mi padre conhacerlo venir por m.

    sta fue su despedida, ni siquiera us de lafrase de etiqueta, de rigor y sacramental entrejvenes. Cuando me vas a ver? La hubiera

  • proferido a no haber tenido la franca revelacin deCarolina. Imposible era para ella consentir que sta,tomando por pretexto una visita, se complaciera conla presencia de Enrique. As fue que apenaspronunci una que otra palabra ms y sali de lacasa de Carolina contrariada, triste, con ciertomalestar inexplicable. En el camino para su casa seiba diciendo: Es decir que si Enrique ama a otra yse casa con ella, no lo volver a ver, ya no iremos apaseo como de costumbre Ahora s quecomprendo por qu dice Carolina que las mujeressomos desgraciadas! Si yo pudiera le dira: oyeEnrique, vamos a casarnos, l no me haba dedesairar porque me quiere mucho bueno!, y porqu no se lo he de decir? Ah!, qu tonta soy!Ahora s ya s qu gusto!.

    Y ms de prisa que como vena, se dirigi a sucasa y al llegar apenas salud a doa Juana, fue asu recmara, abri el ropero y sac de l un papelimpreso, bien doblado: encendi una luz pues yacomenzaba a oscurecer, desdobl el papel y ley.Una viva satisfaccin se retrat en su semblante.Eran los versos que le regal Enrique. Entoncescomenz a comprender; por eso a cada quintillaque daba lectura deca: Qu bonito!. Y sucorazn lata de un modo violento y extrao. Lalectura de los versos fue interrumpida por la voz deuna criada que anunci que la cena estaba servida.

    Sara no saba qu hacer, porque con laseguridad de que Enrique estara en el comedor,tema mucho, ignorando por qu, encontrarse frentea frente con l.

    Por fin se resolvi, guard sus versos, dejandoapagada la luz, e hizo un esfuerzo para dirigirse alcomedor; pero al entrar y or la voz de Enrique, quele pregunt a qu hora se haba separado deCarolina, no pudo resistir la emocin y tuvo queapoyarse en el respaldo de la silla. No supo qurespuesta dar; pero sus padres notaron su turbaciny que estaba plida por lo que pregunt doa Juanacon ansiedad:

    Qu tienes nia?, ests enferma?, qu te

  • pasa, hija ma?Enrique not entonces que algo pasaba a Sara

    y de un salto se puso a su lado para preguntarle:Qu tienes hermanita?, te has puesto

    mala? habla ests enferma? o te han dado algnpesar.

    La infeliz nia no poda contestar, porque si enrealidad se notaba algo en ella, no era posible quedijese el motivo; pero reponindose violentamentecontest:

    No es nada; sino que soy bastante nerviosa,ya lo saben ustedes. Ahora que encend luz en mirecmara al ir a buscar la vela, cerca del candeleroestaba un ratn, el ruido del cerillo asust al animaly brinc sobre m. Se apag el cerillo y como depronto no saba qu animal o qu objeto me habasaltado, me impresion bastante y an no me pasael susto. Ya ustedes ven, la cosa es muy sencilla ypor falta de valor, les he dado un mal rato.

    No, Sarita dijo Enrique, a cualquiera lehubiera sucedido lo que a ti. Una impresin asrepentina, hace vacilar aun al ms despreocupado.Siento el percance; pero ya pas, clmate, tomaunos tragos de agua, pues creo que con esorecobrars la tranquilidad. Vamos sintate, irahora con pap y registraremos bien para evitarteotro susto.

    Doa Juana propuso que si deseaba secambiara a su recmara; pero ella rehus,manifestando un valor heroico que dio de rer atodos. Bien saba que slo era un cuento laexistencia de tal ratn! Por la primera vez en su vidaminti; pero no le fue posible otra cosa, ni encontrde pronto, otra explicacin satisfactoria que dar.

    Concluida la cena, cada cual se retir a suhabitacin: los esposos a rezar sus devociones,Enrique a leer algo y Sara a pensar sobre el ltimoacontecimiento. Ya en su habitacin, cerrcuidadosamente la puerta y dndole la espalda, porsi algn indiscreto pegara el ojo por la cerradura,como si fuera a cometer alguna mala accin, buscel peridico consabido y volvi a leer y releer los

  • versos, encontrndolos cada vez ms bonitos, hastaque casi ya aprendidos de memoria, se decidi ameterse en la cama. Por algn tiempo estuvo conlos ojos abiertos pensando en mucho y en nada;pero todo se concretaba a lo siguiente: Qu harsi Enrique se casa con otra?

    Por fin apag la luz, cerr los ojos, quiso dormiry no pudo. Le fue imposible conciliar el sueo y yamuy avanzada la noche pudo dormir un poco; peropensando siempre lo mismo.

    El nio alado estaba haciendo de las suyas.Sus envenenadas flechas, tenan por blanco elinocente corazn de Sara y sta reciba, sin darsecuenta la herida mortal que tanta sangre cuesta a lahumanidad.

    Todas las maanas antes del desayuno, tenan porcostumbre Sara y Enrique, leer algo, sentados a lasombra de un gran fresno que haba en el patio dela casa. Sara fue la primera que lleg al lugar delestudio: poco tiempo despus apareci Enrique y loque jams le haba sucedido a la joven, apenaspudo contestar al saludo de su primo.

    Con que s Sarita pregunt ste despusde los saludos de costumbre, no volvi anocheel grosero ratn?

    Sara sonriendo, contest:Ya no, por fortuna, hermano mo.Me alegro dijo Enrique, vamos a otra

    cosa. Ayer tarde cuando pas otra vez por la casade Carolina ya no estabas y lo sent, porquepensaba darte unas flores muy hermosas que recogen el campo.

    Y no encontrndome se las diste a Carolinano es cierto? replic Sara con precipitacin ysarcstica entonacin de voz.

    No querida hermana contest Enrique,no encontrndote, las traje, las coloqu en un vasoque est en mi cuarto, esperando verte hoy paraobsequirtelas. En prueba de ello las vas a ver, lasquieres ya?

  • S, Enrique; pero aguarda un poco, antesquiero que me expliques lo que dice aqu.

    Esto diciendo, sac de entre las hojas del libroque traa, un peridico que no era otro que aquel enque estaban los versos de Enrique.

    Bien, Sara, qu quieres que te explique?Nada, primo, una cosa muy sencilla

    contest Sara, por qu dices en estos versosque si nuestra separacin fuera sin esperanzas devernos, moriras de pesar?

    Eso dije, adorada nia, porque as lo sientemi corazn. Si por desgracia me condenaran a noverte, no s qu hara; vivira desesperado y quinsabe si podra resistir tanta desgracia!

    Es decir que si me casaraNo acab Sara la frase, porque Enrique

    tomndole suavemente la mano le dijo en tonocarioso y a la vez con dulce reconvencin.

    T casarte, ngel inocente! T llevar otronombre unido al tuyo!, verte al lado de alguien quetal vez no te haga feliz! Acaso prima querida, tucorazn pertenece ya a persona alguna? dmelo confranqueza; abre tu alma a tu hermano, que nadieser tu mejor consejero. Har cuanto de m dependapara que no seas desgraciada.

    Pero si yo no amo a nadie ms que a ti y amis padres que son los tuyos! contest la jovencon afligida y triste voz. Si a todos los hombresde aqu no los quiero como a ti! Si cualquiera deellos me es indiferente! Por ventura has vistoque tenga predileccin por alguno del pueblo?, qumalo eres Enrique en suponer que amo a otro!

    Conque es cierto que a nadie amas sino am? Ser verdad tanta ventura al asegurarme queno sers esposa de otro?

    S, Enrique contest Sara, te aseguroque slo a ti te quiero mucho. Y si deseas que seatu esposa, yo tambin lo quiero, para cuidarte,hacerte tu ropa y que nunca te separes de m;porque dice Carolina que si te casas con otra, teirs a vivir a su lado y entonces ya no te ver confrecuencia, ni platicaremos, ni te bordar tus

  • pauelos y eso para m ser una desesperacin.Enrique oa extasiado y con religioso

    arrobamiento cada una de las palabras de Sara.Sus candorosas e inocentes frases le encantaban ycuando la joven dej de hablar, despus que loenvolvi en una de esas miradas tan llenas de fuegoy de inocencia a la vez, dijo Enrique.

    Bien, Sara encantadora, pero reptemelo;me amas?, me quieres?, de nadie es, ni ser tucorazn ms que mo?

    S, hombre de Dios! Cuntas vecesquieres que te lo diga?, pero t tambin dime, noquerrs a Carolina?, ya no le recibirs flores?, yano permitirs que te llame Enriquito?

    No, adorada nia contest Enrique, slot ocupars mi corazn; toda mi alma ser tuya

    Las siete daban en el reloj de la casa. Era la horaen que la familia tomaba el desayuno.

    Las siete dijo la joven, vamos Enrique,ya nos llamarn.

    Por ltima vez insisti ste, dime ngelmo, me amas?

    S, nio contest Sara con zalamera, teamo mucho, muchsimo.

    As comenzaron aquellos castos amores,jugando o serios, quin sabe cmo!

    El alma virgen, la virtud y sencillez de Sara nopodan medir el gran paso que daba en la senda dela vida. Los celos, el egosmo de tener siempre a sulado a Enrique y la ternura y cario que abrigaba sucorazn para cuidar siempre de l, daban forma alnaciente amor en ambos jvenes. Pero as es elamor, por algo empieza.

