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Los orígenes del Camino de Santiago Semblanza histórica del Obispo Teodomiro, del monarca astur Alfonso II, llamado el Casto, y de un camino que se ha convertido en espacio sagrado. Lauda sepulcral del obispo de Iria Flavia Teodomiro, “descubridor” de la tumba del apóstol Santiago el Mayor. - PowerPoint PPT Presentation
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Los orígenes del Camino de Santiago
Semblanza histórica del Obispo Teodomiro, del monarca astur Alfonso
II, llamado el Casto, y de un camino que se ha
convertido en espacio sagrado.
Lauda sepulcral del obispo de Iria Flavia Teodomiro, “descubridor” de la tumba del apóstol Santiago el
Mayor.
Estatua de Alfonso II, llamado el Casto, obra de Victor Hevia
situada en el Jardín de los Reyes anexo a la catedral de Oviedo.
Red de los “Caminos de
Santiago” que a lo largo de los siglos
gracias a la religiosidad de los peregrinos y, por
que no, los intereses
económicos de las administraciones
en los últimos años, han ido
surgiendo y surcan la Península
Ibérica.
La inestable monarquía asturiana encontró a comienzos del siglo IX d.C. un inusitado apoyo gracias al milagroso
“descubrimiento” del lugar en que fueron enterrados por sus discípulos Teodoro y Atanasio los restos de Santiago el Mayor, el primero de los apóstoles en ser martirizado.
La gloria de tal hallazgo se atribuye al obispo Teodomiro, titular de la diócesis de Iria Flavia, gracias a las visiones
de un ermitaño que moraba en las espesuras de un bosque conocido como Liberum Donum o Liberdon,
llamado Paio, Pelayo o Pelagio (las crónicas no coinciden en este punto), quien informó al mismo que las
estrellas, en su recorrido nocturno, se detenían sobre un punto fijo y determinado del terreno, hecho milagroso que debía tener un significado que se escapaba a su
conocimiento.
Ante estos hechos, y tras consultar con los sacerdotes de la diócesis, Teodomiro toma la decisión de encaminarse al lugar de las misteriosas visiones y comprobar con sus
propios ojos el milagro de las estrellas, quedando maravillado ante tal prodigio hasta el punto que decide iniciar un ayuno de tres días con el fin de purificar su espíritu antes de iniciar la búsqueda de las causas o
motivos del inusual hecho.
Mapa de los reinos hispánicos hacia los años del descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago el
Mayor en Compostela.
Martirio de Santiago el Mayor, hijo del Zebedeo.
Obra de Albrecht Dürer (Alberto Durero), fechada entre los años 1507
y 1509 d.C.
Dimensiones : 148 x 61 cm.
Colección del Historisches Museum de Frankfurt.
Cumplida la penitencia iniciaron la exploración del lugar, un pequeño y pelado otero, en cuya cima encontrando
los restos de una antigua necrópolis paleocristiana, cuyos orígenes se remontaban época celta, en la que
destacaba una monumental sepultura de orden romano que por sus dimensiones era evidente estaba destinada
a acoger los restos de un alto personaje y en cuyo interior descansaba un sarcófago de piedra. Una vez
abierto este, comprobaron que contenía los restos de un hombre que había sido decapitado y cuya cabeza
descansaba bajo su brazo derecho.
Inmediatamente, y recordando las tradiciones que describían el viaje que realizaron los discípulos Teodoro
y Atanasio desde Jerusalén hasta estas tierras para poder dar sepultura a los restos del apóstol Santiago, el
hijo del Zebedeo, identificaron los restos como pertenecientes a aquel discípulo que fue condenado a
muerte por el rey Herodes Agripa I quien ordenó, además, que su cadáver debería quedar insepulto para
ser pasto de las alimañas.
Maravillado ante este descubrimiento, Teodomiro, además de levantar una capilla en el lugar del hallazgo, ordena partan mensajeros hacia la Corte asturiana para
informar del mismo al rey Alfonso II.
