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CRITICÓN, 79, 2000 pp. 47-64. Literatura polémica y reescritura en 1635: Defensa de España contra las calumnias de Francia, de José Pellicer María Soledad Arredondo Universidad Complutense Entiendo por reescritura la utilización que hace un autor de un texto propio o ajeno, con el propósito de transformarlo. Se trata de un fenómeno más amplio que el de la intertextualidad, porque la reescritura no se reduce a tomar parte de un texto, sino la totalidad del mismo, superando la cita o el comentario. El autor parte de un texto ya inventado, que va a convertir en otro introduciendo cambios en su disposición y en su elocución. La obra resultante no sólo establece relaciones concretas con el texto de base, sino que no puede comprenderse por completo sin conocerlo. El escritor asume un modelo, del que conserva el tema o el argumento, pero en el que modifica la estructura y el estilo, dentro de una práctica de la imitatio especialmente habitual y fructífera en el Siglo de Oro. En este sentido, la reescritura ha actuado, tanto o más que la intertextualidad, como un factor de literariedad en el curso del tiempo, hasta que el moderno criterio de originalidad ha teñido con el despectivo nombre de «plagio» el uso de obras anteriores. Si admitimos la práctica de la reescritura como motor creativo en las obras de ficción áureas 1 , también puede constituir un procedimiento usual en textos de la llamada «prosa de ideas», cuyos límites son siempre difíciles de perfilar. El objeto de este trabajo es uno de esos textos, inscrito en la polémica hispano-francesa de 1635, magníficamente estudiada por Jover 2 en sus aspectos ideológicos. A mi entender, en esa 1 Véase a este respecto el número monográfico de XVII e siècle, 1995, dedicado a La réécriture au XVII e siècle. 2 Jover, 1949.

Literatura polémica y reescritura en 1635: «Defensa de ...en general, opúsculos de propaganda, ... guerre franco-espagnole de 1635...», sobre su influencia en Pellicer. 9 El embaxador

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CRITICÓN, 79, 2000 pp. 47-64.

Literatura polémica y reescritura en 1635:Defensa de España contra las calumnias

de Francia, de José Pellicer

María Soledad ArredondoUniversidad Complutense

Entiendo por reescritura la utilización que hace un autor de un texto propio o ajeno,con el propósito de transformarlo. Se trata de un fenómeno más amplio que el de laintertextualidad, porque la reescritura no se reduce a tomar parte de un texto, sino latotalidad del mismo, superando la cita o el comentario. El autor parte de un texto yainventado, que va a convertir en otro introduciendo cambios en su disposición y en suelocución. La obra resultante no sólo establece relaciones concretas con el texto debase, sino que no puede comprenderse por completo sin conocerlo. El escritor asume unmodelo, del que conserva el tema o el argumento, pero en el que modifica la estructuray el estilo, dentro de una práctica de la imitatio especialmente habitual y fructífera en elSiglo de Oro. En este sentido, la reescritura ha actuado, tanto o más que laintertextualidad, como un factor de literariedad en el curso del tiempo, hasta que elmoderno criterio de originalidad ha teñido con el despectivo nombre de «plagio» el usode obras anteriores.

Si admitimos la práctica de la reescritura como motor creativo en las obras deficción áureas1, también puede constituir un procedimiento usual en textos de lallamada «prosa de ideas», cuyos límites son siempre difíciles de perfilar. El objeto deeste trabajo es uno de esos textos, inscrito en la polémica hispano-francesa de 1635,magníficamente estudiada por Jover2 en sus aspectos ideológicos. A mi entender, en esa

1 Véase a este respecto el número monográfico de XVIIe siècle, 1995, dedicado a La réécriture au XVIIe

siècle.2 Jover, 1949.

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serie de obras agrupadas por los historiadores bajo el rótulo de historia polémica, faltanpor estudiar aún las cuestiones formales, puramente literarias. Recientemente y en elámbito de la literatura francesa, se reclamaba mayor atención para panfletos, libelos y,en general, opúsculos de propaganda, por su interés para la historia de las ideas3. Yopropondría para el corpus analizado por Jover, la designación de literatura polémica ode combate4, porque lo que distingue a unos textos de otros, al margen de la mayor omenor calidad de los autores que los redactaron, no es la ideología, común en todosellos, sino la literariedad al reescribir la guerra de 1635: fuentes utilizadas, estructura delas respuestas al manifiesto de Francia, y estilo de las mismas. Los textos de aquellapolémica tienen todos el mismo tema, la guerra declarada por Francia a España, lo queinteresa evidentemente a la historiografía del siglo xvii; pero ofrecen, además, mútiplesalicientes literarios, en función de las armas que los autores empuñaron: manuscritos oimpresos, cartas, memoriales o tratados. Por otra parte, dichas obras tienen lapeculiaridad de que nacen ya marcadas por vínculos intertextuales, tanto loshorizontales que establecen entre sí, como los verticales que las relacionan con el textode base, el manifiesto de declaración de guerra de Luis XIII de Francia.

José Pellicer y Tovar es uno de los autores más notables de aquella coyunturahistórica, por el número de obras que aportó a la polémica, y porque representa elmodelo de reescribidor del siglo xvii; así lo atestiguan su fama de plagiario y elmalicioso sobrenombre de José de Pelliscar y de Tomar. Este autor tan denostado esobjeto de cierta atención desde hace veinte años5 y, curiosamente, la faceta que másinteresa no es la creativa, sino la del Pellicer que vuelve sobre textos de otros: el de lasLecciones solemnes a las obras de don Luis de Góngora6, el que glosa a Quevedo, o elrelator de fiestas, que presenta los poemas de los mejores ingenios cortesanos.

En el caso concreto de la Defensa de España..., Pellicer se revela como auténticoreescribidor en múltiples sentidos. En primer lugar, porque no se limita, como Quevedoen la Carta a Luis XIII, a contestar aspectos parciales de la declaración de guerra7, sinoque la reescribe en su totalidad, desglosándola por párrafos y refutando éstos punto porpunto. En segundo lugar, porque para semejante tarea se basa en más de ochentafuentes declaradas y hasta alguna oculta, como el Manifiesto de España y Francia deAlonso Guillen de la Carrera, con el que coincide sospechosamente en la estructura. Entercer lugar, porque, como demostró López Ruiz, seis artículos de la Defensa... pasan ala Relación de las trazas de Francia, atribuida erróneamente a Quevedo. Y, en cuarto yúltimo lugar, porque Pellicer alude a su Defensa... en textos inmediatamenteposteriores, por ejemplo, en El embaxador chimerico... (1638), que es, a su vez,

3 Walker, 1987. Es también interesante para la relación entre el panfleto político y la reescritura elartículo de Fragonard, 1984.