    Sara se separ de Enrique y fue a su cuarto aarreglarse para ir al desayuno, contenta, satisfecha,diciendo para s: Ahora a trabajar, a concluir lospauelos de pap y luego unas corbatas muygraciosas para Enrique! Ahora s, ya Carolina quese quede con su antojo. Yo ser la esposa deEnrique; pero bien y cundo nos casaremos?,

  • qu boba!, y cmo no se lo pregunt? Bueno, ysi se lo pregunto? no, ahora no, mejor maanapero Carolina me dijo, que as como cuando Pedroy Mara se casaron, se fueron a vivir solos, debohacerlo el da que me case. Entonces Enrique y yo,viviremos en otra parte; pero entonces tambinCmo se quedan pap y mam solitos? Ah! esos que no, mil veces no y no qu feo es casarse!pero. Iba a seguir con otras reflexiones, peros ycastillos en el aire todos por el estilo que hubieransido interminables a la sazn que doa Juana llam:Sarita, hija, el desayuno se enfra.

    Se arregl Sara como pudo violentamente y fueal comedor, dando saltitos y cantando, cosa quehasta esta vez haca.

    Doa Juana, al verla tan contenta y que susemblante revelaba alegra, despus de abrazarlapara darle los buenos das, al momento en que seacercaba a dar un beso en la frente a don Martn lepregunt la seora:

    Por qu te veo tan contenta?, atrapasteacaso al ratn y le diste su merecido castigo por elsusto que te dio?

    Sara, que no se acordaba en aquel momentodel bicho que slo haba existido en su imaginacin,arque sus grandes y pobladas cejas e iba apreguntar qu ratn?, pero de pronto record laescena de la noche anterior y ruborizndosenotablemente por su primera mentira, ms an portener que inventar otro cuento en el presente caso,para explicar su manifiesta alegra, contest:

    No, mam, el pobre animal se conform conla pena que me hizo sufrir y no volvi ms.

    Entonces has descubierto algn tesoro,pues tan contenta te veo? pregunt don Martn.

    Abrazndolo y dndole un beso en la frente lecontest:

    Papacito, yo crea que slo las mujeressomos curiosas; pero ya veo que tambin lo es miviejecito. Y t Enrique, no quieres saber algo?

    ste, temeroso que el candor de Saradescubriese el verdadero motivo de su alegra,

  • apenas pudo decir:Como quieras.Sara ms colorada que una amapola, con

    bastante dificultad, por tener que inventar otramentirijilla ms, dijo:

    Ya usted sabe mam, cuanto me mortifica notener una marca a propsito para los pauelos depap, las que veo, o son muy sencillas o parajvenes, con adornos que no cuadran a personas derespeto como papacito; por eso ahora que encontruna se arrepinti de la frase que iba a decirtemerosa de que le pidieran la marca para verla y lacompuso antes, diciendo, que tengo una, aqu yse toc la frente, por eso estoy contenta ysatisfecha.

    Bien hija repuso la seora, ya veremosesa octava maravilla.

    Mam replic la joven, no tendr msnovedad ni ser ms maravilla que ser del agradode mi pap.

    Y yo te doy las gracias de antemano dijodon Martn, sobre todo por haberme dicho viejode una manera tan graciosa.

    La joven estaba en ascuas, no ataba nidesataba, afligida en su interior por no saber comosalir del paso para cumplir con lo ofrecido, as esque slo pudo decir:

    Papacito no sea usted susceptible, he dichoque es usted una persona de respeto; pero de esono se deduce que sea, o que le haya querido decirviejo.

    Nia inocente y sensible crey haber ofendidoa don Martn, as es que presentaba ya sntomas dequerer llorar. Notndolo doa Juana, la atrajo a s yle hizo una caricia dicindole:

    No seas nia, hijita, no quieras ahoracambiar tu contento con lgrimas. Ya lo ves Martnagreg dirigindose a su marido en graciosoreproche, con tus chanzas pesadas haces sufrir aesta criatura. Vamos viejo mo, pdele perdn.

    Muchachita, qu es eso? le dijo donMartn con voz cariosa, ahogada por la emocin y

  • la pena. Tomndola con una mano, la estrechcontra su corazn, y le pas suavemente la otra porla cabeza. Perdname, mi hijita consentida, ven,en prueba de paz, toma y le dio un pedazo de panque moj en el chocolate, se acab ya, sintate.Mira qu cara est poniendo Enrique.

    En efecto el joven colegial estaba lvido,pendiente de los menores incidentes de lo queocurra.

    Sara se limpi los ojos con el delantal, vio atodos y como nio consentido, se puso a rer y asuspirar a la vez.

    Restablecida la calma, tambin Enrique rea,bromeando con Sara, porque quera llorar.

    Cada quien en su puesto y pasada estapequea peripecia, sigui el desayuno, y despusse retiraron todos a sus labores cotidianas.Contentos, excepto Sara, que se fue preocupadapor tener que inventar la famosa marca, cuyo diseoni lo haba imaginado siquiera.

  • Captulo III

    Un viaje inesperado

    Al da siguiente, a la hora en que Sara se ocupabaen dibujar la marca especial para los pauelos dedon Martn, trabajaba Enrique en el despacho consu padre, revisando cuentas y escribiendo cartas.

    Cerca de las nueve de la maana lleg el mozodel rancho, trayendo una carta de don Protasio.Este individuo le comunicaba a don Martn que alda siguiente arribara a aquella finca el obispo Xque iba de paso para Cuautla Morelos.

    Una exclamacin de alegra proferida de donMartn, hizo que Enrique le preguntase:

    Qu dice usted de bueno don Protasio quetanto placer le causa?

    Desengate por tu vista contest el seorSedeo, entregndole la carta a su hijo.

    Despus que ste ley, interrog a don Martn:Y ahora, qu piensa usted hacer pap?Y t me lo preguntas! Parece que no me

    conoces Enrique!, qu hacer? Mandar que ensillenen el acto los caballos y ponernos en camino para elrancho. An es hora de llegar con oportunidad dedisponer todo a fin de recibir dignamente a tanilustre husped; de manera que te vas a dar lasrdenes convenientes para la marcha. Yo voyenseguida a dar parte a Juana.

    Y tambin mando ensillar los caballos paraSara y mam?

    No, hijo contest don Martn, no esposible llevarlas, se molestaran bastante, por tenerque ir nosotros aprisa.

  • Pero adelantndome yo insisti Enrique,poda usted llevarlas despacio.

    No, Enrique, ya sabes que no hay mucholocal de que disponer en la finca y si su seora llegatarde y pasa all la noche, inutilizaramos una parte,para alojar a tu mam con Sara. As es que siempreiremos solos.

    Don Martn era previsor, con su natural talento,abarc la situacin, pues comprendi quecaminando el obispo con un gran squito, no eraconveniente llevar a su esposa e hija. Pero Enriqueno quera dejar a Sara ni un momento, por esto seafanaba tanto, para convencer a su padre quellevase a la familia; mas el ltimo razonamiento,puso fin a la conversacin y slo pudo contestar:

    Est bien, es verdad, voy pues a disponer lamarcha.

    Don Martn se dirigi a la habitacin de doaJuana, para comunicarle la noticia que habarecibido.

    La seora aplaudi con todo su corazn lo quesu esposo haba resuelto, porque saba queacostumbrado a recibir con verdadero placer a sushuspedes, su satisfaccin ahora sera completapor tratarse de una dignidad eclesistica.

    Sara, que se encontraba all, recibi un golpemortal. Tener que separarse de Enrique! sinembargo, disimul su turbacin y pregunt a donMartn:

    Y cundo estarn de vuelta? O piensa irusted primero para que despus vayamos nosotras.

    No hija contest el seor Sedeo, prontoestaremos de vuelta. Ustedes no irn al rancho; sinocuando Enrique tenga que marcharse al colegio.

    Esta respuesta complaci a Sara, porque laseparacin de su primo no era dilatada, con cuyaresolucin tuvo que conformarse, por ser necesaria.

    Pap entr diciendo Enrique, todo estlisto. Cuando usted guste.

    Y dirigindose a doa Juana y a Sara, agreg:Ya pap habr dicho a ustedes que partimos

    luego para el rancho; pero tambin sabrn que muy

  • pronto regresaremos, no es as?S, hijo mo contest doa Juana, espero

    en Dios verlos muy pronto aqu; pero qu, notoman ustedes algo de alimento antes de ponerseen camino?

    No, Juana contest don Martn, se noshace tarde; llegaremos a buena hora al rancho: esseguro que nos espera don Protasio y debe estarpreparado.

    Muy bien Martn, no deseas sin embargo,llevar alguna cosilla? siquiera para entretener elhambre en el camino, mientras llegan.

    Todava eso, pase contest el seorSedeo. Voy entretanto a cerrar el escritorio, traermis armas y decir al mozo que marche a dar avisode que vamos.

    Sara, durante este ltimo dilogo, fue adisponer lo que doa Juana indic a su esposo.

    En una blanca servilleta, coloc pan del que sevende en aquella poblacin donde no se usaaceite de ajonjol en los amasijos, con bastantebeneplcito del pblico queso elaborado en elrancho de Sedeo, cecina que la hay enJonacatepec, segn los inteligentes, superior a lade Yecapixtla, huevos cocidos y otras cosas propiaspara el viaje.

    Sedeo se despidi de su esposa e hija que loesperaban en el corredor.

    Enrique, que se encontraba en segundotrmino, se despidi de su mam abrazndola.

    Hasta pasado maana agreg.Cunto no hubiera querido decirle a la joven!

