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La mar de campos Mayo de 2011 35 y Cantabria, y el en este mo- mento donde “se ve el nivel de cada uno “, comenta el director deportivo. “El entorno es ideal para la practica del ciclismo ya que hay muchos puertos, es el paraíso de este deporte”. Las concentraciones duran tres días y “a la semana siguiente el nivel del equipo ha subido y además la gente se hace más amiga”, explica Ángel García. La próxima prueba que este grupo disputará será la ‘Vuel- ta a Castilla y León’, en la que tratarán de lograr importantes resultados, afirma el director deportivo. LA ESCUELA Además, Ángel García dirige la Escuela Municipal de Ciclis- mo’. En la actualidad dos niños forman parte de este centro. “Estamos abiertos a que más jó- venes entre en este grupo pero es difícil ya que muchos prefie- ren deportes como el fútbol. En la escuela se encuentran cadetes de segundo año que en 2011 cumple 14 años. El próxi- mo 3 de julio disputarán la ‘Ca- rrera de Escuela’ contra otras de la provincia. ÁNGEL GARCÍA Es el director deportivo del 'Club Ciclista Ciclorioseco. Formó el equipo, junto a Mi- guel García Marbán, en 1992. Ángel García destaca "la importante proyección que han tenido casi todos los ciclistas que han pasado por el equipo". Dos deportistas riosecanos completaron los '101 peregrinos' Juan Carlos López y Carlos Molina finalizaron la prueba en un tiempo de 14 horas y 23 minutos 101 km sin parar, los 101 km de los peregrinos, que trascurre por el camino de invierno del ca- mino de Santiago. Juan Carlos López y Carlos Molina, dos riose- canos, que no se conocían hace dos años y que han ido tejiendo su amistad a base de carreras y de puntadas de sufrimiento compartido, han participado en la carrera de los 101 km de peregrinos de Ponferrada, termi- nando en un tiempo de 14 ho- ras y 13 minutos, salieron a las 10 de la mañana y terminaron a las 12 y cuarto de la noche. Por un terreno de parajes impre- sionante, entre jaras con olor a incienso que nos hacían creer que la Semana Santa no había terminado, un Castillo de los templarios, riachuelos, lagunas, las impresionantes montañas de las Médulas…, pero todo lleno de cuestas y más cuestas. Junto a ellos, más de 900 deportistas, 160 de ellos corredores y mar- chadores. Hasta la distancia del mara- tón, 42 kilómetros, las sensacio- nes fueron muy buenas, pero a partir de ahí los 17 km de conti- nua subida fueron haciendo que la prueba se endureciese. A las 8 horas y con 67 km recorridos, cuando Juan Carlos comentó a su compañero:”Carlos, voy en- tero”, éste le contestó, “Come algo y calla que nos queda aún un maratón”. CLIMATOLOGÍA ADVERSA La prueba se hizo más dura por las condiciones climatoló- gicas adversas, ya que desde las 12 de la mañana la lluvia fue continua, y el suelo era una masa de lodo resbaladizo que hizo que las caídas en el mismo fueran frecuentes, y los músculos sufriesen mucho. Era sorprendente ver como las bici- cletas dando pedales eran ade- lantadas por los marchadores andando. Cómo, unos y otros se valoraban mutuamente el es- fuerzo realizado. A lo largo de la prueba com- partían momentos, con mineros jubilados, corredores de Sala- manca, de Portugal, de Madrid, era como si se hubiera concen- trado España o el mundo, en una pequeña montaña que des- de dentro parecía enorme. El itinerario señalado por fle- chas amarillas iba guiando a los atletas. Aunque las indicaciones parecían claras: en una bifurca- ción con un camino hacia abajo y asfaltado y uno hacía arriba y con barrizal, sin duda el elegido por la organización era este último. Si siempre hemos dicho que un maratón es una vida en pe- queñ, una prueba de ultramara- tón, de más de 100 kilómetros te acerca a experiencias del más allá. 101 kilómetros dan para mucho: te da un tirón, se qui- ta el tirón, te duele la cabeza, se quita el dolor de cabeza, te caes, te levantas, llueve, deja de llover, te duele la rodilla, y cuan- do te echan réflex se te olvida que debajo del barro había una herida…, da igual, el escozor de la herida hace que te olvides del dolor de la rodilla. Llega un momento en el que incluso el pensar es peligroso, y la concen- tración debe ser extrema para evitar las caídas. Los momentos más duros lle- garon por la noche: tener que correr en un bosque cerrado, totalmente a oscuras, por un barrizal, con una simple linterna en la frente, con la duda de no saber si estábamos en la direc- ción correcta, con un móvil sin batería y el otro estropeado por el agua, provocaba cierta sensa- ción de inseguridad. En estos momentos los ki- lómetros parecían no pasar, y cuando ibas preguntando a los lugareños cuánto quedaba siempre quedaban ocho inter- minables kilómetros. En la carrera los deportistas comieron de todo: sándwich, barritas energéticas, bocadillos de chorizo, caldo, fruta y más de cinco litros de agua y bebi- das isotónicas por persona. No pudimos probar la empanada ni el chorizo frito que nos ofrecía la gente de los pueblos, pero se lo agradecíamos igual. Una de las claves del éxito ha sido ese, la buena alimentación de la semana previa y la alimen- tación en carrera, que junto con un buen entrenamiento, y una fortaleza mental hizo que la aventura llegara a buen puerto. Como cifras curiosas la corre- dora que quedó en tercer lugar el año pasado tenía 61 años, que sacó cuatro minutos a la cuarta, pero le sacaba también 29 años. El corredor más vete- rano tenía 70 años y tardó 23 horas andando. Mientras los re- lojes funcionaban marcaban un gasto energético de 7000 Kcal, es decir lo que una persona gas- taría en tres días. Aproximada- mente se hizo 60 km corriendo y 41 andando. El año pasado se utilizaron tres cortadoras de fiambre, de las cuales dos se quemaron por su uso. El resto de corredores del Club Atletas de Rioseco, estuvo pendiente de sus compañeros: no faltaban los ánimos en el momento exacto: antes de sa- lir, a las nueve horas de carre- ra…, se sucedían las continuas llamadas para dar ánimos que desgraciadamente no podían ser respondidas unas veces por la falta de cobertura y batería. Si la noche anterior fue difícil conciliar el sueño por el miedo a la prueba, la noche posterior era un cuerpo magullado e infla- mado el que impedía encontrar una buena postura para dormir, a pesar de llegar a la cama a las dos y media de la noche. Y ahora el cuerpo y la mente piden descanso, al menos du- rante un mes. Pero en la mente, ya circulan nuevos proyectos, aparte del maratón anual, ya ve- remos si Lisboa o San Sebastián. Existe el proyecto de unir los 66 km que separan las dos Medi- nas con zancadas o correr todo el canal de castilla en el menor número de etapas posible. Carlos Molina y Juan Carlos López.

