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LO INOLVIDABLE DEL OLVIDO Memorias de un pueblo sin historia
ALEJANDRA GARZÓN VALERO
TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE COMUNICADORA SOCIAL CON ÉNFASIS EN
PERIODISMO DIRECTORA: MERY RODRÍGUEZ
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y LENGUAJE
CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
BOGOTÁ D.C. 2013
7
REGLAMENTO DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA.
ARTÍCULO 23
“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en sus trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes bien, se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.
8
A mis padres, las personas que más admiro y quiero.
A mi madre, por todo su ejemplo, apoyo, amor y comprensión.
A mis hermanos, a quienes quiero profundamente.
A todos aquellos que me han hecho ser quien soy, y creer en lo que creo.
A los puliseños, por ser espejo de todos los colombianos invisibles que en la lejanía
viven de lo único que se puede vivir: su memoria y su olvido.
A los personajes de estas memorias, por sus historias,
esas que hablan del acto creativo de sobrevivir.
Esto es por ellos, para ellos y con ellos.
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TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ........................................................................................ 10
PRESENTACIÓN DEL PROYECTO .............................................................. 13 1.1 Definición del Problema ............................................................................................ 13
1.2 Objetivos ................................................................................................................. 15 1.3 Metodología .......................................................................................................... 16
MARCO TEÓRICO ...................................................................................... 26
ANTES DE COMENZAR .............................................................................. 33
CAPÍTULO I: CUANDO SE DORMÍA ENTRE LOS CAFETALES ................... 36 1.1La tierra pa’l que la trabaja ........................................................................................ 37
1.2 Entre el rifle y el machete ..................................................................................... 43 1.3 ¿En el olvido prospera la barbarie? .................................................................. 49
CAPÍTULO II: ALLÍ NO LOS MUEVE NI UN TEMBLOR .............................. 57 2.1 Noche de bengalas .................................................................................................... 58
2.2 Que Dios se acuerde de nosotros ......................................................................... 66 2.3 El espectáculo de la guerra ................................................................................. 77
CAPÍTULO III: LO QUE QUEDÓ DE UN TIEMPO ATRÁS ........................... 84
CAPÍTULO IV: LO INOLVIDABLE DEL OLVIDO ........................................ 95 4.1 Hay muchas historias, lo que ya no hay es cabeza .................................................. 96
4.2 No tenemos derecho a nada ................................................................................. 115
CONCLUSIONES ....................................................................................... 122
BIBLIOGRAFÍA ......................................................................................... 125
ANEXOS ................................................................................................... 129 1 Cuadros de Observación de la prensa nacional
2 Cuadro Guía Metodológica
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INTRODUCCIÓN
“Estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de
que podía llegar un día en que se reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad”
Gabriel García Márquez
Cien años de Soledad. Pertenezco a un grupo de personas para las que aún no es compresible por qué nos pasa lo que nos pasa
como nación. En más de 60 años, el conflicto colombiano se ha transformado a sí mismo y al país varias
veces. Aún así, hay algo que ha permanecido constante durante todos sus ciclos: la violencia directa que
éste produce y el uso de ella como única posibilidad de narrar al conflicto. Sin embargo, “la expresión
violencia, usada con vehemencia desde hace algo más de un siglo, no termina de decir nada.”(Fescol-Iepri,
1997, p. 10).
Pareciera que más allá de las noticias que reportan los muertos, los masacrados, los desaparecidos, los
torturados, los secuestrados y los desplazados, no hubiera nada. Ellos se han vuelto el rostro de un
conflicto cuyas raíces no son claras. Ante esto, y luego de leer una frase del sociólogo y periodista Alfredo
Molano de su libro `Desterrados, crónicas de desarraigo`: “Silencios largos que dan más miedo que las
bombas”; surgió la pregunta de ¿Cómo puede dar más miedo el silencio que el sonido de la guerra?
En un país acostumbrado al dolor y a la tragedia, parece extraño pensar que el silencio de todo ello dé
miedo. En el fondo de los relatos de quienes hemos llamado olvidados, se vislumbraba quizás algo
inadvertido de este fenómeno que se suele conocer solo por la violencia directa que produce.
El olvido es más que solo la acción involuntaria de dejar de lado los recuerdos poco significativos. ¿Sería
que tras ese olvido “involuntario” de municipios sin hechos históricos relevantes, había algo que me
llevara a entender el porqué del conflicto colombiano?, ¿es posible pensar que en la negociación entre la
memoria y el olvido vive lo que subyace a esta guerra?
Responder estas preguntas no sería fácil. Para esto, escogí uno de esos muchos municipios a los que
podemos llamar olvidados, por no ser parte de lo que creemos que es Colombia; uno de los tantos que
viven en una situación de desatención estatal, de necesidades básicas no satisfechas y aislamiento de los
centros urbanos. Aunque en primera instancia esto podía ser un indicador para elegir el lugar, dirigí mi
atención a la prensa escrita, pues “toda sociedad recurre a los medios para contarse y preguntarse por el
sentido del colectivo, para examinar las raíces de su desazón, para encontrar explicaciones a su
contradicción”(Rincón, García, & Zuluaga, 2008). Desde estos lugares donde prolifera la opinión pública,
11
sospechaba que se decidían los sucesos relegados por la sencilla razón de no ser compatibles con el pasado
que se pretende sea el único recordado. Fue así como llegué a la campaña del diario El Espectador, `Los
Municipios Olvidados`, de ahí elegí el lugar, que no solo vivía en la situación anteriormente mencionada,
sino que había sido nombrado por la prensa como olvidado.
Me planteé entender el porqué de ese nombramiento en 1958 – cuando inició la campaña – y cómo
después de 50 años se podía seguir hablando de olvido. Quise saber si existía un poder que otorgara al
olvido el lugar de categoría política y qué tenía que ver el periodismo en todo esto. Así empezó todo. Solo
perseguía la esperanza que, tras la decisión del olvido de este pueblo aparentemente alejado, sin espacios
relevantes en la prensa nacional, llegara a encontrar una pieza clave para entender nuestro conflicto.
El camino sería arduo, pues el municipio que había escogido, Pulí (Cundinamarca), no existía en ningún
imaginario y su historia tampoco. Solo sabía que la prensa lo había nombrado como olvidado hace ya más
de medio siglo. A partir de ahí, con este trabajo me propuse explorar las condiciones materiales del olvido
en sus características económicas, políticas, sociales y culturales. En el diálogo constante entre la historia
oficial y la memoria de aquéllos que no habían sido considerados parte de la nación, los habitantes de Pulí,
un pueblo escondido en lo alto de la cordillera oriental, en la zona del Magdalena Centro cundinamarqués.
*** La tesis está dividida en dos partes: la primera, compuesta por tres capítulos, encierra los dos periodos
históricos de la investigación y su comparación. Es decir, el origen, definición y evolución del olvido en
cada período. El primer capítulo titulado `Cuando se dormía en los cafetales`, corresponde al período
histórico de 1947 a 1962. En él se evalúan las relaciones sociales, políticas y económicas; las
cosmovisiones, creencias y costumbres, y la institucionalidad presente en el pueblo. De igual forma se
examinan los procesos de producción de los medios de comunicación (cuyo mayor hito fue la campaña de
“Municipios Olvidados” del periódico El Espectador en 1958. Ésta fue la primera vez en que Pulí aparece
en los medios con el nombre de olvidado).
El segundo capítulo, titulado `Allí no los mueve ni un temblor´, corresponde al período de 1997 a 2012.
En él se evalúan las relaciones sociales, políticas y económicas; las cosmovisiones, creencias y
costumbres y la institucionalidad presente en el pueblo. Nuevamente hay un acercamiento a los procesos
de producción de los medios de comunicación que para este período cumplen un papel llamativo, pues aún
cuando Pulí fue blanco del conflicto, centro neurálgico de la lucha por el poder territorial, todo aquello
que ocurría allí se mantuvo y se mantiene en un silencio relativo.
El último capítulo de esta primera parte corresponde a la comparación entre los dos periodos, es decir, el
fin es ver las similitudes y diferencias en los motivos que generaron la decisión de mantener al municipio
en el olvido. La comparación es aquí tomada como un método eficaz para explicar la naturaleza política,
12
económica y social de este olvido, y comprobar si ésta se ve apoyada en una práctica mediática en los dos
periodos. Lo que finalmente permite elaborar conclusiones sobre un tema más general como lo es la
relación entre el olvido, medios de comunicación, institución política y conflicto social prolongado en
Colombia.
La segunda parte busca una aproximación más práctica. En el cuarto capítulo , titulado `Lo inolvidable del
olvido`, se realiza un acercamiento a lo que es vivir en el olvido a través de las imágenes grabadas en la
memoria de sus habitantes. En esta parte se elaboran una serie de crónicas en la que se recoge el
testimonio oral, escrito, lo dicho y lo no dicho, lo visto y lo no visto, por los habitantes del pueblo. Estas
crónicas se ocupan de la patria chica, de la gente del común, de las acciones típicas de los ciudadanos
invisibles, o de los ‘nadie’ del poema de Eduardo Galeano. Es decir, estos relatos habitan en la
imperceptible sabiduría que hace libre a esta pequeña comunidad y la promueve para seguir resistiendo.
Son estas historias el retrato vivo de los puliseños, de esa epopeya humana que lucha contra el más feroz
de los enemigos: el olvido.
Al final de este recorrido, lo imperante es demostrar que el olvido, la imposibilidad de evocar
acontecimientos que en algún momento ocuparon un sitio en la vida del grupo, colectividad o sociedad, es
una realidad que en Colombia designa mucho más que solo una acción involuntaria. En su complejidad, es
una desventura difícil de abordar, pero su fuerte presencia en la cotidianidad del país, la hace un elemento
valioso para entender todo tipo de excusas, razones, negociaciones, desfalcos, pero sobre todo para
comprender nuestro propio conflicto.
Estudiando las infinitas posibilidades que el olvido puede tener en parajes como los nuestros, me doy
cuenta que es inevitable recordar la utilidad que tiene el olvido para el poder.
Alejandra Garzón Valero Bogotá, Abril 2013.
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1. PRESENTACIÓN DEL PROYECTO
“En una época en la que la violencia se ha tornado sistemática y en la que la muerte masiva se ha
convertido en la más “cultural” de las realidades, los problemas del olvido y la memoria vienen a cobrar una importancia que exige ser examinada cuidadosamente”
Carlos Maldonado
Dialéctica entre el olvido y la memoria.
El marco de este trabajo de grado es el conflicto social prolongado. Este gran tema es el inicio y el fin de
todo esfuerzo que aquí se haga, pues se trata de contribuir a la compresión de un fenómeno que ha
determinado el transcurso de la historia del país. Colombia se ha definido a partir de su conflicto y de las
consecuencias que la interpretación de éste ha generado en la propia construcción de la nación.
Al ser éste un trabajo que corresponde al área de la comunicación y en sí del periodismo, lo que busca
problematizar es precisamente la forma en que el conflicto es cubierto mediáticamente y la relación que
esto tiene con el poder político. Es decir, el contexto sobre el que parte este trabajo es la sospecha
alrededor de la decisión del tipo de historias que no son escogidas para narrar o explicar el conflicto, y el
poder que aguarda esta decisión.
La forma de hacer esto demostrable fue por medio de la escogencia de un estudio de caso, es decir, por
medio de la historia de Pulí, un municipio que fue nombrado por la prensa como olvidado hace 50 años y
que no ha contado con un relevante despliegue noticioso; un territorio cuya realidad es el resultado de
largos periodos vividos en medio del silencio, el mejor mecanismo del olvido.
1.1 Definición del problema
La problemática que envuelve a este proyecto es ver qué hay tras la decisión del olvido -acordado bajo
unas determinadas condiciones e intereses-. Visto así, el problema ante el cual nos vemos confrontados es
si ¿el olvido del municipio de Pulí en el período de 1947-1962 y en el de 1997-2012 responde a una
decisión política apoyada por una práctica mediática?
Seguido a esto, la hipótesis que se va a demostrar es: la categorización de Pulí como un municipio
olvidado en ambos periodos, responde a una decisión política apoyada por una práctica mediática.
La dificultad para responder el problema mencionado es saber determinar qué sentido tiene recordar lo
que ha sido nombrado como olvidado para la memoria colectiva y para qué recordar lo que la prensa ha
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llamado olvidado. Y con ello, el problema que se plantea en la relación entre memoria y olvido es el de
establecer la razón por la que debemos preguntarnos por qué cuando decimos municipio olvidado, lo que
realmente queremos decir es desconocido, abandonado. Y solo así es que empezamos a cuestionarnos
¿quién lo desconoció, quien lo abandono y por qué?
La tesis que expongo no debe ser tomada simplemente como la asimilación de la memoria a
reconocimiento, olvido a desconocimiento. Las implicaciones entre olvido y memoria son mucho más
complejas de lo que parecen. El olvido es una fuerza activa, una acción con profundas implicaciones
políticas, económicas, sociales y culturales.
Antecedentes
El antecedente de esta investigación es la campaña del diario El Espectador, Los Municipios Olvidados
dirigida por el periodista Marco Tulio Rodríguez. Durante dos años (1958-1960) en el periódico se
publicaron artículos que informaban sobre la realidad de los 32 municipios considerados por el diario
como los más olvidados de la época. Con sus compañeros: el reportero gráfico Carlos García Rozo, el
médico Silvio Luna, el pedagogo Carlos j. Duica y el conductor Nicolás Cañón, Rodríguez recorrió en
auto, a caballo, en barco, canoa y a “pie limpio”, gran parte del territorio colombiano. Visitó decenas de
municipios marginales para contarle al país las historias de miseria y abandono, pero también de
adaptación y coraje de una periferia olvidada que parecía empezar a existir para la capital a través de estos
relatos.
Sin embargo, la realidad de estos municipios demostraba que la situación no era nueva. Entonces, ¿por
qué solo hasta ese momento es que se quiso conocer esa realidad? Quizás la diferencia radicaba en que tan
solo para entonces, el olvido y el atraso se habían convertido en un problema conveniente para el Estado
en transición. Notar la quizás naturaleza política de esta campaña me llevó a escoger uno de esos 32
municipios como el objeto de estudio para esta tesis.
El objetivo era seleccionar uno estos pueblos denominado como olvidado en 1958, con el fin de indagar
sobre la naturaleza de ese olvido, y de la decisión de haberlo nombrado así; pero sobretodo el interés
residía en saber cómo es que 50 años después dicho municipio seguía siendo olvidado. Cómo a pesar de
haber sido mencionada de tan elogiada campaña, Pulí sigue siendo el lugar desconocido que era para
entonces, cuando no había carretera, teléfonos, televisión, transportes masivos y mucho menos internet.
Marco Tulio Rodríguez llegó al municipio por la ausencia de carretera. En su momento el periodista quiso
demostrar que el mapa de Cundinamarca como el de Colombia, era el mapa de dificultades. “En
Cundinamarca a pesar de su proximidad al gobierno, al presidente, a los ministros, al parlamento, a la
administración pública, al núcleo de la civilización de la patria, hay todavía dos municipios sin carretera:
15
Pulí y Medina” (Rodríguez, Los Municipios Olvidados , 1982, p. 226).
La campaña fue el primer precedente desde el periodismo que hay en la historia de pueblos sin historia.
Solo hasta entonces Pulí dejaba de ser un lugar existente solo para quienes vivían o colindaban con el
pueblo. Sin embargo, parece que el haber sido reconocido como uno de los municipios más olvidados del
país ha tenido consecuencias sobre la forma en que el país y ellos mismos se han entendido.
Consecuencias que nadie antes se había preguntado.
Situación Actual
El caso del olvido de Pulí en el año en que inicia esta investigación (2012), responde a otras motivaciones
mucho menos evidentes, pues el municipio ha estado viviendo un conflicto latente que se verifica con
graves situaciones de alteración del orden público que contrario a lo que podría pensarse, no han contado
con un cubrimiento relevante por parte de los medios de comunicación. Quizás porque sus circunstancias
no han sido clasificadas como de importancia nacional, o porque no ha habido la cantidad suficiente de
muertos para aparecer en las primeras páginas de los diarios o en los noticieros del medio día, o porque su
olvido no fue más un problema después de que terminó la campaña del diario El Espectador.
Cómo se estudiará
En este trabajo se consideraran ambos periodos independientemente para ser analizados y llegar a
responder la pregunta que guía la tesis. Lo que se pretende mediante la comparación de los dos periodos
históricos de Pulí en los que el olvido está presente es: primero actualizar el trabajo de Marco Tulio
Rodríguez para verificar qué tanto ha cambiado la realidad de este municipio en los últimos 50 años,
después de que fue nombrado como olvidado. Así mismo, ver qué tanto por medio de la memoria
colectiva de este pueblo se puede reconfigurar lo que ha sido la historia del conflicto en el país donde la
violencia estructural ha tenido como mayor aliado al olvido.
1.2 Objetivos
• Objetivo General
Demostrar a través de la memoria colectiva del municipio de Pulí, cómo el olvido es un instrumento
de poder político y mediático.
• Objetivos Específicos
I. Reconstruir la memoria colectiva de Pulí en los periodos de 1947-1962 y 1997-2012, para
comparar el relato del municipio frente a la historia oficial.
II. Analizar la cotidianidad de este municipio en los periodos de 1947-1962 y 1997-2012; las
relaciones sociales, políticas y económicas; sus cosmovisiones, creencias y costumbres y la
institucionalidad presente.
16
III. Sistematizar los procesos de producción de los medios de comunicación en 1958-1962 y en el
periodo de 1997-2012; para comprender las lógicas mediante las cuales se ha, generado o no,
noticias sobre el municipio.
IV. Actualizar el trabajo periodístico de Marco Tulio Rodríguez, para así verificar qué tanto ha
cambiado la realidad de este municipio en los últimos 50 años, después de haber sido parte de la
campaña de “Los Municipios Olvidados”.
1.3 Metodología
Una vez hechas las consideraciones sobre la delimitación y problemática del trabajo, conviene precisar
que el estudio se aborda principalmente desde el método inductivo, usando como herramientas: la
microhistoria y la observación de la prensa nacional, dos instrumentos básicos en términos del problema
que se busca resolver.
Dadas las condiciones que se plantearon al escoger la memoria de Pulí como objeto de estudio, nunca se
logró diseñar un modelo que de principio a fin fuera el mismo. Es decir, esta investigación pasó por tantas
etapas de restructuración como fueron necesarias, pues al ser proyecto que implicaba un constante trabajo
de campo y cuyo objeto no tenia ningún estudio previo e incluso ningún modelo para acercarse a este tipo
de propuesta, fue todo un proceso de constante reinvención. Nada estuvo fijo durante los meses en que se
adelantó la investigación.
Como decía el periodista John McPhee, con este trabajo “descubrí que uno tiene que comprender una gran
cantidad de cosas aunque sólo sea para escribir un pequeño fragmento. Una cosa lleva a la otra. Hay que
meterse dentro del asunto para hacer que casen la piezas” (Sims, 1996). Es por eso que este proyecto
implicó una completa inmersión en la realidad de Pulí. Al tratarse de una comunidad tan pequeña y
desconocida, fue fundamental el acercamiento a los testimonios directos de sus habitantes. Además de los
testimonios directos se empleó el uso de documentos tales como las archivos de la Parroquia de Nuestra
Señora del Rosario de Pulí, actas de mandato, registros civiles, documentos públicos de carácter nacional,
regional y local; mapas, marcas terrestres, construcciones y ajuares, antigüedades que conservan en sus
casas, así como libros de historia tanto de la biblioteca de Pulí como de la Pontificia Universidad
Javeriana. De otro lado, se desarrolló un proceso de sistematización de la producción de información sobre
Pulí, mediante la observación y análisis de la prensa nacional para los años de 1947 a 1962 y 1997 a 2012
(Ver anexo 1).
Cuando digo inmersión, esto significa el tiempo dedicado al trabajo y a la manera como se desarrolló. El
proyecto duró alrededor de un año y tiene como fundamento el uso de un recurso de explicación histórica,
que consiste en una comprensión de la memoria local mediante el nexo causal con los sucesos nacionales
17
y la elaboración, con los mismos, de un paralelismo1. Es decir, se hace un constante contraste de fuentes,
tanto documentales como orales, de lo que sucedía a nivel nacional y a nivel local, con el fin de mostrar
cómo se iban negociando los sucesos, decisiones y grandes hitos históricos de la historia oficial con los
sucesos, decisiones y pequeños acontecimientos de la memoria del municipio de Pulí.
Los datos recolectados son producto de un proceso de investigación arduo que hizo uso de diferentes
herramientas metodológicas, así como del trabajo de campo. Con el fin de acumular material informativo,
documental y oral, viajé a Pulí en cinco ocasiones, permaneciendo en una de esas visitas durante un
tiempo de alrededor 15 días. Éste trabajo de campo permitió estudiar desde adentro cómo se vive y se
entiende el olvido. Durante estas visitas consulté cuanta fuente documental pude hallar. Realicé decenas
de entrevistas a todos las personas que en Pulí quisieron hablar conmigo. Recorrí en carro y a pie, tanto la
cabecera municipal como algunas de las veredas del lugar. Mi primera visita fue el 6 de Octubre de 2012 y
mi última visita fue entre el 21 marzo al 2 de abril de 2013.
La forma de elaboración de este trabajo de grado apela a diferentes recursos metodológicos para ofrecer
una explicación y un análisis tales que destacan la confrontación de documentos oficiales, históricos y
testimonios directos.
I. Diseño General
Exploratorio: Esta tesis emplea un diseño exploratorio, por ser el más adecuado para entrar en contacto
con la memoria colectiva del municipio de Pulí y para comprobar la naturaleza de su olvido. Este es un
tema que no ha sido estudiado, las indagaciones son escasas y no cuenta con un modelo para llevar acabo
la tarea.
En la revisión de bibliografía realizada sobre los trabajos que existen
tanto de municipios en Cundinamarca como de Pulí, se encontró
entre libros, revistas, tesis, artículos académicos y artículos de prensa
en bases de datos, un total de 218 resultados. La búsqueda fue realizada en los recursos electrónicos de las
diferentes bibliotecas de las universidades del país2.
En el archivo de prensa de El Tiempo, en noticias digitales de 1990-
2012, se encontraron 8.763 resultados, para el nombre de búsqueda
Pulí, Cundinamarca. Sin embargo, solo 15 noticias corresponden al
1 Este es el método de explicación histórica usado por la microhistoria. Esta herramienta metodológica es explicada más adelante en el documento. 2 Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca General. Búsqueda Bibliográfica elaborada por: Jorge Tinoco. Temas: pueblos en Colombia y Pulí, Cundinamarca.
Noticias Número Pulí 15
Departamento de Cundinamarca
215
Fuentes bibliográficas Número Pulí 15
Departamento de Cundinamarca
203
18
municipio.
Por otro lado, en el archivo de prensa de El Tiempo, en noticias impresas desde 1911, no se obtuvo ningún
resultado. Sin embargo, en el trabajo de observación de prensa (Ver anexo 1) se encontraron notas
impresas del diario que hablaban de Pulí. En cuanto a El Espectador, en su archivo de presa, se
encontraron alrededor de 6 noticias donde se menciona a Pulí, entre ellas el artículo que fue parte de la
campaña de los “Municipios Olvidados”, publicado en 1959.
Con este análisis del estado del arte se empezó a plantear el bosquejo de cómo se tendría que hacer la
investigación. Lo que llevó a que este proyecto aplique un modelo exploratorio de estudio de caso
comparado, diacrónico3. La naturaleza comparativa y diacrónica del estudio está sustentada en que se
definen dos periodos de tiempo distintos, en cuyos espacios se analizan las condiciones sociales, políticas,
comunicativas y económicas propias para cada momento con el fin de develar la naturaleza del olvido,
pues en los dos periodos seleccionados existe este mismo eje.
El objetivo del estudio de caso es contestar a las preguntas de ¿responde el olvido del municipio de Pulí en
1947-1962 y en 1997-2012 a una decisión política apoyada por una práctica mediática? ¿para qué? y ¿por
qué? A partir de los testimonios directos y de los documentos concretos adecuadamente seleccionados en
función de los objetivos específicos del proyecto. Este estudio incluye el análisis de documentos, de datos
estadísticos o índices, así como la observación directa de la realidad de Pulí, aspecto que se privilegió
sobre los descritos anteriormente.
La escogencia de estos periodos no fue accidental, pues sigue una lógica cronológica de los conflictos
sociopolíticos donde el olvido aparece como una constante y como un hecho social, pues es la manera
como la prensa encuentra como llamar la realidad de este lugar.
Se selecciona el primer período que va de 1947 a 1962 y lleva el nombre de `Cuando se dormía entre los
cafetales`. Esta escogencia se fundamenta en la aparición por primera vez de Pulí en la prensa nacional
con el categórico de olvidado. Esto ocurre en la ya mencionada campaña de El Espectador. Pero para
entender el porqué de la campaña del periódico y aún más de que Pulí haga parte ella, hay que remontarse
12 años atrás, cuando en el país empieza a haber una lucha bipartidista. Se marca como inicio de
reconstrucción el año 1947, año anterior al Bogotazo para mostrar que en el mundo rural los brotes de
violencia empezaron mucho antes de la muerte de Jorge E. Gaitán. Este período recorre el trasegar de la
memoria de Pulí en medio de los años de La Violencia hasta desembocar en el proceso de restructuración
tanto del poder político como de la organización social, que conocemos por el nombre de Frente Nacional,
3 El Diccionario de la Real Lengua Española define diacrónico como el estudio de un fenómeno social a lo largo de diversas fases históricas atendiendo a su desarrollo y la sucesión cronológica de los hechos relevantes a lo largo del tiempo.
19
contexto en el cual Pulí tiene su hito fundamental de recordación, por medio de la campaña “Municipios
Olvidados”. Para entender entonces las motivaciones para que lo hayan nombrado olvidado hay que ver el
discurso político de la época que se justifica por la violencia de los anteriores años. Este período termina
en el año 1962, año en que es publicada el libro que recoge todo los artículos publicados en la campaña
del diario. Año en que también termina la presidencia de Alberto Lleras Camargo.
Lo que en el fondo se busca resolver en el primer capítulo es si existe una justificación política detrás de
este cubrimiento mediático, pues el país se hallaba en medio de una transición política, económica y
social. Parecen existir razones por las que los relatos de Pulí eran llamativos en 1958 para la presa, pues
estos narraciones no estaban lejos de crear una cierta empatía con el discurso modernista el primer
presidente del Frente Nacional. Justamente las publicaciones del diario se daban mientras que la esfera
publica era dominaba por la idea del desarrollo, la alianza para el progreso y la reforma agraria.
Una vez este primer período es definido, se procedió a elegir el segundo período y se decidió tomar el año
2012 como el punto de partida. En este año conocí al municipio por medio de la lectura de del artículo de
El Espectador. Mi interés en principio era hacer una actualización del trabajo de Marco Tulio Rodríguez.
Es decir, evaluar cómo cambió la situación del municipio que él había llamado olvidado. Luego vino el
interés por realizar una comparación entre ambos momentos históricos, pues después de investigar sobre
el pueblo en la actualidad, verifiqué que seguía siendo olvidado.
Es así como se escoge el segundo período que lleva el nombre de `Allí no los mueve ni un temblor`, que
va de 1997 a 2012. La elección de este periodo desde 1997, está sustentada en el hecho de que el 13 de
Septiembre de 1997, el pueblo es víctima de una toma guerrillera que se prolongaría por cinco años. Solo
hasta el 2002 regresa al pueblo la Fuerza Pública. Es por eso que este año se convierte en el inicio de una
etapa llena de eventos que sugieren la existencia de un conflicto profundo. Aún cuando Pulí se vuelve
centro neurálgico de la lucha por el poder territorial entre grupos al margen de la ley, todo aquello que
ocurría allí se mantuvo en un silencio relativo durante estos años. Estos datos nos muestran una importante
decisión frente al olvido de Pulí para este período, pues no se trata de un lugar donde nada pasa.
Cada uno de estos periodos se divide a su vez en dos partes, pues aún cuando se esté hablando de una
continuidad en el período, existen diferencias dentro del mismo, sobretodo por cambios en las
instituciones políticas (formales e informales), que marcan transformaciones en el sector social y
económico y de acuerdo a ello hay un cambio en la selección de los temas de la prensa y en la misma
decisión por el olvido. La primera unidad de 15 años está dividida en los siguientes sub-períodos:
I. La tierra pa’l que la trabaja: Época de La Violencia, con una explicación de sus antecedente en los años 30.
II. Entre el rifle y el machete: Primer período presidencial del Frente Nacional y desarrollo de la
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campaña de los “Municipios Olvidados”.
La segunda unidad de 15 años está dividida en los siguientes sub-períodos:
I. Noche de Bengalas: La estrategia y avanzada de las Fuerza Armada Revolucionaria de Colombia
(Farc) en el departamento de Cundinamarca y los diálogos de Paz del expresidente Andrés
Pastrana con esta guerrilla.
II. Que Dios se acuerde de nosotros: El fortalecimiento de la Autodefensas Unidas de Colombia en la
región del Magdalena Centro cundinamarqués, la seguridad democrática del expresidente Álvaro
Uribe y la transición al gobierno de ‘Prosperidad Democrática’ del presidente Juan Manuel
Santos.
Cada unidad de análisis corresponde a 15 años del trasegar de la memoria puliseña en contraste con la
historia nacional, así como de los procesos de información de la prensa nacional para cada unidad. Tanto
en el capítulo uno como en el capítulo dos, el último subtítulo corresponde al análisis de la condiciones
sociales, económicas y políticas de Pulí en cada período contrastándolas con la información que los
medios de comunicación dieron sobre el municipio. De igual manera, se tiene en cuenta la existencia de
un sistema a nivel nacional y sus disposiciones políticas, económicas y sociales, a nivel macro.
Finalmente, la lógica que lleva a hacer de este proyecto un estudio de caso comparado diacrónico se
expone en el capitulo tres llamado `Lo que quedó de un tiempo atrás`, pues en él se realiza la comparación
entre los periodos. Es decir, se evalúan los motivos que generaron la decisión de llamar al municipio como
olvidado en ambos periodos. La comparación es un método eficaz para explicar la naturaleza política,
económica y social de este olvido, naturaleza que se apoyaba en una práctica mediática.
***
En este tipo de estudio se evalúan las mismas categorías para cada una de las unidades de estudio,
comparando las respuestas para llegar a conclusiones. En ambas unidades de análisis, se hace la
recopilación y sistematización de datos para cada período pues las realidades de la época son distintas.
Luego se lleva a la comparación para ahí llegar a la comprobación de la hipótesis.
El diseño general partió del método inductivo que en este caso es partir de la investigación,
sistematización y análisis del conocimiento acumulado a través de las investigaciones del estudio de caso
(Ver anexo 2), para llegar a establecer conclusiones sobre un tema más general como lo es la relación
entre el olvido, los medios de comunicación, la institución política y el conflicto social prolongado.
Proceso que se podrá ver a lo largo de los capítulos.
21
El proceso de inferencia inductiva seguida en esta investigación es la siguiente:
a) Etapa de observación y registro de los hechos. Observar cómo se asocian ciertos fenómenos
aparentemente ajenos entre sí. Se realiza a través de fuentes directas y documentales derivadas
de la observación. Esta etapa se desarrolló mediante las visitas al pueblo, en carro y en bus.
Observando todas las formas en que se puede tener acceso al lugar. En las primeras dos visitas al
lugar se hicieron visitas de reconocimiento para saber el estado de la carretera, las condiciones
del pueblo y adicionalmente, conocer el diagnóstico según los indicadores básicos de la
población del municipio (Ver anexo 3).
En la tercera y cuarta visita se desarrolló un acercamiento completo con la realidad del pueblo, lo
cual fue posible al quedarme varios días en una casa de familia de Pulí, de esta manera compartí
con sus habitantes en sus rutinas cotidianas, así como de sus celebraciones religiosas y culturales,
como las desarrolladas en semana santa. No usé un método estricto de entrevistas, más bien me di
a la tarea de llevar largas y acogedoras conversaciones, en vivir con ellos su día a día, como dice
el periodista Tracy Kidder, “no sé cómo metérmele a la gente a la fuerza. Nunca he llegado a
ninguna parte con esa técnica. Una buena manera de investigar es irse a vivir de verdad con la
gente” (Sims, 1996) . La mayoría de datos que ellos me dieron se convirtieron en las pistas y los
indicios que constituyeron la base de mucha de la información que se revelan en la tesis. Temas
que fueron investigados y corroborados en documentos de carácter público.
En esta parte consulté fuentes primarias, tales como colecciones particulares de documentos,
libros del lugar - entre ellos el libro titulado `La Historia de Pulí` escrito por uno de los habitantes
del municipio que se dio a la tarea de dejar por escrito lo que él llama la historia de su terruño. El
libro estaba guardado y empolvado, volviendo a tener sentido cuando llegué por tercera vez a
visitar el pueblo. En dicha oportunidad varios habitantes me lo mencionaron y fueron ellos
mismos quienes permitieron que llegara a mí. Otras fuentes de consulta fueron los papeles y
tradiciones de familia, charlas a miembros representativos de la comunidad, sobretodo con
personas de la tercera edad. Finalmente, consulté fuentes eminentemente informativas, tales
como libros de historia nacional; documentos de archivos públicos, nacional y regionales
(municipales, parroquiales). Parte de esta primera parte contó con el trabajo de observación de
procesos de información, en el que se revisaron las notas de prensa nacional de diarios tales como
El Tiempo y El Espectador.
b) Análisis de lo observado, estableciéndose como consecuencia definiciones claras de cada uno de
los conceptos analizados. Esta etapa se desarrolló mediante la sistematización de la información
recogida, que puede ser vista en los anexos de este proyecto de grado y que da lugar al contenido
22
de la tesis, pues esta parte del proceso es la que hizo posible la elaboración de los capítulos uno y
dos.
c) La última etapa de este método es la formulación de enunciados generales, inferidos del proceso
de investigación que se ha llevado a cabo. Es decir, descubrir el común denominador que asocia a todos los fenómenos observados. Esta etapa se ve desarrollada en el capitulo tercero, donde se elabora la comparación de los dos periodos y el análisis de la misma.
El siguiente cuadro define los aspectos y los hechos a observar según cada aspecto, categoría o actor; de acuerdo con los objetivos específicos planteados en el proyecto:
Aspectos
Observaciones
Caso 1 Cuando se dormía en los cafetales
(1947-1962)
Caso 2 Allí no los mueve ni un temblor
(1997-2012)
Relaciones sociales,
políticas y económicas.
¿Cómo se dio la distribución de poderes en el municipio?, ¿quién eligió a las autoridades locales de este periodo?, ¿cómo era la economía del momento?, ¿de que vivían?,
¿cómo era su sistema de salud y de educación?, ¿qué tan seguro era el pueblo?, ¿cuáles son los problemas de orden público que se presentan en este período?
¿Cómo se da la distribución de poderes en el municipio?, ¿quién eligió a las autoridades locales de este periodo?, ¿cómo es la economía del momento?, ¿de que viven?,
¿cómo es su sistema de salud y de educación?,
¿qué tan seguro es el pueblo?, ¿cuáles son los problemas de orden público que se presentan en este periodo?
Medios
Masivos de
Comunicación
¿Qué tipo de contenido se generó sobre el municipio?,¿en qué medio de comunicación?, ¿qué se dijo, qué se omitió?,¿cuánto cubrimiento hubo?, ¿cuál es su relación entre la noticias que se publicaban con el discurso político de los presidentes?
¿Qué tipo de contenido se generó sobre el municipio?, ¿en qué medio de comunicación?, ¿qué se dijo, qué se omitió?, ¿cuánto cubrimiento hubo?, ¿cuál es su relación entre la noticias que se publicaban con el discurso político de los presidentes?
Sujeto de Poder Político
de la Rama Ejecutiva
¿Quién es el sujeto político desde el ejecutivo que ostenta el poder real decisorio en el municipio?, ¿quién eligió a las autoridades locales de este periodo?, ¿por qué se toma la decisión por el olvido en este periodo?, ¿para qué? ¿conveniente a quien?
¿Quién es el sujeto político desde el ejecutivo que ostenta el real poder decisorio en el municipio?, ¿quién eligió a las autoridades locales de este periodo?, ¿por qué se toma la decisión por el olvido en este periodo?, ¿para qué?, ¿conveniente a quien?
Este cuadro, así como el modelo metodológico que se lleva a cabo para la investigación se puede observar
a lo largo del escrito, pues cada capítulo está dividido según el periodo histórico, en donde se hacen
visibles estos aspectos, para finalmente llegar al capítulo tres, en el que se hará la comparación entre los
periodos y se verá cómo, aunque se hable para cada unidad de análisis de unas condiciones únicas que
23
justifican al olvido como decisión política, esa decisión en ambos casos tiene una cercanía con los
intereses que la generaron, lo que mostrará que el
olvido es una fuerza activa, una acción con profundas
implicaciones políticas, económicas, sociales y culturales.
Herramientas metodológicas
Esta investigación se basa en la toma de muestras pequeñas, esto es la observación de grupos de población
del municipio o proveniente de él, describiendo a través de su memoria colectiva la realidad tal como la
experimentan sus protagonistas. La investigación cualitativa requiere un profundo entendimiento del
paisaje cultura del pueblo, es decir, de sus “modos de actuar, pensar y sentir externos al individuo. De los
modos de vida material, los valores y la moral de la sociedad” (Ferro M, 2009, p. 34). Para esto se hace
uso de la metodología propuesta en las Guías de observación y valoración cultural de Germán Ferro
Medina. La guías orientan sobre dónde observar para hacer una lectura general del mundo que encierra el
trabajo de inmersión en el paisaje cultural de este pueblo en Colombia.
La gran mayoría de pueblos o culturas están asentados en un lugar específico donde desarrollan buena
parte de sus actividades, expresando de manera diversa un modo particular de organizar y darle sentido a
su vida. Las guías ayudan a develar esos aspectos mencionados anteriormente, es decir, a la identificación
y reconocimiento de los paisajes culturales de Pulí. Los pasos a seguir son: la identificación geográfica e
histórica, dentro de ello está la visita de sus espacios más importantes, la iglesia, la plaza del pueblo, el
cementerio, el mercado, algunas de las veredas sucristas a la cabecera municipal, entre otros; el
reconocimiento de la organización social, dentro de ello están los gremios, los sindicatos, las cooperativas,
las juntas de Acción Comunal, los voluntariados, las órdenes religiosas, los partidos políticos, los
movimientos cívicos o sociales, los movimientos ambientales, así como los medios de comunicación
(radio y prensa local), grupos musicales y de danza, asociación de fiesteros, etc., (Ferro M, 2009, p. 36).
Estas guías de observación son usadas como herramientas metodológicas para llevar a cabo la primera
etapa del proceso de inferencia inductiva. La siguiente herramienta es la microhistoria, que
se trata de las monografías locales y de mostrar con ellas que son el mejor espacio historiográfico para
comprender las relaciones concretas que se dan entre varios fenómenos. Mientras las historias nacionales solo
pueden establecer relaciones conjeturales –a menudo erróneas– entre distintos fenómenos sociales, las
microhistorias, en cambio, nos permiten comprender cómo las personas interpretan su momento histórico y cómo
a través de esa interpretación responden a los problemas que se les plantean. El enfoque microhistórico nos obliga
a recordar que, entre un fenómeno “objetivo” y otro, siempre median lecturas “subjetivas” y que las personas no
reaccionan ante la realidad sino ante lo que ellas creen que es la realidad y ante lo que piensan que ésta puede
llegar a convertirse el día de mañana. Finalmente lo que trata de evidenciar esta categoría de análisis es que una
verdadera historia nacional que busque dar cuenta de la diversidad existente en el territorio de un país tiene que
construirse a partir de una amplia colección de historias locales o regionales, (Viqueira, 2008).
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Esta herramienta contiene un método propuesto por el historiador mexicano, Luis González y González,
en el que se busca elaborar otra mirada a la historia nacional a partir del relato de pequeños lugares cuya
memoria no ha sido parte de la historia. Para esto se definirá:
Lo que se investiga: Lo importante es la pequeñez y cohesión del grupo que se estudia, lo minúsculo de las cosas que se cuentan acerca de él. Una de las justificaciones de la microhistoria reside en que abarca la vida integralmente pues recobra a nivel local la familia, los grupos, el lenguaje, la literatura, el arte, la ciencia, la religión, el bienestar, el malestar, el derecho, el poder, el folklore; esto es, todos los aspectos de la vida humana. El dominio de la microhistoria es el pasado humano, recuperable, irreversible, influyente, trascendente o típico:
Ø El espacio: La unidad tribal culturalmente autónoma y económicamente autosuficiente, el pueblo entendido como conjunto de familias ligadas al suelo, la ciudad menuda en la que todavía los vecinos se conocen entre sí. En la microhistoria pocas veces se olvida la introducción geográfica: relieve, clima, suelo, recursos, vestidura vegetal y fauna.
Ø El tiempo: La microhistoria se ocupa de acciones humanas importantes por influyentes, por trascendentes y sobre todo por típicas; los acontecimientos representativos de la vida diaria, los botones de muestra. Lo que resiste al deterioro temporal, lo modesto y pueblerino.
Ø La gente: Los actores de la vida menuda rara vez merecen los apelativos de sabios, héroes y santos. Los hombres de la microhistoria son cabezas de ratón y ciudadanos-número de la macro que en la micro se convierten en ciudadanos-nombre.
Ø Economía: El asunto del día y la cuestión social concomitante son los temas de mayor interés porque son los sucesos más cotidianos. La estructura agraria y los modos de apropiación de la tierra, sistemas de cultivos, avances agrícolas, quehaceres artesanales, costumbres de compra y venta, paso del autoconsumo a la economía de mercado e incorporación del grupo cultural y económicamente marginales al mundo moderno.
Ø Ocio y la fiesta: La importancia que tiene este factor en la vida comunal es que se expresa la llamada “visión de mundo” u “orientación cognoscitiva”. Siendo un tema imprescindible de cualquier estudio sobre la vida social menuda.
Ø Culto: La ‘patria chica’ sigue concediéndole un sitio distinguido a las creencias, las ideas, las devociones y los sentimientos religiosos.
Cómo se investiga: Su objeto no está ante los ojos; se ve a través de la mirada ajena y de las reliquias: por eso la micro emplea como testimonios documentos, marcas terrestres, aerofotos, construcciones y ajuares, onomásticos, supervivencias y tradición oral. Esta última jamás debe ser utilizada sola y sin soportes. Debe ser puesta en relación con las estructuras políticas y sociales de los pueblos que la conservan, comparada con las tradiciones de los pueblos vecinos y vinculada a los indicaciones cronológicas de las genealogías, etc. Éste es el método propuesto por la microhistoria. La anterior información fue consultada en los libros
`Pueblo en vilo: Microhistoria de San José de Gracia` y `Otra invitación a la microhistoria`, del historiador
mexicano Luis González y González, y en el texto de Juan Pedro Viqueira, `Todo es microhistoria`.
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La última herramienta utilizada es la observación y análisis de los procesos de producción de información
de la prensa nacional (El Tiempo-El Espectador). Por medio de esta herramienta se busca analizar las
estrategias informáticas, narrativas y estéticas de los medios en la producción de la realidad social y
política para el período trascurrido de 1947 a 1962 y 1997 a 2012. Se trata de investigar los procesos de
producción de la prensa para estos años y lograr comprender la realidad del municipio en relación con la
dinámica nacional, con el fin de que al enlazar los datos recogidos, así éstos confirmen o no que la
categorización de Pulí como municipio olvidado responde a una decisión política apoyada por una
práctica mediática. Lo que interesa es ver cómo los medios:
1) construyeron acontecimientos sobre el conflicto, cuáles entraron y cuáles no.
2) qué lleva a que Pulí sea parte o no de un cubrimiento noticioso relevante.
Hasta acá se ha recorrido el camino metodológico que constituye este trabajo de grado. Debo por último
aclarar que este proyecto es el resultado del riesgo que tomé por un año de hacer un trabajo cuyo fin no era
evidente y donde mucho menos lo eran las pautas de investigación para llegar a develar lo que hay detrás
de Pulí, un municipio que al principio no dice nada, ni siquiera aparece en el imaginario cuando se
nombra. Es por dicho motivo que el método fue replanteado una y otra vez para poder llegar a constituir
un modelo flexible que fuera fácilmente repensado con cada hallazgo. Así como la forma de llegar a ello,
haciendo uso de diferentes herramientas que me permitieran penetrar en el problema sin prejuicios, atenta
tan solo a desentrañar la naturaleza del olvido.
El periodismo es un arte como cualquier otro. Quienes lo practican combinan el olfato, las herramientas de
investigación y las técnicas del reportero con sensibilidad, el rigor y la pericia del novelista para contar historias
que, sin perder su carácter periodístico, van más allá del periodismo en el sentido convencional de la palabra. Sus
escritos son el resultado de meses de investigación minuciosa de los hechos, pero el producto final es una
compleja estructura narrativa que le permite al lector una visión más amplia de las personas comunes y corrientes
que hacen posible que los hechos ocurran, (Sims, 1996).