    Cunto ella tambin, hubirale dicho a no estarpresentes sus padres!

    Una hora despus pasaban Enrique y su padrepor Jonacatepec, y otras dos ms tarde, llegaban alrancho donde los esperaba ya don Protasio paraque tomaran alimento.

    Al concluir la comida, el primer cuidado de donMartn, fue examinarlo todo para ver si al dasiguiente encontraba su seora, digna hospitalidaden su casa. Afortunadamente don Protasio se haba

  • anticipado al pensamiento de su principal y nadafaltaba para dejarlo contento.

    A las once y minutos del da siguiente, unanumerosa comitiva, compuesta en su mayor partede sacristanes y curas, llegaban al rancho deSedeo, viniendo en primer trmino el mofletudodiocesano.

    Los principales vecinos de las rancheras,salieron al encuentro de su ilustrsima,acompandolos don Martn, Enrique y donProtasio.

    Los huspedes fueron obsequiados conesplendidez y por tan digna recepcin, no dieron lams pequea muestra de gratitud, tal vez porqueesa gente cree que las arcas de todos, lespertenecen por derecho divino y que por obligacindebe atendrsele.

    Entre los de la comitiva del obispo vena elcannigo N. que haba sido catedrtico de Enrique ypor ese motivo, conociendo las virtudes del joven, loapreciaba como mereca.

    Estaba, es verdad, algo sentido con sudiscpulo, porque no quiso dedicarse a la carreraeclesistica, no obstante los esfuerzos que hizo;pero siempre le haba conservado predileccin ycario.

    Por lo mismo, la alegra de Enrique y su padrefue grande al encontrarse con el cannigo,prodigndole toda clase de atenciones. ste, a suvez, hizo patente su cario al joven, encomiando,con justicia, su talento y aplicacin. Querindole daruna prueba de su afecto, suplic al seor Sedeo,permitiese a Enrique, lo acompaara a Cuernavaca,poblacin que el joven no conoca.

    No fue muy del agrado de Enrique la solicitud,porque dilataba su regreso al lado de Sara; perocomo el seor Sedeo acept con gusto lainvitacin, manifestando que se le haca unainmerecida honra, con que su hijo acompaase almaestro y a su seora ilustrsima, tuvo queresignarse y aceptar por su parte; pero lo hizo msbien para no contrariar a su padre.

  • En la misma tarde dispuso el obispo continuarsu marcha para Cuautla donde, segn se lecomunic, era esperado. Enrique form parte de lacomitiva y al despedirse de don Martn, le dio variosencargos para su mam, dicindole que prontoregresara: que no tuviese pena y otras frases por elestilo, con la muy sana intencin de que Sara seapercibiese de sus palabras.

    Escribi una sencilla pero cariosa carta parasu prima, encomendndola a un mozo con larecomendacin de que le fuese entregada ensecreto.

    Nada tena la carta que pudiese ruborizar aljoven colegial, ni mucho menos a Sara: muy bien lahubiera dado a su padre para que fuese el portador;pero el amor es as, por inocente que sea, necesitadel secreto, de lo difcil, buscando siempre loimposible para hacerse ms agradable.

  • Captulo IV

    Cuernavaca

    Dejemos un momento la pluma.Con permiso de nuestro amigo don Eugenio J.

    Caas, reproduzcamos ntegro lo que escribi elao de 1887 con motivo de la visita que hizo a lagruta de Cacahuamilpa el seor general PorfirioDaz.

    Honra este libro lo mucho y bueno que contienela narracin y por ser en provecho del lector, lotomamos con, o sin la voluntad del seor Caas.

    Nos autoriza la amistad y reconocidabenevolencia del autor.

    DE MXICO A CACAHUAMILPA

    En febrero de 1874, el seor presidente Lerdo deTejada, hizo una excursin a la clebre gruta deCacahuamilpa; alguno de sus compaeros de viajetuvo la curiosidad de preguntar qu pueblos eran losque vea desde la ventanilla del carruaje; tom notade sus nombres, y comunicados a un estimableescritor, apareca consignado en un libro degeografa para 1875, que las principalespoblaciones de Morelos eran Huitzilac, Tlatenango,Atlacholoaya y otras de una importancia muysecundaria.

    Por si alguno de los discretos viajeros que hoyse dirigen a la misma gruta deseare saber culesson los puntos principales que toca su itinerario sinnecesidad de preguntarlo ni padecer las mismas

  • equivocaciones, vamos a tener la honra deacompaarlo desde las puertas de la capital hastala entrada de la caverna.

    Nada verdaderamente digno de llamar laatencin en las cuatro leguas que del Valle deMxico mide el camino, a no ser ese vetustoedificio, a unos centenares de metros a la derecha,a cuyo lado se levanta modesto monumento, y acuyo derredor se agrupan pobres casas; es ela n t i g u o Huitzilopochco, hoy San MateoChurubusco, nombre que para todos los mexicanoscondensa las ideas del patriotismo, herosmo yhonor. ste, como los dems pueblecillos yhaciendas que hasta la hermosa de Coapa bordanlos flancos de la va pertenecen a la municipalidadde Coyoacn, prefectura de Tlalpan del Distrito federal; la primera posta se halla en Tepepan, lugarde 925 habitantes, perteneciente a la prefectura ymunicipalidad de Xochimilco, del mismo Distritofederal.

    A unos tres kilmetros de distancia comienza elascenso a las montaas que forman la cordillera delAjusco, esta primera cuesta, bastante penosa, sellama de San Mateo Xalpa, al acabar deencumbrarla se encuentra el pueblo que le da sunombre, y que significa lugar arenoso, nombrebastante justificado, tiene 581 habitantes, ypertenece a la misma jurisdiccin que Tepepan.Sobre la derecha de la calle principal, que es la querecorren los carruajes de trnsito, se ve una casa deaspecto agradable, muy superior en construccin atodas las dems del pueblo; es la escuela quemand levantar a sus expensas la infortunadaCarlota Amalia.

    Sigue otra pendiente cuyo acceso es mspenoso an que el anterior; al terminarla seencuentra el pueblo de San Miguel Topilejo, 1.031habitantes, de la prefectura y municipalidad deTlalpan. Unas tres leguas ms de subida y se llegaal Guarda, segunda posta y mediana del caminoentre Mxico y Cuernavaca. Entre Topilejo y elGuarda se tiene uno de los puntos de vista ms

  • hermosos sobre el Valle de Mxico.A la derecha, dando la vista al Valle, se elevan

    el Popocatpetl y el Ixtacchuatl; a la izquierda enprimer trmino, el Ajusco, ms all los montes delas Cruces, perdindose su prolongacin entre labruma hacia el nordeste; al frente las serranas dePachuca y el Real del Monte; circudo de esascordilleras en el fondo, el valle con sus tersos lagos,sus ciudades, sus pueblos y haciendas; en el centrodel valle la sierra de Guadalupe.

    La Cruz del Marqus. Estamos en los lmitesdel Distrito Federal y el Estado de Morelos: soisnuestros huspedes; esa tosca cruz de piedramarca la lnea divisoria: pero no es la circunstanciaque hace notable ese sitio. Sobre la carretera deMxico a Acapulco es este el punto culminante; lasaguas pluviales que caen sobre este sitio, mientraslas que se deslizan al norte van a perderse en lascorrientes que desaguan en el Atlntico, las queresbalan hacia el sur, van a engrosar al Amacusac,aumentan el volumen del Mescala y entran alPacfico en el ro Balsas.

    Esa cruz, si hemos de creer a la tradicin,sealaba tambin el lmite de los dominios delmarqus del Valle, el fiero conquistador. SegnAlejandro de Humboldt, en el tiempo en que viajpor la Nueva Espaa, ste era el punto ms alto delglobo terrestre sobre el nivel del mar, donderodaban carruajes. Desde aqu hastaCacahuamilpa, salvo algunas ligeras subidas de lascuales la principal es la de Santa Teresa al trminodel viaje, todo es descenso. Al acabar de recorrerese hermoso bosque con cuya salvaje belleza slorivalizan en las cercanas de la capital, el de lasCruces y el de Ro Fro, hallamos ese grupo dechozas llamado Zacapexco, y desde l descubrimoscomo en extenso panorama, todo el Estado deMorelos y parte de los de Mxico a la derecha,Guerrero al frente y Puebla a la izquierda. Lasabruptas montaas que al poniente elevan al cielosus enhiestas cimas, ocultan entre sus repliegues unbellsimo valle, clebre por estar all el santuario de

  • Chalma, el ingenio de Jalmolonga, segundo del pasen antigedad, y la villa de Malinalco del distrito deTenancingo, Estado de Mxico. Bajo las bvedasdel Santuario nace el bello ro que vais a pasar enPuente de Ixtla.

    Al suroeste se levanta gigantesco el cerro deTasco; casi a su pie est el famoso mineral que dioa Borda una fortuna de cuarenta millones de pesos;pertenece a Guerrero.

    Al sur cierra el horizonte la cordillera deCerrofro; detrs est el frtil valle de Iguala.

    Al oriente, en primer lugar, el Popocatpetl y elIxtacchuatl, desgarran la celeste bveda con susaltivas frentes, ceidas de nivea diadema: ellosdominan por completo este esplndido paisaje.

    Al sureste sobre el fondo violceo de esasmontaas que dividen los distritos de Jonacapetec(Morelos) y Matamoros (Puebla), veis levantarsedos rgidos peones; el uno inaccesible, es unacuriosidad geolgica; se llama el pen de SantaClara, por estar cerca del ingenio de este nombre;el otro es el de Jantetelco; a su pie est el pueblodel mismo nombre, del cual era cura el hroeMatamoros; all se ci la espada abandonando elhisopo.