LOS 101 PEREGRINOS

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un ultramaraton

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La mar de campos Mayo de 2011 35

y Cantabria, y el en este mo-mento donde “se ve el nivel de cada uno “, comenta el director deportivo. “El entorno es ideal para la practica del ciclismo ya que hay muchos puertos, es el paraíso de este deporte”. Las concentraciones duran tres días y “a la semana siguiente el nivel del equipo ha subido y además la gente se hace más amiga”, explica Ángel García.

La próxima prueba que este grupo disputará será la ‘Vuel-ta a Castilla y León’, en la que tratarán de lograr importantes resultados, afirma el director

deportivo.

LA ESCUELAAdemás, Ángel García dirige

la Escuela Municipal de Ciclis-mo’. En la actualidad dos niños forman parte de este centro. “Estamos abiertos a que más jó-venes entre en este grupo pero es difícil ya que muchos prefie-ren deportes como el fútbol.

En la escuela se encuentran cadetes de segundo año que en 2011 cumple 14 años. El próxi-mo 3 de julio disputarán la ‘Ca-rrera de Escuela’ contra otras de la provincia.

ÁNGEL GARCÍAEs el director deportivo del 'Club CiclistaCiclorioseco. Formó el equipo, junto a Mi-guel García Marbán, en 1992. Ángel García destaca "la importante proyección que han tenido casi todos los ciclistas que han pasado por el equipo".

Dos deportistas riosecanos completaron los '101 peregrinos'Juan Carlos López y Carlos Molina fi nalizaron la prueba en un tiempo de 14 horas y 23 minutos

101 km sin parar, los 101 km de los peregrinos, que trascurre por el camino de invierno del ca-mino de Santiago. Juan Carlos López y Carlos Molina, dos riose-canos, que no se conocían hace dos años y que han ido tejiendo su amistad a base de carreras y de puntadas de sufrimiento compartido, han participado en la carrera de los 101 km de peregrinos de Ponferrada, termi-nando en un tiempo de 14 ho-ras y 13 minutos, salieron a las 10 de la mañana y terminaron a las 12 y cuarto de la noche. Por un terreno de parajes impre-sionante, entre jaras con olor a incienso que nos hacían creer que la Semana Santa no había terminado, un Castillo de los templarios, riachuelos, lagunas, las impresionantes montañas de las Médulas…, pero todo lleno de cuestas y más cuestas. Junto a ellos, más de 900 deportistas, 160 de ellos corredores y mar-chadores.