26
2. MARCO TEÓRICO
El marco teórico tiene como objetivo superar los enfoques dicotómicos y unilaterales sobre la violencia y
el conflicto en Colombia e intenta un enfoque de carácter sistémico e interactivo. Se trata de lograr una
perspectiva sistémica y de interacción, donde los factores estructurales tienen tanto peso como los
subjetivos y de identidad del grupo, por medio del análisis de la relación memoria y olvido como un
proceso social decisivo en función al conflicto social prolongado.
El proceso investigativo de la memoria colectiva de Pulí partió en inicio de la dificultad para responder
por qué la memoria de este lugar no es parte de la historia, y por qué lo único que conozco que se conocía
de ella es que es llamada olvidada. Qué es el olvido en este caso, qué lo constituye y con qué interés. El
objetivo entonces es lograr construir a partir de este estudio de caso comparado diacrónico, un modelo
teórico y conceptual que permita entender la noción del olvido en parajes como los nuestros, en sus
características económicas, políticas, sociales y culturales e identificar algunos elementos del conflicto
social prolongado en Colombia.
Jorge Mendoza García4 en su texto `Sucinto recorrido por el olvido social`, sostiene que la relación
memoria-olvido revela la manera como se edifica la sociedad en función de su pasado y su presente. En
esta perspectiva, Fernández Christlieb (citando en Mendoza, 2007) explica que la memoria es el proceso
social de reconstrucción de un pasado vivido y significado por una colectividad, mientras que el olvido se
encuentra en el hecho en que la memoria mantiene lo que considera importante o significativo, y en ese
mismo acto relegará otros sucesos que llamaríamos olvidados. Un olvido involuntario, en el que la
memoria selecciona los sucesos que otorgan un sentido de orientación en el presente, sirviendo como
recurso cultural del grupo para entender su momento actual.
Siempre que evocamos nuestra memoria lo que buscamos hallar es una explicación para situarnos en
nuestro propio presente. “Pero también el olvido está íntimamente relacionado con la producción de
memoria y con el acto de recordar. Toda memorización y conmemoración, debido a su proceso selectivo,
es al mismo tiempo una forma de olvido de otras memorias o partes de la memoria, de modo que la
memoria no se opone al olvido, sino que se relaciona e interacciona con él” (Candau). Sin ser adversario
el olvido social, no es más que un grupo de recuerdos que no fueron seleccionados para explicarnos
nuestro momento actual. Son memorias que quedarán fuera de la elección de la historia oficial.
4 Profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, y de la Universidad Pedagógica Nacional de México.
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Hacer memoria es entrar en una diversidad de relatos, entonces remitirse al olvido es ingresar en el terreno de lo
único, de la verdad, en todo caso de lo que la historia oficial narra. Es que la historia es una, como ya lo había
dicho Halbwachs (1968), no es polemizable, los hechos ahí están; mantiene una secuencia ordenada, no hay
sobresaltos; solo admite una versión, una narración. Esa versión única del pasado de una sociedad evidentemente
lleva al olvido. En ese olvido hay una especia de acuerdo con el pasado, no con los grupos que actuaron en otros
momentos, sino con los datos mismos, en tanto que éstos son manipulables, manejables, pues carecen de vida y de
significado; de esta manera, tanto fechas, sitios, sucesos, fuentes y narraciones fungen como instrumentos
mediante los cuales se trata de hacer y forjar una historia, que es la que finalmente cobra mayor credibilidad. Y es
que los sucesos del pasado ya no son patrimonio de todos y son traducidos a “hechos históricos”, en algo
“historificado”, en dato, que se convierte en propiedad de algunos cuantos, por ejemplo los historiadores, y por
tanto su interpretación es la única que cuenta, (Mendoza, 2007, p. 139).
El trasegar de Pulí hasta este momento es un grupo de memorias que no han sido seleccionadas para
respaldar la identidad colombiana porque simplemente su recorrido no constituye un recuerdo que brinde
mucho significado para explicar nuestro presente como nación. Sin embargo, esos sucesos que se
quedaron solo en memorias reubicadas en el gaveta del olvido dejan un vestigio fantasmal que muestra
que quizás la no selección de la memorias de Pulí para consolidar la historia oficial tiene un patrón más
que solo lo no significativo de los hechos que aquí ocurrieron. “Desde el punto de vista psicosocial, el
olvido social se concibe como la imposibilidad de evocar o expresar acontecimientos significativos que en
algún momento ocuparon un sitio en la vida del grupo, colectividad o sociedad, cuya comunicación se ve
obstruida o prohibida por entidades supragrupales, como el poder” (Mendoza, 2007). Es decir, al ser el
olvido una selección de un sujeto colectivo, voluntaria o involuntariamente, este sujeto ha elegido lo que
es recordado, lo que justifique de manera ideal lo que pretendemos creer que somos.
Esto cambia por completo la naturaleza del concepto de olvido que se trabajará acá, pues el olvido en un
caso como el de Pulí, tiene rasgos llamativos. El municipio no ha sido simplemente un pueblo aislado,
alejado y escondido, a cuya memoria nadie ha tenido acceso y de esa manera sus recuerdos no son los
seleccionados porque nunca ha existido para la nación, sino, por el contrario fue precisamente en el acceso
que tuvo el país a ese territorio, vía la campaña del diario El Espectador (1959) los “Municipios
Olvidados”, que se nombró a su memoria como olvidada. Es decir, fue en ese episodio de confrontación
del relato nacional con el local, en que la historia nacional representada en la prensa, hizo la selección de
no seleccionar a Pulí como relato que explicara el presente de la nación, al llamarlo así.
Según el antropólogo Luis Alberto Suárez Guava5, el olvido para la cultura popular colombiana encierra
otro tipo de significado. Para la cultura popular cuando se dice olvido lo que realmente se está
entendiendo es un abandono. Lo que inquieta es cómo se equiparan dos conceptos diferentes, pues cuando 5Antropólogo de la Universidad Externado de Colombia. Profesor de la Facultad de Antropología de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.
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algo es llamado abandonado, de inmediato se piensa en quién es el responsable de dicha acción, mientras
que cuando se habla de un olvido social, no se puede precisar que esta acción recaiga sobre un sujeto,
parece como si el olvido fuera entonces un mandato divino del que nadie es responsable. El olvido, visto
de esta forma, se convierte en simplemente una memoria improbable pues lo que sucede en estos lugares
no tiene mucho que brindar. Es curioso pensar que al nombrarlos así lo que todos, consciente o
inconscientemente, queremos decir es lugares abandonados.
Pulí debería entonces ser acreditado no como un municipio olvidado sino, como un municipio
abandonado. Pero pensarlo así nos llevaría a preguntarnos abandonado por quién, por qué. Parece
entonces que precisamente esas preguntas no son las que se desean, y por ello mismo el hecho de
equiparar dos conceptos que nos llevan a ideas diferentes. El olvido es entonces un terreno retórico,
la narrativa aquí desempeña un papel fundamental, y con ello tiene un papel determinante lo que se dice del
pasado y, por supuesto, lo que se oculta. En efecto, la forma de hablar y la utilización de ciertas palabras y no de
otras, su empleo en ciertas situaciones y no en otras porque se sabe dónde usarlas y cómo usarlas: las palabras
adquieren su significado sólo dentro del diálogo, son el resultado de una acción conjunta. En otras palabras: lo que
del pasado se narra como algo “natural” no es sino producto de discursos que se han impuesto por diversos
mecanismos: narraciones en la escuela, en los medios de información, en los discursos públicos; en una frase, la
retórica del poder, (Mendoza, 2007, pp. 137-139).
Por tanto, es importante tener claridad sobre los objetivos que se pretenden examinar en la categoría del
olvido. Los medios de comunicación cumplen la función de concretar en el discurso una selección que se
hace en la memoria. La memoria que se impone sobre las otras memorias es un instrumento del orden
social del presente pues esta constituye el monopolio de la “verdad” histórica.
Para Jacques Le Goff, la memoria colectiva no está liberada de las dinámicas del poder, “la memoria
colectiva no solo es una conquista, es un instrumento y una mira de poder […] La memoria, a la que atañe
la historia, que a su vez la alimenta, apunta a salvar el pasado solo para servir al presente y al futuro. Se
debe actuar de modo que la memoria colectiva sirva a la liberación, y no a la servidumbre de los
hombres”, (Le Goff, 199, pp. 181-183).
A lo largo de la investigación, esta categoría se consolida en la relación entre el olvido de este municipio y
el poder que esto constituye. La memoria es exigente a lo que sucede, pero quien la hace hablar, en este
caso los medios de comunicación, pueden resaltar u omitir lo que desee. Por eso, el enfoque a partir del
olvido social como un decisión de poder, abre un universo de conceptos que nos permitirá precisar las
relaciones entre la memoria de Pulí en el análisis. A fin de precisar las relaciones que se establecen en el
olvido social de Pulí. Este proceso se divide en distintos niveles:
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A) Medios de Comunicación: Los medios han generado una producción a gran escala, imágenes,
códigos y marcas que permiten la transmisión de recuerdos y memorias. Todos los datos que éstos
transmiten permiten la reconstrucción del pasado. De esta forma se inscribe como sujetos decisores
del olvido, pues al ser los responsables de la transmisión de la memoria, lo son también de la no
transmisión. Parte de este estudio se centra en la prensa por el potencial que ésta tiene de garantizar la
historia, lo que se informa queda impreso para siempre, constituyendo así un referente de devenir de
cómo la sociedad se ha contado su propia historia (Observatorio de Medios-CEPER). La prensa que
para ambos periodos (1947-1958 y 1997-2012), toma la decisión del olvido para Pulí.
B) Sujeto Político de la Rama Ejecutiva: Los grupos de poder hacen uso o no de la transmisión de unos
sucesos significativos para una colectividad porque les resultan oportunos o inoportunos para
legitimarse en el presente. Esto lo hacen por medio del discurso político que se consolida en la
información pública favorable. De esta forma se inscriben como sujetos decisores del olvido, pues
determinan que información es favorable, los sucesos que los legitiman y dejan por fuera aquellos que
van en contracorriente con ello. Para este estudio de caso específico, el interés se centra en evaluar la
política de Estado para los dos periodos, y ver como este discurso tuvo una repercusión en los hechos
que de Pulí eran parte de la historia y los que no lo eran. Los gobiernos cuyo discurso lidera el
quehacer de la prensa para estos periodos son Mariano Ospina, Laureano Gómez, Gustavo Rojas
Pinilla, Alberto Lleras Camargo, Andrés Pastrana Borero , Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos.
C) Pulí: Sobre la memoria de este municipio ubicado en el departamento de Cundinamarca, es donde
recae la decisión del olvido, es decir, la decisión se vuelve una práctica en el momento en que se
instituye el olvido como la forma en que los puliseños viven y entienden su realidad frente al conjunto
de la nación. Ahora bien, lo que interesa acá es develar el interés que hay tras la decisión del olvido -
acordado bajo unas determinadas condiciones e intereses- según cada periodo y ver cuánto de ese
olvido se ejerce como un mecanismo de control.
El proceso del olvido social de Pulí requiere de unos ejecutores: los medios de comunicación y el sujeto
de poder político de la Rama Ejecutiva, quienes tienen una relación de favorecimiento mutuo. Ellos
deciden el olvido que se ejerce sobre la memoria colectiva del municipio al no hacerla parte del relato de
país. Al llamarlo olvidado se ha tomado la decisión de desplazarlo de la historia del país. Sin memoria
dentro de la nación, ¿qué queda de Pulí? Un espacio geográfico, más que nada, por casualidad. Se
comparte una historia sin mucha relación, un pasado propio que no está y para quienes viven dentro
termina siendo un lugar sin importancia aparente y sin riquezas.
De esta forma se analiza cómo el olvido de este municipio hace parte de ese proceso de negociación
constante y mediatizado entre los colectivos, los medios de comunicación y los grupos de poder; que se
30
llama la memoria social (Martínez Gallego, 2003). Esta categoría no debe ser tomada simplemente como
la asimilación de la memoria a reconocimiento, olvido a desconocimiento. Las implicaciones entre olvido
y memoria son mucho más complejas de lo que parece. El olvido es una fuerza activa, una acción con
profundas implicaciones políticas, económicas, sociales y culturales.
Los factores económico, político y cultural, que son los fenómenos probablemente menos evidentes en su
relación con el olvido, se miran a través de diferentes etapas y según los intereses que perseguían los
gobiernos nacionales durante los periodos seleccionados, mediante los cuales se ligó el discurso
gobiernista con lo que la prensa informaba o dejaba de informar con respecto a lo que transcurría en Pulí.
También esto incluye la observación de los diferentes actores que tuvieron aparición a lo largo de estos
años en el municipio, y su interés frente al territorio, sus recursos, apropiación y aprovechamiento.
En este caso el olvido social, tiene implicaciones sobretodo en el factor social. Finalmente, son los grupos
y las colectividades quienes mantienen en la memoria aquello que han concebido como significativo y
dejan de lado lo que no. En este punto se mira cómo la decisión del olvido funciona en dos vías pues por
un lado se deja fuera el lugar como productor de los llamados hechos históricos, pero por otro lado, y
quizás donde está la verdadera importancia de esa decisión es la parte que recae sobre los ciudadanos que
viven en ese olvido, es decir, es una batalla para que en los ciudadanos que habitan Pulí no haya otra
forma de explicarse más que en su propio olvido, que cala de manera profunda en su forma de ser frente a
la nación, pues se piensan como un pueblo sin recursos, sin industria, desadaptado y poco importante.
El olvido como categoría de poder se evalúa como aquel que posibilita el control sobre el territorio (Pulí),
entendiendo como territorio al espacio estratégico de orden político, económico y social. El siguiente
cuadro puede entenderse en virtud de que el olvido, a diferencia de la memoria, “se edifica con un actor
adicional: el poder, que empíricamente cobra forma de grupo dominante, siendo éste el que determina, en
buena medida, qué es lo que hay que olvidar y qué es digno de mantenerse en la memoria. Además, la
historia se forja y expresa en el espacio público, porque es ahí donde se encuentra el lenguaje y las
prácticas sociales con que ésta se levanta” (Mendoza, 2007, p. 135)
31
No es casual, entonces, que se diga que “la lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria
contra el olvido” (Kundera, 1987, pp. 10). Es decir, el olvido social no lo es sin alguien que lo elija, por
eso mismo se puede llegar a entender la persistencia de un olvido como muestra de una violencia
estructural en esas regiones. Un tipo de violencia que funda sus raíces en una estructura social
tremendamente desigual, en el que el olvido se vuelve un elemento fundamental para mantener el estatus
quo predominante, y el flujo continuado y suficiente de ingresos.
Es así como se desarrolla el último de los conceptos, el conflicto social prolongado. Se va a entender el
conflicto desde la corriente sociológica. “En el conflicto social concurren una pluralidad de aspectos:
políticos, sociales, culturales, económicos o de la personalidad, con incidencia sobre las disputas sociales,
aunque con distintos grados y alcances” (Silva García, 2008, p. 32). Existen muy distintas clases de
conflicto social, con consecuencias muy diversas sobre las personas y las naciones. Sin embargo, para los
teóricos John Burton y Edward Azar, quienes desarrollaron el concepto de conflicto social prolongado,
éste se constata en la propia negación de necesidades básicas como la dignidad, la seguridad o el
reconocimiento para cierta parte del conjunto de la sociedad (Fisas). La exclusión y la desigualdad son los
rasgos más notorios de la permanencia de un conflicto social prolongado. El conflicto se puede constatar a
través del concepto de violencia.
Desde la perspectiva del politólogo noruego Johan Galtung - uno de los teóricos más importantes sobre el
estudio de la paz y conflictos- se puede explicar qué es la violencia. Sus teorías sobre la violencia y la paz
han cambiado la visión que se tenía sobre la violencia, pues logra ampliar el espectro desmitificando la
violencia como una esencia natural de nuestro ser y como la única forma de responder al conflicto. Desde
esta visión el conflicto es el motor de la vida social; éste existe porque todos tenemos miradas y lecturas
de la realidad distintas, además de que el ser humano para subsistir y sobrevivir adecuadamente en un
determinado entorno debe satisfacer una serie de necesidades básicas ya que de eso depende la vida
misma, y por tanto la generación de conflictos. Galtung define tres tipos de violencias:
a) Violencia directa es lo que Galtung describe como la violencia visible, es decir, física y verbal.
Ejemplos de ésta serían la guerra, conflictos armados, asesinatos, uso de armas, uso de palabras, uso del
recursos de poder militar, etc.
b) Violencia estructural-eje central de este trabajo de grado-originada por la injusticia y la desigualdad
como consecuencia de la propia estructura social y política. Es la violencia en la que la acción se
produce a través de mediaciones institucionales o estructurales. Podría ser entendida como un tipo de
violencia indirecta presente en la injusticia social, y otras circunstancias que en definitiva hacen que
muchas de las necesidades de la población no sean satisfechas cuando, con otros criterios de
funcionamiento y organización lo serían fácilmente. Consecuentemente, la violencia estructural acaba
siendo institucionalizada.
32
c) El tercer tipo es la violencia cultural, moldeada por medio de la religión, la ideología, el lenguaje, el
arte y las ciencias, entre otros. También se trata de una violencia que según los que la emplean es justa,
necesaria y correcta. Es importante mencionar, que esta violencia es la que más lentamente se genera y
la que es menos transformable, ya que tiene unas raíces profundas en la propia cultura de una sociedad.
Una vez enunciados los conceptos clave que se desarrollan en torno al olvido como categoría de análisis,
a lo largo de los capítulos se da la explicación de cuáles son las circunstancias específicas que llevaron a
ejercer en Pulí la acción del olvido, la cual ha validado unas prácticas sociales, económicas y políticas
violentas. Se hace la reconstrucción de la memoria colectiva de los habitantes de Pulí, para poder elaborar
un acercamiento a la memoria de municipio que es diferente a la historia, pues “en la memoria, la gente
conversa, comunica para dar sus versiones. En la memoria un hecho real es aquel que tiene algún
significado o algún sentido para un grupo o colectividad” (Mendoza, 2007, p. 139), que en este caso son los
puliseños.
A partir de un amplio registro oral, en un municipio sin historia aún pero con mucha memoria, se busca
indagar las diversas fases por las que ha pasado el lugar. De este modo que el estudio de este proyecto de
grado se esfuerza por develar el complejo tejido de intereses que se construyen a través de la historia y de
la memoria, involucrando diferentes actores que viven a expensas, toleran indirectamente o para quienes
se ha vuelto conveniente esta forma de política y de economía del olvido.
33
3. ANTES DE COMENZAR
Pulí es un municipio ubicado en el Departamento de Cundinamarca, sobre la ladera occidental de la
cordillera oriental de los Andes. Pertenece a la provincia del Magdalena Centro. Limita al norte con el
municipio de San Juan de Rioseco, por el occidente con el municipio de Beltrán y con el municipio de
Ambalema, por el oriente con Quipile y al sur con Jerusalén. Se encuentra a 143 km de Bogotá. Tiene una
altura de 1270 mts y una extensión de 223 Km² que equivalen a 22.300 hectáreas6.
En el año 2005, según el Censo de Población, tenía 2.945 habitantes, de los cuales un 20% residía en la
cabecera, y un 80% en la zona rural. La población tuvo una disminución considerable, siete años atrás era
de 6.200 habitantes. De acuerdo con las cifras más recientes entregadas por el DANE, en el año 2011, la
población es de 2.965 personas, lo que corresponde al 0,11% de la población total del Departamento de
Cundinamarca. La ficha municipal para la toma de decisiones reporta que en 1993 el 41,70% de la
población se encontraba en condiciones de pobreza, cifra que se mantuvo igual en el 2005 y la población
con mayores carencias se encuentra en el área rural con el 23,60%.
Según el Secretario de Gobierno, Nelson David Ruiz Guzmán, la población es mayormente joven y
adulta-mayor. La mayoría de los pobladores en edad activa tienden a irse del municipio en busca de
oportunidades en los centros urbanos. Sin embargo, muchos de aquellos que se van, regresan para pasar su
vejez en su pueblo. Otra de las razones por las que se presentó un fenómeno de alta deserción fue el
problema de orden público entre 1997 y el 2002. Empezando en 1997 tras la toma de la guerrilla de las
Farc del municipio, en la cual se dio el desalojo de la Fuerza Pública, que solo regresó en el 2002, después
de haberse ausentado por 5 años. En el 2002, el frente 42 de las Farc ejecutó una nueva toma, la cual fue
poco exitosa, pues la Policía Nacional con apoyo de miembros del Ejército contraguerrilla logró mantener
la autoridad.
El municipio tiene 21 veredas: Centro, Pulisito, El Placer, Lomalarga, Talipa, Palmar-La Hoya,
Mariposas, El Capial, Ocanda, Paramon, Guayaquil, El Carme, Lomatendida, Manantial, Rioseco,
Betania, La Hamaca, Cabrera, La Quina, La Inspección de Palestina, La Inspección de Valparaíso.
La ubicación geográfica del municipio dentro del contexto departamental, la cercanía al departamento del
Tolima y las relaciones históricas y socioculturales con los municipios vecinos y los accidentes
6La información de este aparte fue extraída de diferentes documentos de carácter público de la alcaldía del municipio de Pulí, como lo son el esquema del ordenamiento territorial documento base para el municipio de Pulí -Junio, 2000, el Plan de desarrollo municipal (Acuerdo No. 08 de 2004), el Plan de desarrollo municipal (Acuerdo No. 010 de 2008) y el Plan de desarrollo municipal (Acuerdo No. 011 de 2012).
34
geográficos, determinaron dentro del municipio dos regiones bien diferenciadas en cuanto a su dinámica
social y de relaciones económicas. La línea divisoria dentro de esta regionalización corresponde al valle
del Rioseco. La región No. 1 es la región Occidental que cubre el casco urbano de Pulí, el eje vial de la
carretera Pulí - San Juan de Rioseco. La parte baja en los límites con el municipio de Beltrán y el eje vial
de la carretera Pulí -Troncal del Magdalena. La región No. 2 es la región oriental que comprende los
cascos urbanos de Palestina y Valparaíso, el eje vial Palestina La Sierra, la zona limítrofe en el municipio
de Quipile y las veredas bajas hacia el valle del Rioseco.
Dada la combinación de factores ambientales próximos: montaña, suelo de ladera, cañones, valles y
llanuras y la cordillera central, recursos hídricos y paisajísticos; Pulí juega un papel preponderante junto
con los demás entes territoriales de su entorno en el ecosistema de esta región. El paisaje constituye un
patrimonio natural y cultural. En el caso específico del municipio, la belleza paisajística es sin igual en el
Departamento de Cundinamarca, tanto es así, que se le ha denominado “Municipio Paisaje de
Cundinamarca” gracias a su diversidad que incluye tanto al territorio propio como a la vecindad de
municipios y departamentos. Desde allí es visible durante todo el año buena parte del valle fluvial de Río
Magdalena. En época de verano el paisaje se logra observar los cuatro nevados de la Cordillera Central -
nevado del Tolima, Santa Isabel, El Cisne y el imponente Ruiz-.
La mayor parte del territorio es montañoso, destacándose entre los accidentes orográficos, la cordillera del
Tabor, las cuchillas Mariposas y Retiro, y la serranía de Rey. Casi todas sus tierras corresponden a los
pisos térmicos medio y cálido. El municipio de Pulí se encuentra en una zona la cual se caracteriza por
una región quebrada, localizada al Oriente de la región del Valle del Magdalena, que a su vez está limitada
al Oeste por la región de la Cordillera Central.Pertenece a los circuitos notariales de la Mesa y al distrito
judicial de Bogotá. El municipio fue fundado por el párroco Patricio de Ávila en 1800.
El municipio de Pulí hace parte de un corredor biológico de suma importancia para la migración de
algunas especies de aves e insectos, el cual se podría denominar el corredor biológico del Magdalena.
Durante algunas épocas del año llegan a los cerros más altos -El Tabor, Alto de Lagunas, Peñas Blancas-
aves migratorias que vienen desde el norte del continente o del país, entre éstas las más destacadas son el
águila y el pato canadiense.
La mayoría de las vías que llevan al municipio presentan un bajo nivel de obras de infraestructura, de
afirmado y recebado. A excepción de las vías Pulí – San Juan de Rioseco y Pulí– Troncal del Magdalena,
que son atendidas por una empresa de servicios públicos de transporte para pasajeros, las demás son
atendidas parcialmente por servicio de camperos de propiedad particular y en algunas de ellas no existe
ningún sistema de transporte. La falta de buena infraestructura vial ha obstaculizado el desarrollo del
municipio.
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“Ya es hora de conocer el largo y tortuoso camino seguido por nuestros
antepasados, hechos que bien vale la pena recordar a quienes no han tenido la
noción de ellos y que por ningún motivo deben relegarse al olvido”
José Joaquín Castro Pulí, 1996.
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CAPÍTULO I
Cuando se dormía entre los cafetales
El comienzo
Cada acontecimiento político en Colombia ha incidido en el desarrollo de todo pequeño poblado de la
patria, por más lejos que este esté. Cada acción, medida, decisión, ha contribuido en la construcción de los
caminos por los que ha salido el café, la yuca, el plátano, el maíz y la caña; por los que entraron los
partidos y salieron los campesinos.
El resultado del período que la historia oficial y local han llamado como La Violencia, es el fruto de unos
hechos ocurridos que influyeron en el comportamiento del mapa social y económico de todo el país. Las
exigencias políticas impregnaron al conjunto de la sociedad y la violencia directa fue el medio de
expresión de las tensiones sociales y económicas.
Para entonces, Pulí era un terruño casi virgen, próximo a los grandes centros urbanos y comerciales de la
época: Girardot, La Mesa, Ambalema y Bogotá; con aguas abundantes y finas maderas, beneficiado con
un excelente clima y con una vista inigualable del valle del Magdalena medio. Para 1938, contaba con una
población de alrededor de 4.476 habitantes, de los cuales 685 residían en la cabecera y 3. 711 en el área
rural.
Hasta mediados del siglo XX, el relieve colombiano fue uno de los principales obstáculos para integrar al
municipio; la dificultad para cruzar estas montañas afectó las comunicaciones entre Pulí y sus vecinos
comerciales. Sin embargo, desde la década de los 30, el pueblo brindó acogida a los desterrados de la
violencia que empezaba a producirse en el país tras el fin del predominio conservador, cuando el
sectarismo revivió y se dieron las primeras manifestaciones de violencia.
En estos años “confluyeron dos crisis: primero, el derrumbe de la hegemonía conservadora, que lleva a la
presidencia de la república a un liberal, Enrique Olaya Herrera -dando inicio a lo que se conocería como la
República Liberal-, después de más de medio siglo, y, segundo, golpeó la depresión económica mundial
después de la “danza de los millones” de los años 20” (Palacios, Entre la legitimidad y la violencia.
Colombia 1875-1994, 2003).
Los brotes de violencia que se dieron por el ascenso del liberalismo no terminaron para 1946, año en el
que Mariano Ospina Pérez es nombrado presidente. Cuando el conservatismo vuelve al poder, “hubo
estallidos de violencia; se trataba de conservadores quienes salían a cobrar las viejas deudas y ofensas que
habían acumulado durante los años de predominio liberal” (Bushnell, 1996, p. 275). Pero más allá de estos
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eventos, ciertamente el punto más alto de violencia, se inició luego de que Jorge Eliécer Gaitán, líder
político, fuera asesinado el 9 de abril de 1948, tras salir de su oficina en el centro de Bogotá.
El asesinato de Gaitán marcó un hito en la historia contemporánea de Colombia y aunque “generalmente
se asocia con el comienzo de La Violencia, de hecho el asesinato era ya la culminación de una primera
oleada represiva contra las clases populares” (Meertens, p. 137).
Gaitán era un liberal socialista que se rodeó de amplias muchedumbres y las convocó a la resistencia civil;
allí está su fortaleza y su tragedia (Sánchez-Ángel, 2008, p. 20). Para el historiador David Bushnell, la
muerte del líder sumió a grandes porciones del país en una guerra civil no declarada entre los seguidores
de ambos partidos, que duraría hasta comienzos de la década de 1960.
Yo tenía como 8 años. Después del nueve de abril vino la violencia política que llamábamos. De ahí fueron
creándose la división de liberales y conservadores, entonces yo recuerdo un domingo de ramos, ahí donde hay un
árbol grande que había una ceiba –en el parque principal de Pulí- salimos con mi papá, eran como las 2 de la
tarde, mi papá estaba tomándose unos tragos con un compadre que se llamaba Rubén Lozano, cuando un señor de
por allá de Guayaquil, empezó a gritar que viva el Partido Liberal, abajo los hijodeputas godos, cuando se le vino
un grupo del otro lado, y eso hubo una machetera de esas bien macha, eso hubo como dos muertos, y machete
venteado pa´todo el que llegara (P. Garzón, comunicación personal, Pulí, marzo 23, 2013) .
1.1 La tierra pa’l que la trabaja
“La ignorancia de las gentes es el peor baldón,
pues quienes se dicen conservadores o liberales, practican el comunismo”
Párroco Juan Berloffa.
Misionero de la Consolata a Pulí, Colombia. 1948-1952.
La migración al pueblo acarreó la explotación de bosques, la apertura de caminos, la creación de escuelas,
la fundación de almacenes, el establecimiento de la venta de bebidas alcohólicas, así como la construcción
de nuevas casas e inclusive un simulacro de hotel. En los primeros años de la década de 1930:
El ser conservador o liberal, para estas gentes cuyo ideal era tan solo el trabajo, no pasaba de ser una ficción en la
que intervenían los intereses particulares y generales de acuerdo al caso que requiriera su atención. Latifundistas,
comerciantes y peones, todos se confundían sin mayores ambiciones; el propietario se sentía satisfecho con poseer
la tierra, unos cuantos semovientes y percibir parte de las cosechas de labriego. Éste feliz de encontrar un sitio en
el cual cultivar lo necesario para atender a su prole y tomar unos tragos dominicales con el excedente, vivía grato
con su patrón. Los comerciantes, que no dejaban de ser los mismos terratenientes, obtenían una doble utilidad, por
tanto, no había egoísmo ni disensiones. Hasta que derrotado el partido conservador en las elecciones comenzaron
a perfilarse hechos bochornosos que generaron una época de violencia unida a sustituciones conflictivas que por
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ley de tierras sumieron a esta parte de Colombia en la lucha partidista auspiciada de otro lado por el recién
fundado partido comunista (Castro Díaz, Historia de Pulí, 1996, p. 88).
Durante estos años a se presentaron varios tipos de conflictos agrarios, según Pierre Gilhodés:
Los relativos a las condiciones de trabajo en las haciendas, sin que se tocara, al menos inicialmente, la cuestión de
la propiedad de la tierra: los conflictos relacionados con la propiedad de la tierra, mediante el cuestionamiento de
los títulos de propiedad. Estas diversas reivindicaciones llevaron a numerosos núcleos campesinos e indígenas a
defender sus intereses mediante la creación de ligas y sindicatos, en los cuales no faltaría la decisiva influencia del
pensamiento socialista o del agrarismo revolucionario, gracias a la actividad desplegada inicialmente por el
Partido Socialista Revolucionario, por el Partido Agrario Nacional de Erasmo Valencia, por la Unión Nacional de
Izquierda Revolucionaria (UNIR.) de Gaitán, y posteriormente por el Partido Comunista (Pizarro L, 1989).
Pulí, era un pueblo con vocación agraria, en el que el café se convertía desde mediados de los años 20 en
su producto estrella. En el censo de propiedad de 1938, había una cantidad total de 84 fincas urbanas por
un valor $15.940.00 y 271 rurales por $873.100.00. En 1925, el párroco Antonio María González animó a
los propietarios de las fincas al cultivo del café. En tan solo 4 años se llegó a producir 2`836.000 sacos del
producto. “Con la producción de café culminó una gran etapa de anonimatos. Hubo apremio para
conseguir recolectores del grano y fue ese el motivo para que se presentara la primera migración en gran
escala” (Castro Díaz, Historia de Pulí, 1996, p. 85). Las familias que llegaron eran sobretodo procedentes
de Boyacá y Santander.
En esta región cafetera se presentó una temprana actividad política y gremial bajo la influencia del
agrarismo revolucionario y el socialismo (Pizarro L, 1989). Inicialmente los conflictos giraron en torno a
que algunos terratenientes empezaron a negar sus tierras para cultivarlas por temor a la Ley 200 de 1936 o
"Ley de tierras". Los hacendados desconfiaban que el hecho de permitir los cultivos, llevara al
cuestionamiento, por parte de los campesinos, de la propiedad sobre sus tierras.
“En el contexto, de un país de mayoría conservadoras y tradicionalistas, el reformismo agrario del
presidente López Pumarejo determinó una fuerte oposición de tales sectores así como agitación campesina
e incremento de la organización de los sindicatos y ligas” (Sena, 2007). Al tiempo en que el partido
comunista lanzaba una campaña en gran escala por todos los campos pregonando las ideas marxistas-
leninista que tenían replica en Pulí, se fundaba la Federación Nacional de Cafeteros y su respectiva
dependencia en el municipio, y se establecían los primeros núcleos de agricultores, que se conoció como
la Liga Campesina de Pulí (Castro Díaz, 1996, p. 85).
Todo lo anterior es para explicar que en 1948, año en él que se da el auge de la violencia bipartidista, Pulí
había sido, anteriormente, escenario de descontentos agrarios, de latifundios donde existía competencia
por buenos terrenos para el cultivo de café y donde los títulos de propiedad no estaban claramente
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definidos, y además, en este pueblo el Partido Comunista y la Liga Campesina, tenían una fuerza y apoyo
considerable. En esta zona, “la Violencia se sobrepuso al enfrentamiento agrario. De ahí, según Medina,
las modalidades que tendría tanto la "revancha terrateniente" como la resistencia campesina” (Pizarro
L, 1989).
Capitalino Romero, que fue alcalde, me contaba que aquí el partido comunista en unas veredas tuvo auge,
precisamente en las veredas de origen liberal como Manantial, Rio Seco, El Carmen, Lomatendida. En los años 40
hubo adoctrinamiento. Estaban Vidal, creo que estuvo Víctor J. Merchán, y un grupo de jóvenes revolucionarios
que empezaban a hacer sus pinos en el Partido Comunista después de que aparece aquí formalmente en 1922. Él
me lo contaba que se reunían en Manantial, en Rio Seco y en San Nicolás (H. Díaz, comunicación personal, Pulí,
marzo 30, 2013).
Para las elecciones de 1949 hubo problemas de orden público. En la víspera de los comicios se estableció
la prohibición de bebidas alcohólicas, única y exclusivamente, para liberales, mientras que algunos
conservadores recorrieron las calles amenazando a cualquier liberal que pasara por ahí, ante la mirada
complaciente del Alcalde Misael Vera. Las provocaciones se prolongaron hasta cuando los pocos
propietarios de tiendas, cuya filiación era liberal, se fueron a San Juan de Rioseco, Tocaima y Ambalema.
Además, de conseguir esto, el grupo de dirigentes conservadores se fijó la meta de recuperar el dominio en
el concejo municipal, pues “la influencia del grupo comunista había alcanzado su plenitud cuando llegaron
a imponer a uno de sus componentes como concejal, don José Romero” (Castro Díaz, 1996, p. 85), quien
fue luego remplazado por Carlos Vidal, reconocido comunista de la vereda de Manantial, que además de
ser concejal logró ostentar el título de secretario del concejo.
Durante el gobierno de Laureano Gómez (1950-1954), miembros de la Policía y de los cuerpos de
seguridad, principalmente, organizaron una persecución sin precedentes contra los liberales y comunistas,
como ha sido ampliamente documentado en diferentes libros. En Pulí subsistió esta violencia estatal,
muchos liberales que vivían en el pueblo fueron obligados a dejar sus casas e instalarse en los pueblos
aledaños (Tocaima, San Juan de Rioseco y Ambalema) por las amenazas de ser asesinados en manos de
los oficialistas. Se generalizaba a nivel rural la cruzada antiliberal y anticomunista interesada en acabar
con las aspiraciones de la liga campesina y de otras asociaciones.
Los partidarios del conservatismo eran mayoría en el casco urbano del municipio, dentro de ellos estaban
las autoridades locales del período: el sacerdote, el alcalde y las familias más prestantes; fuera de él,
prevalecían los liberales y los comunistas. Aquí en el pueblo no había casi liberales, la mayor parte eran conservadores. En Manantial, San Juan y San
Nicolás, Guayaquil, El Carmen, eran liberales. En el centro y Paramón, conservadores (E. Suarez,
comunicación personal, Pulí, marzo 23, 2013).
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Los terratenientes que solían ser en su mayoría conservadores se inclinaban a “actuar bajo el supuesto de
que la única manera de volver a estabilizar el sistema consistía en intensificar la represión estatal a "sangre
y fuego" (Meertens, p. 137). Los campesinos al verse perseguidos, ante esa agresión masiva, huían con sus
familias, se escondían en la noches entre los cafetales. Muchos de ellos para defenderse se unieron, fue así
como nació una formidable institución bélica.
Mi papá me contaba que los papás de él, que vivían en una finca por allá lejos, les tocaba salir pitados en la noche,
salir corriendo y meterse en la mitad del monte. Y pasaba cantidad de gente con peinilla, y se veía la sangre. (V.
Arias, comunicación personal, Pulí, marzo 24, 2013).
En veredas como Manantial, Rio Seco, San Nicolás y Lomatendida, se formaron los primeros de núcleos
de autodefensa campesinas con lineaciones al Partido Comunista. Personajes como Agustín Bonilla, alias
“el Diablo”, comandante de la cuadrilla liberal del norte del Tolima, fue uno de los líderes de la primera
etapa de La Violencia, quien tuvo influencia en toda le región. Tanto conservadores como liberales,
quemaban, sacaban las familias y se robaban el ganado. Por cada muerto que había de un bando se
cobraba un muerto del otro.
A raíz de la violencia política se fueron formando varios grupos, entonces un grupo de liberales, tenían un líder
que lo apodaban “el Diablo” porque era asesino, que organizaba y mandaba a los otros. Se llamaba Agustín
Bonilla. En esa época era para atacar a los contrarios y quitarles las pertenencias. Y los otros tenían también su
caudillo, y también tenían su grupo, entonces por eso es que llegaban aquí tanto de un grupo y del otro, y el que
no colaborara le quemaban la casa y lo sacaban corriendo, era una situación bastante difícil (P. Garzón,
comunicación personal, Pulí, marzo 23, 2013).
Para sumarle a la grave situación, “los alcaldes que enviaban se dedicaban más al negocio y venta de
mercancía que a tratar de impartir justicia o a prevenir delitos” (Castro Díaz, 1996). El nombramiento de
estos dependía de los prefectos bajo la supervisión del Gobernador.
Para 1953, Pulí era un pueblo ignorado por el Gobierno Central, que nombraba y sustituía, cada vez que quería, a
los alcaldes; llegando al extremo que algunos duraron tan solo tres días como fue el caso de Jesús María Soacha,
Julio César Alejo y Martin Cuevas Fernández y otros meses, como Filiberto López, Pompeyo Salguero y Luis
Triana. Era natural que se cayera en la anarquía pues esta situación duró por más de un año, desde que se
destituyó a Fernando Barrera Ortiz, quien fue expulsado del pueblo tras detener al tesorero municipal que había
atentado contra él, por diferencia que habían tenido en el manejo y control de las deficiencias que tenía el pueblo,
sobretodo en aspectos como el reglamento del ganado (Castro Díaz, Historia de Pulí, 1996).
El tesorero le disparó dos veces, tratando de matarlo, el alcalde se defendió y lo llevo a la cárcel, ante este
hecho la familia del agresor se quejó, intervinieron los políticos, hubo cambio de Juez, libertad
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condicional al tesorero, y destitución fulminante del alcalde.
Luego de este incidente y de la inestabilidad política que generó, Juan S. Rincón fue nombrado alcalde, en
un periodo en el que Pulí era un pueblo sin policía, con un juez encargado que todo lo que sabía era relatar
chismes, con un cura complaciente muy alejado de lo que acontecía. “Este alcalde conocía las leyes
aunque a su antojo para proteger o perjudicar, no vacilaba en vender la justicia. Adelantó varias obras,
como la carretera y el alumbrado eléctrico para el pueblo. Para ejecutar estas obras, Rincón hizo traslados
presupuestales indebidos, sobrefacturas en material o mano de obra contando con la ayuda de
interventores inescrupulosos que sin ir al pueblo daban el visto bueno desde Bogotá” (Castro Díaz, 1996,
pp. 137-139).
El pueblo se había quedado sin policía a raíz del asesinato de Camilo Castro, policía rural, cometido por la
pareja, como se le conoció a los agentes de policías, en 1952. Estos habían sido “extraídos del más bajo
nivel, dispuestos en todo momento a apretar el gatillo por el más leve motivo” (Castro Díaz, 1996). Los
agentes, Pompilio Bejarano, Heliodoro González, Manuel Sepúlveda y Joaquín Leal, protagonizaron
hechos gravísimos, sobretodo, en un sector llamado Corea, donde se lidiaba una batalla contra el
contrabando de aguardiente y tabaco que se vendía ahí.
“Sobornos, fugas, creciente ola de abigeato, violaciones, incendios y atracos a mano armada. La mayoría
de esos desmanes era auspiciados por las autoridades. El pueblo se quedó entonces sin policía pues era
más causa de disgusto que colabora del orden y la paz ciudadana” (Castro Díaz, 1996, pp. 119-176). Don
José Guzquinico, puliseño de 74 años, recuerda que por esos días, si mataban dos conservadores a la
vuelta mataban tres liberales. Y así iban. Eso se hacían en el camino, ya tenían fichado al que mataban,
dice.
En aquella época era explicable que se presentara tales hechos, ya que,
los jueces no eran abogados, ni aún practicantes del derecho sino jefes políticos recomendados y, los alcaldes
burócratas, que no tenían la menor idea de cómo aplicar los códigos pues ni los conocían, por lo que todo quedaba
en manos de los secretarios” (Castro Díaz, 1996, p. 180). Ejemplo de ello, era Francisco Sánchez, secretario de
gobierno del alcalde Aristóbulo Mora (1956), el funcionario mediante sobornos no vacilaba en recibir prebendas
a cambio de fallos a favor de intereses personales. Así como, Carlos Ibarra Tribiño, alcalde designado para los
años de 1956 a 1959, hacía que buena parte de las multas que imponía fueran a parar en sus bolsillos con el
pretexto de que no había estampillas o estaba ausente el Tesorero (Castro Díaz, 2009, pp. 19-22-180).
“El país respiraba aires de intolerancia que se expresaban también en el plano de las ideas y creencias
religiosas. Desde las esferas oficiales se apoyaba una nueva evangelización católica, que incluía los retiros
espirituales masivos y demás ritos de la iglesia. La procesión a la Virgen por todo el país fue el gran
42
acontecimiento” (Neira, 1995, p. 68). Y como era de esperarse, en el pequeño poblado esto también fue
todo un suceso. Un grupo de familias que creyendo salir de adversidades o en agradecimiento, se
comprometían a visitar al santuario de la virgen de Chiquinquirá, el día de su festividad o en el mes de
agosto.
Un mes antes comenzaban los preparativos para equipar mulas con ropa y comida para una semana ya que el viaje
se hacía por etapas. La primera hasta Chumbamuy, de allí a la tribuna donde se tomaba el tren y luego a pernoctar
en la capital mientras adquirían nuevas viandas para llegar a la ciudad religiosa y, cumplido el compromiso
comprar cobijas, tiples, maracas o tamboras y otros instrumentos y chucherías para los niños, regresando a recibir
los agasajos de quienes cuidaban la casa y les preparaban lecho, tamales y aguardiente culminando el viaje con el
estreno del instrumento al son del torbellino, pasillos y guabinas, cabalgata y baño en la quebrada más cercana
(Castro Díaz, 1996, p. 86).
La iglesia era una institución con mucho poder en la cabecera municipal. Recuerda Parmenio Garzón,
quien ha vivido en Pulí por 61 años, que la iglesia influyó mucho. “Yo recuerdo que allá en el templo
había una bocina grandota, y eso convocaban a la gente a reunirse para unas decisiones políticas. Ellos son
de los mismos. En estas regiones pasaron muchas cosas como increíbles, respecto a la violencia política y
a los mandatos de los alcaldes de esa época”.
En 1948, Juan Berloffa misionero italiano de La Consolata, llega al municipio a desarrollar un tarea de
acompañamiento espiritual que terminó en asistencia social; en pocas palabras, el párroco asumió la
responsabilidad de un estado intermitente. Puso gran empeño en las obras comunitarias y fue el primero en
lograr que buena parte del área urbana contara con alumbrado, terminando la tarea que había empezado el
Padre José Carmen Castañeda, anterior cura del lugar, quien compró un motor a gasolina, apto para
suministrar luz eléctrica a la iglesia y a la casa cural. Sin embargo, la primera planta eléctrica municipal
para todo el sector urbano llegó durante la administración de Juan Antonio Rincón, en 1953.
