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Los Cuadernos de Liter@ura AEN ºNDES E ULES: LA D DE ANTONIO GAMONEDA Manuel Vilas L a poesía de Antonio Gamoneda (Ovie- do, 1931) se origina en la unidad. Poe- sía y vida de un hombre rman, en - sión, la obra poética, el sentido unívoco de lo real. El libro Edad es la reunión de un tiempo rmado por la poesía de la vida. Gamo- neda siente su obra como concilio en el tiempo, Edad es el libro que nace de otros libros y rma así un devenir unitario, dando coherencia a la vida y al espíritu del poeta. Me parece, pues, muy significativa la manera de ordenar la obra, puesto que en ella existe una armoniosa e impa- rable voluntad de estilo, voluntad de belleza, hollando ya las onteras entre existencia y poe- sía, o, en todo caso, borrando los límites entre la vida y la poesía. Puede ser que Gamoneda pien- se que la vida en sí, vida a través de los días, no es nada, no perdura. En cambio, la vida vivida en un libro es un proyecto unitario hacia el tu- ro, y el vacío del vivir queda evaporado, vencido. El poeta que ha escrito Edad ha triundo sobre la vida, sobre su vacío, sobre su sombra, sobre la maldición del existir en la mentira. La poesía re- dime las escenas lsas de la vida y da coheren- cia y sentido a lo que sólo es transcurso caótico del mundo. Pero la poesía ha de ser una. A tra- vés del tiempo, a través de los poemas escritos en el tiempo, ha de erguirse una sola verdad, una sola poesía, un sólo lenguaje, un sólo hom- bre, al fin; hombre en la verdad, hombre en la poesía de la verdad. La unidad no es mero recur- so, o simple reunión. No, como en otros elo- cuentes casos de nuestra historia literaria re- ciente, Gamoneda ha entendido que su obra era sólo un libro, como lo entendió Cernuda y tan- tos otros. Porque, ante todo, la poesía es una proyección de la identidad, proyección de un hombre que ordena el mundo, hombre que del mundo hace un libro. Hay dos ciclos en la poesía de Gamoneda, dos ciclos bien direnciados y que dan pie para dis- tinguir dos poéticas en una sola poes. La di- rencia es bien clara: existe un antes y un des- pués de Descri p ción de la mentira. Y es este libro el que alumbra toda una nueva cosmogonía en la poesía de nuestro autor, luego entraremos más detenidamente en esta scinante obra. Co- mencemos hablando de esos primeros poemas recogidos en Edad (escritos entre 1947 y 1953, bajo el título de La tierra y los labios ) . En estos 55 versos alienta ya una originalidad estética y un per- cto tono de asimilación de lecturas. Gamoneda, desde sus inicios, se revela sabedor de un reino me- tarico propio, y sus poemas sugieren la singulari- dad de su espíritu poético. En La tierra y los labios se prefiguran los ndamentos ideológicos de su discurso literario: esa característica incertidum- bre moral, un ímpetu ético tiznado de amargura, de inlicidad, de sobre-aliento, y de rma es- pecial, el sentimiento del dolor que queda con- vertido en ndamento de la existencia humana: Arráncate la luz de la mirada. Los ángeles del bien están hundidos. Voluntades de nubes y de nidos _son la ceniza de la madrugada. (1949). Parece que es dolor lo que me llena hasta la altura de los ojos. Cabe vida y muerte en mi voz, pero no hay llave para abrir el amor; sólo hay cadena. (1953). Sublevación inmóvil (1953-1959) continuará los temas antes indicados, quizá con una mayor desola- ción interior en el discurso poético y con una más aquilatada propensión hacia un lenguaje abstracto que culminará en Descripción de la mentira. En Sublevación inmóvil hay un acercamiento entre dolor y belleza y son estos los dos puntales se- mánticos y metaricos más densos del libro: Juro que la belleza no proporciona dulces sueños, sino el insomnio purísimo del hielo, la dura, indeclinable materia del relámpago. Me justifico en el dolor. No hay nada; yo no encuentro en mis huesos cobardía. En mi canto se invierte la agonía; es un caso de luz incorporada. hallar súbitamente origen de dolor a la belleza! Blues castellano presentará, en cambio, una pasión por lo concreto, un an por introducir en el poema escenas realistas, escenas emanadas de la experiencia directa del poeta (ya en los versos de rrocarril de tallana de Exentos, I, 1956- 1960, se había deslizado un cierto tono realista) y, por supuesto, emerge lo biográfico como ca- racterística más sintomática. La figura de la ma- dre (que ya había aparecido anteriormente) sur- ge ahora de una rma más real, más decisiva, -hilvanada plenamente a la conciencia del poe- ta-, y, sin duda, no es tema secundario, ya que adquiere ribetes de obsesión. Algo parecido ca- bría apuntar para la figura de Dios -e incluso la de Cristo- cuya aparición en la poesía de Gamo-