Tumba monumental romana cuyo diseño pudiera ser muy semejante a los restos localizados por el obispo Teodomiro en la que supestamente fueron sepuntados los restos del
apostol Santiago el Mayor.
Moneda acuñada por el rey de Judea, Herodes Agripa I, apodado el Grande fechada entre los años 37 – 43 d.C., bajo cuyo gobierno fue martirizado en apóstol Santiago
el Mayor.
Antes de continuar con el relato del milagroso descubrimiento que dio inicio al Camino de Santiago,
debemos centrarnos en conocer la situación política en la que se encontraba el reino astur en esos años.
La subida al trono de Alfonso II no se produce a la muerte de su padre, el rey Fruela I, dado que siguiendo bien la tradición visigoda o bien la línea matrilineal en la
sucesión, asciende al trono su primo Aurelio I, hijo de Fruela de Cantabria, rey que según narran algunas
crónicas firmó una vergonzosa tregua con el Emirato de Córdoba por la que se comprometía a entregar cada año
a los enviados del emir un determinado número de doncellas cristianas, de ahí el origen de la localidad asturiana de El Entrego, lugar donde se realizaba la
entrega, y la leyenda del Tributo de las Cien Doncellas.
Fallecido Fruela I sin descendencia directa, los nobles acuerdan entregar el trono a Silo I, su cuñado por su
enlace con su hermana Adosinda, quien fue contemporáneo del emir de Córdoba Abd al-Rahmán I al-
Dājil y del monarca franco Carlomagno, tiempos de la batalla de Roncesvalles, siendo su mayor aportación a la
historia el traslado de la Corte desde la inicial capital, Cangas de Onís, a Pravia, localidad mucho mejor situada
al ubicarse al fondo del valle del río Nalón junto a una antigua vía romana.
Arbol genealógico de los monarcas del reino de Asturias en el que se puede comprobar que estando todos los monarcas emparentados la sucesión no sigue la línea dinástica directa, sino que resulta más cercana bien al
modelo de transmisión matrilineal o bien al modelo electivo visigodo siempre dentro de la familia reinante.
Dolmen situado bajo la capilla de la Santa Cruz,
cuyos orígenes se remontan al reinado de
Favila I, y en la que, según las tradiciones más antiguas fue el lugar de
enterramiento de los reyes astures hasta el traslado de la capital a
Pravia por Silo I
Iglesia de Santianes de Pravia, mandada edificar por el rey Silo I para ser su lugar de enterramiento tras el
traslado de la capital del reino astur de la inicial localidad de Cangas de Onis a la de Pravia.
En el año 783 d.C. se produce la muerte de Silo I, situación que algunos nobles aprovechan para elegir
como sucesor a Alfonso II, el hijo del rey Fruela I, pero que es contestada por Mauregato I, tío suyo al ser hijo natural de Alfonso I y una cautiva musulmana llamada
Sisalda, para iniciar una rebelión en la Corte que apoyada por gran parte de la nobleza, le destrona
obligándole a refugiarse en tierras alavesas, el feudo de los parientes de su madre Munia de Álava, asumiendo el trono y dando inicio a un reinado en el que acontecerá
un hecho que tendrá gran trascendencia en el “descubrimiento” de la tumba del apóstol Santiago, la
disputa teológica ocasionada por la irrupción en territorios hispanos de la doctrina adopcionista,
declarada herética en el segundo concilio ecuménico de Nicea celebrado en el año 787 d.C., en la que
intervinieron la Corte astur, el obispo de Toledo, Elipando, y el monje Beato de Liébana, autor de Los
Comentarios al Libro del Apocalipsis.
El adopcionismo, doctrina heredera del arrianismo, propugnaba que Jesús era un ser humano, elevado a categoría divina por designio de Dios a través de su
adopción, bien al ser concebido, bien en algún momento a lo largo de su vida, o bien tras su muerte,
planteamiento que eliminaba una de las grandes contradicciones de la doctrina oficial, al tener que
reconocer la existencia de varias personas divinas y, al mismo tiempo, profesar el monoteísmo.