4 Riandière utiliza «literatura de combate» en su artículo de 1998. Agradezco a la Profesora Riandière elenvío de su trabajo, y también su ayuda para localizar en Francia obras de Pellicer.

5 López Ruiz, 1971 y 1972; Iglesias Feijoo, 1983; Rozas, 1984; Oliver, 1995 a y b; Blanco, 1998;Étienvre, 1999; y dos artículos míos, en prensa. Por otra parte, el Profesor Étienvre me comunica la próximalectura de una Tesis Doctoral, dirigida por él, sobre Pellicer.

6 Jammes, 1994, p. 687: «no son un libro despreciable...».7 V. mi artículo de 1987.

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traducción amplificada de L'ambassadeur chimérique (1637), de Mathieu de Morgues8,uno de los autores que le sirven de fuente para la Defensa de España. En 1638 Pellicerse refiere a los libelos contra Richelieu «quemados en la plaça mayor de Paris por actode Verdugo»9; y un año después, en su Anti-católico de Estado, declara expresamentede su Defensa... que «la quemaron públicamente en Paris, con grande gloria mía»(Prólogo). De todo ello se deduce que nos hallamos ante un verdadero palimpsesto, enel que es posible distinguir, por un lado la intertextualidad, y por otro la reescritura: laprimera en dos direcciones, cuando el autor explicita sus fuentes en un alarde deerudición, y cuando cita después su propia obra; y la reescritura, a la vista de la formaque escoge para refutar la declaración de guerra contra España.

La Defensa de España contra las calumnias de Francia se publicó en Venecia, 1635,con una dedicatoria al Papa, Urbano Octavo, firmada con las iniciales del autor(D.I.P.D.T.), un prólogo «Al que leyere», y unas palabras previas dirigidas a los «Reyes,Príncipes, Potentados, Repúblicas y Señorías» de Europa, lo que indica desde elprincipio la aspiración de llegar a un gran número de lectores, en clara réplica a ladifusión del manifiesto francés, que exhortaba a tomar las armas a «todos los Príncipes,Estados y Repúblicas que aman la paz»10. De dicha edición deben de existir aún unbuen número de ejemplares, además de los manuscritos manejado por Jover y delejemplar particular consultado por López Ruiz, porque hemos localizado tres enMadrid11 y uno en París12, dato este último que desdora un tanto la declaración dePellicer, tan ufano de que su obra se quemara en el país enemigo. De lo que no cabeduda, a la vista de estos preliminares, es de que se imprimió fuera de España paracaptar la atención de tres destinatarios distintos:

— Un Papa francófilo, al que el manifiesto se refería como «testigo» de la buenadisposición francesa para la paz, y al que Pellicer reprocha suavemente13 su excesiva«blandura» con la Corona francesa, recordándole que la «tibieza» de susantecesores fue perniciosa para el Cristianismo, y, sobre todo, que España era la«Protectora de la Religión».— Un público en general, «Al que leyere», que bien podía haber leído panfletosanti-españoles anteriores, porque, según Pellicer, «De Ciento passan los Libros oLibelos ... que corren por el Mundo, en el Idioma Francés, Italiano i Latino...». Unpúblico ante el que Pellicer se presenta como experto en estas lides:

8 Sobre la extraordinaria difusión de los textos de Morgues en España, v. Gutiérrez, 1977, pp. 246, 330 y342; Riandière, 1984, p. 89, y 1985, ambos sobre su influencia en Quevedo; y mi artículo en prensa, «Laguerre franco-espagnole de 1635...», sobre su influencia en Pellicer.

9 El embaxador chimerico..., Valencia, José Esparza, 1638, s. p., pero p. 3. Citamos por un ejemplar dela Biblioteca Nacional de Madrid, signatura R/17604.

10 Citamos por la traducción de Mascareñas, 1880, p. 76.11 Uno en la Biblioteca de Palacio, signatura P-116, y dos en la Biblioteca Nacional, signaturas 3/38490 y

2/28074; a este último remiten nuestras citas.12 Bibliothèque Nationale de France, signatura Oc-416.13 Menos suaves son las críticas que aparecen en las Cartas de jesuítas {MHE, XIII; por ejemplo, en carta

del 30-10-1635, p. 307: «Hase dicho que el Papa enviaba 800.000 florines a Francia, otros dicen ducados:gentil obra pía»).

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juzgando por agravio no emplear en abono de mi Patria mis Estudios, i mas estando yotan enterado de nuestra Iusticia, i de sus sinrrazones, como quien por la noticia que de lascosas de Francia dan las Historias passadas y presentes... (s. p.)

— Y unos dignatarios europeos afectados por la guerra entre las dos potencias, a losque apela en las primeras páginas del texto (pp.1-5), oponiendo la piedad y el celoespañoles al interés y la sinrazón francesas, y adelantándoles lo que podríamosconsiderar la metodología de su obra:

Guíenos fiel la verdad, que ella será Madre del acierto, i comencemos respondiendo a lasprimeras Palabras del Manifiesto Francés, diuidiendole en Artículos, para ir satisfaciendoa cada uno de por si con mayor claridad, breue i ajustadamente; valiéndome para ello deOriginales, Instrumentos, Papeles, Relaciones, Manifiestos e Historias ... que escuso porno afectar la proligidad. (pp. 4-5)

Estas palabras de Pellicer nos permiten abordar la estructura general de la Defensade España... Esta se basa, como él mismo indica, en una respuesta a las palabras delmanifiesto francés, reescrito en su totalidad por Pellicer, partiendo de alguna de lastraducciones que debieron de circular por la corte de Madrid, o bien de la propiatraducción14 del escritor, que dominaba la lengua francesa; así lo demuestra sutraducción del Ambassadeur chimérique de Mathieu de Morgues, y la utilización defuentes francesas, entre las que destaca la número 37, titulada Defensa de la lomada dela Reyna Madre por el señor de Sant Germán, es decir, el propio Morgues, confesor deMaría de Mediéis y exiliado como ella en Flandes.

La Defensa de España... consta de cuarenta y seis artículos, cada uno de ellosformado por un fragmento del manifiesto de declaración de guerra y por la respuestacorrespondiente. El criterio de fragmentación es subjetivo, ya que el texto francéscarecía de divisiones parciales. Pellicer corta el manifiesto en función de la réplica queva a dar a cada artículo, respetando en ocasiones la totalidad de una cláusula, yamputando en otras una enumeración, a cuyas partes responde individualmente pormedio de una palabra clave, que se convierte en núcleo de sus argumentos.