Solo hasta 1953 se contó con luz eléctrica y se acondicionó una vieja casa, donde funcionaba el matadero
municipal, para instalar el puesto de salud, que empezó a prestar sus servicios con la llegada del primer
médico Humberto Espinel Martínez, en septiembre de ese año, pues quienes anteriormente fueron
nombrados, debido al descrédito en que estaba el pueblo, jamás aceptaron ir.
La desatención estatal en Pulí era evidente. Ni las autoridades locales, ni regionales, ni nacionales, habían
hecho algo para que la población pudiera movilizarse a los pueblos vecinos, sin tener que recorrer los
intransitables caminos de herradura, que generalmente hacían que el recorrido se prolongara por cuatro o
seis horas a San Juan de Rioseco. Para entonces, la carretera era un sueño difuso, que traería por sus
caminos el progreso, sacando al pueblo del largo letargo en el que hasta ese momento, había vivido.
Antes de que hubiera carretera, uno salía de acá a las 6 de la mañana y llegaba a San Juan de Rioseco al medio
43
día. A mí me tocó varias veces hacer eso para llevar la carga. Pero pa´Ambalema, cuando tocaba echar el café del
Chocho –la hacienda más grande del pueblo en esa época- cuando eso eran como 200 cargas de café que cogían.
Mi papá le tocaba bajar toda esa carga de café, yo estaba pequeño, yo tenía como 9 años, y yo era el mulero, a
ayudarle a trancar y arriar las ocho mulas y llevar al puerto ese café, ahí lo llevaban en canoa y la echaban al tren,
iba a terminar en Honda (J. Guzquinico, comunicación personal, Pulí, marzo 23, 2013).
Para entonces, el Gobernador del departamento y el Presidente Rojas Pinilla solamente se ocupaban de:
“exigir a los alcaldes, en primer lugar vender el “diario oficial” que solo insertaba decretos que a ningún
campesino interesaban y, de otro lado, realizar una obra durante cada administración a como diera lugar,
principalmente ejecutándolas dentro del área urbana para dar la impresión de progreso. En un municipio
carente de recursos cuyo presupuesto se iba en gastos de funcionamiento esa tarea resultaba casi
imposible” (Castro Díaz, 2009, p. 31). Estas exigencias se hacían mientras que en el pueblo se empezaban
a establecer la primera guerrilla comunista, dirigida por Carlos Arturo Restrepo.
A partir del 55, me acuerdo que yo estaba pelado, apareció un primera célula guerrillera en Rio Seco, apareció la
primera célula guerrillera, liderada por un estudiante universidad, tengo entendido de la Nacional, llamado
Retrepo. Esa primera célula ya puntual tenía como 70 hombres, armado, por allá por Río Seco, resulta que el Rio
seco es una olla y por la base de la olla pasa el rio seco, y pasa una quebrada de agua limpia, era un sitio ideal para
ellos estar, nadie se atrevía a ir por allá (H. Díaz, comunicación personal, Pulí, marzo 30, 2013).
La política bipartidista manejaba la vida nacional, sus odios e intereses eran el diario de la violencia en
territorios como el Magdalena Centro. “El despojo de tierras y bienes, tras el asesinato de los dueños o la
utilización de amenazas que obligaban a la venta forzosa, la apropiación de cosechas, el incendio de casas,
trapiches y la destrucción de sembrados; el desplazamiento de campesinos a otras zonas de su misma
filiación partidista” (Meertens, p. 138), eran muestra de que la región vivía en una pugna de intereses más
que políticos, económicos con repercusiones profundamente sociales.
El despliegue de la violencia de estos años determinaría el porqué Pulí se iba de a poco convirtiendo en un territorio de confrontación para diferentes actores. Adicionalmente, el municipio vivía bajo la idea que era un pueblo sin recursos, sin industria, desadaptado y carente de todo apoyo; lejos estaba de entender el epicentro de conflictos agrarios que era, los recursos que tenía, y que compañías como la Texas Petroleum, tuvieran una aparición temprana, explorando la zona en busca de petróleo. 1.2 Entre el rifle y el machete
“Era lo último que iba quedando de un pasado cuyo aniquilamiento no se consumaba, porque seguía
aniquilándose indefinidamente, consumiéndose dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto pero sin acabar de acabarse jamás”
Gabriel García Márquez Cien años de Soledad.
44
Los rumores de hombres armados que andaban por los caminos, espantaban a todos. En aquellos días de
penillas, tiros y caballos, se dormía entre los cafetales, los niños y las mujeres aguardaban acostados sobre
esteras, mientras los hombres vigilaban de lejos sus ranchos vacíos. La Violencia no había terminado, solo
cambiaba su carácter. Empezaba como lo llama Hugo Díaz, exalcade de Pulí, el período de la chusma, de
la época de Chispas, Sangrenegra y Desquite.
Durante el Frente Nacional se inició una nueva etapa que cobijó el período de 1958 a 1964, cuya
manifestación dominante fue el bandolerismo.
Cuando todo hacía prever que empezaría a reinar la calma en campos y ciudades gracias a la aprobación del
plebiscito de 1957, en Pulí sucedió todo lo contrario, se recrudeció la violencia. El liberalismo y los comerciantes
auspiciaron a los bandoleros, la mayoría de los cuales tenían entre 18 y 25 años. Estos grupos estaban
conformados por liberales de una parte, conservadores por otra, y también por comunistas, fuera de los
delincuentes comunes (Castro Díaz, 2009, pp. 10-72).
El Estado no había podido establecer el orden social ni el monopolio legítimo de la fuerza, las guerrillas
rurales, empezaban a tener presencia en el territorio nacional y la conformación de grupos de autodefensa
y de seguridad privada demostraban que no existía un centro político” (Zuleta, 2010). La fragmentación
social y regional del país y la cultura bipartidista habían debilitado al Estado, en dicho escenario “el Frente
Nacional era la tentativa institucional concebida y encauzada por el liderazgo político, las elites
empresariales y la jerarquía católica, para superar pausadamente el autoritarismo y la violencia política del
período anterior” (Palacios, 2003, p. 239).
Sin embargo, y aunque el pacto ya estuviera vigente, los actos de violencia directa se volvieron más
visibles a partir de 1958, año en que el registro de muertes violentas se incrementa según se rastreó en el
Libro #3, de defunciones de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Pulí. “El bandolerismo se
reproducía en las zonas de coexistencia de la propiedad grande con la mediana y la pequeña, visible
particularmente en las áreas cafeteras, en zonas en donde la población campesina padeció los efectos del
terrorismo gubernamental, sin lograr articular sus propias formas de resistencia” (Meertens, pp. 144-145)
como en Pulí.
La amnistía decretada por Gustavo Rojas Pinilla en 1953 constituyó la peor derrota para el movimiento de
reivindicación agraria. La paz de Rojas Pinilla cobró cerca de 16 mil personas. La torpeza con la que el
gobierno del militar asumió el proceso, llevo a la reconfiguración de los grupos y con ello de nuevo a la
violencia, una que se diluía en el bandolerismo.
Con Rojas Pinilla hubo una tregua, y entonces después fue cuando vinieron otra vez las chusmas, ya las organizó
un señor que lo llamaban Sangrenegra. Ya eran revueltos, como una unidad de malos, tanto de conservadores y
45
liberales, ellos no respetaban que fuera liberal, ni conservador, lo que hacían era robarse todo. Aquí fue muy
frecuente Sangrenegra y el capitán Desquite, y después ya fue que empezó Tirofijo, que fue cuando le dieron otra
orientación guerrillera (P. Garzón, comunicación personal, Pulí marzo 23, 2013).
El fenómeno estaba constituido por grupos de campesinos armados que en su mayoría habían sido
desplazados del pueblo a otros municipios de su misma filiación partidista (liberal); y por líderes de las
guerrillas conformadas en el período anterior. El cambio de mano de pequeñas y medianas propiedades
por abandono o venta forzosa, fue el factor determinante para que muchos de estos nuevos combatientes
regresaran con el fin de recuperar lo que era suyo o apropiarse, por medio de la intimidación, de
llamativos recursos.
El pueblo seguía siendo un pequeño poblado en el que la Iglesia, la Autoridad civil y las familias que
vivían en el casco urbano, manejaban el poder. Esto determinó que durante los primeros años de La
Violencia, se reprodujera la persecución a liberales y comunistas, que en su mayoría vivían en las zonas
rurales. Durante este periodo el desplazamiento, asesinato y deshonra para los enemigos de Dios -como
hacía ver la iglesia a todo aquel cuya filiación política no fuera conservadora, no permitiendo que fueran
sepultados en el cementerio católico- fue la regla.
Sucesos que mostraron que las peleas ocurridas en el municipio posteriormente a 1956, eran causadas por
la venganza y la retaliación. Muchas familias vivieron con rigor los atropellos de las gentes alineadas bajo
las banderas del radicalismo político y el bandolerismo común que caracterizó a la época. “Quienes
lograron sobrevivir a esa nefanda ola de violencia fueron despedidos de sus trabajos, la vida se hizo casi
imposible para quienes tenían que acudir al mercado a pueblos como Ambalema, San Juan de Rioseco o
Beltrán” (Castro Díaz, 1996, p. 126). La inserción del bandolerismo en esta región cafetera se dio por dos factores estratégicos. Primero, la
ubicación en un área que hasta el momento era relativamente inaccesible y separada de toda
comunicación, pues solo hasta entrada la década de los 60 se construyó la carretera para comunicar a Pulí
con San Juan de Rioseco y se empezó a prestar el servicio en la Alcaldía de un radioteléfono para
llamadas urgentes y oficiales. En esta zona había “áreas casi impenetrables que servían como centro de
refugio o de desplazamiento, y además ofrecía muchas condiciones que compensaban los peligros de una
mayor eficacia relativa de la persecución y que incluso la obstaculizaban” (Meertens, p. 146). El segundo
factor, eran los estímulos económicos: El despojo de campesinos, o la compra de sus tierras a precios
bajos, el robo o "decomiso" del café y el abigeato.
La violencia de los años 60, tuvo bastante auge, no porque Pulí se ofreciera, digamos, características por
economía, pero esto si fue corredor de los llamados bandoleros, Chispas, Desquite, Sangrenegra, conocidos
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en la historia. ¿Por qué? Porque ellos pasaban fácilmente del Tolima hacia el Sumapaz, era un punto
estratégico de control de la región (H. Díaz, comunicación personal, Pulí, marzo 30, 2013).
La zozobra reinante beneficiaba no sólo a los bandoleros, también creaba escenarios propicios en los que
comerciantes, ganaderos y autoridades locales, ganaban gracias a que en el pueblo, por estar en medio de
la disputa, no se hacía ningún control, y algunos funcionarios arbitrarios patrocinaban actos que podían
prender la llama de la violencia […] (Castro Díaz, 2009, p. 22). La ley del silencio imperaba hasta el
punto que las muertes registradas en el Libro #3, de defunciones de la Iglesia de Pulí, dejan de ser a causa
de la violencia para ser causadas por factores “desconocidos”.
Todo esto trajo por su parte que algunos habitantes preocupados por la ola de robos, “crearan grupos que
más tarde se denominaron Autodefensas campesinas, hombres armados que vigilaban los caminos, las
fincas, los ganados, para no ser sorprendido especialmente en la noche. La vereda que más cobró fama fue
Paramón […] por cuanto estaban amenazados, desde La Popa por Agustín Bonilla, en Río Seco por Carlos
Restrepo con su tropa de rojos o comunistas y por Evaristo que no tenía punto fijo (Castro Díaz, 2009, p.
46).
En 1958, hubo dos acontecimientos trascendentales: la creación del Frente Nacional y la Revolución
cubana. Para ese entonces, el gobierno de coalición tenía como objetivos, cambiar la cultura política del
país para superar La Violencia y modernizar la economía colombiana. Los mayores retos eran
correspondientes al problema agrario, no solo resultante de las tensiones que los fenómenos de La
Violencia y el bandolerismo habían mostrado, sino por todos los movimientos revolucionaros, que
constituyeron una alarma sobre cómo los reclamos sociales podían desembocar en revoluciones armadas.
El Frente Nacional consagró constitucionalmente por 16 años un monopolio político a favor de los dos
partidos tradicionales y puso por fuera de la ley cualquier movimiento popular que eventualmente se
formara, lo que hizo que todo grupo en pro de la reivindicación de tierras, fuera tachado de comunista. Y
que adicionalmente, fenómenos como el bandolerismo no fueran reconocidos como una consecuencia de
“un modelo de desarrollo rural altamente inequitativo y excluyente” (PNUD, 2011, p. 16).
Para este mismo año, Pulí era un territorio de fuertes tensiones económicas y sociales, en donde no solo
grupos de bandoleros ejercían poder, sino, donde además el Partido Comunista, contaba con influencia
agraria.
En el 1958, se había puesto muy tensa la situación acá por la violencia partidista, y sobretodo por la
aparición de los bandoleros, de las chusmas. Entonces en el 58 hubo un problema por allá en que mataron a
un tío mío, con eso ya se tenía evidencia de que había gente armada. Para entonces el alcalde de ese
entonces, el párroco y personas de aquí el pueblo concertaron un dialogo con Retrepo, porque en esos días
habían amenazado con tomarse el pueblo. Era terrible el miedo que se sentía, se oían tiros. Las autoridades
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incluido el párroco fueron y hablaron con ellos, entonces ellos dijeron que ellos venían y tenían el diálogo
pero aquí en el pueblo en un sitio neutral, ese sitio neutral era la casa cural. Como desde las nueve de la
mañana habían anunciado que ellos venían, empezaron a llegar campesinos armados, unos de escopeta,
otros de machetes. Todo el mundo a la expectativa que llegara el jefe, el famoso Restrepo, y era del corte de
Camilo Torres, que no era de por acá, que era culto, buen mozo. Y allá estuvieron reunidos como hasta las 3
de la tarde; hablaron, hicieron compromisos, y almorzaron. Las autoridades eran las que le exigían que no se
fueran a meter con el pueblo, que no se lo fueran a tomar. El compromiso de ellos fue no atentar contra el
pueblo. Por la tarde se retiraron, no pasó nada, todo quedó en calma. Pero a este Restrepo, yo he escuchado
versiones, que saliendo de San Juan en un bus lo mataron, otros me decían que por los lados del volcán. A él
lo mataron. Yo conocí la historia porque era acolito y permanecía ahí metido en la iglesia (H. Díaz,
comunicación personal, Pulí, marzo 30, 2013).
*** En los alrededores del norte del Tolima y de Pulí se concentraron los más renombrados jefes de banda de
la época: Desquite, Sangrenegra y Pedro Brincos (Meertens, p. 145). Soldados de los ejércitos rebeldes se
transformaron en jefes de banda: El Diablo, Sangrenegra, Desquite, Pedro Brincos, etc. Éstos junto con
algunos jefes políticos vulnerados en su poder local durante la fase inicial que buscaban reafirmación
personal, pusieron a su servicio el sectarismo de esos campesinos desadaptados hijos de La Violencia, con
deseos de retaliación por las agresiones sufridas en carne propia o de sus familias (Castro Díaz, 2009, p.
10). Quienes ingresaron a las bandas para procurarse estabilidad económica, cierto grado de poder y un
medio de ascenso social.
Los homicidios se incrementaron a tal punto que “el gobierno resolvió dejar de manera permanente a un
grupo de Carabineros, que al mando del Teniente Luis Agreda Pinillos, patrullaban los caminos con el fin
de conservar el orden público ya afectado” (Castro Díaz, 2009, pp. 83-85) pues, la cruenta ola de violencia
cobraba la vida de al menos 2 personas cada semana. En función de los intereses del FN en refrenar la
violencia que se perpetuaba en los campos, el Gobernador de Cundinamarca para el año 1958, Álvaro
Copete Lizarralde, quien tuvo a su cargo el manejo de las ofertas de amnistía para los jefes guerrilleros
intentó concretar un encuentro con Agustín Bonilla, “el Diablo”, en inmediaciones de la zona rural de
Pulí. El jefe tenía especial poder en la región, donde tenía zonas bajo su mando.
El encuentro fue arreglado cerca de la finca de Epifanio Castro, sin embargo, el jefe de cuadrilla no
cumplió la cita al ver como acompañante del Gobernante al jefe del Partido Conservador del municipio.
Tras este hecho y por los continuos asesinatos, a pesar de que cincuenta carabineros patrullaban
constantemente los caminos:
Fueron enviadas cincuenta unidades del Ejército Nacional que llegaron al mando el Teniente Llanos y quienes por
sorpresa practicaron allanamientos en el área urbana y en los campos mas que todo en busca de armas y
propaganda o literatura comunista y se instalaron en uno de los locales escolares urbanos. Con esos soldados,
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surgió el pillaje oficial con otro cariz del cual no se podía quejar ninguna persona puesto que el gobierno tenía que
ser tolerante antes inconvenientes (Castro Díaz, 2009).
En el año 1959, Antonio Ossa Avendaño es nombrado alcalde, era un político sectario que no miraba con
buenos ojos la libertad de pensamiento, le fastidiaba la campaña que adelantaban los comunistas, que con
permiso del Gobernador editaron el semanario Voz Proletaria. Ossa junto con el párroco Eliseo Ortiz,
volvieron a inquietar los ánimos del poblado. Eliseo Ortiz, embazaba procesiones por todo el pueblo
obligando a los feligreses a detenerse frente a determinadas casas para lanzar insultos, desocupaba
repetidas veces la candeleta del agua bendita rociando las puertas y paredes que llamaba “casas malditas”,
y además, no permitía en el cementerio católico el entierro de un comunista y de quienes vivieran en
unión libre.
Dos años después durante el mandato del alcalde Roa Forero, cuando se empezaba a sentir que descendía
la violencia, después de esa época en que la equivalencia se cumplía con los sentenciados a muerte, un día
moría un liberal, ocho o quince días después un conservador; el gobierno retiró al Ejército, al mando del
Teniente Triana, por considerar que ya había paz.
Para marzo de 1961, cuando es tomada la decisión, la tranquilidad había renacido precisamente por cuanto
quienes se atrevían a viajar lo hacían en el carro militar acompañados de un grupo de soldados y, en parte, en
razón de que habían muerto varios de los cabecillas de los bandoleros y los restantes habían entrado en receso ante
los constantes patrullajes y la vigilancia que se hacía desde puntos estratégicos como el Cerro “El Tabor” y el de
“Manantial”. Aprovechando pues ese descuido del ejecutivo, se cumplieron las amenazas que Pulí había recibido
de tiempo atrás por parte de bandoleros de otras regiones (Castro Díaz, 2009, pp. 136-137).
Con ello se presentaron hechos abominables en los que se vieron envueltos de nuevo los conocidos jefes
de cuadrillas de la época. Sangrenegra, Desquite, Venganza, ente otros. Sin embargo, a estos hechos se le
suma que en 1961, el juez 52 Félix Burgos Mendoza, renuncia a su cargo. En la carta dirigida al Ministro
de Justicia expresaba: “yo consideré un deber informar al Ministerio que los gobernadores de
Cundinamarca y Tolima me habían sugerido que no vinculara al proceso a un sujeto que había sido
cobijado por la amnistía en el año 1958 porque el orden público podía alterarse gravemente en las dos
secciones administrativas […]opté por informar al Ministerio del hecho, previniendo que cualquier
determinación mía, pudiera conllevar el temor que embargaba a los citados mandatarios y culpárseme de
imprevisión y, algo más, de haber creado la situación con fines políticos”. En esa época aparecieron más
cruces en los caminos que en el cementerio.
Para inicios de la década de los 60, se inició la obra de la carretera que une al municipio a San Juan de
Rioseco. Con bueyes, mulas, fuerzas hercúleas, parihuelas y la constancia y paciencia de algunos
ciudadanos que como José Dolores, Eusebio Peña, Jesús Riaño y Humberto Serrato, quienes fueron héroes
49
de esas jornadas, por entre fangales, soportando los torrenciales aguaceros de la época, abriendo camino a
una especie de trineo hecho por Riaño y halado por la pareja de bueyes y mulas que se alternaban para
movilizar las voluminosas piezas de cuarenta arrobas de peso.
El 30 de mayo de 1961 se celebró un contrato entre la Gobernación de Cundinamarca y el Ejército,
comandado por Reveiz Pizarro, para construir la carretera que faltaba entre San Juan y Pulí y se indicaba
que proseguiría hasta Jerusalén. Al llegar el verano de 1963 la carretera a San Juan fue entregada por
haberse concluido meses atrás (Castro Díaz, 2009, p. 151).
Con la integración vial se profundizó la influencia de todo lo anterior, pues este hecho hizo de Pulí un
corredor estratégico de la región. Pulí era el paso que comunicaba al Norte del Tolima con Cundinamarca.
Adicionalmente, el pueblo contaba con una vista privilegiada de la región del Magdalena Medio, y sin ser
esto suficiente, seguía siendo un lugar apartado donde el Estado no existía.
Más allá de todas las explicaciones anteriores que dieron al bandolerismo un tinte económico, había
razones de fondo que hacían que los bandoleros fueran un fenómeno que se arraigaba. En primer lugar,
sus específicos lazos políticos con los jefes locales, así como:
El trasfondo de transformaciones contradictorias en lo económico, social y cultural; industrialización en auge, con
formas de acumulación hacia bienes intermedios y base ampliada para el consumo; auge del capital extranjero y
fracaso de la reforma agraria, con proletarización del trabajo en la agricultura, cada vez más capitalista;
concentración del capital y surgimiento de organizaciones patronales para usufructuar el gasto público y los
instrumentos de intervención estatal para la acumulación privada (Sánchez-Ángel, 2008, p. 24).
Y entró la carretera y se acabó el progreso de Pulí. Se abrieron los caminos y se empezó a ir la gente, empezaron
a talar los que se llevaron la madera, y se acabó. Aquí se mataba un día domingo, decía mi abuelo, 20-30 reses en
la semana y no alcanzaba la carne porque habían haciendas muy grandes, de una hacienda se llevaban media res
para los trabajadores. Y se fueron, y después empezó a llegar la violencia, Tirofijo. La carretera se llevó la gente
(W. Salguero, comunicación personal, Pulí, marzo 25 de 2013).
1.3 ¿En el olvido prospera la barbarie?
“Pulí es un pueblo olvidado. Lo dicen sus calles empedradas, cubiertas de soledad y abandono”
Marco Tulio Rodríguez
Los Municipios Olvidados (1958-1960)
Los Municipios Olvidados de Colombia han ascendido ahora a una palpitante actualidad, puesta de presente en
la sesión de antier del Senado y en la sencilla ceremonia que esta mañana la Sociedad Interamericana de Prensa
premió a Marco Tulio Rodríguez, miembro de la redacción de El Espectador, por su campaña que ha recordado
50
la existencia de pequeñas y abandonadas municipalidades a lo largo de dos años. Los resultados de las
investigaciones traídas desde el fondo del mapa nacional por el periodista han promovido, últimamente, debates
en el Congreso, citaciones ministeriales, y han creado una atmósfera de interés total, en la máxima corporación
del país, por las desoladas comarcas colombianas. (El Espectador, 1960).
En diciembre de 1958, la Revista Cromos muestra en su portada un gran SI, en cuyo fondo se ve una
multitud de gente con gestos amigables. Colombia se unía entorno a la anhelada paz que prometía el
plebiscito. O al menos eso era lo que hacían ver los medios de comunicación. El voto al SI, era el voto
favorable a la tregua de la luchas partidistas a favor de la concordia nacional. Ese era el mensaje.
La prensa en su mayoría y específicamente diarios como El Tiempo y El Espectador, mostraron su
consentimiento al voto afirmativo por el plebiscito para aprobar el régimen de coalición. Este hecho no
solo mostraba la simpatía que existía en la opinión pública entorno al pacto bipartidista, sino, a su vez el
fuerte lazo que unía al poder político con los medios de comunicación. Durante el inicio del Frente
Nacional, y casi durante toda su duración, la prensa nacional le dio total apoyo y respaldo al discurso de la
clase política dirigente. La opinión editorial, las columnas, las caricaturas y las noticias, diseñaban formas
de conversar, controvertir o compartir el país del Frente Nacional (Ayala, 2008).
La prensa se consolidaba como un actor trascendental en esta nueva etapa de reconfiguración del mapa
político, social y económico del país. Su papel era brindarle legitimidad a la iniciativa de los partidos
tradicionales para que la sociedad aprobara y apoyara la conformación de la alternancia de poder,
propuesta inicialmente por doce años.
Desde los años 40 y 50, es decir, en tiempos de La Violencia, la prensa había sido herramienta de poder.
Para estos años fue totalmente militante y partidista, lo que contribuyó al ambiente de sectarismo de la
época. “En un siglo de permanente confrontación partidista, la prensa no podía más que adoptar esta
vocación, y el periodista, asumirse como político” (Vallejo, 2006, p. 58). La tendencia de esta a entrar en
los dominios de la política se comprueba en el hecho de que presidentes y figura públicas como Mariano
Ospina Pérez, Laureano Gómez Castro, Gustavo Rojas Pinilla y Alberto Lleras Camargo; fueron escritores
o gestores de empresas en medios de comunicación. Según el estudio realizado por la periodista Maryluz
Vallejo, para esta época la tendencia común de las publicaciones era protagonizar más que servir de
testigo de los hechos políticos, puesto que siempre había algún director o colaborador en campaña.
Durante estos años, el gobierno concentró los esfuerzos estatales en hacer propicia esa “guerra” a favor de
los intereses del partido político reinante. El conservatismo se consolido bajo un discurso de “intolerancia”
que se expresaban también en el plano de las ideas y creencias religiosas. Se desarrolló una cruzada de
moralización que obstaculizó la creatividad artística e intelectual. “Muchos periódicos locales u obreros
51
que contenían ricas descripciones de los conflictos sociales, desparecieron. La prensa que subsistió estuvo
sometida a severa censura desde fines de los cuarenta y gran parte de los cincuenta. Cuando se filtra
alguna noticia, es incompleta en términos de actores, motivos y logros” (Neira, 1995, pp. 63-64). Fue pan
de cada día la existencia de periódicos y libros censurados, cultos no católicos atacados, cines y teatros
prohibidos. De manera que muy poco del país rural o de lo que pasaba en lugares de confrontación,
lejanos y de difícil acceso fueron parte de la prensa durante este periodo. O al menos esos hechos que
contribuían a fortalecer la imagen progobiernista o propartidistas que se quisiera hacer ver, dependiendo
del medio y su filiación política.
Pulí, solo era parte de los imaginarios de aquellos que vivían en ese pequeño pedazo de patria. Un pueblo
con vocación agraria, cafetero desde mediados de los años 20, y en donde se presentó una temprana
actividad política y gremial entorno a los conflictos agrarios, que desde 1930 tuvieron ocasión en la
región. Lo que lo hizo tierra fértil para la ideas del liberalismo revolucionario y del Partido Comunista.
Sin embargo, sus filiaciones políticas no era totalizantes, en el casco urbano el poder era ostentado por el
conservatismo. Las autoridades locales, el sacerdote y la mayoría de las familias tradicionales que vivían
en el centro, eran simpatizantes de atacar idearios 'no cristianos', persiguiendo no sólo a la izquierda
comunista sino al liberalismo y a los grupos protestantes; tal como dictaban las directrices del Partido
Conservador.
Fue así como en el poblado se reprodujo la confrontación bipartidista, que en todo el país cobraba la vida
de miles de personas. Se mantuvo la idea de que para defender la legalidad del gobierno se tenían que usar
las armas; pensamiento que se sostuvo hasta bien entrado el año 56. Sobornos, fugas, abigeatos,
violaciones, incendios, homicidios, casos de corrupción y de injusticia; fueron todos hechos que se
presentaban con tanta normalidad en el municipio, que parecía la única forma de construir nación.
Sin embargo, mientras la confrontación persistía en este lugar, aislado por la geografía y por las fronteras
político-administrativas, que lo elegían sin carretera, sin radioteléfono, sin electricidad, olvidado, el país
tenía puestas sus esperanzas frente al cambio propuesto por el pacto entre los partidos que había
justificado esa batalla entre núcleos de campesinos que se defendían y grupos de Chulavitas, Pájaros, y
guerrillas liberales.
Después de una larga etapa de lucha, que había dejado 170.000 mil colombianos muertos7, y que convirtió
a la patria en un pueblo de despojados, donde las masas rurales escapaban de la violencia, y se refugiaban
en las ciudades; era impensable no apoyar el pacto político que devolvería la armonía y el progreso al país,
como prometían sus gestores, Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez.
7 Cálculos mínimos reproducidos en Oquist (1978). Para un ajuste estadístico sobre la severidad de esta confrontación en comparación con otras en el país.
52
Con esta nueva propuesta del poder, los periódicos eran los centros desde los cuales se tenían que
consolidar los consensos políticos y acentuar las afinidades a las visiones de alianza de los partidos
tradicionales. En pro de lograr la legitimidad del nuevo régimen, elegido para 1958, bajo la dirección de
Alberto Lleras Camargo, la prensa se convirtió en el lugar de visibilidad y legitimidad política, y muchas
veces, en portavoz de los planes de gobierno.
Durante el período del Frente Nacional, la opinión pública se condensó en un único juicio. La prensa de la
época no solo planteaba la necesidad de crear una nueva mentalidad, que mirara hacia delante y dejara
atrás el pasado de violencia partidista. Alberto Lleras Camargo, tuvo “permanente comunicación con
directores de prensa para incidir en la línea editorial de los periódicos” (Villar Borda, 2004).
En medio de este panorama, el 22 de octubre de 1958, la primera página del diario El Espectador anunció
el lanzamiento de su campaña “Los Municipios Olvidados”. Esta tenía como objetivo dar a conocer los
problemas, las necesidades de cada uno de los 32 municipios que fueron considerados como los más
olvidados. El problema de salud, el problema de higiene, el problema de educación; todos los problemas
vitales que permanecían escondidos e incógnitos, y que solo a través de la campaña saldrían de su
clandestinidad. La comitiva del diario se proyectaba viajar a las regiones más lejanas y escondidas del
país, con el fin de dar a conocer esas problemáticas “así como las perspectivas y proyecciones que éstas
puedan tener en el futuro de la República” (El Espectador, 1958).
Durante dos años (1958-1960) el periódico publicó, periódicamente, los relatos de los más escondidos
rincones del mapa nacional. Con sus compañeros (reportero gráfico Carlos García Rozo, médico Silvio
Luna, el pedagogo Carlos J. Duica y conductor Nicolás Cañón), Marco Tulio Rodríguez recorrió en auto,
a caballo, en barco, en canoa y a “pie”, gran parte del territorio colombiano. “En un país grande y
desconectado, los relatos periodísticos sobre regiones y pueblos alejados ayudaron a crear sentido de
nación”, como sostenía el médico de la campaña Silvio Luna. Los reportajes de Marco Tulio Rodríguez,
en El Espectador, fueron pioneros.
La campaña tuvo lugar en un momento en el que Colombia se encontraba en una reconfiguración del poder político, económico y social. La serie de especiales tuvo afinidad con las políticas desarrollistas que caracterizaron el primer período del Frente Nacional. Esto tuvo:
repercusiones inmediatas sobre la población citada y despertó la curiosidad sobre un país desconocido, olvidado y
atrasado. Un atraso que residía en la periferia sumida en la pobreza y la desatención del Estado, que proponía
“rescatar” la campaña periodística. Sin embargo, […] las mismas crónicas de Rodríguez demuestran que la
situación de los municipios no era nueva. Era más bien el resultado de largos periodos vividos en medio del
abandono y el olvido estatal. La diferencia es que ahora, la pobreza y el atraso se habían convertido en un
problema para el gobierno” (Arenas, 2012).
53
Sólo hasta este momento las circunstancias en las que vivían estos lugares se vieron como un
inconveniente y como una alternativa. Es decir, los medios eran la forma de ligar el problema del atraso
con la solución: el desarrollo, mediado por una ambiente propicio frente a las políticas de Alianza para el
Progreso y la Reforma Agraria de 1961. El contenido de las publicaciones sirvieron, por una parte, como
diagnóstico y, por otra, como sustento para la creación de una opinión pública favorable que serviría luego
para el apoyo en la instalación de las políticas estructurales y del discurso progresista que caracterizó al
Frente Nacional (Arenas, 2012).
El presidente Lleras Camargo, buscaba consolidar el desarrollo y el crecimiento económico, por medio de
“el bienestar social y mejoramiento de las condiciones de vida de los latinoamericanos con el fin de evitar
terribles trastornos en las masas populares sumidas en la miseria” (Lleras Camargo. 1963, pg., 29) lo que
solo se conseguiría mediante la ayuda internacional, que más que buscar el desarrollo, buscaba hacer de
Latinoamérica un apoyo estratégico en contra de la avanzada comunista.
¿Dónde está Pulí? Con esta pregunta el periodista Marco Tulio Rodríguez, empieza la descripción de lo
que sería su recorrido por el quinceavo municipio de la campaña. Pulí, en el departamento de
Cundinamarca, se proponía como el viaje más fácil. Sin embargo, después de haber realizado los más
difíciles y arriesgados recorridos, demostraron que no era así. En Cundinamarca “a pesar de su proximidad
al gobierno, al presidente, a los ministros, al parlamento, a la administración pública, en general, al núcleo
de la civilización de la patria, hay todavía dos municipios sin carretera: Pulí y Medina. Un sorteo
favoreció a PULÍ. A Pulí llegamos en una cabalgata que integrábamos los miembros de la comitiva a los
municipios olvidados, el alcalde encargado doctor Bernardo Cortés y tres agentes de la policía que nos
servían de escolta” (Rodríguez, 1982, p. 226).
Lo que la comitiva encontró en este lejano municipio, de 5.700 habitantes en una extensión de 155 Km²,
fue que en el olvido prosperaba la barbarie, tal como dice el título que da nombre al especial. Para 1959,
año en que el periodista llega al municipio, Pulí era epicentro de conflictos agrarios, donde la población
campesina había padecido la violencia bipartidista. Lo que para entonces se expresaba por medio del
bandolerismo, fenómeno que azotaba a la provincia del Magdalena Medio.
Dicen las gentes de la región que la violencia recrudecida en los últimos días es producida por incursiones que
hacen bandoleros del vecino departamento. También expresan que se debe a venganzas personales, proyección de
las negras épocas de barbarie en años pasados. Afirman que no es violencia política organizada. Pero sí se puede
apreciar que tiene cierto carácter partidista […] Rara vez pueden las autoridades dar con los responsables. Falta
mucho espíritu cívico. Hay poco entendimiento entre los ciudadanos de uno y otro partido. La campaña de la
concordia está por hacerse en Pulí” (Rodríguez, 1982, p. 226).
54
¿Y dónde está Pulí? Pulí era el paso que comunicaba a Cundinamarca con el Norte del Tolima, región
reconocida por la expansión de grupos de guerrillas liberales, donde figuraban personajes de la talla de
Agustín Bonilla, Dequirte, Sangrenegra y Pedro Brincos, adicionalmente, el municipio contaba con un
vista privilegiada de la región del Magdalena Medio, y seguía siendo un lugar apartado, donde el Estado
no hacia presencia. Lo que contribuyó a la inserción del bandolerismo, pues el área era hasta el momento
relativamente inaccesible y separada de toda comunicación, y adicionalmente, había sido escenario de
descontentos agrarios, de latifundios donde existía competencia por buenos terrenos para el cultivo de
café, donde los títulos de propiedad no estaban claramente definidos, y además, donde el Partido
Comunista, tenían un fuerza y apoyo considerables.
“Alberto Lleras Camargo era un aliado importante de Estados Unidos en Latinoamérica y uno de los
presidentes más comprometidos con el programa desarrollista de la Alianza para el Progreso, que no sólo
buscaba sacar del subdesarrollo a América Latina, sino blindarla de la creciente `amenaza comunista`”
(Arenas, 2012). Es decir, el objetivo era dar la idea de que el gobierno pronto brindaría bienestar social y
mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes de pueblos como Pulí, con el fin de evitar
terribles trastornos en las masas populares sumidas en la miseria, en cuyos territorios se estaban forjando
apoyos al Partido Comunista, y a la idea del uso de las armas como forma de reivindicación social y
política.
Bajo esta idea fue como el discurso progresista de Lleras Camargo se fue consolidando y con él, el terreno
para dar apoyo a iniciativas de ayuda extranjera, en las que Estados Unidos aseguraba a su favor los
territorios con recursos para las manos de las empresas con capital extranjero, que ya empezaba a ser su
aparición en esta región. Ejemplo de ello, es la presencia de la Texas Petroleum Company, que para los
años 40, empieza adelantar actividades de perforación en Cundinamarca y Boyacá. Así como, la
construcción del oleoducto Bogotá-Puerto Salgar, municipio de Cundinamarca, ubicado en la región
colombiana del Magdalena Medio-, inaugurado en el mes de marzo de 1952.
En Pulí, la empresa vende los predios en los que se adelantaba la perforación bajo el argumento que los
costos era muy altos comparados con la producción. Aun así, el municipio parece no salir del radar como
un territorio rico en recursos de diferentes índoles, alta producción de café, fuentes hídricas, posición
geopolítica especial, petróleo y gas, sin explotar.
La política de Estado había construido un modelo mental, según el cual, los colombianos hacían parte de los
países atrasados. Los vientos que soplaban internacionalmente no hacían presagiar cosa distinta que la alianza de
Colombia con Estados Unidos, en la región. Esto llevo a hacer del comunismo y sus posibles aliados, el enemigo
principal del mundo capitalista. Actores sociales organizados como la clase obrera y la izquierda, se convertían así
en obstáculos para el desarrollo, por lo cual había que anularlos o al menos controlarlos, como en efecto sucedió
55
(Neira M, 1995, pg., 66).
La aparición de Pulí dentro de la campaña de El Espectador, empezaba a dejar de parecer una simple
casualidad del sorteo, “la geopolítica estaba íntimamente ligada al tema del periodismo, pues se
fundamentó en la lucha por la formación de una opinión pública proclive al régimen de coalición”
(Castellanos N, 2006, pg., 106). El pueblo que tenía influencia del Partido Comunista, y en donde líderes
de cuadrilla, como los ya mencionados, hacían presencia en la zona rural en la que contaban con apoyos
de campesinos como de jefes locales. Era un punto de importancia estratégica, y de hecho, no tan
desconocido para los entes de poder nacionales.
Cuando llegó la época del Plebiscito para votar a favor del Pacto entre partidos, en Pulí, “los medios, para
convencer a los campesinos a contestar afirmativamente eran sobre todo los coercitivos y los pocos que se
atrevieran a manifestar su desacuerdo con un No, en las urnas, eran perseguidos de cerca por soldados que
en calidad de cincuenta o más fueron enviados dizque por temor a que se desatara la violencia, pero ante
todo con la instrucciones de impedir que se libraran campañas a favor de los independientes. Para que la
votación resultara favorable, […] Se documentó a menores de edad, votaron individuos que tenían sus
derechos políticos perdidos y vivos y muertos” (Castro Díaz, 2009, pp. 68-69).
Tras el éxito arrollador que el plebiscito había tenido en el municipio,
los concejales y autoridades convinieron en acudir antes Lleras Camargo, el afortunado ganador de la jornada
electoral posterior, con el fin de pedirle apoyo para solucionar el más grave problema comunitario de Pulí –la falta
de acueducto, y así exigirle compensación por la alta votación plebiscitaria a su favor. El mandatario los recibió
por intermedio de su mano derecho, Abelardo Forero Benavides, con quien envió a decirles que ante el alto costo
que demandaba la obra, se dedicaran a estudiar cual sitio era más viable para trasladar el pueblo, única de las
soluciones que él estudiaría como probable para que esa necesidad se supliera. No le importó la identidad, las
casas, el comercio, los cultivos, ni toda la historia que se terminaría si se acogía su propuesta y por eso,
decepcionados, quienes lo escucharon salieron furiosos con él y arrepentidos de los esfuerzos para lograr
implantar un régimen que no los tuvo en cuenta. Posterior a este hecho, ya venía incubándose una sórdida lucha
de partidos que afloro en continuos saqueos, violaciones y muertes, tomando tanto auge el desacato a la autoridad
convirtió al pueblo en un pequeño reducto de bandoleros que hizo llamarlo República independiente como a
muchos otros lugares donde el gobierno tuvo que concentrar sus miradas pues el crimen (Castro Díaz, 2009, pp.
71-72).
Al territorio llegó primero un grupo de Carabineros, después el Ejército Nacional, el Gobernador Álvaro
Copete Lizarralde y, finalmente la prensa. En este rincón de la patria que cuando Marco Tulio fue no tenía
aún carretera, nombrado como olvidado, se disputó un proceso de restructuración tanto de los entes de
poder como de la organización social y económica.
56
Pulí tiene riquezas. Principalmente agrícolas. Es un centro cafetero. Cada cosecha produce 80.000 arrobas.
También se cultiva yuca, plátano, maíz y caña de azúcar. Hay varios trapiches para moler la caña y cada semana
salen a la carretera grandes cargamentos de panela de muy buena calidad. La producción podría aumentar. Pero
la falta de carretera es el gran obstáculo. El transporte de una carga de 10 arrobas a San Nicolás, para tomar allí
el carro vale $8.00 pesos y se dificulta. La movilización es en Pulí un tremendo problema (Rodríguez, 1982, p.
228).
Transcurridos los primeros cuatro años del gobierno de coalición, los hechos violentos no cesaban, los
directores de los principales periódicos del país (39) acordaron reunirse en octubre de 1962 con altos
funcionarios del Estado para llegar a una declaración que se expresó en más de 15 puntos de un acuerdo
sobre el “deber ser” informativo:
Evitar toda polémica sobre las responsabilidades que en la violencia hayan tenido los partidos políticos,
dejándole el necesario juicio histórico a una generación menos angustiada y comprometida.
-Predicar virtudes democráticas, justicia, tolerancia y concordia
(Fragmento de un editorial de El Espectador, citado por Castellanos, 2006, p. 87).
Y así fueron quedando, nombrados por la iglesia como comunistas, por el periodismo como poco
colaboradores, “siquiera para el mejoramiento del pueblo” (Rodríguez, 1982, p. 227), y para la patria
como olvidados, un olvido con barbarie. “El progreso puede esperar hasta la llegada de la carretera; pero
la violencia sí necesita una solución inmediata. La paz debe buscarse por todos los medios. Es urgente un
esfuerzo máximo de autoridades departamentales y municipales, así como de la ciudadanía” (Rodríguez,
1982, p. 229). Pero ni la carretera trajo el progreso, ni la violencia se fue aunque la sangre cesara. Lo
único que quedó fue la memoria de esos días en que la violencia política caminaba por estos parajes. Una
violencia que para Parmernio, el juglar del pueblo era:
Pura ignorancia de la gente, porque luego que saca uno con fregar a otro para que luego lo fregaran a uno por
nada. Desde ese entonces el gobierno nacional ha tenido mucha culpa y la mayor parte de la violencia que ha
habido en Colombia es eso, los partidos políticos. Ellos allá sentados, liberales y conservadores en el capitolio,
desde allá decían es que hay que acabar con unos y con otros, entonces empezó la guerra política, y ellos si se
sentaban allá en la misma mesa a tomar whiskey (P. Garzón, comunicación personal, Pulí, marzo 23, 2013).
57
CAPÍTULO II Allí no los mueve ni un temblor
Colombia dejaba de ser el país prominentemente rural que era para los años 50. En las últimas tres
décadas, el 70% de la población había pasado de habitar el campo para emigrar hacia los centros urbanos.
El sector rural se iba quedando solo mientras que los citadinos empezaban a participar de las ventajas que
ofrecía el mundo moderno.
Pulí era para inicios del nuevo siglo, un lejano poblado con 2.945 habitantes según el Censo de Población
de 2005. Un pequeño municipio que no cesaba de perder en estos nuevos tiempos de comunicaciones
masivas, de transportes rapidísimos, de telefonía celular. Vivir en esta zona apartada, ya no por la
geografía, sino, por los límites que imponía el mapa político y económico, expresado a través del conflicto
armado, que se extendida por todo el país, con nuevos y renovados actores; era ser testigos del declive de
la economía rural.
El país empezó este siglo con una población civil que en medio de la confrontación evidenció un gran
retroceso en sus condiciones de vida, sobre todo en estos lugares. Así mismo, aparecieron otras nuevas
dinámicas: la intervención en política de los grupos armados por fuera de la ley, la persistencia de ciertas
élites políticas en los gobiernos locales con intereses privados, el desconocimiento del campesinado como
actor político, su despojo, y unas políticas agrarias sin interés en modificar la estructura de la tenencia de
la tierra, y aún más en no sólo no modificarla, sino apropiarse de ellas para así garantizar, “un proyecto
político y económico dirigido a asegurar el desarrollo del capital por la vía de la protección a la gran
propiedad” (PNUD, 2011, p. 16).