Folio del manuscrito mozárabe Comentario al Libro del Apocalipsis del Beato de Liébana, conocido como Beato de San Miguel de la Escalada, en el que aparecen Los siete
ángeles con trompetas.
Está datado hacia el primer tercio del siglo
IX d.C.
Biblioteca Morgan de New York.
Folio 127 v del manuscrito mozárabe
Comentario al Libro del Apocalipsis del Beato de Liébana,
conocido como Beato de Osma, en el que aparecen La mujer y el dragón.
En las dos páginas siguientes,
Mapamundi (Folios 34 v y 35 r) y
detalle del mismo referente a la
Gallecia.
Esta agria disputa teológica, que en el fondo reabría el debate entre nicenos o católicos y arrianos que ya
habían protagonizado graves enfrentamientos tras la conversión de Recaredo I en el año 587 d.C. y la
declaración del catolicismo como religión oficial en el III Concilio de Toledo del año 589 d.C., reabría viejas rencillas entre los nobles visigodos que se habían
refugiado en las tierras norteñas huyendo de la invasión islámica, y aquellos que habían “colaborado” con los
musulmanes y cuya vieja fe arriana se encontraba cercana a los postulados del propio Islam.
Nótese que el máximo defensor de las tesis adopcionistas era el propio obispo de Toledo, Elipando, titular de la sede primada del viejo reino visigodo, su
antigua capital y lugar en el que se habían celebrado los Concilios que llevan su nombre, hasta 18 de estas
reuniones se llegaron a celebrar, en las que se trataron asuntos de índole religiosa de tanta trascendencia
política como sucedió en el IV Concilio celebrado el 633 d.C. en la que el propio rey Recaredo abrió las sesiones con la abjuración del arrianismo al suscribir los símbolos
de fe de Nicea, Constantinopla, Éfeso y Calcedonia, hecho que obligaba a todos sus súbditos, o el V Concilio del año 636 d.C. en que establecían las primeras bases
para la elección del monarca, las cuales fueron completadas bajo el reinado de Recesvinto por el VIII
Concilio del año 653 d.C.
Conversión de Recaredo, óleo de Muñoz Degrain / Palacio del Senado (Madrid).
Corona votiva visigoda conocida como “Corona de Recesvinto” perteneciente al llamado Tesoro de Guarrazar localizado
amediados del siglo XIX d.C. en la localidad toledana de Guadamur.
Este monarca convocó los Concilios VIII (año 653 d.C.), IX (año 655 d.C.) y X (año 656 d.C.), en el primero de los cuales se
establecía que :
“El sucesor del rey será elegido con asentimiento de los obispos y magnates
palatinos, en la ciudad regia o en el lugar mismo donde hubiera muerto el monarca
anterior”.
Es en este momento cuando la iglesia católico-nicena va adquiriendo cada vez mayor protagonismo
fundamentalmente durante los reinados de los últimos monarcas visigodos, así bajo Egica (687 – 700 d.C.) se
ordena la persecución y confiscación de los bienes de los judíos, hecho que sume al reino en una grave crisis
económica y que se une a las luchas intestinas entre la propia nobleza, enfrentamientos cuyo origen habría que buscar en la crisis suscitada por la sucesión del propio Egica cuando, tras el interregno de Suniefredo, eligen
como rey a Witiza, el hijo de Egica, hecho que contradice la tradición establecida de ser la nobleza quienes elegían
al sucesor.
En torno a la figura de este monarca se han tejido múltiples leyendas que inciden principalmente en su depravación, como aquella que afirma que estando la hija del conde don Julián, otras crónicas lo denominan Olián u Olbán, a la sazón gobernador de Septa (Ceuta),
educándose en la corte visigoda, fue violada por el propio rey, siendo este el origen de la invasión
musulmana, cuando lo cierto es que su reinado se caracterizó por intentar atraer a su bando a todos
aquellos que habían sido represaliados por su padre comenzando por los nobles arrianos que recuperaron sus
cargos en la Corte, al tiempo que levantaba la interdicción dictada contra los judíos devolviéndoles los
bienes confiscados.