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Los Cuadernos de Literatura

ARDEN BANDERAS

ENTRE LAURELES:

LA EDAD DE

ANTONIO GAMONEDA

Manuel Vilas

La poesía de Antonio Gamoneda (Ovie­do, 1931) se origina en la unidad. Poe­sía y vida de un hombre forman, en fu­sión, la obra poética, el sentido unívoco

de lo real. El libro Edad es la reunión de un tiempo formado por la poesía de la vida. Gamo­neda siente su obra como concilio en el tiempo, Edad es el libro que nace de otros libros y forma así un devenir unitario, dando coherencia a la vida y al espíritu del poeta. Me parece, pues, muy significativa la manera de ordenar la obra, puesto que en ella existe una armoniosa e impa­rable voluntad de estilo, voluntad de belleza, hollando ya las fronteras entre existencia y poe­sía, o, en todo caso, borrando los límites entre la vida y la poesía. Puede ser que Gamoneda pien­se que la vida en sí, vida a través de los días, no es nada, no perdura. En cambio, la vida vivida en un libro es un proyecto unitario hacia el futu­ro, y el vacío del vivir queda evaporado, vencido. El poeta que ha escrito Edad ha triunfado sobre la vida, sobre su vacío, sobre su sombra, sobre la maldición del existir en la mentira. La poesía re­dime las escenas falsas de la vida y da coheren­cia y sentido a lo que sólo es transcurso caótico del mundo. Pero la poesía ha de ser una. A tra­vés del tiempo, a través de los poemas escritos en el tiempo, ha de erguirse una sola verdad, una sola poesía, un sólo lenguaje, un sólo hom­bre, al fin; hombre en la verdad, hombre en la poesía de la verdad. La unidad no es mero recur­so, o simple reunión. No, como en otros elo­cuentes casos de nuestra historia literaria re­ciente, Gamoneda ha entendido que su obra era sólo un libro, como lo entendió Cernuda y tan­tos otros. Porque, ante todo, la poesía es una proyección de la identidad, proyección de un hombre que ordena el mundo, hombre que del mundo hace un libro.

Hay dos ciclos en la poesía de Gamoneda, dos ciclos bien diferenciados y que dan pie para dis­tinguir dos poéticas en una sola poesía. La dife­rencia es bien clara: existe un antes y un des­pués de Descripción de la mentira. Y es este libroel que alumbra toda una nueva cosmogonía en la poesía de nuestro autor, luego entraremos más detenidamente en esta fascinante obra. Co­mencemos hablando de esos primeros poemas recogidos en Edad ( escritos entre 1947 y 1953, bajo el título de La tierra y los labios). En estos

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versos alienta ya una originalidad estética y un per­fecto tono de asimilación de lecturas. Gamoneda, desde sus inicios, se revela sabedor de un reino me­tafórico propio, y sus poemas sugieren la singulari­dad de su espíritu poético. En La tierra y los labios se prefiguran los fundamentos ideológicos de su discurso literario: esa característica incertidum­bre moral, un ímpetu ético tiznado de amargura, de infelicidad, de sobre-aliento, y de forma es­pecial, el sentimiento del dolor que queda con­vertido en fundamento de la existencia humana:

Arráncate la luz de la mirada. Los ángeles del bien están hundidos. Voluntades de nubes y de nidos _son la ceniza de la madrugada. (1949).

Parece que es dolor lo que me llena hasta la altura de los ojos. Cabe vida y muerte en mi voz, pero no hay llave para abrir el amor; sólo hay cadena. (1953).