El conflicto armado colombiano experimentó un cambio en la multiplicidad de actores y en las
condiciones causales, que sumaron factores explicativos a una larga lista de variables para entenderlo
(Valenzuela, 2002, citado en Mansullo y Sánchez). Durante este periodo, el Estado se encontró entre la
espada y la pared ante los acontecimientos que generaba la dinámica del conflicto. Ejemplo de ello, era la
decisión de definir a Cundinamarca como punto estratégico de las acciones armadas de la guerrilla de las
Farc. Decisión tomada en la Séptima Conferencia de esta organización en 1982.
El objetivo era lograr hacer presencia a través de numerosas estructuras, tales como el frente 22, el frente
42, los frentes 25, 52 y 55, el frente 51, el frente 53, el frente 54 y las columnas Joaquín Ballen, Ernesto
Che Guevara y la columna móvil Vladimir Stiven. En la parte urbana buscaba actuar con los Comandos
Urbanos, las Uniones Solidarias Clandestinas y el frente Antonio Nariño, (Observatorio del Programa
Presidencial de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, 2001, p. 3).
58
Para finales del 2000, las Farc tenían en Cundinamarca unos mil combatientes estratégicamente ubicados.
En el 2002 ya habían logrado tener presencia en casi la mitad del departamento. Los municipios más
afectados por la concentración de acciones cometidas por las estructuras armadas para esta época, se
localizaron en las provincias de Gualiva, Sumapaz, Magdalena Medio, Medina, Tequendama, Rionegro y
Ubaté. En la región del Magdalena Medio, dada la debilidad del gobierno se había extendido tanto la
guerrilla como el paramilitarismo.
“Y la violencia vino como hace unos 11 años. Esto quedó solo, solo” (W. Salguero, comunicación
personal, Pulí, marzo 31, 2013).
2.1 Noche de Bengalas
“Y se sintió olvidado, no con el olvido remediable del corazón, sino con otro más cruel e irrevocable que él conocía muy bien”
Gabriel García Márquez
Cien años de Soledad.
La inspección de San Nicolás del municipio de San Juan de Rioseco, ubicada sobre la vía que comunica a
Pulí con este municipio, ya era para 1962 un punto estratégico de los bandoleros, cuando los grupos de
cuadrillas se sintieron acosados por el Ejército, cambiaron de escenario asaltando el cuartel en San
Nicolás, robándose las armas para continuar la lucha sangrienta. Desde acá se vigilaba la entrada y salida
de Pulí.
Por su disposición geográfica este pueblo ha contado con muy pocas vías de acceso para llegar a él. Las
cuales siempre han sido un importante punto de control de los actores que guardan algún interés en el
territorio. Es así como para 1997, la inspección vuelve a tener un relevante papel en muchos de los
acontecimientos que se suceden durante estos años. Pulí, era un territorio estratégico para el frente 42 de la
guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). El poblado se configura como
corredor de paso entre el Tolima y Cundinamarca.
Según, el observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos, este frente se abrió espacio en el
suroccidente, orientándose desde el Valle del Magdalena (San Juan de Rioseco, Beltrán, Pulí, Girardot)
hacia la Sabana (Facatativá, Madrid, Funza, Mosquera) y ocupando parte de la región del Tequendama
(La Mesa, Anolaima, El Colegio). “En este nivel, la dinámica de la confrontación tenía que ver con la
relación entre territorio, estructura agraria, sectores sociales y actores armados” (Vásquez, 2004, p. 35).
La debilidad del Estado colombiano fue resultado de la fragmentación que estaba atravesando la sociedad
civil a causa de las constantes restructuraciones políticas y económicas que experimentaba el país desde
59
finales de los 80. Los grupos insurgentes ganaban espacios importantes en control político y económico de
las regiones. En estos años las Farc lograron variar su “condición de guerrilla rural con influencia
exclusiva en zonas periféricas, convirtiéndose en una organización que pretendía consolidar su influencia
en amplias zonas del territorio, aplicando para ello una estrategia que articula circunstancias económicas,
políticas y militares” (Echandía Castilla , 2000).
Según lo relata la periodista Juanita León en su artículo “El cerco de Bogotá”, la estrategia de las Farc a la
hora de conquistar el departamento de Cundinamarca en las zonas más rurales, era llegar como civiles. Por
las noches, protegidos por la oscuridad, visitaban las casas de la gente. Se presentaron en un principio
como jornaleros en busca de direcciones o de un vaso de agua. Pero una vez los campesinos abrieron las
puertas y superaron su ancestral desconfianza, los guerrilleros revelaron su pertenencia a las Farc y
empezaron a discutir con ellos sobre la situación del país, el desempleo en la zona, la ausencia de futuro
para los jóvenes.
Buscando el apoyo de la comunidad, la misma guerrilla, en sus enormes y lujosas Toyotas, son los que prestan el
servicio de trasporte a los jóvenes que estudian en el colegio y viven en veredas distantes por lo cual se convierten
en informantes en la mayoría de ocasiones. Muchos han ingresado a las organizaciones delictivas ya como simple
informadores, militantes activos, encubridores o mensajeros, a quienes se les ve recorriendo los caminos en
motocicleta, celular en mano y con sus deslumbrantes botas que los identifica en cualquier parte (Castro Díaz,
2009, p. 417).
Siguiendo con lo que explica León, la primera misión era matar a los ladrones, con lo cual se ganan el
respeto de los campesinos, siempre ansiosos de una mano firme que imparta justicia. También eliminan a
quienes se aventuraban a denunciar ante las autoridades su presencia o a negarles una gallina para el
almuerzo.
Antes aquí había comercio, aquí había mucha vida, a nivel general porque en esa época había todavía café,
digamos que esa gente no dejaba que hubieran ciertos atropellos con las personas, por ejemplo no se podía robar
porque esa gente impuso su ley, digamos que ese sentido había mucho comercio y se veía la plata y había
movimiento en el pueblo. Había mucha gente, era una época muy bonita. No quiere decir que ellos hayan hecho
eso, no. Lo que yo digo es que de 1995 hacia atrás, el concepto del municipio era muy diferente, todo (V. Arias,
comunicación personal, Pulí, marzo 7, 2013).
En la segunda etapa visitaban a los más pudientes para exigir su contribución a la causa. Al mes recibían
refuerzos de una escuadra de doce guerrilleros y comienzan a dejarse ver de día, uniformados y con sus
fusiles. A partir de entonces empezaban los secuestros de comerciantes y finqueros. Reclutaban a jóvenes
de la zona y buscaban el apoyo de líderes de acción comunal para emprender el adoctrinamiento político
de la comunidad. Una vez las condiciones políticas y militares están dadas tras unos meses, preparan con
60
el frente de la región un asalto a la estación de policía. Es poco lo que diez o veinte agentes, pobremente
equipados podían hacer contra 300 guerrilleros. Los policías sobrevivientes eran trasladados a otro pueblo,
dejando al municipio a merced de esta guerrilla.
Tal cual fue el orden de las cosas que pasaron en Pulí. Primero:
Todos dicen que desde antes de comenzar el año (1987), unos ochenta hombres merodean la región armados
hasta los dientes, completamente desconocidos, en ocasiones disfrazados de mujeres, otras aparentando ser peones
con una tula al hombre pero en la cual ocultan un bagaje de armas y munición. En esta forma se dedican a reclutar
jóvenes especialmente los que hayan tenido problemas con la justicia o con sus vecinos o que no desean seguir el
oficio de sus padres, por no vislumbrar un buen porvenir cavando la tierra ya demasiado estéril. Así fue como se
presentó el secuestro de un hijo de Jaime Guzmán, perteneciente al grupo comunista. A otros les ofrecen pagarles
sueldos y dotarlos de armas y también los amenazan si no se pliegan a sus condicionamientos. Fue la época en que
se inicio la persecución contra miembros de la Unión Patriótica (Castro Díaz, 2009, p. 331).
El éxodo de campesinos de la región se hizo tan notorio que veredas enteras como Rioseco y
Lomatendida, donde residían un gran número de miembros de la UP, quedaron prácticamente
desocupadas, desmoralizados ante la falta de apoyo de las autoridades a quienes contribuyeron a elegir y
amenazados con el exterminio, dejaron abandonadas sus fincas o las vendieron por un vil precio más que
todo a foráneos (Castro Díaz, 2009, p. 342). Esto se viene a ver cuando en 1986 se elige un concejal de la UP, de apellido Ariza. Recordemos que ya se había
empezado en el país, el proceso de exterminio de la Unión Patriótica, acá llegó también la matanza. El dos o tres
de julio llegó la noticia, mataron al concejal, y mataron a otras cuatro personas allá en Lomatendida (H. Díaz,
comunicación personal, Pulí, marzo30, 2013).
Para 1997, sobre el municipio se ejercía un fuerte control de los grupos armados ilegales. La acción de las
Farc, se debió en primera medida a la poca presencia que había tenido el Estado en la zona, que no había
cumplido con su función de “proveedor y regulador de los bienes y servicios” (Romero, M), demostrando
su debilidad y falta de protección. La guerrilla imponía su ley, una vez desterrando a los vagos y ratreros,
otras, protegiendo a las mujeres víctimas de sus maridos, en algunas ocasiones castigando delincuentes
comunes que se hacen pasar como integrantes de algún frente y excepcionalmente haciendo juicios
revolucionarios a quienes incumplan sus funciones para aliarse con los paramilitares (Castro Díaz, 2009) .
Por lo general, la guerrilla mantenía su presencia en las zonas rurales, y desde aquí se apoya para tomar el
casco urbano o cercarlo permanentemente. Al iniciarse 1995 en Pulí, “la guerrilla ha inculcado en la
consciencia de las gentes la idea de reivindicación y tal es el temor ante sus represalias que, muchos
comerciantes de reconocida honorabilidad y solvencia no vacilan en hacerles el juego llevándoles
cargamento de víveres que requieren para su sustento en la largas temporadas que permanecen en los
61
monte” (Castro Díaz, 2009, p. 372).
En la vereda de Talipa, se empezaban a esconder los primeros secuestros a comerciantes y hacendados,
dada la topografía del terreno que se presta para convertir en escondites los bosques impenetrables y
abruptos peñascos que delimitan con Beltrán y desde donde se divisa todo el territorio aledaño al río
Magdalena. Sector donde también se llevaba a cabo las exploraciones petroleras que venía realizando
Ecopetrol, que aprovechando el ambiente de división que vivía en el pueblo, compró a José I., quien
disgustado con el administrador de su finca El Guadual y por los rumores que había sobre supuestos nexos
suyos con narcotraficantes, el permiso para explotar por un suma irrisoria.
La Asociación Pulí, inició operaciones el primero de marzo de 1984 y fue firmada entre la Petroleum
Exploration (Petex) y Ecopetrol. Con la Resolución No. 319 del 3 de abril de 1995, el Ministerio de
Ambiente otorgó Licencia Ambiental a la Compañía American International Petroleum Corporation of
Colombia. Según la tabla de contratos vigentes para el año 2001 de Ecopetrol, la compañía que para
entonces había cambiado su nombre por Mercantile Oil and gas Company, explotaba 13.301 hectáreas, y
para 2002, 15.650.
El conflicto adquiere una fisonomía propia, y ese aparente despliegue de los actores armados sobre el territorio
nacional adquiere una lógica de carácter geográfico, a la que subyace además lo que podríamos llamar una
geografía económica, es decir, una geografía física y una geografía humana (Vásquez, 2004, pp. 25-28).
A nivel local, esta organización al margen de la ley –la guerrilla–, actuaba como red de poder, que
manejaba los instrumentos de fuerza y era capaces de imponer su control sobre la población a través de la
intimidación reemplazando los lazos de solidaridad colectiva por la desconfianza mutua que se manifiesta
en la ley del silencio y en la incomunicación a partir de lo cual es imposible construir comunidad y
propiciar el desarrollo (Echandía Castilla , 2000).
Un mecanismo importante para ejercer ese poder fue el aumento de la presencia en caminos, carreteras y
demás medios de salida del pueblo. Fue así como desde el vecino San Nicolás hacia vigilancia la guerrilla
y se informaba todo movimiento que pusiera en riesgo la estabilidad del grupo.
A los secuestrados de la sabana los están sacando por la vía Faca-Alto de la Tribuna, hacia el triángulo de Pulí,
Jerusalén, Quipile donde hacia presencia el frente 42 al mando del Campesino y el Boyaco. La carretera Cambao-
San Juan está interrumpida para las autoridades y el transporte normal pues las Frac tenían tranquilamente para su
uso las carreteras Gramalotal-Tabor y Pulí y todas las demás carreteras veredales por Jerusalén-Guataquí y
Palestina. Pulí, en estas condiciones, se ha convertido en tranquilo refugio de los frentes 22 y 42 de las Farc,
quienes luego de cometer sus fechorías en otros sitios se escondían en los parajes más inhóspitos adonde ni el
Ejército ni ninguna autoridad los persigue y los vehículos que roban son fácilmente chatarrizados ya que los
62
conducen por las numerosas brechas que el mismo frente ha ordenado construir. La red de comunicaciones está
integrada por individuos que se sitúan a la salida de Bogotá, Avenida Boyacá con calle 13, para detectar viajeros y
vehículos reportando tales movimientos a sus jefes hasta cuando arriban al pueblo (Castro Díaz, 2009, pp. 417-
444 ).
Para ese año, la guerrilla escaló su actividad armada y paralelamente presionó la renuncia de un conjunto
importante de candidatos a los Concejos y Alcaldías en 162 municipios en los meses previos a la
realización de los comicios electorales del 26 de octubre. La guerrilla saboteó las elecciones para hacer
una demostración de poderío (Echandía Castilla , 2000).
Hugo Díaz, candidato para la elecciones de 1998, recuerda que el 23 de noviembre como a las diez de la
noche, le llegó un mensaje que decía que se dirigiera con mucho sigilo a la estación de policía. Él hizo lo
que le recomendaron. Lo llamó el Comandante para varias cosas, entre esas, para que tuviera cuidado, le
dijo que cancelara sus giras de la campaña electoral porque la cuestión estaba muy caliente. “Me dijo el
comandante, mire aquí no se percibe mucho en el pueblo, pero yo sé que la cosa esta muy delicada” (H.
Díaz, comunicación personal, Pulí, marzo 30, 2013).
En Pulí, mediante panfletos, el frente Manuel Cepeda, buscó frenar la participación. En los volantes
amenazaba de muerte a quienes no se abstuvieran de votar tanto para concejales como para alcaldes. A los
candidatos se les declaró objetivos militares. Hugo Díaz y Cristina Castiblanco, el uno a nombre de una
coalición cívica y la otra a nombre del Partido Liberal, convinieron en que el 26 de octubre, día de las
elecciones, ninguna persona depositaría su voto y crearon un comité encargado de vigilar que se
cumpliera estrictamente ese acuerdo. El exalcade Díaz, recuerda que en Pulí seguían las amenazas de
muerte a la gente que votara, por eso la gente se atemorizó. “Yo le dije a Cristina que paráramos las
elecciones, digámosle a la gente que no voten. Y así se hizo”.
Este acuerdo llegaba después de que además de los panfletos, el pueblo había sido tomado por la guerrilla,
el 13 de septiembre del mismo año. A las 11:30 p.m., unos 200 miembros del frente 22 y 42 de las Farc,
asaltaron el municipio con explosivos, rockets, granadas y armas automáticas. En el asalto destruyeron la
estación de policía, edificios aledaños, el palacio municipal, varias residencias de la localidad, el parque
central, cortaron las líneas telefónicas y asesinaron al comandante del puesto de policía Cabo Primero
Hugo Henry Hurtado Gallego, de 32 años y al patrullero Henry Reinosa Guzmán, de 23 años.
Como ocurrió en tantos lugares la toma estaba anunciada desde días atrás y sin embargo ni quienes
cuidaban la estación, ni los altos mandos tomaron las precauciones necesarias para evitar ese
acontecimiento. Por el contrario, la mayor parte de los agentes se hallaban acompañando a una familia en
un festejo y cuando se escucharon las primeras detonaciones huyeron despavoridos hacia una casa cercana
desde la cual gracias a un teléfono celular que portaba uno de ellos lograron comunicarse para pedir
63
auxilio que llegó una hora después cuando los guerrilleros habían huido, (Castro Díaz, 2009, p. 387).
Se paró todo. Empezó el temor. No se podía hacer propaganda. La estrategia de ellos era parar el proceso electoral
en todo el país, y toda esta región era clave para ellos, era un corredor estratégico, y además porque tenían
presencia, estaban aquí en Pulí, en San Juan, en Jerusalén, en Beltrán y por todos los pueblos estaban matando
gente, habían muerto muchas personas. Y su centro de operaciones, era San Nicolás (H. Díaz, comunicación
personal, Pulí, marzo 30, 2013).
Los cambios sucedidos hacia finales de los años noventa en el conflicto, hacían preciso reconocer el
alcance logrado por la guerrilla en su poder a nivel local. Las Farc demostraban poderío a través de
acciones militares como las que se registraron este año en Pulí. Lo que evidenciaba su capacidad bélica, de
financiamiento y de control sobre la población, así como a un Estado, que si históricamente no había
tenido presencia en el lugar, ahora no existía.
Esta era la forma en que las Farc, al mantener la concentración de la actividad armada en las zonas
periféricas, tenían sus bases de financiamiento estable:
Las estructuras de frentes con presencia en zonas de cultivos ilícitos, enclaves agrícolas y explotación petrolera y
minera, son las que cuentan con mayor capacidad de acción armada. La prevalencia que ha dado las FARC al
ataque de las instalaciones de policía a partir de 1997, se ha convertido en todo un propósito estratégico. En
efecto, este comportamiento, está inscrito dentro del desarrollo de planes de guerra dispuestos a lograr el control
de zonas específicas (Echandía Castilla , 2000).
Como afirmaba un dirigente de la región, sin permiso de los “muchachos” no se podía hacer nada en el
pueblo. El pueblo tuvo alcalde por elección popular, dos votos por Hugo Díaz Retavisca, siendo la
votación más baja del país. “Datos fidedignos conocidos en Bogotá aseveraron que los dineros enviados a
la Alcaldía debían ser entregados directa e inmediatamente a los Comandantes y que ellos a cambio
obligaban a los vecinos, por rigurosos turnos, así no tuvieran fincas, hombres y mujeres, a que salieran a
contribuir con trabajos arreglando las diversas vías de penetración” (Castro Díaz, 2009, p. 416).
A consecuencia de todo esto, el Ejército incursionó en Pulí y fue así como encontraron un laboratorio en el
cual se procesaban mil kilos de droga en la vereda Talipa. “Fue en esta época cuando se descubrió que las
Farc tenían dominio sobre unas 25 fincas con promedio de 200 hectáreas cada una de ellas, situadas dentro
de los municipios de Pulí, Beltrán, Quipile, Jerusalén, San Juan de Rioseco, Vianí, Changuaní y Cambao.
Allí cobran las extorsiones, tienen laboratorios para procesar droga, mantienen a los secuestrados, hacen
retenes ilegales y restringen la movilización de los habitantes sea en vehículos o en cualquier otra firma
que traten de transitar” (Castro Díaz, 2009, pp. 433-434).
La guerrilla convirtió el secuestro, la extorsión y las rentas de la cocaína, en acciones que sustentaban su
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economía; sometió a la comunidad a un dominio violento, definiendo a civiles como objetivos militares.
En esta época en esa región fueron hallados los restos de lo que fuera un carro repartidor de gaseosas,
desvalijando de todo lo útil y abandonado, sin que nadie comprenda lo que había ocurrido a falta de
vigilancia en el pueblo, pues después de la destrucción del cuartel se ausentó en forma definitiva la Policía
y el Ejército solo de vez en cuando realizaba rápidos patrullajes. Cinco años pasaron antes de que el
pueblo viera de nuevo a la fuerza pública, según cuentan los pobladores.
La guerrilla en estos pequeños pueblos ya ha adquirido lo que el Gobierno le niega, el reconocimiento
como grupo beligerante que se inmiscuye en la implantación de la ley en la redistribución del Presupuesto,
como Juez de familia o conciliador y en ser la máxima y única autoridad que se respeta en toda la comarca
ante la ausencia de acción militar (Castro Díaz, 2009, pp. 431-432).
Aun así el territorio no estaba bajo completo dominio de los guerrilleros, como el resto del país los
paramilitares tenían presencia. “La primera embestida del año 1996 se realizó por el paramilitarismo en
Pulí con el asesinato de un joven hijo de Héctor Mata y Angélica Neira, ambos oriundos de la vereda ‘El
Carmen’” (Castro Díaz, 2009, p. 378).
En un principio, la acción de las autodefensas se limitaba a hacer frente a la guerrilla y a socavar
violentamente sus colaboradores. Dichas autodefensas serían conocidas posteriormente con el nombre de
bloque Cundinamarca, y harían parte de las Autodefensas Unidas de Colombia, desde 1997 junto con otras
estructuras del departamento “otras fracciones paramilitares empezaron a copar territorio en
Cundinamarca, en particular grupos vinculados a Carlos Castaño. A lo anterior hay que añadirle que la
presencia de los paramilitares como `El Pájaro` en Guaduas y municipios aledaños, y las de `Ramón Isaza`
en el Magdalena Medio cundinamarqués. Las Autodefensas de Cundinamarca estaban ubicadas
estratégicamente, cerca del Magdalena Medio, una de las principales rutas del narcotráfico, y en la ruta
hacia Bogotá, que era de inmenso valor para la guerrilla.
El método de esa ofensiva liderada en el terreno por los paramilitares y en la estrategia por centros de
poder político y económico, fue el terror en las comunidades mediante crímenes atroces, masacres,
desplazamiento y despojo, desapariciones, torturas y amenazas. (González, Herbolzheimer, & Montaña,
2010, p. 29). Durante finales de los 80 e inicio de los 90, estos grupos tuvieron una fuerza importante en el
municipio que se comprobó con las muertes de los partidarios de la UP, entre ellos los concejales Donato
Ariza y a Ernesto Mikan. Sin embargo, a partir de 1997, aun cuando ya tenían fuerte presencia en el
departamento, en Pulí, no fue fácil evidenciar su poder pues la guerrilla tenía el control del territorio.
Es que en Pulí también son muchas las personas que, entre la espada y la pared recurren a contribuir o a apoyar en
alguna forma la creación de grupos de presión que combaten a los guerrilleros y el gran desbarajuste perjudica a la
mayoría. En el propio pueblo, se dice, familias que han sufrido los embates de los alzados en armas, bien para no
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tener que huir o por otras razones, están colaborándoles al permitir que en sus casas se celebren conciliábulos en
los cuales se trazan planes destructivos. Por eso han surgido amenazas en contra de comerciantes en víveres, café
o ganado, quienes han tenido que retirase de la región con el cargo de auxiliares del paramilitarismo (Castro Díaz,
2009, pp. 415-416).
Para mayo de 2001, el gobierno a través de la dirección de Policía envió una comisión de 20 agentes para
que inspeccionara el pueblo y rindieran un informe con miras al restablecimiento del cuartel y cuando la
guerrilla obtuvo tal información ordenó minar toda la carretera de Pulí-Guataquí, acción que no fue
completada por el aviso de un campesino sobre lo que se pretendía hacer.
Cuando la policía volvió al pueblo para inicios del 2002, “el jefe de los bandoleros, apodado El Boyaco
lanzó sus amenazas contra todos los habitantes si llegaban a permitir o auspiciar la tan anunciada obra. A
los transportadores les prohibieron acarrear víveres para la Policía, al encargado del mantenimiento del
Acueducto le amenazaron si les suministraba el agua y ni siquiera les permitían que se les saludaran y
desde el instante mismo en que se instalaron anunciaron que los atacarían hasta obligarlos a abandonar el
pueblo” (Castro Díaz, 2009, p. 443).
Y cumplieron la amenaza contra Pulí, el 5 de abril llegaron a las cinco de la tarde. Una columna de 150
guerrilleros del frente 42 de las Farc, al mando de Eliceo Miranda Espitia, alias “El Boyaco” y de José
Nerut Reyes Peña, alias “El Campesino”, atacó con más de 35 cilindros de gas, granadas y ráfagas de fusil,
dejando como saldo cinco policías heridos, las instalaciones del comando semidestruidas y las casas
vecinas averiadas.
Varios pobladores recuerdan esa noche oscura del 5 de abril. La noche de bengalas. Antes de que los
guerrilleros entraran a la cabecera municipal, cortaron la luz de pueblo y las líneas telefónicas, esperaban
que los policías no tuvieran como pedir ayuda. Afuera se escuchaban los bombazos, las ráfagas de las
ametralladoras que estremecía al pueblo entero, dentro de las casas, donde permanecían escondidos la
mayoría de los habitantes, la oscuridad era lo único que reinaba, y con ella el miedo y la zozobra.
Escuche, escuche, esto es horrible, auxilio, no nos dejen solos, eran las palabras desesperadas de un habitante de
Pulí (Cundinamarca), quien a través de un teléfono celular relataba a las autoridades departamentales la toma
guerrillera que sufría la población” (Periódico El Tiempo, 2002).
Por más de siete horas de enfrentamientos en los que los uniformados soportaron la arremetida, fue la
presencia del avión fantasma de la Fuerza Aérea la que evitó que los guerrilleros se apoderaran del cuartel
y logró que se replegaran hacia el monte. “Las bengalas que botaban desde el cielo, iluminaban todo el
pueblo, y hacían que quedara como de día, con eso el Ejercito sabía dónde estaban. Eso era tremendo el
los estallidos y luego los destellos de luz en esa noche oscura” (L. Peña, comunicación personal, Pulí,
66
marzo 28, 2013).
De nuevo la toma estaba más que anunciada. Desde hacía cinco años que no había presencia de la Policía
y que el control lo tenía este grupo. El pueblo quedaba solo. Los habían movido.
El 15 de mayo de 1999, un fuerte temblor cuyo epicentro fue registrado en el pueblo de Pulí, sacudió un buen
sector de Cundinamarca. Cuando los reporteros trataron de obtener comunicaciones con los pobladores no lo
lograron pues dormían plácidamente. Por eso surgió la ponderación de que “allí no los mueve ni un temblor”
dándose a entender la gran calma que reina en esa población o la pereza de algunos gracias a su buen clima y la
belleza sus paisajes (Castro Díaz, 2009, p. 399).
La calma no reinaba, ni la pereza era el motivo por el que los habitantes no se habían despertado. Tanto se
había movido en los últimos años, que el temblor representaba solo un suave movimiento para dormir
tranquilos. Temían a la soledad, al abandono, al Boyaco, al Campesino, a los paramilitares, y a la muerte.
Temían la ausencia. No temía al movimiento de la tierra. Lejos estaban de pensar, que esa agitación de la
entrañas de su terruño, era lo que explicaba todo, justificaba todo. Lejos están de ver que es a ello a lo que
deben temer.
2.2 Que Dios se acuerde de nosotros
−Hijos míos, pidamos a Dios porque se acuerde de nosotros −,suplicaba el Padre Antonio. -¡Que así sea!− respondieron todos al unísono con sus voces tenues, gastadas por el tiempo...
Sábado 23 de Marzo de 2013
Pulí, Cundinamarca.
En el año 2003, Pulí no era más que un pueblo fantasma. El año empezaba con una población ausente, con
una administración local hecha desde Bogotá; sin juez, sin personero, sin concejales, sin cura. Familias
enteras habían abandonado el municipio. Se fueron no por un temblor. Se fueron porque la incertidumbre
reinaba.
De un lado estaba la guerrilla allí instalada, de otro la amenaza ya dicha y entretanto el constante patrullaje del
Ejército que tenía en la mira, a unos y otros, sin permitírseles ninguna tranquilidad. El temor invade a todos y las
tertulias, la diversión, los paseos, visitas a las fincas se suspendieron y así no se puede llevar una vida normal
(Castro Díaz, 2009, pp. 416-445).
Los problemas de orden público que se habían presentado desde 1997 a 2002, tuvieron como
consecuencia una alta deserción, asentándose en 2002, año en que el inicio de los desplazamientos
masivos se produjo después del 5 de abril, cuando el frente 42 atacó la estación de policía. En los días
subsiguientes el 70 % de los 3.400 habitantes, se fue. Comenzando mayo, el resto de los pobladores huyó,
por la fuerte presión de las Farc. La amenaza de los guerrilleros se dirigió directamente contra los 2.172
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potenciales electores que se habían inscrito en Pulí para las elecciones presidenciales de 2002.
A pesar de que el gobierno de Cundinamarca había garantizado el desarrollo normal de las elecciones en
todo el departamento, en Pulí nadie votó. Las únicas personas presentes allí para las votaciones, fueron la
Alcaldesa, Marta Lucía Mora, y los siete uniformados que custodian el comando policial, reinstalado ese
mismo año.
En 2002, las elecciones presidenciales de Colombia, que se celebraron el domingo 26 de mayo, dejaron
como ganador al candidato Álvaro Uribe Vélez. La Seguridad Democrática de Uribe había tenido una
acogida favorable a nivel nacional. En Cundinamarca el 55% de los votos fueron por él, mientras que en
Pulí no hubo ningún voto.
En esta zona, se asentaron los grupos guerrilleros y sus contrarios duales, los paramilitares, pues la presencia de
los actores armados en el nivel territorial intermedio responde también a una lógica de inclusión y exclusión. A su
vez, el municipio, que es la entidad territorial administrativa más pequeña en Colombia, tiene su propia lógica: los
comerciantes, los ganaderos, los notables, están en el casco urbano; y en la zona rural, en la periferia, están los
campesinos, los que no tienen acceso al poder ni a los recursos. En este nivel, la dinámica de la confrontación
tiene que ver con la relación entre territorio, estructura agraria, sectores sociales y actores armados (Vásquez T,
2004, pg., 36).
El pueblo había vivido en un fuerte aislamiento geográfico, favorecido por el predominio del conflicto
interno. “La relación del conflicto armado con el irresuelto problema agrario sigue siendo un asunto
apremiante, cuando no el más fundamental, para explicar sus transformaciones territoriales y temporales
en función de las particularidades de las regiones” (PNUD, 2011, p. 228). Dice William Salguero, que con
las dos tomas, se fue la gente, pero sin embargo se pueden ir más mientras no mejoren las condiciones de
vida.
El grupo guerrillero transformó su lucha cimentada en ideales de igualdad, por una lucha que pretendió la
búsqueda de poder y recursos para el fortalecimiento de su estructura armada; buscando el control en
escenarios de participación política:
En los campamentos ubicados en la vereda La Hamaca, me informan fueron atendidos los candidatos a la alcaldía
y al concejo para comprometerlo a obrar a su antojo. Así también para preseleccionar los candidatos al último
período del consejo y alcaldía fueron reunidos en Talipa con la guerrilla, Martha la nueva alcaldesa y los electos
para ese periodo adquiriendo iguales compromisos” (Castro Díaz, 2009, p. 448).
Con el regreso de la fuerza pública al municipio, la guerrilla tiene un retroceso, si bien continúan
ejerciendo acciones en las zonas rurales, no incursionan nuevamente en el casco urbano.
68
En este año 2003, los facinerosos se sienten acorralados, razón por la cual muchas personas confiadas en la
presencia de la fuerza pública regresaron con miras a normalizar el comercio y el transporte pero aun así se
presentó otro crimen que conmovió a los puliseños. Dos hermanos de nombre Jairo y Henry Ruiz, desantendieron
la orden emanada de los bandoleros prohibiendo la venta de otra cerveza diferente a la cerveza Polar, y viajaron a
Girardot para aprovisionarse por lo cual a su regreso fueron interceptados, les robaron todo el cargamento,
asesinaron a los dos jóvenes y los despojaron del vehículos. Así mismo, fue asesinada una pobre mujer de nombre
Daysi Bolaños fue degollada por los mismos guerrilleros solo porque se enteraron de que ella les lavaba las ropas
a los policías, trabajo que tenía que realizar para sobrevivir, sin que le valiera ser familiar de un sujeto que hacia
parte de ese frente (Castro Díaz, 2009, pp. 448-454).
Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) también incursionaron en el territorio puliseño durante este
período. Meses antes de la toma guerrillera del 9 de abril, el paramilitar Ramón Isaza creó el bloque
Celestino Mantilla, que ese año empezó a hacer presencia en la región de Cundinamarca, disputándole el
territorio a la guerrilla hasta consolidarse allí. El bloque comandado por John F. Gallo, alias “el Pájaro”,
sembró el terror en esa zona hasta su desmovilización en 2006. “El Pájaro”, operó en el área a órdenes de
Ramón Isaza. Dentro de las actividades que desarrollaba este grupo estuvo el robo de gasolina a
Ecopetrol, la intimidación y el asesinato de varias personas.
“El sábado 16 de agosto de 2003, llegaron 40 paramilitares a San Nicolás y con lista en mano hicieron
salir a todos los habitantes y asesinaron a un individuo apodado “El J” de quien se decía era auxiliador de
la guerrilla aunque al parecer era que lo obligaban a trasportar en diferentes ocasiones provisiones para
ellos por lo cual el Ejército lo tenía en la mira” (Castro Díaz, 2009, p. 455). La inspección de San Nicolás
del municipio de San Juan de Rioseco era, como lo había sido para la guerrilla años atrás, un punto
estratégico desde el que se controlaba la entrada y salida de Pulí.
El grupo buscaba disputarle el control del territorio al frente 42, ya establecido por más de diez años en la
región. “Las muertes causadas por las autodefensa, presentan un patrón geográfico que tiende a persistir
con el paso del tiempo. Lo anterior explicaría porqué los focos donde la violencia es más intensa se
localizan en las provincias donde las organizaciones al margen de la ley compiten buscando ampliar su
dominio territorial” (Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y Derecho
Internacional Humanitario, 2001, p. 6). La pérdida de terreno de la guerrilla en Pulí, no es únicamente
explicable por la acción de las autoridades que habían vuelto en 2002. La guerrilla era cada vez más
desplazada mientras que las autodefensas parecían tener el control de la región, afianzando algunas
alianzas con miembros de la fuerza pública.
Dichos vínculos se ven expresados por la relación que tenía, según varios de los pobladores del municipio,
el comandante Jaime Enrique Garnica Ruiz, jefe de Inteligencia del Ejército Nacional en el norte del
departamento del Tolima, con miembros de las AUC. El oficial ya había sido investigado por sus
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presuntas ayudas al grupo armado ilegal, encontrado inocente por el Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Ibagué. El proceso que se abrió en su contra fue por lo sucedido el 30 de abril de 2003:
Cuando el Comandante de la Estación de Policía del municipio de Coello, Tolima, recibió información telefónica
sobre la presencia de dos volquetas en el barrio “El Puente” en las que se movilizaban hombres armados. Al
desplazarse a dicho sitio verificó que en esos automotores se transportaba personal con prendas y armas de uso
privativo de las fuerzas armadas; de uno de los vehículos se bajó un sujeto que se identificó como Sargento, quien
manifestó que se trataba de una tropa del Ejército Nacional y para corroborarlo se comunicó por radio con un
supuesto capitán, que le respondió que continuaran el camino que él ya había hablado con el personal policivo, sin
embargo el Comandante se comunicó con la Estación de Policía y el agente de guardia le informó que por allí no
se había acercado ninguna persona. Después que se retiraran las volquetas se aproximó a dicho lugar una
camioneta Chevrolet de color rojo, que venía en sentido contrario al que avanzaban las camionetas, en la que se
movilizaba el comandante Jaime Enrique Garnica Ruiz, de quien se afirma que se identificó como tal, y que
aseguró que en las citadas volquetas se transportaba una tropa del Ejército Nacional con destino a la “Vega de os
Padres”. El Comandante de Policía al hacer las respectivas averiguaciones ante sus jefes pudo constatar la calidad
de oficial de dicho sujeto mas no el tránsito de tropa regular por ese sector, motivo por el cual se sujetó al citado
oficial y se esperó el retorno de las volquetas, siendo privados de la libertad los conductores, Carlos Julio Nonato
Carrillo y Fernando Sarmiento, e inmovilizados los vehículos (Aprobado Acta No. 408, 2011).
Las AUC inician en 2003 un proceso de negociación con el Gobierno que duró hasta el 2006. Durante ese
período se desmovilizaron 30.000 miembros de las AUC y del Bloque Central Bolívar (BCB), las
Autodefensas Campesinas del Casanare (ACC) y las de Meta y Vichada (ACMV). El bloque
Cundinamarca se desmovilizó, en diciembre 9 de 2004. Según el sexto informe trimestral del Secretario
General al Consejo Permanente sobre la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia (MAPP/OEA),
a marzo de 2006, esa misión había registrado la desmovilización de cerca de 23.000 unidades vinculadas a
estas estructuras. El espacio cedido por los 147 hombres desmovilizados con “El Águila” en el
noroccidente de Cundinamarca en 2004, fue copado casi de inmediato por cerca de 300 combatientes que
permanecen activos bajo el mando de Carlos Hernán Hernández, alias “El Pájaro”, que se desmovilizaría
hasta 2006. Sin embargo, se estiman que bajo el amparo de este grupo siguen operando renovadas
estructuras.
El resultado del control tanto de la guerrilla como de los paramilitares, fue para la sociedad civil, la
violación de sus derechos y el desplazamiento. Estas acciones “se originan en el control del territorio para
minería, prospección petrolera, plantaciones agroindustriales de monocultivo de palma de aceite,
producción de agrocombustibles, ganadería extensiva y cultivos de uso ilícito” (PNUD, 2011, p. 65 ).
El resultado de esto no fue más que el declive de la economía rural. Cuenta William Salguero que en las
fincas había de todo, no solo café. “Eso se acabó. No quedan sino los viejos, por ahí. Los hijos se fueron,
70
unos pa' la guerrilla, otros pa' el Ejército, y otros pa' Bogotá. Entonces no quedaron sino los viejos. Ya no
tienen alientos. Además aquí no sacrifican sino cada ocho días. Matan tres o cuatro, no más, y a veces le
sobra carne. Tienen que fiarla para que no se queden con ella”, comenta William Salguero.
Lo que ha acabado muchísimo al pueblo ha sido la guerra, la violencia, y porque todavía había fincas con café,
productivas pero no la estaban produciendo, no hay nadie que le saque productos, la están dejando acabar. Es
como si la tierra se estuviera muriendo, y sabe a qué se debe también ahorita analizando que aquí hacia el lado de
Talipa hay petrolera, está desangrando la tierra, toda esta loma. De pronto también por eso se está muriendo, están
succionando la sangre, y se están enriqueciendo es ellos porque aquí no ayudan a nada. Le están quitando
minerales, y la tierra se va quedando infértil, se seca, y sacado el petróleo lo que hace es que queda hueco, y un
temblor o alguna vaina es inconsistencia, se lleva al pueblo, se empieza a quedar sin agua, yo creo que debe ser
por eso, pero aquí nadie hace un estudio de nada (V Arias, comunicación personal, Pulí, marzo 7, 2013).
***
La guerrilla ya se ha tomado prácticamente el departamento y quizá debido a ello la naturaleza se resiente pues el
19 de enero 1999, tembló en todo el país fuertemente causando inmensos daños y muertos. El segundo temblor
sobrevino el 8 de febrero y en Pulí se sintió con toda intensidad a pesar de lo cual allí no hubo víctimas como en el
resto del país donde se contabilizaron 34 muertos y numeroso daños y un tercero sin consecuencias se sintió
únicamente en Pulí y sectores circunvecinos (Castro Díaz, 2009, p. 373).
Entre Pulí y San Juan de Rioseco, se presentan niveles de sismicidad anómalamente altos, registrados por
la Red Sismológica Nacional de Colombia (RSNC). En esta área existe una concentración anómala de
sismicidad de largo 40 km y profundidad 22 km y se presentan con frecuencia entre 3 y 5 sismos
semanales, la cual no ha sido estudiada en detalle. Así lo sostiene un informe de Darío Llanos Dimas,
geólogo, red sismológica nacional de Colombia, Ingeominas.
El informe sugiere que la actividad sísmica está asociada al movimiento del Sistema de Falla de Cambras–
Cambao. Sin embargo, la presencia de sismos a profundidades mayores permite establecer la presencia de
fallamientos importantes debajo de los Sistemas Cambras–Cambao y Magdalena. Esto indica que el
subsuelo sobre el que se desarrolla la extracción del petróleo y gas por más de 20 años, se encuentra sobre
un sistema de falla geológica que hace del terreno un suelo inestable, sin saber hasta qué punto los
continuos sismos tengan relación con la actividad de la compañía minera, que para 2006 había cambiado,
nuevamente, su nombre por Interoil Colombia Exploration and Production.
La compañía operadora que en asociación con Ecopetrol y la Agencia Nacional de Hidrocarburos, se
dedica a llevar a cabo estudios geológicos, levantamientos geofísicos, exploración, perforación de pozos
(exploratorios y desarrollo), operación de producción, transporte, venta de petróleo y gas en los
departamentos de Cundinamarca y Tolima, surgió con el nombre de Dinasty Energy, posteriormente su
razón social cambió a American International Petroleum Corporation of Colombia, luego pasó a ser
71
Mercantile Colombia oil and gas, y a partir de septiembre de 2006 es conocida como Interoil Colombia
Exploration and Production. La compañía independiente internacional con sede en Oslo, sirve como
operador o socio activo en contratos para la exploración y explotación en Colombia, Perú, y Ghana.
La integración de Pulí al conjunto del país ha sido débil a pesar de su vinculación histórica a las
actividades extractivas minera y de maderas. Durante estos años, “la estructura de la tenencia de la tierra
se había concentrado más, el movimiento campesino estaba desarticulado y las políticas de corte
neoliberal entraban a reorientar el modelo de desarrollo con cambios significativos en la política agrícola”
(PNUD, 2011, p. 234).
Según el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011, “Colombia rural. Razones para la esperanza”,
Colombia es más rural de lo que se cree, pero cuenta hoy con más hectáreas en minería que en producción
de alimentos. El municipio de un campesinado que se había caracterizado por las actividades de
producción de café, con la crisis, gracias a la persistencia del conflicto armado y la presencia de cultivos
ilícitos, albergaba un sector endeudado y desesperado. La incertidumbre social, política y económica en la
región generó ambientes de inestabilidad que, sumado a las diferentes crisis del mercado, configuraron un
escenario desfavorable en el cual el pequeño campesino se ve obligado a cambiar sus decisiones de
producción.
Muchas tierras quedaron solas, ya sea por las amenazas o porque la vida se hizo inviable, los bajos precios
de los productos agrícolas, la falta de buena infraestructura vial, y la ausencia de políticas que
favorecieran al sector, ha obstaculizado el desarrollo del municipio, lo cual impide el progreso,
crecimiento y estabilidad de Pulí. La economía rural va en declive mientras que año tras año las ganancias
que reporta la minería van en aumento.
Interoil, compañía que operó hasta 2012, en el bloque Pulí B y C, tenía un área de explotación de 59.030
hectáreas para 2011, entre los dos pozos, uno ubicado en el municipio de Piedras, Tolima, y el otro en
Pulí. El área correspondiente en Pulí era de 13. 301 hectáreas para 20058, más de la mitad del área total del
municipio, 22.300. El total de barriles extraídos en 2011 fue de 28.314 (Operaciones Interoil, 2011). El crudo
es transportado por carrotanque hasta la Estación Vasconia – Punto de inicio del Oleoducto Colombia9.
En Pulí como en toda área de concesión para explotación del subsuelo, se han creado conflictos de uso del
mismo, debido a la superposición de terrenos con aptitud para la explotación agrícola y aquellos
destinados a la extracción de minerales. De esta manera, el auge del conflicto armado en la región fue la
sombra tras la que se ocultó la disputa por la apropiación de la tierra de los grandes inversionistas
8 Información consultada en el informe de la tablas históricas de contratos vigentes Ecopetrol, 2005. 9 información consultada en el Informe del Ministerio de Minas y Energía.- Dirección de Hidrocarburos. Listado de pozos campos y contratos vigentes en explotación, 2011.
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nacionales y extranjeros con pequeños, medianos y grandes propietarios, y poseedores de derechos de
propiedad rural. En esa disputa, el campesinado fue desplazado o vendió la tierra en medio de un
escenario de zozobra, presiones, amenazas y violencia. “La competencia por uso del suelo y subsuelo se
convirtió en una forma soterrada de presión y despojo de la tierra” (PNUD, 2011, p. 40).