Representación del rey visigodo Egica según figura en
el llamado “Códice Emilianense”.
Representación idealizada del rey visigodo Witiza.
Debemos detenernos un momento para señalar que, siguiendo el esquema de las provincias de la Hispania
Romana, el reino visigodo estaba dividido en ducados al frente de cada uno de ellos se situaba un dux o duque, siempre perteneciente a alguna de las grandes familias emparentadas con la familia reinante y entre los cuales
se debía, teóricamente, elegir el sucesor del rey.
Es por ello que la estrategia de asociar en vida al trono a uno de los hijos del monarca y por tanto establecerlo
como su futuro heredero sin la aprobación de la nobleza, costumbre que se implanta definitivamente en el reinado
de Egica con el nombramiento de Witiza y que este continúa con la asociación de su hijo Agila II, dux de la Tarraconensis, provocó, a la muerte del segundo, una
serie de revueltas encabezadas por aquellos nobles que consideraban se debía continuar con lo establecido en el VIII Concilio de Toledo, los cuales eligen como rey al dux
de la Bética, Roderico (Rodrigo).
Y es esta lucha fratricida en la que confluyen tanto los intereses económicos nobiliarios, son constantes las
rebeliones de duques que se consideran con derecho al trono, como religiosos, el poder de la iglesia católica trinitaria es cada día mayor gracias a las donaciones
regias, donde podemos encontrar el germen del hundimiento de la monarquía visigoda.
División en ducados del reino visigodo bajo el
reinado de Witiza.
Teórica división entre
los seguidores de Agila II
y Rodrigo.
Portada de la llamada “Crónica del rey don
Rodrigo”, obra de Alonso de Cartagena publicada en
1549 d.C. en la que se recogen la gran mayoría de leyendas tejidas en torno a
la vida y muerte de ese monarca.
El enfrentamiento entre los seguidores de Rodrigo y Agila II tiende a resolverse de la misma forma que en
ocasiones anteriores, es decir, buscando alianzas militares tanto internas como externas, que en ese caso se realizaron antaño con el Imperio Bizantino, tal y como sucedió en el reinado de Atanagildo quien en el año 551
d.C. recabó la ayuda del emperador Justiniano para derrocar al rey Agila, resultado de la cual fue la
ocupación de la llamada Hispania Bizantina con capital en Carthago Spartaria (Cartagena) hasta el año 621 d.C. en que fue recuperada por los reyes Sisebuto y Suintila.
La historia parece repetirse nuevamente cuando Agila II solicita la ayuda militar del gobernador musulmán del
norte de África el yemení de origen Abu Abd ar-Rahman Musa ibn Nusayr ibn Abd ar-Rahman Zayd al-Lajmi, quien envía a su lugarteniente Táriq ibn Ziyad, gobernador de
Tánger al frente de una reducida fuerza bereber para apoyar a los seguidores de Agila II, las cuales derrotan a
las tropas del rey Rodrigo en la batalla de Guadalete librada en el mes de julio del año 711 d.C., punto de
inicio de un rápido avance que, en el otoño de ese año, les llevan a las puertas de Toledo, la capital del reino y
lugar en el que había sido coronado Agila II, para reclamar el tesoro real como pago de sus servicios,
pretensión que fue rechazada por los nobles obligando a Táriq a solicitar instrucciones a su superior Musa ibn
Nusayr.
Retrato de Atanagildo, según la obra de Arnold van
Westerhout “Effigies et series regum Hispaniae”
publicada en Roma en el año 1624 d.C.
Biblioteca Nacional de España (Madrid).
Mapa en el que se muestra los teritorios controlados por el Imperio Bizantino a mediados del siglo VI d.C. tras la
solicitud de ayuda del rey Atanagildo.