Sublevación inmóvil (1953-1959) continuará los temas antes indicados, quizá con una mayor desola­ción interior en el discurso poético y con una más aquilatada propensión hacia un lenguaje abstracto que culminará en Descripción de la mentira. En Sublevación inmóvil hay un acercamiento entre dolor y belleza y son estos los dos puntales se­mánticos y metafóricos más densos del libro:

Juro que la belleza no proporciona dulces sueños, sino el insomnio purísimo del hielo, la dura, indeclinable materia del relámpago.

Me justifico en el dolor. No hay nada; yo no encuentro en mis huesos cobardía. En mi canto se invierte la agonía; es un caso de luz incorporada.

hallar súbitamente origen de dolor a la belleza!

Blues castellano presentará, en cambio, una pasión por lo concreto, un afán por introducir en el poema escenas realistas, escenas emanadas de la experiencia directa del poeta (ya en los versos de Ferrocarril de Matallana de Exentos, I, 1956-1960, se había deslizado un cierto tono realista) y, por supuesto, emerge lo biográfico como ca­racterística más sintomática. La figura de la ma­dre (que ya había aparecido anteriormente) sur­ge ahora de una forma más real, más decisiva, -hilvanada plenamente a la conciencia del poe­ta-, y, sin duda, no es tema secundario, ya queadquiere ribetes de obsesión. Algo parecido ca­bría apuntar para la figura de Dios -e incluso lade Cristo- cuya aparición en la poesía de Gamo-

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neda no es, en absoluto, esporádica ni superfi­cial, al contrario, está cargada de un simbolismo negativo; es como si el dolor humano sepultase también la esperanza divina. El estigma de Dios -como el del hombre- será su vacío. Blues cas­tellano es un ejercicio realista dentro de la poe­sía de Gamoneda, ejercicio realista no exento detonos coloquiales y de una aceptación de lo vul­gar, de lo sencillo, que se convierte en acto rei­vindicativo, cuya finalidad es un deseo de pene­trar en los otros, de ser más humano siendo másreal, más concreto. Así la cita que encabeza el li­bro es especialmente rotunda «la desgracia delos otros entró en mi carne», por cuanto sugiereque el poeta abre su percepción a la realidad ex­terna, y ya no es exclusivamente su mundo inte­rior (dolor y belleza individual) la única sustan­cia de la que se sirve la poesía. Aparece una ta­mizada crítica social -siempre como algo perso­nalizado, subjetivo- en los tonos existencialesde ciertos poemas que comunican violentas rea­lidades históricas y una encubierta falta de fe enel hombre. En consecuencia, sólo quedará la re­signación como último reducto: «Me dispuse/ auna fraternidad sin esperanza». Hay también ci­tas significativas de Karl Marx y Henri Lefebvre.Cabe, pues, suponer una corriente ideológicasubterránea en muchos de estos poemas. En al­gunos aflora claramente, como en Después deveinte años o en Blues del cementerio y, por su­puesto, en el Blues del amo. Pero en Gamoneda,al final, todo es una constatación de la existen­cia del dolor en el mundo, de forma que la reali­dad externa acaba penetrando en la sustanciadolorosa del yo. El sufrimiento es siempre irre­dimible, venga de donde venga, el sufrimientohumano jamás termina. Gamoneda llegará hastala alegoría existencial en el poema titulado Untren sobre la tierra.

Pasión de la mirada (1963-1970) recobra la re­flexión abstracta y asistimos ya a un lenguaje poético cada vez más definitivo. La inflexión to­tal se logrará con el libro siguiente. En efecto, Descripción de la mentira se yergue como obra de madurez, como obra que huella senderos inéditos. Pero a la vez, se observa cómo toda la poesía anterior, todo el aprendizaje literario que esa poesía conllevaba, desemboca de una forma plena -lograda síntesis estética- en Descripción de la mentira. Y el hacedor de dicha síntesis es el tiempo, porque el tiempo escruta la palabra necesaria y al final, en su momento, la revela al · poeta. Ha habido un curso ineludible, han suce­dido los años precisos. Otro ciclo comienza, nuevo ciclo nutrido de la savia antigua, en las flores del pasado. Gamoneda, pues, en Descrip­ción de la mentira, nos descubre su tremenda lu­cidez moral en un devenir discursivo henchido de sorprendentes imágenes irracionales. Pero no sólo es una cuestión de contenidos, Descripción de la mentira especula con un discurso literario original, donde las señales tradicionales del ver­so han sido evadidas. Y, por otra parte, tampoco