Aunque en el registro de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, la concesión de extracción es entre
Ecopetrol y la Interoil, según un informe de gestión de la Pacific Rubiales Energy del 31 de diciembre de
2009, la compañía posee una partición del 50% en el pozo Pulí-7, localizado al norte de la cuenca del valle
del alto Magdalena, bajo un contrato de asociación (el contrato Pulí-B). Interoil Colombia Exploration and
Production, la sucursal en Colombia de Mercantile es el operador del pozo. El pozo tiene una producción
bruta de 200-220 boe/d con un potencial de aumento de 300 boe/d después de un reacomodamiento de
fracturación para estimular la producción. Esta compañía reportó la producción para finales de 2010, la
cual fue de 163.992 barriles de petróleo, 185.7 MMcf de gas y 454 barriles de agua. Estos datos son
sacados del Informe de evaluación de las reservas probadas y probables de Pacific Rubiales Energy Corp.,
en la creciente, guaduas, Rio Ceibas Abanico, Quifa norte, Moriche, Pulí, Guama y Bloques Buganviles
en Colombia para el final del año 2010, en el cual informa que el contrato Pulí-B expira en febrero del
2012. En la siguiente tabla10 se amplían los datos:
Son como siete pozos petroleros, y hay uno del que más sacan. Ni siquiera han pavimentado la vía por la
que suben los tanques, no ayudan a nada. Hay regalías de petróleo y hasta el año antepasado no quedaba
como se la gastaban entonces se la robaban. Muchos años de regalías que si se hubiera aprovechado bien esa 10 Tabla sacada del Informe de evaluación de las reservas probadas y probables de Pacific Rubiales Energy Corp., para el año 2010.
73
plata se hubiera sacado un pueblo, mejor dicho (V. Arias, comunicación personal, Pulí, marzo 7, 2013).
Según el Plan de Desarrollo 2004-2008 de la alcaldía de Jeremías Castro, en el municipio se presenta
explotación a menor escala de recebo en dos canteras, piedra, arena y gravas, sin ningún control, ni
mitigación ambiental, igualmente se presenta la explotación de petróleo en la vereda Talipa desde hace
aproximadamente 20 años, en la actualidad no existe ningún tipo de mitigación ambiental. Esta la
administración que más habla sobre la actividad minera del municipio. Ningún plan de desarrollo de las
alcaldías de este periodo dan un diagnóstico de cuánto petróleo y gas se explotan, y cuántas rentas esto
genera. Lo que sí ha sido registrado son las regalías que recibe, registradas desde 2004 por la Agencia
Nacional de Hidrocarburos. Sin embargo, el tema de las regalías incide desde todos sus ángulos en el
ambiente de negocios de las compañías: términos de contratación y montos, reparto, integración en los
planes de desarrollo de los departamentos y municipios, ejecución y control de inversiones, evaluación de
resultados. En toda esta cadena están presentes los problemas de transparencia, eficacia y corrupción. A
2011, el municipio ha recibido una cantidad alrededor de 3.446.056.724 de millones de pesos, de los que
la población asegura se ha visto muy poco. Esta cifra es el total de dinero recibido según las tablas
históricas de Regalías Giradas de la Agencia Nacional de Hidrocarburos desde el años 2004 hasta el 2011.
Uno puede explicar cada región no solo por su importancia a nivel nacional, sino también por su
importancia geoestratégica particular y diferenciada en el mapa nacional, que no necesariamente va
acompañada con la lógica macro (Vásquez T, 2004, pg., 36).
No más, Pulí exige cambio pero con juego limpio
La campaña para las elecciones de alcalde (2012-2016), se vieron fuertemente cuestionadas por diferentes
eventos de perturbación a normal curso de ellas. Terminaba el segundo período de la Alcaldesa Martha
Mora Otálora, quien había ejercido el cargo durante el periodo de 2001-2004 y 2008-2012, cuando el 26
de octubre de 2011, la Alcaldesa confirmó el intento de asonada en la localidad, generada por los
seguidores del candidato a la Alcaldía José William Herreño, quienes exigían garantías para los comicios
que se celebrarían el 28 de octubre de ese año.
Un numeroso grupo de personas se aglomeró frente a la alcaldía municipal exigiendo la renuncia de la
alcaldesa, a quien acusan de realizar maniobras para favorecer al otro candidato, Héctor Fabio Cedeño,
que se desempeñó como secretario de gobierno durante su mandato. “La compra de votos, con puestos y
contratos, con adjudicación y el mejoramiento de vivienda, con el regalo masivo de mercados y materiales
para la construcción; y el trasteo de votos, con la inscripción de más de 250 cedulas de otras partes del
país”, eran las acciones que denunciaba el pasquín Léame puliseño.
En ese entonces estábamos en el problema de los candidatos –campaña electoral 2012-2015-, como nosotros
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íbamos por William –actual alcalde- entonces a nosotros no nos atendían en el centro de salud. Si uno no era del
candidato que ellos querían no lo atendían a uno. Entonces yo mismo con mi sabiduría, curé a mi esposa, a punta
de plantas y con mareol (F. Ballesteros, comunicación personal, Pulí, marzo 28, 2013).
Por varias administraciones de este período hubo ausencia de veedurías ciudadanas, hecho que influye a la
falta de control ciudadano a las obras y proyectos ejecutados por parte de la Alcaldía. Por otro lado, hay
un bajo nivel de liderazgo y apatía de la sociedad civil para asociarse y representar sus demandas,
necesidades y expectativas a las autoridades públicas porque ha faltado iniciativa institucional para apoyar
y promover la conformación de organizaciones sociales, y por el recelo que existe a este tipo de
organización, consecuencia de la inclusión de actores armados al margen de la ley en la cotidianidad del
poblado.
Todavía existe el temor a reunirse porque fueron dos administraciones pasadas que no aparecieron las juntas. Por
qué pasan las cosas, porque no hay control, porque no estamos organizados, entonces cómo vamos a controlar,
cómo le vamos a decir al gobernador de turno si estamos desorganizado, ni saben que es una veeduría. Por eso es
que las regalías se las tumbaron (L. Peña, comunicación personal, Pulí, marzo 28, 2013).
El resultado de las elecciones de ese año fueron a favor del candidato por Cambio Radical, William
Herreño Lozano, un puliseño de nacimiento que durante 15 años había vivido fuera del pueblo, volviendo
a dirigir los destinos del poblado para el actual período de la administración local.
Las mayores problemáticas según la administración actual encabezada por William Herreño son:
• La administración heredó una serie de demandas, multas y sanciones de las anteriores
administraciones.
• Las leyes recientes le quitan cada vez más competencias y recursos a los municipios, tal y como
acaba de ocurrir con la recién aprobada ley de regalías. El pueblo
recibió recursos por un monto de $523.000.000 millones de pesos en 2012. De esta forma los
recursos disminuyen de manera significativa con respecto al año anterior, cuando recibió
$920.000.000 millones11.
• La ley, los organismos de control y las entidades defensoras de los grupos vulnerables en
particular la Defensoría del Pueblo, insisten en que se visibilice a las minorías en el Plan de
Desarrollo, sin que se giren los recursos respectivos y se de una articulación real entre la nación,
el departamento y el municipio.
• La Procuraduría General de la Nación amenaza con sancionar a los alcaldes y concejales que no 11 Según el Informe del Departamento Nacional de Planeación. Documento de Trabajo-Cifras preliminares para 2012. En la tabla que muestra la distribución para el departamento de Cundinamarca en 2012, teniendo en cuenta la municipalización del 10% del Fondo de Compensación Regional, según proyecto de Conciliación de la Ley de Regalías/12.
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solucionen los problemas de saneamiento básico en términos perentorios, lo que de suyo preocupa
y sorprende porque tales exigencias no vienen acompañadas de compromisos expresos o tácitos de
cofinanciación tal y como lo ordena la Constitución.
En el año 2005, según el Censo de Población, Pulí tenía 2.945 habitantes, de los cuales el 20% residía en
la cabecera, y el 80% en centros poblados y zona rural. De acuerdo con las cifras más recientes entregadas
por el DANE, en el año 2011 la población es de 2.965 personas, lo que corresponde al 0,11% de la
población total del Departamento de Cundinamarca, para este mismo año. La ficha municipal para la toma
de decisiones reporta que en 1993 el 41,70% de la población se encontraba en condiciones de pobreza,
cifra que se mantuvo igual en el 2005 y la población con mayores carencias se encuentra en el área urbana
con el 23,60%.
Según datos de la Acción Social, el conflicto en Pulí ha dejado aproximadamente a 213 personas
desplazadas, las cuales conforman 60 familias, que acreditan actualmente la calidad de personas
desplazadas ante las autoridades públicas. Sin embargo, tomando como fuente primaria la base de datos
suministrada por la gobernación de Cundinamarca y el Registro Único de Población Desplazada (RUPD),
se observan diferencias con las cifras de Acción Social, para la primeras, Pulí alcanza un acumulado de
867 personas desplazadas que conforman 218 hogares.
Las principales actividades económicas del municipio en el área rural son: Producción agropecuaria. En
segundo orden, la ganadería tradicional de pastoreo extensivo y semintensivo. El uso del suelo del
Municipio está dedicado principalmente en un 60% a la actividad agrícola, encontrándose diversidad de
cultivos transitorios (100 Has) y (2000 has) en cultivos permanentes. Sistemas productivos tales como:
Pastos, café, plátano, maíz, yuca, caña panelera, hortalizas, cítricos, banano, cacao y caucho. En cuanto a
la actividad ganadera, el municipio tiene bajo control de sanidad en las especies y la cultura misma; el
manejo de esta economía se desarrolla más como sustento diario que como producción económica.
Los problemas que dificultan el desarrollo productivo e innovador en el municipio según el Plan de
Desarrollo de la Alcaldía de Pulí (2012-2015) son:
• La producción agrícola se ha reducido en un 50% en la última década, porque ha faltado apoyo de las
autoridades competentes, incentivos a la producción y fluidez en el mercadeo, lo cual está incidiendo
en factores tales como el aumento de desempleo rural, baja productividad, reducción de áreas
cultivables etc.
• La población económicamente activa está migrando masivamente hacia los grandes centros urbanos,
porque no encuentran suficientes oportunidades laborales, académicas y económicas en el municipio.
Desde ha habido mejores comunicaciones, mejor sistema de educación entonces lo jóvenes estudian un poquito
76
y migran. Los quedamos en el campo ya no podemos trabajar tanto, entonces la producciones se merman. El
campo se está quedando solo porque ya no hay quien lo trabaje. Yo tengo 5 hijos, y abajo tengo una finquita
buena, donde se da todo lo que usted cultive, y ya casi no hay nada de cultivos porque como los hijos todos se
fueron, y ya que estoy viejo pues casi no puedo trabajar (P. Garzón, comunicación personal, Pulí, marzo 23,
2013).
• La producción cafetera se ha reducido en un 60% y falta un 55% de cultivos por ser renovados.
Comenta al respecto José Guzquinico, caficultor de 74 años: “cuando eso estas fincas todas eran
cafeteras, la que menos recogía, recogía diez cargas de café, y de ahí pa' arriba. 20, 30, 50. En el
chocho alcanzaron a recoger 150 cargas de café, hoy en día no recogen ni una arroba”.
En Pulí se está perdiendo la vocación agrícola cafetera y se está incrementando la pobreza rural en las
veredas antes productoras. Esto a consecuencia de la inestabilidad e inseguridad en los precios, dificultad
en la comercialización, disminución de la mano de obra, reaparición de broca y roya, la desnutrición de
los suelos, el intermitente servicio de asistencia técnica y el cambio climático.
Las 22 veredas tienden a desaparecer porque no hay casi niños en las escuelas, mucha gente se ha ido, se van, y la
población se ha reducido. Son 2900 habitantes, de los cuales, yo no creo que haya todo eso. Digamos que aquí en
este municipio antes la fuente de comercio era el café pero una racha de diez años atrás que se acabó, ahorita están
empezando otra vez a recoger, entonces con eso la gente no tiene acceso a un ingreso económico por eso han
decidido más bien como irse. Y aquí la persona que vive acá –casco urbano- sino tiene un puesto en la alcaldía, el
colegio o el centro de salud, o algo así, no tiene muchos medios para sobrevivir (V. Arias, comunicación personal,
marzo 7, 2013).
El pueblo no cuenta con un centro administrativo unificado pues en lo judicial pertenece a Facatativá, en
lo Notarial a La Mesa, en Obras Públicas a Girardot y en Educación a Guaduas, en lo religioso a Girardot,
y para asuntos tales como en Salud y notarías, pertenece a San Juan de Rioseco, pues el Hospital al que se
acude está ubicado en este pueblo. Pulí cuenta con un Juzgado Promiscuo Municipal, no tiene juez de paz,
ni ninguna figura parecida. Adicionalmente cuenta con Registro Civil dentro de la cabecera municipal.
Los servicios públicos del municipio son prestados por ServiPulí, una empresa mixta, cuyo socio
mayoritario es el gobierno local. En lo que se refiere a los servicios de agua potable y saneamiento básico.
La prestación de servicios públicos es deficiente y de calidad regular. La cobertura del acueducto es muy
baja con respecto a la media nacional, el 70% de las veredas y centros poblados tienen una baja cobertura,
porque no ha habido recursos suficientes, ni voluntad política para ampliarla, lo que está dejando a
grandes sectores de la población sin suministro de agua segura para el consumo.
Adicionalmente, no se ha tenido en cuenta que “la asignación indiscriminada de licencias de exploración y
explotación a privados, puede tener un efecto perverso sobre los ecosistemas estratégicos y las áreas de
77
protección ambiental” (PNUD, 2011, pp. 96-97). Nacimientos de agua como el ubicado en el bosque del
Tabor, única fuente de agua que anteriormente se habían dado permisos para explotación de areneras, talas
de bosques, siembras de pan-coger, etc., está expuestos a un grave riesgo debido a la explotación
indiscriminada de los recursos del subsuelo.
Este es el panorama actual del municipio. Circunstancias que son el resultado de largos periodos vividos
en medio de la desatención estatal, de necesidades básicas no satisfechas y aislamiento de los centros
urbanos. Pero sobretodo, de un conflicto interno, bajo el cual se dio un proceso de restructuración tanto de
los entes de poder como de la organización social y económica.
A partir del año 2005, el Plan Colombia se intensifica en Cundinamarca, obligando a las Farc a replegarse
a otros departamentos. Posteriormente los reductos paramilitares que operaban en jurisdicción del
municipio entran en un proceso de desmovilización a partir del año 2006. Pese a la fuerte presencia
establecida por las Farc y las Autodefensas, la realidad actual de estos grupos en el departamento y en el
pueblo, es otra. El Frente 42 fue desarticulado y el Frente Celestino Mantilla se desmovilizó.
El Municipio cuenta con el apoyo constante de las fuerzas militares de la policía y del Ejército con la
presencia del batallón Miguel Antonio Caro, en la parte rural y urbana. Entre ocho y diez oficiales del
Ejército suelen visitar el casco urbano cada dos días, dan una ronda alrededor del mismo y luego se van.
Varios de ellos hacían guardia continua por las dos vías de acceso al municipio. El helicóptero se escucha
sobrevolar con la misma frecuencia de las visitas de los oficiales a la cabecera municipal.
La justicia está en cabeza del alcalde a través de las inspecciones de policía. Existen tres inspecciones de
policía una en la cabecera municipal con jurisdicción en las veredas aledañas, otra en la inspección de
Palestina con jurisdicción en sus veredas aledañas, y por último, Valparaíso con jurisdicción en sus
veredas cercanas. Estas inspecciones se ven un poco débiles y sub utilizadas debido a los problemas del
conflicto armado ya que su ejercicio ha sido muy limitado, al igual que su radio de acción.
El municipio cuenta con la presencia permanente del Ejercito Nacional, en las vías de acceso, en el sector
rural y urbano; y con una moderna estación de policía, con 10 efectivos. Estación que es tan grande que
algunos pobladores suelen decir que se trata de una estación con pueblo: ¿Qué cuidan?
2.3 El espectáculo de la guerra
“La carretera servirá a Pulí para prosperar y salir adelante o sino para que por ella emigre la gente hacia otros pueblos”
Los Municipios Olvidados
(1958-1960)
78
La reforma agraria nunca llegó, la carretera no trajo el progreso, más bien, por ella se fueron los
campesinos, pues lo único que llegó y nunca se fue, fue la violencia, pero no solo la de la sangre, sino la
estructural. El poblado pasó de ser: el municipio que en 1959, una campaña del periódico El Espectador
había nombrado olvidado, a ser un municipio desconocido que de vez en cuando producía una que otra
noticia para la paginas de los periódicos.
Los pocos que viven en el casco urbano, cerca de 600, dicen que de Pulí ya todos se olvidaron y que solamente se
escucha hablar de él cuando hay una toma guerrillera. De Pulí no hay mucha historia […] Hoy, a 356 días de pasar
a un nuevo siglo, el municipio no tiene vías pavimentadas, el servicio de agua y luz es deficiente, y la gasolina hay
que comprarla por galones a un precio más elevado que el normal (Periódico El Tiempo, 1999).
Ese mismo año en el que el periódico El Tiempo, publica este artículo, el crudo invierno hizo que la única
vía de acceso al pueblo quedara como 50 años atrás, completamente inservible, la misma que había
conocido Marco Tulio. El diario en su publicación nunca se detuvo a explicar por qué no había fuerza
pública, quién había hecho la toma dos años antes, ni a explicar la poca presencia del Estado y la
circunstancia del conflicto armado en el que estaba inmerso Pulí. La prensa por segunda vez insistía en
llamarlo olvidado, lo diferente de esta vez, es que eran los mismos protagonistas quienes habían asumido
su “condición” de olvidados.
Con ese olvido, de 50 años atrás y de ahora, el pueblo se iba quedando sin historia, tenía solo una, una
fragmentada por recortes de prensa que cuentan sucesos desvinculados unos de otros, sin explicar el
porqué; historia ignorada en las versiones oficiales y en las concesiones estatales. Durante este período,
Pulí apareció en contadas noticias nacionales, en las que sólo se hablaba de sucesos de beligerancia.
A partir de 1960, hubo un cambio en la lógica informativa de la prensa gracias a la entrada de la televisión
como nuevo formato de trasmisión de noticias. En estos 50 años, se vivió el auge y caída de la prensa
como el medio más importante de comunicación. La televisión por su centralidad se ha convertido en el
centro de la industria cultural: su poder está en construir el relato de país que la audiencia asume es el real.
Así como, ser productor de una inflación y superabundancia de imágenes que impactan y que generan
audiencia, de imágenes para ver mas no para pensar (Rincón, García, & Zuluaga, 2008).
Bajo esta nueva perspectiva las noticias del conflicto se volcaron sobre los acontecimientos de barbarie
profunda, mas no en las estructuras que lo producían. La muerte masiva se convirtió en la más “cultural”
de las realidades. “La nación colombiana tiene dos imágenes fuertes en su representación mediática: su
obsesión por contarse violenta y su paranoia por producir “buena imagen”. ¿Por qué se sigue insistiendo
en contar la violencia y lo sórdido como temática única de la nación colombiana?” (Rincón, García, &
Zuluaga, 2008).
79
Quizás sea porque la violencia directa, las tomas, los heridos, los campamentos allanados, los muertos que
dejaban guerrilleros y paramilitares, y los capturados, al final no termina de decir nada. “La expresión
violencia, mete en el mismo saco las violencias pasadas y presentes, las violencias políticas y sociales,
esconde y uniformiza los actores, las estrategias y sus móviles” (Fescol-Iepri, 1997, p. 10).
El conflicto armado rural que se profundizó durante estos 15 años, había creado ambientes persistentes y
sistemáticos de inestabilidad social, política y económica para los habitantes del municipio, a través de
mecanismos tales como: la intimidación, el deterioro de los mercados locales, el desplazamiento forzado,
apropiación de activos y la destrucción de infraestructura, entre otros, se fue organizando una disputa en
función de un conflicto armado cuya lógica es la política, militar y económica, cuyo fin es el territorio, su
población y sus recursos.
¿Todo eso es producto de qué? Algunos de los estudiosos de la violencia dicen que los actores armados
han pasado a ser cada vez más agentes económicos que agentes políticos, agentes de control de la
población.
Fue así como la población civil en medio de la confrontación evidenció un gran retroceso en sus
condiciones de vida. El despojo de tierras, el asesinato y el desplazamiento forzado surgió como producto
de la violencia paramilitar, el recrudecimiento de la guerra contra guerrillas, y el auge del narcotráfico.
Tras ellos lo que lo justificaba, según Noam Chomsky, lingüista, filósofo y activista estadounidense, “una
vez esos campesinos son desterrados, las compañías mineras entran, hacen su trabajo, las petroleras hacen
sus excavaciones libremente”.
Esta situación evidentemente quedó fuera del ámbito de la información. Los servicios, la infraestructura,
la presencia estatal, la presencia institucional, el capital social, el capital político están en el centro del
departamento. Alrededor de la capital departamental, todas las demás regiones son baldíos; tienen déficit
de capital social, déficit de capital político, poca presencia institucional, poco desarrollo de infraestructura,
grandes problemas de colonización y de marginalidad. (Vásquez T, 2004, pg., 36). De alguna manera, esa
idea frente a lo rural, lo hace descartables para la producción de noticias, pues no son más que una
periferia pobre, que de vez en cuando se gana un espacio por el hecho violento. La violencia directa ha sido el eje primordial de la vida colectiva, centro neurálgico de la acción estatal y
corazón de la representación política, durante mucho tiempo. Otro tipo de eventos no están dentro de las
variables capaces de producir noticias. Esta tendencia se perpetuó con la intensificación del conflicto
armado en el campo y la aparición de nuevos actores. Existen probablemente varios canales que hicieron
que la violencia fuera el foco de total atención.
Para la presidencia de Andrés Pastrana, la información que había sobre el conflicto se centraba en lo que
80
con respecto al proceso de paz con las Farc, entre 1999 y 2002, la zona de distención en San Vicente del
Cagúan se convirtió en un circo mediático, donde la información que se daba influyó de manera
determinante en el proceso.
El cubrimiento del proceso de paz de Pastrana se vio afectado por la falta de construcción de confianza
entre las partes, y en su percepción ciudadana, que los medios ayudaron a perpetuar, “los hechos
noticiosos derivados del conflicto bélico (tomas guerrilleras de pueblos, estallidos de cilindros-bombas
contra alcaldías y estaciones de policía de municipios, enfrentamientos militares), altamente “noticiables”
en virtud de su carácter espectacular y dramático, terminaron a menudo haciendo mucho ruido y opacando
la visibilidad de algunos avances y logros en la mesa de negociación, muchos de ellos poco espectaculares
en razón de la confidencialidad y discreción propia de este tipo de conversaciones” (López de la Roche,
2005, p. 8).
Por ese entonces, se reporta la mayor cantidad de noticias de Pulí, en lo que respecta a los allanamientos
de campamentos de las Farc y en la toma guerrillera perpetuada en 2002, así como la intensión de visita de
un equipo periodístico del canal RCN al municipio, el sábado 6 de abril, un día después de la toma.
Equipo encabezado por Adriana Aristizábal, que fue retenido por la guerrilla de las Farc, por horas. El
equipo periodístico fue al lugar a cubrir una toma guerrillera que se venía adelantando desde la noche
anterior.
Con esta noticia y con el final de la negociaciones de paz con las Farc, los medios viven una
profundización de esta campaña de desprestigio contra la guerrilla y su accionar. Durante el gobierno de
Álvaro Uribe, el cubrimiento periodístico del conflicto tuvo presiones por redefinir el conflicto en
Colombia, como guerra contra el terrorismo, y descreditó a todo aquel que tuviera un acercamiento a los
grupos guerrilleros, y a las cifras que desvirtuaran a las fuerzas militares.
Cuando se analizan los contenidos de la información sobre el conflicto en los periódicos colombianos, se
encuentra que el centro de ella es la dimensión bélico-militar y en particular, las operaciones militares que llegan a
conformar el 42% del conjunto general de las noticias analizadas. Es evidente que la política de seguridad
democrática del gobierno del Presidente Álvaro Uribe, posee un enfoque de la información y una particular
percepción sobre el papel que deberían asumir los medios de comunicación (Rey G, 2004, p. 60-66).
El mayor porcentaje de puntos de vista similares, se encontró en las noticias referidas a lo bélico-militar.
Todos estos datos confirman la oficialización de la temática militar dentro de la información del conflicto
en los periódicos colombianos. Así fue a grandes rasgos la información de la prensa sobre el conflicto en
esta época. De las grandes hazañas del Ejercito Colombiana, a la palabras en contra del presidente a
cualquier tipo de oposición a la política del Estado, a noticias de masacres desproporcionadas que
81
reafirmaban porqué era necesario la mano dura, pues las más “famosas” fueron de los años anteriores a la
Seguridad Democrática (Segovia, La Rochela, Trujillo, Mapiripán, el Salado, San José de Apartado,
Bojayá, Tierraalta). Del paramilitarismo, el proceso de paz con ellos, y de los desmanes que hacía el
Ejercito en las regiones fueron muy poco las noticias durante este periodo.
Durante estos 8 años, no hubo noticia registrada de Pulí. La última noticia sobre el pueblo fue registrada el
28 Julio de 2012 en El Espectador, no se trata de un tema que haya ocurrido recientemente, sino de la
alineación del perdón y la reconciliación dentro del contexto de los diálogos de paz de presidente Juan
Manuel Santos. Llama la atención que en este artículo, la historia escogida es la de una víctima que
concede el perdón, a miembros de las Farc, responsables del asesinato de su esposo; es llamativo
precisamente porque el diario no se equivoca en escoger un relato de conciliación entre víctimas y
guerrilleros de las Farc, en medio de los diálogos que se adelantan con este grupo. Así como lo hizo la
prensa con los relatos de conciliación con las autodefensas, historias usuales de la prensa durante las
desmovilizaciones.
La evidente subestimación de Pulí como territorio estratégico de disputa de actores al margen de la ley, de
empresas privadas internacionales, y del mismo Estado, lo dejó fuera del relato de país. Ya sea por
subestimación o más bien por negación, Pulí apareció en contadas noticias nacionales, en las que solo se
hablaba de tomas guerrilleras, de allanamientos del Ejercito en la región, de la ausencia de votos para la
elecciones presidenciales de 2002, y en 2012, de la historia de una víctima del conflicto, que decidió
perdonar a los guerrilleros de las Farc que la dejaron viuda.
Estos hechos desligados los unos de los otros ha traído consigo la falta de reflexión, promoviendo la
aparición y proliferación de pensadores rápidos con ideas cortas y desechables. Renato Ortiz, concluye
que la memoria nacional es una construcción cultural e ideológica, una selección, un ordenamiento de
determinados recuerdos; memoria que no es homogénea sino un terreno de disputas. La nación es una
sociedad que se imagina siendo una comunidad; comunidad de ciudadanos que comparten la misma
consciencia. Esta sociedad se imagina a sí misma como una nación violenta, una violencia directa sin
aparente explicación. Para los colombianos, la violencia no es una ética, ni una realidad, sino una estética,
una narrativa, una forma de contarse (Rincón, García, & Zuluaga, 2008).
Pulí no es representante pleno de esa violencia de la sangre, es más bien testigo de esa otra violencia, la
estructural, habitada por el olvido social como disposición de la propia estructura política y económica. Es
el territorio que le ha dado albergue a muchos tipos de violencia, a nuevos y renovados actores, es la tierra
donde pervive la memoria que sabe que mientras persistan las condiciones propicias –como lo es el
rentable negocio ilegal del tráfico de drogas, la no presencia del Estado y la llegada de grandes
conglomerados económicos para la explotación de las regiones– habrá el espacio para el mantenimiento
82
de “ejércitos privados”, que garanticen un flujo continuado y suficiente de ingresos. El terruño que
entiende que es probable que el uso de la violencia directa continúe reproduciéndose en este lugar
controlado apenas de manera parcial por el Estado colombiano.
Mi deseo era presentar, como culminación de estos cincuenta años de historia, algún hecho trascendental como
hubiera sido el de lograr la paz, pero como ésta tiene tantos enemigos, si bien no le faltan amigos, continuaremos
en tablas (Castro Díaz, Historia de Puli II Parte, 2009, p. 463).
83
“Pulí es un nombre desconocido para muchos, de algunos olvidados, por otros quizás odiado, a pesar de lo cual suscita en unos pocos, recuerdos imperecederos”
José Joaquín Castro
Pulí, 1996.
84
CAPÍTULO III
Lo que quedó de un tiempo atrás
“Si te olvido es porque me acuerdo de ti demasiado bien”
Ivan Malinowski
Por allá en 1958, el presidente electo, Alberto Lleras Camargo, mandó a decir a los puliseños enviados a la
capital, por medio de Abelardo Forero Benavides, que se dedicaran a estudiar cuál sitio era más viable
para trasladar el pueblo. La única solución que él valoraría como probable para suplir su necesidad de
construir un acueducto en el municipio. “No le importó la identidad, las casas, el comercio, los cultivos, ni
toda la historia que se terminaría si se acogía su propuesta” (Castro Díaz, 2009, pp. 71-72).
Reubicados, desplazados o despojados. ¿Cuál podía ser la diferencia para aquellos que habían vivido
siempre creyendo que su olvido correspondía al poco valor económico, político y social que ha tenido el
municipio para la nación? Desde que la violencia política de mediados de los años 40 comenzó en Pulí, el
éxodo de campesinos no se ha detenido. Al salir huyendo, dejan sus ranchos vacíos, y con ello, la
posibilidad de un proceso de reestructuración del territorio y de la explotación de los recursos del mismo.
La propuesta de Alberto Lleras Camargo mostraba todo lo contrario a lo que parecía, era más bien fruto de
lo importante de Pulí, de la tierra, los cultivos, y sobretodo el control de lo que se constituía ya para esos
años como uno de los corredores más importantes entre regiones estratégicas, por su potencial económico
y militar. Sin habitantes que apoyaran y propagaran el comunismo en esta región con tantos recursos, todo
sería más fácil. Los puliseños fueron conocidos como un grupo que apoyaba el fenómeno comunista, al
que tanto temía el gobierno de Lleras Camargo, quien fue el principal apoyo de los Estados Unidos en
Latinoamérica, con su Alianza para el Progreso.
De haber aceptado el ofrecimiento lo único que hubiera terminado era toda su historia. Sin embargo, aún
sin aceptarla, su historia o más bien su memoria se desvinculó de la historia nacional. Un año después de
haber escuchado la opción del nuevo gobierno de consolidación nacional, a Pulí llegó un joven periodista
del diario El Espectador, Marco Tulio Rodríguez, y con él toda la comitiva de la campaña de los
“Municipios Olvidados”. La campaña que traía promesas de progreso y de modernidad, se proponía crear
una consciencia en el país sobre los lugares hasta entonces desconocidos.
La prensa de la época planteaba la necesidad de crear una nueva mentalidad, que mirara hacia adelante y
dejara atrás el pasado de violencia partidista, por medio de artículos que revelaran el problema de atraso
en la periferia para de esta forma ligar este problema con la solución, que se suponía eran las políticas
estatales del FN. De esta manera creó un ambiente propicio para las políticas de la Alianza para el
85
Progreso y la Reforma Agraria de 1961 de Lleras Camargo.
La prensa había llegado a Pulí por sorteo. Llegaba al paso que comunicaba a Cundinamarca con el Norte
del Tolima, región reconocida por la expansión de grupos de guerrillas liberales, donde figuraban
personajes de la talla de Agustín Bonilla, Dequirte, Sangrenegra y Pedro Brincos. Llegaba para reportar la
pobreza y la violencia de un municipio donde el Estado no hacia presencia, y sobretodo, llegaba para dar
la idea de que el gobierno pronto brindaría bienestar social y mejoramiento de las condiciones de vida a
habitantes de pueblos como Pulí, con el fin de evitar terribles trastornos en las masas populares, evitando
de esta forma que se forjara un apoyo nacional al Partido Comunista, y a la idea del uso de las armas como
forma de reivindicación social y política.
La aparición de Pulí en la campaña de El Espectador, mostraba como “la geopolítica estaba íntimamente
ligada al tema del periodismo” (Castellanos N, 2006, pg., 106). El pueblo no solo tenía influencia del
Partido Comunista, sino que, era un punto de importancia estratégica, y de hecho no tan desconocido para
los entes de poder nacional y sus propuestas. Un pueblo cafetero en donde la violencia directa era la
máscara tras la que se ocultaban unos intereses económicos sobre esas tierras. La campaña llegaba para el
país con voluntad salvadora, para Pulí con vocación divina, pues por ella eran nombrados como olvidados.
En el olvido se justificaba todo lo que les había ocurrido y lo que les ocurriría.
No eran pocos los intereses que había sobre esta región. El municipio estaba en el radar como un territorio
rico en recursos de diferentes índoles: alta producción de café, fuentes hídricas, posición geopolítica
especial, petróleo y gas, sin explotar. En un olvido sin presencia del Estado, la permanencia de actores
tales como los bandoleros y las chusmas era la simple consecuencia del abandono. Para los habitantes del
olvido, éstos no estaban asociados con los procesos de reordenamiento territorial que ellos posibilitaron
mediante el uso de la violencia directa. Y mucho menos con la llegada de las compañías internacionales.
“En el olvido prospera la barbarie”, titulaba así Marco Tulio Rodríguez, el artículo de la campaña
dedicado a Pulí. En la relación vinculante que se estableció en la anterior frase, dejaba por fuera cualquier
otra razón más que el olvido, para entender porque en 1959 era Pulí un territorio de disputa, porque lo
sería en los 90, y porque lo es hoy. La barbarie o más bien, el uso de la violencia directa se desligó de
cualquier disposición estatal, era simple consecuencia de un grupo de personas que se aprovechan de la
ausencia “involuntaria” del Estado para hacerse de la suyas.
Ojalá que al convertirse en realidad la esperanza de los puliseños, al llegar la carretera, efectivamente Pulí entre
por el camino del progreso a recuperar el tiempo perdido en el estancamiento, desde su fundación por el padre
Patricio Dávila en el año 1800. (Rodríguez, Los Municipios Olvidados , p. 229).
Efectivamente tras muchos esfuerzos llegó la carretera, y por ella los puliseños salieron, se fueron a buscar
86
el progreso que no parecía asomarse por esos lares aunque hubiera carretera, pues la barbarie seguía
prosperando en el olvido.
Uno de los exalcaldes del lugar, comentaba que una vez le había pasado algo muy simpático, decía: “me
llamó un comandante de policía y me dijo, yo le recomiendo que no más vías. Entonces le dije, ¿por qué
comandante? Dijo, porque vía que abren ustedes, es un nuevo corredor para la guerrilla. Y tenía razón.”.
50 años han pasado desde que se publicó el libro de los “Municipios Olvidados”. En ese transcurso de
tiempo es posible ver que Pulí pasó de ser un pueblo prominentemente cafetero, a ser un pueblo minero y
petrolero. El cambio en el bien económico que ahora abanderaba el interés sobre el todavía llamado
municipio olvidado, ya no por la prensa, sino por sus mismos habitantes, reconfiguraba las dinámicas
políticas, sociales y económicas de este nuevo período. Sin embargo, seguía una misma lógica: de nuevo
Pulí era centro de disputas territoriales, ya no por bandoleros, ahora eran los guerrilleros de las Farc y los
paramilitares de la AUC. El Estado seguía sin hacer presencia, la policía como en 1952 se había retirado
del poblado, solo que esta vez se prolongaría por mucho más tiempo. De nuevo Pulí era el pueblo
olvidado donde la barbarie prosperaba, una barbarie que en el discurso, no sabía de razones económicas,
ni políticas, ni mucho menos de una disposición institucional.
Como pasó en los años 50 y 60, el auge del conflicto armado en la región fue la sombra tras la que se
ocultó la disputa por la apropiación de la tierra de los grandes inversionistas nacionales y extranjeros con
pequeños, medianos y grandes propietarios. En esa disputa, el campesinado fue desplazado. Muchas
tierras quedaron solas, ya sea por las amenazas o porque la vida se hizo inviable, los bajos precios de los
productos agrícolas, la falta de buena infraestructura vial, y la ausencia de políticas que favorecieran al
sector, dieron lugar a que la economía rural fuera en declive mientras que las ganancias que reportaba la
minería fueran en aumento.
Durante estos años, el conflicto presente en Pulí se mantuvo en un relativo silencio, un silencio que fue
acumulando razones suficientes para que de él se expresara un sonido fuerte, el de la guerra, que terminó
por estallar cuando en 1997, el frente 42 de las Farc se tomó el pueblo. Durante cinco años, este grupo
impuso su ley y control en toda la región. El olvido tenía un beneficio comprensible, pues todo era posible
en la tierra donde no había presencia del Estado que protegiera a la población civil. Sin embargo, esto no
debe ser tomado simplemente como la asimilación de la memoria a reconocimiento, olvido a
desconocimiento. Las implicaciones entre olvido y memoria son mucho más complejas de lo que parece.
El olvido es una fuerza activa, una acción con profundas implicaciones políticas, económicas y culturales.
El olvido no solo permitía el posicionamiento de las Farc en el lugar, sino que, había permitido años antes
la matanzas en contra de los partidarios de la UP en el poblado, el establecimiento en los noventa de una
87
compañía minera que cambió tres veces de nombre durante el período que permaneció ahí, la
profundización de alianzas entre gobiernos locales y grupos al margen de la ley, y donde la población civil
se vio incluida como forzados colaboradores, de unos y de otros. El olvido era más bien el poder por
medio del cual se posibilita el control sobre el territorio -espacio estratégico de orden político, económico
y social- sin ninguna pala en la rueda, como lo hubiera sido la fuerte presencia de un Estado protector,
cumplidor de los derechos y la defensa de sus ciudadanos.
Pasaron 40 años para que nuevamente un diario visitara el lugar, esta vez fue el turno del periódico El
Tiempo. Una vez más se insistía en llamarlo olvidado, lo diferente ahora, era que los mismos protagonistas
eran quienes habían asumido su “condición” de olvidados. El diario en su publicación nunca se detuvo a
explicar lo que había llevado a que Pulí se encontrara sin fuerza pública, pues la toma fue solo uno de los
muchos acontecimientos que llevaron a eso, no se detuvo a explicar la poca presencia del Estado, ni la
circunstancia del conflicto armado en el que estaba inmerso el municipio. “Los pocos que viven en el
casco urbano, cerca de 600, dicen que de Pulí ya todos se olvidaron y que solamente se escucha hablar de
él cuando hay una toma guerrillera. De Pulí no hay mucha historia” (El Tiempo, 1999).
Con ese olvido, de 50 años atrás y de ahora, el pueblo se iba quedando sin historia, tenía solo una, una
fragmentada por recortes de prensa que cuentan sucesos desvinculados unos de otros, sin explicar el por
qué; historia ignorada en las versiones oficiales y en las concesiones estatales. Durante este período, Pulí
apareció en contadas noticias nacionales, en las que sólo se hablaba de sucesos de beligerancia.
Ya para estos años la violencia directa se había tornado el eje primordial de la vida colectiva, centro
neurálgico de la acción estatal y corazón de la representación mediática y política. Otros eventos distintos
de ella no estaban dentro de las variables capaces de producir noticias. Esta tendencia se perpetuó con la
intensificación del conflicto armado y la aparición de nuevos actores. La violencia directa se volvió el
foco de total atención, por ello la toma guerrillera efectuada en Pulí en 1997, recibió su lugar en los
medios y así todos los pocos sucesos que la prensa catalogó como importantes para construir “esa
necesidad de la nación colombiana por contarse violenta. Para los colombianos, la violencia no es una
ética, ni una realidad, sino una estética, una narrativa, una forma de contarse” (Rincón, García, &
Zuluaga, 2008).
El olvido acaba siendo institucionalizado
La evidente subestimación de Pulí como territorio estratégico de disputa de actores al margen de la ley, de
empresas privadas internacionales, y del mismo Estado, lo dejó fuera del relato de país. Pero esa
88
subestimación solo se hizo posible a partir del olvido institucionalizado, del olvido social12.
El pasado de Pulí que fue reubicado en la gaveta del olvido solo dejó un vestigio fantasmal en un país sin
espacios relevantes para lo sucedido en este pueblo. Pulí no era un lugar donde no pasaba nada, o donde
no hubiera nada que reportar, por el contrario, muchas cosas habían estado sucediendo. Sin embargo,
muchos de estos hechos pasaron como irrelevantes, pues eran ejemplo de la débil institución estatal y de
las complejas relaciones que se entrelazan en medio del conflicto armado, mas no tenían una vinculación
escandalosa con la sangre o con grandes cantidades de muertos. En cambio los hechos que sí la tuvieron
fueron los únicos en ser reportados. De esa manera, la narrativa aquí desempeñó un papel fundamental, y
con ello determina lo que se dice del pasado y, por supuesto, lo que se oculta. Las palabras que adquieren
su significado sólo dentro del diálogo, son el resultado de un acción conjunta (Mendoza, 2007, pp. 137-
139).
El paralelo histórico entre dos períodos de la historia de Pulí, en los que la prensa de una u otra manera,
llamó al municipio como olvidado, nos deja ver que el olvido no fue por tanto una acción involuntaria de
dejar de lado esos recuerdos poco significativos para explicar el presente de la nación. De hecho, la
constante en la similitud de los motivos económicos que llevaron a Pulí a configurarse como un territorio
en disputa: la inclusión de actores al margen de la ley, el desplazamiento de campesinos, el uso de esas
tierras para proyectos macroeconómicos, el declive del mercado local, la falta de garantías y control a los
gobiernos del municipio, la no satisfacción de las necesidades básicas, la pobreza y la desigualdad; hacen
del olvido una acción conjunta que permite el control sobre el territorio y sobre su población. Mediante él
se instituyen unas prácticas políticas, económicas, sociales y culturales, en las que convergen un complejo
tejido de intereses que involucran muy diversos actores, unos que viven a expensas, otros que toleran
sufridamente, esta forma de política y de economía del olvido.
“Edelmira Suárez: Cuando uno dicen en Bogotá que uno va pa´ Pulí, dicen ¿Dónde queda eso? Vanessa Arias: Casi en el mapa ni aparece, es un puntico ahí” Conversación entre abuela y nieta, en su finca en la vereda de Pulisito. Pulí, 2013. Para LeGoff, la memoria colectiva no sólo es una conquista, es un instrumento y una mina de poder. Con
él se justifica “la lucha por despojar a los campesinos de la tierra y dejar los recursos a favor de grandes
propietarios, que a la vez controlan la máquina de compraventa electoral y las burocracias regionales, que
devoran el dinero de la comunidad y la mantienen en el atraso (Reyes, 2008, p. 27), sin que el conjunto de
la sociedad que soporta este tipo de lucha se dé cuenta de lo que se disputa. Para ellos como ya en 1999,
12 Desde el punto de vista psicosocial, el olvido social se concibe como la imposibilidad de evocar o expresar acontecimientos significativos que en algún momento ocuparon un sitio en la vida del grupo, colectividad o sociedad, cuya comunicación se ve obstruida o prohibida por entidades supragrupales, como el poder.
89
cuando El Tiempo va, su pueblo es un pueblo olvidado del que solo el país es consciente cuando hay
tomas guerrilleras. Al ser nombrado por sus propios habitantes como olvidado, se asume por supuesto que
han sido abandonados, un abandono que no puede ser más que entendido como la ausencia de riquezas, de
importancia, la lejanía y la soledad de esos parajes perdidos en la complicada geografía nacional. A esta
altura de la memoria colectiva, el olvido ya ejerció el mayor de sus poderes, el control sobre la población,
unos ciudadanos que si quieren progresar tienen que salir de Pulí, pues por ser olvidados allí nunca va a
llegar como si esto se tratara de un mandato divino.
La sociedad colombiana ha sido por tradición -impuesta- una sociedad olvidadiza: no se sabe si es por falta de
perspectiva histórica, de coraje, o por la incapacidad para asumir la verdad. El olvido ha sido el mecanismo de
defensa para negar una historia de explotación y atropellos […] Con el olvido, el país se quedó sin historia o con
una cortada a machetazos. Pero el pueblo no ha podido olvidar lo ocurrido, ya que el tiempo de la muerte no ha
dejado avanzar el tiempo de la vida. El espectro de la muerte multiplicado le ha recuperado la memoria”
(Escobar).
La desmemoria hizo parte de la filosofía del Frente Nacional para relegar al silencio el sombrío pasado.
Con ello llegaron las campañas de reconciliación, de miras hacia el futuro. Y con ellas Pulí iba a ser
reparado, pues la modernización había llegado. Ese silencio forzado que durante años subsistió, no puso
fin a la violencia; apenas logró desenfocarla de la atención nacional. En Pulí, la violencia seguía viva en
forma latente, lista a expresarse por cualquier motivo, como las brasas que al revolverse llegan a
encenderse. Fue así como se encendió otra vez, y de nuevo el país llegó tarde a enterarse, recién entrado el
año 97, cuando la toma guerrillera era solo la cereza en el pastel.
Durante la época de La Violencia, “la prensa fue esencialmente un medio político, por sus orígenes,
estructura informativa, propiedad y propósitos. Los periódicos eran uno de los centros alrededor de los
cuales se construía los consensos políticos, se acentuaban las afinidades y se criticaba –muchas veces de
manera apasionada e irracional– las visiones contrarias” (Rey, 2004) . Ya luego con el gobierno de
consolidación pasaron a ser lugares de visibilidad y legitimidad política, instrumentos para acceder al
poder, portavoces de los planes de gobierno, e incluso para acallar las responsabilidades de los partidos
tradicionales con la violencia política, con el llamado el decreto de olvido histórico en el gobierno de
Guillermo León Valencia.