    Aqu, casi a vuestros pies, un poco a laderecha, vuelve a levantarse esa cadena de rocasciclpeas que viniendo de Chalma parece que slose ha abatido para abriros paso; va a terminar,siempre altiva, en Tlayacapan con el cerro delSombrerito, otra curiosidad geolgica. Por todaspartes inaccesible, remeda gigantesco conjunto deelevados torreones de antiguas fortalezas; los veis acuatro leguas, si estuvierais al pie observarais queno les faltan ni almenas, ni cornisas, ni troneras. Enel fondo de esa inconmesurable grieta que forma albifurcarse, hay un reducido pero frtil valle inclinadodonde se reclina Tepostln; iguala los ms bellospaisajes suizos, en los hijos de ese pueblo seretrata la naturaleza de su suelo: altivos,independientes, idlatras de sus derechos: ese nidode guilas ha sido muchas veces el refugio de los

  • campeones de la libertad.Ved por fin all abajo, al frente, aquella

    agrupacin de casas, de rboles que parecendivididos por ancha cinta: es Cuernavacaatravesada en toda su longitud por la carretera deAcapulco. Aqu, all, ms all, por todas partesobservad entre las rigurosidades de una inmensaalfombra, como en el centro de esos anchoscampos que con su verdor esmaltan el cuadro, selevantan altas chimeneas de las cuales se escapandensas columnas de humo: son los grandesingenios que pueblan el Estado. Pensad antes deabandonar este excelso observatorio, cuntariqueza de todo gnero encierra ese jirn de lapatria que se llama Estado de Morelos, y a qulugar tan distinguido le llaman sus productos, susituacin geogrfica y la paz, el trabajo y lacivilizacin.

    En marcha! Llegamos a Huitzilac; nadanotable sino su excelente situacin, su explndidohorizonte; ah! y su intenso fro, s, su altura le colocaentre los pueblos glaciales. Pero en una horarecorreremos las cuatro leguas que mide lapendiente rpida de aqu a Cuernavaca y habremospasado en tan corto tiempo y por tan escasotrayecto a la zona trrida; aqu los productos denuestras tierras fras: el maguey, la cebada, comotpicos, all el pltano, el mango, el naranjo, el caf,la caa de azcar: pasamos por todas lastemperaturas medias posibles; cada kilmetrorecorrido marca una diferencia sensible en eltermmetro.

    Los puntos notables entre Huitzilac yCuernavaca, son: primero, el pueblo de SantaMara, algunas de cuyas casas se agrupan a uno yotro lado del camino: a la derecha, una leguaadelante, la fbrica de aguardiente Buenavista,propiedad del seor Ramn Portillo; ya se venpltanos en la huerta de esa finca; tambin hayfrutales de tierra fra; aqu los productos seconfunden.

    Una legua ms abajo est el risueo pueblo de

  • Tlaltenango. A la derecha el santuario de unaimagen milagrosa, de la devocin especial de loshabitantes de Cuernavaca. Enfrente un derruidoportal entre antiguos paredones. Los paredonespertenecieron al primer ingenio que explot en elpas la caa de azcar; fue despus trasladado albarrio de Amatitln, al oriente de Cuernavaca; sufriuna ltima traslacin y hoy es el de Atlacomulco, unalegua al sureste de Cuernavaca; perteneci desdesu primera fundacin al conquistador Corts; y hoy asus sucesores los duques de Terranova yMonteleone, sus productos estn dedicados alsostenimiento del Hospital de Jess de Mxico. Enel portal, segn la leyenda, hubo una hospedera,dos jvenes dejaron en cierta ocasin a guardar enella una caja cerrada; pas tiempo y no volvieronpor ella; pero de la caja se escapaban suavsimosaromas; algunas tranquilas noches se perciban,partiendo de ella, dulcsimas armonas; aureolasindescriptibles de divina luz solan circundar lamisteriosa caja; en un tiempo tan lleno de creenciasmaravillosas, estos rumores bastaron a decidir laapertura de la caja en medio de solemnidades,hzose y hallse dentro la escultura que hoy sevenera en el santuario que se erigi.

    La primera jornada ha terminado con el arribo aCuernavaca. Esta ciudad, capital del Estado, ycabecera del distrito y municipalidad de su nombre,est situada entre barrancos profundos y sobrelomas inclinados al S. E., a los 18 55 2 latitudnorte 0 6 19 longitud occidental del meridiano deMxico, dista 75 1/2 kilmetros de aquella ciudad, yest elevada sobre el nivel del mar 1.505 metros.Su nombre antiguo fue Cuahunahuac; significajunto al monte: en los tiempos anteriores a laconquista, la parte principal de la poblacin estabaradicada en lo que hoy es uno de los barrios, elpintoresco pueblo de Acapantzingo, sitio que elegiMaximiliano de Hapsburgo para construir una casade campo que no lleg a terminar, actualmente est

  • all la escuela regional de agricultura[1].Cuahunahuac fue un seoro independiente.Despus de la muerte de Chimalpopoca, quinto reyde Mxico, a manos del tirano Maxtla, este rey deAzcapotzalco siti la ciudad de Mxico paradestronar a Ixchuatl, sucesor de Chimalpopocaauxiliado el monarca mexicano porNetzahualcyotl, el clebre rey texcocano, Maxtlafue derrotado y muerto, y como consecuencia deestos sucesos, el seoro de Cuahunahuac quedagregado a la corona de Mxico por el ao de1430.

    Cuando la conquista, los habitantes de estacomarca, muy poblada entonces, huyerondespavoridos a las selvas, la conducta prudente deCorts, y la influencia del cacique Axayatli, hicieronvolver a la mayor parte. Perteneci primero a lajurisdiccin de Tasco, habiendo adquirido nuevaimportancia, declarada villa, tuvo de nuevojurisdiccin propia anexa a la intendencia deMxico. Despus de la independencia form partedel Estado de Mxico y fue cabecera del distrito desu nombre, cuyo territorio era el mismo que hoyforma Morelos. Cuando la guerra de intervencin,dividido el Estado de Mxico en tres distritosmilitares y administrativos, fue la capital del tercero,reincorporado ste en 1867 al Estado de Mxico,fue de nuevo cabecera del que hoy es distrito deCuernavaca, y erigido el Estado de Morelos, fuedeclarada capital de l, en 15 de junio de 1874 lospoderes, debido a causas polticas, trasladaron suresidencia a Cuautla, pero en 6 de enero de 1876volvieron a Cuernavaca. Hoy se estima su poblacinen doce mil habitantes prximamente, inclusos losbarrios, la municipalidad tiene diez y siete mil.

    Tiene unas novecientas casas, seis plazas yplazuelas, cerca de ochenta calles y callejones,ocho fuentes pblicas, cinco templos catlicos y dosprotestantes.

    Los barrios de San Antn, San Pablo,Acapantzingo y Gualupita que rodean la ciudad, sonbellsimos, en el primero hay una cascada de unos

  • cien pies de altura, conocida con el nombre deSalto de San Antn, que acaba de ser descrito enun folleto por la elegante pluma de JorgeHammeken y Mexa, recomendamos a nuestroslectores tan florida descripcin. En Acapatzingoexiste, como hemos dicho, una casa de campohecha construir por el desgraciado archiduque deAustria, por sus recuerdos histricos, por susituacin encantadora y por estar all la escuelaregional de agricultura, merece visitarse.

    En Gualupita estn los manantiales de aguaque surten la parte oriental de la ciudad, el puebloles llama poticamente los ojos de Gualupita, y esfama que los que apagan la sed en los cristalinosarroyos que brotan en aquel rincn perdido deledn, toman tanto cario a Cuernavaca que o no leabandonan o siempre suspiran a su recuerdo. Aquelsitio romancesco, con sus rosales, sus floripondios,sus elegantes y flexibles otates, sus corpulentosahuecetes, sus tupidos platanares, toda suexhuberante flora, y la multitud de lmpidosarroyuelos que lo cruzan en sonora cadencia, era elfavorito de la hija del rey de los belgas, donde confrecuencia iba a entregarse a la caza de mariposas.

    La iglesia parroquial merece mencionarse porser una de las primeras de importancia fundadas enel pas. En 1529, el 2 de enero, diez frailes de laorden de San Francisco llegaron a Cuernavaca afundar el convento, la torre del templo no seconcluy sin embargo hasta el ao de 1718, existeen ella un reloj que se dice fue regalado por FelipeII. El palacio de Corts es otro edificio notable, perosolamente por su nombre histrico, fundado por elconquistador, no se termin sino hasta el 8 de juliode 1767. En l estn actualmente el congreso y elTribunal Superior del Estado, sus oficinas y las de lamunicipalidad. Desde la torre de la parroquia y laazotea del palacio de Corts, se descubrenpaisajes hermossimos. Es igualmente digno demencin el jardn que hizo construir Borda y queconserva su nombre; aunque muy deteriorado, estodava muy bello.

  • El clima de la poblacin aunque variable no esextremado, pues la temperatura ms alta, al abrigo,que hemos podido observar en ocho aos, en lapoca de los ms fuertes calores, es de 30centgrados, y la ms baja, a la intemperie en losinviernos ms fros, como el ltimo, ha sido de 10centgrados.