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podemos hablar de poema en prosa. Gamoneda ha implantado su propio instinto estético, su ori­ginalidad provoca una violencia latente, como en el caso de Apollinaire, ha extendido la sus­tancia poética sobre un más allá estrófico de su propia invención. A la vez, nuestro poeta se ha provisto de un extenuante devenir de imágenes, ordenadas bajo un sentido solapadamente narra­tivo: el relato de la vida es meramente una des­cripción de la mentira. La vida es quimera, el verbo poético, como torrente de palabras, sim­boliza el transcurso del tiempo. El mensaje final

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navega entre el dolor, el escepticismo, y el ansia de verdad imposible. En un mundo legislado por la mentira, el sentido de la verdad quedará igua­lado al sentido de la belleza. La poesía en Ga­moneda es moralidad, acto moral frente al olvi­do, frente a la muerte, frente a la mentira. El discurso de Descripción de la mentira es una ale­goría total de la existencia humana en el tiempo, es decir, en el dolor. Porque el dolor es para Ga­moneda la inevitable sustancia del ser: Edad ma­nifiesta, desde su primer poema hasta el último, esa melancolía turbia que fluye del dolor vivo.

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Gamoneda es un poeta del sufrimiento huma­no, de la condena irredimible de la vida sin sen­tido, en el vendaval impuro de los días, bajo «los venenosos líquidos» de la edad.

Un libro como éste, es obvio, llevaba apareja­do un cambio: la entrada en un nuevo ciclo. Es, desde mi punto de vista, la aclimatación de una poesía abstracta, de extraordinario poder imagi­nativo, simbólico, con la constante presencia de la incertidumbre que provoca la irracionalidad en poesía, y todo ello, finalmente, revertirá en una poderosa reflexión moral, donde Gamone­da instaura sus propios conceptos, su propio diá­logo con la existencia, sus palabras interiores, palpando ya los límites del sentido lírico del mundo. La afluencia de sustantivos abstractos, las posibilidades simbólicas de los animales, las sensaciones físicas irreales, fantásticas, cons­truyen el mundo inquietante, incierto, inexpug­nable de Descripción de la mentira. Es como si Gamoneda hubiera encontrado el canon estéti­co de la madurez poética y su individualidad co­mo escritor estuviera asegurada a través de la in­vención de su singular estilo. La originalidad es­tilística de este libro y del próximo Lápidas re­vela la fuerza creativa de nuestro autor, quien ha querido inventar, de forma consciente, su propia retórica. Hay que decir también que Des­cripción de la mentira no nace de la nada y su pa­trón estético e ideológico estaba apuntado en las creaciones anteriores. Descripción de la mentira es, ante todo, la madurez literaria de un poeta que se hace a sí mismo en lucha con el tiempo.

Lápidas continuará con los avances logrados y se investigarán nuevas posibilidades. La memo­ria es convocada en este nuevo libro, la memo­ria fragmentada en un discurso discontinuo frente al continuum verbal del libro anterior. Ba­jo el mismo canon estilístico que el utilizado en Descripción de la mentira Gamoneda sugiere un poema ya camino de la prosa, pero con el in­quietante nombre -que opera a la vez como metáfora del sentido y como singular forma es­trófica- de Lápidas. El poema ahora queda con­vertido en lápida, el ingenio retórico del poeta ha operado otra subversión literaria. Es como si la memoria lanzase sus recuerdos mórbidamen­te, en recintos lapidarios. Lápidas continúa un discurso moral, incorpora el tema de España -ya oteado en poemas anteriores- pero ahoracon caracteres míticos, abstractos, como bajoprincipios surreales y, en definitiva, metafísicos.

Antonio Gamoneda ha logrado su museo, el recinto hermoso donde sustentar y nutrir tanta experiencia, tanto pasado, tanta belleza. Belleza y verdad, mentira y muerte. El destino de un hombre es frecuentar la mentira, Gamoneda quiso conjurarla a través de la poesía, quiso sa­ber del dolor existente en este mundo, del dolor consustancial al hombre, y de su saber cons:.

truyó el sueño perpetuo de la edad, la ealquimia secreta que une indisoluble-mente la poesía y la vida.