Podemos decir que las consecuencias de la lucha Agila I / Leovigildo se repiten con la iniciada entre Rodrigo / Agila
II, pues los mercenarios bereberes, ante la negativa al pago acordado, destronan al monarca Agila II que es
desterrado a Damasco como rehén del califa Al-Walid ibn Abd al-Malik, al tiempo que las tropas invasoras
culminan la conquista del reino visigodo en poco más de tres años, puesto que a finales del año 714 d.C. ambos
líderes musulmanes son requeridos en Damasco para dar cuenta de sus actos.
No podemos dejar de señalar que la rapidez de la conquista no puede ser explicada más que teniendo en cuenta la “complicidad” de parte de la nobleza cuyas
antiguas creencias arrianas eran fácilmente compatibles con el Islam primitivo, estando ambas basadas en el
monoteísmo, “un solo dios”, contrapuesto a la “trinidad” nicena. Es por ello de interés resaltar que algunos nobles
visigodos siguen gobernando sus territorios bajo dominio musulmán como el conde Teodomiro (Tudmir ibn Abdush, Tudmir el godo, en las crónicas árabes) quien a
firmó el llamado Pacto de Teodomiro por el cual mantenía su poder sobre una serie de ciudades de la
zona levantina a cambio del pago de una serie de impuestos, situación que se repite en otros lugares como
Zaragoza con el conde Casio, (kumis Qasi en árabe) cabeza de la familia de los Banu Qasi que gobernó esa
zona hasta el siglo X d.C.
Ciudades incluidas en el “Pacto de
Teodomiro” firmado por el conde visigodo Teodomiro y Abd al-Aziz ibn Musa (hijo
de Musa ibn Nusair).
En algún caso existen dudas sobre la
ubicación exacta de alguna de ellas.
Vista aérea de la Gran Mezquita de Damasco mandada erigir por el califa Al-Walid ibn Abd al-Malik sobre las
ruinas de la iglesia de San Juan Bautista.
Esta digresión histórica es muy importante para comprender la importancia del descubrimiento de la
tumba del apóstol Santiago ya que nos permite considerar que la lucha iniciada por Pelayo en las montañas astures no es sino la plasmación de una
realidad, la continuación de las luchas nobiliarias, en este caso y tras la deposición de Agila II y la derrota de
su hijo y teórico sucesor Ardabasto en Narbona, encabezadas por aquellos nobles que no estaban
dispuestos a pactar con los musulmanes y que podemos considerar fundamentalmente representantes de la
religión oficial, la nicena-trinitaria.
A finales del siglo VIII d.C. las políticas represivas de los emires Hixam ibn Abd-ar-Rahman, Hixam I y Al-Hàkam
ibn Hixam, Al-Hakam I, provocan un movimiento migratorio de los cristianos de tierras musulmanas tanto
nicenos como arrianos, los denominados mozárabes, hacia las tierras del Norte, y es en esta situación cuando
retomamos el relato del descubrimiento de la tumba acompañando al mensajero que el obispo Teodomiro envía a la Corte astur con la noticia ese maravilloso
hallazgo a un monarca, Alfonso II, cuyo ascenso al trono había sido propiciado por la renuncia en el año 791 d.C. del rey Bermudo I tras ser derrotado por las tropas del emir cordobés Hixam I en la batalla de Burbia y cuya capital, Oviedo, estaba recuperándose todavía del
saqueo sufrido a manos de dichas tropas en el año 794 d.C.
Estatua de don Pelayo, (Belay en
las crónicas árabes), noble
visigodo iniciador de la dinastía astur y mítico iniciador
de la Reconquista.
Real Sitio de Covadonga
(Cangas de Onís).
Unico resto conservado de la iglesia de San Tirso mandada erigir por el monarca astur Alfonso II tras el
saqueo de la ciudad de Oviedo por Hixam I.
Podemos imaginar que nuestra llegada a Oviedo provoca una gran conmoción en los estamentos religiosos de la ciudad en la que coexisten, que no conviven, las dos credos cristianos de la época, el niceno y el arriano,
estos últimos incrementados por la llegada de gentes mozárabes, la noticia de un maravilloso descubrimiento
que afectaba tanto a unos como a otros y que, hábilmente utilizado, podía servir para unir ambas confesiones bajo un símbolo común, al tiempo que legitimar de una manera “divina” la recién creada
monarquía astur como única heredera de la monarquía visigoda.