La extensión de los artículos es variable, no sólo por el fragmento seleccionado (dedos a siete líneas en cursiva), sino por la respuesta al mismo, que es también de muydistinta amplitud. En general, y salvo el extenso artículo XLVI dedicadomonográficamente a Richelieu, las respuestas más largas se hallan en la primera mitaddel texto, con artículos de siete a doce páginas, que contrastan con otros de sólo una odos. Llaman la atención, por ejemplo, las sucintas respuestas a los artículos XXXVIII yXXXIX, en los que el manifiesto de Francia contiene expresiones tan tajantes como«tomar las armas» o «hacer la guerra». Pero es que, a esas alturas del texto, Pellicer hadesgranado ya todos sus argumentos, especialmente los de base histórica desarrolladosen los artículos I y II, y el final de la obra es pobre o redundante en argumentación, yexcesivo en palabrería.

Los artículos responden a las acusaciones francesas contra España con dos tipos deexposiciones, generalistas o monotemáticas. A una intención generalista corresponden,

14 El texto castellano del manifiesto que transcribe Pellicer difiere ligeramente de la traducción másconocida, la de la relación de Mascareñas.

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por ejemplo, los artículos I, II y XI, que narran la historia de las supuestas «ofensas» y«odios» denunciados en el manifiesto. Pellicer documenta la pugna entre España yFrancia con fechas, nombres, paces y tratados, remontándose, cuando menos, a laépoca de Carlos V. Sienta así una base general que le permite en adelante cortar elmanifiesto francés a su antojo, para desarrollar monográficamente asuntos específicos,como los problemas de Saboya (XIII) o de Alemania (XXIII). A veces, en su intenciónde precisar, fragmenta en artículos un único tema del manifiesto, como por ejemplo, eldelicado asunto de Flandes, que ocupa tres artículos (XL, XLI, XLII) para contrarrestarlos «halagos» que Francia dedicaba a los flamencos. O bien, y por el mismo motivo, sereserva una materia aludida en la exposición general y anuncia que la desarrollará másadelante; así ocurre en lo relativo al Duque de Lorena, de importancia capital paramostrar cómo trata Francia a los suyos, por lo que Pellicer menciona el problema en elartículo II, y le dedica en exclusiva el XV; o igualmente en la fundamental cuestión delElector de Treveris, casus belli para Francia, aludida tres veces (artículos II- IV) yampliamente tratada luego en artículos consecutivos (XXX-XXXII). El mejor ejemplode este procedimiento es la alusión repetida al Cardenal Richelieu, que es objeto de unode los artículos más largos al final de la obra.

En cuanto a la estructura de cada artículo, suele girar en torno a una palabra clavede cada fragmento del manifiesto. Pellicer se basa en ella para reescribir el tema encuestión desde el punto de vista español. Así, por ejemplo, en el artículo I el autorselecciona tres palabras o expresiones:

— «gracia de Dios», en el comienzo del manifiesto, «Luis por la Gracia de Dios»(p. 5), que da pie a la exclamación:

Quien creyera, que siendo por la Gracia de Dios el principio, auia de ser lo proseguido ungenero de intimar la Guerra tácitamente a su Iglesia, en la Serenissima casa de Austria suDefensora.

— «ofensas», en cuanto a las «grandes y sensibles ofensas» recibidas por Francia deEspaña, que Pellicer convierte en la «cosecha de ingratitudes i ofensas infalibles»(p. 5) recogidas por la magnánima España; volverá sobre ello al final del artículo,tras la exposición de la generosidad española, cuando se pregunte: «Son estasofensas o beneficios?» (p. 12)— y «memoria», a propósito de la última oración del artículo: «es cosa inútilrenouar la Memoria» de los agravios pasados. La expresión es meramente retórica,porque todo el manifiesto francés es una exposición de los supuestos agravios, quehan desembocado en la declaración de guerra. No era, pues, tan «inútil», como nolo es para Pellicer, que se vale de la misma argucia:

Las deudas en que aquella Corona deuia mostrarse agradecida a la de España, constan tanclaramente de las Historias i Monumentos antiguos, que me pareció ocioso referirlas.(p.5)

Pero, naturalmente, las refiere con todo lujo de detalles, y hasta numera lassusodichas deudas: «Treinta son las ocasiones en que Francia ha sido socorrida deEspaña contra Enemigos...» (pp. 5-6).La importancia de las palabras, y de cómo se juegue con ellas, hace pensar en

ocasiones que valen más que la razón que las mueve, como es lógico en dos textos que

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se sirven de la palabra para justificar acontecimientos desde perspectivas opuestas. Porello Pellicer reprocha: «Córrase, pues, su Parlamento, auerguençense sus Ministros, detrocar el nombre a las acciones, dando titulo de ofensas a los que han sido beneficios»(p. 13). Coincide así con Quevedo, en la Carta a Luis XIII15: «Pudistes, Señor, trocarlos nombres a las cosas, mas no el juicio a los que las oyen y vieron...» (p. 267b).

Además de las palabras clave, los artículos de la Defensa de España... se caracterizanpor el orden expositivo, que contribuye a la precisión y a la persuasión. Cada artículodistribuye la temática en tres partes al menos, y todos poseen un comienzoespecialmente eficaz para rebatir las líneas del manifiesto, y una conclusión sintéticaque cierra el tema. En ocasiones, sobre todo en artículos muy densos, Pellicer distribuyela argumentación por partes o puntos, que desarrolla sucesivamente y que se cierrancon conclusiones parciales. Así ocurre en el artículo XIV, que consta sólo de cuatrolíneas de manifiesto y nueve páginas de respuesta, lo que indica la importancia que elautor concede al tema de la sucesión de Mantua. Por una vez, Pellicer no rebate laacusación francesa («la oposición violenta del Duque de Mantua, porque nació Francés,i tiene sus Estados en una situación cómoda para juntarlos con el de Milan», pp. 76-77)sino que justifica la «oposición» o «contradicción»: «Tres respuestas ay que concluyen,para justificar la contradicción que se le hizo al Duque de Niuers, en la sucesión deMantua» (p. 77). Y organiza las tres respuestas («La primera..., La segunda..., Latercera...»), con una advertencia previa, «Vámoslo explayando», que contribuye a laclaridad de la exposición. Esta técnica facilita la lectura de la Defensa de España..., unalectura guiada por un autor especialmente cuidadoso con la materia que tiene entremanos. Por esta razón son frecuentes las interrupciones de su discurso parareconducirlo ordenadamente; así, por ejemplo:

Mas no cansemos la atención con obligaciones tan antiguas. Hagamos a Francia algúnrecuerdo con las modernas, (p. 6)

Ahondemos un poco mas la materia; para que Francia pueda honestar menos esta infidelidad,(p. 66)

Pero hablemos de las Cabeças de los Herejes de aquel Reyno. (p. 94)

Un procedimiento tan reiterado para organizar la argumentación demuestra que elautor conoce sobradamente los temas que aborda y que no quiere dejar ningún cabosuelto, ni en cuanto a pruebas y testimonios, ni en cuanto a la forma de exponerlos.Pellicer se sirve incluso, como elemento probatorio, de argumentos utilizados en algúnfragmento del manifiesto, tratando de rizar el rizo de la evidencia con una doblereescritura. Así ocurre en el citado artículo XIV, donde adelanta una frase muyexpresiva del texto de Francia, que no aparece hasta el artículo XXVI; en esta ocasiónse trata de dar solidez a un argumento religioso —que con un Duque de Mantua pro-francés podía asentarse en Italia la herejía— para encubrir las motivaciones políticas dela Corona de España; el argumento religioso se nos antoja hoy un tanto endeble, pero

Citamos por la ed. de A. Fernández Guerra, 1852.