Del decreto solo se logró conseguir dejarle el necesario juicio histórico a las nuevas generaciones, ésas
que para ellos crecerían poco angustiadas y poco comprometidas con su historia. Y crecieron, no se sabe si
poco angustiadas o poco comprometidas, pero sí poco conectadas con la comprensión de la historia, como
el resultado de un proceso con muchas variables, actores y fenómenos. Para esta generación,
90
La violencia es el único imaginario construido y reflexionado como lugar de producción narrativa de la nación
colombiana. Las audiencias se han acostumbrado a las historias violentas y las exigen. Para Colombia, la
violencia no es una ética, ni una realidad, sino una estética, una narrativa, una forma de contarse. Lo complicado
de este país construido desde las violencias es que estamos heredando a las nuevas generaciones una nación del
desencanto y el fracaso, un país que diluye en el caos (Rincón O. e., 2008).
“La prensa escrita no ha dejado a un lado su perfil político. Lo que ha cambiado es la connotación política
de su tarea. Las señales de este cambio son diversas” (Rey, 2004). Pero sobretodo, se puede ver en una, y
es que la violencia directa se volvió el eje primordial de la vida colectiva, centro neurálgico de la acción
estatal y corazón de la representación mediática y política. La sobreabundancia de imágenes violentas, de
acciones desproporcionadas en contra de la población civil que reportan los medios son noticias para ver y
escuchar, para lamentar, pero no para pensar. Se vuelven unos hechos desvinculados los unos de los otros,
sin pasado, sin una lógica que los llevaron a estar ahí.
Esta proliferación de la información del conflicto armado ocasiona una saturación que lleva a un olvido
masivo. Como señala Joel Candau13, “los individuos al recibir una sobrecarga de información tienden a no
darle sentido a ésta, por lo cual, estas imágenes sólo son presentadas pero no son representadas. Por tanto,
esta transmisión profusa se vuelve una simple presentación de los hechos”, que son pronto confundidos
los unos con los otros, los nombres de los lugares donde ocurren también. Este manejo informativo deja
por fuera cualquier comprensión al proceso, se vuelve una forma más del olvido social.
En particular, los desarrollos en los últimos años plantean una tensión entre, de un lado, el registro de
hechos violentos y los trabajos de memoria histórica, que tienden cada vez más a limitar el lugar del
periodismo con respecto al conflicto. De otro lado, las restricciones derivadas de las lógicas informativas
no permiten la inclusión de historias como las de Pulí, que no registra una guerra digna de un espectáculo
de película, sino, muy de vez en cuando.
Le reitero a José Manuel Montes que mi visita se debe a la matazón cometida por los paramilitares […] El
terrorismo, fíjese usted, hace que algunos de quienes todavía seguimos vivos pongamos los ojos más allá del
mundillo que nos tocó en suerte […] Porque en muchas regiones olvidadas de Colombia los límites geográficos
no son trazados por la cartografía sino por la barbarie (Salcedo, p. 305).
En estos tiempos la barbarie fija los límites, y es desde ahí que se justifica la elección de los sucesos
recordados y de los olvidados. Quizás porque al final la violencia directa por más desproporcionada que
sea, no termina de decir nada: mete en el mismo saco las violencias pasadas y presentes, las violencias
13 Antropólogo, profesor de la Universidad de Niza Sophia Antipolis, especializado en ciencias sociales.
91
políticas y sociales, esconde y uniformiza los actores, las estrategias y sus móviles (Fescol-Iepri, 1997, p.
10).
Los reportes que la prensa sacó el día de las masacres de Segovia, La Rochela, Mapiripán, el Salado, San
José de Apartado, Bojayá, no contenía en sí la explicación para tanta crueldad, no se explicaron los largos
periodos de abandono estatal, la inclusión de actores armados ilegales, el desplazamiento de campesinos,
el uso de esas tierras para proyectos macroeconómicos, el declive del mercado local, la falta de garantías y
control a los gobiernos del municipio, la no satisfacción de las necesidades básicas, la pobreza y la
desigualdad.
La violencia directa terminó por convertirse en el todo. Cobra interés lo dicho por el columnista Ricardo
Silva Romero, si se acabara la excusa sangrienta de las Farc o incluso de los paramilitares, para echarle
toda la culpa del infierno; al fin quedaríamos cara a cara con un puñado de gobernantes particularmente
codiciosos, particularmente indignos, que para lavarse la imagen se han valido de esta guerra que no ha
sido creada ni destruida sino apenas trasformada. Tendríamos enfrente a los senadores que plagian, a los
magistrados que matonean, a los mandatarios que pierden el tiempo del país, a los ex presidentes que
trinan, y a los empresarios legales e ilegales que se quedan con todo.
Quizás sea por eso que es solo la violencia directa, la explicación del conflicto, como dice Silva Romero.
Si por un momento todas la formas de violencia directa del país cesaran, ante qué país quedaríamos,
quizás ante uno que descubra que la paz no es el silencio de los fusiles, que mientras hayan unos que se
enriquezcan con los recursos de tierras alejadas como las de Pulí, siempre habrá razón para que se vuelvan
a sacar las armas, pero lo más grave, con armas o sin ellas, en estos parajes olvidados por la historia,
permanecerá la desigualdad y la pobreza.
Pulí es el mejor ejemplo de qué pasa cuando las armas se callan, cuando hay silencios largos que dan más
miedo que las bombas, porque en ellos se gesta la próxima guerra, más dura, más profunda, más olvidada.
Un municipio que ha vivido un conflicto latente con interludios de actividad armada, en los que el olvido
es el resultado de una institución política y económica tremendamente desigual. Ésta se sirve del olvido,
por medio de los gestores de la opinión pública y de la memoria colectiva del país como lo son los medios
de comunicación, para ejercer un control de la población que vive en los parajes ricos para el foráneo,
pero no para el de adentro, que en el fondo espera salir pronto de ahí para progresar.
En una época en la que la violencia se ha tornado sistemática y en la que la muerte masiva se ha convertido en la
más “cultural” de las realidades, los problemas del olvido y la memoria vienen a cobrar una importancia que exige
ser examinada cuidadosamente. […] En efecto, este problema
La comparación de dos momentos de la memoria de Pulí, de la naturaleza de su olvido, en sus condiciones
92
políticas, económicas y sociales, demuestran que en Colombia el conflicto social y armado está montado
sobre “un modelo de desarrollo rural altamente inequitativo y excluyente” (PNUD., 2011, p. 16). El país
a lo largo de su historia ha sido presa de unas políticas agrarias sin interés en modificar la estructura de la
tenencia de la tierra. Unas políticas que han dibujado fronteras internas dentro del territorio nacional, la de
los ciudadanos visibles y la de los ciudadanos que nadie conoce, hasta que en su condición de víctimas de
un hecho violento, se vuelven el triste rostro de lo único a lo que nos gusta llamar conflicto.
El problema de los medios de comunicación ha sido el mismo de la política y de la sociedad: la exclusión.
Pulí es un ejemplo de eso. Se recuerda y se olvida tan solo cuando conviene, cuando lo que se dice no va
en contra corriente de lo que se quiere sea el país recordado. Cuando su memoria no amenaza con develar
las más profundas raíces de este conflicto, con el que llevamos cargando por más de 60 años, y que nunca
terminaremos por entender.
La relación de la memoria y del olvido no es el resultado de acciones involuntarias, ni de mandatos
divinos. Ambas son fuerzas activas con profundas implicaciones políticas, económicas y sociales. La
historia del país se erige sobre “el recuerdo y el olvido socialmente organizado” (Middleton y Edwards,
1992). Sin embargo, así, a vuelta de hoja, unos sucesos tras otros, la memoria colectiva de Pulí va
contando una versión de la historia de este conflicto que de alguna forma logra dar una mayor idea de lo
que aquí ha ocurrido. Devela las lógicas tras la reestructuración de los territorios, reorganizarlos de
acuerdo a intereses de actores específicos quienes actúan bajo un marco de legalidad, ayudados por la
acción “invisible” de actores bajo un marco de ilegalidad.
La memoria de Pulí reconstruida en dos periodos especialmente álgidos del trasegar tanto del municipio
como de la nación, es tan sólo una radiografía, una pequeña pieza del diagnóstico del conflicto social
prolongado, solo uno de los muchos caminos para entenderlo, pues “en un país de extrañas particularistas
que revela muy poco de su ser cuando se le mira como unidad nacional; hay que verlo microscópicamente,
como suma de unidades locales” (González L. , 1997).
Al final, solo queda decir que la memoria colectiva de Pulí, nos lleva a nuevas formas de análisis. Pues su
trasegar no es el resultado de unas relaciones concretas sino más bien de una suerte de tejido complejo de
intereses que se construye a través de la historia, involucrando muy diversos actores que entran en
confusas relaciones de colaboración y enfrentamiento. La memoria de este lugar permite pensar nuevas
maneras de contarse como país, y de mostrar que los fenómenos son resultados de unos procesos, de unas
disposiciones institucionales y de unos medios que lo narran y que terminan por institucionalizar una sola
versión.
No podemos seguir esperando que lo único que quede de lo que somos sea ese “país de muertos”. El
93
periodismo no se puede seguir negociando sobre la acción rasa, sobre el acontecimiento diario. Ese tipo de
negociación ha hecho que perdamos de vista la memoria, el país, que volviéramos a la violencia directa un
ciclo, en el que el mismo oficio se inscribe, y vive, (Seminario internacional sobre territorio y cultura ,
2001) .
El objetivo no son los muertos, sino los vivos, no son las muchas formas de generar la muerte, sino el
olvido que consume a los que quedan. Ellos finalmente son los que soportan los avatares de la historia,
sobre ellos recae el testimonio de saber cuáles fueron los sucesos y decisiones que llevaron a los otros, a
los noticiados, a la muerte. Solo ellos saben qué fue lo que anduvo pasando antes que el sonido de la
guerra llegara.
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Con el tiempo muchos olvidaron que estaba ahí.
Otros me convirtieron en alguien de su mundo, yo dejé que ocurriera.
Sin darme cuenta ellos se volvieron parte de mi, como yo de ellos.
Alejandra Garzón Valero, 2013
95
Capítulo IV Lo inolvidable del olvido
Memorias de un pueblo sin historia
Me despierto con el sonar de la alarma, pronto serán las cinco de la mañana. Me levanto con cuidado, trato
de no hacer ruido y atravieso el patio para llegar a la ducha, miro hacia el cielo que todavía está oscuro.
Tomo un baño de gato, pues el agua está helada, no fría como todas las mañanas, sino helada. Me alisto.
Pronto dejaré a Pulí. Lo dejaré callado y vacío, como lo conocí.
Hago memoria de los días que pasé aquí, esos que tuvieron para mí la sensación de años. Todo lo hasta
ahora oído y visto, incluso lo no visto y lo no oído pero sentido, se me presenta intemporal, se mezclan
unos recuerdos con otros, años pasados que están presentes. Los colores, los olores, los rostros, las manos,
las voces, las sonrisas, los ladridos, las canciones, las charlas, las mañanas, las tardes y las noches; todo
hace parte de un mismo recuerdo, el recuerdo de Pulí. Un pueblo que solo existe en la memoria de los que
viven allí y, ahora, en la mía.
Mientras pienso, escucho un bus que en la plaza prende su motor. El pueblo está en perpetuo silencio,
cualquier ruido por mínimo que sea, se escucha en todo el lugar. Son las cinco y quince, y el bus ya
arrancó. Salgo a correr, volteo a mirar, no alcanzo a decir adiós. Corro, corro, atravieso en contados
segundos, lo que me costó meses comprender. El bus me deja. Yo no dejo el pueblo. No abandono ese
pequeño poblado que ha estado siempre a la espera de un porvenir incierto, de un hecho que no se
consume, de un diluvio que no llega.
***
Regresé a Pulí para entender ese universo extraño que había conocido un seis de octubre, la primera vez
que vine. Ese primer día de abrirse paso entre la espesa niebla llegué a creer que Pulí no existía. Después
de tantas horas de andar sin ver mayor cosa, más que mucho verde, verde por un lado, verde por el otro,
llegamos a una parte de la vía que de repente dejó de ser camino de tierra y pasó a ser camino de nubes.
Entre la neblina que cubría todas las cosas, hasta el carro en el que íbamos, fuimos subiendo, confiando en
que llegaríamos. Y llegamos. Ahí estaba el pueblo.
Era sábado en la mañana, y los niños no jugaban en el parque, ni los grandes estaban en la plaza. La
iglesia permanecía con la puerta entreabierta, sin techo y con santos cubiertos por sábanas, llena de
escombros. Parecía que el desastre se había posado ahí. Pero no había sido una catástrofe, ni la guerra,
como en algún momento lo fue: la estaban remodelando “para bien de la comunidad”, como dijo el padre
Antonio tiempo después.
96
Con el pasar de los primeros minutos fueron apareciendo pequeños grupos de personas que se movían de
un lugar a otro. Asomaban para volvernos a ver. Se notaba que ya habían advertido nuestra presencia
desde que el carro entró al lugar.
—¿Por qué Pulí? –preguntó David Ruiz, secretario de gobierno del municipio.
Hubo un silencio largo. Después de haber explicado cuál era mi objetivo al haber venido, no sabía qué
responder a su pregunta. Pensé que había sido suficiente la razón que acababa de darle, pero no. No era
claro para David, que alguien sin alguna relación con el poblado, que nunca antes lo había escuchado, ni
mucho menos conocido, quisiera escribir la memoria de su pueblo. Del lugar del que no solo él, sino
muchos otros habían querido salir. Dije entonces una respuesta cualquiera, de esas que uno tiene para
quedar bien ante cualquier imprevisto:
—Porque me parece curioso que al ser un pueblo tan cercano a Bogotá, nadie lo conozca.
—Es un pueblo pequeño pero bonito, que está cerca pero lejos, ya sabe por la carretera –David se refería a
que aunque el pueblo esté a 143 km de la capital de la República, excursión de aproximadamente dos
horas y media, uno se gasta casi el doble por el estado de la vía, sobre todo en el tramo de San Juan de
Rioseco a Pulí.
—¿No la han pensado arreglar? –pregunté.
—Sí, muchas veces. Es más, incluso aparece arreglada en papeles varias veces.
Recorrí con él las instalaciones, predominantemente vacías, de la alcaldía y sus dependencias. Todos los
entes de la administración pública municipal, menos la Registraduría, se encuentran en el mismo edificio.
Al final del recorrido y después de que David me diera información general de Pulí, di las gracias, y él
respondió:
—Espero que vuelva.
A mi regreso, cinco meses después, Pulí era el mismo de ese seis de octubre: callado y vacío. Seguía
siendo el pequeño poblado, de diez calles y siete carreras, donde escasamente se veían pasar personas. El
tiempo corría lento. Parecía que era el mismo sábado, parecía que todos los días eran los mismos. Se
sentía que las horas no pasaban, o al menos no con el mismo ritmo de la ciudad.
97
Hay muchas historias, lo que no hay ya es cabeza
Se iba haciendo de noche. El bus estaba más lleno de lo que debía. Había muchas personas que
permanecían paradas en el pasillo. Yo, sola, sentada junto a la ventana veía los relámpagos caer sobre el
valle del río Magdalena. Escuchaba las pesadas gotas de agua resbalar sobre el techo del vehículo, y al
fondo, el cantar de unos pollitos guardados en una caja de cartón, que uno de los pasajeros llevaba de
equipaje. Llovía, mientras pensaba en cómo estaría el pueblo. Pensaba en cómo era 60 años atrás, cuando
el doctor Humberto Espinel Martínez, empacaba maletas mientras se preguntaba por Pulí, y su nombre
singular. Él como yo, había buscado ese nombre en diccionarios, mapas viales y en otros documentos,
había interrogado a sus compañeros y amigos, pero nadie había oído mencionarlo; tal como pasó conmigo
cuando pregunté por el municipio los meses antes de venir. Ambos, en dos tiempos distintos nos
dirigíamos a Pulí, un lugar incomprensible por lo poco que de él se podía llegar a averiguar. Se sentía
como si hubiera algo de misterio en su nombre, en su historia.
Después de cuatro horas de recorrido por un camino tortuoso, agobiado por la tristeza que le
causaba el aislamiento, aunque extasiado con los bellos paisajes que se divisaban a lado y lado, el
médico volvió a la realidad al advertirle su compañero de viaje, el fin de la jornada. Al acercarse
al pueblo tuvo la sensación de hallarse embriagado debido al caprichoso trazado de las calles14.
Tuve al igual que el doctor Espinel, la sensación de quedar atrapada en la cima, donde está asentada la
cabecera municipal. No era la primera vez que iba, y sin embargo, sentía que ahí el mundo terminaba o
quizás empezaba. En ese pequeño universo, uno de vez en cuando, se siente completamente solo, solo con
las nubes que son lo único que baja, cuando el viento así lo quiere, todo el resto sube al centro que queda
alto. Uno aquí llega a pensar que no existe más que Pulí, el inmenso verde que lo rodea y el delgado hilo
del río Magdalena, que allá abajo, refleja.
Cuando llegué al pueblo, ya era de noche. En Pulí no llovía. Dicen los viejos que es porque a veces el
viento sopla tan fuerte que corre las nubes, las nubes que traen el agua. No llovía ahí pero sí a lo lejos,
donde seguía sonando la tormenta. Yo buscaba el timbre de una puerta abierta, la de la casa amarilla, que
sería mi domicilio durante los próximos días.
—Mire, por aquí es su cuarto –dijo William Salguero–. ¿Quiere un jugo?
Ya sentados en ese amplio comedor, que queda entre el paso de la sala y el patio abierto de la casa, me
contaba acerca de su vida.
14 Fragmento extraído del libro Historia de Pulí de Joaquín Castro Díaz (1996).
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—Yo me fui a estudiar a Zipaquirá, allá me internó mi mamá por “juicioso”. Yo era muy parrandero.
Después cerraron el internado y me metieron en Peña Negra, yo terminé allá un técnico agrícola. Después
estudié en el Sena, y trabajé aquí en la Umata15, y me echaron por la política, porque a mí me gusta harto.
A mí me echaron hace cuatro años, sin causa, porque el alcalde que ganó yo no me identifiqué con él.
Entonces como represalia me sacó, no me han dado mis cesantías, mis prestaciones, yo estaba en carrera
administrativa. Yo vine acá, me puse a trabajar, conseguí finca, hice casa, y ahí voy, mamándole gallo a la
vida porque qué más hago. Por ahí cuido el ganado y cojo café. La cosa está difícil. El día domingo, el día
de mercado es muy poco lo que se saca. Aquí los productos se los llevan pa´ San Juan o se los llevan pa´
Ambalema, porque aquí no tenemos mercado.
Ya en el cuarto que habían reservado para mí, escuchaba la tormenta a lo lejos, muy lejos, y las últimas
voces del día, que se fueron apagando hasta llegar al silencio, un silencio con grillos y el discontinuo del
ladrar de los perros adentro.
***
La mañana del 23 de marzo, me recibía con un grupo de ancianos que venían de diferentes veredas a
celebrar, como cada mes, “El día del abuelo”. Estaban reunidos unos cuarenta viejos, como cariñosamente
se les llama en el pueblo, de los que llevan a cuestas la carga más pesada, la memoria. Callados, quietos y
pacientes, escuchaban al padre Antonio elevar una oración por ellos, por su salud, y por las nuevas
generaciones que ya no eran como ellos, esas que crecían sin Dios y sin ley.
—Hijos míos, pidamos a Dios porque se acuerde de nosotros.
—¡Que así sea! –respondieron todos al unísono con sus voces tenues, gastadas por el tiempo.
—Y demos gracias al alcalde que es el alcalde que nos da todo esto.
La casa donde estaban reunidos, construida hace seis años, queda frente al centro de salud y fue dispuesta
para ser el lugar de reuniones de los abuelos. También funciona como jardín infantil para la otra población
significativa del municipio. Según el actual secretario de Gobierno, Pulí es un pueblo de niños,
adolescentes y de abuelos, los pobladores en edad productiva, no están; la mayoría se va, en busca de
mejores oportunidades de estudio y trabajo, y muy pocos regresan.
Los abuelos se reparten por actividades: unos van a hacer manualidades, otros aspiran a aprender a escribir
con la ayuda de uno de los oficiales de policía, otros esperan a que el enfermero les tome la tensión, y los
15 Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria.
99
demás aguardan a que las mujeres se pongan las faldas tradicionales y al paso de un bambuco accedan a
bailar con ellos. Mientras esto ocurre el pueblo es el mismo de hace cinco meses, silencioso y quieto.
—Llevamos 53 años de casados. ¡Toda la vida! –me cuenta doña Rosario Español, puliseña de 83 años,
mientras mira a su esposo Luciano, quien sujeta su mano izquierda. Y continúa.
—Yo trabajé mucho, mucho en mi juventud. En lo que me tocara, mija. A mí me tocaba por el lado de la
Sierra, tapar alverja, pequeñita, arriar tres mulas. Tres cargas de alverja, les envolvía el lazo en la cabeza,
y las mulas se acostumbran, ya ellas sabían que cuando se les abría la puerta, pasaban. Yo no me crié al
lado de mis padres casi porque me dieron a mis padrinos, y me tocaba trabajar en lo que Dios me
socorriera. Yo no conocí a mi papá, me crié al lado de dos hermanas y un tío. Se puede decir que yo me
crié solo, y nunca me ha gustado la pelea, ni la violencia −cuenta don Luciano.
Sin dejarlos de oír, los miro. Pienso en los tiempos difíciles que ellos dos habrán pasado. Cuánto habrán
visto, trabajado y soportado. Sus rostros llenos de líneas, una por cada anécdota e historia de las que ya ni
siquiera se acuerdan. Sus manos entrelazadas, como su memoria. Ella lleva un vestido largo azul de flores
y una cachucha. Él, una camisa blanca remangada, pantalón de dril morado a la cintura y poncho al
hombro. Sus ojos cubiertos por las cataratas, ojos blancos que me tratan de ubicar pero es como si no me
vieran, como si vieran algo más, algo que no está ahí.
—Ya ni vemos, mija –dice doña Rosario–. Pero bendito sea mi Dios, el médico ¡cómo nos quiere!, él ya
nos reconoce. Es joven, como de 23 años no más. Solo una vez me fue mal, que me cambió las medicinas,
y eso ¡cómo me hacía de mal!, cuando las tomaba me ponía mala, mala. Pero ya vine y me dio las mismas.
El padre Antonio también nos quiere, él fue el que nos casó cuando cumplimos los 50 años de matrimonio
–don Luciano asiente con la cabeza y sonríe.
—¿Cómo se conocieron? –les pregunto.
—Eso fue por allá en un cafetal. Recogiendo café –dice don Luciano, quien sonríe mientras lo miro.
—Del matrimonio son cuatro hijos. Pues ahí vamos, poco a poco –suspira y prosigue–. A mí me estrelló
una moto el 22 de diciembre, y me dejó mala de la cadera, ya ni puedo caminar, me duele mucho. Es a él
al que le toca ahí seguir fregándose para comer.
—¿Qué hace don Luciano? –digo.
—Yo po´ahí tengo unos sembraditos de café, unas maticas de yuca y de plátano –lo interrumpe ella y dice:
—Nosotros no nos metemos con ninguno, a nadie le hacemos mal. Yo tengo ahora son unos cuatro
pollitos que me regaló la nuera. Eso sí, lo que comen es harto, ese pollo encubador come harto. Yo los
100
alimento con maíz y con purina pa´ que se vean en el plato de uno. Eso aquí a uno le cobran cuatro mil por
la librita de carne, y si no se fija le echan unos pedazos de rigas. Ese ganado que están matando ahora es
muy viejo.
Luciano interviene:
—El que tiene ganado, tiene buena plata. El alcalde tiene mucho ganado. Cuando la campaña era mucha la
carne que daba pa´ la gente.
—En cambio ahora ya nada. Nada, nada –termina la frase Rosario.
Después de un silencio en que los tres observamos las seis parejas que se formaron en el centro del salón
para bailar un bambuco, dijo Rosario:
—A mí no me gusta el baile, eso es pa´ cosas malas, la gente termina peleada. Yo me recuerdo cuando era
chiche16 que me llevaron por allá a una fiesta, y terminaron todos peleados, yo dije nunca más, y desde
entonces me dediqué solo a trabajar duro. Luego me mataron al hermano mayor. Lo mataron como hace
60 años, por allá en Talipa, por las envidias de los demás. Eso le duele a uno, ¿no cierto? Era el hermano
más querido. Francisco Antonio si tenía cinco centavos, todos eran para mí. Eso me dolió harto, y ahí
sigue el dolor –mientras lo dice se entrecorta su voz, sube la mirada como si le hablara, se queda mirando
sin mirar y suspira.
Contaba Joaquín Castro en sus memorias que ese 22 de febrero de 1960, el día que mataron a Francisco
Antonio, la Violencia se había trasladado al sur del pueblo, y con ella se cometió ese crimen bárbaro.
Según dice Castro, la participación más decisiva fue de parte de uno de los excarabineros de la región que
se apellidaba Ruiz, auspiciado por Raúl –dueño de la finca La Esperanza–. Lo que generó todo el episodio
fueron las divergencias entre Raúl y los talipeños, esas que se presentaron cuando él se fue a vivir a la
finca. En Talipa nadie veía con buenos ojos la llegada de este acérrimo conservador y el 27 de diciembre
cuando Raúl se dirigía hacia el centro fue atacado y herido en una mejilla, en ese estado atacó a dos de los
que consideraba los autores intelectuales, sin ninguna suerte. Después del incidente no le quedó más que
irse de la finca para vivir en el centro, donde se dedicó a planear la venganza. La que se ejecutó ese 22 de
febrero, cuando un grupo de hombres fuertemente armados interrumpió en las habitaciones de los
campesinos José y Leopoldo Casilimas, Francisco Antonio Español y Luis Enrique Lozano, y luego de
apartarlos de sus mujeres e hijos fueron fusilados en presencia de todos. Sin embargo, don Raúl no quedó
satisfecho, pues murieron quienes poco o nada tenían que ver en el ataque del cual había sido víctima.
16 Chinche: es la forma en que en Pulí llama a los niños. Cuando se evocan los recuerdos de niñez los puliseños suelen decir “cuando era chinche”.
101
Quedamos los tres en silencio. Al fondo sonaba la música y las orientaciones de Vanessa, directora de la
Secretaría de Cultura y Deporte de Pulí:
—Derecha, derecha, izquierda, izquierda, doña Leonor con cuidado que pisa a don Abel –decía Vanessa.
—Nunca se supo quién lo mató –suspiró una vez más. Luego de una pausa, Rosario me dijo:
—Pregunte usted por doña Pepita. Ella le cuenta la historia de esa época, de lo que pasó. Y cuando quiera
venga y nos visita, nosotros vivimos por el camino a Girardot. Ahí enseguida sube, y esa que está allá es la
casa nuestra –Luciano, sonriendo, me señalaba con sus manos por dónde era que tenía que coger para
llegar.
***
—Buenas, me dijeron que usted me podía ayudar. Quiero escribir la memoria de Pulí –así me presenté con
Josefina Barreto, doña Pepita como cariñosamente la conocen en el poblado. Varios me la habían
mencionado cada vez que me oían decir que quería reconstruir la memoria del lugar. Uno de esos días
Luis Peña, presidente de la Junta de Acción Comunal, y quien además vivía en la misma casa donde yo
me estaba quedando, me dijo que lo acompañara que iba a visitar a la tan mencionada doña Pepa.
A su vivienda llegamos entrando por un camino destapado y sin alumbrado eléctrico, sonaban ya los
primeros cantos de los grillos. Era una pequeña casa de aproximadamente 60 metros cuadrados, dentro,
estaba su dueña, Josefina, y su fiel compañía por los últimos cinco años: un cilindro de oxígeno que no la
desampara. Con los años no solo ha sido su constante acompañante, sino también la razón por la que no
puede salir, pues tiene que usar el oxígeno permanentemente, y con un adminículo tan grande no se puede
movilizar. Lleva tres años así.
—Se acuerda doña Pepa lo que usted me ha contado de eso que pasó en La Mariposa (hacienda ubicada en
la vereda de Talipa) ¿se acuerda de ese día?, ¿de cuando mataron a su familia? –dice Luis.
Doña Josefina, que está ya sentada en la mesa del comedor a mi lado, lo mira y se coge su corto y blanco
cabello, se lo restriega, como si no quisiera acordarse pero se acuerda. Y responde:
—Sí Luisito, me acuerdo.
—Cuéntele a ella –termina él de decir mientras sigue arreglando el televisor que está sobre un mueble
junto a viejas fotos de esos años cuando la vida valía la pena, todo ahí mismo en el comedor. No hay sala.
Solo hay una habitación, la cocina, un baño y el comedor.
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—Eso fue cuando la violencia política, cuando se mataba un conservador, y luego ellos iban y mataban a
un liberal. Pero ellos eran muy sanos, mis papás, con nadie se metían. Mi papá se llamaba Segismundo
Barreto y mi mamá María Gómez.
Vi cómo de a poco la mirada de Josefina se iba volviendo triste, profundamente triste, y al mismo tiempo
fuerte y penetrante. Su voz se oía cortada, como si ya no pudiera salir más, y entonces tosía, respiraba
fuerte como para coger en una bocanada de aire, un aliento de vida, de la vida que ya se le iba. Su mirada
fija y el silencio, era como si esos recuerdos le estuvieran pasando de nuevo. Me sentí hablando con
alguien que no estaba ahí, que estaba en un mundo lejano y me dejé llevar.
—Eso fue en la hacienda La Mariposa, donde quedaba El Champán, que fue lo que le dejó mi abuelo a mi
mamá de herencia, eso era un potrero dentro de la hacienda. Ellos estaban viviendo allá, mi papá, mi
mamá, un sobrino, hasta había una niñita de 18 meses, una bebé, y otro muchacho. Ese día, el 16 de
septiembre del 1961.
De nuevo hubo un silencio. Me miró fijo y siguió:
—Ese día le tocó a Miguel –sobrino de sus papás– ir a darle la vuelta al ganado, ese día se le ocurrió salir
y llevarse la escopeta, una escopeta de fisco que tenían, y se puso a pajarear y se demoró, eso eran como a
las tres de la mañana que salían a los potreros, y eran las nueve de la mañana y nada que llegaba. Llegó ya
tarde como a las diez de la mañana y con miedo de que le pegaran, que mi papá le pegara o mi mamá,
entró haciendo coquitos, de pronto vio en el patio el reguero de cosas, y los papeles de mi papá, todo
tirado. Fueron entrando ya con mucho sigilo y encontraron a mi papá en una pieza, boca abajo, y con una
peinilla clavada en la espalda, a mi mamá en la salita que había en esa casita. Era una casa de paja de
palma, tenía la salita, una pieza que era donde dormía mi mamá, otra pieza que hicieron después, que
adicionaron, y fue ahí donde quedó mi papá, mi mamá en la salita, la niña estaba en la cocina, en un cajón
porque todavía no caminaba, y entonces a ella la dejaron ahí en la cocina, la mataron ahí. Le cortaron la
cabecita, quedó prendida por ahí de un hilo. Y a mi mamá también, todo fue con machete, le hicieron
barbaridades a mi mamá y a mi papá, que da hasta pena contar –la mirada de Josefina queda suspendida
en el suelo, viendo imágenes, imaginando imágenes. Sube su mirada, me observa fijamente y dice:
—A mi mamá le metieron un palo hasta arriba, quién sabe hasta dónde, si no había muerto eso la terminó
de matar. Cuando nosotros vinimos ya los tenían en unas piecitas que eran las que habían allá arriba, a
donde está la casa del abuelo, ahí habían unas piecitas donde era anteriormente la fama, ahí ya no había
nada porque habían construido el matadero, entonces eso lo usaron para el centro de salud, y ahí llegué yo,
ahí los encontramos. A mí me tocó venir desde Cúcuta, otras hermanas vivían en Bogotá, otras en Cali, un
hermano en Venezuela. Los que estaban por el Tolima y el Valle no alcanzaron a llegar porque no se
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podían dejar los cuerpos más tiempo. Entonces los enterramos. Pero eso fue tremendo. Miguel, el sobrino,
fue el que nos avisó a todos.
Hubo un silencio que yo interrumpí con una pregunta:
—¿Quién lo hizo, quién los mató?
—Decían que en eso estuvo Sangrenegra, el Capitán Venganza y Desquite, que los mataron por venganza,
y les robaron pero centavitos porque hasta pobres eran. Miguel tenía la plata de una marrana que había
vendido entre la paja en el techo de la casa, y alguien conocido tuvo que entrar porque quién más iba a
saber que esa plata estaba ahí, algún vecino. A ellos los tuvieron un tiempo en la cárcel pero como todo,
eso se quedó así.
De nuevo el silencio cubrió la casa por completo. Yo la observaba mientras ella que parecía verme no lo
hacía. Su mirada era la más triste que había visto, se cogía de nuevo la cabeza, se restregaba el pelo,
respiraba más fuerte y el oxígeno sonaba al fondo. Como si hubiéramos retrocedido el tiempo, Josefina
volvió a sentir el desconcierto, el dolor, y su promesa, como en aquellos días de septiembre del año 61. De
esa escena además de los cadáveres que se encontraban en diferentes lugares de la casa, quedó en la pared
de la morada, escrito con la sangre de las víctimas, un letrero que decía: “maten liberales para matar
godos. Capitán Desquite. Sur del Tolima”.
Luego de unos minutos Josefina dijo:
—Prometí no volver nunca más a este pueblo, y duré 25 años sin venir.
***
—Venga, que por allá adelante vive mi abuela, ella sabe harto de esas historias –me dijo Vanessa Arias.
Después de varios minutos de andar camino a la finca de la familia Guzquinico Suárez, pasamos frente al
santuario de la virgen que está cerca de la entrada del centro. Alrededor del monumento se forma la única
rotonda que hay, donde se unen todos los caminos de Pulí. Entre los cuatro, cogimos el que llevaba a San
Juan de Rioseco.
—Ellos viven ahí delante, en la vereda de Pulisito, pasando el letrero de “Bienvenidos a Pulí”, antes del
Resbalón –dijo Vanessa.
Yo la seguía, pues para mí este mundo era tan reciente, que ninguna indicación me llevaba a lugar alguno.
Todo me parecía igual, sus calles, sus casas, confundía los caminos y hacia donde llevaban. Cuando
salimos del pueblo y vimos el letrero de “Bienvenidos a Pulí, Municipio Paisaje de Cundinamarca”
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cogimos por la derecha, y nos adentramos entre el paisaje verde, pasamos un alambre de púas, y ahí el
mundo volvió a cambiarme, era como si estuviera conociendo un nuevo Pulí. No había camino, solo se
veía una delgada línea del césped aplanada por el paso de los hombres y los caballos, la vista era como
Juan Rulfo la había descrito en su cuento Nos han dado la tierra: “vuelvo hacia todos lados y miro (…) Se
le resbalan a uno los ojos al no encontrar cosa que los detenga”. Se siente uno tan pequeño ante tan
inmenso valle, al fondo las pronunciadas montañas teñidas por la tarde y arriba el cielo azul con algunos
trazos blancos.
Al llegar luego de atravesar nuevamente un alambre, se oyó el ladrar de un perro. Parecía que entre más
penetrábamos, menos íbamos a encontrar algo después. Pero sí, había algo. Había un rancho. La casa
estaba incrustada entre el verde que la rodeaba. Adentro, la cocina es un espacio abierto donde resalta una
silla larga de madera frente al fogón de leña junto a una mesa alta también de madera, sobre ella, dos
baldes, uno lleno de agua, y el otro con platos recién lavados, y una jarra con jugo. Al fondo del fogón se
ven los cafetales, loma arriba. Enfrente del fogón, árboles y el café tendido en su etapa de secado, a la
derecha el gallinero, y a la izquierda una de las paredes de la pequeña casa.
—Buenas –dijimos al tiempo. Y salió de adentro doña Edelmira, la abuela de Vanessa.
—Hola, abuela. Le presento a Alejandra, ella está haciendo como la historia del pueblo.
—No moleste –le dice Edelmira al perro y me pregunta–. ¿Y usted es de aquí, de Pulí?
—No, no señora yo soy de Bogotá.
—¡Ay! –responde con tono sorprendido.
—Ella es de Bogotá, y vino acá porque le llamó la atención que nadie conoce a Pulí –le cuenta Vanessa a
su abuela. A lo que doña Edelmira responde:
—Sí cuando uno dice en Bogotá que uno va pa´ Pulí, le dicen: ¿dónde queda eso?
—Casi en el mapa ni aparece, es un puntico ahí –afirma Vanessa–. Pero mi abuelita sí nos puede contar
historias de esa época, cuando había brujas y vainas. Igual aquí se escucha mucho cuento.
—¿Y qué se escucha? –pregunto.
—Dicen que en este pueblo hay mucha bruja –afirma Edelmira.
—¿Y usted toda la vida ha vivido acá?
—No, sumercé. Nosotros ahora venimos pues por el café. Pero nosotros prácticamente a veces duramos
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un año, dos años sin venir, nosotros tenemos casita en Soacha. Nosotros somos de acá, natales de Pulí,
sino que hace como veinte años que estamos fuera, duramos en Bogotá doce años, y de ahí nos fuimos
cuatro años y vivimos en Armenia, y así. Ya volvimos acá.
—¿Y por qué se fueron de Pulí?
—Por la situación.
—¿Por la violencia? –pregunto segura sabiendo que va a contestar afirmativo.
—No, sumercé. Por la situación.
Quedamos en silencio. La miro confundida. Según me habían contado varios pobladores, Pulí vivió una
grave situación de orden público gracias a las incursiones de grupos armados al margen de la ley desde
entrada la década de los años 90. Por más de cinco años el pueblo subsistió sin fuerza pública presente, y
con la esporádica aparición del Ejército –luego de la toma que realizó la guerrilla de las Farc en 1997,
donde murió el comandante Hurtado–, de la policía del Pulí y del patrullero Reinosa Guzmán.
Posteriormente en 2002, de nuevo la situación se puso delicada tras el regreso de la policía, y el
fortalecimiento de la presencia del Ejército, con ello el Frente 42 de las Farc, que tenía control del lugar,
amenazó a todos los pobladores de muerte si llegaban a ayudar a los militares, de igual forma si ejercían
su derecho al voto para las elecciones presidenciales de ese año. Meses antes, el 5 de abril, tuvo lugar una
toma del pueblo por parte de la guerrilla. Toma que muchos recuerdan como la noche de las bengalas. Las
luces que eran lanzadas desde el avión fantasma del Ejército, se adueñaron del cielo de ese 5 de abril de
2002. Luego de ese día, solo quedaron tres familias en el casco urbano, según me dijeron en la iglesia, y
en la zona rural muchas más personas se fueron, si no lo habían hecho ya antes por las constantes
amenazas que recibían de parte de los diferentes actores armados al margen de la ley que operaban en la
zona. Todo esto era en mi cabeza, la única razón para que la gente se fuera de Pulí. Pero no, doña
Edelmira me iba a hacer ver las numerosas posibilidades por las que la vida en Pulí se volvía inviable, una
de esas era la pobreza.
—Mire es que aquí usted vende la cosechita de café, y apenas paga lo que debe. No alcanza para nada
más. Primero es el precio del café, que es una cosa que no motiva a la gente para seguir adelante. Porque
si usted dijera no señor lo vendimos a buen precio, pues sí. Ahoritica tenemos como casi cinco mil matas
sembradas, pero que iban a haber auxilios, que no sé qué, pero no, eso es una mentira. Eso le sirve es a los
grandes caficultores, a esos sí les colaboran y en otras regiones, yo he visto por canal Uno, que eso ayudan
a muchos por Viotá y por muchas partes, y por aquí esto está muerto –me explica doña Edelmira.
Cuando termina de hablar, volteamos a mirar, pues presentimos la llegada de nuevos visitantes. De arriba,
de los cafetales viene don José Guzquinico, esposo de Edelmira, y su hija Diana, que estaban recogiendo
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café. Vanessa les cuenta de nuevo qué es lo que estoy haciendo en el pueblo, y termina presentándome
como una amiga de Bogotá.
—José, usted sí le puede hablar de lo que ha pasado acá –le dice Edelmira a su esposo–. ¿Y que si hay
brujas, usted no sabe?
Todos se ríen después de que Edelmira termina de hablar, hasta el mismo don José, un puliseño de 74
años, que toda la vida ha trabajado en el campo.
Les pregunto entonces por la época de la Violencia, si recuerdan esos años.
—El que lo vivió, lo contó. ¿Mija, quiere jugo? –me pregunta Edelmira. Entre tanto, José empieza a
contar que en Pulí hubo un alcalde de apellido Parra. Él se unió con los conservadores y ayudaba antes
con la guerra. Lo interrumpe su hija Diana y pregunta:
—Ma, ¿por qué dicen que los conservadores eran malos?
—Pues mija porque los conservadores eran malísimos. Les quitaban el cuero de los pies a los liberales y
los ponían a andar, y como el cuero de la cara también.
—¿Se acuerdan ustedes de un tal Agustín Bonilla, apodado El Diablo? –pregunto.
—Sí, eso le tenían miedo a ese señor dice José. El tal Diablo andaba con gente y armado. Y eso aquí
decían que se iba a meter a Pulí, y los conservadores se ponían asustados.
—Entonces, ¿los liberales son los malos? –inquiere nuevamente Diana.
—No, no, no. Eso yo creo que hay de parte y parte, porque después de que estén peleando –termina de
decir Edelmira, mientras José cuenta que en esos años en la plaza principal había una ceiba grandota
alrededor de la que la gente se ponía a hacer el mercado.
—Hacían suspiros, almojábanas, panderos, bolas de maíz, nevados, hacían masato, las señoras venían de
Ambalema y traían ollas para vender. Otros señores vendían el pan ahí, porque eso aquí no habían
panaderías –dice Edelmira–. Una vez, a nosotros nos compraban esos zapatos que se llamaban Croydon,
que la suela era como de llanta. Duraban como tres años. Eternos. Entonces una señora tenía sus corotos
en la plaza, y no los cubría con nada. El piso era en tierra. A mí se me había descrotado el zapato, parecía
una chancleta, yo iba andando cuando se me trochó la suela del zapato, cuando yo levanté el pie le tapé la
comida en tierra a la señora.
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La historia nos hizo reír a todos. Reíamos mientras Edelmira recordaba esos días en que la plaza se llenaba
con personas que traían sus productos, cuando en el mercado todos concurrían.
—Esto no ha cambiado mucho –dijo, refiriéndose al pueblo– porque hay mucha envidia, usted puede creer
que un pueblito de estos tan viejo, y hay harto pa´ dónde hacer casitas, pero la gente es envidiosa. Si
alguien viene y pone un negocito, el otro del mismo pueblo viene y lo tumba, o algo pasa. Eso pasa en este
pueblo, el chisme, la envidia, las brujas. Yo creo que hay muchas brujas.
—Sí, por eso es que este pueblito no progresa nunca –interviene don José.
—Ay mija, hay muchas historias, lo que no hay ya es cabeza –termina de decir doña Edelmira.
—Por aquí, por ese camellón que venían, dicen que todavía se pasa el diablo. No el bandido, sino el que
asusta. Hay personas que lo han visto –asegura Edelmira–. Un cuñado mío lo vio, él vive por allá arriba y
él venía para Pulí una noche, como a las 6:30 p. m., y de arriba que salió un tipo con una estera al hombro,
y detrás, detrás de él que ya lo alcanzaba, cuando salieron a la carretera, la que baja, dizque andó un
poquito detrás de él, y que él dijo “me va a alcanzar ese tipo” y a él le daba nervios, cuando él volteó a
mirar ya no vio al tipo.
—Yo he andado de noche por donde asustan y a mí nada. Pero hay otros que lo ven bien –explica José.
—Ahí dicen que hay tesoros conjurados, guacas que no se pueden sacar. Por el lado de Mariposas, del
Cerro de las Tetas, porque se ven dos cerros juntos –aclara Vanessa–. Ahí dicen que es el bailadero de las
brujas.
—Eso no es mentira, ellas bailan allá arriba del cerro. Yo viví cerca. Es que dicen que Pulí está sobre un
trapiche de oro, que el mayal del trapiche sostiene al pueblo, que si llegan a sacar ese trapiche, Pulí va a
dar al Magdalena. Se acaba el pueblo.
—¿O sea que somos ricos, mamá? –le pregunta Diana. A lo que nadie responde. Ni su mamá, ni su papá,
ni Vanessa, ni yo, que guardo silencio.
—Abuela y ese trapiche de oro, ¿quién lo puso o qué? –pregunta Vanessa a Edelmira.