    Y ya que de la capital de Morelos hablamos,digamos algo de todo el Estado. Su territorio antesde la conquista perteneci a varios seorosindependientes, de los cuales los principales fueronadems del Cuahunahuac, Yuhatepec, Totolapan,Xiuhtepec, Tepoztln y Yecapichtla, hoyCuernavaca, Yautepec, Totolapam, Tepoxtln,Jiutepec y Yecapixtla, cabeceras el primero hoy deldistrito, los dems, de municipalidad de su nombre.Sometido por los mexicanos a su dominio, elterritorio despus de la conquista espaolaperteneci a la intendencia de Mxico; a laindependencia fue distrito Cuernavaca del Estadode Mxico, a la guerra de la intervencin, tercerdistrito militar y por ltimo, Estado soberano pordecreto del Congreso de la Unin, del 17 de abril de1869. Tiene 4.500 kilmetros cuadrados desuperficie. Est dividido actualmente en cincodistritos polticos, Cuernavaca, Morelos, Tetecala,Yautepec y Jonacatepec, subdivididos en veintisietemunicipalidades[2]. El ltimo censo oficial en 1872,da 150.000 habitantes prximamente, pero como elde 1869, fue alterado por motivos de poltica,ninguno es exacto, las personas que asignan unapoblacin entre 110 y 120 mil habitantes seaproximan a la verdad. El valor de la propiedad razno es conocido, actualmente trabaja el gobierno enconocerlo, pero puede estimarse aproximadamenteen doce millones de pesos. Los presupuestos paragastos municipales, del estado y de la federacin,montan anualmente a cuatrocientos mil pesos. Laindustria azucarera es la principal fuente de riqueza,a ella estn dedicadas unas treinta haciendas queelaboran anualmente cerca de un milln quinientasmil arrobas de azcar y ms de dos millones de

  • miel.La parte norte del estado es fra o templada, la

    central y meridional caliente, se tienen en l, a pesarde su corta extensin, todos los productos de lastierras fras, templadas y calientes. Contiene suterritorio 5 ciudades, 10 villas, 118 pueblos, 48haciendas y 53 ranchos. Varios ros, de los cualesson los ms importantes el Amacusac, Chalma,Yautepec y Morelos lo fertilizan.

    Tres gobernadores constitucionales ha tenidoMorelos desde su ereccin: de 15 de agosto de1869, a 23 de noviembre de 1876, el seor generalFrancisco Leyva; de 5 de mayo de 1877, a 31 deseptiembre de 1880 el seor general CarlosPacheco, y desde el 10 de octubre de 1880 a lafecha, el seor Carlos Quaglia[3].

    El barrio de Chipitln es el que nos despide deCuernavaca en la segunda jornada, a dos leguashallamos la hacienda de Temisco, propiedad delseor Po Bermejillo, ese ro que desde el puenteque est a tres kilmetros antes de la haciendacorre a la izquierda del camino, es el Apatlaco,nacido entre las umbras e impenetrables selvasque circundan el pintoresco llano de Tepeite, alsuroeste de Huitzilac, despus de Temiscoencontramos a Acatlipa, en el camino, entre lahacienda y el pueblo, podemos ver, a ocho o diezkilmetros a la derecha, el clebre cerro deXochicalco, en sus flancos, sobre su cima, estn lasfamosas ruinas del Castillo de flores. Desde quecontemplando las enormes piedras, llevadas all delfondo de la barranca de Tetlama, hemos pensadoen los esfuerzos que necesitara nuestra mecnicamoderna para elevar aquellas moles, creemos enlos cclopes. Entre las entalladuras de ellas hancrecido verdaderos rboles. Si, como deca el seorOrozco y Berra, esas ruinas son toltecas, la historiadel guila mexicana, devorando sobre el nopal a laserpiente, hecho fijado por Sigenza y Gngora el18 de julio de 1327, se convierte en dudoso,

  • supuesto que entre los innumerables relieveslabrados sobre las piedras de Xochicalco, est unguila semejante a la emblemtica de Tenochtitln.

    Despus de Acatlipa, la hacienda del Puente,propiedad del seor Ramn Portillo y Gmez, a unkilmetro, Xochitepec, cabecera de lamunicipalidad del mismo nombre, distrito deCuernavaca. Existen en esta villa unas fuentessulfurosas que brotaron en 1875, despus de haberconsternado a sus habitantes con los ruidossubterrneos que precedieron a su aparicin. A lasalida de Xochitepec est el ro de su nombre.Como todos los del estado, en esta poca el caudalde sus aguas es pobre, en la estacin de lluviassuele ser terrible. Adelante se llama ro de Tetelpa,riega los campos de las haciendas de San Nicolsy Zacatepec, se une en Jojutla con el Higuern yambos con el Amacusac.

    A poco ms de una legua de Xochitepec estotro ro y otro pueblo. El pueblo es Alpuyeca y el rolleva su nombre, ha nacido en las vertientesorientales de los montes de Ocuila, corriendo entreprofundas barrancas, ha llegado aqu por las deTetlama y Colotepec.

    De Alpuyeca a Puente de Ixtla, el camino nadatiene de notable, bien fastidiosas son esas cuatroleguas en que ni las accidentaciones del terrenodan variedad al paisaje, apenas se distinguen sobrela izquierda de la hacienda de Chiconcuac y lospueblos de Tetecalita y Atlacholoaya, al llegar alpunto llamado Tierra Blanca, se ve la hacienda deSan Jos Vistahermosa al mismo lado, bienmerece su nombre, pues desde las azoteas de lafinca, la vista se recrea con el panorama que sedescubre, all est la potica laguna deTequesquitengo, descrita en uno de los nmeros delCorreo; a la izquierda se distingue el pueblecito deAhuehuecingo, que ya pertenece al distrito deTetecala, como todo lo que falta por recorrer.

    En Puente de Ixtla, pasamos el ro que hastaese punto se ha llamado Chalma y al que vieneunido el Tembembe, al cual los ixtleos llaman Ro

  • chiquito. El Chalma, como dijimos, nace bajo lasbvedas que forman el pavimento de ese suntuososantuario tan lleno de leyendas, y cuya ereccinpretenden algunos que ha costado cerca de unmilln de pesos. El ro Chalma, cuando cruza enIxtla, ya ha regado los campos de las haciendas deJalmolonga, Cocoyotla, Actopan, Santa Cruz y SanGabriel, ha llevado la vida a las poblaciones deCoatln del Ro, Tetecala, San Miguel Cuautla yCoachichinola, ha fertilizado extensas, riqusimas ypoticas vegas, sembradas de arroz, de caa deazcar, de inmensos platanares, de palmas decoco, de sandiales, y de todas las plantas queproducen los ardientes climas tropicales. ElTembenbe que se le ha unido, ha recorrido el fondode la grandiosa barranca de Toto, bes los pies delhistrico Xochicalco, reg los campos de Miacatlnde Mazatepec, de Acatzingo y Ahuehuecingo; hoyllevan la abundancia y la vida, suelen traer en susterribles avenidas la ruina y la muerte.

    San Gabriel, la alegre, la risuea hacienda, esel trmino de la segunda etapa. Fue fundada por elrico hacendado don Gabriel de Yermo, es creenciageneral entre los habitantes de aquellos lugares,que en la guerra de independencia, cuando losinsurgentes atacaron la hacienda, habiendo faltadoproyectiles con que cargar los caones, se cargaroncon pesos de plata. San Gabriel es hoy propiedaddel seor Ignacio Amor y Escandn, all encontrarisla franca, cordial y fina hospitalidad del ilustradoseor Wilfrido Amor, hbil ingeniero, hijo del dueode la finca, y la del administrador seor AlejandroO l i ve r o s , to Alejo, como le llamamoscariosamente, cuantos tenemos la fortuna deconocerle y tratarle, ambos slo dejarn de hacer enobsequio vuestro lo humanamente posible.

    La jornada tercera nada presenta de interesante,acaso porque todo lo reserva para el granespectculo: las grutas, tal vez vayis a pasar porAmacusac, el ltimo pueblo, rumbo a Guerrero, de

  • Morelos, ojal! as tendris ocasin de conocer esero, nacido bajo la gruta de Cacahuamilpa, el msimportante del Estado por el caudal de sus aguas, yque como enamorado del simptico pueblo, le cieen estrecho abrazo. Una extensa llanura de ms decuatro leguas, cuajada de cuautecomates queforman un inmenso bosque que os lleva hasta labarranca de Santa Teresa; parte de esa llanura delos Guarines, la otra, la prxima a Cacahuamilpa,estancia de Michapa. En esta barranca de SantaTeresa, cuyas aguas vais a cruzar, termina elterritorio de Morelos y comienza el de Guerrero:unos pocos kilmetros, agua arriba de la barranca,se confunden los territorios de los Estados deMxico, Guerrero y Morelos.

    Despus de la penosa cuesta que sigue a labarranca de Santa Teresa, hallamos exactamentesobre el desfiladero que forman los cerros, lasprimeras casas del pueblo de Cacahuamilpa,extindense despus dispersas por los taludes delas montaas que cierran aquel estrecho horizonte;es un pueblo pobre, escaso de poblacin y deindustria, que debe a los horrores de la guerra civilel miserable estado en que se halla. Cerca de doskilmetros de camino por la falda del cerro yestamos frente a la entrada de la gruta. Nadaextraordinario; nada del aspecto imponente que nosfigurbamos tendra el exterior de la famosacaverna. Salvemos la pequea hondonada que nossepara y en cuyo fondo corre arroyuelo juguetn;lleguemos al arco de entrada; arrojemos una miradaal interior, y ante tanta majestad, exclamemos comoFernando Sort en el mismo sitio y aunque fusemosateos: Creo en Dios!