Reunida la Corte, el monarca apoyado incondicionalmente por Adulfo, primer obispo de la ciudad tras el traslado desde Pravia, propone a los
nobles presentes encaminarse inmediatamente hacia el lugar del milagroso descubrimiento para cerciorarse de
la realidad del mismo. Esta marcha cortesana desde Oviedo hasta Compostela es la primera referencia a una
peregrinación al sepulcro del apóstol Santiago, constituyendo su itinerario el llamado “Camino
Primitivo” cuyo recorrido exacto ha sido objeto de múltiples propuestas aun cuando si parece claro que por la época del año en que se realizó debieron seguir la ruta
interior que se inicia en la ciudad de OVIEDO para tras atravesar los Concejos de Las Regueras, Grado, Salas, Tineo, Pola de Allande y Grandas de Salime, internarse
en tierras gallegas.
Mapa con el recorrido del Primitivo Camino de Santiago que desde Oviedo se dirigía por el interior (La Espina – Tineo – Allande – Fonsagrada – Lugo – Palas de Rey – Mellid – Arzúa – Labacolla – Santiago), existiendo una
segunda vía, utilizada posteriormente, que en el invierno se desviaba por la costa ( La Espina – Navia – Rbadeo – Mondoñedo- Sobrado – Arzúa – Labacolla - Santiago).
Torre medieval del Palacio de Dóriga,
uno de los lugares de paso del Primitivo
Camino de Santiago.
Absides y torre románica del Monasterio de San Salvador en la localidad de Cornellana, uno de los hitos
del Primitivo Camino de Santiago.
Torre de la Casa-Palacio de Valdés-Salas.
El Camino Primitivo a su paso por el Concejo de Salas.
Monasterio de Obona en el concejo de Tineo.
Monasterio de Bárcena en el concejo de Tineo.
Llegados al Campus Stellae comprobaron el milagroso hecho ordenando el monarca que en ese lugar, y sobre los restos del sepulcro junto al que se encontraron los
atribuidos a los discípulos Teodoro y Atanasio que habían transportado el cuerpo desde la lejana Jerusalén, se levantara una iglesia en honor del apóstol, al tiempo
que enviaba mensajeros tanto a Roma como a los monarcas europeos comunicando el hallazgo.
Decíamos al inicio que este hecho significó el espaldarazo a la monarquía astur que hasta ese
momento se encontraba sometida a fuertes tensiones derivadas tanto de su falta de reconocimiento
internacional, el monarca franco Carlomagno había sido coronado por el propio Papa León III como Imperator Augustus lo que le confería una primacía sobre otros
gobernantes cristianos, al tiempo que sus conquistas en la antigua Tarraconensis que alcanzaron la propia
Barcelona en el año 801 d.C., llegando hasta Tortosa en la desembocadura del Ebro en el año 811 d.C., de
manera que en esos años se podría decir que controlaba los antiguos ducados de Septimania y Tarraconensis por
lo que podría reclamar para si y sus descendientes la legitimidad del antiguo reino visigodo, como de los
movimientos separatistas surgidos en la antigua Gallecia de pasado suevo, pues no debemos olvidar que fue conquistada por el rey Leovigildo en el año 585 d.C.
Puerta Santa de
la Catedral
de Santiago
de Compostela con
la imagen
de Santiago peregrin
o flanqueada por las de
sus discípulo
s Atanasio
y Teodoro.
El llamado Trono de Carlomagno en la catedral de Aquisgran.
Un tercer factor a tener en cuenta es el religioso, consecuencia de la coexistencia, fundamentalmente en
esa zona, de los antiguos obispados arrianos y los nicenos, situación que se ve agravada por la masiva
llegada de gentes de religión cristiana desde los territorios musulmanes consecuencia de los sucesos
acaecidos en la ciudad de Toledo en el año 807 d.C., en la llamada “Jornada del Foso” en la que fueron
ejecutados por orden de Al-Hakan I los principales representantes de la ciudad entre ellos el obispo
Elipando de Toledo, el defensor de la doctrina adopcionista, gran parte de cuyos seguidores
abandonaron el lugar y se encaminaron hacia el norte.