—Dicen que también es manejado por el diablo, porque un Charry fue a dar allá borracho y vio el trapiche
en oro, donde se estaba cocinando la panela, y en una silla de oro estaba sentado el señor y le dijo “sálgase
de aquí, si no, aquí se queda para siempre”.
—Entonces es como si estuviera el infierno aquí, abuela.
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—Sí, mija. Eso era como el infierno.
***
Por el techo abierto del patio de la casa, vi pasar una bandada de pájaros amarillos, sonaban desde la plaza
central, cantos gregorianos que anunciaban el inicio de un día santo. El sol y el cielo azul estaban sobre
Pulí. El viento soplaba fuerte, trayendo una brisa de aire caliente.
—Eso seguro llueve hoy –dijo William, mientras Carol y Luis desayunaban conmigo.
—Ya es hora, porque necesito llenar el tanque del agua, que ya está casi seco y nada que el acueducto
manda agua –dijo Carol Peña, la dueña de la casa en la que además de William, su pareja, Luis, ella y yo,
se quedan algunos empleados de la alcaldía y de la Institución Departamental Integrada de Pulí, pero que
por ser Semana Santa no están. Se fueron desde del sábado antes del inicio de la semana.
—Sí, ya por el campo necesitamos que llueva, no ve, por los sembrados –terminó de decir William.
Salimos con Luis en dirección al mirador del río Magdalena. Lugar desde donde se puede apreciar todo el
valle a una altura de 1.300 metros.
—Desde este punto cuando el cielo está despejado, como a las cinco de la mañana, se alcanzan a ver todos
los nevados –me cuenta Luis, mientras yo observo el majestuoso paisaje que estaba en frente. Entre las
nubes, unos rayos de sol se escapaban para dar directamente sobre el río, que parece más un espejo largo,
por su brillo. El sobrenombre que tiene: “Municipio Paisaje de Cundinamarca” lo tiene más que ganado,
pues desde donde quiera que uno esté, se ve parte de la hermosa geografía colombiana.
—Vamos que le muestro el camino que lleva a Talipa, donde está el Sagrado Corazón de Jesús.
Me indicó para que siguiera hacia la derecha. Por un camino de tierra fuimos subiendo, y a medida que
íbamos andando recibíamos el saludo de los paisanos, que con especial atención saludaban a Luis,
presidente de la Junta de Acción Comunal, y le empezaban a explicar cuáles eran sus necesidades más
urgentes.
—Don Luis, hace días que nos prometieron que iban a mandar agua allá al Placer y Mesetas, y nada.
Nosotros ni luz tenemos. Ya mandamos un derecho de petición para que nos cumplan, porque eso dijeron
que nos iban a ayudar con muchas cosas, pero mire cómo estamos viviendo, todo el centro con agua y con
luz, y nosotros sin nada –le decía una señora a Luis.
El Placer y Mesetas, es quizás la vereda que más cerca queda del centro urbano del municipio, tan solo los
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separan unos contados minutos y el fin de la vía pavimentada. La vereda está ubicada sobre el camino a
Girardot, a los pies del Sagrado Corazón de Jesús. Imagen que se levanta sobre una loma, como en una
suerte de Cristo Redentor, pues como el Cristo de Brasil, el Sagrado Corazón de Pulí, es una estatua
dispuesta en lo alto, con los brazos abiertos mostrando al pueblo y el valle que lo rodea. Fue inaugurado el
17 de mayo de 1956.
Luis que está a mi izquierda le dice a la señora:
—Si, doña ponga usted la queja, pongan entre todos la queja a ver qué les dicen, qué les resuelven.
Seguimos caminando ya por la zona rural del municipio mientras Luis me cuenta que la mayoría de las
personas que saben mucho sobre el trasegar de este pequeño terruño, unos ya murieron y los otros no
están. Entre tanto llegamos a una puerta de madera, la entrada a una finca del sector. Los primeros en
recibirnos son dos perros grandes que tan pronto nos ven abrir la puerta empiezan a ladrar. De adentro sale
la dueña de la finca, doña Vitalicia Ruiz, nos pide pasar. Adentro está uno de los personajes que andaba
buscando Luis para presentarme: el paisa Tabares, un risaraldense de 88 años, que lleva viviendo en Pulí
desde el seis de enero de 1963.
—Es que estamos haciendo una historia aquí con ella. Entonces estamos reuniendo historias de Pulí y todo
eso –le dijo Luis al abuelo.
—Cuando yo vine aquí al pueblo, eso eran ranchos de paja. Y hay una cosa, la primera compra del
mercado eran las cotizas. El que se ponía zapatos aquí decían que era de plata y como yo me ponía
zapatos, entonces decían que tenía plata. Desde que uno salía aquí eran las chicherías, la más fuerte era
aquí en Corea de Anais Bolívar. Por eso a este pedazo le decían “El Placer”. Una viejita Juana vendía
pirrín17. Eso seguía uno y era la venta de trago y la venta de empanadas y terminaban en Corea pa´ la
pelea. Pero hay una cosa fuera de charla en ese tiempo era bueno, muy sano, no había como el robo, podía
dejar uno las puertas abiertas y nadie le robaba. Eso de robar empezó cuando empezó la Violencia, cuando
llegó la chusma, la banda del tal Sangrenegra, Desquite, Regalito. Usted sabe rezar porque se va a morir.
Aquí mataron a mucha gente, cuando la Violencia, mataron mucha gente. A Marco Aurelio el
administrador de la hacienda de La Esmeralda, lo mataron. Lo mocharon, y le pelaron los pies. Él cogió
con un tema jodido, empezó a negociar con arma, contaba don Cristóbal Tabares. La orden era que
comieran de todo lo que había en la hacienda, que al señor nos lo llevamos. Lo metieron por ahí arriba, al
motecito y ahí fue donde lo pelaron.
17 Pirrín: bebida casera a base de caña de azúcar muy popular en Pulí por su bajo costo y por su alto grado de alcohol. Del nombre de la bebida surge también una forma de llamar a quienes la suelen tomar: “empirrinados”. Dichos personajes adquieren una forma particular de caminar y de comportarse.
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—¿Cómo fue que llegó acá don Cristóbal?
—Yo estaba trabajando en Sasaima, en lo que fuera. Por ahí negociaba gallinas, marranos, arcilla, mejor
dicho que me vendieran lo que fuera y yo ahí lo negociaba. Entonces de pronto me dijo un día el capitán
Flórez, “¿usted quiere irse a manejar una hacienda?”, y yo le dije bueno, me le mido. Y administré eso por
doce años. Eso en ese tiempo ahí habían 320 reses, y yo ni sabía ordeñar. Cuando nombraron al capitán
como el jefe de la Federación de Cafeteros de aquí, y yo comentaba con él que yo sabía mucho de café,
entonces dijo “usted me acompaña a la compra de café”. Él me tenía mucha confianza, y me entregaba la
plata en un costal de esos carboneros, ahí yo empacaba la plata del banco pa´ comprar el café, y como eso
se fue aumentando entonces esa plata no me alcanzaba, la que yo traía en el costal, entonces le dije yo no
vuelvo más por la plata al banco. Entonces me dijo “yo le firmo cheques y usted atisba los carros de la
cerveza y les quita la plata”. Y como se peleaban por tener una firma del Barquito, como le decían a los
cheques del capitán Flórez. Yo manejé harta plata, harta. Pero hay una cosa, nadie me puede decir que yo
soy un ladrón, es mucho orgullo. Mire, uno puede hacer todo lo que uno quiera, todo lo que uno quiera,
pero el golpe viene, más duro. Por eso le digo yo a estos muchachos que tengo la fortuna de andar con la
frente arriba.
Cristóbal Tabares lleva más de 50 años viviendo en el municipio. Sin embargo, parece como si hubiera
apenas llegado ayer. Su acento, el carriel, el sombrero y el poncho, son apenas unas cuantas cosas que lo
hacen ser un risaraldense de pura cepa, pues su espíritu trabajador y su comodidad a la hora de entablar
una conversación, lo hacen a uno pensar que no está más en Pulí, que se trasladó a otra zona del país. Con
tinto en mano y el paisaje de esa finca llena de cafetales, mantengo un cálido diálogo con el paisa Tabares,
como todos lo llaman. Me doy cuenta que muchos aquí, buscan tan solo que alguien les preste atención,
les pregunte y escuche sus historias, esas que no quieren dejar tan solo para el olvido.
—Yo me pongo a conversar con un hermano mayor que tengo en Cali. Usted ve a mi hermano, él ha
vivido una vida de rey, de rey a comparación a la vida mía, pero usted lo ve y dice este es el papá de
Cristóbal. Viejito, jorobadito, flaquito. Eso fue que se dejó creer de los años y se lo van a llevar. Eso a los
años hay es que hacerles pistola. La fórmula para vivir hartos años, es saber vivir, vivir el momento,
porque eso fue a lo que vinimos a vivir el rato que nos dieron. Yo le digo al que me pregunta: dialogue
con la gente, bríndele cariño a la gente, mire hacia arriba, y haga de cuenta que allá está Dios, y converse
con él, que yo sé que le oye. Créame de aquí no se va nadie debiendo. Y cuando me dicen: “no Tabares es
que no hay trabajo” yo les digo, váyase a trabajar a la Patagonia pero no diga que trabajo no hay, puede
estar lejos pero hay. Y viene y trae ese mercado para los hijos y para la mujer.
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***
Se escuchaban los perros ladrar a lo lejos, y cada vez que pasábamos por la puerta de alguna de las fincas
nos salían al paso. En ellos sus dueños ponen su seguridad. Ladran para marcar su territorio, espantar al
posible ladrón, o incluso por aburrimiento. Parece que no es mucho lo que pasa por estos parajes, así que
quizás por distraerse le salen al paso a cualquier caminante, al fin y al cabo son la única vigilancia que hay
en esta zona rural, de manera constante, donde la estación de policía está lejos, y los oficiales del Ejército
no hacen mucha presencia, pues están dispuestos para vigilar las vías de acceso al pueblo, donde sí se les
ve.
Íbamos camino a Talipa. Allá arriba queda el matadero, y allá abajo la vía que va a parar en la Troncal del
Magdalena.
—Por allá es que anda la petrolera –dice Luis–. Uno cree que eso cuando llegan van a traer progreso, que
eso mejor dicho el pueblo va a crecer. Uno cree que las cosas van a cambiar –resignado mira al horizonte.
—¿Hace cuánto llegaron?, ¿hace cuánto está la petrolera aquí? –le pregunto.
—Como unos veinte años. En 1988 llegaron, que Ecopetrol volvió a intentar18. Uno piensa que eso va a
traer progreso, que el petróleo iba a traer progreso y lo que trajo fue pobreza, prostitución, vicio y para
muy pocos, muy pocos plata porque en este pueblo hay mucha miseria. Por aquí pasaron muchas cosas.
Esto se acabó, no quedó nadie. Hubo una época durísima.
Quedamos en silencio. Solo se escucha el ladrar de los perros que cuidan el matadero, del que ya estamos
cerca. Continuó Luis contándome de esos tiempos, que él llama durísimos.
—Me acuerdo un vez que llegó el capitán Garnica19, cuando se sentó y le dije mi nombre. Me dijo: “yo ya
lo investigué y usted no está en la lista”. Y entonces me preguntó con una lista que si conocía alguna de
esas personas. Yo le dije, sí conozco a algunos pero no sé que hacen, ni a qué se dedican. Algunos son
ganaderos. Pero él era para que le confirmara si eran informantes o no. Y después siguió viniendo,
entonces ya a lo último le dije, mire cuando venga como yo sigo acá, yo me quedo y usted se va, aquí hay
muchos informantes de lado y lado, lo mejor es que entre por el almacén como si fuera a comprar, y ya
usted entra y hablamos adentro.
18 La primera compañía petrolera en llegar a la región fue la Texas Petroleum Company, en la década de los 50. La compañía fue responsable de la temprana exploración y explotación de petróleo y gas en el municipio de Pulí. Pero se retiró del territorio al alegar altos costos de producción y bajas ganancias. Después de dicho precedente, la Petroleum Corporation of Colombia y Ecopetrol, inician operaciones el primero de marzo de 1984. 19 El capitán Garnica era el nombre que recibía entre los pobladores de Pulí, el comandante Jaime Enrique Garnica Ruiz, jefe de Inteligencia del Ejército Nacional en el norte del departamento del Tolima.
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Al llegar al matadero nos recibe como de costumbre un can, se acerca y nos huele, se queda en frente
observándonos atento hasta que el cuidandero del matadero lo llama. Entramos y Luis me dice que ahí
tienen dispuestas las reses del domingo. Veo solo dos, en fila para su hora mortal. Recordaba lo que me
decía William Salguero ese primer día que regresé a Pulí:
—Solo sacrifican tres o cuatro reses, ya no es como era antes de que entrara la carretera. Aquí se mataba
un día domingo, decía mi abuelo, 20-30 reses en la semana y no alcanzaba la carne porque aquí eran
haciendas muy grandes, de una hacienda se llevaban media res para los trabajadores. Y se fueron, y
después empezó a llegar la Violencia, Tirofijo, las chusmas. La carretera se llevó la gente.
Desde el matadero que queda alto, se ve todo el valle.
—¿Si ve? Es grande el municipio, aquí el problema es la comunicación. El gobernador quedó de darnos
teléfonos a los presidentes de las juntas, pero todavía es la hora que nada. Nos va a tocar como en el
Vaticano, humo negro y humo blanco –dice riéndose–. Es que aquí es muy difícil comunicarse porque hay
veredas que quedan muy alejadas.
Lo que me cuenta Luis me hace recordar que el primer día de mi regreso, Vanessa me contó que les tomó
más de cuatro horas volver desde Palestina (vereda que queda al extremo sur, limitando con el municipio
de Jerusalén) a la cabecera municipal, más que a mí que venía de Bogotá. Lo que siempre me pareció
curioso. Hasta recuerdo haber bromeado con eso.
Ya atardecía cuando volvimos al centro. Las montañas se coloreaban de naranja y de dorado mientras se
ocultaba el sol tras ellas, el río Magdalena brillaba intensamente reflejando los últimos rayos del día, y una
bandada de pájaros sobrevolaba por el valle. Modestos mensajes de la belleza de este lugar encantado.
***
—En esta procesión pidamos perdón por aquellos que de manera soberbia e ilusa no quieren reconocer al
Señor, son muchos los invitados pero poco los escogidos, somos un grupo pequeño y detrás de esta
montañita está el pueblo que indiferente al llamado de Dios, no se acerca –dice el seminarista puliseño que
se prepara para ser pronto el cura del lugar.
Ya caía la noche de ese jueves santo en Pulí. En procesión caminaban unas treinta personas. Rezaban
fuerte compitiendo con el ruido de la música que sonaba por doquier. Las cantinas tenían sus puertas
abiertas, el billar también, hasta una iglesia pentecostal donde su pastor predicaba a sus feligreses; cuando
la procesión pasó. Los de afuera y los de adentro se miraban como en una suerte de competencia, creando
tensión. Pulí, unía tantas indiferencias, que esta, entre habitantes e iglesia católica era una más de las
tantas. El pueblo ya no era el municipio fervorosamente creyente de los años 50. Muchas cosas habían
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pasado desde entonces, y con ellas la fe de algunos se fue debilitando.
—Es que aquí mandan los curas que quieren castigar, a los curas y a los policías. Eso nos han tocado unos
curas, hmm, que hasta ha tocado ir a la diócesis de Girardot pa´ que se los lleven. Hubo uno que lo
acusaban de tener amantes y de llevárselas ahí a la casa cural, otro al que le robaron dizque el carro de la
iglesia, otro que dejó embarazada a una niña. Mejor dicho, eso ha sido tremendo. Por aquí ya la gente no
va mucho a misa, por ahí los viejos, no más –contaba William, un día en la mañana, después de que el
padre Antonio, actual párroco de Pulí, había visitado la casa.
William no era el único que mostraba la relación complicada que tiene la iglesia con su pueblo. De hecho,
de las primeras cosas que había escuchado cuando llegué fue la leyenda acerca del cura que había
maldecido al pueblo.
Cuenta la leyenda que al llegar la noche de un día cualquiera, un párroco conjuró al pueblo, declarándolo
maldito. El año no se sabe, el día tampoco, los acontecimientos cambian según la versión que uno
escuche. Cuentan algunos ancianos que fue por la imprudencia de dos hombres borrachos que salieron con
antorchas al paso del padre que estaba montado en su caballo. Los dos hombres alumbraron de frente al
animal, y con ello lo asustaron, este saltó y tumbó al padre, quien se paró perjurando maldiciones al lugar
donde ellos tomaban, y al pueblo entero. Otros dicen que fue el día en que el padre cayó de su caballo por
culpa del sonido de unos voladores que intencionalmente activaron algunos pobladores que sabían que
camino abajo venía el cura. Y cuentan algunos viejos documentos de la Iglesia de Nuestra Señora del
Rosario de Pulí, roídos por el tiempo y la humedad, que un padre declaró en ruina al pueblo porque la
comunidad se fue contra él. Dicen los jóvenes que hablan con las voces prestadas de sus abuelos, que la
historia está en que ese padre profirió el decaimiento del pueblo por haberlo sacado al parque e insultado
ahí, por eso él lo maldijo.
—Será que por eso el pueblo no progresa y no progresa, eso dicen que un padre desgració el pueblo, que
por el pueblo volverse contra él, él lo maldecía a que no creciera, a que estuviera así como en ruina –
comentó Vanessa a sus abuelos esa tarde en que visitamos la finca de los Guzquinico Suárez.
Recuerdo claro las palabras de doña Edelmira, la abuela de Vanessa, que casi como una sentencia dijo:
—Una maldición de esas cae porque cae. Vea usted a Armero. También maldito por un padre.
***
—Aquí la gente es buena, buena pero le falta espiritualidad. Ahí de a poco los mismos feligreses han
colaborado para la remodelación de su templo, todavía falta cosas, pero ahí vamos de a poco, es que falta
colaboración. Pero bueno, al menos estuvo lista para la Semana Santa –dice el padre Antonio, quien
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aguarda por la llegada de la procesión del Prendimiento Doloroso, a la entrada de la iglesia. De esa
parroquia sin santos solo con una pequeña estatua de Jesús resucitado al fondo, sin sacristán, sin coro, y
hasta hace muy poco sin techo.
Perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo, perdónale Señor. Perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo, perdónale Señor.
Cantaba el padre Antonio junto a un grupo grande de puliseños que acompañaban al viacrucis de ese 29 de
marzo. La actividad del viernes santo había empezado a las nueve de la mañana desde afuera del centro.
Llegué junto con William al punto de inicio de la procesión, “El Resbalón”, un pequeño caserío a diez
minutos del centro, por todo el camino se veía el café extendido en el suelo para que se secara. Llegamos
y William le contó a un compadre que yo estaba haciendo un trabajo sobre cómo se vive la Semana Santa
en un pueblo en Colombia. Me sorprendió el nuevo oficio que me daban. Durante el tiempo en que llevaba
allí, era quizás la tercera versión que daban sobre mi trabajo, un puliseño que me presentaba a otro
puliseño. Otros me confundían con un familiar conocido que hace mucho no iba. Yo dejé que pasara, pues
de alguna manera eso me mostraba lo poco convencional que les resultaba una visita en la que no existiera
una vinculación al pueblo. Vivía en ellos la idea de que la gente no visita Pulí, sin nada preciso que la
lleve a allá. La memoria del olvido en sí misma no lograba explicar mi presencia en el lugar, así que
inventaban para mí nuevos oficios, o parecidos.
Delante de la procesión iba el carro de la policía abriendo camino, detrás con un megáfono el padre
explicaba cada una de las estaciones mientras un grupo de jóvenes representaba vívidamente lo que
acontecía con Jesús en cada parada. La gente tras ellos caminaba y rezaba. A la procesión la acompañaba
un grupo de oficiales del Ejército de la Brigada de Fuerzas Especiales. Cuando entrábamos al pueblo
después de pasar la rotonda de la virgen me encontré con doña Inés Guzmán y don Fabio Ballesteros, sin
darme cuenta ya dentro de la cabecera los oficiales del Ejército se fueron, quedando solo los policías.
Cuando terminó la procesión después de haber ido hasta el Sagrado Corazón de Jesús, regresamos al
centro. Doña Inés nos invita a tomarnos algo en la tienda de su yerno Nelson Ruiz. Al entrar está toda la
familia Ruiz con la que he compartido amenamente muchos almuerzos de estos días. Nos sentamos y
empezamos a charlar.
—En esa época cuando uno era pequeño todo era muy difícil, aunque la vida era más tranquila. Para
conseguir un odontólogo eso tocaba viajar mucho. Aquí lo que había era un tegua, y le sacaba a uno las
muelas con un alicate, a mí nunca me tocó –me dice doña Inés, quien tiene 69 años.
Por su parte don Fabio, de 65 años, me cuenta:
—Cuando yo era chinche, había un médico allá en San Juan, Manuel Arévalo, entonces yo me iba pa´ allá
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le cogía los libros y me ponía a leer. Él me preguntaba si a mí me gustaba leer mucho, yo le decía que sí.
Entonces, el doctor llamó a mi papá y le dijo que le hiciera el favor y que me diera estudio. “Fabio es muy
inteligente”, decía el doctor y por eso me dio un libro que estaba viejito pero con el que él había
aprendido. Igual no pude estudiar. A mí me tocaba desde niño, madrugar e ir a trabajar. Yo me fui
adaptando a la ganadería. Yo por radio escuchaba la radio Sutatenza, y aprendía. Luego hice un curso de
enfermería, y yo recibí a mis hijos menores. La niña, la última, se me complicó, era de noche y caía un
aguacero, y tocaba conseguir un carro para San Juan. Al fin nació a la una de la mañana, nació
complicada, amoratada, había tomado líquidos. Al otro día llegó la enfermera, que me dijo que la llevara
al médico que la niña se moría, y yo le dije: “si es de Dios que se la lleve”, y ahí está, tiene 16 años –toma
un sorbo de cerveza y continúa–. Yo le digo a mis hijos, hijos yo no les dejo fincas, ni tierra, eso es
dejarles pleitos. Yo le pedí a Dios que me concediera salud para trabajar y darles estudio, el bachiller no
más que les di, y a punta de jornal.
Acompañé a Inés hasta su casa, que queda arribita de una loma, mirando la rotonda de la virgen. Cuando
salimos vimos a quien había representado a Jesús en el viacrucis todavía vestido como “El Salvador”,
tomando cerveza a la salida del negocio. Por el camino ella me iba comentando cómo fue cuando mataron
a los hermanos de Nelson, su yerno, en el 2003.
—Dicen que seguramente fue porque se fueron a comprar cerveza para luego venderla en el pueblo,
desatendiendo la prohibición de la guerrilla. Quizás, ellos creyeron que no iba a pasar nada. Los
alcanzaron por la carretera, en Talipa, les robaron toda la mercancía, y los mataron. Cuando Nelson se
enteró como que se traumatizó.
No tenemos derecho a nada
La noche estaba despejada, desde donde se estuviera se veía el titilar de las estrellas. El pueblo se alistaba
para la bendición del agua y del fuego. Se veían pasar personas con jarras grandes llenas de agua que
esperaban ser pronto bendecidas por el padre Antonio. Lo hacen por superstición.
—La gente cree que aquí hay mucha bruja, y mala energía de la que se tienen que proteger –me contaba
David Ruiz, mientras caminábamos en dirección a la iglesia. El acto religioso era uno de los que había
tenido mayor acogida.
Sonaron las campanas que anunciaban el inicio de la vigilia pascual. Afuera y justo en frente de la
parroquia se llevaba a cabo un campeonato de fútbol organizado por la alcaldía para incentivar el turismo
en el municipio durante la Semana Santa. Equipos de algunos pueblos de Cundinamarca y del mismo
municipio.
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Quienes no estaban ni en la iglesia, ni viendo el partido, estaban en alguna tienda compartiendo una
cerveza. Fue justo ahí donde me encontré con una escena singular, que probablemente solo había pasado y
pasaría esta noche.
Era la primera vez que en su vida se sentaban estos tres personajes a discutir los años que les habían
costado más que lágrimas y dolor. Les había costado además un vacío inentendible de fragmentos de su
propia memoria. Sabían los sucesos pero no entendían el porqué, y en el otro esperaban hallar la respuesta.
Exalcalde, comerciante y campesino, se unieron para discutir en una noche santa, una de las épocas más
duras de Pulí.
Empezó comentando Hugo Díaz Retavisca, exalcalde del municipio:
—A fines de noviembre de 1997, le llegó a Cristina Castiblanco, mi contendora, una carta en que la
declaraban objetivo militar, a ambos nos llegó carta en la que nos decían que paráramos la campaña. Ya se
sabía que en varios municipios no iba a haber elecciones. Estaba de presidente Samper. Se tomaron
medidas, y dentro de esas políticas que salieron para frenar el problema, salieron varios decretos, uno de
ellos era el control de la fuerza pública, pero nosotros teníamos un problema: no había fuerza pública, nos
habían volado el cuartel. Entonces, ¡qué podemos hacer!, entonces repleguémonos, mantengámonos en
comunicación desde Bogotá porque no podíamos venir, ya éramos objetivo militar. Entonces el presidente
sacó un decreto donde decía que en los municipios donde así haya solo un voto, se elige el alcalde, eso
para frenar la estrategia de la guerrilla. Fue así que salí elegido con dos votos.
Dice Nelson Ruiz dueño de una tienda en el pueblo:
—Hugo y un padrino mío, Édgar Ayala, fueron los alcaldes que hicieron algo por el municipio, de resto
no ha habido ninguno, nadie. Mi padrino iba para su segundo mandato, y algo le hicieron, se enfermó, eso
le hicieron su vaina, y yo lo sé. Un brebaje. Ahí sigue enfermo para toda la vida. Ha aguantado porque él
tiene una fe muy berrionda.
—Usted tenía una canción prohibida de esa época. Cántela pasito Parmenio −dice Hugo.
—Eso fue cuando andaba la gente malandrina por aquí, y bueno hubo tantas cosas, un día me dijo el jefe,
me agarró allí, y me dijo yo se que usted es compositor, es músico, hágame una canción.
—¿Quién fue? –le pregunta Hugo.
—Un jefe por ahí. Me dijo: “si me hace la canción bien chévere, le doy su plata”. Me dijo: “le voy a dar
un millón de adelanto, y si me parece le doy otro millón”. Entonces pues yo soy compositor y se la hice:
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Nacieron para la guerra los dos valientes muchachos Cirley, la morena Chiqui y el chalán Jorge, el Boyaco Amigos de muchas gentes, y enemigo de los sapos.
Son 300 los muchachos que aquí comandan. Es la fuerza guerrillera del Frente 42, Que lucha contra el gobierno, ese gobierno traidor.
¡Aquí se prendió la guerra!, gritó la gente asustada. Por ahí vimos a Robinson y a todos sus camaradas Solo la historia les cuento que aquí yo no he visto nada.
Termina de cantar diciendo que es una canción bien hecha. Hugo le pregunta por Robinson, a lo que
Parmenio responde era uno que andaba con los bandidos.
—Pero ese trabajaba en la Alcaldía, ¿no?
—Sí, claro. Bueno, esto es una historia bien narrada, bien hecha. Ni me pagaron y se fueron –se ríe
Parmenio ante su infortunio.
—¿Ni se fueron, Parmenio? –le pregunta Nelson.
—Óigame bien, ni me pagaron y se fueron.
Cuando Parmenio se retira del lugar por un momento, Hugo y Nelson hablan entre ellos, entonces escucho
que Nelson dice que hay que aprovechar que Parmenio está hablador, para sacarle más información. En el
aire vuelan muchas cosas que no se han dicho, sin embargo están dichas. Durante los años en que el Frente
42 de las Farc logró tener completo control de la región, Nelson y sus cercanos, fueron algunas de las
familias que más sufrieron el poder del grupo al margen de la ley. Además del homicidio de dos de los
cinco hermanos Ruiz, Nelson fue víctima de intento de asesinato, cuando la guerrilla le quitó su camión
Dogde, en el cual se dirigía al lugar dónde, según un guerrillero desertor, habían quedado los cuerpos de
sus hermanos. Recuerdo que un día en su casa Nelson me contó:
—Esto duró cinco años sin policía, y San Nicolás siendo el centro de la guerrilla. Naturalmente que este
era el corredor libre para esa gente. Eso fue amarga la vaina. Eso fue tremendo. A mí me tocó unas
películas duras. Me recuerdo que yo viajaba todos los lunes, entonces cuando volvía le pinchaba una
llanta. Le echaba muy poca gasolina al camión entonces cuando ellos (guerrilleros) mismos le echaban la
gasolina. Y decían “es que tiene que irse”. Eso no le decían a uno para donde, no. Unos chinos porque
eran unos chinos, dos celulares y armados. Uno en una moto adelante y el otro atrás. Y usted qué va a
decir. Es que uno no lo hacía porque le fascinara, sino, porque era obligado.
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Recordando, entiendo la situación y la necesidad de Nelson de poder entender los sucesos que llevaron a
sus hermanos y casi a él a la muerte.
—Mucha gente terminó aquí por simpatía, por obligación o terminó por cualquier otra circunstancia
siendo copartícipe de un proceso que no era su problema –explica Hugo.
Parmenio que se siente aludido le dice:
—Es que don Hugo, ¿sabe cuál es el punto final de ese tema? Servimos de bobos útiles. Y no me va a
decir que fui yo, ni usted, ni usted Nelson, fuimos todos. Póngale cuidado don Nelson y don Hugo, si en el
1949 nos dejamos liderar o se dejaron liderar por las cuestiones políticas, de liberales y conservadores,
después llegaron los conflictos armados. Entonces hemos sido engañados de toda la historia que hemos
tenido. ¿Y quién tiene la culpa de todo lo que pasó? Todos. No le echemos la culpa a Nelson, a don Hugo
que era el alcalde. Ahí metimos todos la pata ¿Si era así o no era así?
—Es muy correcto Parmenio, pero hubo gente que se ensañó más a la vaina. Usted sabe que nosotros
sufrimos las consecuencias más verracas. Yo quería preguntarle Parmenio, cuando tocó la época difícil a
mí y a mis hermanos, ¿qué pasó? –le inquiere Nelson.
—Fueron épocas difíciles Nelson porque aquí en este pueblo hay personas que tiran la piedra y esconden
la mano. Entonces de pronto dijeron los malos del paseo eran ustedes. Entonces hay que sacarlos.
—¿Usted sería capaz de narrarnos lo que pasó? –dice Nelson con una mirada fija como si estuviera a
punto de descubrir la pieza faltante en su memoria, de un dolor que no ha podido resolver.
—Una persona de aquí mismo, que todavía está acá fue la que le dijo a los muchachos que ustedes eran
los que habían traído a los pelados. Y les creyeron.
Hugo interviene y explica que la guerrilla logró comprometer a mucha gente, convirtiéndolos en
informantes, auxiliares, y a través de qué. Entonces, se refiere a Parmenio interrogándole sobre si le podía
explicar cómo los comprometían, una de las formas era dándoles un celular y una moto.
—Yo lo entiendo don Hugo pero es que habían cosas forzadas. Yo estaba en mi casa con mi familia, con
mis cuatro chinos pequeños, y bueno me decían “aquí llegué y deme una panela y hágame un almuerzo y
máteme tres pollos”, y luego dicen “y tiene que colaborarme”. Y si no le colabora qué, mañana es hombre
muerto. Yo qué hago con cuatro chinos y mi mujer, para dónde hiejoputas me voy a ir. Pa´ dónde me voy
a ir. Un día lloré sagradamente lloré porque llegó uno de los mandones y me dijo: “Meño, vaya hasta San
Nicolás y me trae una hembra que está ahí en tal parte”. ¿Qué podía yo hacer?, yo cogí mi motico, estaba
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nueva. Me dijo “allá hay una vieja y lo está esperando”. Yo llegué y pasé por ahí, y yo no veía a nadie,
solo vi a una niña de 13-14 años, que hasta tenía el uniforme de la escuela. Lo llamé y le dije “no vi a
nadie, solo a una niña de 14 años ahí”, y dijo: “esa es”. Le dije “no hermano, no”. Dijo: “haga caso,
tráigamela”. Y fui a recogerla, llegué allá al salón comunal de arriba y se salió y se llevó la chinita.
—¿Quién era? ¿Jorge, el Boyaco? –pregunta Hugo.
—Sí. Pero pa´ Dios lindo que cuando yo dejé esa sardinita bonita, lloré. Yo dije esto no es pa´ cosa buena.
Como a las nueve de la noche, me llamó y me dijo: “vaya y llévela”. Cuando la recogí la chinita estaba
vuelta nada, mano. Y le dije “y qué le dio o qué”. Me dijo, “no un celular”, que valía 20.000 pesos. Esas
son historias reales, que uno no se las inventa.
—Hoy don Parmenio se sincera con nosotros porque ya ahora sí se puede hablar. ¿Cierto, no? –pregunta
de nuevo Nelson, quien sigue dudando. Y continúa Hugo diciendo:
—Yo tengo cantidad de historias de cosas que me pasaron. Claro que a mí no me violaron. Pero les faltó
poquito –comenta Parmenio y se ríe. Termina Nelson diciendo que en Pulí hay mucha gente que sabe
muchas cosas pero que se las ha callado.
La noche está despejada, se sigue viendo el titilar de las estrellas. Ellos tres continúan hablando mientras
en el templo están reunidos los feligreses con sus tanques de agua, esperando ser bendecidos. Afuera
siguen moviendo la pelota de fútbol y suena la música fuerte de una camioneta parqueada en la plaza
central de Pulí. Todo pasa en la noche de vigilia pascual. La liturgia más importante del año a la espera de
la resurrección de Cristo. Hasta este punto no sé si todos los habitantes presentes esta noche esperan la
resurrección de Jesús o la de Pulí, que tanto necesita encontrar las piezas sueltas para terminar de armar
sus recuerdos, y entender qué fue lo que pasó con su historia.
***
Son las cinco y veinte de la mañana, veo cómo a la distancia se va perdiendo el colectivo de la empresa
Águila que debía llevarme de regreso a Bogotá. Estoy muy cerca de la entrada del pueblo, justo en la
rotonda donde se unen todos los caminos. Está oscuro aún. El día no ha llegado para Pulí. Miro alrededor,
no hay nadie, solo yo en un pueblo callado y vacío.
Camino por la vía de la Estación de Policía en dirección al que ha sido mi hogar todos estos días. Paso al
lado de las casas de las personas con las que compartí y pienso: ahí queda Josefina con la única esperanza
que ya pronto Dios se acuerde de ella, que se la lleve del pueblo al que nunca quiso volver. Como
Cristóbal Tabares, que dice que cuando quiera Chuchito, está listo para que se lo lleve, pues para él ya no
vale la pena seguir sin tener al lado a su viejita, quien murió hace cuatro meses. Pero dice que mientras
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llega el día va a sacar un préstamo del banco para montar la finca otra vez porque ahora la tierrita es como
su corazón, solo desolación y tristeza. Me acuerdo entonces de Rosario y Luciano, pienso que la única
razón por la que siguen ahí, es porque están juntos. Pero ya de vez en cuando la soledad, los años y la
cojera, los cansan, y es ahí cuando Rosario evoca eventos pasados diciendo, “allá cuando yo estaba viva”.
Queda atrás la casa de los Ruiz donde convergen varias añoranzas. Nelson que añora saber todo lo que
pasó con sus hermanos, a quienes asesinaron. Gloria, David, Andrés y Juan, su esposa e hijos, añoran que
el negocio de la tiendita que recientemente montaron, funcione y se aplaquen las envidias de la gente.
Doña Inés añora que todo tiempo nuevo sea mejor, porque todo tiempo pasado para ella no lo fue. Veo
desde lo alto la casa de Parmenio, cuya añoranza es una canción:
El día que yo me muera que me entierren en tierra buena. Con mi tiple y mi guitarra y envuelto en mi bandera. Un recuerdo muy bello que es mi tierra puliseña.
Esa que me cantó alguna vez de este extenso viaje. Adelante está la esquina donde me encontré con una
señora que me dijo que su añoranza se cumplía, pues por fin empezaba a entender porqué fue que mataron
a tanta gente, refiriéndose a los homicidios en contra de integrantes de la UP en el municipio. Cuando le
pregunté qué la hacía entender, me contestó:
—Pues la novela, esa nueva, ahí uno ya sabe porqué fue que pasó.
Allá a los lejos en su ranchito queda José y Edelmira, para los que seguramente ya empezó el día. Ellos
esperan que las cosas mejoren, que suban el precio del café para que la cosechita de las cinco mil matas,
las puedan vender mejor, que al campo regrese la gente, para que no sea como dice don José: “esto solo y
uno ya viejo, qué puede uno hacer. Ya no tiene derecho a nada”. Él añora tener derecho a algo. La casa de
Vanessa, su nieta, queda atrás y pienso en su añoranza, esa de hacer paquetes turísticos en Pulí, para que la
gente venga y conozca, y con ello traiga vida y progreso a su terruño. Veo hacia la iglesia, allá queda el
padre Antonio, quien añora terminar de remodelar el templo, ese que ya lleva más de un año, porque
nunca hay plata suficiente para hacerle todos los arreglos.
Llego a la casa amarrilla de la que salí corriendo. Quizás el bus me dejó porque no era la forma de irme.
En esta amplia residencia vive la esperanza de Luis de lograr implementar un modelo de mototaxis para
mejorar la comunicación entre las veredas; la espera de William porque al fin le paguen la indemnización
por su despido injustificado de la Umata y las continuas quejas de Carol porque no ha entendido nunca
porqué la vida se la llevó por años por España, Francia e Inglaterra y la devolvió a Pulí, “ese miserable
pueblo” como lo llama todo el tiempo. Y finalmente, yo, que añoro no olvidarme de lo que viví aquí.
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Ya pronto serán las siete y media de la mañana, y el siguiente bus con destino a Bogotá está en la plaza. El
sol cubre a Pulí. Antes de subir al vehículo, miro al cielo azul, parece que hoy de nuevo el viento corrió
las nubes que traen el agua. No lloverá tampoco hoy, como no llovió ayer, ni todos los días en que estuve
aquí.
Atrás quedan los acontecimientos, entremezclados y confusos, que han sido parte de la discontinua
sucesión de circunstancias del trasegar de esta patria chica. Pulí permanece sobreviviendo a los avatares
del destino, de ese mandato de ser uno de los municipios más pequeños, alejados, escondidos,
decididamente olvidado e irónicamente y en su contra, rico. Rico, pero maldito.
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CONCLUSIONES
“I have reflected many times upon our rigid search. It has shown me that everything is illuminated in the light of the past.
It is always along the side of us, on the inside, looking out. Like you say, inside out”
( Schreiber,2005)
Durante mis años en la universidad he venido acumulando muchas dudas sobre lo que compone al
conflicto colombiano, ése que nos ha determinado como nación. He sentido a veces que no se puede
entender desde otros lugares más que desde esa única idea mediatizada en la que los colombianos somos
violentos. Sin embargo, algo de mí quería explorar más allá. De esa angustia casi existencial, de pensar mi
oficio de periodista en solo reportes de guerra, fuego y muerte, fue que nació este trabajo.
El impulso de escribir la memoria de este pueblo sin historia, era tratar de comprender todo lo que hay que
entender sobre el olvido como una posibilidad de análisis y de narración del conflicto social prolongado
en Colombia. Al final de este recorrido lo que intentaba demostrar es que el olvido, la imposibilidad de
evocar acontecimientos que en algún momento ocuparon un sitio en la vida del grupo, colectividad o
sociedad, es una palabra que en Colombia designa mucho más que solo una acción involuntaria. En su
complejidad, es una desventura difícil de abordar, pero su fuerte presencia en la cotidianidad de muchos
pueblos, la hace un elemento valioso para entender todo tipo de excusas, razones, negociaciones,
desfalcos; para entender las raíces de un conflicto que no empezó con sus muertos.
Pulí me dio la oportunidad de explorar a través de su memoria, otros factores que han determinado el
escenario para el conflicto, razones que se van acumulando por tiempos prologados de largos silencios y
que al final terminan expresándose en confrontaciones armadas. Siempre me ha llamado la atención que
como sociedad pongamos el acento en la violencia directa, pues en últimas ella es el resultado de otros
factores que resultan subestimados en los informes de la prensa. La memoria colectiva de Pulí me llevó a
ver que su trasegar no es el resultado de unas relaciones concretas sino más bien de una suerte de tejido
complejo de intereses que se construyen a través de la historia, involucrando muy diversos actores que
entran en confusas relaciones de colaboración y de enfrentamiento.
Pulí es el mejor ejemplo de qué pasa cuando las armas se callan. Un municipio que ha vivido un conflicto
latente donde el olvido es el resultado de una institución política y económica tremendamente desigual.
Una disposición institucional que se sirve de ese olvido establecido por los medios de comunicación para
ejercer un control de la población que vive en los parajes ricos para el foráneo, pero no para el de adentro.
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En estos municipios uno se da cuenta que, mientras en la capital las decisiones políticas cuestan palabras,
allá en las periferias cuestan vidas, memorias y realidades.
*** ¿Dónde está Pulí? Así abrió el artículo de la campaña de los “Municipios Olvidados” del diario El
Espectador que hablaba del pueblo. Hoy después de atravesar por meses el camino de investigación sobre
este municipio, un camino lleno de abismos y de ausencia, puedo decir que Pulí está en el territorio
indefinido y movedizo que comunica lo real y lo fantástico, donde el olvido vive en lo alto de la montaña
y añora la lluvia, los carros y las personas, y donde convergen muchas realidades que abren el juego y
permite que cada persona que se acerca a este texto reflexione, confronte circunstancias y saque
conclusiones sobre lo que ocurre cuando uno está forzado a ser olvidado.
A lo largo de los meses que acompañaron la recopilación de este material, entendí que el camino para
comprender nuestra realidad cualquiera que sea la que nos inquieta, no es solo estudiar a la gente, sino
escucharla. Durante este tiempo anhelé, cada día con más esperanza, que los puliseños puedan recibir el
reconocimiento justo por su valerosa forma de resistir al gran infortunio del olvido. Este trabajo es la
simple apuesta por ver que “las batallas de la memoria colectiva son tremendamente fuertes –no podrían
ser de otra manera, pues de lo contrario el recuerdo se diluiría en el discurso dominante-, al grado que
puede existir paralelamente con la historia oficial, con el olvido” (Mendoza, 2007, p. 153).
Precisamente la memoria colectiva de Pulí devela una sociedad que en apariencia se sumía en el olvido
institucional, pero que resiste. Estas memorias no intentan de ninguna forma suplir a la versión dominante
de la historia de la Nación. Simplemente son memorias por medio de las que sus personajes esperan que se
le reconozca, que se vea que Pulí existe.
Esta tesis no es el relato de grandiosas epopeyas, con héroes reconocidos y temibles villanos, es más bien
el relato de cómo lo mágico y paradójico sigue sobreviviendo, ya cuando son pocos quienes creen en ello.
Es la narración de otras formas de entendernos, de pensar lo que nos pasa, sin que para ello aparezca en
estas páginas, cantidades innumerables de víctimas, de sangre por doquier. No fue este el lugar de
acontecimientos llamativos para la prensa, no fue la casa de ningún hecho histórico de relevancia para la
miope historia colombiana. Es como muchos otros pueblos, un lugar que ha vivido de cerca la
confrontación armada, que enterró sus muertos, lamentó lo pobre e insignificante que ha sido, y vio de
lejos cómo a nadie le importó. Donde el olvido es esa arma que no los deja ver lo ricos que son, que en el
paraíso viven y por ello han pagado con el olvido. No hay puertas del infierno cerca, pues no hay lugar
donde uno se sienta más cerca al cielo como en Pulí.
Reflexiono al final de este viaje, que el día que Pulí deje de ser olvidado ese día deseará haber sido
siempre olvidado porque su riqueza lo condena. Ese día descubrirán porqué los dejaron “solos”, porqué
124
siguen estando solos, porqué nadie llegó. Sabrán que sí llegaron, que ésos que llegaron permitieron que su
pueblo fuera tan miserable como las circunstancias de desatención estatal lo permitieran y el conflicto
armado lo reafirmara. Sabrán que mientras ellos sentían que vivir allá era casi un castigo divino, otros
sacaban de éste la riqueza de la tierra, que esos mismos entendieron siempre la importancia de que a nadie
le importara el pueblo. Ese día entenderán porqué estaban en la mitad del mapa de la confrontación,
porqué sentían la cercanía de hombres con armas rodeando el pequeño paraíso, entenderán que nada es
casual, que son el centro de un riqueza inimaginable para su mente que nunca tuvo espacio para una idea
tal. Entenderán que la tierra los eligió con espíritu valiente para resistir a los avatares del olvido, los eligió
para ser un día el testimonio de lo que se oculta tras el conflicto, que no es la muerte, la sangre que éste
deja, no es que haya guerrilla, paramilitares, ejército, ni gobiernos corruptos; es que hay riquezas,
recursos, es que hay unos que lo entienden y otros que no lo ven. Hay colonias y colonos. Se exporta hasta
la última gota mientras estamos tan distraídos inmersos en un conflicto con armas, ése que terminó por
justificarlo todo.