    EN CACAHUAMILPA

    La gruta ancha y elevada bveda os cubre, no es nila nica, ni acaso la primera de las maravillasgeolgicas de estos sitios; ese pavimento heridocon tanta firmeza por nuestras plantas, es la bveda

  • de otra gruta tan anchurosa, tan alta, acaso ms questa que vemos. Su suelo es el lecho de un ro quedespus de haber regado el hermoso valle deTenacingo, de haber acariciado a la risuea ciudad,de haberse asimilado lo mismo las dulces aguasque se derraman de los azules lagos que llenan elapagado crter del gigantesco Nevado de Toluca,que las salobres que brotan en las clidas fuentesde Ixtapan de la Sal, se hunden en las entraas de latierra, cerca del Mogote, un rbol digno de figurar allado del famoso del Tule en Oaxaca por su increblecorpulencia. Ese ro es el que veis correr desde laentrada a la gruta, all, en el fondo del abismo;desde aqu se llama el ro de Amacusac, pero no vasolo, precisamente al lado del grandioso arco quepara salir a gozar de nuevo de la luz del sol, se haabierto el ro de San Gernimo despus de un cursosubterrneo de unas cuatro leguas; envidioso sinduda de las maravillas que al empuje de sus aguascrear su rival, vino practicando enormesperforaciones y a competir con l en el mismo teatrode sus glorias. Dirase que no es sino cuando losobstculos del camino les oblig a unir susesfuerzos para vencerlos, despus de abandonarsus lbregas cavernas, cuando esos ros siguen sucurso en carioso abrazo olvidando rivalidades.Efectivamente, ahora sus aguas son relativamenteescasas, tranquilas, transparentes; pero cuando lastempestades tropicales descargan su furia ya en lasextensas planicies de Pilcaya y San Gernimo salerugiendo embravecido, y formando olas y remolinosvertiginosos; sus aguas entonces cargadas de limoque le dan un tinte oscuro le hacen parecer msterrible o bien cuando las lluvias torrencialesestrellan su mpetu en los inmensos contrafuertesaustrales de la cordillera del Nevado de Toluca, elro Tenancingo hincha desmesuradamente sucaudal, arrastra los ferruginosos sedimentos de lasbarrancas de Tecualoya, Zumpahuacn y otras, yvomita colrico bramadores torrentes de rojizasaguas. Al encontrarse repentinamente uno frente aotro, rivales, poderosos, irritados, chocan con

  • estruendo atronador, repercutido por las altsimasrocas verticales que cien el lecho comn, ydesaparecen en la revuelta, corriendo a la margenizquierda de las rojizas aguas del Tenancingo yestrellndose contra el valladar de la derecha lassombras de San Gernimo.

    Frente a la entrada de la gruta veis precipitarseen cascada de plata al risueo arroyo que acabisde pasar.

    Notad el poder de incrustacin de las aguas deese arroyo sobre las piedras que le sirven de lechoy en los pequeos cantos que rueda, sa es la clavede la formacin de las inmensas y bellascristalizaciones que vais a admirar en el interior delas grutas.

    Para qu ensayar describir lo indescriptible,sobre todo cuando vais a verlo? Sirvindoos devoluntarios y afectuosos guas en la gran gruta, noslimitaremos a sealaros lo ms notable entre lomaravilloso y a indicaros los nombres con que sedistinguen las principales secciones de la gruta yalgunos de sus monumentos. Pero antes, nodeseis os diga cmo fue descubierta?Indudablemente fue muy conocida de los antiguospobladores del pas; podis ver en el pequeo cerroque est al frente de la entrada los restos delteocalli que all existi; igualmente lo prueban losobjetos extrados de la excavacin practicada en elpavimento del primer saln por el seor MarianoBrcena. Adems, siempre ha sido conocida yfrecuentada por los habitantes del pueblo que le dasu nombre; haba sido simplemente olvidada por lageneralidad, cuando por los aos de 1840 o pocodespus, el seor don Manuel Senz de la Pea,dueo de la hacienda de Actopan y muy estimadode los habitantes de Cacahuamilpa, busc entreellos, un refugio contra sus perseguidores polticos,le dieron por asilo la gruta, l la comenz a explorarcon verdadero entusiasmo, corri la noticia de suexistencia, las caravanas de visitantes sesucedieron con frecuencia, se ponder su belleza,se exageraron sus dimensiones y la brillantez, color

  • y transparencia de sus concreciones; se hizoclebre.

    Internmonos por fin en ese ddalo sombro,entre cuyas negruras se levantan, se confunden,blanquean a trechos, visibles a la luz solar quedbilmente penetra en el primer saln, la multitud demonumentos de todas formas, unos distintos, losms cercanos; otros vagos, indeterminados,fantsticos.

    Este primer saln se llama del Chivo; debe sunombre a aquella estalagmita, de cerca de un metrode altura, la primera a la izquierda entrando, queremeda harto imperfectamente la forma de aquelrumiante; hoy est mutilado; antes que losentusiastas turistas llevaran como recuerdo de suexcursin fragmentos de l, mereca mejor sunombre. La altura media de veinticinco a treintametros que tiene la bveda es la misma queconserva hasta el cuarto saln con algunasalternativas; su ancho vara entre cincuenta y cienmetros hasta el mismo cuarto saln.

    Perdida en la oscuridad, a la izquierda, y casial comenzar a subir la falda de esa especie demontaa que divide el primer saln del segundo, lacual est formada de gradas cncavas que en laestacin de lluvias estn desbordando aguapursima, hay una grandiosa estalagmita quegeneralmente pasa desapercibida por losvisitantes; alumbradla, pero mucho, porque es muyalta y necesita verse en conjunto; es un monumentoesplndido.

    La enorme roca a cuyo lado desfilis unos a laderecha, otros a la izquierda, divide el primer salndel de los confites, que es el segundo, llamado aspor estar cubierto el pavimento de concrecionesesfricas, libres y de un decmetro de dimetroprximamente la mayor parte: recoged algunas, sonde las ms bellas y menos estorbosas muestras deeste lugar. Llmase el tercer saln, de la aurora;vinele el nombre de que al regresar del interior dela caverna, si se apagan las luces, advirtese haciala boca de ella la luz solar; pero tan desvanecida,

  • tan tenue, como lo pueden ser los primeros y msdbiles rayos crepusculares, como lo es la luzzodiacal en su mnima intensidad. Entre los salonesprimero y tercero hay una cristalizacin munstruosa,al derredor de la cual han caminado varios viajerosinexpertos rodendola varias veces, cuando creanseguir el rumbo general de la salida. El cuarto salnes el del trono; le dan su nombre las niveasestalactita y estalacmita que remedan, la primera, ysi se alumbran convenientemente, hermoso doselcuajado de brillantes, y la segunda el asiento queaqul cubre igualmente brillante.

    Desde aqu la gruta se agranda en altura ylatitud, en medio del sinnmero de concrecionesenormes, medianas y diminutas que desde elprimer saln venimos dejando, pendientes de labveda, erigidas sobre el suelo, replegadas enanchos y delicados cortinajes contra las paredes,distintas, confusas, separadas, aglomeradas,blancas, amarillentas, grises, negras, con tristeopacidad las unas, con brillo refulgente las otras,casi todas de formas indefinibles, encontramos enel quinto saln las incomparablemente bellasllamadas del panten, y de las cuales, aqul derivasu denominacin. Procurad ver la bveda, pareceun cielo sombro cruzado por celajes vaporosos.Las blancas estalagmitas de este sitio han servidode tribuna a Prieto, y a otros mexicanos, honra de lapatria.

    Hasta aqu el camino ha sido algo difcil, perono tan penoso como el que sigue, es el pedregal.La aglomeracin de pedruscos que lo forman, ycuyas aristas os hieren los pies y la manos cuandoos apoyis en ellos, se han desprendido de labveda, es un hundimiento de la parte inferior desta. Pasamos el pedregal y entramos pisandomejor pavimento al sptimo saln, del agua bendita.Bendita sera, aunque no la hubiera vendecidocomo la bendijo el seor arzobispo de Mxico, puesen las difanas linfas que esa fuente guarda, apagael cansado viajero la sed y calma la fatiga que leabruman. Desde aqu el ancho de la gruta es

  • enorme: no se ha medido, pero creemos que entreeste punto y los rganos pueden llegar a trescientosmetros, la altura entre cincuenta y ms de cien. Alterminar este saln existe en una piedra, unainscripcin que hace saber que hasta all lleg en1865 Carlota Amalia de Blgica. No distante existeotra del desgraciado Comonfort. El saln delmuerto prximo a ste, lleva tan ttrico nombre porhaberse encontrado en l, el cadver de un visitadorde la gruta que extraviado o falto de luz pereci all,junto al cadver del hombre se hall el de su perro.El Palmar se llama el noveno saln, uno de los mspenosos de recorrer por la desigualdad de su piso,ocasionada por los hundimientos de parte de labveda, las altas rectas y elegantes columnas quesemejando troncos de palmera se ven all; le hacendesignar con ese nombre.