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Pellicer lo reitera una y mil veces, hasta el punto de echar mano de las propias palabrasfrancesas para refrendarlo:

Y pues que Francia alega en su Manifiesto, que no es Question difícil de resoluer, si se deueesperar el fuego que quieren ponernos, o ir primero a apagarle, i mas en causas profanas, nodeuia aguardar España a que se encendiesse en Italia el fuego que probablemente podiaintroducir la Heregia, sino apagar qualquier indicio, por ligero que fuesse... (p. 84)

En cuanto a los comienzos de cada artículo, constituyen un elemento relevante parael tono general del mismo, dado que siguen inmediatamente a las palabras del enemigo.De ahí que Pellicer despliegue un nutrido abanico de posibilidades para su respuestadefensiva; éstas son las más frecuentes:

1 ) Negar con más o menos contundencia lo que expone el texto francés. Así se haceen el artículo VII, donde Francia afirmaba que había olvidado las querellas pasadas,y acusaba a España de usurpar los estados de sus vecinos; a los dos puntos contestaPellicer: «Ni Francia ha tenido jamas querellas que olvidar de España, ni España hatiranizado nunca Estado Confinante alguno suyo» (p. 37).2) Ironizar sobre las palabras del manifiesto. Este comienzo es muy habitual yaparece, por ejemplo, en el artículo II, a propósito de cómo Francia ha disimulado elodio que sienten por ella los españoles, a lo que Pellicer replica: «Tanta verdad es sudisimulo, como nuestro aborrecimiento» (p. 14). En el artículo IX, sobre lagenerosidad con que actuó Enrique IV para que España consiguiera la tregua con losPaíses Bajos: «Este más fue tiro que beneficio» (p. 49). En el artículo XXXVIII,donde Francia exhortaba a tomar las armas para conseguir una «paz general», yPellicer bromea sobre la Fax Augusta: «Sin duda intenta Francia restituir al Mundola edad de Octauiano, i cerrando al Templo de laño las puertas, tener pacifico elOrbe entero» (p. 169). O en el artículo XLV, cuando asiente irónicamente al «granpesar» de Francia, si los Países Bajos se oponen a los planes franceses y noparticipan: «No tiene duda alguna de que le pesará a Francia, como tan desseossadel leuantamiento i alteración de los Paises obedientes, de que no tomen todos lasArmas. Gentil argumento...» (pp. 186-187).

3) Comenzar con una o varias preguntas retóricas, para acentuar la perplejidad antelas propuestas francesas. Así por ejemplo, ante el ofrecimiento de libertad ysoberanía a los Países Bajos, una vez que hubieran expulsado a los españoles:

Si España con un pretexto semejante huuiera intentado atraer el animo de los Franceses,ofreciéndoles a los que se rebelassen, Union, Libertad i Soberanía, que dixera la delicadezade Francia? Donde llegaran sus quexas i alaridos representados con sentimiento i adorno?(P- 178)

4) Opinar sobre el fragmento, calificándolo y valorándolo antes de argumentar.Pellicer actúa de esta manera muy a menudo, como cuando responde a la acusaciónde ocupación de la Valtelina (XI): «Punto es este en que le estuuiera mejor callar aFrancia» (p. 57). O cuando refuta, en el artículo XXVIII, las ventajas de tomar lasarmas para conseguir la paz, frente a un consumirse en una paz dudosa e incierta:«Este es uno de los mas eficaces delirios que ha podido soñar la locura Francesa»(p. 140).

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5) Iniciar la exposición con una batería de afirmaciones tajantes, a manera deaxiomas, como en el artículo VI, referente a las alianzas franco-españolas selladascon matrimonios recíprocos:

A los que no liga el Sacramento del Baptismo, menos enfrenará el de el Matrimonio.Quien no cumple con las obligaciones de Cristiano, mal atenderá a las de pariente. LaAfinidad de Dios mas fuerça deuiera tener que los vínculos de la sangre, (p. 36)

6) Sintetizar el contenido del fragmento, apresurándose a valorarlo. Así en elartículo XXXI, uno de los dedicados a la toma de Treveris y la detención delArzobispo:

Aqui articula Francia por motiuo principal deste rompimiento, la expugnación deTreueris, i la detención de su Arçobispo. Fineza tan sospechosa, que en ella se conoce,quales han sido sus motiuos en Alemania... (p. 148)

7) Matizar el artículo para presentar los hechos bajo otro punto de vista, comocuando Francia alega que «no hay quien no sepa» que las revueltas de Alemania sesofocaron por su intervención y por la labor de sus embajadores, mientras quePellicer puntualiza que sólo se mantuvo neutral y que envió embajadores para nocolaborar con «dineros i Gente». El «no hay quien no sepa» se pone en duda desdeel principio: «Diferentemente lo sintieron los Politicos entonces, i lo censuran losEstadistas agora» (X, p. 53).

De todo ello se deduce que la estructura de la Defensa de España... estáminuciosamente pensada. A diferencia de la Carta a Luis XIII de Quevedo, que mezclalos argumentos y que se centra deliberadamente en un suceso —el sacrilegio cometidopor el general francés Châtillon en Tirlemont—, Pellicer aborda el texto francés con unpropósito de totalidad y precisión. Esto bastaría para enjuiciar positivamente lareescritura de la declaración de guerra y, en general, de cualquier «prosa de ideas»concebida con los mismos fines patrióticos, sólida y ordenadamente expuestos. Sinembargo, la mala fama del Pellicer «plagiario» nos induce a relacionar la estructura desu respuesta con la de Alonso Guillen de la Carrera, la más convincente de las réplicasespañolas a la declaración de Luis XIII, según Jover. Dicha respuesta no llegó aimprimirse, pero el manuscrito16 muestra un texto también dividido en artículos, quefragmentan el manifiesto francés para responderlo adecuadamente. Bien es verdad queel Manifiesto de España y Francia de Guillen consta sólo de cuarenta y tres artículos,que la fragmentación de la declaración francesa es distinta, aunque igualmentesubjetiva, que el último artículo carece de respuesta, y que tampoco existe uno dedicadoexclusivamente a Richelieu. Pero nada impide pensar maliciosamente que nuestroreescribidor conociera el plan de Guillen de la Carrera, o que tuviera acceso a sumanuscrito dedicado a Felipe IV. De ser así, cosa que no hemos podido avalardocumentalmente, Pellicer no sólo reescribe el manifiesto de Francia, sino que se sirve

16 Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 2366, ff. 218-345. Las Cartas de jesuítas (MHE, XIII, p. 304),dan cuenta de que la obra de Guillen estaba en preparación en octubre de 1635: «El manifiesto del Sr. Infantese está imprimiendo. Otro se prepara muy a la larga de ochenta pliegos, autor D. Alonso de la Carrera, ...será en la materia lo mejor y más copioso que ha salido y de cosas más secretas y particulares».