En resumen podemos deducir que el descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago en la zona central de la
antigua Gallecia supuso para el monarca Alfonso II una oportunidad de, primero, afianzar su dominio sobre un
territorio hasta ese momento hostil mediante la fundación de una ciudad a la que dota de grandes
privilegios convirtiéndose en símbolo de los propios monarcas astures, y segundo, de presentarse ante la
cristiandad como defensor y custodio de los restos del apóstol que según la tradición evangelizó la Hispania
romana y era considerado como el más querido de Jesús, y tercero, aglutinar las diversas corrientes cristianas, nicenos, arrianos, adopcionistas, en la devoción a esa
figura apostólica.
Restos de una vivienda de la antigua
ciudad de Toledo.
Baños árabes de la ciudad de Toledo.
Para completar estas notas señalar que la importancia del descubrimiento fue tal que, dada la imposibilidad de peregrinar a los Santos Lugares de Jerusalén al estar en manos de los musulmanes, y la situación en cierto modo
peligrosa de la ciudad de Roma a causa de las incursiones sarracenas, bajo el papado de Gregorio IV (827 – 844 d.C.) atacaron Ostia y Civitavecchia, acción
que completaron en el año 847 d.C. cuando bajo su sucesor Sergio II llegaron a las afueras de la propia
Roma saqueando las Basílicas de San Pedro y San Pablo, se convirtió en el lugar de peregrinación sacra de importancia, se trataba de la tumba de uno de los
apóstoles, menos difícil de alcanzar.
Es por ello que ya desde mediados del siglo IX d.C. comienzan las peregrinaciones a Santiago que en pocos años se convierte en una de las urbes más importantes
de Gallecia hasta el punto que el propio general musulmán Abu Amir Muhammad ben Abi Amir al-Maafirí, al-Mansūr bi-llah, el Almanzor de las crónicas cristianas, en el transcurso de una razzia por esas tierras en el año 997 d.C., y tras el abandono de la villa ordenada por el
obispo Pedro de Mezonzo, ordena su destrucción al considerarla la más importante ciudad del occidente cristiano, arrasando el antiguo templo prerrománico
ordenado levantar por el propio Alfonso II, así como los demás edificios religiosos que en ella se alzaban,
pero ..........
Interior de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalen.
...... según cuenta la crónica de la historia de Hispania titulada Al-Bayan al-Mughrib escrita por el escritor árabe Ibn 'Idārī, Aben Absarí llamado El Marrecoxí, en el siglo
XIII d.C., a la llegada de las tropas califales :
“ ...... se veía desierta la ciudad cuando penetró en ella el siempre vencedor adalid. Sin embargo, Almanzor encontró allí a un muy anciano monje, sentado a par del sepulcro de Jacobo: —¿Quién eres?. le preguntó. —El guardián de estas reliquias, responde. Y volviéndose Almanzor a los suyos, mandó que
nadie se atreviera a hacerle ningún daño”.
Y en ese momento, en los albores del año 1000 d.C., cuando dejamos este viaje no sin antes señalar que el gran impulso se produjo en el año 1122 d.C. cuando el Papa Calixto II, hermano de don Raimundo de Borgoña, consorte de la reina Urraca de Castilla, por lo tanto, tío
del rey Alfonso VII, firma la Bula que concede las gracias del jubileo a aquellos peregrinos que peregrinen en
determinados años a Santiago y cumplan ciertos requisitos.
Coca, 26 de marzo de 2013, festividad de San BraulioJosé María Duchel de Mumbert
Estatua de San Pedro de Mezonzo obra de Xosé
Ferreiro que se alza en la iglesia del Monasterio de San Martiño Pinario en
Santiago de Compostela