    El espectculo grandioso, la admiracin en sultimo punto, el entusiasmo desbordndoseinvoluntario en el corazn ms indiferente estreservado para el ltimo saln llamado de losrganos. Nada debemos decir, vais all; sloaadiremos que en la bifurcacin que hacia laizquierda entrando, existe en ese sitio, haymaravillas que pocos de los visitadores han visto,que hacia ese lado es donde arrojando cohetes deciento diez metros de alcance, no los hemos vistotocar la bveda, y que en las altsimas galeras quecorren, suben, se inclinan y cruzan entre las crestasde esas inconmensurables rocas que no sabemossi con la luz elctrica llegaris a percibir, hay todo unmundo de monumentos extraos, de edificiosabigarrados con todos los rdenes de arquitecturaen fantstica confusin, de vegetacin ptrea, deanimales mitolgicos, de figuras apocalpticas, todoeso ve la menos exaltada imaginacin, a quien nilos verdaderos peligros que se necesita arrostrarpara llegar all, bastan a sustraer de la influencia delo maravilloso, cuyo dominio es completo.

    No poda un lugar como la gruta, dejar de serobjeto de aserciones infundadas, dcese que sellega a un sitio donde al fondo de un abismo se ve

  • correr un ro, dcese que es tan extensa que nadiepuede explorarla, que tiene salidas que sloconocen algunos naturales del pueblo, nada de esoes cierto. Hemos explorado la gruta en todos lossentidos en compaa de los seores generalesLalanne y ngel Martnez, provistos de elementos yvoluntad para llevar la exploracin hasta lohumanamente posible; hemos ido ms all dedonde jams han querido aventurarse los guas; y ala altura de la bveda, por todas las galeras ypasos donde puede aventurarse un hombre, lahemos hallado obstruida, en el sentido de sulongitud, por cristalizaciones que nada ni nadieconmover. Despus de las obstrucciones de losrganos, la gruta debe continuar, hasta el punto enque bifurcndose, el ro de Tenancingo que la abrise precipita en un lecho inferior, cavado conposterioridad, pues ese suelo que hoy pisamos ysin diferencia sensible de nivel, salvo las hechas porlas concreciones y los derrumbes, fue en tiempoinmemorial, prehistrico, el suelo del ro deTenancingo. La longitud es de cinco mil metrosaproximadamente de la entrada a los rganos.Deben existir grietas o estrechas comunicacionespor donde se verifica la renovacin del aire,conocidas solamente de los murcilagos quehabitan en los rganos, y a los que no hemos vistoentrar por la gran boca de la gruta.

    Ni es esta la nica gruta del sitio, ni las grutasson los nicos espectculos grandiosos del lugar; elabra de Corralejo, a dos leguas, donde hundido elsuelo se ve correr el San Gernimo en su lechosubterrneo a una profundidad espantosa; laentrada de este ro cerca de Chontalcoatln, bajo unarco que mide de sesenta a ochenta metros dealtura, abierto en un acantilado que corta lamontaa, de doble o triple elevacin; las bocas,sitio donde salen los ros, el hoyanco, gigantedepresin circular que no es sino una caverna, cuyabveda se hundi; montaas enteras que,gravitando con peso irresistible, se abatieron hastadesaparecer su cima en las concavidades que

  • ocultaban; todo es admirable, digno de estudio, yprueba que en un radio de seis a ocho leguas, aquelterreno ha sido socavado, perforado en variasdirecciones por los ros, de cuyos trabajos sonmuestras la gruta que acabamos de ver y la llamadaCarlos Pacheco, recientemente descubierta. Estagruta era conocida por los del pueblo, pero hastalos primeros das de octubre de 1879 fue reveladasu existencia al seor Pacheco. Sus cristalizacionesson superiores en belleza a las de la gran gruta,pero no en majestad; tiene varios salones; suentrada es estrecha y difcil; bjase una rampa yextindese a la izquierda una extensa galera depoco ms de doscientos metros de largo, es la delos pebeteros, a la derecha brese amplio cortinajede verdosas estalactitas y se penetra al primersaln que es el de la dama blanca, se suceden eldel monje, el del pabelln, el de la virgen de lasilla, que es el ms amplio de la gruta, y el ltimo, eld e los volcanes, nombres todos derivados deestalactitas o estalacmitas que afectan las formasde los objetos que significan.

    Sentimos que la estrechez de nuestro modestosemanario y la festinacin con que se redacta unartculo de ltima hora que se escribe e imprime ala vez no nos permitan obsequiar a nuestros dignoshuspedes con uno escrito con menos incorrecciny ms detalles interesantes sobre el objeto de suvisita, que se nos quedan en el tintero; srvanos deexcusa su ilustrada bondad, nuestra insuficiencia yel deseo de manifestarles la afectuosa acogida queles hace Morelos.

    Cuernavaca, marzo 18 de 1881.

  • Captulo V

    Continuacin

    Despus de pasar las tetillas, camino de Yautepecy ya para descender al texcal, se descubre lapintoresca ciudad de Cuernavaca.

    Tejalpa, o Texalpa, es el primer pueblo que seencuentra al paso, no sin que antes el viajero sobre todo si es pedestre, remoje sus secoslabios con la cristalina y pursima agua de unmanantial que nace cerca del camino.

    Parece que la sabia naturaleza compadecidadel caminante, ha querido presentarle en momentooportuno un agradable refrigerio, ms sabroso queel mejor brebaje inventado por el hombre. (LasePeter-Gay).

    Despus de Texalpa, siguen los pueblecillos deChapultepec, Cantarranas y Amatitln; lo menospesado de la jornada, quiz porque estando tancerca de la capital del estado, se procura tenersiempre compuesto el camino. Sea lo que fuere, sepasa sin sentir ese trayecto, porque la vista serecrea con las huertas que se suceden sininterrupcin hasta la entrada de la ciudad.

    Aqu y all los guayabos, chirimoyos, naranjalesy platanares: tulipanes, lirios, madreselvas, jazminesy flores mil: en una palabra cuanto de rico yfloreciente encierra la zona tropical, regado pordiversos manantiales y arroyuelos que dananimacin y vida a los simpticos pueblecillos deque hemos hecho mencin.

    Por fin despus de tropezones y cabeceadasde las cabalgaduras, se llega a la predilecta

  • residencia de los aventureros Corts y Maximilianode Hapsburgo, para buscar una mala posada en elentonces mesn de San Pedro, convertido hoy enfbrica de cerveza, despus que se le bautizenfticamente con el sobrenombre de hotel.

    En Cuernavaca se prolong la permanencia delobispo y Enrique, contento al principio gozando delmagnfico clima, extasiado al contemplar elpanorama encantador que se descubre desdecualquier parte y por donde se quiera extender lavista, pero muy especialmente desde las glorietasdel jardn de Borda, tuvo que fastidiarse, aunque nolo daba a conocer.

    Por lo regular se le vea en el balcn de la casadel seor Prez Palacios, en la cual se aloj elcannigo. Desde ese balcn se ve la cordillera demontaas que forman la serrana de Jonacatepec ydonde se encuentran los grandes peascos ocanteras en cuya falda casi est la poblacin deJantetelco. En los ratos que permaneca solo en elbalcn dirigiendo la vista hacia aquel rumbo, decapara s, all vive Sara all est el alma ma quhar en este momento?, pensar en m?Ingrata!, y por qu no me escribe? pobrecita!,y cmo y con quin me ha de escribir?, no dejo deser exigente! pero tambin si ella quisieramandara un mozo, bueno! mas cmo mandar esemozo?.

    En uno de esos momentos se escuch la vozde un individuo que dijo:

    Seor Sedeo.Enrique se volvi violentamente para ver quin

    era el importuno que interrumpa sus pensamientos.Seor repiti la persona, que era una de

    las tantas que acompaaban al obispo, ah estun mozo que llega de la casa de usted y a quienconduje hasta aqu, de parte de su ilustrsima.

    Gracias amigo contest Enrique, quepase el mozo.

    Pero esto nada ms lo dijo, porque casiatropellando al enviado, sali violentamente de lapieza, dirigindose al corredor, donde encontr a

  • uno de los sirvientes de su casa que lo esperaba.Macario! exclam el joven. Cmo te

    va hijo? Cundo saliste de Jantetelco?, qu dicepap?, cmo est mi madre?, viste a Sara?,dnde dejaste tu caballo?, traes cartas?

    El pobre criado qued aturdido con tantapregunta, de manera que en vez de ocuparse encontestar, sac de un morral (bolsa de ixtle dondegeneralmente guarda la gente del campo, lo quenecesita en el camino), un pauelo en que venan lascartas que se dirigan al joven.

    Esto me lo dio el amo dijo entregando elpaquete y luego sac otro bulto pequeo y agreg, esto me lo dio la nia, encargndome que no loperdiera, ni lo diese ms que a su merc

    Gracias, Macario contest Enrique,recibiendo las cartas, ve a descansar hijo, tomay sac del bolsillo unas monedas que ofreci almozo, toma para lo que necesites.

    Macario dando un paso atrs, dijo en tonorespetuoso:

    No nio, ya el amo me dio lo suficiente parael viaje: tambin la nia Sara me daba dinero, perono quise recibirlo, tomando solamente un bultito conpan y otras cosillas para el camino, por ms seasque hasta me sobr chocolate. De modo y maneraque con su permiso me retiro, voy a dar de comer ami bestia y vengo luego, para que me despache.

    Macario!, me incomodo contigo y le dabacon insistencia las monedas.

    No mi amo, perdneme su merc, no puedotomar eso y daba palmadas a su sombrero con lamano izquierda, tenindolo con la derecha.

    No seas caprichudo Macario, recbelo; nopara ti, sino para que compres un sombrerito y unoszapatitos a tu hijo que aqu los hay muy graciosos.

    Pues ya que mi amo quiere que mi hijoestrene alguna cosa chula (bonita), le ruego quesea a gusto de su merc: pero yo dinero, no lopuedo recibir.