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de una estructura previa para su obra, callando la fuente, porque la de Guillen noaparece entre las consultadas para la Defensa de España...

En cuanto al estilo, el texto de Pellicer posee todos los rasgos característicos de suescritura ampulosa e indudablemente barroca. El autor se halla en el polo opuesto debrevedad gracianesca, y se concede tiempo y espacio suficientes para lo que denominaun «Memorial» en su Dedicatoria al Papa, pero que tiene, en realidad, la extensión deun tratado. Tan larga extensión, que desborda con mucho la del texto que reescribe, sejustifica, no sólo por los múltiples datos y precisiones que aporta, sino porque hace delestilo un instrumento básico para la defensa de las razones españolas. La frase dePellicer es larga, frecuentemente de estructura bimembre, y marcada por un ritmoamplificador que busca el énfasis. A excepción de las frases lapidarias que abrenalgunos artículos, ese estilo ampuloso se consigue mediante periodos sintácticos largos,que exponen las ideas mediante perífrasis, antítesis, anáforas y enumeraciones.

Las perífrasis se hallan en toda la obra y resultan útiles para presentar, desde elprincipio, la cara más favorable de la Monarquía española o de la Casa de Austria.Pellicer emplea este recurso desde la Dedicatoria, cuando presenta postrada a los piesdel Papa a:

la Señora de las Gentes, la Princesa de las Naciones, la Reyna de las Provincias, la Emperatrizde tres Mundos, la Ruina de los Hereges, la Coyunda de los Sectarios, la Cadena de losInfieles, la Coluna de la Fé, la Protectora de la Religion, la Trompa del Evangelio, laPrimogénita de la Cristiandad, que todo esto ha sido, es, i será la Católica Monarquía de lasEspañas. (s. p.)

La eficacia de esta perífrasis se debe a que marca desde el comienzo los tres aspectosque Pellicer destacará durante el resto del texto: el poderío político de España, su luchacontra la herejía y su defensa de la Cristiandad. En adelante, los términos de estaperífrasis dan lugar a largas exposiciones sobre las posesiones españolas, como en elartículo VI, donde hallamos estas dos frases significativas: «Monarca Universal llamanal Rey de las Españas los que le nombran Rey Católico» (p. 44); «La Monarquia deEspaña, treinta i dos veces es mayor que la de Roma» (p. 45). O se convierten enatributos por antonomasia de los españoles, designados habitualmente como «amparo,coluna y sustento de la Fé» (p. 127). Como es previsible, la perífrasis sirve igualmentepara denigrar al enemigo; de manera que Francias es: «Corona aliada, amiga,confederada, protectora, parienta, hermana de Hereges, Protestantes, Rebeldes,Ginebreses, Suecos, i Turcos» (p. 83).

En este sentido, la antítesis es un procedimiento habitual para enfrentar loscomportamientos de ambos países; así aparece desde la dedicatoria: «Nadie mejor queV. Sd. sabe nuestra iustificacion i sus demasías; su protervia i nuestra paciencia, suobstinación i nuestro comedimiento...» (s. p.). Y se aplica en muchos artículos, como,por ejemplo, en el XL, para desprestigiar las alianzas de Francia, que la han arrastradoa la guerra: «No dexa de ser honrosa subscripción para la tres vezes Cristiana Francia,inscriuirse Amiga, Aliada i Confederada [de] Olanda, i enemiga publica de España.Unida con los Hereges ... Armada contra los Católicos...» (p. 174). O en el artículoXXXI, para distinguir el trato dado al Elector de Treveris, por parte de España y

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Francia: «... tan distinto trato en la dulçura i cortesia Española, que en la seueridad iarrogancia Francesa, como quien salió de una opresión i cautiuerio al esparcimiento ilibertad...» (p. 152). O se emplea también para comparar dos tiempos en la historia deFrancia, un pasado glorioso y un presente descarriado: «... la que fue Madre dignissimade Clodoueos, Carlos, i Luises, Religiosos, Grandes i Santos, es oy el Mar prozeloso...»(p. 2).

En cuanto a las anáforas del texto, aparecen incesantemente, como si Pellicerbuscara la persuasión mediante la repetición. La anáfora es especialmente adecuada enla conclusión del artículo XXIII, donde el autor parece asentir irónicamente a losreproches franceses:

Deste modo guardó Francia la neutralidad religiosamente en Alemania. Deste modo son losartificios de España mas para temer que sus fuerças. Deste modo cada dia les despertamosnueuos Enemigos, (p.126)

Pero se halla igualmente en el curso de una argumentación. Así en el artículo XXXIII,donde el Rey de Francia invocaba la honra de sus predecesores para declarar la guerra,ante las injurias españolas, y Pellicer expresa con doble anáfora la oposición entre elpasado y el presente francés, y entre éste y el de España:

Sus Passados salieron a defender la Iglesia... Sus Passados restauraron la Casa Santa enPalestina... Sus Passados llenaron de Triunfos Católicos el Assia... Véase como degeneralastimosamente aquel Reyno,... pues oi mueue guerra publica aliado con Hereges... (p. 158)

... España solo milita por mantener la honra de Iesu Cristo; por amparar la seguridad de laIglesia; por conseruar la reputación de su Euangelio; por afirmar la Sede Apostólica... (p. 159)

Por lo que respecta a las enumeraciones, son también características del estilo delautor, que consigue con ellas amplificar una sola idea, envuelta en un torrente depalabras. Es un procedimiento habitual para expandir un argumento, sin añadir un solodato, como en el artículo II: «... no dexo Francia, modo, traça, negociación, soborno ointeligencia possible que no empeñasse para impedir las Pazes i Tratados...» (p. 25). Enocasiones, las enumeraciones aparecen en cascada, sumándose unas a otras, paraproducir énfasis por acumulación. Así, a propósito de los subditos franceses, invocadosen el manifiesto, sobre los que vuelve Pellicer con una alusión a su maltrecha economíade la que hace responsable, finalmente, al Cardenal Richelieu:

Tiene necesitados, menesterosos, i afligidos Francia a sus Subditos... Los tributos,imposiciones, gauelas, derramas, pechos, i donativos de Iglesias, Nobleza, i Plebe, se empleanen Olanda, en Suecia, en Transilvania, en Ungria, en los Protestantes, en los Grisones, en lasCiudades libres, en Argel, en Biserta, en Constantinopla, i en los magníficos aparatos delCardenal i su Parentela, (p. 141)

O en una diáfana advertencia a los Flamencos, a los que anuncia primero los riesgos decooperar en la guerra con Francia, y les recuerda después los males de la guerra quepadecieron cuando la rebelión de los Países Bajos, en tiempos de Felipe II:

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L I T E R A T U R A POLÉMICA Y R E E S C R I T U R A EN 1 6 3 5 57

... si vencen ven primero destruidos los Países, desechas las Gentes, consumidos los Erarios,desquadernado todo, i quanto mas vencedores mas perdidos, (p. 179)

No se acuerdan de los Villages abrasados, de lo arboles cenicientos, de las tierras estériles, delas Ciudades desiertas, (p. 180)

A estos recursos, simples, pero continuamente utilizados, ha de sumarse laconcatenación de preguntas retóricas en el centro de los artículos, y a todo ello unaadjetivación profusa, generalmente triple: la Corona enemiga es «tirana, injusta yviolenta usurpadora...» (p. 92), y su exhortación es «fea, sacrilega i ofensiua» (p. 24).Pellicer usa la adjetivación como arma arrojadiza, y no deja sustantivo por calificar,agrupándolos a veces, a modo de series: «quejas tan friuolas, causas tan superficiales,motivos tan injustos» (p. 120). De esta manera consigue convertir los adjetivos enepítetos, como ocurre con los Grisones, «los hereges Grisones» (p.59), o con la naciónfrancesa, «Nación liuiana i dura» (p. 5).

Dicha adjetivación parece hoy exagerada, pero resultaba bastante habitual en textosde propaganda, que no descartaban el empleo de la hipérbole. En la Defensa deEspaña..., sin embargo, esta figura aparece poco, salvo en una conclusión que pretendeser especialmente lapidaria:

No pagar la deuda, suele ser poquedad del animo; negarla baxeza de espíritu; pero hazer de labuena obra agrauio, es falsedad, es aleuosia, es infamia, i es passarse de Racionales a Brutos.Tal le acontece a Francia... (p. 13)

Tampoco abusa Pellicer de comparaciones, metáforas, y, en general, del lenguajesimbólico. Hay que tener presente que su escrito se presenta, en las piezas preliminares,como modesto, desprovisto de artificio y sustentado sólo en la verdad. De manera queel texto resulta más ampuloso por su estructura, pretensión de exhaustividad yacumulación de léxico que por un exceso de ornato. Entre las comparaciones merecencitarse dos por su humorismo, lógicamente escaso en un texto político. La primeraaparece en un artículo importante, el XXII, donde Pellicer acumula argumentos sobre lapugna franco-española por Italia. En él recurre incluso a un discurso, que pone en bocade un embajador francés, para mostrar el maquiavelismo del enemigo. De ahí quesorprenda en semejante contexto la comparación entre los franceses y los marineros:«... no acordándose mas de lo tratado, que los Marineros del voto, en llegando alPuerto...» (p. 116). La segunda se halla en un breve artículo dedicado a laconfederación de Francia y Holanda. Pellicer advierte a los holandeses, a propósito delos rehenes que pide Francia a título de seguridad: «Que es como pedirle a undelinquente, que en pago de que le aliuien de una argolla se dexe amarrar a unacadena» (p. 184). Una tercera comparación, de muy distinto tipo, aparece en laconclusión del artículo XXXII, dedicado a rebatir los supuestos engaños y desprecios deEspaña cuando tomó la plaza de Treveris y apresó al Arzobispo Elector. Pellicer exponesus argumentos y se reserva para el final un dato, que demuestra cómo Francia se habíaadelantado a España en el engaño; se trata de la fecha de la firma de la Liga franco-holandesa contra España, de la que el polemista expresa hasta la hora del tratado:

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es cierto que Treueris fue ocupada, i su Arçobispo detenido a fin de Marco deste año deseiscientos i treinta i cinco, i Francia i Olanda acabaron de ajustar la Liga a los ocho delpropio Mes entre las siete i las ocho de la noche... (p. 156)

Tal aportación le debió de parecer tan rotunda, que Pellicer no insiste más. Califica elasunto de «pretexto» para romper las hostilidades, y cierra el artículo con la siguientecomparación entre la verdad y el sol:

Grandes pretextos son menester para empressas grandes. Pero la verdad tiene calidades delSol; que penetrando por las nubes de los engaños aparece a los ojos de los Mortales mas clarai resplandeciente, (pp. 156-157)

Esta clase de adornos en la expresión abundan poco en la Defensa de España... Suautor opta deliberadamente por un estilo poco artificioso, sin apenas simbología. Puedecitarse como ejemplo una asociación entre la unidad de la Iglesia y la túnica inconsútilde Jesucristo. Pellicer la emplea, una vez más, para culpar a Francia de dividir laCristiandad, e invalida así la declaración francesa en lo tocante a la protección de la fecatólica en los Países Bajos:

Que no es creíble, que se precie de miembro de la Iglesia quien se une contra Católicos con laHeregía, que es incompatible con la Iglesia, significada por la túnica inconsútil de Iesu Cristo;la qual siendo indiuisible, quieren romper los Principes, que se juntan con Hereges. (p. 182)

No obstante, hay que destacar dos fragmentos en los que el lenguaje simbólico seprolonga durante varias líneas. El primer ejemplo aparece en los preliminares, y partede una antítesis ya mencionada sobre el pasado y el presente de Francia. A partir de ladesignación de ésta como «mar proceloso...», se abre la metáfora de la Iglesia comonave de San Pedro, y en ella, de nuevo, el doble papel desempeñado por Francia en elpasado y en el presente:

... es oy el Mar prozeloso donde sozobra, ya que no peligra todo el Vasso sacrosanto de laÑaue de Pedro. Los que fueron sus Pilotos, son oy sus Baxios. Los que la abrigaron, oy ladestrocan. Donde halló Puerto tiene oy el Escollo, (p. 3)