No han sido pocas las ocasiones en que me he preguntado cómo los puliseños han sobrevivido a todo lo
que les ha pasado. Será que ha sido su imaginación la que los sostiene o ha sido su invisible pero
irrompible lazo con la tierra. A veces siento que he llegado a contestar la pregunta, pienso que después de
todo lo que les ha pasado solamente queda, para sobrevivir, creer profundamente en el olvido, cerrar los
ojos y hacer de cuenta que la buena suerte un día lloverá, que Dios se acordará de ellos y que pronto
llegarán los carros, las personas y el progreso.
A veces pienso que eventualmente Pulí puede desaparecer con un movimiento fuerte de la tierra, y que de
él nadie sabrá. Sin historia, sin memoria, no se recordará qué fue lo que pasó. Un monumento será puesto
en el lugar de un pueblo que nunca existió. Lo único que quedará de lo que eran, serán los cuentos de
algunos abuelos que dirán: ése era el pueblo al que al fin le sacaron el trapiche de oro que lo sostenía o al
que al fin le cayó la maldición del Padre. Recuerdo entonces lo que sentenció doña Edelmira, uno de esos
días en que estuve en el municipio, “una maldición de ésas cae porque cae. Vea usted a Armero”.
El Final
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Estudio de Caso/ Unidad de Análisis #1 Sistematización de los procesos de producción información por medio de la observación de la prensa nacional (El Tiempo-El Espectador). 1. Definición clara y precisa de lo que se busca: • Objetivo: Buscar y analizar las estrategias informativas, narrativas y estéticas de los medios en la
producción de la realidad social y política para el período trascurrido entre 1947 a 1962. Se trata de investigar los procesos de producción de la prensa con respecto a la realidad en la periferia en relación con la dinámica nacional, con el fin de que al enlazar los datos recogidos, confirmen o no, sí la categorización de Pulí como municipio olvidado para este período responde a una decisión política apoyada por una práctica mediática.
• Lo que se investiga: Lo que interesa es ver como los medios 1) Construyeron acontecimientos sobre el conflicto, cuáles entraron y cuáles no, en la prensa nacional de la época. 2) Qué llevó a Pulí a ser parte o no, de un cubrimiento noticioso relevante. Se investigará por sub-periodos dentro del mismo período.
Caso 1 Pulí 1958 (1947-‐1962)
Datos de Investigación Fuente
Prensa Política de Estado
Primer período
corresponde a 1947-‐1958:
Época de la Violencia.
Durante los años 40 y 50, es decir, en tiempos de La Violencia, la prensa fue totalmente militante y partidista. Lo que contribuyó al ambiente de sectarismo de la época. “En un siglo de permanente confrontación partidista, la prensa no podía más que adoptar esta vocación, y el periodista, asumirse como político” (Vallejo M, 2006, pg., 58). La proclividad de la prensa colombiana a entrar en los dominios de la política partidista se comprueba en el hecho como que presidentes y figura públicas como Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez, Gustavo Rojas Pinilla y Alberto Lleras Camargo; fueron escritores o gestores de empresas en medios de comunicación. Según, el estudio realizado por la periodista Maryluz Vallejo, la tendencia común de las publicaciones para esta época era, pues, a protagonizar más que a servir de testigo de los hechos políticos, puesto que siempre había algún director o colaborador en campaña.
Por otro lado, además de este continuo uso de los periódicos como armas de poder político durante los años de la Violencia desaparecieron “muchos periódicos locales u obreros que contenían ricas descripciones de los conflictos sociales. La prensa que subsistió estuvo sometida a severa censura desde fines de los cuarenta y gran parte de los cincuenta. Cuando se filtra alguna noticia, es incompleta en términos de actores, motivos y logros” (Neira M,
Colombia ha estado comprometida en una situación de violencia desde el segundo semestre de 1946, momento del cambio de la hegemonía liberal a la hegemonía conservadora. Durante la llamada Violencia de los años cincuenta la política de estado se puede decir fue la de concentrar los esfuerzos estatales en hacer propicia esa “guerra” a favor de los intereses del partido político reinante. El conservatismo se consolido bajo un discurso de “intolerancia que se expresaban también en el plano de las ideas y creencias religiosas. En aras de atacar idearios 'no cristianos' se persiguió no sólo a la izquierda marxista sino al liberalismo, a la masonería y a los grupos protestantes. Se desarrolló una cruzada de moralización que obstaculizó la creatividad artística e intelectual. Mientras tanto, desde las esferas oficiales se apoyaba una nueva evangelización católica, que incluía el refuerzo del matrimonio religioso, los retiros espirituales masivos y demás ritos de la iglesia” ((Neira M, 1995, pg., 66), y se matizaba la idea del otro enemigo como un ser sin alma, sin Dios, la idea de otro liberal cercana al del demonio. Lo que llevó a que en “Colombia la violencia política de los años 50 implicó la producción, intercambio y consumo ideológico de cuerpos y el uso de estos como textos de terror con un gran poder de aniquilamiento del tejido social” (Uribe M.V, 1990, pg., 58)
Desde los gobiernos del Ospina y Gómez se mantuvo la idea de que para defender la legalidad del gobierno tenían que usar las armas. Lo que se mantuvo hasta bien entrado el año 56. En el gobierno de Laureano Gómez, miembros de la policía y de los cuerpos de seguridad, principalmente, organizaron una persecución sin precedentes contra los liberales, como ha sido ampliamente documentado en
-Archivo Hemeroteca Biblioteca Luis Ángel Arango. Diario El Espectador: octubre-diciembre 1958; enero-mayo 1959; enero-marzo 1960; septiembre-octubre 1960. -Archivo Hemeroteca Biblioteca Luis Ángel Arango. Diario El Tiempo: octubre-diciembre 1958; enero-mayo 1959; enero-marzo 1960; septiembre-octubre 1960. -Rodríguez
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1995, pg., 63-‐64). Fue pan de cada día la existencia de periódicos y libros censurados, cultos no católicos atacados, estatuas o pinturas con desnudos mutiladas, cines y teatros prohibidos. De manera que muy poco del país rural o de que pasaba en lugares de confrontación, lejanos y de difícil acceso fue parte de la presa durante este periodo.
diferentes libros. La violencia fue creciendo en crueldad, caracterizándose por ser una confrontación entre núcleos de campesinos que se defendían en las diferentes regiones del país, y junto a ellos se conformaban grupos de defensa de los partidos: Chulavitas, Pájaros y las guerrillas liberales.
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Segundo periodo corresponde a 1958-‐1962: Primer período presidencial del Frente Nacional.
Durante el inicio del Frente Nacional, y casi durante toda su duración, la prensa nacional le dio total apoyo y respaldo al discurso de la clase política dirigente. Es decir, la gran prensa se pone a la tarea de crear una nueva mentalidad y de conducta que consiste en una actitud favorable al Frente Nacional. Los periódicos bipartidistas de circulación nacional que apoyaban la coalición eran (El Tiempo, El Espectador, El Colombiano, La República, El País, entre otros). el rechazo del periódico liberal a la ideología comunista (Ayala Diago, 2008). Para el autor César Ayala, la naturaleza de expansión e influencia de opinión de los El Tiempo tiene su grano de mostaza. En una sociedad cerrada, como anotaba Karl Popper, liberales y conservadores encontraron que uno de los instrumentos de mayor legitimidad política era el medio de opinión impreso. Y entre una mayoría deseosa de información, el periódico lograba imponer distinciones entre preferencias y odios partidistas. La opinión editorial, la columna, la caricatura y la noticia diseñaban formas de conversar, controvertir o compartir el país del Frente Nacional. Nada podía contarse como real en la vida política si no aparecía divulgado en El Tiempo. Durante el período del Frente Nacional, la opinión pública se condensó en una única opinión. La prensa de la época no solo planteaba la exigencia de que el verdadero acontecimiento lo constituyeran sus noticias, sino que provocaba también esa siniestra identidad por la cual, en apariencia, se informa de los hechos antes que se hagan realidad. Alberto Lleras Camargo, tuvo “permanente comunicación con directores de prensa para incidir en la línea editorial de los periódicos” (Villar Borda, 2004).
El intento del bipartidismo en cerrar las heridas de la confrontación partidista iniciada en décadas anteriores, fue un acuerdo político entre el Partido Liberal y el Partido Conservador a través de la alteración de poder. “El Frente Nacional fue una tentativa institucional concebida y encauzada por el liderazgo político, las elites empresariales y la jerarquía católica, para superar pausadamente el autoritarismo y la violencia política del período anterior” (Palacios, 2003, p. 239).
Este acuerdo se propuso un triple desafío institucional: pactar la paz, generar programas de desarrollo y favorecer la transición democrática (Gutiérrez, 2007). Y bajo este discurso sube a la presidencia Alberto Lleras Camargo, uno de los más prestigiosos periodistas y gestoras del acuerdo político. El desarrollo fue concebido en el discurso presidencial, a la manera como los políticos y economistas de los Estados Unidos, lo habían planteado en la década de los cincuenta: el mundo se encontraba dividido entre países desarrollados y países del tercer mundo, los cuales, deberían transitar hacia el desarrollo, saliendo del atraso, mediante políticas de apoyo financiero ofrecidas por el primer mundo (CITA). Bajo esta idea fue como el discurso progresista del Lleras Camargo se fue consolidando y con el terreno para dar apoyo a iniciativas como la de Alianza para el progreso (1961) en la que “Estados Unidos, “ofrece contribuir a la aceleración del proceso”. La importación de bienes de capital e intermedios como se podía aumentar el producto, y, para realizar esas importaciones se requería de “la ayuda externa” ofrecida por el programa de la “Alianza para el Progreso”.
La política de Estado había construido un modelo mental, según el cual, los colombianos hacían parte de los países atrasados. Desarrollarnos para Llera Camargo, significaba salir del atraso y el desarrollo lo proveía la ayuda exterior de las agencias norteamericanas. Los vientos que soplaban internacionalmente no hacían presagiar cosa distinta que la alianza de Colombia con Estados Unidos, en la región. Esto llevo a hacer del comunismo y sus posibles aliados, el enemigo principal del mundo
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Y este panorama aparece la iniciativa del diario El Espectador, “Los Municipios Olvidados”, donde por primera vez para el país aparece Pulí junto con otros 31 municipios que no estaban en el mapa de la nación. El 22 de Octubre de 1958, la primera página del diario anuncia la campaña que como objetivo tiene conocer la realidad “de los municipios apartados, dando a conocer sus problemas y necesidades, así como las perspectivas y proyecciones que éstas puedan tener en el futuro de la Republica” (El Espectador, 22 de octubre de 1958). La campaña investigó y expuso los problemas y las necesidades de cada uno de los 32 municipios que catalogó como los más olvidados en su momento. Estos lugares, dentro de ellos Pulí, sintetizaban los problemas y las necesidades esenciales de ese país agrario que es el nuestro. El problema de tierras (latifundio-‐minifundio, propiedad concentrada, escasa producción, crédito, etc.), el problema de higiene, el problema de educación, todos los problemas vitales que permanecían escondidos e incógnitos, hasta que la campaña apareció. La campaña tuvo lugar en un momento en el que Colombia se encontraba en una transición política, económica y social, es justamente en este contexto de transición en el que surgen las motivaciones del diario para publicar esta serie de especiales que tuvieron afinidad con el discurso oficialista en un momento en el cuál la cercanía del diario con el gobierno de Alberto Lleras Camargo era evidente, así como su creciente apoyo a sus propuesta y políticas desarrollistas que caracterizaron el periodo del Frente Nacional. Sólo hasta este momento el problema de estos lugares se vio como un problema. Anota Laguado citando a Stella Grassi, “los sufrimientos de un grupo social no se constituyen en problema social como resultado de sus características intrínsecas sino que, o son resultado de una definición previa del grupo como problemático por unos agentes determinados que logran establecer una equivalencia entre el sufrimiento del grupo y los problemas de la sociedad como un todo o don el resultado de una percepción de amenaza al sistema de dominación” (Laguado,
capitalista. Actores sociales organizados como la clase obrera y la izquierda, se convertían así en obstáculos para el desarrollo, por lo cual había que anularlos o al menos controlarlos, como en efecto sucedió. (Neira M, 1995, pg., 66).
El presidente Lleras Camargo, buscaba consolidar el desarrollo y el crecimiento económico, por medio de “el bienestar social y mejoramiento de las condiciones de vida de los latinoamericanos con el fin de evitar terribles trastornos en las masas populares sumidas en la miseria” (Lleras Camargo. 1963, pg., 29) lo que solo se conseguiría mediante la ayuda internacional, que más que buscar el desarrollo, buscaba hacer de Latinoamérica un apoyo estratégico en contra de la avanzada comunista.
Universidad Jorge Tadeo Lozano. -‐Uribe M.V (1990) Matar, rematar y contramatar. Las masacres de La Violencia en el Tolima, 1948-‐64. Serie Controversia # 159-‐160; Centro de Investigación y Educación Popular, CINEP; Bogotá. -‐Neira, Mauricio (1995). Protestas Sociales En Colombia 1946-‐1958 en Revista Historia Critica No 11, Julio-‐Diciembre 1995. Pg., 63-‐78.
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Estudio de Caso/ Unidad de Análisis #2 Sistematización de los procesos de producción información por medio de la observación de la prensa nacional (El Tiempo-El Espectador). 2. Definición clara y precisa de lo que se busca:
• Objetivo: Buscar y analizar las estrategias informativas, narrativas y estéticas de los medios en la producción de la realidad social y política para el periodo trascurrido entre 1997 a 2012.
2006, pp.57). Y es justamente aquí donde entran los medios de comunicación. Los medios eran la forma de ligar el problema del atraso con la solución: el desarrollo, mediado por una aceptación favorable de la opinión publica frente a las nuevas políticas de progreso y la reforma agraria de 1961. El contenido de las publicaciones sirvieron, por una parte, como diagnostico y, por otra, como sustento para la creación de una opinión pública favorable al discurso progresista de Lleras Camargo, que proclamaba por la ayuda internacional por medio de la Alianza para el Progreso, la reforma agraria y al blindaje por medio de este discurso a los cantos comunistas. “La geopolítica estaba íntimamente ligada al tema del periodismo, pues se fundamento en la lucha por la formación de una opinión publica proclive al régimen de coalición y los reclamos retóricos tanto del Estado como del periodismo por la defensa de la libertad de prensa” (Castellanos N, 2006, pg., 106) Posteriormente, luego de “transcurridos los primeros cuatro años del gobierno de coalición, los hechos violentos no cesaron y los directores de los principales periódicos del país (39) acordaron reunirse en octubre de 1962 con altos funcionarios del Estado para llegar a una declaración que se expresó en más de 15 puntos de un acuerdo sobre el “deber ser” informativo: […] -‐Evitar toda polémica sobre las responsabilidades que en la violencia hayan tenido los partidos políticos, dejándole el necesario juicio histórico a una generación menos angustiada y comprometida. -‐Predicar virtudes democráticas, justicia, tolerancia y concordia[…] (Fragmento de un editorial de El Espectador, citado por Castellanos N , 2006, pg., 87).
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Se trata de investigar los procesos de producción de la prensa con respecto a la realidad en la periferia en relación con la dinámica nacional, con el fin de que al enlazar los datos recogidos, confirmen o no, sí la categorización de Pulí como municipio olvidado para este período responde a una decisión política apoyada por una práctica mediática.
• Lo que se investiga: Lo que interesa es ver como los medios 1) Construyeron acontecimientos sobre el conflicto, cuáles entraron y cuáles no, en la prensa nacional de la época. 2) Qué llevó a Pulí a ser parte o no, de un cubrimiento noticioso relevante. Se investigará por sub-periodos dentro del mismo período.
Caso 1 Pulí 2012 (1997-‐2012)
Datos de Investigación Fuente
Prensa Política de Estado Primer período corresponde a 1997-‐2002: Diálogos de Paz del presidente Andrés Pastrana con la guerrilla de las Fuerza Armada Revolucionaria de Colombia-‐EP (FARC). Avanzada de la Farc en Cundinamarca.
El país atravesó primero por un perspectiva de diálogos para conseguir la paz, para luego pasar a una guerra declarada y absoluta contra todo aquel a quien se le diera el nombre de narcoterrorista, donde los medios de comunicación fueron parte de este proceso. La información que había sobre el conflicto se centraba en lo que con respecto al proceso de paz con las FARC entre 1999 y 2002, la zona de distención en San Vicente del Cagúan se convirtió en un circo mediático, donde la información que se daba influyó de manera determinante en el proceso. El cubrimiento del proceso de paz de Pastrana se vio afectado por la falta de construcción de confianza entre las partes, y en su percepción ciudadana, que los medios ayudaron a perpetuar, “los hechos noticiosos derivados del conflicto bélico (tomas guerrilleras de pueblos, estallidos de cilindros-‐bombas contra alcaldías y estaciones de policía de municipios, enfrentamientos militares), altamente “noticiables” en virtud de su carácter espectacular y dramático, terminaron a menudo haciendo mucho ruido y opacando la visibilidad de algunos avances y logros en la mesa de negociación, muchos de ellos poco espectaculares en razón de la confidencialidad y discreción propia de este tipo de conversaciones” (LÓPEZ DE LA ROCHE, 2005, p. 8). Dentro de estos años es que vuelve a reaparecer Pulí en la prensa con un pequeño cubrimiento noticioso (que no sale ni en El Tiempo, ni en El Espectador) que se debe a la toma militar al pueblo realizada por el Frente 42 de las Farc: Septiembre 13 de 1997 A las 11:30 de la noche y después de dinamitar la subestación eléctrica que abastece la localidad , un grupo de 200 narco-‐terroristas
El periodo inicio con la elección de Andrés Pastrana como presidente para los años de 1998-‐2002. Durante este periodo se vivió una etapa de dialogo, trayendo expectativas de paz luego de mucho tiempo de conflicto, se pactó un escenario de dialogo. (Rizo, H, 2002, pg., 199). El discurso se perfiló hacia la negociación principalmente con las FARC, dejando de lado a otros grupos insurgentes, como las AUC, quienes en este tiempo fortalecieron su aparato militar. Para finales del periodo de Pastrana, el discurso de este mismo en defensa del proceso del paz era revaluado por la opinión pública. Quien no confiaba en el proceso y lo percibía como un retroceso para el país. En medio de este ambiente, entra la campaña política de Álvaro Uribe Vélez: “Mano Firme, Corazón grande”. El gobierno de Uribe prometía el apegó a la política de Estados Unidos en practicar una lucha anti terrorista y combatir con ‘mano dura’, a las FARC después del El Caguán.
-Archivos de prensa de El Espectador (Digital/Impreso)
-Archivos de prensa de El Tiempo (Digital/Impreso)
-Búsqueda en base de datos de la Pontificia Universidad Javeriana de noticias de Pulí.
-Indagación en buscadores de Internet de noticias de Pulí.
Fuentes Secundarias:
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de los frentes 22 y 42 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -‐ FARC, dirigidos por alias "El negro Antonio" asaltaron el municipio de Pulí (Cundinamarca) con explosivos, rockets, granadas y armas automáticas. En el asalto los bandoleros destruyeron la estación de policía, edificios aledaños, el palacio municipal, varias residencias de la localidad, el parque central, cortaron las líneas telefónicas y asesinaron al comandante del puesto de policía Cabo Primero Hugo Henry Hurtado Gallego, de 32 años y al patrullero Henry Reinosa Guzmán, de 23 años. Posterior las noticas que se reportan sobre el pueblo son acerca de hallazgos de campamentos del frente 42 de las Farc, así como de armamento. Otras de las noticias del período es sobre la baja votación que hubo para nombrar alcalde en 1998. Artículo del periódico El Tiempo del 10 de noviembre de 1997: EN PULÍ, EL ALCALDE GANÓ LEJOS En Pulí, un municipio ubicado al occidente de Cundinamarca en el Magdalena Medio, ya no es noticia el hecho de que hayan votado solamente dos personas de las 2.356 aptas para sufragar. Y, menos, que con esa votación obtenida por el candidato Hugo Hernando Díaz Retavisca, quien paradójicamente inscribió su candidatura a nombre de una coalición , haya logrado la mayoría en este pueblo de cinco mil habitantes. Pulí tiene una nueva sorpresa en materia electoral. El alcalde que eligieron ganó lejos: no vive en el pueblo desde hace más de 3 años. El 9 de Octubre de 1999 el municipio aparece de nuevo en las paginas de El Tiempo, está vez con el nombre de olvidado: PULÍ SI TIENE QUIEN LO QUIERA
Si habrá policía En toda la región hay un poco más de cinco mil habitantes. Pero, los pocos que viven en el casco urbano, cerca de 600, dicen que de Pulí ya todos se olvidaron y que solamente se escucha hablar de él cuando hay una toma guerrillera. Posteriormente, el municipio vuelve a tener un espacio en la prensa, esta vez el diario El Tiempo reporta que la elección del alcalde municipal para el periodo 1998-‐2001, tan solo tuvo 2 votos y que el candidato elegido hace más de tres años no vive en el municipio. El 27 de Mayo de 2002, Pulí es noticia de las
Nación. Ministerio de Cultura, Bogotá, 2008. -‐Seminario internacional sobre territorio y cultura 2( 2001 oct. 23-‐27 : Manizales). Territorio y cultura, territorios de conflicto y cambio sociocultural, Universidad de Caldas, Caldas, 2001. -‐ El Tiempo. (2003). Conflicto armado y terrorismo. Manual de cubrimiento, 4a parte. En Conflicto armado en la páginas de El Tiempo. Cuadernos de análisis (pp. 54-‐66). Bogotá. -‐Reniz, D. (2002). La información en tiempos de guerra y terrorismo. Revista Javeriana, agosto, 53-‐59. -‐ Rey Germán (2004). CALIDAD INFORMATIVA Y CUBRIMIENTO DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA, Fondo
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paginas de El Tiempo: MÁS DE SIETE HORAS DE TERROR EN PULÍ El viernes a las 5:30 de la tarde, una columna de 150 guerrilleros del frente 42 de las Farc, al mando de El Boyaco y El Campesino , llegó al casco urbano del municipio y lo atacó con más de 35 cilindros de gas, granadas y ráfagas de fusil, dejando como saldo cinco policías heridos, las instalaciones del comando semidestruidas y las casas vecinas averiadas. La ultima notica de este periodo se registra el 25 de Mayo de 2002. Se informa la ausencia de votantes: NADIE VOTÓ EN EL PUEBLO DE PULÍ CUNDINAMARCA A pesar de que el gobierno de Cundinamarca había garantizado el desarrollo normal de las elecciones en todo el departamento, ayer en Pulí nadie votó. Este pueblo está casi abandonado desde hace un mes, debido a las amenazas del frente 42 de las Farc.
Editorial CEREC.
El segundo periodo corresponde 2002-‐2010: Seguridad Democrática de presidente Álvaro Uribe. Desmovilización de la mayoría de Bloques de la Autodefensas Armadas de Colombia (AUC).
En la segunda etapa, los medios viven una profundización de esta campaña de desprestigio contra la guerrilla. El cubrimiento periodístico del conflicto en el contexto de la seguridad democrática del presidente Uribe, tuvo presiones por redefinir el conflicto en Colombia, como guerra contra el terrorismo, y descrédito a todo aquel que tuviera un acercamiento a los grupos guerrilleros, y a las cifras que desvirtuaran a las fuerzas militares. Los medios tomaron partido en calidad de actores del conflicto, en virtud de las perspectivas que les dieron a la hora de informar. “Cuando se analizan los contenidos de la información sobre el conflicto en los periódicos colombianos, se encuentra que el centro de ella es la dimensión bélico-‐militar y en particular, las operaciones militares que llegan a conformar el 42% del conjunto general de las noticias analizadas. Es evidente que la política de seguridad democrática del gobierno del Presidente Álvaro Uribe, posee un enfoque de la información y una particular percepción sobre el papel que deberían asumir los medios de comunicación” (Rey G, 2004, pg., 60-‐66)
El mayor porcentaje de puntos de vista similares, se encontró en las noticias referidas
Álvaro Uribe aparece en este escenario de desprestigio de la expectativa de paz. Durante este periodo el Presidente Uribe consolida su política de 'Seguridad Democrática' que se enfocaba en el fortalecimiento de las fuerzas militares, una mayor presencia en el territorio nacional de la Fuerza Pública, la reducción de los índices de violencia, debilitado a la guerrilla de las Farc y prácticamente aniquilado al ELN, y la desmovilización de las autodefensas.
El comportamiento que predomina de 2002 a 2010, que se puede entender en la política de seguridad democrática, es el fortalecimiento de la estrategia militar, es decir, mediante el ejercicio de la violencia se logra tener poder sobre todos los ámbitos. La seguridad democrática buscó consolidar una estrategia en el escenario
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a lo bélico-‐militar. Todos estos datos confirman la oficialización de la temática militar dentro de la información del conflicto en los periódicos colombianos. Así fue a grandes rasgo la información de la prensa sobre en el conflicto en esta época. De las grandes hazañas del Ejercito Colombiana, a la palabras en contra del presidente a cualquier tipo de oposición a la política del Estado, a noticias de masacres desproporcionadas que reafirmaban porque era necesario la mano dura, pues las más “famosas” fueron de los años anteriores a la Seguridad Democrática (Segovia, La Rochela, Trujillo, Mapiripán, el Salado, San José de Apartado, Bojayá, Tierraalta). Del paramilitarismo, el procesos de paz con ellos, y de los desmanes que hacia el Ejercito en las regiones fueron muy poco las noticias durante este periodo.
Durante estos 8 años, no hubo noticia registrada de Pulí. La ultima noticia de Pulí fue registrada el 28 Julio de 2012 por El Espectador, no se trata de un tema reciente ocurrido, sino más bien de la alineación del perdón y la reconciliación dentro del contexto de los diálogos de paz.
LUZ DARY CAMELO DÍAZ Y SU RECONCILIACIÓN CON LOS VICTIMARIOS DE SU ESPOSO Revelamos la historia de una víctima del conflicto en el occidente de Cundinamarca que decidió perdonar a los guerrilleros de las Farc que la dejaron viuda.Durante 12 años, Luz Dary cargó con el odio que le quedó después de la muerte de su esposo. Por fin encontró paz.
militar, planteando la recuperación del control territorial, manteniendo así una maniobra defensiva-‐ofensiva (RAMÍREZ DE RICÓN, 2003). El eje se centró a la guerra antiterrorista y anti-‐narcos donde asume el lugar central la alianza del gobierno colombiano y las fuerzas armadas con el Plan Colombia y la administración George W Bush. Dentro de este comportamiento se habla de la importancia de la inversión extranjera. Al ser reelegido, Uribe pudo extender su política por más tiempo. Para ambos gobiernos fue de suma importancia los acercamientos con Estados Unidos. Aunque en el caso de Uribe también se dieron acercamientos de otro tipo, especialmente económicos con la negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC).
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Anexo 2 Guía Metodológica
Unidades de Análisis
Características
Instrumentos
¿Qué es lo que interesa?
¿Qué necesito saber? ¿Qué hay que hacer?
Estudio de Caso # 1 Memoria Colectiva Pulí
1947-‐1962
Objetivo: Reconstruir el pasado a partir de las memoria de quienes lo vivieron. Utilidad: Describir tendencias o evoluciones pasadas, en una realidad específica. Se explican los cambios y las causas o acontecimientos importantes para el pueblo y sus habitantes. Este diseño también es útil para identificar cómo la comunidad se ha entendido a sí misma y a su historia.
La microhistoria: Su objeto no está ante los ojos; se ve a través de la mirada ajena y de las reliquias: por eso la micro emplea como testimonios documentos, marcas terrestres, aerofotos, construcciones y ajuares, onomásticos, archivos personales (cartas, memorandos, carteles), las prendas de cada habitante y tradición oral. La microhistoria utiliza un recurso de explicación histórica que consiste en una comprensión de lo histórico regional mediante el nexo causal
En esta parte del trabajo lo que interesa es lograr una explicación histórica que de luces sobre la categorización del olvido para este período, a partir de la comprensión de lo histórico local mediante el nexo causal con la historia “oficial”. Es decir, comparar durante los 15 años cómo las decisiones que se daban a lugar nacional y los periodos que estas marcaban, afectaban o no el porvenir de un municipio que sólo hasta 1958 fue parte del mapa de la nación.
Este estudio incluye el análisis de documentos, de datos estadísticos o índices, así como especialmente la observación directa del fenómeno estudiado y las entrevistas a las personas que habitaron Pulí durante el periodo, o que de igual manera tienen vivo el testimonio de sus abuelos, padres, tíos o demás familiares que ya hayan fallecido. Con ello se pretende, además de reconstruir la memoria colectiva, analizar la cotidianidad de este municipio; las relaciones sociales, políticas y económicas; sus cosmovisiones, creencias y costumbres y la institucionalidad presente para el período de 1958.
--Necesito saber a la luz de la historia oficial cómo los habitantes de Pulí iban entendiendo su propia historia desde 1948 y antes de 1958, cuando no encontraban en ninguna parte nada que hablara sobre su realidad. Cómo la entendieron posterior a ser parte de la campaña del diario El Espectador, los “Municipios Olvidados”. --Necesito descubrir a través de la memoria de los lugareños y de los que alguna vez habitaron el pueblo, cuál fue el proceso de cambio -social e histórico- experimentado por Pulí a lo largo de esos 14 años; se explica por eso su interés en presentar las diferentes etapas del acaecer histórico de la comunidad, y en íntima conexión con ello, descubrir quiénes -cuáles individualidades- lo realizaron. -Necesito analizar lo que fue la cotidianidad de este municipio; las relaciones sociales, políticas y económicas; sus cosmovisiones, creencias y costumbres y su cultura política y institucionalidad que había.
Realizar un bosquejo de los temas mayores y menores a tratar: “Recuerdo mucho el día en que un Alcalde quemaba los últimos reductos de archivos de su oficina llevándose el aire hasta la plaza principal una hoja de antiguos registros presupuestales”. La promoción del 44 Se realizara a través de fuentes directas, derivadas de la observación. En ellas se tienen en cuenta, dos tipos de fuente: Fuentes primarias, tales como colecciones particulares de documentos, libros de del lugar, papeles y tradiciones de familia, entrevistas a miembros representativos de la comunidad. Fuentes eminentemente informativas, tales como "noticias de libros de historia nacional y regional"; documentos de archivos públicos, nacional y regionales (notariales, parroquiales), así como también fuentes no del todo informativas sino descriptivas, tales como los datos extraídos de novelas de suma utilidad como Recuerdos de mi aldea de Eduardo, Pueblo en vilo de Luis González y González y algunos de la colección de Alfredo Molano. Luego de esto se determinar los hechos
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con los sucesos nacionales y la elaboración, con los mismos, de un paralelismo.
históricos que merecen ser destacados en una comunidad en la que - al parecer- no ocurre hecho histórico de importancia y se comparara con lo que resalta la historia oficial.
Estudio de Caso # 2 Memoria Colectiva Pulí
1997-‐2012
Objetivo: Reconstruir el pasado a partir de las memoria de quienes lo vivieron. Utilidad: Describir tendencias o evoluciones pasadas, en una realidad específica. Se explican los cambios y las causas o acontecimientos importantes para el pueblo y sus habitantes. Este diseño también es útil para identificar las razones de forma cómo la comunid
La microhistoria: Su objeto no está ante los ojos; se ve a través de la mirada ajena y de las reliquias: por eso la micro emplea como testimonios documentos, marcas terrestres, aerofotos, construcciones y ajuares, onomásticos, archivos personales (cartas, memorandos, carteles), las prendas de cada habitante y tradición oral. Las guías de observación y valoración cultural de Germán Ferro Medina:
En esta parte del trabajo lo que interesa es lograr una explicación histórica que de luces sobre la categorización del olvido para este período, a partir de la comprensión de lo histórico local mediante el nexo causal con la historia “oficial”. Es decir, comparar durante los 15 años cómo las decisiones que se daban a lugar nacional y los periodos que estas marcaban, afectaban o no el porvenir de un municipio que aún cuando vivió muchos eventos relevantes que daban muestra de la profundización del conflicto armado y social, no fueron considerados tan relevantes para la opinión pública.
Este estudio incluye el análisis de documentos, de datos estadísticos o índices, así como especialmente la observación directa del fenómeno estudiado y las entrevistas a las personas que habitan actualmente Pulí o que estuvieron en el municipio durante el periodo. Con ello se pretende, además de reconstruir la memoria colectiva, analizar la cotidianidad de este municipio; las relaciones sociales, políticas y económicas; sus cosmovisiones, creencias y costumbres y la institucionalidad presente para el período de 2012. Esta parte del trabajo supone una revisión
-‐-‐Necesito analizar la cotidianidad de este municipio; las relaciones sociales, políticas y económicas; sus cosmovisiones, creencias y costumbres y su cultura política y institucionalidad presente durante los últimos 15 años. -‐-‐Necesito entender la lógicas económicas que sustentan la económica del lugar y su relación con la administración pública. Un tema trascendental acá es la concesión de exploración minera que hay en el pueblo, y de la cual hasta ahora no hay registro. Así como investigar lo concerniente con la contrataciones hechas para la construcción de la carretera pavimentada que aún no existe para el municipio. -‐Necesito analizar los diferentes problemas de orden público que se dieron en el pueblo desde 1997 hasta el 2012, qué relación hubo entre ellos y por qué esto no fue objeto de muy pocos
Se realizará a través de los siguientes pasos: Identificación geográfica e histórica, dentro de ello está la visita de sus espacios más importantes, la iglesia, la plaza del pueblo, el cementerio, el mercado, algunas de las veredas sucristas a la cabecera municipal, entre otros; el reconocimiento de la organización social: dentro de ello están los gremios, los sindicatos, las cooperativas, las juntas de Acción Comunal, los voluntariados, , las órdenes religiosas, cofradías, juventudes cristianas, los partidos políticos, los movimientos cívicos o sociales, los movimientos ideológicos, ambientales, así como los medios de comunicación (radio y prensa local), grupos de teatro, vigías del patrimonio, grupos musicales y de danza, asociación de fiesteros, etc. Se realizara a través de la observación participante, la entrevista no estructurada, la historia de vida y el análisis de indicadores.
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ad se ha entendido ha sí misma y a su historia. Así como para determinar los hechos históricos que merecen ser destacados en una comunidad en la que -‐ al parecer-‐ no ocurre hecho histórico de importancia y se comparara con lo que resalta la historia oficial
La gran mayoría de pueblos o culturas del planeta están asentados en un lugar específico donde desarrollan buena parte de sus actividades, expresando de manera diversa un modo particular de organizar y darle sentido a su vida. Detrás de ello es que las herramienta de estas guías ayudan pues propone una metodología para la identificación o reconocimiento los paisaje culturales -‐ modos de actuar, pensar y sentir externos al individuo. De los modos de vida material los valores
de los indicadores básicos de la población del pueblo.
seguimientos noticiosos, aún cuando era centro de varias situaciones particulares. -‐-‐Necesito comprender a través del testimonio vivo de los habitantes de Pulí, la relación que ellos interpretan tiene con el conjunto de la Nación, cómo se identifican como nacionales de una nación que los desconoce, porque no encuentran referente alguno de ellos mismos en los medios de comunicación. Esfera que la comunidad utiliza para contarse y preguntarse por el sentido de colectivo, , para encontrar explicaciones a sus propias circunstancias.
Se tendrán en cuenta estos últimos para poder evaluar la actual situación política, económica y social del lugar.
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y la moral de la sociedad-‐ .
Estudio de Caso # 1
Observación de la prensa nacional (El Tiempo-El Espectador) 1947-1962
Objetivo: Buscar y analizar las estrategias informáticas, narrativas y estéticas de los medios en la producción de la realidad socias y política. Utilidad: Nuevos modelos de comprensión de las lógicas de producción de los medios de comunicación frente al conflicto.
Sistematización de los procesos de producción: Primero se empieza por evaluar los productos periodísticos que se dieron durante 1958-‐1960/1962. Lo que interesa es ver como los medios 1) construyen los acontecimientos, 2) representan la realidad, 3) establecen la agenda temática.
La razón por la que se escoge este año es que en él se da la campaña de “Municipios Olvidados” del diario El Espectador. Esta tenía como objetivo dar a conocer la realidad de la periferia y la provincia colombiana, hablar sobre los municipios y las regiones olvidadas, que “no existían” para la mayoría de los colombianos. La campaña investiga y expone los problemas y las necesidades de cada uno de los 32 municipios que catalogaron como los más olvidados en su momento. Estos lugares, dentro de ellos Pulí, sintetizan los problemas y las necesidades esenciales de ese país agrario que es el nuestro. El problema de tierras (latifundio-‐minifundio, propiedad concentrada, escasa producción, crédito, etc.), el problema de higiene, el problema de educación, todos los problemas vitales que permanecían escondidos e incógnitos, hasta que la campaña apareció. La campaña tuvo lugar en un momento en el que Colombia se encontraba en una transición política, económica y social, es justamente en este contexto de transición en el que surgen las motivaciones del diario para publicar esta serie de especiales que tuvieron afinidad con el
-Necesito investigar el contexto político, económico y social (nacional e internacional) bajo el que se enmarca la investigación de los “Municipios Olvidados” , que duró de 1958-1960. Sobre todo entender cuál era el poder ejecutivo de momento y su relación con la practica mediática. -Necesito recaudar la información que sobre Pulí se haya dado, no solo en El Espectador sino en los otros diarios de la época. -Necesito sistematizar la información publicada en los principales medios de comunicación de la época sobre la región, de 1958 a 1960.
Se realizara a través de fuentes documentales: -Archivo Hemeroteca Biblioteca Luis Ángel Arango. Diario El Espectador: octubre-diciembre 1958; enero-mayo 1959; enero-marzo 1960; septiembre-octubre 1960. -Archivo Hemeroteca Biblioteca Luis Ángel Arango. Diario El Tiempo: octubre-diciembre 1958; enero-mayo 1959; enero-marzo 1960; septiembre-octubre 1960. -Rodríguez Marco T. Los Municipios Olvidados. Asociación Liberal de Integración Socia, Bogotá, 1982. Fuentes Secundarias: -Castellanos, Nelson. El periodismo colombiano en tiempos del Frente Nacional. Universidad de Antioquia, 2011. -Ayala Diago César Augusto. Exclusión, discriminación y abuso de poder en El Tiempo del Frente Nacional. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2008. - Vallejo, M. A plomo herido. Editorial Planeta, Bogotá, 2006.
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discurso oficialista en un momento en el cuál la cercanía del diario con el gobierno de Alberto Lleras Camargo era evidente, así como su creciente apoyo a sus propuesta y políticas desarrollistas que caracterizaron el periodo del Frente Nacional. Sólo hasta este momento el problema de estos lugares se vio como un problema. Anota Laguado citando a Stella Grassi, “los sufrimientos de un grupo social no se constituyen en problema social como resultado de sus características intrínsecas sino que, o son resultado de una definición previa del grupo como problemático por unos agentes determinados que logran establecer una equivalencia entre el sufrimiento del grupo y los problemas de la sociedad como un todo o don el resultado de una percepción de amenaza al sistema de dominación” (Laguado, 2006, pp.57). Y es justamente aquí donde entran los medios de comunicación. Los medios eran la forma de ligar el problema del atraso con la solución: el desarrollo, mediado por una aceptación favorable de la opinión publica frente a las nuevas políticas de progreso y la reforma agraria de 1961.
Estudio de Caso # 2
Observación de la prensa nacional (El Tiempo-El Espectador) 1997-2012
Objetivo: Buscar y analizar las estrategias informáticas, narrativas y estéticas de los medios en la producción de la realidad social y política.
Sistematización de los procesos de producción: Primero se empieza por evaluar los productos periodísticos que se dieron durante los últimos 15 años.
Al hablar de los grandes medios de comunicación desde 1960 en adelante, tenemos primero que reconocer el cambio en la lógica informativa de la misma prensa gracias a la entrada de la televisión como nuevo formato de trasmisión de noticias. En estos 50 años, se vivió el auge y caída de la prensa como el medio mas importante de comunicación. La televisión por su centralidad se ha convertido en el centro de la industria cultural: su poder está en construir la realidad más común
-‐Necesito evaluar la lógica que precede a esa practica mediática de invisibilización completa de Pulí luego de haber contado con tan relevante despliegue de medios en el 1960. De ello entender por qué Pulí no ha contado en este tiempo con un relevante despliegue noticioso aún cuando
Se realizara a través de fuentes documentales: -Archivos de prensa de El Espectador (Digital/Impreso)
-Archivos de prensa de El Tiempo (Digital/Impreso)
-Búsqueda en base de datos de la Pontificia Universidad Javeriana de noticias de Pulí.
-Indagación en buscadores de Internet de
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Utilidad: Nuevos modelos de comprensión de las lógicas de producción de los medios de comunicación frente al conflicto.
Lo que interesa es ver como los medios 1) establecen la agenda temática 2) construye acontecimientos sobre el conflicto, cuáles entran y cuáles no. 3)Qué lleva a que Pulí no sea parte de ningún cubrimiento noticioso relevante.
para “todos” y el relato de país que la audiencia asume es el real. La nación colombiana tiene una imagen fuerte en su representación mediática: su obsesión por contarse violenta, porque todo lo que se dice del conflicto tiene que tener un referente en la sangre. Los medios audiovisuales han producido una inflación y superabundancia de imágenes para ver, mas no para pensar, lo que ha cambiado las lógicas de lo que se incluye y se excluye dentro de las agendas informativas de los otros medios. El interés se centra en la prensa por el potencial que esta tiene de garantizar la “memoria”, lo que se informa queda impreso para siempre, constituyendo así un referente de devenir de cómo la sociedad se ha contado su propia historia. “La prensa genera historia y memoria, mientras la televisión y la radio desaparecen del universo simbólico una vez han sido emitidos los mensajes” (Observatorio de Medios-‐CEPER). Por tanto, esta categoría requirió la búsqueda de bases de datos previa sobre Pulí, en medios de comunicación por los últimos 15 años. La primera evidencia del olvido de este periodo de Pulí, es la inexistencia de importante material periodístico sobre la realidad de este municipio en los últimos 50 años. Aún cuando el municipio ha tenido varios episodios de problemas de orden público como la toma guerrillera de 1997 que se prolongo por 5 años, los enfrentamientos entre ejercito y guerrilla en 2002, que nadie votara para elegir alcalde en 2002, la retención por parte de
siempre ha estado en el ojo del conflicto; sí es por qué sus circunstancias no se han clasificado como de importancia nacional, o por qué quizás no ha habido la cantidad suficiente de muertos para cumplir con la imagen mediática requerida, o por qué su olvido no fue más un problema después de que termino la campaña “Municipios Olvidados”. -Necesito investigar el contexto político, económico y social (nacional e internacional) bajo el que se enmarca los últimos años de cubrimiento mediático. Sobre todo entender cuál es el poder ejecutivo de momento y su relación con la practica mediática que no registra ningún acontecimiento proveniente de Pulí. -Necesito sistematizar la información publicada en los principales medios de comunicación de la época sobre el conflicto en la región, de 1997 a 2012. -‐Necesito certificar la relación que tiene que la violencia armada sea el único imaginario construido y reflexionado como lugar de producción narrativa con el
noticias de Pulí.
Fuentes Secundarias:
-Rincón Omar, García Soledad, Zuluaga Jimena. La nación de los medios. Cuadernos de Nación. Ministerio de Cultura, Bogotá, 2008. -‐Seminario internacional sobre territorio y cultura 2( 2001 oct. 23-‐27 : Manizales). Territorio y cultura, territorios de conflicto y cambio sociocultural, Universidad de Caldas, Caldas, 2001. -‐ El Tiempo. (2003). Conflicto armado y terrorismo. Manual de cubrimiento, 4a parte. En Conflicto armado en la páginas de El Tiempo. Cuadernos de análisis (pp. 54-‐66). Bogotá: Autor. -‐Reniz, D. (2002). La información en tiempos de guerra y terrorismo. Revista Javeriana, agosto, 53-‐59.
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las Farc de un grupo de periodistas del canal RCN. Ninguno de los episodios anteriormente mencionado fue objeto de un relevante cubrimiento medios de comunicación, si a penas contaron con un reporte corto de algunos de los hechos. Estos datos nos muestran un importante decisión frente al olvido de Pulí para estas ultimas décadas, pues no se trata de un lugar donde nada pasa sino más bien donde se ha decidido que pase no debe importar, a menos que se tratara de un hecho de violencia lo suficientemente desproporcionado para generar el efecto que los medios buscan generar frente al conflicto. Conmoción, rechazo y poca reflexión.
olvido de otras historias y memorias del conflicto, como la de Pulí.