    As son la mayor parte de los mozos en losingenios de azcar, honrados y trabajadores. Se les

  • confan fuertes sumas, que recogen de laspoblaciones en cambio de libranzas paraconducirlas a las haciendas, y es muy comn que sipor desgracia se les asalta para quitarles la raya como le llaman defienden como suyo propioaquel dinero perdiendo la vida en la defensa.

    Vive todava un mozo de Coahuixtla, queatravesado ya por dos balazos; se bati con bizarray denuedo, conteniendo as a los ladrones, entretanto, sus compaeros salvaban el dinero.

    La hacienda de Tenextepango fue asaltada unaocasin por ms de trescientos bandidos y diezmozos nicos que la cuidaban, la defendieron,muriendo todos, antes que permitir que la robasenmientras vivan

    Ante la resistencia de Macario, qued Enriqueun momento pensativo y luego dijo:

    Arreglado, hijo, mas en cambio voy a pedirteun favor, me quieres regalar una tablilla delchocolate que te dio Sara y del cual te sobraronalgunas? porque el de aqu no se puede tomar, noes sabroso como el de all. No era que elchocolate de Cuernavaca fuera malo, sino quedeseaba tener todo lo que de Sara viniese.

    Pues cmo no, nio? contest el mozo,voy a traer todo el que queda.

    Macario se despidi y el joven se internviolentamente y dirigindose al balcn y se ocupantes que de las dems, de la carta de Sara.

    En el sobre slo se vea escrito: A. E. quenuestro estudiante tradujo A Enrique, por quSara puso as la direccin?, quin le ense esemodo de escribir? Nadie, eso no se aprende, esinnato en los enamorados y sobre todo en la mujer aquien tanto cuadra el misterio.

    Abri Enrique la carta y ley:

    Enrique de mi alma:Varias cartas he roto dirigidas a ti, porque ninguna me ha

    parecido buena. He querido que sepas de m, pero no hetenido con quin mandarte mi carta hasta hoy que va unmozo. No puedes figurarte cunto he sentido que no hayasregresado con pap, y ese cannigo que te llev, me chocamucho, pero como dice mam que estars contento porqueests paseando, he quedado tranquila.

  • Carolina est molesta conmigo, quin sabe por qu. Alsalir de misa el domingo anterior fuimos una calle juntas,me dijo que tena un novio muy guapo, con quien se iba acasar, como eso no me importaba, no le hice aprecio, perocomo agreg que ya saba que estabas en sa y que lehaban asegurado que all hay muchachas muy bonitas,bien vestidas, que cantan muy bien y que seguido haybailes, me fastidi y casi sin decirle adis, me desped deella.

    A cuntos bailes has concurrido? Quisiera saber, parabailar contigo. Te acuerdas de m? Yo no quiero quevisites a ninguna muchacha, ni menos que bailes, meentiendes?

    Dice pap que probablemente no volvers, sino hastalas vacaciones, pues de esa ciudad marchars paraMxico. Si es as, escrbeme seguido. Cada da medesespero ms, porque ese bendito cannigo te encontren el rancho por qu no te hiciste el enfermo para no ir conl? Si te pregunta por m, dile que no lo quiero.

    Adis Enriquito de mi corazn: no te olvides nunca de m,que siempre te conserva en su corazn.

    S.

    Extasiado qued Enrique con la carta en la mano.En aquel instante en nada pensaba; mil ideas se leagrupaban a la imaginacin.

    Ingrato! olvidaba que su padre, el padre quetanto lo quera, tambin le haba escrito, la carta deste, que tena en la mano izquierda, se le cay sinsentir y slo eso lo hizo despertar de su marasmo.

    Don Martn le deca en su carta que suseparacin y ausencia eran sentidas: que el seorcannigo le haba escrito, recordndole que lasvacaciones tocaban a su trmino y que lasmatrculas tenan que abrirse pronto. Por tal motivole encargaba que partiera para Mxico a fin dellegar a tiempo y continuase sus estudios.

    Otras varias cartas para diversas personas deCuernavaca, contena el paquete que se le habaentregado.

    Sin prdida de tiempo contest el joven la cartade su padre, anuncindole, que segn sus deseos,marchara tres das despus para la capital. Fue unacarta notablemente lacnica, porque lo que ms leimportaba era ocuparse de la de Sara.

    Bastante tena escrito ya, y le pareca todavapoco para decir a la joven en varias frases y demaneras distintas, cunto la amaba.

  • Macario ya estaba de vuelta esperando en elcorredor, que se le diese la respuesta.

    Nuestra gente del campo es infatigable: porms que camine leguas y ms leguas, no dan lamenor seal de cansancio. Sus caballos queparecen de badana, no se fatigan a la par que susamos. Nada de notable tiene, que despus dehaber caminado un ranchero sus veinticinco o msleguas, se les hace regresar, tomando solamenteuna o dos horas de descanso y cuidado! quenuestros caminos no estn ni siquiera adoquinadosque entonces sera peor, pero con todo y eso,jinete y badanario, toman la vereda trotando ste ydando el viajero constantemente con los talones enlas costillas al bucfalo, regresan al lugar de sudestino, ms tranquilos que si viniesen del Paseode la Reforma.

    Enrique deseaba despachar luego, pero porms que haca, los pliegos se sucedan sininterrupcin. Iba a concluir el cuarto en losmomentos que se present un enviado de suseora, dicindole que su ilustrsima lo esperabapara asistir a un convite que en su honor se daba enel jardn de Borda.

    Como pudo, concluy de escribir maldiciendo acuantos convidados y sacristanes hay en el mundo,porque uno de stos le interrumpi su agradableocupacin. Cerr su carta, arregl su traje lo mejorque pudo y sali encontrando a Macario que loesperaba ya.

    Ven le dijo, vamos a la esquina, al cajnde ropa para despacharte.

    Vamos seor amo, aqu est esto y lepresent la servilleta con el resto del chocolate.

    Dame ac dijo Enrique, arrebatando casilo que se le daba, y se fue a guardarla en una desus petacas de viaje.

    Momentos despus en el cajn de ropa,entregaba Enrique al mozo, las cartas y el bulto congneros para la familia de ste y le encarg por doso tres veces, que con el mayor cuidado conservasela que le iba dirigida a Sara entregndosela muy en

  • secreto.Est bien nio contest Macario, pierda

    su merc cuidado, todo se har como lo desea.Adis, mi amo agreg sin atreverse a

    estrechar la mano de Enrique; mas ste bieneducado y sobre todo liberal de corazn, con laizquierda llev a la cabeza de Macario el sombreroque ste tena en la mano y con la derecha estrechla del mozo.

    Adis, Macario; abrazos a tu mujer y a tuhijo

    El martes prximo, Enrique sali por ladiligencia para Mxico en compaa de su maestroel cannigo.

    Al llegar a la capital; sus compaeros decolegio, conociendo su ingenio y chispa, lesuplicaron les refiriese algo de sus impresiones deviaje.

    Todos los estudiantes formaron corrillo yEnrique les cont lo siguiente:

    En Cuernavaca el cura prroco, para dar unaprueba de su dedicacin y esmero por el adelantode la juventud quiso que se examinara al mejor desus discpulos.

    Ante un numeroso concurso como que nadamenos, iba a presidir el obispo, se present elalumno que por su figura y modales, pareca msbien Zorra a quien llevan a enjaular. Despus de undiscurso en latn que nadie entendi por lo malconcertado y peor pronunciado, comenzaron laspreguntas calcadas en el Lrraga y que elsinodando contestaba disparatadamente. Por fin elobispo cerr el examen. Dgame usted nio ledijo, no obstante que tal nio pareca un gatomonts, podra usted celebrar el santosacramento del bautismo con caldo?

    El estudiante, con cierto nfasis, como dandoa conocer que saba a la perfeccin al padreXaquier, contest: Distingo, si el caldo es como elque el seor cura, mi padrino da a los enfermos delhospital, si se puede; pero si es como el que hadado a su seora ilustrsima neg; es decir no se

  • puede.Con una risa general se celebr la relacin de

    Enrique, pues comprendieron que slo al caldo delobispo, se le serva carne y el que se destinaba alos enfermos, era pura agua caliente.

    A las doce del da, apareci pegado un papelen la puerta del comedor del colegio en que se lealo siguiente:

    Aqu se sirve caldo para bautizar.

  • Captulo VI

    Sospechas

    Don Martn y su familia se encontraban enJantetelco con objeto de pasar la semana mayor.

    El joven a su vez hizo lo posible para estar enaquella poblacin con su familia y as lo habaescrito, para que le mandaran mozos y caballos.

    Sara, desde muy temprano del da en quedebiera llegar su primo, estaba arreglada. Vestida ybien peinada, con sencillez; pero con gracia.

    Poca devocin tena aquella maana, y msbien por costumbre, cumpli con el cotidiano deberde ir a misa. Tema, que mientras estaba en laiglesia, llegara Enrique; por lo mismo apenasconcluy la ceremonia, regres a su casa conbastante inquietud y precipitacin. Ayudaba a doaJuana en las faenas domsticas, para que Enriquelo encontrase todo listo y limpio; pero se dabafrecuentes escapadas para ir a la ventana e indagarcon la vista, si ya vena.

    Pensaba Sara, y con justicia, que Enriqueapresurara su marcha, pues los deseos de verse,debieran ser recprocos.

    Nia deca doa Juana, no ves queEnrique sale hoy de Yecapixtla y que as esimposible que llegue aqu sino hasta las dos de latarde por lo menos?, a qu pues estarloesperando tan temprano?