Hasta la distancia del mara-tón, 42 kilómetros, las sensacio-nes fueron muy buenas, pero a partir de ahí los 17 km de conti-nua subida fueron haciendo que la prueba se endureciese. A las 8 horas y con 67 km recorridos, cuando Juan Carlos comentó a su compañero:”Carlos, voy en-tero”, éste le contestó, “Come algo y calla que nos queda aún un maratón”.

CLIMATOLOGÍA ADVERSALa prueba se hizo más dura

por las condiciones climatoló-gicas adversas, ya que desde las 12 de la mañana la lluvia fue continua, y el suelo era una masa de lodo resbaladizo que hizo que las caídas en el mismo fueran frecuentes, y los músculos sufriesen mucho. Era sorprendente ver como las bici-cletas dando pedales eran ade-lantadas por los marchadores andando. Cómo, unos y otros se valoraban mutuamente el es-fuerzo realizado.

A lo largo de la prueba com-partían momentos, con mineros jubilados, corredores de Sala-manca, de Portugal, de Madrid, era como si se hubiera concen-trado España o el mundo, en una pequeña montaña que des-de dentro parecía enorme.

El itinerario señalado por fle-chas amarillas iba guiando a los atletas. Aunque las indicaciones parecían claras: en una bifurca-ción con un camino hacia abajo y asfaltado y uno hacía arriba y con barrizal, sin duda el elegido por la

organización era este último.Si siempre hemos dicho que

un maratón es una vida en pe-queñ, una prueba de ultramara-tón, de más de 100 kilómetros te acerca a experiencias del más allá. 101 kilómetros dan para mucho: te da un tirón, se qui-ta el tirón, te duele la cabeza, se quita el dolor de cabeza, te caes, te levantas, llueve, deja de llover, te duele la rodilla, y cuan-do te echan réflex se te olvida que debajo del barro había una herida…, da igual, el escozor de la herida hace que te olvides del dolor de la rodilla. Llega un momento en el que incluso el pensar es peligroso, y la concen-tración debe ser extrema para evitar las caídas.

Los momentos más duros lle-garon por la noche: tener que correr en un bosque cerrado, totalmente a oscuras, por un barrizal, con una simple linterna en la frente, con la duda de no saber si estábamos en la direc-ción correcta, con un móvil sin batería y el otro estropeado por el agua, provocaba cierta sensa-ción de inseguridad.

En estos momentos los ki-lómetros parecían no pasar, y cuando ibas preguntando a los lugareños cuánto quedaba siempre quedaban ocho inter-minables kilómetros.

En la carrera los deportistas comieron de todo: sándwich, barritas energéticas, bocadillos de chorizo, caldo, fruta y más de cinco litros de agua y bebi-das isotónicas por persona. No pudimos probar la empanada ni el chorizo frito que nos ofrecía la gente de los pueblos, pero se lo agradecíamos igual.

Una de las claves del éxito ha sido ese, la buena alimentación de la semana previa y la alimen-

tación en carrera, que junto con un buen entrenamiento, y una fortaleza mental hizo que la aventura llegara a buen puerto.

Como cifras curiosas la corre-dora que quedó en tercer lugar el año pasado tenía 61 años, que sacó cuatro minutos a la cuarta, pero le sacaba también 29 años. El corredor más vete-rano tenía 70 años y tardó 23 horas andando. Mientras los re-lojes funcionaban marcaban un gasto energético de 7000 Kcal, es decir lo que una persona gas-taría en tres días. Aproximada-mente se hizo 60 km corriendo y 41 andando. El año pasado se utilizaron tres cortadoras de fiambre, de las cuales dos se quemaron por su uso.

El resto de corredores del Club Atletas de Rioseco, estuvo pendiente de sus compañeros: no faltaban los ánimos en el momento exacto: antes de sa-lir, a las nueve horas de carre-ra…, se sucedían las continuas llamadas para dar ánimos que desgraciadamente no podían ser respondidas unas veces por la falta de cobertura y batería.

Si la noche anterior fue difícil conciliar el sueño por el miedo a la prueba, la noche posterior era un cuerpo magullado e infla-mado el que impedía encontrar una buena postura para dormir, a pesar de llegar a la cama a las dos y media de la noche.

Y ahora el cuerpo y la mente piden descanso, al menos du-rante un mes. Pero en la mente, ya circulan nuevos proyectos, aparte del maratón anual, ya ve-remos si Lisboa o San Sebastián. Existe el proyecto de unir los 66 km que separan las dos Medi-nas con zancadas o correr todo el canal de castilla en el menor número de etapas posible.

Carlos Molina y Juan Carlos López.