El segundo ejemplo está en el artículo XXXVII, muy breve, sin apenas argumentos,pero con una acumulación simbólica insólita en el texto. Pellicer pretende respondercon arrogancia a un fragmento extenso del manifiesto francés, que mencionaexplícitamente «hacer la guerra» y la «ganancia de una celebre Batalla». Pellicer abre larespuesta con cinco oraciones breves, que afirman cómo a España no le atemoriza laguerra, y advierte a Francia, por medio de ejemplos (Roncesvalles, Pavía...), de losmalos desenlaces de guerras anteriores. A continuación, pasa del ejemplo al doblesímbolo: las banderas de la batalla serán mortajas, y las luminarias17 que la celebraron

17 Se mencionan también en la Carta a Luis Xlll : «O quanto consuelo me fuera que hubieradesaplaudido a escuras aquella rota; pues permitiendo encender luminarias en toda Francia...» (p. 263a); y en lasCartas de jesuítas, 10-6-1635: «Por el suceso que tuvieron los franceses ... se hicieron en París luminarias en

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serán velones en el entierro del culpable de todo, el Cardenal Valido, designado pormetonimia «Púrpura tan hazañera», y comparado malévolamente con el capitán de losinfieles:

... acaso quedara agora auisada en su ruina, i emendada con sangrientos estragos para lostiempos venideros, i siruiendole de mortajas las Vanderas desta Batalla celebre que blasonaauer ganado... Aparato ceremonial con que el Cardenal Valido quiso ostentar el aplausomilitar, para ganar la gracia del Pueblo desseosso de que las luminarias que se encendieron ental solenidad fuessen blandones, que siruiessen al entierro de Purpura tan hazañera, que sealegra de vencer Católicos, como pudiera el Gran Sultan, viendo degollar los Hijos de IesuCristo, (pp. 168-169)

En alguna ocasión, las metáforas se basan en disemias, muy del gusto conceptista.Así en el artículo XLI, donde se ataja la promesa de unión, libertad y soberanía para losflamencos; según Pellicer, un pretexto para que se rebelen. El autor designa la promesao pretexto como «imán» para atraer a los flamencos, y concluye, jugando con el doblesentido de «yerro»: «Este es el mayor Imán con que ha querido atraer los ánimos lealesde Flandes; pero donde no se admiten yerros de sobra están los Imanes» (p. 173).

En cualquier caso, la sobriedad del ornato parece deliberada, ya que el autordenuncia en repetidas ocasiones el equívoco de las palabras francesas, y llega a afirmara este respecto: «Hablemos sin metáforas» (p. 98). Lo más curioso es que lo haga detrásde una de las suyas, en un artículo largo que contestaba a sólo dos líneas francesas. Sinembargo, se trataba de rebatir una acusación contra los embajadores españoles quehabían sembrado «diuisión hasta dentro de la Familia Real» (XVII), tema que permite aPellicer insinuar cómo la división se debe al valido, último blanco de sus críticas. Lametáfora no sólo tilda a Richelieu de desagradecido con la Reina madre, que lo habíaencumbrado, sino que advierte al Rey francés de la ambición del Cardenal:«... Hombres a quien sus Principes del poluo de la tierra los hizieron poluos de Ciprés,cuya estatura crece sobre todos, i subieron tanto, que fueron ruina de los que losleuantaron» (p. 98). Una insinuación tan malintencionada nos conduce, para terminar,al último artículo de la Defensa..., donde hallamos una construcción semejantededicada al mismo personaje, «que de humilde hisopo ha subido a ser Libanoeminente» (p. 196).

En realidad el artículo XLVI desarrolla pormenorizadamente las múltiplesacusaciones, más o menos veladas, que la Defensa de España... ha ido sembrandocontra el responsable de la política francesa e inspirador del manifiesto. Es Richelieu yno Luis XIII el culpable de incumplir los tratados, aliarse con herejes, sembrardiscordias entre la familia real francesa, atentar contra las posesiones de la Casa deAustria, sumir en la miseria al pueblo francés... y hasta del estilo impropio de algunostérminos del manifiesto. Respecto a esto último, en el artículo XXV, Pellicer lamentabacon conciencia literaria la escasa dignidad de ciertas expresiones, sin duda refiriéndose a«Y que no tienen verguença...»: «Poco se luce el estilo Real en estas Palabras, i la

nombre de los seis mil que dicen degollados, y últimamente pintaron en un lienzo grande un español conbigotones muy crecidos ... y al cabo le quemaron: notable rencor» (p. 210).

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decencia que deuen obseruar en las razones los grandes Monarcas» (p. 131). Y, como eshabitual, atribuía tal demérito a Richelieu:

Conócese, empero, en que el Ministro que las dictó esta mas versado en la Curia de lasAudiencias, que en la urbanidad de los Palacios... Solo son frases de gente, que atormentadade la propria conciencia descubren sus costumbres, i común trato, en que descubren su origen,pensando mostrar su entendimiento, (p. 135)

Ante el cúmulo de insinuaciones lanzadas, parece irónico que la contestación a lasúltimas frases del manifiesto, que encomendaban al valido el cumplimiento de ladecisión real, comience así: «No se auia ofrecido hasta este Articulo hablar de propositode la Persona, prendas, méritos i ascensos de Iuan Armand du Plessis de Richelieu...»(p. 188). De hecho, Pellicer había hablado de él o contra él, aunque sin nombrarle, enlos artículos II, IV, V, VI, XIV, XV, XVI, etc.; pero en esta ocasión hace de Richelieu eltema de su réplica, tomando su nombre como palabra clave. La oportunidad de estarespuesta es innegable, porque el lector ya se ha familiarizado con el personaje, suascendencia y sus costumbres. Lo que se produce ahora es una acumulación de todoslos argumentos, antes insinuados y ahora claramente atribuidos, a lo largo de docepáginas, sobre la historia del Cardenal, jalonada por asesinatos, venalidades, destierros,tributos desmesurados y afrentas varias que desembocan en la declaración de guerra.Una guerra que, según Pellicer, sólo beneficia a Richelieu, porque sirve para ocultar susdesmanes. La asociación Richelieu-guerra es especialmente eficaz para cerrar laDefensa... con un vaticinio sobre la caída de una Francia ofensiva, y una apología deuna España que se defiende a sí misma y a la Religión. En cualquier caso, el últimoartículo es una excelente muestra del estilo de Pellicer y debió de dejarle muy satisfecho,ya que lo menciona expresamente en El embaxador chimerico: «... en cuyo Articuloultimo, escrive la vida y Acciones del Eminentissimo sobre todos los Mortales tanvivamente como quien tuuo la verdad por Pluma» (s. p., p. 3). La importancia de estacita procede no sólo de que Pellicer practique su inveterada costumbre de autoalabarse,sino de que titula, en cierto modo, el citado artículo monográfico: Vida y acciones del«Eminentissimo sobre todos los Mortales». Dicho título se asemeja al de unmanuscrito, Vida y costumbres del Cardenal Richelieu..., ya citado por Jover18, quedescubrió cómo coincidía con unas páginas de la Relación de las trazas de Francia...Pero no se ha señalado que el título podía remitir a las Observations sur la conduite duCardinal Richelieu, un apéndice de un opúsculo de Mathieu de Morgues, titulado LaVérité défendue, de 1635. Si bien la comparación entre las Observations... de Morguesy el artículo de Pellicer demuestra que este último no es traducción literal, ni siquieratraducción libre, de las páginas francesas, es muy posible que la abundante informaciónsobre el Cardenal que Pellicer posee proceda de ellas. Las observaciones que Morgueshacía sobre la conducta de Richelieu exponían la ambición de éste, las muertes quehabía causado, su ingratitud, su inconstancia, su afán de poder y las guerras que habíaoriginado en su propio interés. Todos estos detalles se convierten en argumentos contrael Cardenal en el texto de Pellicer; pero es que, además, en ambas obras existen trescoincidencias concretas y precisas:

18 Jover, 1949, p. 339. El manuscrito es el 10.129 de la Biblioteca Nacional de Madrid, ff. 138-149.

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— la primera19, sobre los embajadores enviados por el Padre José a los enemigos dela Casa de Austria:

Fray Ioseph de Paris, Capuchino hermano suyo, también ha tenido varias embajadas. Alos Principes Protestantes de Leipsic, al Duque de Moscovia, al Emperador de Tartaria, ial Gran Señor de los Turcos, a solicitar socorros contra la Iglesia i la Casa de Austria,(p. 192)

— la segunda20, sobre un vaticinio astrológico funesto para el valido:

... que le han profetizado los Astrólogos de la razón natural i los que observan losaspectos de Saturno i Marte muerte funesta, sangrienta i breue. (p. 196)

— y la tercera21, referente a la excomunión del Cardenal por la Bula In CoenaDotnini:

... tiene gran prontitud en abracar todos los medios encaminados a su conservación,aunque sean de los condenados en la Bula de la Cena... (p. 196)

Dichas coincidencias muestran con mayor exactitud una de las fuentes francesas, almargen del título general Defensa de la lomada de la Reyna madre, citado por Pellicercon el número 37 de su Catálogo. Y explican también por qué Pellicer se extiende en elartículo XLVI: si partía de los libelos anti-Richelieu lanzados por los franceses desde elexilio, se encontraba con el trabajo ya hecho; sólo faltaba traducirlos y servirse de susargumentos para insertarlos en otra pieza, como la Defensa de España-

Como conclusión, esta obra de José Pellicer me parece uno de los más ricos ejemplosno sólo de intertextualidad, sino de reescritura. La intertextualidad, en cuantocaracterística del género «literatura polémica», cuya esencia es partir de un texto previopara rebatirlo. Y la reescritura en cuanto a técnica específica de la Defensa de España...,tras analizar la estructura y el estilo. En este sentido, y como hacía Gérard Genette22 ensu apología de la literatura de segundo grado, me atrevería a «indultar» al oportunistaPellicer. Hay que reconocer el mérito del reescribidor capaz de manejar un sinnúmerode fuentes, de responder a una declaración de guerra con voluntad de estilo, y, endefinitiva, de literaturizar una obra de propaganda política.

1 9 Sobre los embajadores del Padre José: «de rendre tous les ennemis de la Foy Catholique ennemis de laMaison d'Autriche». La Vérité Défendue se halla en el primer volumen de las Diverses pièces pour la deffencede la Royne mere..., Anvers, 1644; las pp. 36-47 corresponden a las Observations sur la conduite duCardinal de Richelieu. Citamos por un ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura 2/18519. Lacita en p. 47.

2 0 «... comme les Astrologues assurent, que la planète de Mercure est tres bonne, estant jointe auecIupiter qui est bon, et tres mauuaise auec Saturne qui est malin» (p. 41).

2 1 «Au mesme temps que le Cardinal traite ces choses auec le Turc, et qu'il est excommunié par la BulleIn Coena Domini...» (p. 45).

2 2 Genette, 1989, p. 497.

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Pellicer reescribidor

= intertextualidad

= reescritura

1) GóngoraPolifemo, Soledades, etc. Lecciones solemnes... (1630) S

>ya

2) Relación de fiestas. Poetas cortesanos Anfiteatro de Felipe el Grande (1631) ~en

3) Quevedo oCarta a Luis XIII, Relación de las trazas de Francia -̂ m

>4) Morgues " ^ o

Defensa de la Jornada de la Reina madre -̂ "~-^ >Vérité défendue /^^>^. SAmbassadeur chimérique -^ ~~~--~ ~~~~- ~~~-.. m

~""~--^ ~~-~ ~"--~ ^~^ o5 ) Manifiesto de Luis XIII ^ '* - - Defensa de España (1635) z

"~~^ o~~~- Embajador quimérico (1638)

6) FerrierCatholique d'État Anticatólico de Estado (1639)

7) ArroyQuestions décidées

CassanLes recherches des droits du Roy...Proclamación católica

Idea del principado de Cataluña (1642)Nooo

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ARREDONDO, María Soledad. «Literatura polémica y reescritura en 1635: Defensa de Españacontra las calumnias de franela, de José Pellicer». En Criticón (Toulouse), 79, 2000, pp. 47-64.

Resumen. Análisis del proceso de reescritura en la Defensa de España contra las calumnias de Francia. Enprimer lugar, se señalan las relaciones intertextuales de la obra, como características de la literatura polémicade 1635. A continuación, se estudia cómo Pellicer reescribe el manifiesto de declaración de guerra de LuisXIII de Francia, analizando la estructura y el estilo de la Defensa de España... El artículo informa también dela localización de algunos ejemplares de la obra, y de las fuentes no declaradas por Pellicer.

Resume. Étude du processus de réécriture dans la Defensa de España contra las calumnias de Francia.Examen des relations intertextuelles qui sont le propre de la littérature polémique de l'année 1635. Analysedes procédés mis en œuvre par Pellicer pour réécrire le manifeste de déclaration de guerre de Louis XIII:structure et style. Informations sur la localisation de quelques exemplaires de l'ouvrage et sur des sources nonmentionnées par Pellicer.

Summary. This essay analyses the process of rewriting in the Defensa de España contra las calumnias deFrancia. First of ail, intertextual relations in the text are showned as characteristics of the polemic literatureof 1635. Later on, the way how Pellicer rewrites the war déclaration of french king Louis XIII is defined byanalysing the structure and style of the Defensa de España... This paper also provides data about some copiesof the work, as well as some sources non mentioned by Pellicer.

Palabras clave. Carta a Luis XIII. Defensa de España contra las calumnias de Francia. Intertextualidad.Literatura polémica. PELLICER Y TOVAR (José de). QUEVEDO (Francisco de). Reescritura.